El Conocimiento en y para La Transformación Universitaria

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“EL CONOCIMIENTO EN / PARA LA TRANSFORMACIÓN

UNIVERSITARIA”
Rafael Rondón
(Maestrante de Investigación Educacional,
UPEL-IPB, 2022)
En el señalado enunciado cabe la mediación de esas dos preposiciones: “en” y
“para”; con el objeto de construir dos significaciones relevantes respecto a la relación
entre conocimiento y transformación universitaria.
1.- Sentidos de una relación.
… EN ... La relación se establece, de una parte, entre el conocimiento como
elemento normativo de la misión institucional de la Universidad y, de otra parte, la
transformación universitaria como proceso académico que atiende la problemática del
conocimiento en sí mismo considerado, visto los conflictos paradigmáticos y otros
conexos. En este sentido, es de considerar la tesis del filósofo francés Edgar Morín que
afirma la necesidad de organizar la inmensa masa de conocimientos especializados, y
por tanto de la interdisciplinariedad, desde la perspectiva del pensamiento complejo.
…PARA… La relación se establece, de una parte, entre el conocimiento como
elemento estratégico de actores sociales comprometidos con la transformación
universitaria, y ésta, de otra parte, como proceso político de viabilidad frente al
conflicto de intereses y fuerzas sociales. En este sentido, es de considerar la tesis del
chileno Carlos Matus, autor del método de Planificación Estratégica Situacional y la
Teoría del Juego Social, quien afirma la necesidad de complementar las ciencias
verticales por especialidades con las por él denominadas “ciencias horizontales”
centradas en los problemas de la práctica social.
Como puede verse de los sentidos expuestos, frente al panorama de “conocimientos
especializados” por departamentos o disciplinas científicas, se exponen dos propuestas
complementarias a desarrollar: interdisciplinariedad y ciencias horizontales.
De la transformación universitaria bástenos destacarla como una necesidad histórica
de cambio que demanda un liderazgo fuerte, preclaro y direccionado en la toma de
decisiones, respecto a las reglas de juego e intereses materiales imperantes dentro y
fuera de la Universidad, que la reposicione en su misión institucional frente a los
desafíos del progreso científico-tecnológico, del desarrollo nacional y del mundo
globalizado. En este sentido, el conocimiento científico es el recurso escaso crítico sin
el cual todo puede cambiar pero sólo para que todo siga igual (cambio gatopardiano).
2.- Tesis de Carlos Matus sobre las ciencias horizontales.

Se refiere explícitamente al abismo o divorcio aún existente entre las ciencias y la


práctica política que tiene lugar en todos los niveles o ámbitos de la organización social,
gubernamental y estatal, no sólo en Venezuela sino también en Latinoamérica y otras
partes del mundo. Afirma, que los resultados terminales de ese abismo son gestiones
públicas desilusionantes, acumulación de problemas sociales cada vez más complejos,
debilitamiento de la democracia y resurgimiento del autoritarismo, finalmente y en
última instancia, más desigualdad social, más pobreza, más mediocridad, más
injusticias, más corrupción, más conflictividad, más sufrimiento humano.
Parte de hechos constatables al nivel de los resultados terminales de la Universidad,
ubicados en su entorno social (el país), los cuales sintetiza bajo los enunciados
siguientes:
 Deficiencias de la vida pública cotidiana / Acumulación de problemas sociales
 Gestión pública desilusionante / Estilo primario y mediocre de hacer política
Sostiene Matus que son problemas que revelan el deficiente impacto de la
Universidad. Y al centrar la atención en la Universidad, no se dispersa entre los
innumerables problemas que tiene sino que apunta a su misión institucional, en
particular a su pertinencia. Denuncia el divorcio entre la Universidad y la práctica
social, lo cual implica un desfase de su misión institucional. Este divorcio se produce al
aislarse la Universidad del corazón de los problemas de la vida cotidiana,
convirtiéndose en una mera fábrica de profesionales departamentalizados para la
práctica individual. Concomitantemente a la Universidad como sistema organizacional,
Matus encuentra que también la ciencia misma es responsable por su divorcio de la
política, no obstante existir las ciencias políticas. Observa que en las ciencias como
sistema cognitivo existe también un desfase, pues es indiscutible su avance
extraordinario en los últimos años pero los problemas sociales siguen acumulándose y
aumentado aceleradamente su complejidad e intensidad, es decir, no hay tampoco
impacto. Conclusión: “La Universidad de espaldas a la gran política... El gobierno y las
ciencias están de espaldas”, de donde infiere que existe un gran problema de teoría de la
práctica.
Podríamos pensar que no puede juzgarse tan severamente a la Universidad y que la
co-responsabilidad es bien limitada porque mucho de los problemas nacionales escapan
de su gobernabilidad, obedeciendo a otras variables. En este sentido es pertinente la
siguiente frase de Carlos Matus (2000):

“Hay pues un divorcio entre lo que la sociedad y los ciudadanos demandan de la


política, y lo que la política y los políticos ofrecen. Este no es sólo un divorcio
causado por intereses encontrados y carencia de voluntad. Es también el producto
de un abismo entre la política y las ciencias sociales, entre la práctica y la
teoría…” (p. 22)

En lo correspondiente a la relación entre la teoría y la práctica podemos esquematizar


la crítica de Matus mediante un triángulo que correlacione las tres variables que hemos
ya identificado anteriormente: La Universidad – La Ciencia – Y los problemas sociales.
Éstos últimos derivan de la práctica social cuya forma más determinante es la práctica
política, de la cual estaría divorciada tanto la Universidad como las Ciencias Sociales,
doble divorcio que forma aquí el ángulo crítico de la “pertinencia” donde en última
instancia se justifican aquellas.

Por supuesto, el divorcio es con alguien muy específico que comparten tanto la
Universidad como las Ciencias Sociales, que no es otro que la teoría, la antípoda de la
práctica, su par, la cual identificamos y situamos al nivel de la interacción entre la
Universidad como sistema organizacional de naturaleza material y las Ciencias Sociales
como sistema cognitivo de naturaleza ideal. Esto es, la teoría como sistema de
proposiciones e hipótesis en los cerebros de profesores e investigadores que interactúan
orgánicamente produciendo un servicio educativo. Ambos sistemas se condicionan
recíprocamente.

Si el triángulo hacia abajo hace referencia a la práctica social, el triángulo hacia


arriba hace referencia a la teoría, pero vista no en su forma abstracta sino concreta en su
relación con la práctica. La teoría vista desde las ciencias se produce, desarrolla y
organiza por especialidades, lo que condiciona a la Universidad a organizarse por
facultades, las cuales a su vez condicionan la producción teórica especializada. Por
tanto, la Universidad y las Ciencias Sociales operan con teorías departamentales sobre
la base de prácticas internas de cada departamento disciplinar. Dentro de este paradigma
funciona nuestra Universidad actual formando profesionales para la práctica individual.
Pero la práctica social es por naturaleza trans-departamental, por tanto es evidente la
contradicción esencial existente y he aquí el problema de teoría de la práctica debido a
un supuesto implícito erróneo: que con teoría departamental o especializada se puede
afrontar científicamente la práctica social. Ante la imposibilidad, se ha pensado
entonces en la “interdisciplinariedad” propuesta que el autor considera simplista porque
no se trata de una integración orgánica de disciplinas sino de teorizar acerca de los
problemas propios y específicos de la práctica social.

Referencias:

Matus, C. (2000). Teoría del Juego Social. Caracas: Fondo Editorial Altadir.

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