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La Literatura Fantástica en Colombia
La Literatura Fantástica en Colombia
La literatura fantástica
en Colombia
Aproximaciones literarias
mauricio vargas herrera
Egresado de Estudios Literarios de la Universidad Autónoma, escritor.
za, que ahora se mueve entre dos públicos: Somos novatos en promover la fan-
su saga juvenil, inicialmente editada por tasía, condenada históricamente por la
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Arango Editores, es una aventura épica crítica. Debemos luchar con una tradición
ambientada en los verdes parajes andinos norteamericana y europea muy fuerte. Ver
de nuestro continente y, junto a ella, su libro un nombre castizo en la portada de un libro
de investigación Paranormal Colombia, en el de ciencia ficción sigue siendo extraño. Y
que cambia las fronteras de las ciudades por la solución no es, precisamente, inventarse
las fronteras de la mente. seudónimos que suenen gringos para sol-
Porque no solo de literatura hablamos ventar el problema.
aquí. El gusto por lo extraño ha hecho que, Las sinopsis en varias de las contra-
aparte del libro divulgativo de Mendoza, portadas parecen titubear cuando tratan
otros se lancen a tratar estos temas desde de vendernos las historias. Omiten deli-
diferentes puntos de vista. Vale señalar la beradamente los términos terror o fantasía
48 particular conexión que tienen sus autores como si fueran algo sucio e ignominioso.
En una dura pero justa reseña publicada editores pueden ser la otra palada de tierra 49
en el boletín cultural de la biblioteca Luis que sepulte a esta literatura.
Aproximaciones literarias
Ángel Arango, el autor calificaba Mal paga Viajemos en el tiempo. Estados Uni-
el Diablo como un “Fausto para dummies”. dos, década de los ochenta. Los libros de
Lo malo no es el apelativo —que de cier- bolsillo invaden los anaqueles y vitrinas de
ta manera se lo gana con creces—, sino la las librerías y hasta farmacias. Un cardumen
capacidad para juzgarla desde el género al de autores ve publicadas sus obras, no todas
que pertenece, prefiriendo condenarla por de la misma calidad, pero sí merecedoras de
no dejarse ajustar con calzador dentro de la un éxito similar. Las carátulas de esto libros,
novela urbana o novela negra, siendo estos, la mayoría en ediciones de bolsillo, resaltan
posiblemente, géneros mejor aceptados por en las estanterías por sus vistosas ilustracio-
la crítica. Si nuestra nueva literatura fan- nes, a veces potenciadas con troquelados y
tástica, apenas una resurrección imberbe, hologramas. Más que ganas de leerlos, son
vuelve a caer en manos de estos sujetos que, objetos preciosos que invitan al coleccio-
al parecer, la última historia de miedo que nismo. Y todo esto por no más de seis dó-
leyeron fue escrita por Edgar Allan Poe o lares. Si volvemos al presente, veremos que
H. P. Lovecraft —no ver los elementos so- los precios siguen siendo muy bajos, osci-
brenaturales en el libro de Vanegas es pre- lando entre los diez y quince dólares. Tam-
ocupante—, será una llama que se apague bién continúan siendo bellos objetos. No
pronto porque, aunque a algunos les suene faltará quien diga que fijarse en tales tri-
mal, la literatura fantástica es escapista y no vialidades mercantiliza a la literatura, pero
se avergüenza de ello. Ya lo dijeron Guiller- de algo estoy seguro: los norteamericanos sí
mo del Toro y John Carpenter: estas histo- que saben tratar los libros que, siendo sin-
rias no son para el escritor del tipo serio, y ceros, son mercancía. Ellos entienden que
tampoco serán para cualquier lector. el lector es una criatura fetichista por natu-
Y de allí deviene otro problema, esta raleza, que aprecia el libro como algo más
vez editorial: los precios, que llegan a asus- que un montón de papel entre dos tapas. A
tar más que las historias que nos ofrecen los editores colombianos poco les importa
estos autores. Las malas decisiones de los eso. Su sensibilidad es nimia. Y es que para
editar se necesita de la misma sensibilidad
con la que se lee y la que se escribe. Es un Asimismo, advirtió la
acto poético. Saber manejar programas de sensatez de los editores
diseño no es suficiente. Siempre he dicho
que el problema es del indio y no de la flecha. al vender a bajo precio:
No sé, tampoco, de dónde sacan a los estos consumidores
ilustradores. Mejores dibujantes hay a lo están en la escuela, no
largo de la Carrera Séptima que en la in-
dustria editorial colombiana. Si no fuera
trabajan, sus gastos
porque están en mi idioma, no compraría provienen de la mesada y
nada impreso en este país. Hasta preferiría sus ahorros no son más
comprar el Cien años de soledad editado con que las obras de gastos
altura por Barnes & Noble, una económi-
ca pero lujosa edición en pasta dura que le más inmediatos.
da tres vueltas a cualquiera de las ediciones
hispanas, incluso, a la de Alfaguara, esa que
viene con el árbol genealógico. Basta ver el Williamson descubrió que las ventas de
tratamiento editorial a las obras fantásticas los libros se debían a estos chicos, lectores
de Rebetez y Espinoza para lamentarlo en fieles por excelencia, y halló una conexión
el alma. Afortunadamente, las nuevas edi- interesante: las historias de miedo simulan
toriales independientes han entendido el esa oleada de cambios que se atraviesan en
valor del libro como objeto. El trabajo de la pubertad; sentimientos, pensamientos y
Laguna Libros es meritorio, aunque no es- experiencias extrañas, difíciles de asimilar,
pectacular, y el nuevo diseño de toda la obra tal y como las situaciones a las que se en-
de Mario Mendoza por parte de Planeta es frentan los personajes de los libros. Asimis-
de agradecer. mo, advirtió la sensatez de los editores al
Lo siguiente sonará como un capricho vender a bajo precio: estos consumidores
infantil, pero es que nosotros, lectores de lo están en la escuela, no trabajan, sus gastos
fantástico, somos niños eternos: para la lite- provienen de la mesada y sus ahorros no
ratura fantástica debe reclamarse algo que son más que las obras de gastos más in-
sea atractivo a la vista, pero también eco- mediatos. Ese capital restante es el que va
enero-junio 2017
nómico. El género lo ha merecido durante destinado a los libros que ni por asomo son
años y no responde solo a mecanismos de artículos de primera necesidad para ellos
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venta, sino a una necesidad para lectores a (pero que terminarán siéndolo con el pa-
los cuales debemos ir acostumbrando. sar del tiempo). Por lo tanto, un muchacho
El público consumidor de este tipo de no podría ir tranquilamente a comprar una
historias es adolescente. J. N. Williamson, novela de miedo colombiana, pues algunos
famoso autor y editor norteamericano del títulos superan sus capacidades económi-
género, además de profesor en la Writer’s cas. Mario Mendoza vende sin problemas
Digest School, analizó estas conductas gra- pues, al fin de cuentas, ya es un autor co-
cias a sus cursos de escritura creativa. La nocido. Pero con autores noveles es a otro
mayoría de los estudiantes que pasaron por precio: una novela como Rojo sombra, por
varios de sus cursos eran muchachos que ejemplo, cuesta más de cincuenta mil pe-
no superaban los veinte años. Gran parte sos. Y viene la toma de decisiones: ¿gasto
50 de ellos manifestaba interés por el horror. sesenta y cinco mil pesos por la historia de
un autor colombiano que no conozco, en desearán acceder, ora para alejarse de su 51
una edición de bolsillo y modesto diseño, entorno y mirarlo con objetividad, como
Aproximaciones literarias
o mejor me compro el nuevo tomo de Jue- el pintor que analiza la proporción de su
go de Tronos de George R. R. Martin? La obra distanciándose del lienzo, ora para,
respuesta es obvia. Frente a los autores que sencillamente, escapar.
nos llegan de otros países, con una fuerte Nuestro pasado y nuestra tradición
garantía de calidad y manejo de la fantasía, imaginaria son un recurso inagotable para
tenemos todas las de perder, pues estamos extraer historias de esta naturaleza. Sien-
compitiendo en un terreno que durante to que aquí, en nuestro país y en nuestro
años han gobernado nuestros vecinos. continente, la imaginación todavía desafía
Si no se toman decisiones inteligen- a la realidad. Quizá, pese a todo embate y
tes con prontitud, nuestra literatura fan- pronóstico, ha conservado una virginidad
tástica quedará en el olvido nuevamente, que espera por ser explorada antes de que
como sucedió hace años, sepultando es- otros lo hagan por nosotros. El momento
tos mundos a los que los lectores siempre es ahora.