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Palabras clave: Didáctica de las Ciencias Naturales, formación docente, modelización, indagación, epistemología
de las ciencias, historia de las ciencias, filosofía de las ciencias, contrato didáctico, contenidos, transposición
didáctica.
2. INTRODUCCIÓN
En el siguiente ensayo se intenta reflexionar sobre uno de los desafíos que, a nuestra consideración,
tiende a no ser trabajado lo suficiente, incluso durante la misma formación inicial docente, cuando se estudian
las problemáticas de las cuales se encarga la didáctica de las ciencias: esto es, la formación (tanto inicial como
continua) de las y los docentes de ciencias naturales como un punto clave para lograr una actividad científica
escolar basada en modelización, que favorezca los aprendizajes de las y los estudiantes.
Para fundamentar esta reflexión, partiremos indicando que el contrato didáctico se establece como un
mecanismo que canaliza las dos vertientes implicadas en la didáctica: la fundamentación teórica y el fin a alcanzar
(Estany e Izquierdo, 2001). En la primera vertiente mencionada, encontramos los pilares teóricos de la Filosofía
de las Ciencias, los cuales permiten comprender la relación profesor-saber y estudiante-saber (Estany e
Izquierdo, 2001). Esto último toma un importante peso al hablar de la transposición didáctica, ya que, según ella,
el docente y su relación con el saber es quien media entre el estudiante y el conocimiento de y sobre ciencias,
siendo esto último importante, pues integra las componentes epistemológicas de las ciencias naturales.
Estany e Izquierdo mencionan que “(…) podemos afirmar que hay tres materias en que el enseñante de
ciencias tiene que ser competente para poder llevar con éxito su labor: psicología cognitiva, filosofía de la ciencia
y la ciencia transmitida” (2001, p. 19). Esto ofrece un sustento teórico con el cual atender la necesidad de formar
a docentes competentes no solo en el cómo enseñar, sino también en el qué enseñar, contemplando las
componentes históricas y epistemológicas de la ciencia que se enseña.
En ese sentido, la formación docente plantea grandes desafíos para que estos puedan lograr en el aula
procesos de enseñanza reflexivos, centrados en los aprendizajes, con un sustento teórico desde la Didáctica de
las Ciencias, la Epistemología, la Historia y la Filosofía de las ciencias, además de otras vertientes teóricas. Esto
no está en duda. Sin embargo, una de las consideraciones a tener en cuenta al momento de plantear estos
desafíos, es el carácter de las evaluaciones hacia los docentes en su ejercicio de la enseñanza de las Ciencias. Con
esto nos referimos, específicamente, a los criterios evaluativos o estándares con los cuales se pretende
determinar el nivel de conocimiento y de desarrollo de habilidades de las y los docentes de Pedagogía en
Ciencias. En Chile, por ejemplo, existe lo que se conoce como Carrera Docente, la cual corresponde a un sistema
de desarrollo profesional que se enmarca en la Ley 20.903, y cuyo objetivo es “reconocer la experiencia y las
competencias alcanzados por los profesionales de educación, incentivando la mejora permanente” (CPEIP,
2020). En este sentido, las y los docentes se evalúan en distintas instancias de su carrera, utilizando dos
instrumentos: la Evaluación Docente y la Evaluación de Conocimientos Específicos y Pedagógicos. Al revisar los
criterios de evaluación o el temario que se entrega, por ejemplo, en la Evaluación de Conocimientos Específicos
en Ciencias -particularmente en Biología- es posible observar que aún prevalecen nociones de enseñanza de la
ciencia enfocadas en el trabajo de una gran cantidad de cuerpo conceptual (conocimiento de ciencias), pocos o
ningún aspecto epistémico (conocimiento sobre ciencias), y, además, cierta tendencia hacia un enfoque
indagativo focalizado en aprender más habilidades técnico-manipulativas de la práctica científica y al
razonamiento científico abordado desde el método científico, pero sin considerar habilidades de modelización o
argumentación científica.
Este ensayo, por lo tanto, intenta esbozar una problemática que, precisamente, tiene que ver con la
noción de ciencia escolar que aún prevalece, no solamente en el currículum chileno, sino, como vemos, también
en los estándares evaluativos de las y los docentes. Dado que la Prueba de Conocimientos Específicos (de
Ciencias, en este caso) es una evaluación oficial proveniente del Ministerio de Educación, los profesores -con
justa razón- consideran que estos estándares corresponden a “lo que se debe hacer y enseñar” en el aula, incluso
aunque esto, en la realidad, no tribute de mejor manera a los aprendizajes de las y los estudiantes.
Adicionalmente, dado que esta es la forma en la cual se define si los profesores evaluados son categorizados
como competentes o no en su desempeño (lo cual influye directamente en su tramo en la Carrera Docente y, a
su vez, en sus remuneraciones), combinado además con el problema habitual que constituye la alta y pesada
carga laboral a la que se ven sometidos, en general, las y los docentes en Chile (Miño, 2016), los profesionales
de la educación en Ciencias tienen poco tiempo, motivación (intrínseca o extrínseca) o instancias para continuar
su formación en Enseñanza de las Ciencias. Esto obstaculiza el desplazamiento hacia los enfoques de enseñanza
vigentes más centrados en los aprendizajes, y también permite que se perpetúen nociones obsoletas o poco
elaboradas de Ciencia y de Ciencia Escolar en el aula. De esta manera, la actividad científica escolar en Chile aún
dista de lograr la expansión de la aplicación de enfoques de modelización científica.
Por lo tanto, frente a este problema, surgen interrogantes que guían el desarrollo de esta temática.
Sabemos que existen desafíos alrededor de la enseñanza de las ciencias que tienen que ver con las metas de
aprendizaje, con los diseños de enseñanza y también con los currículos desprendidos desde la institucionalidad.
Sin embargo, ¿qué desafíos en la formación docente (no sólo inicial, sino que permanente) plantea la expansión
del uso de enfoques de enseñanza basados en la modelización científica?
3. DESARROLLO
3.1. La formación de los docentes en ciencias y sobre las ciencias: un desafío en sí mismo que no está acorde
con las evaluaciones docentes.
Según autores como Fernández et al. (2005), las concepciones de ciencia que tienen los profesores
influyen en su desempeño como docentes, ya que, para cambiar lo que los alumnos hacen en clases de ciencias,
es necesario modificar también las nociones de ciencia y la epistemología de los profesores; y, a pesar de que el
hecho de que los docentes tengan concepciones más adecuadas acerca de la ciencia no garantiza procesos
exitosos en el aula de ciencias en sí mismo, sí constituye un requisito que aportará a la enseñabilidad de las
ciencias (Fernández et al., 2005). La aceptación misma de que “todo conocimiento disciplinar es el resultado de
una actividad de enseñanza y de aprendizaje que se lleva a cabo en un sistema didáctico” (Izquierdo, 2007, p.
130), y que este sistema tiene un dinamismo basado en la interacción entre conocimiento, profesores y
estudiantes, nos permite considerar la idea de que el conocimiento va cambiando también en esta interacción,
por lo que el conocimiento científico en sí mismo debe mantenerse abierto a la novedad del futuro y, por ello,
ser capaz de evolucionar y cambiar (Izquierdo, 2007).
Nuestro planteamiento toma estas consideraciones como base del desafío de una formación de
profesores que favorezca un desplazamiento desde enfoques inductivistas y positivistas sobre las ciencias (y, por
ende, respecto a la enseñanza de las ciencias), hacia enfoques semanticistas, que privilegien la visión de las
teorías científicas como conjunto de modelos para explicar la realidad (Izquierdo, 2005; Izquierdo, 2007), y junto
con ello (por qué no), incluir el vínculo entre la ciencia y otras formas de conocimiento desde posturas como las
de Feyerabend, en las cuales no se establece una relación de superioridad de la ciencia sobre otras áreas del
saber (Chalmers, 1982). Esto tiene que ver con aspectos epistémicos y de la filosofía de las Ciencias, que debiesen
ser pilares teóricos fundamentales en la formación. Al respecto, las y los docentes de Ciencias de nuestro país
están formados inicialmente en una gran variedad de escuelas, y desconocemos si es que hay algún consenso en
los currículos institucionales sobre los procesos de enseñanza de las ciencias o sobre las nociones de ciencias en
sí mismas. Lo que sí reconocemos, de todas formas, es la existencia de un currículum oficial, explicitado en las
Bases Curriculares dadas por el Ministerio de Educación, las cuales son el piso mínimo de “lo que se debe
enseñar”. A pesar de que este curriculum ha sido modificado con el pasar de los años, cambiando los Contenidos
Mínimos por Objetivos de Aprendizaje (lo cual reduce, teóricamente, la noción contenidista de los aprendizajes
escolares en general), y aunque, en Ciencias particularmente, este currículum está actualmente elaborado a
partir de lo que se conoce como las “Grandes Ideas de la Ciencia” (Harlen, 2010), esto tampoco garantiza en sí
mismo prácticas en el aula centradas en los aprendizajes.
Lo anterior constituye en sí mismo un problema, ya que lo que se necesita entonces es una formación
adecuada, que entregue los pilares teóricos necesarios para concretar este currículum de buena manera en el
aula, Sin embargo, como problema agregado, y como se mencionó en la introducción, las evaluaciones
ministeriales para docentes de Ciencias, como la Prueba de Conocimientos Específicos, no se condicen en general
con estas nuevas concepciones de Ciencia ni de la enseñanza de las Ciencias. No demuestran, por ejemplo, la
preocupación por evaluar la capacidad del profesor de realizar una selección de los conocimientos para que sean,
como indica Izquierdo (2005) “relevantes y educativos, valorando los nuevos currículos de «ciencia para todos»
frente a los tradicionales de ciencia de los «conocimientos probados»” (p. 114), lo cual es importantísimo al
momento de poner en práctica un currículo basado en estas Grandes Ideas de la ciencia, y además para llevar a
cabo procesos de actividad científica escolar basados en los aprendizajes, como la modelización.
De planteamiento anterior desprendemos que, sin duda, el quehacer de los profesores no solo se orienta
por el currículum de Ciencias, sino también, entre otras cosas, por sus ideas respecto a la ciencia, y también por
la manera en que serán evaluados (lo cual tiene un asidero en la realidad docente, en sus aspiraciones laborales,
sus remuneraciones, entre otros aspectos). Por lo tanto, y en definitiva, lo que planteamos aquí es que el hecho
de que estas evaluaciones no sintonicen con lo que se plantea en los estándares más actuales y elaborados de la
enseñanza de las Ciencias, no favorece, lamentablemente, a que los profesores de educación en Ciencias en Chile
tengan la preocupación por actualizar sus visiones de ciencia, sus sustentos teóricos sobre ciencia y, por ende,
avanzar hacia modelos didácticos centrados en modelización aplicables en el contexto de la actividad científica
escolar.
Por lo tanto, a grandes rasgos y a nuestro juicio, esta problemática plantea distintos desafíos o
situaciones a considerar para las y los docentes. A continuación, explicaremos algunos de ellos.
4. CONCLUSIONES
Los procesos de reflexión continua sobre la enseñanza de las Ciencias (y sobre Ciencias) entregan a los
docentes mayores herramientas teóricas para enfrentar la actividad científica escolar de manera óptima,
abriéndole paso a enfoques actualizados, modelos didácticos centrados en los aprendizajes y con un sustento
teórico adecuado. Concluimos, por lo tanto, que es necesario que la formación inicial en Didáctica de las Ciencias
incluya estas reflexiones teóricas desde la Epistemología de las Ciencias, Historia de las Ciencias y Filosofía de las
Ciencias; además, y en el mismo sentido, consideramos que debe existir mayor interés en una formación
permanente para el profesorado. Sería interesante, en este aspecto, estudiar más a fondo qué factores limitan
o frenan a las y los docentes de Ciencias para mantener un proceso continuo de formación y actualización sobre
estos temas (adicionalmente, claro, a las opiniones que aquí hemos vertido, que hacen referencia a la pesada
carga laboral y a la incongruencia de los instrumentos que evalúan a los profesores de Ciencias en Chile respecto
de los modelos más actuales sobre enseñanza de las ciencias). Asociado a lo anterior, consideramos que es
imprescindible, además, que se generen mayores instancias vinculantes entre lo que se discute en la academia
sobre Didáctica de las Ciencias (particularmente en las universidades) y lo que se está realizando en la práctica
docente en escuelas y colegios. Esto con el fin de que, por un lado, los profesores tengan la oportunidad de
fortalecer el trabajo de la academia, suministrando información respecto de los problemas reales que se dan en
el aula; y, por otro lado, tengan también la oportunidad de unirse al debate que gira entorno a la enseñanza de
las Ciencias, nutrirse de él y generar conocimiento científico al respecto, de manera que su quehacer docente no
quede limitado (teórica y prácticamente) solo a los lineamientos entregados por el ministerio en las Bases
Curriculares, o a los estándares evaluativos o el temario de las evaluaciones docentes; sino que, además, sean
capaces de reflexionar, cuestionar y elaborar conocimiento nuevo sobre la aplicación de nuevas perspectivas y
modelos de enseñanza a la actividad científica escolar.
Como una posible extensión de las inquietudes manifestadas en el presente ensayo, y, dado que nos
enfocamos en revisar solo un instrumento de evaluación docente (a saber, la prueba de Conocimientos
Específicos y Pedagógicos de Biología), consideramos que, además, sería interesante revisar las otras
evaluaciones provenientes del Mineduc (por ejemplo, realizar un análisis del Portafolios, que es requerido por la
Evaluación Docente), a fin de compararlo con lo que se expone en este trabajo, y analizar no solamente si el
instrumento se adecúa a las nuevas ideas de ciencia, sobre ciencia y de los modelos de enseñanza en ciencias,
sino también repensar si es que estas evaluaciones deberían ser iguales para todas las asignaturas: si bien es
cierto, hay parámetros comunes, ya hemos hablado en este curso sobre la especificidad de la didáctica de las
ciencias, distinguiéndose de las didácticas generales (Estany e Izquierdo, 2001). Por ello, lo planteamos como
una posible cuestión a investigar en trabajos más elaborados.
5. REFERENCIAS