> SIGLO X X
N OVI EMB RE 2 0 2 1
BAMBÚ ENSEMBLE:
Obras de Enescu, Shostakovich y
Martínez Campos
IBS 120201 (1 CD)
La interpretación musical en España atraviesa
hoy una época que no es exagerado calificar de
única y cimera, dulce y dorada. En especial,
cuando se trata de la conformación de
conjuntos. Apenas logramos eludir las banales
peloteras de nuestro establishment, dejamos de
lado el tópico de nuestro individualismo
vocinglero y caótico y mostramos, al contrario,
ser gregarios y disciplinados, aunque
asamblearios y sin conducción carismática.
Bambú Ensemble es un paradigma al respecto.
Sus lecturas son diáfanas y equilibradas,
eruditas en cuanto a estilos, musicalmente
refinadas por la tersura sensual de sus timbres,
desde el etéreo agudo en pianissimo hasta el
patetismo lóbrego del grave con grandes cajas.
Así se puede ir por el mundo exhibiendo
calidades y ahorrando cualquier colorinche
castizo. Con libertad responsable y sin
anarquías aventuradas.
El programa escogido no contiene
facilidades. Su mejor mérito es mostrar octetos
para cuerdas que difícilmente, por no decir
nunca, asoman a los catálogos. La obra de
Enescu Opus 7 muestra un probo retrato de su
autor. Fue un excelente alumno de la Francia
musical animada por la Schola Cantorum, muy
cerca, por otra parte, de Albert Roussel.
Proveniente de una Rumanía periférica y
afrancesada, se movió dentro del escueto
margen de la correcta caligrafía. Un par de
piezas de Shostakovich, Preludio y Scherzo,
muestran al maestro ruso imitándose. La
Serenata para cuerdas de Javier Martínez Campos
es un buen ejercicio de minimalismo.
Como se ve, más allá de lo estricto del
formato —el octeto de cuerdas— la excelencia
del Bambú se pone a prueba y aprueba, valga el
eco, con brillo. Dos compositores que recogen
y cumplen la herencia romántica que parece no
tener fin, se juntan con un exponente de las
estéticas posmodernas. Aplausos.
Blas Matamoro
> SIGLO XXI
DÍAZ-JEREZ:
Metaludios II (cuadernos IV y V)
Gustavo Día Jerez, piano
IBS 172021 (1 CD)
El tinerfeño Gustavo Díaz-Jerez es uno de los
mayores pianistas españoles de su generación,
pero, al mismo tiempo, es un compositor de
gran talento. No compone solo para piano, ya
que es autor se un importante catálogo sinfónico
y camerístico, pero sin duda ha tenido una
dedicación especial y muy investigativa a su
instrumento, logrando obras muy atractivas.
De principal importancia son sus Metaludios,
colección de piezas pianística innovadoras y
creativas iniciada hacia 2013 y de la que este
disco recoge los cuadernos nº 4 y 5, que
contienen cada uno seis piezas. El autor conoce
el piano y la técnica pianística a fondo y, por ello,
la profunda investigación que emprende con el
empleo de las llamadas técnicas extendidas
— electrónica incluida— se traduce en escritura
brillante y sonido lógico y profundamente
hermoso en su novedad. Díaz-Jerez cree en la
ciencia y la usa a fondo en algunas piezas.
Eigengrau se basa en el llamado ‘ruido
visual’, un fenómeno perceptivo, en desarrollos
biológicos, en el vacío de Bootes o en el campo
magnético de Saturno, pero algunas pueden
tener una base mitológica como Melussyne o
Stribog, personajes de leyendas nórdicas, o
hacer confluir ambas cosas como en Belphegor, a
la vez un conocido demonio y el número primo
palindrómico introducido por el matemático
Harvey Dubner. Incluso hay homenajes
musicales complejos y sutiles, como el Omaggio
a Carlo Gesualdo o la Pavana triste (Homenaje a
Antonio José).
Todas las piezas son diferentes, pero tienen
en común su talente investigativo y su atractivo
sonoro. Un ejemplo de lo que un gran
compositor puede hacer con un gran pianista y
que en este caso son la misma persona. Para los
que se asustan cuando se integran música y
ciencia, este es un buen ejemplo de
imaginación, atractivo y también de belleza.
Tal vez de nuevo cuño, pero esplendorosa.
Tomás Marco
WOLFF:
Trio IX. Exercises 29-32, 37-38
Trio Accanto (Marcus Weiss, saxofón;
Nicolas hodges, piano; Christian
Dierstein, percusión)
WeRGO 7400-2 (1 CD)
Christian Wolff (1934) acaso sea el más longevo
compositor de los que estuvo ahí. Y ese ‘ahí’ es
el meollo de la nueva música en Estados Unidos.
Hijo de eruditos, el francés —nacionalizado
norteamericano— Wolff se encontró con John
Cage y se adhirió a aquella Escuela de Nueva
York. Nunca fue tan iconoclasta como el pope
de aquel grupo ni mereció el reconocimiento
del que gozó Morton Feldman. Tampoco fue
tan radical como Earle Brown, pero en las
últimas décadas su figura queda como la de
quien sostiene la llama. Y decenas de nuevos
intérpretes vinculados a la música actual le
reverencian ahora.
También le trata bien la discografía. El
potentísimo Trío Accanto es dedicatario de su
homónimo Trío IX (2017). Todas las referencias
anteriormente citadas parecen aquí
transustanciadas. Ojo, si se sabe de antemano
que Wolff juega aquí con las formas abiertas se
pensará estéticamente en lo que no es. Porque
esta extensa composición no busca riesgos
auditivos; es una obra de costuras clásicas, asida
al timbre sereno y despojado de los
instrumentos en liza, que se complace en las
discontinuidades y en la que aparecen,
fugazmente, músicas del pasado. Su narrativa es
puntillista, lo que la conecta con la aguerrida
vanguardia, pero el tono es sosegado, pese a que
la audición es un abrir y cerrar ventanas que nos
ponen ante muchas cosas. Luego la versión y la
grabación es de esas, de esas portentosas.
La colección de Exercises (2011-2018) no
rompe en exceso los estilemas apuntados,
aunque la distensión y la experimentación es
algo mayor. La idea es que los músicos vayan
libres, no hay indicaciones de tiempo, ni de
fraseo ni de dinámicas; el material es
fragmentario, poéticamente resonante y
accesible; se aniquila la complejidad. Y oír a
Hodges, Weiss y Dierstein son palabras mayores.
Todo el álbum es gozoso, de principio a fin.
Ismael G. Cabral
SCheRZO 65