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Neale Walsch1 plantea que temor y amor son dos emociones básicas que

atraviesan la vida de los seres humanos, como tal ambas constituyen una
polaridad que sustenta nuestros pensamientos y accionar en la vida.
Las personas para relacionarnos con otros, construimos máscaras, a través
de las cuales nos mostramos bondadosas, amorosas, evitativas, etc . Esto es
parte del vivir y del encontrarnos con otros. Los seres humanos,
compartimos espacios con otras personas que movilizan distintos tipos de
energía en nuestro mundo interior. El miedo es un tipo de energía y
construye un tipo de máscara, la cual, puede tomar distintas expresiones,
como por ejemplo la evitación, la defensa, el temor, la huída; si bien éstas no
son expresiones sanas del alma nos permiten funcionar en lo cotidiano,
independientemente de la calidad de nuestras vidas. Las situaciones
reiteradas de temor generan en las personas estados de ansiedad los cuales
se manifiestan de distintas maneras en comportamientos tales como fumar
y/o comer excesivamente, insomnio, irritabilidad, tendencia a mantener
pensamientos negativos recurrentes, angustia, etc. Esto, paulatinamente,
hace que nos vayamos encerrando en nosotros mismos y aislando de
nuestro entorno.
De este modo, cuando el miedo rigidiza nuestro ser e inunda nuestra vida,
empezamos a detener el cronómetro del tiempo, dejamos de crear y de
apropiarnos de nuestra existencia. Nuestros seres queridos no comprenden
los que nos sucede y critican nuestras conductas como falta de voluntad. Esta
situación provoca sufrimiento, tristeza, dolor y enfermedad.
Frecuentemente reaccionamos ante estas situaciones victimizándonos,
creyendo que esto que nos pasa es por alguna situación ajena a nosotros,
provocada por algo o por alguien más, cuando en realidad somos víctimas de
nuestras propias acciones, pensamientos y actitudes frente a la vida, es decir,
es nuestra responsabilidad la manera en que afrontamos aquello que nos
sucede.

1
Neale Walsch, Autor del Libro Conversaciones con Dios y En casa con Dios.
Por lo tanto, el transitar de aquella situación de sufrimiento hacia el
bienestar requiere reencontrarnos con nosotros mismos, alimentar
momentos donde sentir placer, disfrutar y conectarnos con la alegría y con la
vida. Afortunadamente, en la actualidad contamos con una diversidad de
espacios psicoterapéuticos que consideran a la persona de manera integral,
se orientan al bienestar del ser en su totalidad, y acompañan a las personas
a transitar por estos estados, para encontrarse con su propia esencia y
bienestar, brindándoles herramientas que le permitan recorrer el camino
hacia una vida equilibrada, feliz y saludable.

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