You are on page 1of 4

GRADOS DE SANTIDAD

En la ronda del castillo


a) Ausencia total de vida cristiana

Son las almas de los pecadores endurecidos, que viven habitualmente en pecado, sin
preocuparse de salir de él. La mayoría de ellos pecan por ignorancia o fragilidad, pero no
faltan quienes se entregan al pecado por fría indiferencia y hasta por obstinada y satánica
malicia. En algunos casos, ausencia total de remordimientos y voluntaria supresión de toda
oración o recurso a Dios.

b) Barniz cristiano

Pecado mortal. —Considerado como de poca importancia o fácilmente perdonable, se


ponen imprudentemente en toda clase de ocasiones peligrosas y sucumben a cualquier
tentación con la mayor facilidad.
Prácticas de piedad. —Misa dominical, omitida frecuentemente con pretextos fútiles;
confesión anual—omitida a veces—hecha rutinariamente, sin espíritu interior, sin ánimo de
salir definitivamente del pecado. A veces, algunas oraciones vocales sin atención, sin
verdadera piedad y pidiendo siempre cosas temporales: salud, riquezas, bienestar...

Vía purgativa: caridad incipiente


Cuando el alma comienza a desear con toda sinceridad vivir cristianamente, entra en la vía
purgativa o primer grado de caridad. Sus disposiciones fundamentales las describe Santo
Tomás con las siguientes palabras: «En el primer grado, la preocupación fundamental del
hombre es la de apartarse del pecado y resistir a sus concupiscencias, que se mueven en
contra de la caridad. Y esto pertenece a los incipientes, en los que la caridad ha de ser
alimentada y fomentada para que no se corrompa». Veamos ahora los grados en que puede
subdividirse.

1. Las almas creyentes (primeras moradas, de Santa Teresa)

Pecado mortal. —Débilmente combatido, pero sincero arrepentimiento y verdaderas


confesiones. Con frecuencia, ocasiones peligrosas voluntariamente buscadas.
Pecado venial. —Ningún esfuerzo para evitarlo. Se le concede muy poca importancia.
Prácticas de piedad. —Las preceptuadas por la Iglesia. Algunas omisiones. A veces, algunas
prácticas de supererogación.
Oración. —Puramente vocal, pocas veces y con muchas distracciones. Peticiones humanas, de
intereses temporales, rara vez de tipo espiritual.

2. Las almas buenas (segundas moradas)

Pecado mortal. —Sinceramente combatido. A veces, sin embargo, ocasiones peligrosas,


seguidas de alguna caída. Sincero arrepentimiento y pronta confesión.
Pecado venial. —A veces, plenamente deliberado. Lucha débil, arrepentimiento superficial,
recaídas constantes en la murmuración, etc.
Prácticas de piedad. —Frecuencia de sacramentos (primeros viernes, fiestas principales, etc.).
A veces, misa diaria, pero con poca preparación. Rosario familiar, omitido con facilidad.
Oración. —Por lo general, oraciones vocales. A veces, algún rato de meditación, pero con poca
fidelidad y muchas distracciones voluntarias.
3. Las almas piadosas (terceras moradas)

Pecado mortal. —Rarísima vez. Vivo arrepentimiento, confesión inmediata, precauciones


para evitar las recaídas.
Pecado venial. —Sinceramente combatido. Examen particular, pero con poca constancia y
escaso fruto.
Prácticas de piedad. —Misa y comunión diarias, pero con cierto espíritu de rutina. Confesión
semanal, con escasa enmienda de los defectos. Rosario en familia. Visita al Santísimo. Vía
crucis semanal, etc.
Oración. —Meditación diaria, pero sin gran empeño en hacerla bien. Muchas distracciones.
Omisión fácil, sobre todo cuando surgen sequedades u ocupaciones, que se hubieran podido
evitar sin faltar a los deberes del propio estado. Con frecuencia, oración afectiva, que tiende a
simplificarse cada vez más. Comienza la noche del sentido, como tránsito a la vía iluminativa.

Vía iluminativa: caridad proficiente


Cuando el alma se ha decidido a emprender una vida sólidamente piadosa y adelantar en el
camino de la virtud, ha entrado en la vía iluminativa. Su principal preocupación, según Santo
Tomás, es crecer y adelantar en la vida cristiana, aumentando y corroborando la caridad.
(Secundum autem studium succedit, ut homo principaliter intendat ad hoc quod in bono proficiat. Et hoc
studium pertinet ad proficientes, qui ad hoc principaliter intendunt ut in eis caritas per augmentum
roboretur).
He aquí los grados en que se subdivide.

4. Las almas fervientes (cuartas moradas)

Pecado mortal. —Nunca. A lo sumo, algunas sorpresas violentas e imprevistas. En estos


casos, pecado mortal dudoso, seguido de un vivísimo arrepentimiento, confesión inmediata y
penitencias reparadoras.
Pecado venial. —Seria vigilancia para evitarlo. Rara vez deliberado. Examen particular dirigido
seriamente a combatirlo.
Imperfecciones. —El alma evita examinarse demasiado sobre esto para no verse obligada a
combatirlas. Ama la abnegación y la renuncia de sí mismo, pero hasta cierto punto y sin
grandes esfuerzos.
Prácticas de piedad. —Misa y comunión diarias con fervorosa preparación y acción de gracias.
Confesión semanal diligentemente practicada. Dirección espiritual encaminada a adelantar en
la virtud. Tierna devoción a María.
Oración. —Fidelidad a ella a pesar de las arideces y sequedades de la noche del sentido.
Oración de simple mirada, como transición a las oraciones contemplativas. En momentos de
particular intensidad, oración de recogimiento infuso y de quietud.

5. Las almas relativamente perfectas (quintas moradas)

Pecado venial. —Deliberadamente, nunca. Alguna vez por sorpresa o con poca advertencia.
Vivamente llorado y seriamente reparado.
Imperfecciones. —Reprobadas seriamente, combatidas de corazón para agradar a Dios. Alguna
vez deliberadas, pero rápidamente deploradas. Actos frecuentes de abnegación y de renuncia.
Examen particular encaminado al perfeccionamiento de una determinada virtud.
Prácticas de piedad. —Cada vez más simples y menos numerosas, pero practicadas con
ardiente amor. La caridad va teniendo una influencia cada vez más intensa y actual en todo lo
que hace. Amor a la soledad, espíritu de desasimiento, ansias de amor a Dios, deseo del cielo,
amor a la cruz, celo desinteresado, hambre y sed de la comunión.
Oración. —Vida habitual de oración, que viene a constituir como la respiración del alma.
Oración contemplativa de unión. Con frecuencia, purificaciones pasivas y epifenómenos
místicos.

Vía unitiva: caridad perfecta


Cuando la vida de oración constituye como el fondo y la respiración habitual de un alma,
aun en medio de sus ocupaciones y deberes del propio estado, que cumple fidelísimamente;
cuando la íntima unión con Dios y el llegar a la cumbre de la perfección cristiana constituye la
ilusión suprema de su vida, ha entrado en la vía unitiva. Su preocupación fundamental, según
Santo Tomás de Aquino, es unirse a Dios y gozar de Él.
He aquí los dos principales grados que la constituyen:

6. Las almas heroicas (sextas moradas)

Imperfecciones. —Deliberadas, nunca. A veces, impulsos semiadvertidos, pero rápidamente


rechazados.
Prácticas de piedad.-—Cumplen con fidelidad exquisita todas las que lleva consigo su estado y
condición de vida, pero no se preocupan sino de unirse cada vez más íntimamente con Dios.
Desprecio de sí mismo hasta el olvido; sed de sufrimientos y tribulaciones («o padecer o
morir»): penitencias durísimas y ansias de total inmolación por la conversión de los pecadores.
Ofrecimiento como víctimas.
Oración. —Dones sobrenaturales de contemplación casi habitual.
Oración de unión muy perfecta, con frecuencia extática. Purificaciones pasivas, noche del
espíritu. Desposorio espiritual. Fenómenos concomitantes y gracias gratis dadas.

7. Los grandes santos (séptimas moradas)

Imperfecciones. —Apenas aparentes.


Prácticas de piedad. —En realidad se reducen al ejercicio del amor: «Que ya sólo en amar es mi
ejercicio» (San Juan de la Cruz). Su amor es de una intensidad increíble, pero tranquilo y
sosegado; no chisporrotea ya la llama, porque se ha convertido en brasa. Paz y serenidad
inalterables, humildad profundísima, unidad de miras y simplicidad de intención: «Sólo mora
en este monte la honra y gloria de Dios» (San Juan de la Cruz).
Oración. —Visión intelectual—«por cierta manera de representación de la verdad» (Santa
Teresa) —de la Santísima Trinidad en el alma. Unión transformante. Matrimonio espiritual. A
veces, confirmación en gracia.

----------------

El P. Garrigou-Lagrange propone el siguiente esquema del desarrollo de la vida espiritual a


base de los tres grados fundamentales de principiantes, proficientes y perfectos:

Principiantes
(Vida purgativa, vida ascética)

Virtudes iniciales. Primer grado de la caridad, templanza, castidad, paciencia; primer grado
de humildad.
Dones del Espíritu Santo. Más bien latentes. Inspiraciones a raros intervalos. Poca atención aún
a aprovecharse, poca docilidad. El alma tiene conciencia, sobre todo, de su propia actividad.
Purificación activa del sentido y del espíritu, o sea, mortificaciones externas e internas.
Oración adquirida: oración vocal, oración discursiva, oración afectiva, que se simplifica cada
vez más, llamada oración adquirida de recogimiento.
Moradas de Santa Teresa. Primeras y segundas.

Proficientes
(Vida iluminativa, umbral de la vida mística)

Virtudes sólidas. Segundo grado de la caridad, obediencia, humildad más profunda; espíritu
de consejo.
Dones del Espíritu Santo. Comienzan a manifestarse, sobre todo, los tres dones inferiores de
temor, ciencia y piedad. El alma, más dócil, aprovecha más las inspiraciones e iluminaciones
internas.
Purificación pasiva del sentido, bajo el influjo especialmente de los dones de temor y de
ciencia. Pruebas concomitantes.
Oración infusa inicial. Actos aislados de contemplación infusa en el curso de la oración
adquirida de recogimiento. Después, oración de recogimiento sobrenatural y de quietud.
Influencia manifiesta del don de piedad.
Moradas de Santa Teresa. Terceras y cuartas.

Perfectos
(Vida unitiva, vida mística)

Virtudes eminentes y heroicas. Tercer grado de la caridad, perfecta humildad, gran espíritu
de fe, abandono, paciencia casi inalterable.
Dones del Espíritu Santo. Los dones superiores se manifiestan más visible y frecuentemente. El
alma está como dominada por el Espíritu Santo. Gran pasividad, que no excluye la actividad de
la virtud.
Purificación pasiva del espíritu, bajo la influencia especialmente del don de entendimiento.
Pruebas concomitantes en las que se manifiestan los dones de fortaleza y de consejo.
Oración infusa de unión simple, de unión completa (a veces extática) y de unión
transformante, bajo el influjo cada vez más intenso del don de sabiduría. Gracias
concomitantes.
Moradas de Santa Teresa. Quintas, sextas y séptimas.

Tal es, en sus líneas fundamentales, el camino que suelen recorrer las almas en su
ascensión a la santidad. Dentro de él caben infinidad de matices—no hay dos almas que se
parezcan enteramente—, pero el director experto que se fije cuidadosamente en las
características generales que acabamos de describir podrá averiguar con mucha aproximación
el grado de vida espiritual alcanzado por una determinada alma.

Vamos a examinar ahora con todo detalle los dos aspectos fundamentales de la vida
cristiana: el negativo, o sea, lo que hay que evitar o combatir, y el positivo, o sea, lo que hay
que practicar o fomentar. Ya hemos dicho que ambos aspectos van juntos en la práctica y
resultan de hecho inseparables; pero por necesidades pedagógicas y en aras, sobre todo, de la
claridad y precisión, vamos a examinarlos por separado en los dos libros que constituyen esta
tercera parte de nuestra TEOLOGÍA DE LA PERFECCIÓN.

You might also like