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Modelo Eco-sistémico de Bronfenbrenner

Resumen preparado para la asignatura de EPS -201 Psicología evolutiva de la infancia,

Docente: Dra Paula Alarcón Bañares

La propuesta de Urie Bronfenbrenner, surge como una reacción, en principio


metodológica, contra la manera tradicional de estudiar el desarrollo desde el conductismo y, más
tarde, desde el procesamiento de la información. Según este autor, los estudios realizados desde
estos enfoques, básicamente en contexto de laboratorio, se habían dedicado a estudiar
‘comportamientos extraños de niños en situaciones extrañas durante el periodo de tiempo más
breve posible’.

Por ello, los objetivos del modelo ecológico que Bronfrenbrenner propone son básicamente dos
(Bronfenbrenner, 1979a; 1979b):

• potenciar el estudio del desarrollo en su contexto ecológico, en los ambientes reales en los
que los seres humanos vivimos y en los que acontece ese desarrollo.

• aclarar conceptualmente el concepto de ‘contexto’, sobre el que se había trabajado poco y


se había considerado tradicionalmente como una amalgama de factores externos poco
diferenciados.

A juicio de Bronfenbrenner, tres son las carencias que la investigación que se llevaba a cabo en
aquel momento presentaba en relación a los contextos en los que se produce el desarrollo,
carencias que su propuesta tiene el propósito de superar:

• Descriptivamente, se contaba con poca información sobre cómo se distribuían los


procesos de desarrollo en los diferentes contextos en los que el niño participa.

• Desde un punto de vista analítico, faltaban conocimientos sobre las características de los
contextos que estimulan o soportan la aparición de ciertos procesos evolutivos.

• En general, hasta ese momento el estudio de los contextos se había limitado al estudio de
situaciones diádicas de interacción (típicamente, interacción entre niños y sus madres o
cuidadores), ignorando la posible influencia de contextos más amplios.

Bronfenbrenner y Morris (1998), afirma que para comprender completamente el desarrollo hemos
de tener en cuenta el contexto en el que produce y cómo las características únicas de la persona
interactúan con ese entorno. Estas características únicas pueden a su vez influir en el entorno
modificándolo de manera que potencien o no ciertas trayectorias evolutivas. Provocando
respuestas y reacciones en los otros, los niños se convierten en configuradores, en arquitectos de
su propio entorno (Bronfenbrenner y Morris, 1998; p. 996).
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Así, niño y entorno se influyen mutuamente, de forma interaccional. Por ejemplo, imaginemos un
niño que tiene curiosidad por la música. Probablemente sus padres reaccionarán
proporcionándole estímulos musicales, quizá apuntándole a una academia de música, quizá
comprándole un instrumento, etc. lo, a su vez, puede generar, por ejemplo, que la competencia
musical del niño crezca o que entable amistades con niños que tengan intereses musicales
similares. Todo ello repercutirá en una mayor probabilidad de que el niño escoja en el futuro
opciones evolutivas relacionadas con ese campo, y así sucesivamente. Este complejo conjunto de
influencias mutuas es, evidentemente, muy difícil de estudiar (o, simplemente, es imposible
estudiarlas) extrayendo a las personas de los contextos naturales en los que se desarrollan.

Es importante destacar que por “desarrollo humano” o por “desarrollo psicológico”,


Bronfenbrenner quiere decir: “cambios perdurables en el modo en que una persona percibe su
ambiente y se relaciona con él” (Bronfenbrenner, 1987b: 23). La experiencia –o el modo de
percibir e interpretar una situación– que tiene un niño de 3 años, uno de 8 y uno de 16 es
completamente diferente, y precisamente, es su modo de percibir el entorno lo que hace que
actúe distintamente. Dicho con otras palabras, entre el estímulo (ambiente) y la respuesta
(conducta) existe una mediación psicológica que se traduce en el modo en que una persona
interpreta, vive, experimenta la situación. De modo que “lo que cuenta para la conducta y el
desarrollo es el ambiente como se lo percibe, más que como pueda existir en la realidad objetiva”
(Bronfenbrenner, 1987b: 24).

Bronfenbrenner afirma: “el desarrollo humano es el proceso por el cual la persona en desarrollo
adquiere una concepción del ambiente ecológico más amplia, diferenciada y válida, y se motiva y
se vuelve capaz de realizar actividades que revelen las propiedades de ese ambiente, lo apoyen y lo
reestructuren, a niveles de igual o mayor complejidad, en cuanto a su forma y su contenido”
(Bronfenbrenner, 1987b: 47). Es importante destacar que en esta definición sobresalen dos
supuestos. En primer lugar, el desarrollo psicológico no es algo efímero, sino que implica una
reorganización de la conducta que tiene una cierta continuidad en el tiempo y en el espacio. Por
ejemplo, cuando una persona, progresivamente, aprende a hablar. En segundo lugar, el cambio
psicológico tiene lugar, a la vez, en el campo de la percepción (como uno experimenta el entorno)
y de la acción (como uno actúa). El desarrollo es el resultado de un proceso de interacción a lo
largo del tiempo. Es como lo que le sucede a una planta, que, de pronto, aparece, ha florecido,
pero para que florezca ha sido necesario un proceso que ha tenido una duración determinada. Así
que, lógicamente, no podemos hablar de sucesos o eventos aislados” (Bronfenbrenner, 1987a:
20). A partir de aquí, lo que se propone Bronfenbrenner es describir el contexto, lo que llamaba
“ambiente ecológico”. Entendiendo por “ambiente ecológico”: “un conjunto de estructuras
seriadas, cada una de las cuales cabe dentro de la siguiente, como las muñecas rusas
(Bronfenbrenner, 1987b: 23). El desarrollo psicológico se sucede como resultado de la
participación en estos microsistemas, donde se llevan a cabo roles, se mantienen relaciones
interpersonales y se realizan patrones de actividades, para el autor los elementos fundamentales
de cualquier entorno. Una niña en su hogar, por ejemplo, ejerce el rol de hija, mira la televisión
con sus padres y desarrolla un vínculo afectivo con ellos

El entorno, de acuerdo con Bronfrenbrenner, se concibe como una serie de estratos


interrelacionados, algunos con influencias más cercanas o directas sobre la persona, otros con
influencias más lejanas o indirectas. Identifica cuatro de estos estratos (ver Figura 7.1), formando
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una estructura anidada donde los estratos más cercanos al niño se incluyen en los más lejanos
(Bronfenbrenner, 1979a, Bronfenbrenner y Crouter, 1983, Bronfrenbrenner, 1993):

•Microsistema: el estrato más cercano a la persona es el microsistema. Comprende los ambientes


más próximos al niño (su familia, la escuela, etc.), tanto en su dimensión puramente física (tamaño
de la casa, libros de los que se dispone, juguetes con los que se juega, etc.) como los patrones de
actividad e interacción con otras personas que se establecen en estos ambientes: con los padres,
con los profesores, con otros adultos, con los compañeros, etc.

•Mesosistema: es una estructura dinámica, más amplia que se refiere a las relaciones que se
establecen entre los diferentes microsistemas en los que tiene lugar el desarrollo del niño. Un
ejemplo de estas relaciones podría ser los vínculos que los padres establecen con el colegio al que
acude su hijo y con sus profesores. La existencia o no de estos vínculos y el grado de compromiso
de los padres con la escuela pueden influir en el desarrollo del niño.

•Exosistema: son los ambientes en los que no están implicados directamente los niños, pero que
indirectamente les afectan a partir de su influencia en actividades y personas que sí forman parte
de sus microsistemas. Por ejemplo, formarían parte del exosistema de un niño el entorno laboral
de sus padres (que influye decisivamente la cantidad de tiempo que los padres pasan con sus
hijos, en los días de vacaciones de los que se va a disfrutar, en la cantidad de recursos económicos
o de otro tipo que el padre o madre va a aportar a la familia, etc.) o el gobierno de la ciudad o
pueblo donde vive (gobierno que puede seguir ciertas políticas que, a la larga, influyen en los
microsistemas: la cantidad y calidad de los servicios sociales o sanitarios que se ponen a
disposición de los ciudadanos, la cantidad de impuestos que se recaudan, el número de zonas
verdes o de plazas de guardería que se ofrecen en cada lugar, etc.)

•Macrosistema: la estructura más amplia (y por ello más lejana al niño, pero que influye en todas
las demás) es el macrosistema. Más que ser un entorno concreto, el macrosistema es la cultura o
subcultura en la que el niño está inmerso, cultura que incluye una serie de valores, creencias o
actitudes característicos hacia diferentes facetas de la vida, que potencia determinados patrones
de actividad y no otros. El macrosistema, por ello, influye en cómo se configuran de manera
concreta el resto de estratos.

Figura 7.1. Modelo


ecológico de desarrollo
(adaptado de Vasta,
Haith y Miller, 1999; p.
63 de la trad. cast.)
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En una etapa posterior al desarrollo inicial del modelo, Bronfenbrenner , incorpora al modelo
ecosistemico, un factor que afecta a los cuatro estratos que hemos descrito: el tiempo.

Así, el propio Bronfenbrenner, aunque reconoce el seguimiento y buena acogida que tuvo su
modelo original (ver, por ejemplo, Moen, Elder y Luscher, 1995), esta buena acogida
paradójicamente produjo muchas investigaciones sobre contextos, analizando las características
de ambientes evolutivamente relevantes y como podrían afectar a las personas implicadas en
ellos, pero muy poca respecto a las características de los individuos en evolución y al propio
proceso de desarrollo (Bronfenbrenner 1989, 1993).

Bronfrenbrenner considera que el contexto no debe contemplarse como algo estático, sino como
esencialmente dinámico y cambiante. Estos cambios sin duda van a afectar a la persona en
desarrollo. Acontecimientos vitales como la muerte de uno de los padres, el nacimiento de un
hermano, un cambio de lugar de residencia y miles de otros posibles cambios en uno de los
estratos que componen nuestro entorno de desarrollo van a afectar la trayectoria evolutiva de los
niños, dependiendo su influencia no únicamente del acontecimiento en sí mismo y la
reestructuración necesaria de contextos que implique, sino también de las propias características
del niño o incluso del momento evolutivo en el que el cambio se produce (por ejemplo, no es lo
mismo experimentar un cambio de colegio en los primeros años de escolaridad, cuando los
vínculos con los compañeros son todavía frágiles, que en la adolescencia, cuando quizá se llevan
muchos años vinculado a un mismo grupo de compañeros).De esta manera, Bronfenbrenner habla
de un cronosistema,

 Cronosistema: que se referiría al cambio en los contextos, en las relaciones entre los
diferentes sistemas contextuales entre sí y en la manera en que el contexto influye a la
persona en desarrollo. Al conceptuar esta nueva dimensión temporal, Bronfrenbrenner
procede de igual manera que con los contextos, diferenciando niveles. Así, nos habla del
tiempo en tres sentidos (Bronfrenbrenner y Morris, 1998):

• El microtiempo, que se refiere a la continuidad o discontinuidad dentro de


episodios concretos y próximos, al cambio específico en el momento en el que ocurre.

• El mesotiempo, que nos habla de la periodicidad y cambio de estos episodios a lo


largo de intervalos más amplios, de días o meses.

• El macrotiempo, que se centra en el cambio de expectativas y acontecimientos


sociales que ocurren en la sociedad en sentido amplio, ya sea en una generación o entre
generaciones, y en la medida en la que afectan a y son afectados por procesos de
desarrollo.
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La inclusión de esta nueva dimensión en el estudio del entorno infantil añade, como vemos, un
grado más de complejidad y riqueza en su su análisis evolutivo.

Referencias
Bronfenbrenner, U., & Morris, P. A. (1998). The ecology of developmental processes. In W. Damon & R. M. Lerner (Eds.),
Handbook of child psychology: Theoretical models of human development (p. 993–1028). John Wiley & Sons Inc.

Guifré, Monreal, M. & Esteban-Guitart, M. (2012) Modelo Bronfebrenner Estudios Educativos (15) 79-99.

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