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Facultad de Ciencias Sociales


Escuela de Ciencia Política, Gobierno y Gestión Pública.
Administración Pública

Evaluación N°1 Economía Pública: orígenes del capitalismo y economía política clásica

Ariel Campos Delgado

Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Academia de Humanismo Cristiano

Economía Pública

Cristian Candia

01 de octubre de 2021
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Índice

Desarrollo.......................................................................................................................................3

Referencias...................................................................................................................................16
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Desarrollo

1.- Respecto de que la filosofía liberal fracasó notablemente en su comprensión del

problema del cambio dicen relación con un proceso histórico determinado: la formación de la

economía de mercado capitalista. En ese sentido, la filosofía liberal fracasa puesto que “se creía

en la espontaneidad (…) se aceptaban resignadamente las consecuencias de la mejora

económica, por muy graves que éstas pudiesen ser” (Polanyi, 1947, p.71). Los cambios en la

sociedad, suscitados por lo económico, se consideraban tan naturales como sus consecuencias

nefastas y, en ese sentido, la filosofía liberal no se inmutaba ante dichos efectos y los

consideraba como parte inmanente (e inevitables) del proceso de crecimiento económico. Al dar

importancia al ámbito económico por sobre lo social no se observó (o no se quiso ver) ni se

consideró las consecuencias nocivas para la sociedad que la revolución industrial (el cambio)

llevaba en las entrañas, esto se explica, en parte, puesto que se borró del pensamiento del siglo

XIX las

verdades corrientes [de] la política tradicional (…) que [reflejaban] las enseñanzas de

una filosofía social heredada de los antiguos (…) mediante el efecto corrosivo de un

utilitarismo grosero, aliado a una confianza sin discernimiento en las pretendidas virtudes

(…) del crecimiento ciego. (Polanyi, 1947, p. 72)

Las verdades corrientes implicaban “la necesidad de ralentizar (…) un proceso de

cambio no dirigido, cuando se considera que su ritmo es demasiado rápido para salvaguardar el

bienestar de la colectividad” (Polanyi, 1947, p.72). Al borrarse del pensamiento económico

clásico estas verdades corrientes y mirar con perspectiva utilitarista el proceso de cambio y el

crecimiento económico “el liberalismo económico fue incapaz de leer la historia de la


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Revolución Industrial, porque se obstinó en juzgar los acontecimientos sociales desde una

perspectiva económica” (Polanyi, 1947, p.72).

2.- Analizaremos, situaremos y entenderemos la relación de lo económico y lo político en

tanto poder público en el contexto de la sociedad antigua. Para comenzar analizaremos por

separado lo económico y lo político para después analizar su relación en tanto poder público.

Nos apoyaremos en la obra La Política de Aristóteles para entender lo económico y lo político en

la sociedad antigua1.

Aristóteles analiza la polís (un compuesto) en sus partes integrantes (elementos), y en ese

sentido la polís es una asociación política en cuyo seno existen otros tipos de asociaciones que

generan las condiciones necesarias para su aparición y/o existencia. Toda asociación se forma

teniendo presente un bien, pero el más importante de todos los bienes es la asociación política:

“el más importante de todos los bienes debe ser el objetivo de la más importante de las

asociaciones, aquella que comprende a todas las demás, y a la cual se llama precisamente Estado

o asociación política” (Aristóteles, (s.f)., p.11). No obstante, existe una asociación fundamental,

básica para la aparición de la asociación política, y es la familiar2 en donde se satisfacen gran

parte de las necesidades humanas. A partir de aquí y en adelante debemos tener presentes dos

cuestiones neurálgicas que hemos tocado: la asociación política y la familiar; la primera, vendría

siendo lo que denominaremos en adelante espacio público; la segunda, refiere a lo que

denominaremos espacio privado.

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Para resolver y responder este punto de la evaluación de manera óptima recurriré a otro tipo de bibliografía no
vinculada directamente con la del curso. Lo anterior, puesto que desarrollar el punto desde lo que Eric Roll plantea
en su texto “Historia de las doctrinas económicas”, particularmente lo que desarrolla entre las páginas 28-43 (Grecia
y Roma), no me parece suficiente ni idóneo para satisfacer lo que se pregunta. En ese sentido, espero pueda
valorarse el esfuerzo. De lo contrario (si usted lo permite), estoy dispuesto a satisfacerlo con la última bibliografía
mencionada siempre y cuando la pregunta se reformule de manera tal que el punto pueda ser abordado con ella.
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“La doble reunión del hombre y la mujer, del amo y el esclavo, constituyó la familia” (Aristóteles, (s.f.)., p.12).
5

En el espacio privado se encuentra la asociación familiar, y en ese sentido “la familia,

(…) para ser completa, debe comprender esclavos y hombres libres (…) siendo las partes

primitivas y simples el señor y el esclavo, el esposo y la mujer, el padre y los hijos” (Aristóteles,

(s.f.)., p.15). El hombre libre de la familia, quien puede transitar desde la esfera privada a la

pública y viceversa, es literalmente el hombre y en el recae toda la autoridad doméstica: “toda la

familia es gobernada por un solo jefe” (Aristóteles, (s.f.)., p.22); “la administración de la familia

descansa en tres clases de poder: el del señor (…); del padre, y el del esposo” (Aristóteles, (s.f.).,

p.34). Así entonces, en síntesis, el espacio privado refiere a la familia y se halla en el Oikos, el

espacio en donde se satisfacen las necesidades y, por ende, refiere al ámbito propiamente

económico.

El espacio público deviene de asociaciones base y fundamentales que la constituyen. A

partir de dichas asociaciones emerge el Estado o asociación política, la polís: “el Estado está

naturalmente sobre la familia y sobre cada individuo, porque el todo es necesariamente superior

a la parte (…) la naturaleza arrastra pues instintivamente a todos los hombres a la asociación

política” (Aristóteles, (s.f.)., pp. 14-15). El espacio público, corresponde pues al ámbito político.

En síntesis, el espacio privado dice relación con la asociación natural, con la familia, con

lo necesario y útil, es decir con el ámbito económico, del hogar, con el Oikos. El espacio público

dice relación con la asociación política que nace junto a la polís, con lo público, con el ámbito

político y, fundamentalmente, con la libertad 3 : “Ser libre significaba no estar sometido a la

necesidad de la vida ni bajo el mando de alguien y no mandar sobre nadie, es decir, ni gobernar

ni ser gobernado” (Arendt, 1958, p.44).

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Ésta se halla en el espacio público y no en el privado, puesto que la libertad implica estar libres de lo necesario y
útil.
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Así pues, relacionando lo económico con lo político en la sociedad antigua, queda en

evidencia que lo económico se hallaba subordinado a lo político puesto que lo primero se

entendía como una asociación natural (familia) y parte de lo político (asociación política, polis),

que implicaba el todo. En ese sentido, en la antigüedad lo económico NO estaba por sobre lo

social y lo político como en los tiempos modernos (hoy: sociedades de mercado que viven en

torno a una economía de mercado: “una economía de mercado no puede existir más que en una

sociedad de mercado” (Polanyi, 1947, p.128)).

Dicho lo anterior, y entendido lo político y lo económico en la antigüedad a través de

Aristóteles podemos analizarlos en tanto poder público o político. En ese sentido, lo económico

(espacio privado) era una herramienta a través de la cual se podía saltar a lo político (espacio

público), lugar en que se situaba el poder público. Dicho de otra manera, el poder privado (en el

hogar, sobre la mujer, esclavos e hijos… sobre la familia) otorgaba el pase para situarse en el

poder público. Recordemos que el hombre libre de la familia es quien podía transitar desde la

esfera privada a la pública y viceversa, este es literalmente el hombre y en el recae toda la

autoridad doméstica: “toda la familia es gobernada por un solo jefe” (Aristóteles, (s.f.)., p.22).

En ese sentido, no podemos situar lo económico en tanto poder público o político en la sociedad

antigua, sino como medio a través del cual se puede acceder a lo político, en donde se situaba

propiamente el poder público.

3.- Este punto se entiende y se puede explicar a través de lo que fue la Ley

Speenhamland. En ese sentido, esta ley es el punto de quiebre de la sociedad mercantil y el inicio

de la industrial, además sus efectos determinaron un nuevo orden económico. Pero ¿Qué es la

Ley Speenhamland? y ¿Por qué fue tan crucial respecto del paso de un tipo de sociedad a otra? A

continuación, resolveremos a estas interrogantes.


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La Ley Speenhamland o sistema de socorros fue una ley que “logró impedir la creación

en Inglaterra de un mercado de trabajo” (Polanyi, 1947, p. 137); Fue un mecanismo político a

través del cual se pretendía proteger a la sociedad del mercado y evitar que la primera se redujera

a “un simple apéndice del mercado” (Polanyi, 1947, p.137); Asimismo, “pretendía reforzar (…)

el sistema paternalista de la organización del trabajo legado por los Tudor y los Estuardo”

(Polanyi, 1947, p.138). La ley garantizaba el derecho a vivir asegurando “a los pobres ingresos

mínimos independientemente de sus ganancias” (Polanyi, 1947, p. 138), es decir que garantizada

la subsistencia de los seres humanos. Por el contrario, el sistema salarial que emergió con la

producción industrial “exigía la abolición del derecho a vivir, pues (…) nadie trabaja por un

salario si podía ganarse la vida sin hacer nada” (Polanyi, 1947, p.139). La Ley obstaculizaba el

desarrollo de la industria puesto que la restringía del insumo fundamental: la fuerza de trabajo. Y

no porque no permitiese que las personas vendieran su fuerza de trabajo por un salario a los

propietarios de las fábricas, sino que al brindar un ingreso mínimo de subsistencia muchas

personas optaban por no vender su fuerza de trabajo. Por lo anterior, se puede creer que ello

afectaba negativamente a los propietarios de las fábricas y de cierta manera los afectaba. No

obstante, la ley tampoco los afectaba del todo. Si bien la productividad descendió por la escaza

oferta de fuerza de trabajo (lo que afectaba más bien al desarrollo y/o crecimiento de la economía

del país), los propietarios se vieron beneficiados en el sentido de que tenían el motivo suficiente

para bajar los salarios, incluso por debajo del nivel de subsistencia dado que la Ley socorría

incluso a los que estaban empleados, pero por un salario que era inferior a la renta familiar. En

ese sentido, el propietario podía bajar los salarios por debajo del nivel de subsistencia con el

argumento de la baja productividad y la Ley se hacía cargo de la diferencia entre el salario de

miseria y el necesario para subsistir: “Según la Ley Speenhamland, un hombre podía recibir
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socorros, incluso cuando poseía un empleo, siempre y cuando su salario fuese inferior a la renta

familiar” (Polanyi, 1947, p. 140). En definitiva, lo que la Ley intentó fue mantener un “orden

capitalista desprovisto del mercado de trabajo” (Polanyi, 1947, p.142), lo cual fracaso de manera

estrepitosa y su condena objetiva e histórica se encuentra “en la Reform Bill de 1932 y en la

Poor Law Amendment Bill de 1834 (…) disposiciones legales que pusieron fin al reinado del

terrateniente caritativo y a su sistema de socorros” (Polanyi, 1947, p. 141). 1834 fue el año en

que, rigurosamente, inició la sociedad industrial puesto que en dicho año la reforma de la

legislación sobre los pobres eliminó todo obstáculo tendiente a evitar la formación del mercado

de trabajo (Polanyi, 1947, pp. 144-145).

Speenhamland había impedido la aparición de una clase obrera, el mercado de trabajo se

constituía a partir de ahora con los pobres en el trabajo (…) a partir de la formación del

mercado de trabajo el trabajador se encontrará sin abrigo de la sociedad (…) el hombre

estará desgajado de su hogar y sus familiares, separado de raíces y de todo entorno con

sentido para él. (Polanyi, 1947, p. 146).

La cita es meridiana respecto a que “la abolición de Speenhamland fue la auténtica

partida de nacimiento de la clase obrera moderna” (Polanyi, 1947, p. 173) y, en ese sentido, el

punto de partida de la sociedad industrial al formarse con ello el mercado de trabajo sin

restricciones ni obstáculos. Además, es menester señalar que “La abolición de Speenhamland fue

obra (…) de la burguesía inglesa. Los propietarios agrícolas no podían llevar a cabo la tarea de

transformar la sociedad en economía de mercado” (Polanyi, 1947, p. 173). Es así como la

burguesía inglesa se posiciona en el poder rompiendo elementos políticos (como la ley

Speenhamland) a raíz de su poder económico, creando las condiciones para poner en marcha el
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capitalismo industrial, es decir un nuevo orden económico, a través de cambios políticos:

reforma de la legislación de pobres.

4.- Para tratar este punto primero es menester saber que implica y que entiende Polanyi

por mercancía. En ese sentido, la mercancía “constituye el mecanismo del mercado que permite

articular los diferentes elementos de la vida industrial. Las mercancías son definidas aquí

empíricamente, como objetos producidos para la venta en el mercado” (Polanyi, 1947, p. 129).

Además, es menester señalar, como adelanto, que existen tres elementos básicos y

fundamentales que al ser mercantilizados crearon todas las condiciones para la emergencia de

una economía de mercado: trabajo, tierra y dinero (Polanyi llama a estas mercancías ficticias, lo

que más adelante explicaremos). Asimismo, es necesario señalar que “una economía de mercado

es un sistema económico, regido y orientado únicamente por los mercados” (Polanyi, 1947, p.

124). Y los mercados son “contactos efectivos entre compradores y vendedores” (Polanyi, 1947,

p. 129).

Para comenzar, señalemos las condiciones que permitieron que los elementos tierra,

trabajo y dinero se transformaran en mercancías. Para ello, hay que comprender qué eran antes

de eso. En el contexto histórico del feudalismo la tierra y el trabajo “estaban en función de la

organización social (…) estaban al margen de la organización de la compra y de la venta y

estaban sometidas a un conjunto totalmente diferente de reglamentaciones institucionales”

(Polanyi, 1947, pp. 125-126). Por su parte, “el mercantilismo, a pesar de su tendencia a la

comercialización, no cuestionó jamás las garantías que protegían al trabajo y a la tierra (…) e

impidió que se convirtiesen en artículos de comercio” (Polanyi, 1947, p.126). En definitiva, el

mercado en el feudalismo y el mercantilismo estaba fuertemente regulado y subordinado a lo

social. La condición para que los elementos tierra, trabajo y dinero se transformaran en
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mercancías era que el mercado fuese autorregulado (libre mercado). “La autorregulación implica

que toda la producción está destinada a la venta en el mercado” (Polanyi, 1947, p. 124). En ese

sentido, “la sustitución del mercado regulado por mercados autorregulados constituyó, a finales

del siglo XVIII, una transformación completa de la estructura de la sociedad” (Polanyi, 1947, p.

127). Así, en aquel proceso, todo se mercantilizó:

existen, en consecuencia, mercados para todos los elementos de la industria, no solo para

los bienes, sino también para el trabajo, la tierra y el dinero cuyos precios son

denominados respectivamente precios de mercancías, salario, renta territorial o

<<renta>>, e interés. (Polanyi, 1947, p. 124).

No obstante, Polanyi dice que las mercancías tierra, trabajo y dinero no son

rigurosamente mercancías y que existe una ficción. Para argumentar lo anterior parte de la

definición de mercancía: “objetos producidos para la venta en el mercado” (Polanyi, 1947,

p.129). A continuación, argumenta derechamente por qué son mercancías ficticias:

Es evidente (…) que trabajo, tierra y dinero no son mercancías, en el sentido de que, en lo

que a estos tres elementos se refiere, el postulado según cual todo lo que se compra y se

vende debe de haber sido producido para la venta, es manifiestamente falso (…) El

trabajo no es más que la actividad económica que acompaña a la propia vida -la cual, por

su parte, no ha sido producida en función de la venta, sino por razones totalmente

distintas- (…). La tierra por su parte es (…) la misma naturaleza que no es producida por

el hombre; en fin, el dinero real es simplemente un signo del poder adquisitivo que, en

líneas generales, no es en absoluto un producto sino una creación del mecanismo de la

banca o de las finanzas del Estado. Ninguno de estos tres elementos -trabajo, tierra y
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dinero- han sido producidos para la venta, por lo que es totalmente ficticio describirlos

como mercancías. (Polanyi, 1947, pp. 129-130)

La cita es meridiana y diáfana respecto de la explicación de por qué los elementos

trabajo, tierra y dinero no son rigurosamente, según la definición, mercancías: puesto que no

fueron producidas para la venta y en ello reside la ficción.

5.- El fundamento de Smith para explicar el funcionamiento de la nueva sociedad

industrial en lo relativo a la división del trabajo, el intercambio y la mano invisible se explica a

continuación:

Respecto a la división del trabajo, ésta se sitúa dentro de los elementos que son causa de

la riqueza de las naciones, específicamente en lo relativo a la productividad del trabajo: “La

productividad del trabajo depende de la división del trabajo” (Landreth y Colander, 2006, p. 86).

En ese sentido, la división del trabajo es sumamente importante para el funcionamiento de la

sociedad industrial puesto que, al aumentar la productividad por trabajador, aumenta la

productividad en general, lo que tiene como efecto un aumento de la producción de mercancías

y, si estas concretan su valor de cambio en el intercambio en el mercado, el capital y, por ende, la

acumulación de capital lo que, a su vez, permite que el trabajo se pueda subdividir más: “La

acumulación de capital debe ser (…) anterior a la división del trabajo, el trabajo solo puede

subdividirse cada vez más en proporción a la cantidad de capital acumulada” (Landreth y

Colander, 2006, p. 87). En síntesis, la división del trabajo es esencial en el funcionamiento de la

nueva sociedad industrial.

Respecto al intercambio, Smith teorizó sobre teorías de valor. En ese sentido, distinguió

que el valor tiene dos sentidos: valor de uso y de cambio. El primero, expresa la utilidad de un de

un objeto (“poder de una mercancía para satisfacer deseos” (Landreth y Colander, 2006, p. 94);
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El segundo, el “poder de una mercancía para comprar otros bienes” (Landreth y Colander, 2006,

p.94). Smith, a través del ejemplo del agua y el diamante, concluye que “las cosas con más valor

de uso tienen poco valor de cambio y viceversa” (Landreth y Colander, 2006, p.94). En ese

sentido, en el intercambio, “el precio que estamos dispuestos a pagar por una mercancía (…) no

depende de su utilidad total sino de su utilidad marginal” (Landreth y Colander, 2006, p.94). En

ese sentido, los precios de las mercancías en el mercado están configurados por el valor de

cambio. Lo anterior, dicho de otra manera, quiere decir que lo que se intercambia, como se

mencionó, tiene un precio y éste depende del valor de cambio de la mercancía y este, a su vez,

“de la cantidad de trabajo necesario para producirla” (Landreth y Colander, 2006, p.95). No

obstante, según Smith, dicha cantidad no puede medirse solo en horas/reloj, sino que “también

hay que tener en cuenta (…) el ingenio o la cualificación y las dificultades (…) de la tarea”

(Landreth y Colander, 2006, p.95). Llegó a la conclusión de que es “el salario pagado al

trabajador (…) una medida de las cantidades relativas de tiempo, dificultad e ingenio necesarias

para producir una mercancía” (Landreth y Colander, 2006, p.96). En ese sentido, el salario

explicaría el valor de cambio de las mercancías, valor que constituye la base de los precios de

ellas en el mercado. En suma, lo que se intercambia serían los valores de cambios de las

mercancías, que se determinan por los salarios, los cuales reflejan las cantidades de tiempo,

dificultad e ingenio necesario para producirlas.

Smith, al teorizar respecto de los valores de uso y cambio y al identificar que lo que se

intercambia de las mercancías en el mercado es su valor de cambio sentó las bases para el

posterior desarrollo de la teoría del valor. No obstante, Smith no pudo resolver ni identificar

claramente la sustancia del valor de cambio, puesto que “los salarios son uno de los numerosos

precios de la economía que [la teoría del valor] debe explicar” (Landreth y Colander, 2006,
13

p.96). Lo dicho, implicaría decir que “lo que determina los precios relativos es otro precio”, lo

cual no es más que “un razonamiento circular” (Landreth y Colander, 2006, p.96) que no

resuelve la cuestión.

Respecto a la mano invisible, es una metáfora que utiliza Smith con el fin de explicar,

nada más ni nada menos, que el interés personal conduce, sin tener la intención ni el deseo, a

contribuir y a promover el interés público. El individuo actúa en la sociedad según su propio

interés (de manera individualista), y al buscar su propio beneficio “es llevado por una mano

invisible a promover un fin que no estaba en sus intenciones” (Landreth y Colander, 2006, p.80):

Al preferir apoyar a la industria nacional a la extranjera, no busca más que su propia

seguridad; y al dirigir esa industria de manera que su producto sea del máximo valor, sólo

busca su propio beneficio (…) Buscando su propio interés a menudo promueve el de la

sociedad. (Landreth y Colander, 2006, p.80)

Lo anterior, es de suma importancia para responder a la pregunta de cuál sería la

relación del mercado con el sector público en Smith. En ese sentido, cuando Smith nos habla de

la mano invisible nos está queriendo decir que el mercado autorregulado basado en el

individualismo distribuye mucho mejor los recursos, de manera más eficaz, que cuando es

regulado e intervenido con el fin de promover el interés de la sociedad: el “individuo (…)

buscando su propio interés a menudo promueve el de la sociedad más eficazmente que cuando

pretende realmente promoverlo” (Landreth y Colander, 2006, p.80). En ese sentido, la relación

del mercado con el sector público es que mientras el primero no sea interferido por este último

los beneficios serán mucho mayores (distribución de los recursos de manera mucho más

eficiente) para la sociedad. Dicho de otro modo, valdría mucho más dar prioridad al mercado, a

su libertad y al de los individuos, que a lo público puesto que de esa manera el interés público
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será promovido de manera eficaz y eficiente (como efecto colateral de la libertad del mercado).

Los mercados no son perfectos, pero producen mejores resultados funcionando a solas que

cuanto interviene el Estado (Landreth y Colander, 2006, p.79), decía Smith. En ese sentido,

estaba a favor del laissez faire: “el gobierno no debe intervenir en este proceso, por lo que debe

seguir una política del laissez faire (…) en una economía de mercado no regulada el interés

privado conduce al interés público” (Landreth y Colander, 2006, p.81). Lo último, es ejemplo

meridiano de la posición de Smith en la relación mercado-sector público. No obstante, Smith no

era un defensor de laissez faire a rajatabla: justificaba la intervención del Estado en el mercado

cuando este no fuese realmente competitivo (por la existencia de monopolios)4 o cuando de

proteger la industria nacional nacientes de los productos foráneos se trataba, entre otras cosas…

Debe matizarse (…) la defensa que hizo Smith del laissez faire (…) citó varias áreas que

en las que creía que era necesaria la intervención del Estado (…) Por ejemplo, aunque era

contrario por regla general a la regulación del comercio internacional, hizo excepciones

en el caso de los aranceles que protegían a las industrias nacientes. También era necesario

regular el comercio cuando una política de comercio internacional absolutamente libre

podía debilitar la defensa nacional. El Estado tiene que procurar la defensa nacional,

construir y mantener las carreteras y escuelas, impartir justicia y mantener el registro

civil. (…) [ también, matizó] sus argumentos a favor del laissez faire defendiendo la

provisión pública de bienes que generan grandes beneficios sociales. (Landreth y

Colander, 2006, p. 83)

En definitiva, la relación para Smith del mercado con el sector público es relativa y

contextual, puesto que, si bien el segundo no debe interferir en el primero, puesto que este, al ser

4
Smith “reconoció el deseo de los hombres de negocio de monopolizar el comercio aunando fuerzas (…) reconoció
que los monopolistas extraen un precio más alto limitando la producción. Obsérvese que la defensa que hizo Smith
del laissez faire supone la existencia de mercados competitivos” (Landreth y Colander, 2006, p.82).
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conducido por el interés individual, distribuye los recursos de manera mucho más eficiente

contribuyendo de manera mucho mas eficaz a satisfacer el interés público, el primero debe ser

intervenido por el segundo siempre y cuando sea estrictamente necesario (monopolios,

proteccionismo a la industria naciente) y en aquellos aspectos en que el sector privado no

interviene por no ser rentables.

Referencias

Arendt, H. (1958). La condición humana. Buenos Aires: Paidós.


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Aristóteles. (s.f). La base social y económica del estado. En La Política (pp. 11-39). Santiago de

Chile: Editorial Ercilla S.A.

Polanyi, K. (1947). La Gran Transformación. https://www.traficantes.net/sites/default/files/

Polanyi,_Karl_-_La_gran_transformacion.pdf.

Landreth, H. y Colander, D. (2006). Historia del pensamiento económico.

https://fhucmacro.files.wordpress.com/2017/08/colander-2002-historia-del-pensamiento-

economico.pdf.

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