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Entender el liderazgo en su relación con el poder, la

participación, la organización y la ciudadanía


Nelsy J. Lizarazo C.
El liderazgo no viene solo, es el título del primer tema de nuestro curso. En la primera
lección hemos visto cómo todo liderazgo está SITUADO en un contexto y cómo ese
contexto tiene ámbitos más cercanos, como el personal y más lejanos, como el
planetario.
En esta lección vamos a ver cómo ese liderazgo situado está además interrelacionado,
conectado íntimamente, referido de modo permanente al menos con cuatro ejes, temas,
procesos, conceptos: CIUDADANÍA, PARTICIPACIÓN, ORGANIZACIÓN Y
PODER.
Para facilitar nuestra comprensión, vamos a usar la metáfora de los puntos cardinales.
Digamos que el liderazgo está en el centro y que, el Norte es la ciudadanía, el Este la
participación, el Oeste la organización y el Sur, el poder. Ya van a ver por qué.

El norte: ciudadanía
De modo formal, la ciudadanía está referida a los derechos y obligaciones que una
persona tiene en la sociedad de la que hace parte. En este sentido, la ciudadanía nos
hace “pertenecer” a un grupo humano organizado.
Sin embargo, no es precisamente esta la comprensión que nos interesa destacar aquí.
Aquí nos interesa destacar la condición de CIUDADANO y vincularla no con la
mayoría de edad o con el derecho al voto, que son apenas dos aspectos de dicha
condición, sino con una comprensión crucial: el modo en que nuestra sociedad está
ordenada es un invento, no es natural, hombres y mujeres la han construido del modo en
el que está construida.
Ser ciudadano supone comprender esto y asumir que, si ese modo de organización no
nos permite nuestro pleno desarrollo, entonces es posible transformarlo, crear un nuevo
orden. En este sentido, ser ciudadano es el ejercer plenamente nuestra capacidad de
creación y/o modificación del ordenamiento social, es el pleno ejercicio de nuestra
libertad.
Los ciudadanos se apropian y ejercen su ciudadanía cuando conocen sus derechos, los
exigen, los demandan, pero también cuando asumen corresponsablemente sus
obligaciones en relación con otros, igualmente ciudadanos y con el entorno social y
natural que les rodea.
Un líder, independientemente del tipo de líder que sea, se asume como ciudadano y
ejerce su ciudadanía, pero, además, reconoce en todas las personas de su propio
colectivo y de otros, ciudadanos de plenos derechos y en legítimo ejercicio de su
ciudadanía. Por ello, promueve el empoderamiento de las personas de su condición de
ciudadanos como sentido del ejercicio de su liderazgo, como su norte.

El este: participación

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Por el oeste sale el sol. La participación es, sin duda, la que abre la puerta a todo
proceso de liderazgo, de organización, de ejercicio ciudadano.
La Constitución de 2008 consagra la participación como un derecho y, sin duda, esto es
de suma importancia, porque significa que todas las personas pueden exigirlo,
demandarlo, ejercerlo. Sin embargo, la definición de participación no se agota
afirmando que participar es un derecho. ¿Qué es participar?
Participar es compartir motivaciones, intereses, necesidades, propuestas, puntos de
vista; participar es dialogar en torno a ello, intercambiar, buscar la construcción de
acuerdos; participar es decidir y este es quizás, el asunto más fuerte pero también el
menos común en los procesos participativos: se consulta, se pide opinión, se abren
espacios para dialogar, pero las decisiones, por lo general, las toman otros. Sin embargo,
procesos participativos en los que no es posible que quienes participan, acuerden y
decidan, son procesos participativos truncos. Participar es tomar parte en todo el
proceso, desde el inicio hasta el final, incluidas las consecuencias de las decisiones que
se toman.
Sin embargo, cabe precisar que no en todos los procesos ni todos los estilos de liderazgo
comprenden ni potencian una participación con estos alcances. Lo que sí es común a
todos los liderazgos es que, de una u otra manera, en todos o en algunos momentos de
los procesos que un líder gestiona, es indispensable algún nivel de participación de las
personas que hacen parte de dichos procesos. Sin ello, el liderazgo no es posible.

El oeste: organización
Por el oeste se esconde el sol. En la organización, la participación encuentra espacio y
racionalidad. Esos actores/ciudadanos que participan dejan de moverse por su propia
cuenta y se asocian, se encuentran en espacios compartidos. Además, esos ciudadanos
asumen y se comprometen con reglas de juego, con normas de esa asociatividad,
normas que le dan forma a sus interacciones, organizándolas en torno a propósitos
comunes, corresponsabilidad frente a su logro, estableciendo agenda, equipos,
metodologías para el logro de dichos propósitos.
Ahora bien, una organización es más útil a la sociedad cuanto más intercambio genere
tanto dentro como fuera. Estos intercambios políticos, sociales, culturales, económicos,
etc. en la medida en que genere más intercambios con otras organizaciones o con las
personas en su vida diaria.
Las personas se hacen sujetos sociales y políticos, es decir, más ciudadanos aún, al
generar organización. ¿Por qué? Porque organizarse exige identificar, diferenciarse,
construir identidad y desde allí, reconocer la diferencia propia y la de los otros.
Organizarse supone definir de qué modo articularse o no con otras organizaciones y,
entre otras muchas tareas, aprender a hacer planes y proyectos para garantizar la
supervivencia y la proyección de la organización.
Crear y desarrollar organizaciones es clave para las sociedades democráticas, porque
fortalece a la ciudadanía y cualifica la participación, es decir, la mejora.
Es en las organizaciones, sea del modo que fueren, donde el líder despliega sus talentos,
evidencia sus necesidades. Son las organizaciones las que “le ponen piso y techo al
líder”.

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El sur: poder
¿Por qué el poder al sur? Porque es desde allí que se impulsa, se construye, se
posiciona, permanece o no un liderazgo. El concepto de poder ha merecido muchísimas
páginas de reflexión de teóricos, políticos, activistas, en fin. No pretendemos agotar
aquí una definición ni una comprensión del poder, pero sí dejar sentado que es el poder,
su manejo, control o distribución el elemento que explica con más precisión qué
liderazgo es el que se está configurando en proceso organizativo, qué participación está
impulsándose y hacia que ciudadanía se está avanzando.
La palabra poder tiene múltiples interpretaciones, pero, sobre todo, tiene múltiples
aplicaciones. En el origen, el poder se define como la capacidad de hacer, decir,
expresar o ejecutar una acción. También supone autoridad y, con mucha frecuencia,
superioridad. Habitualmente, el poder está asociado a cierto tipo de relaciones; la
relación entre mandar y obedecer; la relación de autoridad y subordinación; la relación
de cooperación. Sin embargo, con más frecuencia de la que desearíamos, el poder se
comprende sobre todo en las relaciones mandar/obedecer o de autoridad/subordinación,
pocas veces en las relaciones horizontales y cooperativas.
La cuestión importante en este momento es que asumir, construir, desarrollar un
liderazgo, sea del tipo que fuere, obliga a la persona y al colectivo, a plantearse y
debatir la cuestión del poder, el modo de comprenderlo y también, las alternativas para
su manejo, siempre dependiendo de los procesos participativos, organizativos y de
ciudadanía que se busca llevar adelante.

Reflexión mínima y necesaria


Tanto el liderazgo como sus cuatro puntos cardinales tienen, como trasfondo y
horizonte un asunto no menor: la DEMOCRACIA.
Seguro que usted ha oído hablar de líderes distintos en relación con cuán democráticos
son o no son. Y es que, aunque no se la mencione, en la búsqueda y las aspiraciones de
las personas y las sociedades, está presente una noción de democracia.
Y… ¿qué es la democracia? Vamos a proponerles comprender la democracia como una
forma de ver el mundo, un modo ser, una forma de vivir y de estar en el mundo.
La democracia no nació con los seres humanos, pero sí se la inventaron los seres
humanos. Más claramente, los griegos, hace 2500 años y claro, son muchos años en los
que este “invento” ha sido transformado, desarrollado, maltratado, impugnado… en fin.
Sea como sea, la democracia no se la da nadie a una organización ni a una sociedad. Es
una decisión que toman las personas y solo se puede construir desde las personas y,
además, en todos los ámbitos: familias, sindicatos, partidos, escuelas, sociedades y
claro, Estados.

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Fuentes:
Lizarazo, Nelsy y Barreno, Gonzalo. 1997. Respetando y valorando a los otros. Primera
Edición. Ecuador: CECAFEC.
Restrepo, Darío I. 2000. La participación comunitaria. Primera Edición. Colombia:
Alcaldía Mayor de Bogotá.
Toro, José Bernardo. 2000. El ciudadano y su papel en la construcción de lo social.
Primera Edición. Colombia: Alcaldía Mayor de Bogotá.
https://es.scribd.com/doc/57050963/CONCEPTO-Y-CARACTERISTICAS-DEL-
PODER

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