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Comentario de “Entre lo instituido y lo instituyente: Clínica en las plazas

públicas” de Ines Fiorentini, Laura Arocena y otros:

Hay que pensar en lo institucional, más allá de lo organizacional: es un cruce


de instancias político-económico-sociales que incluye la relación dialéctica
instituyente instituido y nos atraviesan constantemente. El barrio, la familia, la
infancia, la universidad, la escuela, la municipalidad, todas marcan y
determinan de cierta manera nuestra forma de ser, ver y pensar. Por eso,
siempre hay que prestar particular atención a los efectos de las instituciones en
la subjetividad humana, deben ser tenidas en cuenta a la hora de trabajar con
cualquier grupo humano. Cualquier problema “de conducta” o “de aprendizaje”
tendrá mucho que ver con estos atravesamientos.

De esta manera, si abrimos nuestra escucha, y permitimos embebernos en sus


historias, despejando cualquier tipo de prejuicios, podremos encontrar
actividades que motiven aquello que no se da en esos otros espacios.
Podemos brindar nuevos lugares que inviten a participar pero desde la propia
voluntad, esto es, que ponga en juego el deseo, un lugar que invite a jugar, que
permita ese encuentro con el deseo de hacer, con el deseo de aprender,
formando un vínculo que nada tenga que ver con una autoridad, con uno que
sabe y uno que aprende, porque hay que entender que todos aprendemos de
todos constantemente. Se debe generar una relación de igual a igual, donde
todos podemos sacar provecho de todo.

Por eso es muy interesante cómo a partir de una actividad común, al estilo del
grupo operativo de Pichon Rivierè, se puede brindar un espacio donde surjan
miles de otras cuestiones ajenas a la tarea en sí, un lugar para la creación,
para la liberación del sujeto, y para que aquellos que se sienten marginados y
excluidos de la sociedad, puedan hacerse e inscribirse legítimamente en ella.

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