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Nury Natalia Peña Moreno

Reseña: Soy estudiante en la licenciatura en Humanidades y Lengua Castellana de la


Universidad la Gran Colombia. Resido en Bogotá, tengo 22 años y me encantan los
animales…

El aniversario
Martes 6 de julio.
Apenas se escuchó el “vámonos”, me levanté asustada, porque eran las 2:30 am, y pensé
que le había pasado algo algún familiar. Pero no fue así, apenas vi que mi novio me besó y
me dijo “Es hora. Te amo”, el corazón se me aceleró de la emoción. Mientras me estaba
bañando, cuando él me dijo que salíamos más tarde, como siempre la impuntualidad que lo
caracteriza, así que yo no me iba a amargar ese gran día, y le dije “tendré paciencia, que
hoy es un día especial, en otra ocasión, te pediré más seriedad respecto a la puntualidad.
Apenas salí del baño, ya mi novio me estaba esperando en la puerta de la casa. Salí sin
rumbo fijo, me subí al carro, nos llevó directo a la aventura que nos esperaba, donde seguía
con la intriga de saber para donde vamos. Ya en el trascurso del viaje, pensaba en lo que
dijo una vez un loco o tal vez un borracho, de esos que se encuentran en el centro, donde
empezó a decir cosas sin sentido.

Amor mío, mi amor, amor hallado


de pronto en la ostra de la muerte.
Quiero comer contigo, estar, amar contigo,
quiero tocarte, verte.

Me lo digo, lo dicen en mi cuerpo


los hilos de mi sangre acostumbrada,
lo dice este dolor y mis zapatos
y mi boca y mi almohada.

Te quiero, amor, amor absurdamente,


tontamente, perdido, iluminado,
soñando rosas e inventando estrellas
y diciéndote adiós yendo a tu lado.

Te quiero desde el poste de la esquina,


desde la alfombra de ese cuarto a solas,
en las sábanas tibias de tu cuerpo…
¿Quién será?, ¿Jaime Sabines? Recuerdo que el borracho lo callaron sus amigos, gritándole
que era un ridículo y el tipo solamente frunció el ceño, era un fruncido como de quien se
quiere quitar la vida, como agotado, cansado de su vivir, pero yo solamente lo volteaba a
mirar mientras manejaba y trataba de acordarme de quien era ese poema para luego
recitárselo.

Llegamos al primer destino llamado “Tibasosa”, y me di de cuenta que estábamos en un


lugar mágico. Donde pude conocer un poco de la cultura boyacense, que en cierta manera
cambia un poco a la de nosotros, (habitantes de Bogotá) debido a su habla y a su
amabilidad y su deliciosa comida, etc. Había un evento en el parque principal todo el
mundo estaba allí agitado y alegre. Mientras nos fuimos acercando la gente me empezó a
dar guarapo y chicha, pregunté quien era ese que estaba cantando, y me miraron con cara de
asombro por no saber.

- Sumercé, ¿Cómo así que no sabe quién es?, él es Gustavo Cerati, el cantante del
pueblo, en ese momento él estaba cantando:

Sos el paisaje más soñado


Y sacudiste las más sólidas tristezas
Y respondiste cada vez que te he llamado
Vamos despacio
Para encontrarnos
El tiempo es arena en mis manos
Un lago en el cielo
Es mi regalo
Para olvidar lo que hiciste
Y sentir algo que nunca sentiste

De seguro será a algún día famoso en el mundo. Escúchelo y verá.

Luego de esas palabras que recitó, me di de cuenta que era un gran poeta, y que tenía razón
la señora, que algún día lo conocerían, así como a Kurt Cobain, claro que murió hace tantos
años, que de seguro hubiera sido amigo de este tal Gustavo Ceratí donde hubieran nacido
en la misma época.

Después del recital, nos fuimos para Aquitania, Playa Blanca, Sogamoso, Paipa, Iza, y
terminamos en Monguí. Fue un viaje maravilloso cada pueblo que viajábamos, a las
personas que conocíamos, sus platos típicos, sus costumbres, su arquitectura, etc. Lo que
más me gustó fue Monguí, porque para ingresar a este pueblo, solo se puede ingresar si
estás enamorado y con pareja, sino, no. Así que cuando ingresamos, salieron mariposas
amarillas del piso, y se acentuaron en nosotros encima de nuestras cabezas, al igual que
cada persona que allí viviera. Pensé que todo iba a durar un día, pero no fue así, mi novio
decidió que nos quedáramos hasta el otro día en ese pueblo maravilloso.
Miércoles 7 de julio.

Nos despertamos temprano por el ruido de un violín, así que decidimos ir a desayunar, pero
antes queríamos saber quien había sido el que había tocado el violín, y nos dijeron que un
tal Florentino Ariza, que lo tocaba de vez en cuando para su amada, nos pareció algo bello,
lastima que no pudimos conocer a este gran compositor.

Después del desayuno y un recorrido de nuevo por el pueblo, nos dirigimos de nuevo a
nuestras casas, pero no en el carro, sino en globo, pero el problema, es que el conductor del
globo se perdió y nos hizo recorrer el mundo en 80 minutos, yo quedé muy mareada, pero
fue algo muy grato, son de esas aventuras que no pasan 2 veces en la vida, pero al final el
conductor supo llegar a Comala, y dejarnos en las puertas de nuestras casas, y ya justo
entrando a la casa, apareció un niño pequeño, con ojos inmensos y su mirada de ternura,
preguntado por su padre, le dije que estaba a 5 casas de la mía y hasta allí fue a golpear,
mientras tanto ingresé a mi casa, y estoy escribiendo este diario como una forma más de
revivir y no dejar morir lo bello de los recuerdos.

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