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De Milicianos Del Rey A Soldados Mexicanos Milicias y Sociedad
De Milicianos Del Rey A Soldados Mexicanos Milicias y Sociedad
Benavides martínez
1981). Doctor en Historia por la Universidad
del País Vasco, sus principales campos de inte-
rés son la emigración vasco-navarra en la Amé-
Juan José
rica colonial y la historia militar de Nueva Es-
paña durante el siglo xviii y el periodo de
ÚLTIMOS TÍTULOS PREMIADOS DE MONOGRAFÍAS El presente libro da a conocer una investigación inédita sobre un momento clave
a soldados mexicanos
en Cuba y España en la primera mitad del científicas, españolas y latinoamericanas, así
siglo xix unas fuerzas improvisadas para casos de emergencia, en el cuerpo más numeroso. Es- como en libros especializados de autor colecti-
Armando García González (Premio 2012) tas unidades, armadas pero no militares, eran, en muchos aspectos, reflejo del orden vo. Ha sido beneficiario del Programa de Becas
La Junta de la Habana. Adaptación del pac- social reinante, porque en ellas se implicaban los distintos grupos de la sociedad y Predoctorales del Gobierno Vasco y su labor
to colonial en Cuba en vísperas de las inde-
pendencias hispanoamericanas (1808-1810)
constituían un nuevo espacio de poder, que coparon las élites locales. En San Luis
Potosí, una región periférica del imperio, pero de gran riqueza argentífera e importan- Milicias y sociedad en San Luis Potosí investigadora se ha visto reconocida con el pre-
mio Nuestra América del año 2013 por la pre-
(1767-1824)
Sigfrido Vázquez Cienfuegos (Accésit 2012)
cia estratégica por su ubicación al noreste del virreinato de Nueva España, se estable- sente monografía.
El mundo de los negocios de Indias. Las cieron varios cuerpos milicianos desde 1767. El análisis de su formación, desarrollo y
familias Álvarez Campana y Llano San Gi-
nés en el Cádiz del siglo xviii relación con la sociedad local nos proporciona un mayor conocimiento de la organiza-
ción social y política de la región potosina a finales del periodo colonial, así como de
a soldados mexicanos
Negociando la obediencia. Gestión y refor-
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A
SIDAD
Cuba: el círculo de hacendados, 1878‑1917 V
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D
ISBN 978-84-00-09834-6
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Leida Fernández Prieto (Premio 2007)
UN
SEVIL
CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS
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A
La pesca gallega en Terranova, siglos xvi‑xviii Ilustración de cubierta: El ejército de los Borbones.
Caroline Ménard (Accésit 2007)
Vol. III, Tropas de Ultramar (s. xviii), Manuel Gómez
UNIVERSIDAD DE SEVILLA Ruiz y Vicente Alonso Juanola, Madrid: Servicio His-
9 788400 098346
DIPUTACIÓN DE SEVILLA tórico Militar, 1992.
Imagen de cubierta extraída de: Manuel Gómez Ruiz y Vicente Alonso Juanola, El ejército de los Borbones.
Vol. III, Tropas de Ultramar (s. xviii), Madrid: Servicio Histórico Militar, 1992.
GOBIERNO MINISTERIO
DE ESPAÑA DE ECONOMÍA
Y COMPETITIVIDAD
NIPO: 723-14-090-5
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ISBN: del Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla: 978-84-472-1548-5
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Impresión: Imprenta Roal, S. L.
Páginas
ÍNDICE DE MAPAS...................................................................................... 13
ÍNDICE DE GRÁFICOS.............................................................................. 15
GLOSARIO DE SIGLAS.............................................................................. 17
PRÓLOGO..................................................................................................... 19
INTRODUCCIÓN......................................................................................... 23
7
índice
Páginas
8
índice
Páginas
9
índice
Páginas
10
índice
Páginas
11
índice
Páginas
CONCLUSIONES......................................................................................... 379
FUENTES....................................................................................................... 391
BIBLIOGRAFÍA........................................................................................... 397
12
ÍNDICE DE MAPAS
Páginas
13
ÍNDICE DE GRÁFICOS
Páginas
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GLOSARIO DE SIGLAS
17
Prólogo
19
maría isabel monroy castillo
20
prólogo
21
INTRODUCCIÓN
1
En buena medida siguiendo las nuevas líneas de interpretación abiertas por François-Xavier
Guerra en: Guerra, François-Xavier, Modernidad e independencias. Ensayo sobre las revoluciones
hispánicas, Madrid: Mapfre, 1992.
2
Dos claros ejemplos en esta línea serían: Hamnett, Brian, Raíces de la insurgencia en México:
historia regional (1750-1824), México: Fondo de Cultura Económica, 1990; y Van Young, Eric, La
otra rebelión: la lucha por la independencia de México, México: Fondo de Cultura Económica,
2007.
3
Pérez Herrero, Pedro, Región e historia en México (1700-1850). Métodos de análisis regio-
nal, México: UAM, 1991.
23
juan josé benavides martínez
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introducción
25
juan josé benavides martínez
7
Desde los años ochenta se han publicado gran cantidad de obras sobre la aplicación de las
reformas militares en América, y aunque el objeto central de muchas de ellas sea el ejército regular,
las milicias, debido a sus implicaciones sociales, su protagonismo durante la guerra de independen-
cia y su influencia en la organización de los sistemas defensivos de las república americanas, han
merecido la atención de varios autores, entre los que podemos destacar: Albi de la Cuesta, Julio,
La defensa de Las Indias: 1764-1799, Madrid: Instituto de Cooperación Iberoamericana, 1987;
Archer, Christon, El ejército en el México Borbónico (1760-1810), México: Fondo de Cultura
Económica, 1983; Chust Calero, Manuel y Marchena Fernández, Juan (eds.), Las armas de la
nación. Independencia y ciudadanía en Hispanoamérica (1750-1850), Madrid: Iberoamericana,
2007; Kuethe, Allan, Reforma militar y sociedad en Nueva Granada (1773-1808), Bogotá: Banco
de la República, 1993; Marchena Fernández, Juan, Ejército y milicias en el mundo colonial ame-
ricano, Madrid: Mapfre, 1992; Marchena Fernández, Juan, Caballero Gómez, Gumersindo y To-
rres Arriaza, Diego, El ejército en América antes de la independencia: ejército regular y milicias
americanas (1750-1815), Madrid: Fundación Mapfre-Tavera, 2005; Mc Alister, Lyle, El fuero
militar en la Nueva España, México: UNAM, 1982; Ortiz Escamilla, Juan, Guerra y gobierno. Los
pueblos y la independencia de México, Sevilla: Universidad de Sevilla, 1997; idem, «Las fuerzas
militares y el proyecto de estado en México, 1767-1835», en Hernández Chávez, Alicia y Miño
Grijalva, Manuel (coords.), Cincuenta años de historia en México, México: El Colegio de México,
1993, T. I, pp. 261-279; Suárez, Santiago Gerardo, Las Milicias, instituciones militares hispanoa-
mericanas, Caracas: Academia Nacional de Historia, 1984; y Thibaud, Clement, Repúblicas en
armas: los ejércitos bolivarianos en la guerra de independencia en Colombia y Venezuela, Bogotá:
Planeta, 2003.
8
Como principales referencias del papel de los soldados potosinos en la guerra de independen-
cia destacan: Garrocho Sandoval, Carlos, Los soldados potosinos en la guerra de la independencia,
San Luis Potosí: Academia de Historia Potosina, 1976; y Noyola, Inocencio, Insurgentes y realistas
en la Provincia de San Luis Potosí: 1808-1821, México: Instituto Mora, 1993.
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introducción
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28
Capítulo 1
EL MARCO Y LA TRAMA: SAN LUIS POTOSÍ
Y LAS MILICIAS A FINALES DEL PERIODO COLONIAL
1
Entendemos como región el ámbito territorial en el que se dan unos determinados procesos
sociales y en donde hay una interrelación entre el hombre y el medio que lo distingue de otros. No-
yola, Inocencio, Insurgentes y realistas…, p. 1.
2
Octaviano Cabrera describió la región potosina como «una ancha y enorme escalera que,
arrancando desde la planicie cálida y boscosa del Golfo de México, sube hasta la fresca y calva
cumbre del altiplano». Cabrera Ipiña, Octaviano, San Luis Potosí y su territorio: ensayo geográfico,
San Luis Potosí: 1962, p. 12.
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altitud sobre el nivel del mar, con un clima húmedo y tropical.3 La zona me-
dia tiene una altitud de unos 1000 metros y un clima estepario, que en el
norte es más seco mientras que en el sur es más templado.4 Por su parte, el
Altiplano es la mayor de las tres áreas geográficas potosinas, donde se loca-
lizan varias poblaciones de importancia, como la propia capital, San Luis
Potosí. Ocupa la parte occidental del estado, que es la región de mayor alti-
tud, con una media de 2000 metros. Fue una zona de gran riqueza minera y
tiene un clima desértico.5
Además de la diversidad geográfica y climática, existen profundas dife-
rencias culturales entre los distintos grupos de población del territorio del
actual estado de San Luis Potosí. Antes de la llegada de los españoles, la
Huasteca era una zona habitada por población con rasgos similares a los
pueblos mesoamericanos, con un perfil particular, pero que no llegaron a
formar una unidad política.6 Por su parte, en el Altiplano y la zona media,
predominaban grupos de cazadores-recolectores nómadas. Se trataba de di-
versas tribus entre las que predominaban los guachichiles (Altiplano) y los
pames (zona media), aunque los españoles utilizaron el mismo término gené-
rico que los indios mesoamericanos para referirse a todos estos pueblos, chi-
chimecas.7
Las grandes diferencias entre las regiones potosinas nos llevaron a cen-
trar nuestra investigación en una de ellas, el Altiplano, el espacio en el que se
establecieron los cuerpos milicianos estudiados. De esta manera también se
3
Esto la convierte en la zona con la vegetación más frondosa del estado. Monroy Castillo,
María Isabel y Calvillo Unna, Tomás, Breve historia de San Luis Potosí, México: El Colegio de
México, 1997, pp. 28-31. Para más datos sobre la Huasteca potosina: Cabrera Ipiña, Octaviano, La
Huasteca potosina, San Luis Potosí: Imprenta del Comercio, 1976.
4
La vegetación es escasa. Monroy Castillo, María Isabel y Calvillo Unna, Tomás, Breve
historia de..., pp. 28-34. Sobre la zona media podemos destacar dos monografías: Michelet, Domi-
nique, Rioverde, San Luis Potosí, México: Instituto de Cultura de San Luis Potosí, 1996; y Monte-
jano y Aguiñaga, Rafael, El Valle del Maíz, San Luis Potosí: Imprenta Evolución, 1967.
5
Carece de ríos de caudal permanente y la vegetación se reduce a pequeños matorrales y cactá-
ceas, especialmente nopales. Montejano y Aguiñaga, Rafael, San Luis Potosí, la tierra y el hombre,
San Luis Potosí: Archivo Histórico del Estado, 1990, pp. 10-25.
6
Los huastecos estaban divididos en varios señoríos autónomos, regidos por un cacique, que a
finales del siglo xv fueron conquistados por los mexicas. Monroy Castillo, María Isabel y Calvillo
Unna, Tomás, Breve historia de..., pp. 52-61.
7
Estas tribus no practicaron la agricultura y no desarrollaron grandes centros de población.
Conseguían su sustento llevando una vida nómada y mantenían una organización tribal. Los trabajos
sobre estas culturas son escasos, tan solo destacar: Chemin, Heidi, Los pames septentrionales de San
Luis Potosí, México: Instituto Nacional Indigenista, 1984; y Meade, Joaquín, Arqueología de
San Luis Potosí, México: Sociedad Mexicana de Historia y Estadística, 1941.
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Desde ese momento comenzaron a asentarse españoles y, en 1533, Nuño Beltrán de Guzmán,
primer gobernador de la provincia de Pánuco, fundó la Villa de Santiago de los Valles de Oxitipa, la
primera población española del actual estado de San Luis. También llegaron religiosos, franciscanos
fundamentalmente. Monroy Castillo, María Isabel y Calvillo Unna, Tomás, Breve historia de…,
pp. 63-68; Mandeville, Peter, La jurisdicción de la villa de Santiago de los Valles, San Luis Potosí:
Academia de Historia Potosina, 1976, pp. 47-54; y Noyola, Inocencio, La custodia franciscana de
Rioverde (1607-1780), México: UAM, 1988.
9
Estas áreas formaban parte de la llamada «Gran Chichimeca», una amplia región del norte de
México en la que se vivió un duro enfrentamiento durante la segunda mitad del siglo xvi entre los
colonos y los pueblos nómadas que la habitaban, la Guerra Chichimeca. Varios descubrimientos
mineros, como los de Zacatecas y Guanajuato, provocaron la llegada cada vez más numerosa de
colonos a esta región. Las diversas tribus reaccionaron violentamente contra los nuevos pobladores,
que pretendían expulsarles de las zonas ricas en minerales. Florescano, Enrique, «Colonización,
ocupación del suelo y «frontera» en el norte de Nueva España, 1521-1750», en Jara, Álvaro (coord.),
Tierras Nuevas. Expansión territorial y ocupación del suelo en América (siglos xvi-xix), México: El
Colegio de México, 1969, p. 45. Sobre la Guerra Chichimeca véase: Carrillo, Alberto, El debate
sobre la guerra chichimeca, México: El Colegio de Michoacán – El Colegio de San Luis, 1997;
Powell, Phillip, La guerra chichimeca, México: Fondo de Cultura Económica, 1996; e idem, Capi-
tán Mestizo: Miguel Caldera y la frontera norteña. La pacificación de los chichimecas, México:
Fondo de Cultura Económica, 1997.
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zaron a negociar tratados de paz con las tribus, la llamada «paz por
compra».10 De este modo, se consiguió alcanzar un estado de paz general
hacia 1590. Además, la población del Altiplano se incrementó con el envío
en 1591 de un grupo de tlaxcaltecas.11 En esta coyuntura de pacificación y
ocupación progresiva del territorio, en 1592, el capitán Miguel Caldera rea-
lizó el descubrimiento argentífero más importante de la región, las minas
del cerro de San Pedro.12 Debido a la imposibilidad de fundar un asenta-
miento en ese enclave por la escasez de agua, se pensó en el cercano pobla-
do indígena de San Luis, establecido en 1583 por el franciscano fray Diego
de la Magdalena. Los tlaxcaltecas y guachichiles fueron trasladados, fun-
dándose oficialmente, en noviembre de 1592, el pueblo de San Luis y Minas
del Potosí.13
La riqueza minera fomentó la llegada de nuevos pobladores, y durante el
siglo xvii la región potosina vivió un periodo de auge económico y demográ-
fico. Se fundaron nuevas poblaciones cerca de varios yacimientos recién des-
cubiertos, entre los que podemos destacar Guadalcázar, Sierra de Pinos (ac-
tual estado de Zacatecas), Ramos y Matehuala, que propiciaron que en 1628
se dotara a San Luis de unas cajas reales y el control del cobro del Quinto
Real.14 También se fundaron varios pueblos de indios, como Santa María del
Río, Rioverde y Mexquitic, en los que cohabitaban distintas tribus chichime-
10
Mediante estos tratados, los grupos indios juraban lealtad al rey, aceptaban convertirse a la
religión cristiana y reducirse en un poblado indicado por las autoridades españolas, y a cambio reci-
bían maíz, ganado, aperos de labranza, ropa y calzado. Así, la Corona consiguió el dominio de una
región rica en plata y la incorporación de nuevos súbditos que pagarían impuestos. Powell, Philip,
La guerra…, p. 341.
11
Las autoridades querían que enseñasen a las tribus chichimecas los modos de vida sedentaria
y que sirvieran como mano de obra para las minas. Sin embargo, ambas comunidades nunca se mez-
claron. Ibid., pp. 194 y 195; y Monroy Castillo, María Isabel y Calvillo Unna, Tomás, Breve his-
toria de..., pp. 81-86.
12
Caldera, hijo de un minero español y una india guachichil, jugó un papel fundamental cele-
brando tratados de paz con varias tribus del Altiplano potosino. Su prematura muerte y su condición
de mestizo no le permitieron acceder a recompensas acordes a sus méritos. Ruiz Guadalajara, Juan
Carlos, «“…a su costa e minsión…” El papel de los particulares en la conquista, pacificación y con-
servación de la Nueva España», en Ruiz Ibáñez, José Javier (coord.), Las milicias del rey de España.
Sociedad, política e identidad en las Monarquías Ibéricas, México: Fondo de Cultura Económica,
2009, pp. 130 y 131.
13
Estaba prohibido que indios y españoles convivieran en un mismo espacio. Velázquez, Primo
Feliciano, Colección de documentos para la historia de San Luis Potosí, México: Archivo Histórico
del Estado de San Luis Potosí, 1985, t. I, p. 178.
14
Idem, Historia de San Luis Potosí, San Luis Potosí: Academia de Historia Potosina, 1982,
T. II, pp. 125-128.
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no, Historia de San Luis..., t. II, p. 618; y Archivo General de Indias (AGI), MP-México, 433. Dise-
ño de la Plaza de Toros del Real de Catorce, Real de Catorce, 1791.
25
La ganadería tenía especial relevancia en el Altiplano. Las llanuras del norte novohispano
eran una de las principales áreas de producción ganadera de América. García Bernal, Manuela
Cristina, «Explotación agropecuaria en Nueva España: cambios y expansión durante el siglo xviii»,
en Elvás Iniesta, María y Olivero Guidobono, Sandra (coords.), Redescubriendo el Nuevo Mundo:
Estudios americanistas en homenaje a Carmen Gómez, Sevilla: Universidad de Sevilla, 2012,
pp. 194 y 195.
26
Monroy Castillo, María Isabel y Calvillo Unna, Tomás, Breve historia de..., pp. 136-142.
27
Para un estudio detallado sobre la intendencia de San Luis, su organización administrativa y
fiscal, y el proceso modernizador y de cohesión territorial que vivió durante los últimos años del
periodo colonial: Irisarri Aguirre, Ana, El reformismo borbónico en la provincia de San Luis Poto-
sí durante la independencia. San Luis Potosí: UASLP, 2008.
28
Commons, Áurea, Las intendencias de la Nueva España, México: UNAM, 1993, pp. 15 y 16.
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La alcaldía mayor de San Luis no quedó totalmente definida hasta que en 1600 se le adjudi-
caron de pleno derecho las jurisdicciones del Valle de San Francisco, que le disputaba San Miguel el
Grande, y la de Rioverde, que le disputaba Querétaro. En 1618, la jurisdicción de Guadalcázar fue
separada de la de San Luis, aunque se le volvió a agregar a mediados del siglo xviii. Montejano y
Aguiñaga, Rafael, San Luis Potosí…, pp. 58-60.
30
Villaseñor y Sánchez, José Antonio (Ed. Montejano y Aguiñaga, Rafael), Descripción ge-
neral de la provincia de San Luis Potosí de la Nueva España y sus villas. Fragmento de Theatro
Americano de José Antonio de Villaseñor y Sánchez, San Luis Potosí: Archivo Histórico del Estado,
1996, pp. 11-66.
31
Son numerosos los estudios sobre las intendencias en América, entre los que podemos citar:
Commons, Áurea, Las intendencias...; Fisher, Lillian Estelle, The intendent system in Spanish Ame-
rica, Berkeley: University of California, 1969; Kamen, Henry, «El establecimiento de los intendentes
en la administración española», Hispania, vol. XXIV-95, 1964, Madrid, pp. 368-385; Morazzani,
Gisela, La intendencia en España y en América, Caracas: Imprenta universitaria, 1966; Navarro
García, Luis, Intendencias en Indias, Sevilla: CSIC, 1959; idem, Las reformas borbónicas en Amé-
rica: El plan de intendencias y su aplicación, Sevilla: Universidad de Sevilla, 1995; y Orduña, En-
rique, Intendentes e intendencias, Madrid: Tres Américas, 1997.
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juan josé benavides martínez
tor fiscal, y de otros tres para las cuestiones de real hacienda: un contador, un
tesorero y un pagador. Además el territorio de las intendencias estaba dividi-
do en partidos o subdelegaciones, formadas por los territorios circundantes a
una población en la que residía el funcionario encargado de su gobierno, el
subdelegado, que también dependía del intendente.38
En Nueva España la ordenanza de intendentes se promulgó en diciem-
bre de 1786, aunque no se implantó en México hasta 1787, siendo virrey el
arzobispo Alonso Núñez de Haro.39 El virreinato quedó dividido en doce in
tendencias (México, Guadalajara, Puebla, Veracruz, Mérida, Oaxaca, Gua-
najuato, Valladolid, San Luis Potosí, Zacatecas, Durango y Arizpe); dos
Comandancias Generales, las Provincias Internas de Oriente y de Occidente,40
y tres gobernaciones que dependían directamente del virrey (Tlaxcala, Vieja
California y Nueva California).41 La formación de la intendencia de San Luis
Potosí logró una administración más eficaz y una mayor cohesión de los te-
rritorios que la conformaron, que hasta entonces habían pertenecido a juris-
dicciones distintas.42 San Luis pasó de ser una alcaldía mayor a la intenden-
cia más grande de Nueva España, formada por las provincias de Coahuila y
Texas, el Nuevo Reino de León, la colonia de Nuevo Santander (actual Ta-
maulipas), y las antiguas alcaldías mayores de San Luis y su agregada de
Guadalcázar, Charcas, Salinas del Peñón Blanco y Valles.43
38
De la labor de los subdelegados dependía en gran parte la eficacia del sistema de intendencias.
Ocupaban su cargo durante cinco años y no recibían sueldo alguno, solo el 5% del tributo indígena
de su jurisdicción, por lo que pocos cumplieron con su cometido debidamente. Irisarri Aguirre,
Ana, El reformismo borbónico…, pp. 24 y 25.
39
Navarro García, Luis, Las reformas borbónicas en América..., pp. 90-94.
40
La estructura y funcionamiento de estas circunscripciones, formadas por las provincias de
Nuevo León, Nuevo Santander Coahuila y Texas (oriente), y Nueva Vizcaya, Sonora, Sinaloa
y Nuevo México (occidente), fue modificada en diversas ocasiones. O’Gorman, Edmundo, Historia
de las divisiones territoriales de México, México: Porrúa, 1973, pp. 15-19.
41
A pesar de que no se produjo una total homogenización de la estructura administrativa, las
intendencias contribuyeron a consolidar los espacios regionales como circunscripciones con un ca-
rácter propio, siendo el primer paso para la vertebración interior del Estado Mexicano. Irisarri Agui-
rre, Ana, El reformismo borbónico…, pp. 18 y 19.
42
Aunque solo homogenizó la administración civil, porque las divisiones de la jurisdicción
eclesiástica se mantuvieron hasta después de la independencia. Pietschmann, Horst, Las reformas
borbónicas y el sistema de intendencias en Nueva España, México: Fondo de Cultura Económica,
1996, p. 126.
43
La cohesión territorial que supuso el establecimiento de la intendencia, sobre todo entre las
citadas antiguas alcaldías mayores, fue fundamental en la vertebración del futuro estado indepen-
diente del mismo nombre, ya que se fijaron las fronteras con sus estados vecinos. Monroy Castillo,
María Isabel, «Un problema de representación. El territorio y la jurisdicción de la intendencia de San
Luis Potosí, 1787-1821», en Monroy Castillo, María Isabel y Gortari Rabiela, Hira (coords.), San
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La tradición de algunas poblaciones, que habían sido alcaldías mayores, primó sobre el núme-
ro de habitantes a la hora de establecer las cabeceras de las subdelegaciones, ya que no siempre la
capital era la población más grande. Así sucedió con Santa María del Río, en cuya subdelegación el
Valle de san Francisco contaba con más habitantes; en la de Valles, donde el Valle de Maíz triplicaba
el número de habitantes de su cabecera, y en Charcas, donde la población de mayor tamaño era Ca-
torce. Irisarri Aguirre, Ana, «La vertebración y construcción del espacio interior en el norte novo-
hispano a través de las intendencias: el caso de San Luis Potosí», en Sánchez Baena, Juan José, y
Provencio Garrigós, Lucía (coords.), El Mediterráneo y América, Murcia: Secretaría General, 2007,
t. I, pp. 633 y 634.
42
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juan josé benavides martínez
55
Tan solo en Charcas tuvo que realizar un nombramiento nuevo debido a la muerte del que
había sido alcalde mayor. Velázquez, Primo Feliciano, Historia de San Luis..., t. II, p. 646.
56
Parece que no quería que hubiese autoridades intermedias que pudieran restarle poder en la
única zona de la amplia jurisdicción en la que, como intendente, podía tener una influencia directa y
efectiva, ya que el partido de la capital quedaba a su cargo. Al menos, así se desprende de la exage-
radamente mala valoración que hizo de las poblaciones de la región y del escaso interés que mostró
hacia el resto de subdelegaciones. AGI, México, 1974. Contestación del intendente Díaz de Salcedo
a la circular de subdelegados, San Luis Potosí, 17 de octubre de 1788. Sin embargo, se vio obligado
a ceder, y la antigua alcaldía de San Luis quedó dividida en cuatro subdelegaciones: Guadalcázar,
Rioverde, Santa María del Río y San Luis Potosí.
57
Velázquez, Primo Feliciano, Historia de San Luis..., t. II, p. 634.
58
El virrey Revillagigedo II ordenó que se le investigara, tras recibir dos informes negativos en
los que se acusaba a Díaz de Salcedo de alcoholismo, de haberle faltado el respeto al obispo de Mi-
choacán en una visita, de dedicarse al comercio ilícitamente, de vender al mejor postor los empleos
de subdelegado y las sentencias judiciales, de mantener una relación extramatrimonial y de no cum-
plir con algunas de sus obligaciones (visitar las cárceles, alhóndigas, panaderías y carnicerías, cuidar
de la limpieza de las calles…). Cristóbal Corvalán, tesorero de las cajas reales de San Luis, realizó
un informe de la labor del intendente negando todas las acusaciones, y aunque achacaba a Díaz de
Salcedo falta de cuidado en cuestiones urbanísticas y de policía y poca constancia en la ejecución de
las providencias, el intendente pudo continuar en su empleo sin penalización alguna. AGI, México,
1973. El virrey Revillagigedo al Consejo de Indias sobre el intendente Bruno Díaz Salcedo, México,
18 de febrero de 1793; idem, Contestación del Consejo de Indias al virrey Revillagigedo, El Escorial,
20 de noviembre de 1793; y Navarro García, Luis, Servidores del rey: los intendentes de Nueva
España, Sevilla: Universidad de Sevilla, 2009, pp. 97-99.
59
Dos años después fue absuelto, aunque tuvo que pagar los costes del proceso, de lo que se
encargó su albacea Mariano Vildósola, regidor del ayuntamiento de San Luis, pues Bernabeu ya ha-
bía fallecido. La campaña en su contra fue orquestada por el coronel Calleja, que consiguió que el
asesor fuera acusado por personajes de gran relevancia en la región de enriquecimiento ilícito valién-
dose de su cargo. Senosiain, Ángel, «Bruno Díaz de Salcedo, Vicente Bernabeu...», pp. 163-173.
44
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Originario de Teruel, llegó a Nueva España en 1777 como oficial de la Secretaría de la Co-
mandancia de las Provincias Internas. En 1780 fue designado contador de los Álamos, donde estuvo
hasta que en 1787 pasó a ejercer el mismo cargo a Guadalajara. En 1788 llegó a San Luis como te-
sorero de real hacienda, cargo que desempeñó hasta su muerte. Archivo General de la Nación de
México (AGN), Real Hacienda, vol. 147, exp. 17. Hoja de servicios de Cristóbal Corvalán, San Luis
Potosí, 31 de enero de 1809.
61
Era natural de Granada, donde estudió derecho civil. En 1784 fue incorporado como abogado
del Consejo de Indias. Tras una breve estancia en Madrid, en 1786 se trasladó a Michoacán como
asesor letrado de la intendencia. Su labor allí mereció los halagos del obispo y del intendente, y en
1796, con la recomendación del virrey Revillagigedo, se le nombró oidor de la Audiencia de Guada-
lajara. Posteriormente fue designado teniente letrado y asesor de la intendencia de Guadalajara,
donde permaneció hasta que en 1801 el virrey lo nombró asesor letrado e intendente interino de San
Luis Potosí. Archivo Histórico Nacional (AHN), Consejos, 21684. Relación de méritos del licencia-
do Onésimo Antonio Durán y Fernández, Madrid, 13 de octubre de 1802.
62
Ampudia fue designado intendente el 22 de marzo de 1802, pero tardó un año y medio en
llegar a San Luis, porque, por cuestiones burocráticas, no se le concedió licencia de embarque hasta
enero de 1803. Archivo General de Simancas (AGS), Dirección General del Tesoro (DGT), Títulos
de Indias, 2.º, 88-110. Título de intendente de San Luis Potosí para Manuel Ampudia, Aranjuez, 4 de
mayo de 1802; y AGI, México, 1974. Licencia de embarque para Manuel Ampudia, su mujer y dos
criados, Madrid, 3 de enero de 1803.
63
Comenzó a servir como cadete del Regimiento de Infantería de Murcia en 1782. En 1789,
siendo capitán, fue trasladado al Regimiento Fijo de Infantería de La Habana, donde permutó su
grado de infantería por el de teniente de navío. Prosiguió su carrera en la marina, alcanzando en 1796
el rango de capitán de navío. En 1801 recibió permiso para trasladarse a Cádiz por problemas de
salud. Archivo General de la Marina Álvaro Bazán (AGMAB), 620, 53. Expediente de los servicios
de Manuel Ampudia, Cádiz, 30 de diciembre de 1801.
64
En mayo de 1804, el virrey Iturrigaray recibió un escrito del teniente letrado José Ignacio
Vélez, recién llegado a San Luis, informándole de la conducta del intendente. Cuando Ampudia tuvo
conocimiento del envío del informe puso bajo arresto domiciliario a Vélez y al alcalde ordinario
Dionisio del Castillo, que también se había quejado de su comportamiento. El virrey comisionó al
coronel Calleja, comandante militar de San Luis, para que tratara de resolver la situación, y, en vista
de que la conducta de Ampudia no era la que correspondía a un representante del rey (en agosto de
45
juan josé benavides martínez
46
el marco y la trama: san luis potosí y las milicias...
más, daba cuenta de varias manifestaciones religiosas y demostraciones de regocijo público por la
vuelta al trono de Fernando VII y por la anulación de las reformas. AGI, México, 1977. Correspon-
dencia del intendente de San Luis Potosí con al Consejo de Regencia, San Luis Potosí, 1811-1814; y
Navarro García, Luis, Servidores del rey…, pp. 71 y 72.
69
Marchena Fernández, Juan, Ejército y milicias…, p. 134.
70
Vega Juanino, Josefa, La institución militar en Michoacán en el último cuarto del siglo xviii,
Zamora: El Colegio de Michoacán, 1986, pp. 12 y 13.
71
El nombre proviene del «prest» o sueldo que recibían sus miembros. Marchena Fernández,
Juan, Ejército y milicias..., p. 91.
72
Sobre las fórmulas de reclutamiento para el ejército véase: Borreguero Beltrán, Cristina,
«Antiguos y nuevos modelos de reclutamiento en el ejército borbónico del siglo xviii», en Marchena
Fernández, Juan y Chust Calero, Manuel, Por la fuerza de las armas. Ejército e independencias en
Iberoamérica, Castellón: Universidad Jaume I, 2008, pp. 63-82.
47
juan josé benavides martínez
mente con retraso, alcoholismo, juego...), hicieron que la carrera de las ar-
mas se ganara mala fama.73
Ante esta situación, los Borbones se plantearon como una de sus refor-
mas centrales reorganizar la defensa americana y dignificar la institución
militar. El objetivo era el establecimiento de un sistema defensivo de garan-
tías tanto ante los ataques externos como ante eventuales rebeliones internas,
y que los militares, como representantes del rey, fueran un ejemplo para el
resto de los súbditos. En un principio se trató de formar un ejército bien or-
ganizado y pertrechado, compuesto en su mayoría por peninsulares. Las
«compañías de presidio» se transformaron en regimientos con planas mayo-
res, divididos en batallones formados por compañías. Nacía así el ejército de
dotación, comandado por una nueva oficialidad cuyos miembros debían ser
nobles. Estas nuevas unidades se denominaron regimientos fijos y quedaron
regidas por una serie de disposiciones de obligada aplicación, los reglamen-
tos de plaza.74 Pero este proyecto enseguida mostró sus defectos. La subida
de impuestos para hacer frente a su elevado coste, la imposibilidad de au-
mentar la recluta en España y las grandes dificultades logísticas para el tras-
lado masivo de tropas fueron los principales problemas con los que se encon-
tró la Corona.75 Además, sin una institución que articulara y coordinara las
fuerzas a escala continental, no resultó todo lo eficaz que se esperaba.76 Por
esta razón siempre había regimientos peninsulares en algún puerto español
esperando embarcar hacia América, que formaban el llamado ejército de re-
fuerzo.77
73
Para más datos sobre el sistema defensivo de la América española hasta el siglo xviii: Mar-
chena Fernández, Juan, Ejército y milicias…, pp. 211-272; y Marchena Fernández, Juan, Caballe-
ro Gómez, Gumersindo y Torres Arriaza, Diego, El ejército en América…, pp. 32-65.
74
Marchena Fernández, Juan, Ejército y milicias..., pp. 94-98.
75
El aumento de los gastos del sistema defensivo provocó el surgimiento de una nueva forma
de financiación, el situado, consistente en la remisión de fondos desde las cajas reales más ricas del
continente a las de las regiones con mayores necesidades defensivas, sobre todo el Caribe. Más de-
talles sobre esta cuestión en: Marchena Fernández, Juan, «Introducción al estudio de la financiación
militar en Indias», Anuario de Estudios Americanos, vol. XXXVI, 1979, Escuela de Estudios Hispa-
noamericanos, Sevilla, pp. 81-110; e idem, Caballero Gómez, Gumersindo y Torres Arriaza, Die-
go, El ejército en América…, pp. 361-389.
76
El regimiento fijo de Puerto Rico fue sustituido por dos batallones de españoles, que duplica-
ron el gasto, la mayoría desertaron, y los que se quedaron, se comportaban igual que las tropas ante-
riores. Marchena Fernández, Juan, Ejército y milicias..., p. 143.
77
Pocos fueron los regimientos peninsulares que no pasaron alguna vez por América. Idem,
pp. 99 y 100.
48
el marco y la trama: san luis potosí y las milicias...
78
Las autoridades fueron conscientes de que podían acabar perdiendo sus posesiones de ultra-
mar porque resultaba imposible costear y suministrar los hombres necesarios para defender el vasto
imperio americano. Idem., pp. 136 y 137; y Archer, Christon, El ejército en el México…, pp. 15-22.
79
El ejército estaba compuesto por tropas asalariadas que servían de forma permanente y disci-
plinada, mientras que las milicias, se formaban con hombres que no cobraban por su servicio y que
carecían de la constancia y disciplina de las fuerzas profesionales. Su escasa utilidad quedó demos-
trada durante el sitio inglés a La Habana en 1762. Cuando los milicianos fueron enviados a combatir
como refuerzo del ejército en Guanabacoa, muchos no se presentaron, y los demás huyeron al escu-
char los primeros disparos. Kuethe, Allan, Reforma militar y sociedad…, p. 77; e idem, «Las mili-
cias disciplinadas en América», en Marchena Fernández, Juan y Kuethe, Allan, Soldados del rey: el
ejército borbónico en la América colonial en vísperas de la independencia, Castellón: Universidad
Jaume I, 2005, pp. 108 y 109.
80
Morelli, Federica, «¿Disciplinadas o republicanas? El modelo ilustrado de milicias y su apli-
cación en los territorios americanos (1750-1826)», en Ruiz Ibáñez, José Javier (coord.), Las milicias
del rey…, p. 417. Sobre la influencia de las milicias en la institución militar del México independien-
te destacamos: Kahle, Günter, El ejército y la formación del Estado en los comienzos de la indepen-
dencia de México, México: Fondo de Cultura Económica, 1997.
49
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50
el marco y la trama: san luis potosí y las milicias...
86
Marchena Fernández, Juan, Ejército y milicias…, p. 145.
87
Varias revueltas acaecidas en los años ochenta hicieron que algunas autoridades dudaran de la
utilidad de armar e instruir al pueblo, y, sobre todo, de ponerlo bajo el control de las élites criollas.
Tal fue el caso de la revuelta de los Comuneros en la región de Tunja (Nueva Granada) en 1781.
Kuethe, Allan, Reforma militar y sociedad..., pp. 197-234.
88
Además de los motivos estratégicos y económicos, Federica Morelli señala la influencia de
razones teóricas vinculadas a las ideas ilustradas. En este sentido, las milicias, además de un instru-
mento de defensa, se habrían creado como medio de refuerzo de los deberes de los vecinos hacia la
patria y el rey. Morelli, Federica, «¿Disciplinadas o republicanas?...», pp. 425. No compartimos esta
visión, ya que la única pretensión de las autoridades era organizar la defensa del continente del modo
más eficiente y económico posible. La estructura de los cuerpos milicianos reflejaba los valores y la
organización de la sociedad en la que se establecían, pero como consecuencia de la reforma, no por-
que fuera su objetivo.
89
Desde 1764 hasta los primeros años del siglo xix se formaron aproximadamente doscientos
cuerpos de milicias disciplinadas por todo el territorio americano (no todos coexistieron): 31 en las
Antillas, 31 en Nueva España, 42 en Nueva Granada, 66 en Perú, 28 en Chile y 7 en el Río de la
Plata. La mayoría eran de infantería, pero también había de caballería y de dragones. Marchena
Fernández, Juan, Caballero Gómez, Gumersindo y Torres Arriaza, Diego, Elejército en Améri-
ca..., pp. 156-178.
51
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90
Kuethe, Allan, «La introducción del sistema...», pp. 110-112.
91
Cruillas pudo comprobar la escasa utilidad de las milicias en 1762, cuando, ante el peligro de
sufrir un ataque inglés tras la caída de La Habana, movilizó varias unidades en Veracruz. Las decenas
de muertes diarias, por falta de aclimatación a las condiciones de la costa de los milicianos del inte-
rior, y el elevado número de deserciones dejaron prácticamente inutilizadas a las unidades veteranas,
sin nadie para realizar tareas auxiliares. Marchena Fernández, Juan, «Reformas Borbónicas y poder
popular en la América de las Luces. El temor al pueblo en armas a fines del período colonial», Anales
de Historia Contemporánea, n.º 8, 1990-1992, Universidad de Murcia, Murcia, p. 188. Para más
detalles sobre el enfrentamiento entre el virrey Cruillas y Villalba, véase: Corona Marzol, Carmen,
«Los hombres de la reforma militar en Nueva España: los conflictos entre el marqués de Cruillas y
el comandante general Villalba (1764-1766)», en VV. AA, Temas de Historia Militar, Madrid: EME,
1988, t. II, pp. 297-312.
92
La mala fama del servicio militar hacía que la población, tanto las élites como los sectores
humildes, rechazaran participar en la defensa. Kuethe, Allan, «Las milicias disciplinadas…, »
pp. 120 y 121.
93
Biblioteca Nacional de España (BN), Manuscritos, Mss/3650. Informe del ayuntamiento de la
ciudad de México a Carlos III sobre los procedimientos del teniente general Juan Villalba, México,
22 de febrero de 1766.
94
Creó seis regimientos, tres batallones y dos compañías de infantería en México, Tlaxcala,
Puebla, Córdoba, Toluca, Oaxaca, y Veracruz; dos regimientos de caballería (Puebla y Querétaro); y
uno de lanceros (Veracruz). AGI, México, 2422. Dictamen del brigadier caballero de Croix sobre los
regimientos provinciales, México, 20 de septiembre de 1771.
52
el marco y la trama: san luis potosí y las milicias...
95
McAlister, Lyle, El fuero militar…, pp. 4 y 5. En 1766 las milicias novohispanas estaban
formadas por 9244 hombres, a los que habría que sumar otros 1154 pertenecientes a varios cuerpos
de milicias urbanas en México y Puebla, que ya existían antes de la llegada del inspector Villalba, y
cuya función no iba más allá de patrullar las calles por la noche y hacer guardias en algunos edificios
oficiales. Sobre la evolución de las milicias urbanas de México durante el siglo xviii, véase: Losa
Contreras, Carmen, «La formación de la milicia urbana en Nueva España», Anuario de la Facultad
de Derecho, vol. 24, 2006, Universidad Autónoma de Madrid, Madrid, pp. 177-214.
96
Su propuesta se basaba en el informe negativo sobre las milicias del marqués de la Torre,
inspector de las tropas de infantería de Nueva España, que era partidario de dejar a un lado las milicias
y levantar nuevos regimientos profesionales de caballería e infantería, más útiles para evitar revueltas
y para que la población obedeciera las resoluciones. Real Academia de la Historia (RAH), Jesuitas,
9-7320. El virrey Croix al conde de Aranda, México, 26 de agosto de 1767; y Navarro García, Luis,
«El marqués de Croix», en Calderón Quijano, José Antonio, Los virreyes de Nueva España en el
reinado de Carlos III, Sevilla: Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1967, t. I, pp. 185-187.
97
La fuerza de los cuerpos milicianos ascendería a 7500 hombres de infantería y 3500 de caba-
llería, y supondría un coste de 199 380 pesos al año, menos que un regimiento veterano de infantería.
AGI, México, 2422. Dictamen del caballero de Croix sobre los regimientos provinciales, México, 20
de septiembre de 1771.
98
«[…] la recluta ha de hacerse basándose en los padrones y previniendo a las autoridades lo-
cales». Idem.
53
juan josé benavides martínez
Pretendía lograr que los milicianos se asemejasen a las tropas veteranas, im-
poniendo una uniformidad reglamentaria para todos los cuerpos del virreina-
to y estableciendo que algunos militares profesionales supervisaran, instru-
yeran y dirigieran estas unidades. De esta manera las milicias ganarían en
eficacia sin que resultaran excesivamente gravosas para la real hacienda.
Además, el servicio alterno de las compañías en la cabecera de su jurisdic-
ción serviría de entrenamiento para la tropa y ayudaría a mantener el orden
público, lo que garantizaría el apoyo de las élites locales, los más interesados
en evitar desórdenes.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos del caballero de Croix, cuando
Bucareli (1771-1779) tomó posesión del virreinato, las milicias estaban lejos
de su perfecto arreglo y los altos mandos del ejército eran partidarios de su-
primirlas.99 Aun así el virrey impulsó la formación de nuevos cuerpos mili-
cianos.100 Cada virrey se quejaba de los defectos del aparato militar de Nueva
España, pero fue Martín de Mayorga (1779-1783) quien lo sufrió más direc-
tamente. Al declarase la guerra contra Inglaterra, envió varios regimientos
milicianos a reforzar la plaza de Veracruz y pudo comprobar su ineficacia.101
El elevado coste de la formación y, sobre todo, del mantenimiento de la de-
fensa hizo que fuese descuidada por las autoridades virreinales, cuyo princi-
pal interés era aumentar los ingresos para la Corona y así conseguir premios
y mercedes. De esta manera, a finales del siglo xviii la institución militar
novohispana se había convertido en un «gigante paralítico, numeroso pero
poco respetable».102
No fue hasta 1784 cuando se consolidó la formación de las milicias dis-
ciplinadas en el virreinato de la mano del coronel Francisco Antonio Crespo.
99
El subinspector de tropas Pedro de Gorostiza envió un informe al ministro de Indias José de
Gálvez en 1777, en el que advertía que no se había avanzado nada en la instalación de las milicias en
los últimos doce años, y recomendaba que estas unidades volviesen a ser como antes, sin entrena-
miento y solo para casos de emergencia. Archer, Christon, El ejército en el México..., pp. 35 y 36.
100
Durante su mandato aprobó un reglamento para las milicias de Orizaba, Córdoba y Jalapa
(1775), inspirado en el reglamento de O´Reilly para Cuba. Díaz Trechuelo, María Lourdes, «Anto-
nio María Bucareli y Ursua», en Calderón Quijano, José Antonio, Los virreyes de Nueva España...,
t. II, pp. 430-438.
101
Diezmados por las enfermedades y las deserciones, apenas servían para transportar provisio-
nes. Habían transcurrido casi veinte años desde la movilización miliciana ordenada por el virrey
Cruillas en 1762, pero el resultado fue igualmente desalentador. Suárez, Santiago Gerardo, Las mi-
licias..., p. 243.
102
Navarro García, Luis y Antolín, María del Pópulo, «El virrey marqués de Branciforte», en
Calderón Quijano, José Antonio, Los virreyes de Nueva España en el reinado de Carlos IV, Sevilla:
Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1972, t. I, p. 397.
54
el marco y la trama: san luis potosí y las milicias...
103
Tras pasar revista a las fuerzas del virreinato en 1784, Crespo redactó un extenso informe, en
el que presentaba los estados de fuerza de los cuerpos veteranos y milicianos, analizaba los arbitrios
con los que se financiaban las milicias y exponía un plan de reforma, especificando mediante tablas
el estado en el que quedaría cada uno de los distintos cuerpos. AGS, Secretaría de Guerra (SGU),
6958, exp. 1. Dictamen del coronel Crespo para el arreglo del ejército de Nueva España, México, 31
de julio de 1784.
104
Crespo consideraba prioritario reforzar las regiones con mayor peligro potencial en caso de
un ataque: las Provincias Internas y la costa del golfo de México. En cuanto a la costa de Veracruz y
Tampico hasta el Missisipi, su mejor baza defensiva era la dureza del clima, que debilitaría a cual-
quier ejército invasor, por lo que bastaría con concentrar las fuerzas en las principales plazas, Vera-
cruz y San Juan de Ulúa. Archivo del Museo Naval (AMN), 258, Ms.0485-008. Resumen del dicta-
men del inspector de tropas Francisco Antonio Crespo, Sin Fechar.
105
Varios regimientos debían reducir sus plazas, mientras que otros, especialmente los asenta-
dos en la costa atlántica, las aumentarían reclutando voluntarios y haciendo levas. El incremento de
los costes se cubriría reduciendo los sueldos y con donaciones de los oficiales. También propuso que
los regimientos enviados desde la península se fijasen en Nueva España y que no se enviasen más
tropas en tiempo de paz. AGS, SGU, 6958, exp.1. Dictamen del coronel Crespo para el arreglo del
ejército de Nueva España, México, 31 de julio de 1784.
106
Según Crespo, esto se debía a los defectos del alistamiento, que en regiones poco pobladas
había afectado a los mejores vecinos, acarreando consecuencias negativas para la economía, mien-
tras que en las grandes ciudades muchas de las plazas se habían cubierto con los sectores más bajos
de la sociedad, resultando así unas fuerzas de ínfima calidad. Además, los privilegios y exenciones
que disfrutaban los milicianos causaban graves perjuicios a la real hacienda y a la administración de
justicia. Idem.
55
juan josé benavides martínez
107
Las milicias provinciales, formadas en las regiones con mayor población sin demasiadas di-
ficultades de comunicación y cuyos miembros gozaban del fuero militar, debían reducir sus plazas
milicianas (en tiempo de guerra aumentarían alistando voluntarios) y veteranas. En cuanto a las mi-
licias urbanas, patrocinadas por gremios de comerciantes y encargadas del mantenimiento del orden
en México, Puebla y Veracruz, propuso dotarlas de un reglamento común y reducir el número de
plazas. Además, para facilitar la defensa del virreinato, Crespo decidió crear dos nuevos tipos de
milicias: 1) milicias fijas en las costas, que tendrían una fuerza total de unos 5000 hombres, estarían
comandadas por las autoridades locales y tendrían funciones de vigilancia y guardia contra el contra-
bando; y 2) compañías milicianas sueltas, formadas en las regiones cuya escasa población y lejanía
entre los diversos núcleos no permitiera el establecimiento formal de un cuerpo miliciano (especial-
mente en el norte del virreinato), cuyos miembros no disfrutarían del fuero militar ni demás preemi-
nencias a no ser que se les movilizase. Idem.
108
5000 hombres se encargarían de proteger las costas, el orden público en Puebla y México
quedaría garantizado con las milicias urbanas y, con la creación de compañías de milicias sueltas, se
dispondría de una reserva de tropas para el tiempo de guerra. En cuanto a las milicias provinciales,
al reducirse su número, podrían completar más fácilmente todas sus plazas y serían menos costosas
y más fáciles de adiestrar. AGS, SGU, 6985, exp. 12. El coronel Crespo al ministro Gálvez, México,
8 de enero de 1785.
109
Solo disfrutarían del fuero militar los miembros del ejército y de las milicias provinciales, así
como sus esposas, hijos y personal dependiente. Pero, además, el fuero afectaba a las personas de
forma distinta, según su rango. Los oficiales milicianos, gozaban del fuero militar completo y activo,
que les daba capacidad de demandar, tanto en causas civiles como penales, a personas que gozaban
de otros fueros en los tribunales militares. En cambio, la tropa miliciana disfrutaba del fuero militar
criminal, que limitaba la jurisdicción especial a los asuntos penales, y pasivo, con lo que solo podían
56
el marco y la trama: san luis potosí y las milicias...
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114
Esta circunstancia acrecentó el descrédito de los milicianos entre los militares profesionales.
Archer, Christon, El ejército en el México..., p. 274.
115
A pesar de su número, la operatividad de las milicias, en general mal armadas y con una
oficialidad sin apenas conocimientos militares, era muy limitada, como quedó demostrado tras el
estallido insurgente de 1810. Gayol, Víctor, «Las milicias nacionales en la construcción del Estado-
Nación en España e Hispanoamérica, siglo xix: hacia un balance historiográfico», en Ruiz Ibáñez,
José Javier (coord.), Las milicias del rey de España..., p. 462; y Ortiz Escamilla, Juan, Guerra y
gobierno…, p. 60.
116
Formaban la Guardia de Alabarderos del virrey, cuatro regimientos de infantería, el de la
Corona (Veracruz), el de Nueva España (Veracruz), el de México (La Habana y Luisiana) y el de
Puebla (La Habana); el Batallón de Veracruz; dos regimientos de dragones, el de España (Perote y
Jalapa) y el de México (México y Puebla); un cuerpo de artillería distribuido por diversas plazas y
cinco compañías de infantería ligera destinadas en varios puntos estratégicos: Acapulco, Presidio del
Carmen, San Blas, Perote y California. Marchena Fernández, Juan, Ejército y milicias..., pp. 161-
168.
117
Morelli, Federica, «¿Disciplinadas o republicanas?...», p. 423.
118
Siete regimientos de infantería (México, Puebla, Tlaxcala, Córdoba, Orizaba y Jalapa, Cela-
ya, Toluca y Valladolid), dos de caballería (Querétaro y del Príncipe en Guanajuato), seis de dragones
(Puebla, San Luis y San Carlos, de la Reina en San Miguel el Grande, Nueva Galicia y Michoacán);
y tres batallones de infantería (Guanajuato, Oaxaca y Guadalajara). AGI, México, 2440. Estado de
fuerza de los cuerpos veteranos y provinciales de Nueva España, México, 26 de febrero de 1800.
58
Capítulo 2
VIEJAS MILICIAS Y NUEVAS REVUELTAS.
LOS MOTINES DE 1767 EN SAN LUIS POTOSÍ
1
Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí (AHESLP), Civil, A 43, 1595-1, 24. Bando
del alcalde mayor Juan López del Riego, San Luis Potosí, 25 de noviembre de 1595.
2
López del Riego convocó esta revista de armas porque los guachichiles se habían rebelado en
la región de Rioverde. Velázquez, Primo Feliciano, Historia de San Luis..., t. II, p. 4.
3
Además también tenían 22 dagas, trece cotas, una lanza, tres rodelas, siete cueras y una alabar-
da. Ruiz Guadalajara, Juan Carlos, «…a su costa e minsión…», p. 131.
4
El servicio armado era obligatorio para los vecinos siempre que fuera en la misma jurisdicción
en la que habitaban. González, Marcela, Las milicias: origen y organización durante la colonia,
Córdoba: Centro de Estudios Históricos, 1995, p. 18.
59
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60
viejas milicias y nuevas revueltas...
11
La revista se realizó en tres días: el 21, el 25 y el 28 de agosto de 1701. Velázquez, Primo
Feliciano, Historia de San Luis…, t. II, pp. 307 y 308.
12
Ni tan siquiera los oficiales cobraban: «… y no se le señala sueldo alguno por ser de gentes
voluntarias.» AGN, Reales Cédulas Duplicadas, vol. D30, exp. 949. Concesión del grado de capitán
de infantería del batallón de milicias de San Luis Potosí a Pedro Herrerías, México, 15 de abril de
1682.
13
También hubo revueltas en diversos puntos de la Huasteca veracruzana, hidalgana y potosina.
Estos motines se debieron a la mayor presión a la que se sometió a la población campesina por la
aplicación de las reformas fiscales borbónicas (monopolio del tabaco, nuevos impuestos y cobro más
eficiente de estos...), a los abusos de las autoridades en los repartimientos y a la utilización del des-
contento de la población por parte de una facción que trataba de hacerse con el poder regional. Esco-
bar Omhestede, Antonio, «Las dirigencias y sus seguidores, 1811-1816. La insurgencia en las Huas-
tecas», en Terán, Marta y Serrano Ortega, José Antonio (eds.), Las guerras de independencia en la
América Española. Valladolid: El Colegio de Michoacán, 2002, p. 221.
14
Para una descripción detallada de los motines de 1767 recomendamos: Castro Gutiérrez,
Felipe, Nueva ley y nuevo rey: reformas borbónicas y rebelión popular en Nueva España, México:
61
juan josé benavides martínez
UNAM, 1996; Gálvez, José de (Ed: Castro Gutiérrez, Felipe), Informe sobre las rebeliones popu-
lares de 1767, México: UNAM, 1990. También se aborda este tema en: Navarro García, Luis, «El
virrey marqués…», pp. 277-306. Para el caso concreto de San Luis, varios autores tratan el tema de
los motines de un modo descriptivo. Entre ellos destacamos: Velázquez, Primo Feliciano, Historia
de San Luis…, t. II, pp. 499-525, y Montejano y Aguiñaga, Rafael, El Valle de Santa Isabel del Ar-
madillo, San Luis Potosí, 1964, pp. 63-73.
15
Castro Gutiérrez, Felipe, Nueva ley y nuevo rey…, p. 251.
16
Las cartas parecen auténticas, porque su contenido concuerda con los hechos descritos por
otras fuentes y porque no encaja con las teorías expuestas posteriormente por las autoridades, razón
por la que, probablemente, no se incluyeran en los procesos judiciales. La principal fuente bibliográ-
fica en que nos hemos apoyado ha sido las citada obra de Felipe Castro (Nueva ley y nuevo rey…),
que, a pesar de que no compartimos algunos puntos, nos parece el estudio más completo y detallado
de los motines de 1767.
17
Esto resulta lógico, teniendo en cuenta que el horizonte que veían desde sus casas los hombres
que se rebelaron era el límite geográfico de su mundo, de su vida cotidiana. Simplemente algunos
vecinos de El Venado y sus proximidades informaron de la situación a parientes, amigos y autorida-
des de San Luis, pidiéndoles ayuda y noticias de lo que estaba ocurriendo allí, pero los contactos
interregionales no pasaron de ahí. Idem, p. 250; RAH, Jesuitas, 9-7321. Gil Jiménez, vecino del Ve-
nado, a José Servando Núñez, vecino de San Luis, El Venado, 16 de julio de 1767; e idem, Miguel
Domingo de Oviedo, administrador de la hacienda de Bocas, a Francisco de Mora, Bocas, 27 de julio
62
viejas milicias y nuevas revueltas...
de 1767. También los rebeldes del Valle de San Francisco informaron a los mineros del Cerro de San
Pedro de la represión que habían sufrido los rebeldes de San Luis de la Paz. Idem, García Jové a
Orosio y Alaniz, Valle de San Francisco, 3 de julio de 1767.
18
El barrio más grande era el de San Sebastián (166 familias-747 habitantes), seguido de Tlax-
calilla (107 familias-481 habitantes), Tequisquiapan (90 familias-405 habitantes), Santiago (65 fami-
lias-292 habitantes), San Miguel (53 familias-238 habitantes), San Cristóbal del Montecillo (38 fa-
milias-171 habitantes), y Guadalupe (33 familias-126 habitantes). Velázquez, Primo Feliciano,
Historia de San Luis..., t. II, pp. 473 y 474.
19
Las autoridades fueron conscientes del mestizaje predominante entre la población potosina y
en sus escritos no utilizaron distintivos raciales para referirse a los sublevados, sino términos como
plebe, chusma, vagos, canalla, o gente ordinaria. Durán Sandoval, Felipe, «Colonización, población
y disputas por la tierra en San Luis Potosí frente a los tumultos de 1767», Vetas, revista del colegio
de San Luis, vol. I, n.º 13, enero-abril de 2003, El Colegio de San Luis, San Luis Potosí, pp. 29-32.
20
Velázquez, Primo Feliciano, Historia de San Luis..., t. II, p. 475.
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relativamente bien pagado y que no era continuado, así que siempre había
una masa de población desocupada, disponible para cualquier conmoción.21
3) Pueblos y haciendas próximas al Cerro. En unos veinte kilómetros en
torno al Cerro de San Pedro había diversos núcleos habitados, entre los que
destacaban: el Real de los Pozos, la hacienda de La Sauceda, Soledad de los
Ranchos y San Nicolás del Armadillo.22 La actividad económica de estos
enclaves estaba estrechamente relacionada con la del Cerro. Los mineros
dependían para su abastecimiento de los pueblos y haciendas de su contorno,
que obtenían importantes ingresos, tanto por la venta de sus productos a los
serranos (carne, maíz, leña, ropa, cuerdas…)23 como por el trabajo ocasional
en las minas.24 Pero, además de los lazos que les unían a los mineros, los
habitantes de estos pueblos tenían rasgos muy similares a los de los barrios
de San Luis: grado de mestizaje, costumbres, oficios que desempeñaban…25
4) Valle de San Francisco. Esta población situada a unos cincuenta kiló-
metros al sur de San Luis, contaba con unas trescientas familias de españo-
les, mestizos e indios (entorno a 1350 habitantes), dedicados casi en su tota-
lidad a labores agroganaderas en las numerosas haciendas y ranchos que
poblaban el valle.26 A pesar de la distancia que lo separaba de San Luis, la
sublevación de los habitantes del Valle de San Francisco estuvo directamen-
te relacionada con los motines de la cabecera de la jurisdicción.
21
Castro Gutiérrez, Felipe, Nueva ley y nuevo rey…, p. 226.
22
San Nicolás era un pueblo de indios con gobernador. Tenía una población de unos 300 habi-
tantes, dedicados fundamentalmente a tareas agrícolas y distaba unos diez kilómetros de su cabecera
de partido, Santa Isabel del Armadillo, donde residía un teniente del alcalde mayor. En esta población
había más de 3000 habitantes, incluyendo los pobladores de las haciendas de la zona. Villaseñor y
Sánchez, José Antonio (Ed.: Montejano y Aguiñaga, Rafael), Descripción general de…, p. 52.
23
El gobernador del pueblo indio de San Nicolás del Armadillo reconocía esta interdependencia
al ofrecerse a pagar un tributo a los serranos por el uso de las tierras comunales de su pueblo, ya que
la mayoría de sus beneficios se debían a los mineros. RAH, Jesuitas, 9-7321. Atanasio de la Cruz a
Orosio y Alaniz, San Nicolás del Armadillo, 1 de julio de 1767.
24
Sobre todo los vecinos del Real de los Pozos, población de unos 1500 habitantes, situada a
unos doce kilómetros del Cerro de San Pedro. Además de dedicarse a tareas agroganaderas, el resca-
te de la plata de las minas del Cerro y el trabajo en las haciendas de beneficio era una de las princi-
pales actividades económicas de la población. Velázquez, Primo Feliciano, Historia de San Luis...,
t. II, p. 474.
25
Unos y otros trabajaban ocasionalmente en haciendas y minas o eran artesanos, arrieros..., y
aunque unos fueran considerados pueblos indios, a mediados del siglo xviii, su grado de mestizaje era
similar al de las otras poblaciones. Montejano y Aguiñaga, Rafael, El valle de Santa Isabel…,
pp. 269-275.
26
Velázquez, Primo Feliciano, Historia de San Luis..., t. II, p. 474.
64
viejas milicias y nuevas revueltas...
27
Los rebeldes no eran los oprimidos peones de las haciendas, sino grupos con cierto grado de
libertad, pero tampoco abundaron los sectores medios (mayordomos, cajeros, burócratas…), así que
podemos hablar de una rebelión popular. Castro Gutiérrez, Felipe, Nueva ley y nuevo rey..., pp. 226
y 227.
28
El caso más destacable fue el Pablo Vicente de Olvera, reconocido delincuente de origen
criollo que estaba preso en San Luis por homicidio. Al quedar en libertad, cuando la cárcel fue asal-
tada por la muchedumbre, rompió la picota, símbolo de la justicia, saqueó la casa del alcalde Quirós,
el que lo había apresado, y se convirtió en el líder de una banda de maleantes. Idem, pp. 131-133.
29
La mayoría se empleaban en las minas, en las haciendas de beneficio o en las estancias gana-
deras de la jurisdicción. Durán Sandoval, Felipe, Vida social y económica de San Luis Potosí. El
cobro de tributos (1653-1717), México: Escuela Nacional de Antropología e Historia, 2002, p. 74.
30
Así surgieron, entre otras, poblaciones como Soledad de los Ranchos, fundada sin permiso
oficial alguno en el camino entre San Luis y el Cerro de San Pedro, donde vivían varios rancheros
dedicados al cultivo de tierras y la cría de ganado para el abastecimiento del Cerro; o el barrio indí-
gena de San Cristóbal del Montecillo, próximo al real, y cuyos habitantes se establecieron con el
permiso de los mineros a cambio de prestaciones de trabajo en las minas. Durán Sandoval, Felipe,
«Colonización, población y disputas por la tierra…», pp. 30 y 31.
31
Uno de los casos más destacados fue el de la hacienda de La Parada, que fue adquirida por los
jesuitas en 1623 con una extensión de 130 kilómetros cuadrados, y que en 1740 ocupaba 325. Ba-
zant, Jan, Cinco haciendas..., pp. 25-27.
65
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66
viejas milicias y nuevas revueltas...
67
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pedir la supresión de las «leyes nuevas», los mineros presentaron quejas del
comportamiento de las autoridades, especialmente de los diputados de mine-
ría, encargados de gestionar la explotación del yacimiento.40
Los serranos, los pueblos próximos al Cerro y los barrios de San Luis
sufrían los abusos y arbitrariedades de las autoridades, estaban inmersos en
pleitos por tierras y la reforma legislativa afectaba directamente a sus cos-
tumbres y a su situación económica, todo lo cual propició que se produjera
un acercamiento entre ellos, llegando a acuerdos para reclamar las injusticias
a las que se veían sometidos dentro del marco legal.41 Parece que, en princi-
pio, no consideraban los estallidos violentos como una línea de actuación,
sino más bien como hechos puntuales a los que se vieron abocados por la
situación que estaban sufriendo.42 Pero todo cambió durante la primera se-
mana de junio. Los serranos empezaron a erigirse como líderes de un movi-
miento de protesta, buscando aliados entre los pueblos y haciendas de su
contorno, algo que concretaron en una reunión celebrada en el Cerro de San
Pedro el 5 junio.43 En ella, los serranos demostraron su capacidad de lideraz-
go, ganándose el apoyo del resto de asistentes, con los que formaron un
frente común basado esencialmente en dos pilares: las reivindicaciones agra-
rias y la violencia como vía para satisfacer sus demandas.44 Por las referen-
40
Los acusaban de corrupción y de ser excesivamente permisivos con los grandes propietarios
absentistas de minas, por lo que reclamaban que se les confiscaran sus bienes y que se nombraran otros
nuevos. RAH, Jesuitas, 9-7321. Agravios presentados por los habitantes del Cerro de San Pedro reco-
gidos por el escribano de la visita de Gálvez, Prudencio Ochoa Badiola, México, 24 de enero de 1768.
41
Esta unión entre los mineros y los barrios se ha presentado como una asociación entre distin-
tos grupos raciales. Castro Gutiérrez, Felipe, Nueva ley y nuevo rey..., pp. 227-233. Pero, como
hemos dicho, aunque ambos grupos tuvieran un estatus jurídico diferente, tenían un similar grado de
mestizaje, desarrollaban unas actividades económicas que se complementaban, y sus costumbres
eran similares.
42
Los serranos informaron al gobernador del barrio del Montecillo que las medidas que habían
acordado en la reunión del 30 de mayo le parecían justas al cura del Cerro y le convocaban a una
nueva reunión para contratar a un abogado. En cuanto a los estallidos violentos decían: «Solo quere-
mos pedir lo que nos parece justo. Si esto es asequible, bien, y si no, sin penas estamos retirados».
RAH, Jesuitas, 9-7321. Orosio y Alaniz al gobernador del barrio del Montecillo, Cerro de San Pedro,
1 de junio de 1767.
43
Idem, Orosio y Alaniz al administrador de la hacienda de La Sauceda, Cerro de San Pedro, 2
de junio de 1767.
44
Como muestra de lealtad a la causa de los serranos, el gobernador de Armadillo les envió un
piquete de veinte hombres armados, pero, a cambio, solicitaba su apoyo en el conflicto por tierras
que tenían con los carmelitas de la hacienda de El Pozo. Sin embargo, al ser informado de los modos
de actuación pactados en la reunión, el cura Antonio Cardoso, amenazó al gobernador de Armadillo
con la excomunión. Idem, Atanasio de la Cruz a Orosio y Alaniz, San Nicolás del Armadillo, 5 de
junio de 1767.
68
viejas milicias y nuevas revueltas...
45
La exclusión del barrio de Tlaxcalilla demuestra la importancia de los conflictos por tierras en
los tumultos. Los de Tlaxcalilla pleitearon por la ocupación de tierras con los barrios de Santiago y
del Montecillo, con los serranos, con los de Soledad de los Ranchos, con el pueblo de Mexquitic y
con varios rancheros y hacendados, sobre todo con los carmelitas, dueños de la hacienda del Pozo.
Durán Sandoval, Felipe, «Colonización, población y disputas por la tierra…», pp. 33 y 34.
46
En la complicada situación social por la ocupación de tierras, que había rebasado a las autorida-
des, los mineros se posicionaron en defensa de los derechos de los pueblos, que eran los que les sumi-
nistraban la mayoría de los víveres. Castro Gutiérrez, Felipe, Nueva ley y nuevo rey…, pp. 120-127.
69
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dad, los amotinados liberaron a los presos de la cárcel, apedrearon las cajas
reales y la casa del alcalde mayor, y saquearon algunas casas de vecinos de
renombre, principalmente comerciantes peninsulares.47 Desbordado por la
situación, el alcalde mayor Urbina prometió cumplir las peticiones de los
rebeldes, tras lo cual se calmaron los ánimos.48
Andrés de Urbina y Gaviria49 tuvo que hacer frente a la revuelta más gra-
ve del periodo colonial en la región potosina y se vio superado por las circuns-
tancias.50 Tras la invasión de la ciudad, trató de recuperar el control y reesta-
blecer el orden. Visitó a los gobernadores de los barrios y, después de que
estos le prometieran su apoyo, convocó una junta de notables (comerciantes,
terratenientes y miembros del ayuntamiento), con la que consensuar las medi-
das a tomar para garantizar el orden público hasta que el virrey tuviera cono-
cimiento de lo sucedido y, presumiblemente, enviara tropas. Para asegurar la
ciudad ante la posibilidad de una nueva invasión Urbina propuso reunir una
milicia.51 Esperaba poder contar con más de cien hombres a caballo, que se
unirían a una fuerza de unos trescientos indios que le habían prometido los
gobernadores de los barrios. Sin embargo, los asistentes a la reunión rechaza-
47
La liberación de los presos no fue el motivo de la revuelta, sino un acto de rebeldía. Aunque
la mayoría de los veinte presos que había en la cárcel vivían en las poblaciones que se rebelaron, eran
delincuentes que no estaban bien considerados en sus comunidades. Montejano y Aguiñaga, Rafael,
El valle de Santa Isabel…, p. 64.
48
Esta situación de desorden fue aprovechada por algunos para ocupar tierras en litigio. Tal fue
el caso de los vecinos de Armadillo y del barrio del Montecillo, que ocuparon las tierras que dispu-
taban a los carmelitas. Durán Sandoval, Felipe, «Colonización, población y disputas...», pp. 37 y 38.
49
Natural de Urbina de Basave (Álava), era teniente del Regimiento de Caballería de Milán, en
el que empezó a servir en 1738. En 1763 fue nombrado alcalde mayor de San Luis Potosí, aunque no
viajó a Nueva España hasta 1764. Poco después de su llegada, recibió el hábito de la orden de San-
tiago, gracias a las gestiones de su apoderado en Madrid, su pariente lejano Tomás Ortiz de Landá-
zuri, también alavés, contador mayor del Consejo de Indias. Cf. Martínez Salazar, Ángel, Presen-
cia alavesa en América y Filipinas, Vitoria: Diputación Foral de Álava, 1988, p. 291; AGN, Reales
Cédulas Originales, vol. 83, exp. 41. Nombramiento de Andrés de Urbina como alcalde mayor de
San Luis Potosí, Madrid, 4 de diciembre de 1763; AGI, Contratación, 5507, N. 1, R. 12. Expediente
de información y licencia de pasajero a Indias de Andrés de Urbina, Cádiz, 10 de mayo de 1764; y
AHN, OM-Caballeros Santiago, exp. 8311. Pruebas para la concesión del título de caballero de la
orden de Santiago de Andrés de Urbina, 1765.
50
Como él mismo reconocía: «Es constante y público el desinterés con que me he manejado en
lo peculiar del oficio y demás particularidades que se han fijado a mi limitada conducta». Aun así,
transcurridos los cinco años desde su nombramiento, solicitó al virrey otro cargo en Nueva España
con el que poder sostenerse con la decencia debida para su persona. AGN, Alcaldes Mayores, vol. 1.
Andrés de Urbina al virrey Croix solicitando un traslado, San Luis Potosí, 16 de febrero de 1770.
51
Se trataba de las compañías que hemos mencionado en el anterior epígrafe, unas fuerzas mal
equipadas, sin disciplina y sin entrenamiento, formadas en momentos puntuales.
70
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(Elaboración propia)
72
viejas milicias y nuevas revueltas...
Montecillo
Santiago Tlaxcalilla
Guadalupe
San Miguel
San Sebastián
Tequisquiapam
La Sauceda
(Elaboración propia)
59
San Pedro de Guadalcázar era una población de unos 500 habitantes, mestizos e indios en su
mayoría, dedicados esencialmente a la agricultura del maíz y a la cría de ganado. A pesar de la rique-
za minera de la región, apenas se explotaba, debido a que la distancia con respecto a los principales
núcleos urbanos del virreinato elevaba los costes del trasporte y de los abastecimientos. Villaseñor y
Sánchez, José Antonio (Ed. Montejano y Aguiñaga, Rafael), Descripción general de…, pp. 54 y 55
73
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74
viejas milicias y nuevas revueltas...
pacto con la divinidad. Juan Lorenzo de Altamirano y Velasco, conde de Santiago, pertenecía a uno
de los linajes con mayor solera de la nobleza criolla. Podría haber sido un candidato válido a un hi-
potético trono, pero lo más probable es que muriera sin saber que un obrajero de Guadalcázar lo
había propuesto como «rey de Nueva España». Idem., pp. 269-274.
64
En 1591, durante el proceso de pacificación de la región, nació el pueblo de San Sebastián del
Venado como una colonia tlaxcalteca, donde también se asentaron tarascos, guachichiles y negritos.
Un año después se fundó el pueblo de San Jerónimo de La Hedionda a unos veinte kilómetros al sur
con un grupo de guachichiles cristianizados y sedentarizados. Ambas poblaciones mantuvieron ca-
bildos separados, pero al Venado se le reconoció primacía. En 1767 estas comunidades contaban con
unos 5000 habitantes, y la práctica totalidad de ellos eran indígenas que formaban parte de alguna de
las seis cofradías, cinco en El Venado (Señor Sacramentado, San Diego de Alcalá, Benditas Ánimas
del Purgatorio, Jesús Nazareno y Purísima Concepción) y una en La Hedionda (Ascensión). Idem.,
pp. 62-70.
65
Moreno Navarro, Isidoro, «Control político, integración ideológica e identidad étnica. El
sistema de cargos de las comunidades indígenas americanas como adaptación de las cofradías étnicas
andaluzas», en Primeras Jornadas de Andalucía y América, Huelva: Diputación Provincial de Huel-
va, 1981, vol. 2, pp. 258-261. Para más detalles sobre cofradías indígenas de México, véase: Car-
magnani, Marcelo, El regreso de los dioses. El proceso de reconstitución de la identidad étnica en
Oaxaca, siglos xvii y xviii, México: Fondo de Cultura Económica, 1988; Chance, John y Taylor
William, «Cofradías y cargos: una perspectiva histórica de la jerarquía cívico-religiosa mesoameri-
cana», Nueva Época, n.º 14, mayo-junio, INAH, México, 1987, pp. 12-29; y Tanck Estrada, Do-
rothy, «Los bienes y la organización de las cofradías en los pueblos de indios del México colonial.
Debate entre el Estado y la Iglesia», en Martínez López-Cano, María del Pilar, Speckman, Elisa y
75
juan josé benavides martínez
Las cofradías tenían que hacer frente a los gastos derivados de la cele-
bración de sus actos devocionales. Por ello debían contar con un patrimonio,
generalmente ganado y bienes raíces, que era gestionado por un administra-
dor que designaba el párroco de la población. En 1767 el patrimonio de las
cofradías del Venado y La Hedionda tenía un valor aproximado de 30 000
pesos, que rendían anualmente 1500 pesos.66 Semejante riqueza despertó la
ambición del párroco del Venado, Diego Martín de la Campa y Cos, del ad-
ministrador de las cofradías, Marcelo de Jesús, y del teniente de alcalde ma-
yor, Diego de Padilla, que se valieron de su posición privilegiada para llevar
a cabo un saqueo sistemático de los bienes de las cofradías con la conniven-
cia del alcalde mayor de la jurisdicción (Salinas del Peñón Blanco), Francis-
co Javier de Aristoarena y Lanz.
Diego Martín de la Campa y Cos, abogado de la Real Audiencia, comi-
sario de la Inquisición y vecino de Charcas, fue nombrado cura párroco del
Venado en 1752.67 Pertenecía a una de las familias más ilustres de Zacatecas,
los Campa y Cos, que mantenían una estrecha relación con los Aristoarena y
Lanz, de origen navarro e igualmente asentados en Zacatecas y en la alcaldía
de Salinas del Peñón Blanco.68 La buena relación entre estas familias le ase-
guró al cura Diego Martín el apoyo de Francisco Javier de Aristoarena, que,
tras desempeñar algunos cargos en su Zacatecas natal, se convirtió en el asen-
tista y alcalde mayor de las Salinas del Peñón Blanco en 1761.69 Entre las
76
viejas milicias y nuevas revueltas...
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73
Velázquez, Primo Feliciano, Historia de San Luis…, t. II, p. 522.
74
Esta acción le costó al cura José Dávila Villavicencio una agresión por parte de los exaltados.
RAH, Jesuitas, 9-7321. Gil Jiménez a José Núñez, vecino de San Luis Potosí, El Venado, 16 de julio
de 1767.
75
Castro Gutiérrez, Felipe, Nueva ley y nuevo rey..., pp. 262 y 263.
76
El 26 de julio fueron detenidos en la hacienda de Bocas varios indios del Venado con armas,
que buscaban apoyos entre los peones. El administrador de la hacienda empezó a organizar la defen-
sa dentro de sus cortas posibilidades. RAH, Jesuitas, 9-7321. Domingo de Oviedo a Francisco de
Mora, hacienda de Bocas, 27 de julio de 1767.
77
El alcalde mayor de Salinas del Peñón Blanco, el citado Francisco Javier de Aristoarena,
quiso enviar una expedición armada para restablecer el orden, pero apenas pudo reunir una pequeña
fuerza de unos cuarenta hombres, así que se limitó a resguardar las salinas en previsión a un posible
ataque. Castro Gutiérrez, Felipe, Nueva ley y nuevo rey..., p. 148.
78
viejas milicias y nuevas revueltas...
tierra, se sentían agraviados por los abusos de las autoridades y los privile-
gios de los peninsulares, y se veían perjudicados por la aplicación de las
«leyes nuevas»; pero la intervención de un hacendado con buena reputación
entre los grupos populares de San Luis, Francisco de Mora, y el temor ante
una inminente represión, hicieron que salieran a la luz las diferencias y em-
pezaran las traiciones entre los hasta ese momento socios.
El terrateniente criollo Francisco de Mora y Luna jugó un papel trascen-
dental en el desarrollo de los acontecimientos. Tenía casa en San Luis, pero
la mayor parte del año residía en su posesión más preciada, la hacienda de
Santa María de Guadalupe del Peñasco, a unos quince kilómetros al norte de
la ciudad. También, administraba la hacienda de San Nicolás del Pozo, per-
teneciente al mayorazgo fundado por su tío, el alférez real José de Mora y
Luna, y poseía minas en Guadalcázar, población de la que tenía arrendadas
las alcabalas, y dos pulperías.78 Además, Mora era reconocido por sus méri-
tos militares. Sus servicios entre 1746 y 1750, reconociendo la costa del seno
mexicano durante la conquista del Nuevo Santander, le valieron el rango de
capitán de la Compañía de los Cien Montados de la Frontera de Guadalcá-
zar.79 Asimismo, Mora se ganó el respeto de los habitantes de los barrios de
la capital, con los que había actuado en varias ocasiones de forma paternalis-
ta.80 Aun así, su prestigio y su riqueza no le libraron de pleitos por la propie-
dad de tierras y minas.81
78
Cf. AGN, Vínculos y Mayorazgos, vol. 62, exp. 6. Cuenta presentada por Francisco de Mora
del vínculo fundado por José de Luna, San Luis Potosí, 30 de diciembre de 1749; idem., vol. 63,
exp. 2. Orden para que Francisco de Mora siga en el arrendamiento de las haciendas del vínculo de
Luna, México, 8 de mayo de 1757; AGN, General de Parte, vol. 36, exp. 112. Aprobación del rema-
te y arrendamiento de las alcabalas de Guadalcázar, San Luis Potosí, 8 de agosto de 1750; idem.,
exp. 115. Orden para que las autoridades de Guadalcázar investiguen el beneficio de la mina de Jesús
Nazareno, perteneciente a Francisco de Mora, México, 21 de agosto de 1750; idem., vol. 40, exp. 72.
Confirmación del arrendamiento del derecho de alcabalas de Guadalcázar, San Luis Potosí, 24 de
marzo de 1755; e idem., vol. 43, exp. 297. Orden al alcalde mayor de San Luis para que se le entre-
guen dos tiendas a Francisco de Mora, México, 14 de septiembre de 1761.
79
Fue nombrado capitán en 1750 por José Escandón, coronel del regimiento de Querétaro y
teniente del capitán general de Sierra Gorda. AGS, SGU, 7002, exp. 1. Juan José María de Mora y
Luna, II conde del Peñasco, al coronel Salcedo sobre los méritos de su padre, San Luis Potosí, 22 de
diciembre de 1794.
80
En 1750, durante una escasez de grano en San Luis, Francisco de Mora mandó traer miles de
fanegas de maíz y venderlas a la población a cinco pesos, cuando su precio era de ocho. Idem.
81
Especialmente largo y reñido fue el litigio que sostuvo contra los de Soledad de los Ranchos,
que contaban con el apoyo de los mineros del Cerro. Tardó ocho años en resolverse, de 1755 a 1763,
y la sentencia final favoreció los intereses de Mora. AGN, Tierras, vol. 772, exp. 1. Pleito entre Fran-
cisco de Mora y los vecinos de Soledad de los Ranchos, San Luis Potosí, 1751-1763.
79
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82
RAH, Jesuitas, 9-7320. Informe del virrey Croix al conde de Aranda sobre las sublevaciones
de San Luis Potosí basado en la correspondencia con el visitador Gálvez, México, 26 de agosto de
1767.
83
La población establecía una vinculación entre la religión y el poder Real. Al atacar a los jesui-
tas, las autoridades se convirtieron en ilegítimas. Castro Gutiérrez, Felipe, Nueva ley y nuevo rey…,
p. 273.
84
Esto contradice, en parte, la idea general de que los indios respetaban más a los peninsulares
y veían a los criollos como explotadores. Durante los motines de 1767, mientras que los peninsulares
fueron el blanco de las iras populares, incluso algunos que no se encontraban en una situación envi-
diable, los criollos, jurídicamente iguales, solo sufrieron algún ataque puntual. Idem., pp. 260-262.
85
Incluso, podría calificarse a Mora como un antecedente de la figura del caudillo del siglo xix.
Idem, pp. 176 y 177.
86
RAH, Jesuitas, 9-7321. El gobernador de Santiago a Orosio y Alaniz, Barrio de Santiago, 28
de junio de 1767.
80
viejas milicias y nuevas revueltas...
87
El plan consistía en que el grueso de la fuerza rodeara San Luis por la noche y, al amanecer,
una pequeña compañía de hombres reclutados en el Jaral entrara a la ciudad y fuera a su casa. Mora
y el provincial franciscano se encargarían de que los barrios se mantuvieran en calma. Idem. Francis-
co de Mora al comandante de los Dragones de Querétaro, San Luis Potosí, 28 de junio de 1767.
88
Situada a unos 20 kilómetros al norte de Rioverde, Divina Pastora era una misión fundada por
Mora en 1757 con 218 familias de indios pames (unos 1000 habitantes). En el marco de la conquista
del Nuevo Santander, Mora decidió comprar la hacienda de La Angostura, de cuyos terrenos cedió
una legua cuadrada para un grupo de pames, que seguían sin catequizar en esa región. A pesar de la
pobreza del suelo, la población fue progresando, y en 1764 contaba con 1766 habitantes. AGN, Rea-
les Cédulas Originales, vol. 87, exp. 49. Agradecimiento del virrey a Francisco de Mora por la fun-
dación de una misión, México, 23 de septiembre de 1765; y Velázquez, Primo Feliciano, Historia de
San Luis…, t. II, pp. 487-490.
89
Aun así, podía tener cerca de 300 efectivos, que, unidos a los que estaban en el Jaral, forma-
rían una tropa de unos 600 hombres, ante la que los habitantes de los barrios no tenían ninguna posi-
bilidad.
90
Muchos habitantes de los barrios, cuyo sustento dependía de la venta de sus productos en el
mercado de San Luis, empezaban a tener graves problemas, debido a que éste no se celebraba por
la situación de inseguridad que sufría la ciudad. Esta fue la razón que dio a los serranos el gober-
nador del barrio de San Sebastián para justificar su acuerdo de paz con Mora. RAH, Jesuitas,
9-7321. Patricio Jacobo Martínez a Orosio y Alaniz, San Sebastián, 29 de junio de 1767. Hay que
81
juan josé benavides martínez
Mientras se firmaba la paz en San Luis, la carta que Mora había enviado
al comandante de las tropas del Jaral fue interceptada en el Valle de San
Francisco. Juan Eduardo García Jove, el teniente del cura, que ejercía por
ausencia del titular, que estaba gestionando asuntos de tierras, se la leyó a los
gobernadores indígenas y estos decidieron informar a los serranos y pedirles
ayuda, porque se encontraban en el camino entre el Jaral y San Luis y podían
ser los primeros en sufrir un ataque.91 La lectura de la carta supuso un cambio
radical en la actuación de García Jové en los tumultos, pasando de ser un
pacificador a uno de los líderes de la sublevación.92
Tras recibir el aviso desde el Valle de San Francisco, los serranos infor-
maron a los gobernadores de los barrios, que les comunicaron el acuerdo de
paz al que habían llegado, pero también fueron a casa de Mora a pedirle ex-
plicaciones.93 Todo parecía indicar que les había traicionando. Sin embargo,
les explicó que había escrito la carta incautada antes de la reunión y que, al
estar la paz garantizada por el acuerdo que habían firmado, era contrario a la
intervención de tropas, porque alterarían el orden público. Los gobernadores
parecieron conformarse con estas explicaciones y regresaron a sus casas,
pero las puertas a la desconfianza ya se habían abierto.
Los barrios comenzaron a tomar precauciones (barricadas, rondas…).
Desconfiaban de Mora, que podía faltar a su palabra y atacarles con sus fuer-
zas, pero también temían un asalto por parte de los serranos, como represalia
por haber firmado el acuerdo de paz. Tampoco Mora demostraba confiar mu-
cho en sus aliados, porque pidió al comandante de las tropas del Jaral que
enviara algunas compañías para mantener el orden público en la ciudad, tarea
que, según el acuerdo de paz, debían realizar los habitantes de los barrios.94
Por su parte, los serranos ya no se fiaban de los barrios porque habían llegado
tener en cuenta que, si bien los apuros económicos de muchos habitantes de los barrios eran reales,
esta era una justificación menos «deshonrosa» ante el resto de rebeldes, que el miedo ante un posi-
ble ataque.
91
En su carta dieron cuenta a los serranos de la presencia de tropas en el Jaral y de los planes de
Mora para recuperar el control de San Luis, y también les solicitaron el envío de treinta hombres para
defender el pueblo. Idem. García Jové a Orosio y Alaniz, Valle de San Francisco, 28 de junio de 1767.
92
Castro Gutiérrez, Felipe, Nueva ley y nuevo rey..., pp. 138-140.
93
RAH, Jesuitas, 9-7321. Patricio Jacobo Martínez a Orosio y Alaniz, San Sebastián, 29 de ju-
nio de 1767.
94
Esta carta de Mora refleja la poca confianza que tenía en los barrios, pero también que respe-
taba el acuerdo de paz, porque informó al comandante del Jaral de que la ciudad estaba bajo control
y no era necesaria una invasión. Idem. Mora al comandante de las tropas del Jaral, San Luis Potosí,
29 de junio de 1767.
82
viejas milicias y nuevas revueltas...
a un acuerdo con Mora,95 y, en vista de que la nueva situación no les era fa-
vorable, decidieron mantener la calma y negar su participación en los
motines,96 algo que sus aliados de Armadillo, acuciados por el problema de
la tierra, no alcanzaban a comprender.97
Por su parte, los del Valle de San Francisco estaban cada vez más teme-
rosos ante la amenaza que suponían las tropas asentadas en el Jaral. A pesar
de que habían interceptado otra carta de Mora en la que informaba al coman-
dante de que no era necesario tomar San Luis por la fuerza, porque ya se
había restablecido el orden, también habían tenido noticias de la entrada de
soldados en San Luis de la Paz y las nefastas consecuencias para sus habitan-
tes. No sabían a qué atenerse, así que, el mismo día, pidieron a los serranos
el envío de hombres para luchar y solicitaron a los barrios información acer-
ca de las condiciones de su pacto con Mora, porque estaban interesados en
firmar la paz.98 Finalmente, el temor a un posible ataque pudo más y, aunque
no les convencieron los términos del acuerdo de paz que les explicó el gober-
nador de San Sebastián, decidieron reconocer de nuevo a las autoridades y
jurar lealtad al rey.99
En apenas una semana, las negociaciones llevadas a cabo por Mora,
desde una posición de fuerza por la milicia que tenía bajo sus órdenes, con-
siguieron que el orden público volviera a reinar en la ciudad y que los go-
95
Desconocían los detalles del pacto, pero el hecho de que se prepararan para defenderse ante
un posible ataque les generaba muchas dudas, porque, aunque los gobernadores les decían que te-
mían un ataque de las fuerzas de Mora, los serranos creían que, en realidad, les habían traicionado y
se estaban preparando para luchar contra ellos. Idem. Orosio y Alaniz a Atanasio de la Cruz, Cerro
de San Pedro, 1 de julio de 1767.
96
Los serranos informaron a sus aliados que «nos tornamos buenos». Decían que en ningún
momento habían formando tumulto, aunque algunos mineros habían participado en los altercados de
San Luis. Idem. Juan Antonio Orosio a Atanasio de la Cruz, Cerro de San Pedro, sin fechar. Resulta
contradictorio que proclamaran el abandono de la violencia y acto seguido declararan que nunca la
habían ejercido.
97
El gobernador Atanasio de la Cruz, completamente al margen de la intervención de Mora y
del cambio de postura de los serranos, mantenía su lealtad inquebrantable a los del Cerro y estaba
dispuesto a realizar cualquier sacrificio a cambio de que éstos se implicaran en los asuntos de tierras
de su pueblo y todos juntos lucharan para acabar con «la nueva ley y con los gachupines, si Dios
quiere». Idem. Atanasio de la Cruz a Orosio y Alaniz, San Nicolás del Armadillo, 1 de julio de 1767.
98
Idem. García Jové a Orosio y Alaniz, Valle de San Francisco, 3 de julio de 1767; e idem.
García Jové a Patricio Jacobo Martínez, gobernador de San Sebastián, Valle de San Francisco, 3 de
julio de 1767.
99
«Es hora de ceder ya que después de Dios, rey del cielo, está Carlos III y nosotros no somos
quien para enfrentarnos a sus designios». Idem. García Jové a Mora, Valle de San Francisco, 7 de
julio de 1767.
83
juan josé benavides martínez
bernadores de los barrios de San Luis y del Valle de San Francisco recono-
cieran de nuevo a las autoridades. Pero el vuelco de la situación también se
debió a que los serranos no supieron responder a las expectativas de sus
aliados. Desde el principio los mineros se consideraron los líderes de la
revuelta. Sin embargo, se limitaron a exigir el pago de tributos sin ofrecer
a cambio ninguna contrapartida,100 como la aplicación de medidas concre-
tas para acabar con los conflictos por la tierra que sufrían los barrios y
pueblos de la región,101 o colaborar en la protección de las poblaciones que
solicitaban su ayuda.102 A principios de julio, los serranos, sin más aliados
que algunos pueblos próximos al Cerro de San Pedro y, por tanto, sin op-
ciones de resistir ante un más que probable ataque de las fuerzas de Mora
con el apoyo de los barrios de San Luis, decidieron negociar con este y
firmar la paz.103
La situación volvió aparentemente a la normalidad y las autoridades tra-
taron de sacar a los jesuitas de la ciudad nuevamente. Sin embargo, por enci-
ma del deseo de los poderes locales de cumplir con el decreto de expulsión,
este segundo intento de desalojar a los miembros de la Compañía parece una
hábil maniobra de Mora, que pudo comprobar la lealtad de los barrios, des-
cubrió la traición de los serranos y derrotó militarmente a los rebeldes, evi-
100
Los gobernadores de los barrios pensaron que los serranos les habían traicionado, porque
quisieron hacerles pagar tributos, lo que les pareció una señal de que seguirían siendo tratados como
tributarios, aunque el hecho de ser hombres libres no los eximía de pagar impuestos. Idem. Juan
Antonio Orosio a Patricio Jacobo Martínez, gobernador de San Sebastián, Cerro de San Pedro, sin
fechar.
101
El caso más claro fue el de San Nicolás del Armadillo, cuyo gobernador, Atanasio de la Cruz,
envió al Cerro hombres armados y se ofreció a pagarles rentas. Las muestras de fidelidad en sus
cartas fueron constantes, pero los serranos no las correspondieron apoyándole en los conflictos por
tierras de su pueblo. Este comportamiento le hizo sentirse decepcionado, pero siguió apoyando in-
condicionalmente a los serranos y su causa, incluso cuando ya no tenían más aliados. Idem. Atanasio
de la Cruz a Orosio y Alaniz, San Nicolás del Armadillo, 27 de junio de 1767; e idem. Atanasio de la
Cruz a Orosio y Alaniz, San Nicolás del Armadillo, 7 de julio de 1767.
102
Los serranos dejaron desamparados ante un posible ataque a los del Valle de San Francisco,
a pesar de que estos les habían informado de la carta de Mora al comandante de las tropas del Jaral y
les demostraron su fidelidad, al esperar su decisión después de conocer el acuerdo entre los barrios y
Mora. Idem., García Jové al gobernador del barrio de San Sebastián, Valle de San Francisco, 3 de
julio de 1767. Al no recibir respuesta de los serranos y temerosos ante un posible ataque decidieron
firmar la paz.
103
Mora se reunió con el cura del Cerro, Juan José Lionel de Vivero, partidario de que se plan-
tearan las reclamaciones por la vía legal, y le informó de que si los serranos dejaban las armas, no
sufrirían ningún castigo. Idem. Orosio y Alaniz a Atanasio de la Cruz, gobernador de Armadillo,
Cerro de San Pedro, 6 de julio de 1767. Teniendo en cuenta su situación, esta era una salida más que
aceptable para los serranos.
84
viejas milicias y nuevas revueltas...
104
Tanto los serranos como los barrios habían reconocido a las autoridades cuando se vieron en
inferioridad de fuerzas, así que todo apunta a que Mora decidió forzar la situación para que cada uno
demostrara sus verdaderas intenciones.
105
El día 6 los serranos pidieron al gobernador del Armadillo setenta hombres para ir a San Luis
a impedir la salida de los jesuitas. RAH, Jesuitas, 9-7321. Orosio y Alaniz a Atanasio de la Cruz,
Cerro de San Pedro, 6 de julio de 1767.
106
El día antes de la expulsión Mora llegó a un acuerdo con los barrios para que respetaran la
salida de los jesuitas, y el gobernador del barrio de Santiago se lo comunicó a los serranos. Idem.
Orosio y Alaniz a Atanasio de la Cruz, Cerro de San Pedro, 8 de julio de 1767.
107
Al contrario que en el primer intento de expulsión dos semanas atrás, las autoridades conta-
ban con una fuerza capaz de sofocar un tumulto y con la colaboración de los barrios. Castro Gutié-
rrez, Felipe, Nueva ley y nuevo rey…, p. 138.
108
Como veremos más adelante, no les fue mucho mejor a quienes trataron de llegar a acuerdos
con las autoridades para salvarse.
109
Recordemos que en Guadalcázar la situación había vuelto a la normalidad con el nombra-
miento del nuevo teniente de alcalde mayor.
85
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86
viejas milicias y nuevas revueltas...
114
La formación de una milicia no estaba al alcance de cualquiera. Recordemos que el alcalde
mayor fue incapaz de reunir una fuerza para evitar posibles disturbios durante el primer intento de
expulsión de los jesuitas (ver supra pp. 70 y 71).
115
Su hacienda del Peñasco se convirtió en mayorazgo, y quedó exento a perpetuidad del pago
de los derechos de lanzas y media annata. AHN, Consejos, L. 627. Registro del despacho de título de
conde de Nuestra Señora de Guadalupe del Peñasco, El Pardo, 26 de enero de 1768; y AGN, Indife-
rente Virreinal, C. 2049, exp. 12. Título de coronel de milicias de San Luis Potosí, El Pardo, 24 de
enero de 1768.
116
El marquesado del Jaral de Berrio quedó exento del pago del derecho de lanzas y del de
media annata hasta la primera sucesión. Además, Miguel de Berrio consiguió el hábito de la orden de
Santiago y le fue reconocido el derecho a fundar mayorazgos, tanto a él como a su esposa, Ana María
de la Campa y Cos, hija del conde de San Mateo de Valparaíso (en el epígrafe anterior ya hablamos
de esta familia de origen montañés, la principal de Zacatecas). AGS, DGT, Títulos de Indias, 184-
710. Concesión a Miguel de Berrio y Ana María de la Campa la capacidad de fundar mayorazgos,
Madrid, 13 de agosto de 1770; AHN, OM-Expedientillos, N. 18051. Data, hábito de Santiago de
Miguel de Berrio y Zaldivar, de 5 de diciembre de 1773; y AGI, Títulos de Castilla, N. 6. Concesión
del título de marqués de Jaral de Berrio, Madrid, 18 de diciembre de 1774.
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122
AGN, Indiferente Virreinal, C. 2236, exp. 13. Correspondencia entre el virrey y Fernando
Torija y Leri, México, Guanajuato y San Luis de la Paz, julio-octubre de 1767.
123
Esta institución fue creada en Nueva España en 1715 para perseguir a los bandoleros y sal-
teadores. Bazán Alarcón, Alicia, «El Real Tribunal de la Acordada y la delincuencia en la Nueva
España», Historia Mexicana, vol. 13, n.º 3, enero-marzo 1964, El Colegio de México, México,
pp. 317-345.
124
Tras participar en la expedición de Gálvez, se quedó en San Luis como sargento mayor del
cuerpo miliciano establecido allí. AGN, Correspondencia de los virreyes, vol. 14. Méritos del tenien-
te Antonio Carvajal, San Luis Potosí, 16 de noviembre de 1770.
125
Frejomil fue el primero en llegar al Venado al mando de una tropa formada y costeada por él,
con vecinos de la jurisdicción que gobernaba. AGN, Indiferente Virreinal, C. 3428, exp. 1. Presentación
de méritos propios y de su padre de José Casiano Frejomil y Garay, México, 26 de febrero de 1801.
126
RAH, Jesuitas, 9-7320. Gálvez al virrey Croix, San Luis Potosí, 16 de agosto de 1767.
127
El gobernador del Armadillo, uno de los más comprometidos con la rebelión junto a los se-
rranos, envió a mediados de julio un grupo de hombres para ayudar a las autoridades a pacificar
Guadalcázar, que consiguieron arrestar a varios cabecillas de la sublevación que habían tratado de
refugiarse en la zona. RAH, Jesuitas, 9-7321. Mora a Atanasio de la Cruz, San Luis Potosí, 21 de
julio de 1767; e idem. El teniente Francisco González a Atanasio de la Cruz, Guadalcázar, 25 de julio
de 1767.
89
juan josé benavides martínez
radores» dejaban de ser útiles también eran apresados y condenados con todo
el rigor.128
Los implicados en los tumultos fueron castigados con severidad. Entre
el 7 de agosto y el 5 de octubre Gálvez sentenció a la pena capital en la horca
a 56 hombres, los principales cabecillas en cada uno de los núcleos subleva-
dos.129 La mayoría de los condenados fueron decapitados después de muertos
(a los que habían escrito cartas también se les cortó la mano) y sus cabezas
se colocaron sobre picas frente a sus casas, que fueron demolidas y el terreno
sembrado con sal. Además, sus familiares directos y descendientes fueron
desterrados de por vida.130 También el visitador condenó a trabajos forzados
en Veracruz o en La Habana a más de cuatrocientos hombres, la mayoría de
ellos de por vida, aunque algunos por un periodo de seis, ocho o diez años.
Otros 18, por incapacidad para realizar trabajos pesados, fueron condenados
al exilio.131
Viendo la gran cantidad de condenados, entorno a quinientos, habría que
preguntarse hasta qué punto eran concluyentes las pruebas contra la mayoría.
La implicación en los tumultos de los principales cabecillas estaba fuera de
toda duda, pero el papel jugado por cientos de los acusados era difícil de
probar. Sin embargo, en respuesta a la multitudinaria participación en las
revueltas, las autoridades necesitaban un número significativo de condenas,
así que en muchos casos se dio validez a testimonios y pruebas dudosas o al
menos no concluyentes.132
128
Mora ordenó al gobernador Atanasio de la Cruz, después de que éste hubiese entregado a
varios participantes en los tumultos, que fuera a San Luis para jurar obediencia al visitador y terminó
siendo condenado a muerte. Idem. Francisco de Mora a Atanasio de Cruz, San Luis Potosí, 31 de
julio de 1767. El final de Atanasio de la Cruz demuestra que las autoridades lo utilizaron en su bene-
ficio porque, en realidad, era «carne de patíbulo» desde el principio.
129
Doce del Venado y La Hedionda, once del Cerro de San Pedro, once del Armadillo, ocho de
los barrios de San Luis, siete del Valle de San Francisco, tres de Guadalcázar, dos del Real de los Po-
zos, uno de Laguna Grande y uno de Soledad de los Ranchos. RAH, Jesuitas, 9-7320. Sentencias de
los comisionados ratificadas por Gálvez, San Luis Potosí, 11 de agosto de 1767 a 5 de octubre de 1767.
130
Especialmente crueles fueron las penas impuestas a los dos serranos que dirigieron la revuel-
ta, Orosio y Alaniz, cuyas mujeres e hijos tuvieron que pasar bajo la horca, mientras colgaban los
cuerpos sin vida, y al gobernador de San Nicolás del Armadillo, Atanasio de la Cruz, cuyo cadáver
fue descuartizado por cuatro caballos y sus extremidades quedaron expuestas. BN, Manuscritos,
Mss/10919. Sentencia dictada por el visitador Gálvez condenando a los participantes en los tumultos,
San Luis Potosí, 7 de agosto de 1767.
131
Previa pena de azotes. Idem.
132
Varios prisioneros condenados a presidio pidieron al serrano José Patricio Alaniz, que entre-
gara a los verdaderos culpables. Idem. Un grupo de presos a Patricio Alaniz, San Luis Potosí, sin
fechar.
90
viejas milicias y nuevas revueltas...
133
RAH, Jesuitas, 9-7320. El visitador Gálvez al virrey Croix, San Luis Potosí, 16 de agosto de
1767.
134
En el caso de los barrios de la capital esta pena quedó impuesta a perpetuidad. Tan solo Tlax-
calilla, cuyos habitantes no participaron en los motines, siguió manteniendo el estatuto de pueblo.
Idem. El visitador Gálvez al virrey Croix, San Luis Potosí, 5 de octubre de 1767.
135
Especialmente duro fue con los pueblos del Venado y La Hedionda, a los que confiscó los
bienes de las cofradías para subastarlos entre terratenientes españoles. El encargado de cumplir la
sentencia fue el nuevo administrador de las cofradías, el cura párroco Diego Martín de la Campa.
Marcelino de Jesús, el antiguo administrador, fue destituido y multado con 500 pesos por ir armado
a la junta del día en que se inició la revuelta. Idem. El visitador Gálvez al virrey Croix, San Luis
Potosí, 15 de septiembre de 1767.
136
Idem. El visitador Gálvez al virrey Croix, San Luis Potosí, 3 de octubre de 1767.
91
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137
El día en que fueron ejecutados los primeros condenados en la plaza mayor de San Luis,
Gálvez dio un discurso en el que justificaba la dureza a la hora de aplicar la justicia, como aviso para
la población. Gálvez, José de (Ed. Castro Gutiérrez, Felipe), Informe sobre las rebeliones..., p. 25.
138
Gálvez entró a formar parte del funcionariado real en 1764 y tan solo un año más tarde fue
nombrado visitador de Nueva España. Navarro García, Luis, La política de José de Gálvez…,
pp. 16 y 17.
139
«de discípulos de la Compañía han salido papeles […] exhortando a los pueblos a que defen-
dieran con mano armada la causa de los jesuitas». «…iba prendiendo el fuego de la rebelión en dis-
posición de poner en combustión a todo este reino.» RAH, Jesuitas, 9-7320. Informe del virrey Croix
al conde de Aranda sobre las sublevaciones de San Luis Potosí, México, 26 de agosto de 1767.
140
«…la rebelión cuya exterminación se debió a la conducta del visitador, que excedió a las
facultades naturales de un solo hombre.» Idem.
141
Esto le costó algunas duras críticas en su momento: «...llegado a Potosí, mandó salir a los
expulsos detenidos de su orden para confundir así unas causas con otras y hacer de todas la sola que
le había de ensalzar, acortando camino a donde previó su ambición. Inmediatamente mandó hacer
sumarias por diversos sujetos de su comitiva sin pararse en idoneidad y en poquísimos días sentenció
sin forma alguna de juicio a multitud de infelices». AGI, Estado, 34, N. 36. Informe de las expedi-
ciones y providencias de la visita de José de Gálvez, visitador general de Nueva España, Anónimo,
sin lugar, 28 de agosto de 1768.
92
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142
En su discurso fray Manuel de Escobar, que jugó un papel importante tratando de contener
los actos violentos durante los tumultos en la medida de lo posible, condenó con dureza las acciones
de los rebeldes y alabó la tarea pacificadora del visitador. RAH, Jesuitas, 9-7320. Discurso sobre los
sucesos de San Luis Potosí leído por fray Manuel de Escobar, México, 1768.
143
BN, Manuscritos, Mss/10919. Informe del virrey Croix al conde de Aranda sobre las penas
aplicadas por el visitador en San Luis Potosí, México, 20 de agosto de 1767.
144
Las cartas escritas por los otros rebeldes a los serranos siempre estaban dirigidas a Orosio y
Alaniz, a los que se les denomina como «grandes señores» o «poderosos mineros». Tampoco en la
correspondencia escrita por los del Cerro se aprecia que Alaniz tuviera una consideración especial,
ya que todas estaban firmadas por Orosio y Alaniz, sin más títulos que los anteriormente señalados.
145
RAH, Jesuitas, 9-7320. Discurso sobre los sucesos de San Luis Potosí leído en la plaza ma-
yor por fray Manuel de Escobar, México, 1768.
93
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146
Idem.; e idem. Informe del virrey Croix al conde de Aranda sobre las sublevaciones de San
Luis Potosí, México, 26 de agosto de 1767.
147
Castro Gutiérrez, Felipe, Nueva ley y nuevo rey..., p. 251.
148
Al quedar suprimido el estatuto de pueblo del barrio del Montecillo y de San Nicolás del
Armadillo, los carmelitas fueron reconocidos como dueños legítimos de las tierras donde se asenta-
ban y, según las órdenes del visitador, los habitantes de los pueblos debían pagarles un censo del 3%.
En cuanto a Soledad de los Ranchos, Gálvez decidió fundar una población, repartiendo parcelas
iguales entre sus habitantes, pero estas tierras pertenecían al común de la minería, así que los bene-
ficiarios del censo al 3% debían ser los mineros del Cerro de San Pedro. Idem., pp. 205-207.
94
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95
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152
Además, las tierras confiscadas a los pueblos indios solo sirvieron para incrementar las pro-
piedades de algunos hacendados, cuya relación con los naturales no era la más adecuada para la es-
tabilidad social. El más favorecido por la enajenación de las tierras del Venado y la Hedionda fue el
marqués de Rivas Cacho, dueño de la hacienda Guanamé, que se hizo con 25 000 hectáreas por 5500
pesos. Bazant, Jan, Cinco haciendas..., p. 100.
153
Ante la insostenible situación de algunas poblaciones, las medidas del visitador tuvieron que
ser suavizadas por las autoridades. Tal fue el caso de San Nicolás del Armadillo, cuyo párroco, el
bachiller Saavedra, consiguió en 1768 que los carmelitas les restituyeran algunas tierras. Montejano
y Aguiñaga, Rafael, El valle de Santa Isabel…, p. 73.
154
El arbitrio impuesto por Gálvez sobre el maíz solo sirvió para incrementar la venta clandes-
tina y nunca se recaudó lo esperado. Pero, además de los problemas presupuestarios, el ayuntamien-
to tuvo que litigar con el comerciante Toribio Cortina Díaz, porque en el sitio en que debían ubicarse
las nuevas casas reales era de su propiedad. AGN, Propios y Arbitrios, vol. 11, exp. 1. Expediente
formado para la reedificación de las casas reales de San Luis, San Luis Potosí, 1776-1795; y AGN,
Intendencias, vol. 36. Aprobación por parte del ayuntamiento de San Luis del presupuesto para la
construcción de las nuevas casas reales, San Luis Potosí, 28 de mayo de 1802.
155
Consideramos que es un testimonio próximo a la realidad, porque, aunque Urbina no se ca
racterizara por su buena administración, tampoco se le pueden achacar abusos de autoridad ni co
rrupción.
156
AGN, Alcaldes Mayores, vol. 1. Andrés de Urbina al virrey Croix solicitando un traslado,
San Luis Potosí, 16 de febrero de 1770. A pesar de los escasos méritos de Urbina, las influencias de
su pariente Tomás Ortiz de Lándazuri, miembro del Consejo de Indias, hicieron que fuera propuesto
para otro gobierno en Nueva España y que se le ascendiera a capitán. Sin embargo, por cuestiones de
salud, finalmente, se le otorgó licencia para regresar a la península, donde falleció, en Vitoria, en
1778. Martínez Salazar, Ángel, Presencia alavesa en…, pp. 238 y 239.
96
Capítulo 3
«UNA MULTITUD DESORGANIZADA
DE VAGABUNDOS E INDOLENTES».
LA LEGIÓN DE SAN CARLOS
1
AGN, Reales Cédulas Originales, vol. 92, exp. 20. Nombramiento de Francisco de Mora como
coronel de la Legión de San Carlos, México, 19 de enero de 1768.
2
De las once compañías de infantería, las siete primeras se formaron en San Luis, la 8.ª en
Guadalcázar, la 9.ª en Sierra de Pinos, la 10.ª en Rioverde, y la 11.ª en San Luis de la Paz (Guanajua-
to). Entre las 49 de caballería, nueve se asentaban en Rioverde, seis en Guadalcázar, seis en Charcas,
cuatro en Armadillo, tres en Matehuala, tres en el Valle de San Francisco, tres en el Real de Pozos,
tres en Santa María del Río, dos en Sierra de Pinos, dos en la hacienda de Bocas, una en Monte Cal-
dera, una en Barrancas, una en la hacienda Tepetate, una en la hacienda Picachos, una en El Venado,
una en la hacienda de González, una en la hacienda de Derramaderos y una en San Luis de la Paz
(Guanajuato). AGS, SGU, 7002, exp. 1. Instrucción entregada al coronel Salcedo para el restableci-
miento de los cuerpos provinciales en San Luis Potosí, México, 19 de noviembre de 1794. (Ver infra
mapa 8)
97
juan josé benavides martínez
(Elaboración propia)
3
Antes de abandonar San Luis Gálvez pasó revista a las tropas establecidas en los primeros dos
meses, unos 2500 hombres, 600 de infantería (nueve compañías) y el resto de caballería (39 compa-
ñías). AGI, México, 1365. Estado de fuerza de la Legión de San Carlos, San Luis Potosí, 6 de sep-
tiembre de 1767.
98
«una multitud desorganizada de vagabundos e indolentes»...
4
RAH, Jesuitas, 9-7320. Gálvez al virrey Croix, San Luis Potosí, 16 de agosto de 1767.
5
Natural de Asientos de Ibarra (Aguascalientes), en el momento de la formación de la Legión
tenía cuarenta y dos años. Fue capitán de la fuerza creada por Mora para pacificar la región. Durante
sus años de servicio se mostró como un oficial cumplidor con sus obligaciones. AGN, Indiferente
Virreinal, C. 5781, exp. 33. Hojas de servicios de los jefes de la Legión de San Carlos, México, 15
de mayo de 1776.
6
Era hijo de un oidor de México y estaba casado con una sobrina de Francisco de Mora. Ya
hablamos de este personaje por su papel protagonista en la fundación de Real de Catorce (ver supra
p. 35).
7
AGS, SGU, 7002, exp. 1. Informe del coronel Salcedo al virrey Branciforte sobre la Legión de
San Carlos, San Luis Potosí, 18 de marzo de 1795.
8
AGI, México, 2421. El conde del Peñasco al virrey Croix, México, 30 de noviembre de 1770.
99
juan josé benavides martínez
100
«una multitud desorganizada de vagabundos e indolentes»...
mayor decidió consultar con un asesor jurista, el cura del Venado, Diego
Martín de la Campa (ver supra p. 76), que desmontó los razonamientos de
López Portillo.16 Además, alegaba que el caso no podía ser juzgado por la
justicia militar, porque el origen del conflicto era una deuda contraída antes
de que ambos fuesen milicianos y el fuero militar no era retroactivo. Urbina
envió el caso a la secretaría del virreinato, y el virrey confirmó que el litigio
quedaba bajo la jurisdicción del alcalde mayor.17
En este caso se puede observar como Gándara quería valerse de su estatus
jurídico privilegiado para evitar pagar una deuda y el teniente coronel quería
que el caso quedara bajo su jurisdicción a toda costa. Los argumentos presen-
tados por López Portillo no se sustentaban y fueron desmontados por otro
jurista, pero demuestran su gran interés por encargarse de este litigio, ya fuera
porque quería proteger a Gándara por corporativismo entre milicianos, por-
que mantenían una buena relación personal, o para cobrar las tasas del juicio.
En cualquier caso, el alcalde mayor se vio obligado a pelear para que este caso
y muchos otros quedaran bajo su jurisdicción, ya que las rentas que obtenía
por ejercer de justicia eran la principal fuente de ingresos de su cargo.18
Algo similar ocurrió en Guadalcázar por una disputa entre el teniente de
alcalde mayor, Pedro de Garaya, y los milicianos de las compañías formadas
en su jurisdicción, que se negaban a pagar las alcabalas. Aunque no tuvieran
derecho a ello, el coronel los amparaba y trató de que el virrey interviniera a
su favor por los servicios que estos hombres prestaban en la milicia.19 Sin
embargo, remitiéndose a la legislación vigente, Bucareli ordenó que los mi-
licianos cumplieran con sus obligaciones tributarias.20
cobraban por sus servicios era conveniente que se respetara en cualquier caso su jurisdicción privi-
legiada. Idem. López Portillo al alcalde mayor Urbina, San Luis Potosí, 5 de febrero de 1768.
16
1) El caso era civil, porque su origen no estaba en un crimen; 2) solo el demandante era ofi-
cial; 3) el fuero militar era un derecho no una obligación, así que se podía renunciar a él; y 4) los
milicianos ya disfrutaban de una serie de privilegios establecidos por la ley y no había razón para
extenderlos. Idem. Dictamen de Diego Martín de la Campa, San Luis Potosí, 6 de febrero de 1768.
17
Idem. El virrey Croix al alcalde mayor Urbina, México, 27 de febrero de 1768.
18
Meses antes de dejar su empleo de alcalde mayor de San Luis, Urbina se quejaba de la reduc-
ción de sus ingresos porque «… desde el establecimiento de la Legión toda la jurisdicción se halla en
un estado general de alistamiento y nadie reconoce mi autoridad porque todos se acogen a fuero.»
AGN, Alcaldes Mayores, vol. 1. Andrés de Urbina al virrey Croix solicitando un traslado, San Luis
Potosí, 16 de febrero de 1770.
19
AGN, Correspondencia de Diversas Autoridades, vol. 15, exp. 97. Representación del conde
del Peñasco al virrey Bucareli, hacienda del Peñasco, 13 de noviembre de 1771.
20
Idem., exp. 99. Orden del virrey Bucareli al conde del Peñasco, México, 7 de diciembre
de 1771.
101
juan josé benavides martínez
21
AGN, Indiferente Virreinal, C. 4020, exp. 4. El conde del Peñasco al virrey Croix, hacienda
del Peñasco, 10 de mayo de 1769; e idem. El ayuntamiento de San Luis al virrey Croix, San Luis
Potosí, 14 de junio de 1769.
22
Idem. El virrey Croix al conde del Peñasco, México, 1 de julio de 1769.
23
Recordemos que su actuación como alcalde ordinario contribuyó a alimentar el resentimiento
de los barrios indios de San Luis, que estalló en los motines de 1767 (ver supra pp. 66 y 67).
24
AGN, Indiferente Virreinal, C. 4020, exp. 4. El ayuntamiento de San Luis al virrey Croix, San
Luis Potosí, 14 de julio de 1769; e idem. El virrey Croix al ayuntamiento de San Luis Potosí, México,
5 de agosto de 1769.
102
«una multitud desorganizada de vagabundos e indolentes»...
25
El alcalde mayor Urbina se vio obligado a consultárselo al virrey. Idem. El alcalde mayor
Urbina al virrey Croix, San Luis Potosí, 10 de febrero de 1769.
26
Gálvez impuso varias multas a los pueblos implicados en los tumultos con la que esperaba
que las casas reales de San Luis recaudaran unos 7000 pesos anuales, algo que nunca sucedió (ver
supra p. 91).
27
AGN, Indiferente de Guerra, vol. 33b. El conde del Peñasco al virrey Bucareli, hacienda del
Peñasco, 29 de noviembre de 1771.
28
El cabildo potosino alegaba además, que se trataba de un arbitrio extraordinario, hasta que se
levantasen los nuevos edificios, y si se utilizaba en otras cuestiones, acabaría siendo permanente.
AGN, Ayuntamientos, vol. 167. El ayuntamiento de San Luis al virrey Croix, San Luis Potosí, 28 de
octubre de 1768.
29
A los pocos meses de comenzar a cobrar el nuevo impuesto, el ayuntamiento potosino solici-
tó al visitador su suspensión si el precio de la fanega de maíz llegaba a doce reales, para que los
sectores más humildes de la población no se vieran tan perjudicados. Gálvez ordenó que así se hicie-
103
juan josé benavides martínez
ra. AGN, Indiferente de Guerra, vol. 188a. Gálvez al cabildo de San Luis Potosí, Puerto de la Paz, 18
de octubre de 1768.
30
Ese dinero serviría para cubrir los gastos de leña de los milicianos acuartelados. AGN, Indi-
ferente de Guerra, vol. 33b. El conde del Peñasco al virrey Bucareli, hacienda del Peñasco, 29 de
noviembre de 1771.
31
Ibid. El virrey Croix al visitador Gálvez, México, 5 de diciembre de 1770.
32
Ibid. Orden de Gálvez al ayuntamiento de San Luis, México, 15 de diciembre de 1770; e
idem. Traslado de la orden al oficial de las cajas reales, San Luis Potosí, 26 de enero de 1771.
33
Ibid. El conde del Peñasco al virrey Bucareli, hacienda del Peñasco, 29 de noviembre
de 1771.
104
«una multitud desorganizada de vagabundos e indolentes»...
34
Ibid. El virrey Bucareli al conde del Peñasco, México, 7 de diciembre de 1771
35
Las escasas excepciones se debían a la mala situación económica de los individuos en cues-
tión. Estos documentos fueron elaborados por todos los capitanes de la Legión, que reunieron a sus
respectivas compañías para que los milicianos firmaran estas declaraciones totalmente dirigidas.
Ibid. El conde del Peñasco al virrey Bucareli, hacienda del Peñasco, 13 de enero de 1772.
36
Los capitanes no preguntaron a los milicianos si sus familias pasaban apuros durante su estan-
cia en San Luis ni sobre sus condiciones de vida durante el acuartelamiento en la capital potosina.
37
AGN, Indiferente de Guerra, vol. 33b. Bucareli al ayuntamiento de San Luis, México, 11 de
marzo de 1772.
105
juan josé benavides martínez
sufragar los gastos de las milicias. En los algo más de tres años que habían
pasado desde la imposición del arbitrio se habían recaudado 14 634 pesos,
de los que dos terceras partes fueron destinados a la construcción de la nue-
va alhóndiga, 1733 para pagar a los músicos de la Legión, y 3053 para el
ramo de propios de la ciudad.38 Basándose en estos datos, los miembros del
ayuntamiento trataron de convencer al virrey de que la utilización de este
arbitrio para financiar los gastos de las milicias no era recomendable, por-
que su recaudación no era constante, ya que si el precio del maíz superaba
los doce reales por fanega no se cobraba; porque la escasez del fondo de
propios hacía que la ciudad tuviera que recurrir a este impuesto para cua-
drar sus cuentas; y porque su utilización para otras cuestiones que no fueran
la construcción de los nuevos edificios, contradecía la orden de Gálvez y
resultaría perjudicial para los contribuyentes, ya que el arbitrio acabaría
siendo perpetuo. Asimismo, consideraban que no era adecuado que el ayun-
tamiento de San Luis tuviera que hacer frente a los gastos de todo el cuerpo,
cuando muchas de las compañías de la Legión estaban asentadas en otras
jurisdicciones. Pero, además, los miembros del cabildo potosino se mostra-
ban contrarios a que se destinaran recursos a la Legión, fuera cual fuera su
origen, porque resultaría un gasto inútil, como lo demostraba el hecho de
que, tras cuatro años pagando a los tambores y trompetas, los milicianos
seguían sin saber tocar bien los instrumentos. De igual manera, afirmaban
que la mayoría de los milicianos, que habían asegurado realizar gustosa-
mente el servicio en San Luis, mintieron por temor a represalias de sus ofi-
ciales.39
A la vista de este informe, el virrey Bucareli se negó a aprobar los privi-
legios que solicitaba el coronel. Tampoco otorgaba ninguna credibilidad a
los documentos en los que los milicianos aseguraban cumplir gustosamente
con el servicio de una semana en San Luis, así que ordenó suprimirlo a no ser
que se les fijara un sueldo. Sobre el origen de los fondos para pagar estos
salarios, dispuso que fuera el inspector de tropas el que, después de pasar
revista al cuerpo, decidiera si era conveniente utilizar parte de la recaudación
del arbitrio del maíz.40
38
Ibid. Cuenta del producto del arbitrio sobre el maíz desde noviembre de 1767 a diciembre de
1771, San Luis Potosí, 28 de marzo de 1772.
39
Ibid. Informe del ayuntamiento de San Luis al virrey Bucareli, San Luis Potosí, 6 de julio
de 1772.
40
Ibid. El virrey Bucareli a la Real Audiencia, México, 19 de mayo de 1773.
106
«una multitud desorganizada de vagabundos e indolentes»...
107
juan josé benavides martínez
44
AGN, Indiferente Virreinal, C. 747, exp. 31. Nombres propuestos por el coronel conde del
Peñasco para ocupar las oficialías milicianas de la Legión de San Carlos, San Luis Potosí, 7 de junio
de 1781; e ibid., C. 3823, exps. 11 y 12. Nombramientos de varios oficiales de caballería e infantería
de la Legión de San Carlos, Madrid, 20 de marzo de 1782.
45
AGS, SGU, 7002, exp. 1. Informe del coronel Salcedo al virrey Branciforte sobre la Legión
de San Carlos, San Luis Potosí, 18 de marzo de 1795.
46
Tras su fallecimiento, se encontraron entre los papeles del coronel 42 despachos que nunca
llegaron a manos de sus legítimos propietarios. AGN, Indiferente Virreinal, C. 1926, exp. 2. Despa-
chos inútiles de oficiales de la Legión de San Carlos, México, 23 de septiembre de 1767 – 14 de
noviembre de 1782.
108
«una multitud desorganizada de vagabundos e indolentes»...
47
Entre suboficiales y tropa el número total de milicianos que debían formar la Legión de San
Carlos era de 3264, 814 de infantería (74 por compañía) y 2450 (50 por compañía). AGN, Corres-
pondencia de los virreyes, vol. 15. Estado de fuerza de la Legión de San Carlos, San Luis Potosí, 25
de septiembre de 1770.
48
La pérdida demográfica se hacía visible en el consumo de maíz, que en 1765 era de 80 000
fanegas y en 1772 de 35 000. AGN, Indiferente de Guerra, 33b. El ayuntamiento de San Luis al vi-
rrey Bucareli, San Luis Potosí, 6 de julio de 1772. Como hemos señalado anteriormente, si bien hubo
un descenso demográfico, que este fuera superior al 50% parece poco probable, y esta fuerte caída
del consumo «oficial» de maíz estaría más relacionada con un aumento del contrabando de este
producto para evitar el tributo.
49
En 1767 el visitador Gálvez había prohibido a los indios de la región potosina portar armas y
montar a caballo (ver supra p. 91).
50
La legislación establecía que los mestizos y castas debían servir en compañías separadas,
porque los españoles rechazarían formar parte de estas unidades, y no aceptarían sus órdenes, aunque
fueran suboficiales. AGN, Indiferente de Guerra, 33b. El ayuntamiento de San Luis al virrey Buca-
reli, San Luis Potosí, 6 de julio de 1772; y Suárez, Santiago Gerardo, Las Milicias…, pp. 90-95.
51
AGN, Indiferente de Guerra, 33b. El ayuntamiento de San Luis al virrey Bucareli, San Luis
Potosí, 6 de julio de 1772.
52
Para cubrir las plazas de las compañías milicianas era necesario alistar a la mayor parte de los
varones en edad militar avecindados en cada población, incluidos castas, mestizos e indios. Tal era
el caso, por citar algunos ejemplos, del Real de Pozos, de Guadalcázar, de Charcas y del Valle de San
Francisco. Villaseñor y Sánchez, José Antonio (Ed. Montejano y Aguiñaga, Rafael), Descripción
general de la…; y AGN, Correspondencia de los virreyes, vol. 15. Estado de fuerza de la Legión de
San Carlos elaborado por el conde del Peñasco, San Luis Potosí, 25 de septiembre de 1770.
109
juan josé benavides martínez
53
Velázquez, Primo Feliciano, Historia de San Luis..., t. II, pp. 473 y 474.
54
AGN, Indiferente Virreinal, C. 6545, exp. 120. El ayuntamiento de San Luis al virrey Buca-
reli, San Luis Potosí, 12 de junio de 1776.
55
Los milicianos podían negarse a desempeñar empleos públicos, pero no estaba prohibido que
los ejercieran. Marchena Fernández, Juan, Caballero Gómez, Gumersindo y Torres Arriaza, Die-
go, El ejército en América antes de la independencia…, pp. 129 y 130.
56
AGN, Indiferente Virreinal, C. 6545, exp. 120. El ayuntamiento de San Luis al virrey Buca-
reli, San Luis Potosí, 27 de agosto de 1776.
57
Bucareli ordenó que los miembros del ayuntamiento de San Luis al completo ocuparan un
lugar preferente en los actos públicos, y, si alguno de ellos también era oficial miliciano, para que la
imagen de la Legión no se viera perjudicada, bastaría con que el coronel designara a otro para cubrir
su puesto. Ibid. Dictamen del auditor de guerra sobre la consulta del ayuntamiento de San Luis,
México, 10 de septiembre de 1776.
110
«una multitud desorganizada de vagabundos e indolentes»...
58
AGN, Indiferente Virreinal, C. 4020, exp. 4. El alcalde mayor Urbina al virrey Croix, San
Luis Potosí, 28 de abril de 1769.
59
Douché, coronel del Regimiento de Caballería del Príncipe, fue designado inspector de la
caballería y dragones de Nueva España en 1767. En junio de 1768 llegó a Veracruz, donde comenzó
con su tarea. Partidario del establecimiento de las milicias, en los meses siguientes inspeccionó los
regimientos de Jalapa, Puebla y México, y en enero de 1770 partió hacia el norte, primero a Queré-
taro, después a Guanajuato y, por último, a San Luis. Navarro García, Luis, «El marqués de…»,
pp. 316 y 317.
111
juan josé benavides martínez
60
AGI, México, 2421. El conde del Peñasco al virrey Croix, México, 30 de noviembre de 1770.
61
La división en escuadrones parecía imposible, además, por la falta de oficiales, portaguiones
e, incluso, estandartes, ya que solo había cuatro. Ibid.
112
«una multitud desorganizada de vagabundos e indolentes»...
62
El conde del Peñasco aseguraba haber sufragado 250 mangas y otros tantos sombreros que
fue repartiendo a los que acudían a realizar el servicio en San Luis. Ibid. Sin embargo, no había
constancia de ello, ya fuera porque el coronel mentía o porque muchos los habían vendido.
63
Ibid.
64
Ibid.
65
AGN, Correspondencia de los virreyes, vol. 15, exp. 78. El conde del Peñasco al virrey Croix,
México, 22 de octubre de 1770.
66
Ibid.
113
juan josé benavides martínez
armamento,67 pero consideraba que no era criticable, ya que cada unidad de-
bía acomodarse a las posibilidades de la zona en la que estaba formada, y los
milicianos, como fieles vasallos, se esforzaban dentro de sus posibilidades
para servir al rey.68
Sin embargo, parece que el informe del inspector Douché se acercaba
más a la realidad que las cartas de descargo del conde del Peñasco al virrey,
que se aprovechó de su «buen nombre» para ocultar el verdadero estado de
la Legión. Había desempeñado un papel fundamental para acabar con los
tumultos de 1767 y sabía que Gálvez había informado positivamente al vi-
rrey acerca de su persona.69 Esos buenos informes, que le habían valido un
título de Castilla, el hábito de una orden y el mando de la Legión, contrasta-
ban con los que Croix había recibido sobre el inspector Douché.70 Además,
otro argumento jugaba a favor del conde del Peñasco: Gálvez creó la Legión
de San Carlos, por lo que criticarla supondría un menosprecio al visitador.71
Por tanto, basándose en cuestiones personales, el conde del Peñasco
consiguió que Croix, que había colaborado con Gálvez durante su visita a
Nueva España, alabara a la Legión de San Carlos en su informe al ministerio
y criticara la labor del inspector Douché, al que decidió enviar de regreso a
España.72 El virrey apoyó ante el ministro los argumentos del conde del Pe-
67
De hecho, un año después de la revista, el coronel solicitó el envío de una remesa de sombre-
ros y lanzas para la tropa. Ibid., exp. 80. Solicitud del conde del Peñasco, hacienda del Peñasco, 25
de enero de 1771.
68
AGI, México, 2421. El virrey Croix al conde del Peñasco, México, 20 de septiembre de 1771.
69
«Ya sabía que no era ese [el estado deficiente de la Legión] por información del coronel de la
Legión, conde del Peñasco, hombre de demostrada fidelidad, honradez y honor.» AGI, México,
2421. Informe del virrey Croix a Julián de Arriaga sobre la revista del coronel Douché a la Legión de
San Carlos, México, 30 de octubre de 1770. El conde del Peñasco mantenía una buena relación con
Croix, hasta el punto que le solicitó una recomendación para su sucesor al frente del virreinato. AGN,
Correspondencia de Diversas Autoridades, vol. 15, exp. 89. El conde del Peñasco al virrey Croix,
hacienda del Peñasco, 9 de agosto de 1771.
70
El virrey también recibió quejas de la conducta de Douché desde Guanajuato, Querétaro y
Veracruz. AGN, Correspondencia de los virreyes, vol. 14. El virrey Croix a Julián de Arriaga sobre
los inspectores De la Torre y Douché, México, 20 de septiembre de 1771.
71
«... actuó [Douché] denigrando la Legión […], y con ella la labor del virrey y del visitador
Gálvez». AGI, México, 2421. Informe del virrey Croix a Julián de Arriaga sobre la revista del coro-
nel Douché a la Legión de San Carlos, México, 30 de octubre de 1770.
72
El virrey definió la Legión de San Carlos como «...uno de los mejores cuerpos milicianos del
virreinato». Mientras que se refería a Douché en los peores términos: se enemistó con los oficiales
de los cuerpos a los que pasó revista, alternaba con prostitutas, otorgaba licencias a cambio de dine-
ro... AGN, Correspondencia de los virreyes, vol. 15. Croix al ministro Arriaga sobre el inspector
Douché, México, 30 de octubre de 1770.
114
«una multitud desorganizada de vagabundos e indolentes»...
115
juan josé benavides martínez
retiros y por los que emigraban a otras regiones, que rondaban el 25%.76 Por
tanto, para que el estado de fuerza de la Legión presentado por el coronel
fuera real, se tenían que haber alistado en menos de tres años más de mil
milicianos, ochenta de ellos oficiales, una tarea prácticamente imposible en
una región en la que ya había más de 2700 hombres que formaban parte de
la milicia.77
3. El conde acusaba al inspector de negarse a pasar revista a algunas
compañías, pero solo con verlas en formación, sin uniformar, algunas desar-
madas y con gran número de bajas, se podría hacer una idea de su escaso o
nulo nivel de instrucción.
4. El coronel justificaba las altas cifras de ausentes por la mala actua-
ción del inspector, pero los cuidados de Douché para que pudiera acudir el
mayor número de hombres a las revistas fueron evidentes, como hemos se-
ñalado anteriormente. Fue el desorden y la falta de disciplina que reinaba en
la Legión lo que provocó que hubiera tan alto grado de absentismo.78
5. El coronel no negaba dos asuntos tan graves, como la irregularidad
del número de plazas de cada compañía, que impedía la formación de escua-
drones, y la escasez de uniformes y, sobre todo, de armamento.
6. A pesar de la buena reputación del conde del Peñasco y que el reco-
nocimiento de las carencias de la Legión implicaba una crítica a la labor
del visitador Gálvez, en su propuesta de reorganización de las milicias de
Nueva España al virrey, el ministro Arriaga le dio mayor credibilidad a los
informes del denostado inspector Douché, aunque no lo reconocía expresa-
mente. Consideraba que la Legión era un cuerpo demasiado numeroso y
que podía resultar peligroso, porque la mayoría de sus miembros eran crio-
llos (los mandos), castas y mestizos (la tropa). Por ello propuso reducir la
caballería a un regimiento de doce compañías de cincuenta hombres cada
Rioverde, Valle de San Francisco, El Venado, San Luis de la Paz y Charcas. En cuanto a la infantería
se creó una compañía en San Luis de la Paz y otra en Guadalcázar. Ibid.
76
Ibid.; y RAH, Jesuitas, 9-7320. Estado de la Legión de San Carlos, San Luis Potosí, 4 de
noviembre de 1767.
77
Además, el coronel volvió a contradecirse, ya que, según el estado de fuerza de la Legión que
elaboró unos meses después de la revista de Douché, faltaban 456 hombres para el completo. AGN,
Indiferente Virreinal, C. 2730, exp. 1. Estado de fuerza de la Legión de San Carlos, hacienda del
Peñasco, 6 de enero de 1771.
78
A la semana de comenzar su comisión, Douché ya se quejaba de la falta de disciplina de la
Legión. Sus órdenes, por mucho que las repitiera, no eran obedecidas. AGI, México, 2421. El inspec-
tor Douché al coronel conde del Peñasco, San Luis Potosí, 7 de febrero de 1770.
116
«una multitud desorganizada de vagabundos e indolentes»...
79
El ministro era partidario de reducir el número de milicianos en el virreinato. Creía que la
capacidad de los oficiales y el orden y disciplina de la tropa miliciana eran más importantes que su
número, por lo que era necesario verificar que las milicias estuvieran formadas por individuos con
las condiciones establecidas por la normativa. AGN, Indiferente de Guerra, vol. 224a. Informe del
Julián de Arriaga al virrey Croix sobre la organización de las milicias de Nueva España, El Pardo, 15
de marzo de 1771.
80
Ver supra pp. 105 y 106.
81
No pretendemos utilizar un único caso como prueba del deficiente estado de la Legión, pero
este ejemplo concreto sigue la línea de los informes elaborados, en distintos momentos, tanto por
inspectores de tropas como por autoridades locales, y sirve para ilustrar la situación real de la milicia
potosina.
82
AGN, Indiferente de Guerra, vol. 128b. El teniente coronel Guardiola al coronel conde del
Peñasco, San Luis Potosí, 27 de junio de 1771.
117
juan josé benavides martínez
83
Ibid. Teniendo en cuenta la popularidad que tenía entre la población masculina y que Guar-
diola ordenó a Francisco Erreparaz que se vistiese antes de escoltar al teniente al cuartel, podemos
suponer que el negocio de Rosalinda Marina era un burdel.
84
El coronel explicó a Elorriaga que el incumplimiento de una orden era motivo más que sufi-
ciente para ser detenido y que, si no tenía caballo, debía haber acudido a pie a la llamada de Guardio-
la. Ibid.
85
Ibid. El teniente Elorriaga al coronel conde del Peñasco, San Luis Potosí, 27 de junio de 1771.
86
AGN, Correspondencia de Diversas Autoridades, vol. 15, exp. 87. Orden del inspector de
tropas de Nueva España al conde del Peñasco, México, 12 de julio de 1771.
118
«una multitud desorganizada de vagabundos e indolentes»...
87
A Elorriaga le bastó con poner una excusa a través de un emisario para eludir el cumplimien-
to de sus responsabilidades.
119
juan josé benavides martínez
88
El hecho de que tan solo un año después de la revista de Douché el propio sobrino del virrey
propusiera una reforma de la Legión nos lleva a pensar que, a pesar de que Croix hubiera apoyado
públicamente al conde del Peñasco ante el ministro, sabía que el estado del cuerpo miliciano potosi-
no no era el adecuado.
89
AGI, México, 2422. Dictamen del caballero de Croix sobre la Legión, México, 20 de septiem-
bre de 1771.
90
Natural de Sopuerta (Vizcaya), pasó a Nueva España en 1760 como subteniente del Regi-
miento Provincial de Infantería de Puebla. Ascendió a capitán y en 1773 fue designado como alcalde
mayor de San Luis. Durante los cuatro años que duró su mandato, estableció escuelas en los barrios
de la ciudad, edificó la casa de recogidas y reconstruyó la iglesia del Cerro de San Pedro. AGI, Mé-
xico, 1583. Méritos y expediente para la jubilación de Joaquín del Llano y Villaurrutia, México, 31
de enero de 1798.
91
En una carta al virrey, Villaurrutia se quejaba de que la Legión, en lugar de mantener el orden
y la seguridad, no era más que una fuente de abusos e impunidad. Proponía disolverla y formar tres
batallones de caballería de seis compañías cada uno, que serían suficientes para sofocar un desorden
y aliviarían a la real hacienda, porque se reduciría el gasto y aumentaría la recaudación al haber
menos tributarios exentos. AGN, Indiferente de Guerra, vol. 202b. Villaurrutia al virrey Bucareli,
San Luis Potosí, 1 de febrero de 1775.
92
AGN, Indiferente de Guerra, vol. 33b. Orden de Bucareli a Pascual Cisneros, México, 23 de
junio de 1774.
120
«una multitud desorganizada de vagabundos e indolentes»...
93
AGN, Indiferente de Guerra, vol. 352a. Propuesta de reforma de la Legión de San Carlos por
el inspector Cisneros, México, 15 de diciembre de 1779.
94
AGI, México, 2421. El ministro Gálvez al virrey Mayorga, Madrid, 8 de enero de 1780.
95
En 1793 el intendente de San Luis, Bruno Díaz de Salcedo, informó al virrey Revillagigedo
que había, desde varios años atrás, algunos casos pendientes contra oficiales de la Legión, porque los
acusados demandaron que fueran enviados al comandante. Mc Alister, Lyle, El fuero militar…,
pp. 91 y 92.
96
AGI, México, 2421. Modificación de la propuesta del inspector Cisneros, México, 31 de
mayo de 1781.
97
El aumento del contrabando para eludir la tasa y la bajada de la producción por el descenso
de población mantenían el precio del maíz por encima del umbral de los doce pesos durante la mayor
parte del año. AGN, Indiferente de Guerra, vol. 188a. El ayuntamiento de San Luis al virrey Mayor-
ga, San Luis Potosí, 15 de septiembre de 1783.
121
juan josé benavides martínez
una partida procedente del impuesto del maíz para pagar sus sueldos y el
coste de su alojamiento. Díaz Fernández lo hizo de forma provisional, pero
protestó ante el virrey, porque consideraba que estos gastos debían correr a
cargo de otro ramo de la real hacienda. Mayorga, tras consultar a los oficiales
de las cajas reales de México, le dio la razón al alcalde mayor y suspendió la
aplicación de su orden.98
Además, los miembros del ayuntamiento de San Luis también mostraron
su desacuerdo con la disposición dictada y después suspendida por el virrey,
porque consideraban que, fuera cual fuera la fuente de los recursos, invertir
dinero en la Legión era un gasto inútil. Para las autoridades locales potosinas
la milicia no era más que una fuente de problemas y propusieron reducirla a
un regimiento de caballería, que supondría una carga asumible, teniendo en
cuenta que la recaudación anual de las alcabalas en la región rondaba los
9000 pesos.99
José de Gálvez creó la Legión de San Carlos tras los tumultos de 1767,
pero su papel en la historia de este cuerpo miliciano no terminó ahí. Siendo
ministro de Indias trató de que fuera una fuerza operativa, y, si bien no lo
consiguió, al menos logró salvarla de una más que probable disolución en
1781, cuando los alcaldes mayores de las jurisdicciones donde se asentaban
las compañías de la Legión, cumpliendo la orden del fiscal de real hacienda
de México, Francisco Posada, comenzaron a exigir el pago de los tributos a
los mestizos, indios y castas que formaban parte de la fuerza miliciana. Po-
sada consideraba que las legiones de San Carlos y del Príncipe, fundadas por
Gálvez en San Luis Potosí y Guanajuato, respectivamente, no eran milicias
provinciales, así que sus miembros no debían gozar del fuero militar ni de las
98
Los sueldos del pie veterano de la Legión serían sufragados por la real hacienda y no con la
recaudación del arbitrio del maíz, porque, según las ordenanzas, los veteranos de las milicias no de-
bían cobrar del fondo de propios de las ciudades. AGN, Indiferente Virreinal, C. 3493, exp. 3. Con-
sulta del alcalde mayor Manuel Díaz al virrey, San Luis Potosí, 14 de agosto de 1781; e ibid., C.
3503, exp. 13. Respuesta a la consulta del alcalde mayor de San Luis de los oficiales de las cajas
reales, México, 29 de agosto de 1781.
99
AGN, Indiferente de Guerra, vol. 188a. El ayuntamiento de San Luis al virrey Mayorga, San
Luis Potosí, 18 de diciembre de 1781.
122
«una multitud desorganizada de vagabundos e indolentes»...
123
juan josé benavides martínez
105
Esta práctica contravenía las ordenanzas, pero era habitual en la Legión. AGN, Indiferente de
Guerra, vol. 188a. El ayuntamiento de San Luis al virrey Mayorga, San Luis Potosí, 15 de septiembre
de 1783.
106
AGN, Reales Cédulas Originales, vol. 132, exp. 101. Gálvez al virrey de Nueva España, El
Escorial, 21 de octubre de 1785.
107
Consideraba que el norte de Nueva España era, junto a los puertos de Veracruz y Tampico, el
punto clave en la defensa del virreinato. Al ser un territorio tan amplio y tan poco poblado, necesita-
ba para su defensa el apoyo de las fuerzas establecidas en las regiones próximas, lo que le daba una
gran importancia estratégica a las milicias de San Luis y Guanajuato. AGS, SGU, 6958, exp.1. Infor-
me del inspector Crespo sobre el arreglo de las Legiones del Príncipe y San Carlos, México, 28 de
enero de 1784.
108
Crespo estimaba que el ayuntamiento de San Luis se equivocaba al utilizar la recaudación del
impuesto sobre el maíz para la construcción de la cárcel y las casas reales en lugar de invertir en la
124
«una multitud desorganizada de vagabundos e indolentes»...
Sin embargo, parece que Crespo evitó criticar las características funda-
mentales de la Legión, porque había sido fundada por Gálvez, que en ese
momento era ministro de Indias, pero fue consciente de sus verdaderas defi-
ciencias. Propuso una drástica reducción de sus efectivos: la infantería debía
quedar reducida a un batallón de 417 hombres, y la caballería a dos regimien-
tos, cada uno de ellos con 361 plazas.109 En total, la Legión de San Carlos
pasaría a contar con una fuerza de 1139 hombres que ascenderían a 1906 en
caso de guerra.110 Pero, además de reducir el número de milicianos, el coro-
nel Crespo propuso otros cambios importantes: 1) obligatoriedad de que el
coronel y los tenientes coroneles fueran «del país»; 2) acuartelamiento en
San Luis de un piquete formado por 25 voluntarios del batallón de infantería,
que recibirían un sueldo por su servicio; 3) reunión de las compañías para
realizar maniobras y recibir instrucción cada domingo; 4) que los caballos
fueran aportados por los hacendados de la zona; y 5) que los miembros de la
Legión gozaran de los privilegios establecidos en la ordenanza de milicias
provinciales.111 Asimismo, reformó nuevamente el pie veterano, que queda-
ría reducido a once miembros.112 Crespo propuso una reducción del pie vete-
rano, porque supondría una rebaja del gasto, pero, sobre todo, porque era
necesario reorganizarlo y establecer claramente sus obligaciones, ya que se
hallaba en el mismo estado de desorden e indisciplina que el resto del cuer-
po.113 El coste de su mantenimiento unido al del piquete en servicio en San
milicia, que era el auténtico sostén del orden. AGN, Indiferente de Guerra, vol. 188a. Propuesta de
reforma del coronel Crespo para la Legión de San Carlos, México, 28 de enero de 1784.
109
El batallón de infantería estaría formado por cinco compañías, cuatro de fusileros y una de
granaderos (los soldados más fuertes y con mejores cualidades), cada una con un capitán, un tenien-
te, un subteniente, tres sargentos, ocho cabos y 73 soldados (la de granaderos 54). Por su parte, los
dos regimientos de caballería estarían formados por doce compañías, con un capitán, un teniente, un
alférez, dos sargentos, cuatro cabos, cuatro granaderos y 19 soldados cada una. AGS, SGU, 7002,
exp. 1. El virrey Branciforte al rey sobre la Legión de San Carlos, México, 31 de octubre de 1795.
110
En todas las poblaciones se formarían compañías, cuyos miembros no tendrían privilegios ni
deberían hacer instrucción, pero servirían de reserva si la Legión entraba en servicio. AGN, Indife-
rente de Guerra, vol. 188a. Propuesta de reforma del coronel Crespo para la Legión de San Carlos,
México, 28 de enero de 1784.
111
Ibid.
112
Crespo no creía necesaria la presencia de más veteranos porque consideraba suficiente que
los sargentos mayores y sus ayudantes instruyeran a los oficiales y éstos a la tropa. AGS, SGU, 6958,
exp.1. Informe de Crespo sobre el arreglo de las Legiones del Príncipe y San Carlos, México, 28 de
enero de 1784.
113
Eran habituales casos como el del capitán Joaquín del Pino, ayudante mayor de infantería,
que estuvo un año ausente sin permiso, sin que ello le acarreara ninguna consecuencia; o el de José
de Porras, uno de los seis sargentos de caballería, que falleció en agosto de 1788 y no fue reempla-
125
juan josé benavides martínez
Luis supondría 8557 pesos al año, cantidad que debía cubrirse con el impues-
to sobre el maíz.114
El proyecto de Crespo daba respuesta a algunas de las carencias que
lastraban el funcionamiento de la Legión. Sin embargo, si bien reducía el
número de plazas, tanto milicianas como veteranas, y los costes de su man-
tenimiento, seguía adoleciendo de una financiación insuficiente. Crespo no
instauró un sistema mediante el cual todas las poblaciones donde se asenta-
ban las compañías colaboraran en los costes que generaba el servicio, como
quería el ayuntamiento potosino, y se limitó a establecer que los gastos de-
bían cubrirse con el impuesto sobre el maíz, que resultaba insuficiente.115
Además, la disminución de las plazas veteranas dificultaba la instrucción y
disciplina de los milicianos. Ni siquiera un oficial de gran valía, como José
de Castilla y Laeza, que llegó a San Luis en 1778 tras ser nombrado ayudan-
te mayor de la Legión, pudo imponer disciplina entre los miembros del pie
veterano. En 1782 fue designado alcalde mayor, empleo que compaginó con
sus obligaciones en la Legión y al que dedicó mayores esfuerzos.116
zado. También resulta llamativo que los cinco cabos veteranos de caballería no tuvieran caballo.
AGI, México, 2432. Estado del pie veterano de la Legión de San Carlos, San Luis Potosí, 30 de
enero de 1788 – 30 de diciembre de 1788; e ibid., 2433. Estado del pie veterano de la Legión de San
Carlos, San Luis Potosí, 30 de enero de 1789 – 30 de diciembre de 1790.
114
AGN, Indiferente de Guerra, vol. 188a. Propuesta de reforma del coronel Crespo para la
Legión de San Carlos, México, 28 de enero de 1784.
115
La recaudación del impuesto sobre el maíz rondaba los 3000 pesos anuales, la tercera parte
de lo que necesitaba la Legión. Ibid. El ayuntamiento de San Luis al virrey Mayorga, San Luis Poto-
sí, 21 de junio de 1784.
116
Hijo de militar, nacido en Almansa (Albacete), pero de ascendencia sevillana, a su llegada a
la capital potosina tenía el grado de teniente y veinticinco años de servicio a sus espaldas durante los
que había participado en diversas acciones de guerra (sobre todo contra los portugueses en el Río de
la Plata). En el cumplimiento de sus quehaceres militares tuvo una actuación discreta, pero durante
los cinco años en que estuvo al frente de la alcaldía se mostró como un gobernante íntegro, que cum-
plía con sus deberes, aunque, en ocasiones, debido a su formación militar, sus formas resultaban un
tanto bruscas. Aumentó los ingresos de la real hacienda por su celo en el cobro de tributos, se preocu-
pó por las cuestiones de policía y urbanismo, y trató de fomentar la actividad económica de su juris-
dicción. La llegada del intendente en 1787 lo dejó en una coyuntura complicada, porque llevaba
varios años sin cobrar su sueldo y no podía costearse el viaje de regreso a la península. Pero gracias
a la influencia de su suegra, Micaela Paz, dama de compañía de una infanta, consiguió que se le pa-
garan los 2059 pesos se le adeudaban, y que el rey le hiciera la merced del hábito de Santiago y le
concediera el corregimiento de Tenerife. AGS, SGU, 6967, exp. 9. Presentación de los méritos de
José de Castilla y Laeza, México, 15 de junio de 1787; ibid. José de Castilla y Laeza a la infanta, San
Luis Potosí, 16 de noviembre de 1787; ibid., 6961, exp. 53. El virrey Revillagigedo al conde de
Alange, México, 30 de diciembre de 1791; y AHN, OM-Expedientillos, N. 18399. Data de hábito de
la orden de Santiago de José de Castilla y Laeza, Madrid, 1 de mayo de 1790.
126
«una multitud desorganizada de vagabundos e indolentes»...
117
AGS, SGU, 7002, exp. 1. El virrey Branciforte al rey, México, 31 de octubre de 1795.
118
AGN, Indiferente de Guerra, vol. 188a. El coronel conde del Peñasco al virrey, México, 13
de marzo de 1785.
119
El conde del Peñasco mantuvo un pleito con el alcalde mayor Tiburcio Sédano, que le em-
bargó un cargamento de 700 vigas como castigo por tratar de invadir una mina colindante a una de
las suyas. El asunto se complicó para Sédano con la intervención de López Portillo, que le acusó de
contravenir el fuero militar, y se vio obligado a trasladarse a México. Aunque dos años más tarde
salió airoso de las acusaciones, Sédano ya no pudo regresar a Catorce. Brading, David, «Poder y
justicia…, » pp. 102-105.
127
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128
«una multitud desorganizada de vagabundos e indolentes»...
129
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7273, exp. 3. Hoja de servicios de Juan José María de Mora y Luna, II conde del Peñasco, San Luis
Potosí, 31 de diciembre de 1796.
129
Dentro de esta política se enmarcaría otro caso acaecido también en 1785. Tras comprar la
hacienda de Laguna Seca, el conde del Peñasco se negó a pagar los derechos que le correspondían
como comprador, aduciendo sus privilegios como coronel miliciano y por tener un título de Castilla.
Sin embargo, el virrey conde de Gálvez le obligó a pagar los derechos establecidos por la ley. AGN,
Indiferente Virreinal, C. 5466, exp. 24. Informe del licenciado José Jiménez al virrey, San Luis Po-
tosí, 4 de octubre de 1785; e ibid. Dictamen del virrey sobre la compra de la hacienda de Laguna
Seca, México, 10 de octubre de 1785.
130
AGI, Títulos de Castilla, N. 6, R. 24. Carta de sucesión del condado de Santa María de Gua-
dalupe del Peñasco, Madrid, 10 de julio de 1789.
131
Iturriaga, José, Viajeros extranjeros en San Luis Potosí, San Luis Potosí: Gobierno del Es-
tado, 2000, pp. 92-96.
132
Velázquez, Primo Feliciano, Historia de San Luis..., t. II, p. 655.
130
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131
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gión se presentaran en San Luis para cobrar las cantidades que se les adeuda-
ban y partieran hacia México. Los veinte militares que formaban el pie
veterano recibieron su dinero, pero no abandonaron la capital potosina.139 A
pesar de las órdenes del virrey, las cajas de San Luis siguieron pagando men-
sualmente los sueldos del pie veterano de la Legión, bajo esa denominación,
hasta 1794.140 El establecimiento de las nuevas milicias en la región potosina
no se verificó por completo, así que ambas fuerzas coexistieron. La Legión
de San Carlos continuó su lánguida existencia y la 12.ª división de milicias
fue poco más que un proyecto.141 No llegó a tener un reglamento y los hom-
bres que la formaban, que no disfrutaban del fuero militar ni de las preemi-
nencias, se limitaban a conducir cadenas de reos de forma puntual.142
La Legión de San Carlos fue el primer cuerpo miliciano con una estruc-
tura permanente formado en la región potosina. Sin embargo, podría decirse
que resultó ser una fuerza inexistente en la práctica. Su funcionamiento se
vio lastrado, porque se estableció sin tener en cuenta las posibilidades econó-
micas y demográficas de la región en la que se asentaba y por el sentimiento
de impunidad que generó el disfrute del fuero militar entre sus miembros, ya
fuera por desconocimiento, por inexperiencia o por interés. Estas deficien-
cias provocaron largos litigios entre el ayuntamiento de San Luis, el virrey y
el coronel por los gastos que generaba la milicia, así como incontables con-
flictos de competencias entre autoridades civiles y mandos militares, y tam-
bién fueron la causa del alistamiento de muchos hombres que carecían de las
circunstancias necesarias para ser milicianos, tanto por bajo nivel económico
139
Se les debía la última mensualidad, 532 pesos en total. AGN, Indiferente Virreinal, C. 2739,
exp. 9. Ajustes de haber para el pie veterano de la Legión de San Carlos, San Luis Potosí, 1 de abril
de 1790.
140
En total, los pagos de la real hacienda potosina a las milicias entre 1790 y 1794 ascendieron
a 22 603 pesos. AGI, México, 2148. Cuentas de la real hacienda de San Luis Potosí de 1790, San Luis
Potosí, 2 de enero de 1791; ibid. Cuentas de la real hacienda de San Luis Potosí de 1791, San Luis
Potosí, 2 de enero de 1792; ibid. Cuentas de la real hacienda de San Luis Potosí de 1792, San
Luis Potosí, 2 de enero de 1793; ibid. Cuentas de la real hacienda de San Luis Potosí de 1793,
San Luis Potosí, 2 de enero de 1794; e ibid. Cuentas de la real hacienda de San Luis Potosí de
1794, San Luis Potosí, 2 de enero de 1795.
141
En 1791 se levantó un padrón militar en el partido de San Luis, según el cual, la región con-
taba con 1114 hombres en edad militar (556 españoles, 514 mestizos y 44 castas), la mayoría de ellos
solteros o casados sin hijos. Sin embargo, no se hizo ningún alistamiento ni sorteo. AGN, Indiferen-
te Virreinal, C. 4080, exp. 45. Padrón militar del partido de San Luis, San Luis Potosí, 30 de diciem-
bre de 1791.
142
AGS, SGU, 7002, exp. 1. Informe del coronel Salcedo al virrey Branciforte, San Luis Potosí,
18 de marzo de 1795.
132
«una multitud desorganizada de vagabundos e indolentes»...
como por sus circunstancias personales (no tener domicilio fijo, hijos de viu-
da, indios…)
Además, la labor del coronel Francisco de Mora, I conde de Nuestra
Señora de Guadalupe del Peñasco, al mando de la Legión favoreció el mal
funcionamiento del cuerpo. Durante los tumultos de 1767 demostró tener la
fuerza, la habilidad y las influencias necesarias para acabar con la revuelta de
mayor importancia que había sufrido la región potosina en su historia (ver
supra cap. 2.3.1). Sin embargo, carecía de las aptitudes necesarias para diri-
gir y gestionar el funcionamiento cotidiano de un cuerpo miliciano. Parece
que nunca llegó a entender lo que significaba una milicia permanente y siem-
pre mantuvo una actitud relajada con respecto al cumplimiento de las orde-
nanzas (organización del cuerpo, vestuario, revistas, disciplina…). Se dedi-
caba a sus negocios, dejando los asuntos de la milicia en manos de los
tenientes coroneles y los oficiales veteranos, limitándose a elaborar estados
de fuerza, que no se correspondían con la realidad, y a otorgar despachos de
oficial a su antojo y conveniencia, sin importar que los beneficiarios tuviesen
los requisitos necesarios. La lealtad y fidelidad al rey del conde del Peñasco
no pueden ponerse en duda,143 y las carencias de la Legión no le facilitaron
su tarea al frente del cuerpo, pero tampoco trató de remediarlas.
Los esfuerzos del coronel no fueron encaminados a lograr que la Legión
se convirtiera en un cuerpo miliciano operativo, posiblemente, porque pen-
saba que, en caso de ser necesaria la presencia de una fuerza en la zona, uti-
lizaría su poder e influencias para formar una a título personal, como lo había
hecho en 1767. Sin embargo, se valió del poder que le confería su rango para
consolidar y aumentar su influencia en la sociedad potosina y trató de perpe-
tuarla en su familia. Durante los veintiún años en que estuvo al mando de la
Legión no aportó ninguna posible solución al problema de la financiación del
cuerpo, fomentó los conflictos con las autoridades civiles y en ningún mo-
mento se planteó una disminución del número de plazas. Cualquiera de estas
medidas podía haber resultado beneficiosa para el servicio, pero no las pro-
puso, porque, en caso de aplicarse, su autoridad se habría visto mermada. El
disfrute del fuero militar por parte de los miembros de la Legión le convertía
en el máximo responsable de una jurisdicción que afectaba a unas 12 000
personas, los 3500 milicianos y sus familias (el fuero militar afectaba a cón-
143
Incluso donó 2000 pesos a la Corona para colaborar con los gastos de la guerra contra Ingla-
terra. AGN, Indiferente Virreinal, C. 4846, exp. 8. El virrey da cuenta al ministro de la donación del
coronel conde del Peñasco, México, 12 de agosto de 1781.
133
juan josé benavides martínez
yuges, hijos y personal dependiente, ver supra p. 56), que se extendía por el
territorio de cinco alcaldías mayores: San Luis Potosí, Salinas del Peñón
Blanco, Charcas, Guadalcázar, Sierra de Pinos y San Luis de la Paz. Para
aumentar su influencia sobre los milicianos y colocarse en una posición de
fuerza frente a las autoridades civiles, en lugar de reducir el número de pla-
zas, las aumentó al poco de formarse el cuerpo e intentó que todos sus miem-
bros gozaran del fuero militar completo y activo, no solo los oficiales. Asi-
mismo, parece que trató de perpetuar su linaje al frente de la Legión, como
demuestra su queja tras el nombramiento de Rincón Gallardo como teniente
coronel, porque reducía las posibilidades que tenía su hijo para sucederle.
Teniendo en cuenta todo lo dicho, podemos considerar la Legión de San
Carlos como un intento fallido de instaurar en la región potosina un cuerpo
miliciano permanente.
134
Capítulo 4
LA REFORMA SOBRE EL PAPEL. LOS NUEVOS
REGIMIENTOS PROVINCIALES DE DRAGONES
DE SAN LUIS Y SAN CARLOS
135
juan josé benavides martínez
2
Navarro García, Luis y Antolín, María del Pópulo, «El virrey marqués...», p. 402.
3
Estuvo seis meses de guarnición en Orán, participó en la expedición de Argel y, posteriormen-
te, pasó a La Habana, para formar parte de la expedición al fuerte de Mobila al mando del mariscal
de campo Bernardo de Gálvez, siendo coronel de su regimiento José de Ezpeleta. Una vez tomada la
plaza, fue destinado por el mariscal Gálvez a la expedición de Pensacola, en cuya toma no participó,
porque un temporal obligó a regresar al barco en que viajaba. AGS, SGU, 7275, exp. 3. Hoja de
servicios del brigadier Nemesio Salcedo, México, 31 de diciembre de 1798.
4
Angulo Morales, Alberto, De Cameros a Bilbao: negocios, familia y nobleza en tiempos de
crisis (1770-1834), Bilbao: Universidad del País Vasco, 2007, p. 199 y 200.
5
AGS, SGU, 7002, exp. 1. El virrey Branciforte al rey, México, 31 de octubre de 1795. Incluso
Humboldt consideraba que era bastante probable que las vastas extensiones de tierra del norte de
Nueva España acabarían ocupadas por colonos estadounidenses, por su lejanía respecto a los principa-
les núcleos del virreinato, su escasa población, al margen de indios de guerra, y los deseos expansio-
nistas de las autoridades estadounidenses. Humboldt, Alejandro de, Ensayo político..., pp. 183-185.
6
Sobre este cuerpo miliciano, véase: Sánchez de Tagle, Esteban, Por un regimiento, el régi-
men. Política y sociedad: la formación del Regimiento de Dragones de la Reina en San Miguel el
Grande (1774), México: Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1982.
136
la reforma sobre el papel. Los nuevos regimientos...
137
juan josé benavides martínez
138
la reforma sobre el papel. Los nuevos regimientos...
de los nuevos regimientos provinciales por su proximidad a San Luis. AGS, SGU, 7002, exp. 1. El
coronel Salcedo al virrey Branciforte, San Luis Potosí, 18 de marzo de 1795 (ver infra mapa 9,
p. 142).
14
Hacienda de Arroyo Hondo (1.ª), Matehuala (2.ª y 6.ª), El Venado (3.ª y 7.ª), hacienda de
Bocas (4.ª), Charcas (5.ª y 9.ª), Guadalcázar (8.ª), El Cedral (10.ª), La Hedionda (11.ª) y Real de
Catorce (12.ª). Ibid.
15
Ibid. El virrey Branciforte al rey, México, 31 de octubre de 1795.
16
La plana mayor miliciana se componía de un coronel, un teniente coronel, cuatro portaestan-
dartes (uno por escuadrón), un capellán y un cirujano; y las doce compañías contaban con diez capi-
tanes, doce tenientes, doce alféreces, 24 sargentos (dos por compañía), 48 cabos (cuatro por compa-
ñía), 48 granaderos y 228 soldados (19 por compañía). Ibid. Instrucción del virrey Branciforte al
coronel Salcedo para el restablecimiento de la milicia provincial en San Luis Potosí, México, 19 de
noviembre de 1794.
17
AGI, Estado, 23, N. 47, 5. Estado de fuerza de los Regimientos Provinciales de San Luis y San
Carlos, México, 31 de marzo de 1796.
139
juan josé benavides martínez
18
El pie veterano de cada regimiento estaba formado por: un sargento mayor con grado de ca-
pitán, 2 ayudantes (capitanes), 2 tenientes, 3 sargentos, 4 cabos, un tambor mayor y 12 tambores. Al
Regimiento de San Carlos le faltaron un sargento mayor, un cabo y los doce tambores. AGI, Estado,
24, N. 43, 9. Estado de fuerza de los Regimientos Provinciales de San Luis y San Carlos, San Luis
Potosí, 31 de octubre de 1795.
19
«Carecían de gente, armamento y vestuario, no tenían disciplina y solo servían para cometer
excesos a título del fuero militar». AGS, SGU, 7036, exp. 7. El virrey Revillagigedo al rey, México,
30 de septiembre de 1792.
20
Dos en Cadereyta (actual estado de Querétaro), una en San Luis de la Paz (Guanajuato) y otra
en Meztitlán (Hidalgo). Para más detalles sobre las milicias de Sierra Gorda, véase: Mendoza Mu-
ñoz, Jesús, Los Dragones Provinciales de Sierra Gorda en Querétaro durante la guerra de indepen-
dencia de México, Cadereyta: Fomento Histórico y Cultural de Cadereyta, 2010.
140
la reforma sobre el papel. Los nuevos regimientos...
debían contar con sesenta plazas cada una (360 en total) y en ellas servirían
blancos y mestizos, aunque los oficiales debían ser españoles, tanto europeos
como americanos. El pie veterano quedaría compuesto por un comandante y
dos ayudantes, lo que supondría un coste anual para la real hacienda de 4600
pesos. Dávalos elaboró un reglamento en que quedaron fijadas todas las ca-
racterísticas de esta fuerza miliciana, que recibió la aprobación real en 1794.21
El teniente coronel del Regimiento de Infantería de Puebla, Félix María Ca-
lleja, fue designado como comandante de este cuerpo,22 y fue quien puso en
marcha las milicias, aplicando el nuevo reglamento, para lo cual fue funda-
mental la colaboración de los miembros de las dos familias más importantes
de la región, los Ortiz de Zárate y sobre todo, los Barragán, quiénes, en
compensación por su apoyo, fueron recomendados por el comandante para
ocupar buena parte de las oficialías.23
A primera vista, parece que la protección de la ciudad de San Luis, el
principal núcleo urbano del noreste de Nueva España, era el objetivo funda-
mental de la estrategia defensiva proyectada por las autoridades. Se forma-
ron treinta compañías milicianas, pertenecientes a tres cuerpos distintos, y,
aunque en la ciudad no se estableciera ninguna, catorce de ellas, las doce del
Regimiento de San Luis y dos del de San Carlos, se encontraban en un radio
de unos cincuenta kilómetros en torno a la capital.24 La mayoría del resto de
unidades se fijaron sobre las dos principales vías de entrada a San Luis desde
los límites del virreinato: la ruta norte, que unía la capital potosina con el
principal centro minero de la región, Real de Catorce, y con Saltillo (Coahui-
la) y Monterrey (Nuevo León); y la ruta este, que llegaba hasta los puertos de
Tampico y Pánuco. Las compañías del Regimiento de San Carlos se asenta-
21
AGS, SGU, 7036, exp. 7. El virrey Revillagigedo al ministro conde de Alange, México, 31 de
marzo de 1793.
22
Más adelante hablaremos con detenimiento de este personaje, Félix Calleja, que fue una figu-
ra clave en la historia de las milicias potosinas y de San Luis Potosí a finales del periodo colonial.
23
Calleja consideraba que estos personajes no podrían ser buenos milicianos, porque dedicaban
todos sus esfuerzos en sus negocios, pero también reconocía que eran ellos, en especial Felipe Barra-
gán, el hombre más rico e influyente, los que controlaban la región. Para más detalles sobre el Cuer-
po de Caballería de Frontera del Nuevo Santander véase: Rangel Silva, José Alfredo, Capitanes a
guerra, linajes de frontera. Ascenso y consolidación de las élites en el oriente de San Luis (1617-
1823), México: El Colegio de México, 2008, pp. 207-253; e ibid., «Milicias en el oriente de San Luis
Potosí, 1793-1813», en Chust Calero, Manuel y Marchena Fernández, Juan (eds.), Las armas de
la nación…, pp. 53-74.
24
Esto suponía que en caso de una amenaza, ya fuera una revuelta popular, como en 1767, o un
ataque externo, en apenas dos días podría reunirse en San Luis una fuerza organizada de unos 450
hombres.
141
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(Elaboración propia)
25
Las compañías 2.ª y 3.ª (Aquismón, Tampomolón y Coscatlán) se encontraban próximas tan-
to a esta ruta como a la Sierra Gorda, mientras que la 4.ª (Valle del Maíz) estaba más cerca del Nue-
vo Santander.
142
la reforma sobre el papel. Los nuevos regimientos...
26
Tal y como señalaba el coronel Crespo en su plan de defensa de 1784 (ver supra p. 55
nota 104).
27
Así lo entendió el general Santa Anna en 1846, durante la guerra contra EE. UU. Reunió en
San Luis una fuerza de 9000 hombres y se encaminó hacia el norte en enero de 1847, al encuentro
del general Taylor. Las tropas mexicanas, mal pertrechadas y peor armadas, fueron derrotadas en
Agua Nueva (Coahuila), y los supervivientes, con Santa Anna a la cabeza, regresaron a San Luis,
donde se reorganizaron para derrotar a los norteamericanos unas semanas después en la Angostura
(Coahuila). Velázquez, Primo Feliciano, Historia de San Luis..., t. III, pp. 225-238.
143
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28
Muchos de los oficiales no tenían medios para sustentarse, desempeñaban oficios vergonzantes,
eran sujetos de mala conducta y estaban ausentes de sus destinos sin justificación. (ver supra p. 108).
29
Este reglamento y el Real Decreto del 3 de diciembre de 1780 convirtieron a la Legión en
milicia provincial. Sus miembros gozarían de los derechos establecidos para los milicianos de cuer-
pos provinciales, pero también debían cumplir con las obligaciones correspondientes.
30
AGS, SGU, 7002, exp. 1. Instrucción del virrey Branciforte al coronel Salcedo para el resta-
blecimiento de la milicia provincial en San Luis Potosí, México, 19 de noviembre de 1794.
31
La Legión de San Carlos tenía sesenta compañías con un total de 180 oficiales, pero las diez
unidades asentadas en Rioverde y la de San Luis de la Paz, habían sido agregadas al Cuerpo de Fron-
tera del Nuevo Santander, así que Salcedo no pasó revista a los 33 oficiales de estas compañías.
32
Todos superaban los cincuenta años de edad y los 25 de servicio. AGS, SGU, 7002, exp. 1.
Relación de los oficiales de la Legión de San Carlos acreedores a retiro, San Luis Potosí, 18 de mar-
zo de 1795.
33
Dos tenientes coroneles, cinco capitanes, tres tenientes y siete subtenientes. Ibid. Relación de
los oficiales de la Legión de San Carlos válidos para el servicio, San Luis Potosí, 18 de marzo de
1795.
34
La mayoría de ellos (el 70%) no podían cumplir con su cometido como oficiales por su evi-
dente falta de interés o por su mala situación económica, aunque también otros fueron desechados
por hallarse en paradero desconocido (17%), o bien por haber mostrado mala conducta, por dedicar-
se a oficios indecorosos o porque carecían de un domicilio fijo. AGN, Indiferente de Guerra, vol.
125. Relación de los oficiales de la Legión de San Carlos retirados sin cédula de preeminencias, San
Luis Potosí, 18 de marzo de 1795.
35
Todos ellos contaban con más de cincuenta años de edad y 25 de servicio en la milicia. Ibid.
Relación de los suboficiales de la Legión acreedores del retiro con goce de fuero, San Luis Potosí, 18
de marzo de 1795.
144
la reforma sobre el papel. Los nuevos regimientos...
Estas listas elaboradas por el coronel Salcedo son un claro indicador del
caos organizativo en que estaba sumida la Legión. La infantería, sobre todo
las compañías fijadas en San Luis, se mantuvo en un estado más arreglado,
aunque lejos de lo establecido por las ordenanzas.36 A pesar de los múltiples
intentos de diversos inspectores de tropas, virreyes, e incluso, del ministro de
Indias José de Gálvez, la Legión de San Carlos nunca llegó a organizarse en
la práctica por completo. La mayoría de los oficiales tenían sus despachos y
había listas donde aparecían los nombres de los milicianos, pero las compa-
ñías no se reunían (salvo algunas de infantería). En cuanto al elevado núme-
ro de suboficiales aptos para el retiro, un dato extrapolable a la tropa, podría
deducirse que la Legión era un cuerpo con una media de edad elevada y cuyo
escaso funcionamiento se sostenía sobre los grados subalternos, que, al con-
trario que los oficiales, en buena medida cumplían con su deber.
145
juan josé benavides martínez
146
la reforma sobre el papel. Los nuevos regimientos...
42
Ibid. Instrucción del virrey Branciforte al coronel Salcedo para el restablecimiento de la mili-
cia provincial en San Luis Potosí, México, 19 de noviembre de 1794.
43
Ibid. El coronel Salcedo al virrey Branciforte proponiendo candidatos para coronel y teniente
coronel de los regimientos de San Luis y San Carlos, San Luis Potosí, 18 de marzo de 1795.
44
Ibid. Propuestas del ayuntamiento de San Luis para las oficialías del Regimiento de San Luis,
San Luis Potosí, 7 de julio de 1795.
45
AGS, DGT, Títulos de Indias, 188-780. Sucesión del título del condado de Santa María de
Guadalupe del Peñasco, El Escorial, 21 de octubre de 1789.
46
Habían sido adquiridas por su padre Francisco de Mora desde 1768. Brading, David A., Mi-
neros y comerciantes en el México borbónico (1763-1810), México: Fondo de Cultura Económica,
1993, p. 234.
47
AGS, SGU, 7273, exp. 3. Hojas de servicio de los oficiales milicianos del Regimiento de San
Luis, San Luis Potosí, 31 de diciembre de 1796.
147
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148
la reforma sobre el papel. Los nuevos regimientos...
marzo de 1795; e ibid. Propuestas del ayuntamiento de San Luis para las oficialías del Regimiento
de San Luis, San Luis Potosí, 7 de julio de 1795.
53
Ibid.
54
El coronel Salcedo informó al virrey de la buena disposición de la población potosina, «que
no fueron menos liberales», para cumplir las órdenes del rey. Ibid. El coronel Salcedo al virrey Bran-
ciforte sobre el alistamiento de ofertas para los nuevos regimientos en San Luis, San Luis Potosí, 18
de marzo de 1795.
55
Los priores de los conventos de San Agustín y de San Francisco ofrecieron donativos en
nombre de sus comunidades, y varios párrocos hicieron donaciones que habían recolectado entre sus
feligreses, al igual que algunos gobernadores indios, que aportaron cantidades recaudadas en sus
pueblos. Ibid. Relación de las ofertas para la habilitación de los regimientos provinciales en San Luis
Potosí, México, 31 de octubre de 1795.
56
Había un buen número de donaciones inferiores a diez pesos, que suponemos de vecinos
de un estrato social bajo, entre las que destaca una oferta hecha por «varios pobres vecinos del Ce-
dral». Ibid.
57
Varios miembros del ayuntamiento de San Luis Potosí realizaron importantes donativos. Ibid.
58
Dos indios ofrecieron siete pesos a título personal. En cuanto a las mujeres, hay tres
casos que, por la cuantía de los donativos, inferiores a quince pesos, parece que no pertenecían a la
élite. Ibid.
149
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150
la reforma sobre el papel. Los nuevos regimientos...
151
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152
la reforma sobre el papel. Los nuevos regimientos...
70
El coste aproximado del vestuario, armamento y montura de un miliciano era de ochenta pe-
sos. AGS, SGU, 6976, exp. 19. Relaciones de cantidades ofrecidas, cobradas y pendientes de cobro
en la contaduría general elaboradas por Félix Calleja, San Luis Potosí, 8 de enero de 1796.
71
Entre estos treinta donantes tan solo había dos corporaciones, la diputación de minería y la
comunidad franciscana, dos instituciones de gran importancia en la sociedad potosina. Los otros 28
eran particulares. AGS, SGU, 7002, exp. 1. Relación de las ofertas realizadas para la habilitación de
los regimientos provinciales en San Luis Potosí, México, 31 de octubre de 1795.
72
En la contaduría encargada de la recaudación se estableció que el total de ofertas realizadas
tenía un valor de 79 492 pesos, 65 047 de los cuales fueron aportados por los treinta grandes donan-
tes, 13 657 procedían de las donaciones intermedias y 788 de las más humildes. AGS, SGU, 6976,
exp. 19. Relación de las cantidades ofrecidas por los vecinos de la provincia de San Luis, San Luis
Potosí, 8 de enero de 1796.
153
juan josé benavides martínez
Según la bibliografía que aborda el tema, este cambio se dio a nivel ge-
neral, ya que a finales del siglo xviii existía en Nueva España una identifica-
ción entre ayuntamientos, élites locales y oficiales de milicias.73 Preocupado
por la mala situación defensiva del virreinato, Branciforte llevó a cabo una
política basada en la designación como oficiales milicianos de los miembros
de las élites regionales que colaboraran en la financiación de los nuevos es-
tablecimientos. De esta forma, los grupos de poder locales coparon las ofi-
cialías de los cuerpos de milicias, quedando así ligados a la estructura defen-
siva del virreinato.74 Sin embargo, los esfuerzos de las autoridades hubieran
sido en vano, si esa vinculación no acarreaba beneficios para las élites, con-
dición que se cumplió con la extensión del fuero militar a las milicias, que
acabó con las reticencias de la población novohispana, y, en especial, de los
grupos de poder, hacia el servicio, ya que formar parte de un cuerpo milicia-
no otorgaba un mayor reconocimiento social.75 Además, con la extensión del
fuero, las milicias se convirtieron en un nuevo espacio de poder en el que
estaban presentes todos los grupos sociales (salvo indios y esclavos), y que
las élites podían controlar convirtiéndose en oficiales.76
Es decir, los grandes hacendados, mineros y comerciantes potosinos,
tanto criollos como peninsulares, al igual que los grupos intermedios de la
sociedad, realizaron los donativos que permitieron el establecimiento de los
regimientos de San Luis y San Carlos con el objetivo de que los más desta-
cados ocuparan las oficialías milicianas.77 Así, aumentarían su prestigio so-
cial y su influencia en la región, convirtiéndose, además, en los garantes del
poder de la Corona en la intendencia. Sin embargo, esta explicación no ter-
mina de esclarecer los verdaderos motivos que provocaron el cambio de ac-
titud de las autoridades y élites potosinas hacia las milicias, porque desde
73
Un claro ejemplo lo encontramos en San Miguel el Grande, donde las familias más importan-
tes eran los Landeta y los de la Canal. Poseían grandes fortunas, copaban los puestos del cabildo y,
al formarse el Regimiento Provincial de Dragones de la Reina en 1774, ocuparon la mayoría de las
oficialías. Sánchez de Tagle, Esteban, Por un regimiento, el régimen…, pp. 65-69 y 71-73.
74
Vega Juanino, Josefa, La institución militar en Michoacán..., pp. 119 y 120.
75
Las milicias ofrecían posibilidades de ascenso social, pero no entendido como un aumento del
nivel económico. Los oficiales eran vistos como figuras respetables, sin importar sus aptitudes para
el cargo, y el fuero los situaba en un estatus que en la práctica era de casi total impunidad. Archer,
Christon, El ejército en el México…, p. 267; y Mc Alister, Lyle, El fuero militar…, pp. 75 y 76.
76
Buena parte de la población quedó bajo la jurisdicción de los mandos de la milicia en lugar de
las autoridades civiles. Sánchez de Tagle, Esteban, Por un regimiento, el régimen…, p. 43.
77
No había una correlación directa, es decir, las ochenta mayores ofertas no ocupaban las
ochenta oficialías de los regimientos, ni estaba establecida una cantidad concreta para cada rango.
Pero, en todo caso, para poder ocupar una plaza de oficial era necesario hacer una donación.
154
la reforma sobre el papel. Los nuevos regimientos...
1781 la Legión de San Carlos, que no contaba con su apoyo, era un cuerpo
provincial cuyos miembros disfrutaban del fuero militar y las preeminencias
establecidas en las ordenanzas. Por tanto, parece que, si bien los factores
generales influyeron, el apoyo de los grupos de poder potosinos al nuevo
establecimiento miliciano se debió a cuestiones de ámbito local. Concreta-
mente, pudo ser determinante la forma en que se fundaron las nuevas fuerzas
milicianas, procurando evitar que una sola persona dominase este espacio de
poder, como sucedía en la Legión.
La Legión de San Carlos fue establecida, siguiendo las órdenes del visi-
tador, por el coronel del cuerpo, Francisco de Mora, conde del Peñasco. La
decisión de Gálvez pudo deberse a que, mientras Mora, el mayor hacendado
y propietario de minas de la región, había demostrado su fuerza acabando
con los motines de 1767, el alcalde mayor, el ayuntamiento y el resto de las
élites potosinas se vieron sobrepasados y sin capacidad de respuesta. Pero la
actuación del conde del Peñasco como fundador y comandante de la Legión
se caracterizó por la imposición de sus criterios en busca de su propio bene-
ficio: nombraba como oficiales a hombres que estaban bajo su influencia, sin
importar los nombres que aparecieran en los despachos, elevó el número de
plazas para que hubiese más habitantes bajo su jurisdicción, estableció el
número de compañías que le pareció oportuno… El coronel era el único po-
tosino con un título de Castilla, el de mayor fortuna y, gracias a la extensión
del fuero a las milicias, la máxima autoridad de la jurisdicción militar, que se
extendía por varias alcaldías mayores. En definitiva, era el hombre más influ-
yente de la región y se valió de su posición privilegiada para consolidar su
poder e influencia frente a las autoridades civiles y los hacendados, comer-
ciantes y mineros que no estaban en su órbita.
Sin embargo, los regimientos de San Luis y San Carlos fueron creados
por un militar comisionado por el virrey, que estaría en la región solo el tiem-
po necesario para cumplir su cometido. Además, para que una sola persona
no pudiera ejercer un control absoluto sobre la jurisdicción militar en la re-
gión, las autoridades virreinales decidieron formar dos regimientos, en lugar
de un solo cuerpo, y pusieron especial atención en mantener un equilibrio de
poder a la hora de elegir a los encargados de comandarlos: 1) los dos corone-
les eran criollos y los tenientes coroneles peninsulares; 2) el coronel del Re-
gimiento de San Carlos, Manuel Rincón Gallardo, procedía de una de las
familias más importantes de Aguascalientes, pero no tenía influencia en la
sociedad potosina; y 3) el virrey concedió al ayuntamiento de la capital el
155
juan josé benavides martínez
privilegio de nombrar a los oficiales del Regimiento de San Luis, así que su
coronel, el II conde del Peñasco, no podría designar a los oficiales entre su
personal dependiente, como hacía su padre.
Esta prerrogativa, que otorgaba preferencia a las decisiones del cabildo
sobre las del conde del Peñasco e, incluso, sobre las del coronel Salcedo, fue
una concesión de gran importancia para el ayuntamiento potosino, la institu-
ción que representaba los intereses de los grupos de poder locales, porque
suponía el reconocimiento por parte de las más altas instancias del virreinato
de su poder e influencia y de la necesidad de contar con su apoyo para que
los nuevos regimientos fuesen unas fuerzas operativas. Los poderes locales
de San Luis habían demostrado su fuerza y su autonomía en varias ocasio-
nes, resistiéndose a cumplir las órdenes del virrey referentes a la Legión de
San Carlos, porque consideraban que las milicias, sobre las que no tenían
ninguna influencia, solo suponían gastos para la hacienda y perjudicaban sus
intereses.78 Sin embargo, las autoridades virreinales consiguieron que, tanto
el intendente como el cabildo potosino, colaboraran estrechamente con el
coronel Salcedo y realizaran importantes donaciones para el establecimiento
miliciano, posiblemente, porque, a cambio, se les concedían una serie de
prerrogativas generales (goce de fuero militar, mayor prestigio social, venta-
jas fiscales…), pero sobre todo, porque les ofrecieron la posibilidad de au-
mentar su poder e influencia sobre el resto de la sociedad, ejerciendo, como
grupo, el control del espacio de poder miliciano, en lugar de quedar someti-
dos a los designios de un solo hombre. Por tanto, la confirmación de las
propuestas para las oficialías del Regimiento de San Luis hechas por el ayun-
tamiento no fue una recompensa por las ofertas hechas por los potosinos,
sino que fue esa concesión por parte del virrey, y recogida en la instrucción,
la que hizo que los grupos de poder favorecieran la formación de las milicias
con donativos personales, fomentando así que el resto de sectores sociales
también los realizaran.
Pero, además de obtener un mayor prestigio y dominio social, las élites
y autoridades locales apoyaron el establecimiento de los regimientos de San
Luis y San Carlos, porque el orden público era una de sus principales preocu-
paciones. Parece que la región potosina, minera y de carácter fronterizo (en
la instrucción se hacía referencia a los «indios de guerra», ver supra p. 136),
Legión.
156
la reforma sobre el papel. Los nuevos regimientos...
79
Según un bando expedido por el alcalde mayor de San Luis en mayo de 1721, era habitual que
los habitantes portaran armas prohibidas y que por las noches entraran forasteros armados y a caba-
llo. Se vendían de forma clandestina bebidas alcohólicas, se practicaban juegos prohibidos y la falta
de respeto de los mercaderes a los pesos y medidas era la norma. También en el bando se señalaba la
presencia de numerosos vagos y desocupados en la ciudad. Monroy Castillo, María Isabel y Calvi-
llo Unna, Tomás, Breve historia de..., p. 121.
80
AGS, SGU, 6972, exp. 8. Solicitud del intendente y del ayuntamiento de San Luis al virrey
Branciforte, San Luis Potosí, 9 de abril de 1795. Recordemos que en los primeros años de existencia
de la Legión también funcionó en San Luis un piquete en cuyo servicio se iban turnando los milicia-
nos.
81
Ibid. Informe del virrey Branciforte al conde de Alange, México, 31 de octubre de 1795.
82
AGS, SGU, 7002, exp. 1. El coronel Salcedo al virrey Branciforte, San Luis Potosí, 18 de
marzo de 1795.
157
Capítulo 5
LOS REGIMIENTOS PROVINCIALES DE SAN LUIS
Y SAN CARLOS, REFLEJO DE LA SOCIEDAD POTOSINA
1
Como muestra de la unión entre ambos grupos podemos citar el matrimonio celebrado en 1807
entre Félix Calleja, peninsular y máximo responsable militar de la intendencia desde 1796, y la rica
heredera criolla María Francisca de la Gándara. Kaiser Schlittler, Arnoldo, Biografías de San Luis
Potosí, San Luis Potosí: Archivo Histórico del Estado, 1997, pp. 29 y 58.
159
juan josé benavides martínez
4dos de ellos fueron los coroneles de los recién creados cuerpos.2 Las oficia-
lías de menor jerarquía se repartieron, en general, entre los sectores interme-
dios de la sociedad, pequeños y medianos comerciantes y dueños de minas y
propiedades modestas, que habían realizado ofertas de menor relevancia.
Entre los miembros de este grupo se aprecian las tensiones existentes entre
criollos y peninsulares, porque, a pesar de que los europeos eran minoría, la
posición privilegiada que disfrutaban por su origen relegó a los americanos a
un segundo plano. Por su parte, los sectores más humildes de la sociedad,
fundamentalmente mestizos empleados en las numerosas haciendas de la re-
gión, integraron la tropa (y suboficiales) de los nuevos regimientos.3
2
Juan José de Mora, el conde del Peñasco, potosino de nacimiento, fue el coronel del Regimien-
to de San Luis y Manuel Rincón Gallardo, natural de Aguascalientes, del de San Carlos (ver supra
pp. 146-148).
3
Velázquez, Primo Feliciano, Historia de San Luis..., t. III, p. 10.
4
A nivel general, la oficialidad de los regimientos milicianos formados en América siempre fue
mayoritariamente criolla, sobre todo desde los últimos años del siglo xviii. Los oficiales de origen
peninsular representaban el 41,2% en los años sesenta, el 47,8% en los setenta, el 40,2% en los
ochenta, y solo el 25% del total en la última década del siglo xviii y la primera del xix. Marchena
Fernández, Juan, Caballero Gómez, Gumersindo y Torres Arriaza, Diego, El ejército en Améri-
ca…, p. 203.
5
Los coroneles de ambos cuerpos eran americanos, pero los dos tenientes coroneles eran penin-
sulares y tan solo cuatro criollos ocupaban alguna de las veinte capitanías (diez por regimiento).
160
los regimientos provinciales de san luis y san carlos...
OFICIALES OFICIALES
TOTAL DE OFICIALES (80)
DE MAYOR RANGO (24) SUBALTERNOS (56)
AGS, SGU, 7273, exp. 2. Hojas de servicios de los oficiales milicianos del Regimiento de San Car-
los, Charcas, 31 de diciembre de 1796; e ibid., exp. 3. Hojas de servicios de los oficiales milicianos
del Regimiento de San Luis, San Luis Potosí, 31 de diciembre de 1796.
6
Entre los oficiales del Regimiento de San Carlos, propuestos por Salcedo, había 24 peninsula-
res (60%) y 16 criollos (40%) y en el de San Luis, propuestos por el ayuntamiento de la capital, había
23 peninsulares (57,5%) y 17 criollos (42,5%). Ibid.
161
juan josé benavides martínez
CRIOLLOS (23)
CRIOLLOS (7)
PENINSULARES (16)
PENINSULARES (26)
7
Tan solo seis eran criollos, dos potosinos, dos de Zacatecas, uno de Veracruz y uno de Méxi-
co. Ibid.
8
Cuatro de Asturias, dos de Galicia, dos de Andalucía y uno de La Rioja. Ibid.
162
los regimientos provinciales de san luis y san carlos...
9
De los 33 oficiales de las once compañías formadas en las poblaciones del norte de la región
potosina once eran vascos y nueve montañeses, es decir, casi dos terceras partes. Ibid.
10
Doce de los 24 oficiales de mayor rango eran vasco-navarros (4) o montañeses (8). De los
otros doce, seis procedían del resto de la península y seis eran criollos. En cuanto a los oficiales
subalternos, 26 (46, 5%) eran de origen vasco-navarro (15) y montañés (11). La presencia de vascos
y montañeses era similar en ambos regimientos, aunque algo mayor en el de San Carlos, donde eran
veinte oficiales (11 vasco-navarros y 9 montañeses) frente a los 18 en el de San Luis (10 montañeses
y 8 vascos). Ibid.
163
juan josé benavides martínez
11
Álvarez Gila, Óscar y Ruiz de Gordejuela, Jesús, «La emigración como estrategia familiar.
Encartados y ayaleses en México y América. Siglos xviii y xix», en Garritz, Amaya (coord.), Los
vascos en las regiones de México, siglos xvi-xx, México: UNAM, 1999-2000, t. VI, pp. 101 y 102.
12
Benavides Martínez, Juan José, «Del valle de Ayala a América: Continuidad de un modelo
migratorio en las primeras décadas del siglo xix», en Sánchez Baena, Juan José, y Provencio Garri-
gós, Lucía, El Mediterráneo…, t. I, p. 270.
13
La casa era el entramado económico que protegía y daba sustento a un grupo de personas
unidas por vínculos sanguíneos y que tenía un componente afectivo y otro económico de igual im-
portancia. Álvarez Gila, Oscar, «Cien reales para hacer un viaje fuera de esta tierra: reflexiones so-
bre la lógica de la emigración en el País Vasco (siglos xviii-xx)», en Imizcoz Beunza, José María
(coord.), Casa, familia y sociedad, Bilbao: Universidad del País Vasco, 2004, p. 122.
14
También abundaron los donativos a las parroquias, que no respondían a criterios económicos,
sino que con ellos se buscaba el reconocimiento social del grupo familiar. Sobre esta cuestión, véase:
Benavides Martínez, Juan José, «América en las iglesias de Álava: Donaciones de indianos alaveses
durante el periodo colonial», Vetas. Revista de El Colegio de San Luis, n.º 28, enero-junio 2008, El
Colegio de San Luis, San Luis Potosí, pp. 128-154; y González Cembellín, Juan Manuel, América
en el País Vasco, inventario de elementos patrimoniales de origen americano en la Comunidad Au-
tónoma Vasca, Vitoria: Gobierno Vasco, 1993.
164
los regimientos provinciales de san luis y san carlos...
15
Amores Carredano, Juan Bosco y Vázquez de Prada, Valentín, «La emigración de navarros
y vascongados al Nuevo Mundo y su repercusión en las comunidades de origen», en Eiras Roel,
Antonio (coord.), La emigración española a Ultramar, 1492-1914, Madrid: Tabapress, 1989, pp. 135
y 136; y Soldevilla Oria, Consuelo, Cantabria y América, Madrid: Mapfre, 1992, p. 34.
16
Otazu, Alfonso de y Díaz de Durana, José Ramón, El espíritu emprendedor de los vascos,
Madrid: Silex, 2008, p. 202; Andrés-Gallego, José y otros, Navarra y América, Madrid: Mapfre,
1992, pp. 119-126, y Soldevilla Oria, Consuelo, La emigración de Cantabria a América: hombres,
mercaderías y capitales, Santander: Ayuntamiento de Santander, 1997, pp. 38 y 39.
17
Benavides Martínez, Juan José, «Del valle de Ayala a América…», pp. 269 y 270.
18
Las ciudades de Querétaro, Guanajuato, Zacatecas, Durango y San Luis Potosí fueron, junto
con la capital virreinal, los principales núcleos novohispanos donde se asentaron los emigrantes
vascos, navarros y cántabros. Brading, David A., Mineros y comerciantes…, pp. 336-339.
19
Angulo Morales, Alberto, «El más féliz éxitto de su desttino. Medios de integración del
emigrante vasco en América y Europa durante el siglo xviii», en Álvarez Gila, Óscar y Angulo
Morales, Alberto (coords.), Las migraciones vascas en perspectiva histórica (ss. xvi-xx), Vitoria:
Universidad del País Vasco, 2002, p. 96.
165
juan josé benavides martínez
20
Sobre esta cuestión, véase: Escobedo Mansilla, Ronald, Zaballa Beascoechea, Ana y Álva-
rez Gila, Óscar, Emigración y redes sociales de los vascos en América, Vitoria: Universidad del País
Vasco, 1996.
21
El más claro ejemplo fue Potosí (Bolivia), donde el poder e influencia de los vascos terminó
desencadenando un largo y violento conflicto, desde finales del siglo xvi y durante casi todo el xvii,
entre estos y los emigrantes de otros puntos de la península, conocido como la guerra de los vascon-
gados y los vicuñas. Ruiz de Azúa, Estibaliz, Vascongadas y América, Madrid: Mapfre, 1992,
pp. 233-235.
22
El periodo de mayor esplendor de la emigración asturiana fue la segunda mitad del siglo xix,
pero ya en el xviii había una importante comunidad en Cuba y México, donde fundaron la cofradía
de la Virgen de Covadonga. Los asturianos fueron los socios tradicionales de los vascos en América.
Era tal el grado de semejanza que algunos de los miembros del «partido vizcaíno» del consulado de
México, procedían de Asturias. Borchart de Moreno, Christiana, Los mercaderes y el capitalismo
en México (1759-1778), México: Fondo de Cultura Económica, 1984, pp. 34 y 35; y Rodríguez,
Jesús Jerónimo, Asturias y América, Madrid: Mapfre, 1992, pp. 61-77.
23
Para más detalles sobre la emigración de vascos, navarros y cántabros a América se puede
consultar cualquiera de los trabajos citados en este epígrafe.
24
Fiel reflejo del poder e influencia de los vascos y cántabros en Nueva España fue el con-
trol alterno que ambas comunidades ejercieron sobre el consulado de México, o lo que es lo
mismo, sobre la actividad económica del virreinato. Desde mediados del siglo xviii se estableció
un sistema de turnos mediante el cual el partido vasco y el cántabro regirían la institución duran-
te dos años de forma alterna. Borchart de Moreno, Christiana, Los mercaderes y el capitalis-
mo…, p. 24.
166
los regimientos provinciales de san luis y san carlos...
la limpieza de sangre, y les permitía, una vez asentados, emparentar con fa-
milias pudientes y desempeñar oficios públicos, de honor.25
Los emigrantes vasco-navarros y montañeses jugaron un papel prota
gonista en la región potosina, principalmente desde el último tercio del si
glo xviii. Los vascos siempre ejercieron una notable influencia en las zonas
de mayor riqueza minera del continente americano, y el norte novohispano,
una región rica en yacimientos argentíferos, no fue una excepción.26 La co-
munidad vasco-navarra potosina estaba muy ligada, al igual que en el resto
del virreinato, a la actividad comercial, sobre todo de lana, y a la minería,
que generalmente compaginaban.27 Los apellidos vascos abundaban en to-
dos los reales de minas de la provincia, pero, sobre todo, en Catorce y en las
poblaciones aledañas de Matehuala y Cedral. Entre los mineros más impor-
tantes podemos destacar a Tomás Anteparazulueta, al navarro Antonio La-
rrea, y, en especial, al también navarro Francisco Miguel de Aguirre, que
llevó a cabo una mejora sustancial del «método de cazo» para obtener pla-
ta.28 También encontramos afincados en la región potosina a varios grandes
comerciantes de origen vasco-navarro que invirtieron en tierras convirtién-
dose en hacendados. Tal fue el caso, por citar algunos, de José María de
Arizmendi, Manuel Ortiz de Santa María, Cosme Damián Arrese, Juan Ig-
25
A lo largo del siglo xv la Corona reconoció como territorios solariegos las provincias de Viz-
caya y Guipúzcoa, y los valles del norte de Álava y de Navarra. Igualmente, recibieron la misma
consideración algunas regiones de Cantabria, del norte de Burgos y de Asturias. Los hidalgos del
norte peninsular, generalmente dedicados a tareas productivas relacionadas con el comercio y la
minería, se caracterizaban por una mentalidad emprendedora, que contrastaba con el comportamien-
to mayoritario de la nobleza tradicional, cuyo valor fundamental era el honor, que implicaba una
determinada conducta social y económica. Otazu, Alfonso de y Díaz de Durana, José Ramón, El
espíritu emprendedor…, pp. 73-99; y Sanchíz Ochoa, Pilar, Los hidalgos de Guatemala, Sevilla:
Universidad de Sevilla, 1978, pp. 124-134.
26
Sobre la emigración vasca a México quisiéramos destacar dos obras de Jesús Ruiz de Gorde-
juela, en las que el autor estudia con detalle las razones de la emigración, las características de la
comunidad vasca emigrada y su participación en la vida económica en las diversas regiones del
México decimonónico a través de un gran número de historias de vida de emigrantes: Ruiz de Gor-
dejuela, Jesús, Vivir y morir en México. Vida cotidiana en el epistolario de los españoles vascona-
varros, 1750-1900, Madrid: Nuevos Aires, 2011; e ibid., Los vascos en el México decimonónico,
1810-1910, San Sebastián: RSBAP, 2008.
27
Era habitual que los comerciantes vascos afincados en San Luis participaran en el negocio de
la minería, ya fuera asociándose con algún propietario, como accionistas, a través del Tribunal de
Minería, o como aviadores de mineros, garantizando así liquidez para sus negocios. Torales Pache-
co, María Cristina, Ilustrados en Nueva España, los socios de la Real Sociedad Bascongada de
Amigos del País, México: Universidad Iberoamericana, 2001, pp. 209-215 y 223.
28
Brading, David A., Mineros y comerciantes…, pp. 191 y 192.
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36
Cf. AGN, General de Parte, vol. 43, exp. 178. Aprobación de la elección del cabildo de José
Antonio de Otaegui como alcalde ordinario, San Luis Potosí, 1 de enero de 1761; AHN, Inquisición,
1290, exp. 18. Aprobación de la limpieza de sangre de José Antonio de Otaegui, Logroño, 15 de
septiembre de 1775; AGN, Inquisición, vol. 1127, exp. 29. Licencia para contraer matrimonio para
el familiar José Antonio de Otaegui y Oria, México, 14 de marzo de 1780; y AGN, Indiferente Virrei-
nal, C. 2738, exp. 3. Concesión de grado de subteniente de la Legión de San Carlos para José Antonio
de Otaegui y Oria, México, 29 de abril de 1782.
37
Le acompañaron en el viaje su primo Ignacio María de Oria y un joven navarro, Martín de
Ilarregui. Llevaron consigo mercancías por valor de 428 000 reales para venderlas en Veracruz. AGI,
Contratación, 5531, N. 3, R. 12. Licencia de embarque a Veracruz para José Antonio de Otaegui,
Cádiz, 15 de mayo de 1787.
38
AGS, SGU, 7002, exp. 1. Relación de las ofertas realizadas para la habilitación de los regi-
mientos provinciales en San Luis Potosí, México, 31 de octubre de 1795.
39
La herencia era de tal calibre que el cuñado de Otaegui, Juan José de Murguiondo, viajó des-
de Mutiloa (Guipúzcoa) hasta San Luis para encargarse del traslado de los bienes que correspondían
a los familiares de Guipúzcoa. AGI, México, 2498. Licencia de embarque de Juan José de Murguion-
do, vecino de la villa de Mutiloa, Cádiz, 22 de junio de 1802.
40
AGN, General de Parte, vol. 67, exp. 475. Orden para que el intendente de Zacatecas admi-
nistre justicia a José Antonio de Otaegui en su pleito contra Francisco Castañeda, esposo de Felicia-
na Bernaldez, como albacea de su primer marido, México, 20 de octubre de 1789; y Torales Pache-
co, María Cristina, Ilustrados en Nueva España..., p. 261.
41
José Antonio de Otaegui (segundo) se dedicó, fundamentalmente, a la explotación minera.
Fue portaguión del Regimiento de San Luis y desde 1810 capitán de Batallón de Infantería de San
Luis. Archivo General Militar de Segovia (AGMS), 1.ª, 1.ª, O-876. Solicitud de retiro por enferme-
dad de José Antonio de Otaegui, México, 15 de febrero de 1814.
169
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los regimientos provinciales de san luis y san carlos...
46
Encontramos una detallada descripción de esta capilla en Morales Bocardo, Rafael, El con-
vento de San Francisco…, pp. 430-433.
47
La interacción y el fortalecimiento de los lazos entre la comunidad vasco-navarra de San Luis
se produjo a través de relaciones de parentesco y paisanaje y del culto a su patrona. Si bien no habían
fundado una cofradía, existía una congregación bajo la advocación de la Virgen de Aranzazu, com-
puesta por vizcaínos, guipuzcoanos, alaveses, navarros y criollos de ascendencia vasca, cuyos diri-
gentes ejercían como representantes del grupo ante autoridades ajenas a la comunidad. Benavides
Martínez, Juan José, «Para todos los miembros de la nación vascongada que existen y existirán en
San Luis Potosí. La comunidad vasco-navarra en la región potosina, 1760-1801», en Azcona Pastor
José Manuel y Ruiz de Gordejuela, Jesús (coords.), La contribución de la emigración vasca y Nava-
rra al desarrollo socioeconómico de América, Madrid: Wilkinson. (En prensa).
48
La hacienda de Bledos tenía 35 700 hectáreas. Su situación, en un paraje difícilmente accesi-
ble a 25 kilómetros de la población más cercana, hizo que nunca tuviera litigios por tierras. Bazant,
Jan, Cinco haciendas..., pp. 81 y 82.
49
González Echegaray, María del Carmen, De Santander a San Luis Potosí, Santander: Ayun-
tamiento de Santander, 1981, p. 34.
171
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Catorce fue denominado Ogarrio en su nombre. González Echegaray, María del Carmen, De San-
tander a…, pp. 12-15.
55
La 2.ª y 6.ª compañías del Regimiento de San Carlos tenían su cabecera en Matehuala, la 8.ª
en Guadalcázar, la 10.ª en Cedral y la 12.ª en Catorce. Por su parte, la 3.ª compañía del Regimiento
de San Luis se estableció en Sierra de Pinos y la 9.ª en el Real de Pozos. AGS, SGU, 7002, exp. 1. El
coronel Salcedo al virrey Branciforte sobre las cabeceras de las compañías de los regimientos de San
Luis y San Carlos, San Luis Potosí, 18 de marzo de 1795. Hemos dejado fuera de este grupo a Char-
cas, porque, aunque se fundara como real de minas, a finales del siglo xviii la ganadería era la prin-
cipal actividad económica.
56
Nació en 1756 en el valle de Aramayona (Álava) y, por tanto, era hidalgo. En 1784 comenzó
a servir en la Legión de San Carlos como subteniente de infantería, y en 1795 el ayuntamiento de la
capital lo propuso como teniente de la 9.ª compañía del Regimiento de San Luis. AGS, SGU, 7274,
exp. 4. Hojas de servicio de los oficiales veteranos del Regimiento de San Carlos, Charcas, 31 de
diciembre de 1798.
57
Murguiondo era vecino de Sierra de Pinos, pero fue asignado a otra compañía de la misma
región para que no perdiese su rango de capitán, que había ocupado en la Legión de San Carlos du-
rante trece años. AGS, SGU, 7273, exp. 3. Hojas de servicio de los oficiales milicianos del Regi-
miento de San Luis, San Luis Potosí, 31 de diciembre de 1796.
173
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ñías formadas en los reales de minas.63 Sin embargo, eran la mitad de los
oficiales peninsulares de las 17 compañías establecidas fuera de las zonas de
mayor riqueza argentífera de la región.64 Entre ellos podemos destacar a Fe-
lipe Berdeja y Valentín González de Rada, capitán y alférez, respectivamen-
te, de la 3.ª compañía del Regimiento de San Carlos (El Venado).65 En Char-
cas se formaron dos compañías y cuatro de los seis oficiales eran
terratenientes cántabros: los hermanos Antonio y Francisco Gutiérrez, capi-
tán y teniente, respectivamente, de la 5.ª compañía;66 y Ramón Cevallos y
Vicente Soberón, también capitán y teniente, pero de la 9.ª.67
También quisiéramos destacar la presencia de tres oficiales montañeses
en la 2.ª compañía del Regimiento de San Luis, cuya cabecera era la hacien-
da del Pozo del Carmen, propiedad de la comunidad carmelita de San Luis.
Ángel Prieto de la Maza, teniente coronel del regimiento, y uno de los ma-
yores terratenientes de la provincia potosina, capitaneaba esta compañía.
Nació en el valle de Piélagos en 1754 y llegó a Nueva España como alcalde
mayor de Zamora en 1773. Después pasó a San Luis, donde en 1781 comen-
zó a servir como subteniente de infantería de la Legión de San Carlos. Ese
mismo año se hizo con la hacienda de La Parada, que fue una fuente de con-
63
Cabría destacar a Valentín de Soberón, teniente de la 2.ª compañía del Regimiento de San
Carlos (Matehuala). Además de ser un importante minero, era uno de los principales comerciantes.
AGN, Alcabalas, vol. 72, exp. 8. Absolución de Valentín de Soberón, acusado de estafa, México, 30
de julio de 1795.
64
Estas compañías tenían 51 oficiales, 26 de los cuales eran peninsulares. Entre ellos, trece eran
montañeses, seis vascos, siete del resto de la península (cuatro asturianos, dos gallegos y un riojano)
y 25 criollos. AGS, SGU, 7273, exp. 2. Hojas de servicio de los oficiales milicianos del Regimiento
de San Carlos, Charcas, 31 de diciembre de 1796; e ibid., exp. 3. Hojas de servicio de los oficiales
milicianos del Regimiento de San Luis, San Luis Potosí, 31 de diciembre de 1796.
65
Berdeja, formado como criado en la casa de Manuel Godoy, viajó a San Luis Potosí para co-
laborar en el negocio de su tío José Gregorio, un importante comerciante. Después de un tiempo
trabajando con su tío, Berdeja invirtió sus ganancias en la compra de tierras en El Venado, donde se
instaló definitivamente. AGI, Estado, 40, N. 31. Felipe Berdeja a Manuel Godoy, El Venado, 16 de
noviembre de 1796.
66
AGS, SGU, 7273, exp. 2. Hojas de servicio de los oficiales milicianos del Regimiento de San
Carlos, Charcas, 31 de diciembre de 1796.
67
Cevallos, dueño de la hacienda de Laguna Seca, tenía una de las mayores fortunas de Charcas,
y estaba emparentado con Domingo Cevallos, comerciante y minero de Catorce. Por su parte Vicen-
te Soberón era dueño de una casa de comercio en Charcas en asociación con su hermano, Valentín
Soberón, que tenía otra en Catorce. Vicente, que también invirtió en tierras, se convirtió en uno de
los personajes de mayor relevancia de Charcas, donde desempeñó varios cargos públicos. AGS,
SGU, 7002, exp. 1. Propuestas del coronel Salcedo para las oficialías del Regimiento de San Carlos,
San Luis Potosí, 7 de julio de 1795.
175
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1792; y AHESLP, RPPC, 1797, n.º 133. Constitución de una compañía para explotar la mina de la
Purísima Concepción, San Luis Potosí, 11 de diciembre de 1797.
73
Todos eran designados en la documentación como «hidalgos», «nobles» o «de buena cali-
dad». En el caso de los vascongados la mayoría eran vizcaínos (7) y navarros (6). También había
cuatro alaveses, todos procedentes de los valles del norte de la provincia, y dos guipuzcoanos. AGS,
SGU, 7273, exp. 2. Hojas de servicios de los oficiales milicianos del Regimiento de San Carlos,
Charcas, 31 de diciembre de 1796; e ibid., exp. 3. Hojas de servicios de los oficiales milicianos del
Regimiento de San Luis, San Luis Potosí, 31 de diciembre de 1796.
74
Ibid. Todos tenían una edad en la que, teniendo en cuenta que la mayoría de los emigrantes
partían de su lugar de origen antes de cumplir los 25, ya estarían asentados en la región, y su estado
de salud todavía les permitiría realizar sin problemas las actividades que conllevaba su rango, como
montar a caballo o manejar con habilidad una espada y un arma de fuego.
75
Tan solo cuatro, el alavés José de Azcazubi y los montañeses Ángel Prieto de la Maza, Vicen-
te Troche y Juan Cos, habían servido como oficiales en la Legión de San Carlos. Ibid.
76
Once de los 19 oficiales vasco-navarros eran mineros, mientras que, de las once compañías en
que había oficiales de origen montañés (seis del Regimiento de San Carlos y cinco del de San Luis),
tan solo tres de ellas tenían su cabecera en un centro minero. Ibid.
77
Entre los 51 oficiales de estas 17 compañías, diez del Regimiento de San Luis y siete del de
San Carlos, 25 eran criollos (49%). Esta importante presencia de oficiales americanos se fundamen-
taba en su marcado predominio (66%) en las siete compañías con cabecera en otras tantas haciendas:
Pozo del Carmen, Santa Rita, Tepetate, Picachos, Santiago, Arroyo Hondo y Bocas. AGS, SGU,
7273, exp. 3. Hojas de servicio de los oficiales milicianos del Regimiento de San Luis, San Luis
Potosí, 31 de diciembre de 1796.
177
juan josé benavides martínez
En general, las fortunas de las élites criollas potosinas de finales del si-
glo xviii no tenían su origen en la minería o en la práctica del comercio,
sectores dominados por peninsulares, sobre todo por vascongados y cánta-
bros, sino que eran herederos de patrimonios rústicos acumulados durante
varias generaciones.81 Poseían grandes extensiones de tierra, pero esto no
78
Tan solo cuatro criollos eran oficiales de compañías formadas en reales de minas y únicamente
seis ocupaban una capitanía. La práctica totalidad, 26, eran propietarios de una o varias haciendas,
mientras que solo había cuatro comerciantes y tres mineros. En cuanto a su origen, 25 eran potosinos,
tres de Guanajuato, dos de Zacatecas, uno de Aguascalientes, otro de México y otro de Veracruz. Sin
embargo, a excepción del coronel del Regimiento de San Carlos, Manuel Rincón Gallardo, todos esta-
ban integrados en la sociedad potosina con anterioridad a su nombramiento. Ibid.; e ibid., exp. 2. Hojas
de servicio de los oficiales milicianos del Regimiento de San Carlos, Charcas, 31 de diciembre de 1796.
79
Entre los peninsulares era del 33%. Ibid.
80
Se trataba de los coroneles conde del Peñasco y Manuel Rincón Gallardo, los capitanes Juan
Nepomuceno Oviedo, Bernabé Cepeda y José Ignacio García Rojas, los tenientes Andrés Sierra, José
Ignacio Astegui y José Casiano Frejomil y el alférez José Antonio de Machinbarrena. Mientras que
entre los peninsulares solo se contaban cuatro excepciones. Ibid.
81
Gómez Serrano, Jesús, «Un documento de principios del siglo xviii sobre la administración
de haciendas. La memoria de José Rincón Gallardo, 1704», Relaciones, primavera 2005, vol. XXVI,
Colegio de Michoacán, Zamora, p. 134.
178
los regimientos provinciales de san luis y san carlos...
82
Las haciendas de Ciénaga de Mata servirían como ejemplo: «Un siglo había bastado para
crear un verdadero principado en pequeño, que poseía su administración y un ejército de jinetes, el
pueblo y castillo de Ciénega de Mata hacia el centro, un rosario de haciendas y de poblados satélites
alrededor, una gran laguna, ríos y montañas.» Chevalier, François, La formación de los latifundios
en México. Tierra y sociedad en los siglos xvi y xvii, México: Fondo de Cultura Económica, 1976,
pp. 220 y 221.
83
Generalmente los matrimonios eran endogámicos, pero también se incorporaron nuevos
miembros a la familia para acceder a nuevas fuentes de capital. En este caso los elegidos habitual-
mente eran mineros y comerciantes peninsulares. Gómez Serrano, Jesús, Un mayorazgo sin funda-
ción. La familia Rincón Gallardo y su latifundio de Ciénega de Mata, 1593-1740, Aguascalientes:
Instituto cultural de Aguascalientes, 2006, pp. 31-34 y 39 y 40.
84
Ibid., «Un documento de principios del siglo xviii…», pp. 137-144.
85
AGI, Indiferente, 1609. Aprobación de la sucesión del título de conde de Santa María de
Guadalupe del Peñasco por parte del Consejo de Indias, Madrid, 10 de septiembre de 1789; y AGI,
Títulos de Castilla, N. 6. R. 24. Carta de sucesión del título de conde de Santa María de Guadalupe
del Peñasco, Madrid, 21 de octubre de 1789.
179
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86
Martínez Rosales, Alfonso, «Las haciendas potosinas y el Regimiento...», p. 374; y Veláz-
quez, Primo Feliciano, Historia de San Luis…, t. II, p. 490
87
AGI, MP-Libros Manuscritos, 19. Genealogía de Manuel Rincón Gallardo, Sin Lugar, 1715;
y AGN, Matrimonios, vol. 17, exp. 17. Certificación de la genealogía de Manuel Rincón Gallardo,
Aguascalientes, 3 de junio de 1782.
88
Cf. AHESLP, RPPC, 1797, n.º 37. Poder de Manuel Rincón Gallardo a Nemesio Salcedo, San
Luis Potosí, 31 de marzo de 1797; AGS, SGU, 7008, exp. 9. Solicitud del hábito de la orden de San-
tiago de Manuel Rincón Gallardo, México, 31 de marzo de 1799; AGN, Reales Cédulas Originales,
vol. 174, exp. 126. Concesión del hábito de la orden de Santiago al coronel Manuel Rincón Gallardo,
El Escorial, 10 de noviembre de 1799; y AHN, OM-Expedientillos, N. 8723. Título de caballero de
la orden de Santiago de Manuel José Rincón Gallardo, Aranjuez, 5 de junio de 1802.
89
En 1807 se le concedió el título y en 1810 la Junta Central lo intituló oficialmente. AGI, Títu-
los de Castilla, N. 5, R. 4. Concesión del título de marqués de Guadalupe Gallardo a Manuel Rincón
Gallardo, Cádiz, 11 de marzo de 1810; y AGS, DGT, Títulos de Indias, 2.º, 92-107. Título de marqués
de Guadalupe Gallardo para Manuel Rincón Gallardo, Cádiz, 11 de marzo de 1810.
90
Ladd, Doris, La nobleza mexicana en la época de la independencia, 1780-1826, México:
Fondo de Cultura Económica, 1984, p. 115.
91
AGN, Tierras, vol. 483, exp. 1. Toma de posesión de las haciendas de Ciénaga de la Mata, El
Tecuan, San Nicolás de las Encinillas, Los Remedios y Las Peñuelas por parte de José Rincón Ga-
llardo como heredero de Pedro Rincón de Ortega, San Miguel el Grande, 5 de octubre de 1751.
180
los regimientos provinciales de san luis y san carlos...
181
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criollo, también del Regimiento de San Carlos, era Juan Nepomuceno Ovie-
do, el único de los cuatro que no tenía una gran fortuna. Aun así, era el admi-
nistrador de la hacienda de Bocas, por lo que parecía la persona más indicada
para capitanear la compañía allí formada (4.ª). Nació en San Miguel el Gran-
de (Guanajuato) en 1747, pero siendo un niño se instaló en Bocas con toda
su familia. En 1767 participó en la represión de los motines y comenzó a
servir en la Legión de San Carlos, llegando a ser capitán en 1783. Su buen
hacer como oficial miliciano, su oferta de costear el equipo completo de una
compañía y, sobre todo, la influencia que ejercía en la región, hicieron que
conservase su rango de capitán en los regimientos provinciales, a pesar de no
pertenecer a una familia de la élite.97
Las élites criollas, si bien en clara minoría frente a los peninsulares, ju-
garon un papel de cierta relevancia en las milicias potosinas, pero la gran
mayoría de los oficiales criollos de los regimientos provinciales de San Luis
y San Carlos, 27 de los 33, ocuparon grados subalternos (teniente, alférez y
portaguión). Casi todos tenían entre veinticinco y treinta y cinco años y per-
tenecían a los grupos intermedios de la sociedad.98 Entre ellos, podemos citar
a varios oficiales del Regimiento de San Carlos, como los hermanos José y
Ramón Guardiola, naturales de San Luis, hijos del que fuera teniente coronel
de la caballería de la Legión de San Carlos, Pedro José Guardiola, designa-
dos teniente y alférez de la 4.ª compañía (hacienda de Bocas);99 José Amato
7273, exp. 2. Hojas de servicio de los oficiales milicianos del Regimiento de San Carlos, Charcas, 31
de diciembre de 1796.
97
Tanto él como sus hermanos tenían un patrimonio de cierta consideración, pero lejos de las
grandes fortunas de la región. Cf. AGS, SGU, 7002, exp. 1. Relación de las ofertas realizadas para la
habilitación de los regimientos provinciales en San Luis Potosí, México, 31 de octubre de 1795;
ibid., 7273, exp. 2. Hojas de servicio de los oficiales milicianos del Regimiento de San Carlos, Char-
cas, 31 de diciembre de 1796; AHESLP, RPPC, 1795, n.º 10. Testamento de José Miguel de Oviedo,
San Luis Potosí, 23 de enero de 1795; e ibid., 1801, n.º 107. Testamento de José Antonio Martínez
de Oviedo, San Luis Potosí, 23 de septiembre de 1801.
98
Se trataba de pequeños y medianos propietarios y comerciantes locales. AGS, SGU, 7273,
exp. 3. Hojas de servicios de los oficiales milicianos del Regimiento de San Luis, San Luis Potosí,
31 de diciembre de 1796.
99
La familia Guardiola era dueña de la hacienda de San Cristóbal de Guadalupe, en la jurisdic-
ción de Guadalcázar, por lo que podríamos considerarlos como unos medianos propietarios. AGN,
182
los regimientos provinciales de san luis y san carlos...
Tierras, vol. 888, exp. 2. Emeterio Ventura de la Puebla Rubín de Celis, dueño de la hacienda de
Arroyo Hondo, contra los herederos de Felipe Guardiola, San Luis Potosí, 1736-1762.
100
Poseía varios ranchos de ganado, pero sus ingresos procedían fundamentalmente del comer-
cio. Donó 150 pesos para el establecimiento de los regimientos provinciales. AGS, SGU, 7273, exp.
2. Hojas de servicios de los oficiales milicianos del Regimiento de San Carlos, Charcas, 31 de di-
ciembre de 1796.
101
En apenas un año ascendió a teniente de su compañía, pero su carrera en la milicia se truncó
en 1798, cuando quedó inutilizado para el servicio tras fracturarse una pierna. AGN, Indiferente Vi-
rreinal, C. 2887, exp. 27. Solicitud de retiro del teniente José Román, San Luis Potosí, 12 de enero
de 1802.
102
Su familia poseía varias haciendas ganaderas en la región de Guadalcázar, donde ejercían
una cierta influencia. AGN, General de Parte, vol. 57, exp. 396. Orden al administrador de alcabalas
de Guadalcázar para que no intervenga en los negocios de Francisco Antonio Nieto, México, 13 de
septiembre de 1778.
103
Nacido en el Valle de San Francisco, era un pequeño comerciante local. AGN, Consulado,
vol. 196, exp. 3. Juan Antonio Vildósola, José Ignacio Escalante, José Ramón Esnarriaga y José
María Longoria, vecinos del comercio del Valle de San Francisco, contra la marquesa del Jaral de
Berrio por el robo de los arrieros de esta en perjuicio de los comerciantes, San Luis Potosí, 1799.
104
Berástegui, natural de Charcas, terminó haciendo carrera en la milicia, llegando a ser capitán
durante la guerra de independencia. Ichaurrandieta, nacido en Matehuala, no tenía experiencia en la
milicia, pero los méritos de su padre, un minero vasco que sirvió como capitán de caballería de la
Legión de San Carlos, le valieron para ser oficial. Astegui, hijo de un comerciante vasco, era subte-
niente de infantería de la Legión desde 1784 y ascendió a teniente al formarse los regimientos pro-
vinciales. Por su parte, los méritos del padre y del tío de Machinbarrena, capitanes de infantería de la
Legión, y su experiencia como subteniente del mismo cuerpo desde 1785 le valieron el ascenso a
teniente. AGS, SGU, 7002, exp. 1. Lista de oficiales de la extinta Legión de San Carlos acreedores a
retiro con goce de fuero y uso de uniforme, San Luis Potosí, 18 de marzo de 1795; ibid., 7273, exp.
2. Hojas de servicios de los oficiales milicianos del Regimiento de San Carlos, Charcas, 31 de di-
ciembre de 1796; ibid., exp. 3. Hojas de servicios de los oficiales milicianos del Regimiento de San
Luis, San Luis Potosí, 31 de diciembre de 1796; y AGN, Indiferente Virreinal, C. 6135, exp. 2. Lista
de revista de la compañía del capitán del Regimiento de San Carlos, Miguel de Berástegui, Vallado-
lid, 30 de enero de 1815.
183
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105
Su hermano Luis, el heredero principal de fortuna familiar, fue designado capitán del Regi-
miento de San Luis, pero él simplemente recibió el grado de portaguión, a pesar de su donación de
doscientos pesos para el establecimiento miliciano. Era vecino de Catorce, donde probó suerte como
minero, pero, posteriormente, se trasladó al Venado, donde ejerció como subdelegado. AGS, SGU,
7273, exp. 2. Hojas de servicios de los oficiales milicianos del Regimiento de San Carlos, Charcas,
31 de diciembre de 1796.
106
Era natural de Irapuato (Guanajuato), pero llevaba varios años asentado en la región potosi-
na, donde su familia tenía varias haciendas. Ejerció como teniente del alcalde mayor del Valle de San
Francisco hasta el establecimiento de las intendencias. Ibid., exp. 3. Hojas de servicios de los oficia-
les milicianos del Regimiento de San Luis, San Luis Potosí, 31 de diciembre de 1796.
107
Sierra heredó de su padre varias haciendas y, al igual que él, también fue miembro del ayun-
tamiento. Sirvió como subteniente de infantería de la Legión durante catorce años y en 1795 realizó
un importante donativo, trescientos pesos, para el establecimiento de los regimientos provinciales.
AGS, SGU, 7002, exp. 1. Relación de las ofertas realizadas para la habilitación de los regimientos
provinciales en San Luis Potosí, México, 31 de octubre de 1795; e ibid., 7273, exp. 3. Hojas de ser-
vicios de los oficiales milicianos del Regimiento de San Luis, San Luis Potosí, 31 de diciembre
de 1796.
108
Manuel de la Gándara era el hijo mayor de una familia de terratenientes de origen montañés,
asentados en la región desde 1735. En 1792, siendo ya un gran hacendado, se casó con su prima por
parte materna, María de la Luz Sierra, la hermana de Andrés. Tras la muerte de Manuel de Sierra,
Andrés perdió la parte más sustancial de la herencia, la hacienda de Bledos, una de las mayores de la
región potosina, que pasó a ser gestionada por su primo y cuñado, Manuel de la Gándara, que tam-
bién heredó de Sierra el empleo de alférez real del ayuntamiento de San Luis. Núñez y Domínguez,
José de, La virreina mexicana…, pp. 9-11.
109
AGN, Indiferente Virreinal, C. 2938, exp. 6. Filiaciones de la compañía del capitán del Regi-
miento de San Carlos Francisco Portillo, S.F; y AGN, Reales Cédulas Originales, vol. 205, exp. 283.
Concesión de retiro al capitán de Regimiento de Dragones de San Luis Andrés de Sierra, México, 1
de diciembre de 1811.
184
los regimientos provinciales de san luis y san carlos...
110
Los grupos de poder se repartieron los principales empleos de estas archicofradías. AGI, MP-
Libros Manuscritos, 24. Constituciones de las archicofradías del Santísimo Sacramento y de Nuestra
Señora del Rosario, San Luis Potosí, S/F. Sobre la instrumentalización de las cofradías por parte de
las élites potosinas para consolidar su influencia y defender sus intereses particulares, véase: Silva
Prada, Natalia, «Cruce de jurisdicciones: tensión política en los cabildos y cofradías novohispanas
del último cuarto del siglo xviii», Fronteras, n.º 3, vol. 3, México, 1998, pp. 135-138.
111
Los criollos poseían grandes extensiones de tierra, los montañeses no se quedaban atrás en
propiedades y también ejercían una notable influencia en el comercio de la región, al igual que los
vascos, que además controlaban la minería. Se compraban y vendían propiedades, se hacían présta-
mos, se avalaban y se otorgaban poderes entre ellos, e, incluso, ejercían como albaceas unos de otros
y formaban sociedades para explotar haciendas o minas. Los casos son inabarcables. La mayoría
pueden encontrarse en el fondo de Registro de la Propiedad Pública y el Comercio del Archivo His-
tórico del Estado de San Luis Potosí.
112
El 29% de los donantes analizados eran de origen criollo y aportaron el 35% del dinero,
mientras que los peninsulares (71%) sumaron el 65% restante. AGS, SGU, 7002, exp. 1. Relación de
las ofertas realizadas para la habilitación de los regimientos provinciales en San Luis Potosí, México,
31 de octubre de 1795.
185
juan josé benavides martínez
realizadas por los veinte que ocuparon los rangos más elevados de las mili-
cias. La media resultante sería de 906 pesos para los criollos y de 350 para
los peninsulares.113
Según estos datos, los criollos merecerían haber ocupado la mayoría de
las oficialías, pero, a pesar de su importancia, el acceso a una oficialidad
miliciana no solo dependía de la aportación ofrecida para su establecimien-
to.114 Un donativo importante reflejaba una buena situación económica y el
compromiso del donante hacia el servicio, pero, además, había que cumplir
una serie de requisitos: limpieza de sangre, provenir de una familia de «buen
nombre» y estar avecindado en la población cabecera de la compañía o cerca
de ella (también la experiencia previa como oficial era tenida en cuenta).115
Por todo ello, en general, los peninsulares accedieron a los mandos milicia-
nos con mayor facilidad. La mayoría eran vasco-navarros y montañeses, hi-
dalgos, dueños de prósperos negocios, así que su aportación económica que-
daba en un segundo plano.116 En algunas regiones de la provincia, donde
escaseaban los individuos que cumplieran los requisitos, hubo criollos que
recibieron una oficialía habiendo donado una cantidad modesta,117 pero lo
habitual era lo contrario, como demuestran los casos de Bernardo Vejo Gal-
nares, montañés, y de José Troncoso, gallego, que recibieron sendas capita-
nías tras haber realizado un donativo de 25 pesos.
Algunos miembros de la élite criolla, que se vieron relegados, se sintie-
ron menospreciados por las autoridades, y esto contribuyó a alimentar un
sentimiento de agravio que, con el paso de los años, fue extendiéndose y
aumentando. Sin embargo, en muchos casos este malestar pudo fundamen-
tarse en una percepción subjetiva e interesada más que en una «política ge-
neral» discriminatoria. Un ejemplo ilustrativo en este sentido sería el de José
Casiano Frejomil, teniente de la 10.ª compañía del Regimiento de San Luis
(hacienda de Picachos). Natural de Charcas, en 1795 Frejomil contaba con
113
Sin contar las ofertas de los coroneles, las donaciones de tres criollos supusieron 2720 pesos,
mientras que 17 peninsulares aportaron 5958. Ibid.
114
De hecho, el 40% de los que fueron designados oficiales no realizaron ninguna donación,
aunque probablemente la hiciera algún pariente para que fueran tenidos en cuenta.
115
AGS, SGU, 7002, exp. 1. Instrucción del virrey Branciforte al coronel Salcedo para el esta-
blecimiento de las milicias provinciales en San Luis Potosí, México, 19 de noviembre de 1794.
116
La mitad de los peninsulares que recibieron una capitanía ofrecieran un donativo igual o
menor que la mayoría de los tenientes y alféreces de origen criollo. Ibid. Relación de las ofertas
realizadas para la habilitación de los regimientos provinciales en San Luis Potosí, México, 31 de
octubre de 1795.
117
Tal fue el caso del alférez José Román, vecino de El Venado, que ofreció seis pesos. Ibid.
186
los regimientos provinciales de san luis y san carlos...
118
AGS, SGU, 7273, exp. 3. Hojas de servicios de los oficiales milicianos del Regimiento de
San Luis, San Luis Potosí, 31 de diciembre de 1796.
119
Heredó de su padre algunas haciendas y varias minas en Real de Catorce. Para explotar las
minas más eficientemente hipotecó las haciendas, pero no obtuvo los resultados esperados y se que-
dó en la ruina. Además, sostuvo un largo litigio con su cuñado por la herencia de su padre, lo que
consumió aún más sus caudales. En 1808 se le retiró del servicio por «hallarse en suma pobreza».
AGN, Indiferente Virreinal, C. 2574, exp. 27. Licencia de retiro del virrey Garibay para el teniente
del Regimiento de San Luis José Frejomil, México, 20 de noviembre de 1808.
120
Frejomil no fue condenado porque se acogió a un indulto general. Sin embargo, se le prohi-
bió el reingreso en el ejército y fue inhabilitado para desempeñar cualquier empleo público. AGN,
Infidencias, vol. 181, exp. 5. Sumaria contra José Casiano de Frejomil, San Luis Potosí, 29 de marzo
de 1811.
121
Las grandes fortunas amasadas por algunos emigrantes han contribuido a fomentar la imagen
del rico indiano, pero, la mayoría solo consiguieron unos cortos ahorros para vivir con una cierta
comodidad y enviar cantidades modestas a su lugar de origen. Andrés-Gallego, José, Navarra y…,
p. 236.
187
juan josé benavides martínez
de los méritos que los americanos pudieran exhibir, lo que acrecentó el ma-
lestar de los criollos de los grupos intermedios de la sociedad.122
Los conflictos y el resentimiento cotidianos tuvieron su reflejo en las
milicias, tal como podemos comprobar en la renuncia de Juan Bollar, que
fue nombrado teniente de la 8.ª compañía del Regimiento de San Carlos
(Guadalcázar).123 Había sido diputado de minería de Guadalcázar, subdele-
gado interino durante un año, síndico procurador y estaba empleado en la
renta del tabaco. Consideraba que tenía los méritos suficientes para ser desig-
nado capitán, pero el origen europeo de Bernardo Vejo Galnares, fue sufi-
ciente para relegarlo a la tenencia.124 Bollar consideraba que se le había des-
honrado y envió una carta al virrey exigiéndole que le nombrara capitán o le
eximiese de servir en la milicia.125 Sin embargo, Bollar no era más que el
propietario de una tienda que, de no ser por la escasa población de Guadal-
cázar, jamás habría desempeñado empleo público alguno, así que parece que
el verdadero motivo de su alegato era que no quería convertirse en subordi-
nado de un peninsular, al que conocía y con el que, al parecer, no mantenía
una buena relación. La respuesta del virrey fue contundente, le retiró el des-
pacho de oficial, porque lo consideraba indigno, y le informó de que no sería
tenido en cuenta para ascender en su empleo en la renta del tabaco.126
Además del de Bollar, el virrey también retiró otros despachos de oficia-
les que renunciaron. Algunos acreditaron problemas de salud o económi-
cos.127 Pero los motivos de otras renuncias no estaban del todo claros. Tal fue
122
Velázquez, María del Carmen, El estado de guerra en..., p. 164. En cuanto a la cantidad de
las donaciones, simplemente señalaremos que 25 individuos que fueron designados como oficiales
subalternos de los regimientos provinciales ofrecieron un total de 3118 pesos, lo que supondría una
donación media de 125 pesos. Diez criollos aportaron 1363 pesos y quince peninsulares 1755, por lo
que la donación media de los primeros fue de 136 pesos mientras que la de los europeos era de 117.
AGS, SGU, 7002, exp. 1. Relación de las ofertas realizadas para la habilitación de los regimientos
provinciales en San Luis Potosí, México, 31 de octubre de 1795.
123
AGN, Correspondencia de los virreyes, vol. 184. Propuesta del virrey Branciforte para el
empleo de teniente del Regimiento de San Carlos, vacante por renuncia de Juan Bollar, México, 27
de marzo de 1796.
124
Aunque ambos habían hecho la misma aportación para el establecimiento de las milicias, 25
pesos. AGS, SGU, 7002, exp. 1. Relación de las ofertas realizadas para los gastos de la habilitación
de los regimientos provinciales en San Luis Potosí, México, 31 de octubre de 1795.
125
AGN, Indiferente de Guerra, vol. 196b. El teniente Juan de Bollar al virrey Branciforte.
Sin fechar.
126
Ibid. El coronel Salcedo al virrey Branciforte, México, 23 de enero de 1796; e ibid. Orden del
virrey al coronel Rincón Gallardo, México, 27 de enero de 1796.
127
Tal fue el caso de Rafael Gómez de Rada, alférez de la 12.ª compañía del Regimiento de San
Carlos (Catorce), que presentó un informe médico. Ibid. Rafael Gómez de Rada al coronel Rincón
188
los regimientos provinciales de san luis y san carlos...
Gallardo, Catorce, 2 de enero de 1796; e ibid. El virrey Branciforte al coronel Rincón Gallardo,
México, 29 de marzo de 1796.
128
Incluso el director general de la renta del tabaco de Nueva España envió un escrito al virrey,
apoyando el argumento de los renunciantes. Ibid. Jacobo Ugarte y Loyola al virrey Branciforte,
México, 11 de mayo de 1796.
129
Ibid. Informe del coronel Rincón Gallardo al virrey Branciforte, Villa de Lagos, 2 de agosto
de 1796.
130
Además les advirtió de que la devolución de sus despachos sería tomada en cuenta (negati-
vamente), cuando solicitasen un ascenso o cambio de destino. Ibid. El virrey Branciforte al coronel
Rincón Gallardo, México, 11 de agosto de 1796; y Velázquez, María del Carmen, El estado de
guerra en..., p. 167.
131
Los empleados de la renta del tabaco podían renunciar a servir en la milicia si ejercían su
oficio personalmente y era su única fuente de ingresos. Tal fue el caso de Agustín Navedo, fiel de la
renta del tabaco de Mexquitic, cuya renuncia fue apoyada por el coronel conde del Peñasco. AGN,
Indiferente Virreinal, C. 2990, exp. 12. Solicitud de retiro de Agustín Navedo, San Luis Potosí, 20 de
julio de 1802.
132
Calderón no realizó ningún donativo para el establecimiento miliciano, Palau tampoco, aun-
que su padre ofreció cien pesos, y Lacabec donó cinco reales. AGS, SGU, 7002, exp. 1. Relación de
las ofertas realizadas para la habilitación de los regimientos provinciales en San Luis Potosí, México,
31 de octubre de 1795.
189
juan josé benavides martínez
133
Montejano y Aguinaga, Rafael, El valle de Santa Isabel…, pp. 75-80.
134
Finalmente, su puesto fue ocupado por Pedro de Guardiola (criollo). AGS, SGU, 7003, exp.
12. Despacho de teniente de la 1.ª compañía del Regimiento de San Carlos, Aranjuez, 27 de mayo
de 1797.
135
Los primeros en ser arrestados en la ciudad tras el estallido insurgente fueron Francisco
Pantoja, un artesano, y Nicolás Zapata, alférez del Regimiento de San Carlos. Monroy Castillo,
María Isabel y Calvillo Unna, Tomás, Breve historia de..., pp. 144 y 145.
136
AGS, SGU, 7002, exp. 1. Instrucción del virrey Branciforte al coronel Salcedo para el resta-
blecimiento de la milicia provincial en San Luis Potosí, México, 19 de noviembre de 1794.
137
Además, había algunos milicianos pardos y morenos, pero ningún indio. AGI, Estado, 23, N.
47, 5. Estado de fuerza de los regimientos provinciales de San Luis y San Carlos, México, 31 de
marzo de 1796.
190
los regimientos provinciales de san luis y san carlos...
138
Así se pretendía evitar que la organización de la defensa del territorio afectara a la produc-
ción minera. AHESLP, Agencia de Minería, Leg. 14. Oficio del Real Tribunal de Minería de México
a la Diputación de Minería de Charcas, México, 8 de noviembre de 1786.
139
A excepción de algunas escasas referencias, solo hemos encontrado un documento, no con-
servado íntegramente, que aporta información sustancial sobre los milicianos de a pie potosinos, un
padrón militar realizado en 1791, pero se refiere exclusivamente al partido de San Luis y respondía
a la reforma miliciana de Revillagigedo II, así que los datos no son extrapolables a los regimientos
de San Luis y San Carlos, puesto que los núcleos donde se establecieron las compañías no coinciden.
Según el padrón, en la subdelegación de San Luis había 556 españoles en edad militar, 514 mestizos
y 44 castas. Algunos desempeñaban un oficio, casi todos vecinos de la capital, pero el 65% trabaja-
ban en el campo (peones, agricultores o ganaderos). El 40% estaban solteros (1.ª clase), otros tantos
estaban casados con hijos (3.ª clase), y el 20% restante casados sin hijos (2.ª clase). AGN, Indiferen-
te Virreinal, C. 4080, exp. 45. Padrón militar de españoles, castizos, mestizos y morenos de 1.ª, 2.ª y
3.ª clase, San Luis Potosí, 30 de diciembre de 1791.
140
La información procede de diversas fuentes, pero especialmente del Theatro Americano de
Villaseñor (mediados del siglo xviii), y del padrón estadístico de la intendencia de San Luis Potosí
(1818 y 1819).
141
La actividad fundamental de las haciendas potosinas era la ganadería, mientras que la agri-
cultura, que ocupaba un lugar secundario, se basaba casi exclusivamente en el maíz, el alimento bá-
sico, y el maguey, del que se obtenía el pulque. Bazant, Jan, Cinco haciendas…, pp. 191-226.
191
juan josé benavides martínez
142
Martínez Rosales, Alfonso, «Las haciendas potosinas y el Regimiento…», pp. 372 y 373.
143
De las haciendas de Picachos (6.ª compañía) y Santa Rita (7.ª compañía) no tenemos nin
gún dato.
144
Monroy Castillo, María Isabel, Pueblos, misiones y presidios en San Luis Potosí, San Luis
Potosí: Archivo Histórico del Estado, 1991, p. 31. Este dato podría deberse a que muchos hombres
de entre 16 y cuarenta años habían muerto en la guerra o se hallaban luchando en otras regiones del
virreinato, pero esta teoría se viene abajo, al comprobar que las cifras de hombres y mujeres eran
similares.
145
AGI, Estado, 23, N. 47, 5. Estado de los regimientos de San Luis y San Carlos, San Luis, 1
de marzo de 1796.
146
El 80% de la población trabajaba en el campo como jornaleros o por cuenta propia en las
haciendas y numerosos ranchos que había en torno a la población, En cuanto a los artesanos repre-
sentaban el 17% de la población. Monroy Castillo, María Isabel, «Un problema de representa-
ción…», p. 49.
192
los regimientos provinciales de san luis y san carlos...
A mediados del siglo xviii vivían en Santa Isabel del Armadillo (10.ª
compañía) 775 familias de españoles, mestizos y mulatos.147 Sin embargo,
teniendo en cuenta los enfrentamientos por tierras que tuvieron con los car-
melitas, dueños de la hacienda del Pozo, cuyos límites lindaban con los del
pueblo, podemos suponer un notable incremento de la población durante el
segundo tercio del siglo.148 En todo caso había la suficiente población para
formar una compañía miliciana de españoles y algunos mestizos, agriculto-
res y arrieros en su mayor parte.149
El Valle de San Francisco (4.ª y 12.ª compañía) era la población de ma-
yor tamaño de la subdelegación de Santa María del Río, donde residía el
subdelegado, a pesar de no ser la capital oficial.150 A finales del periodo colo-
nial contaba con casi 15 000 habitantes, tres cuartas partes de los cuales eran
indios y mestizos. Apenas había peninsulares, pero la proporción de pobla-
ción criolla también era considerable (19%). Por tanto, la tropa miliciana de
las dos compañías allí formadas estaría compuesta por blancos y mestizos
dedicados a la agricultura y a la ganadería.151
Santa María del Río (8.ª compañía) era la capital de la subdelegación
que llevaba su nombre. Se fundó a finales del siglo xvi como pueblo de in-
dios con cuatrocientas familias, otomíes, tlaxcaltecas y guachichiles.152 Su
población creció notablemente a lo largo del siglo xviii, hasta alcanzar casi
9000 habitantes. Para entonces, si bien era un pueblo de indios, casi el 20%
de los vecinos eran criollos y la proporción de mestizos también era impor-
tante. Es decir, que la tropa de la compañía miliciana formada en esta locali-
dad sería fundamentalmente criolla y mestiza. La mayoría de estos hombres
se emplearían en alguno de los ranchos y haciendas de la región.153
147
Villaseñor, José Antonio (Ed. Montejano y Aguiñaga, Rafael), Descripción general de...,
p. 51.
148
Recordemos el beligerante papel jugado por los del Armadillo durante los motines de 1767
ante su imperiosa necesidad de tierras para abastecer a la población (ver supra cap. 2.2).
149
La agricultura y el transporte de mercancías al Cerro de San Pedro eran las actividades fun-
damentales. Monroy Castillo, María Isabel y Calvillo Unna, Tomás, Breve historia de…, pp. 122
y 123.
150
Irisarri Aguirre, Ana, «La vertebración y construcción del espacio...», p. 634.
151
Había una destacable presencia de artesanos (11%) pero la gran mayoría de la población, el
73%, se dedicaban a la agricultura y a la ganadería de ganado menor. Monroy Castillo, María Isa-
bel, Pueblos, misiones y presidios..., pp. 64-67.
152
Villaseñor, José Antonio (Ed. Montejano, Rafael), Descripción general de la..., p. 53.
153
Entorno al 60% de la población se dedicaba a la agricultura (maíz y chile) y la ganadería
(ovejas y cabras), pero también había un número importante de jarcieros y artesanos. Monroy Cas-
tillo, María Isabel, Pueblos, misiones y presidios..., pp. 55-59.
193
juan josé benavides martínez
154
La cada vez más escasa producción de las minas locales provocó que buena parte de la po-
blación abandonara la actividad minera, que siguió vigente, por el trabajo agroganadero, en el que, a
comienzos del siglo xix, se empleaba tres cuartas partes de la población. También habría que destacar
la presencia de artesanos y de obrajeros, tanto de algodón como de lana. Ibid., pp. 36-38.
155
Villaseñor, José Antonio (Ed. Montejano, Rafael), Descripción general de la..., p. 49.
156
RAH, Manuscritos, 11/8785, n.º 4. Informe sobre las minas de Nueva España, Madrid, 1 de
febrero de 1764.
157
AGI, Guadalajara, 543. Expediente de la visita del obispo de Guadalajara, Juan Cruz Ruiz de
Cabañas, al Real de Sierra de Pinos, Sierra de Pinos, 10 de julio de 1797.
194
los regimientos provinciales de san luis y san carlos...
158
Bazant, Jan, Cinco haciendas..., pp. 107 y 108.
159
AGI, México, 1684. Cédula de concesión de sus derechos a los pueblos de El Venado y La
Hedionda, El Escorial, 28 de diciembre de 1795.
160
En torno al 90% de los habitantes del Venado y La Hedionda se ganaban la vida como labra-
dores o jornaleros en los ranchos y haciendas de la jurisdicción, dedicados sobre todo a la cría de
ganado ovino y caprino. Monroy Castillo, María Isabel, Pueblos, misiones y presidios..., pp. 69-78.
161
AGI, Guadalajara, 543. Expediente de la visita del obispo de Guadalajara, Juan Cruz Ruiz de
Cabañas, al Venado, El Venado, 15 de julio de 1797.
195
juan josé benavides martínez
196
los regimientos provinciales de san luis y san carlos...
168
AGI, Guadalajara, 543. Expediente de la visita del obispo de Guadalajara, Juan Cruz Ruiz de
Cabañas, al Real de Catorce, Real de Catorce, 16 de agosto de 1797.
169
Matehuala y Cedral tenían los recursos hidráulicos de los que carecía Catorce y que eran
necesarios en el proceso de amalgamación, para obtención de plata. Brading, David A., Mineros y
comerciantes..., pp. 190 y 191.
170
Monroy Castillo, María Isabel y Calvillo Unna, Tomás, Breve historia de..., p. 124; y
Velázquez, Primo Feliciano, Historia de San Luis..., t. III, p. 8.
197
Capítulo 6
EL BRAZO EJECUTOR DE LA AUTORIDAD REAL.
FÉLIX CALLEJA Y LA PUESTA EN MARCHA
DE LOS REGIMIENTOS PROVINCIALES
DE SAN LUIS Y SAN CARLOS
Como hemos dicho, las ofertas realizadas por los habitantes de la pro-
vincia potosina permitieron formar los regimientos provinciales de San Luis
y San Carlos sin que la real hacienda se viera afectada. El virrey recomendó
a los más destacados vecinos de la región para ocupar las oficialías de los
nuevos cuerpos, por lo que las élites, ya fueran de origen criollo o peninsular,
se convirtieron en los garantes del poder de la Corona en la provincia. Sin
embargo, su nuevo estatus podía acarrear graves consecuencias para las au-
toridades virreinales, ya que incrementó su influencia y prestigio en la socie-
dad, gracias al disfrute del fuero militar.
La formación de los regimientos de San Luis y San Carlos siguió el ca-
mino marcado por las autoridades, pero, a la hora de llevar a la práctica algu-
nos puntos de la instrucción comenzaron los problemas porque el principal
objetivo de las élites era controlar las milicias, un nuevo espacio de poder,
para defender y consolidar su influencia en la región. Parece que, al realizar
las ofertas, sus intereses de grupo (privilegios, prestigio, poder…) pesaron
más que su lealtad al rey y su inclinación hacia el servicio, y que, en realidad,
querían utilizar su posición de mando en los nuevos cuerpos en beneficio
propio. De hecho, sus exigencias paralizaron el establecimiento miliciano,
porque las autoridades virreinales trataron de evitar que los grupos de poder
potosinos consideraran como propios los nuevos regimientos.
El primer punto de fricción entre el coronel Salcedo y las élites y autori-
dades locales fue el de la aportación de caballos. Según la instrucción, los
199
juan josé benavides martínez
1
AGS, SGU, 7002, exp. 1. Instrucción del virrey Branciforte al coronel Salcedo para el resta-
blecimiento de la milicia provincial en San Luis Potosí, México, 19 de noviembre de 1794.
2
AHESLP, Ayuntamiento, 1796. Informe del ayuntamiento de San Luis Potosí sobre la habili-
tación de caballos del Regimiento de San Luis, San Luis Potosí, 5 de febrero de 1796; y AGN, Indi-
ferente de Guerra, vol. 196b. El ayuntamiento de San Luis, el intendente Díaz de Salcedo y el coronel
conde del Peñasco al virrey Branciforte, San Luis Potosí, 16 de febrero de 1796.
3
AGN, Indiferente de Guerra, vol. 196b. Informe del coronel Salcedo al virrey Branciforte, San
Agustín de las Cuevas, 14 de abril de 1796.
200
el brazo ejecutor de la autoridad real. félix calleja y la puesta...
de deslealtad. La razón de este conflicto era que las élites potosinas y el co-
ronel tenían diferentes conceptos de lo que debían ser los regimientos pro-
vinciales. Las autoridades virreinales pretendían establecer unas fuerzas mi-
licianas con carácter de institución regional, y para ello, tenían que ser las
propias autoridades las que dotaran del equipo y los fondos necesarios para
la formación y mantenimiento de esas fuerzas, no las élites locales mediante
«graciosas» donaciones. Los recursos se obtenían de los propios habitantes,
fijando arbitrios sobre los productos de consumo y recogiendo ofertas volun-
tarias, pero debían ser las autoridades las encargadas de gestionarlos.4 Si
permitían que los mandos eligieran a la tropa entre los peones de sus hacien-
das y les proveyeran de los caballos y el equipo necesarios, como era su in-
tención, los nuevos regimientos vendrían a ser una suerte de huestes perso-
nales en lugar de cuerpos provinciales.
También el piquete de seguridad permanente que había solicitado el
ayuntamiento de San Luis fue otro de los puntos de fricción con el coronel
Salcedo. El intendente y el cabildo propusieron al virrey la formación de una
fuerza compuesta por cuarenta milicianos que realizarían el servicio a pie
durante un mes: 34 soldados con un sueldo de dos reales diarios, cuatro ca-
bos, que ganarían dos reales y medio, y dos sargentos a tres reales cada uno.
Su principal cometido sería realizar guardias en las casas reales, en la cárcel
y en el cuartel, además de ejercer como guardia personal del intendente. Es-
timaron el gasto del piquete en 5000 pesos anuales y, tras estudiar un informe
de la entrada de productos en la aduana, propusieron gravar una serie de
efectos de uso común con los que se obtendrían 4822 pesos.5
El coronel Salcedo se opuso a este plan e informó a Branciforte de que
las autoridades potosinas no habían respetado las tres condiciones impuestas
por el virrey, cuando este dio su visto bueno a la petición del ayuntamiento
(ver supra p. 157): habían realizado el plan sin consultarle, querían llevarlo
a la práctica antes de que se establecieran los regimientos provinciales y la
real hacienda se vería afectada, ya que con los arbitrios propuestos no se re-
caudaría lo suficiente para cubrir la totalidad de los gastos. Además, Salcedo
se mostró contrario al plan de los grupos de poder locales. Consideraba que
4
Velázquez, María del Carmen, El estado de guerra en..., pp. 173-175.
5
Los productos que debían gravarse serían: vino, aguardiente, azúcar, algodón, lana, jabón, pi-
loncillo serrano (bebida alcohólica), sebo, pieles, cueros, sal, queso y jarcias (solo las fabricadas en
los pueblos). AGS, SGU, 6972, exp. 8. Solicitud al virrey del ayuntamiento y del intendente de San
Luis para la formación de un piquete de seguridad, San Luis Potosí, 9 de abril de 1795.
201
juan josé benavides martínez
6
Teniendo en cuenta que los casi 800 miembros de los regimientos provinciales rotarían en
grupos de cuarenta cada mes, deberían servir en el piquete cada año y medio, recibiendo una remu-
neración de siete pesos y medio (9,5 los suboficiales y once los oficiales), un salario ligeramente
inferior al de un peón de hacienda, que en la región rondaba los ocho pesos mensuales, más raciones
de maíz y carne. Langue, Frédérique, «Trabajadores y formas de trabajo en las minas zacatecanas del
siglo xviii», Historia Mexicana, n.º 159, vol. XL: 3, enero-marzo 1991, El Colegio de México, Mé-
xico, p. 480.
7
AGS, SGU, 6972, exp. 8. El coronel Salcedo al virrey Branciforte sobre la formación del pi-
quete de seguridad, San Luis Potosí, 19 de junio de 1795.
8
Ibid.
9
El mezcal se producía y consumía en grandes cantidades en la región. En el territorio pertene-
ciente a Nueva Galicia se permitía, pero en la jurisdicción de la Audiencia de México, se producía de
forma clandestina y sin pagar arbitrio alguno. Por esta razón, tanto Salcedo como Peñasco, propusie-
ron gravar esta actividad donde no lo estaba y utilizar la recaudación para las milicias. Ibid.; y AGN,
Indiferente de Guerra, vol. 196b. El conde del Peñasco al virrey Branciforte, hacienda del Peñasco,
13 de enero de 1796.
202
el brazo ejecutor de la autoridad real. félix calleja y la puesta...
sos al mes. De esta manera, la vida cotidiana de los milicianos se vería afec-
tada tan solo durante un mes cada cinco años y recibirían un salario que les
motivaría a realizar el servicio con el celo debido.10 En cuanto a las guardias
que debía realizar el piquete, Salcedo pretendía que se centraran en los inte-
reses de la Corona: la aduana, la administración de tabacos y la oficina de
fundición y ensaye. Este proyecto tenía un coste económico por debajo del
propuesto por las autoridades potosinas, lo que suponía que la real hacienda
no se vería afectada, así que el virrey le dio su visto bueno, salvo a la impo-
sición de un arbitrio sobre el mezcal, y fue aprobado por el rey.11 Sin embar-
go, los grupos de poder potosinos enviaron un escrito de descargo a Branci-
forte y, alegando la escasez del fondo de propios y arbitrios (por las obras de
las casas reales), no lo aplicaron.12
10
Además gozarían de fuero militar y realizarían el servicio a caballo. AGS, SGU, 6972, exp. 8.
El coronel Salcedo a Branciforte sobre el piquete de seguridad de San Luis, San Luis Potosí, 19 de
junio de 1795.
11
Ibid. Aprobación Real del proyecto del coronel Salcedo para la instalación de un piquete de
seguridad en San Luis Potosí, Aranjuez, 23 de febrero de 1796.
12
Los miembros del ayuntamiento no entendían la oposición del coronel Salcedo a su plan.
Alegaban que no habían elaborado el proyecto conjuntamente porque Salcedo se encontraba enfermo
en la cama, que el número de plazas del piquete, su sueldo y las guardias establecidas se ajustaban a
la normativa vigente, y que las críticas del coronel a los arbitrios propuestos no tenían ningún funda-
mento. AHESLP, Ayuntamiento, 1796. Informe del ayuntamiento y del intendente de San Luis al vi-
rrey sobre su plan para la formación de un piquete de seguridad, San Luis Potosí, 3 de mayo de 1796.
13
Sus méritos le valieron el ascenso a brigadier en 1796, y en 1800 fue nombrado gobernador
de las Provincias Internas. Desempeñó este cargo durante doce años, en los que llevó a cabo multitud
de campañas contra tribus indias sin pacificar (navajos, comanches…), trató de proteger las fronteras
203
juan josé benavides martínez
204
el brazo ejecutor de la autoridad real. félix calleja y la puesta...
Félix María Calleja del Rey nació en Medina del Campo (Valladolid) el
14 de noviembre de 1753. Hijo del notario de la localidad, en 1773 comenzó
a servir como cadete del Regimiento de Infantería de Saboya. Participó en la
campaña de Argel, en el sitio y rendición de la isla de Menorca y en el sitio
de Gibraltar, en el que sirvió como ayudante del marqués de Branciforte, que
dirigía el ataque. En 1780 se le destinó a instruir a los cadetes del Regimien-
to de Saboya, empleo que ejerció hasta que en 1783 se le ordenara formar
una compañía para perseguir contrabandistas en Andalucía. Sus méritos le
valieron el ascenso a capitán en 1784, cuando fue designado por O´Reilly
como director del Colegio Militar del Puerto de Santa María.17 Allí permane-
ció hasta que en mayo de 1789 pasó a Nueva España como capitán del Regi-
miento de Infantería de Puebla en el navío San Román, el mismo en el que
viajaba el recién nombrado virrey Revillagigedo.18 Calleja apenas estuvo
unos meses en Puebla, porque a finales de 1790 fue comisionado por el vi-
rrey para pasar revista a las milicias de Bolaños y Colotlán, que reformó,
haciéndolas menos gravosas para la real hacienda.19 Concluida esta tarea,
consideró que tenía méritos suficientes para solicitar el grado de teniente
coronel y la agregación a un regimiento de la península, pero solo se le con-
cedió el ascenso.20
En 1794 el recién llegado virrey Branciforte, a cuyas órdenes ya había
servido, lo destinó a reorganizar la defensa de Nuevo León y Nuevo Santan-
der, para que redujera el coste que suponía para la real hacienda. Pero, ade-
más de una revista, Calleja debía realizar un reconocimiento geográfico, hu-
17
Rodríguez Barragán, Nereo, Biografías potosinas, San Luis Potosí: Academia de Historia
Potosina, 1976, pp. 89 y 90.
18
O´Reilly, que había sido su protector, fue destituido por obra de Floridablanca, así que la ca-
rrera militar de Calleja en la península era poco esperanzadora. AGI, Contratación, 5533, N. 1, R. 20.
Relación de oficiales del Regimiento de Infantería de Puebla, Cádiz, 7 de mayo de 1789; ibid., R. 22.
Licencia de pasajero a Indias de Félix Calleja, Cádiz, 28 de mayo de 1789; y Ortiz Escamilla, Juan,
«Félix María Calleja, de héroe a villano», en Chust Calero, Manuel (coord.), La construcción del
héroe en España y México (1789-1847), Valencia: Universitat de Valencia, 2003, pp. 339 y 340.
19
Calleja fue enviado a Nueva España para participar en el proyecto impulsado por la Corona
para conocer con mayor exactitud las condiciones económicas, políticas, sociales, militares y urba-
nas de todas las provincias de sus posesiones. El objetivo era modernizar las estructuras político-
administrativas y mejorar las condiciones de vida de los habitantes. Ibid., pp. 340 y 341. Más detalles
sobre la revista de Calleja a las milicias de Colotlán en: Cañal de León, José Antonio, «La visita a
Colotlán del capitán del Regimiento de Puebla de los Ángeles don Félix Calleja. Diario y correspon-
dencia con el virrey», en Navarro Antolín, Fernando, Orbis incognitus: avisos y legajos del Nuevo
Mundo, Huelva: Universidad de Huelva, 2007, pp. 249-261.
20
AGS, SGU, 6990, exp. 13. Ascenso a teniente coronel del capitán Félix Calleja, Madrid, 1 de
agosto de 1792.
205
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21
AGS, SGU, 6968, exp. 37. Instrucciones entregadas al teniente coronel Calleja para su comi-
sión en Nuevo León y Nuevo Santander, México, 31 de mayo de 1794.
22
AGS, SGU, 7039, exp. 7. Informe del virrey Branciforte sobre la reforma de la defensa de las
Provincias Internas Orientales llevada a cabo por el teniente coronel Calleja, Orizaba, 30 de octubre
de 1797.
23
Estos informes no pintaban una situación muy favorable. AGS, SGU, 7027, exp. 1. Informe
del virrey Branciforte sobre los expedientes realizados por el teniente coronel Félix Calleja, Orizaba,
30 de octubre de 1797.
24
Para promover la economía consideraba primordial desarrollar el comercio, y para la defensa,
planteaba la necesidad de reorganizar las milicias y favorecer el arraigo de la población, para lo que
habría que fomentar el desarrollo urbano. AGI, Estado, 26, N. 61. El virrey Branciforte al rey sobre
las comisiones desempeñadas por el teniente coronel Calleja en Nuevo León y Nuevo Santander,
Orizaba, 30 de octubre de 1797.
25
AGI, MP-México, 463. Mapa de la Colonia del Nuevo Santander y del Nuevo Reino de León,
Tampico, 25 de julio de 1795; e ibid., 464. Plano del Puerto del Nuevo Santander, Tampico, 25 de
julio de 1795.
26
AGN, Indiferente Virreinal, C. 6334, exp. 27. El teniente coronel Calleja al virrey Branciforte,
Soto de la Marina, 4 de enero de 1796.
27
AGN, Indiferente de Guerra, vol. 196b. Branciforte al teniente coronel Calleja comisionándo-
le para el establecimiento de los regimientos de San Luis y San Carlos, México, 12 de febrero de 1796.
206
el brazo ejecutor de la autoridad real. félix calleja y la puesta...
mientos de San Luis y San Carlos.28 El coronel Salcedo había cumplido las
órdenes que se le entregaron y trató de hacerlas cumplir basándose en la au-
toridad de la que emanaban, la del virrey. Sin embargo, las élites demostra-
ron su influencia y paralizaron el proceso de formación de los cuerpos pro-
vinciales, porque sus peticiones no fueron atendidas. Esta experiencia previa
hizo que Calleja comprendiera que, para reactivar el establecimiento milicia-
no en la región, era necesario pactar la aplicación de las directrices virreina-
les con los poderes locales. La colaboración de las élites era imprescindible
para que los hacendados aportasen los caballos, para formar el piquete de
seguridad en San Luis y para recaudar las ofertas realizadas por los vecinos
de la provincia unos meses antes de su llegada.
28
Este apoyo se puso de manifiesto en 1800, cuando consiguió la colaboración de los principa-
les vecinos de la región para destituir al intendente interino Bernabeu (ver supra p. 44). Su buena
sintonía con las élite potosina llegó a tal punto que acabó formando parte de ella por vía matrimonial.
29
AGN, Indiferente Virreinal, C. 6334, exp. 27. El teniente coronel Calleja al virrey Branciforte,
San Luis Potosí, 15 de marzo de 1796.
30
Pretendían que se asegurara una compensación económica a los hacendados que «prestaban»
sus caballos, en caso de que estos quedaran inutilizados durante el servicio. AGN, Indiferente de
Guerra, vol. 210. Acuerdo para convocar una reunión entre el teniente coronel Calleja y el ayunta-
miento de San Luis, San Luis Potosí, 23 de agosto de 1796.
31
El virrey le pidió a Calleja que «oyese, como es justo, a las partes interesadas, que podrán
hacerlo por diputados autorizados formando una junta». AGN, Indiferente de Guerra, vol. 196b. El
virrey Branciforte al teniente coronel Calleja, México, 12 de agosto de 1796.
207
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el brazo ejecutor de la autoridad real. félix calleja y la puesta...
Por tanto, en esta primera reunión convocada por Calleja estaban pre-
sentes la máxima autoridad militar, las autoridades civiles locales y el poder
económico de la región.38 Pero el hecho de que la práctica totalidad de los
hacendados enviaran delegados en lugar de asistir ellos mismos resulta lla-
mativo. Además, dos de los tres grandes propietarios que asistieron personal-
mente eran el coronel y el teniente coronel del Regimiento de San Luis, los
principales interesados en que se desbloqueara el establecimiento de las nue-
vas milicias. La delegación en un apoderado podría estar justificada en cier-
tos casos, como los de Antonia Arduengo y Eugenia Hernández, las únicas
mujeres propietarias, de las que se puede pensar que desconocían muchos
aspectos de la gestión de sus propiedades. Lo mismo podríamos decir de los
carmelitas, que enviaron al administrador de la hacienda, al igual que el con-
de de Medina y Torres e Ignacio Urruchua, que residían en México. Sin
embargo, diez terratenientes, dos de ellos designados oficiales en los nuevos
regimientos, no asistieron personalmente a la reunión sin que existiera una
razón objetiva que lo explicara, salvo algún caso puntual por posibles proble-
mas de salud.39 Estos hacendados tenían casa en San Luis y sus propiedades
no estaban lejos de la capital, así que podían haberse desplazado sin que eso
les hubiera supuesto un gran esfuerzo. Por tanto, estas ausencias posiblemen-
te tuvieran más que ver con una cuestión «política». Parece que los hacenda-
a Francisco Sánchez Bustamante (Santa Gertrudis); 3) Benito Campero, oficial miliciano, comer-
ciante y minero de origen montañés vecino de San Luis, asistió en nombre de Juan de Gordoa (San-
tísima Trinidad) y de Anastasio de la Rosa (La Noria); 4) Miguel Castañeda, administrador de la
hacienda Espíritu Santo, se presentó en lugar del propietario de la misma, Ignacio Urruchua; 5) To-
ribio Cortina Díaz, oficial miliciano de origen asturiano avecindado en San Luis, acudió en nombre
de Juan Antonio de la Maza (La Villela); 6) José Manuel Díaz de León fue enviado por su padre
Manuel (hacienda de Santiago); 7) Manuel Flores asistió en lugar de su hermano Miguel, oficial
miliciano y dueño de la hacienda de Pardo; 8) Pedro Gutiérrez Cos se presentó en representación del
conde de Medina y Torres (Lobo) y de Salvador Palau, el que fuera capitán de la Legión de San
Carlos (Derramaderos); 9) Lucas Hernández asistió en nombre de su madre Eugenia Hernández
(Santa Catarina); 10) fray Martín de San Pedro, administrador de la hacienda de Pozo del Carmen,
fue representando a los carmelitas; y 11) Rafael Villalobos acudió por su tío José Manuel (La Pere-
grina). AHESLP, RPPC, 1797, n.º 7. Contrato de compraventa y uso de 348 caballos por parte del
Regimiento de San Luis a varias haciendas de la región, San Luis Potosí, 27 de enero de 1797.
38
Asistieron 23 personas: Calleja, el intendente Díaz de Salcedo, siete miembros del ayunta-
miento, tres hacendados y once apoderados. También estuvo presente en la reunión para dar fe de lo
que aconteciera el escribano público de ayuntamiento y real hacienda, Silvestre Suárez. Martínez
Rosales, Alfonso, «Las haciendas potosinas y el Regimiento...», p. 370.
39
Se trataba de: Manuel Ignacio García Rojas, Francisco Sánchez Bustamante, Juan de Gordoa,
Anastasio de la Rosa, Juan Antonio de la Maza, Salvador Palau, José Manuel Villalobos, Manuel
Díaz de León y los oficiales milicianos Luis López Portillo y Miguel Flores. Ibid., pp. 370-375.
209
juan josé benavides martínez
40
Según las instrucciones, debía seguirse el modelo aplicado por el brigadier Dávalos para el
Regimiento de Dragones de la Reina de San Miguel el Grande. AHESLP, RPPC, 1797, n.º 7. Contra-
to de compraventa y uso de 348 caballos por parte del Regimiento de San Luis a varias haciendas de
la región, San Luis Potosí, 27 de enero de 1797.
41
De esta manera se reunirían 345 caballos y, como eran necesarios 348, tres haciendas de pri-
mera clase debían aportar 23. Martínez Rosales, Alfonso, «Las haciendas potosinas y el Regimien-
to...», p. 363.
210
el brazo ejecutor de la autoridad real. félix calleja y la puesta...
querían que el cupo se repartiera entre otras muchas haciendas y ranchos que
había en la jurisdicción.42
Esta primera junta concluyó fijando ambas partes la fecha del 22 de oc-
tubre para realizar una segunda reunión. Calleja informó al virrey del acuer-
do alcanzado, pero este no dio su visto bueno.43 En la segunda reunión los
hacendados se comprometieron de manera unánime a seguir, en lo principal,
el plan de aportación de caballos recogido en las instrucciones, pero a cam-
bio, Calleja cedió a las autoridades locales una tarea fundamental, la elabo-
ración de la lista de las haciendas de la jurisdicción, clasificadas por su cate-
goría y estableciendo el número de caballos con el que debía contribuir cada
una. Los encargados de llevar a cabo este cometido serían el alférez real
Manuel de la Gándara y el contador de menores José de la Serna, ambos
grandes hacendados, que elevaron a 62 el número de propiedades afectadas
y las dividieron en cuatro categorías: 20 de primera clase, ocho de segunda,
19 de tercera y 15 de cuarta.44 La inclusión de 42 haciendas más fue justifi-
cada por parte de los proponentes por la «pobreza» de muchas de ellas. Este
argumento parece más bien una excusa de los hacendados para reducir la
asignación de caballos,45 pero, en todo caso, los grandes terratenientes repar-
tieron el cupo de caballos, reduciéndose notablemente la contribución de las
de mayor riqueza.46
42
AHESLP, RPPC, 1797, n.º 7. Contrato de compraventa y uso de 348 caballos por parte del
Regimiento de San Luis a varias haciendas de la región, San Luis Potosí, 27 de enero de 1797.
43
AGN, Indiferente de Guerra, vol. 196b. Branciforte al teniente coronel Calleja, México, 20 de
septiembre de 1796.
44
Las de primera categoría aportarían 214 caballos (catorce haciendas contribuirían con once y
el resto diez), las de segunda 45 (seis las cinco más importantes y cinco caballos las otras tres), las
de tercera 59 (tres caballos cada una, excepto dos que aportarían cuatro) y las de cuarta sumarían 30
caballos (dos cada una). AHESLP, RPPC, 1797, n.º 7. Contrato de compraventa y uso de 348 caba-
llos por parte del Regimiento de San Luis a varias haciendas de la región, San Luis Potosí, 27 de
enero de 1797.
45
De hecho, también contrasta con el informe ya citado (ver supra p. 151) del ayuntamiento, a
todas luces exagerado, pidiendo al virrey la erección de un obispado con sede en San Luis:... «en su
jurisdicción se encuentran las mejores haciendas de este Reino […] en las que se crían todas las es-
pecies de ganado mayor y menor, y que se cosechan todas las semillas con la mayor abundancia».
AGI, México, 2603. Informe del ayuntamiento de San Luis presentado en la Corte por su apoderado,
Madrid, 31 de agosto de 1804.
46
Según el proyecto inicial, las veinte haciendas más importantes debían aportar los 348 caba-
llos (17,5 de media), pero, a estas veinte se les añadieron ocho más, que hacían un total de 28 entre
las de primera y segunda categoría, que tenían que contribuir con 264 caballos (9,5 de media), y otras
34 haciendas de menor importancia, las de tercera y cuarta categoría, que debían aportar los 81 ca-
ballos restantes.
211
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212
el brazo ejecutor de la autoridad real. félix calleja y la puesta...
49
AHESLP, RPPC, 1797, n.º 7. Contrato de compraventa y uso de 348 caballos por parte del
Regimiento de San Luis a varias haciendas de la región, San Luis Potosí, 27 de enero de 1797.
50
Entre los 28 propietarios de las haciendas más importantes de la zona encontramos: una orden
religiosa (carmelitas), siete oficiales milicianos y uno retirado, dos miembros del ayuntamiento
(Gándara y Serna), y tres importantes personajes que residían fuera de la región (la marquesa del
Jaral, el conde de Medina e Ignacio Urruchua). Algunos eran miembros de la élite criolla, pero tam-
bién había peninsulares, sobre todo vasco-navarros y montañeses. Ibid.
51
Por citar un ejemplo de alguna de las haciendas afectadas, en 1776 La Parada contaba con 577
caballos y yeguas. Bazant, Jan, Cinco haciendas..., p. 191.
52
El 68% de los hacendados con propiedades de primera y segunda clase (19 de 28) firmaron el
contrato con Calleja, mientras que tan solo estuvieron presentes el 41% de los dueños de propiedades
de tercera y cuarta categoría (14 de 34). AHESLP, RPPC, 1797, n.º 7. Contrato de compraventa y uso
de 348 caballos por parte del Regimiento de San Luis a varias haciendas de la región, San Luis Po-
tosí, 27 de enero de 1797.
213
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Mapa 10. Haciendas que contribuyeron con caballos al Regimiento de San Luis.53
(Elaboración propia)
Debía acomodar las condiciones que se habían aprobado para la habilitación de caballos del
54
Regimiento de San Luis a las posibilidades de su jurisdicción. AGN, Indiferente de Guerra, vol. 210.
Orden del intendente Salcedo y del teniente coronel Calleja a Ramón Ureche, San Luis Potosí, 2 de
enero de 1797.
214
el brazo ejecutor de la autoridad real. félix calleja y la puesta...
a los que se llegara serían de obligado cumplimiento para todos los afecta-
dos, estuvieran o no presentes, evitando así posibles protestas posteriores.55
En la fecha fijada se presentaron en Charcas ante el subdelegado Ureche
y el capitán del Regimiento de San Carlos Ramón Cevallos, comisionado por
Calleja, 16 hacendados (once propietarios y cinco apoderados), dueños de 19
propiedades.56 La reunión comenzó con la queja de fray Francisco del Espíri-
tu Santo, administrador de las haciendas de los carmelitas en la subdelegación
de Charcas, que quiso librar a sus propiedades de la aportación, argumentan-
do que ya contribuían al Regimiento de San Luis con los caballos de su ha-
cienda del Pozo. Ureche desestimó esta alegación, porque, aunque tuvieran el
mismo dueño, se trataba de propiedades distintas, con diferente administra-
dor. El resto de la reunión trascurrió por los cauces previstos por las autorida-
des. Los hacendados aceptaron las condiciones y se procedió a la asignación
del cupo de caballos. El subdelegado Ureche decidió dividir las haciendas de
la jurisdicción por regiones en lugar de en categorías. De esta manera, las
haciendas de la región de Charcas aportarían los 87 caballos para las tres
compañías del 1.º escuadrón (1.ª, 5.ª y 9.ª), fijadas en Arroyo Hondo y Char-
cas; las de Matehuala los de las unidades del 2.º escuadrón (2.ª, 6.ª y 10.ª),
formadas en Matehuala y Cedral; las del Venado los de las compañías del 3.º
(3.ª, 7.ª y 11.ª), fijadas en El Venado y La Hedionda; y las próximas a las ca-
beceras del 4.º escuadrón, Bocas (4.ª), Guadalcázar (8.ª) y Catorce (12.ª) se
encargarían de aportar los caballos para esas compañías.
En total, 42 propiedades pertenecientes a 33 dueños diferentes aporta-
rían los 348 caballos para el Regimiento de San Carlos. Las siete haciendas
más importantes (el 17%), que pertenecían a cinco latifundistas, contribui-
55
Teniendo en cuenta los medios de comunicación de la época y que la orden se escribió el dos
de enero, la noticia de la reunión llegaría a las haciendas ocho o diez días antes de la fecha fijada para
la reunión, por lo que, si el propietario residía en otra jurisdicción, no podría enterarse a tiempo.
56
1) El capitán Antonio Gutiérrez (Lajas), 2) el alférez José Amato Gutiérrez (Mingote), 3)
Rafael Galván (Rancho Cañada Verde), 4) el capitán Juan Nepomuceno Oviedo (Rancho del Sitio),
5) el capitán José Troncoso (Charquito), 6) Rafael Molleda (Gaus), 7) Marcos Sebastián Hernández
(Canasta Grande), 8) Lucas Modellín (Santa Clara), 9) Juan y Diego de Ibarra (Las Sardinas), 11)
Francisco Javier de Iracheta (Tinaja), 12) Francisco Mata en nombre suyo y de Juan Nicolás de la
Mata (Guadalupe del Carnicero), 13) fray Francisco del Espíritu (administrador de San Antonio,
Norias y San Judas), 14) el capitán retirado Juan Antonio Terán por José Espinosa (Bocas), 15) Jaco-
bo María Santos con poder de Santiago Lara (San Eustaquio) y Marcelo de Jesús (San Sabino), y 16)
José María de Aipra como administrador de Guanamé, propiedad del conde de Pérez Gálvez. AGN,
Indiferente de Guerra, vol. 210. Acta de la reunión entre el subdelegado Ureche y los hacendados de
la jurisdicción, Charcas, 20 de enero de 1797.
215
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(Elaboración propia)
rían con 183 caballos, el 53% del total.57 Otras 18 haciendas y ranchos de
mediano tamaño, el 43% de las propiedades afectadas, aportarían 118 caba-
llos (el 34%), y las 17 propiedades de menor importancia, ranchos todas
ellas, debían contribuir con 47 caballos, el 13% del total.
57
Bocas (58 caballos), Guanamé, del conde de Pérez Gálvez (52), Carbonera, de José Sánchez
Espinosa (29), San Juan de Vanegas, del alférez real Manuel de la Gándara (21), y San Judas, San
Antonio y Norias, de los carmelitas (23). Ibid.
216
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58
20 400 pesos para vestuario y calzado, 6226 para la construcción de los cuarteles, y el resto
quedaría en las cajas reales para sufragar los demás gastos. AGS, SGU, 6976, exp. 19. Presupuestos
de la contaduría general elaborados por Félix Calleja, San Luis Potosí, 8 de enero de 1796.
59
En muchas de las ofertas, los donantes ofrecían vestir y armar a cierto número de soldados.
Pero Calleja, para evitar que las milicias fuesen consideradas guardias personales por los oficiales
que les habían proporcionado los pertrechos, estableció en ochenta pesos el coste del equipo de un
miliciano (uniforme, armamento y montura). De esta manera, los donantes debían entregar su oferta
en dinero y eran las autoridades las que se encargaban de proporcionar los uniformes, armas y sillas
de montar. Ibid.
60
Ibid. Informe de la contaduría de real hacienda de San Luis, San Luis Potosí, 18 de febrero de
1796.
61
AGN, Indiferente de Guerra, vol. 196b. Órdenes de cobro emitidas por el intendente Díaz de
Salcedo, San Luis Potosí, 28 de diciembre de 1795 – 11 de enero de 1796.
62
Al margen de los donativos de los dos coroneles, el conde del Peñasco (35 000 pesos) y Ma-
nuel Rincón Gallardo (12 000 pesos), que sumaban el 60% del total ofrecido, los vecinos de la juris-
dicción en la que se asentaba el Regimiento de San Luis habían ofrecido 24 105 pesos y los de la
jurisdicción del Regimiento de San Carlos 22 787. AGS, SGU, 6976, exp. 19. Presupuestos de la
contaduría general elaborados por Félix Calleja, San Luis Potosí, 8 de enero de 1796.
217
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mar los regimientos milicianos sin que la real hacienda se viera afectada se
consiguió, ya que los gastos estimados eran de 76 000 pesos y la recaudación
final fue de 76 273.70
otros siete, entre ellos varios designados oficiales, alegaron hallarse en estado de insolvencia. En la
jurisdicción del Regimiento de San Luis dejaron de recaudarse 1145 pesos, y en la del Regimiento de
San Carlos 2074. Ibid. Informe de Calleja al virrey Branciforte sobre la recaudación final, San Luis
Potosí, 3 de enero de 1797.
70
AGS, SGU, 6976, exp. 19. Presupuestos de la contaduría general elaborados por Félix Calle-
ja, San Luis Potosí, 8 de enero de 1796.
71
AGN, Indiferente Virreinal, C. 5556, exp. 14. Aprobación del plan para mantener una compa-
ñía en servicio continuo en San Luis Potosí, México, 7 de febrero de 1797.
72
El modelo seguido para la compañía en servicio alterno y continuo en San Luis fue el piquete
de milicianos existente en Guanajuato, aunque el de la capital potosina debía tener menos efectivos,
ya que, al ser la ciudad más pequeña y con menor actividad comercial, no tenía que atender las mis-
mas necesidades ni podía afrontar un coste tan elevado. AGN, Intendencias, vol. 77. Acuerdo por el
pie de fuerza, presupuesto y guardias del piquete de seguridad, San Luis Potosí, 5 de julio de 1796.
73
El coste de una compañía de catorce soldados veteranos sería menor, pero no serviría para
ahorrar los gastos de la asamblea de las milicias. AGS, SGU, 6976, exp. 19. Félix Calleja al virrey
Branciforte sobre el presupuesto para la compañía en servicio continuo, San Luis Potosí, 5 de julio
de 1796.
219
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74
En total, el gasto en sueldos era de 3822 pesos al año, a lo que habría que añadir 72 más por
las 29 camas, 65 de carbón, 137 de aceite, 138 de los utensilios para los cuerpos de guardia, 200 de
gratificación para el reparo y reposición de armas que se inutilizaran y 178 pesos de gastos de recau-
dación. Además, el coste del mantenimiento de los caballos era de 652 pesos anuales. Ibid.
220
el brazo ejecutor de la autoridad real. félix calleja y la puesta...
75
Ibid.
76
Calleja opinaba que gravar el vino no reduciría las ventas, ya que era un producto que consu-
mían fundamentalmente las capas altas de la sociedad, y seguirían haciéndolo, aunque subiera su
precio ya que era «consustancial a la categoría de la persona». Ibid.
77
La renta del ramo del mezcal en la intendencia de San Luis Potosí producía 2100 pesos anua-
les. Ibid.
78
AGN, Indiferente Virreinal, C. 5556, exp. 14. Aprobación del plan para mantener una compa-
ñía en servicio continúo en San Luis Potosí, México, 7 de febrero de 1797.
79
Ibid. El intendente interino Vicente Bernabeu al virrey Marquina, San Luis Potosí, 15 de
septiembre de 1800.
80
Ibid. El coronel Calleja al virrey Marquina, San Luis Potosí, 27 de agosto de 1800; e ibid. El
virrey Marquina al coronel Calleja, México, 10 de septiembre de 1800.
81
Rees Jones, Ricardo, El despotismo ilustrado y los intendentes..., p. 188.
221
juan josé benavides martínez
222
el brazo ejecutor de la autoridad real. félix calleja y la puesta...
talmente diferente a la de su predecesor. Su primer temor fue la «amenaza francesa» y en 1795 orde-
nó detener a todos los franceses residentes en Nueva España para evitar su «mala influencia». La
nueva alianza de España con Francia detuvo estas acciones, pero entonces los norteamericanos pasa-
ron a ser la principal amenaza. El virrey no confiaba en los habitantes de Luisiana, de origen francés,
y temía que Texas estuviera en el punto de mira de los EE. UU. (no le faltaba razón). También, du-
rante el mandato de Branciforte, el nivel de delincuencia, tanto en las ciudades como en los caminos,
alcanzó cotas muy elevadas, lo que en buena medida le llevó a relanzar la formación de nuevos
cuerpos milicianos, que habían sido casi desmantelados por su predecesor, para que velaran por la
seguridad pública. Además, siempre tuvo presente la amenaza constante de una rebelión indígena y
de una invasión inglesa organizada desde Jamaica, por lo que trató de sentar las bases para una mejor
defensa de Veracruz. Archer, Christon, El ejército en el México…, pp. 110-140. Sobre la organiza-
ción de la defensa entre Veracruz y Orizaba véase: Moncada Maya, José Omar, «Un proyecto defen-
sivo para Nueva España de finales del siglo xviii», Revista de Historia Militar, n.º 95, 2004, Instituto
de Historia y Cultura Militar, Madrid, pp. 157-183.
85
En las asambleas los cuerpos milicianos realizaban evoluciones (movimientos básicos de
tropas) y maniobras (movimientos de tropas, simulando una acción de combate) a las órdenes de sus
oficiales y eran evaluados por militares profesionales. Además llevaban a cabo acciones de combate
simuladas. Reglamento y ordenanza de Su Majestad para el ejercicio, evoluciones y maniobras de la
caballería y dragones montados de sus ejércitos y otros puntos relativos al servicio de estos cuerpos.
Madrid: Imprenta de Pedro Marín, 1769, pp. 69-182.
86
AGN, Indiferente de Guerra, vol. 196b. El teniente coronel Calleja al virrey Branciforte, San
Luis Potosí, 28 de enero de 1797; e ibid. El virrey Branciforte al teniente coronel Calleja, México, 29
de enero de 1797.
87
Ibid. El intendente Díaz de Salcedo al virrey Branciforte, San Luis Potosí, 16 de enero de
1797.
88
Ibid. El contador de las cajas reales Cristóbal Corvalán al intendente Díaz de Salcedo, San
Luis Potosí, 24 de enero de 1797; e ibid. El capitán Ramón de Cevallos al teniente coronel Calleja,
San Luis Potosí, 1 de febrero de 1797.
223
juan josé benavides martínez
89
Ibid. El teniente coronel Calleja al virrey Branciforte, San Luis Potosí, 20 de febrero de 1797.
90
Ibid. El coronel Rincón Gallardo al virrey Branciforte, San Luis Potosí, 4 de marzo de 1797.
91
Durante el primer año, cada cuerpo formaría su propio piquete, hasta que todos los milicianos
hubieran servido una vez, tras lo cual quedaría una sola compañía. El piquete formado por los miem-
bros del Regimiento de San Carlos quedó a cargo del capitán Cevallos, que también ofreció sufragar
el coste del mismo. AGS, SGU, 6976, exp. 19. Notas del estado de fuerza de los Regimientos de San
Luis y San Carlos, San Luis Potosí, 29 de marzo de 1797.
92
AGN, Indiferente de Guerra, vol. 196b. El teniente coronel Calleja al virrey Branciforte, San
Luis Potosí, 4 de marzo de 1797.
224
el brazo ejecutor de la autoridad real. félix calleja y la puesta...
93
AGN, Indiferente Virreinal, C. 6334, exp. 8. Estados de fuerza de los regimientos provinciales
de San Luis y San Carlos, San Luis Potosí, 25 de febrero de 1797; y AGS, SGU, 6976, exp. 19. Notas
del estado de fuerza de los regimientos de San Luis y San Carlos, San Luis Potosí, 29 de marzo de
1797.
94
El uniforme de los regimientos de San Luis y San Carlos constaba de una casaca azul, con la
solapa y cuellos rojos, calzón (pantalón hasta la rodilla) blanco, chupa (chaleco) blanca, botones
blancos y una escarapela en los cuellos. Muro, Manuel, Historia de San Luis Potosí, San Luis Poto-
sí: Sociedad Potosina de Estudios Históricos, 1973, t. II, pp. 28 y 29.
95
AGN, Indiferente Virreinal, C. 5241, exp. 43. Faltas en el armamento de los regimientos de
San Luis y de San Carlos, San Luis Potosí, 19 de febrero de 1797.
96
Todos habían servido más de veinte años, tenían edad avanzada y su salud no era buena.
AGN, Indiferente de Guerra, vol. 210. Lista de milicianos de los regimiento de San Luis y San Carlos
acreedores a retiro, San Luis Potosí, 26 de febrero de 1797.
97
AGN, Indiferente de Guerra, 196b. El coronel Rincón Gallardo al virrey Branciforte, San Luis
Potosí, 27 de enero de 1796; AGS, SGU, 7000, exp. 8. Propuestas para ocupar oficialías vacantes del
Regimiento de San Carlos, México, 27 de marzo de 1797; e ibid. Concesión de empleos de oficiales
a los recomendados por el virrey Branciforte, Aranjuez, 29 de junio de 1797.
225
juan josé benavides martínez
98
Tal era el caso de los teniente José Francisco Sandoval y José Esteban Carranco, y de los al-
féreces José María Longoria y Andrés Nieto, del Regimiento de San Luis, y de los capitanes Luis
Portillo y Bernabé Cepeda, los tenientes Juan Antonio Alonso, José Guardiola y Vicente Soberón, el
alférez Ramón Guardiola, y los portaguiones Diego Aldama y José Ichaurrandieta, del Regimiento
de San Carlos. AGN, Indiferente de Guerra, vol. 210. Relación de oficiales inútiles de los regimien-
tos de San Luis y San Carlos, San Luis Potosí, 28 de febrero de 1797.
99
AGS, SGU, 6976, exp. 19. Oficio del teniente coronel Calleja al virrey Branciforte sobre los
regimientos de San Luis y San Carlos, San Luis Potosí, 15 de febrero de 1797.
100
Un oficial veterano del Regimiento de Dragones de la Reina (San Miguel el Grande) resumió
el sentimiento general de los militares profesionales hacia los milicianos: «solo se preocupan [los
oficiales milicianos] de que se respete un artículo de la ordenanza, el que decía que el capitán debe
ser siempre respetado y obedecido por sus subalternos». Suárez, Santiago Gerardo, Las milicias...,
pp. 160 y 161.
226
el brazo ejecutor de la autoridad real. félix calleja y la puesta...
101
AGS, SGU, 6976, exp. 19. Notas sobre el estado de fuerza de los regimientos de San Luis y
San Carlos, San Luis Potosí, 29 de marzo de 1797.
102
El pie veterano de cada regimiento provincial de dragones debía tener un sargento mayor, dos
ayudantes mayores, tres tenientes, tres sargentos, cuatro cabos, un tambor mayor y doce tambores
sencillos, aunque en la práctica ningún cuerpo tuvo cubiertas todas las plazas. AGS, SGU, 6980,
exp. 1. Estados de fuerza de los cuerpos provinciales de Nueva España, México, 27 de enero de 1800.
103
Fue sargento mayor de la Legión durante quince años (ver supra p. 137, nota 8).
104
Barona llevaba veintidós años de servicio en el Regimiento de Dragones de España, y Fer-
nández de Mesa había servido durante treinta y cuatro años, veinte de ellos en el Regimiento de In-
fantería de Navarra, y el resto como oficial veterano en el Regimiento Provincial de Guadalajara y
en la 15.ª División de milicias (Aguascalientes). AGS, SGU, 7273, exp. 3. Hojas de servicio del pie
veterano del Regimiento de San Luis, San Luis Potosí, 31 de diciembre de 1796.
105
Rulfo llevaba diecinueve años de servicio en el Regimiento de Dragones de España y López
quince años. Ibid.
106
Torres y San Martín tenían una dilatada carrera en el Regimiento de Dragones de España
(veinticuatro y quince años respectivamente), y José Carvajal entró como sargento veterano del Re-
gimiento de San Luis por ser hijo del sargento mayor. Ibid.
227
juan josé benavides martínez
los cabos Miguel Peruguia, José Ávila, Ignacio Rodríguez y Cayetano Valle-
cillos, y el tambor mayor Agustín Salgado.107 Por su parte, el pie veterano del
Regimiento de San Carlos estaba comandado por el capitán Francisco Echar-
tea Urrutia,108 el ayudante mayor era Claudio Precy,109 los tenientes Isidro
Beltrán y Manuel Goldaraz,110 los sargentos José Manuel Díaz, Pedro Benito
Gómez y Andrés Casimiro Gil,111 los cabos Manuel Terán, José Carrión, Mi-
guel Ortiz y José Fregoso, y el tambor mayor José Carrión.112
De los quince miembros del pie veterano de ambos regimientos (sin con-
tar los cabos ni tambores, de los que carecemos de datos) nueve eran penin-
sulares y seis criollos. Los europeos procedían de diferentes puntos de la
península,113 mientras que los criollos eran mayoritariamente de México.114
Desconocemos el origen de los cabos y tambores, pero, probablemente, tam-
bién fueran mexicanos, ya que los miembros del pie veterano del Regimien-
to de San Luis procedían en su mayoría del de Dragones de España y los del
Regimiento de San Carlos del de Dragones de México, ambos formados en
la capital del virreinato. Es decir, la mayoría de los veteranos de los cuerpos
provinciales potosinos se conocían con anterioridad.115
107
AGN, Indiferente de Guerra, vol. 196b. Relación de individuos del Regimiento de Dragones
de España para suboficiales veteranos del Regimiento de San Luis, México, 11 de enero de 1796.
108
Echartea llevaba treinta y cuatro años de servicio, primero en el cuerpo de Guardias de
Corps, y luego como oficial veterano en el Regimiento de Caballería de Querétaro y en la Legión de
San Carlos. AGS, SGU, 7274, exp. 4. Hojas de servicio del pie veterano del Regimiento de San
Carlos, Charcas, 31 de diciembre de 1796
109
Llevaba treinta y tres años sirviendo, primero en el cuerpo de Guardias de Corps, luego en el
Regimiento de Infantería de Milán, y posteriormente en el de Dragones de España. Ibid.
110
Ambos habían servido más de diez años en el Regimiento de Dragones de México. Ibid.
111
Los tres procedían del Regimiento de Dragones de México, aunque Díaz ya había servido
como sargento veterano de la Legión de San Carlos. Ibid.
112
AGN, Indiferente de Guerra, vol. 196b. Relación de individuos del Regimiento de Dragones
de México para suboficiales veteranos del Regimiento de San Carlos, México, 15 de enero de 1796.
113
El sargento mayor Carvajal y el ayudante Fernández de Mesa (San Luis) eran de Andalucía,
el sargento mayor Echartea y el teniente Goldaraz (San Carlos) eran navarros, el teniente López (San
Luis) y el sargento Gómez (San Carlos) eran castellanos, el sargento San Martín (San Luis) de Astu-
rias y el sargento Gil (San Carlos) de Cantabria. El ayudante del Regimiento de San Carlos, Precy,
era francés, pero se formó en la península. AGS, SGU, 7274, exp. 4. Hojas de servicio de los oficia-
les veteranos del Regimiento de San Carlos, Charcas, 31 de diciembre de 1796; e ibid., exp. 6. Hojas
de servicio de los oficiales veteranos del Regimiento de San Luis, San Luis Potosí, 31 de diciembre
de 1796.
114
El ayudante mayor Manuel Barona, el sargento Torres (San Luis) y el teniente Beltrán y el
sargento Díaz (San Carlos) eran de México. El teniente Rulfo (San Luis) era de Querétaro y el sar-
gento José Carvajal era el único potosino. Ibid.
115
Además de los oficiales y suboficiales procedentes de los regimientos de México y de Espa-
ña, el sargento mayor del Regimiento de San Carlos, Francisco Echartea, y el ayudante, Claudio
228
el brazo ejecutor de la autoridad real. félix calleja y la puesta...
Los oficiales eran militares de gran experiencia, con una media de trein-
ta y cuatro años de servicio, pero precisamente su dilatada carrera era la
causa por la que Calleja los criticaba. Los sargentos mayores y sus ayudantes
pasaban de cincuenta años y, tanto por su edad como por sus méritos, eran
acreedores al retiro.116 Sin embargo, todos continuaron desempeñando sus
empleos hasta sus últimos días. Esto nos hace pensar que estos oficiales, que
ya no tenían expectativas de ascenso, veían su destino en las milicias potosi-
nas como un periodo sin grandes cargas hasta el final de sus vidas. Ya no
esperaban el retiro, porque para la Corona supondría un doble gasto, sus
pensiones como oficiales retirados y los salarios de los oficiales destinados a
ocupar las plazas que habían dejado.117
Aunque, si bien todo apuntaba a que los oficiales veteranos no estaban
en condiciones de adiestrar y disciplinar a los milicianos potosinos, parece
que Calleja no tuvo en cuenta que los problemas derivados de su escasa uti-
lidad se centrarían, especialmente, en las cuestiones administrativas y de in-
tendencia de los regimientos, ya que eran los suboficiales los que verdadera-
mente mantenían la disciplina e instrucción de la tropa.118 Además, la
situación cambiaría poco si se sustituía a esos oficiales por otros, porque las
pocas expectativas de ascenso que tenían los veteranos en los cuerpos pro-
vinciales, fomentaban que estos no sirvieran con el celo debido, aunque fue-
Precy, comenzaron a servir en los Guardias de Corps el mismo año. Los únicos miembros del pie
veterano que no habían compartido regimiento ni campañas con el resto eran el sargento mayor An-
tonio Carvajal, que continuó en el mismo empleo que había desempeñado durante quince años en la
Legión de San Carlos, y el ayudante mayor Mateo Fernández de Mesa, que fue recomendado por el
coronel Nemesio Salcedo, con el que había servido en el Regimiento de Navarra. Ibid.
116
Calleja reconocía los servicios realizados por los militares en el pasado, pero también los
criticó con dureza: «El sargento mayor Antonio Carvajal (San Luis) ha olvidado todo lo que aprendió
en sus años de servicio en el ejército. Su edad y achaques lo hacen tan inútil para el cargo como
merecedor de retiro […] El sargento mayor Francisco Echartea (San Carlos) es honrado y eficaz,
pero poco inteligente y enfermo, por lo que recomiendo que este honrado oficial sea trasladado a otro
destino menos trabajoso». AGS, SGU, 6976, exp. 19. El teniente coronel Calleja al virrey Brancifor-
te sobre los oficiales veteranos de los regimientos de San Luis y San Carlos, San Luis Potosí, 29 de
marzo de 1797.
117
Los sargentos mayores cobraban un salario de 110 pesos al mes, los ayudantes de 55, los te-
nientes 40, los sargentos 18, los cabos 13 y el tambor mayor ocho, por lo que el pie veterano de un
regimiento de dragones suponía un coste mensual para la real hacienda de 773 pesos. AGN, Indife-
rente de Guerra, vol. 196b. Sueldos del pie veterano de los regimientos de San Luis y San Carlos,
México, 13 de febrero de 1796.
118
Los sargentos y cabos eran los que enseñaban a los soldados a limpiar y cuidar el uniforme,
a formar y marchar, el uso en combate de las armas y los cuidados necesarios para su buena conser-
vación, la colocación de la montura y las bridas... Arizcun, Manuel Francisco, Instrucción para los
sargentos y cabos del Regimiento de Dragones del Rey, Sevilla: 1792, pp. 3-89.
229
juan josé benavides martínez
sen más jóvenes. Los ocho cabos veteranos también eran mayores y con
problemas de salud,119 así que eran los seis sargentos, tres en cada regimien-
to, los verdaderos encargados de mantener el orden en las milicias potosinas.
Tres de ellos eran criollos y los otros tres peninsulares. Los seis eran de me-
diana edad, entre treinta y tres y cuarenta y cinco años, tenían una larga tra-
yectoria en el ejército (entre once y veintitrés años) y, como hemos dicho,
procedían del Regimiento de Dragones de España (San Luis) y del de Méxi-
co (San Carlos).120
A pesar de todas las deficiencias señaladas, los informes de Félix Calle-
ja al virrey valoraban de forma positiva la asamblea: las plazas se habían
completado casi en su totalidad, los hacendados aportaron los caballos, se
formaron los piquetes de seguridad en San Luis, algunos oficiales demostra-
ron su buen hacer, la tropa era hábil a caballo y mostraba interés en el servi-
cio, el vestuario, las armas blancas y otros accesorios estaban al completo...
Branciforte también dio su visto bueno e informó al rey de que los regimien-
tos provinciales de San Luis y San Carlos estarían plenamente operativos en
cuanto se les enviase el armamento y las monturas que necesitaban.121 El
virrey no podía enviar a la Corte un informe negativo de la situación defen-
siva de uno de los enclaves estratégicos del norte de Nueva España, pero
también era lógico que mirara con cierto optimismo el futuro de las milicias
potosinas, teniendo en cuenta los informes que había recibido. En su corres-
pondencia con Branciforte, Calleja tuvo en cuenta que, después de treinta
años de existencia más teórica que real de la Legión de San Carlos, estos
eran los primeros cuerpos milicianos disciplinados formados en San Luis, y
acababan de celebrar su primera asamblea, cuando un año antes estuvieron
a punto de disolverse sin haber llegado a formarse en la práctica. Además, le
sorprendió positivamente el buen hacer de los milicianos, dentro de sus limi-
119
En 1799 en el Regimiento de San Carlos tan solo quedaban dos en servicio, porque los otros
habían fallecido, y en el de San Luis, dos se hallaban de baja por enfermedades debidas a los acha-
ques propios de su edad. AGS, SGU, 7300, exp. 11. Revistas del pie veterano de los regimientos de
San Luis y San Carlos, San Luis Potosí y Charcas, 1799-1800.
120
La única excepción sería el sargento del Regimiento de San Luis, José Carvajal, hijo del
sargento mayor Antonio Carvajal, que era el único potosino del pie veterano, el más joven de todos
(veintiséis años) y el único que no había servido con anterioridad en otros cuerpos. AGS, SGU, 7274,
exp. 4. Hojas de servicio del pie veterano del Regimiento de San Carlos, Charcas, 31 de diciembre
de 1796; e ibid., exp. 6. Hojas de servicio del pie veterano del Regimiento de San Luis, San Luis
Potosí, 31 de diciembre de 1796.
121
AGS, SGU, 6976, exp. 19. El virrey Branciforte al rey, Orizaba, 30 de octubre de 1797.
230
el brazo ejecutor de la autoridad real. félix calleja y la puesta...
taciones.122 El teniente coronel era consciente del estado real, poco alenta-
dor, en que se encontraban las milicias potosinas. Nadie como él sabía lo
difícil que había sido ponerlas en marcha y el trabajo que quedaba por hacer,
pero prefirió suavizar sus informes, porque, si daba cuenta de una situación
contraria a los deseos de la Corona, podía costarle su empleo o, al menos, el
estancamiento de su carrera.123
En todo caso, parece que el resultado de la asamblea de los regimientos
de San Luis y San Carlos había sido mejor que el de la revista pasada por el
inspector Douché a la Legión en 1770 (ver supra pp. 111-113). Sin embargo,
algunas importantes carencias podían provocar que ocurriera con los regi-
mientos provinciales lo mismo que con la Legión de San Carlos. Los oficia-
les no servían con el celo debido, muchos de los caballos aportados por los
hacendados no eran aptos para el servicio, casi la mitad de un regimiento no
podía montar porque faltaban sillas, el armamento de fuego era inservible,
faltaban espadas y los oficiales veteranos, que debían instruir a los milicia-
nos, eran hombres de avanzada edad y mala salud que se limitaban a esperar
el retiro de la forma más cómoda posible. La tropa estaba compuesta por
hombres de campo, peones de haciendas y rancheros, sin conocimientos en
materia militar. La mayoría de ellos trabajaban a diario con caballos, así que
no tenían problemas con su manejo, pero de poco les servirían sus habilida-
des, si no contaban con caballos ni armamento adecuados y carecían de mon-
turas.
Por tanto, celebrada la asamblea en febrero de 1797, y a pesar de lo que
dijeran los informes, el estado de los regimientos provinciales de dragones
de San Luis y San Carlos no alentaba al optimismo: milicianos sin experien-
cia, oficiales que no servían con el celo debido y serios problemas de inten-
dencia. Sin embargo, por otro lado, también habría que señalar que todos los
milicianos alistados acudieron a la revista, se vistieron con sus uniformes y
realizaron como buenamente pudieron los ejercicios y prácticas, un hecho
sin precedentes en la región.
122
Calleja no tenía grandes expectativas en unas tropas «compuestas en su mayor parte por
hombres de campo, torpes, descuidados, abrumados y entorpecidos por su trabajo, que siempre serán
más inútiles que prácticos». Ibid. Oficio del teniente coronel Calleja al virrey Branciforte sobre los
regimientos de San Luis y San Carlos, San Luis Potosí, 15 de febrero de 1797.
123
Unos días antes de que diera comienzo la asamblea Calleja había solicitado que se le nom-
brara comandante de la brigada de milicias con cabecera en San Luis, cargo que ocupaba de forma
interina. AGN, Indiferente Virreinal, C. 6334, exp. 27. El teniente coronel Calleja al virrey Branci-
forte, San Luis Potosí, 24 de enero de 1797.
231
Capítulo 7
¡A SUS ÓRDENES, MI CORONEL!
LAS MILICIAS Y EL ASCENSO DE FÉLIX CALLEJA
EN LA SOCIEDAD POTOSINA
Las carencias anteriormente señaladas podían haber hecho que los regi-
mientos provinciales hubieran seguido el mismo camino que la Legión de
San Carlos. Sin embargo, gracias a la labor de Calleja, terminaron siendo
unos cuerpos razonablemente disciplinados y útiles. Calleja ascendió a los
oficiales que tenían mejores aptitudes y cubrió las bajas con hombres intere-
sados en el servicio que él mismo recomendaba, ganándose su apoyo y res-
peto. Además, procuró, con una dedicación propia de un comandante de un
regimiento veterano, que la tropa se mantuviera bien adiestrada. La fuerza,
real, de los cuerpos que comandaba, unida a la muerte del intendente Díaz de
Salcedo en 1799 y a la serie de interinidades que le sucedieron, provocaron
que se fuera configurando como el personaje de mayor poder e influencia en
la región, por encima de cualquier otra autoridad. Su matrimonio en 1807
con María Francisca de la Gándara, una rica heredera perteneciente a una de
las familias criollas de mayor relevancia de San Luis, consolidó su posición
de liderazgo en la sociedad potosina, que le respaldó mayoritariamente cuan-
do decidió enfrentarse a los insurgentes.
233
juan josé benavides martínez
1
AGN, Indiferente Virreinal, C. 2719, exp. 27. Extracto de las revistas de los piquetes de mili-
cianos de los regimientos de San Luis y San Carlos, San Luis Potosí, 16 de junio de 1797.
2
Ibid. Revista del pie veterano de los regimientos de San Luis y San Carlos, San Luis Potosí, 16
de junio de 1797.
3
AGN, Indiferente Virreinal, C. 807, exp. 2. Calleja al virrey Branciforte, San Luis Potosí, 17
de enero de 1797; e ibid., C. 6334, exp. 27. Calleja al virrey Branciforte, San Luis Potosí, 26 de no-
viembre de 1797.
4
Pérez Gálvez se negaba a aportar al Regimiento de San Carlos los 52 caballos que le corres-
pondían, porque no había sido informado a tiempo de la reunión en que se estableció el cupo. Ibid.
El teniente coronel Calleja al virrey Branciforte, Valle del Maíz, 31 de julio de 1797.
234
¡a sus órdenes, mi coronel! las milicias y el ascenso de félix calleja...
5
AGN, Indiferente de Guerra, vol. 273a. El coronel Rincón Gallardo al virrey Branciforte, San
Luis Potosí, 4 de marzo de 1797; e ibid. El virrey Branciforte al coronel Rincón Gallardo, México,
15 de marzo de 1797.
6
Ibid. El coronel Rincón Gallardo al virrey Branciforte, San Luis Potosí, 23 de septiembre de
1797.
7
AGS, SGU, 7005, exp. 7. El virrey Branciforte al ministro de Guerra, Orizaba, 31 de octubre
de 1797.
8
Archer, Christon, El ejército en el México…, pp. 149-153.
235
juan josé benavides martínez
236
¡a sus órdenes, mi coronel! las milicias y el ascenso de félix calleja...
12
AGN, Indiferente de Guerra, vol. 196a. Hoja de servicios del coronel Calleja, México, 30 de
diciembre de 1798.
13
AGS, SGU, 6976, exp. 19. Informe de Félix Calleja al virrey Branciforte sobre el estado de
los regimientos de San Luis y San Carlos, San Luis Potosí, 16 de enero de 1798.
14
El ayudante mayor del Regimiento de San Carlos, Claudio Precy, el teniente del Regimiento
de San Luis, Bernardo López, y dos sargentos y dos cabos, uno por regimiento, fueron destinados por
el virrey a Veracruz en 1798. AGN, Indiferente Virreinal, C. 5383, exps. 52 y 59. Revistas del pie
veterano de los regimientos de San Luis y San Carlos, San Luis Potosí y Charcas, 30 de julio de 1798
– 30 de diciembre de 1798.
15
Generalmente, los oficiales que cumplían los requisitos rechazaban el servicio en los cuerpos
provinciales por ser empleos de menor prestigio. Por ello, Azanza recomendó a Calleja que cubriera
alguna vacante veterana con oficiales milicianos y Marquina que lo hiciera ascendiendo a los grados
inferiores. AGN, Indiferente Virreinal, C. 5197, exp. 60. Calleja al virrey Azanza acusando recibo de
la orden, San Luis Potosí, 9 de noviembre de 1798; y Archivo General Militar de Madrid (AGMM),
México, 5362. El virrey Marquina al coronel Calleja, 26 de abril de 1802.
16
Tan solo quedaron los oficiales de menor edad. AGS, SGU, 7300, exp. 11. Revistas del pie
veterano de los regimientos provinciales de San Luis y San Carlos, San Luis Potosí, 1799-1800.
237
juan josé benavides martínez
17
Mendivil llevaba cuarenta y dos años de servicio en los que había participado en varias accio-
nes. Por su parte, Manuel de Santa María llevaba quince años en el Regimiento de Nueva España,
destacando por sus servicios en Santo Domingo, donde participó en varias acciones que le hicieron
acreedor a recibir los hábitos de la orden de Santiago. AGS, SGU, 7009, exp. 12. Nombramiento de
las sargentías mayores de los regimientos de San Luis y San Carlos, San Ildefonso, 22 de agosto
de 1800; y AGN, Indiferente Virreinal, C. 5507, exp. 60. Presentación de los méritos de Manuel de
Santa María, San Luis Potosí, 25 de noviembre de 1805.
18
De origen peninsular (Asturias), era capitán del Regimiento de México. AGI, México, 2427.
Nombramiento de José Blanco como sargento mayor del Regimiento de San Luis, El Escorial, 3 de
diciembre de 1800.
19
AGS, SGU, 7010, exp. 6. Propuesta del virrey Azanza para ayudante del Regimiento de San
Luis, México, 28 de noviembre de 1800.
20
Arista pasó a Nueva España como portaguión del Regimiento de Dragones de México, en el
que ascendió a teniente y participó en algunas acciones de guerra contra los ingleses, cuando estuvo
destinado en Veracruz. Después fue teniente veterano en el Regimiento Provincial de Dragones de la
Reina. AGMS, 1.ª, 1.ª, G-1694. Recomendación de ascenso de Pedro García de Arista, México, 31
de julio de 1810.
21
También los suboficiales veteranos recibieron atención por parte de Calleja. En 1803 al Regi-
miento de San Carlos le faltaban dos cabos y al de San Luis dos sargentos y tres cabos. Las plazas
fueron cubiertas, pero, algunos suboficiales eran mayores y con mala salud y apenas un año más
tarde había más vacantes. AGN, Indiferente Virreinal, C. 3042, exp. 48. Revista de los pies veteranos
de los regimientos de San Luis y San Carlos, San Luis Potosí, 16 de febrero de 1803; ibid., C. 3480,
exp. 13. Revista de los pies veteranos de los regimientos de San Luis y San Carlos, San Luis Potosí,
16 de julio de 1803; y AGI, México, 2441. Revista de los pies veteranos de los regimientos de San
Luis y San Carlos, San Luis Potosí, 14 de noviembre de 1804.
238
¡a sus órdenes, mi coronel! las milicias y el ascenso de félix calleja...
plazas, el 22% del total, que habían vacado por renuncia de sus titulares o
por retiro, debido al cumplimiento del tiempo de servicio o a problemas de
salud. Los respectivos coroneles de los cuerpos debían proponer una terna
de candidatos para cubrir las oficialías y Calleja recomendaba a uno de los
tres, al que el virrey entregaba un despacho provisional. Posteriormente, el
rey hacía oficial el nombramiento. Es decir, en todo este largo proceso, era
el comandante de la brigada el que, en la práctica, elegía a los nuevos oficia-
les, y la repercusión más evidente de la labor de Calleja en esta cuestión fue
que aumentó el predominio de los oficiales de origen peninsular.22 De 47
oficiales europeos pasó a haber 56, el 70% del total, mientras que tan solo
encontramos 24 criollos.23 Esta diferencia era mayor tomando en considera-
ción las 24 oficialías más elevadas (coroneles, tenientes coroneles y capita-
nes), entre las que había veinte peninsulares (83%). También el predominio
de los europeos se acrecentó en los rangos subalternos, que pasaron a ser
el 64% (ver infra gráfico 4, p. 240).24
Dentro del grupo peninsular seguía habiendo una fuerte presencia de
vasco-navarros y cántabros. Su número aumentó, y aunque la proporción
entre la oficialidad peninsular siguió siendo prácticamente la misma, consi-
derando a la totalidad de oficiales de los regimientos, pasaron de ser el 47%
al 56% (ver infra gráfico 5, p. 241).25
El aumento del número de europeos tendría su explicación en las valo-
raciones que Calleja hacía de la oficialidad miliciana. El coronel consideraba
que una veintena de los ochenta oficiales (25%), ya fuera por su falta de celo,
por su escasa fortuna o por sus «vicios», eran inútiles para el servicio, y que
22
Las 18 bajas se cubrieron con trece europeos y cinco criollos. AGS, SGU, 7274, exp. 4. Hojas
de servicio de los oficiales milicianos del Regimiento de San Carlos, Charcas, 31 de diciembre de
1798; e ibid., exp. 6. Hojas de servicio de los oficiales milicianos del Regimiento de San Luis, San
Luis Potosí, 31 de diciembre de 1798.
23
En siete de las 24 compañías ninguno de sus mandos era americano: la 2.ª compañía (Mate-
huala), la 3.ª (Venado), la 10.ª (Cedral) y la 11.ª (Hedionda) del Regimiento de San Carlos, y la 2.ª
(Pozo del Carmen), la 8.ª (Santa María del Río) y la 10.ª (Armadillo) del Regimiento de San Luis.
Ibid.
24
Solo eran criollos los dos coroneles, dos capitanes, diez tenientes, ocho alféreces y dos porta-
guiones. Además, habría que señalar que cada uno de los regimientos tenían el mismo número de
oficiales peninsulares (28) y de criollos (12) y que, al igual que sucedía en 1796, en las compañías
asentadas al norte de la provincia había un claro predominio de los europeos (76%), mientras que las
fijadas en la región más próxima a San Luis, aunque también los peninsulares eran mayoría, se con-
centraban el 60% de los oficiales de origen americano. Ibid.
25
Solo once peninsulares procedían de otras regiones: cuatro de Asturias, cuatro de Andalucía,
dos de Galicia y uno de La Rioja. Ibid.
239
Gráfico 4. Origen de los oficiales de los regimientos provinciales de San Luis y San Carlos (1796-1798).
GRAFICO 4
TOTAL DE OFICIALES (80)
1796 1798
240
OFICIALES DE MAYOR RANGO (24) OFICIALES SUBALTERNOS (56)
241
RESTO PENÍNSULA (9) RESTO PENÍNSULA (11) CRIOLLOS (33) CRIOLLOS (24)
VASCOS (19) VASCOS (23) RESTO PENÍNSULA (9) RESTO PENÍNSULA (11)
otros 17 (21%) solo podían ser útiles para empleos subalternos.26 Estas cifras
estaban lejos del ideal, pero no reflejaban una situación insalvable para la
buena marcha de los regimientos. Sin embargo, detrás de las valoraciones,
además del tradicional menosprecio de los militares de carrera hacia los ofi-
ciales milicianos, se puede apreciar que Calleja estimaba que los americanos
tenían menos cualidades para el servicio. El 65% de los mandos que consi-
deraba inútiles eran criollos, mientras que entre los 43 que valoró de forma
positiva solo encontramos seis (14%). Según el comandante, el 53% de los
oficiales americanos no reunía las condiciones para servir en la milicia, y tan
solo siete de los 56 peninsulares (12%) le merecían la misma opinión (ver
infra gráfico 6, p. 243).
Las valoraciones del comandante obedecían a su percepción personal del
grado de cumplimiento de las obligaciones cotidianas de los oficiales (elabo-
rar las listas de sus compañías, entrenar con regularidad a los milicianos,
conservar el equipamiento en buen estado…). Sin embargo, resulta poco pro-
bable que la gran diferencia entre la capacidad militar de los americanos y la
de los peninsulares que reflejaban los informes respondiera a criterios objeti-
vos. Más bien parece que Calleja consideraba que los europeos reunían me-
jores cualidades para el servicio. Aun así, dos años después de haber criticado
con dureza a los oficiales por su falta de actitud y sus escasos conocimientos
en materia militar (ver supra pp. 226 y 227), podría decirse que el comandan-
te tenía una opinión favorable de la mayor parte de la oficialidad de los regi-
mientos de San Luis y San Carlos. Aunque a la mayoría de los criollos los
consideraba inútiles para el servicio, el cambio de opinión de Calleja nos
hace pensar que durante el tiempo que llevaba a cargo de las milicias potosi-
nas gran parte de los oficiales, sobre todo los peninsulares, habían cambiado
su actitud, ganándose el reconocimiento del estricto comandante.
Calleja necesitaba que los oficiales que estaban a sus órdenes cumplie-
ran con sus deberes para tener el mando efectivo sobre los cuerpos estableci-
dos en su brigada y así poder mantenerlos en el mejor estado posible. El
apoyo de los mandos milicianos era más importante, si cabe, considerando
las carencias de los miembros del pie veterano anteriormente señaladas.
Como comandante de la brigada, Calleja pudo promocionar a los oficiales
que realizaban sus tareas debidamente, hombres influyentes en la región, que
26
Ibid. Calleja se refería así (útiles para subalternos) a los oficiales que cumplían con sus obli-
gaciones, pero cuya situación económica no les permitía hacer frente a los gastos que debía realizar
un capitán.
242
¡a sus órdenes, mi coronel! las milicias y el ascenso de félix calleja...
comenzaron a contar con una responsabilidad cada vez mayor en los cuerpos
provinciales, e, incluso, algunos se convirtieron en sus hombres de confian-
za.27 En reconocimiento a su labor, el comandante mejoraba el estatus dentro
de las milicias a los que le facilitaban el control de los regimientos, y, tenien-
Gráfico 6. Valoraciones de los oficiales milicianos por parte del comandante Calleja.
GRAFICO 6
TOTAL DE OFICIALES (80) OFICIALES PENINSULARES (56) OFICIALES CRIOLLOS (24)
27
En especial los capitanes de la 5.ª compañía del Regimiento de San Luis y de la 9.ª del de San
Carlos, Toribio Cortina Díaz (asturiano) y Ramón de Cevallos (montañés). Ambos mostraron un gran
interés por el servicio desde la formación de los cuerpos provinciales y Calleja los nombró sus alba-
ceas en el primer testamento que realizó en San Luis, cuando en marzo de 1798 sufrió una grave
enfermedad. AHESLP, RPPC, 1798, n.º 18. Testamento del teniente coronel Félix Calleja, San Luis
Potosí, 4 de marzo de 1798.
243
juan josé benavides martínez
244
¡a sus órdenes, mi coronel! las milicias y el ascenso de félix calleja...
Como hemos dicho, desde su llegada a San Luis, Félix Calleja cumplió
con gran celo sus deberes como comandante de la brigada. Teniendo en
cuenta los resultados, podría decirse que el comandante consiguió sus obje-
31
AGS, SGU, 7274, exp. 4. Hojas de servicio de los oficiales milicianos del Regimiento de San
Carlos, Charcas, 31 de diciembre de 1798; e ibid., 7276, exp. 17. Hojas de servicios de los oficiales
milicianos del Regimiento de San Luis, San Luis Potosí, 31 de diciembre de 1800.
32
El más claro ejemplo fue el conde del Peñasco, del que Calleja decía que «nunca será un buen
jefe militar por su escaso talento y por sus circunstancias personales», pero que comandó el Regi-
miento de San Luis hasta su muerte en 1805. AGN, Indiferente de Guerra, vol. 10a. Hojas de servicio
de oficiales milicianos de los regimientos de San Luis y San Carlos, San Luis Potosí, 30 de diciembre
de 1804.
33
Generalmente estas renuncias se justificaban alegando incompatibilidad con otro empleo.
34
De los 17 oficiales que se incorporaron, once eran americanos. Siete de ellos fueron valorados
de forma positiva por el comandante. AGN, Indiferente de Guerra, vol. 86b. Hojas de servicios de
oficiales milicianos del Regimiento de San Carlos, San Luis Potosí, 30 de diciembre de 1804; e ibid.,
vol. 376a. Hojas de servicios de oficiales milicianos del Regimiento de San Luis, San Luis Potosí, 30
de diciembre de 1806.
245
juan josé benavides martínez
35
Los oficiales cumplían las órdenes y las bajas entre la tropa eran escasas y circunstanciales
(enfermedades, muertes y traslados). Cf. AGN, Indiferente Virreinal, C. 2847, exp. 1. Relación del
estado del Regimiento de San Carlos, Charcas, 25 de noviembre de 1798; ibid., exp. 3. Relación
del estado del Regimiento de San Luis, San Luis Potosí, 25 de octubre de 1798; ibid., C. 2514,
exp. 10. Estado de fuerza del Regimiento de San Carlos, Charcas, 30 de diciembre de 1801; y AGN,
Indiferente de Guerra, vol. 351a. Listas de revista mensuales de varias compañías del Regimiento de
San Carlos, Charcas y Matehuala, 1800-1809.
36
El comandante solicitó envíos de vestuario y monturas en varias ocasiones, pero generalmen-
te llegaban tarde e incompletos. AGN, Indiferente Virreinal, C. 5076, exp. 3. El comandante Calleja
al virrey Marquina, San Luis Potosí, 26 de febrero de 1801; y AGN, Indiferente de Guerra, vol. 351a.
Listas de revista mensuales de varias compañías del Regimiento de San Carlos, Charcas y Matehua-
la, 1800-1809.
37
Los fusiles eran inservibles, los sables endebles y las pistolas tuvieron que ser reemplazadas.
AGN, Indiferente Virreinal, C. 6051, exp. 17. Estado de fuerza de los regimientos de San Luis y San
Carlos, San Luis Potosí, 10 de febrero de 1802.
38
AGN, Indiferente Virreinal, C. 5076, exp. 3. Propuestas del comandante Calleja para cubrir
vacantes en el pie veterano del Regimiento de San Luis, San Luis Potosí, 1 de julio de 1800.
39
Hubo corridas de toros, peleas de gallos, danzas indígenas, banquetes… Montejano y Agui-
ñaga, Rafael, «¿Estuvo Hidalgo en San Luis Potosí cuando la dedicación del Santuario y las memo-
rables corridas de toros en 1800?», Archivos de Historia Potosina, vol. XI, n.º 2, diciembre 1979,
Academia de Historia Potosina, San Luis Potosí, pp. 102-120.
246
¡a sus órdenes, mi coronel! las milicias y el ascenso de félix calleja...
40
AGN, Indiferente Virreinal, C. 5301, exp. 17. El capitán García Conde al virrey Marquina,
San Luis Potosí, 22 de noviembre de 1800; ibid. El ayuntamiento de San Luis al virrey Marqui
na, San Luis Potosí, 2 de diciembre de 1800; e ibid. exp. 18. Expediente de pago y recomendaciones
a los granaderos de los Regimientos de San Luis y San Carlos, San Luis Potosí, 5 de julio de 1801.
41
Hay gran cantidad de documentación al respecto. Por citar algunos documentos: AGN, Indi-
ferente Virreinal, C. 2979, exp. 29. Correspondencia entre Calleja y el virrey Marquina sobre la
compañía de la Punta de Lampazos y las milicias de Nuevo León, San Luis Potosí, 1800; y AGN,
Provincias Internas, vol. 193, exp. 3. Informe de Calleja al virrey sobre el gobernador de Nuevo
León, Simón de Herrera, San Luis Potosí, 25 de agosto de 1801.
42
Su actuación en esta materia fue más política que militar (utilización de unas tribus para fre-
nar a otras, neutralidad en conflictos entre tribus…) porque el virrey le ordenó minimizar gastos.
AGN, Provincias Internas, vol. 12, exp. 39. Correspondencia entre Calleja y el virrey respecto a
cuestiones defensivas en las Provincias Internas de Oriente, San Luis Potosí, Monterrey y México,
1798-1800; y AGN, Indiferente Virreinal, C. 3747, exp. 15. Calleja al virrey Iturrigaray sobre la
política seguida con las tribus indias de la frontera, San Luis Potosí, 24 de mayo de 1803.
43
AGI, Estado, 29, N. 6. El virrey Marquina al ministro Luis de Urquijo sobre el aventurero
Felipe Nolán, México, 2 de febrero de 1801; AGN, Californias, vol. 22, exp. 107. Calleja al virrey
Iturrigaray informando sobre el aventurero norteamericano Robert Acheli, San Luis Potosí, 5 de ju-
nio de 1803; y AGN, Provincias Internas, vol. 175, exp. 1. Correspondencia entre el comandante
Calleja y el brigadier Salcedo con el virrey Iturrigaray sobre movimientos de tropas e incidentes
fronterizos en la línea con los Estados Unidos, México, San Luis Potosí y San Carlos, 1803-1805. No
hemos querido profundizar en los aspectos de la defensa de la frontera nororiental del virreinato
porque se desviaba de la línea del presente trabajo. Sin embargo, desarrollaremos esta interesante
cuestión en futuras investigaciones.
247
juan josé benavides martínez
un informe que serviría de base para una nueva reforma del sistema defensi-
vo novohispano.44 Todos sus esfuerzos se debieron fundamentalmente a una
razón, el principal objetivo que persiguió a lo largo de su vida militar: ascen-
der en el escalafón. Calleja llegó a Nueva España en 1789 recién ascendido
a capitán, acompañando al virrey Revillagigedo II, a cuyas órdenes ya había
servido. En 1790 le encargó pasar revista a las milicias de la Frontera de
Colotlán, tarea que cumplió con diligencia, ganándose el ascenso a teniente
coronel. En 1795 el virrey Branciforte, que también conocía a Calleja con
anterioridad, le encomendó la reforma de las milicias de Nuevo Santander y
Nuevo León, y, al concluir, lo destinó a San Luis para que pusiese en marcha
los regimientos provinciales establecidos por Nemesio Salcedo. Su buen ha-
cer en el desempeño de estas comisiones le valió el ascenso a coronel y la
comandancia de la 10.ª brigada. El virrey Azanza (1798-1800), ante los bue-
nos informes de sus antecesores, decidió encargarle la revista de varios regi-
mientos veteranos, y reconoció su labor solicitando que se le concediera una
gratificación económica, y recomendándolo para que fuera ascendido a bri-
gadier.45 La gratificación le fue concedida, pero no así el ascenso,46 aunque
Calleja no se dio por vencido y, tras conseguir la recomendación del sucesor
de Azanza, el virrey Marquina, solicitó nuevamente el grado de brigadier,
que le volvió ser denegado en 1803.47
Parece que esta nueva negativa propició que Calleja cambiara su estra-
tegia para conseguir el deseado ascenso, ya que solicitó una licencia de dos
años para pasar a la península. No pidió un traslado a un regimiento en Espa-
44
En los más de cien folios de este informe reservado, Calleja demostró que conocía al detalle
la situación defensiva de Nueva España y era plenamente consciente de las carencias y virtudes del
sistema, así como de los potenciales enemigos (Estados Unidos sobre todo) y de las dificultades que
debían afrontarse. Aportó cifras concretas, analizó la utilidad de las milicias en la defensa del terri-
torio y propuso una serie de reformas, tanto a nivel general como referidas a algunos cuerpos en
concreto, para que el sistema fuera más eficiente. AGN, Marina, vol. 202, exp. 4. Informe del coronel
Calleja sobre las milicias provinciales por orden del virrey Marquina, San Luis Potosí, 24 de agosto
de 1802.
45
Calleja revistó el Regimiento de Infantería de la Corona, el de Dragones de México, el Bata-
llón Fijo de Veracruz y la 2.ª Compañía Franca de Voluntarios. AGI, México, 2473. El virrey Azanza
al ministro de Guerra sobre la gratificación para el coronel Calleja, México, 26 de febrero de 1800;
y AGS, SGU, 6981, exp. 29. El virrey Azanza al ministro de Guerra recomendando a Calleja, Méxi-
co, 26 de febrero de 1800.
46
AGN, Reales Cédulas Originales, vol. 176, exp. 124. Aprobación de gratificación y denega-
ción de grado al coronel Calleja, El Escorial, 29 de octubre de 1800.
47
AGN, Reales Cédulas Originales, vol. 188, exp. 148. Negación de grado de brigadier para el
coronel Félix Calleja, El Escorial, 11 de junio de 1803.
248
¡a sus órdenes, mi coronel! las milicias y el ascenso de félix calleja...
48
Durante este tiempo cobraría solo la mitad de su sueldo AGN, Reales Cédulas Originales, vol.
194, exp. 68. Concesión a Félix Calleja de licencia para pasar a la península, El Escorial, 13 de abril
de 1804.
49
Fundamentalmente, podía contar con la influencia de Branciforte, que, aunque a su vuelta a
la península no se dedicara a la política, era cuñado de Godoy. Los otros tres virreyes, que no estaban
en la órbita del «Príncipe de la Paz», no tuvieron una vida pública activa tras su regreso de México.
Navarro García, Luis y Antolín Espino, María del Pópulo, «El virrey marqués…», t. I, pp. 616-625.
50
Calleja consideraba que sus servicios en San Luis serían de escasa utilidad en caso de un
ataque. AGN, Indiferente Virreinal, C. 1800, exp. 30. Félix Calleja al virrey Iturrigaray, San Luis
Potosí, 30 de marzo de 1805.
51
Esta recomendación no fue tenida en cuenta por la Secretaría de Guerra. AGMS, 1.ª, 1.ª,
C-532. El virrey Iturrigaray a José Antonio Caballero, México, 27 de mayo de 1806.
249
juan josé benavides martínez
A pesar del revés sufrido en sus aspiraciones, Calleja no dejó de lado las
obligaciones de su cargo ni se olvidó de seguir progresando en su carrera,
pero, en torno a 1805, se puede apreciar un cambio en su comportamiento
dentro de la sociedad potosina. Como hemos dicho, desde que llegó a San
Luis en 1796 como subinspector interino de tropas, su principal objetivo fue
cumplir debidamente con sus deberes y así seguir acumulando méritos que le
permitieran progresar en su carrera. Sin embargo, su rango militar y su firme-
za al frente de la comandancia lo convirtieron en una figura respetada, que,
con el paso del tiempo, y ante la serie de interinatos que se sucedieron al
frente de la intendencia, empezó a consolidarse como la principal autoridad
de la región. El virrey había cortado sus aspiraciones como militar, pero, en
San Luis, Calleja estaba en una posición ideal para convertirse en el persona-
je más influyente de la sociedad.
Desde el fallecimiento en 1799 del primer intendente, Bruno Díaz de
Salcedo, se abrió un periodo de inestabilidad al frente de la intendencia, que
se extendió hasta la llegada de Manuel Jacinto de Acevedo en abril de 1810
(ver supra pp. 44-46). En oposición al vaivén de funcionarios que se suce-
dían de forma interina en la intendencia, durante estos once años, la figura de
Calleja fue creciendo en importancia, fundamentalmente, por su eficiencia y
estabilidad al frente de la brigada. Calleja comandaba varios cuerpos arma-
dos, con una fuerza de casi 4000 hombres, lo que podía facilitarle el ejercicio
de una cierta influencia política y económica en la región,52 y también había
52
Algunos grandes comerciantes y hacendados se valieron de su mando en las milicias
para acrecentar su influencia en la sociedad, como fue el caso del capitán José Florencio Barragán
en la región de Rioverde y Valle del Maíz. Rangel Silva, José Alfredo, Capitanes a guerra…,
pp. 188-190.
250
¡a sus órdenes, mi coronel! las milicias y el ascenso de félix calleja...
sabido ganarse el respeto y el afecto del pueblo llano.53 Sin embargo, su pa-
pel en la sociedad civil se reducía a una participación en la compañía minera
de Benito Campero (ver supra p. 244 nota 29) y la propiedad de dos terrenos
colindantes en el barrio de Tequisquiapan.54 El virrey Azanza lo recomendó
como intendente, tras el fallecimiento de Díaz Salcedo, por «su capacidad,
instrucción y conocimiento de la región» y por el ahorro que supondría para
la real hacienda que el mando de la comandancia y el de la intendencia de
San Luis, cuyos límites coincidían, recayeran en la misma persona.55 Ade-
más, al contrario de lo que sucedía, en general, con los intendentes, sus dis-
posiciones eran tenidas en cuenta por los gobernadores de las Provincias
Internas, también militares.56 Sin embargo, Calleja nunca manifestó tener el
menor interés por ser intendente, ni siquiera cuando en agosto de 1804 el
virrey Iturrigaray le ordenó apartar de su cargo a Ampudia por conducta im-
propia (ver supra p. 45). Tan solo en una ocasión se valió de su posición
privilegiada para influir en una cuestión ajena a su jurisdicción, orquestando
una campaña, que secundaron las autoridades municipales y un buen número
de oficiales milicianos, en contra del primer intendente interino, el asesor
Vicente Bernabeu.57 Pero, a pesar de contar con el apoyo de buena parte de
los grupos de poder potosinos, su intención no era ponerse al frente de la
intendencia (nunca envió una relación de sus méritos para ser tenido en cuen-
53
Tras más de quince años residiendo en el virreinato, Calleja «conocía las costumbres del país
y se amoldaba a ellas y al lenguaje, y así se explica que el mismo pueblo bajo […] lo mirara con
afectuoso respeto, llamándole, como sus mismos soldados, el amo don Félix, tratamiento que se daba
a los hacendados que tenían a su servicio a numerosas gentes y en cuyas posesiones ejercían una
especie de patriarcado». Núñez y Domínguez, José de, La virreina mexicana..., p. 43.
54
Se trataba de una huerta, comprada a un indio de Tlaxcalilla, José Eugenio Tovar, de unos
2600 m2, y un solar de 1600 m2, perteneciente al convento del Carmen, por los que pagó 146 pesos.
AHESLP, RPPC, 1798, n.º 105. Venta de una huerta a Félix Calleja, San Luis Potosí, 20 de agosto de
1798; e ibid., 1801, n.º 29. Venta de un solar a Félix Calleja, San Luis Potosí, 12 de marzo de 1801.
El precio de estas propiedades hubiera sido superior para otro que no fuera el comandante. Ortiz
Escamilla, Juan, «Félix María Calleja…», p. 348.
55
AGI, México, 1974. El virrey Azanza al Consejo de Indias dando cuenta de la muerte del in-
tendente Bruno Díaz de Salcedo, México, 27 de octubre de 1799.
56
Todos los intendentes interinos y el último, Manuel de Acevedo, tenían una carrera como
empleados de la real hacienda o bien eran expertos en leyes, algo que pesaba en su contra en San
Luis, donde algunos territorios tenían un gobernador militar (Nuevo León, Nuevo Santander y
Texas). Navarro García, Luis, Las reformas borbónicas en América…, pp. 101-103. Sobre los pro-
blemas entre militares e intendentes en Nueva España, véase: Archer, Christon, El ejército en el
México…, pp. 154-176.
57
Senosiain, Ángel, «Bruno Díaz de Salcedo, Vicente Bernabeu...», pp. 163 y 164.
251
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252
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68
AGN, Alcabalas, vol. 178, exp. 4. Expediente del comandante Calleja al virrey sobre el ad
ministrador de alcabalas de Sierra de Pinos, San Luis Potosí, 28 de abril de 1807 – 16 de septiembre
de 1807.
69
El cabildo alegó carecer de los fondos necesarios, ya que, calculaban que, para concluir la
construcción de las casas reales, restaban unos 50 000 pesos de inversión. La junta superior de pro-
pios y arbitrios del virreinato ordenó al ayuntamiento que diese preferencia a las obras del cuartel y
que retomara la construcción de las casas reales un año más tarde. AGN, Intendencias, vol. 36. Ex-
pediente sobre la reparación del cuartel de San Luis Potosí, San Luis Potosí, 31 de diciembre de 1804
– 30 de septiembre de 1806.
254
¡a sus órdenes, mi coronel! las milicias y el ascenso de félix calleja...
70
AGN, Indiferente Virreinal, C. 5061, exp. 20. El comandante Calleja al virrey Iturrigaray, San
Luis Potosí, 31 de julio de 1805.
71
Moncada, al que desde la muerte de Ana María de la Campa en 1804 se le concedió el uso
del título de conde de San Mateo de Valparaíso, fue nombrado capitán agregado del Regimiento de
San Luis en 1799. AGN, Reales Cédulas Originales, vol. 174, exp. 152. Aprobación de la agrega-
ción como capitán al Regimiento Provincial de Dragones de San Luis de Juan Nepomuceno Mon-
cada, El Escorial, 9 de noviembre de 1799; y AGN, General de Parte, vol. 79, exp. 292. Concesión
al conde de Jaral de Berrio del uso interino del título de conde de San Mateo, México, 7 de octubre
de 1804.
72
AGN, Indiferente Virreinal, C. 5061, exp. 20. El teniente coronel Montoya al virrey Iturriga-
ray, San Luis Potosí, 9 de septiembre de 1805.
255
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puestas para los empleos del Regimiento de San Luis y renunciar a imponer
su criterio para designar al coronel del de San Carlos, que, por otro lado, con
Moncada ausente, en la práctica quedaría a las órdenes del teniente coronel
Cevallos.81 De esta manera, Calleja conseguía que el mando de la principal
fuerza miliciana a sus órdenes quedara en manos de un coronel de la más alta
jerarquía social y con experiencia en el servicio, el ayuntamiento veía reco-
nocidos sus derechos sobre los empleos del Regimiento de San Luis y asegu-
raba que los dos cuerpos milicianos potosinos estuvieran comandados por
hombres de origen ilustre, y Moncada obtenía el rango de coronel, para lo
cual había movido sus influencias en la región.82 Iturrigaray, interesado en
contar con el favor del poderoso marqués del Jaral, designó a Moncada como
coronel de forma interina.83
Sin embargo, el resultado final no fue el previsto por las partes implica-
das en este asunto, debido a la recomendación de un empleado de la Secreta-
ría de Guerra encargado de filtrar las ternas antes de entregárselas al minis-
tro. Este individuo, probablemente un militar de carrera, no comprendía que
Moncada, un capitán de veintiocho años, rico y de noble origen, pero que
había permanecido ausente de su destino durante sus ocho años de servicio,
fuera ascendido a coronel de otro cuerpo, en lugar de Cevallos, teniente co-
ronel de la misma fuerza, hidalgo de cuarenta y cinco años, gran hacendado
y con más antigüedad y mayores méritos.84 Así que, finalmente, el 26 de di-
81
Probablemente Cevallos, con el que Calleja mantenía una estrecha relación (fue su albacea
testamentario en 1797, ver supra p. 243, nota 27), fuera el candidato del comandante, mientras que
el tercer hombre de la terna, Montoya, parecía un candidato de paja. El propio Calleja reconocía que
su edad (sesenta y dos años) y sus escasas rentas lo hacían poco recomendable. AGMS, 1.ª, 1.ª,
C-2470. Nombramiento de Ramón Cevallos como coronel del Regimiento de San Carlos, El Esco-
rial, 26 de diciembre de 1807.
82
Calleja aseguró al virrey que los pretendientes al empleo de coronel del Regimiento de San
Luis «anduvieron mendigando los votos por las tiendas de los mercaderes que componían el cabil-
do», lo que nos hace pensar en la existencia de un acuerdo entre el ayuntamiento potosino y Juan de
Moncada. AGN, Indiferente Virreinal, C. 5061, exp. 20. Representación de Calleja a Iturrigaray, San
Luis Potosí, 10 de septiembre de 1805.
83
AGN, Indiferente Virreinal, C. 4848, exp. 29. Nombramiento interino de Juan de Moncada
como coronel del Regimiento de San Carlos, México, 4 de julio de 1807.
84
Los méritos de Moncada expuestos por Calleja se reducían a su ilustre nacimiento y su gran
fortuna, mientras que Cevallos, además de tener mayor rango y antigüedad, tenía suficientes recursos
para ser coronel, y había realizado importantes donativos, tanto al regimiento como a la real hacien-
da. La fortuna de Moncada era mayor que la de Cevallos, pero «… de Moncada con sus riquezas no
consta que haya hecho servicio alguno». AGMS, 1.ª, 1.ª, C-2470. Notas sobre las recomendaciones
del comandante Calleja para ocupar la coronelía del Regimiento de San Carlos, El Escorial, 26 de
diciembre de 1807.
258
¡a sus órdenes, mi coronel! las milicias y el ascenso de félix calleja...
259
juan josé benavides martínez
das..., pp. 83 y 84; AGS, DGT, Títulos de Indias, 2.º, 81-56. Concesión del título de alférez real de
San Luis Potosí, Madrid, 28 de mayo de 1797; y AGN, Reales Cédulas Originales, vol. 220, exp. 17.
Concesión de la cruz de la orden de Isabel la Católica a Manuel de la Gándara, Madrid, 12 de enero
de 1819.
87
Francisca de la Gándara nació en la hacienda de San Juan de Venegas en enero de 1786.
Núñez y Domínguez, José de, La virreina mexicana…, p. 19.
88
La ceremonia fue todo un acontecimiento social. Los padrinos fueron el coronel Manuel
Rincón Gallardo y su esposa, María Josefa de la Gándara y Cardona, tía de la contrayente. Ibid.,
pp. 70-74.
89
AHESLP, RPPC, 1807, n.º 48. Testamento de Manuel de la Gándara, San Luis Potosí, 18 de
abril de 1807.
90
La familia pasaba tres o cuatro meses al año en esta propiedad y el comandante trató de au-
mentar su producción plantando viñas y olivos y construyendo una gran presa y un acueducto para
regar los frutales. Núñez y Domínguez, José de, La virreina mexicana…, pp. 110-114.
91
Calleja y el capitán miliciano Toribio de la Cortina se asociaron con Juan Antonio Zárraga, que
se comprometía a administrar durante cinco años el rancho de Nogales en Nuevo Santander. AHES-
LP, RPPC, 1809, n.º 22. Formación de una compañía comercial entre el coronel Calleja y Juan Anto-
nio Zárraga para explotar un rancho en Nuevo Santander, San Luis Potosí, 27 de febrero de 1809.
92
380 en los regimientos de San Luis y San Carlos, 300 del Cuerpo de Frontera del Nuevo
Santander, 1750 de las milicias de Nuevo Santander, 760 de las de Nuevo León y 360 veteranos.
260
¡a sus órdenes, mi coronel! las milicias y el ascenso de félix calleja...
AGN, Indiferente Virreinal, C. 6077, exp. 6. Estado de fuerza de la 10.ª brigada, San Luis Potosí, 31
de marzo de 1809.
93
AGN, Indiferente Virreinal, C. 5507, exp. 67. Calleja al virrey Iturrigaray, San Luis, 13 de
febrero de 1808.
94
AGN, Indiferente Virreinal, C. 6077, exp. 6. El virrey Iturrigaray a Calleja, México, 19 de
febrero de 1808.
95
A cada plaza le correspondería una escopeta con bayoneta y una pistola, y el uniforme cons-
taría de chaqueta azul con vuelta y cuello rojo, pantalones y chaleco blancos y zapatos abotinados.
Ibid. Plan de organización del Batallón Provincial de Infantería Ligera, San Luis Potosí, 18 de marzo
de 1808.
96
Calleja consideraba que la guerra con los Estados Unidos era inminente y Texas y Nuevo
Santander serían los escenarios principales. Ibid. El comandante Calleja a Iturrigaray, San Luis Po-
tosí, 13 de febrero de 1808.
261
juan josé benavides martínez
ros y cajeros.97 En cuanto a los mineros, que estaban exentos del servicio, el
comandante aseguraba que no se alistarían los que se dedicasen a esta activi-
dad a tiempo completo, pero la mayoría de los habitantes de San Luis, que
trabajaban en la minería solo por temporadas y cuya principal fuente de in-
gresos provenía de la agricultura o el comercio, o permanecían ociosos la
mayor parte del año, podrían ser reclutados.98 Así, con la presencia de una
fuerza armada en el mismo núcleo urbano y la inclusión en ella de la mayoría
de la gente ociosa, los principales causantes de desórdenes, el comandante
pretendía acabar con el ambiente de inseguridad reinante en la ciudad.99 Pero,
además, como el fuero militar afectaba a los milicianos y a sus familiares y
personal dependiente, aproximadamente, entre un 15% y un 20% de la po-
blación de la capital potosina pasaría a formar parte de una jurisdicción, cuya
máxima autoridad regional era Calleja.100 En San Luis, salvo alguna excep-
ción, no residían milicianos de los regimientos de dragones, por lo que la
creación del batallón de infantería suponía un notable aumento de la influen-
cia social del comandante en la propia ciudad. Asimismo, se incrementaría
de forma sustancial el número de habitantes de la provincia que estarían bajo
su jurisdicción directa, que entre los regimientos de San Luis y San Carlos
(776 efectivos), la Caballería de Frontera de Nuevo Santander (300) y el
batallón de infantería (768), pasarían a ser 1844 milicianos y sus familias,
unas 8000 personas.101
Pero, además, el proyecto para la formación del batallón recogía un pun-
to que colocaría la figura del comandante por encima del resto de las autori-
dades: al igual que la tropa, los oficiales del nuevo cuerpo miliciano también
debían residir en San Luis.102 Calleja permitiría que los vecinos de mayor
prestigio sirvieran con la distinción que merecían, pero los que se negaran,
97
Ibid. Plan de organización del Batallón Provincial de Infantería Ligera, San Luis Potosí, 18 de
marzo de 1808.
98
Muchos artesanos y campesinos que residían en San Luis trabajaban tres o cuatro meses al
año en minas o en haciendas de beneficio, y por ello se consideraban mineros. Ibid.
99
Ibid.
100
El batallón tendría 768 plazas, lo que suponía que 768 familias, unos 3400 habitantes de la
ciudad, gozarían del fuero militar.
101
Además de 42 veteranos de los regimientos de San Luis y San Carlos y 22 del batallón de
infantería.
102
Los que servían en los regimientos de dragones se trasladarían al batallón de infantería, cu-
briéndose los empleos vacantes con residentes de la demarcación de la compañía correspondiente.
AGN, Indiferente Virreinal, C. 5507, exp. 67. El comandante Calleja al virrey Iturrigaray, San Luis
Potosí, 13 de febrero de 1808.
262
¡a sus órdenes, mi coronel! las milicias y el ascenso de félix calleja...
alegando que desempeñaban empleos que les eximían, serían alistados como
tropa.103 Dentro de esta categoría se incluían los miembros del cabildo, que
pasarían a servir a sus órdenes.104 Por tanto, el establecimiento del batallón de
infantería en San Luis colocaría bajo la jurisdicción directa del comandante
Calleja a una gran parte de la población potosina, en la que estarían los miem-
bros del ayuntamiento y la mayoría de los grandes terratenientes, propietarios
de minas y comerciantes de la zona, además de buena parte de los peones de
haciendas y de los empleados del comercio y de la artesanía, que formarían
la tropa. Asimismo, la anteriormente señalada interinidad casi permanente a
la cabeza de la intendencia y su matrimonio con Francisca de la Gándara, que
le convirtió en un rico hacendado emparentado con la élite local, facilitarían
que la influencia de Calleja sobre la sociedad potosina fuese aún mayor.
El virrey dio su visto bueno a la formación del Batallón de Infantería
Ligera de San Luis y envió el proyecto a la Corte.105 Sin embargo, su estable-
cimiento no llegó a verificarse, probablemente, por la conmoción que causó,
en Nueva España y en el resto del continente, la noticia de los acontecimien-
tos que sucedieron en la península durante la primavera de 1808. Se abrió
entonces un periodo de grandes cambios, lleno de incertidumbres tanto en
España como en América, en el que la actuación de Calleja, firme y decidida,
consolidó su figura como líder de la sociedad potosina y lo erigió como uno
de los hombres fuertes del virreinato.
263
juan josé benavides martínez
106
En los últimos veinte años se han publicado un gran número de trabajos sobre este periodo,
renovando las perspectivas planteadas por la historiografía tradicional, así que únicamente señalare-
mos dos de las obras más significativas: Annino Antonio y Guerra Francois-Xavier, Inventando la
nación, Iberoamérica, México: Fondo de Cultura Económica, 1991; y Portillo Valdés, José María,
Crisis atlántica: autonomía e independencia en la crisis de la Monarquía hispana, Madrid: Funda-
ción Carolina, 2006.
107
Las juntas fueron el principal instrumento de la revolución política española y se fundamen-
taban en una teoría basada en argumentos pactistas (la fuente primaria del poder es el pueblo, que
delega en el rey), en la que se mezclaban tradiciones jurídicas medievales y el concepto moderno de
soberanía del pueblo, rompiendo con la teoría absolutista. Guedea, Virginia, «El proceso de indepen-
dencia y las juntas de gobierno en Nueva España (1808-1821)», en Rodríguez O., Jaime E., Revolu-
ción, independencia y las nuevas naciones de América, Madrid: Mapfre, 2005, pp. 220 y 221. Mas
detalles sobre el movimiento juntero en: Hocquellet, Richard, «Élites locales y levantamiento pa-
triótico: la composición de las juntas provinciales de 1808», Historia y política: Ideas, procesos y
movimientos sociales, n.º 19, 2008, Universidad Complutense, Madrid, pp. 129-150; Moliner Pra-
da, Antonio, «De las Juntas a la Regencia: la difícil articulación del poder en la España de 1808»,
264
¡a sus órdenes, mi coronel! las milicias y el ascenso de félix calleja...
Historia mexicana, vol. 58, n.º 1 (229), julio-septiembre 2008, El Colegio de México, México,
pp. 134-177; y Pérez Garzón, Sisinio, «De la eclosión de las Juntas a la Junta Central. La soberanía
de la Nación en 1808», en Salvador Benítez, Antonia (coord.), De Aranjuez a Cádiz: (por la libertad
y la Constitución): bicentenario de La Junta Central Suprema, 1808-2008, Aranjuez: Ayuntamiento
de Aranjuez, 2010, pp. 111-146.
108
Sobre las manifestaciones de apoyo al rey en Nueva España, véase: Landavazo, Marco An-
tonio, La máscara de Fernando VII. Discurso e imaginario político en una época de crisis, Nueva
España, 1808-1822, México: El Colegio de México, 2001; y Mínguez, Víctor, «Fernando VII. Un
rey imaginado para una nación inventada», en Rodríguez O., Jaime E., Revolución, independen-
cia…, pp. 193-213.
109
Al no haber tropas extranjeras ni levantamientos populares, resultó imposible que cayeran las
autoridades. Algunas de estas juntas plantearon proyectos autonomistas, pero no como tentativa de se-
cesión, sino como manifestación de fidelidad al rey, la única manera de librarse de la dominación
francesa, en la que se pensaba que iba a caer la península. Guerra, Francois-Xavier, Modernidad e
Independencia…, pp. 161-163. Sobre el movimiento juntista en América véase: Chust Calero, Manuel
(coord.), 1808: la eclosión juntera en el mundo hispano, México: Fondo de Cultura Económica, 2007.
110
Sobre esta cuestión, quisiéramos destacar varios trabajos de Luis Navarro: Navarro García,
Luis, «El proceso de Talamantes (México, 1808-1809)», en Elvás Iniesta, María Salud y Olivero
Guidobono, Sandra, Redescubriendo el Nuevo Mundo: Estudios americanistas en homenaje a Car-
men Gómez, Sevilla: Universidad de Sevilla, 2012, pp. 231-246; ibid., «El Padre Talamantes. Cons-
titución e independencia en México, 1808», en Colomer Viadel, Antonio (coord.), Las Cortes de
Cádiz, la Constitución de 1812 y las independencias nacionales en América, Valencia: Universidad
Politécnica de Valencia, 2011, pp. 407-422; ibid., «México 1808: la Audiencia acusa al virrey», en
Navarro Azcue, Concepción, Amadori, Arrigo y Luque Talaván, Miguel (coords.), Una crisis atlán-
tica: España, América y los acontecimientos de 1808, Madrid: Universidad Complutense, 2010,
pp. 17-28; e ibid., Umbral de la independencia: El golpe fidelista de México en 1808, Cádiz: Univer-
sidad de Cádiz, 2009.
111
«…significando lo muy doloroso y sensible que ha sido no solo a este cuerpo sino a todo el
numeroso vecindario y sus pueblos la inesperada desgracia de tan pérfidos acontecimientos.» AHES-
LP, Ayuntamiento, 1808. El ayuntamiento de San Luis al virrey Iturrigaray, San Luis Potosí, 4 de
agosto de 1808.
265
juan josé benavides martínez
112
No hubo reuniones extraordinarias y ni siquiera todos sus integrantes acudieron de inmedia-
to. Bernal Ruiz, Graciela, Ecos de una guerra. Insurgencia e hispanofobia en San Luis Potosí, 1810-
1821, San Luis Potosí: Comisión del Bicentenario de la Independencia Nacional, 2010, pp. 33 y 34.
113
El cabildo acordó que el encargado de leer el discurso ante el pueblo fuese el alférez real
Manuel de la Gándara. Este asunto era de gran importancia por razones de preeminencia entre las
autoridades locales. Ruiz de Aguirre era intendente interino, así que aceptó la resolución, porque las
circunstancias no eran las apropiadas para discutir este tipo de cuestiones. AHESLP, Ayuntamiento,
1808. Acta del pleno del ayuntamiento de San Luis, San Luis Potosí, 14 de agosto de 1808; y Bernal
Ruiz, Graciela, «El ayuntamiento de San Luis Potosí durante la crisis monárquica. Expectativas y
realidades (1808-1814)», en Hensel, Silke, Dirksen, Katrin y Bock, Ulrike, Constitución, poder y
representación. Dimensiones simbólicas del cambio político en la época de la independencia mexi-
cana, Madrid: Iberoamericana, 2011, pp. 246-250.
114
Servían bajo las órdenes de un oficial miliciano que designó Calleja. AGN, Indiferente Virrei-
nal, C. 3737, exp. 1. El coronel Calleja al virrey Iturrigaray, San Luis Potosí, 20 de agosto de 1808.
115
AHESLP, Ayuntamiento, 1808. Relación de las muestras de afecto hacía Fernando VII en la
ciudad de San Luis, San Luis Potosí, S.F.
116
Los despachos provisionales fueron otorgados por Garibay el 20 de noviembre. AGN, Indi-
ferente Virreinal, C. 2574, exps. 7-17. Propuestas del comandante Calleja para las oficialías vacantes
del Regimiento de San Luis, San Luis Potosí, 16 al 19 de agosto de 1808; e ibid., exps. 28 y 29.
Despachos provisionales para cubrir las vacantes de los regimientos de San Luis y San Carlos, Mé-
xico, 20 de noviembre de 1808.
266
¡a sus órdenes, mi coronel! las milicias y el ascenso de félix calleja...
117
El estandarte real fue llevado por toda la ciudad, fue bendecido por el licenciado Samano y
recibió honores de todas las autoridades antes de ser colocado en un atril en la plaza mayor. Por la
noche hubo fuegos artificiales y un baile. Los homenajes y las muestras de amor y lealtad se sucedie-
ron dos días más. AHESLP, Ayuntamiento, 1808. Relación de las muestras de afecto hacía Fernando
VII en San Luis, San Luis Potosí, S. F.; y Núñez y Domínguez, José de, La virreina mexicana…,
pp. 87-92.
118
AGN, Indiferente Virreinal, C. 146, exp. 23. Orden de Iturrigaray a Calleja, México, 21 de
agosto de 1808.
119
Puede que Iturrigaray no quisiera facilitar el ascenso de Calleja para evitar las quejas de otros
comandantes de brigada, que reclamarían el mismo trato, o quizás menospreciara su labor, porque,
como la mayoría de los militares de carrera, no confiaba en la utilidad de las milicias.
267
juan josé benavides martínez
120
AGN, Indiferente Virreinal, C. 146, exp. 23. Orden del virrey Iturrigaray a Calleja, México,
14 de septiembre de 1808. Según Primo Feliciano Velázquez el virrey le ofreció quedarse en México
como apoyo a su proyecto de convocar una junta novohispana, pero Calleja, cuya postura era próxi-
ma a la del grupo peninsular de la capital, rechazó el ofrecimiento. Velázquez, Primo Feliciano,
Historia de San Luis…, t. III, pp. 14 y 15. Tras comprobar que no contaba con el apoyo de Calleja, a
Iturrigaray no le interesaba que estuviera ni en la ciudad ni al mando de un importante contingente
de tropas en Veracruz.
121
Sobre la figura de Yermo y los acontecimientos de septiembre de 1808 en México, véase:
Ruiz de Gordejuela, Jesús, El vizcaíno Gabriel de Yermo y los voluntarios de Fernando VII. El
golpe de estado que frustró la independencia de México, México: INHERM, 2012.
122
De esta forma el proyecto de formar una junta novohispana desapareció. Ortiz Escamilla,
Juan, «Fuerzas armadas y liberalismo en México en una etapa revolucionaria, 1810-1821», en Chust
Calero Manuel y Frasquet, Ivana, La trascendencia del liberalismo doceañista en España y Amé-
rica, Valencia, Biblioteca Valenciana, 2004, p. 173.
123
Calleja contó con la colaboración del capitán Pedro Arista, sargento mayor del Regimiento
de San Carlos, que le acompañó a México, y la de Agustín de Iturbide y Aramburu, un por entonces
desconocido teniente miliciano de Valladolid. AMN, 456, 1275. Gaceta de México n.º 101, México,
21 de septiembre de 1808.
124
Heredia Herrera, Antonia, «El virrey José de Iturrigaray», en Calderón Quijano, José An-
tonio, Los virreyes de Nueva España…, t. II, pp. 322-324.
125
AGN, Indiferente Virreinal, C. 146, exp. 23. Méritos del coronel Calleja, San Luis Potosí, 16
de junio de 1809.
268
¡a sus órdenes, mi coronel! las milicias y el ascenso de félix calleja...
Durante las primeras semanas después del golpe, los excesos de los Vo-
luntarios de Fernando VII hicieron temer al propio virrey por su seguridad.126
El hecho de que Garibay encomendara a Calleja su protección en un momen-
to tan complicado era un reflejo de que el comandante de San Luis, tras die-
ciocho años sirviendo en Nueva España, se había labrado una buena reputa-
ción entre los militares del virreinato. Calleja comandaba varios cuerpos
milicianos bien entrenados, se había convertido en un gran hacendado, y
ejercía una notable influencia sobre las otras autoridades potosinas,127 pero
en el verano de 1808 dio un importante salto cualitativo. Cuando se conocie-
ron las abdicaciones de Bayona, mostró su fidelidad al rey depuesto y formó
una fuerza de Voluntarios de Fernando VII, que se encargaría de proteger a
las autoridades y reprimir a los disidentes, un mes antes de que se creara en
la capital. Luego, cumpliendo las órdenes del virrey, salió de San Luis rumbo
a Veracruz para organizar la defensa de la principal plaza fuerte del virreina-
to, y, aunque nunca llegara al cantón de Jalapa, su actuación, tras lo que él
denominó «arresto del virrey Iturrigaray por una conmoción popular», le
valió la recomendación de Garibay en su solicitud de ascenso a brigadier en
1809, que, finalmente, se le concedió en 1810.128 Calleja no se comprometió
en ningún complot, se limitó a cumplir las órdenes del virrey, primero de
Iturrigaray (ir a Veracruz) y luego de Garibay (velar por el orden de la ciudad
y por su seguridad personal), y consiguió su ansiado ascenso, convirtiéndose
en una de las figuras de mayor relevancia de Nueva España: además de ser el
líder de la sociedad potosina, el resto de autoridades novohispanas comenza-
ron a verlo como un hombre fuerte en el virreinato.129
126
Los asaltantes del palacio formaron diez compañías que se autodenominaron Voluntarios de
Fernando VII, la mayoría de ellos, comerciantes de origen vasco y montañés. Se consideraban los
guardianes del virreinato y con el paso de los días su altanería y prepotencia fue en aumento. Garibay
creyó conveniente retirarlos, algo que no sentó bien entre los Voluntarios. La tensión llegó al punto
de que el virrey se atrincheró en el palacio, temiendo una nueva asonada que, en buena parte gracias
a la labor de Calleja, no se produjo. Ruiz de Gordejuela, Jesús, El vizcaíno Gabriel de Yermo…,
pp. 148-151.
127
El intendente era un interino, y de los ocho miembros del cabildo de San Luis en 1808, tres
eran oficiales milicianos, peninsulares y de la confianza de Calleja (el regidor Vildósola y los regi-
dores honorarios Escalante y López), y otro, el alférez real Manuel de la Gándara, era su suegro.
128
AGN, Indiferente Virreinal, C. 146, exp. 23. Solicitud del coronel Calleja al virrey Garibay,
San Luis Potosí, 17 de junio de 1809; ibid. Recomendación del virrey Garibay para el ascenso del
coronel Calleja, México, 16 de julio de 1809; ibid. El brigadier Calleja a la Audiencia gobernadora,
San Luis Potosí, 23 de junio de 1810.
129
Cabría destacar que en la relación de méritos que acompañaba su solicitud, Calleja remarca-
ba, especialmente, su actuación en México en el otoño de 1808. Además, culpaba directamente de no
269
juan josé benavides martínez
haber sido ascendido con anterioridad a Iturrigaray. Consideraba que hacía tiempo que merecía el
grado de brigadier, pero que no se le había concedido, porque buena parte de sus servicios «…se
hicieron en un tiempo en el que el sistema de gobierno enervaba y desalentaba por falta de estímulo
a los que solo en el mérito fundaban la esperanza de su ascenso». Ibid. Relación de méritos del coro-
nel Calleja, San Luis Potosí, 16 de junio de 1809.
130
José Tovar, teniente coronel del Regimiento de Dragones de México, fue designado como
nuevo sargento mayor del Regimiento de San Luis, tras la muerte de José Blanco. Francisco Rulfo,
teniente veterano del Regimiento de San Carlos, pasó a ocupar la ayudantía vacante del mismo cuer-
po por el retiro de Arista, y para las tenencias vacantes se propuso a Julián Rendón, cadete de la 1.ª
Compañía Volante del Nuevo Santander, Simón de Herrera, cadete del Regimiento de Infantería de
México, y José Antonio Nuez, sargento veterano del Regimiento de Dragones de la Reina. AGN,
Indiferente Virreinal, C. 2601, exp. 4. Traslado del teniente coronel Tovar al Regimiento de San Luis,
México, 22 de octubre de 1808; ibid., C. 2574, exp. 21. Propuestas de Calleja para las vacantes de
los pies veteranos de los regimientos de San Luis y San Carlos, México, 4 de noviembre de 1808; e
ibid., C. 5467, exp. 27. Despachos provisionales para oficiales veteranos de los regimientos de San
Luis y San Carlos, México, 20 de diciembre de 1808.
131
La compañía siguió en servicio hasta diciembre, cuando el virrey aprobó la orden de Calleja.
AHESLP, Ayuntamiento, 1808. Pleno del ayuntamiento de San Luis, San Luis Potosí, 5 de mayo de
1808; AGN, Indiferente Virreinal, C. 2574, exp. 26. Solicitud del comandante Calleja para suprimir
la compañía en servicio continuo en San Luis, San Luis Potosí, 29 de noviembre de 1808; e ibid.,
Aprobación del virrey Garibay a la solicitud de Calleja, México, 13 de diciembre de 1808.
132
Juan Nepomuceno Oviedo, capitán de la 4.ª compañía del Regimiento de San Carlos y admi-
nistrador de la hacienda de Bocas, solicitó la formación de una compañía de Voluntarios, y en enero
270
¡a sus órdenes, mi coronel! las milicias y el ascenso de félix calleja...
de 1809, lo hicieron los vecinos más acaudalados de Real de Catorce. Calleja apoyó estos proyectos
ante el virrey. AGN, Indiferente Virreinal, C. 3737, exp. 8. Calleja al virrey Garibay, San Luis Potosí,
30 de enero de 1809.
133
En octubre se había comenzado a recaudar fondos en San Luis. AHESLP, Ayuntamiento,
1808. Recaudación del donativo para la guerra contra Francia, San Luis Potosí, 8 de octubre de 1808;
y AGN, Indiferente Virreinal, C. 4949, exp. 17. El comandante Calleja al virrey dando cuenta del
estado en que se hallaba la recaudación del donativo, San Luis Potosí, 31 de enero de 1809.
134
AGN, Indiferente Virreinal, C. 6723, exp. 7. El comandante Calleja a la Real Audiencia Go-
bernadora sobre traslado de prisioneros franceses, San Luis Potosí, 8 de agosto de 1810; y Bernal
Ruiz, Graciela, Ecos de una guerra…, pp. 41-43.
135
AGN, Indiferente Virreinal, C. 6127, exp. 145. Calleja al virrey Garibay, San Luis Potosí, 18
de marzo de 1809.
136
Calleja temía un desembarco de tropas francesas y que los EEUU aprovecharían la situación
avanzando sobre Texas. AGN, Indiferente Virreinal, C. 6077, exp. 6. Informe del comandante Calle-
ja al virrey Garibay sobre el estado de la 10.ª brigada, San Luis Potosí, 20 de abril de 1809.
137
Ibid. .
138
Ibid. El virrey Garibay al comandante Calleja, México, 10 de mayo de 1809; e ibid., C. 1396,
exp. 18. Estado del armamento del Regimiento de San Luis, San Luis Potosí, 1 de diciembre de 1809.
139
AGN, Indiferente Virreinal, C. 446, exp. 3. Solicitudes de oficiales de los regimientos de San
Luis y San Carlos sobre el armamento, licencias temporales, traslados y retiros, propuestas de ascen-
sos y para cubrir plazas vacantes y extractos de revista del pie veterano, San Luis Potosí, 15 de enero
de 1809 – 30 de junio de 1809.
271
juan josé benavides martínez
140
Ávila, Alfredo, «La revolución liberal y los procesos electorales», en Emmerich, Gustavo,
Las elecciones en la ciudad de México, 1376-2005, México: UAM, 2005, p. 128.
141
Annino Antonio y Guerra Francois-Xavier, Inventando la nación…, pp. 133 y 134.
142
Ocho de los catorce individuos elegidos por estos ayuntamientos eran peninsulares y desta-
caban como decididos defensores del régimen. Rodríguez O., Jaime E. «Una cultura política com-
partida: los orígenes del constitucionalismo y liberalismo en México», en Mínguez Víctor y Chust,
Manuel (eds.), El imperio sublevado, Madrid: CSIC, 2004, p. 210. Miguel de Lardizábal nació en
Tlaxcala en 1744. En 1761 viajó a España junto a su hermano Manuel. En la península siguió con sus
estudios y llegó a ser miembro del Consejo de Indias. Más detalles sobre esta importante figura en:
Ramírez Maya, María Carmina, Pensamiento y obra de Miguel de Lardizábal y Uribe (1744-1823),
San Sebastián: RSBAP, 2006; y Orella Unzué, José Luis, «Manuel y Miguel de Lardizábal y Uribe
y el Estatuto de Bayona», Revista internacional de estudios vascos, n.º 4, 2009, Eusko Ikaskuntza,
Bilbao, pp. 233-254.
143
En términos generales, podemos decir que las principales aspiraciones de las élites potosinas
eran: hacer coincidir los límites de la jurisdicción eclesiástica con los de la provincia, generar los
ingresos suficientes para cubrir los gastos de los funcionarios locales, y convertir San Luis en un
272
¡a sus órdenes, mi coronel! las milicias y el ascenso de félix calleja...
Este documento nunca llegó a manos de Lardizábal, pero poco importó, por-
que la situación dio un vuelco tras la caída de la Junta a comienzos de 1810,
debido a la pérdida de prestigio por los fracasos militares. Sus miembros,
asentados en Sevilla, huyeron a Cádiz tras ser acusados de traición y, bajo la
tutela del Consulado gaditano y la presión inglesa, decidieron ceder sus pre-
rrogativas a un Consejo de Regencia el 29 de enero de 1810. Los pocos indi-
viduos que formaban esta Regencia, que nació deslegitimada y con un poder
precario, publicaron un decreto, que la Junta Central había redactado antes de
su disolución, convocando a Cortes Generales y Extraordinarias del reino.144
El 14 de febrero de 1810 se emitió el decreto específico para los territorios de
ultramar. Serían los ayuntamientos de las cabeceras de partido de los virrei-
natos y capitanías generales americanas los que debían proponer tres hom-
bres arraigados en la región, instruidos y de probada integridad, entre los
cuales se elegiría por sorteo al diputado que les representaría en Cádiz.145 De
esta manera, América, aunque en evidente desventaja, entró a compartir con
las provincias de la metrópoli el gobierno de la Monarquía.146 Al virreinato de
punto clave del comercio hacia el norte de Nueva España. Bernal Ruiz, Graciela, Ecos de una gue-
rra…, pp. 51-62.
144
Eran generales porque en ellas estarían representadas todas las provincias de la Monar-
quía, y extraordinarias, porque no fueron convocadas por el rey, sino por el reino, y no tenían una
estructura estamental. Estas Cortes y la Constitución promulgada por ellas transformaron radical-
mente las estructuras políticas de la Monarquía: división de poderes, creación de nuevas institu-
ciones como las diputaciones provinciales y los ayuntamientos constitucionales (cuyos miembros
debían elegirse por sufragio)… Carantoña Álvarez, Francisco, «De súbditos a ciudadanos: las
Cortes y la Constitución de 1812 doscientos años después», en Aguado Cabezas, Elena, Caranto-
ña Álvarez, Francisco y Lucas del Ser, Carmelo (coords.), León y la Constitución de 1812: los
diputados leoneses en las Cortes, León: Diario de León, 2012, pp. 9-24; y Rieu-Millán, Marie-
Laure, Los diputados americanos en las Cortes de Cádiz: igualdad o independencia, Madrid:
CSIC, 1990, p. XXI. Para más detalles sobre la aplicación de la Constitución de Cádiz en México,
véase: Ferrer Muñoz, Manuel, La constitución de Cádiz y su aplicación en la Nueva España,
México: UNAM, 1993.
145
Debido a la tardanza en recibir la noticia y lo largo del viaje, los diputados americanos no
pudieron llegar al inicio de las sesiones de las Cortes el 24 de septiembre (tan solo uno por Puer-
to Rico), por lo que fue necesario elegir diputados suplentes entre los americanos residentes en
Cádiz. Archivo del Congreso de los Diputados (ACD), Documentación Electoral (DE), 88508.
Escrutinio de la elección de diputados suplentes por Nueva España, Cádiz, 20 de septiembre de
1810.
146
La cuestión de la representación de las provincias de ultramar generó largos e intensos deba-
tes, ya que los diputados americanos solicitaron un mayor número de representantes. Esta cuestión
se trata con profundidad en: Chust Calero, Manuel, La cuestión nacional americana en las Cortes
de Cádiz, 1810-1814, Valencia: Centro Francisco Tomás y Valiente, 1999; y Ferrer Muñoz, Manuel,
La constitución de Cádiz…, pp. 187-222.
273
juan josé benavides martínez
147
Aunque, finalmente, tan solo catorce diputados novohispanos (propietarios, no suplentes)
participaron en las sesiones de las Cortes Extraordinarias: México, Guadalajara, Michoacán, Vera-
cruz, Puebla, Yucatán, Querétaro, Zacatecas, Tabasco, Nuevo México, Tlaxcala, Sonora, Durango y
Coahuila. La mayoría (once) eran eclesiásticos con formación en leyes y teología, y el resto comer-
ciantes y funcionarios. Algunos eran partidarios de la monarquía absoluta, otros veían en la Consti-
tución el medio para lograr la independencia, y otros consideraban que la monarquía constitucional
sería el fin de los abusos de las autoridades y la clave de la unión entre ambos hemisferios. Berruezo,
María Teresa, La participación americana en las Cortes de Cádiz, 1810-1814, Madrid: Centro de
Estudios Constitucionales, 1986, pp. 55-57 y 101-112.
148
La elección estuvo presidida por el intendente, Manuel de Acevedo, y en ella participaron
los regidores Manuel de la Gándara (alférez real), Baltasar Arribas (alguacil mayor), Juan de Go-
rriño (provincial de Santa Hermandad), Vicente María Pastor, Francisco Justo García, Juan Maria-
no Vildósola, Dionisio del Castillo y Arribas, Antonio Manuel López, Pedro de Imaz (síndico
procurador general del común), y Juan Antonio Vildósola. AHESLP, RPPC, 1810, n.º 99. Poder
especial del ayuntamiento de San Luis a José Florencio Barragán, San Luis Potosí, 1 de septiembre
de 1810.
149
Idem., 1797, n.º 108. Convenio para la sucesión de los bienes de Felipe Barragán, San Luis
Potosí, 17 de octubre de 1797; y Rangel, José Alfredo, Capitanes a guerra…, pp. 188-191.
150
AHN, Estado, Carlos III, exp. 1120. Expediente de pruebas para caballero de la orden de
Carlos III de José Florencio Barragán, 1795-1800.
274
¡a sus órdenes, mi coronel! las milicias y el ascenso de félix calleja...
151
También se le concedió el grado de coronel (con la recomendación de Calleja), pero apenas
dos meses antes de su muerte. AGN, Reales Cédulas Originales, vol. 184, exp. 16. Concesión del
mando de las milicias de Frontera de Nuevo Santander a José Florencio Barragán, México, 22 de
enero de 1802; ibid. vol. 188, exp. 79. Concesión del grado de teniente coronel de milicias a Floren-
cio Barragán, México, 9 de abril de 1803; y AGMS, 1.ª, 1.ª, B-843. Ascenso a coronel de milicias de
José Florencio Barragán, México, 5 de septiembre de 1810.
152
Para más datos sobre Florencio Barragán y su linaje: Rangel, José Alfredo, Capitanes a
guerra…
153
Los hijos de la primera mujer de Felipe, María Dolores Moctezuma, entre los que estaba
Florencio, pretendían que la herencia se repartiera a partes iguales entre ellos y los hijos de la segun-
da mujer, María Faustina Ortiz de Zárate. Sin embargo, estos querían que sus hermanastros hereda-
sen la quinta parte, unos 200 000 pesos, alegando que esa fue la cantidad que tenía el fallecido antes
de contraer segundas nupcias. Al no llegar a un acuerdo y como los implicados eran milicianos, Ca-
lleja intervino como máxima autoridad de la jurisdicción militar, y resolvió que la repartición se hi-
ciera a partes iguales. AHESLP, RPPC, 1797, n.º 108. Convenio para la sucesión de los bienes de
Felipe Barragán, San Luis Potosí, 17 de octubre de 1797.
154
Barragán costeó el armamento y el cuartel de Rioverde. Montejano y Aguiñaga, Rafael, El
Valle…, pp. 145 y 146.
275
juan josé benavides martínez
155
Calleja consideraba que los oficiales milicianos, además de las aptitudes militares, debían
residir en la demarcación de su compañía y tener un determinado nivel de riqueza, ya que la tropa no
respetaría las órdenes de un oficial ausente o perteneciente a su mismo estrato social. AGN, Indife-
rente Virreinal, C. 2496, exp. 23. El comandante Calleja al virrey Marquina, San Luis Potosí, 29 de
junio de 1802.
156
Los franciscanos de la misión de Divina Pastora informaron al virrey de haber escuchado a
Barragán referirse al rey Fernando con poco respeto y alabar a Napoleón. Sin embargo, Garibay no
hizo caso de las acusaciones, que se fundamentaban en lo que parecía una simple manifestación de
una opinión «poco apropiada» por parte de Florencio, que ante las dudas sembradas sobre su perso-
na, ofreció mil pesos anuales a la real hacienda hasta que Fernando VII volviera a ocupar el trono.
AGN, Indiferente de Guerra, vol. 188b. Acusaciones contra José Florencio Barragán, Rioverde y San
Luis Potosí, 1808-1810; AGN, Real Audiencia, vol. 201, exp. 67. Florencio Barragán al virrey ofre-
ciendo caudales, Rioverde, 1808; y AGMS, 1.ª, 1.ª, B-843. Exposición de méritos de José Florencio
Barragán, Rioverde, 19 de mayo de 1810.
157
AGN, Indiferente Virreinal, C. 1183, exp. 1. Carta de Félix Ojeda al virrey Venegas notifican-
do la muerte de José Florencio Barragán, México, 3 de noviembre de 1810.
276
¡a sus órdenes, mi coronel! las milicias y el ascenso de félix calleja...
158
Algunos autores aseguran que el virrey envenenó a Barragán porque se sospechaba de sus
ideas independentistas. Rodríguez Barragán, Nereo, Biografías…, p. 145; Noyola, Inocencio, Insur-
gentes y realistas…, p. 54; y Montejano y Aguiñaga, Rafael, El Valle…, pp. 147 y 148. Sin embargo,
parece poco probable que Calleja hubiera permitido que el ayuntamiento de San Luis eligiera como
representante de la provincia en las Cortes a un partidario de la independencia de Nueva España.
277
Capítulo 8
BASTIÓN REALISTA. LAS MILICIAS POTOSINAS
Y SU COMANDANTE DURANTE LA GUERRA
1
Este estallido fue precedido por varias conspiraciones tanto en la capital virreinal como en
otras ciudades, que fueron descubiertas y desbaratadas. El cura Miguel Hidalgo y Costilla y los jóve
nes criollos milicianos Ignacio Allende y Juan Aldama, entre otros, lideraron una revuelta que estaba
prevista para diciembre, pero, como la conspiración fue descubierta, comenzó la noche del 15 al 16
de septiembre. El movimiento atrajo a mucha gente que se lanzó a la toma y saqueo de varias ciuda
des del virreinato. Van Young, Eric, La otra rebelión…, pp. 89 y 90. La ingente cantidad de biblio
grafía sobre la guerra de independencia de México hace que sea imposible enumerar algunas obras
destacadas. Simplemente quisiéramos reseñar algunas de las últimas aportaciones, en las que se
puede encontrar la mayor parte de la historiografía reciente sobre el tema: Ávila, Alfredo, Guedea,
Virginia e Ibarra, Ana Carolina (coords.), Diccionario de la independencia de México, México:
UNAM, 2010; Ávila, Alfredo (coord.), La independencia de México: temas e interpretaciones re-
cientes, México, UNAM, 2007; Guedea Virginia, La independencia de México y el proceso autono-
mista novohispano, 1808-1824, México: UNAM, 2001; Hamnett, Brian, Raíces de la insurgencia…;
Rodríguez O., Jaime E., El proceso de la independencia de México, México: Instituto Mora, 1992;
Van Young, Eric, La otra rebelión…; y Vázquez, Josefina Zoraida (coord.), Interpretaciones sobre
la Independencia de México, México: Nueva Imagen, 1997.
279
juan josé benavides martínez
280
bastión realista. las milicias potosinas y su comandante...
Santa María del Río, 18 de septiembre de 1810; e ibid. Calleja al intendente Acevedo, Valle de San
Francisco, 20 de septiembre de 1810.
9
AGN, Indiferente de Guerra, vol. 276a. Orden del comandante Calleja al sargento mayor To
var, Valle de San Francisco, 19 de septiembre de 1810.
10
El intendente debía disponer todo lo necesario para alojar a las tropas, conseguir víveres y
forraje para los caballos y proporcionar los sueldos de los milicianos a cuenta de las cajas de San
Luis. AGN, Operaciones de Guerra, vol. 91, exp. 54. Calleja al intendente Acevedo, Valle de
San Francisco, 20 de septiembre de 1810; e ibid. El intendente Acevedo al comandante Calleja, San
Luis Potosí, 20 de septiembre de 1810.
11
El virrey ordenó que las milicias de Nuevo León reforzaran la defensa de la provincia de
Texas y los regimientos potosinos debían trasladarse a Monterrey y Saltillo. Ante las dificultades
logísticas de semejante traslado, en junio se redujo la activación de los regimientos de San Luis y San
Carlos a un escuadrón (tres compañías) de cada fuerza, y finalmente se suspendió. AGN, Indiferente
Virreinal, C. 1974, exp. 3. El comandante Calleja al virrey Lizana, San Luis Potosí, 30 de marzo de
1810; e ibid., C. 5590, exp. 67. El comandante Calleja a la Audiencia Gobernadora de Nueva España,
San Luis Potosí, 16 de junio de 1810.
281
juan josé benavides martínez
12
Al comandante le extrañaba no haber tenido conocimiento de ninguna de las razones que
argumentaban los oficiales hasta que no recibió la orden de poner sobre las armas los regimientos.
El coronel Cevallos se quejaba de un dolor de rodilla tan repentino como los problemas económicos
del sargento mayor Tovar, y el capitán Meneso solicitaba el retiro por unas hemorroides que le im
pedían el servicio montado, pero no trasladarse a México frecuentemente a atender sus negocios.
Además, Meneso ofreció un donativo de 1000 pesos a la real hacienda, si se le concedía el retiro, lo
que levantaba aún más sospechas sobre la veracidad de su solicitud, que quedó totalmente en entre
dicho, cuando, una vez suspendida la orden de activación de los cuerpos, pidió permiso para regre
sar a San Luis y reincorporarse al cuerpo. Cf. AGN, Indiferente Virreinal, C. 2601, exp. 12. El co
mandante Calleja al virrey Iturrigaray, San Luis Potosí, 8 de enero de 1808; ibid., C. 1183, exp. 3.
Solicitud de licencia para pasar a curarse a México del coronel Cevallos, San Luis Potosí, 23 de abril
de 1810; ibid. Licencia del virrey Lizana al coronel Cevallos, México, 22 de mayo de 1810; ibid.,
exp. 8. Solicitud del sargento mayor Tovar al virrey Lizana, San Luis Potosí, 18 de abril de 1810; e
ibid. Concesión de licencia al capitán Pedro Meneso para trasladarse a Matehuala, México, 21 de
junio de 1810.
13
AGN, Operaciones de Guerra, vol. 204, exp. 4. Calleja al intendente Acevedo, San Luis Po
tosí, 1 de octubre de 1810.
282
bastión realista. las milicias potosinas y su comandante...
283
juan josé benavides martínez
mesa pudo comprender que los efectivos de los tres regimientos de la provin
cia eran escasos para hacer frente a los sublevados, así que decidió formar
dos nuevos cuerpos, uno de caballería y otro de infantería, alistando volunta
rios locales, fundamentalmente, procedentes de las haciendas próximas a la
capital.19
El 4 de octubre se trasladó con las tropas provinciales a la hacienda de la
Pila, propiedad de Manuel María Gorriño y Arduengo, a unos quince kilóme
tros al sur de San Luis, y allí estableció el puesto de reclutamiento y el cam
po de instrucción. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, Calleja no se mos
traba optimista. En la región escaseaban los artesanos con conocimientos
para la fabricación de armas y las materias primas necesarias, por lo que,
prácticamente, solo se pudieron fabricar lanzas, sables y machetes.20 Tampo
co contaba con los suficientes oficiales para instruir debidamente a la tropa,
así que se conformaba con reunir unos 2000 hombres de caballería y 300 de
infantería, como apoyo al ejército que, al mando del conde de la Cadena,
Manuel de Flon, había partido de México.21 Pero, al margen de las carencias
logísticas y de entrenamiento, Calleja, consciente de la difusión de las ideas
rebeldes entre la población potosina, no confiaba en la lealtad de sus propios
milicianos.22 A comienzos de octubre, doce días después de emitir la orden
de reunión de los tres cuerpos de la provincia, todavía faltaban para su com
pleto cuatro compañías del Regimiento de San Carlos y tres del de Frontera
de Nuevo Santander. Sin duda, la distancia era un factor a tener en cuenta,
najuato, donde habían matado a todos los peninsulares. AGN, Operaciones de Guerra, vol. 69, exp.
1. José Gabriel Armijo al capitán Joaquín de Bustamante, hacienda de Villela, 21 de septiembre de
1810; ibid., vol. 204, exp. 12. Parte del comandante Calleja al virrey Venegas, San Luis Potosí, 1 de
octubre de 1810; e ibid., exp. 13. El religioso José María Rico informa a Calleja, Lagos, 30 de sep
tiembre de 1810.
19
Una fuerza mediana y la amenaza de castigos severos habrían servido para pacificar un tumul
to de indios o un motín. Pero la situación a la que se enfrentaba Calleja era diferente: una horda de
indios, mestizos y otras castas, con el apoyo de compañías milicianas, pretendían acabar con el sis
tema establecido, atacaban a los peninsulares y saqueaban todo lo que encontraban a su paso. Ar-
cher, Christon, «En busca de una victoria definitiva: el ejército realista de Nueva España, 1810-
1821», en Terán, Marta y Serrano Ortega, José Antonio (eds.), Las guerras de independencia…,
p. 428.
20
Se enviaron armas blancas y alguna de fuego, desde el Valle de San Francisco y Rioverde,
pero el grueso del equipo se elaboró en San Luis. Ortiz Escamilla, Juan, Guerra y gobierno…, p. 67.
21
Bernal Ruiz, Graciela, Ecos de una guerra…, pp. 84-86.
22
El alférez Zapata estaba encarcelado y había varios oficiales sospechosos, que estaban siendo
investigados. AGN, Operaciones de Guerra, vol. 204, exp. 12. Parte del comandante Calleja al virrey
Venegas, San Luis Potosí, 1 de octubre de 1810; e ibid., vol. 91, exp. 69. El intendente Acevedo al
comandante Calleja, San Luis Potosí, 29 de octubre de 1810.
284
bastión realista. las milicias potosinas y su comandante...
pero el comandante estimaba que la principal razón del retraso era la frialdad
de muchos de sus miembros hacia la causa realista. Por ello, para fidelizar
los, ordenó al intendente que elevara el sueldo de los milicianos.23 Además,
pasó una proclama a los oficiales, que debían leer para motivar a sus compa
ñías.24
Los temores de Calleja se fundamentaban en que habían aparecido va
rios pasquines en la ciudad con proclamas insurgentes, y casi cada día
seguían arrestando a nuevos emisarios rebeldes y colaboradores locales.25
Además, unos días después del estallido insurgente fue descubierta una cons
piración encabezada por el religioso Antonio de Otaegui en el barrio de Te
quisquiapan.26 Sin embargo, el comandante contó con el apoyo mayoritario
de los diferentes sectores de la sociedad potosina:
1. Las élites, tanto criollos como peninsulares, veían en el comandante
la única garantía de orden y paz, y le ayudaron a formar el ejército.27 Los
grandes hacendados aportaron los caballos necesarios y peones de sus pro
piedades armados con machetes, y, además, la práctica totalidad de los ofi
ciales milicianos acudieron a su llamada.28
23
En principio el intendente había estipulado que los soldados cobraran dos reales diarios, los
cabos tres y los sargentos cuatro, pero Calleja estableció unos salarios más elevados, aproximada
mente el triple que un peón en la región: cuatro reales a los soldados, 4,5 a los cabos y seis a los
sargentos. AGN, Operaciones de Guerra, vol. 204, exp. 12. Parte de Calleja al virrey Venegas, San
Luis Potosí, 1 de octubre de 1810.
24
La arenga recordaba el juramento que todos habían hecho de defender la religión, al rey y a la
patria, y acusaba a los insurgentes de ser seguidores de Napoleón. Además, se prometían grandes
honores para que los combatieran y vencieran en campaña a los enemigos del rey. Ibid., exp. 5.
Arenga de Calleja a sus tropas, San Luis Potosí, S.F.
25
Uno de los principales sospechosos de ser el autor de estos libelos era el artesano Juan Panto
ja, que en 1811 fue juzgado y pasado por las armas. Ibid., vol. 93, exp. 1. Sumaria contra Juan Pan
toja, San Luis Potosí, 25 de diciembre de 1811; y Velázquez, Primo Feliciano, Historia de San
Luis…, t. III, p. 37.
26
Los principales cabecillas fueron fusilados y el resto de los implicados encarcelados. Bernal
Ruiz, Graciela, Ecos de una guerra…, pp. 68 y 69.
27
Posiblemente, parte de los criollos quisieran revelarse contra el poder de los peninsulares,
pero no en el contexto de la sangrienta revolución desatada por el cura Hidalgo y su turba, que ame
nazaba sus propias aspiraciones. Flores Caballero, Romeo, La contrarrevolución en la indepen-
dencia: los españoles en la vida política, social y económica de México (1804-1838), México: El
Colegio de México, 1969, p. 57; y Serrano Ortega, José Antonio, Jerarquía territorial y transición
política: Guanajuato, 1790-1836, Zamora: El Colegio de Michoacán, 2001, pp. 84 y 85.
28
Un ejemplo de la colaboración de las élites con Calleja fue el caso del capitán del Regimiento
de San Luis, Juan Moncada, marqués del Jaral y conde de San Mateo de Valparaíso, que formó una
tropa con los empleados de sus haciendas, y la puso a servicio del comandante. Bernal Ruiz, Gracie
la, «Sociedad y guerra: Actitudes ante la insurgencia en San Luis Potosí, 1810-1821», en Álvarez
285
juan josé benavides martínez
2. Los principales vecinos del oriente potosino, los Ortiz de Zárate y los
Barragán, y los mineros más importantes de Zacatecas aportaron grandes
sumas.29
3. El tribunal de minería de Catorce le franqueó toda la pólvora que
había en el real para su ejército, a pesar del perjuicio que esta medida causa
ba a los mineros, y de la difícil situación en que se hallaba la población, al
quedar interrumpidos los envíos de plata por la presencia insurgente en el
Camino Real. Además, las autoridades locales formaron una compañía de
voluntarios para velar por la seguridad de la zona.30
4. El subdelegado de Charcas, José María Mena, reunió 64 hombres,
que envió a San Luis con 120 pesos para su mantenimiento.31 Desde Valles,
la región más alejada de la provincia, el subdelegado Pedro de Barrenechea,
también mandó un contingente de hombres que comandaba Miguel Francis
co Barragán.32 Igualmente, el subdelegado de Rioverde remitió una fuerza de
más de quinientos indios flecheros.33
5. Las autoridades indígenas también colaboraron. El barrio de Tlaxca
lilla aportó 200 hombres y el gobernador de Mexquitic envió a la Pila
otros 350.34
Cuartero, Izaskun, y Sánchez Gómez, Julio (eds.), Visiones y revisiones de la independencia ameri-
cana: México…, p. 162.
29
Bustamante, Carlos María, Campañas del general Félix María Calleja, comandante en jefe
del Ejército Real de Operaciones del Centro, México: Imprenta del Águila, 1828, p. 19.
30
La interrupción del flujo de la plata resultaba devastadora para la economía de Catorce, cuyas
autoridades solicitaron al intendente permiso para acuñar moneda y así, al menos, poder pagar los
sueldos de los trabajadores y evitar desórdenes. AGN, Operaciones de Guerra, vol. 91 exps. 7 y 8. La
diputación de minería de Catorce al intendente Acevedo, Catorce, 5 de octubre de 1810; ibid., exp.
9. El subdelegado, el cura párroco y los alcaldes ordinarios de Catorce al intendente Acevedo, Cator
ce, 8 de octubre de 1810; e ibid., exp. 34. Calleja al intendente Acevedo sobre la compañía formada
en Catorce, la Pila, 16 de octubre de 1810.
31
Ibid., exp. 3. El subdelegado Mena al intendente Acevedo, Charcas, 1 de octubre de 1810.
32
Bajo las órdenes de Barragán llegaron a la Pila José Esteban Moctezuma, que jugaría un papel
protagonista en los primeros años del México independiente, y varios miembros de la otra familia
más influyente del oriente potosino, los Ortiz de Zárate. Bernal Ruiz, Graciela, «Campo realista y
presencia insurgente…», p. 165; y Rangel Silva, José Alfredo, «Milicias en el oriente…», p. 75.
33
AGN, Operaciones de Guerra, vol. 91, exp. 33. El subdelegado de Valles al intendente Aceve
do, Valle del Maíz, 8 de octubre de 1810; e ibid., exp. 41. El intendente Acevedo a Calleja, San Luis
Potosí, 17 de octubre de 1810.
34
Los oficiales temían que con el paso de los días acabaran desertando la mayor parte de los
hombres de Mexquitic, pero el párroco del pueblo se desplazó hasta el campamento para motivarles,
como muestra de apoyo al comandante. Ibid., exp. 11. Gregorio Juárez al intendente Acevedo, San
Luis Potosí, 8 de octubre de 1810.
286
bastión realista. las milicias potosinas y su comandante...
35
Ibid., exp. 39. El intendente Acevedo a Calleja, San Luis Potosí, 17 de octubre de 1810.
36
El intendente suministró 250 000 pesos de las cajas reales para el ejército. Ibid., exps. 5, 14,
17, 24 y 29. Correspondencia del intendente Acevedo con Calleja, San Luis Potosí, 7 de octubre de
1810 – 17 de octubre de 1810.
37
Cada compañía debía tener 35 hombres entre suboficiales y tropa, y, aunque tan solo cuatro
tenían cubiertas todas sus plazas, ninguna bajaba de 31 efectivos. AGN, Indiferente Virreinal, C.
3159, exp.6. Extracto de la revista del Regimiento de San Luis, la Pila, 15 de octubre de 1810.
38
Si una plaza de teniente estaba vacante, el alférez ascendía, un sargento pasaba a alférez, un
cabo a sargento y un dragón a cabo. Calleja prefería contar con una oficialidad joven y conocedora
de la disciplina, en lugar de con hombres notables pero inexpertos, así que tan solo se incorporaron
dos oficiales nuevos. AGN, Archivo Histórico de Hacienda, vol. 524, exp. 54. Provisión de empleos
del Regimiento de San Luis, la Pila, 10 de octubre de 1810; y Hamnett, Brian, Raíces de la insurgen-
cia…, pp. 35 y 36.
287
juan josé benavides martínez
nuevo cuño y otros que no ocuparon sus puestos por sospechas de infidencia,
como sucedió con el alférez Zapata (ver supra pp. 283-284). En total, hubo
quince bajas, que se cubrieron durante los primeros días de estancia en la
Pila. La única ausencia destacable fue la del coronel Rincón Gallardo, recién
nombrado marqués de Guadalupe Gallardo, que unos meses atrás había pa
sado a México con licencia para atender sus negocios, y que no volvería a
comandar este cuerpo.39
El Regimiento de San Carlos se trasladó a la Pila con solo nueve compa
ñías, porque el 4.º escuadrón (compañías 4.ª, Bocas; 8.ª, Guadalcázar; y 12.ª,
Catorce), no había llegado aún a San Luis a comienzos de octubre. Aun así,
contaba con una fuerza de 368 hombres, 21 oficiales, 54 suboficiales, 271
dragones, y 22 veteranos (3 oficiales y 19 suboficiales). Hasta que no estu
viese reunido todo el cuerpo no se cubrirían las oficialías vacantes con ascen
sos, como en el Regimiento de San Luis, así que, mientras la tropa estaba al
completo (entre 34 y 37 hombres por compañía), había diez oficialías vacan
tes (el 32%). A estas bajas habría que sumar la ausencia del coronel Ramón
Cevallos, que, al igual que el jefe del Regimiento de San Luis, había pasado
a México con permiso temporal antes del inicio de la rebelión (ver supra
p. 281).40 El hecho de que los jefes de las dos fuerzas milicianas del Altiplano
estuviesen fuera de la provincia cuando estalló la revuelta resulta, cuanto
menos, sospechoso, aunque parece que no había nada extraño en estas ausen
cias, que eran habituales.41
Estos dos regimientos, todavía incompletos, sumaban una fuerza de 830
hombres, 36 de ellos veteranos (nueve oficiales y 27 suboficiales) y 794 mi
licianos (61 oficiales, 140 suboficiales y 593 dragones), divididos en 21 com
pañías. Pero, además, con los voluntarios que iban llegando a la Pila para
servir en su ejército, Calleja formó dos nuevos cuerpos milicianos, uno de
39
Además, el teniente coronel Montoya fue relevado, porque por su edad, sesenta y cinco años,
ya no podía servir en campaña, ocupando su plaza el capitán veterano José Tovar, hasta entonces
sargento mayor del regimiento. AGN, Indiferente Virreinal, C. 3159, exp.6. Extracto de la revista del
Regimiento de San Luis, la Pila, 15 de octubre de 1810.
40
Ibid. Extracto de la revista del Regimiento de San Carlos, Valle de San Francisco, 14 de octu
bre de 1810.
41
Tanto Cevallos, peninsular, como Rincón Gallardo, uno de los mayores terratenientes del vi
rreinato, no eran sospechosos de ser partidarios de la insurgencia. Ambos llevaban varios meses
instalados en la capital (desde antes del verano), donde habitualmente pasaban largas temporadas por
asuntos particulares. Además, Cevallos se unió al ejército realista poco tiempo después, lo que de
muestra su grado de compromiso. En cuanto a Rincón Gallardo, desconocemos las razones por las
que no volvió al servicio, más allá de una falta de interés personal para luchar en campaña.
288
bastión realista. las milicias potosinas y su comandante...
42
Este apodo acabaría siendo el nombre oficial de este cuerpo, al convertirse tres años después
en cuerpo provincial de dragones: Regimiento Provincial de Dragones Fieles del Potosí. AGMM,
México, 5386. El virrey Calleja al rey, México, 27 de agosto de 1813. Para evitar confusiones con la
denominación, nos referiremos a este regimiento como Fieles del Potosí.
43
En 1815 esta fuerza miliciana se convirtió en el Batallón Provincial de Cazadores de San
Luis. AGMM, México, 5387. El virrey Calleja al rey, México, 22 de febrero de 1815. Al igual que
con el anterior cuerpo, de ahora en adelante nos referiremos a esta fuerza como Batallón de Infante
ría o Tamarindos.
44
En total, esta fuerza contaba con: nueve capitanes, 24 tenientes, 24 alféreces, 48 sargentos, 93
cabos y 1029 lanceros. AGN, Indiferente Virreinal, C. 3080, exp. 60. Revista del Cuerpo de Lanceros
de San Luis Potosí, Guanajuato, 4 de diciembre de 1810.
45
Tenía 17 oficiales (cinco capitanes, seis tenientes y seis subtenientes), 42 suboficiales (dos
sargentos, cuatro cabos y un tambor por compañía) y 342 soldados (57 por compañía). AGN, Opera
ciones de Guerra, vol. 170. Relación por antigüedad de los oficiales del ejército de Calleja, Queréta
ro, 14 de noviembre de 1810.
46
Garrocho Sandoval, Carlos, Los soldados potosinos…, p. 6.
47
El Cuerpo de Frontera de Nuevo Santander estaba compuesto por cinco compañías, con una
fuerza de 318 hombres (18 oficiales y 300 de tropa y suboficiales). AGN, Operaciones de Guerra,
289
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vol. 170. Relación por antigüedad de los oficiales del ejército de Calleja, Querétaro, 14 de noviembre
de 1810.
48
Entre ellos 162 eran oficiales. Ibid.
49
Bernal Ruiz, Graciela, «Sociedad y guerra: Actitudes ante la insurgencia…», p. 163.
290
bastión realista. las milicias potosinas y su comandante...
50
Incluso un buen número de los alistados desertó antes de comenzar la campaña para regresar
a sus casas y seguir con sus tareas. Archer, Christon, «En busca de una victoria definitiva…»,
p. 429.
51
Tras una batalla, la mayoría de los soldados realistas heridos no tenían más que algunos cortes
producidos por armas blancas y contusiones por pedradas. Ibid., «La revolución militar de…»,
p. 133.
52
Debía ser «el baluarte de tierra adentro». Bernal Ruiz, Graciela, «Sociedad y guerra: Actitu
des ante la insurgencia…», pp. 159 y 160.
291
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53
Calleja tuvo que enviar cuatro hombres desde la Pila a San Luis, tras la solicitud de los licen
ciados Frontaura y Flores y el teniente letrado Ruiz de Aguirre, encargados de levantar las causas de
infidencia, porque necesitaban más escribientes para atender todas las causas con la diligencia reque
rida. AGN, Operaciones de Guerra, vol. 91, exp. 20. Calleja al intendente Acevedo, la Pila, 11 de
octubre de 1810.
54
Calleja reconocía que «…la fermentación era general, sobre todo en aquellas clases que por
su sagrado ministerio debían predicar la paz y la unión». AGN, Operaciones de Guerra, vol. 204, exp.
1. Calleja al virrey Venegas, San Luis Potosí, 1 de octubre de 1810.
55
AGN, Operaciones de Guerra, vol. 91, exp. 28. Acevedo a Calleja, San Luis Potosí, 13 de
octubre de 1810.
56
Tres reales diarios para la tropa, cuatro los cabos y seis los mandos. Ibid., exp. 26. Calleja a
los gobernadores de los barrios de San Luis, la Pila, 13 de octubre de 1810.
57
Ibid., exp. 37. El intendente Acevedo a Calleja, San Luis Potosí, 17 de octubre de 1810.
292
bastión realista. las milicias potosinas y su comandante...
extendiendo por Guadalajara, porque todo indicaba que San Luis sería el
siguiente objetivo, y ante el peligro evidente que corría la ciudad, solicitaron
que los 200 hombres que estaban de camino desde las Provincias Internas
para unirse al ejército se quedaran en San Luis, a lo que el comandante ac
cedió.58
Las autoridades potosinas (intendente y cabildo) se apresuraron a formar
las milicias urbanas, tarea que verificaron en dos plenos los días 15 y 17 de
octubre. Se estimó que podrían formarse ocho compañías de ochenta miem
bros cada una (tres de ellas de caballería), armados y uniformados por su
cuenta, denominados Urbanos Patriotas Distinguidos del Señor Fernan
do VII.59 Pero, ante la urgente necesidad de organizar la defensa de la ciudad,
se formaron en el momento tres compañías de infantería, que quedaron bajo
el mando del intendente Acevedo, designado coronel, y del alférez real Ma
nuel de la Gándara, teniente coronel. Los capitanes también serían tres
miembros del cabildo: los regidores Francisco Justo García (1.ª compañía),
Juan Mariano Vildósola (2.ª) y Dionisio del Castillo (3.ª).60 En total, la recién
creada fuerza contaba con 185 hombres, catorce oficiales (un coronel, un
teniente coronel, tres capitanes, tres tenientes y seis alféreces) y 171 plazas
entre tropa y suboficiales.61 Este cuerpo, junto a los doscientos hombres que
se esperaban desde Saltillo, las cuatro compañías de cien hombres formadas
en los barrios, y las dos compañías del Batallón de Patriotas de San Luis, que
envió Calleja antes de partir (160 plazas), conformarían una fuerza de unos
750 hombres para la protección de San Luis.62
Los refuerzos de las Provincias Internas nunca llegaron, pero, aun así, la
defensa de la ciudad estaba medianamente organizada y Calleja partió con su
ejército, confiando que podría resistir el ataque de una fuerza insurgente. Lo
que no previó el comandante fue que la milicia urbana, que él mismo había
mandado formar, acabaría siendo el medio que permitiría a los sectores crio
llos descontentos de San Luis, valiéndose de la fuerza que les proporcionaba
58
Ibid., exp. 39. El intendente Acevedo sobre la insurrección de Zacatecas, San Luis Potosí, 17
de octubre de 1810; ibid., exp. 44. Solicitud del intendente y el ayuntamiento de San Luis a Calleja,
San Luis Potosí, 18 de octubre de 1810; e ibid., exp. 60. Orden de Calleja a los comandantes de las
Provincias Internas, la Pila, 25 de octubre de 1810.
59
Su cuartel serían las casas reales y el uniforme, pantalones y chaleco blancos y chaqueta azul
con solapa y cuello rojos. Ibid., exp. 55. Actas del cabildo en que se acordó la formación de la milicia
urbana, San Luis Potosí, 15 de octubre de 1810 – 17 de octubre de 1810.
60
Ibid.
61
Había treinta suboficiales (cuatro sargentos y seis cabos por compañía) y 141 soldados. Ibid.
62
Ibid., exp. 62. Calleja al intendente Acevedo, la Pila, 25 de octubre de 1810.
293
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294
bastión realista. las milicias potosinas y su comandante...
66
Sobre esta cuestión, véase: Tutino, John, De la insurrección a la revolución…, pp. 86-124 y
136-140. El hecho de que las condiciones de vida de los campesinos potosinos fueran mejores que
en otras regiones explicaría, en parte, que no apoyaran masivamente la rebelión. Según Brian Ham
nett, en muchos casos, la insurgencia de 1810 agravó conflictos locales preexistentes, fundamental
mente relacionados con la posesión de la tierra, que siguieron manifestándose después de 1821.
Hamnett, Brian, Raíces de la insurgencia…, pp. 37-61.
67
La historiografía especializada la señala como una de las principales causas que fomentaron
el sentimiento de agravio entre la élite criolla, y le otorga un papel decisivo en el proceso de indepen
dencia.
68
Ante la acuciante necesidad de la Corona de obtener nuevas fuentes de financiación, en di
ciembre de 1804 se aprobó la Consolidación de Vales Reales. En México se aplicó de forma rigurosa,
porque el virrey, Iturrigaray, era un protegido de Godoy, el impulsor de la medida, y la economía
novohispana se resintió profundamente. Von Wobeser, Gisela, Dominación colonial: la Consolida-
ción de Vales Reales en Nueva España, México, UNAM, 2003, pp. 74-81 y 142-146. Sobre este tema
véase: ibid., «La Consolidación de Vales Reales como factor determinante de la lucha de indepen
dencia en México (1804-1808)», Historia Mexicana, LVI: 2, 2006, El Colegio de México, México,
pp. 373-425.
69
74 583 pesos en 1806, 17 979 en 1807 y 41 752 en 1808. Las parroquias aportaron 15 693
pesos, los conventos 56 016, el Santuario de Guadalupe 2712, los colegios 19 861, el hospital de San
Juan de Dios 7160, las cofradías 21 416, las comunidades de indios 10 456, y 1000 pesos de la cape
llanía de Manuel María de Gorriño. Ibid., Dominación colonial…, pp. 265-313, 334-385 y 421-444.
295
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70
Estas cantidades suponían el 37% del total de la provincia pero, al menos, para los carmelitas
su entrega no fue un grave problema, ya que eran dueños de dos de las haciendas más grandes y ricas
de la región, El Pozo y Peotillos. Martínez Rosales, Alfonso, El gran teatro de un pequeño mundo.
El carmen de San Luis Potosí (1732-1859), San Luis Potosí: El Colegio de México, 1985, pp. 124 y
125; y AGI, México, 1630. Expediente sobre la exención de la alcabala de los efectos industriales
fabricados en las haciendas de los carmelitas, México, 18 de noviembre de 1807.
71
«Fueron estos años los que se caracterizan como la época de oro de Catorce.» Cabrera Ipiña,
Octaviano, El Real de…, pp. 40 y 41.
72
Los ingresos anuales de los 25 ramos que tributaban en las cajas reales de San Luis rondaban
el millón de pesos. Solo el de la plata (unos 200 000 pesos), superaba con creces la cantidad que fue
enajenada por la Consolidación en la provincia. AGI, México, 2150. Cuentas de la real hacienda de
San Luis, San Luis Potosí, 1801-1806; e ibid., 2035. Estados de las cajas reales de San Luis, San Luis
Potosí, 1761-1806.
296
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297
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75
Por lo que suponemos que sus prédicas no serían revolucionarias. AGN, Inquisición, vol.
1457, exp. 18. Juan Francisco Aguiar al Tribunal de la Inquisición sobre la muerte de José Anastasio
de Sámano, San Luis Potosí, 15 de noviembre de 1815.
76
Los franciscanos fueron los primeros en establecerse en San Luis, en 1591, antes de la funda
ción de la ciudad, y su convento fue creciendo hasta consolidarse en el siglo xviii como el más im
portante de la provincia franciscana de Zacatecas, con más de cuarenta religiosos. Los agustinos
llegaron en 1599 y en el siglo xviii erigieron una iglesia con torre monumental. Los gastos de la
edificación provocaron que la comunidad tuviera que quedar reducida a cinco miembros. Los juani
nos llegaron a San Luis en 1611, tras recibir una donación del rico minero Juan de Zavala para
construir un convento y un hospital, el de San Juan de Dios, la principal seña de identidad de la orden
y que fue el único de la ciudad. Los mercedarios comenzaron la construcción de su convento en 1628
en un espacio extramuros, donado por la viuda del capitán Gabriel Ortiz de Fuenmayor. Los últimos
en llegar fueron los carmelitas. En 1738 formaron una comunidad, después de que Nicolás Fernando
de Torres, un rico minero peninsular, les donara sus haciendas del Pozo y Peotillos. Los ingresos
procedentes de estos latifundios les convirtió en la orden de mayor riqueza de San Luis, que siempre
tuvo entre quince y treinta frailes, y les permitió levantar una iglesia monumental en las siguientes
décadas. Cf. Galván Arellano, Alejandro, Arquitectura y urbanismo de la ciudad de San Luis Poto-
sí en el siglo xvii, San Luis Potosí: UASLP, 1999, pp. 198 y 199; Martínez Rosales, Alfonso, El gran
teatro…, pp. 19-24 y 137-145; Meade, Joaquín y Almanza, Rafael, Los Agustinos en San Luis Poto-
sí, San Luis Potosí: Archivo Histórico del Estado, 1989, pp. 45-79; y Morales Bocardo, Rafael, El
convento de San Francisco…, pp. 160-238.
77
Martínez Rosales, Alfonso, El gran teatro…, pp. 137-145.
78
Como ejemplo de las tensiones internas en las órdenes regulares, que, en muchos casos, te
nían estipulado un sistema de turnos entre criollos y peninsulares para ocupar la dirección, podemos
citar la acusación contra fray Gregorio de la Concepción, un carmelita, que, tras la elección de los
prelados europeos, dijo que no era posible que siempre tuviesen que estar gobernados por peninsu
lares, añadiendo: «ahí verán en que para esto». Villa de Mebius, Rosa Helia, San Luis Potosí...,
pp. 43 y 44.
298
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79
AGN, Operaciones de Guerra, vol. 92, exp. 5. Estado de las causas formadas por la Junta de
Seguridad Pública de San Luis Potosí desde el 29 de septiembre, San Luis Potosí, 5 de noviembre de
1810.
80
Entre los 48 religiosos que tuvieron un papel relevante en la insurgencia en San Luis, identi
ficados por Rafael Montejano, la mayoría juaninos y franciscanos (muchos de ellos legos), apenas la
mitad eran potosinos. Montejano y Aguiñaga, Rafael, «El clero y la independencia de San Luis
Potosí», Archivos de Historia Potosina, enero-marzo 1971-3, Academia de Historia Potosina, San
Luis Potosí, pp. 32-64.
81
AGN, Operaciones de Guerra, vol. 91, exp. 45. Listas de las compañías del Cuerpo Urbano de
Patriotas Distinguidos del Señor Fernando VII, San Luis Potosí, 19 de octubre de 1810.
82
Muchos de los nombres fueron recogidos en la lista sin el «Don» delante, lo que nos indicaría
que eran indios o castas. Ibid.
299
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83
Villerías era potosino y Herrera, que fue cirujano de sus tropas, de Celaya. Kaiser Schlittler,
Arnoldo: Biografías de…, pp. 66 y 142.
84
Calleja lo envió desde la Pila para reforzar la defensa de San Luis, junto a unos cuarenta
hombres del Regimiento de San Carlos, antes de partir con su ejército. AGN, Operaciones de Guerra,
vol. 91, exp. 62. Calleja al intendente Acevedo, la Pila, 25 de octubre de 1810.
85
Desconocemos el número exacto de rebeldes que participaron en el asalto y de hombres del
retén de la casa de Cortina, pero, teniendo en cuenta la cantidad de presos por infidencia que había
en la ciudad y la cifra de bajas, 23 (17 de los conjurados y seis realistas), consideramos que difícil
mente superaría los 200.
86
Flores era potosino, experto en leyes, comerciante, miembro del ayuntamiento y componente
de la Junta de Seguridad encargada de juzgar las causas de infidencia, compuesta por otros dos crio
llos más, Frontaura y el teniente letrado Aguirre. Posiblemente, su nombramiento obedeciera a un
intento por parte de los cabecillas insurgentes de ganar adeptos entre las élites criollas de la ciudad.
En cuanto a los peninsulares, los cuarenta apresados fueron los que se resistieron, entre los que se
encontraba el intendente Acevedo, pero el resto, unos 120, no sufrieron ningún daño «por su conduc
ta arreglada». Bernal Ruiz, Graciela, Ecos de una guerra…, pp. 91-99.
300
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301
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estallido insurgente en la ciudad, algo que sucedió en diversos puntos del virreinato. Hamnett, Brian,
Raíces de la insurgencia…, pp. 37-61.
91
En general, las acciones de los indígenas rara vez superaban el ámbito local, ya que los inte
reses de la comunidad primaban sobre formas más amplias de conciencia política, aunque esto no
impidió que participaran en la lucha por la causa insurgente. Aun así, en la mayoría de los casos, los
líderes insurgentes criollos nunca tuvieron una gran confianza en los indios, cuyas motivaciones a la
hora de sublevarse eran diferentes y que, carentes de disciplina y con un armamento primitivo, tam
poco resultaban muy efectivos en las batallas. Van Young, Eric, «Etnia, política local e insurgencia
en México, 1810-1821», en Chust Calero, Manuel, Los «colores» de las independencias iberoame-
ricanas: liberalismo, etnia y raza, Madrid: CSIC, 2009, pp. 143-169; y Ferrer Muñoz, Manuel, «Las
comunidades indígenas de la Nueva España y el movimiento insurgente (1810-1817)», Anuario de
Estudios Americanos, n.º 2, vol. 56, 1999, CSIC, Sevilla, pp. 513-538.
92
Rodríguez Barragán, Nereo, Relación de la revolución…, pp. 26-29.
93
Valderas colaboró con los insurgentes, lo que le permitió intervenir para salvar la vida de va
rios peninsulares, entre ellos el intendente Acevedo. Por ello, cuando fue juzgado por infidencia se le
perdonó la vida, aunque no impidió que se le condenara a seis años de trabajos forzosos en La Haba
na. No llegó a cumplir su pena, porque falleció durante el traslado. AGN, Infidencias, vol. 2, exp. 14.
Sumaria contra el prior de San Juan de Dios, fray Joaquín Valderas, San Luis Potosí, 27 de marzo de
1811 – 17 de abril de 1811.
94
El Venado, Guadalcázar, Rioverde y Santa María del Río sufrieron el hostigamiento de grupos
violentos. AGN, Infidencias, vol. 16, exp. 9. Causa contra José Dávalos, Cayetano Zaldívar e Isidro
González, San Luis Potosí, 15 de marzo de 1811 – 18 de marzo de 1811; y Van Young, Eric, La otra
rebelión…, p. 307.
95
Un claro ejemplo sería el de Jesús Caleria y Ventura Vázquez, labradores naturales de Mex
quitic, que reconocieron haberse unido a Villerías para beneficiarse de los saqueos y porque les
prometieron un sueldo de tres reales diarios. Sin embargo, en menos de un mes, al llegar a Charcas,
desertaron, porque se estaban alejando de sus casas y solo cobraban dos reales. AGN, Infidencias,
vol. 16, exp. 20. Declaraciones de los acusados de infidencia naturales de Mexquitic, San Luis Poto
sí, 18 de abril de 1811. La tendencia de un buen número de insurgentes a atacar y saquear poblacio
nes y haciendas vendría a ratificar que los motivos de su sublevación obedecían a conflictos preexis
tentes relacionados con sus medios de subsistencia. Hamnett, Brian, Raíces de la insurgencia…,
pp. 76-84.
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Ibid. Relación por antigüedad de los oficiales del ejército del Centro, Querétaro, 14 de noviembre de
1810; y AGN, Indiferente Virreinal, C. 6070, exp. 75. Extracto de revista del Regimiento de San
Carlos, la Balvanera, 14 de noviembre de 1810.
108
AGN, Operaciones de Guerra, vol. 170. Calleja al virrey Venegas, hacienda de Burras, 26 de
noviembre de 1810.
109
En el parte de la batalla Calleja reconoció la actuación del Regimiento de San Carlos y, en
especial, del oficial Matías Martín de Aguirre, vasco avecindado en Catorce. También mandó hacer
un plano del desarrollo de la batalla. Garrocho Sandoval, Carlos, Los soldados potosinos en…, p. 6;
y AGMM, México, 5383. Plano de las inmediaciones de Guanajuato, León, 24 de noviembre de 1810.
110
Entre ellos el coronel de la Canal, del Regimiento Provincial de Dragones de la Reina (San
Miguel el Grande). AGN, Operaciones de Guerra, vol. 170. Correspondencia de Calleja al virrey
Venegas, Guanajuato, 27 de noviembre de 1810 – 10 de diciembre de 1810.
111
Todos los oficiales se mantenían en sus empleos y solo había sufrido 55 bajas, que se habían
cubierto en parte con 18 nuevos alistamientos. Ocho de estas bajas se debieron a heridas o enferme
dad, mientras que las otras 47 fueron deserciones, todas entre la tropa. AGN, Indiferente Virreinal,
C. 3080, exp. 60. Revista del Cuerpo de Lanceros de San Luis, Guanajuato, 4 de diciembre de 1810.
Parece que después de tres semanas de campaña y sabiendo que San Luis había caído en manos de
los insurgentes, algunos soldados decidieron volver a sus casas, pero estas deserciones no supusieron
un problema para el ejército.
112
Calleja quería abandonar Guanajuato lo antes posible, porque la población se mostraba hostil
y el enrevesado urbanismo de la ciudad, unido a los recursos económicos que custodiaban las tropas,
las convertían en un blanco fácil. AGN, Operaciones de Guerra, vol. 170. Calleja al virrey Venegas,
Guanajuato, 3 de diciembre de 1810.
306
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una fuerza de más de 100 000 insurgentes,113 pero Cruz recibió orden del vi
rrey de quedarse en Querétaro, juzgando las causas de infidencia. Aun así,
Calleja partió hacia León, donde acampó un tiempo para aprovisionarse y
reponer parte del equipo. Allí elaboró un nuevo plan de acción: su ejército
avanzaría hacia Guadalajara, pasando por Lagos, el del brigadier Cruz mar
charía hacia Valladolid y de allí a Guadalajara, y las tropas de las Provincias
Internas debían tomar San Luis (ejército de Cordero), y Zacatecas y Aguas
calientes (el de Bonavia). Los insurgentes quedarían acorralados por dos
ejércitos y se recobrarían las comunicaciones con la capital del virreinato.114
El plan no se desarrolló como estaba establecido, pero el resultado final fue
el deseado por el general. En su camino hacia Michoacán Cruz venció en
Acámbaro a una fuerza insurgente, y el mismo día que llegó a Valladolid, el
28 de diciembre, Calleja entró en Lagos.115 Dos semanas después, Cruz se
guía en Valladolid y las tropas realistas de las Provincias Internas habían sido
derrotadas por Mariano Jiménez, pero el ejército de Calleja, siguiendo el
plan, acampó junto al Puente Calderón, próximo a Guadalajara, donde estaba
esperando el ejército insurgente. El número muy superior del enemigo y su
posición ventajosa hicieron dudar al comandante, pero la mañana del 17 de
cidió atacar. Tras nueve horas de batalla, los rebeldes emprendieron la hui
da.116 Los cabecillas lograron escapar hacia Zacatecas y la mayoría de la
tropa se diseminó, quedando la insurgencia herida de muerte.117
113
Esta cifra era del todo exagerada, pero, aun así, los insurgentes contaban con una gran fuerza
en la que se incluían los 16 escuadrones de los regimientos provinciales de infantería de Celaya,
Valladolid, Guadalajara, y Guanajuato y los de dragones de la Reina, Príncipe, Pátzcuaro y Nueva
Galicia, más ocho batallones de nueva creación. AGMS, 1.ª, 1.ª, C-532. Relación de las acciones de
guerra de Calleja, Madrid, 26 de agosto de 1818.
114
Después Calleja regresaría con sus tropas a Guanajuato, donde las raíces de la insurgencia
eran más profundas, «para imponer al pueblo de forma majestuosa y terrible que pierda toda espe
ranza de que Hidalgo pueda llevar a cabo su plan». AGN, Operaciones de Guerra, vol. 170. Calleja
al brigadier Cruz, León, 17 de diciembre de 1810.
115
ibid. El brigadier Cruz a Calleja, Valladolid, 30 de diciembre de 1810.
116
AGMS, 1.ª, 1.ª, C-532. Relación de las campañas y acciones de guerra de Félix Calleja, Ma
drid, 26 de agosto de 1818. La importancia de esta victoria, en la que cayó el conde de la Cadena,
Manuel de Flon, fue tal que, incluso, se publicó el informe de Calleja sobre la acción: Calleja del
Rey, Félix María, Detalle de la acción de las tropas del rey en el puente de Calderón, México: Ariz
pe, 1811.
117
Los insurgentes llegaron a controlar las principales poblaciones y gran parte de los territorios
de Michoacán, Guanajuato, San Luis, Zacatecas y Guadalajara, pero en poco tiempo perdieron el
control de las ciudades, cuyas élites, temerosas de la plebe sublevada, renegaron de su militancia y
organizaron compañías realistas. Ortiz Escamilla, Juan, «Las élites de las capitales novohispanas
307
juan josé benavides martínez
308
bastión realista. las milicias potosinas y su comandante...
309
juan josé benavides martínez
126
A las unidades ya existentes en Rioverde, Guadalcázar, San Luis y Catorce, se unieron otras
de nueva creación en Matehuala, Santa María del Río, Tierra Nueva, La Noria, La Pila, El Venado,
Cerro de San Pedro, Real de Pozos, Peotillos, Santa Rosa y Mexquitic. Ortiz Escamilla, Juan, Gue-
rra y gobierno…, pp. 69-71 y 197-199. La formación de estas fuerzas implicaría que las autoridades
confiaban en la lealtad de la mayor parte de la población de la provincia.
127
Tal fue el caso de Mexquitic y Tierra Nueva. Ibid., pp. 104 y 105. Tras la proclamación de la
Constitución, los vecinos de Mexquitic recuperaron sus privilegios y las tierras que no habían sido
subastadas. AGN, Tierras, vol. 1412, exp. 4. Expediente sobre la restitución de los derechos de los
ciudadanos de Mexquitic, México y San Luis Potosí, 10 de julio de 1813 – 8 de marzo de 1814.
128
Por citar un ejemplo de cierta relevancia, mencionaremos la causa contra Silvestre Suárez,
escribano público de San Luis y oficial de la milicia urbana, que cooperó con los insurgentes, reci
biendo a cambio un alto grado militar. Fue condenado a seis años de presidio en Ceuta y se le confis
caron todos los bienes. AGN, Infidencias, vol. 165, exp. 103. Causa instruida contra el escribano de
cabildo y real hacienda Silvestre Suárez Medrano, San Luis Potosí y México, 17 de marzo de 1811
– 14 de mayo de 1817.
129
Los detalles de alguna de las causas, muchas veces fundamentadas en rumores y acusaciones
imposibles de verificar, se recogen en: Bernal Ruiz, Graciela, Ecos de una guerra…, pp. 107-110.
130
Como ejemplo ilustrativo del modo de juzgar a los acusados de infidencia, podemos citar la
causa instruida por el teniente coronel del Batallón de Infantería, Juan Nepomuceno Oviedo, contra
cinco vecinos de la hacienda de Bocas acusados de entregar tres peninsulares a un cabecilla insurgen
310
bastión realista. las milicias potosinas y su comandante...
Parece que la represión causó el efecto deseado por Calleja, porque des
de su regreso a San Luis se redujo notablemente el número de causas de
infidencia,131 y tan solo se produjeron contadas actuaciones de insurgentes en
el territorio potosino, como el saqueo a Rioverde en febrero de 1812,132 o la
fugaz incursión de Francisco Javier Mina en 1817, que pasó por Valles, Valle
del Maíz, hacienda de Peotillos, La Hedionda y Sierra de Pinos antes de caer
en el territorio de Guanajuato.133
Otro de los damnificados por la campaña de castigo de Calleja en San
Luis fue el intendente Acevedo. El mismo día de su llegada, el general envió
una carta al virrey, informándole que había determinado retirarlo de su cargo
y poner en su lugar al teniente letrado, Ruiz de Aguirre. Acevedo estaba
aquejado de un reumatismo crónico, pero, al margen de su enfermedad, Ca
lleja lo consideraba un inepto y le culpaba de la caída de San Luis en manos
de los insurgentes.134 Parece exagerado hacer responsable a Acevedo de un
acontecimiento contra el que poco podía haber hecho, pero también es des
tacable que, a pesar de acudir diariamente al hospital de San Juan de Dios,
donde le atendían los propios conspiradores, no advirtiera nada. Este episo
te. Todos tiraron un dado sobre un tambor y el que sacó el número más bajo fue condenado a muerte,
mientras que el resto recibieron la pena de diez años de trabajos forzados. AGN, Infidencias, vol. 16,
exp. 23. Causa contra Guillermo Ibarra, Francisco Montelongo, Cayetano Montelongo, Fernando
Tovar y José Tovar, Bocas, 12 de marzo de 1811.
131
La mayoría de las penas impuestas en las causas levantadas en los siguientes años fueron
reducidas y muchos de los condenados recibieron un indulto por parte del virrey. Cf. AGN, Infiden
cias, vol. 94, exp. 5. Sumaria instruida contra José Noyola por infidencia, hacienda de Villela 30 de
enero de 1815 – 27 de febrero de 1815; ibid., exp. 13. Sumaria contra varios insurgentes, San Luis
Potosí y México, 1815-1817; ibid., vol. 179, exp. 47. Causa formada contra Felipe Matehuala por
infidencia, San Luis Potosí y México, 1815-1817; e ibid., exp. 49. Causa de infidencia formada con
tra Joaquín Ledesma, José Nazario, José Manzano, Albino Fonseca y Roberto Fonseca, San Luis
Potosí y México, 1815-1817.
132
El 16 de febrero de 1812 una fuerza rebelde derrotó las compañías de voluntarios de Riover
de y saquearon la ciudad. Pero, en tan solo una semana, las tropas acantonadas en San Luis recupe
raron la plaza. AGN, Indiferente Virreinal, C. 1716, exp. 22. Informe sobre la acción de Rioverde,
San Luis Potosí, 11 de marzo de 1812.
133
En la Huasteca la insurgencia afectó de manera diferente. Al comienzo se organizó un movi
miento con cierta fuerza en el sur, pero los grupos realistas de Valles, Aquismón y Tamazunchale
frenaron su expansión y provocaron que se desplazara hacia la Huasteca hidalguense. Entre los in
surgentes potosinos destacaron Julián de Villagrán, Francisco Peña y José Andrés de Jáuregui y Lo
batón. Los realistas con un papel más relevante fueron Alejandro Álvarez Guitián y José Pablo Jon
guitud. Monroy Castillo, María Isabel y Calvillo Unna, Tomás, Breve historia de..., p. 150.
134
AGN, Operaciones de Guerra, vol. 204. Calleja al virrey Venegas sobre el intendente Aceve
do, San Luis Potosí, 5 de marzo de 1811; y Núñez y Domínguez, José de, La virreina mexicana...,
p. 135.
311
juan josé benavides martínez
dio es una nueva muestra del poder del comandante en San Luis, que se vio
incrementado por el halo de general victorioso. En 1804 ya había relevado al
intendente, Manuel de Ampudia, por problemas de salud (mental), pero lo
hizo cumpliendo las órdenes del virrey, mientras que en esta ocasión se limi
tó a informar de una decisión propia. Calleja actuó contra Acevedo como si
castigara a un subordinado. Sin embargo, Venegas no lo relevó, aunque la
mala salud del intendente lo mantuvo retirado durante largas temporadas, así
que en la práctica Ruiz de Aguirre quedó como máximo responsable de la
intendencia.135 Además, Calleja nombró un nuevo ayuntamiento, cuyos
miembros, que ya habían formado parte del cabildo con anterioridad, eran
hombres de su confianza (tres de ellos habían sido oficiales milicianos).136
Con todas estas medidas, Calleja pretendía sentar las bases para que la
provincia potosina se mantuviera estable y en paz en su ausencia, porque su
intención no era volver a la vida de hacendado y comandante de milicias que
llevaba antes del estallido insurgente. Hasta 1810, su posición como coman
dante militar de San Luis estaba firmemente consolidada y formaba parte de
la élite local.137 Pero todo cambió con la insurrección. Calleja, un militar de
carrera, formó un ejército y se lanzó a una campaña de cuatro meses contra
los rebeldes. Sus victorias le valieron el ascenso a mariscal de campo, pero,
aunque los insurgentes no contaran ya con un gran ejército, la presencia de
partidas rebeldes por casi todo el territorio novohispano interrumpía las co
municaciones, el comercio y los envíos de plata, y amenazaba algunas pobla
ciones.138 La guerra no había terminado y el general quería seguir luchando
y haciendo méritos.
Con buena parte de los infidentes condenados y más causas en marcha,
Calleja volvió a salir de San Luis para enfrentarse a los insurgentes. Ya no iba
a luchar contra un gran ejército así que partió con varias divisiones de su
135
Tampoco Acevedo lo tuvo fácil con el sustituto de Calleja al frente de la brigada de San Luis,
el brigadier Manuel María de Torres Valdivia, que siempre trató de dejarlo en un segundo plano.
Archer, Christon, «Ciudades en la tormenta: el impacto de la contrinsurgencia realista en los centros
urbanos, 1810-1821», en Broseta, Salvador, Las ciudades y la guerra, 1750-1898, Castellón: Uni
versidad Jaume I, 2002, p. 354.
136
El tío de su mujer, Manuel de la Gándara, quedó al frente del ayuntamiento. Núñez y Domín-
guez, José de, La virreina mexicana..., p. 164.
137
Incluso compró una parcela en el cementerio. Rodríguez Barragán, Nereo, Biografías...,
p. 91.
138
El ascenso se le concedió el 27 de abril de 1811, aunque el despacho se expidió dos años
después. AGMS, 1.ª, 1.ª, C-532. Despacho de mariscal de campo para Félix Calleja, México, 24 de
marzo de 1813.
312
bastión realista. las milicias potosinas y su comandante...
fuerza, dejando, esta vez sí, bien resguardada la capital potosina.139 Su primer
destino fue Zacatecas, que ocupó el 3 de mayo sin entablar combate, ya que
López Rayón había abandonado la ciudad. Tras reprimir a los sospechosos
de infidencia de la región, salió hacia Aguascalientes, y ya en junio, prosi
guió su avance hacia el Bajío. En Guanajuato volvió a reunir a todo su ejér
cito y allí permaneció hasta noviembre, indispuesto por problemas de sa
lud.140
Calleja abandonó San Luis en abril de 1811 para seguir la campaña con
tra los insurgentes y ya no regresaría. Sin embargo, los grupos de poder po
tosinos siguieron reconociendo su preeminencia en la provincia, al menos
hasta que dejó de ser oficialmente el comandante de la 10.ª brigada en julio
de 1812.141 Así lo demuestra la forma en que se realizaron las elecciones de
diputados para las Cortes de Cádiz y los resultados de las mismas.142 Como
apuntamos al final del anterior capítulo, la muerte del diputado electo Barra
gán obligaba a realizar una nueva elección, pero su celebración tuvo que re
trasarse, porque los insurgentes, que se habían apoderado de la ciudad el 10
de noviembre, impidieron que se obedecieran las órdenes de las autoridades.
La elección se llevó a cabo el 5 de junio de 1811. Los tres candidatos más
votados por los miembros del ayuntamiento, entre los que se elegiría por
sorteo al diputado, fueron: Félix Calleja, su secretario, el teniente coronel
Bernardo Villamil, y el doctor Manuel María Gorriño y Arduengo, potosino
de nacimiento, sacerdote, teólogo y educador.143 Esta terna tenía poco que
ver con la que el cabildo había propuesto en la primera elección de diputado
a Cortes once meses atrás. Algo había cambiado, la guerra. En julio de 1810,
139
También le acompañaba su esposa, a la que todos llamaban «la generala», para evitar que
pudiese ser capturada, como sucedió en la anterior campaña. Francisca de la Gándara fue hecha
prisionera por Iriarte cuando se dirigía a la hacienda de Ciénega de Mata, propiedad de sus primos
los Rincón Gallardo. Se desconoce el momento en que sucedió, pero Calleja hizo prisionera a la
mujer de Iriarte y acabaron haciendo un intercambio. Núñez y Domínguez, José de, La virreina mexi-
cana..., pp. 137-149.
140
Bustamante, Carlos María, Campañas del general Félix María Calleja…, pp. 108-118.
141
El 18 de julio de 1812 el capitán Manuel María de Torres fue nombrado comandante de la
10.ª brigada. AGMS, 1.ª, 1.ª, T-949. Hoja de servicios de Manuel María de Torres, San Luis Potosí,
30 de junio de 1818.
142
Benavides Martínez, Juan José, «Un escaño vacío: Las elecciones a diputados para las Cor
tes de Cádiz en San Luis Potosí (1810-13)», Investigaciones y Ensayos, n.º 59, enero-diciembre
2010, Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires, pp. 132 y 133.
143
Manuel María de Gorriño nació en 1767 en el seno de una familia de grandes terratenientes.
Era doctor en Teología, y destacó por ser la principal figura del mundo de la cultura del primer tercio
del siglo xix en San Luis. Rodríguez Barragán, Nereo, Biografías…, pp. 136-138.
313
juan josé benavides martínez
con el visto bueno de Calleja, los miembros del ayuntamiento eligieron a los
hombres que consideraban más capaces para representar a la provincia en un
órgano legislativo, pero en junio de 1811 propusieron una terna que garanti
zaba la fidelidad a la causa realista del candidato que saliera elegido como
diputado por San Luis.144
Todo parece indicar que detrás de esta «terna de guerra» se hallaba la
figura de Félix Calleja. Así lo demuestra una carta que los miembros del
ayuntamiento le escribieron en mayo de 1811, cuando estaba en Aguasca
lientes, ofreciéndole ser el diputado, o bien, si decidía seguir con su carrera
militar, solicitándole que recomendara al que considerase más apropiado.145
Teniendo en cuenta la delicada situación que vivía el virreinato y siendo esta
una decisión de gran importancia de la que dependía en buena medida el in
terés de la provincia, los poderes locales, interpretando a su manera las nor
mas establecidas para los procesos electorales, dejaron el asunto en manos de
su comandante en jefe. Desconocemos la respuesta de Calleja, pero viendo
la terna propuesta y el resultado del «sorteo», podemos asegurar que decidió
seguir luchando contra los insurgentes y que recomendó a un hombre de su
total confianza, su secretario personal, el teniente coronel Bernardo Villamil,
que finalmente fue elegido. En cuanto al tercer hombre, Manuel de Gorriño,
todo apunta a que era un «candidato de paja».146
Bernardo Villamil nació en el Campo de Gibraltar (Cádiz) y llegó a Nue
va España en 1790, con trece años de edad, ya que su padre había sido agre
gado como capitán al Regimiento de México. Allí comenzó su carrera militar
como cadete. Entre 1803 y 1806 ejerció de secretario de la Comandancia
General de las Provincias Internas y en 1808 ascendió a teniente coronel y
144
En la elección del 10 de julio de 1810 los más votados fueron el hombre con mayor riqueza
de la provincia, Florencio Barragán, y dos eclesiásticos potosinos expertos en leyes que residían
fuera, José Vivero (Monterrey) y Luis de Mendizábal (Puebla). Sin embargo, en la terna de la elec
ción de junio de 1811 encontramos a dos militares peninsulares, Calleja y Villamil, y a un eclesiásti
co, Gorriño y Arduengo, teólogo (no experto en derecho) y residente en la capital potosina.
145
«Creo que la votación sea para V.E. pero hemos empezado a dudar si este destino embarace
las miras de V.E. para la expedición en que se halla ocupado […] para no dilatar ni repetir la elección
que queda suspensa hasta que V.E. sirva tener la bondad de darnos una regla para acertar nuestra
elección». AGN, Indiferente Virreinal, C. 4369, Exp. 12. El regidor Francisco Justo García a Calleja,
San Luis Potosí, 15 de mayo de 1811.
146
Era miembro de la élite criolla potosina y su hermano Juan era regidor del ayuntamiento.
Gozaba de gran prestigio en San Luis por su brillantez literaria, y, además, no resultaba un candidato
«dudoso» por su oposición radical a la insurgencia (en un sermón proclamó sus ideas contra la liber
tad, la igualdad y «otras máximas de la Francia que el Mahoma Hidalgo infundió a sus gavillas»).
Rodríguez Barragán, Nereo, Biografías…, pp. 138 y 139.
314
bastión realista. las milicias potosinas y su comandante...
fue designado ayudante del comandante de la 10.ª brigada. En San Luis tam
bién entró a formar parte de la élite, al casarse con María Josefa de la Gán
dara, hija de Manuel de la Gándara y prima de Francisca, la esposa de Calle
ja, en enero de 1810. Además, desde el estallido insurgente sirvió como
secretario personal de Calleja.147 Por su condición de militar en campaña y su
empleo como secretario del general del Ejército del Centro, el diputado Vi
llamil retrasó su viaje a Cádiz.148 Esta demora hizo que, finalmente, su tras
lado fuera innecesario, porque, tras la promulgación de la Constitución el 19
de marzo de 1812, se disolvieron las Cortes Extraordinarias y se convocaron
las Ordinarias, con un nuevo régimen electoral.149
147
Fue el responsable de la intendencia del Ejército del Centro y, además, participó meritoria
mente en las acciones de Aculco, Guanajuato, Calderón y Zitácuaro. Cf. AGI, Contratación, 5535, N.
10. Información y licencia de pasajero a Indias de Antonio Villamil y su familia, Cádiz, 28 de enero
de 1790; AGMS, 1.ª, 1.ª, B-2722. Hoja de servicios de Bernardo Villamil, México, 30 de octubre de
1819; ibid., F-364. Expediente matrimonial de Bernardo Villamil, San Luis Potosí, 1810-1811; AGN,
Reales Cédulas Originales, Vol. 188, Exp. 251. Nombramiento de Bernardo Villamil como secretario
de la Comandancia General de las Provincias Internas, México, 10 de noviembre de 1803; y AGN,
Indiferente Virreinal, C. 3183, exp. 16. Expediente sobre la organización del Ejército del Centro,
México, 1812.
148
ACD, DE, 88100. Representación de Bernardo Villamil a las Cortes, Guanajuato, 26 de oc
tubre de 1811; e ibid., 88099. Representación de Félix Calleja a las Cortes, Guanajuato, 26 de octu
bre de 1811.
149
Villamil llegó a México en febrero de 1812, pero la inseguridad de los caminos le impidió
partir hacia Veracruz. A finales de año todavía seguía en la capital del virreinato tratando de empren
der viaje. Por su actitud, parece que no tenía un gran interés en ir las Cortes. Benavides Martínez,
Juan José, «Un escaño vacío: Las elecciones a diputados…», p. 146.
150
El 19 de agosto de 1811 varios cabecillas insurgentes, entre los que destacaba Ignacio López
Rayón, decidieron crear una junta de gobierno que sirviera de cabeza para el movimiento en Zitácua
ro. Sobre esta cuestión véase: Guedea, Virginia, «El proceso de independencia y las juntas…»,
pp. 215-228; y Guzmán Pérez, Moisés, La Junta de Zitácuaro, 1811-1813: Hacia la institucionaliza-
ción de la insurgencia, México: Instituto de Investigaciones Históricas, 1994.
315
juan josé benavides martínez
lograron escapar. La población fue obligada a abandonar sus casas y las tie
rras pasaron a ser propiedad de la real hacienda. Además, durante dos sema
nas las partidas del ejército realista cometieron todo tipo de excesos en la
región.151 Tras esta nueva victoria, el general quería que su ejército recibiera
un homenaje en la capital, pero el virrey le ordenó atacar al caudillo rebelde
Morelos en Izúcar, lo que inició una agria polémica entre ambas personalida
des, que, finalmente, se resolvió de forma favorable a Calleja.152 El 5 de fe
brero el Ejército del Centro fue recibido con honores por la población de
México y, tras varios días de homenajes, el día 13 partió rumbo a Cuautla,
donde se había atrincherado Morelos. El 19 Calleja lanzó el ataque confiado
en tomar la plaza con facilidad, pero fue rechazado.153 Comenzó entonces un
asedio, que duró 72 días, en los que a los casi 4000 hombres que formaban el
Ejército del Centro se les unieron refuerzos enviados desde España, porque
la fuerza insurgente era superior.154 Los realistas sufrieron numerosas bajas
por las frecuentes escaramuzas, pero, sobre todo, por los problemas de apro
visionamiento y enfermedades, que fomentaron las deserciones.155 El 2 de
mayo Morelos consiguió huir, por lo que, aunque Cuautla acabó siendo to
mada, fue una derrota para los realistas. Calleja, gravemente enfermo, dictó
las medidas habituales (dura represión y bando de indulto) y se retiró a Mé
xico, donde presentó su renuncia el 17 de mayo. A Venegas le preocupaba el
avance insurgente en el sur, pero disolvió el Ejército del Centro, porque su
mayor temor era la presencia en la capital de tropas fieles a Calleja, al que
veía como un rival.156
151
El objetivo era demostrar a la población las consecuencias de desafiar la autoridad del rey.
Archer, Christon, «Peanes e himnos de victoria…», pp. 245 y 246.
152
Calleja amenazó con renunciar al mando de su ejército y Venegas, que lo acusó de conspirar
contra su persona, trató de nombrar un nuevo general, pero las presiones de los oficiales, fieles a su
comandante, provocaron que el virrey acabara cediendo. Bustamante, Carlos María, Campañas del
general Félix María Calleja…, pp. 174-176.
153
Murieron 19 hombres, entre ellos el comandante de los Tamarindos, el teniente coronel Juan
Nepomuceno Oviedo. Su pérdida fue un duro golpe para Calleja, que se había negado a concederle
el retiro en 1811, a pesar de que contaba con sesenta y cuatro años de edad y cuarenta y cinco de
servicio, por «la ascendencia que tiene sobre la tropa y el país». AGMS, 1.ª, 1.ª, O-22. Instancia sobre
la solicitud de retiro de Juan Nepomuceno Oviedo, Cádiz, 21 de enero de 1812; y Garrocho Sando-
val, Carlos, Los soldados potosinos en…, pp. 9 y 10.
154
En 1812 arribaron a México seis regimientos veteranos con un total de 3857 hombres. Ar-
cher, Christon, «Peanes e himnos de victoria…», pp. 233-235.
155
La insalubridad de la región, favoreció la difusión de enfermedades, en especial disentería y
escorbuto. Bustamante, Carlos María, Campañas del general Félix María Calleja…, pp. 105 y 106.
156
Núñez y Domínguez, José de, La virreina mexicana..., pp. 177-195.
316
bastión realista. las milicias potosinas y su comandante...
Mapa 12. Campañas del ejército del centro al mando de Félix Calleja
(Elaboración Propia)
317
juan josé benavides martínez
más tarde, el 11 de enero de 1813, llegó la noticia de que Calleja había sido
designado virrey.158
Cuando el nuevo virrey se instaló en el palacio a primeros de marzo de
1813, llevaba dos años sin pisar San Luis. Además, tenía que hacer frente a
los problemas generales de un virreinato en estado de guerra, por lo que dejó
de ejercer su influencia en los asuntos potosinos en un periodo de grandes
cambios, porque la aplicación de la Constitución supuso una transformación
de las estructuras políticas de la Monarquía.159 En San Luis se juró en mayo
de 1813.160 La Constitución supuso un gran cambio en las relaciones entre la
capital y su provincia, porque se crearon 33 nuevos ayuntamientos (pobla
ciones con un mínimo de 1000 habitantes) y una nueva institución de gobier
no administrativo, la diputación provincial.161 En el mes de julio se llevaron
a cabo tres elecciones: para formar el ayuntamiento constitucional,162 para la
158
AGMS, 1.ª, 1.ª, C-532. Despacho de virrey de Nueva España para Félix Calleja, Cádiz, 16 de
septiembre de 1812; y Bustamante, Carlos María, Campañas del general Félix María Calleja…,
pp. 173-175.
159
La principal innovación fue la división de poderes, que propició que se crearan nuevas insti
tuciones, como las diputaciones provinciales y los ayuntamientos constitucionales, cuyos miembros
debían elegirse por sufragio. Ferrer Muñoz, Manuel, La constitución de Cádiz…, pp. 223-225;
Chust Calero, Manuel, «Entre la insurgencia y el colonialismo: las Cortes de Cádiz y el autonomis
mo americano, 1808-1837», Revista Historia y Sociedad, n.º 12, 2006, Universidad Nacional de
Colombia, Medellín, pp. 4 y 5.
160
AGN, Indiferente Virreinal, C. 4376, exp. 52. El intendente Acevedo al virrey Calleja, San
Luis Potosí, 28 de mayo de 1813; y Morales Bocardo, Rafael, El convento de San Francisco…,
pp. 529-531.
161
Bernal Ruiz, Graciela, «El ayuntamiento de San Luis Potosí…», p. 259. Sobre las diputacio
nes provinciales en Nueva España: Benson, Nettie L., La diputación provincial y el federalismo
mexicano, México, El Colegio de México, 1955; y Gortari Rabiela, Hira de, «Las diputaciones
provinciales de la Nueva España y México, 1820-1823. Entre el Antiguo Régimen y la Modernidad»,
en Terán, Marta y Serrano Ortega, José Antonio (eds.), Las guerras de independencia en…,
pp. 521-532.
162
Al menos en la capital (apenas hay datos de los otros 33 ayuntamientos de la provincia), la
práctica totalidad de los hombres que lo compusieron ya habían formado parte del cabildo anterior
mente. AGN, Ayuntamientos, Vol. 187. Representaciones de los ayuntamientos de San Luis, Real de
Catorce y Santa María del Río al virrey, San Luis Potosí, 13 de agosto de 1813 – 28 de enero de 1814.
Sobre la influencia de la Constitución en el ayuntamiento de San Luis véase: Bernal Ruiz, Graciela,
«El ayuntamiento de San Luis Potosí…», pp. 258-275. Y sobre el proceso de formación de ayunta
mientos en otros puntos de la provincia potosina: Sánchez Montiel, Juan Carlos, «De poblados de
hacienda a municipios en el Altiplano de San Luis Potosí», Estudios de Historia Moderna y Contem-
poránea de México, n.º 31, 2006, UNAM, México, pp. 57-81; e ibid., «Formación de ayuntamientos
constitucionales y un nuevo sistema de representación política en los pueblos-misión de Rioverde,
San Luis Potosí, 1812-1826», Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n.º 37,
2009, UNAM, México, pp. 37-69.
318
bastión realista. las milicias potosinas y su comandante...
163
La provincia de San Luis, junto a la intendencia de Guanajuato, formaba una de las seis di
putaciones provinciales establecidas en Nueva España, con capital en San Luis. Esta nueva institu
ción supuso el desmembramiento de las grandes unidades administrativas de América, ya que todas
las nuevas provincias dependían directamente de Madrid. El rechazo a participar en ella por parte de
la delegación de Guanajuato hizo que en esta primera etapa la diputación de San Luis no tuviera una
vida activa, aunque el licenciado Antonio Frontaura, vecino de San Luis, el licenciado Ildefonso Díaz
de León, vecino de Catorce, y el capitán miliciano Jacobo María Santos fueron elegidos diputados
provinciales en la votación celebrada el 27 de julio. AGI, México, 1677. Acta de la elección de dipu
tados provinciales, San Luis Potosí, 27 de julio de 1813; y Ferrer Muñoz, Manuel, La constitución
de Cádiz…, pp. 225-227.
164
Todos los ciudadanos mayores de veintiún años avecindados y residentes en el territorio de
cada parroquia de la provincia potosina votaron para elegir unos compromisarios que en las juntas de
parroquia eligieron a un elector que les representó en la junta de partido. En estas juntas se reunieron
los electores de las parroquias para elegir, cada una de las ocho, a su representante en la junta electo
ral provincial. Benavides Martínez, Juan José, «Un escaño vacío: Las elecciones…», pp. 147-150.
165
Los detalles de la elección se recogen en: ibid., pp. 151-153
166
De los dos diputados electos tan solo José Vivero viajó a España, pero la inseguridad de los
caminos y los problemas de financiación le obligaron a retrasar su partida. Cuando llegó, en agosto
de 1814, Fernando VII ya había disuelto las Cortes y abolido la Constitución. Ibid., p. 154.
167
Aunque se resistió a aplicar algunos artículos de la Constitución que consideraba perjudicia
les para la seguridad del virreinato, como la libertad de prensa. AGMM, México, 5373. El virrey
319
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cuestiones militares, porque, además del peligro que suponía para los intere
ses de la Corona la expansión de las ideas insurgentes, la guerra era un pesa
do lastre para la actividad económica del virreinato.168 Para poner remedio a
esta situación y debilitar las fuerzas rebeldes, aplicó un plan de acción que
había ido diseñando durante los más de dos años que llevaba luchando contra
los insurgentes,169 y que se basaba en dos pilares fundamentales: un gran
ejército, que, repartido en divisiones, abarcaría todo el territorio novohispa
no, y la regularización y extensión a todos los partidos de las milicias urba
nas denominadas Patriotas Distinguidos (o Fieles Realistas) de Fernando VII.
La combinación de ambos factores permitiría atacar tanto a las fuerzas insur
gentes de gran tamaño como a las pequeñas gavillas que se formaban tras la
derrota de las anteriores y que se dedicaban a cortar los caminos y saquear
pueblos desprotegidos.170 Esta estrategia, proyectada e implementada por
Calleja, sobrepasó lo puramente militar, ya que también afectó al ámbito
político y al administrativo, y consiguió mantener Nueva España bajo la obe
diencia al rey.171
Gran parte del éxito en su gestión de la guerra se debió al poderoso ejér
cito que organizó con casi 40 000 plazas.172 En torno al 55%, pertenecían a
51 fuerzas milicianas formadas en el virreinato,173 y el resto eran militares
profesionales de 41 cuerpos veteranos, 31 de los cuales estaban fijados en
Nueva España.174 Al comienzo de su mandato Calleja reorganizó las fuerzas
Calleja al ministro de Guerra, México, 31 de mayo de 1813; y Ortiz Escamilla, Juan, «Félix Ma
ría Calleja…», pp. 351 y 352.
168
Calleja se encontró con una hacienda endeudada, cuyos ramos, incluidos el de la plata y el
tabaco, presentaban pérdidas. El transporte estaba prácticamente paralizado, la producción agrícola
se redujo notablemente y la minería, principal sector de la economía, se hundió por la falta de inver
sión y los continuos asaltos a los reales y a los convoyes. Van Young, Eric, La otra rebelión…,
pp. 163-173.
169
Ortiz Escamilla, Juan, Guerra y gobierno…, pp. 41 y 42.
170
AGMM, México, 5373. El virrey Calleja al ministro de Guerra, México, 31 de mayo de 1813.
171
Ortiz Escamilla, Juan, «Félix María Calleja…», p. 337.
172
Estas cifras y las que citamos a continuación variaron a lo largo del tiempo (traslados, bajas,
aumentos de plazas…), pero sirven para hacernos una idea aproximada de la fuerza del ejército rea
lista.
173
En 1816 la tropa miliciana estaba compuesta por 9208 plazas de infantería, 3017 de caballe
ría, 3494 de dragones y 5672 de las milicias mixtas de las costas. AGI, México, 2345. Estado de
fuerza de la tropa provincial y veterana de Nueva España, México, 30 de septiembre de 1816.
174
En 1816 la tropa veterana la formaban 11 756 hombres de infantería, 1146 de artillería, 4223
de caballería y 920 dragones. Entre 1812 y 1815 fueron enviados desde la península diez regimientos
con una fuerza total de 7500 hombres. Ibid.; y Archer, Christon, «Peanes e himnos de victoria…»,
p. 235.
320
bastión realista. las milicias potosinas y su comandante...
Mapa 13. Organización del ejército realista de Nueva España por el virrey Calleja
(septiembre de 1816).
(Elaboración propia)
Centro: 5243 hombres; 2) Centro-norte: 2030; 3) Sur: 9320; 4) Veracruz: 6482; 5) Norte: 7780; y 6)
Provincias Internas: 6773; además de 467 plazas en las Californias y 1307 en Tabasco y Yucatán.
AGI, México 2345. Estado de fuerza de la tropa provincial y veterana de Nueva España, México, 30
de septiembre de 1816.
321
juan josé benavides martínez
177
Torres Valdivia, nacido en Osuna (Sevilla) en 1758, comenzó su carrera a los diecisiete años
como guardia marina y fue progresando en el escalafón hasta que en 1809 recibió el grado de briga
dier de marina. Participó en varias acciones, como la expedición de Argel o el asalto a Gibraltar, y
mantuvo numerosos combates contra navíos ingleses. En 1808 fue nombrado comandante general de
Jaén y presidente de la junta de la provincia. Luego luchó contra los franceses en la serranía de Ron
da, hasta que en 1811 fue destinado a Nueva España. El 18 de julio de 1812 se le designó como co
mandante de la 10.ª brigada. AGMS, 1.ª, 1.ª, T-949. Hoja de servicios de Manuel de Torres Valdivia,
San Luis Potosí, 30 de junio de 1818.
178
Además de las tropas destinadas en la división, era habitual que algunas compañías de diver
sos regimientos se acantonaran temporalmente, o que acudieran a escoltar convoyes de plata. A fina
les de 1813 en San Luis había varias unidades de ocho cuerpos distintos. AGN, Indiferente Virreinal,
C. 2568, exp. 31. Lista de revista de los individuos acantonados en San Luis, San Luis Potosí, 14 de
octubre de 1813.
179
El Regimiento de San Luis tenía 638 plazas, el de San Carlos 359, el de Fieles del Potosí 837
y el Batallón de Infantería 380. AGI, México 2345. Estado de fuerza de la tropa provincial y vetera
na de Nueva España, México, 30 de septiembre de 1816.
180
Ibid.
181
La división del rumbo de Acapulco estaba bajo el mando de José Gabriel Armijo, coronel del
Regimiento de San Carlos, Matías Martín y Aguirre, teniente coronel de los Fieles del Potosí, coman
daba la de Ixtlahuaca, y el comandante de la división de Apan era Manuel de la Concha, coronel del
Regimiento de San Luis. Ibid.
322
bastión realista. las milicias potosinas y su comandante...
182
Entre las principales acciones en las que intervinieron las milicias potosinas, especialmente
en el centro de México y en Michoacán, podríamos destacar: la ocupación de Huchiapan por parte de
los Dragones de San Luis, la captura del insurgente Bravo a cargo de los Fieles del Potosí, y la parti
cipación de varias compañías de los Fieles y de los regimientos de San Luis y San Carlos en la derro
ta de Rayón y en el apresamiento de Morelos. Garrocho Sandoval, Carlos, Los soldados potosinos
en…, pp. 15-22.
183
Archer, Christon, «La revolución militar de México…», pp. 135 y 136.
184
En el verano de 1811, estando en Aguascalientes, redactó un reglamento para estas milicias
improvisadas que empezaban a proliferar por todo el virreinato, y lo fue aplicando a su paso. AGN,
Operaciones de Guerra, vol. 278. Reglamento político militar que deberán observar los pueblos,
haciendas y ranchos a quienes se comunique por las autoridades legítimas y respectivas, Aguasca
lientes, 8 de junio de 1811; y Ortiz Escamilla, Juan, Guerra y gobierno…, pp. 80 y 81.
323
juan josé benavides martínez
de las tropas, y que formarían la oficialidad.185 Calleja quería evitar así que
se repitiesen casos como el de San Luis, donde las milicias urbanas, que
había mandado formar para el resguardo de la ciudad, fueron utilizadas por
los cabecillas insurgentes para tomar la plaza.
Cuando se instaló en el palacio virreinal, Calleja aprobó este proyecto,
que afectó a unos 45 000 habitantes (44 098 en 1816) de todas las regiones
del virreinato (excepto las Provincias Internas y las Californias), y que per
mitió a los vecinos principales de pueblos y villas fortalecer su influencia, al
quedar al mando de estas milicias.186 El plan del virrey supuso tres importan
tes innovaciones en lo que a la institución militar se refería: participación de
población indígena, fin de la separación étnica (blancos, morenos y pardos
formarían parte de los mismos cuerpos) y financiación local.187 En las distin
tas poblaciones y haciendas potosinas cerca de 5000 hombres formaron estas
unidades. En 1816 estaban alistados 4762 efectivos, 1351 de infantería (79
de ellos oficiales), 3366 de caballería (107 oficiales) y 45 de artillería (dos
oficiales).188 Entre los comandantes más activos, que organizaron estas fuer
zas por iniciativa propia antes de la orden virreinal, podemos citar a José
María Semper, cura y juez eclesiástico de Catorce, al capitán Andrés Aróste
gui, administrador de Salinas del Peñón Blanco, y a Diego de Bear y Mier,
cura de Armadillo.189
185
BN, Manuscritos, Mss/20245/33. Plan de constitución, organización y arreglo del Cuerpo de
Patriotas Distinguidos, México, 27 de enero de 1813; y Archer, Christon, «En busca de una victoria
definitiva…», p. 434.
186
Serrano Ortega, José Antonio, «Villas fuertes, ciudades débiles: milicias y jerarquía territo
rial en Guanajuato, 1790-1847», en Broseta, Salvador, Las ciudades…, p. 393.
187
En cada localidad se creó un fondo de arbitrios para cubrir los gastos de estas compañías, lo
que a priori fue un ahorro para el gobierno virreinal, pero que significó la pérdida del control sobre
estas fuerzas. Ortiz Escamilla, Juan, «La nacionalización de las fuerzas armadas en México, 1750-
1867», en Chust Calero, Manuel y Marchena Fernández, Juan (eds.), Las armas de la nación…,
p. 294.
188
Por citar algunos ejemplos, en los barrios de San Luis había 200 fieles realistas, en Soledad
de los Ranchos 100, en El Venado 120, en La Hedionda 50, en el Real de Pozos 153, en Mexquitic
86, en Salinas del Peñón Blanco 120, en Santa María del Río 447, y en el Valle de San Francisco 111.
AGI, México 2345. Estado de fuerza de las compañías urbanas de fieles realistas, México, 30 de
septiembre de 1816; y Monroy Castillo, María Isabel, Pueblos, misiones y presidios..., pp. 26-77.
189
AGN, Indiferente Virreinal, C. 4369, Exp. 13. Nombramiento de Andrés Aróstegui como
capitán comandante de la compañía de Milicias Urbanas en Salinas del Peñón Blanco, San Luis Po
tosí, 22 de junio de 1811; ibid., C. 2420, Exp. 26. Expediente sobre la actuación del cura de Catorce,
José María Semper, con su división, Matehuala, 18 de agosto de 1811; e ibid., C. 3355, exp. 3. Lista
de revista de la compañía de Fieles Realistas de Armadillo, San Luis Potosí, 3 de enero de 1818.
324
bastión realista. las milicias potosinas y su comandante...
Gracias a la estrategia que diseñó, durante los tres años y medio que Ca
lleja estuvo al frente del virreinato la insurgencia vio reducida su fuerza no
tablemente en buena parte del territorio.190 Sin embargo, los resultados eco
nómicos de su gobierno no eran nada favorables,191 y en la Corte empezaron
a recibir informes acusando al virrey de permitir la falsificación de partes
militares, los abusos de poder de las tropas y la corrupción entre los oficiales,
y de que sus medidas causaban la ruina económica del virreinato.192 En marzo
de 1816 el recién llegado obispo de Puebla, Antonio Joaquín Pérez, informó
a Calleja, que no negó las acusaciones en su contra, simplemente las justificó
por la necesidad de acabar con la rebelión. Las falsedades en los informes se
debían al deseo de conseguir honores por parte de los oficiales,193 y los exce
sos de las tropas había que entenderlos en el contexto de una guerra, al igual
que las contribuciones forzosas, necesarias para sostener el ejército.194 Tam
bién reconocía que materialmente no podía ejercer un férreo control sobre
todas las fuerzas desplegadas por el virreinato, y, si estas cometían excesos o
incumplían las normas, no podía hacer nada al respecto.195 Además, defendió
su gestión, culpando de todos los males que se le achacaban a los rebeldes,
cuyo movimiento se había expandido gracias a la invasión napoleónica y a la
tibieza de las medidas tomadas por el gobierno provisional.196
Después de seis años luchando contra los insurgentes por los intereses de
la Corona, los últimos tres como virrey, en lugar de ver reconocidos sus mé
190
AGI, Estado, 31, N. 33. El virrey Calleja al Secretario de Estado, México, 6 de septiembre de
1816; y Kahle, Gunter, El ejército y la formación del estado…, pp. 83 y 84.
191
El aumento de los gastos militares redujo los ingresos de la real hacienda y agravó la crisis
provocada por la guerra. Van Young, Eric, La otra rebelión…, pp. 160-162 y 567-571.
192
Ortiz Escamilla, Juan, Guerra y gobierno…, pp. 137 y 138; y Archer, Christon, «Los dine
ros de la insurgencia, 1810-1821», en Marchena Fernández, Juan y Kuethe, Allan, Soldados del
rey: el ejército borbónico…, pp. 225-228.
193
Incluso el mismo Calleja había exagerado sus triunfos al frente del Ejército del Centro, lo
que, a pesar de la propaganda realista, le granjeó algunas críticas. Bustamante, Carlos María, Segun-
do juguetillo: al elogiador del señor mariscal Félix María Calleja del Rey, México: Manuel Antonio
Valdés, 1812.
194
En 1813 la administración virreinal debía cinco millones de pesos en concepto de equipo
militar. Hamnett, Brian, Revolución y contrarrevolución en México y Perú (1800-1824), México:
Fondo de Cultura Económica, 2011, pp. 89 y 90.
195
En algunas regiones, los realistas y los rebeldes hacían transacciones comerciales «extraofi
ciales». La necesidad obligaba a ambos bandos, pero muchos oficiales hicieron grandes fortunas con
estas prácticas. Archer, Christon, «Beber del cáliz envenenado: la política, la traición y el ejército
mexicano (1820-48)», en Rodríguez O., Jaime E. (coord.), Las nuevas naciones: España y México,
1800-1850, Madrid: Mapfre, 2008, pp. 298 y 299.
196
Ortiz Escamilla, Juan, Guerra y gobierno…, pp. 139 y 140.
325
juan josé benavides martínez
197
El rey le concedió el ascenso tras su vuelta al trono en 1814. AGMS, 1.ª, 1.ª, C-532. Despa
cho de teniente general para Félix Calleja, Madrid, 27 de agosto de 1814.
198
Dejó a su mujer, Francisca, y a sus cuatro hijos una fortuna en bienes inmuebles e inversiones
de capital, valorada en seis millones de reales ibid. Necrológica de Félix Calleja en la Gaceta de
Madrid, Madrid, 24 de marzo de 1829; y Ortiz Escamilla, Juan, «Félix María Calleja…», p. 356.
326
bastión realista. las milicias potosinas y su comandante...
nocemos las cifras exactas, la gran mayoría de los miembros de este ejército,
el mayor de la historia de América, eran novohispanos.199
Los resultados a corto plazo fueron positivos para la causa realista: Mo
relos, el principal caudillo rebelde, fue capturado y fusilado, y la insurgencia
quedó reducida a unos cuantos grupos inconexos. Algunos autores han mini
mizado este aparente éxito, ya que consideran que el periodo de menor inten
sidad que vivió el conflicto armado durante 1816 y 1817, fue en realidad una
etapa de reconfiguración de la guerra, que desplazó su escenario principal
hacia la tierra caliente de la costa del Pacífico (actuales estados de Guerrero
y Michoacán), fruto de la fragmentación y cambios de rumbo inherentes a la
insurgencia mexicana.200 Sin embargo, también habría que tener en cuenta
que el plan aplicado por Calleja pudo influir decisivamente en que los líderes
rebeldes se vieran obligados a replantear su estrategia hacia una guerra de
guerrillas, utilizando como bases puntos de difícil acceso que fortificaban.201
Pero, a pesar de su éxito militar, el sistema defensivo diseñado por el
virrey suponía un elevado coste económico que arruinó la ya mermada eco
nomía novohispana.202 Además de tener que sufragar los gastos de las tropas
profesionales y milicianas que componían el ejército, la población también
debía financiar los cuerpos de fieles realistas formados por todo el virreina
to. Estas fuerzas fueron una pesada losa para la economía, porque, además
de su coste, buena parte de la población activa se vio obligada a abandonar
las tareas productivas para cumplir con sus obligaciones de servicio.203 Ca
lleja tomó medidas económicas impopulares, tratando de aumentar los in
gresos de las cajas reales: subidas de impuestos, creación de otros nuevos,
establecimiento de contribuciones directas y generales, préstamos forzo
199
El 60% de las tropas profesionales, 10 000 hombres, pertenecían a regimientos novohispa
nos, y el porcentaje entre los milicianos era todavía mayor. Es por ello que la guerra de independen
cia de México puede considerarse una guerra civil. Pérez Vejo, Tomás, Elegía criolla, México:
Tusquets, 2010.
200
Archer, Christon, «La causa buena: The Counterinsurgency Army of New Spain and the Ten
Years´War», en Rodríguez O., Jaime E. (ed.), The Independence of Mexico and the Creation of the
New Nation, Los Ángeles: UCLA, 1989, pp. 85-108; Van Young, Eric, La otra rebelión…, pp. 269-
271; y Hamnett, Brian, Raíces de la insurgencia…, pp. 206-230.
201
Entre las principales fortalezas rebeldes cabría destacar Jaujilla en Michoacán, Monteblanco
en Veracruz, pero, sobre todo, la isla de Mezcala en el lago Chapala, próximo a Guadalajara, donde
los rebeldes aguantaron los ataques realistas durante más de tres años y acabaron rindiéndose tras
firmar un indulto en 1816. Archer, Christon, «La revolución militar de México…», pp. 243-254.
202
La deuda de Nueva España cuando Calleja tomó posesión del virreinato superaba los 35
millones de pesos. Hamnett, Brian, Revolución y contrarrevolución…, p. 81.
203
Van Young, Eric, La otra rebelión…, pp. 175-179.
327
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328
bastión realista. las milicias potosinas y su comandante...
329
juan josé benavides martínez
las autoridades era superior, que rebelarse conllevaba un duro castigo, y que,
una vez retomado el control, todo volvería al orden previo. Esta estrategia
había servido para reprimir los motines y revueltas durante el periodo colo
nial, pero resultó contraproducente, ya que, en lugar de infundir temor, solo
consiguió alimentar el resentimiento de los partidarios de la independencia,
motivándolos a proseguir en la lucha.212 Por esta razón, a pesar de sus limita
ciones y de los peligros que podía acarrear, Calleja aplicó una nueva táctica,
fundamentada en la máxima que regía el sistema defensivo del imperio des
de la aplicación de las reformas borbónicas: la defensa de América debía
recaer principalmente sobre sus habitantes. Incluso llevó esta idea un paso
más adelante, porque consiguió involucrar en la práctica, no solo sobre el
papel, a la población en la defensa del virreinato.213 Serían los propios novo
hispanos los que lucharían por su tierra y correrían con los gastos. Los crio
llos debían ser la pieza clave del sistema, ya que había podido comprobar
que la gran mayoría de los peninsulares residentes en el virreinato, a pesar de
ser el principal objetivo de los rebeldes, trataban de implicarse lo menos
posible en el conflicto.214 Este punto era el principal temor del virrey, porque
los grupos dirigentes criollos, bajo cuyo mando quedarían buena parte de los
efectivos realistas, eran mayoritariamente partidarios de la independencia o
de alguna forma de autogobierno. Su lealtad se debía, en general, a sus inte
reses particulares.215 Por esta razón Calleja dio una importancia primordial al
fomento del patriotismo entre estos grupos, que dirigirían las milicias locales
en cada población, ya que sin su apoyo sería imposible mantener el dominio
español en el virreinato, como así sucedió.216 Además, para asegurar un ma
yor control sobre las compañías de fieles realistas, el virrey las puso bajo la
212
Tanto Calleja como el resto de mandos realistas, cuando llegaban a una población que había
apoyado a los insurgentes llevaban a cabo una dura represión con castigos ejemplares, que se justifi
caba en base a la razón de estado. Guzmán Pérez, Moisés, «Los métodos de represión realista en la
revolución de independencia de México, 1810-1821», en Terán, Marta y Serrano Ortega, José
Antonio (eds.), Las guerras de independencia…, pp. 324-326
213
La creación de las milicias provinciales durante el último tercio del siglo xviii no supuso una
militarización de la sociedad, ya que, entre otras cosas, la existencia de muchos de estos cuerpos era
solo teórica. Ortiz Escamilla, Juan, Guerra y gobierno…, pp. 56 y 57.
214
Durante sus campañas, Calleja criticó a los peninsulares, que trataban de evitar el servicio,
mientras que los criollos, como veremos en el siguiente capítulo, coparon las oficialías de su ejército.
215
Muchos criollos, aunque fueran simpatizantes de la insurgencia, temían atacar el orden colo
nial, porque podría debilitarse el control social y desencadenar una sangrienta guerra racial. Van
Young, Eric, La otra rebelión…, p. 889.
216
«Los cuerpos de patriotas deben ser el baluarte del reino, cuyo carácter debe sacarse de la
unión del patriotismo ilustrado de sus individuos y de la buena organización que se les de». BN,
330
bastión realista. las milicias potosinas y su comandante...
331
Capítulo 9
DE MILICIANOS A MILITARES.
LA PROFESIONALIZACIÓN
DE LAS MILICIAS POTOSINAS
1
Durante la revuelta del 10 de noviembre de 1810 los insurgentes asaltaron la casa del coman-
dante Calleja y destruyeron los archivos de la 10.ª brigada. AGN, Indiferente Virreinal, C. 2695, exp.
52. El teniente coronel José Tovar al virrey Venegas, San Luis Potosí, 16 de septiembre de 1812.
2
Este análisis se basa principalmente en dos tipos de fuentes: hojas de servicio y listas de revis-
ta, que no tenían una periodicidad regular y que en ocasiones se refieren solo a algunas compañías,
333
juan josé benavides martínez
334
de milicianos a militares. la profesionalización de las milicias potosinas
tes el 35% de las empleos, porque sus titulares o bien no estaban en condicio-
nes de realizar el servicio en campaña por su edad o condiciones físicas, o
fueron encarcelados por sospechas de infidencia (ver supra pp. 287-288).
Estas bajas y el establecimiento de 76 nuevas plazas (de ochenta pasó a haber
156 por la creación de los Fieles y los Tamarindos), hicieron que fuera nece-
sario designar un centenar de oficiales, y la representación criolla creció no-
tablemente. La mayoría de los empleos que habían quedado vacantes en los
regimientos de San Luis y San Carlos se cubrieron con ascensos, que facili-
taron el acceso a la oficialidad de un buen número de sargentos y cabos, que
casi en su totalidad eran americanos.7 Pero, además de estas promociones
internas, las 76 nuevas oficialías fueron ocupadas por grandes y medianos
propietarios, mineros y comerciantes, que acudieron a la llamada del coman-
dante con un grupo de dependientes de su confianza.8 El 59% de ellos eran
criollos, en especial, potosinos (40%). Por tanto, la oficialidad que comanda-
ba los cuatro cuerpos milicianos que partieron de la hacienda de la Pila el 24
de octubre de 1810 era mayoritariamente de origen americano (61%), sobre
todo de San Luis (42%). Entre los peninsulares, como venía sucediendo, des-
tacaba la presencia de vasco-navarros (20%) y de montañeses (10%).9
Calleja se sintió decepcionado por la falta de interés de los europeos,
que, en lugar de alistarse masivamente para luchar contra una rebelión en la
7
Si había una capitanía vacante, un teniente ascendía a capitán, un alférez a teniente, un sargen-
to a alférez, un cabo a sargento y un dragón a cabo. De esta manera unos quince sargentos pasaron a
sentar plaza de oficial. AGN, Indiferente Virreinal, C. 3159, exp.6. Revista del Regimiento de San
Carlos, Valle de San Francisco, 14 de octubre de 1810; e ibid. Revista del Regimiento de San Luis,
la Pila, 15 de octubre de 1810.
8
Esto aseguraba la fidelidad y el control de los soldados, porque ya reconocían a sus oficiales
como autoridades. Ortiz Escamilla, Juan, Guerra y gobierno…, p. 67.
9
Potosinos, vasco-navarros y montañeses copaban el 72% de las oficialías. Entre los criollos
también habría que destacar la presencia de zacatecanos (la mayoría de Sierra de Pinos) y de gua-
najuatenses, y, a modo de anécdota, la de un cubano, Juan Amador, alférez de los Fieles del Potosí,
que probablemente era el único criollo de fuera de Nueva España. Estos datos están extraídos de 108
de los 156 oficiales que componían el ejército que Calleja formó en la Pila, una cantidad que creemos
suficiente para poder sacar conclusiones fiables. Cf. AGN, Indiferente de Guerra, vol. 73. Hojas de
servicio de los oficiales y suboficiales del Regimiento de San Carlos, Tula, 30 de diciembre de 1812;
ibid., vol. 121a. Hojas de servicio de los oficiales del Regimiento de Dragones Fieles del Potosí,
México, 31 de diciembre de 1813; ibid., vol. 133b. Hojas de servicio de los oficiales y suboficiales
del Regimiento de San Luis, 30 de diciembre de 1812; ibid., vol. 186a. Hojas de servicio de los ofi-
ciales y suboficiales del Batallón de Infantería de San Luis, 30 de diciembre de 1812; AGN, Indife-
rente Virreinal, C. 969, exp. 5. Revista del Batallón de Infantería de San Luis, Querétaro, 13 de no-
viembre de 1810; ibid., C. 3159, exp.6. Lista de revista del Regimiento de San Carlos, Valle de San
Francisco, 14 de octubre de 1810; e ibid. Extracto de la revista del Regimiento de San Luis, hacienda
de la Pila, 15 de octubre de 1810.
335
juan josé benavides martínez
10
Calleja escribía al virrey Venegas en los siguientes términos: «…a vista del peligro, huyendo
cobardemente en vez de reunirse, tratando solo de sus intereses, y se mantienen pacíficos espectado-
res de una lucha en que les toca la mayor parte, dejando a los americanos la defensa de sus vidas,
propiedades e intereses». Bustamante, Carlos María, Campañas del general Félix María Calleja…,
pp. 93 y 94.
11
Bernal Ruiz, Graciela, Ecos de una guerra…, p. 48.
12
El 62% de los altos mandos eran de origen europeo (antes el 83%). Casi todos eran vasco-
navarros y montañeses, que ocupaban la mitad de estos empleos. Entre los criollos la mayoría eran
potosinos, el 28% del total. Estos datos se basan en la información de 36 de estos oficiales, el 84%
(eran 46: doce del Regimiento de San Luis, doce del de San Carlos, doce de los Fieles del Potosí y
siete del Batallón de Infantería). Cf. AGN, Indiferente de Guerra, vol. 73. Hojas de servicio de los
oficiales y suboficiales del Regimiento de San Carlos, Tula, 30 de diciembre de 1812; ibid., vol.
121a. Hojas de servicio de los oficiales del Regimiento de Fieles del Potosí, México, 31 de diciembre
de 1813; ibid., vol. 133b. Hojas de servicio de los oficiales y suboficiales del Regimiento de San
Luis, 30 de diciembre de 1812; e ibid., vol. 186a. Hojas de servicio de los oficiales y suboficiales del
Batallón de Infantería de San Luis, 30 de diciembre de 1812.
13
José María Tovar nació en Córdoba en 1752. Pasó a Nueva España acompañando a su familia
y en 1777 comenzó a servir como cadete en las Provincias Internas. Participó en numerosas acciones
contra tribus indias y fue ascendiendo hasta llegar a capitán en 1784. En 1806 fue trasladado al Re-
gimiento de México, en el que sirvió hasta que en 1808 pasó a ser sargento mayor al Regimiento de
San Luis. En 1810 se convirtió en teniente coronel, sustituyendo a Lorenzo Montoya (ver supra
p. 288, nota 39), y comandó al regimiento durante la primera campaña del Ejército del Centro. Tras
el regreso de esta fuerza a la provincia potosina en marzo de 1811, se quedó en la ciudad como co-
mandante por orden de Calleja, cargo que ocupó hasta que llegó el titular, el brigadier Torres, en
1812. AGN, Indiferente Virreinal, C. 2601, exp. 6. El teniente letrado Ruiz de Aguirre al virrey, San
Luis Potosí, 20 de octubre de 1808; ibid., C. 5850, exp. 43. Oficios del comandante Tovar, a Calleja,
San Luis Potosí, 1811; y AGN, Indiferente de Guerra, vol. 133b. Hojas de servicio de los oficiales
veteranos del Regimiento de San Luis, 30 de diciembre de 1812.
336
de milicianos a militares. la profesionalización de las milicias potosinas
14
Como jefe del Regimiento de San Luis, dirigió una campaña en la Huasteca y en la sierra de
Zacatlán, y desde 1816 ejerció como comandante de la división de Apan. Sus méritos le hicieron
acreedor a la concesión del grado de coronel de ejército. AGN, Indiferente Virreinal, C. 5915, exp.
10. Despacho Real de coronel de ejército para Manuel de la Concha, Madrid, 15 de noviembre de
1819; y Herrera Peña, José, Morelos ante sus jueces, México: Porrúa, 1985, pp. 13-17.
15
Este oficial ya había sido candidato a coronel cuando fue nombrado Cevallos (ver supra
pp. 256-259). Colaboró estrechamente con Calleja desde el inicio de la guerra y tuvo un papel desta-
cado en las acciones de Aculco, Guanajuato y Calderón, siendo el jefe de la vanguardia del Ejército del
Centro. Además, mantenía por su cuenta a los hombres de su compañía. AGMS, 1.ª, 1.ª, M-3646. Hoja
de servicios del conde de San Mateo y marqués del Jaral, hacienda del Jaral, 4 de febrero de 1819.
16
Tras la acción de Calderón, Cevallos se quedó en Guadalajara y en 1813 solicitó el retiro,
porque padecía reumatismo crónico, lo que le impedía cumplir con las obligaciones del servicio. Se
le concedió en 1814. AGMS, 1.ª, 1.ª C-2470. Solicitud de retiro del coronel Ramón Cevallos, Gua-
dalajara, 2 de octubre de 1813.
17
Natural de Tierranueva (Santa María del Río), fue sargento del Regimiento de San Luis hasta
1808, cuando ascendió a portaguión. En 1810 sentó plaza de capitán en los Fieles del Potosí, aunque
luego pasó al Regimiento de San Carlos. Sus méritos de guerra le valieron el ascenso a coronel y la
Cruz de comendador de la Orden de Isabel la Católica. Participó en las campañas del Ejército del
Centro y en 1813 fue designado comandante de la división de la costa sur del ejército realista. En el
desempeño de este empleo ganó una importante cantidad de dinero, que le permitió comprar la ha-
cienda de Bledos cuando la familia Calleja regresó a España. Cf. AGMS, 1.ª, 1.ª, A-2371. Hoja de
servicios de José Gabriel Armijo, México, 25 de marzo de 1814; AHN, Estado, 6317, exp. 56. Con-
sulta de la Asamblea Suprema de la Real Orden de Isabel la Católica al rey, Madrid, 30 de diciembre
de 1818; AGN, Indiferente de Guerra, vol. 256a. Hojas de servicios de oficiales del Regimiento de
San Carlos, México, 30 de diciembre de 1818; y Velázquez, Primo Feliciano, Historia de San
Luis…, t. III, pp. 104-109.
18
Sus méritos durante la primera campaña del Ejército del Centro le valieron el ascenso a te-
niente coronel y, posteriormente, con Calleja como virrey, estuvo al mando de una división en Ira-
puato y ascendió a coronel con grado de ejército. En 1817 solicitó pasar a la península por problemas
de salud. Estuvo un año en Madrid, donde se le concedió la Cruz de la Orden Americana de Isabel II,
y en 1819 regresó a su pueblo natal, Meruelo (Cantabria), y se retiró con el sueldo de coronel. Des-
pués de su traslado a España no se designó un nuevo comandante para los Fieles del Potosí. AGN,
337
juan josé benavides martínez
Reales Cédulas Originales, vol. 217, exp. 93. Concesión de licencia al coronel Pedro Meneso para
pasar a la península, México, 19 de agosto de 1817; ibid., vol. 223, exp. 443. Concesión de retiro al
coronel Pedro Meneso, Madrid, 17 de agosto de 1820; y AGMS, 1.ª, 1.ª, M-2905. Hoja de servicios
del coronel Pedro Meneso, Madrid, 13 de agosto de 1820.
19
A pesar de que ya había solicitado el retiro, tras conocer la noticia de la sublevación, este
oficial (el de mayor edad del ejército) organizó una tropa con hombres de la hacienda de Bocas y
alrededores, que fueron la base del Batallón de Infantería (entre ellos sus hijos, hermanos y sobrinos,
que ocuparon varias oficialías). AGMS, 1.ª, 1.ª, O-22. Solicitud de retiro de Juan Nepomuceno Ovie-
do, Charcas, 19 de mayo de 1810.
20
Entre 1810 y 1812 sirvió como Voluntario de Fernando VII. AGN, Indiferente de Guerra, vol.
125a. Hojas de servicio de los oficiales del Batallón de Infantería de San Luis, Valladolid, 30 de di-
ciembre de 1818
21
Antes de 1810 ninguno de los oficiales tenía menos de 25 y el 60% superaba la cuarentena.
22
Cf. AGN, Indiferente de Guerra, vol. 73. Hojas de servicio de los oficiales y suboficiales del
Regimiento de San Carlos, Tula, 30 de diciembre de 1812; ibid., vol. 121a. Hojas de servicio de los
oficiales del Regimiento de Dragones Fieles del Potosí, México, 31 de diciembre de 1813; ibid., vol.
133b. Hojas de servicio de los oficiales y suboficiales del Regimiento de San Luis, 30 de diciembre
de 1812; e ibid., vol. 186a. Hojas de servicio de los oficiales y suboficiales del Batallón de Infantería
de San Luis, 30 de diciembre de 1812.
338
de milicianos a militares. la profesionalización de las milicias potosinas
23
AGN, Indiferente Virreinal, C. 969, exp. 5. Revista del Batallón de Infantería de San Luis,
Querétaro, 13 de noviembre de 1810; ibid., C. 3159, exp.6. Revista del Regimiento de San Carlos,
Valle de San Francisco, 14 de octubre de 1810; ibid. Revista del Regimiento de San Luis, hacienda
de la Pila, 15 de octubre de 1810; y AGMM, 5386. Trasformación en regimiento provincial del Cuer-
po de Lanceros de San Luis, México, 27 de agosto de 1813.
24
La dispersión de los cuerpos potosinos por buena parte del territorio novohispano durante la
guerra dificulta la localización completa de la documentación. Además, no había un recuento siste-
mático del número de bajas, simplemente se señalaban algunas de forma puntual, indicando las
causas. Tan solo hemos localizado un documento en el que se recogen en una lista los motivos de las
bajas de algunos oficiales y los ascensos para cubrirlas, y se refiere exclusivamente al Regimiento de
San Luis en 1811. AGN, Archivo Histórico de Hacienda, vol. 524, exp. 53. Provisión de empleos del
Regimiento de San Luis, Guanajuato, 28 de agosto de 1811.
25
La escasez de datos en las fuentes limita nuestro conocimiento sobre los suboficiales, pero
podemos obtener algunas conclusiones a partir de los 59 individuos de los que tenemos información,
aproximadamente el 43% del total. Todos eran criollos, el 80% potosinos, la mayoría jóvenes (el
50% eran menores de treinta años) y aproximadamente la mitad eran solteros y habían empezado a
servir como soldados o cabos antes del estallido de la insurrección. Cf. AGN, Indiferente de Guerra,
vol. 73. Hojas de servicio de los oficiales y suboficiales del Regimiento de San Carlos, Tula, 30 de
diciembre de 1812; ibid., vol. 121a. Hojas de servicio de los oficiales y suboficiales del Regimiento
de Dragones Fieles del Potosí, México, 31 de diciembre de 1813; ibid., vol. 133b. Hojas de servicio
de los oficiales y suboficiales del Regimiento de San Luis, 30 de diciembre de 1812; e ibid., vol.
339
juan josé benavides martínez
Después de dos años de campaña, los reemplazos para suplir las bajas
dejaron la oficialidad de los cuatro regimientos provinciales potosinos for-
mada por un 65% de criollos, la mayoría de San Luis (38% del total), jóvenes
(el 33% tenía entre dieciséis y veinticinco años y solo el 26% superaba la
cuarentena), solteros (60%) y sin experiencia en el servicio anterior al inicio
de la guerra (70%).26
Este
186a. Hojas de servicio de los oficiales y suboficiales del Batallón de Infantería de San Luis, San
Luis Potosí, 30 de diciembre de 1812.
26
Ibid.
27
Los datos de 1810 son previos al estallido insurgente, y en los de 1812 hemos preferido no
poner cifras concretas, porque, como hemos señalado al comienzo del epígrafe, no tenemos informa-
ción de todos los oficiales, aunque sí de un número suficiente para que los porcentajes señalados
resulten fiables.
340
de milicianos a militares. la profesionalización de las milicias potosinas
341
juan josé benavides martínez
Ellos serían los oficiales del ejército mexicano. Para concluir este análisis de
los mandos, quisiéramos destacar el gran número de ascensos que se produ-
jeron durante la guerra, debidos tanto a la continua necesidad de cubrir los
empleos vacantes por fallecimiento o retiro de sus titulares, como a los mé-
ritos en combate de los rangos inferiores.33 Tras varios años de servicio fue-
ron pocos los oficiales potosinos que no habían sido promovidos al menos un
grado, lo que provocó que hubiese un buen número de ellos graduados con
un rango superior al que en la práctica ocupaban, ya que, aunque fueran
acreedores al ascenso, no había suficientes plazas vacantes.34 Además, du-
rante la guerra se rompió la barrera entre los suboficiales y la oficialidad,
hasta entonces reservada a las oligarquías.35 Buena parte de los que termina-
ron ocupando puestos de mando, sobre todo alféreces y tenientes, se alista-
ron como milicianos de a pie o sargentos.36
solicitado el retiro. La situación del Regimiento de San Carlos era similar. Solo había 19 de los cua-
renta oficiales, todos criollos (16 potosinos). La mitad de ellos se habían alistado antes de 1810, pero
todos comenzaron sirviendo como dragones o suboficiales y fueron ascendiendo durante la guerra.
AGN, Indiferente Virreinal, C. 1655, exp. 10. Lista de revista del Batallón de Infantería de San Luis,
México, 3 de julio de 1821; e ibid., C. 3447, exp. 37. Lista de revista del Regimiento de San Carlos,
Celaya, 3 de marzo de 1821.
33
AGMM, México, 5363. El virrey Calleja al ministro de Guerra, México, 1 de abril de 1813; e
ibid. 5374. Ascensos concedidos interinamente por el virrey Apodaca, México, 31 de marzo de 1817.
En estos dos documentos aparecen veinte oficiales de los cuerpos potosinos que ascendieron por
méritos de guerra.
34
El 25% de los oficiales estaban graduados con un rango mayor del que ejercían. La mayoría
eran capitanes, ya que, aunque se hubieran ganado el ascenso por sus méritos, solo había un teniente
coronel por regimiento, por lo que solo podía ascender uno cuando este se retiraba. Algunas normas
y decretos aprobados por la Regencia y las Cortes prohibían que los oficiales estuviesen graduados
con un rango superior al que ocupaban, pero Calleja consideraba necesaria esta práctica para motivar
a las tropas. AGMM, México, 5362. El virrey Calleja a las Cortes, México, 5 de septiembre de 1813.
35
Las autoridades debieron reclutar a cualquier individuo con habilidades, independientemente
de su estrato social. Ortiz Escamilla, Juan, «La nacionalización de las fuerzas…», p. 296.
36
Ya en 1810 entorno al 35% de las oficialías de los regimientos de San Luis y San Carlos se
cubrieron ascendiendo a rangos subalternos. Durante los primeros años de la guerra, el 24% de los
oficiales de los que tenemos datos habían comenzado a servir en la milicia como soldados o subofi-
ciales, pero, tras once años de ascensos para cubrir bajas, en 1821 eran prácticamente la totalidad. Cf.
AGN, Indiferente de Guerra, vol. 73. Hojas de servicio de los oficiales y suboficiales del Regimien-
to de San Carlos, Tula, 30 de diciembre de 1812; ibid., vol. 121a. Hojas de servicio de los oficiales
del Regimiento de Fieles del Potosí, México, 31 de diciembre de 1813; ibid., vol. 133b. Hojas de
servicio de los oficiales y suboficiales del Regimiento de San Luis, 30 de diciembre de 1812; ibid.,
vol. 186a. Hojas de servicio de los oficiales y suboficiales del Batallón de Infantería de San Luis, 30
de diciembre de 1812; ibid., vol. 256a. Hojas de servicio de los oficiales y suboficiales del Regimien-
to de San Carlos, Querétaro, 30 de diciembre de 1818; ibid., vol. 125a. Hojas de servicio de los ofi-
ciales y suboficiales del Batallón de Infantería de San Luis, Valladolid, 30 de diciembre de 1818;
ibid., vol. 202. Hojas de servicios de oficiales del Regimiento de San Carlos, México, 30 de octubre
342
de milicianos a militares. la profesionalización de las milicias potosinas
de 1821; AGN, Indiferente Virreinal, C. 1655, exp. 10. Lista de revista del Batallón de Infantería de
San Luis, México, 3 de julio de 1821; e ibid., C. 3447, exp. 37. Lista de revista del Regimiento de
Dragones de San Carlos, Celaya, 3 de marzo de 1821.
37
Van Young, Eric, La otra rebelión…, pp. 97-142.
38
Rara vez ocupan más de una hoja, pero aportan gran cantidad de datos, tales como el cuerpo
y la compañía en la que quedaba destinado el miliciano, la fecha y el lugar del alistamiento o el
tiempo por el que se alistaba, así como información personal: nombre, lugar de nacimiento y vecin-
dario, edad, profesión, raza, estado civil, y una somera descripción física. También nos permiten
saber si el recluta era analfabeto o no, dependiendo de si firmaba el documento o marcaba una cruz.
39
Los campos que contiene esta base de datos recogen lo fundamental de la información conte-
nida en las filiaciones, que acabamos de señalar, y en cada uno de los siguientes subepígrafes nos
referiremos a ellos. Los documentos consultados para su elaboración, todos de la sección Indiferente
Virreinal de Archivo General de la Nación de México, son los siguientes: AGN, Indiferente Virreinal,
C. 857, exp. 6. Filiaciones de la tropa de varias compañías del Regimiento de San Carlos, Charcas y
El Venado, 1816; ibid., C. 969, exp. 3. Filiaciones de los milicianos del Batallón de Infantería de San
Luis, Guanajuato, 1811; ibid., C. 1170, exp. 2. Filiaciones de la tropa del Regimiento de San Carlos,
México, 1813; ibid., C. 1639, exp. 3. Filiaciones del Batallón de Infantería de San Luis, México,
1814; ibid., C. 1655, exp. 4. Filiaciones de los reclutas del Batallón de Infantería de San Luis, Méxi-
co, 1813; ibid., exp. 5. Filiaciones de desertores del Batallón de Infantería de San Luis, México,
1815-1816; ibid., C. 1679, exps. 2 y 3. Listas de revista y filiaciones del Batallón de Infantería de San
Luis, México, 1812; ibid., C. 1899, exp. 2. Filiaciones de los regimientos de San Luis y Fieles del
Potosí, Matehuala y México, 1816; ibid., C. 2870, exp. 12. Filiaciones del Regimiento de San Carlos,
San Luis Potosí, 1818; ibid., C. 2938, exp. 6. Filiaciones de reclutas para el Regimiento de San Car-
los, México, 1813; ibid., C. 3963, exp. 2. Filiaciones del Regimiento de San Luis, México, 1812;
ibid., exp. 3. Filiaciones del Regimiento de San Luis, San Luis Potosí, 1816; ibid., exps. 4 y 11. Fi-
liaciones del Regimiento de San Luis, El Venado, Matehuala y México, 1813; ibid., C. 4032, exp. 8.
Filiaciones de soldados del Regimiento de Fieles del Potosí, San Luis Potosí, 1813; ibid., C. 4221,
343
juan josé benavides martínez
de plazas que tuvieron estos cuerpos a lo largo de los ocho años que abarca
el estudio (bajas, traslados, aumento de plazas por circunstancias de gue-
rra…), podemos hacer una estimación aproximada, basándonos en los esta-
dos de fuerza de las tropas realistas de Nueva España y en las listas de re-
vista de los regimientos potosinos: en torno a 2600 hombres entre 1810 y
1812, unos 1150 hasta 1815 y en torno a 1800 a partir de 1816.40 Teniendo
en cuenta estas cifras, consideramos que la documentación consultada es
suficiente para poder extraer conclusiones fiables, ya que contamos con da-
tos concretos de en torno al 27% del total de los milicianos hasta 1815 y del
46% desde 1816. 41
Según la información reunida en la base de datos, el miliciano promedio
de estos regimientos sería un hombre joven, de entre dieciséis y veinte años
exp. 11. Ascensos y filiaciones del Regimiento de San Luis, México y San Luis, 1815; ibid.,
C. 4943, exp. 12. Filiaciones de tres compañías del Regimiento de San Carlos, Charcas, Matehuala
y Bocas, 1816; ibid., C. 5048, exp. 31. Hojas de filiación varias compañías del Regimiento de San
Carlos, Matehuala y El Venado, 1816; ibid., C. 6138, exp. 25. Filiaciones de varias compañías del
Regimiento de San Luis, San Luis Potosí, 1817; e ibid., C. 6425, exp. 6. Filiaciones de los individuos
del Regimiento de San Luis inutilizados en el servicio, San Luis Potosí, 1815.
40
Las cifras se refieren exclusivamente a plazas de tropa, sin contar oficiales ni suboficiales. Cf.
AGI, México 2345. Estado de fuerza de la tropa provincial y veterana de Nueva España, México, 30
de septiembre de 1816; AGMM, México, 5373. Estado de fuerza de las fuerzas realistas de Nueva
España, Veracruz, 29 de febrero de 1816; ibid., 5383. Estado de fuerza del ejército de Nueva España,
México, 30 de octubre de 1814; AGN, Indiferente Virreinal, C. 509, exp. 7. Listas de revista del
Regimiento de San Carlos, Valladolid, 15 de enero de 1814; ibid., C. 622, exp. 22. Listas de tropa y
oficiales del Regimiento de San Carlos, 10 de enero de 1811 – 30 de diciembre de 1811; ibid., C. 969,
exp. 4. Listas de revista del Batallón de Infantería de San Luis, México, 31 de agosto de 1812; ibid.,
C. 1334, exp. 1. Revista del Regimiento de San Carlos, Tepexi, 8 de mayo de 1815; ibid., exp. 13.
Lista de revistas del Batallón de Infantería de San Luis, México, 13 de julio de 1813; ibid., C. 1379,
exp. 21. Estado de fuerza del Regimiento de San Luis, México, 15 de octubre de 1818; ibid.,
C. 1655, exp. 2. Listas de revista del Batallón de Infantería de San Luis, México, 30 de diciembre de
1812; ibid., C. 1639, exp. 4. Lista de revista del Batallón de Infantería de San Luis, San Luis Potosí,
14 de enero de 1815; ibid., C. 1731, exp. 1. Listas de revista del Regimiento de San Luis, Michoacán,
15 de enero de 1815 – 20 de mayo de 1815; ibid., C. 2010, exp. 12. Revista de los regimientos de San
Luis y San Carlos, San Luis Potosí, 14 de agosto de 1816; ibid., C. 2450, exp. 17. Relación de la
fuerza del Batallón de Infantería de San Luis, México, 20 de junio de 1817; ibid., C. 2641, exp. 26.
Pie de lista del Regimiento de San Luis, Otumba, 1 de junio de 1817; ibid., C. 2921, exp. 21. Listas
de revista de los piquetes del Regimiento de San Luis, Chilpancingo, 11 de septiembre de 1813; ibid.,
C. 3080, exp. 60. Revista del Cuerpo de Lanceros de San Luis, Querétaro, 4 de diciembre de 1810;
ibid., C. 3127, exp. 61. Revistas del Regimiento de San Luis, Apan, 24 de agosto de 1812; ibid., C.
3177, exp. 2. Listas de revista del Regimiento de San Luis, México, 14 de enero de 1814; e ibid., exp.
3. Lista de la revista del Regimiento de San Luis, 15 de febrero de 1816.
41
No hemos incluido a los sargentos, de los que ya hemos hablado, porque la información sobre
estos está en hojas de servicio, que aportan datos distintos que las filiaciones, ni tampoco a los miem-
bros del pie veterano, ya que el estudio se centra en los milicianos, no en militares profesionales.
344
de milicianos a militares. la profesionalización de las milicias potosinas
345
juan josé benavides martínez
46
La media de analfabetismo en los otros tres regimientos era de un 95%, pero entre la tropa del
Batallón de Infantería era del 76%. En cuanto a su profesión, solo el 22% de los Tamarindos eran
campesinos, cuando la media de los otros cuerpos rondaba el 50%. Además el 36% se dedicaba a
algún oficio, más del doble de la media (17%).
47
Solo el 33% del total de milicianos procedían de haciendas y ranchos.
48
Esta proporción era mucho mayor a la media, ya que los soldados nacidos en la subdelegación
de San Luis eran el 29% del total.
49
Engloba a tlachiqueros (29), vaqueros (19), pastores (9), rancheros (3), y labradores, que eran
la mayoría (305). Los tlachiqueros eran los encargados de sacar el líquido del maguey (tlachique) con
el que se elaboraba el pulque.
50
Se incluyen: zapateros (25), carpinteros (15), panaderos (14), jarcieros (13), albañiles (12),
sastres (10), herreros (9), sombrereros (7), plateros (6), curtidores (4), barberos (3), cigarreros (3),
veleros (3), adoberos (2), armeros (2), canteros (2), manteros (2), silleros (2), varilleros (2), gamuce-
ros (1), ladrilleros (1), latoneros (1), olleros (1), pintores (1), raspadores (1), serradores (1), talabar-
teros (1), tejedores (1).
346
de milicianos a militares. la profesionalización de las milicias potosinas
ción entre los hombres encuadrados en esta categoría estaba por encima de
la media.51
3. Minas (93 / 12%).52 Aunque la mayoría de la población se dedicaba a
tareas agroganaderas, la minería era la actividad económica fundamental de
la región potosina. Eso explicaría que el 87% de los mineros fueran origina-
rios de la provincia, mientras que era una actividad residual entre los proce-
dentes del resto del virreinato.
4. Transporte (84 / 10%). Engloba a los arrieros (79) y a los carreteros (5).
5. Obrajeros (71 / 8%). Forman un grupo de difícil clasificación, ya que
si se ocupaban en pequeños negocios familiares podrían incluirse en la cate-
goría de oficios, pero si se tratara de empleados de grandes obrajes tendrían
que formar una categoría aparte. La mayoría residían en la provincia potosi-
na (89%), donde la actividad textil, al contrario que en Querétaro y Gua-
najuato, no estaba excesivamente desarrollada,53 pero, como no tenemos la
certeza de que trabajaran en pequeños negocios, hemos preferido dejarlos
como un grupo diferenciado. Simplemente, cabría destacar que la propor-
ción de mestizos era superior a la media y, en consecuencia, la de blancos era
más baja.54
6. Comerciantes (17 / 2%).55 Eran propietarios de pequeñas tiendas o
empleados del comercio, ya que los grandes y medianos comerciantes solían
ocupar las oficialías.
7. Sin Oficio (14 / 2%): Catorce de los 829 milicianos que conforman
esta base de datos no poseían ningún oficio. Casi todos eran menores de die-
ciséis años.
8. Varios (11 / 1%): En esta categoría, casi testimonial, se incluyen ofi-
cios poco frecuentes y que no encajan con ninguna de las seis categorías
anteriores: músicos (7), escribientes (1), estudiantes (1), sirvientes (1) y me-
ritorio de aduana (1).
51
La cuarta parte de los milicianos que sabían leer y escribir se dedicaban a un oficio. En esta
categoría los analfabetos representaban el 85%, cuando la media de la tropa era del 91%.
52
Eran operarios (59), mineros (31), y reparadores (3).
53
García Bernal, Manuela Cristina, «Explotación agropecuaria en Nueva España…», p. 189.
54
Los mestizos representaban el 68% de los obrajeros y los blancos el 29%, cuando la media
general era del 58% para los primeros y 37% para los segundos.
55
En esta categoría se incluyen: comerciantes (12), carbonero (1), frutero (1), nevero (1), tratan-
te (1), vinatero (1).
347
juan josé benavides martínez
56
Olmos Sánchez, Isabel, La sociedad mexicana en vísperas de la Independencia, 1787-1821,
Murcia: Universidad de Murcia, 1989, pp. 28-30.
57
La media de población casada del virreinato era de entorno al 50%. Ibid., pp. 32 y 33.
58
Además había 17 viudos, un 2%. Desconocemos el estado civil del 3% restante.
348
de milicianos a militares. la profesionalización de las milicias potosinas
los hombres que debían mantener una familia se alistaran, sabiendo que iban
a pasar varios años lejos de su casa.59
349
juan josé benavides martínez
años de servicio.64 Hay tres factores que definen el tipo de alistamientos re-
cogidos en las filiaciones:
1. Fecha. Conocemos la fecha en que se alistaron 782 milicianos, todos
ellos entre 1810 y 1817. El 82% lo hicieron en 1813 (141), en 1815 (101) y
en 1816 (438). Cabe la posibilidad de que se hayan perdido los datos de al-
gunos años, o que no los hallamos localizado, lo que explicaría estos fuertes
contrastes; pero, en todo caso, el gran número de reclutamientos de 1816
(53% del total) se debió a que en ese año se aumentaron las plazas de los
Fieles del Potosí (de 450 milicianos a 765) y del Regimiento de San Luis (de
357 a 638).65 Desconocemos las razones de este incremento, que se produjo
durante la primera mitad del año, pero todo apunta a que se debió a una orden
superior, del virrey Calleja, y obedecía a cuestiones estratégicas del plan de
defensa que aplicó en el virreinato.66
2. Lugar. Los milicianos de los que tenemos datos se alistaron en 38
lugares diferentes, 22 de ellos de la región potosina y 16 del resto de Nueva
España. Tres cuartas partes se alistaron en la provincia, especialmente en San
Luis, El Venado y Matehuala, y la mayoría del resto lo hicieron en México.
3. Tiempo de servicio. La mayor parte de los hombres que se alistaron
en las milicias potosinas lo hicieron para servir diez o doce años (78%).67
64
En lo referente a los regimientos potosinos tan solo hemos encontrado algún caso excepcio-
nal. AGN, Indiferente Virreinal, C. 666, exp. 24. Petición de José Bruno Aguilar, preso en la cárcel
de la Acordada, solicitando que se le permita servir en el Regimiento de San Carlos, México, 28 de
septiembre de 1813; y AGN, Infidencias, vol. 179, exp. 48. Causa por robo e infidencia contra Sixto
López, Ricardo Ruiz, Basilio y Francisco Flores, San Luis Potosí y México, 1815-1817.
65
AGMM, México, 5373. Estado de fuerza de las fuerzas realistas de Nueva España, Veracruz,
29 de febrero de 1816; y AGI, México 2345. Estado de fuerza de la tropa provincial y veterana de
Nueva España, México, 30 de septiembre de 1816.
66
Nuestra hipótesis es que el virrey viera la necesidad de aumentar la presencia de tropas en
ciertos puntos y ordenara nuevas reclutas para los cuerpos que ocupaban esos destinos.
67
Tan solo el 10% se alistaron por un periodo de ocho años, y el 12% restante lo hicieron sin un
tiempo de servicio determinado. La mayoría de estos últimos eran músicos (tambor, trompeta, clarín
y pito), soldados distinguidos y cadetes.
350
de milicianos a militares. la profesionalización de las milicias potosinas
68
21 milicianos procedían de Guadalcázar, cinco de Rioverde y Valles y ninguno de Salinas.
69
El 32% de los milicianos habían nacido en ranchos o haciendas, pero entre los potosinos eran
el 40%.
70
La aportación de otras regiones se reducía a 38 milicianos: quince de las Provincias Internas,
nueve de Guadalajara, ocho de Puebla, cuatro de Michoacán, uno de Veracruz y uno de Tlaxcala.
71
Archer, Christon, «Ciudades en la tormenta…», pp. 345-347.
72
Los peninsulares eran miembros de los Voluntarios de Fernando VII y se alistaron en México
en 1812 para servir en el Regimiento de San Luis como cadetes. El neogranadino era un escribiente
de cuarenta años, blanco, que se alistó en Zacatecas en el Batallón de Infantería.
351
juan josé benavides martínez
do, aunque casi todos en la misma región.73 El 80%, 665, eran vecinos de la
provincia potosina, fundamentalmente de las subdelegaciones de San Luis,
Charcas y El Venado.74 El 20% restante residían mayoritariamente en las in-
tendencias de México, Zacatecas y Guanajuato.75 Entre estos dos grupos se
pueden observar cuatro importantes diferencias:
1) Profesión. La mitad de los vecinos de San Luis se dedicaban a tareas
agroganaderas, pero tan solo eran campesinos el 17% de los que residían en
el resto del virreinato, cuya proporción entre los que se dedicaban a oficios
manuales era el doble, el 30%.
2) Regimiento. Los vecinos de fuera de la región potosina eran mayoría
en el Batallón de Infantería (60%). Esto podría deberse a que los potosinos
tenían mejor predisposición para el servicio montado.76
3) Raza. Casi la mitad de los milicianos residentes fuera de la provincia
de San Luis eran blancos (49%), mientras que este tipo racial era solo la ter-
cera parte entre los potosinos. 4) Alfabetización. El grado de alfabetización
entre los vecinos de otras regiones de Nueva España (30%) era muy superior
a la media de los de San Luis (4%).
Por tanto, podríamos hablar de dos tipos de milicianos de los regimien-
tos potosinos durante la guerra. La práctica totalidad eran jóvenes y sin com-
promisos familiares, pero los vecinos de la provincia de San Luis eran pre-
dominantemente hombres de campo, mestizos, analfabetos y que servían en
los cuerpos de dragones, mientras que entre los procedentes de otras regiones
del virreinato, en gran parte alistados en el Batallón de Infantería, había un
importante componente de blancos, dedicados a oficios y que estaban alfabe-
tizados.
73
Un 36% de los milicianos tenían un vecindario diferente a su lugar de nacimiento, pero solo
había 43 vecinos de la provincia potosina que no habían nacido en San Luis y doce potosinos avecin-
dados en otras regiones de Nueva España.
74
Solo 34 milicianos residían en las otras subdelegaciones de la provincia. El 61% eran vecinos
de poblaciones, la mayoría de Matehuala, San Luis y El Venado. El resto vivían en haciendas y
ranchos.
75
La aportación del resto apenas representa el 3%.
76
En una región ganadera como San Luis, la gran mayoría de sus habitantes estaban habituados
a usar el caballo en su vida cotidiana, una actividad que, sin embargo, podía resultar extraña a los
reclutas procedentes de otras regiones, como de la ciudad de México.
352
Gráfico 8. Diferencias entre milicianos potosinos y del resto de Nueva España durante la guerra.
GRAFICO 8
VECINOS DE SAN LUIS: 665
Este
OFICIOS MESTIZOS
353
VECINOS DE RESTO DE NUEVA ESPAÑA: 164
OFICIOS MESTIZOS
de milicianos a militares. la profesionalización de las milicias potosinas
juan josé benavides martínez
77
El mantenimiento de los privilegios de los miembros del ejército se justificó como un premio
a sus sacrificios por la conservación del Estado y el bien de sus conciudadanos. AGN, Operaciones
de Guerra, vol. 765. Resolución de los problemas que propuso la comisión militar de 1813, León, 9
de diciembre de 1820.
78
Según la información recogida en las listas de revista, las deserciones, si bien constantes, no
fueron numerosas. Generalmente, no superaban el 5% de la tropa y la mayoría se cubrían en el mis-
mo mes con nuevos reclutas. A modo de ejemplo, en los primeros ocho meses de 1818 hubo ocho
deserciones en el Batallón de Infantería de San Luis (Tamarindos). AGN, Indiferente Virreinal, C.
2964, exp. 10. Lista de desertores del Batallón de Infantería de San Luis, Valladolid, 7 de septiembre
de 1818.
79
«En muchos casos, los soldados atacaron a los miembros más indefensos de la sociedad,
asaltando cultivos, matando y robando a gente desvalida que transportaba fruta, carne, verduras y
otros productos para la venta en mercados de aldeas y pueblos. Agredían a indios y miembros de
castas, robaban el dinero y objetos de valor a los civiles por las calles, asesinaban sin remordimiento
y devastaban la propiedad pública». Archer, Christon, «La militarización de la política mexicana, el
papel del ejército (1815-1821)», en Marchena Fernández, Juan y Kuethe, Allan, Soldados del rey:
el ejército borbónico…, pp. 257 y 258. En una situación de guerra y destinados lejos de sus lugares
de origen, era habitual que la tropa cometiese todo tipo de excesos. No todos se denunciaban, pero
los ejemplos de insubordinación (generalmente ligada al consumo de alcohol), robos e incontinencia
(violación) entre las tropas potosinas son innumerables.
354
de milicianos a militares. la profesionalización de las milicias potosinas
355
juan josé benavides martínez
las fuerzas realistas, a las que siguieron una serie de indultos generales, que
produjeron un cambio de bando masivo entre los insurgentes.84 De esta for-
ma, para 1818 la paz era un hecho en la mayoría de las regiones y el virrey
pudo desmovilizar algunas compañías milicianas, reduciendo levemente las
fuertes cargas fiscales que pesaban sobre los habitantes. Sin embargo, los
problemas económicos continuaron.85 El grueso de las tropas establecidas
por Calleja se mantuvo, pero los insurgentes seguían cortando las comunica-
ciones habitualmente, lo que fomentaba la desmoralización del ejército y las
deserciones, por el retraso de los salarios y la falta de pertrechos. Además, las
relaciones entre criollos y peninsulares se fueron volviendo cada vez menos
amistosas.86
Los cuatro cuerpos formados en el Altiplano potosino siguieron en cam-
paña en diversos puntos del virreinato. Cabría destacar especialmente el pa-
pel jugado por varios oficiales de los Fieles del Potosí,87 como el teniente
coronel Matías Martín y Aguirre, navarro afincado en Catorce;88 y los capita-
84
Los cabecillas rebeldes se convertían en realistas, acompañados de toda su fuerza, y seguían
practicando las mismas actividades, generalmente fuera de la ley, pero bajo otra bandera. Archer,
Christon, «La revolución militar de México…», pp. 168-170; y Ortiz Escamilla, Juan, Guerra y
gobierno…, pp. 126-129.
85
Durante el gobierno de Calleja se habían grabado actividades antes exentas y se habían subido
notablemente los impuestos preexistentes (las alcabalas pasaron del 6% al 16%). La reducción de la
presión fiscal fue una medida popular, pero no mejoró la situación de las cajas reales y el virrey si-
guió teniendo serias dificultades para pagar los intereses de los préstamos. Hamnett, Brian, Revolu-
ción y contrarrevolución…, pp. 110-114.
86
Las unidades carecían de recursos suficientes para costear los gastos cotidianos y el equipa-
miento, que llevaba años sin ser reemplazado, y cuyo estado era tan deplorable que muchos soldados
se negaban a aparecer en actos públicos. Archer, Christon, «En busca de una victoria definitiva…»,
p. 436.
87
24 oficiales del Regimiento de Fieles del Potosí fueron ascendidos en 1818 por diversas ac-
ciones contra los insurgentes en el sur, entre ellos el coronel José Gabriel Armijo, que se ganó el
grado de ejército. AGMM, México, 5389. Gracias concedidas por el rey a oficiales realistas por ac-
ciones contra los insurgentes, Madrid, 19 de octubre de 1818.
88
Era administrador de las minas de su tío Francisco y se unió al ejército de Calleja en la hacien-
da de la Pila como capitán de los Fieles del Potosí. Sus acciones de mérito a lo largo de la guerra,
especialmente, en las campañas del Ejército del Centro y en la lucha contra Morelos, le valieron el
ascenso a teniente coronel. En enero de 1817, tras un largo asedio, tomó por la vía diplomática la
fortaleza de Cóporo. El virrey Apodaca desaprobó las condiciones de la rendición, pero tuvo que
aceptarlas. Aguirre, ofendido, se mantuvo en un discreto segundo plano durante el resto de la guerra
y en abril de 1821 presentó su renuncia, tras rechazar el mando de los Fieles. Unos meses antes había
sido elegido diputado a Cortes por San Luis, empleo que le permitió regresar a la península. AGN,
Indiferente Virreinal, C. 3384, exp. 1. Francisco de Santiago al teniente coronel Parres, Celaya, 8 de
julio de 1821; Velázquez, Primo Feliciano, Historia de San Luis…, t. III, pp. 101-103; y Arrangoiz,
Francisco de Paula, México desde 1808 hasta 1867: relación de los principales acontecimientos
356
de milicianos a militares. la profesionalización de las milicias potosinas
nes Miguel Barragán, natural del Valle del Maíz; y Manuel Gómez Pedraza,
afincado en Rioverde.89 También es reseñable la labor de algunos mandos del
Regimiento de San Luis, como Anastasio Bustamante, michoacano de naci-
miento, pero que ejercía como médico en la capital potosina antes de 1810,90
y el teniente coronel Eugenio Terán.91 Asimismo, el teniente coronel de los
Tamarindos, José Barradas, y el coronel de los Fieles, Félix de la Madrid
(ejercía de capitán), se distinguieron en varias acciones contra el insurgente
Bravo.92
San Luis, y en especial su capital, no había sido uno de los escenarios
principales del conflicto, pero también sufrió el impacto de la guerra.93 Aun-
políticos que han tenido lugar desde la prisión del virrey Iturrigaray hasta la caída del segundo
imperio, Madrid: A. Pérez Dubrull, 1871-72, t. I, pp. 335-338.
89
Barragán comenzó a servir en los Fieles al inicio de la guerra como teniente, y sus méritos,
además del ascenso a capitán, le valieron la Cruz de Isabel la Católica. Tras la independencia llegó a
general y acabó siendo presidente de la república. Por su parte Gómez Pedraza siguió una carrera
muy similar. AGN, Indiferente de Guerra, 121a. Hojas de servicio de los oficiales del Regimiento de
Fieles del Potosí, México, 31 de diciembre de 1813; y Velázquez, Primo Feliciano, Historia de San
Luis…, t. III, pp. 98-101.
90
En 1808 entró a formar parte de la compañía de Voluntarios de Fernando VII creada por Ca-
lleja en la capital potosina, y en 1810 ocupó una oficialía subalterna en el Regimiento de San Luis.
Participó en las campañas del Ejército del Centro. Después estuvo destinado en Apan y participó en
la derrota de Francisco Javier Mina, tras la cual quedó destinado en el Bajío. Sus méritos le permi-
tieron ascender a coronel (aunque ejercía como capitán), y en 1818 fue recomendado para que se le
concediera la Cruz de Isabel la Católica. AGI, Estado, 32, N. 40. El virrey Apodaca al Secretario de
Estado, México, 30 de noviembre de 1818; y Velázquez, Primo Feliciano, Historia de San Luis…,
t. III, pp. 110-115.
91
Asturiano asentado en la capital potosina, se alistó como portaguión en el Regimiento de San
Luis en 1798. En 1810, cuando se formó el Ejército del Centro, era capitán. Participó en las batallas
de Aculco, Guanajuato, Calderón, Zitácuaro y Cuautla. Ascendido a teniente coronel destacó en va-
rias acciones en Puebla. AGMS, 1.ª, 1.ª, T-351. Hoja de servicios de Eugenio Terán, Tulancingo, 30
de noviembre de 1818.
92
De la Madrid era un montañés que se alistó en 1810 como teniente en la Pila. Participó en las
campañas del Ejército del Centro y después luchó contra las gavillas rebeldes en el sur y centro del
virreinato, ganándose el ascenso a coronel. Por su parte, Barradas era un oficial veterano que fue
destinado a los Tamarindos en 1812 como ayudante mayor. Natural de Córdoba (España), comenzó
a servir en 1802 a la edad de trece años como guardiamarina. Fue herido en Trafalgar y tras luchar
contra los franceses en varias acciones, en 1812 pasó a Nueva España con el Regimiento de Lobera.
Al llegar a México fue destinado a los Tamarindos en el sitio de Cuautla, y desde entonces participó
en numerosas batallas que le valieron varios ascensos hasta llegar a coronel. Tras la proclamación de
la independencia regresó a España y se le concedieron las cruces de Isabel la Católica y de San Her-
menegildo. AGMS, 1.ª, 1.ª, M-106-77. Hoja de servicios del capitán Félix de la Madrid, Valladolid,
24 de enero de 1821; ibid., B-836. Hoja de servicios del coronel José Barradas, Madrid, 30 de di-
ciembre de 1823.
93
Como hemos dicho, desde que en marzo de 1811 las fuerzas realistas recuperaran el control
de San Luis la región se mantuvo en calma, con la excepción del paso de Francisco Javier Mina.
357
juan josé benavides martínez
Hubo una mayor presencia insurgente en el oriente de la provincia, una región alejada de los princi-
pales núcleos urbanos, y donde, tras la muerte del individuo que articulaba los poderes locales, José
Florencio Barragán (ver supra pp. 277), se produjo una fragmentación de las fuerzas políticas y mi-
litares. Rangel Silva, José Alfredo, «Milicias en el oriente…», p. 76. Sobre la guerra de independen-
cia en la Huasteca véase: Escobar Ohmstede, Antonio, «Las dirigencias y sus seguidores…»,
pp. 217-236.
94
Bernal Ruiz, Graciela, «Campo realista y presencia insurgente…», pp. 276-277.
95
Esta situación provocó continuas quejas del intendente, que ya en 1817 informaba al virrey de
que solo había 8000 pesos en las cajas, y se debían 154 000. Acevedo solicitó a Apodaca que las
cajas de San Luis quedaran exentas de pagar a las tropas de Guanajuato, porque sobrepasaban las
posibilidades de las mismas, pero la petición acabó siendo rechazada. AGN, Operaciones de Guerra,
vol. 94, exps. 1-96. Correspondencia del intendente Acevedo con el virrey Apodaca sobre pagos a
tropas y estado de las cajas reales, San Luis Potosí y México, 1 de enero de 1817 – 24 de diciembre
de 1818.
96
El comandante del cuerpo era el regidor Miguel Flores y su segundo el alférez real Manuel de
la Gándara. AGN, Operaciones de Guerra, vol. 93, exp. 8. Acta de la sesión del ayuntamiento de San
Luis, San Luis Potosí, 19 de junio de 1813.
358
de milicianos a militares. la profesionalización de las milicias potosinas
tenimiento (sueldos), que rondaba los 7000 pesos al mes, debía sufragar el
cabildo.97 También se creó una Compañía de Voluntarios Rurales de San
Luis, con cien plazas fijadas en las haciendas y barrios del entorno de la ca-
pital, cuyos gastos corrían a cargo del ayuntamiento,98 al igual que los sala-
rios de las compañías de patriotas de otras poblaciones de la región que fue-
sen destinadas a San Luis como refuerzo o para escoltar un convoy.99
El sostenimiento de toda esta estructura militar suponía un elevado coste
para los potosinos,100 que, a pesar de que hubiesen descendido sus ingresos,
debían servir en las milicias urbanas, pagar cada vez más impuestos y alojar
a las tropas.101 En principio, las contribuciones debían ser proporcionales al
nivel de riqueza del donatario, pero en momentos de máxima necesidad casi
siempre los comerciantes eran los principales perjudicados, lo que provocó
frecuentes protestas entre los miembros de este sector.102 Además, la delicada
situación económica de la provincia se veía agravada con la salida regular de
97
El coste no era regular, porque dependía del número de hombres que habían realizado servicio
(a cinco reales los sargentos y cuatro los soldados y cabos), pero suponía un importante esfuerzo para
el ayuntamiento. AGN, Indiferente Virreinal, C. 2061, exp. 11. Juan de Arquidi al virrey Calleja
quejándose de la falta de recursos para los patriotas de San Luis, San Luis Potosí, 2 de julio de 1813;
e ibid., C. 2742, exp. 23. Extracto de la revista del Batallón Mixto Urbano de San Luis, San Luis
Potosí, 3 de agosto de 1819.
98
AGN, Indiferente Virreinal, C. 3230, exp. 37. Revista de la Compañía de Fieles Realistas
Rurales, San Luis Potosí, 30 de enero de 1818.
99
Los propios miembros de estas compañías debían costear sus gastos, pero si eran destinadas
a la capital para cumplir con un cometido concreto, debía encargarse el cabildo potosino.
100
En abril de 1821 había en San Luis tropas de cuatro regimientos del ejército enviados desde
la península (Zaragoza, Extremadura, Zamora e Infantería de Don Carlos), de dos cuerpos provincia-
les (Dragones de San Luis y de Moncada), los fieles urbanos y rurales de San Luis, y varias compa-
ñías de voluntarios realistas de: Santa María del Río, Valle de San Francisco, Salinas del Peñón
Blanco, El Venado, Guadalcázar, Catorce y Matehuala. AGN, Indiferente Virreinal, C. 6133, exp. 39.
Listas de revista de las fuerzas de guarnición en San Luis, San Luis Potosí, 30 de abril de 1821.
101
La movilización de los vecinos para cumplir sus obligaciones como voluntarios y los im-
puestos forzosos para su sostenimiento significaron grandes privaciones para la población. Archer,
Christon, «Historia de la guerra; las trayectorias…», p. 147.
102
Los comerciantes eran los principales interesados en mantener la tranquilidad en la región
para que pudiesen progresar los negocios, pero con el paso de los años los requerimientos no descen-
dían y comenzaron las quejas. Ya en 1813 solicitaron que se les eximiera del pago de un impuesto del
2% sobre sus ventas para el Batallón Mixto Urbano. En 1817, Apodaca ordenó al intendente que
pidiera un préstamo a los comerciantes de la ciudad, pero estos solo aportaron 3100 pesos y tres
meses después solicitó 6000 pesos más al ayuntamiento. AGN, Indiferente Virreinal, C. 502, exp. 8.
Varios comerciantes de San Luis al virrey Apodaca, San Luis Potosí, 29 de octubre de 1813; AGN,
Operaciones de Guerra, vol. 94, exp. 16. El intendente Acevedo al virrey Apodaca, San Luis Potosí,
4 de abril de 1817; e ibid., exp. 36. El intendente Acevedo al virrey Apodaca, San Luis Potosí, 2 de
julio de 1817.
359
juan josé benavides martínez
un buen número de hombres jóvenes para cubrir algunas de las bajas de los
regimientos potosinos que servían en otras partes del virreinato.103 En estas
circunstancias, que afectaban a todos los habitantes de la región, empezó a
generarse un resentimiento hacia las autoridades, en especial las militares,
que eran peninsulares, y la población fue mostrándose cada vez más reacia a
cumplir sus órdenes.104
En medio de esta complicada situación, la relación entre las dos mayores
autoridades de la provincia, el intendente Acevedo y el comandante Torres
Valdivia, fue de lo más conflictiva. En principio, la figura del intendente es-
taba por encima, pero el estado de guerra otorgó un mayor peso al coman-
dante. El enfrentamiento entre ambas personalidades se originó con la llega-
da de Torres en 1812, y se debió a una lucha de egos por el poder. En 1817,
el intendente trató de imponerse al poder militar con el apoyo del ayunta-
miento, y propuso a los oficiales que debían ocupar las vacantes del Batallón
Mixto Urbano de San Luis, una prerrogativa del comandante, lo que provocó
la queja de este.105 Esta disputa rutinaria, ya que cada vez que uno de los di-
rigentes consideraba que el otro menoscababa su autoridad enviaba un escri-
to al virrey, colmó la paciencia de Apodaca, que conminó a ambos personajes
a que trataran de relacionarse con normalidad. Los dos acataron la recomen-
103
El intendente Acevedo se quejó al virrey y solicitó que las bajas de los cuerpos potosinos se
cubrieran exclusivamente con reclutas de las regiones donde estaban sirviendo, porque la continua
extracción de hombres jóvenes de la provincia agravaba la mala situación de la agricultura y la mi-
nería. Aunque no se oponía a realizar reclutas de gentes sin oficio y vagabundos, que en varias oca-
siones fueron enviados para servir en el Regimiento de San Luis. AGN, Indiferente Virreinal, C.
6115, exp. 2. Lista de individuos de San Luis Potosí para servir en el Regimiento de San Luis, Mé-
xico, 23 de mayo de 1817; y AGN, Operaciones de Guerra, vol. 94, exp. 101. El intendente Acevedo
al virrey Apodaca dando parte de los vagos aprehendidos y destinados al servicio de las armas, San
Luis Potosí, 31 de octubre de 1818.
104
La población potosina no cumplió la orden de requisición de caballos de 1812, según la cual
todos los caballos debían quedar bajo el cuidado de las autoridades militares. El virrey pretendía
evitar que los insurgentes se hicieran con monturas, pero esta medida era totalmente inviable en la
región por la abundancia de ganado equino. Además, fueron constantes las resistencias de los habi-
tantes de San Luis frente a los métodos de recaudación obligatoria, como la lotería forzada y los
enteros, cuyos compradores eran apuntados en una lista junto con la cantidad que aportaban. Noyo-
la, Inocencio, Insurgentes y realistas…, pp. 116-136; y Bernal Ruiz, Graciela, «Sociedad y guerra:
Actitudes ante la…», p. 170.
105
Torres Valdivia consideraba que el ayuntamiento solo tenía derecho a proponer los oficiales
del Regimiento de San Luis, pero el intendente argumentaba que podía hacer las propuestas para
cualquier cuerpo miliciano con cabecera en San Luis. AGN, Operaciones de Guerra, vol. 92, exp. 61.
El intendente Acevedo al virrey Apodaca, San Luis Potosí, 24 de abril de 1817; e ibid., exp. 62. El
comandante Torres Valdivia al virrey Apodaca, San Luis Potosí, 22 de agosto de 1817.
360
de milicianos a militares. la profesionalización de las milicias potosinas
361
juan josé benavides martínez
nos y el 25 los franciscanos. AGN, Operaciones de Guerra, vol. 92, exp. 78. El intendente Acevedo
al virrey Apodaca, San Luis Potosí, 12 de julio de 1820; y Frasquet, Ivana, «Se obedece y se cumple.
La jura de la Constitución de Cádiz en México en 1820», en Álvarez Cuartero, Izaskun y Sánchez
Gómez, Julio, Visiones y revisiones de la independencia americana: la independencia de América…,
p. 242.
110
El día 16 de septiembre se constituyó la junta electoral provincial, que quedó presidida por
el jefe político Acevedo, y el 17 se procedió a la elección de diputados a Cortes, en la que, al igual
que en 1813, hubo protestas por irregularidades en las elecciones de algunos partidos. El marqués del
Jaral, elector de la subdelegación de Santa María del Río, no pudo acudir por estar cortado el camino
desde la hacienda del Jaral, así que la junta quedó formada por siete electores, que eligieron como
diputados a Tomás Vargas, párroco de Guadalcázar, y Matías Martín y Aguirre, teniente coronel de
los Fieles del Potosí. Ambos tomaron posesión de sus cargos en Cádiz en mayo de 1821. Para enton-
ces ya se habían realizado en San Luis unas nuevas elecciones para los diputados del siguiente bie-
nio. Fueron elegidos Francisco Cendoya y Ramón Esteban Martínez de los Ríos, que no llegaron a
ocupar sus empleos, porque se proclamó la independencia. Noyola, Inocencio, Insurgentes y realis-
tas…, p. 86; ACD, DE, 8972. Actas de la elección de diputados a Cortes por San Luis, San Luis Po-
tosí, 18 de septiembre de 1820; ibid., 23230. Poder del diputado Matías Martín y Aguirre, Cádiz, 5
de mayo de 1821; ibid., 23262. Poder del diputado Tomás de Vargas; e ibid. 90818. Actas de la
elección de diputados a Cortes por San Luis, San Luis Potosí, 10 de marzo de 1821.
111
La Constitución establecía que la diputación provincial, presidida por el intendente, supervi-
saría la financiación de los cabildos. Molina Martínez, Miguel, «De cabildos a ayuntamientos…»,
p. 152.
112
En septiembre de 1820 se celebraron las elecciones y en noviembre se constituyó la diputa-
ción. Acudieron los tres diputados elegidos en San Luis (Juan Vicente de Arce, José María Semper y
Manuel Fernando Ortiz de Zárate), pero solo uno de Guanajuato. Esta circunstancia hizo que el ca-
bildo solicitara su disolución por ser ilegítima, pero Acevedo amenazó con encarcelar a cualquiera
que apoyase esa postura y solicitó el apoyo del comandante, que se negó para evitar males mayores.
La respuesta del ayuntamiento fue enviar una dura representación a la Corte, solicitando el cese del
jefe político, acusándole de estar interesado en la diputación solo para tener más poder. La situación
se complicó más todavía con un decreto de las Cortes que variaba la composición de la diputación.
Guanajuato pasaría a formar parte de la de Michoacán mientras que Zacatecas se uniría a la de San
Luis. Cf. Bernal Ruiz, Graciela, «Campo realista y presencia insurgente…», p. 174; AGI, México,
3043. El jefe político Acevedo al virrey Apodaca, San Luis Potosí, 30 de septiembre de 1820; ibid.,
1680. Representación al rey del ayuntamiento constitucional de San Luis, San Luis Potosí, 3 de fe-
brero de 1821; AGMM, México, 5388. Decreto de las Cortes estableciendo que la provincia de
Zacatecas forme parte de la Diputación de San Luis Potosí y Guanajuato de la de Michoacán, Ma-
drid, 6 de noviembre de 1820; AGN, Ayuntamientos, vol. 206. Expediente sobre el conflicto entre el
ayuntamiento constitucional de San Luis y la diputación provincial, San Luis Potosí, 17 de noviem-
bre de 1821 – 19 de febrero de 1821. Sobre el funcionamiento de la diputación provincial de San Luis
véase: Monroy Castillo, María Isabel (ed.), La Diputación Provincial de San Luis Potosí: actas de
sesiones, 1821-1824, México: Instituto Mora, El Colegio de San Luis, 2012, 2 vols.
362
de milicianos a militares. la profesionalización de las milicias potosinas
113
La milicia nacional era una fuerza armada compuesta por ciudadanos y regida por los ayun-
tamientos, cuyo servicio era un derecho y un deber constitucional. Era la institución que garantizaría
la defensa del nuevo sistema. Chust Calero, Manuel, «La nación en armas. La Milicia Cívica en
México, 1821-1835», en Rodríguez O., Jaime E. (coord.), Revolución, independencia y…, pp. 279-
281.
114
AHESLP, Ayuntamiento, 1820. Acta de la sesión del cabildo de San Luis, San Luis Potosí, 16
de junio de 1820.
115
Sin embargo, el fiscal de hacienda pública aprobó una reducción de plazas de fieles realistas
en San Luis para abaratar su coste. A las autoridades virreinales no les interesaba que fuesen una
fuerza numerosa porque con la excusa de los gastos militares el cabildo podría reducir la cantidad
de plata que cada mes se enviaba a la capital, aproximadamente el 15% del total que llegaba desde
diversos puntos del virreinato. AGN, Ayuntamientos, vol. 225. El fiscal de hacienda nacional de
México al jefe político de San Luis, México, 21 de febrero de 1821; AGMM, México, 5368. Partes
mensuales del estado de Nueva España del virrey Apodaca, México, 1820; e ibid., 5369. Partes men-
suales del estado de Nueva España del virrey Apodaca, México, 1819.
116
Sobre el debate que suscitaron en las Cortes de 1820 las propuestas de autogobierno de los
diputados americanos, véase: Frasquet, Ivana, ««Ciudadanos: ya tenéis Cortes». La convocatoria de
1820 y la representación americana», en Rodríguez O., Jaime E., Las nuevas naciones…, pp. 145-
167; e ibid., «La cuestión nacional americana en las Cortes del Trienio Liberal, 1820-1821», en Ro-
dríguez O., Jaime E., Revolución, Independencia y
, pp. 123-157.
117
En estos grupos se discutían diversas ideas: expulsar a los españoles o prohibirles el acceso
a cargos públicos, restablecer el absolutismo, establecer una monarquía constitucional, una república
central, una república federal… Los comandantes realistas también participaron porque con la Cons-
titución vieron socavados sus poderes frente a los ayuntamientos y otras innovaciones administrati-
vas. Ortiz Escamilla, Juan, Guerra y gobierno…, pp. 144-147.
363
juan josé benavides martínez
118
En 1820 el coronel del Regimiento de San Carlos, José Gabriel Armijo, con mala salud,
presentó su renuncia como comandante de la división de Acapulco. Apodaca designó a Iturbide como
su sustituto, un oficial desacreditado por los escándalos tras su mando en Guanajuato y comprome-
tido en conspiraciones. Archer, Christon, «La revolución militar de México…», pp. 172 y 173.
119
Iturbide modificó el proyecto elaborado por el grupo de La Profesa, de carácter monárquico
conservador, para asegurarse un apoyo amplio de los diferentes sectores de la sociedad novohispana.
Ortiz Escamilla, Juan, Guerra y gobierno…, p. 146.
120
Se le denominaba Ejército Trigarante, porque defendía las tres garantías fijadas en el Plan de
Iguala: independencia, religión e igualdad de todos los mexicanos. Kahle, Gunter, El ejército y la
formación del estado…, pp. 89-92.
121
Tras once años de conflicto, tanto los militares como la población daban muestras de agota-
miento por la contienda y el Plan de Iguala les ofrecía una salida ventajosa: una vez que las fuerzas
trigarantes se asentaban en las proximidades de una ciudad, enviaban un comunicado a las autorida-
des en el que se les prometía, si se adherían al Plan, que sus vidas y bienes serían respetados, no
habría desórdenes y tanto los militares como los funcionarios no perderían ninguno de sus derechos.
AGMM, México, 5375. Capitulaciones de Valladolid, Querétaro, Puebla y Durango, 20 de mayo de
1821 – 3 de septiembre de 1821.
364
de milicianos a militares. la profesionalización de las milicias potosinas
Tal fue el caso de San Luis, donde a mediados de marzo, en plena efer-
vescencia política, con conflictos entre las autoridades y con una presión
creciente sobre sus cajas reales, llegaron las noticias de la sublevación de
Iturbide, que fue apoyada en Guanajuato por su comandante, Anastasio Bus-
tamante, oficial de los Fieles del Potosí.122 Varios oficiales del Regimiento de
San Luis, entre ellos Manuel Tovar, Nicolás Acosta y José Márquez, partie-
ron con sus compañías (algo más de cien hombres) a reunirse con los Fieles
en el Bajío.123 Fueron congregando las tropas diseminadas en diversos pobla-
dos y haciendas de la subdelegación de Santa María del Río, leyendo procla-
mas a favor de Iturbide, y a su paso por el Valle de San Francisco proclama-
ron la independencia y asaltaron el fielato de tabacos.124
El 22 de marzo se reunieron en casa de Torres Valdivia los miembros de
la diputación, del ayuntamiento, oficiales milicianos y vecinos principales
para hacer un frente común ante la propagación del Plan de Iguala. Sin em-
bargo, pronto empezaron a sospechar que el propio comandante era simpati-
zante del mismo, y en abril fue destituido.125 El teniente coronel del Regi-
miento de Zamora, Pedro Pérez San Julián, ocupó su lugar como interino, y
junto con varias compañías del 1.º batallón de Zaragoza,126 salió en busca de
122
Al tener conocimiento del cambio de bando de este valioso oficial, el virrey Apodaca se refi-
rió a él como «ex-coronel Bustamante». Hamnett, Brian, «Anastasio Bustamante y la guerra de in-
dependencia (1810-1821)», Historia Mexicana, n.º 4, vol. 28, abril-junio 1979, El Colegio de Méxi-
co, México, p. 535.
123
La fidelidad a la causa realista del capitán Tovar, hijo del que fuera sargento mayor y tenien-
te coronel del Regimiento de San Luis, ya era más que dudosa desde que en 1815 partiera al frente
de una fuerza hacia la hacienda de la Parada para socorrer al capitán Goyeneche, pero se dirigió a la
hacienda de Espíritu Santo. Posteriormente, en 1817, tuvo una actuación similar cuando las tropas de
Mina atacaron la hacienda de Peotillos, derrotando a las fuerzas del coronel Armiñan. Sin embargo,
pudo justificar su comportamiento (se limitó a cumplir las órdenes que le habían dado), así que fue
declarado inocente en ambas ocasiones. AGN, Indiferente de Guerra, vol. 358a. Averiguación contra
el capitán Manuel Tovar por su conducta en la acción de la Parada, San Luis Potosí, 7 de febrero de
1815 – 28 de septiembre de 1815; e ibid., vol. 363a. Causa contra el capitán Manuel Tovar por su
conducta en su expedición contra Mina, San Luis Potosí y México, 19 de julio de 1817 – 14 de sep-
tiembre de 1818
124
AGN, Operaciones de Guerra, vol. 92, exp. 87. Correspondencia entre el jefe político Aceve-
do y el alcalde del Valle de San Francisco, San Luis Potosí y Valle de San Francisco, 17 de marzo de
1821 – 22 de marzo de 1821.
125
Las sospechas eran lógicas, porque dos de los capitanes que habían proclamado la indepen-
dencia en el Valle de San Francisco, Acosta y Márquez, eran sus ayudantes. AGN, Indiferente Virrei-
nal, C. 6255, exp. 2. Agustín Zambrano al virrey Apodaca, San Luis Potosí, 25 de abril de 1821.
126
Estaban destinadas en San Luis desde finales de 1820. AGMM, México, 5368. El virrey
Apodaca al comandante de las Provincias Internas de Oriente, México, 30 de enero de 1821.
365
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366
de milicianos a militares. la profesionalización de las milicias potosinas
367
juan josé benavides martínez
ba al pueblo y era portador de los valores de sacrificio y heroísmo de los libertadores. Además per-
mitía fundamentar la representación sobre un pilar sólido, aunque fuese minoritario. Thibaud, Cle-
ment, «Formas de guerra y mutación del Ejército durante la guerra de independencia en Colombia y
Venezuela», en Rodríguez O., Jaime E. (coord.), Revolución, Independencia y
, pp. 339-341 y 358.
135
Los conservadores consideraban que la milicia representaba un peligro para el orden interno.
Pero los diputados federalistas eran partidarios de que los propios ciudadanos (propietarios) armados
velaran por el orden de la sociedad, quedando la labor del ejército reducida a la protección frente
enemigos externos. Hasta que no se definió el modelo de estado, la organización y funcionamiento
de las fuerzas armadas fue errática e indefinida en México. Frasquet, Ivana, «El estado armado o la
nación en armas: ejército versus milicia cívica en México, 1821-1823», en Chust Calero, Manuel y
Marchena Fernández, Juan (eds.), Las armas de la nación…, pp. 116-130; y Ortiz Escamilla, Juan,
«La nacionalización de las fuerzas…», p. 295.
136
En febrero de 1822 comenzó a reunirse el Congreso Constituyente, cuyos miembros, mayo-
ritariamente, querían evitar que se estableciera una monarquía. Las Cortes españolas no habían apro-
bado los acuerdos de Córdoba, así que no podía esperarse un rey español, y los monárquicos, en
minoría, se unieron a los partidarios de Iturbide, que acabó siendo proclamado emperador el 18 de
mayo de 1822. Su principal objetivo fue fortalecer el poder central, para lo que disolvió el Congreso
y otorgó al ejército profesional el protagonismo en la defensa. Pero estas medidas provocaron un
nuevo estallido rebelde de carácter republicano, el del general Santa Anna. Los oficiales que Iturbide
envió para sofocar la rebelión se volvieron contra él, proclamando el Plan de Casa Mata, un proyec-
to político liberal. El emperador abdicó y el Congreso volvió a reunirse. Iturbide se exilió, aunque
poco después regresó a México. Al desembarcar, fue hecho prisionero y fusilado. En los siguientes
años, los presidentes Santa Anna, Barragán y Bustamante trataron de rehabilitar su figura, pero la
evolución liberal favoreció que se prestara más atención a los primeros insurgentes. Kahle, Gunter,
El ejército y la formación del estado…, pp. 91-96; y Ortiz Escamilla, Juan, Guerra y gobierno…,
pp. 171-173. Sobre la figura de Agustín de Iturbide véase: Anna, Timothy, The Mexican Empire of
Iturbide, Lincon: University of Nebraska, 1990; Arenal Fenochio, Jaime del, Agustín de Iturbide,
México: Planeta, 2002; Caudet, Francisco, Agustín de Iturbide, Madrid: Dastin, 2003; y Salazar
Andreu, Juan Pablo, Entorno jurídico de Agustín de Iturbide, México: Escuela Libre de Derecho,
1992.
137
Ortiz Escamilla, Juan, «Las fuerzas militares y el proyecto…», pp. 265-267.
368
de milicianos a militares. la profesionalización de las milicias potosinas
369
juan josé benavides martínez
ciplina cundiera entre una tropa que en muchos casos, ante la necesidad de
aumentar el número de efectivos, había sido reclutada a la fuerza.142 A la in-
competencia generalizada entre los oficiales y la falta de disciplina de los
soldados se le unió la pérdida de un valor fundamental, la lealtad. Iturbide
fue el primero en rebelarse contra las autoridades, y esta ruptura sirvió de
ejemplo para casi todos los altos mandos, que formaron facciones y se invo-
lucraron en diversas conspiraciones, lo que debilitó al ejército como institu-
ción. Los primeros años de la historia política del México independiente es-
tuvieron determinados por los militares, que en muchos casos fueron más
políticos que soldados.143 A este ascenso del estamento militar como grupo
dirigente se vinculó la aparición de los caudillos.144
El 7 de noviembre de 1821 se promulgó una orden que reorganizaba el
ejército en ocho regimientos de infantería y once de caballería. Cada uno se
designaría con un número, perdiendo así el nombre con el que había comba-
tido durante la guerra. Posteriormente, en 1823, el Congreso modificó esta
organización, formando doce batallones de infantería, cada uno con nueve
compañías y una fuerza de 825 hombres, y trece de caballería, con 550 pla-
zas. El Batallón de Infantería de San Luis (Tamarindos) pasó a formar parte
del 12.º Batallón de Infantería (junto con tres compañías de Durango); los
Dragones de San Luis quedaron incorporados al 3.º Batallón de Caballería;
los Fieles del Potosí se unieron al 5.º (junto a los Dragones de la Libertad y
a los patriotas de Guanajuato); y los Dragones de San Carlos se integraron en
el 9.º (junto con los Fieles de Apan y el Regimiento de Tlaxcala),145 donde
jugaron un papel protagonista.146
142
Ibid., pp. 170-181. Sobre los sistemas de reclutamiento del ejército en los primeros años del
México independiente, véase: Serrano Ortega, José Antonio, El contingente de sangre, México:
INAH, 1993.
143
La mayoría de los presidentes fueron generales, que llegaron al poder tras provocar una re-
vuelta y fueron derrocados con una nueva insurrección. Ortiz Escamilla, Juan, «Las fuerzas milita-
res y el proyecto…», pp. 268 y 269; y Archer, Christon, «Beber del cáliz envenenado», p. 314.
144
Kahle, Gunter, El ejército y la formación del estado…, p. 19.
145
Ibid., pp. 158 y 159; y Garrocho Sandoval, Carlos, Los soldados potosinos en…, p. 30.
146
No hemos localizado documentación referente al resto de los batallones del ejército mexica-
no en los que se incorporaron los otros regimientos provinciales potosinos. Aunque también pode-
mos suponer que los Tamarindos predominaban entre los miembros del 12.º Batallón de Infantería.
En 1823 este cuerpo estaba de guarnición en San Luis cuando llegó Santa Anna, procedente de Vera-
cruz, con el 8.º Batallón tras la promulgación del Plan de Casa Mata contra Iturbide. La convivencia
de ambas fuerzas fue conflictiva y la población potosina, que sentía como suyos a los soldados del
12.º Batallón, se sublevó contra el 8.º, a cuyos miembros acusaban de cometer todo tipo de abusos.
Velázquez, Primo Feliciano, Historia de San Luis…, t. III, pp. 143-146.
370
de milicianos a militares. la profesionalización de las milicias potosinas
147
AGN, Indiferente Virreinal, C. 3447, exp. 37. Lista de revista del Regimiento Provincial de
Dragones de San Carlos, Celaya, 3 de marzo de 1821.
148
La fuerza establecida para cada Batallón de caballería era de 550 hombres, pero no solo casi
nunca llegó a alcanzarse, sino que cada año presentaban menos plazas. La principal razón de esta
merma eran los elevados niveles de deserción. Como ejemplo, la media del 9.º Batallón era de entre
cincuenta y sesenta abandonos al mes, mientras que apenas se alistaban veinte nuevos reclutas. AGN,
Indiferente de Guerra, vol. 233a. Resumen del pie de fuerza del 9.º Regimiento de Caballería, San
Luis Potosí, 1825.
149
La mitad se habían alistado antes de 1810, pero ninguno como oficial. AGN, Indiferente de
Guerra, vol. 75d. Revista del 9.º Regimiento de Caballería, México, 6 de febrero de 1822; e ibid., vol.
202. Hojas de servicios de oficiales del 9.º Regimiento de Caballería, México y San Luis Potosí, 30
de diciembre de 1822 – 30 de diciembre de 1824.
150
Además ocupaban los principales empleos: el coronel, un teniente coronel y cuatro de las
cinco capitanías. AGN, Indiferente Virreinal, C. 1452, exp. 9. Liquidaciones y ajustes de cuentas del
9.º Regimiento de Caballería, San Luis Potosí, 31 de diciembre de 1823; y AGN, Archivo Histórico
de Hacienda, vol. 2289, exp. 1. Lista de revista del 9.º Regimiento de Caballería, San Luis Potosí, 4
de febrero de 1824.
151
Solo hemos localizado 18 filiaciones de soldados del 9.º Regimiento en 1825, de las que
quince correspondían a potosinos. AGN, Indiferente de Guerra, vol. 233a. Filiaciones de soldados
del 9.º Regimiento de Caballería, San Luis Potosí y México, 1825.
371
juan josé benavides martínez
372
de milicianos a militares. la profesionalización de las milicias potosinas
las prescripciones sobre las milicias, y que solo sirvieron para aumentar el
número de deserciones.155
En San Luis las milicias activas sufrieron diversos cambios y reestructu-
raciones a lo largo de su existencia, lo que denota que los resultados obteni-
dos no eran satisfactorios. El 7 de diciembre de 1822 se formó un batallón
activo de infantería, que se disolvió cuatro meses después, para volver a
restablecerse en septiembre de 1823. Este cuerpo existió como tal hasta julio
de 1839, cuando sus miembros fueron integrados en el 4.º Batallón de Infan-
tería del ejército permanente. En cuanto a la caballería, también se estableció
un regimiento activo en diciembre de 1822, que se disolvió el 28 de abril de
1835 y volvió a organizarse el 15 de junio del mismo año.156
2. La milicia cívica. El antecedente inmediato de esta fuerza era la mi-
licia nacional, la «versión» constitucional de las compañías de fieles realistas
formadas durante la guerra por orden de Calleja, por lo que tuvo práctica-
mente las mismas características.157 Según el reglamento aprobado por el
Congreso mexicano en 1823, la milicia cívica era una fuerza formada por las
diferentes compañías establecidas en cada población, con un número de pla-
zas proporcional al de habitantes, y que, bajo el mando de las autoridades
locales y sin disfrutar de ningún fuero especial, debía mantener el orden en
su jurisdicción, perseguir delincuentes y desertores y realizar escoltas oca-
sionales. Asimismo, al margen de los aspectos relacionados con la defensa,
la organización de estas unidades aspiraba a que sus miembros, además de
vecinos armados (milicianos), fuesen cívicos, es decir que se imbuyesen de
los valores nacionales y liberales fijados en la Constitución.158 La tropa ele-
gía a los oficiales mediante el voto, y estos, a su vez, a los mandos más ele-
vados. Por tanto, el grado no estaba determinado por la posición social o los
méritos, aunque, en general, fueron las élites los que ocuparon las oficialías,
añadiendo así a su poder económico e influencia política, la fuerza y el pres-
155
Algunas unidades perdieron hasta el 70% de sus plazas, lo que las hizo totalmente inservi-
bles. Kahle, Gunter, El ejército y la formación del estado…, pp. 184 y 185.
156
Ortiz Escamilla, Juan, «La nacionalización de las fuerzas…», pp. 316 y 317.
157
El reglamento de la milicia nacional de 1820 fue prácticamente el mismo que el del de la
milicia cívica, aprobado por el congreso mexicano en 1822, salvo por el cambio de denominación.
Chust Calero, Manuel, «La nación en armas…», pp. 279-281.
158
La organización de la milicia cívica representaba la vertiente armada de la cuestión nacional.
Chust Calero, Manuel, «Milicia e independencia en México: de la nacional a la cívica, 1812-1827»,
en Broseta, Salvador, Las ciudades y…, pp. 378 y 379; e ibid., y Serrano Ortega, José Antonio,
«Milicia y revolución liberal en España y en México», en Chust Calero, Manuel y Marchena Fer-
nández, Juan (eds.), Las armas de la nación…, p. 82.
373
juan josé benavides martínez
374
de milicianos a militares. la profesionalización de las milicias potosinas
todas las órdenes, instrucciones, reglamentos y decretos que para el régimen interior del mismo, ha
circulado el Gobierno desde Enero de 1827 hasta Diciembre de 1834, época en que terminaron las
funciones legislativas de su 4º Congreso Constitucional, San Luis Potosí: Imprenta del Estado, 1835,
n.º 95.
165
Chust Calero, Manuel, «Milicia e independencia…», pp. 375 y 376; y Ortiz Escamilla,
Juan, «Las fuerzas militares y el proyecto…», pp. 272-275.
166
Este cambio responde el triunfo del federalismo. Chust Calero, Manuel, «La nación en ar-
mas…», pp. 298-301.
167
Los oficiales eran instruidos por militares retirados y luego estos debían disciplinar a sus
tropas los días de fiesta que no trabajaban. Esta circunstancia demoraba el entrenamiento y fomenta-
ba el absentismo, porque los milicianos no querían dedicar su tiempo libre a una actividad improduc-
tiva y obligatoria. Ibid., «Milicia e independencia…», pp. 373 y 374.
168
En general, las compañías estaban mal armadas y pertrechadas. Para reducir costes era habi-
tual que los milicianos fueran obligados a sufragar sus uniformes y aportar sus armas. Ibid., «La
nación en armas…», pp. 291-294.
169
El primer Congreso del Estado de San Luis fue instalado el 21 de abril de 1824. Contaba con
trece miembros que representaban los distintos departamentos y partidos en que se dividía el estado,
la mayoría con experiencia institucional previa en la diputación provincial. Monroy Castillo, María
Isabel y Calvillo Unna, Tomás, «Las apuestas de una región: San Luis Potosí y la república fede-
ral», en Vázquez, Josefina Zoraida (coord.), El establecimiento del federalismo…, pp. 344-346.
375
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170
BN, 5/12914(1). «Decreto del Congreso Constitucional del Estado de San Luis Potosí...»
171
En la prefectura de San Luis Potosí se estableció un batallón de infantería y la compañía de
artillería; en la subprefectura de Santa María del Río, dos escuadrones de caballería y dos compañías
de infantería; en la de Guadalcázar la misma fuerza; en la prefectura de Rioverde un escuadrón de
caballería y tres compañías de infantería; en la subprefectura del Valle del Maíz también un escua-
drón de caballería y tres compañías de infantería; en la prefectura de Tancanhuitz un escuadrón de
caballería y dos compañías de infantería; en la subprefectura de Ciudad de Valles una compañía de
infantería y otra de caballería; en la prefectura del Venado dos compañías de infantería y una de ca-
ballería; en la subprefectura de Catorce un escuadrón de caballería y dos compañías de infantería; y
en la de Ojo Caliente una compañía de infantería y otra de caballería. Las compañías de infantería se
componían de un capitán, dos tenientes, dos subtenientes, cinco sargentos, cuatro cornetas, catorce
cabos y 127 soldados; y las de caballería de un capitán, dos tenientes, dos alféreces, cinco sargentos,
ocho cabos, y 75 soldados montados y diez desmontados. Ibid.
376
de milicianos a militares. la profesionalización de las milicias potosinas
172
Estas fuerzas se conformaron bajo diferentes nombres, dependiendo del momento político y
de la orientación del gobierno que las organizaba: voluntarios realistas, milicias nacionales y cívicas.
Gayol, Víctor, «Las milicias nacionales en la construcción…», pp. 460-464.
173
El método electivo de la oficialidad en la milicia cívica no transformó su naturaleza, sino que
permitió a los notables locales gozar de una doble legitimidad, civil y militar. Esto reforzó su poder
a nivel regional y les granjeó una mayor autonomía en relación al estado, lo que explicaría en buena
parte el fenómeno del caudillismo durante el siglo xix. Morelli, Federica, «¿Disciplinadas o republi-
canas?...», pp. 429-431 y 433.
174
Serrano Ortega, José Antonio, «Villas fuertes, ciudades débiles…», pp. 395 y 396.
175
Ortiz Escamilla, Juan, Guerra y gobierno…, pp. 176 y 177.
176
ibid., p. 178. Sobre el papel de la Guardia Nacional durante el segundo tercio del siglo xix
mexicano véase: Hernández Chávez, Alicia, «La Guardia Nacional en la construcción del orden re-
publicano», en Chust Calero, Manuel y Marchena Fernández, Juan (eds.), Las armas de la na-
ción…, pp. 223-246.
377
CONCLUSIONES
379
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conclusiones
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382
conclusiones
oficial del ejército del rey. Su deseo siempre fue progresar en la carrera mili-
tar, pero, tras sufrir varios reveses en sus aspiraciones, comprendió que San
Luis sería su último destino. Solo entonces comenzó a promover su ascenso
social, pero la insurgencia le ofreció una oportunidad de hacer méritos que
no desaprovechó. Contradiciendo las órdenes del virrey, se valió de su in-
fluencia en la región para formar una fuerza de casi 3000 hombres. Los mili-
cianos acudieron a la llamada de su comandante, que también alistó a más de
mil voluntarios, peones de las haciendas potosinas en su mayoría, que orga-
nizó en dos nuevos cuerpos, uno de infantería, cuyos miembros eran conoci-
dos como los «Tamarindos», y otro de caballería, los «Fieles del Potosí».
Además, Calleja recibió el apoyo económico y personal de las autoridades
locales y de los diferentes sectores de la sociedad, que le facilitaron, dentro
de sus posibilidades, las tareas de intendencia, pudiendo así habilitar e ins-
truir medianamente a sus tropas en menos de un mes.
Al margen de su papel como general de un ejército, la figura de Calleja
fue fundamental para cortar el avance de la insurgencia hacia el norte. Defen-
sor a ultranza de la ortodoxia del sistema, su influencia sobre las institucio-
nes potosinas y la fuerza que le otorgaban los regimientos milicianos que
comandaba, compuestos por hombres fieles a su persona, impidieron que el
resentimiento criollo se organizara y manifestara institucionalmente en San
Luis. Cuando estalló la insurrección, su principal temor era el clero, el único
sector de la sociedad que escapaba a su influencia, y que tenía un gran ascen-
diente sobre el pueblo llano. Entre los criollos de los grupos medios de la
sociedad había algunos elementos descontentos, porque se sentían margina-
dos por los privilegios de los peninsulares, pero carecían de una organización
sólida y eran una minoría, ya que gran parte de ellos se alistaron en el ejérci-
to realista. El escaso peso institucional del clero en la región y el hecho de
que la Consolidación de Vales Reales apenas afectara a la economía local, en
pleno crecimiento gracias a la producción argentífera de Catorce, contribu-
yeron a que las ideas insurgentes no cuajaran en San Luis. Pero considera-
mos que el papel de Calleja fue clave en este asunto, porque no fue hasta
después de su marcha cuando el descontento reinante entre algunos sectores
criollos y del clero se organizó y se manifestó en San Luis, y además, porque
varios agentes no potosinos tuvieron una gran influencia en ello, mientras
que las autoridades locales, salvo las de origen peninsular, que huyeron, se
limitaron a tratar de mantener el orden y no dieron muestras de un claro com-
promiso con la insurgencia. Ni los miembros del ayuntamiento ni los gober-
383
juan josé benavides martínez
384
conclusiones
que debían sostener a las tropas del ejército realista y a las compañías de
fieles, en las que muchos de ellos se veían obligados a servir, abandonando
las tareas productivas. El esfuerzo que tuvieron que realizar los habitantes
del virreinato fomentó el descontento entre la población y terminó por arrui-
nar la maltrecha economía novohispana, aunque los costes económicos y
sociales de un gran ejército regular enviado desde la península no habrían
sido menores.
En el nuevo plan defensivo de Calleja los cuerpos potosinos, formados
por hombres de su confianza, cuya labor en campaña le permitió llegar al
poder, ocuparon buena parte de los puestos clave. Tanto los humildes campe-
sinos, que en su mayoría formaban estas tropas, como la oficialidad, que
desde el inicio de la guerra era predominantemente criolla, adquirieron un
nuevo estatus como soldados del rey. Al honor que suponía vestir el unifor-
me, se añadía el hecho de formar parte de un grupo privilegiado (fuero,
preeminencias, independencia de los poderes civiles…). Su fidelidad a la
causa realista no puede ponerse en duda, pero en 1821 apoyaron el plan in-
dependentista de Iturbide, porque, además de garantizar la independencia, la
religión y la igualdad de los mexicanos, les aseguraba el mantenimiento de
sus privilegios como miembros del ejército. Para entonces, la práctica totali-
dad de los mandos que servían desde antes del estallido insurgente, vecinos
principales y, fundamentalmente, de origen peninsular, ya estaban retirados.
La mayoría de los nuevos oficiales provenían de los sectores populares de la
sociedad, habían sentado plaza de soldado o suboficial como una opción para
ganarse la vida, y lograron ascender por méritos de guerra. Tras el desgaste
de once años de conflicto y ante la inestabilidad que se vivía en la península,
con continuos cambios de régimen, dejaron en un segundo plano su deber de
servicio al rey y se adhirieron al Plan de Iguala, que garantizaba su continui-
dad en una situación privilegiada. Durante la guerra el ejército realista de-
mostró su superioridad militar sobre las fuerzas insurgentes, pero, finalmen-
te, fueron los propios realistas los que apoyaron la independencia para
mantener sus privilegios. De esta forma, los milicianos potosinos, que se
convirtieron en soldados del rey durante la contienda, pasaron a ser miem-
bros del ejército mexicano.
Las fuerzas que se enfrentaron al inicio de la guerra, unas sublevadas
violentamente y otras que luchaban para acabar con la rebelión, no eran pro-
fesionales, pero en 1821 miles de hombres conformaban un ejército nacional
con experiencia en combate. La estrategia defensiva del virrey convirtió a los
385
juan josé benavides martínez
386
conclusiones
2
Sobre los diferentes conceptos de soberanía en pugna durante los primeros años del México
independiente véase: Frasquet, Ivana, «Táctica y estrategia del discurso político mexicano: la cues-
tión de la soberanía, 1821-1822, en ibid. (coord.), Bastillas, cetros y blasones: la independencia en
Iberoamérica, Madrid: Mapfre, 2006, pp. 123-149.
387
juan josé benavides martínez
3
El largo periodo de tiempo que abarca el presente estudio motivó que no abordáramos con
mayor detenimiento las disputas y tensiones entre el conde del Peñasco y su entorno con las autori-
dades y los grupos fuera de su órbita, una interesante cuestión que queda abierta para futuras inves-
tigaciones.
388
conclusiones
389
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Editada bajo la supervisión de Editorial
CSIC, esta obra se terminó de imprimir
en Madrid en septiembre
de 2014
juan josé benavides martínez Juan José Benavides Martínez (Vitoria, Álava,
Benavides martínez
1981). Doctor en Historia por la Universidad
del País Vasco, sus principales campos de inte-
rés son la emigración vasco-navarra en la Amé-
Juan José
rica colonial y la historia militar de Nueva Es-
paña durante el siglo xviii y el periodo de
ÚLTIMOS TÍTULOS PREMIADOS DE MONOGRAFÍAS El presente libro da a conocer una investigación inédita sobre un momento clave
a soldados mexicanos
en Cuba y España en la primera mitad del científicas, españolas y latinoamericanas, así
siglo xix unas fuerzas improvisadas para casos de emergencia, en el cuerpo más numeroso. Es- como en libros especializados de autor colecti-
Armando García González (Premio 2012) tas unidades, armadas pero no militares, eran, en muchos aspectos, reflejo del orden vo. Ha sido beneficiario del Programa de Becas
La Junta de la Habana. Adaptación del pac- social reinante, porque en ellas se implicaban los distintos grupos de la sociedad y Predoctorales del Gobierno Vasco y su labor
to colonial en Cuba en vísperas de las inde-
pendencias hispanoamericanas (1808-1810)
constituían un nuevo espacio de poder, que coparon las élites locales. En San Luis
Potosí, una región periférica del imperio, pero de gran riqueza argentífera e importan- Milicias y sociedad en San Luis Potosí investigadora se ha visto reconocida con el pre-
mio Nuestra América del año 2013 por la pre-
(1767-1824)
Sigfrido Vázquez Cienfuegos (Accésit 2012)
cia estratégica por su ubicación al noreste del virreinato de Nueva España, se estable- sente monografía.
El mundo de los negocios de Indias. Las cieron varios cuerpos milicianos desde 1767. El análisis de su formación, desarrollo y
familias Álvarez Campana y Llano San Gi-
nés en el Cádiz del siglo xviii relación con la sociedad local nos proporciona un mayor conocimiento de la organiza-
ción social y política de la región potosina a finales del periodo colonial, así como de
a soldados mexicanos
Negociando la obediencia. Gestión y refor-
E
UN
A
SIDAD
Cuba: el círculo de hacendados, 1878‑1917 V
ER
D
ISBN 978-84-00-09834-6
E
Leida Fernández Prieto (Premio 2007)
UN
SEVIL
CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS
L
A
La pesca gallega en Terranova, siglos xvi‑xviii Ilustración de cubierta: El ejército de los Borbones.
Caroline Ménard (Accésit 2007)
Vol. III, Tropas de Ultramar (s. xviii), Manuel Gómez
UNIVERSIDAD DE SEVILLA Ruiz y Vicente Alonso Juanola, Madrid: Servicio His-
9 788400 098346
DIPUTACIÓN DE SEVILLA tórico Militar, 1992.