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Tema 2. La Administración Pública: principios constitucionales.

La Administración General
del Estado y su organización periférica. La organización territorial del Estado. Las
Comunidades Autónomas. Distribución competencial. Los conflictos de competencias.
La Administración Pública: principios constitucionales.
La Constitución Española de 1978 regula lo referente a la Administración Pública en su Título
IV, bajo el epígrafe “Del Gobierno y la Administración”. En dicho título, la Constitución dispone
que la Administración Pública sirve con objetividad los intereses generales y actúa de acuerdo
con los principios de eficacia, jerarquía, descentralización, desconcentración y coordinación,
con sometimiento pleno a la Ley y al Derecho. Esta función y principios son comunes al
conjunto de la Administración Pública, incluyendo la Administración General del Estado (AGE),
las Administraciones territoriales, las institucionales y las locales.
La Constitución también regula otros preceptos referidos a la Administración Pública, como el
principio de autonomía de los entes territoriales, o la participación de los ciudadanos en sus
distintos órganos. Asimismo, en la Constitución se establece el control jurídico de la
Administración Pública. Por una parte, se regula su control judicial, indicando que los
Tribunales controlan la potestad reglamentaria y la legalidad de la actuación administrativa, así
como el sometimiento de ésta a los fines que la justifican. También se establece un control
extrajudicial, a través de las Cortes Generales o de la actuación del Defensor del Pueblo.
La Administración General del Estado y su organización periférica.
La Administración General del Estado es una de las Administraciones Públicas de España,
caracterizada por su competencia sobre todo el territorio nacional, en contraposición a las
Administraciones autonómicas y locales, estando compuesta por:
1. La Organización Central: integra los Ministerios y los servicios comunes. Cuenta con una
serie de órganos superiores: los Ministros y los Secretarios de Estado, así como de unos
órganos directivos: los Subsecretarios, los Secretarios generales, los Secretarios generales
técnicos, los Directores generales y los Subdirectores generales.
2. La Organización Periférica (o Territorial): está formada por los siguientes órganos directivos:
los Delegados del Gobierno en las Comunidades Autónomas, con rango de Subsecretario
general, y los Subdelegados del Gobierno en las provincias, con nivel de Subdirector general.
3. La Administración del Estado en el Exterior: formada por las embajadas y los consulados,
con los embajadores y los representantes permanentes ante Organizaciones Internacionales
como órganos directivos.
El régimen general de la AGE se recoge tanto en la Constitución como en la Ley 40/2015, de
Régimen Jurídico del Sector Público (LRJSP). La LRJSP establece que la actuación de la AGE se
adecúa a los principios constitucionales ya comentados, a los que se añaden los de
descentralización funcional y desconcentración funcional y territorial. Además, determina que
las competencias en materia de organización administrativa, régimen de personal,
procedimientos o inspección de servicios que no hayan sido atribuidas a otro órgano de la AGE
ni al Gobierno, corresponden al Ministerio de Política Territorial y Función Pública.
Por su parte, la Organización Periférica comprende la red de delegaciones territoriales de la
AGE, mediante las cuales está presente en todo el territorio y presta servicios a toda la
población. La Organización Periférica actúa, por tanto, como una prolongación del Gobierno y
de la Administración. Los órganos periféricos coexisten con los niveles autonómicos y locales
de gobierno y administración. Su estructura varía según sea una comunidad uniprovincial,
donde encontraremos las figuras de Delegado del Gobierno, Subdelegado del Gobierno
(opcional), el Director Insular en las islas y los Servicios Territoriales del Ministerio y de sus
organismos públicos. En aquellas comunidades pluriprovinciales el puesto de Subdelegado no
es opcional y además existe la Comisión Territorial de asistencia al Delegado.
La organización territorial del Estado.
La organización territorial del Estado aparece regulada, dentro de la Constitución, en el Título
VIII, "De la Organización Territorial del Estado", donde se establece que el Estado se organiza
territorialmente en municipios, en provincias y en las Comunidades Autónomas que se
constituyan. Todas estas entidades gozan de autonomía para la gestión de sus respectivos
intereses. La Constitución adopta un modelo descentralizado de Estado poco definido y
relativamente abierto. Es decir, no establece el mapa autonómico ni fija su organización ni
competencias, por lo que no se dispone de un listado de competencias obligadas para las
Comunidades Autónomas. La Constitución establece solamente un marco, dentro del cual cada
Estatuto define tanto la organización autonómica como su ámbito competencial, esto es lo que
se denomina como el “principio dispositivo”. Actualmente el Estado se vertebra en 17
comunidades autónomas, que se dividen en varias provincias excepto las uniprovinciales, y dos
ciudades autónomas. De esta forma, hay 50 provincias que comprenden la totalidad del
territorio español, 47 son peninsulares (enumerarlas) y 3 insulares (enumerarlas).
Las Comunidades Autónomas.
La Constitución no indica en ningún momento las Comunidades Autónomas específicas que se
deben constituir, sino que establece los supuestos y condiciones en los que es posible acceder
a la autonomía. En este sentido, se determina que, en el ejercicio del derecho a la autonomía
reconocido en la Constitución, pueden acceder a su autogobierno y constituirse en
Comunidades Autónomas: las provincias limítrofes con características históricas, culturales y
económicas comunes, los territorios insulares y las provincias con entidad regional histórica.
No obstante, para garantizar una cierta homogeneidad e igualdad en todo el territorio, la
Constitución establece unos límites importantes. Por una parte, la Constitución determina que
el Estado garantiza la realización efectiva del principio de solidaridad, por lo que debe velar por
el establecimiento de un equilibrio económico, adecuado y justo entre las diversas partes del
territorio español. En este sentido, se atiende en particular a las circunstancias del hecho
insular, y se establece que las diferencias entre los Estatutos de las distintas Comunidades
Autónomas no pueden implicar, en ningún caso, privilegios económicos o sociales. Por otra
parte, también se especifica en la Constitución que todos los españoles tienen los mismos
derechos y obligaciones en cualquier parte de territorio del Estado, de forma que ninguna
autoridad podrá adoptar medidas que directa o indirectamente obstaculicen la libertad de
circulación y establecimiento de personas y de bienes en todo el territorio español.
En la actualidad, las diecisiete Comunidades Autónomas de España son: Andalucía, Aragón,
Islas Baleares, Canarias, Cantabria, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Cataluña, Comunidad de
Madrid, Comunidad Foral de Navarra, Comunidad Valenciana, Extremadura, Galicia, País
Vasco, Principado de Asturias, Región de Murcia y La Rioja. Además, se añaden las ciudades
autónomas de Ceuta y Melilla, segregadas en 1995 de las provincias de Cádiz y de Málaga,
respectivamente.
Distribución competencial.
El sistema de distribución de competencias es complejo por varias razones: la especificación de
dos tipos de Comunidades Autónomas con techos competenciales de primer y segundo grado,
el llamado “principio dispositivo” que lleva a la heterogeneidad de Estatutos, la necesidad de
preservar el principio de unidad y solidaridad del Estado, y el tratarse de un sistema de
distribución de competencias abierto, pues se pueden ampliar las mismas a través de las
reformas de los Estatutos, según se regula en la propia Constitución. La distribución
competencial establecida entre las Comunidades Autónomas y el Estado permite determinar la
siguiente clasificación:
1. Competencias exclusivas de las Comunidades Autónomas: son las que se contienen en la
Constitución, como la ordenación del territorio, los montes y aprovechamientos forestales y la
asistencia social. El Estado también puede delegar competencias en ellas mediante leyes
marco o leyes de transferencia y delegación.
2. Competencias exclusivas del Estado: también se determinan en la Constitución, como las
Relaciones Internacionales, la Defensa, el Comercio Exterior y la Administración de Justicia
3. Competencias compartidas: determinadas facultades sobre una materia corresponden al
Estado y las restantes a las Comunidades Autónomas. En general, el Estado legisla y las
Comunidades Autónomas llevan a cabo únicamente la ejecución de la función pública, como
en los casos de la legislación mercantil, la penal y penitenciaria o la laboral.
4. Competencias concurrentes: tanto el Estado como las Comunidades Autónomas tienen la
posibilidad de concurrir a la regulación de un mismo sector. En la propia Constitución se les
atribuyen al mismo tiempo materias como la sanidad, la cultura o el patrimonio monumental
Los conflictos de competencias.
Los conflictos de competencia se pueden dar entre el Estado y las Comunidades Autónomas o
entre Comunidades Autónomas, siendo habituales los primeros. La inmensa mayoría son
conflictos positivos, mientras que los conflictos negativos, cuando nadie se responsabiliza de
alguna materia o asunto, son mucho menos frecuentes. Para resolver los posibles conflictos
positivos de competencias entre el Estado y las Comunidades Autónomas, la Constitución
dispone que las materias no atribuidas expresamente en ella al Estado podrán corresponder a
las Comunidades Autónomas, en virtud de sus respectivos Estatutos.
Las competencias que no asumen las Comunidades Autónomas mediante Estatuto
corresponden el Estado, aunque éstas no se le atribuyan explícitamente en la Constitución. En
cualquier caso, aunque las Comunidades Autónomas no alcancen el máximo competencial
permitido por la Constitución pueden, cumpliendo con el procedimiento previsto, obtenerlo
progresivamente. En caso de conflicto, la regla general es la prevalencia de las normas
estatales, salvo que se trate de materias de competencia exclusiva de las Comunidades
Autónomas, en cuyo caso prevalece su normativa. Por último, se establece la supletoriedad del
Derecho estatal, que servirá, para cubrir las lagunas que puedan existir en el Derecho
autonómico.

. Gozan, asimismo, de la condición de Entidades Locales:


a) Las Comarcas u otras entidades que agrupen varios Municipios.
b) Las Áreas Metropolitanas.
c) Las Mancomunidades de Municipios.

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