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La incidencia institucional

en su dimensión sociocultural
en la construcción de la subjetividad
de la Iglesia, Matilde - Marqués, Roxana - Rojas Breu, Gabriela -
Vieyto, Alicia - Llull Casado, V

La voz que habla en él lo hace con un tono bajo,


pero aquel que escuche con un Tercer Oído
escuchará también lo que es expresado
casi imperceptiblemente, lo que es dicho pianissimo.
Theodor Reik.

El presente artículo parte de los desarrollos propios de diferentes autores


pertenecientes a diversas disciplinas del campo de las Ciencias Sociales, todos
ellos preocupados por responder a algunas de las aristas que hacen al anudamiento
entre institución/sociedad/cultura/subjetividad. Veremos cómo la ley atraviesa este
recorrido sea en su versión jurídica como en aquella otra instituida por los usos y
las costumbres. Desde ya anticipamos que tanto los usos, las costumbres, como los
ordenamientos legales son construcciones humanas y en tanto tales susceptibles
de transformaciones y/o cancelaciones. En este punto los desarrollos tanto de Hegel
como de Lourau nos ilustran al respecto.

La exposición más notable de Hegel de su visión dialéctica de la historia es aquella


contenida en Fenomenología del Espíritu (1991). Su dialéctica implica la superación
de las contradicciones del pensamiento y procede por - tesis: afirmación primaria, -
antítesis: negación de la afirmación, y -síntesis: superación de las dos anteriores.
La misma es retomada por la corriente institucionalista del Análisis Institucional o
Socioanálisis formulada por Lourau (1994): en dicho marco la noción de institución
en tanto norma, acto fundante o sustrato material se haya en correspondencia con
los tres momentos dialécticos propuestos por Hegel. Pero la noción de institución
1
no implica diversos contenidos sino diversos momentos: -universalidad,
particularidad y singularidad. La dialéctica de lo institucional, netamente de carácter
histórico, implica los momentos enunciados, así en el primer momento de modo
abstracto y general la noción es plenamente verdadera, se trata de lo instituido,
naturalizado, establecido, sea por los usos y/o las costumbres o por un
ordenamiento consensuado, la ley, por ejemplo. En el segundo momento la verdad
general es negada por medio de la acción de los individuos y los colectivos, acto
social instituyente. El tercer momento implica la plasmación concreta de las ideas
en formas sociales organizadas, la institucionalización encarnada en los
establecimientos.

Bajo dichos parámetros comprendemos los procesos de construcción y


trasformación histórica de la sociedad, los cuales hacen al marco e inciden en los
procesos de subjetivación de los actores sociales. Partimos de una concepción del
humano como sujeto social, como autor y artífice del mundo con capacidad de
otorgar sentido a su hacer y de crear, a través de sus actos individuales y colectivos,
nuevas formas de relación con la realidad y con los otros. Entendemos que todo
producto de este sujeto social (acciones, pensamientos, sentimientos, formas de
vincularse y la producción de bienes materiales, por ejemplo) son fruto de una labor
colectiva, de una forma de vida en común.

Desde los aportes de la Psicología Jurídica, entendida como el entrecruzamiento


discursivo del Derecho y la Psicología mediatizados por una demanda del Estado,
pensamos el objeto de estudio de la misma como un campo de fuerzas en
permanente movimiento, encarnadas dichas fuerzas en lo discursivo, en lo
comunicacional, así como en lo meta-discursivo y meta-comunicacional. La visión
se funda en la posibilidad de la comprensión y el abordaje, no solo de los actores
sociales sino también de las instituciones que se desarrollan, en un espacio y tiempo
determinado. En tal sentido, las nociones de tiempo y espacio resultan
fundamentales ya que solo a partir de las propias significaciones construidas en
cada momento socio histórico es que se podrá efectuar una comprensión del

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entramado significante de ese momento y estimar de qué maneras esas
significaciones intervienen en la construcción de la subjetividad de quienes son sus
miembros, con la particularidad de que son a la vez quienes construyen dichas
significaciones. Por ejemplo, el sentido y las implicancias otorgadas a la noción de
homosexualidad han variado en el devenir socio histórico Si bien en la antigua
Grecia existían ya los intercambios sexuales entre personas de un mismo sexo
carecían de una interpretación ligada al pecado y/o al delito como sucediera siglos
más tarde. Utilizar dichas categorías, pecado y/o delito, para analizar dichos
intercambios en la antigüedad nos alejaría de la posibilidad de comprender su
significación en la dinámica social de aquel entonces, de igual modo sucedería en
la actualidad.

Como dijimos, entendemos a la Psicología Jurídica como un encuentro


interdiscursivo entre el Derecho y la Psicología mediatizada por la acción del
Estado. El Derecho, disciplina del campo de las Ciencias Sociales, nos posibilita la
comprensión de ciertos aspectos específicos de la sociedad en tanto institución en
sentido amplio, como así también de las instituciones en sentido restringido. Esos
aspectos se relacionan con los conjuntos de principios, preceptos y normas que
regulan las relaciones humanas en toda sociedad civil, a fin de lograr el bienestar
individual de los actores sociales, tanto como el de los colectivos; fundados en la
posibilidad de que cada uno viva honestamente, no haga daño a nadie y reciba lo
que le pertenezca. En esta línea de pensamientos, la posibilidad del bienestar social
se funda en el cumplimiento de lo establecido por medio de la ley, pero también de
los usos y/o la costumbre, de tal modo que el Derecho resulta solidario de lo
doctrinal, entendiendo por doctrina aquello que es objeto de enseñanza. Así, resulta
posible entender los procesos de socialización primaria y secundaria como
dispositivos sociales, que implican la incorporación de una legalidad por parte de
los nuevos actores sociales, posibilitando la institucionalización de los mismos.
Legalidad que, en principio, en términos antropológicos, remite a una premisa
atávica: No reintegrarás tu producto.

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Podemos considerar que el Derecho, en tanto ordenamiento legal y normativo, se
remonta a los orígenes mismos de la sociedad humana, al primer ordenamiento que
rigió la convivencia de los hombres. A partir de los desarrollos de Lévi-Strauss
(1998), ubicamos, míticamente, a la prohibición del incesto como ese primer
regulador de los intercambios vinculares humanos, es decir como la primera norma
que habría regido la convivencia de los actores sociales y que aún hoy posee
vigencia. Diferentes sociedades le han dado a tal ley diferentes contenidos, pero en
todas, sin excepción alguna, la norma es idéntica, un objeto queda vedado para el
intercambio sexual, constituyéndose, así, las estructuras elementales del
parentesco. Freud retoma lo enunciado en su texto de 1913 Tótem y Tabú.

Teniendo en cuenta que los usos y/o las costumbres se constituyen en un regulador
social, cabe señalar que estos implican una habituación, un modo de proceder o
conducirse. Tales prácticas, muy usadas, adquieren la fuerza del precepto. Es decir,
que un uso y/o costumbre consistiría en observar constante y uniformemente un
cierto comportamiento por parte de los miembros de una comunidad, con la firme
convicción de que el mismo responde a una necesidad de orden socio-jurídico. Los
usos y/o las costumbres habrían precedido a la ley escrita en la organización jurídica
de los pueblos. Sólo cuando las relaciones sociales adquirieron cierta complejidad
habría aparecido la necesidad de fijar las normas jurídicas en un texto escrito.
Desde siempre, algún tipo de legalidad rigió los vínculos e interacciones de los
hombres.

Una cuestión importante al hablar de lo institucional, es explicitar que se hace desde


un marco determinado, desde una concepción singular de institución, y en este
sentido reparar en el hecho de que dicho término presenta diferentes acepciones
en el campo de las Ciencias Sociales. Existiría un doble acepción del término
institución: En un sentido amplio remitiría a los marcos regulatorios de una sociedad,
teniendo en cuenta que las regularidades sociales pueden estar legitimadas por las
fuerzas del poder del Estado, como las leyes; o puede tratarse de regularidades
consensuadas por el uso y/o la costumbre, es decir que no necesitan estar

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establecidas en términos jurídicos, sino que son reconocidas por los portadores de
una cultura y operan como principios establecidos, es decir instituidos. Pero dicho
marco regulatorio no es sólo externo, sino que ha sido internalizado vía proceso de
socialización, es decir en la medida en que la cría humana se constituiría en sujeto.
Por otro lado, en sentido restringido institución sería equiparable a organización o
establecimiento, considerando que una organización constituiría un sistema socio-
técnico, creado para la realización de fines específicos configurados alrededor de
un proyecto concreto, tendiente a satisfacer necesidades manifiestas y latentes de
sus miembros y de una audiencia externa. Dicho sistema mantendría su cohesión y
eficacia mediante la implementación de un régimen de autoridad basado en una
diferenciación de responsabilidades técnico-jerárquicas. En su interior se podría
desplegar una conflictiva social originada en la existencia de distintos grupos de
poder en interacción dinámica. Todo el sistema se hallaría inmerso en un contexto
social poblado por entidades diversas con las que interactuaría, colaboraría y/o
competiría.

Las instituciones determinan aspectos de las interacciones que se despliegan en


las organizaciones, aquellos modos de hacer y de pensar que allí se producen y re-
producen, lo hacen en un doble movimiento que va de lo uno a lo otro y viceversa.
De lo que se trata, entonces, es de abordar una relación que se establece entre las
instituciones y las humanidades, entre lo colectivo y lo individual. Esta relación
justificaría per se la existencia misma de la influencia de la cultura en la construcción
de la subjetividad de los miembros de las instituciones jurídicas. La relación entre lo
colectivo y lo individual se efectiviza sobre una serie de articulaciones que se
retroalimentan de forma permanente: Las instituciones producen subjetividades, a
la vez que ciertas producciones de subjetividad interpelan, impugnan o niegan las
instituciones establecidas, apostando a su transformación o a nuevas creaciones.
Las subjetividades pueden generar las condiciones que posibilitan pensar
críticamente tanto las instituciones como las formas de vida que las mismas
imponen. Expresión de lo expuesto se hallaría en las nociones del Análisis
Institucional cuando se abordan los desarrollos de Lourau (1994) respecto a la

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dialéctica instituido-instituyente-institucionalización. Los actores sociales, aunados
en cierta clase de agrupamiento, llevan adelante los procesos de transformación,
partiendo de un cierto orden establecido que los organiza, pero que no les es
suficiente, y generan nuevas propuestas que pueden llegar a constituir un nuevo
orden.

Dicho estado de situación, descripta hasta aquí, lleva a pensar a los sujetos no de
modo aislado sino en función de su vida en una comunidad. Por lo que cabe recordar
que la comunidad se organizaría en función de cuatro elementos básicos que se
denominaría instituciones basales. Más allá del tiempo histórico y del espacio
antropológico que caracterice a una comunidad, todo conjunto social se ordena en
función del lenguaje, el sistema de creencias, el sistema de producción y el sistema
de parentesco. Las formas y/o contenidos que adquieran estas instituciones
variarían socio-históricamente, pero en todos los casos, gobiernan las interacciones
cotidianas de los actores sociales, aún la de aquellos que están por venir. La
institución precede al individuo singular y lo introduce en el orden de la subjetividad,
predisponiendo las estructuras simbolizantes organizadoras del psiquismo. El sujeto
social se constituye con relación a un otro colectivo, vía proceso de socialización,
vía atravesamiento del complejo de Edipo, vía internalización de la ley. La cría
humana advendría a un mundo pleno de significaciones, con un repertorio histórico
estructurado, con un conjunto de estilos, habilidades, esquemas y reglas que
gobiernan las interacciones cotidianas. La cría humana se constituye en sujeto
social en la medida que construye una subjetividad, una conciencia práctica y un
conjunto de capacidades reflexivas con relación al medio social en el que se
desarrolla. Dicho proceso implica una dialéctica permanente entre el actor y su
entorno, en tanto producto y productor uno del otro en simultaneidad.

La cultura, las instituciones, poseen una finalidad primordial, colaborar con el


mantenimiento o renovación de las fuerzas vivas de la comunidad, permitiendo a
los seres humanos ser capaces de vivir, amar, trabajar, cambiar y tal vez crear el
mundo a su imagen. Lo hacen conforme a una vocación, la de encarnar el bien

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común de quienes son sus miembros. Su finalidad de existencia se centra en las
relaciones humanas, en la trama simbólica donde ellas se inscriben, sellando así el
ingreso del hombre a un universo de valores, con normas particulares y sistemas
de referencia que sirven como ley organizadora de la vida física, de la subjetividad
y de la vida social de los individuos que son sus miembros.

Cabría señalar que institución jurídica, sociedad y cultura, comparten una misma
génesis, aquel mítico instante en que el hombre se elevó por encima de las
condiciones animales y se distinguió de aquél. Un extenso y diverso conjunto de
producciones científicas son el resultado de una preocupación significativa por las
relaciones entre lo social y lo psíquico, lo histórico y lo subjetivo, lo individual y lo
colectivo, el sujeto y la cultura. Las instituciones jurídicas, en tanto su ordenamiento
normativo y legal, se remontan a los orígenes de la sociedad humana. Retomando
el decir de Lévi-Strauss, en su trabajo de 1949 Las estructuras fundamentales del
parentesco, el único criterio válido, para reconocer una cultura, es la existencia de
una regla. Entonces allí donde la regla cobra vida se genera un espacio cultural,
social, institucional. Así la prohibición del incesto inaugura el campo de lo simbólico
y su función alude a un intercambio social que se transmite generacionalmente, vía
proceso de socialización. Al sujeto social le está vedado llevar a cabo ciertas
conductas configuradas como transgresoras, se puede postular que en aquella
primera regla anidan las bases del ordenamiento jurídico legal. El planteo enunciado
desde una perspectiva antropológica, sería solidario, del planteo freudiano
establecido en el texto Tótem y Tabú, como ya señalamos. El crimen instaura la ley,
tras el saldo de culpa reactiva a aquel. Esta regulación legal habilita el lazo y
compele a una renuncia en pos de ese lazo que se torna tejido, tejido social. La
cultura, entonces, se edifica sobre la base de una renuncia pulsional, precisamente,
en la no-satisfacción directa –mediante sofocación, represión- de poderosas
pulsiones. La instauración de una ley, a la que todos quedan sometidos, implica la
sustitución del poder del individuo por el de la comunidad. Su esencia consiste en
que los miembros de la comunidad se limitan en sus posibilidades de satisfacción
directa, en tanto que, en el mundo de la naturaleza no se conocía tal limitación. La

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mencionada denegación gobierna el vasto ámbito de los vínculos sociales y es la
causa de la hostilidad contra las que se ven precisadas a luchar las diversas
culturas. Si la renuncia no opera, la justicia adviene para reafirmar el proceso
cultural en los términos freudianos.

Reflexiones éticas a través de un estudio cualitativo de casos: El egipcio.1

El desarrollo de la práctica pericial ubica al psicólogo en un espacio de


entrecruzamientos singulares, el cual no responde exclusivamente a saberes
científicos, sino que requiere tener en cuenta otras variables como la diversidad
cultural. La cultura, como sistema defensivo colectivo, constituye un sistema de
protección social estandarizado que determina y regula los comportamientos
humanos. Por lo tanto, resulta necesario tener en cuenta, en la práctica pericial
psicológica, la modalidad de organización que rige los vínculos entre los hombres y
los valores e ideales que portan los mismos, al momento de intentar dar cuenta de
sus comportamientos. Las particularidades del proceso de evaluación pericial que
se detallan en el presente escrito, podrían significarse como limitantes en un primer
acercamiento. Sin embargo, han sido recapitalizadas y utilizadas como material de
análisis al partir de la premisa de que la delimitación entre lo normal y lo patológico,
depende, entre otros, de factores socio-culturales.

Antecedentes

Ahmid dice haber nacido en Egipto en 1946, allí transcurrió su infancia en la ciudad
de Alejandría. No se ha podido relevar más datos al respecto a pesar de la
minuciosidad de las entrevistas efectuadas. A los 22 años habría partido con un
grupo de Boy-Scout a realizar trabajos voluntarios por el mundo. Años después se
radicaría temporariamente en Alemania, en función de un contrato laboral con la

1
de la Iglesia, M.; Di Iorio, J. (2004) El egipcio. Avatares socioculturales de una pericia. En Psicología,
Sociedad y Cultura. Memorias XI Jornadas de Investigación. Facultad de Psicología, Universidad de Buenos
Aires. Buenos Aires, Argentina, Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires. 29 y 30. Tomo II. Pp.
353-355.

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empresa internacional. Esta empresa habría instalado al inicio de los '80 una
sucursal en Paraguay, a la que trasladarían al examinado. Finalizando dicha
década, se habría instalado en Argentina, indicando su disgusto frente a la
idiosincrasia paraguaya. Ocho años más tarde de su arribo, obtendría la
naturalización argentina según consta en su documento de identidad.

Ahmid refiere haber estado casado, haber enviudado hace 14 años y como producto
de esa unión haber tenido una hija, quien al momento de la entrevista tendría 22
años. Comenta que su hija hace las cosas al revés en tanto no viviría conforme a
las enseñanzas de su libro sagrado y que, a pesar de no verla desde el año 2002,
en el caso de que ella llegara a necesitarlo, sabría dónde encontrarlo ya que él
acude a la mezquita todos los viernes.

Se destaca la renuencia de Ahmid para recordar hechos pasados de su vida.


Tampoco quiso hacer referencias a su situación actual. Respecto al futuro señala
que su destino estaría en manos de Dios. Ejemplifica su creencia comentando que
en una oportunidad habría vivido treinta días a agua. Si bien reconoce que en
aquella ocasión podría haber pedido ayuda, al igual que en la actualidad, no lo
habría hecho ya que un creyente solo pide ayuda de Alá. Ahmid destaca
fervorosamente su fe y justifica su accionar en la vida de acuerdo a los preceptos
de la misma. Dice cumplir con todas las reglas que impone el Corán, por ejemplo,
ser solidario con los demás. Esto, sin embargo, habría implicado, vivenciar
diversas estafas en su vida que no quiere comentar.

Hechos

Ahmid ha sufrido un accidente en la vía pública, entre 1994 y 1995. En el 2003, el


Poder Judicial designa perito psicólogo para efectuar evaluación psicodiagnóstica y
determinar las secuelas psicológicas –daño psíquico e incapacidad– en la persona
de actor.

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El examinado no puede precisar la fecha del siniestro. En aquella oportunidad lo
habría atropellado un automóvil, “me levantó en el aire, venía muy fuerte...” Dicho
móvil habría sido conducido por un individuo de nacionalidad turca que se dio a la
fuga y lo habría dejado inconsciente tendido en el pavimento. En cuanto a las
lesiones, señala haber sufrido una fractura en una sus piernas y heridas en la
cabeza, no pudiendo precisar si las mismas necesitaron sutura o no.

Manifiesta que desde hace años padece de alteraciones sistemáticas de la


memoria. Si bien no recordaría ciertos datos de su pasado, por otro lado, preferiría
no recordar situaciones que comprometerían su integridad bio-psico-social. En
relación con las lesiones, él mismo se habría definido como rengo y agujereado.

El relato de lo sucedido fue acompañado de un estado de angustia que fue en


aumento, el cual se cristalizó en un episodio de llanto. Comenta que no quiere
hablar, que no quiere recordar, que lo acontecido le arruinó la vida. Ahmid efectúa
una maniobra de repliegue sobre sí mismo, negándose a continuar con la entrevista,
señalando que el hablar de esas cosas le haría mal al corazón. En el tiempo
transcurrido entre el accidente y la pericia habría padecido cuatro infartos, al
momento de la entrevista presenta constancias médicas que acreditan su decir.

Para finalizar, cabe comentar que con relación a las expectativas futuras, Ahmid,
manifiesta su deseo de volver a su tierra de origen, a conectarse con sus hermanos,
conocer a los sobrinos. Pero desde su punto de vista, esto solo podría realizarse
después de que él haya recobrado un estado y una imagen de sí tal como la que
poseía con anterioridad al accidente.

Comentarios vinculados con el relevamiento del material

Resulta necesario comentar las diversas actitudes de oposición al proceso de


evaluación en su conjunto partiendo del siguiente episodio:

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- Al momento de recibir a Ahmid para ingresar al consultorio, éste pregunta si la
señora (la perito) estaría a solas con él durante la entrevista. Ante la respuesta
afirmativa Ahmid se niega a entrar aduciendo que su religión no le permitiría estar
a solas con una mujer que no perteneciera a su familia. Se le explicita que muy
posiblemente llegarían otros -los consultores técnicos- motivo por el cual Ahmid
accedió a entrar. Frente a la ausencia de aquellos, el único modo de efectuar la
entrevista fue manteniendo abierta la puerta del consultorio.
Ante la negativa de Ahmid de referirse a diversas situaciones y hechos de su vida,
como ya se ha mencionado, se le pregunta acerca de dicha actitud. Él mismo
fundamentó su conducta en dos cuestiones:

- No quiero recordar... los recuerdos me hacen muy mal, prefiero no pensar...


- Mi religión no me lo permite...

Con este último dicho también justificó su negativa a realizar alguna de las técnicas
de evaluación propuestas:

- Al solicitársele el gráfico de una figura humana, Ahmid se ha negado rotundamente


a realizarla, argumentando que su religión se lo prohíbe, y que el día del juicio final,
Alá, le pediría que dibujase el alma de dicha persona (la que había sido solicitada)
y que dicha tarea resultaría obviamente imposible.
- Con relación a la administración de la técnica Dibujo e historia de un animal, en
primera instancia se niega porque los animales también poseerían alma. Finalmente
puede cumplir con la consigna dibujando un camello sin rostro, en tanto que sería
dicha parte del cuerpo la que representaría el alma. Antes de finalizar, Ahmid
propone dibujar una rata, en tanto y en cuanto esta no posee alma. Es necesario
mencionar, que igualmente también la dibuja sin rostro.
- En referencia a la administración del Cuestionario Desiderativo, Ahmid se niega a
responder ya que, si Dios lo hizo persona, no puede pensarse como diferente a una
persona. Sostiene que el hombre es lo mejor que Dios ha hecho.

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Cultura y socialización

Lo señalado ha sido especialmente tenido en cuenta en función de la cultura de


origen de Ahmid y las significaciones que le atribuye a los hechos vinculados con
sus propios procesos de socialización. Los modelos culturales de referencia de
Ahmid habrían limitado ciertas posibilidades comunicacionales en función de los
sistemas de significación que regirían a ambos, entrevistador-entrevistado.

Las particularidades del material presentado, que en apariencia podrían significarse


como limitantes para una evaluación, han sido recapitalizadas y utilizadas como
material de análisis. En este caso resultó necesario reflexionar, a la hora de efectuar
las consideraciones forenses pertinentes, sobre ciertos elementos socioculturales
que, si fueran presentados de modo aislado, no integrados en un conjunto,
descontextualizados, hubieran resultado suficientemente patológicos y podrían
haber conducido a un infundado diagnóstico. Resulta necesario enfatizar un mayor
respeto por las categorías culturales en función de las cuales los seres humanos
explicamos y expresamos nuestros malestares cotidianos. De lo contrario, podemos
interpretar como sintomático lo que simplemente es una manera socialmente
aprendida de dar cuenta de lo que nos pasa.

Los planteos que se han considerado relevantes, a fin de clarificar la situación de


Ahmid, se corresponden con una perspectiva estructural que implica situar al
hombre y su enfermedad en una red tejida por intercambios étnicos y establecer así
una relación entre la endoculturación (es decir, la personalidad elaborada por los
padres dentro de la etnia) y la aculturación (la presión ejercida por una etnia a fin de
remodelar la personalidad de un miembro de otra etnia) Lo expuesto anteriormente
se desprende de consideraciones teórico-prácticas efectuadas desde el campo de
la Psiquiatría Social y la Etnosociología, retomando algunos de los planteos del
Profesor Roger Bastides (1976), plasmados en su obra El sueño, el trance y la
locura.

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En la comprensión de los hechos narrados y sus consecuencias para Ahmid, en
tanto fenómeno y actor social, resultó necesario tener en cuenta la modalidad de
organización que rige los vínculos entre los hombres y los valores e ideales que
portan los mismos, cuyas características están determinadas por factores
culturales. Ahmid ha evidenciado en acto dicha diversidad cultural y las fallas en el
proceso de aculturación, mostrando cómo aquello que se ajusta a la más absoluta
normalidad en un contexto puede ser significado como patógeno en otro.

La cultura es ante todo un sistema defensivo colectivo, un sistema de protección


social estandarizado. El hombre puesto en contacto con una cultura distinta que le
resulta ininteligible, puede desarrollar sentimientos de inseguridad, angustia y
frustración tales como los vivenciados por Ahmid durante el proceso de evaluación,
reproduciéndose durante la entrevista sus vivencias cotidianas.

En este trabajo se ha intentado dar cuenta de los aportes de otras disciplinas a la


psicología jurídica, sin los cuales las consideraciones vertidas en el dictamen
pericial hubieran resultado incompletas y erróneas teniendo en cuenta que la
delimitación entre lo normal y lo patológico depende, entre otros, de factores socio-
culturales, la enfermedad no tiene realidad y valor como enfermedad más que una
cultura que la reconoce como tal.

El desarrollo de la actividad en el campo forense ubica al perito en un espacio de


entrecruzamientos singulares, el cual no responde exclusivamente a saberes
científicos, sino que requiere tener en cuenta otras variables como la diversidad
cultural. Las conductas y verbalizaciones de Ahmid podrían haber sido significadas
como sintomatología psiquiátrica entre las virtualidades que sirven de margen a la
realidad cultural de un grupo social diferente a su grupo de origen.

Lo expuesto no ha eximido a Ahmid del diagnóstico de un cuadro clínico, sino que


se ha considerado que la enfermedad exige dos tipos de condiciones: Las
condiciones sociales e históricas que fundamentan los conflictos psicológicos en las

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contradicciones generales con el medio; y las condiciones psicológicas que
transforman el contenido conflictual de la experiencia en forma de conflicto de la
reacción.

Ha sido necesario explicitar en el informe pericial, que la cultura es un sistema


estandarizado de defensa (Bastides, 1976; Kaës, 1996) para luego poder informar
sobre lo procesalmente solicitado. La inclusión de la consideración antropológica y
etnosociológica para la comprensión de la problemática singular de Ahmid se ha
fundamentado en un posicionamiento ético. Partiendo de la base de que la ética
desde el pensamiento freudiano es la articuladora entre el individuo y la sociedad.
Cada cultura se hace una imagen de la enfermedad cuyo perfil se dibuja gracias al
conjunto de las virtualidades antropológicas que ella desprecia o reprime.

BIBLIOGRAFÍA

 de la Iglesia, M. (2018) Influencia de las instituciones jurídicas en la construcción


de la subjetividad. En Memorias X Congreso Internacional de Investigación y
Práctica Profesional en Psicología. XXV Jornadas de Investigación de la
Facultad de Psicología. XIV Encuentro de Investigadores en Psicología del
MERCOSUR. Nuevas tecnologías: subjetividad, vínculos sociales. Problemas,
teorías y abordajes. Buenos Aires, Argentina, Facultad de Psicología,
Universidad de Buenos Aires. Tomo 4: Psicología Jurídica Pp.17-21.
 de la Iglesia, M.; Di Iorio, J. (2004) El egipcio. Avatares socioculturales de una
pericia. En Psicología, Sociedad y Cultura. Memorias XI Jornadas de
Investigación. Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires. Buenos
Aires, Argentina, Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires. 29 y 30.
Tomo II. Pp. 353-355.
 Freud, S. (1981). El malestar en la cultura. En Obras completas, Tomo III.
Madrid: Biblioteca Nueva.
 Freud, S. (1981). Tótem y Tabú. En Obras completas, Tomo II. Madrid:
Biblioteca Nueva.

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 Lévi-Strauss, C. (1995). Antropología estructural. Barcelona, España: Paidós
Ibérica.
 Lévi-Strauss, C. (1998) Las estructuras elementales del parentesco. Barcelona,
España: Editorial Paidós Ibérica.
 Lourau, R. (1994). El análisis Institucional. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu
Editores.

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