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¿Qué es la teodicea?

El término "teodicea" se refiere a reivindicar los atributos


divinos de Dios, particularmente la santidad y la justicia,
al tiempo que se reconoce la existencia real del mal
físico y moral.

El filósofo escéptico J.S. Mill planteó el siguiente


argumento en un intento de mostrar que, como el mal
existe, el Dios de la Biblia no podría existir:

• Si Dios fuera todopoderoso, podría destruir el mal

• Si Dios fuera omnibenevolente, desearía destruir el mal

• Pero el mal no se destruye

• Por lo tanto, un Dios todopoderoso y bueno no existe

Si las premisas del argumento de Mill son verdaderas, la


conclusión sigue naturalmente. Pero la pregunta es, ¿son
válidos los puntos de Mill?

Los teólogos y filósofos han debatido este tema quizás


más que cualquier otro en lo que concierne a Dios. La
respuesta no es tan simple como para digerirla tan
fácilmente, pero se puede dividir en los siguientes
puntos.

Primero, debe reconocerse que el mal existe. A


diferencia de algunas religiones como el hinduismo y la
ciencia cristiana que niegan la realidad patente del mal,
el cristianismo nunca lo hace. El cristianismo confirma la
existencia del mal y lo clasifica en (1) el mal natural
como las enfermedades y las catástrofes físicas; (2) mal
moral, que se puede resumir como "la inhumanidad del
hombre para con el hombre"; (3) el mal sobrenatural,
como Satanás y demonios.

El cristianismo y la Biblia no son tímidos al afirmar que


las tres formas de maldad son reales y afectan
directamente a la humanidad.

Luego, la Biblia afirma que existe un Dios omnipotente y


omnibenevolente. Unas pocas Escrituras que confirman
esta afirmación son las siguientes:

"Nuestro Dios está en los cielos y puede hacer lo que le


parezca” (Salmo 115: 3).

“¡Ah, Señor mi Dios! Tú, con tu gran fuerza y tu brazo


poderoso, has hecho los cielos y la tierra. Para ti no hay
nada imposible.” (Jeremías 32:17).

"... para Dios todo es posible." (Mateo 19: 26b).

"... justo es Jehová nuestro Dios en todas sus obras que


ha hecho, porque no obedecimos a su voz." (Daniel 9:
14b  – RVR1960).

"... Nadie es bueno sino solo Dios." (Marcos 10: 18b).

"... Dios es amor" (1 Juan 4: 8b).

Si la Biblia declara que el mal y un Dios todopoderoso y


bueno existe, solo hay una conclusión inevitable: Dios ha
ordenado que el mal exista.

Las únicas formas de escapar a la conclusión de que


Dios ordena la existencia del mal son reinventar a Dios
para que no sea todopoderoso ni omnibenevolente,
atribuirlo al proceso de teología/teísmo abierto que dice
que Dios no sabía que el mal existiría, o enfocarse
demasiado en el libre albedrío humano argumentando
que Dios permitió que los seres humanos invalidaran su
voluntad (que ningún mal debería existir jamás) mediante
el ejercicio de su libre albedrío para elegir el mal sobre el
bien. (De hecho, el libre albedrío nos proporciona cierto
nivel de conocimiento sobre el problema del mal. Si bien
Dios quiere que ningún mal exista nunca, también quiere
que los humanos existan. Él ha diseñado a los humanos
para ejercitar el libre albedrío a fin de que la relación con
Él sea auténtica. Significa permitirle a los humanos una
opción entre Su bondad y la carencia de esta (el mal).

Esta declaración (que Dios ordena que el mal exista)


causa que muchos cristianos queden boquiabiertos
porque tal cosa significaría que Dios creó el mal o que de
alguna manera es personalmente responsable de ello.
Ninguno de estas dos cosas es verdad.

En cambio, la respuesta está en entender que Dios ha


ordenado que el mal exista con un propósito. La
Confesión de Westminster, artículos III y V, declaran esta
verdad de la siguiente manera:

"Dios desde la eternidad, por el sabio y santo consejo de


su voluntad, ordeno libre e inalterablemente todo lo que
sucede. Sin embargo, lo hizo de tal manera, que Dios ni
es autor del pecado, ni hace violencia al libre albedrío de
sus criaturas, ni quita la libertad ni contingencia de las
causas secundarias, sino más bien las establece. Dios,
el Gran Creador de todo, sostiene, dirige, dispone, y
gobierna a todas las criaturas, acciones y cosas, desde
la más grande hasta la más pequeña, por su sabia y
santa providencia, conforme a su presciencia infalible y
al libre e inmutable consejo de su propia voluntad, para
la alabanza de la gloria de su sabiduría, poder, justicia,
bondad y misericordia."

En otras palabras, Dios no es el autor del pecado porque


no lo creó: sus criaturas lo hicieron por su propia cuenta.
Sin embargo, Él decretó que el mal exista para que le
traiga gloria. Dios redime lo que se utilizó para el mal y lo
usa para sus buenos propósitos (véase Génesis 50:20,
por ejemplo).

La Escritura confirma esto cuando dice: “Pero, si


nuestra injusticia pone de relieve la justicia de Dios,
¿qué diremos?" (Romanos 3: 5, énfasis agregado).
Pablo, escribiendo en Romanos, dice que hay un claro
contraste entre el mal y Dios que se muestra a través de
los actos injustos o malvados de la humanidad. El mal en
realidad le da gloria a Dios al mostrar su carácter justo.
No hay otra manera en que tal cosa pueda ser entendida.

El pecado y el mal también muestran el amor de Dios,


que Pablo describe en el capítulo quinto de Romanos:
"Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en
que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por
nosotros." (Romanos 5: 8). El amor de Dios se muestra
en toda su belleza a causa del pecado y el acto de
misericordia de Cristo por los pecadores. Nuevamente,
sin maldad/pecado, tal cosa no podría haberse
manifestado tan claramente.

Pablo plantea la misma idea básica en el capítulo 9 de


Romanos: “¿Y qué si Dios, queriendo mostrar su ira y dar
a conocer su poder, soportó con mucha paciencia a los
que eran objeto de su castigo y estaban destinados a la
destrucción? ¿Qué si lo hizo para dar a conocer sus
gloriosas riquezas a los que eran objeto de su
misericordia, y a quienes de antemano preparó para esa
gloria?"(Romanos 9: 22-23). Aquí, tanto la ira de Dios
como su amor están en exhibición y ambos le dan gloria.

Dios recibe la gloria de su ira contra el pecado tanto


como lo hace al mostrar amor y misericordia. Una rápida
ilustración de este punto se encuentra unos versículos
antes en Romanos cuando Pablo dice: "Porque la
Escritura le dice al faraón: ‘Te he levantado
precisamente para mostrar en ti mi poder, y para que mi
nombre sea proclamado por toda la tierra'"(Romanos
9:17).

El propósito de la despiadada personalidad y los actos


malvados de Faraón sobre los israelitas durante cientos
de años fue dar a conocer el poder de Dios y darle gloria.
El escritor de Proverbios simplemente lo expresa así:
"Toda obra del Señor tiene un propósito; ¡hasta el
malvado fue hecho para el día del desastre!" (Proverbios
16: 4).

Entonces el mal sirve un propósito en el plan de Dios,


pero un día destruirá completamente el mal después de
usarlo para su propósito. El escritor de Apocalipsis dice
que un día Dios "… les enjugará toda lágrima de los ojos.
Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque
las primeras cosas han dejado de existir" (Apocalipsis
21: 4).

Así es como el argumento de J.S. Mill es derrotado. Dios


es todopoderoso como para que pueda destruir el mal, y
también es omnibenevolente, así que quiere destruir el
mal. Pero el mal aun no se ha destruído. Pero, un día lo
será. Por lo tanto, todos eventualmente sabrán que
existe un Dios todopoderoso y omnibenevolente.

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