You are on page 1of 4

Comprensión y Redacción de Textos II

Ciclo 2020-agosto
Semana 3, sesión 1

Fuentes de información para la Redacción Grupal 1 (RG1)

Lee las siguientes fuentes de información y, por cada una, elabora tres preguntas de
comprensión: literal (1), inferencial (1) y crítica (1). Esto te ayudará a comprender las
fuentes de información.

Fuente 1
Violencia contra las mujeres en el Perú

La violencia contra las mujeres es definida por las Naciones Unidas como “todo acto de violencia
basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o
sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la
coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en
la vida privada” (ONU, 1993: p. 3). El fenómeno de la violencia contra las mujeres ha sido
fuertemente mediatizado a nivel mundial desde octubre de 2017, principalmente a través de la
aparición del movimiento Me Too. En el Perú, según la Encuesta Demográfica y de Salud
Familiar-ENDES de 2016 (INEI, 2016) el 32,2% de las mujeres ha sido, al menos una vez, víctima
de una forma de violencia física y/o sexual por parte de su cónyuge o pareja, el 64,2% de una
forma de violencia psicológica y/o verbal y el 60,5% de ellas manifiesta haber sido o ser el objeto
de alguna forma de control o dominación. Estas cifras están por debajo de los resultados
registrados en las últimas encuestas, en particular la de 2012 en la que las proporciones fueron las
siguientes: 37,2%, 70,6% y 66,3% respectivamente. Sin embargo, la tendencia se mantiene: la
violencia de género contra las mujeres se ha instalado como un fenómeno estructural de la
sociedad peruana, mientras que su magnitud hace extremadamente difícil, por el momento, una
mayor democratización e igualdad en la relación entre los sexos, por ejemplo, en la toma de
decisiones concernientes a la sexualidad, las elecciones profesionales o la vida familiar cotidiana.
La literatura sobre la violencia contra las mujeres muestra dos principales formas de expresión.
La primera se inscribe en las relaciones de poder y de control, llamada “terrorismo íntimo”, en la
que la violencia psicológica y física encierra a las víctimas en la relación conyugal y crea una
situación de miedo permanente y de disminución de recursos personales (confianza, autoestima),
financieras (dinero para huir) y sociales a través de las redes de apoyo potencial (familia, amigos)
(Leone et al., 2007). Esta forma de violencia se origina generalmente en un modelo patriarcal de
dominación masculina y en una legitimación de la violencia en el seno de la familia. La segunda
es llamada “violencia situacional”. Esta es la consecuencia de un conflicto abierto entre los
miembros de una pareja y más específicamente una disputa que desemboca en un acto de
violencia física más circunstancial (Johnson & Leone, 2005).
Los contextos de vulnerabilidad social y económica tienen una cierta incidencia sobre las
dimensiones y la magnitud de la violencia, en particular doméstica, por el hecho de crear tensiones
entre los mismos padres, y entre los padres y los hijos, lo cual puede desembocar en situaciones
de agresión verbal y/o física agravada. Hay otros factores que pueden tener una influencia en la
victimización de las mujeres en la relación de pareja, en particular su nivel de instrucción en la
medida en que la acumulación de un número más importante de años de estudios contribuye a
una mejor inserción profesional y a mayores oportunidades en el mercado laboral en condiciones
estables (contrato formal, sistema de protección social, mayores ingresos). Esta situación les
permite adquirir una mayor autonomía en su vida privada y estar menos expuestas a actos de
violencia en su relación de pareja. Sin embargo, es probable que este análisis encuentre
limitaciones en el caso del Perú, donde la autonomía de las mujeres puede constituir un factor de
violencia originado por la frustración de los hombres frente a su falta de control sobre su vida
cotidiana (Benavides, Bellatín & Cavagnoud, 2017). Además, la violencia de género contra las
mujeres también puede reproducirse según la lógica intergeneracional. Las mujeres que crecieron
en una familia en la cual sus madres fueron maltratadas por sus padres muestran una probabilidad

mayor de exposición a las formas de agresión por parte de sus cónyuges. A este respecto, existe
una suerte de asimilación y legitimación del maltrato en el seno del hogar y una instalación de la
figura masculina dominante que tiene la capacidad de usar la violencia para imponer su autoridad
en el conjunto familiar.
Cavagnoud, R. (2018). ¿Cuál es el alcance del movimiento Me Too en el acceso al apoyo institucional? Recuperado
de https://goo.gl/GzMDCb

Fuente 2

Francamente: la pandemia invisible la violencia contra la mujer | TVPerú

https://www.youtube.com/watch?v=YDtP68TVDOU (desde 12:36)

Fuente 3
El rostro de la violencia contra la mujer en tiempos del COVID-19

En América Latina y el Perú, específicamente, la violencia de género no ha sido ajena a la crisis.


En varios países de la región, las llamadas a teléfonos de emergencia han aumentado
considerablemente durante la pandemia: Colombia (80 %), México (20 %) y Perú (43 %), para
señalar algunos ejemplos. Desde que se dio inicio al estado de emergencia, se han producido 18
feminicidios. A su vez, la Línea 100 ha registrado más de 39 mil llamadas, 77 % (más de 30 mil)
de las cuales tenían a una mujer como víctima. Todas fueron hechas durante la cuarentena. Y pese
a lo alarmante de estas cifras, lo más probable es que se encuentre muy por debajo de la cantidad
real de casos, sobre todo, si tomamos en consideración que, históricamente, el porcentaje de la
población que realiza una denuncia es muy reducido.
Katherine Soto, socióloga especializada en temas de género, sostiene que las razones históricas
para explicar el gran subregistro de denuncias de violencia contra la mujer se pueden concentrar
en dos puntos: 1) la desconfianza que existe a todo el sistema de protección a víctimas de
violencia, que empieza por la atención hasta lo entendido por justicia y 2) el miedo y la
minimización de los actos de violencia, entendidos como formas de relacionarnos. Pero esta
trágica situación tiene otras ramificaciones. Las cifras de mujeres reportadas como desaparecidas
durante la cuarentena también son alarmantes. Hasta la fecha, el principal registro oficial de ello
son dos informes mensuales publicados por la Defensoría del Pueblo. Estos documentos dan
cuenta de que, entre el 20 de marzo al 20 de abril, se reportaron 228 denuncias de desapariciones
de mujeres. Soto, quien también es fundadora del portal virtual “Mujeres Desaparecidas PERÚ”,
señala que si se suman las denuncias de esta contabilidad oficial con aquellas que les llegan por
el sitio web la cifras ascienden a más de 300 casos en el marco de esas dos fechas.
En materia legal, el principal dispositivo que ha elaborado el Estado durante la cuarentena es el
Decreto Legislativo Ley N. º 1470 que encarga, entre varias disposiciones, una mayor
responsabilidad a los juzgados para atender casos de violencia. Por ejemplo, este decreto permite
a los jueces dictar medidas de protección y/o cautelares idóneas para las víctimas sin una
audiencia y con la información que tengan disponible. Sin embargo, una preocupación que surge
aquí yace en la fiscalización y control que se debería hacer de la labor de estos jueces.
La recientemente electa Junta Nacional de Justica (JNJ) —organismo constitucional creado en
reemplazo del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM)— parece haberse quedado muda en
medio de la pandemia, pero no por efectos del coronavirus. Aquel organismo que tiene como
finalidad el nombramiento, ratificación y destitución de jueces y fiscales en el país aparenta estar
prácticamente inactivo durante el estado de emergencia al no haber dado cuenta hasta la fecha de
sus avances.

Instituto de Defensa Legal. (2020). La otra pandemia: sobre la violencia de género durante la cuarentena. Recuperado
de https://idl.org.pe/la-otra-pandemia-sobre-la-violencia-de-genero-en-medio-de-la-cuarentena/

Fuente 4
Los cuidados y los derechos económicos de las mujeres

El confinamiento agudiza la crisis del cuidado, lo cual aumenta la carga global de trabajo de las
mujeres. Según la OIT, las mujeres tienen a su cargo 76,2% de todas las horas del trabajo de
cuidado no remunerado (más del triple que los hombres) 28, y son ellas quienes tienen doble o
triple jornada laboral, situación que se ha agravado con las medidas del confinamiento,
particularmente en las familias con hijos/as en edad preescolar o que no pueden asumir de manera
autónoma la educación a distancia. La situación actual también ha empeorado en las familias
donde algún miembro sufre una enfermedad crónica o están al cargo de adultos/as mayores
dependientes, ambos grupos de riesgo para el coronavirus. Esta mayor carga de trabajo impacta
negativamente el trabajo remunerado y la salud de las mujeres, sobre todo en ausencia de sistemas
de cuidados institucionalizados. La mayor precariedad laboral de las mujeres se explica por los
roles de género y las responsabilidades del cuidado asignadas a las mujeres. El cuidado es
colectivo, sin embargo, las normas sociales de género atribuyen el rol del cuidado a las mujeres,
lo cual perjudica su participación en el mercado laboral, provoca la brecha salarial y limita su
acceso al empleo de calidad.
En esta crisis, se ha puesto en evidencia la importancia del trabajo de cuidados de las personas en
los hogares y fuera de ellos y la necesidad de adoptar medidas para redistribuir esta carga entre el
Estado, el mercado y dentro de las familias. Es indispensable promover la corresponsabilidad,
tanto en lo laboral como en lo doméstico. Durante la vigencia de las medidas de confinamiento,
los gobiernos pueden abordar este tema a través de campañas dirigidas tanto a mujeres como a
hombres para promover la corresponsabilidad. Las empresas que tienen la opción de facilitar el
teletrabajo a su personal, deben promocionar la flexibilidad que permita a todo su personal de
manera igualitaria conciliar las responsabilidades del hogar y del cuidado con las actividades
laborales, desde el reconocimiento a la mayor carga de trabajo en las familias que están asumiendo
principalmente las mujeres.
Asimismo, es importante garantizar las licencias y permisos para el cuidado, tanto para hombres
como para mujeres. Con un balance igualitario en las responsabilidades productivas y
reproductivas, tanto mujeres como hombres pueden continuar en el mercado laboral en igualdad
de condiciones, sin ser las mujeres quienes se vean afectadas en mayor grado por recortes o
despidos por su desigual distribución del trabajo del hogar. En el mediano plazo, los Estados
deben priorizar e invertir en los servicios de cuidado, ofreciendo progresivamente más cobertura
bajo la consideración de servicio esencial, como condición para facilitar la inserción o reinserción
de las mujeres a la vida económica y productiva. En el plano legal, debe avanzarse en el
reconocimiento del trabajo de cuidado y reproductivo como un derecho.

Comisión Interamericana de Mujeres. (2020). COVID - 19 en la vida de las mujeres. Recuperado de


http://www.oas.org/es/cim/docs/ArgumentarioCOVID19-ES.pdf

Fuente 5
La pandemia del coronavirus y la violencia de género

El COVID-19 está cobrándose vidas y afectando a comunidades en todo el mundo, pero el virus
también está planteando riesgos de protección importantes para las mujeres y niñas que se ven
forzadas a abandonar sus hogares, según ha explicado hoy Gillian Triggs, Alta Comisionada
Auxiliar para Protección de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados. “En estos
tiempos de pandemia debemos prestar atención urgente a la protección de mujeres y niñas
refugiadas, desplazadas y apátridas. Ellas se encuentran entre las personas en situación de mayor
riesgo. No se debe abrir la puerta a quienes perpetran las agresiones, ni se debe escatimar en
ayudas para las mujeres que sobreviven a los abusos y a la violencia”, dice Triggs.
Las políticas de confinamiento y cuarentenas adoptadas en todo el mundo como respuesta ante la
pandemia conllevan la restricción de movimientos, la reducción de las interacciones en la
comunidad, el cierre de servicios y el empeoramiento de las condiciones socioeconómicas. Estos

factores están disparando los riesgos de sufrir violencia doméstica. “Algunas personas pueden
terminar confinadas en sus hogares o lugares de acogida, atrapadas con sus agresores y sin la
oportunidad de distanciarse o de poder pedir ayuda en persona a alguien. Otras, incluidas quienes
no cuentan con documentación, o quienes han perdido los medios de vida precarios de los que
dependían como resultado de los efectos devastadores del COVID-19 en algunas economías,
pueden verse obligadas a recurrir a la prostitución o a los matrimonios infantiles forzados,
empujadas por sus familiares. Dentro de los hogares, muchas mujeres también están asumiendo
cada vez más cargas como cabezas de familia”, explica Gillians Triggs.
Para las supervivientes de violencia y para quienes están en riesgo de sufrirla, otra de las
consecuencias del COVID-19 también puede ser el acceso limitado a recibir ayudas que pueden
ser vitales, como los servicios psicosociales, de salud y de seguridad. Las restricciones de
movimiento y las medidas de contención impuestas dificultan a las mujeres poder acceder a estas
ayudas, mientras que algunos servicios, como los alojamientos seguros, se han suspendido de
forma temporal, se han cerrado o se están utilizando para otros fines.
“Nuestra red de protección global de ACNUR se encuentra en estado de máxima alerta. Estamos
adaptando en la medida de lo posible los programas dirigidos a mujeres y niñas que sufren
violencia y cuya importancia es vital. En algunos lugares, los programas se están gestionando de
forma remota por parte de trabajadoras sociales con la ayuda de redes de personas voluntarias de
la comunidad que han sido formadas”, explica Triggs.
Las propias mujeres desplazadas continúan en la primera línea de respuesta, informando a sus
comunidades sobre los riesgos de sufrir violencia y diseminando información sobre prevención y
medidas sanitarias de protección. También están ayudando a las supervivientes a recibir la ayuda
especializada disponible.
ACNUR también está distribuyendo asistencia en efectivo de emergencia para ayudar a
supervivientes y mujeres en situación de riesgo. Se están coordinando las acciones en el sector
humanitario para asegurar que se mitigan los riesgos de sufrir violencia sexual y de género en
todas las intervenciones en este ámbito, incluyendo, entre otras, la respuesta de emergencia
sanitaria. “Para proteger las vidas y garantizar los derechos de mujeres y niñas, los gobiernos,
junto con las agencias humanitarias, deben asegurarse de que, a la hora de diseñar los planes
nacionales de prevención, respuesta y reconstrucción por COVID-19, se tengan en cuenta los
riesgos de sufrir violencia a los que se enfrentan mujeres desplazadas y apátridas”, afirma Triggs.
Esto requiere garantizar que los servicios críticos para las personas supervivientes de violencia
de género sean considerados como esenciales y sean accesibles para las mujeres desplazadas
forzosas. Esto incluye servicios de salud y seguridad, apoyo psicosocial y alojamientos seguros,
así como el acceso a la justicia que tampoco debe reducirse.
Debido al empeoramiento de las condiciones socioeconómicas a las que se enfrentan ahora
muchos de los países de acogida de refugiados, resulta vital el apoyo de donantes para mantener
operativos los servicios esenciales de prevención y de respuesta ante la violencia de género,
incluyendo los que ofrecen las organizaciones locales lideradas por mujeres.
Triggs reitera: “Todas las mujeres y niñas tienen el derecho a vivir una vida libre de cualquier
forma de violencia. Debemos apoyar a las mujeres desplazadas y apátridas al tiempo que
reiteramos el mensaje del Secretario General e instamos a todos los gobiernos a priorizar la
seguridad de las mujeres y de las niñas en su respuesta ante la pandemia”.

ACNUR (2020). La pandemia del coronavirus aumenta el riesgo de violencia de género hacia mujeres y niñs
desplazadas y apátridas. Recuperado de https://www.acnur.org/noticias/press/2020/4/5e9d5f5d4/la-pandemia-del-
coronavirus-aumenta-el-riesgo-de-violencia-de-genero-hacia.html

You might also like