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Una fascinante nueva visión de la relación entre naturaleza y

agricultura

Este libro, escrito desde una experiencia real y aportando como


referencia resultados reales, es de incalculable valor y está
destinado a ser un clásico en la permacultura. Se convertirá en un
libro de referencia para cualquier persona interesada en diseñar y
gestionar una finca de forma sostenible y será valorado por las
generaciones futuras.”
Geoff Lawton (director general de Permaculture Research
Institute of Australia)

“¡Que libro más interesante y divertido! …Una historia


maravillosa sobre la intervención del hombre. No solamente da las
“razones” por las cuales necesitamos cambiar nuestra gestión de la
tierra, es el “modelo” a seguir…, una llamada a la acción.”
Gary Zimmer (presidente de Midwestern Bio-Ag)

“Nunca he sido un gran aficionado a la permacultura, hasta


que he conocido e s t e libro de Mark Shepard. Agricultura
Regenerativa describe las razones para u n a agricultura
permanente, los sistemas ecológicos detrás de una permacultura a
es- cala y cómo ponerla en práctica paso a paso. ¡Su mensaje se
basa en hechos reales, es muy práctico y una llamada a nuevos
pioneros!”
Faye Jones (Midwest Organic & Sustainable Education
Service)

“En Agricultura Regenerativa, Mark Shepard aboga de manera


convincente por el modelo de labranza cero, la agricultura
perenne. Se inspira en J. Russell Smith, Bill Mollison, Masanobu
Fukuoka, su padre, su abuelo, sus vecinos y otras personas cuyas
lecciones le enseñaron que los árboles son la clave de sistemas de
agricultura productivos y sostenibles. Shepard comparte su
conocimiento práctico y el conocimiento obtenido a través de
trabajo duro durante años de experiencia, siendo criado primero
en una granja de Massachusetts central y, después, transformando
un paisaje agotado por el pastoreo excesivo en el oeste de
Wisconsin en un policultivo rico y productivo. Entre los temas
tratados se destacan la gestión rotacional del ganado, la
apicultura, la gestión del suelo y del agua, la selección y
propagación de plantas, cómo obtener beneficios de una granja
pequeña, y muchos otros. Este libro está bien organizado y tiene
muchas anécdotas personales encantadoras e informativas.”
Larry Korn, asesor en la traducción de La Revolución de una
Brizna de Paja y Sembrando en el Desierto, y estudiante de
Masanobu Fukuoka.
Mark Shepard
Agricultura regenerativa
La permacultura puesta en práctica

Título original:
“Restoration agriculture: Real-world permaculture for farmers”
Agricultura regenerativa

Agricultura Regenerativa. La permacultura puesta en práctica


Título original:
“Restoration Agriculture: Real-world permaculture for farmers”
© 2013 Mark Shepard / Acres, USA
© Traducción castellano 2018, Volterra Ecosystems S.L.

ISBN: 978-84-697-8230-9
Depósito Legal: B-30.382-2017
Paperback, 384 páginas con fotos de color.
Palabras clave: agroecología, permacultura, agricultura ecológica,
ganadería sostenible, transición, keyline, policultura, alimentación,
economía rural.
Traducción: Angélica Bercetche, Yolanda de Prado
Casos de éxito: Kathy Franco, Egbert Jan Sonneveld, Sven
Kallen, Eduardo de Miguel
Edición: Jorge de Prado
Portada: Jorge de Prado
Fotos interior: Erik Shepard; Mark Shepard; Maranke Spoor &
Lucas Brouns;
Jorge de Prado & Volterra Ecosystems S.L.
Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida,
s in la autorización escrita d e los titulares de l copyright, ba jo las
sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de
esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la
reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de
ejemplares mediante alquiler o préstamo público.
Según nuestro mejor saber y entender, la información que contiene
este libro es verídica y completa. Todas las recomendaciones se realizan
sin garantía por parte del autor y de Acres U.S.A. El autor y el editor
serán exonerados de cualquier responsabilidad en relación con el uso o
mal uso de esta información

Impresión: Ormoprint, Barcelona

Papel interior: 100% reciclado, certificado FSC


Impreso en España - Printed in Spain
Índice

Nota de los editores


Volterra Ecosystems y la agricultura regenerativa

Introducción
La alimentación, los cultivos anuales y el destino de la civilización
1 La visión de la agricultura perenne
Bola de nieve socioeconómica
Prestar 400.000…
Resiliencia: como el pescado
Regenerando nuestras tierras
Alimentación básica sostenible
2 Nuestra realidad actual
Crisis de la energía fósil
Disonancias
Química inteligente
Juego de dados con los virus
Se quita la uniformidad
3 A hombros de gigantes
China y Córcega
Sin tocar y sin podar
En armonía
4 Los retos de la agricultura
El agotamiento del petróleo
El cambio climático global
La escasez de recursos
Manejar situaciones nuevas
5 Revertir la situación actual
Bajo el hielo
La sucesión
El bioma de la sabana
Cosechar luz solar
Cosechar gases
Lluvia y niebla
Conexiones vivas
6 Cultivar imitando a la propia naturaleza
Los días más largos del año
El suelo desnudo sufre fuertes golpes
Tolerancia a la sombra
Los estratos verticales del bosque
1+1=3
7 Los pasos hacia la agricultura regenerativa
Aprender a conocer tu bioma
Encuentra las especies rentables
Imita el sistema
Elige variedades productivas
8 Otros biomas
Las zonas ribereñas templadas
El pinar norteño
Taiga (Bosque boreal)
Los subtrópicos
9 El ganado y la agricultura regenerativa
Nichos ecológicos
La importancia de los animales
Un tema delicado
La densidad ganadera
Otros problemas potenciales
Más homogéneo, más eficiente
Una mejor producción de ganado
Resiliencia económica
10 Abejas y otros polinizadores
Cuanto más simple, más débil
Separación de poblaciones
Poblaciones débiles
Selección idónea
Muerte de las abejas
Apoyo a los polinizadores silvestres
Vuelta a la cría tradicional
Inteligencia de la colmena
Vuelo nupcial
Abejas constructoras
11 Sobre nutrición
El maíz es un monstruo
Escenario completo
La pirámide trófica
Restos de la producción de etanol
Rendimiento real
12 La nutrición y la agricultura perenne
Consumidores y recicladores
¿Podemos alimentar a la humanidad?
Una suma
El caso de los bueyes Holstein
Replantearse la agricultura
13 Cómo empezar
Gestión del agua
La tierra una esponja viva
De pendiente a humedales
Puntos de cambio en el paisaje
Esparcir y profundizar
Pequeños estanques
Manejo del agua
Subsolado anual
14 La estrategia de la transición
La agroforestería
Cortavientos
Zonas ribereñas plantadas
Cultivar en calles
Transición realista
Silvopastura
Otras tierras boscosas
Los árboles como alimentación animal
De cash flow
De simple a complejo
La agricultura forestal
15 Cómo gestionar un ecosistema de granja saludable
Preguntar al suelo
Imitar a la naturaleza
Manejo mecánico y químico
Manejo de la actividad biológica
Acelerando los resultados sin hacer nada
Son sistemas dinámicos y complejos
Enfermedades y plagas
La diversidad genera equilibrio
Abonar imposibilita el equilibrio
Conclusión
16 Mejora genética y la cría de animales
1.000 semillas
Selección masiva
La pera sin nombre
Trabajar con la naturaleza
17 Cómo obtener un beneficio
Pobreza en los agricultores
Beneficio y valor real
Replantación de ecosistemas
Abaratar los costes
Funciona desde un sistema
La diversidad es más productiva
Trabajando en cooperativas
Poder de innovación
Más puestos de trabajo
Estabilidad durante la transición
Procurarte la pensión
Beneficios y ahorros
Sin miedo
18 Permacultura: Una llamada a nuevos pioneros
Paso a paso
Dar incentivos
Con los pies en el suelo
Sólo los pequeños se salvan
Todo empieza contigo
Agradecimientos del autor
Apéndice
Anexo Volterra
Península Ibérica
Fundación Global Nature en Castilla - La Mancha
Colombia
Patagonia - Chile
México
Argentina
Brasil
Registro
Bibliografía
N O T A D E LO S E D I T O R E S
Volterra Ecosystems y la agricultura
regenerativa
Volterra se creó en el año 2015 con el fin de promover prácticas agrícolas
regenerativas en la Península Ibérica. Los fundadores creen
firmemente que esta forma d e agricultura sostenible puede desbloquear
una serie de beneficios económicos, sociales y ambientales. Como
concepto inclusivo, ofrece la mejor oportunidad para restaurar tierras
agrícolas degradadas, producir productos orgánicos de alta calidad a
precios competitivos y generar nuevos empleos.
Sólo en España, más de 15 millones de hectáreas están gravemente
degradadas debido a la erosión, la compactación del suelo, los
monocultivos y el uso excesivo de fertilizantes, herbicidas y pesticidas.
Estas tierras son menos productivas que nunca y han perdido su
capacidad de recuperación frente a los efectos devastadores del cambio
climático ya sentidos en la región. Los jóvenes abandonan el campo y la
agricultura se considera una profesión arcaica, sólo unos pocos intentan
abrirse camino en el duro mundo agrícola. Muchos de los agricultores
restantes son de generaciones más antiguas, reticentes a los cambios y a
probar nuevos cultivos. Los subsidios perversos de la PAC, el sistema
de arrendamiento de tierras y las explotaciones de tamaño relativamente
pequeño ofrecen poco o ningún incentivo para invertir en la salud del
suelo, que es la base de un sistema operativo agrícola saludable y
sostenible.

Al mismo tiempo, somos testigos de una creciente demanda del


mercado, especialmente en el norte de Europa y Norteamérica, de
alimentos y productos de materias primas orgánicos y de la carne de
pasto. Volterra ha contribuido a un estudio reciente que calculó el
potencial de la agricultura regenerativa en Europa (Achieving Growth
Within, 2017). Ese cambio hacia prácticas agrícolas que regeneran el
suelo puede proporcionar numerosos servicios ecosistémicos,
desbloquear nuevas fuentes de proteínas y acrecentar la recuperación de
nutrientes y energía de los desechos. El estudio describe cómo un cambio
de este tipo podría desencadenar unos sorprendentes €70 mil millones en
nuevas inversiones para el año 2025.
La oportunidad es manifiesta, pero ¿cómo poner esto en práctica?
Cuando nos encontramos con el libro de Mark Shepard el año pasado y
lo conocimos en persona, nos sentimos iluminados porque su experiencia
y visión del campo muestran un paso importante hacia el diseño de tales
sistemas integrales. Reconstruir el suelo al trabajar con la naturaleza y
permitir que las relaciones simbióticas entre el suelo, los animales y las
plantas prosperen, hace que estas explotaciones vuelvan a la
productividad completa y permanente con relativa rapidez.
Consideramos importante compartir sus conocimientos prácticos con el
mundo de habla hispana y ayudar a respaldar la transición hacia sistemas
de producción agroalimentaria más sostenibles y exitosos.
Esto no quiere decir que las granjas agro silvo-pastorales integrales
ya no funcionen bien aquí. De hecho, tenemos una gran historia de
sistemas de Dehesa y de Montado en la Península Ibérica. Pero la
mayoría de los lectores estaría de acuerdo en que en la actualidad muy
pocos agricultores y ganaderos pueden pagar las cuentas mientras
mantienen el equilibrio ecológico.

Volterra y la Fundación Global Nature (FGN) han formado alianzas de


colaboración para impulsar proyectos en la península Ibérica que
permitan generar beneficios ambientales, sociales y económicos.
Juntos comparten la visión y misión d e promocionar el desarrollo
sostenible y contribuir a la protección de la naturaleza promoviendo
estrategias de restauración, conservación y desarrollo rural que permitan
crear valor para todos los sectores implicados. Creemos que trabajar
conjuntamente es la mejor forma de aumentar la efectividad en el uso de
los recursos y de asegurar el bienestar de nuestras tierras a largo plazo.
Este excelente libro ofrece un amplio “menú” de soluciones de
regeneración que devuelve el equilibrio y el vigor a la tierra. Las opciones
de implementación abarcan desde el diseño inteligente de parcelas,
sistemas de producción verticales, introducción de líneas clave (keyline)
para el aprovechamiento del agua, pastoreo rotacional, biofertilización,
rotación de cultivos y control biológico para incorporar especies
perennes y leñosas e imitar ecosistemas naturales.
Tras las palabras de Shepard hemos incluido un capítulo con varios
ejemplos de sistemas de cultivo regenerativo en España, Portugal y
América Latina que ya han comenzado su transición. Esperamos
sinceramente que las lecciones de este libro en combinación con ejemplos
exitosos en nuestros territorios y en el mundo inspiren y ayuden a otros a
incorporar y apoyar una adopción masiva de prácticas agrícolas
regenerativas.

Volterra Ecosystems
Fundación Global Nature
Febrero 2018
INTRODUCCIÓN
La alimentación, los cultivos anuales y el
destino de la civilización
Los seres humanos nos alimentamos con comida. Puede parecer una
afirmación estúpida para comenzar porque es un hecho tan obvio para
nuestra existencia que lo damos por sentado. No obstante, por ser un
hecho tan natural, los seres humanos hemos llegado a desconocer la
mayoría de los procesos por los cuales obtenemos nuestra comida. A
pesar de que comer es un requisito para sobrevivir, no hay garantías de
que todos tengamos suficiente comida para mantener nuestra salud y
bienestar. Tampoco es un hecho garantizado que todos tengamos acceso
a los tipos de alimentos que nos aseguren esa salud y bienestar.
Lo que resulta más interesante y sorprendente de las naciones
industrializadas de hoy en día es que las enfermedades no se deben a la
falta de comida si no al exceso de ella, o a un tipo de consumo equivocado.
Con demasiada frecuencia obviamos cómo se producen los
alimentos al con- centrarnos en obtenerlos de forma inmediata. La
mayoría de las dietas del mundo hoy en día suelen obtener gran parte de
sus calorías como resultado directo de la “agricultura anual”. La mayoría
de los hidratos de carbono, las proteínas y los aceites con los que se
alimenta la humanidad se obtienen de plantas anuales; esto es, plantas
que crecen durante una temporada. Estas plantas crecen rápido y
producen una cantidad prodigiosa de semillas antes de morir. El arroz en
nuestro cuenco, el trigo de nuestro pan, nuestros cereales del desayuno,
los fideos en nuestro plato, y el maíz en nuestras tortillas son todas
semillas de plantas anuales. El grano procede de cultivos anuales
proporcionando las comidas “energéticas” de alto contenido en hidratos de
carbono en nuestra dieta.
Las legumbres (las habas, los guisantes, las lentejas y la soja, por
ejemplo) son fuentes ricas en proteína complementarias a los granos.
Juntos pueden constituir una ración completa para el humano, con
suficientes nutrientes para ayudar al cuerpo a crecer, estar saludable y
tener suficiente energía para ser activos y estar en forma.
Los aceites en nuestra dieta también son esenciales porque
proporcionan calorías de manera concentrada, pero sobre todo
transportan las vitaminas solubles en grasa, que en caso contrario no
estarían disponibles en esta dieta de granos y legumbres.
La mayoría de nuestros aceites también se obtienen de los cultivos
anuales. Los aceites de maíz, girasol, canola, cártamo y otros proceden
todos de cultivos anuales plantados, cosechados y prensados durante una
temporada. La “torta de prensa” del proceso de extracción de aceite es una
fuente de proteína concentrada usada para las barritas energéticas y en
los suplementos, aunque en la mayoría de los casos como pienso para el
ganado.
Debido a su naturaleza, los cultivos anuales requieren de suelo
desnudo para crecer. Como parte del proceso natural, las plantas anuales
están entre las primeras que colonizan un lugar después de una
perturbación. Quizá s una inundación deja sedimentos en la llanura
inundable, o en otro caso un deslizamiento de tierra deja una ladera de
suelo desnudo. Tanto los incendios, como los animales que pisotean y se
revuelcan, las tormentas catastróficas o la erosión, dejan la tierra
expuesta a todos los elementos. No importa dónde uno se sitúe en la
tierra, la naturaleza trabaja constantemente para cubrir la tierra con
vegetación. El Monte Santa Helena en el condado de Skamania en el
Estado de Washington (Estados Unidos), entro en erupción de manera
catastrófica en el año 1980, creando una zona de 595 kilómetros
cuadrados de roca expuesta y restos volcánicos. Apenas 30 años después,
la naturaleza ha reclamado la zona devastada y cubrió la mayor parte de la
tierra con una flora diversa. Las primeras plantas que colonizan estas
zonas de suelo desnudo suelen ser plantas anuales.
Las plantas anuales son poseedoras de varias características que las
convierten ten en una opción fácil a la hora de alimentarnos. Primero, su
naturaleza anual: cualquier persona puede tirar unas semillas en un trozo de
suelo expuesto y unos meses después podrá cosechar abundantes granos
con alto contenido energético. La segunda característica particular de las
plantas anuales es que las semillas suelen almacenarse increíblemente
bien. El trigo, el arroz y el maíz pueden almacenarse durante años y
germinarán cuando las condiciones adecuadas de luz, humedad, suelo y
temperatura se proporcionen.
Aún cuando las semillas pierden la humedad interna y ya no pueden
germinarse (en otras palabras, dejan de ser viables) sus hidratos de
carbono y proteínas siguen siendo aprovechables como alimento. Las
plantas anuales son únicas porque son oportunistas. Pueden crecer en
una amplia gama de hábitats en distintos tipos de condiciones de suelo y
humedad, todas características útiles para las plantas comestibles.

El origen de los desiertos


Ya que las plantas anuales constituyen nuestra alimentación básica,
es fácil suponer que “es así como deben ser las cosas” y que “las cosas son
y siempre han sido de esta manera”. Nada de esto es verdad. De hecho,
dentro de la historia de la humanidad, la dependencia de una dieta
compuesta por plantas anuales como fuente alimentaria es un fenómeno
relativamente nuevo.
Las culturas humanas sólo llevan unos 10.000 años dependiendo de
las semillas de plantas anuales, lo cual coincide con la época comúnmente
llamada los “albores de la civilización”. Nuestra dependencia de los
cultivos anuales se ha convertido en la definición de la “civilización.” Las
cosechas de estas plantas proporcionaron tal abundancia que permitieron
que muchos miembros de la población se “liberaran” de la tarea de
proveer alimento. El alto rendimiento de los cultivos anuales dio lugar a
que ciertas personas se especializaran como granjeros, mientras que
otros se convirtieran en constructores, artesanos y comerciantes. Los
granos podían almacenarse con facilidad e intercambiarse en un sitio
central, permitiendo el crecimiento de asentamientos más grandes y
permanentes. Las ciudades, por lo tanto, son un resultado directo de la
agricultura anual.
Ahora bien, la naturaleza anual de estas plantas es tanto un beneficio
como un punto débil, sólo viven una temporada. Esta planta de rápido
crecimiento limitado a una sola temporada culmina su vida en una muerte
aún más rápida. Una vez las semillas han madurado, la planta muere.
Esto significa que debe plantarse el cultivo de nuevo al año siguiente.
Plantar una semilla anual también implica arar la tierra. Las plantaciones
anuales, y el movimiento de tierra que éstas suponen, crean un ciclo
perpetuo de trabajo para los humanos, sus animales de carga, su
maquinaria y todo el sistema socioeconómico que lo sostiene. Arar,
plantar, desbrozar, cosechar y procesar son tareas que ocurren todos los
años y han ocurrido anualmente desde los albores de la civilización. Al
adoptar los cultivos anuales como la alimentación base de nuestra dieta,
la humanidad realmente se ha echado encima la maldición bíblica:

Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la


tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo
volverás.
Génesis 3:19
Además de la maldición de trabajo sin fin, la adopción de cultivos
anuales como fuentes de alimentación básica ha dado lugar a otra
maldición. Toda sociedad humana dependiente de los cultivos anuales
como base de su dieta ha colapsado. ¡Cada una de ellas! Desde la zona
templada hasta el trópico, todas estas civilizaciones humanas han
desaparecido. Y los ecosistemas ricos y abundantes donde sus
sociedades temporales antes florecían se han convertido en polvo.
Los complejos detalles de cómo ha desaparecido cada una de esas
civilizaciones son demasiados para describirlos aquí. La religión, la
política, las guerras, las enfermedades, la desigualdad económica y las
invasiones son factores que han jugado un papel en varias de las sociedades
que han colapsado, pero lo que todas tuvieron en común fue la dependencia
de cultivos anuales como fuente principal de alimentación. ¿Cómo puede
ser esto una causa de colapso?
Como hemos dicho, las plantas anuales requieren del suelo expuesto
para crecer. Para poder cultivar plantas anuales, primero se debe eliminar
la cobertura vegetal perenne para plantar semillas anuales. En muchos
lugares esto requiere el arado de las praderas perennes para plantar trigo
o maíz, por ejemplo. En otros lugares, se necesita primero la tala de un
bosque y después el arado del suelo para plantar cultivos anuales. Este
tipo de cultivo requiere la erradicación de un ecosistema perenne intacto
para poder dar lugar a semillas anuales. Arar el suelo lo vuelve vulnerable
ante los elementos. El viento se lleva el suelo expuesto. El sol oxida sus
materias orgánicas y minerales, volviéndolas inútiles para la fertilidad de las
plantas. Arar el suelo lo seca y ayuda a estimular condiciones de sequía.
La lluvia expone aún más al suelo arado y, al quedar desprotegido, cada
tormenta se lo lleva en arroyos de barro. Poco a poco, la valiosa tierra fértil
se desvanece hasta dejar a la vista el esqueleto del planeta.
Es posible que estas pérdidas de suelo no las notemos en el trascurso
de solo un año. Tú y yo podremos cultivar y cosechar trigo este año, a
pesar de haber perdido algo de suelo el año pasado. La reducción en la
fertilidad del suelo y la profundidad del mantillo pueden no ser visibles
incluso durante nuestra vida, pero según van pasando las décadas y los
siglos, la pérdida acumulada de mantillo significa una pérdida de nutrientes
para las personas que viven de esa tierra. La pérdida de nutrientes se
manifiesta en rendimientos cada vez menores. Los rendimientos
decrecientes del alimento conducen al hambre, la enfermedad, los
conflictos sociales, y eventualmente, al colapso. La Mesopotamia antigua,
Egipto, Persia, India, China, Grecia, Roma, el Norte de África, América
Central y del Sur están llenos de ruinas dispersas; símbolos de
civilizaciones desaparecidas. Éstas eran culturas que dependían de los
cultivos anuales como fundamento para su alimentación, y
sistemáticamente erradicaron sus propios ecosistemas perennes con el
fin de sembrar un manojo de semillas duras y secas.
Nuestra cultura moderna se encuentra en el mismo camino que
estas civilizaciones antiguas. Nuestra maquinaria agrícola basada en los
combustibles fósiles y nuestros fertilizantes químicos nos han permitido la
misma destrucción de nuestros ecosistemas en menos tiempo. En menos
de 400 años, el continente norteamericano, una tierra originalmente
virgen, saludable, vital y abundante se ha convertido en un cadáver
ecológico. Ya apenas quedan las enormes manadas de bisontes. Las
palomas migratorias, cuyas bandadas antes tardaban tres días en pasar
volando, se han extinguido, al igual que los mastodontes, los mamuts, los
armadillos gigantes, los perezosos terrestres y los camellos
norteamericanos. Aquellos ríos que antes albergaban miles de millones de
kilos de salmón y esturiones de cuatro metros de largo, y los bancos de pesca
oceánicos llenos de vida en cada nivel de la cadena alimentaria, todos han
sido degradados hasta el punto en que los funcionarios gubernamentales
nos alertan del riesgo de envenenamiento por mercurio si comemos más
de dos raciones de pescado por semana. Por si fuera poco, ese mismo
pescado venenoso se vende con precio exorbitante en la pescadería.
Nuestra cultura, a nivel global, tiene el poder de destruir
completamente el propio sistema de soporte de vida del cual depende. El
acto sencillo de alimentar- nos es el factor fundamental. Al depender de
este tipo de cultivos como base de nuestra nutrición, nosotros, los miles de
millones de nosotros, somos la causa de que millones de hectáreas de
tierra se aran o rocían con herbicidas para hacer sitio a las semillas de
granos y legumbres anuales. Selvas y bosques, sabanas y praderas ya
han sido erradicadas y se tala y ara más superficie cada año para crear
espacio para cultivos anuales. A esta escala, la destrucción de nuestros
ecosistemas tiene consecuencias inmensas. Los ciclos hidrológicos del suelo
han sido alterados. Con menos transpiración de humedad transferida a la
atmósfera por la vegetación perenne, han cambiado los patrones
pluviométricos. Los bosques y las praderas ya no capturan el dióxido de
carbono de la atmósfera para devolvernos el oxígeno necesario. El
incremento de la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera precede
un aumento en el número e intensidad de tornados, inundaciones,
huracanes, olas de calor cada vez más extremas, sequía, y hasta incluso
algunos lo asocian con el deshielo de los casquetes polares.
Algunas personas argumentan q u e estos cambios son
“naturales” y fluctuaciones “normales” de las condiciones en la tierra.
Algunos de los que observan la relación entre la actividad humana y la
salud de la biosfera, sostienen que ya hemos cambiado las condiciones
vitales de la tierra hasta el punto de que ya no habitamos el mismo
planeta que nuestros padres. Muchos creen que es demasiado tarde para
cambiar de dirección y eliminar estos patrones destructivos. El aire
contaminado, las aguas freáticas venenosas y los suelos tóxicos no sirven
a nadie más que a los saqueadores beneficiados económicamente de su
destrucción. Su merecido castigo sin duda les pillará por sorpresa mientras
nos arrastre a todos junto a ellos.

Ecosistemas agrícolas
Este libro se presenta como una alternativa a la agricultura de
erradicación, una de las muchas soluciones necesarias para varios de los
problemas en el mundo. Además de ser una “teoría interesante”, este
libro se basa en métodos puestos en práctica en el mundo real. ¡Los
sistemas que describe este libro funcionan! Es absolutamente posible que
los seres humanos cultiven sus alimentos básicos usando ecosistemas
agrícolas perennes que realmente mejoran la calidad del medioambiente.
Esto puede hacerse a una escala de patio trasero, o a escala de granja y
rancho, y es urgente a escala global– no debemos perder ni un solo
minuto.
A la par que producen abundante alimento para la humanidad, estos
sistemas simultáneamente secuestran el dióxido de carbono de la
atmósfera, purifican el agua, incrementan la profundidad y fertilidad del
mantillo, proporcionan un hábitat para la fauna salvaje y crean una increíble
belleza cada vez más necesaria en nuestro mundo “moderno” de hormigón,
acero, plástico y cristal.
Mi propuesta en este libro no es que volvamos a vivir en chozas de barro
o a un estilo de vida como en las civilizaciones anteriores. Propongo que
nuestra cultura moderna adopte un nuevo planteamiento de cómo
obtenemos nuestros hidratos de carbono, proteínas y aceites nuestras
fuentes básicas de alimentación.

Ahora, nos enfrentamos al desafío de diseñar y gestionar


sistemas de cultivo que puedan dar marcha atrás a los problemas
locales de acidificación, los problemas de salinización y de
conservación de la naturaleza en cuencas hidrográficas enteras,
los problemas globales creados por la presión de población
creciente y el cambio climático. La solución a este reto complejo es
aún más dificultosa cuando se toman en cuenta los cambios
dramáticos que afectan la rentabilidad de la agricultura y la
mantienen en declive. Generalmente, aquellos consumidores con un
salario han podido mantenerse al día con el incremento en los
precios de la comida, pero las ganancias para la agricultura no se
han actualizado de la misma manera. De hecho, los granjeros que
han sobrevivido lo han hecho a base de incrementar la escala de
sus operaciones y hacerse más eficaces.
‘Cropping systems for enduring productivity’, David Connor -
Universidad Melbourne
C APÍ T U LO 1
La visión de la agricultura perenne

Estaba de pie en un promontorio en el suroeste de Wisconsin,


contemplando los vientos secos y cortantes, viendo ascender las columnas
de polvo durante el calor del verano por encima de un enjambre metálico
de cosechadoras. Hasta donde alcanzaba la vista, el paisaje era igual: suelo
reseco y compacto, muerto como un pavimento, con hilera tras hilera de
rastrojos de maíz. En el horizonte, al oeste, al norte y al este, no podía ver
más que rastrojos polvorientos de maíz. Aparte de las cosechadoras, el
escenario estaba tan falto de vida como la luna. De hecho, podría haber
sido la luna, con el mismo conductor de nave espacial protegido dentro de
su máquina de soporte vital con atmósfera controlada, completamente
equipado con sistema de guiado por satélite GPS y comunicación por
teléfono móvil. Los únicos pájaros que vi en este yermo “paisaje lunar”
eran buitres americanos que planeaban sobre la cosechadora,
posiblemente esperando que escupiera una rata aplastada, una de las
pocas criaturas que puede sobrevivir en un desierto de maíz.
Aquí estaba en el medio oeste de los Estados Unidos, la auto
proclamada cesta de pan del mundo, y ¿qué veía? En vez de ver un
paisaje lleno de vida y abundancia, veía polvo y rastrojos. Aquí, donde
antes había vida abundante, los manantiales brotaban de cada colina, las
palomas migratorias pasaban en bandadas tan espesas que cubrían el
sol; los castores en cada arroyo eran tantos que los valles se asemejaban
a una colcha de retales artesanales. Ahora, en su lugar, sólo quedaba
maíz dentado amarillo del calibre nº 2, los rastrojos marrones, y la costra
dura y compactada de lo que antes habían sido algunos de los terrenos más
fértiles de la tierra.
De niño, me habían enseñado la historia de América como un relato
de progreso. Érase una vez nuestros ancestros, que habían llegado a esta
tierra y habían luchado para existir con lo que obtenían de la cruel e
indomable “tierra virgen”. Vivieron en la miseria e hicieron muchos
sacrificios para que pudiésemos vivir “mejor” y disfrutar de las cosas más
materiales. Mis ancestros europeos talaron los grandes bosques,
desahuciando a sus anteriores habitantes (tanto animales como humanos)
lo mejor que podían; quemaron los tochos y comenzaron a arar.
Entonces marcharon tierra adentro desde la costa atlántica
empujados, no por la promesa de abundancia, como cuentan los libros de
historia, sino por la destrucción de sus fuentes de recursos. Hacia
principios del siglo XIX, en los estados de Nueva Inglaterra el ochenta por
ciento de los bosques primigenios habían sucumbido al hacha.
La capa fina y rocosa del suelo glaciar se erosionó rápidamente,
dejando más roca expuesta y en muchos sitios, la misma roca madre.
Incluso esa lucha épica contra la naturaleza no logró abastecer a las
poblaciones en crecimiento. La expansión americana hacia el oeste
surgió tanto de la necesidad y la privación como de los sueños de progreso
y una gloriosa utopía.
¿Cuántos millones de hectáreas de “maleza inútil” han sido ya
desbrozados y quemados en el Medio Oeste para arar y plantar unos pocos
cultivos anuales? Los kilómetros de campos áridos de maíz extendidos ante
mi mirada representaban solamente unas pocas generaciones de este
supuesto “progreso agrícola”.
En esta zona del suroeste de Wisconsin, algunas familias todavía
viven de las tierras que cultivaban sus bisabuelos y se acuerdan de las
historias más populares sobre cómo se “domó” la tierra, las desgracias de
la Gran Depresión y los años del Dust Bowl. El Dust Bowl no solamente
es historia aquí; para muchos, es una memoria familiar reciente.
¿Pero qué tipo de progreso se veía desde el promontorio encima de
las cosechadoras del campo de maíz? El promontorio quedaba a menos
de un kilómetro del centro de Ash Ridge, Wisconsin. Un letrero prolijo con
el nombre del pueblo y la palabra “área no incorporada” es casi lo único que
marca el lugar ahora. Hace solamente una generación, ésta era una
comunidad vital con un molino de piensos, correos, una tienda, un taller de
reparaciones y dos iglesias. El “pueblo” de Ash Ridge ahora tiene cinco
residentes: un jubilado minusválido, una pareja de camioneros de largo
recorrido y dos personas aproximándose a la edad de jubilación que se
trasladan diariamente a trabajar a un “pueblo” a 65 kilómetros de
distancia.

Bola de nieve socioeconómica


¿Dónde está el progreso en esto? ¿Debe medirse nuestro progreso como
sociedad por el tamaño de nuestras furgonetas todoterreno? ¿O se mide
nuestro progreso por el hecho de tener un televisor ancho de plasma de 72
pulgadas en el salón con 300 canales de programación? ¿Es progreso poder
comprar un refresco de 1 litro en cada esquina y tener un hipermercado a
50 kilómetros de cada ciudadano?

¿M e d i m o s n u e s t r o p r o g r e s o p o r e l n ú m e r o de
norteamericanos extremadamente obesos que hay en el país? Los
Estados Unidos tienen una de las tasas más altas de enfermedades de
corazón (13º) y de diabetes (3º) del mundo según la Organización
Mundial de la Salud. ¿Se mide el progreso por el hecho de que los
estadounidenses tienen tan mala salud que, según las últimas estadísticas
del Ejército, el 75% de los jóvenes en edad militar no podrían alistarse por ser
demasiado obesos, no aprobar los exámenes de admisión, haber
abandonado la educación secundaria o tener antecedentes penales?
“Nunca hemos tenido semejante problema de obesidad juvenil como el de
hoy en día”, dijo el General John Shalikashvili, ex presidente del Estado
Mayor Conjunto.
Una crisis recorre el corazón de América, atascando sus arterias
coronarias. La ola se extiende en todas las direcciones, en todo lo que
hacemos, lo que sentimos y pensamos. Hay quien dice que es una crisis
política. Algunos echan la culpa al último contingente de inmigrantes,
otros dicen que se debe a la religión (o la falta de ella). En cada caso, los
que proponen una solución sobre las demás comparten algunas
características comunes con sus oponentes. Estos factores comunes son
creencias innatas tan profundamente establecidas que son casi invisibles
para ambos lados. Sea quien sea el que tiene la culpa de nuestro actual
predicamento de salud y sin importar quién tiene la razón moral o ética
cuando se trata de buscar soluciones, todos compartimos la misma crisis.
Las raíces de nuestra crisis están en cómo obtenemos nuestra comida.
La forma por la cual el humano obtiene su alimento tiene un efecto
directo y muy real sobre la salud biológica del planeta. Lo que comes crea
fuerzas de mercado que a su vez obligan a los granjeros a cultivar
productos para satisfacer esa demanda. Lo que cultiva un agricultor y
cómo se producen esos cultivos afectan directamente la salud del suelo, la
vida de las plantas y los animales de un lugar, la atmósfera, la hidrología e
incluso los patrones de asentamiento humano. Lo que comes
indirectamente genera cada crisis singular con la que se enfrenta la
humanidad, y dentro de una economía a escala global como la de hoy en
día, el alimento que elige una sola persona (tú o yo) se agrega a los miles de
millones y cambian el mundo como ninguna fuerza socioeconómica que se
haya conocido jamás. Estamos royendo nuestro planeta hasta los
mismísimos huesos de la roca madre y cambiando las condiciones de
nuestro planeta hasta convertirlo en algo que sería irreconocible para
nuestros bisabuelos.
La humanidad ha llegado a una fase de su desarrollo en la cual debemos
tener coraje para destapar nuestras creencias ciegas y hacer los
esfuerzos necesarios para crear un cambio fundamental en la agricultura.
Al implementar un cambio esencial en la agricultura, cambiaremos el
sistema de alimentación.

Sólo una o dos generaciones atrás el campo era una


comunidad bulliciosa, pero ¿ahora?

Al cambiar nuestro sistema de alimentación, mejoramos el bienestar


de la población, y como explicaré en este libro, con semejante cambio en el
enfoque agrícola, mejoraremos la salud ecológica del planeta entero. El
“progreso” que hemos logrado como nación se ha construido sobre un
sistema de alimentación que ha esquilmado continentes enteros durante
miles de años. Con eldescubrimiento del petróleo crudo líquido, el invento del
motor de combustión interna para alimentar la maquinaria agrícola y el
desarrollo de fertilizantes sintéticos derivados de combustibles fósiles, la
destrucción ecológica se ha acelerado exponencialmente. En el corto
período de una generación a otra, el cambio en Ash Ridge, Wisconsin, en la
América del Norte rural, y también en todo el mundo, ha sido extremo.
En el año 1910, había 6,4 millones de granjas en los Estados Unidos. El
tamaño medio de una granja era de 55 hectáreas. La mayoría de las
granjas eran pro- piedad del granjero y su familia (en aquellos tiempos, la
mayoría de ellos eran hombres).
Estas pequeñas granjas familiares proporcionaban modestos pero
suficientes ingresos a sus habitantes, cuya mayoría solían ser grandes
familias multigeneracionales.
Desde 1910, la cantidad de granjas en los Estados Unidos ha caído en
picado desde 6,4 millones a menos de 2,2 millones en 2008.
¿Cuántos millones de hectáreas de ecosistemas originales y
en equilibrio han sido despejados y quemados para arar y plantar
unos pocos cultivos anuales?

El tamaño medio de una granja americana se ha incrementado hasta


las 186 hectáreas. A pesar de que la mitad del número de agricultores
americanos ahora cultiva siete veces más tierra de la que cultivaba mi
abuelo, hoy en día gana menos (en dólares ajustados según la inflación) que
aquel entonces.
Las estadísticas del Departamento de Agricultura de los Estados
Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) han registrado estos cambios con
mucha precisión. Los cambios empezaron gradualmente y se aceleraron
con el incremento en la disponibilidad de combustibles fósiles y la
mecanización de los equipos en la granja. El tractor es un invento
relativamente nuevo en el mundo de la agricultura. Mi abuelo cultivaba
con caballos. Mis tíos aprendieron a cultivar con caballos y adoptaron el
tractor en cuanto pudieron costearse uno. “Poder costearse uno” era
parte del problema. En el nacimiento de la edad de los tractores, una
granja con tracción a caballo o mula seguía siendo un negocio rentable.
Mi abuelo crió una familia de seis hijos solamente con los ingresos de
una explotación de 24 hectáreas y ayudó a enviar a tres de ellos a la
universidad. Al hacerse más comunes los tractores, se estancaron los
precios de las granjas. Luego empezaron a caer.
La llegada de los fertilizantes químicos basados en el nitrógeno
(fabricados por la industria de municiones reconvertida después de la
Segunda Guerra Mundial) dio una corta inyección a los rendimientos,
aunque en vez de aumentar los beneficios para los agricultores
americanos, tuvieron el efecto opuesto. El aumento de las cosechas
provocó una bajada de los precios. Los fertilizantes, que antaño se
abastecían del ganado criado en la granja, ahora llegaban en sacos desde
la compañía local de agroquímicos. En menos de una generación, las
granjas dejaron de ser sistemas de producción ecológicos autosuficientes
para convertirse en “negocios agrícolas” altamente endeudados y
dependientes de insumos, los cuales pronto requerían subsidios
gubernamentales para mantenerlos a flote. En menos tiempo que la de
una vida humana, las granjas pasaron de ser sistemas biológicamente
diversos y dependientes del cuidado del ganado, la rotación de cultivos (y
muy a menudo la adición de sustancias minerales como el calcio) a ser
sistemas de monocultivo especializados y meramente filiales de las
empresas químicas fabricantes de las mezclas tóxicas que se extenderían
por el suelo americano.

Prestar 400.000...
Mis tíos tuvieron que pedir dinero prestado para poder comprar
tractores. Para cumplir con los plazos de pago, se vieron obligados a
comprar más tierra necesaria para cultivar lo suficiente (a precios
menguantes) y poder pagar nuevos equipos. Obtener más tierra
significaba incurrir en más préstamos. Más préstamos requerían más
liquidez, lo cual a su vez exigía tractores más grandes, y el ciclo continúa
hasta la fecha actual. Lo que parecía ser una escalada inevitable de la
granja norteamericana y el consiguiente desangrado de la economía rural
despegó en 1973-74 con un fallo en la producción de trigo en lo que
entonces era la Unión Soviética.
Ken Meter, un economista agrícola de la Crossroads Resource Center
en Minneapolis, Minnesota, ha demostrado repetidamente lo crítica que
fue esa época para los granjeros americanos y para toda la economía de
los Estados Unidos. En un informe escrito para el Departamento de Salud
del Estado de Indiana en 2012, Meter escribe:
Hasta 1973-74, los granjeros americanos no consiguieron la
p ro sp erid a d ni la abundancia. Esto recién ocurrió tras la
resolución de la OPEP de restringir la producción d e petróleo. Esto
tuvo el efecto de incrementar el precio del petróleo y, ya que la
mayoría del petróleo consumido en los Estados Unidos en aquel
momento se importaba desde el Oriente Medio, nuestras compras
llenaban las arcas de la industria petrolera local con dólares. En
aquel momento, los productores de petróleo en el Oriente Medio
hacían muy poco para reinvertir en los Estados Unidos,
manteniendo esos dólares alejados de nuestras costas.
En un esfuerzo por repatriar los dólares a la economía de los
Estados Unidos, y para compensar los precios más altos causados
por los costes de petróleo, la Casa Blanca anunció una solución en
la que todo el mundo saldría ganando. El gobierno p id ió a los
granjeros americanos que produjeran más grano, prometiéndoles
“mercados permanentes de exportación en el extranjero” si
incrementaban la producción. La Unión Soviética se comprometió
a comprar considerables cantidades de trigo y de maíz con dólares
que tenían en cuentas de ahorro. Esto fue necesario debido a
pérdidas en las cosechas y el colapso de los sistemas de
distribución que habían hecho pasar hambre a muchos ciudadanos
soviéticos. Según el plan, los consumidores soviéticos comerían
mejor, los granjeros ganarían más dinero, y el Ministerio de
Finanzas recuperaría dólares que se habían enviado al extranjero.
Muchos granjeros recuerdan al Ministro de Agricultura, Earl
Butz, de pie delante de una fila de micrófonos, pidiéndoles que
“plantasen filas de cultivos de una valla a otra”. Además, animó a
los granjeros a expandir sus operaciones, diciéndoles “incrementen
sus negocios o dejen la agricultura”. Tantos prestamistas federales
como privados respondieron en consecuencia, animando a los
granjeros a suscribir deuda adicional. Este analista entrevistó a
varios granjeros que en los años 80 habían pedido préstamos de,
digamos 250.000 $ y fueron rechazados porque pedían “demasiado
poco”. Según lo que recordaba un granjero, el prestamista
respondió que no estudiaría otorgar un préstamo a menos que el
granjero pidiese un mínimo de 400.000 $. Dada la promesa de
mercados de exportación permanentes, estos granjeros sintieron
que no tenían ninguna otra opción que apuntarse.
Sin embargo, en 1974, la Unión Soviética dejó de comprar
cantidades masivas de grano, alegando que habían restablecido su
capacidad de autoabastecerse de alimentos. De pronto, los
mercados de grano colapsaron. De la misma manera en que los
precios caían en picado, lo hacían también los precios de salida de
las granjas, ya que no había ningún otro comprador que pudiera
comprar en cantidad. Los elevadores rurales en todo el Granero
de Norteamérica amontonaban el grano en enormes colinas en sus
céspedes, ya que se habían llenado los silos de almacenaje. Los
“mercados permanentes de exportación al extranjero” habían sido
un espejismo.
Los ingresos de las granjas volvieron a niveles similares a los
anteriores, pero con una única gran diferencia. Los granjeros
ahora tenían deudas más costosas que pagar; préstamos que
habían suscrito, a veces bajo coacción, pensando que los precios
seguirían altos. Entonces los granjeros descubrieron que no podían
devolver los préstamos. Transcurrió una década para que esto se
hiciese obvio en el resto de la nación.
¿Del artículo “Hoosier Farmer? Emerging Food Systems in
Indiana” (¿Granjero de Indiana?: Sistemas Emergentes de
Alimentación en Indiana) de Ken Meter.

La política de “hazte grande o abandona” llevó rápidamente al


canibalismo inmobiliario de la América rural. El granjero que logró crecer
solía comprar las tierras del granjero vecino que, por la razón que fuera,
decidió vender. En los años 80, cuando los precios inmobiliarios de las fincas
agrícolas ya no subían lo suficientemente rápido para que los agricultores
pudiesen posponer el pago de sus deudas al mantenerse por delante de la
curva de inflación, la economía rural cayó en una grave crisis de crédito.
Éste fue el resultado final de lo que serían solamente dos años de
prosperidad sustancialpara los granjeros desde el principio de los años 50, y
el único culpable fue el gobierno federal.
Ni siquiera los granjeros que tenían las mejores prácticas agrícolas
fueron inmunes a esta catástrofe causada por el gobierno. El ingreso neto
en efectivo para los agricultores cayó hasta rondar cero en los años de
1999 a 2002, y sola- mente en los últimos años ha habido resultados
positivos para los productores. S e gún avanzaba este proc e s o de
posponer e l pago de la deuda, las explotaciones más grandes y más
capaces (o mejor dispuestas) a cargarse con mayores deudas,
incrementaron su tamaño. Las personas que cultivaban las granjas más
pequeñas criaban a sus familias, enviaban a sus hijos a las escuelas locales,
iban a rezar a las iglesias locales y compraban en las tiendas locales,
simplemente se mudaban. En cualquier población, sea de ciervos de cola
blanca, bichos de calabaza en un campo de pepinos o una comunidad
humana, hay un cierto punto en el que la población deja de ser viable. En
algún momento, y dicho punto de inflexión no suele ser obvio, cuando
un cierto número de personas abandona un pueblo o una ciudad, con los
demás que quedan no hay suficientes para sostener el pueblo. Este
proceso ha ocurrido desde el principio de la civilización y se examinará
más adelante en este libro.
Según la gente abandonaba la América rural, se cruzó un umbral
d e “viabilidad de población” y los pueblos y las ciudades pequeñas
empezaron su declive. En algunos lugares, como Ash Ridge, Wisconsin, el
colapso era tal que la única memoria de su existencia es una pequeña
señal verde con las palabras “Ash Ridge (territorio no incorporado)”.
En los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, los granjeros
que se habían desplazado frecuentemente encontraban empleo en las
industrias que empezaron a proliferar cerca de las grandes ciudades. De
hecho, algunas personas argumentan que la despoblación de la América
rural durante el siglo XX se debía al deseo de la industria de surtirse de un
gran mercado de mano de obra desesperado.
Mi abuelo dejó la granja familiar en el Vermont rural en 1947.
Sencillamente no daba para vivir. Si bien mi bisabuelo había podido criar una
familia de diez en 16 hectáreas, mi abuelo ya no podía proporcionar lo
suficiente para criar y dar de comer a una familia con 24 hectáreas. Se
trasladó con ellos desde el semisalvaje Vermont rural a la Massachusetts
industrial donde podía encontrar trabajo en las fábricas. Nunca conocí a
mi abuelo; de hecho, no conocí a ninguno de ellos. Ambos murieron de
enfermedades relacionadas con la exposición a productos químicos. Un
abuelo trabajó en una curtiduría, respirando productos químicos para
curtir ocho horas al día antes de que existieran leyes de seguridad en el
trabajo, lo cual convirtió sus pulmones en cuero de zapato. Murió a los 55
años. El otro murió de cáncer de próstata a una edad similar.
Las estadísticas no poseen rostro, pero la crisis a la que se enfrenta
la raza humana es fácilmente reconocible. La crisis de alimentación tiene
nombres y caras. Es una crisis familiar. Escribe las historias familiares y
crea las razones para nuestras acciones. La crisis de la agricultura
realmente es una crisis medioambiental. Esta crisis se incrusta de
manera visible e invisible en el mismo tejido de nuestras vidas. La crisis
de la agricultura es lo que está escrito indeleblemente en mi propia historia
personal. El lugar en el que nací y me crié es un resultado directo de la
política agrícola de los EE.UU. Las historias que oí, transmitidas por mis
padres y abuelos, eran historias de supervivencia en tiempos difíciles.
Los sueños que me transmitieron nacieron con la crisis de la agricultura
anual.

Resiliencia en el río
Cuando yo era un chaval en el Massachusetts central de los años 70,
jugaba con mis hermanos cuando nos montábamos en el coche. El juego era
“¡Adivina de qué color es el río hoy!”. Me criaron en lo que hoy se llamaría
una granja de “afición”, en el sentido que no se pensaba como la fuente
principal de los ingresos familia- res. Vivíamos en la parte superior de una
colina a la que rodeaba por tres lados una vuelta serpenteante del río
Nashua. En el valle fluvial, al norte del hogar de mi infancia, estaba el
lugar de nacimiento de John Chapman, generalmente conocido por el
apodo Johnny Appleseed. Al sur, estaba el lugar de nacimiento de Luther
Burbank, un extraordinario criador de variedades de plantas, quien
desarrolló la patata de asar Russet, la margarita de Shasta y la chumbera sin
espinas. Tanto Burbank como Chapman han influenciado mi vida de una
manera extraordinaria, como verás al leer este libro.
Durante mi infancia, el mismo río donde John Chapman había
pescado salmón se había convertido en un sistema de desecho de residuos
de los pueblos fabriles río arriba en el sur de Nuevo Hampshire y el norte
de Massachusetts. El río fluía rojo, verde, azul cobalto, naranja, aunque
nunca transparente. La palabra “Nashaway” en la lengua de las
primeras personas que vivieron allí significaba” arroyo con un lecho de
guijarros”. El río Nashua de mi infancia no tenía un fondo de guijarros.
Primero, el fondo del río solamente se veía cerca de la orilla donde había
agua muy poco profunda. Cuando era posible ver el fondo, era de un
espeso fango verdigris. La identidad de dicho mejunje se revelaba en
primavera después de las inundaciones. Cuando se retiraban las aguas,
el río dejaba una capa de cartón piedra en las orillas para marcar el nivel al
que habían subido las aguas de la inundación.
Varios kilómetros río arriba, había grandes fábricas de acabado de
papel que lo recibían en rollos a granel de las fábricas de pasta de papel de
Maine, donde se trituraba la leña de los bosques, moliendo y disolviendo la
fibra químicamente para reconstituirla en forma de papel. Se enrollaba
este papel básico en lo que parecían rollos de papel higiénico de más de 2
metros de alto. De hecho, mucho de lo que producían era papel higiénico.
Estas fábricas río arriba volvían a procesar el papel a granel para
convertirlo en los “productos” que todos disfrutamos: papel para escribir,
para envolver, papel de periódico, servilletas y más. En los años sesenta y
setenta, desechar los tintes sobrantes y aguas residuales de las fábricas de
papel en el río formaba parte de las prácticas habituales. Las curtidurías,
los proveedores de cuero para zapatos a los muchos fabricantes que
había en la zona, también desechaban sus tintes y productos químicos en
el río. Aunque parezca increíble, las “plantas de tratamiento de aguas
residuales” eran un invento nuevo en ese entonces y las empresas,
beneficiarias de la gestión de residuos sin costes en forma de río, eran
reacias a probar dicha nueva tecnología “sin demostrar” y “costosa”, la
adopción de la cual, según su pensamiento, arruinaría la economía y
llevaría a los socialistas a tomar control del sistema político, o lo que
fuera el argumento que usaban los hombres de negocios acaudalados en
aquel tiempo.
Se tardaron décadas hasta que, gracias a la presión del público, la presión
política, e incluso algún sabotaje medioambiental, se consiguió finalmente que
las industrias contaminantes instalasen plantas de tratamiento de aguas
residuales para purificar sus residuos, o más bien y en la mayoría de los casos,
para reducir en “una cantidad estadísticamente significativa” la toxicidad.
Elrío Nashua, con su caudal rojo, azul y verde de residuos apestosos me
enseñó algo más importante que cualquier cosa que aprendí en el colegio.
Podría decirte que me enseñó la importancia de organizar “al pueblo”
para tratar un problema y lograr conciencia y fondos para aplicar presión y
así conseguir el cambio como muestra del “Estilo Americano”, y que ésta
era la prueba de que nuestro sistema político realmente funciona, pero esa
no fue la lección real que me dio el río. La auténtica lección, que entró en mi
corazón, es que ¡la naturaleza se cura! Dadas las condiciones, existen
fuerzas en el mundo natural que son tan fiables como la gravedad; fuerzas
que llevan a la salud, la diversidad y la estabilidad del ecosistema. El río
Nashua estaba prácticamente muerto cuando yo era un crío en los años 60,
pero ya para cuando comencé el instituto en los años 80, el agua fluía con
agua clara. El olor a planta de residuos fecales del río fue reemplazado con
un olor no tan horrible (¡aunque seguía apestando!). Después de algunos
años de inundaciones y raspado, la mayoría del forro de cartón piedra en el
fondo se había “ido lejos” (donde sin duda yacerá en el fondo del océano
Atlántico frente a la costa de Merrimac, Nuevo Hampshire) y los guijarros
descritos hace trescientos años empezaron a verse de nuevo. ¡La
naturaleza realmente se cura a si misma! Lo único que se hizo en el caso
del río Nashua fue quitar las fuentes principales de contaminación. No se le
añadió nada y no se dio ninguna ayuda adicional para limpiarlo. Las orillas
del río que anteriormente parecían un descampado industrial empezaron
a cubrirse de vegetación. Las plantas empezaron a crecer dentro del río
y para cuando me gradué del instituto, había personas que surcaban el río
en canoas de nuevo. A mediados de los años 80, vi el primer pez en el río.
Tenía un bulto grotesco y canceroso detrás de las agallas, pero ¡era un pez
auténtico y estaba vivo en el río Nashua!
La misma resiliencia que vi en el río Nashua durante mi juventud la he
vuelto a ver muchas veces desde entonces; desde las montañas
completamente taladas de Maine a parkings en Chicago, vertederos
tóxicos en Detroit, hasta el polvoriento promontorio de tierra de labor en el
suroeste de Wisconsin.

Regenerando nuestras tierras


Las cosechadoras terminaron de rasurar el último corte de maíz de los
campos compactados y vertieron su dorada cosecha en los remolques de
los tractores aparcados en el lateral del campo. Di la espalda al paisaje
seco para contemplar otro ejemplo absolutamente diferente del poder de
la regeneración. Al darme la vuelta, anduve sobre una ladera que se
había formado al excavar una serie de zanjas para recolectar agua.
Ahora andaba por un lugar llamado New Forest Farm, donde se habían
excavado docenas de millas de zanjas de retención de agua. De camino
a casa, caminé por un joven bosque de pinos piñoneros y castañas y
pasé al lado de un estanque pequeño en cuyo seno vi tres tipos distintos
de ranas y oí los ruidos que hacían al menos cinco especies diferentes de
ranas y sapos que cantaban en la nueva primavera.
Los pájaros volaban alrededor de las ramas de los árboles: azulillos,
papamoscas, esturnellas, alcaudones, golondrinas, tiranos y los habituales
“PPM” (¡siglas de pequeños pájaros marrones!). Las mariposas
aleteaban en la brisa, los saltamontes, grillos y una multitud de otros
insectos chirriaban y zumbaban en una deliciosa cacofonía que me hizo
sonreír. El lugar por donde andaba estaba vivo. El suelo bajo mis pies
estaba firme en el seco calor de otoño, pero más blando que el pavimento
que había experimentado en el campo de maíz. ¡Estaba rodeado de
alimentos! Los arbustos de avellanos ya habían sido cosechados, como lo
habían sido las cerezas, moras, kiwis y peras. Cantidades de manzanas
rojas y doradas ya estaban siendo recolectadas en contenedores
mientras que los castaños cercanos seguían madurándose, esperando su
turno. Varias vacas pastaban sobre la hierba abundante y los cerdos
hozaban bajo los arbustos de avellana buscando deliciosos frutos
olvidados. Andaba por una granja de trabajo que producía alimentos; una
granja viva con un suelo blando y rico, agua y una abundancia de flora y
fauna, incluyendo ranas. Este lugar, New Forest Farm, era un campo de
maíz sólo quince años antes, aunque había sido transformado. Se había
curado activamente y se restauró a un estado de mayor productividad.
En un tiempo increíblemente corto, podemos restaurar y curar
nuestras tierras de labranza. Podemos recrear parte de la abundancia que
vieron nuestros ancestros la primera vez que pisaron este continente. En
vez de solamente curar la herida, como en el caso del río Nashua, todos
podemos ser partícipes activos en el proceso transformador de
regeneración. Podemos hacerlo mientras seguimos cultivando y
produciendo alimento. Mientras restauramos nuestras tierras de labor,
regeneramos nuestro planeta; y cuando curamos nuestras tierras de
labranza, nos curamos a nosotros mismos y a nuestras familias.

Alimentación básica sostenible


No obstante, es aquí donde debe hacerse la distinción. Hace quince
años esta “granja de trabajo” (aunque técnicamente no trabajaba
porque no daba beneficios y por eso la abandonaron) producía las 380
fanegas de maíz por hectárea esperables en estos lugares, sobre las
accidentadas c olina s “altamente erosionables” (en terminología del
USDA). Antes de su abandono a principio de los años 90, esta granja
contribuía al mercado de alimentos de los Estados Unidos. Cualquier
persona que haya comido hoy te contará lo importante que es el alimento
para nuestro bienestar. Quien no haya comido hoy, dolorosamente lo
sabe aún más. Si pretendemos restaurar la salud y la fertilidad natural a
nuestras tierras de labranza, debemos hacerlo mientras seguimos
proporcionando alimentos para nosotros y para el mundo.
Este libro describe cómo podemos lograr simultáneamente la
imprescindible y necesaria restauración ecológica sin dejar de producir
comida.
Aquí es donde debe hacerse una segunda distinción. Lo que se
e s tá demostrando en New Forest Farm es la producción de cultivos de
alimentación básica, en otras palabras, las calorías a granel, los hidratos
de carbono, las proteínas y los aceites de nuestra dieta que se obtienen de
sistemas a escala de granja. Muchos defienden la idea de que hortelanos
individuales pueden producir toda su comida en una pequeña huerta en
los suburbios. Lo mejor que he visto en estos casos son personas que
han producido una cantidad significativa de su consumo anual de
verduras en su huerta suburbana (y algunas con un gran porcentaje de sus
propios frutos secos y de bosque), pero en ninguna parte ha habido un
ejemplo de alguien que produzca el total de su comida en una situación
suburbana o urbana.
El arroz, el maíz, el trigo de nuestro pan y pasta, las habas, las lentejas,
los garbanzos y las docenas de otras legumbres y granos forman nuestros
cultivos de alimentos básicos. Éstas son las calorías que ayudan a nuestros
cuerpos a metabolizar, las proteínas que construyen nuestros músculos y
alimentan al ganado que criamos para obtener carne. Todos dependemos
de la producción de cultivos para obtener nuestros alimentos básicos y así
sostenernos. El Diccionario de Oxford define una ‘granja’ como: “una
extensión de tierra y sus edificios, usada para cultivar y criar animales”.
Todos necesitamos granjas. Incluso el hortelano más autosuficiente come
de tanto en tanto arroz y habas cultivados en un campo.
Dada la falta de ejemplos reales de huertos donde una familia puede
cultivar todos sus alimentos (no solamente las frutas y verduras), y ya
que obtenemos la mayoría de nuestros cultivos de alimentos básicos
explotaciones agrícolas de todas maneras, necesitamos concentrarnos en
obtener nuestros alimentos básicos de fincas plenamente funcionales, con
ecologías perennes de agricultura natural.
Como nación, ¿cómo podemos alimentar a la mayoría de nuestra
población urbana donde la gran parte de los ciudadanos ni siquiera tiene
jardín? Nuestras familias necesitan comida. Los cultivos de alimentación
básica proceden de granjas. Si las granjas americanas están en crisis, ¿no
quiere decir que nuestra seguridad alimentaria está en peligro? ¿Cómo
podemos producir los cultivos básicos que alimentan al mundo usando
sistemas ecológicos sostenibles que no contaminen, que construyan suelo
en vez de destruirlo, que vuelvan a ser sistemas basados en la biología y
que no dependan totalmente de importar combustibles fósiles de lugares
remotos?
¿Qué debemos hacer?
C APÍ T U LO 2
Nuestra realidad actual
La pregunta “¿qué debemos hacer?” puede sonar teórica para muchos.
De hecho, abundan las obras publicadas de esta índole hoy en día. Un
autor con muchas credenciales investiga a fondo, escribe un libro y,
entonces, se lanza a una carrera de charlas y enseñanza en la que se
rasga las vestiduras, echa la culpa a los malos y se proponen pasos
sencillos, fácilmente digeribles por las audiencias animadas, implícitamente
suponiendo que se ofenderían si se les pidiera un cambio fundamental en
vez de sólo cambiar sus bombillas.
Este libro es diferente. Examina en profundidad, de manera personal,
los problemas para “rasgarse las vestiduras” del mundo real de hoy en día.
Es la historia de una transformación radical de la agricultura como la
conocemos, basada en la experiencia del autor y su familia. Este libro está
lleno de motivaciones personales y opiniones subjetivas del autor. Es la
historia de la transformación de la relación entre los seres humanos y el
mundo natural a través de la producción del alimento, como se observa a
través del microcosmos de una vida, cuyas ondas se transmiten hacia fuera
a través de la familia, los amigos y vecinos, hasta llegar al mundo.
Ya que este mensaje solamente puede escribirse desde esta
perspectiva y ha ocurrido en el “mundo real”, hay algunas experiencias
fundacionales para mencionar.

Crisis de la energía fósil


En octubre de 1973, la Organización de Países Productores y
Exportadores de Petróleo (OPEP) suspendió el suministro de crudo a los
Estados Unidos. Como estudiante de primaria, al principio esto era
meramente otra historia sin sentido en el periódico. No tenía nada que ver
con mi partido de béisbol, o montar en bici con mis amigos del barrio. Mis
padres, unos adelantados a su tiempo, compraron una estufa de leña
eficiente de alta gama para complementar la calefacción en casa y
reducir así su gasto en gasoil de calefacción. Ya que vivíamos en una
granja de “afición” de 4 hectáreas en la periferia y teníamos acceso a
una abundancia de leña, pasaba cada vez más tiempo en el bosque
acarreando y apilando madera para calentar la casa. Mis padres también
compraron un coche nuevo y eficiente cuya autonomía cubría el doble de
distancia con la misma cantidad de combustible que los coches habituales
de aquel tiempo.
Realmente no me gustaba el coche nuevo, principalmente debido a
su tamaño. Era un chaval grandullón para mi edad y también lo eran mis
dos hermanos. Antes teníamos un coche familiar de grandes dimensiones
donde podíamos apoltronarnos a gusto, y luego los tres teníamos que
apretarnos en el asiento de atrás de un Volkswagen en el cual la sillita de
bebé de mi hermano pequeño ocupaba la mayor parte del espacio. Sabía
que mis padres habían adquirido un coche más pequeño y eficaz debido al
embargo de petróleo, pero de alguna manera la conexión muy real entre lo
que ocurría en las noticias y lo que ocurría en mi vida particular todavía no se
había realizado. El Oriente Medio era una historia en las noticias y un
embargo de petróleo no significaba nada para mí.
Esto empezó a cambiar cuando, “de repente” (al menos a mí me
pareció repentino) se ra c iona ba la ga solina . En el E s t a do de
Massachusetts, los conductores sólo podían comprar gasolina según las
matrículas de sus coches. Las matrículas acabadas en números pares
sólo podían comprar combustible ciertos días de la semana, y los de
números impares en otros días de la semana. Ésta fue la primera fase del
racionamiento. Según se prolongó el embargo de petróleo y los
suministros de combustible se fueron reduciendo, se establecieron mayores
restricciones, por los que los conductores sólo podían comprar 45 litros
de gasolina por vez. En poco tiempo, todo en la vida giraba alrededor de
conseguir gasolina para el coche. Necesitábamos el coche para ir a la
tienda y comprar comida y mi padre lo necesitaba para llegar al trabajo.
Pronto, conseguir petróleo se convirtió en un gran reto. Con la
escasez, las colas en los surtidores se hicieron cada vez más largas.
Algunos días se tardaba más de una hora en avanzar por la cola y
finalmente conseguir algo de petróleo. A veces, los conductores
esperaban una hora en la cola para descubrir, al llegar al surtidor, que la
estación de servicio había quedado sin combustible mientras esperaban.
Sie ndo un c hic o joven, apretado en el a sie nto de atrás de un
Volkswagen bajo el tórrido sol con dos hermanos pequeños durante
demasiado tiempo, puedes imaginar cómo esto me fastidiaba y entonces
comencé a fijarme. Un día, mientras esperaba en una de las colas de
gasolina más largas que habíamos visto, el coche se quedó sin gasolina.
Allí estábamos, atrapados en una cola de gasolina que se alargaba medio
kilómetro como mínimo, sin combustible ni garantía de que fuera a
haberlo al llegar al surtidor. Tuve un despertar desagradable cuando mi
madre me ordenó salir del coche pa ra empujar. Quejarme no ayudó.
Negarme no era una opción y los trabajos forzados eran una posibilidad que
rápidamente se habría impuesto si hubiera intentado negarme. Mi madre
tuvo que guiar el coche y hacerse cargo de mi hermanito en su sillita,
que probablemente estaba tirando cereales y chillando con sus
potentes pulmones. Mi otro hermano de 8 años y yo tuvimos que
empujar el coche. ¡No había escapatoria!
Un chico de diez años tiene mucho tiempo para pensar en el origen
de su situación actual cuando tiene que empujar un coche durante medio
kilómetro (con la dudosa ayuda de su hermano pequeño que apenas tenía
fuerzas para levantarse a sí mismo). Los llantos de mi hermanito más
pequeño y una madre estresadísima sólo incrementaron la intensidad de
la experiencia. En ese momento, la dependencia crítica que tenía nuestra
cultura de los combustibles fósiles se me hizo extremadamente real.
Mientras jadeaba y resoplaba, sudaba y maldecía, tomaba impulso y
empujaba, mi mente luchaba con el asunto de los combustibles fósiles de
una manera muy real como nunca lo había hecho antes. Como familia,
dependíamos de los combustibles fósiles. Mi padre necesitaba conducir
el coche para llegar al trabajo donde ganaría el dinero que necesitábamos
para poder ir en coche a la tienda y comprar nuestra comida. La sociedad
también dependía totalmente de los combustibles fósiles. La tienda de
comestibles dependía de combustibles fósiles para hacer funcionar los
camiones que traían nuestra comida. Las granjas donde se cultivaba la
comida dependían de combustibles fósiles para hacer funcionar los
tractores, las cosechadoras y (cosa que no conocía entonces) para los
fertilizantes, fungicidas, herbicidas y pesticidas. Sin tener culpa alguna,
mi familia estaba bajo estrés social y económico porque nuestro fiable y
predecible suministro de combustible se había restringido.
¿Cómo podríamos reducir la vulnerabilidad de nuestra familia ante
esto? Además, como sociedad, ¿cómo podríamos limitar nuestra
vulnerabilidad ante una contingencia que afectaba a nuestro suministro de
combustible? Una cosa que yo sabía era que, para poder sacarnos de esta
peligrosa dependencia de los combustibles fósiles, necesitaríamos usarlos
hasta llegar a un punto en el cual ya no los necesitaríamos más.
Durante este tiempo mi padre, que siempre se entretenía en casa
con las tareas del jardín, empezó a ocuparse del jardín en serio. Las
experiencias de mi niñez recogiendo leña y trabajando en el jardín cobraron
un aspecto tan serio que resultaron ser un pilar de mi forma de pensar, mi
vocación y, de hecho, mi vida entera.
Cultivar tus propios alimentos es una manera increíblemente potente
para cambiar el mundo paso a paso. Es imposible obtener ningún producto
más fresco que el que se acaba de coger del huerto para consumo
inmediato. Los vegetales recién recolectados tienen colores de lo más
vibrantes y los sabores están en su punto óptimo. Las vitaminas y los
minerales todavía no se han oxidado y el producto nunca será más
nutritivo. Nada en la tienda es comparable con productos frescos de
nuestro huerto.
Hincar el diente a una crujiente zanahoria recién arrancada del campo
nunca puede superarse. La pulpa de un tomate nunca sabe tan fresca y
sabrosa sobre la lengua, o bajando a chorrillo por tu codo, que cuando se
acaba de recoger una tarde de agosto.
Con la debida atención a la fertilidad y el equilibrio mineral del
suelo, es posible cultivar una cantidad significativa de las frutas y verduras
más nutritivas para el ser humano. Tras el embargo del petróleo, nuestro
jardín en la periferia tuvo tres manzanos, dos perales, cerca de una
docena de arbustos de arándano, además de casi 1.000 metros cuadrados
cultivados en parterres elevados de doble cava. Aprendimos las artes de
hacer compost usando hierba segada del césped, hojas de otoño y restos
orgánicos de cocina y, durante muchos años, mantuvimos varias colmenas
de abejas. Incluso un viejo y derruido gallinero cobró una nueva vida y volvió
a ser habilitado como corral lleno de aves con su cloqueo y cacareo. En
aquel entonces nuestros vecinos suburbanos consideraban que mis padres
eran bastante extraños. Los hippies y los de la “vuelta a la tierra” de los
años 60 todavía eran considerados con desdén por los habitantes
“respetables” de los suburbios de Nueva Inglaterra. Cuando estaba en la
educación secundaria, esto me daba bastante vergüenza, pero ¡lo que
hacían mis padres en aquel entonces ahora tiene tanto sentido! Nuestra
familia consiguió reducir a casi cero su dependencia de combustible de
calefacción caro y difícilde conseguir. Pudimos reducir el número de viajes a
la tienda, lo cual redujo la probabilidad de que tuviera que empujar el coche
hasta la gasolinera.
Disonancias
No obstante, había algunas disonancias enormes en mi experiencia. A
pesar de que teníamos un huerto de casi 2.000 metros cuadrados, todavía
necesitábamos ir a la tienda. Las cosas que comprábamos en el mercado
eran las mismas una y otra vez: alimentos básicos y carne. (Finalmente mi
padre dejó de comer ternera y, durante un período, fui vegetariano). La lista
de la compra solía incluir arroz, alubias, harina, trigo molido, maíz molido,
semillas de girasol, pan (si mi madre no horneaba pan esa semana) y pasta.
Allí estábamos, siguiendo los consejos de los expertos horticultores de
aquel tiempo, cultivando más productos que cualquier persona que yo
conociera entonces, y todavía no cultivábamos suficiente para cubrir
nuestras necesidades básicas.
Esto me molestaba. ¿Por qué no podíamos cultivar toda nuestra propia
comida cuando nos decían que era posible? Y si no era posible,
¿entonces por qué no lo admitían los autores de los libros y las revistas
que leíamos?
¿Por qué Scott y Helen Nearing, los héroes de la vida sencilla
en la granja de la época, que decían ser autosuficientes, hablaban de
cómo comían avena cruda, semillas de girasol, trigo sarraceno y bulgur, pero
pasaban por alto el hecho de que no eran autosuficientes, que no cultivaban
esos cultivos y que realmente dependían de las granjas mecanizadas a
escala industrial para poder sobrevivir? Cuando tenía diez años, no tuve la
valentía para denunciar esa hipocresía, pero ahora sí.
Otra disonancia en mi experiencia se me hizo especialmente evidente
en mis experiencias recogiendo leña. Mientras trabajaba en el huerto, era
exactamente eso: ¡trabajo! Había que arar la tierra, con rotivador, o con
pala, rastrillo y azada. Había que germinar y cuidar plantones en el
interior, mimándolos bajo luces para que crecieran. Había que construir y
voltear composteras y aplicarlas al huerto, después añadir acolchado. Y
por supuesto, siempre había malas hierbas que arrancar.
Hacía sol en el huerto ya que la mayoría de nuestras plantas, según
me hicieron creer, requerían pleno sol y, además, eso era en lo que
consistía un huerto... una parcela soleada donde se cultivaban las
verduras de la familia. Estar al sol significaba días calurosos, sudar y
mancharnos con el barro. Puede que el término correcto para el medio
terrestre en que cultivamos nuestras plantas para comida sea él suelo’,
pero cuando te cubre y se convierte en suciedad mezclada con sudor, sólo lo
puedo llamar ‘porquería’. Me disculpo ante los que se niegan a llamar al
suelo de ninguna otra manera.
Sin embargo, cuando recogía leña, era diferente. Recoger los trozos
de leña que papá había cortado, transportándolos hasta el camino en el
bosque y cargándolos en la parte trasera de una vieja furgoneta oxidada
era una buena tarea. Requería esfuerzo físico y por tanto podría calificarse
como trabajo, pero se realizaba a la sombra. Sudaba, pero no me cubría de
porquería polvorienta. Mientras trabajaba en el bosque, también podía
picotear algún tentempié en cualquier lugar. A principios del verano, había
fresas silvestres, frambuesas y moras. Los arándanos maduraban más
tarde durante el verano y en el otoño disfrutaba de abundantes uvas
silvestres Concord, nueces y pacanas.
Esto me parecía extraño. ¿Por qué cultivar nuestras plantas de huerta
(verduras y fruta pequeña) costaba tanto trabajo y, no obstante, en el
bosque y en el borde entre el bosque y nuestro huerto, había tanta comida
y no hacía falta más que cosechar la abundancia? No requería trabajo;
no hacía falta germinar y cuidar plantones en el interior, no teníamos que
trasplantar, desherbar, compostar, acolchar ni regar. La naturaleza lo
cuidaba todo.
Los insectos y las plagas sí existían, pero todo parecía establecer
algún tipo de equilibrio natural durante los años. Nuestra familia sacaba
una cantidad considerable de alimentos del bosque, aparentemente gratis,
y con poco más trabajo que cosechar y preservarla.

Manzanas, avellanas y castañas caseras: plantas perennes


para la producción de alimentos. Nutricionalmente las sabrosas
castañas son similares al arroz, y las avellanas a la soja.

En primavera, el bosque incluso nos daba varios litros del sirope de


arce más puro que se podía encontrar en ninguna parte. El huerto y el
bosque me enseñaron muchísimo. Con el tiempo, cambiaron mi forma de
pensar y me transformaron.
Mientras mi forma de concebir la agricultura se trasladaba desde
e l huerto anual con trabajo intensivo hacia un ecosistema natural
perenne, la agricultura industrial que nos proporcionaba tallarines y trigo
molido seguía transformándose también.
¿Química inteligente?
El tamaño de la granja media en Estados Unidos seguía
incrementándose. Los fertilizantes químicos, motores de la “Revolución
Verde”, en principio aumentaron los rendimientos de las cosechas, pero
según pasaba el tiempo, se agotaba la fertilidad natural del suelo, y se
recurría cada vez más al uso de fertilizantes.
Los pesticidas, con su habilidad milagrosa de erradicar los insectos
que atacaban nuestras plantas, se hicieron cada vez menos eficaces
mientras se dieron a conocer efectos secundarios hasta entonces
desconocidos.
Se descubrió que el DDT, un pesticida ampliamente usado durante
bastante tiempo, se había bioacumulado en los tejidos de los pájaros. En
lo más alto en la cadena alimentaria de las aves, las concentraciones de
DDT se habían hecho tan altas que causaban delgadez en la cáscara de
los huevos y las poblaciones de aves rapaces, halcones y águilas
empezaron un declive alarmante. Plagas que antes sucumbían ante
insecticidas parecían hacerse resistentes.
Lo que realmente ocurrió fue un proceso de selección genética.
Cuando se rociaba un pesticida, todas las plagas susceptibles a ese
producto químico se morían tal como se deseaba. Eso pasó con la mayoría
de las plagas durante muchos años. No obstante, por azar de la ruleta
genética, algunos insectos resultaron tener los genes necesarios para
resistir al producto químico en cuestión. Los insectos resistentes a la
sustancia química ahora podrían transmitir e s a característica a su
progenie. Con el tiempo, la resistencia a las sustancias químicas, una
ventaja definitiva para la sobrevivencia del organismo proliferaría en
toda la población, volviéndola inmune al pesticida original.
Lo mismo pasó con las malas hierbas. En la Base de Datos Nacional
de Uso de Pesticidas consta que el uso de herbicidas en la agricultura
norteamericana se incrementó desde cero durante los tiempos de mi
abuelo hasta los actuales casi 220 millones de kilos cada año. Casi 178
millones de hectáreas de tierra de labor anuales son el escenario de una
guerra química avanzada a unos niveles desconocidos en las contiendas
humanas, pero que se dan por hecho en la agricultura. Una vez más, las
características que dan resistencia a cualquier herbicida específico se
incrementarán dentro de la población de mala hierba, haciendo necesario
aumentar constantemente su uso y , eventualmente, abandonar el
herbicida original en favor de productos nuevos.
En los últimos diez años, la resistencia química de las malas hierbas e
insectos se ha vuelto peor. Por ejemplo, los herbicidas fueron adaptados
según el tipo de planta cuando se introdujeron por primera vez. Existían
herbicidas que se usaban antes de que los cultivos emergieran del suelo
(pre-emergentes), aquellos que mataban plantas de hoja ancha como el
diente de león o cardo, y hasta existían herbicidas que mataban la
vegetación herbácea. El maíz, una hierba, podría rociarse con herbicida
para hoja ancha sin sufrir ningún daño visible. La soja (y cualquier otra
legumbre) de hoja ancha, podría rociarse con herbicida para herbáceas y
sobrevivía. Esto funcionaba bien, pero seguía causando problemas para los
agricultores obsesionados con tener campos “limpios”, libres de malas
hierbas. Las hierbas podían prosperar en un campo de maíz rociado con
herbicida para hoja ancha y las malas hierbas de hoja ancha podían
prosperar en campos de habas rociados con un compuesto para plantas
herbáceas.
¿No sería maravilloso si un único producto pudiera matar tanto las
plantas de hoja ancha como las herbáceas? ¿No sería fantástico que el
mismo herbicida no dañara el cultivo, sino solamente a las malas hierbas?
Esto, definitivamente, ¡era química inteligente! La multinacional
Monsanto fue la primera en inventar tal herbicida “soñado”. En 1996,
lanzaron la soja Roundup Ready, la cual venía ya inmune a los efectos del
herbicida Roundup (glifosato). Roundup es el nombre comercial de una
marca registrada de herbicida sistémico de amplio espectro. El principal
ingrediente activo de Roundup (una sustancia química disruptiva
endocrina y mutagénica, convenientemente fabricada por Monsanto,
originalmente publicitada con el lema “¡Más seguro que la sal de mesa!”) es
la salisopropilamina de N-fosfonometilglicina.
Podían plantarse semillas de soja Roundup Ready, dejarlas crecer y
después rociar encima con Roundup, matando tanto las malas hierbas de
hoja ancha como las hierbas. En términos estrictamente técnicos, la
ingeniería genética que usó Monsanto para conseguir una semilla de soja
resistente a Roundup sigue siendo un secreto patentado, pero los
científicos de laboratorio han utilizado la ingeniería inversa para
comprender cómo se hizo.
La resistencia a Roundup se descubrió con las petunias. La misma
mejora genética que finalmente hizo que las plagas fueran resistentes a los
pesticidas no podía usarse para cruzar una petunia con la soja, por lo que
se eligió un intermediario. Escherichia coli, (más conocido como E. coli) es,
genéticamente, una bacteria bastante sencilla. Existen muchas variedades
de E. coli, la mayoría de las cuales son inofensivas y residen en los tractos
intestinales de animales. Nuestras heces están cargadas con miles de
millones de E. coli. Algunas de estas bacterias causan enfermedad en el
huésped y algunas, como la versión E. coli O157:H7, pueden ser mortales.
Al ser un organismo tan sencillo, la E. coli es muy útil para los
manipuladores genéticos. Además de su simpleza genética, también es
procariótico, su ADN no está envuelto en una membrana y no está alojado
en el núcleo de una célula. En el laboratorio se hizo relativamente
sencillo insertar los genes de petunia resistentes a Roundup en la célula
de coli. Luego se introdujo la bacteria “petunioide” de E. coli en una
célula de soja, la cual infectó, como debe hacer una buena bacteria, e
intercambió sus genes con el anfitrión. Una de las razones por las cuales
nos sentimos enfermos después de ingerir comida contaminada con E.
coli es porque cuando esta bacteria reproduce su ADN (el código para
fabricar proteínas y enzimas) fabrica en nuestro sistema digestivo
proteínas ajenas y hasta a veces incluso tóxicas. Casi milagrosamente,
los genes de petunia resistentes a Roundup entregados por la bacteria de
E. coli establecieron su residencia en la célula de soja y se creó un
nuevo organismo transgénico: la soja Roundup Ready. En 1996, este
producto salió al mercado y ahora existe un espectro de cultivos Roundup
Ready, desde maíz hasta canola, incluyendo la lechuga Iceberg y la alfalfa.
Mirando la ecología del planeta Tierra con perspectiva histórica, los
cultivos transgénicos surgieron muy recientemente.
El invento de la soja Roundup Ready disparó la venta del herbicida
Roundup. El uso de un único herbicida supuso una verdadera ventaja para
los agricultores. Les ahorraba múltiples viajes por el campo, traduciéndose
en ahorros de combustible, tiempo y depreciación de equipos. El USDA
informa que el 90 por ciento de la soja cultivada en los Estados Unidos
procede de la soja transgénica Roundup Ready. Algo similar ocurre con el
maíz (70 por ciento) y el algodón (80 por ciento). A pesar de que estas
plantas ahora llevaban una composición genética distinta a cualquiera
antes vista, era de esperar que la naturaleza se comportara de la misma
manera a la que siempre ha hecho. Con el uso incrementado de
Roundup, las malas hierbas se hicieron cada vez más resistentes. Un
proceso de selección “natural”, a través de una modificación genética
gradual, llevó a que volvieran a aparecer las malas hierbas anteriormente
resistentes a los herbicidas y las poblaciones de insectos antiguamente
resistentes a pesticidas. Las plagas en cuestión fueron expuestas a un
tóxico y aquellas con resistencia genética obtuvieron la ventaja y, con el
tiempo, la composición genética de esa población cambió. Una mala hierba
de mostaza puede volverse resistente al herbicida con el tiempo, pero sigue
siendo una planta silvestre. Esto hoy día ya no es el caso.
Los organismos genéticamente modificados en la agricultura
norteamericana crean organismos completamente nuevos, y no afecta
solamente los cultivos. La mostaza silvestre, es una brassica y está
estrechamente relacionada con un número de nuestras plantas
alimenticias (el brócoli, el repollo, la coliflor, la mostaza y el aceite de
canola para cocinar).
La colza fue la primera brassica creada con ingeniería genética para
resistir el Roundup. En este caso, los genes que permitieron esta
resistencia se obtuvieron de una bacteria del suelo. La soja no tiene
muchos parientes silvestres y, por tanto, no tiene mucho riesgo de que los
genes de “soja-petunia” la polinice. No es el caso de la colza, la cual tiene
muchas malas hierbas relacionadas y, por medio del proceso totalmente
natural de la polinización, los genes de la bacteria resistentes al Roundup se
han escapado y han entrado en estas poblaciones silvestres. La rúcula
amarilla, la mostaza silvestre, el nabo silvestre y otros han empezado a
mostrar la resistencia genética al Roundup. Por medio de la polinización
hemos creado nuevas plantas que se unirán al baile de la vida e irán
cambiando con el tiempo.

Juego de dados con los virus


Más insidioso aún que haber creado cultivos alimenticios mutantes y
malas hierbas resistentes a los herbicidas es lo que hemos hecho con las
plagas de las plantas, aunque esto no se haya detectado de manera tan
conocida o evidente.
Hace algunos años, asistí a una serie de talleres para hortelanos
profesionales. Uno de ellos trataba la producción de tomates. Esperaba
aprender algo sobre cómo crecen las tomateras, las prácticas de cultivo, la
cosecha y el manejo pos cosecha, y cómo gestionar la fertilidad del suelo,
pero en vez de eso recibí presentaciones dadas por científicos
‘mercenarios’ que parecían hacer poco más que estrategia de venta para
los productos petroquímicos vendidos en la sala y manufacturados por la
compañía patrocinadora del evento. Faltaba el método científico en sus
presentaciones y los experimentos eran meramente análisis comparativos
de tal producto químico con tal otro. La investigación se realizaba bajo
“condiciones de laboratorio”, y no en la vida real, y en experimentos sin
grupos de control (en otras palabras, en parcelas sin sustancias químicas).
Como productor al por mayor de productos ecológicos certificados, esto
empezó a inquietarme. Decidí quedarme porque sí aprendí algunas cosas
útiles sobre los distintos ciclos de plagas y las enfermedades. La última
presentación del día era sobre una variante de tomate producto de la
ingeniería genética. Este tomate en particular había sido manipulado
genéticamente para lograr resistencia al virus del mosaico del tabaco Nº 1
(TMV 1, por sus siglas en inglés) el cual, según el ponente, era una
enfermedad de consecuencias tan devastadoras que, sin controlar,
erradicaría a todos los tomates de la faz de la tierra en los siguientes diez
minutos y que en adelante todos nos veríamos obligados a aderezar
nuestros espaguetis con bechamel. O al menos el ponente lo transmitía
con tal urgencia.
El suroeste de Wisconsin, donde yo cultivo, era (y sigue siendo) una
de las regiones tabacaleras más grandes del país y conocía a gente que
había tenido problemas con este virus, de manera que imaginé que la
información podría ser útil. Sí que aprendí algo ese día, aunque no fue lo
que esperaba. El mensaje principal del ponente a este público era que
esta variedad específica resistía el TMV 1 y que todo el mundo debía
comprar la semilla en el puesto del patrocinador en la planta principal de la
feria de muestras. No obstante, el mensaje que entendí yo era totalmente
diferente y para explicarlo, debo confesar algo de mi historia personal.
Aunque profesionalmente no soy ni tengo la experiencia para llamarme
ingeniero mecánico ni ecologista, mi educación universitaria cubrió ambos
campos. Mi título y mis credenciales me permitieron ser un profesor
especializado en una escuela secundaria privada donde impartí
biología, zoología y genética. Lo que oí durante la presentación me
revolvió el estómago pensando en las consecuencias a largo plazo de
este tomate genéticamente modificado.
Un virus realmente no es un ser vivo, o por lo menos no actúa como
tal. Un virus es un organismo bastante sencillo explicado por una
pequeña cantidad de ADN (ácido desoxirribonucleico) o ARN (ácido
ribonucleico), la información genética que contiene cada célula viva. Esta
información genética está recubierta por una capa protectora de proteínas
que, a su vez, pueden tener una capa de lípidos o grasas sencillas. Los
virus son ubicuos; existen en prácticamente cualquier lugar. Se
introducen en los organismos vivos de algunas de las maneras más
creativas- simplemente al inspirar, al ingerir o , como en el caso del
TMV1, al ser depositado en la saliva de un insecto con capacidad de
morder. Una vez entran en un organismo, los virus son
suficientemente pequeños para “flotar” en cualquier lugar del cuerpo. La
mayoría pueden traspasar membranas de células e ir a donde los caprichos
de la bioquímica los lleven. Una vez dentro de una célula, se pueden
reproducir de dos maneras. Durante el pro- ceso de replicación de ADN
(o de ARN), la cual ocurre constantemente dentro de nuestras células, hilos
largos de nuestro material genético empiezan a abrirse como una
cremallera. Si puedes imaginar una escalera de mano que se corta en
dos longitudinalmente, por medio de los peldaños, te puedes hacer
una idea de cómo funciona esto. Según se van separando los peldaños, el
virus se inserta en el hueco y usa esa información genética para realizar
una copia de sí mismo. Algunos virus sencillamente usan la escalera para
hacer más virus, y otros se insertan a ellos mismos directamente dentro
de la escalera. En ambos casos, durante un momento esta célula no es
correcta genéticamente. El intruso interrumpe el código de la célula
haciéndola funcionar mal, creando enzimas y proteínas que no son
normales y que muchas veces son tóxicas. Estos tóxicos, por ejemplo,
ayudan a explicar por qué tenemos dolores de músculos y fiebres cuando
una población viral particular explota en nuestro sistema. La mayoría de
las veces cuando se replica un virus, éste deja el ADN en el mismo
estado que al entrar, como una pequeña cantidad de información
genética con un patrón específico. Muy de vez en cuando (de hecho, una
vez por cada millón) sin embargo, el virus logra llevarse algo del ADN
consigo. Ahora se ha mutado en un tipo de virus totalmente nuevo. Es
debido a este proceso que el virus de la gripe cambia constantemente y
deben crearse nuevas vacunas de gripe todos los años. También es por
medio de este proceso que nuevas variantes de gripe (y de otros virus)
son capaces de cambiar lo suficiente como para permitirles infectar a
nuevos anfitriones, como lo hizo el virus H1N1 para infectar a los seres
humanos, además de los cerdos.
La presentadora de TMV mostró muchos datos y números durante su
presentación esa tarde, y se detuvo en un momento dado para explicar un
gráfico que enseñaba los resultados de un análisis estadístico, el cual
confirmaba que sus descubrimientos no eran una conclusión casual, sino
resultados reales. Incluso incluyó un análisis estadístico de la tasa de
mutación de TMV 1. Sus cálculos matemáticos mostraron que, de cada
varios millones de replicaciones del virus, sólo ocurrían unas pocas
mutaciones en donde el virus adquiría nuevas parejas base, el número de
las cuales, era estadísticamente insignificante.
Cuando tiras unos dados en el casino, la estadística es realmente
aplicable, se conocen las probabilidades de sacar un 7 o 11. Distinto es el
caso de un virus. Los virus son como un dado que se tira solo, que
continuará existiendo y seguirá viajando, encontrará nuevos anfitriones y
seguirá replicándose mucho después de que te hayas marchado de la mesa
de juego. Lo que demostraban los números de replicación del virus TMV 1
era que, al crear una tomatera por ingeniería genética, realmente
estamos creando nuevos virus que nunca existieron antes. Esa tarde
pregunté- “al insertar esos genes nuevos en el tomate (que, por cierto,
hasta el día de h o y, ¿sus orígenes siguen siendo información
confidencial) no están creando nuevos virus con consecuencias
potencialmente devastadoras para el futuro?” Volviendo rápidamente a
la diapositiva que mostraba e l análisis estadístico, contestó “sí, pero es
estadísticamente insignificante”. Inmediatamente respondí, “puede que
así sea, pero es real. ¡Están creando virus nuevos que nunca antes
tuvieron esos segmentos manipulados!” Su respuesta fue: “Sí, pero es
estadísticamente insignificante.”
Proseguí con otra pregunta- “¿cómo pueden saber que uno de esos
virus que crearon no será más patológico que el TMV 1?” Su respuesta
constante fue “es estadísticamente insignificante.” Y o afirmé
rotundamente: “Cada vez q u e plantamos esta tomatera, realmente
creamos nuevos virus de un tipo que nunca hemos visto antes. Todo esto
seguirá y posiblemente se replicará, causando un efecto compuesto de
virus de tomate. Una cosa es que tengamos que tolerar la amplia gama
de virus de tomate que están ahí fuera y sus velocidades de cambio
totalmente naturales; ¡pero otra cosa es crear nuevos virus de manera
intencionada! ¡Es el colmo de la irresponsabilidad científica!”
Mientras dos caballeros con trajes oscuros me acompañaban fuera del
salón (me marché de buena gana) la “investigadora” recordó a toda la
sala que lo que yo mencionaba era estadísticamente insignificante, y pasó
rápidamente al punto siguiente.

Se quita la uniformidad
Cuando se aplican insecticidas a los cultivos, no todos los insectos
mueren (quizás un número estadísticamente insignificante sobrevive,
¿n o ?). L o s que no mueren posiblemente tengan una composición
genética que los hace inmunes al veneno utilizado. Podrían reproducirse
y transmitir esa resistencia al insecticida a su progenie. El uso continuado
de insecticida mata los insectos que no son resistentes y al final sólo
quedan los insectos resistentes al pesticida, los superbichos.
El mismo proceso se aplica a las bacterias en el ganado. Los
antibióticos que eran perfectamente eficaces para “controlar” la
enfermedad hace unas pocas décadas ya no lo son por la resistencia
desarrollada y deben inventarse nuevos antibióticos. Las malas hierbas
se vuelven inmunes a los herbicidas y, de la misma manera, se crean los
nuevos virus.
Nuestro sistema moderno de agricultura dependiente de las plantas
anuales, cultivadas en un ecosistema erradicado reemplazado por mares de
monocultivo, realmente crea nuevas variantes de insectos. Nuestra
agricultura moderna genera hierbas nuevas que resisten a los herbicidas.
Crea combinaciones genéticas que no habrían ocurrido en la naturaleza y
que son potencialmente peligrosas. De hecho, nuestra agricultura
moderna está creando plantas comestibles más débiles y plagas y
enfermedades más fuertes. La agricultura moderna ha forzado la
fitomejora, creando plantas que solamente pueden existir en ambientes
libres de malas hierbas y que sólo prosperan cuando son bañadas en
fertilizantes químicos. Las plagas que se alimentan de esas plantas
desarrollan la inmunidad a nuestro arsenal de productos químicos
protectores. Los granjeros trabajan cada vez más horas y gestionan
mayor superficie que nunca. Los ingresos de la agricultura no se han
mantenido al día con el incremento en gastos de explotación y el coste
de vida. ¿Por qué está todo el mundo trabajando tan duro en algo que
realmente no parece estar funcionando del todo bien? Es hora de dejar de
trabajar en el huerto y darnos un paseo por el bosque.
C APÍ T U LO 3
A hombros de gigantes
Desde luego, suena bien dejar de trabajar como esclavos en el huerto
y salir a dar un paseo por el bosque. No obstante, esto sólo funciona si
tenemos acceso a una parcela donde podamos cultivar un huerto y si
tenemos acceso a zonas naturales cercanas para poder pasear. En
cambio, esto es irrelevante si todo nuestro tiempo se destina a sobrevivir
y si obtenemos nuestros alimentos de plantas anuales que como condición
requieren la erradicación de un ecosistema para plantar semillas. Esto
último es lo que ocurre en la mayor parte del mundo. La mayoría de los
seres humanos ahora viven en ciudades. Según las Naciones Unidas, en el
año 2008 el péndulo se desplazó, con una mayor proporción de la población
humana residiendo en zonas urbanas. Solamente cuatro años más tarde,
casi el 60 por ciento de toda la especie humana vivía en ciudades con una
población de 250.000 o más.
La mayoría de las personas en el planeta viven cercados por
hormigón, acero y piedra, aplastados por las masas humanas por todos
los lados. Su único con- tacto con el mundo natural puede ser con las
palomas que vuelan por las calles en busca de unas migajas, o las
hormigas que surgen entre las grietas de la acera debajo de sus pies.
Como las hormigas, los seres humanos experimentan vidas de vanidad
existencial, trabajando a todas horas sin otro propósito más que trabajar.
Fue Thoreau, hace casi 200 años que dijo, y con razón, “la mayoría de
los hombres vive vidas de desesperación silenciosa”. Y cuando escribía
sobre el trabajo y el ocio, dijo: “No tiene tiempo para ser otra cosa que
una máquina”.
¿Cómo podemos abastecernos de alimentos sin destruir los
ecosistemas del planeta? ¿Cómo podemos seguir dependiendo de campos
mecanizados y masivos, basados en el monocultivo anual mientras los
costes de los combustibles fósiles aumentan drásticamente al volverse
más escasos? ¿Cómo podemos seguir alimentándonos cuando nuestro
sistema agrícola crea nuevas enfermedades de plantas y cría insectos y
malas hierbas que requieren más venenos mortíferos para eliminarlos?
¿Cómo podemos cultivar cuando el viento y la lluvia se llevan el mantillo
año tras año?
Al concluir mi educación universitaria y con el deseo de averiguar
cómo escaparme de la rueda de hámster de una carrera convencional,
todas estas preguntas me llenaban la mente. ¿Cómo podía yo, como
individuo, escaparme del aburrimiento y del trabajo de huerto? O de
manera más precisa,
¿Cómo liberarme del carrusel de los cultivos anuales, un sistema
impuesto e indoctrinado en nuestra cultura?
Puede parecer exagerado afirmar que la vida ajetreada de las
ciudades es el resultado de los cultivos anuales, pero si miras más de
cerca, puedes ver los paralelos sorprendentes entre el crecimiento rápido
de plantas anuales y el de las poblaciones humanas. Existen paralelos
directos entre los incrementos exponenciales del rendimiento de la semilla
del sembrador bíblico en tierra fértil y el crecimiento de dos dígitos en
ganancias de los accionistas corporativos en una economía que crece
infinitamente sobre un globo terráqueo finito. Algunos también ven
paralelos entre la muerte rápida de la planta anual al primer signo del
otoño o al acortarse el día. Cuando los recursos ya no son lo que eran, la
planta anual y la economía anual simplemente tiran la toalla y colapsan.
Se cosecha una gran cantidad de granos, que se racionan entre la
población hambrienta, mientras los monarcas de la época acaparan la
abundancia. En primavera, el ciclo vuelve a comenzar con un paquete de
estímulo de nueva semilla, dispersa sobre la decadencia de la recesión
anterior en una economía anual cíclica que se repite. El patrón de la planta
anual afecta todo lo que hacemos y, como veremos en los capítulos
posteriores, la costumbre de destrucción del ecosistema en pos de
plantaciones anuales distribuidas entre unos pocos y esclavizar a las
masas siempre acaba en el colapso de la sociedad en cuestión.
¿Cómo sería el mundo- me pregunté- si basásemos nuestra cultura
en las plantas perennes en vez de anuales? ¿Cómo sería si imitáramos a
la naturaleza y diseñáramos ecosistemas como hábitats ricos y
abundantes tanto para los humanos como para los demás seres vivos?
No veía manera de escapar a la tendencia global emergente del
monocultivo, de manera que busqué crear una alternativa en medio de
ello y conectar con otros en el mismo camino. Como un manojo de
digitaria que brota de una grieta en la carretera, así procuré hacer un
cambio desde mi lugar. Aquí estaba, en otro tiempo y otro lugar,
buscando lo mismo que Henry David Thoreau. Así mismo Walden en su
obra seminal escribió:

Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente,


enfrentar sólo los hechos esenciales de la vida, y ver si podía
aprender lo que ella tenía que enseñar, no sea que cuando
estuviera por morir descubriera que no había vivido. No quería
vivir lo que no fuera la vida; ¡es tan hermoso el vivir!; tampoco
quise practicar la resignación, a no ser que fuera absolutamente
necesario. Quise vivir profundamente y extraer todo el jugo de la
vida, vivir en forma tan dura y espartana como para derrotar todo
lo que no fuera vida, cortar una amplia ringlera al ras del suelo,
llevar la vida a un rincón reducirla a sus menores elementos, y si
fuera mezquina, obtener toda su genuina mezquindad y dar a
conocer su mezquindad al mundo, o si fuera sublime, saberlo por
propia experiencia y poder dar un verdadero resumen de ello en mi
próxima salida.
Thoreau verdaderamente me inspiró mientras intentaba resolver el
dilema al que me enfrentaba. Thoreau, el hijo de un acaudalado
propietario de una fábrica se alejó de la sociedad de la clase media alta en
Massachusetts para ocupar un terreno cerca de las vías de tren en lo que
entonces era una zona rural. La historia de cómo fabricó su propio refugio
donde estudió la naturaleza, escribió y cultivó sus propios alimentos,
inspiró a generaciones de norteamericanos y , al menos en la época
cuando yo iba al colegio, se pretendía alabar su espíritu estadounidense
emprendedor. Su valentía para nadar a contracorriente en vez de
someterse a la presión social, familiar y de sus iguales en su día, su amor
hacia el mundo natural y su autosuficiencia fueron una auténtica
inspiración, pero, aunque muchos de mis contemporáneos admiraban que
cultivara judías y patatas además de una gran variedad de otras verduras, a
mí me horrorizaba que incluso nuestro gran héroe, Henry David Thoreau,
tuviera que recurrir a quemar praderas, arar y surcar el suelo para cultivar
su comida. Del periodo que pasó en Walden, la mayor parte del tiempo lo
dedicó a producir su alimento. Aquí uno de los mayores naturalistas
americanos que, cuando se estableció en un ambiente natural, lo destruyó
para alimentarse. Esto no me pareció bien.
Mientras luchaba con esta disonancia cósmica, encontré tres libros que
cambiaron mi vida. Los tres habían sido escritos por autores que, como yo,
se resistieron al camino que tomó la humanidad, y trabajaron dentro de
los límites de su propia vida para conseguir un cambio, por muy pequeño
que fuese. Cada uno era como un ciego palpando una parte diferente de un
elefante.
Sabían, con un anhelo interno, quizás no tan silencioso, lo que buscaban;
y cada uno trabajó incansablemente para ello durante sus vidas. Imitaron
la pauta de Thoreau al dejar el territorio conocido de lo que los demás
esperaran que hiciesen y se labraron un camino nuevo.

China y Córcega
Encontré el primer libro mientras estudiaba ingeniería al estar
viviendo por primera vez en una ciudad grande. La universidad a la que
asistía quedaba lo suficientemente lejos de mi casa como para sentirme
libre, aunque lo suficientemente cerca como para volver de vez en cuando
a saborear la cocina casera y hacer la colada.
Este primer libro era antiguo, originalmente escrito en 1929 por J.
Rus s e ll Smith, con el título Cultivos Arbóreos: Una agricultura
permanente. Smith ha sido descrito frecuentemente como un “visionario
práctico” y, como geógrafo del Departamento de Agricultura de los
Estados Unidos, viajó por el país y por el mundo.
Su obra maestra trataba el tema de la erosión de suelos que había
observado en China, el Oriente Medio, el Norte de África y los Estados
Unidos. Citó documentos del USDA que describían las tasas y extensión de
la erosión de suelos en la zona fértil de los Estados Unidos. En una edición
posterior de Cultivos Arbóreos en 1950, relató en uno de sus viajes esta vista
desde la Gran Muralla de China:
Las laderas bajo la Gran Muralla estaban cortadas con barrancos,
algunos de hasta cincuenta pies [15 metros] de profundidad. Hasta donde
alcanzaba la vista, había barrancos, barrancos, barrancos; un paisaje
herido y destripado. El pequeño arroyo que antes fluía junto a la cuidad
era ahora un ancho yermo de arena gruesa y gravilla que los barrancos
de las colinas transportaban más rápido de lo que el arroyo podía
llevárselas. Por tanto, el valle entero, que una vez fue buena tierra de
labor, se había convertido en un desierto de arena y gravilla, alternando
entre mojado y seco. Era aún más inútil que las colinas. Su única cosecha
ahora era el polvo, levantado por los vientos invernales cortantes que
barren la superficie seca de esta tierra durante los veranos lluviosos y los
inviernos secos.

A mi lado había un árbol, un árbol solitario. Era famoso en la


zona por ser el único árbol en esa región; no obstante, su presencia
probaba que una vez hubo bosque que cubría la mayor parte de la
tierra, ahora sin árboles y devastada.

Poco tiempo después de su viaje a China, Smith viajó a Córcega donde


observó una escena totalmente distinta. El contraste entre China y Córcega
es notablemente similar al contraste que existe entre los maizales de los
Estados Unidos y New Forest Farm en Ash Ridge, Wisconsin. De hecho,
hay un paralelismo y algo más. Esto es lo que escribió Smith de Córcega en
su libro:

Al otro lado del valle, vi una montaña cubierta de un manto de


castaños. Los castaños subían hasta el lugar donde las
temperaturas bajas ya no permitían que creciesen; se extendían
montaña abajo hasta el lugar donde era demasiado seco para los
árboles (...) Este huerto de castaños (o bosque como podría
llamarse), se extendía por la montaña hasta donde alcanzaba la
vista. Entre la extensión de árboles fértiles de copa ancha se
anidaban hileras de pueblecitos con casas de piedra. Los pueblos
estaban conectados por una carretera que serpenteaba
horizontalmente entre las laderas y vaguadas de las montañas.
Estos huertos de castaños injertados producían un cultivo anual
para hombres, caballos, vacas, cerdos, ovejas y cabras, y un
producto secundario de madera. Así, durante siglos, los árboles de
esta ladera inclinada habían mantenido las familias que vivían en
las aldeas de Córcega. La montaña no sufría de erosión, estaba
intacta y era capaz de continuar sustentando indefinidamente
generaciones de hombres.
¿Por qué están destrozadas las colinas del Oeste de China,
mientras las colinas de Córcega, en comparación, son un Edén
duradero? La respuesta es clara: el Norte de C h in a solamente
conoce la agricultura de colinas aradas destructoras del suelo.
C ó rc e g a , a l contrario, ha adaptado la agricultura a las
condiciones físicas; practica la agricultura de cultivos arbóreos
que preservan el suelo.

Mi vida había cambiado. En aquel momento era otoño, una temporada


en la que el huerto de mis padres rebosaba abundancia. Las mañanas
frescas avisaban del invierno que se acercaba y lo reflejaban las
manzanas crujientes y refrescantes recién cogidas de los árboles. El sol
de septiembre calentaba las pieles oscuras de las uvas que colgaban
profusamente y la piel del melocotón dulce preservaba recuerdos dorados
del verano. Era el momento de recolectar leña para el invierno y, según lo
hacía, los árboles cobraron un nuevo sentido para mí. La esclavitud
sudorosa del caluroso huerto contrastaba inmediatamente con las
descripciones de Córcega realizadas por Smith y supe que había
encontrado una pieza del rompecabezas.
Como una manera de combatir la pérdida de mantillo y para reparar
el des- trozo causado por la agricultura anual y el arado, Smith proponía
lo que era una idea radical en aquel momento (¡y desgraciadamente lo
sigue siendo hoy en día!). Ya que se usaban de un 40 a un 60 por ciento de
los granos anuales para alimentar al ganado en aquel tiempo, proponía
cosechar la semilla de los árboles para reemplazar el grano del ganado.
¿Por qué arar tierras altamente erosionables para cultivar trigo y crear
barrancos cuando podrían cultivarse castaños, moreras, acacias de tres
espinas, nogales, algarrobo pálido, pacanas y otros?
Además de los capítulos en los que describe estos árboles como
sustitutos del pienso, Smith también incluyó descripciones de la
agrosilvicultura, la cual desarrollaré más adelante en otro capítulo. Los
cultivos Arbóreos eran una pieza del rompecabezas que yo buscaba, pero
como Thoreau, Smith también suponía que había que dar por hecho la
agricultura anual; simplemente revindicaba que se plantase la avena para
sus gachas en tierra plana.

Sin tocar y sin podar


El segundo libro que me llamó la atención fue “La revolución de una
brizna de paja” de Masanobu Fukuoka, un agricultor natural japonés. En
Cultivos Arbóreos, Smith describía sistemas sencillos como plantar
moreras en prados para el consumo de los cerdos, o nogales en dehesas
bajo los cuales pastaba elganado.
Sus sistemas tenían un cierto “orden” característico de su época
cuando las personas creían que la humanidad tenía todo bajo control y que el
progreso podría continuar para siempre (cuando todo el mundo aspiraba a
ser norteamericano). Fukuoka, al contrario, abrazaba la aparente
aleatoriedad de la naturaleza. Creía que sólo la naturaleza era perfecta y
que cualquier cosa que hiciesen los seres humanos únicamente
desmerecería esa perfección. Su meta era desarrollar una agricultura de
“hacer nada” (¡algo que desde luego me parecía atractivo!). Había
abandonado una carrera como investigador de patología de plantas para
desarrollar sus técnicas de agricultura natural y, al principio, propició un
desastre.
Una vez Fukuoka tomó el cargo de la gestión de algunos de los huertos
de cítricos cuidadosamente podados por su padre, los dejó asilvestrarse.
El lío de ramas retorcidas que ocurrió dio lugar a enfermedades e
infestaciones de insectos y hubo que destruir el huerto entero. Los sistemas
de nueva plantación eran “silvestres” desde el principio. Plantó una
diversidad de especies de árbol y los dejó sin podar. Al hacer esto, aprendió
que los árboles que empezaban su vida de “huerto” sin podar no
necesitaban ser podados, prosperaban y daban buena fruta. Lo que se
destacaba de su sistema era que, además de cultivar árboles frutales,
también cultivaba una mezcla de plantas como sotobosque. Sus plantas
incluían el trébol para acumular nitrógeno, pero también una mezcla de lo
que eran hortalizas típicas de huerta en Japón: rábano daikon y otros
cultivos de raíz, calabazas, cebollas y soja. Dispersaba las semillas al azar
en el huerto con la teoría de que las plantas sobrevivirían cuando
encontraran las condiciones correctas para crecer. Una vez las plantas
crecían, las dejaba volver a echar semilla de manera natural. Con el tiempo,
se podían ver zonas de cultivo de hortalizas naturalizadas dentro de sus
huertos.
Esto fue una revelación para mí. Mientras recogía leña, me
imaginaba cómo modificar las copas del bosque para poder dejar entrar
más luz solar y lo que ocurriría si extendía el huerto de mis padres entre,
debajo y alrededor de los árboles. Mirando primero el huerto y después
al bosque, sin mucho esfuerzo pude visualizar el aspecto que tal sistema
podría tener con este bosque en particular. Dejaría en pie todos los
árboles que producían alimento o piensos y quitaría los que no. En los
huecos que dejarían los árboles talados, podía imaginar cucúrbitas,
calabazas, pimientos y tomates. ¡Menuda explosión de frutos podría
crear! ¿Pero podría abastecer las necesidades de mi propia alimentación
en un sistema así? Fukuoka no pudo. También dependía del grano anual- el
arroz, por supuesto, era el grano primario y la cebada servía como grano
segundario.
A pesar de que Fukuoka dependiera de los granos, los cultivaba de
una manera radicalmente diferente a los demás. Para el arroz no
utilizaba la manera típica de campo inundado si no que lo hacía
ecológicamente sin arar. Esta era la “revolución” mencionada en su
título. Logró hacer esto haciendo cápsulas de su semilla en pequeñas
bolas de arcilla y dispersándolas por el campo. Plantaba arroz en el cultivo
de cebada que ya crecía y después diseminaba cebada en la plantación de
arroz ya puesta. Lograba controlar las malas hierbas durante la fase de
crecimiento de arroz al inundar el campo durante suficiente tiempo como
para ahogar las malas hierbas.
Al no arar y devolver la paja de cada cultivo al campo, Fukoka pudo
hacer “crecer” el mantillo. Cada año, la capa de paja se descomponía en
la superficie del suelo de la misma manera que lo haría naturalmente en
una pradera, y cada año aportaba minerales adicionales al lugar con la
arcilla que recubría sus semillas.
Su sistema era muy intensivo en mano de obra. Si bien el ingeniero dentro
de mí piensa que, teóricamente, sería posible construir maquinaria para
lograr lo que hizo con mano de obra, realmente no sabemos si este tipo de
producción de grano podría hacerse a gran escala, como para alimentar
ciudades,por ejemplo. El sistema de Fukuoka dependía de manera crítica de
la inundación periódica, la cual obviamente, requería acceso a ingentes
cantidades de agua. El sistema sencillamente no funcionaría con avena o
trigo, o con habas y maíz. El estilo Fukuoka de producción de grano
solamente es posible en aquellos lugares donde se cultiva el arroz.
Tanto su sistema de producción de grano como su sistema de
silvicultura sólo son posibles en zonas con mano de obra intensiva. La
distribución aleatoria de las plantas arbóreas no permitiría el uso de
maquinaria. Por tanto, me veía obligado a buscar más soluciones. ¿Cómo
podíamos cultivar nuestro alimento básico en ecosistemas perennes de
una manera que no requiriera una mano de obra excesiva?
Tras mucho cavilar, pensé en combinar el sistema de producción de
cítricos de Masanobu Fukuoka con la “agricultura de dos pisos” de J.
Russell Smith. Sabía en qué dirección se encaminaba mi experimento
Thoreauviano. Para cuando tuve una idea clara sobre cómo implementar
mis técnicas “Masanobu-Smith- Kuoka”, un amigo me introdujo a la
permacultura.

En armonía
¡La permacultura! Esa palabra sale alegremente de nuestra boca.
De alguna manera parece correcta y es fácil de decir. La palabra
permacultura fue un invento del australiano Bill Mollison y originalmente
pretendía fusionar las palabras “permanente” y “agricultura.”
Como Fukuoka, Mollison fue un profesional de recursos naturales
que quedó desilusionado después de trabajar para la División de Fauna
Natural, la Comisión de Pesca Interior y el sistema universitario.
Cuando, armada hasta los dientes, la “revolución verde” de la industria
de fertilizantes químicos y herbicidas llegó a Australia, Mollison
recibió órdenes de promover su adopción universal. La clave del
futuro era producir cultivos comerciales para el mercado de exportación
(cuyo balance solo beneficiaba a las grandes empresas). En Australia,
como habían hecho en los Estados Unidos, avasallaron a los granjeros
con el mensaje de expandirse para poder seguir siendo competitivos.
Mollison se negó a doblegarse. Si alimentar a los hambrientos del mundo
era una las razones por las cuales los agricultores debían cultivar
cantidades ingentes de granos baratos con la ayuda de productos químicos
carcinogénicos, entonces ¿por qué no se promocionaba a la jardinería
doméstica a pequeña escala?, la cual ha demostrado a través de muchos
estudios que puede producir mayor cantidad de alimentos por hectárea que
la agricultura de grano a gran escala ¿Por qué no se promocionaban
técnicas que la misma población hambrienta pudiera practicar? La
destrucción medioambiental a gran escala causada por el arsenal de
armas químicas y el poder oxidante y erosivo del arado eran anatema
para Mollison. Las consecuencias derivadas de las exportaciones de
grano barato a las poblaciones famélicas las volvían dependientes de la
ayuda internacional para alimentarse y los dejaba aún más desamparados.
Para Mollison, esto era socialmente inaceptable. Él creía que debíamos
enseñar a la gente cómo fabricar su propio alimento en vez de someterlos a
unos acuerdos de comercio internacional injustos. Mollison dimitió y
empezó uno de los movimientos medioambientales más grandes y
sociales que jamás se han visto. En su comienzo a mediados de los
años setenta, Bill Mollison y David Holmgren empezaron a
vislumbrar cómo podría ser una “agric ultura permanente”. A
diferencia de otros sistemas agrícolas, fueran biodinámicos, ecológicos o
de otro tipo, Mollison y Holmgren no se avergonzaron al fundar su obra
entera sobre un estándar ético. La permacultura se basa
completamente en sus tres pilares éticos, llamado por muchos la
“Directriz Principal” (Prime Directive, en inglés). La permacultura es el
único tipo de agricultura que puede conducir a una cultura permanente, y
no puede ser posible sin la base ética de cuidar la tierra, cuidar la gente,
y distribuir y distribuir equitativamente los recursos.
Algunas personas de mente cerrada, egocéntricas o ignorantes aún
consideran que cuidar la tierra y sus sistemas y procesos naturales es
algo antihumano, un lujo, y que actúa en contra del crecimiento
económico. Nada podría estar más lejos de la verdad. Los sistemas
naturales de este planeta crean el aire que respiramos, el agua que
bebemos y la comida que ingerimos.
Los sistemas y sus procesos naturales reciclan nuestros desechos y
los incorporan en otras formas de vida. Todo lo que necesitamos como
seres humanos sobre la Tierra depende totalmente de los sistemas
naturales del planeta en sí. Los permacultores entienden como un hecho
fundamental que, si no cuidamos el planeta y sus sistemas vivos, el
planeta no nos cuidará a nosotros.
Cuidar a las personas también es esencial y tiene una relación directa
con el primer principio ético. Si no atendemos a los seres humanos, si
permitimos que las personas vivan con hambre, con enfermedades
crónicas y con necesidades constantes, tendremos conflictos sociales
que se propagarán más allá de las zonas inmediatamente afectadas. El
colapso social, económico y gubernamental en los países de África, el
Oriente Medio y Asia son todo un resultado directo de una distribución
injusta de los recursos. Las personas con necesidades insatisfechas
toman las armas, y no necesariamente contra la causa verdadera de sus
problemas. Recurrir a chivos expiatorios es tan común como declarar la
guerra contra los explotadores. Los vecinos, las tribus y las naciones en
guerra suelen estar demasiado preocupados con sus propios conflictos
para cuidar el planeta. Nuestra capacidad agrícola se degrada durante los
tiempos de guerra. Se bombardea y quema la vegetación natural y se
destruyen las infraestructuras de agua y energía. Si no cuidamos las
necesidades básicas de los seres humanos, se originan países como
Somalia, Haití y Afganistán. Si no nos ocupamos de las personas, estas no
pueden cuidar la Tierra. Si no mimamos la Tierra, ella no cuidará a las
personas.
El tercer pilar ético de la permacultura está entrelazado y es
interdependiente con los otros dos: la distribución equitativa de recursos.
Sólo se pueden cuidar la Tierra y las personas si las necesidades humanas
básicas de la población están cubiertas. Las poblaciones que no han
recibido suficiente compensación caen en la contienda social, huelgas y
rebelión. Las poblaciones desfavorecidas tienden hacia la revolución. En
ambos casos, cuidar la Tierra se aleja de la consciencia de la mayoría de
las personas porque la “Directriz Principal” de los hambrientos se traduce
en proveerse de las necesidades básicas para sobrevivir.
Cuando se diseñan los sistemas económicos para crear una
desigualdad extrema, surgen problemas que destruyen no solamente a
los individuos involucrados, sino también al sistema entero. No importa si
son ricos o pobres, si son de izquierdas o de derechas, cobijar la riqueza y la
pobreza bajo el mismo techo sólo crea problemas.
Según Mollison y Holmgren sus ideas sobre la permacultura se
desarrollaron más allá de una mera ética, - estudiaron patrones naturales y
culturas indígenas o “tradicionales” en t o d o el mu n d o . Estas
observaciones, propusieron revelarían cómo ocurren ciertos procesos
en el mundo natural.
Un esquema ramificado, o dendrítico, por ejemplo, se revela cuando los
“recursos” (la energía o los materiales) se concentran de forma similar a
como los pequeños arroyos se juntan para formar arroyos cada vez más
grandes y luego ríos. El agua, sus nutrientes y los sedimentos minerales
se van recogiendo en las elevaciones más altas de la tierra y se envían
aguas abajo. El mismo esquema dendrítico puede observarse en los
deltas de río, cuando un solo río grande se ramifica en canales cada vez
más pequeños según distribuye la carga que ha ido recogiendo. La
naturaleza recoge, transporta y distribuye energía y materiales en
patrones dendríticos. Lo hace de manera gratis y sin consumir
combustibles fósiles.
Si los seres humanos diseñásemos nuestras fincas, jardines, casas,
pueblos y ciudades siguiendo los patrones de la naturaleza, deberíamos,
en teoría, poder lograr los mismos procesos, con la misma eficacia. Si
planeáramos nuestra producción de alimentos según los ecosistemas
naturales, en teoría habrían de mostrar la misma resistencia a las plagas
y enfermedades. Deberían poder conservar y crear nuevo mantillo e
incrementar su fertilidad, tal como lo hace la naturaleza.
Mollison y Holmgren estudiaron las culturas indígenas y tradicionales
con la esperanza de aprender cómo se alimentaba la gente antes de que
apareciera el sistema alimentario contemporáneo. ¿Cómo sobrevivían las
culturas en áreas con escasez de recursos? ¿Qué formas culturales y
sociales existían en las sociedades olvidadas que pudiesen resultar útiles y
dignas de conservar? ¿Cómo podía usarse la claridad del pensamiento
científico para crear una mezcla armoniosa de lo natural, lo tradicional y lo
futurista?
Para mí, la permacultura era justamente eso: combinar la naturaleza,
la tradición y el conocimiento científico para crear una cultura humana
con una base sólida ecológica y social. Con la permacultura podemos
diseñar nuestros propios hábitats usando las pautas de la misma
naturaleza. Podemos recrear la abundancia vibrante de épocas de
nuestros abuelos y bisabuelos. Usando la permacultura, podemos crear
sistemas vivos que, como dice el mismo Bill Mollison, son
“ecológicamente sostenibles y económicamente rentables”. Como hizo J.
Russell Smith, construiremos estos sistemas usando cultivos perennes
con una base fuerte en cultivos arbóreos como en los bosques de
castaños de Córcega. Como Masanobu Fukuoka, buscaremos en la
naturaleza nuestras pautas y una guía, porque los sistemas naturales
vivos son los sistemas de producción más comprobados. Los
ecosistemas naturales han prosperado durante milenios sobre el planeta
Tierra y lo han hecho durante decenas de ciclos de calentamiento global
y edades de hielo. Los sistemas naturales han sido plenamente
funcionales y han hecho prosperar la vida durante toda su existencia,
haciéndolo sin usar insumos de combustibles fósiles, sin el uso de
fungicidas, pesticidas ni herbicidas.
Han transformado la piedra desnuda expuesta por las placas
continentales, la gravilla arrastrada por los depósitos aluviales y la
escoria piroclástica en ecosistemas ricos, verdes y con un mantillo que
incrementa en espesor según avanza el tiempo. Los procesos naturales
siempre han llevado hacia un incremento en la diversidad de especies y
una optimización de la densidad de la población.
La permacultura, el diseño intencional de los sistemas sociales y
económicos de agricultura perenne, me aportó una claridad de
pensamiento importante durante mi lucha personal para entender los
grandes problemas de la especie humana: la degradación
medioambiental, la seguridad alimentaria, la salud y la justicia social.
La permacultura contribuyó a unificar dos partes de mi pasado
académico (la ecología y la ingeniería) y a encontrar las piezas que
faltaban entre dos zonas aparentemente tan opuestas como el huerto y el
bosque.
La permacultura me ayudó a dibujar un gran círculo alrededor de todo
lo que sabía o me habían enseñado, y si había algo que no encajaba con mi
comprensión del mundo, era mi entendimiento el que fallaba, no el
mundo. Ésa fue la perspectiva que adquirí a hombros de gigantes como J.
Russell Smith, Masanobu Fukuoka y Bill Mollison, que me permitió
realmente ver el futuro; un futuro dramáticamente distinto a meramente
proyectar el presente por una línea del tiempo. Esta perspectiva me
permitió ver un futuro descrito por J. Russell Smith, una visión de belleza
y pragmatismo tan necesaria hoy en día como en su tiempo.

Veo un millón de colinas cubiertas con un manto verde de


árboles productivos y un millón de casas bonitas de granja
acopladas a las laderas. Estas granjas hermosas cuyos árboles
cubren los montes desde Boston hasta Austin, desde Atlanta hasta
Des Moines. Las colinas de mi visión tienen una agricultura
apropiada para ellas y reemplazan las praderas desgastadas, los
barrancos, las tierras abandonadas que hoy día caracterizan una
extensión tan grande de estas colinas.
Las tierras sin arar están cubiertas parcialmente por árboles
productivos: moreras, caquis, acacias de tres espinas, nogales
negros injertados, nogal japonés injertado, pacana injertada, roble
injertado, y otros árboles productivos. La hierba es mejor que la
que cubre las colinas ahora.
Los árboles producen comida tanto para personas como para
animales que buscan su sustento, protegiendo las laderas mientras
incrementan su rendimiento.

Con la visión de un ecosistema rico, abundante y paradisíaco en


mente, vayamos erguidos hacia un futuro llevando plantones de árboles
en la mano. Los próximos capítulos explicarán cómo una persona
consiguió esto y cómo lo podemos expandir a toda nuestra nación y al
mundo entero.
C APÍ T U LO 4
Los retos de la agricultura

Nos guste o n o , la especie humana se ha enfrentado y sigue


enfrentándose a crisis extremas y acontecimientos en muchos lugares
del mundo desde aquel año en el que tuve que empujar nuestro coche
familiar durante el embargo de petróleo.
En vez de insistir sobre el asunto y dar la impresión de que estamos ante
otra visión pesimista sobre nuestro futuro desesperado, voy a
concentrarme en el cambio positivo. En este libro, propongo un cambio
rápido y sucesivo de nuestros métodos agrícolas, lo más rápido posible. Para
conseguir esta transformación veloz, no obstante, necesitamos recordar
algunas de las situaciones a las que nos enfrentamos mientras
acometemos la tarea de cambiar los fundamentos de la agricultura.
Hay al menos media docena de circunstancias urgentes que retan
a la humanidad y que finalmente no podremos ignorar. Menciono varias de
ellas aquí meramente como un recordatorio de lo importante que es
nuestra tarea y para especificar algunas de las condiciones bajo las cuales
tendremos que trabajar.

El agotamiento del petróleo


Según un 99 por ciento de los científicos, el petróleo crudo no es un
recurso renovable, se agotará. Aunque eso ocurra en 5, 50 o 100 años,
se acabará. El agotamiento del petróleo no es el problema más
inmediato. El hecho que la extracción de petróleo en el mundo se
mantenga igual mientras aumenta la demanda indica que habrá
problemas. Ahora mismo, toda la economía mundial funciona a base del
petróleo. Ahora bien, si caen los suministros y sube la demanda, los
precios se disparan.
Un incremento en costes de combustible tendrá un efecto dominó a
través de toda la economía, creando fluctuaciones potencialmente erráticas
en precio y disponibilidad de aproximadamente, más bien... todo.
Hoy en día, mientras diseñamos nuestros sistemas de agricultura
perenne, disponemos del uso de combustibles fósiles relativamente
baratos.
Puede que éste no sea siempre el caso; de hecho, uno de los criterios
principales de nuestro sistema es que produzca un excedente neto de
energía reutilizable. En vez de dedicar campos de labor a la producción
de biocombustibles (una decisión que algunos critican por dejar a los más
desfavorecidos económicamente con menos alimento) crearemos
sistemas agrícolas diseñados para cosechar la energía del sol con plantas
productivas en nichos actualmente desocupados. Los investigadores de
biomasa han demostrado que los sistemas de cultivos arbóreos de ciclo
corto pueden capturar de tres a siete veces más energía por hectárea en
comparación con un campo de cultivos anuales. Muchos de los
ecosistemas de agricultura perenne que mencionaré aquí son, de hecho,
sistemas de cultivos leñosos de ciclo corto, aunque no se dediquen
únicamente a la producción de biomasa. Ya que nuestros ecosistemas no
dependerán de monocultivos de sauces y álamos hiperactivos, es muy
probable que no se acerquen a siete veces la captura de energía de un
campo de cultivos anuales, pero es una meta a la que todos podemos
aspirar.
El petróleo crudo es un medio increíble para almacenar la energía. Se
extrae y almacena fácilmente. Está relativamente concentrado. Incluso
en su forma sin refinar es bastante uniforme y predecible. La energía
almacenada en el petróleo crudo puede ser liberada y usada de varias
maneras distintas; de las cuales la más familiar, por supuesto, es la
combustión. Puede ser quemado directamente, para conseguir calor o luz,
usarse como combustible para el transporte, o para hacer funcionar
generadores eléctricos, entre otros usos. No obstante, la energía en los
sistemas naturales no es tan manejable. La energía capturada por nuestros
sistemas agrícolas ecológicos se obtiene de varias maneras, y de forma
mucho más diluida que el petróleo crudo. Los ecosistemas agrícolas
diseñados de manera intencional tienen la capacidad de capturar la
misma cantidad de calorías de alimento por hectárea y adicionalmente
una captura extra de tres a siete veces, que se puede usar para generar
electricidad, calentar edificios y como combustible para transporte. Se
tocarán estos temas en los capítulos siguientes.
Ahora mismo vivimos en la edad de combustibles baratos. Ya que
n o conocemos su disponibilidad y costes a futuro, pues diseñaremos
sistemas que sean independientes de estas fuentes de energía en vez de ser
exportadores netos de energía. El ex-analista de la industria petrolífera,
Jan Lundberg, lo describe así: “La nación y la mayor parte del resto del
mundo está buscando una solución tecnológica en vez de ajustarse a la
realidad ecológica/económica”.
La agricultura regenerativa es un ajuste de escala masiva, que abarca la
sociedad entera para ajustarnos a una realidad ecológica, la cual creará
una nueva realidad económica y social.

El cambio climático global


Cuando se trata del clima global, hay ciertos hechos ponderables que
son innegables. Los niveles de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera se
encuentran en los niveles más altos desde que se comenzó a medir el
dióxido de carbono en la atmósfera. El hielo en los lagos se forma más
tarde en otoño y se derrite más temprano en primavera en todas las
latitudes del norte y del sur. El hielo del Polo Norte ya no llega a la orilla
durante el verano y las placas de hielo han sido fotografiadas
desgajándose de la masa principal, o se han deshecho en hielo picado.
Discutir sobre si los humanos han provocado el cambio climático o no,
tiene casi tan poco sentido como discutir sobre quién fabricó el violín que
tocaba Nerón mientras ardía Roma (por cierto, resulta que no se inventó el
violín hasta varios cientos de años después de la caída de Roma).
Es hora de dar los pasos necesarios para revertir la cantidad de
emisiones de car- bono a la atmósfera. Por su naturaleza, las plantas
cultivadas en los sistemas de agrosilvicultura secuestran el carbono de la
atmósfera. Ese dióxido de carbono queda almacenado en tejidos de
plantas longevas, de los cuales los ejemplos más obvios son la madera y
las raíces. Según crecen y mueren las hojas y los filamentos de las raíces,
su materia orgánica forma parte del suelo. Puede que un incremento en
la materia orgánica del suelo desde 1 al 4 por ciento no parezca mucho
cambio, pero cuando se multiplica por los más de 178 millones de
hectáreas de tierras de cultivo de los Estados Unidos, es una cantidad
enorme.
Media hectárea de mantillo con dos centímetros de profundidad
pesa aproximadamente 127.000 kilogramos. Lograr un incremento en
la materia orgánica al ras del suelo, o hasta 3 metros de profundidad
(una cantidad posible cuando se trata de una cobertura correcta de
árboles perennes) quitaría cantidades astronómicas de carbono de la
atmósfera. El almacenaje del carbono del aire por las plantas explica, de
hecho, cómo se formaron los enormes depósitos de carbón de la tierra.
Otro beneficio sencillo de los ecosistemas de la agricultura perenne
es que la materia orgánica del suelo (los compuestos de carbono) se
oxida cada vez que se ara el suelo (o cuando se cultiva, o rotura con
grada de discos, etc.). Sencillamente al no volver a arar nunca más,
podemos eliminar esta fuente de emisiones de carbono.
Semejante cambio fundamental en la relación entre la agricultura y la
energía podría reducir o eliminar el uso de combustibles fósiles en
nuestros sistemas agrícolas. La energía derivada de combustibles fósiles
utilizada para el transporte se reducirá y finalmente se dará marcha
atrás.
Al principio se reducirán los combustibles para transporte
simplemente al reducirse las labores agrícolas para producir cultivos
anuales. Cada año, desde que se inventó la agricultura anual, los
granjeros han tenido que preparar los semilleros (mediante el arado o
con herbicida), plantar la semilla, eliminar las malas hierbas competidoras
(por medio de roturación o herbicida), recolectar la cosecha, y después
deshacerse de los restos al cortar, embalar, quitar o quemar los rastrojos.
Cada uno de estos procesos es una pasada más que quedar a la tierra
con equipos motorizados y, salvo el único viaje en el que se cosechan los
cultivos, ninguna otra pasada por el campo da un beneficio económico.
Un ecosistema perenne bien diseñado tiene cultivos y ganado, y la
disposición especial del paisaje es tal que la gestión de un elemento en el
sistema se cumple al cosechar otro. La clave de un sistema bien
diseñado está en las relaciones con beneficio mutuo. El mero hecho de
tener las piezas correctas del puzle no las hace encajar y funcionar bien.
Todos los elementos del sistema se diseñan para funcionar juntos.
Al reducir el número de pasadas motorizadas por el campo, se usa
menos combustible fósil. Aún mejor, una vez que se produzcan
combustibles en la finca, ya no se necesitarán combustibles fósiles
importados. Es posible diseñar fincas que sean exportadoras netas de
energía, productoras de su propia electricidad, calor para la calefacción
de sus edificios y procesos y, más importante, combustible para la
tracción. De estas pocas maneras sencillas pero drásticas, podemos
revertir el efecto de la agricultura sobre el dióxido de carbono en la
atmósfera.
Hay otros fenómenos naturales más fuertes también relacionados
con el cambio climático, tales como los huracanes y los tornados. Las
sequías son más frecuentes y largas debido al cambio climático. Los
sistemas de cultivos anuales sencillamente no tienen la resiliencia para
aguantar los ataques reiterados de las inundaciones y otras inclemencias
atmosféricas. Por lo contrario, de alguna manera los ecosistemas
naturales han logrado sobrevivir incluso a nuestra agresión industrializada
durante siglos usando hachas, sierras, arados y herbicidas. Más nos vale
imitar esos ecosistemas si deseamos sobrevivir a las condiciones
extremas de nuestro nuevo régimen de cambio climático. Los cultivos
anuales no pueden soportar el daño masivo, reiterado y de largo alcance;
ni lo pueden hacer las sociedades que dependen de esas cosechas para
sostenerse.

La escasez de recursos
La agricultura en los Estados Unidos está experimentando una
rápida pérdida de cantidad de mantillo y disminución de agua de los
acuíferos. En las regiones más secas, el agua para el riego de los
cultivos se está volviendo cada vez más cara y escasa. Consideremos,
por ejemplo, el acuífero de Ogallala. El acuífero ocupa una zona de suelo
y roca madre saturada de agua con una extensión de aproximadamente
580.000 kilómetros cuadrados en la región de las grandes praderas de
América del Norte. Se extiende debajo de Texas, Nuevo México,
Oklahoma, Kansas, Colorado, Nebraska, y partes de Dakota del Sur y
Wyoming. La profundidad del acuífero desde la superficie de la tierra ha
aumentado desde que se empezó a usar para el riego en 1911. Esto
significa que se necesita perforar pozos cada vez más profundos y por lo
tanto cuesta más llegar al agua. La energía que se precisa para extraer
el agua desde las profundidades de la tierra también ha incrementado,
del mismo modo que lo ha hecho el tamaño de la bomba y los tubos
necesarios, todo lo cual eleva el coste de regar los cultivos. El acuífero
Ogallala es una fuente principal de agua para la agricultura, las ciudades,
los pueblos y la industria en las praderas altas. La extracción de agua del
acuífero ahora ha superado con creces la tasa de recarga natural (se
tratará el asunto del diseño de la tierra para la retención de agua y
recarga del acuífero en el capítulo siguiente). Algunos lugares que se
servían del acuífero Ogallala ya han agotado el nivel freático como
fuente de su agua de riego.
Otro ejemplo de merma progresiva de recursos preciosos se
encuentra en el valle central de California. Este valle tiene una longitud
de 700 kilómetros y de 64 a 96 kilómetros de ancho. Históricamente, en
algunos lugares ha sido pradera, y en otro desierto total. Casi el 100 por
ciento de la producción agrícola del valle central se realiza con riego.
Este desierto con riego proporciona casi el 10 por ciento del alimento que
se consume en los Estados Unidos. Docenas de represas capturan las
aguas de superficie de las montañas cercanas a Sierra Nevada, casi
erradicando los saltos de salmón que históricamente abundaban. Se ha
construido tanta infraestructura, y el agua es un recurso tan crítico, que
se formó el Proyecto de Aguas Estatales (State Water Project, o SWP,
en inglés) para gestionar el uso del agua y mantener la infraestructura.
El SWP es la empresa pública de aguas más grande del mundo. Aunque
el 80 por ciento del agua dentro de la jurisdicción del SWP se dedica
actualmente al riego, los conflictos aumentan. Los activistas por la vida
acuática en peligro reclaman caudales de agua suficientes para la fauna
silvestre, mientras que las zonas urbanas crecientes también ejercen una
presión constante sobre este recurso crítico.
Ahora, la especie humana se enfrenta a otra urgencia crítica similar
a la de las reservas de petróleo, en este caso a una crisis de las reservas
de agua. Posiblemente el acuífero Ogallala o la Sierra Nevada que surte
el valle central de Posiblemente el acuífero Ogallala o la Sierra Nevada
que surte el valle central de California nunca se queden totalmente sin
agua, pero se están llegando a unos límites más allá de los que la
agricultura de riego puede soportar. Las disputas por los derechos de
agua se harán más frecuentes en los ríos que no pueden sostener los
niveles de población actual. Ya están en marcha proyectos jurídicos y
políticos para trasvasar agua de los Grandes Lagos como suministro de
agua para esa región sedienta. Ya sea dentro de 5, 50 o 100 años, llegará
un punto crítico en la agricultura norteamericana en que ya no habrá
suficiente agua para todos. Debemos diseñar nuestros ecosistemas
agrícolas pensando en esto.

Manejar situaciones nuevas


Para poder rediseñar la agricultura con la mente clara, necesitamos
hacer dos cosas. Primero, admitir que estos problemas son reales.
Debemos parar el incesante “juego de culpas” y los debates sin sentido
sobre si los seres humanos han causado estos problemas o no. Tenemos
que dejar atrás las culpas y admitir nuestra responsabilidad, individual y
colectivamente, en relación a los problemas que nos retan. No fuimos tú
y yo, personalmente, quienes causamos el agotamiento de las reservas de
petróleo, el cambio climático global, o la pérdida de recursos hídricos, pero
todos somos parte de un sistema que contribuye activamente a estos
problemas. Nuestra cultura, como sistema, es un factor significativo en
todos estos problemas, y es en dicho sistema donde debemos dar un giro
de 180 grados.
Cuando estemos dispuestos a admitir que nuestro sistema agrícola es
una causa significativa de estos problemas, tendremos la oportunidad de
conseguir una transformación fundamental en la agricultura.
Además de admitir que nuestra agricultura tiene un problema que
efectivamente existe, debemos mirar hacia el futuro con creatividad
mientras aprendemos de las lecciones que nos enseña el pasado.
América del Norte debe aprender a ignorar las distracciones que no nos
permiten hacer frente las urgencias más significativas; no las que están
por llegar, sino las que están aquí ahora. No tenemos tiempo que perder.
No tenemos una manera fehaciente de saber qué cataclismos vendrán
después. La cosa más importante que podemos hacer es diseñar sistemas
agrícolas resilientes ahora.

Arar oxida la materia orgánica del suelo y es una de las


principales fuentes de gases de efecto invernadero.
Sencillamente con no arar más, podemos eliminar esa fuente de
emisiones de carbono.
Lo que necesitamos son ecosistemas diseñados que puedan producir
nuestros alimentos, combustible, pienso, medicina y fibras, funcionando sin
el uso de tecnología de combustibles fósiles.
Asimismo, precisamos que estos mismos sistemas puedan tolerar
condiciones meteorológicas extremas, condiciones climáticas
potencialmente cambiantes, y que puedan prosperar sin el riesgo
complementario de empresas interesadas que proporcionan suministros
cada vez más caros.
También requerimos aprender a adaptarnos. Las condiciones
siempre cambiarán y debemos estar dispuestos a reaccionar ante cualquier
circunstancia que se presente. Debemos aprender a ser proactivos en
nuestras soluciones mientras reaccionamos ante la crisis “del momento”
como la recesión financiera que empezó en 2008, o el vertido de petróleo
del Golfo de México en 2010. Tenemos que empezar a hacer cambios
permanentes a largo plazo en un mundo de pensamiento cortoplacista. En
un mundo impaciente por las soluciones rápidas, debemos continuar con
el largo proceso y constante de procurar un mundo rico, verde y
abundante, empezando por plantar un solo árbol y repitiéndolo una y otra
vez por todo el mundo.
C APÍ T U LO 5
Revertir la situación actual
A los científicos les gusta dividir el mundo en “esto” y “aquello.” Este
tipo de pensamiento se ha filtrado en nuestro pensamiento diario y, a su
vez, afecta la manera en que vemos el mundo a nuestro alrededor.
Aunque la ciencia esté basada en la observación, la precisión, en repetir
los procesos y nos haya dado tantas maravillas y fenómenos fascinantes,
herramientas y juguetes, la división científica de la realidad en categorías
separadas, ya sea para medir el tiempo o para describir especies o
hábitats, no siempre refleja la realidad. Los científicos generan un
concepto al formular unas hipótesis que deben ser probadas y verificadas
o rechazadas. Un concepto es una idea creada por seres humanos,
formulada con la esperanza de explicar y ayudarnos a entender la
verdadera realidad. La idea no es la realidad, de la misma manera que un
GPS no es la carretera y el mapa no es el territorio.
Hubo un tiempo en que los humanos no conocían el concepto de la
gravedad. Por supuesto, el fenómeno muy real que ahora llamamos
gravedad existía. Cuando un joven saltaba desde una roca hace 3.000 años,
caía a plomo igual que haríamos tú o yo hoy en día, pero no existía ninguna
idea intelectual ni concepto que explicara qué fenómeno hacía que
ocurriera eso en aquel momento.
Fue recién durante el siglo XV o XVI en el cual los “filósofos naturales”
como Galileo empezaron a idear experimentos para comprobar el
fenómeno y no fue hasta finales del siglo XVII cuando Sir Isaac Newton
ideara la Ley de Gravitación Universal. Galileo y los investigadores
anteriores explicaron que la gravedad era una fuerza que empujaba un
objeto hacia la tierra, mientras que la nueva teoría de Newton podía
calcular matemáticamente que los objetos, en una relación entre sí,
ejercen una atracción gravitacional entre ellos, la fuerza con la cual está
relacionada la masa total de cada objeto. Las teorías de fuerza de
Galileo y la Ley de Gravitación Universal de Newton son conceptos usados
para describir el fenómeno de la gravedad. No son la gravedad en sí. Por
supuesto, los astrofísicos modernos han revisado y modernizado
totalmente las teorías de Newton para que ahora se pueda medir la
gravedad con tal precisión que puede demostrarse qué ocurre según se
curva el espacio continuo-temporal mientras los objetos planetarios viajan
vertiginosamente por el cosmos como bolas de bolera, pelotas de golf y
canicas en un fluido elástico en tres dimensiones.
No importa la precisión con la que los científicos o filósofos puedan
medir y calcular la gravedad y sus efectos, todavía no tienen ni idea de lo
que realmente es. No importa cuál es la explicación; cuando un niño se
cae de un árbol, se golpeará contra el suelo y saldrá llorando.

Bajo el hielo
La disección de la realidad en componentes fraccionales
diferenciados y el error de concebir el concepto como la realidad no
siempre nos sirve cuando necesitamos comprender el mundo natural que
nos rodea, y definitivamente no nos ha ayudado a desarrollar una
agricultura ecológicamente sostenible.
En algún momento de la historia humana, entre finales del
Pleistoceno y principios del Holoceno, se encuentra la Época de los
Mamíferos. Sin embargo, incluso esto mismo sería un concepto, y excluiría
el hecho de que los animales, en última instancia, dependían de las plantas
para conseguir su alimento, de manera que la Época de los Mamíferos
naturalmente tendría que haber sido la “Edad del hábitat que sostenía la
abundancia de los mamíferos”.
El Pleistoceno, según los científicos, empezó hace aproximadamente
2,6 millones de años, y se caracteriza por haber experimentado un total
de once glaciaciones principales. Los científicos llaman el Holoceno al
período posterior a la última glaciación estimando su comienzo hace unos
12.000-15.000 años.
Por supuesto, en términos reales, no había líneas marcadas entre las
dos épocas. Sencillamente hubo un largo período de tiempo en el planeta
Tierra en que el clima se hizo más frío, los glaciares se extendieron y el
resultado es lo que llamamos una “glaciación”. Cuando se expandía la
cobertura glacial global, el manto vivo de plantas verdes que cubría la tierra
desaparecía bajo el hielo y nieve, los huesos montañosos de la Tierra eran
pulverizados y el hábitat de los animales terrestres menguaba
dramáticamente. Las poblaciones de animales se reducían. Algunas
prosperaban bajo las condiciones nuevas, otras se extinguían. Cuando el
clima se hacía más caliente al final máximo del glacial, las comunidades
de plantas empezaban a extenderse. La roca desnuda quedaba expuesta y
colonizada por líquenes, la roca en el suelo conocida como acarreo glacial
era colonizada por semillas dispersadas por el viento como el epilobio
(adelfilla), los álamos o los sauces, y en otros lugares el polvo glacial
transportado por el viento, conocido como loess, cubría la tierra.
Estos tres escenarios son sencillamente conceptos que usamos para
describir el hecho de que había menos hielo y más tierra disponible. Con
una mayor parte de la superficie de la tierra expuesta, se abrieron
nuevos territorios para la colonización por parte de las plantas.
Menos agua atrapada en el hielo significaba más humedad disponible
en forma de lluvia y el deshielo de los glaciares creaba ríos para
alimentar un mar en expansión. Más tierra y más plantas se traducían en
más animales. Nuevamente, el deseo de los científicos de dibujar líneas
precisas entre este tiempo y otro realmente no nos sirve. Según las líneas
de tiempo de los geólogos, tuvo lugar la época del Pleistoceno y después, en
11.800 a.c., se pasó al Holoceno, aunque así no es como ocurrió de
verdad. La transición desde un clima glacial global a un “período
interglaciar” duró miles de años. Fue durante esos miles de años cuando
hubo una explosión de población de mamíferos en todo el mundo. Uno de
ellos era el ser humano moderno. Éramos un miembro de una
proliferación de mamíferos y fuimos los beneficiarios directos de la
abundancia del ecosistema que sostuvo dicha proliferación.
Puede argumentarse que los ecosistemas más ricos y abundantes en
que los seres humanos han vivido fueron los que existieron durante los
años frontera entre finales del Pleistoceno y principios del Holoceno. Basta
con decir que esto ocurrió hace mucho. La Tierra acababa de salir de la
última glaciación, la cual tuvo un efecto estimulante sobre la vida en todo
el planeta. Cualquier persona que ha estado al pie de un glaciar ha visto,
en un microcosmos, lo que ocurrió a escala global al final de la última
glaciación. Los glaciares pulverizan todo lo que se encuentra a su paso,
aplastando cordilleras montañosas enteras; después lentamente (con
lentitud glacial) mezclan esos “huesos de la tierra” mientras los muelen
para formar partículas cada vez más finas, unos polvos tan finos que en
muchos lugares el polvo glacial permanece suspendido en el agua, dando
a los lagos glaciales un color azul turquesa que parece de otro planeta.
Según se retiraban los glaciares del Pleistoceno, o sencillamente se
derretían en el mismo lugar, dejaron atrás miles de millones de toneladas de
roca pulverizada. Algunos de estos minerales se habían molido lo
suficiente para que los transportara el viento y viajaron a otros lugares de
la tierra en donde el hielo no había llegado. Otras rocas molidas se
quedaron en el lugar. Gran parte de esta roca, afectada por diferentes
fases de deshielo y heladas, se movía como dunas de arena o
ventisqueros. Otra piedra aplastada quedaba atrás en forma de lágrima,
conocido como drumlin, o se transportaba por ríos y quedaba depositada
como eskeres, kames y aluvión.
A escala continental, la piedra aplastada, la gravilla y los sedimentos
fueron expuestos a los elementos y se hicieron disponibles para la
colonización por la vida vegetal. Este sustrato rico en minerales
proporcionó la base nutricional para la época de mayor abundancia y
diversidad de vida terrestre jamás vista por los seres humanos. No
obstante, la abundancia no apareció de la noche a la mañana.
Tardó tiempo, muchísimo tiempo. De hecho, todavía está ocurriendo.
El detrito al pie del glaciar de Matanuska en Alaska, por ejemplo, todavía
no se ha cubierto de vegetación, a pesar de que después de miles de años,
el suelo desnudo y sin vida se ha transformado de una manera notable.
Como una mágica capa multicolor, las comunidades de flora y fauna se
han desarrollado con el tiempo. Este baile, el de avanzar y retirarse en el
proceso de cambio en las comunidades de plantas y animales, se conoce
como la “sucesión ecológica”.

La sucesión
La sucesión ecológica se define como los cambios, más o menos
predecibles y ordenados, que ocurren en las especies de un lugar según va
pasando el tiempo. El sedimento al pie del glaciar de Matanuska, por
ejemplo, primero fue colonizado por musgos, líquenes y plantas anuales,
como la hermosa adelfilla que florece en las orillas de los ríos y los bancos
de arena en toda Norteamérica. Estos habitantes del suelo expuesto en
estos terrenos agrestes cumplen su ciclo vital y finalmente mueren,
dejando atrás sus cuerpos descompuestos para enriquecer la
acumulación del nuevo suelo con sus cuerpos llenos de minerales.
Un miembro de este grupo colonizador sorprendente son los líquenes,
un organismo milagroso. Están formados por una relación simbiótica
entre dos organismos individuales, un alga y un hongo. No requieren
ninguna cantidad mínima de suelo para sobrevivir y crecen en los
acantilados pelados, en los cimientos de hormigón de los puentes y
edificios, o en la corteza de los árboles. No son exigentes. El alga
fotosintetiza, creando azúcares aparentemente de la nada. Usando la luz
solar como fuente de energía, fabrica cadenas de hidratos de carbono
literalmente del aire, usando carbono, hidrógeno y oxígeno de la
atmósfera. Produce un pequeño excedente de azúcares que utiliza para
alimentar a su otra mitad fúngica. A su vez, el hongo usa los azúcares
como fuente de energía y se ocupa de disolver lentamente los minerales
en la roca sobre la que crece, incorporándolos a su cuerpo. El liquen
obtiene minerales de su porción de hongo para sostener su porción de
alga fotosintética. Así se incorporan las rocas desnudas del planeta
Tierra a los organismos biológicos. Estos minerales biodisponibles
entonces se convierten en los nutrientes que se utilizarán en toda la
compleja red de vida que colonizará el lugar con el paso del tiempo.
Lentamente, los cuerpos de estas plantas sencillas se acumulan y se
descomponen por hongos y bacterias que flotan libremente para
convertirse en suelo rudimentario. La naturaleza es el reciclador supremo
y los minerales que hace poco tiempo fueron piedra se hacen disponibles
para otras plantas más exigentes con el suelo.
Después de los líquenes y los musgos (colonizadores de roca desnuda)
vienen las robustas plantas anuales. Crecen rápido, establecen sistemas
elaborados de raíces y producen cantidades copiosas de semilla dura y
duradera. Así, con el tiempo, los musgos y líquenes paulatinamente se
hacen menos prevalentes y las plantas anuales, especialmente las hierbas
anuales, llegan a dominar el lugar. Finalmente, a menos que haya una
perturbación de algún tipo que haga retroceder el proceso en tiempo de
“sucesión”, las plantas anuales sucumbirán ante las plantas perennes que
las sobrepasarán en tamaño y extensión. Las vastas tierras de herbáceas
perennes de las estepas y praderas son todo lo que permanece de las
enormes extensiones de praderas de la sucesión temprana del Holoceno.
Con el tiempo, esas hierbas también morirán y la materia orgánica de
sus raíces y tallos incrementará el espesor del verdadero mantillo. El
proceso de sucesión ecológica crea el suelo. Es la marcha de
comunidades de plantas y animales en el tiempo que añadirá
continuamente sus cuerpos ricos en minerales y deposiciones a la
acumulación de capas de suelo donde antes solamente había roca.
Cuando una zona en medio de un proceso de sucesión ecológica está en
la fase de acumulación e incremento del grosor del mantillo, la zona se
encuentra en un estado llamado agradación.
En este estado, se acumulan los nutrientes y la materia orgánica
mientras que la disponibilidad de los minerales en el suelo incrementa, la
diversidad de especies aumenta y el sistema entero crece en salud y
abundancia. Parte de la riqueza y la abundancia de una pradera en
sucesión se encuentra en sus animales. Los animales que pastan siempre
han prosperado en los lugares donde existen las hierbas y las plantas de
hoja ancha. Nos podemos imaginar fácilmente que, entre las grandes
ma na da s de animales del principio del Holoceno, los humanos
encontraron las especies que finalmente criarían para convertirse en
ganado doméstico, aunque ese no es exactamente el caso. Sólo el caballo
es una auténtica especie de pradera. Todos los animales domesticados
primarios del hombre se encontraron en la fase siguiente de desarrollo
por sucesión del ecosistema. Cualquier persona que haya visto una finca
o campo agrícola abandonado, o incluso la mediana de una carretera
antigua, habrá observado cómo han entrado las plantas gruesas y leñosas,
estableciéndose en lo que anteriormente era una zona totalmente
herbácea. Van ocupando el lugar los solidagos (vara de oro), asclepios
(algodoncillo) y cardos, acompañados por chopos, sauces o álamos
temblones. Muchas de estas plantas tienen semillas peludas que forman
un paracaídas como una pluma que flota por las praderas y empieza a
crecer después de encontrar un hueco con suelo expuesto. Otras
semillas transportadas por el viento, como el olmo, fresno, arce negundo
o carpes aterrizan en las praderas y empiezan a cambiar su naturaleza.
La vieja era se hará “desordenada” mientras las plantas leñosas, los
matorrales, arbustos y árboles comienzan a dominar el lugar. Los
animales que pastan mantendrán algunas plantas leñosas a raya al
mascar sus ramas, quitando las cortezas o rompiendo los tallos enteros.
Su estiércol se llena de semillas sin digerir (frecuentemente de acacia de
tres espinas, manzano, ciruelo o cerezo) las cuales replantan el mismo
sistema que alimentó a las manadas que pastaban.

El bioma de la sabana
Las semillas de las frutas de caña como la frambuesa o las moras son
excretadas por las mismas aves que las consumen, ya que es el truco
empleado por las plantas para que los animales dispersen sus semillas.
Estos “matorrales” en sucesión son la cuna de los animales
domesticados del hombre y, de hecho, se ha demostrado que es la tierra
original del mismísimo Homo sapiens. Esta tierra de matorrales es la
sabana, unos pastos ricos y exuberantes con zonas de matorral, frutales,
árboles de frutos secos y bayas. El bioma de sabana, el término que se da
a esta fase de sucesión, es el ecosistema terrestre que mejor soporta la
vida animal. La sabana es el segundo bioma más rico de la tierra (después
de las selvas tropicales y subtropicales de hoja ancha) pero en base a
peso, es el bioma en el que la mayor cantidad de mamíferos pueden vivir
(los biomas acuáticos, los océanos, lagos, ríos y, especialmente, las rías, son
los biomas más productivos del planeta en todos los casos y representan una
ola futura de agricultura regenerativa).
Sólo hace falta imaginar un programa de National Geographic sobre la
sabana africana para visualizar la abundancia de vida que existía en los
sistemas de matorrales de la sucesión temprana después de la glaciación.
Las vacas, las cabras, las ovejas, los cerdos y las aves son todas
especies de sabana domesticadas. Las sabanas son sistemas tan ricos y
abundantes que incluso han sustentado a los mayores mamíferos
terrestres que han habitado el planeta Tierra, miembros de la familia
Elephantidae: los mamuts, mastodontes, elefantes africanos y asiáticos y
casi una docena de otros proboscídeos. Algunas especies, como el mamut
lanudo, pasaban casi todo su tiempo en las praderas, adentrándose
raramente en las zonas boscosas, mientras que otros Elephantidae eran
los gestores de la tierra, el “régimen de perturbación” que mantenía las
sabanas del mundo como bosque abierto o una pradera con matorral.
Los elefantes han ayudado a crear el paisaje que los humanos modernos
asocian instintivamente con la abundancia y el bienestar, es decir, un
paisaje como un campo de golf.
La sabana es una comunidad de flora y fauna, el bioma que puede
proporcionar la más alta variedad y la mayor abundancia de especies
utilizables como alimento para los seres humanos. Si alguna vez hubo
una línea clara entre épocas, se podría dibujar entre el mundo pre
humano y posthumano. Los seres humanos nacieron en la sabana y fue
allí, como cazadores-recolectores donde verdaderamente se expandieron
y se multiplicaron. Las pruebas arqueológicas demuestran que en todos
aquellos sitios por donde pasaron los seres humanos, dentro de los
siguientes 1.000 años la megafauna se extinguió precipitadamente. Dada
la presión ejercida por la caza, la invasión del hábitat y posiblemente las
enfermedades, allí donde se desplazara el Homo sapiens moderno, las
manadas enormes de vida silvestre desaparecían. Justamente podría ser
que la extinción de la megafauna haya obligado a nuestra especie a
asentarse en un mismo lugar y vivir del campo de farro o de la teocinte
silvestre, ancestros del trigo y del maíz. Con el transcurso de los años, se
guardaron las semillas de la era del grano silvestre y se sembraron en
otros lugares, cultivando más y más grano. Mayores cantidades de grano
se traducían en más comida, cuyo efecto creaba más energía y familias
más grandes con más bocas que alimentar. Esto a su vez requería más
grano, haciendo necesario cortar y quemar más tierra para cultivar,
destruyendo el hábitat alrededor. La sistemática destrucción de hábitats
para plantar granos anuales ha llevado al crecimiento exponencial de la
población, la cual ha causado más destrucción de hábitats y el
consiguiente colapso de la sociedad fundadora. Quizás es hora de recurrir
a otra estrategia.
El bioma de la sabana es el más abundante en vida animal por varias
razones. Quizás la más significativa es que tiene una estructura y textura
profunda, por la cual las plantas pueden absorber una gran proporción de
los gases de la atmósfera y maximizar la superficie expuesta al sol.
Desde los árboles más altos hasta la planta más pequeña que crece a ras
de suelo, el bioma entero está bañado en luz solar. La luz solar es la fuente
de energía absoluta para todos los sistemas agrícolas y los cultivos son
meramente recipientes que almacenan luz solar.

Cosechar luz solar


Los agricultores y los ganaderos realmente se dedican al negocio de
recolectar luz solar. Algunos cultivan plantas que usan el sol para
producir hidratos de carbono, proteínas y aceites. Otros alimentan a sus
animales con energía solar almacenada en las plantas, en los que una parte
se consume con el metabolismo y otra se transforma en los productos
animales consumidos para nuestra alimentación.
Debido a esto, ¿no tendría sentido utilizar sistemas que tuvieran una
superficie lo más grande posible como para capturar la máxima cantidad
de luz? Aquí un ejemplo ilustrativo: Toma una hoja de papel y déjala plana
en una mesa. No importa cuánto mida, para este ejercicio vamos a suponer
que tiene la superficie de una hectárea. Si fueras a plantar una hectárea
de soja, por ejemplo, tendrías un colector solar de una hectárea de
superficie expuesta al sol. La soja no suele crecer más de los 75
centímetros, así que, para los propósitos de este ejercicio, el agricultor sólo
tiene una hectárea de superficie expuesta al sol. Ahora coge otra hoja del
mismo tamaño y dóblala por la mitad, haciendo un papel en forma de
tienda de campaña. Pon esta forma triangular encima de la primera hoja
de papel. Ahora toma otro papel cuadrado y haz lo mismo, y después un
tercero. Asegúrate que las bases de tu papel doblado se queden dentro de
los confines de la hectárea original representada por el papel. Lo que
acabas de hacer es demostrar lo que hace una estructura tridimensional
en el área de superficie fotosintética expuesta al sol. Sólo con crear
alguna estructura elevada, puedes ver claramente que, en el mismo
terreno original, ahora tienes el triple de superficie expuesta al sol. Si todas
las condiciones se mantuvieran igual (y no es ese el caso, pero ya
hablaremos de eso más tarde) ahora tendrías tres veces el potencial
fotosintético comparado con el campo de soja.
Ya que estamos haciendo este ejercicio, vamos a llevarlo un poquito
más allá. Dobla una hoja cuadrada por la mitad y ahora dóblala otra vez.
Ahora tienes un trozo de papel más pequeño en forma de tienda. Es una
superficie, si seguimos con el ejemplo de media hectárea. Toma este
pequeño triángulo y deslízalo debajo de uno de los más grandes en el
trozo original de papel base que tienes delante. Hazlo dos veces más para
que cada “tienda” de papel grande tenga una tienda de papel pequeña
debajo. Si sumas toda la superficie de las tiendas de papel, ahora puedes
ver que la superficie que has creado es de cuatro hectáreas y media. Eso
es más de cuatro veces el potencial del campo de soja. Pero espera,
probablemente estás pensado que tres de los triángulos están por debajo
de los más grandes, quedarían en la sombra. Sí, es verdad. Pero cada
planta tiene la capacidad de prosperar con diferentes intensidades de luz.
La mayoría de las plantas anuales solamente prosperarán con pleno sol.
Planta maíz en la sombra de un bosque y no prosperará en absoluto. No
obstante, muchas plantas comestibles de la sabana están adaptadas a
vivir bajo sombra de moderada a fuerte. La naturaleza está diseñada así.
Nuestro pequeño modelo de papel sólo muestra dos capas, pero las capas
que se producen en la naturaleza van mucho más allá, un asunto que
examinaremos en detalle más adelante.

New Forest Farm en Viola, Wisconsin, durante la fase de


“matorrales transicionales” de sucesión. Los cultivos incluyen
avellanas, castañas, frambuesas, moras y también se obtienen
productos ganaderos.

Cosechar gases
Con las capas, esta superficie aumentada tiene además beneficios
adicionales. No solamente incrementa drásticamente la superficie
expuesta a la luz solar, también aumenta la superficie expuesta a la
atmósfera. Esto significa que la planta absorbe más aire, extrayendo
mayor cantidad de dióxido de carbono y devolviendo más oxígeno.
A comienzos de 1643, el químico flamenco, Jan Baptist van Helmont,
realizó un experimento que puede sonar conocido para los alumnos de
ciencias en la escuela primaria. En la primavera de ese año, van
Helmont llenó una jardinera grande con una cantidad de tierra medida
con mucho cuidado y plantó un esqueje de sauce. Durante cinco años lo
cuidó, dándole mucha agua. Pasado ese tiempo, sacó el árbol con las
raíces y lo pesó. Pesaba casi 75 kilos. Todo el mundo se sorprendió al
ver que la tierra mantuvo el mismo peso. Como explicación, van
Helmont teorizó que la materia que formaba el sauce debía proceder del
agua que había añadido en esos cinco años. No obstante, experimentos
posteriores demostraron que la mayor parte del cuerpo del árbol
procedía de la atmósfera.
Los sistemas de sabana disponen de una mayor cantidad de
productos fotosintetizados para sus “consumidores”, una de las
muchas razones de por qué la sabana sustenta a más mamíferos
que cualquier otro bioma.

La mayor parte de la masa de una planta está compuesta por aire. La


lignina y celulosa, los materiales principales estructurales en el cuerpo de
la planta se componen de carbono, hidrógeno y oxígeno, todos procedentes
del aire y no del suelo. Cuanta más superficie quede expuesta a la
atmósfera, más capacidad tendrá la planta de absorber el aire alrededor
y convertirlo en sustancias aprovechables. Cuanto mayor es la superficie
expuesta a la atmósfera, mayor es la disponibilidad de fuentes de
alimentación, tanto para los seres humanos como los animales. El bioma
de la sabana, con su extensa y profunda superficie expuesta a la
atmósfera, es el mejor captador de luz solar.

Lluvia y niebla
Cuando las superficies son mayores, las plantas obtienen mejor
exposición a la lluvia. Al llover, se requiere aproximadamente 10 milímetros
de lluvia para mojar la superficie de las hojas y ramas de un árbol de
tamaño modesto, en un proceso llamado interceptación.
Todos hemos comprobado esto al estar de pie bajo un árbol durante
la lluvia. Cuando empieza el chaparrón, corremos a cubierta debajo de
un árbol cercano. Más allá de las gotas traviesas que logran esquivar
cada hoja al descender, permanecemos secos. Las hojas del árbol y sus
ramas interceptan la lluvia, aunque sólo por una cantidad determinada de
tiempo ya que una vez se hayan mojado completamente las hojas y
ramas, la lluvia gotea suave y constantemente hacia el suelo.
La interceptación es un beneficio adicional que obtenemos de esta
estructura tridimensional. En el otro extremo y sin este sistema, la fuerza
martilladora de una riada crea barrancos. La acción de golpeo directo de las
gotas de lluvia en los campos agrícolas mezcla las partículas de tierra en
la superficie con la lluvia. Regueros de barro forman meandros cuesta
abajo, aumentando en velocidad y recogiendo más tierra según bajan.
Mucho del “barro” en el “Misisipi Barroso” es suelo agrícola fértil
arrastrado río abajo hasta depositar sus nutrientes en el Golfo de México.
Cuando empiezan a secarse los campos después de la lluvia, las partículas
que primero se separan del agua son las más gruesas y pesadas. Después se
depositan partículas de suelo cada vez más ligeras hasta que finalmente, las
partículas restantes más pequeñas forman una fina capa superficial de
arcilla en elsuelo. Como la cobertura de un pastel, esta capa arcillosa sella los
canales de aire del suelo que está debajo. Cuando vuelve a salir el sol,
hornea esta arcilla hasta volverla dura como la cerámica, asegurándose de
que el próximo chaparrón se encuentre con una superficie tan impermeable
como el hormigón, llevando el agua apresuradamente hacia el mar.
Un ecosistema con un sistema denso y tridimensional intercepta la
lluvia. La lluvia que se cuela y empieza a gotear, cae suavemente y aterriza
debajo delárbol, no en una arcilla dura y cocida como un pavimento en el
campo de labor, sino sobre hierbas verdes. Estas hierbas interceptan su
parte de la lluvia, la cual se escurre suavemente al suelo blando y poroso
debajo.
El suelo debajo del árbol es rico en materia orgánica y está lleno de
organismos hidrofílicos (que aman el agua) y que rápidamente
incorporan el agua en sus tejidos. La multitud de setas que brotan en el
suelo del bosque después de la lluvia es una evidencia visible de este
proceso. Los hongos y muchos otros organismos permanecen secos e
inactivos esperando la lluvia, y una vez que aparece, irrumpen como una
maravilla húmeda, llenos del agua recién caída.
La estructura del árbol no solamente intercepta el agua de lluvia, sino
que además captura la nieve y el hielo en invierno y absorbe la niebla de la
atmósfera de la misma manera que el coral y los percebes captan los
nutrientes del agua de mar. Es más que una mera comparación: es un
hecho verídico y medible que las plantas existen en un mar de atmósfera
del cual captan la humedad y los nutrientes directamente.
Las plantas son tan buenas recolectando humedad de la atmósfera que
incluso existen comunidades de plantas leñosas que obtienen casi todo su
suministro anual de agua de la niebla capturada por sus hojas y tallos.
Cuando ando por los policultivos de castaños en New Forest Farm y veo las
hojas mojadas goteando sus preciosas joyas al suelo debajo, haciendo que
corran regueros de agua por las grietas en la corteza, no puedo evitar pensar
en el Tío Owen de Luke Skywalker, un “granjero de humedad” en la
película original de la Guerra de las Galaxias. Piensa en lo que podía haber
hecho con algunas plantas leñosas y sus estructuras tridimensionales para
captar la humedad directamente delaire.

Conexiones vivas
Recientemente volví a leer un volumen escrito por el ya fallecido
Charles Walters, fundador de Acres U.S.A., con el título The Greatest
Invention: Dung Beetles & A Cowman’s Profits (El Mayor Invento: los
Escarabajos Peloteros y los Beneficios de un Ganadero). Para muchas
personas, puede parecer un libro arcano, y admitiré que a primera vista no
me impresionó mucho. No obstante, uno debe reflexionar en lo
poderosamente significativo que puede ser el humilde escarabajo, y
entonces valorar las capas y capas de seres vivos que se amasaban en la
tierra antes de que el hombre moderno llegara a la Tierra, cosechando
excesivamente y destruyendo poblaciones enteras de plantas y animales.
Al final de la última glaciación, los humanos llegaron a Norteamérica
por primera vez y encontraron una tierra repleta de una red increíblemente
compleja de vida, con cada detalle cuidadosamente arreglado, incluyendo
formas de vida dedicadas a reciclar y descomponer los excrementos. Con
la llegada de las personas a las Américas, empezó una extinción en masa
por todo el continente, incluyendo la eliminación de la mayoría de la
megafauna. Sin previa noción de cómo eran los humanos y la presión
cinética que podían ejercer, estos animales fueron incapaces de adaptarse.
Cuando el mastodonte se extinguió, también lo hizo toda una cadena de
organismos dependientes de él, como por ejemplo unos parásitos
específicos, y ciertos pájaros que usaban el pelo del mastodonte para sus
nidos. Pájaros como el picabuey, y el rinoceronte acuático norteamericano
(¡sí, existió tal animal!) vivieron en simbiosis con el mastodonte,
alimentándose unos a otros y proporcionándose cobijo y avisos de peligro.
Las multitudes de interconexiones vivas hasta habrían incluido los
escarabajos que utilizaban el estiércol del mastodonte y del rinoceronte
como comida y lugares para criar a su progenie.
Esta diversidad interconectada creó las tierras más profundas y
fértiles del planeta entero: los suelos del granero del medio oeste de los
Estados Unidos; unas sabanas templadas y húmedas. Esa misma
diversidad es la que le otorgó estabilidad al sistema. Si una plaga o una
enfermedad se convertían e n factores limitantes para el sistema, las
otras partes se mantenían saludables y enteras. Durante eones, las
poblaciones crecían y menguaban en el baile vivo de biodiversidad,
alimentando la vida y a su vez, mejorando la salud del ecosistema.
Esta diversidad, la naturaleza interconectada y la dedicación a
mejorar la salud del sistema son lo que faltan en el paisaje contemporáneo
de la agricultura anual. Estos componentes actualmente ausentes son
los que debemos reconstruir. La misión y la meta de la agricultura
regenerativa se enfoca en estos asuntos al recrear ecosistemas
saludables, intactos, diversos y agradables que proporcionen alimento,
combustible, medicina y fibra para la humanidad y todas las especies que
comparten la Tierra con nosotros.
Esta diversidad interconectada creó las tierras más profundas y fértiles
del planeta entero: los suelos del granero del medio oeste de los Estados
Unidos; unas sabanas templadas y húmedas. Esa misma diversidad es la
que le otorgó estabilidad al sistema. Si una plaga o una enfermedad se
convertían en factores limitantes para el sistema, las otras partes se
mantenían saludables y enteras. Durante eones, las poblaciones crecían y
menguaban en el baile vivo de biodiversidad, alimentando la vida y a su vez,
mejorando la salud del ecosistema.
C APÍ T U LO 6
Cultivar imitando a la propia
naturaleza
Mientras escribo esto, es primavera en el suroeste de Wisconsin.
Las colinas y sus valles alrededor están alfombrados de una manta
espesa y moteada de follaje verde. Dentro de pocos días será el solsticio de
verano; el día más largo del año. Las fiestas de fin de curso de los institutos
y de graduación universitaria se dispersan por el paisaje rural con globos de
fiesta y señales dirigiendo invitados a las distintas fiestas. Las temperaturas
ya se han elevado a las que suele haber al celebrar comidas en el campo en
el Medio Oeste en verano: caliente y húmedo. Las piscinas y los
meandros sombreados del río Kickapoo están agitados con nadadores
festivos y las pelotas de playa rebotan en los cogotes, tiradas por amigos
bromistas y hermanitos traviesos buscando venganza. Las nubes blancas
que parecen algodón surcan el azul celeste y algunas tormentas dispersas
con truenos pasan ruidosamente con su regalo de lluvia y su lado oscuro
que inspira terror: relámpagos, tornados y riadas.
Todo alrededor, los campos de maíz y soja muestran líneas de verde
donde crecen los cultivos de la tierra rica y marrón. Parece que todo va
bien en las tierras agrícolas.

Los días más largos del año


No obstante, en medio de este escenario de celebración de la
primavera y de contento bucólico, yace algo terriblemente equivocado: la
mismísima base de la economía agrícola de esta nación (y de todas las otras
naciones del mundo). Quizás te hayas fijado en las claves: justo antes del
solsticio de verano, el día más largo del año, las colinas con un manto verde,
el cultivo nuevo que brota, las líneas de verde ...
Hay un viejo dicho usado en la tierra del maíz que indica tanto a granjeros
como hortelanos si van a obtener una buena cosecha o no. Para que madure
a tiempo, el maíz debe llegar a la “altura de la rodilla antes del 4 de julio”. ¡El
cuatro de julio es dos semanas después del día más largo del año! En esta
fecha es cuando hay más sol disponible que en cualquier otro momento del
año y aun así la cosecha sola- mente llega a la rodilla. ¿Cuánta luz solar
pueden capturar diminutas plantas con una altura de 50 centímetros?
Además de que las plantas son tan cortas como un par de botas de agua, el
suelo entre las filas de plantas está totalmente desnudo.
Ya sea porque se roturó el suelo para quitar malas hierbas o porque se
usó herbicida, no hay cobertura vegetal sobre el suelo. Apenas se está
realizando fotosíntesis en el maíz y desde luego ninguna en el suelo pelado.
No obstante, al mismo tiempo, los árboles alrededor de los campos,
que proporcionan sombra a la merienda vecinal, han estado cubiertos de
hojas y vestidos de verde desde mediados de mayo. Los cultivos leñosos
comestibles útiles para la agricultura regenerativa emergen más
temprano en la temporada que la mayoría de los cultivos anuales. Las hojas
verdes de las colinas y los valles fotosintetizan al menos un mes antes de
que salga el maíz del suelo. También da la casualidad de que ese mes extra
es el mes con los días más largos del año.
Además de echar hojas más temprano en la primavera, las plantas
leñosas perennes tienen una ventaja estructural sobre las plantas anuales
cuando se trata de capturar luz solar (recordemos que, al fin y al cabo, el
agricultor se dedica a recolectar energía solar). Cada año, un cierto
porcentaje de la energía solar captada por cualquier planta se usa para
construir su cuerpo. En el caso del maíz, necesita generar su estructura
entera desde cero cada año. Este no es el caso con las plantas leñosas
perennes. Los árboles, arbustos y muchas enredaderas mantienen su
estructura del año anterior y la aumentan en cada temporada posterior.
Al incrementar su tamaño cada año, las plantas leñosas expanden
increíblemente la superficie fotosintética expuesta al sol y (a la
atmósfera). Cuando una planta de maíz saca las primeras hojitas en
primavera, sobresalen de la tierra como unas puntas de lápiz. Cuando los
robles que cubren las colinas se cubren de hojas en primavera, algunos ya
tienen una altura de 30 metros. Usar plantas leñosas como plantas
alimenticias nos da un mes o más de captura de energía solar extra en
primavera y esto nos proporciona una ventaja tridimensional que las
plantas anuales no conocen. La soja sólo puede capturar luz solar y gases de
la atmósfera hasta 60 centímetros por encima del suelo y el maíz hasta un
máximo de 2 metros y medio, a los que llegará a finales de julio o en agosto,
o, en otras palabras, muy tarde en el verano.
Al final agosto llega (demasiado rápido en la vida ocupada de un
granjero) y hacia el final del mes, todos los granos de maíz se habrán
formado, estarán llenos de hidratos de carbono y empezarán el proceso de
secarse. Las plantas están en proceso de declive. La fotosíntesis se
ralentiza dramáticamente hasta media- dos de septiembre cuando casi se
detiene por completo. El color de los maizales se transforma desde un
verde azulado oscuro y vibrante a una verde lima más claro, después
amarillo verdoso y finalmente marrón. En agosto, los árboles que rodean
los maizales siguen teniendo una altura de 30 metros y capturan la luz
solar y los gases de la atmósfera desde allí arriba, mientras su color sigue
siendo verde oscuro. Sus hojas se han vuelto más raídas y desgastadas
después de meses de viento y el incesante mordisqueo de los insectos, pero
siguen siendo verdes.
En las zonas septentrionales de los estados que producen maíz, las
plantas leñosas tienen un mes entero de luz solar adicional disponible al
final de la temporada antes de completar el ciclo y dejar caer las hojas (si es
que las dejan caer). Algunos árboles permanecen verdes y fotosintetizan
más tiempo como los robles, y algunos, como el nogal negro, dejan caer las
hojas antes. En todo caso, las plantas leñosas pueden disfrutar de dos a tres
meses más de luz solar en comparación con las plantas anuales, tanto en la
primavera como el otoño. En las zonas meridionales de los Estados
productores de maíz, las temperaturas son lo suficientemente favorables
para que las plantas leñosas no dejen caer las hojas, dejándoles la posibilidad
de crecer durante todo el año. Incluso en las regiones con selvas tropicales
perennes, el maíz tiene un ciclo de vida finito de unos 100 días.
Además de tener una superficie expuesta al sol y al aire mucho mayor,
como se demostró en nuestro ejercicio de papel doblado (la ventaja del
espacio) los cultivos leñosos tienen luz solar disponible durante el año,
suponiendo una ventaja de tiempo.
Después, existe el beneficio obvio de longevidad. Las plantas leñosas
pueden vivir mucho tiempo. Los pinos, hayas, robles, castaños, perales, tilo
americano (tilia) y espino albar todos producen frutos secos o fruta
comestible. Estos árboles prosperan en Norteamérica y están
representados en la lista de los 100 árboles más viejos del mundo. Uno de
los árboles más ancestrales de todos resulta ser un castaño que crece en
una roca en la ladera del Monte Etna en Sicilia. Ha estado produciendo
cosechas constantes de castañas año tras año durante más de cuatro mil
años. No existe cultivo de grano anual alguno que crezca en la roca pelada y
que dé una cosecha temporada tras temporada durante 4.000 años sin
intervención humana. Sobrevivir 4.000 años sin suelo, sin control de
plagas, sin fertilizante y sobreviviendo a varias erupciones volcánicas
catastróficas, eso sí que es agricultura sostenible.
Aún con riesgo de parecer repetitivo, vamos a examinar esto otra vez.
Las plantas leñosas perennes viven durante centenares, incluso miles de
años; fotosintetizan más temprano en primavera y más tarde en otoño que los
cultivos anuales, y pueden capturar recursos (aire, agua, luz solar y más)
desde decenas de metros en el aire; y eso no es todo.
El suelo desnudo sufre golpes fuertes
En el suroeste de Wisconsin y en la mayoría de la zona de maizales
del medio oeste de los Estados Unidos, cuando se trata de lluvia, las
tormentas son una regla, más que la excepción.
Las costas del Atlántico y del Pacífico reciben mucha de su lluvia
durante días largos y grises de llovizna continuada. No es el caso en el
medio oeste. Por ejemplo, durante las últimas dos semanas, el suroeste
de Wisconsin ha tenido dos días de lluvia, que no está mal si te gusta el
buen tiempo. La manera en que llega esa lluvia, no obstante, cuenta una
historia absolutamente diferente. Un sábado por la noche, pasó un grupo
de tormentas por la zona a las 2 de la madrugada, cayendo un total de
63,5 milímetros en menos de una hora. En algunos lugares, recibieron
aún más agua. El segundo momento de lluvia ocurrió durante la noche
siguiente, también sobre las 3 de la madrugada. En el segundo evento
pluviométrico, recibimos 43,2 milímetros. La lluvia en la mayor parte del
medio oeste ocurre en eventos repentinos, a veces períodos de diluvios
bastante grandes. Hace tres años, tuvimos un solo caso en que cayeron
255 milímetros de lluvia en menos de una hora. Nuestro aeropuerto local
informó que habían caído 330 milímetros de lluvia durante la misma
tormenta. Cuando cae tanta lluvia de golpe, se sienten los efectos de
manera diferente dependiendo de donde impacta. Los edificios y las
carreteras, por supuesto, son hidrófugos y hasta recientemente, se han
diseñado para concentrar toda el agua y poder evacuarla. Los graneros,
parkings y canchas de deporte están diseñados para recolectar y
concentrar agua y enviarla a zanjas, arroyos y ríos.
Cuando una lluvia fuerte impacta sobre el campo de maíz, se
encuentra con tierra principalmente expuesta. Las pequeñas plantas de
maíz son duras y, en la mayoría de los casos, no quedan aplastadas por la
lluvia, pero la tierra desnuda entre las hileras recibe una paliza. La lluvia
de una tormenta en el medio oeste impacta en el suelo con todas sus
fuerzas y remueve la superficie. Las partículas de tierra se mezclan y se
remueven como barro en una batidora. Si la tierra tiene suficiente
materia orgánica de plantas y animales en descomposición, puede actuar
como una esponja y ayuda al suelo a absorber la lluvia. Ésta es una de
las razones por las que incrementar la materia orgánica en el suelo es
tan importante. Sin embargo, incluso las tierras más ricas de las granjas
en el suelo más fértil en el fondo del valle reciben un impacto fuerte
durante la lluvia torrencial. La materia orgánica se separa de la porción
mineral de la tierra y dentro de esta porción, los minerales de grano fino se
separan de los más gruesos y pesados. Si la lluvia cae más rápido de lo que
el suelo puede absorber, empieza la escorrentía y se lleva el suelo consigo.
Por supuesto, la lluvia que fluye es la fuerza más erosiva de la tierra, y así
es como empieza la erosión de los barrancos y de la capa superior. En los
bosques, las gotas de lluvia se filtran a través de un sinfín de hojas y ramas
antes de llegar a alcanzar el suelo. Su velocidad de caída se ralentiza y
golpean el suelo suavemente.
Cuando escampa, empieza a posarse la tierra revuelta. Como hemos
visto, el suelo bajo la capa de arcilla queda sellado a efectos prácticos y el
agua ya no puede penetrarla. Los gases atmosféricos tampoco pueden
intercambiarse de manera efectiva, lo que lleva al colapso de la vida
aeróbica en el suelo, justamente los organismos que proporcionan el
fertilizante más equilibrado para las plantas. Lo que ocurre en un charco es
lo mismo que ocurre en los campos de cultivo anuales a una escala de
millones de hectáreas por todo el continente. De esta manera, las lluvias
que impactan sobre la región del medio oeste de los Estados Unidos crean
una capa delgada e impermeable de arcilla sobre la parte superior del suelo.
Después, ni siquiera la tierra más fértil o rica en materia orgánica puede
absorber la siguiente lluvia al encontrarse con esa costra y escurrirse en
una lámina.

Tolerancia a la sombra
Mientras tanto, en la s partes má s profundas y oscuras de los
bosques desordenados en las colinas, la luz solar sigue llegando al suelo
del bosque. Dependiendo de la edad de los árboles y su cercanía, las
ramas de los árboles finalmente se encontrarán, dando sombra a las
hierbas debajo. Los silvicultores lla ma n a e s a condición un “dosel
cerrado”. Incluso dentro de la s zonas profundamente sombreadas del
bosque con dosel cerrado, crecen plantas en el suelo. De hecho, hay
múltiples capas de plantas desde el suelo hasta la parte superior de los
árboles más altos. Hay plantas perennes y leñosas, cada una con
distintas tolerancias a los diferentes niveles de luz. El maíz, la soja, y de
hecho todas nuestras plantas de cultivo básicas requieren plena exposición
a la luz solar. Planta trigo en la sombra del bosque y enferma, se vuelve
amarillo y finalmente se muere. Si lograra conseguir suficiente luz para
mantenerse vivo, probablemente igual no le alcanzaría para dar una
cosecha. Justo al lado de esa planta de trigo, podría haber ginseng
silvestre, Caulophyllum thalictroides, grosella espinosa, Lobelia
cardinalis, o una multitud de otras plantas que toleran la sombra y que
prosperan muy bien en condiciones de luz baja. Hay una gran gama de
pequeños árboles, arbustos, enredaderas y plantas de cobertura vegetal
que pueden generar valor económico. Ya que propongo una imitación de la
naturaleza y un rediseño de los campos de cultivos anuales en
ecosistemas de agricultura regenerativa, queremos usar especies de
plantas tolerantes a una amplia gama de condiciones de luz. La
naturaleza nos ha dado un ejemplo vivo de las especies que podemos
plantar para diseñar ecosistemas con cultivos utilizando árboles de
estatura alta y media, arbustos altos y cortos, cañas (como frambuesas y
moras), enredaderas y herbáceas perennes (no leñosas). De cada uno de
estos tipos de planta hay varias especies para elegir, en formas fotofilas
que precisan de fuerte iluminación.

Los estratos verticales del bosque


Con este conocimiento, ahora podemos ver que se puede diseñar un
ecosistema productivo con las ventajas múltiples de lo perenne descritas
anteriormente en este capítulo.
Dependiendo de qué libros de texto leas, hay un número distinto de
estratos verticales en el bosque. Para nuestros propósitos, describiré seis
de ellos. Figuran en orden desde el más alto hasta el más corto: estrato
emergente, estrato de dosel, sotobosque, estrato de matorral, el suelo del
bosque y el estrato de enredaderas.
El estrato emergente es de árboles maduros y excepcionalmente
altos. Se llama así porque los árboles en esta capa emergen por encima
del nivel general del bosque. En el este de los Estados Unidos, se
observan frecuentemente pinos blancos que se yerguen en la cresta de
la montaña, con ramas extendidas, un tercio más alto que el resto del
bosque. Algunas de estas especies de árboles como los pinos blancos
emergen auténticamente de algunos bosques (o lo hicieron hace muchos
años) porque tienen una alta capacidad de crecimiento. Antes de la
colonización europea, se mantienen registros de pinos blancos con una
altura de hasta 70 metros. Al plantar un bosque de robles, ese tipo de
árbol quedaría erguido por encima del bosque que crece debajo. En un
bosque compacto de otros pinos grandes, podría formar parte del dosel
principal del bosque.
Típicamente, el dosel de árboles es el estrato fotosintético más activo
del bosque. Suele ser el más fácil de reconocer ya que es la capa
superior de follaje de árboles que se ve desde lejos, y quizás con un árbol
emergente que se yergue encima del dosel aquí y allá. El dosel del
bosque, de hecho, todos los estratos del bosque, son casi ecosistemas en
sí mismos. Hay innumerables criaturas, insectos, aves, moluscos,
musgos, líquenes y hongos que existen en el estrato de dosel y en
ninguna otra parte.
Justo debajo del dosel, se encuentra el nivel de sotobosque. En un
bosque de dosel cerrado, donde las ramas de los árboles del dosel casi se
tocan, el sotobosque está compuesto de árboles con diferentes grados de
tolerancia a la sombra. Éstos pueden ser árboles del bosque que
eventualmente se convertirán en el dosel cuando mueran los actuales, o
pueden ser naturalmente más pequeños que tendrán una vida próspera
en la semi-penumbra, sin ocupar nunca el lugar de los árboles del dosel.
En una plantación de agricultura regenerativa, podríamos elegir
plantar un árbol fotófilo con una altura media más baja en el lado sur que
recibe más sol, con un árbol pequeño más tolerante de la sombra en el
lado norte sombreado. Entraré en los detalles de esto más tarde.
Debajo del estrato del sotobosque, encontramos el estrato de
matorral, el cual, como el estrato de sotobosque, suele componerse de
plantas que toleran la sombra.
El estrato más bajo en nuestro colector solar tridimensional es el
estrato de cobertura vegetal a nivel de suelo. En una situación de
bosque, éstas son real- mente algunas de las plantas con mayor
tolerancia a la sombra. Este estrato tiene una multitud de plantas útiles
que pueden incluirse en un diseño de agricultura regenerativa y aquí
existe el mayor número de oportunidades para obtener beneficios
durante la época de crecimiento.
El suelo del bosque es el hogar de muchas plantas clasificadas como
efímeras. Las plantas efímeras son las que tienen un ciclo vital muy
rápido; crecen, florecen y echan semilla en pocas semanas o meses. Los
tulipanes y los narcisos son plantas efímeras domesticadas fácilmente
reconocibles por la mayoría de las personas. Observar el ciclo de las
plantas efímeras durante la época de crecimiento es bastante fascinante.
A veces, antes de que se haya despejado la nieve del suelo, y mucho
antes de que las hojas empiezan a aparecer en los árboles, las plantas
efímeras comienzan a florecer. En el noroeste, la Hepatica es una de las
efímeras más tempraneras. Busca la Brodiaea en las laderas soleadas
de los bosques en el oeste, Erythonium en el Sudoeste y las pulsatillas
en el Medio Oeste. Claytonia, Trillium y rampas (puerros salvajes) son
algunos más de los conocidos efímeros de primavera. Su ciclo vital
entero desde brotar hasta echar semilla, secarse y morir puede ocurrir
antes de que el primer atisbo de verde se vea por encima de los árboles.
Normalmente, según progresa la estación, suelen emerger olas sucesivas
de plantas efímeras, florecen y echan semilla durante toda la estación y
durante el otoño cuando las últimas hojas han caído al suelo. Este
crecimiento “programado” de las plantas puede dar muchas
oportunidades para obtener pro- ductos en un ecosistema agrícola bien
diseñado.
Escalando por toda la extensión y subiendo por esta masa
entrelazada de verde están las enredaderas. La mayoría de nosotros
conocemos la parra, pero hay más plantas trepadoras que dan fruto,
como por ejemplo los kiwis, el maracuyá, la fruta medicinal llamada
Schisandra, o la baya ornamental de la falsa dulcamara.
Hasta aquí he identificado seis estratos distintos: el emergente, el
dosel, el sotobosque, el matorral, el suelo del bosque y las enredaderas.
Al mirar estos seis estratos diferentes e imaginar cómo sería un
ecosistema agrícola bien diseñado, recuerda que puede haber seis
estratos en el lado soleado de una plantación y seis estratos en el lado
sombreado, creando el potencial de cultivar doce cultivos distintos.

Un e je mplo silve stre de las muchas capas de productividad:


álamo sobre manzano silve stre , sobre avellano, sobre
frambuesa, con grosella espinosa en la sombra.

Además, la naturaleza efímera de muchas plantas en el estrato a ras


de suelo añade aún más potencial de producción.
Con todas estas plantas que crecen en lo que abarca esencialmente el
mismo espacio, puedes imaginar que podemos cultivar una cantidad
considerable de biomasa. Todo lo que tienes que hacer es mirar el bosque
y fácilmente puedes ver las toneladas de hojas de plantas, tallos, ramas y
troncos. Toda la materia orgánica leñosa se convierte en comida para un
actor muy importante en el ecosistema del bosque, los organismos
descomponedores, especialmente los hongos. La mayoría de los hongos no
contienen clorofila y por tanto no participan directamente de nuestro
sistema de recolección de luz solar. Sin embargo, son importantes ya que
pueden convertir en algo útil la materia orgánica leñosa que de otra manera
no sería utilizable. En el caso de un ecosistema agrícola bien diseñado,
desde luego nos concentraríamos en setas comestibles o medicinales y así
podríamos generar ingresos adicionales.
Así, considerando los estratos del bosque, se puede ver que es posible
crear un sencillo colector solar en tres dimensiones que acumula mucha
más luz solar de lo que hace la planta de maíz y puede convertir la energía
solar en al menos
Un borde natural del bosque como éste puede ser imitado a
discreción para conseguir máxima fotosíntesis y máxima utilidad.

trece cultivos diferentes mientras crecen sobre exactamente la


misma cantidad de superficie.

1+1=3
Mientras los agricultores se pasan largas horas durante la primavera
preparando los campos para plantar el maíz y las habas, usando una flota
de tractores, aplicadores de fertilizantes y rociadores de productos
químicos, todos consumidores de combustibles fósiles, los bosques en las
colinas no requieren nada de ese trabajo. Todas esas operaciones en los
campos representan trabajo realizado y gastos para el agricultor.
Frecuentemente, todo ese trabajo también implica la necesidad de
formalizar un crédito hipotecando la granja, para poder pagar los gastos
hasta la época de cosecha. Todos los pasos dados en la agricultura
anual, excepto la cosecha, no rinden económicamente. Para una
auténtica contabilidad de energía, restarías el valor calórico de todo ese
trabajo del valor calórico total de la cosecha, el cual también habría que
incluir como factor adicional en la contabilidad financiera.
Para imitar las capas de un bosque no se necesita un bosque.
Puedes poner varias filas de árboles con arbustos e intercalar
bandas de cultivos anuales.

Sin embargo, las colinas verdes con sus bosques verdes no requieren
de los insumos, gastos ni mano de obra utilizados en el campo de maíz. Si
alguien tuviera que interactuar con el bosque, sería sólo para cosechar,
para recolectar morchellas o cazar pavos, por ejemplo.
Una vez establecidos, los costes de insumos de un sistema perenne
de agricultura regenerativa se acercan a cero. De hecho, un diseño ideal
establecería que los insumos requeridos por un tipo de cultivo se
consiguen con la cosecha de otro. Un ejemplo sencillo de esto es el
control de malas hierbas. Este control en un campo de maíz anual se
logra a través de la aplicación de herbicidas o la roturación (desmenuzar
mecánicamente el suelo y arrancar las malas hierbas de raíz). El sistema
de control de malas hierbas en un sistema de cultivos leñosos
comestibles podría realizarse con una rotación de animales que pastan en
el sistema. Los animales comerían la mala hierba y constituiría una
forma eficiente de fertilizar la plantación con su excremento.
El control de plagas en los sistemas de agricultura regenerativa es el
mismo que en los sistemas naturales. En vez de utilizar insecticidas
tóxicos para el control de plagas (tanto los que tienen certificación
ecológica como las formulaciones químicas son tóxicos para los insectos
beneficiosos y dañinos) este nuevo hábitat más rico se convierte en el
hogar de aves insectívoras, insectos depredadores, murciélagos, anfibios,
pavos o quizás un averío de gallinas, que rotarían por la zona para
reducir las poblaciones de insectos. En los capítulos anteriores, espero
haber plasmado una imagen mental de la agricultura regenerativa. En los
próximos capítulos, entraré en profundidad del paso a paso de cómo
establecer una granja de agricultura regenerativa y cómo gestionarla.
Ahora bien, para poder imitar la naturaleza y los sistemas naturales más
de cerca con nuestra agricultura, necesitamos examinar estos sistemas
naturales en mayor detalle.
C APÍ T U LO 7
Los pasos hacia la Agricultura
Regenerativa
Para poder crear tu granja de agricultura regenerativa con éxito,
primero debes tener una comprensión básica del bioma en donde se
establecerá la granja. Definido de manera sencilla, un bioma es una
región del planeta compuesta por comunidades similares de plantas y
animales, patrones de pluviometría similares y tipos de suelo
relativamente similares. Si anduvieses observando las plantas y animales
de tu región, obtendrías una lista específica de la zona. Si vivieras en
Georgia (región costera de Estados Unidos), esperarías estar rodeado de
ciertos árboles y arbustos, que la temperatura o la humedad fuesen de
una manera particular a principios de verano en comparación con el final
del mismo, y que éstas fueran diferentes en invierno. Si fueses
transportado instantáneamente a Nuevo México (Estado del sur), te
darías cuenta de que estás en un lugar radicalmente diferente. El cambio
de biomas sería bastante diferente en este caso.

Aprender a conocer tu bioma


Los biomas se identifican por los patrones y las disposiciones
particulares de árboles, arbustos y hierbas, además se distinguen por los
tipos de especies de dichas plantas. Una especie de árboles creciendo
con bastante espacio entre ellos, con hierbas particulares, rodeado de
otro tipo de arbustos, puede definir un tipo de bioma, mientras que otro
bioma podría tener árboles muy próximos entre sí, creando así mucha
sombra, con otro tipo de arbustos y un tipo de hierba de otra especie
distinta. Los bosques de picea, abeto y pino del este de Ontario son
diferentes a los bosques de roble, nogal o pecan de Arkansas. Incluso dentro
del mismo Estado y región, la diferencia en biomas puede ser bastante
clara. Además de las especies particulares de un lugar, los biomas
también se definen por el camino de sucesión ecológica que ocurre en la
región. Se describió el concepto general de la sucesión en el capítulo 5,
pero los detalles de cada bioma son diferentes. Cada especie transita la
sucesión de su propia manera dependiendo de la región. Conocer tu
bioma es importante para que puedas escoger las especies específicas
para tu proyecto de agricultura regenerativa. Conocer tu bioma y las
especies que participan en el proceso sucesional de tu área te dará
mayores probabilidades de éxito.
Considéralo: si plantas árboles, arbustos, frutos del bosque,
enredaderas y forraje que crecerían de manera natural en tu región, ¿no
crees que tendrían mejor probabilidad de éxito que si cultivaras otras
plantas que no se adaptaran bien a la región? ¿Tendría más éxito
desarrollando una granja de cactus saguaro en la húmeda y nevada
península de Michigan, a que si lo desarrollara en el clima soleado y cálido
de Arizona?
¿Tendría éxito cultivando plátanos a 2.400 metros en las Montañas
Rocosas de Colorado? Si bien podríamos manipular el microclima y
construir instalaciones que nos permitirán cultivar plátanos en las
Montañas Rocosas (y hay quien lo hace), ¿no tendría mucho más sentido
cultivar en su lugar cultivos adaptados a esa zona, como el pino piñonero?
El cambio de un bioma al siguiente es bastante sutil y no existe una
indicación clara que defina dónde finaliza un bioma y empieza otro. Las
transiciones son graduales y a veces acentuadas. La forma de los
árboles puede ser diferente, o puede empezar a ser más seco. Las
plantas que antes dominaban justo al este, ahora se pueden encontrar
más espaciadas y otras plantas empiezan a dominar. Elcambio de biomas
entre la costa de Georgia y Nuevo México es obvio y evidente, aunque la
naturaleza es más sutil. La costa de Georgia es bastante diferente en
comparación con las colinas del norte, las cuales también son muy
distintas al suroeste del mismo Estado. El cambio se percibe cuando hay
cientos de kilómetros entremedio. Sin embargo, en las montañas de
Nuevo México el cambio puede incluso ocurrir dentro del espacio de
unos pocos metros. Las comunidades de plantas pueden cambiar
drásticamente con un cambio de elevación de sólo 300 metros.

Encuentra las especies rentables


Los árboles son el factor que prevalece en la mayoría de los biomas.
Siendo los miembros más grandes y más longevos de la comunidad de
plantas en cuestión, los árboles disponen del mayor tiempo para afectar
una zona. Cada año extraen nutrientes minerales de las zonas profundas de
la tierra y a través de la magia de la fotosíntesis, combinan esos nutrientes
minerales con el dióxido de carbono que inhalan desde la atmósfera. Ésta
y la tierra se combinan para crear masas de hojas que finalmente se
desechan y caen al suelo. La mayoría de los árboles en Norteamérica son
caducifolios y dejan caer sus hojas al suelo cada año sin falta. Allí,
organismos visibles y no-visibles procesan las hojas que luego son
colonizadas por hongos y moho hasta convertirse completamente en
compost, añadiendo sus nutrientes y carbono al suelo. Incluso los
perennifolios, la mayoría de los coníferos y algunos árboles de hoja caduca
en el Sur también desechan sus hojas, pero no todas cada temporada.
Sólo las hojas más viejas y menos eficaces caen, y esto suele hacerse
en primavera cuando empiezan a crecer nuevamente. Debajo del suelo,
los árboles cambian el ambiente debajo de la superficie de maneras
igualmente profundas. Las raíces de los árboles, empezando con las
raíces capilares, se abren camino entre las partículas del suelo y entre las
grietas en la misma roca madre. A medida que pasan los años y crecen las
raíces, éstas aplican una fuerza mecánica hidráulica sobre el suelo y las
rocas, generando una acción de elevación. Las raíces pueden incluso
inflarse y elevar el nivel del suelo. Puedes imaginar que las raíces en el
suelo son como un globo biológico que se llena con aire desde encima de la
superficie del suelo. Las raíces capilares más finas, mientras se inflan con
azúcares y fluidos fabricados durante el proceso de fotosíntesis,
serpentean y se introducen en cualquier espacio que encuentran entre
las partículas del suelo (piensa como si se introdujera la punta de un globo
en palomitas de maíz y se bombeara). Con el tiempo, usan estos mismos
azúcares para construir lignina y celulosa, vasos, esclereidas, xilema,
floema y otras estructuras. Dicha porción de la raíz se solidifica y se
establece firmemente en su ubicación. Mientras tanto, algunos de los
capilares de raíz sufren la ruptura de las paredes de sus células debido al
daño mecánico o el roer de miles de millones de criaturas microscópicas,
mueren en el proceso, soltando azúcares en la tierra. Como consecuencia,
hongos y bacterias microscópicas, nematodos y otros organismos se
acercan para alimentarse del festín azucarado. Cada uno de éstos, a su vez,
excreta sus propios desechos, convirtiéndose en fertilizante para el árbol.
Durante los años en que los árboles permanecen en su lugar, cambian
radicalmente las condiciones del suelo en donde viven. Con el tiempo,
ciertas especies de árbol llegan a dominar químicamente un lugar. El suelo
de la superficie, creado por las hojas que caen y las capas de hojas cada vez
más grandes, se sazona de esa especie de árbol (y cualquier especie que
también pueda tolerar o prosperar en esas condiciones nuevas). Algunos
árboles, como los de la familia Juglandaceae (los nogales negros, los
nogales americanos, las pecanas, etc.), desprenden sustancias químicas
llamadas juglonas que funcionan como herbicidas contra otras plantas.
No matan todas las plantas que los rodean, sin embargo, simplemente
excluyen las plantas que no son de su familia. Este cambio en la química
del suelo y en la vida de la tierra es uno de los factores que nos permite
distinguir las diferencias entre biomas. Alguien que haya estado cerca de
un roble antiguo ahora puede decir que comprende la química del suelo.
El suelo que rodea y se encuentra debajo de un roble de 300 años se ha
impregnado totalmente del carácter del roble con el tiempo. Las plantas a
las que no les gusta la tierra del roble no crecerán allí. Las especies más
grandes y dominantes son las que fijan las reglas del sitio.

Imita el sistema
Aprende sobre tu bioma y conoce los tipos de suelo, los patrones de
lluvia y qué tipo de árboles viven (o han vivido antes) en tu lugar, para que
puedas encajar en el sitio de la manera más eficaz posible. Vivas donde
vivas, y sea cual sea tu bioma, tendrás más éxito si imitas lo que estaba
allí. Se necesitaría un libro de miles de páginas para tratar cada bioma en
Norteamérica y para diseñar un sistema agrícola apropiado para cada
bioma y cada región. El trabajo de imitación de ecosistemas en agricultura
debe continuar y algún día se implementará un sistema agrícola propio de
cada bioma, completos con investigación continuada a nivel de doctorado.
Todavía no hemos llegado a ese nivel, pero el propósito de este libro es
empezar el debate y estimular más implementación, tras la cual llegará
más investigación.
Como ya se mencionó previamente, el bioma con la mayor extensión
en Norteamérica es la sabana. Fue y es el bioma que sostiene la mayor
cantidad de vida de mamíferos y es el bioma en el cual nosotros, los
humanos, nacimos como especie. El tipo de sabana más extendido en
Norteamérica es la sabana de robles. Cuando decidimos trasladarnos a
Wisconsin para establecer nuestra granja de agricultura regenerativa,
primero consultamos material de investigación que nos delineó con una
perspectiva general qué tipo de cultivos deberíamos plantar para tener
una auténtica restauración de la ecología, y una producción de alimentos
simultáneamente. En los varios artículos académicos y libros de
investigación ecológicos que leímos, descubrimos unas coincidencias
sorprendentes: aparecían una y otra vez las mismas especies en las
sabanas de roble.
Esta lista de especies (a continuación), ordenadas por altura, sería
una Piedra de Rosetta para descodificar los sistemas de agricultura
perenne en Norteamérica. Aquí tenemos un sistema natural perenne, la
sabana de roble, que se cuidó de manera natural durante millones de
años sin intervención humana, y nunca necesitó de insumos caros de
combustibles fósiles. Produce frutos secos y carne animal como alimento
básico y una gran variedad de vitaminas, minerales, antioxidantes y
mucho más. Si te preguntabas si el cambio climático ha alterado, con el
tiempo, la composición de las sabanas de roble, puedes estar tranquilo.
La evidencia muestra que las actuales especies que componen la sabana
de roble en Norteamérica han desaparecido y vuelto a aparecer durante
no menos de cuatro glaciaciones distintas.
Elige variedades productivas
Hubo, y sigue habiendo, un gran número de plantas típicos de la
sabana de roble que no están incluidos en la lista anterior, y muchos
tienen propiedades comestibles, de fibra, medicinales, u otras
comerciales que, por supuesto, encajarían bien en una granja de
agricultura regenerativa. Algunas de las especies no incluidas, como
la rosa silvestre o la acacia de tres espinas, tienen fruta comestible,
pero ninguna tiene mercados masivos sencillos y fácilmente
accesibles para ser aprovechadas. Una de las claves de éxito de una
granja de agricultura regenerativa es cultivar productos reconocidos
que puedan comercializarse. Preferiblemente, estos productos
deberían tener mercados grandes y bastante consistentes. Mi enfoque
se ha basado sobre los alimentos básicos, y lo verás reflejado en todo
lo que presento en este libro, pero es posible producir muchos otros
tipos de productos en una granja de agricultura regenerativa.
Las sabanas de roble “naturales” de finales del período
Pleistoceno/principios del periodo Holoceno contenían exactamente
las mismas especies que vemos hoy en día en toda Norteamérica.
Algunas de las plantas más históricas incluso pueden haber sido
testigos de los paseos del mastodonte, y posiblemente hayan sido
mordisqueadas por los gliptodontes (grandes animales semejantes a
los armadillos). Sin embargo, estas especies presentes en la sabana
silvestre no eran necesariamente las que producían el mayor número
de semillas para el consumo. Los plantones silvestres están
programados para la supervivencia individual y para perpetuar la
especie, lo cual no siempre significa producir el máximo número de
frutos secos o la fruta más grande para el consumo humano. Los
robles y los manzanos son excelentes ejemplos de esto. La fruta del
manzano silvestre es pequeña, algunas no más grandes que la uña de
la mano. He probado la fruta de cientos de manzanos silvestres y, casi
sin excepción, la fruta es muy amarga y suele ser bastante
astringente. Ser pequeño y amargo realmente no hace que las
manzanas silvestres sean una fuente de alimento del agrado de los
humanos, por lo cual no sorprende que la manzana silvestre fuera una
parte menor de la dieta de los norteamericanos de antaño.
Los robles exhiben una característica reproductiva conocida en
inglés como masting, dado que se reproducen abundantemente y luego
de manera intermitente o sincronizada. Los árboles que se reproducen
de esta manera suelen tener poco o ningún fruto durante varios años
seguidos, y luego un año de cosechas considerables. Esto tendría
sentido en un contexto silvestre. Durante la mayoría de los años, si los
árboles producen pocas semillas, las comen las ardillas, los ratones o
las urracas azules. Esto mantiene poblaciones bajas de depredadores
de frutos secos y semillas. Luego “repentinamente”, cuando los
árboles producen una cantidad de semillas tan abundante que
sobrepasa la capacidad del roedor de comerlas todas, algunas semillas
acabarán estableciéndose. Durante el año de producción sincrónica,
muchas semillas se quedarán en el suelo, germinando y enraizando en
el suelo, a menudo pocas semanas después de caerse del árbol. Otras
semillas que sobran son enterradas por las ardillas o “almacenadas”
hasta la primavera siguiente. Aquellos árboles con fruta pequeña y
amarga, y los que producen frutos secos grandes, y ricos en proteína
y aceite, aunque fuera esporádicamente, eran muy importantes para
los nómadas cazadores-recolectores que seguían sus fuentes de
comida de un lugar a otro. Hoy en día, con nuestros extrarradios,
autopistas, propiedades privadas y granjas productivas, estas
cosechas intermitentes no funcionarían como una fuente de alimento
para los humanos.
Éstas no son características que queremos en un cultivo para la
alimentación básica. La agricultura cultura, el principal modo en que
se alimenta la humanidad, necesita plantas que produzcan enormes
rendimientos en cada estación y desde una edad muy temprana.
Con la agricultura regenerativa, no estamos creando
necesariamente una restauración de la sabana en el sentido literal. El
trabajo de regeneración es importante para la salud y el bienestar
general del planeta y debe hacerse, pero para el propósito de este
trabajo, no estamos hablando de la restauración según el uso común
de la palabra. En vez de restaurar las sabanas desgastadas a su
estado históricamente puro, la tierra que regeneramos es agrícola, es
decir, tierra que ha sido arada durante siglos. Lo que buscamos es
diseñar un sistema agrícola que imita la sabana en su estructura
(estructura vertical y distribución espacial), sus especies (con
reemplazos cultivables), y con una función ecológica. Para cada
especie en el sistema original, usaremos plantas más domesticadas;
las cuales han sido seleccionadas durante años para producir
rendimientos mejores en cada año. Sustituiremos las variedades de las
especies en cuestión con otras de rendimientos superiores, y
elegiremos qué especies plantar en mayores cantidades, dependiendo
de los mercados que estén disponibles, o según nuestras preferencias
personales. A continuación, se explicará cómo se realizará esto.

Fagaceae: Los robles, las hayas, y los castaños


Antes mencionamos los robles y algunos de los problemas
provocados por su uso como fuente de alimento básico para los seres
humanos. Las bellotas son frutos secos grandes y ricos en calorías.
Contienen grandes cantidades de proteína y minerales y en un 50-70 por
ciento están compuestas por aceite, el cual puede prensarse y usarse
como un ingrediente alimentario en la industria del procesado, ya sea para
cocinar o como combustible. España e Italia tienen una industria y
tradición culinaria en la que se ceba a los cerdos con bellotas. Sus
jamones, curados en sal y secados al aire, son el jamón ibérico y el prosciutto
respectivamente. La misma tradición también existía en la Appalachia de
América del Norte, y después de haber casi desaparecido, la práctica se
está recuperando nuevamente. En los tiempos de mi bisabuelo, los cerdos se
soltaban en los bosques para que se cebasen con bellotas, pacanas y
hayucos. Los cerdos volvían a la granja al agotarse los frutos secos y,
hambrientos, buscaban maíz. Hoy en día, para cubrir una alta demanda
de carne de cerdo, necesaria para alimentar a millones de
norteamericanos, esas prácticas de pastar serían muy destructivas para
los bosques que nos quedan. Los cerdos cavarían la tierra, destrozarían
los plantones del bosque, causando numerosas perturbaciones.
Soltar a los cerdos en los bosques para que se alimenten por su cuenta
no es agricultura regenerativa. Diseñar y plantar intencionalmente unos
pastos ligeramente cubiertos de bosques, dominadas por especies de
forraje para cerdos, y luego utilizar rotaciones intensivas para pastar
(usando cerdos con anillos en la nariz para evitar que caven en los pastos)
cumple con las prácticas de la silvopastura (la combinación de árboles y
animales que pastan en conjunto). Se hablará más de las técnicas de
agrosilvicultura, como la silvopastura, más adelante en este libro.
Hoy en día, los productores de cerdos belloteros frecuentemente
cosechan su propio pienso (bellotas) o se lo compran a recolectores.
Piensa en cuantas toneladas de bellotas caen todos los años en los
millones de hectáreas s i n utilizar del Programa de Conservación de
Reservas (PCR) en los Estados Unidos. La recolección de bellotas incluso
podría considerarse un servicio público en algunos lugares. Estoy seguro
de que los departamentos de obras públicas en muchas ciudades estarían
más que contentos de deshacerse de las bellotas que se acumulan en sus
parques públicos, ya que se consideran un riesgo para la seguridad
pública. Qué distinto sería el mundo si la gente se diera cuenta que las
bellotas son una fuente de nutrición increíble. Incluso mejor sería que
pudiésemos comprar esas bellotas y convertirlas en aceite de ensalada,
tortillas, barras de granola o tocino.
Las bellotas son excelentes como pienso para los cerdos o las aves, pero
debido a su patrón irregular de reproducción, el granjero debería que tener
un número de proveedores en varias regiones del país para asegurarse
un suministro continuado. Puede que esto no estimule la creación de
sistemas de agricultura regenerativa; sino meramente cree una demanda
para una mayor eficiencia de recursos, en este caso con las bellotas.
Lo mismo se puede decir del haya, otro miembro de la familia de las
Fagaceae. Hasta el momento de escribir este libro, no conozco personas
que críen cerdos con hayucos. De hecho, no hay ninguna razón que nos
impida hacerlo. Sin embargo, existen los mismos problemas para los
hayucos que con las bellotas. Las hayas también tienen la característica
del masting, por la cual no dan una cosecha cada año sino intermitente y,
por tanto, el ganadero tendría que proveerse de una producción sobre
una superficie amplia para asegurarse un suministro regular. No
obstante, hay un miembro de la familia Fagaceae que da fruto todos los
años y con rendimientos altos (hasta más de dos toneladas por
hectárea). Además, lo hace desde una edad temprana. El árbol al que
nos referimos es el castaño.
A la hora de hablar de estos árboles en Norteamérica, es
absolutamente necesario mencionar al histórico castaño americano.
Desde la era del hielo hasta principios del siglo XX, el castaño
americano era el árbol dominante y más extendido en el este de los
Estados Unidos. Algunas personas calculan que éste representaba casi el
30 por ciento de toda la biomasa de los bosques al este del país. Por ese
motivo se ha llamado a este árbol la “secuoya oriental”, y casi también se
podría haber llamado el “árbol de la vida”, debido a todos los beneficios
que proporcionaba. Los especímenes más viejos llegaban a una altura de
60 metros. Su madera era ligera, fuerte y extremadamente resistente a la
descomposición. La corteza tenía un contenido extremadamente alto en
ácido tánico y fue usada en la industria del curtido para preservar el cuero
hasta los años 30. Cada otoño, desde el norte de Florida hasta el centro
de Maine, y llegando por el oeste incluso hasta el río Misisipi, los
castaños americanos daban miles de toneladas de pequeñas castañas
dulces para alimentar al hombre y a los animales.
A diferencia de otros frutos secos, la castaña no tiene un alto
contenido de aceite. De hecho, son nutritivamente más similares al arroz
integral que a cualquier otro fruto seco (como las nueces, almendras y
bellotas).
Todo iba bien hasta que a principios del siglo XX se incrementó la
frecuencia de los viajes internacionales, y se introdujo en Norteamérica
de manera accidental un hongo. Fue en el verano de 1904, cuando
Hermann Merkel, Jefe de Arboricultura del Parque Zoológico de Nueva
York (luego llamado el “Bronx Zoo”), descubrió el primer ejemplar de lo
que ahora se conoce como “chancro del castaño.” Esta enfermedad
fúngica, que cambió de nombre al menos una vez de Endothia parasítica
a Cryphonectria parasítica, se originó en China y fue transportada a los
Estados Unidos en especímenes de castaños chinos naturalmente
inmunes, llegando a extenderse como una pandemia biológica. Algunos
sostienen que debido a las prácticas de gestión adoptadas en varios
Estados y por el gobierno federal, no se hizo nada para frenar la
propagación de la enfermedad, y que incluso pudieron haber contribuido al
declive del castaño americano.
En Pennsylvania durante el año 1911, se hizo ley una política de tala
masiva de los castaños, cuyo efecto provocó la eliminación casi completa
del castaño en un período de dos décadas. Esto provocó un mayor
transporte de árboles, a mayor velocidad, contribuyendo a que se
propagara la enfermedad fúngica de manera más rápida. A su vez, el
hecho de que el hongo del chancro viviera sobre los robles y sobreviviera
en el suelo, o que colgara como esporas en el aire, también aceleró el final
del castaño americano. Pensándolo bien, se podría decir que eliminar
todos los castaños para prevenir la propagación del chancro es el
equivalente a matar a todos los pacientes de una clínica para evitar que se
extienda una gripe.
En esencia, la erradicación del castaño americano a manos de la
industria maderera impidió la posibilidad de conocer aquellas variedades
del árbol resistentes a la enfermedad. Si un árbol hubiera mostrado
resistencia al chancro, nadie lo habría sabido porque habría sido talado y
añadido a la leñera. Puede que el castaño americano de antaño haya
desaparecido para siempre, pero no los castaños per se. Incluso la
genética de los castaños americanos pervive hoy. Más de mil castaños
americanos puros sobreviven al oeste de las Montañas Rocosas donde
evidentemente aún no ha llegado el chancro, y su genética permanece
de manera bastante segura junto a los castaños europeos y, especialmente,
a los castaños híbridos chinos (creados para preservar la genética del
castaño americano). La American Chesnut Foundation de
Meadowview, Virginia, ha llegado, teóricamente, a una fase en la
fitomejora de castaños en la que su castaño es un cruce entre el castaño
chino y americano: 98 por ciento americano y solamente 2 por ciento
chino (otorgándole el factor de resistencia al chancro). Sin embargo, son
pocos los ejemplares que tienen y la Fundación considera que aún están
en una fase experimental y de investigación. A su vez, este castaño no
puede ser considerado una fuente de castañas americanas fiables para el
consumo humano.
Como ya se ha mencionado previamente, el castaño americano era
un árbol extremadamente alto y tuvo una extensión natural desde el
norte de Florida hasta el centro de Maine. Obviamente, éste se había
adaptado a cada lugar y mostraba muchas variaciones y diferencias
sutiles. A su vez, se han plantado castaños americanos incluso más al
norte que esta zona, y han demostrado aguantar el frío de hasta 45ºC
bajo cero (Zona 2 de resistencia a las heladas del USDA). Éste no es el
caso del castaño chino. La mayoría de los castaños chinos sólo resisten
el frío hasta temperaturas de 28ºC bajo cero (Zona 4 de resistencia a las
heladas del USDA).
Además de la diferencia en resistencia al frío, el castaño chino tolera
suelos menos ácidos que el castaño americano, y es un árbol más
pequeño, llegando a alturas de solamente 9-15 metros. Lo más importante
es que los castaños chinos son casi completamente resistentes al chancro
del castaño.
Esta resistencia al chancro brinda numerosas oportunidades a los
agricultores regenerativos. Para los que viven dentro de las zonas de
resistencia frío 4-8 del USDA, el castaño chino es la elección perfecta y
está muy disponible. Hay grandes mercados para estas castañas y, ya que
los árboles tardan algún tiempo en desarrollarse, será casi imposible que
la oferta sature los mercados, los cuales incluso se están haciendo cada
vez más grandes. Las importaciones a los Estados Unidos sobrepasan las
4.000 toneladas métricas al año se incrementan cada año. Sería una
tarea casi imposible plantar suficientes castaños para reemplazar
estas importaciones, e incluso si ocurriera eso, el mercado para estos
productos seguiría creciendo. A medida que sigan aumentando los costes
de los combustibles fósiles, cultivar un ingrediente industrial en una
planta perenne (el equivalente a millones de hectáreas de maíz), se hará
cada vez más económico. Cuando los costes de plantación y
establecimiento se conviertan en algo del pasado, el cultivador potencial
de castañas puede experimentar beneficios solamente con reducir el
coste de producción.
No todos aquellos que viven dentro de la región de la sabana de robles
viven dentro del clima de las zonas 4-8 de resistencia del USDA. En el
suroeste de Wisconsin, sede de la agricultura regenerativa experimental
de New Forest Farm, el mapa de zonas de resistencia al frío del USDA no
siempre queda claro, y la temperatura real no siempre hace caso a lo que
dice el mapa del USDA. En 1888, por ejemplo, hubo un invierno sin
nieve y con un frío que rompió las marcas. Murieron congelados todos
los manzanos conocidos en el lugar. Durante el invierno de 1995-96, se
registraron temperaturas de 46ºC bajo cero en varios pueblos del suroeste
de Wisconsin, lo cual provocó una gran desilusión en aquellos agricultores
que contaban con el resurgir de sus plantas perennes de zona 4 en
primavera (que no llegó).
Puede que el castaño chino sobreviva en esta parte del país la
mayoría de los años, pero cuando toque un invierno que lo ponga a
prueba, un gran porcentaje de ellos quedarán congelados. De los miles de
castaños chinos que se han plantado en New Forest Farm en los últimos
15 años, sólo dos dan fruto. En lugares más fríos que la zona 4, el castaño
chino no es fiable para cosechas abundantes regularmente.
El castaño americano tampoco es una apuesta segura. Aunque resista
el frío extremo, acabará sufriendo del chancro del castaño, incluso
aunque no haya castaños en tu zona (o a cientos de kilómetros a la
redonda). El chancro los ‘encontrará’ y la mayoría de los árboles lo
padecerá antes de llegar a producir castañas. No obstante, algunos darán
fruto y otros echarán polen.
En los climas donde hace demasiado frío para el castaño chino, pueden
usarse los híbridos (cruces) de castaños americanos y chinos. Hay un
número de fuentes de castaños híbridos, todos con polinización abierta y,
hasta el momento, ninguno de ellos está patentando. Puedes cultivarlos,
guardar la semilla y cultivar la generación siguiente.
Al cultivar castaños híbridos, habrá bastante variación en tamaño,
vigor, forma, resistencia al chancro y al frío. Si plantas castañas híbridos,
algunos se congelarán cada año, y eso está bien. Esos no interesan de todas
maneras, porque no tienen suficiente resistencia al frío. Otros sufrirán el
chancro y eso también está bien, porque no interesan los que sufren el
chancro.

La megafauna después de la glaciación (el mastodonte, el


perezoso gigante, las jirafas, los armadillos gigantes etc.)
prosperó con exactamente los mismos sistemas de plantas que
nos acompañan hoy en día.

Nos interesan aquellos que tienen ambas características: resistencia


al frío y al chancro. Estos son los que sobrevivirán y producirán.
La American Chestnut Foundation está realizando fitomejoras
específicas para un tipo de castaño americano que resista el chancro. El
agricultor regenerativo no es tan purista. Lo que quiere un agricultor de un
cultivo es su rendimiento. En New Forest Farm buscamos castaños con alto
rendimiento. Tener árboles rectos y altos para dar madera que se parezcan
a los castaños americanos puros estaría bien, pero no es esencial. Nuestro
propósito es cultivar toneladas de alimento para el consumo básico. Si no
vendemos nuestras castañas directamente para el consumo humano,
entonces nuestro ganado las comerá. A mayor densidad del ganado,
hacen falta castaños con mayor rendimiento.

El retorno del castaño americano que casi llegó a extinguirse


da testimonio de la habilidad de los seres humanos como una
fuerza para lograr un desarrollo beneficioso de los ecosistemas.

En la mayoría de las plantaciones de agricultura regenerativa


similares a la sabana de roble que conozco, el castaño es el miembro de la
familia Fagaceae que se usa como elemento central y motor químico y
biológico del lugar. Se pueden cosechar las castañas de manera
mecánica usando equipos típicos de la industria de barrido de frutos
secos, y varias empresas y cooperativas de procesado básico se han
establecido en muchas regiones del país para completar el ciclo de
producción. Siendo altas en carbohidratos y contenido bajo en aceite, las
castañas son el cultivo perfecto para la alimentación básica. Una vez se
han secado, pueden almacenarse casi indefinidamente. Pueden molerse
para hacer harina y fabricar tallarines. Al igual que el maíz, también puede
ser un excelente ingrediente industrial para procesar alimentos. En
cualquier proceso en el cual se use maíz como un ingrediente industrial
(galletas saladas, patatas fritas, galletas dulces, suplementos vitamínicos,
entre otros), se puede hacer lo mismo con la castaña. Además, siendo el
castaño un árbol perenne y longevo, producirá ese ingrediente durante miles
de años. Una vez se hayan establecido los castaños y den fruto, el coste de
producción por unidad de energía de carbohidrato seguirá bajando año tras
año. Al contrario, los cultivos anuales siempre supondrán un coste de
plantación.
Híbridos del castaño chino y americano en flor: las
estructuras largas son las inflorescencias que portan polen y las
estructuras redondas en su base son los receptores sin polinizar.

Malus (manzanos)
Entiendo que usar bellotas para alimentarnos a las personas o a los
animales pueda parecerles excesivo a algunos en Norteamérica, o
también que muchas personas no habrán oído hablar de los hayucos y
que suelan pensar en las castañas cuando se cantan villancicos en
Navidad y se asan en la chimenea. Pero usar manzanas como alimento
es un asunto totalmente diferente. Todo el mundo conoce las manzanas.
¿Puedes adivinar lo que podemos usar en la agricultura regenerativa
para sustituir a las manzanas silvestres (las cuales estarían presentes en
una sabana natural de roble)? Sí, podemos utilizar la manzana doméstica
común, Malus doméstica. Sin embargo, el modo en que la usamos en la
agricultura regenerativa puede variar considerablemente. Hay mucho
escrito sobre los huertos de manzanos y sobra la información sobre cómo
cultivar manzanas con métodos químicos o ecológicos. Si cultivar
manzanas USDA Grado A es una de tus metas, entonces aprende todo
lo que puedas y, si vives en el lado húmedo del este de Estados Unidos, te
deseo suerte. No es el camino que yo he escogido y no está basado en la
realidad ecológica.
Sea químico o ecológico, aquel que planta cualquier cultivo -
especialmente uno alimenticio - y elige controlar las plagas y
enfermedades usando insumos está condenado al fracaso. Las plagas y
enfermedades que sobreviven a nuestros ataques venenosos son las
que han desarrollado algún tipo de inmunidad genética. A su vez,
transmiten esa inmunidad de generación en generación y al final toda
la población se hace resistente a nuestros rociados. Un ejemplo clásico
de esto es la “batalla” contra una enfermedad fúngica llamada sarna
del manzano (Venturia inaequalis). La sarna del manzano es
responsable de crear lesiones marrones en las hojas del manzano y en
la fruta, afectando el crecimiento y rendimiento del árbol. Las lesiones
sobre la fruta pueden parecerse a la costra en una rodilla herida, dando lugar
a su nombre en inglés (‘apple scab’). Durante algunos años, las condiciones
climáticas propicias para el desarrollo de la sarna (tiempo frío y húmedo en
primavera) no se daban y la sarna difícilmente aparecía. En otros años, la
sarna podía hacer que la fruta se partiera, tuviera una costra marrón, e
incluso defoliara el árbol entero. He visto variedades de árboles en huertos
frutales abandonados, sensibles a la sarna completamente defoliados
durante varias temporadas seguidas, acabando con la vida de los
árboles. La Purdue University ha estado realizando investigaciones para
combatir la sarna y, se ha concluido que el uso de fungicidas en los
últimos 100 años ha hecho que la sarna de manzana sea hoy inmune a
las cuatro categorías principales de fungicidas. ¿Cómo podemos cultivar
manzanas si la sarna de la manzana se convierte en el equivalente de
las enfermedades que rondan los hospitales modernos y son inmunes a
los antibióticos? Parece como si las instituciones de la investigación, la
industria alimentaria y la agricultura están armando la guerra e
intentando convencernos de luchar con ellos codo con codo. El enfoque
ecológico no difiere. Se siguen combatiendo las plagas y enfermedades
con pulverizaciones, aunque los agricultores orgánicos utilicen productos
diferentes. Un axioma particular de la permacultura citada hoy en día,
pero no siempre comprendida, es que “el problema es la solución”. Esto
también se aplica a todos los cultivos en los sistemas de agricultura
regenerativa, pero especialmente a las manzanas y a la otra fruta que
pretendemos incluir en el sistema. La “presión de selección” es un
término usado para incluir cualquier otra causa que reduzca el éxito
reproductivo de un organismo que tenga una característica particular. En
el caso de la sarna del manzano, los fungicidas reducen el éxito reproductivo
de los organismos individuales de la sarna susceptibles a ese fungicida.
Sin embargo, algunos organismos lo resisten. Serán los únicos individuos
de sarna en esa población que conseguirán reproducirse. Con el tiempo, la
resistencia al fungicida se extiende por toda la población del manzano con
sarna, hasta que las únicas esporas fúngicas que flotan en el aire ahora
resisten el fungicida usado.
La respuesta típica del agricultor y de la industria en los últimos 100
años ha sido cambiar de fungicidas. Cuando ocurre esto, el proceso se
repite y, al final, las especies supervivientes serán resistentes a dos
fungicidas. Es una batalla perdida. Los investigadores de la Purdue
University han demostrado que un 15 por ciento de las poblaciones de
sarna que existen ahora son inmunes a todos los fungicidas conocidos.
Hemos creado este problema, pero el mismo proceso que usamos para
crear el problema puede usarse para crear la solución.
En un sistema de agricultura regenerativa, empezamos eligiendo
variedades conocidas por su resistencia a las plagas. Además, no
rociamos para matar plagas y enfermedades. En los sistemas de
agricultura regenerativa usaremos el poder de la reproducción sexual para
conseguir plantas comestibles resistentes a las plagas y enfermedades, en
vez de plagas inmunes a fungicidas. Trataré este tema con mayor detalle en
el capítulo 16.
Si no crees que podemos cultivar fruta de calidad de manera
económica y sin usar pulverizaciones, no te preocupes. No intentaré
convencerte. Lo que sí haré es describir la técnica para que entiendas de
dónde viene y por qué funciona.
Los seres humanos han cultivado y comido la manzana doméstica
durante miles de años. Si alguna vez has visto la fruta en mal estado, y
llena de gusanos en un huerto abandonado, tendrás una idea de por qué
nos han dicho que es necesario usar sprays. La fruta en esos árboles
apenas parece una fuente de alimento. Sin embargo, en los viejos
tiempos, se consideraban una parte esencial de la dieta humana.
Me crié en el condado manzanero de Massachusetts. La casa de mi
infancia estaba a sólo 2 kilómetros de Leominster, donde nació John
Chapman, mejor conocido como “Johnny Appleseed”. Cuando yo era
joven, esta zona del centro norte de Massachusetts fue la sede de una
prospera industria frutera. De niño, trabajaba para William Flint de Apple
Lane en Lancaster. Le llamábamos el Viejo Sr. Flint y tan viejo era que
incluso ése era su apodo cuando mi padre era un chaval. El Viejo Sr. Flint
había gestionado la granja y los huertos de Apple Lane desde 1939.
Además de ordeñar veinte vacas a mano, había trabajado en la fundición
toda su vida. Andaba lentamente y estaba encorvado de tantos años de
trabajo duro. El Viejo Sr. Flint cultivaba manzanas para que la gente las
comiese, aunque él las cultivaba para hacer zumo. Se fundó y comenzó a
operar la Veryfine Juice Company en Littleton, Massachusetts, a apenas
30 kilómetros de distancia del huerto de Apple Lane. El Viejo Sr. Flint
cultivaba fruta para Veryfine de una manera específica cuando yo era
joven, pero me contó que “en los viejos tiempos”, la cultivaba de otra
manera, la cual aún permanecía viva en su memoria. Me contó que en los
viejos tiempos no habían sprays. Él no los había utilizado hasta después
de la Segunda Guerra Mundial, cuando había una sobreoferta de
pulverizadores militares baratos, fabricados en la planta química de Dow
a 10 kilómetros.
En esa época, se hacía una poda mínima de los árboles. Me dijo que
a fina- les del invierno se podaban los árboles para crear espacios entre
las ramas de manera que “un petirrojo pudiera volar entre ellos sin que
tocasen sus alas”. Sin embargo, “si puedes tirar un gato por el espacio sin
que se enganche en una rama, entonces has cortado demasiado”. Ese fue
el único consejo de poda que me dio mientras me observaba desde su
asiento en el carro que llevaba detrás de su viejo tractor rojo y gris Ford
9N.
Todos los árboles en aquel tiempo eran árboles de tamaño estándar,
no los árboles enanos y semi-enanos de hoy en día. Después de varios
años de protección espantando ciervos con perros y escopeta para que
los árboles jóvenes tuviesen la oportunidad de crecer, los dejaban sin
protección y los ciervos hacían la poda comiendo las hojas más bajas
hasta un metro y medio por encima del suelo.
En primavera, las vacas del Viejo Sr. Flint pastaban en el huerto,
comiendo las hojas caídas del otoño pasado, cortando la hierba verde y
fresca, y dando una dosis de fertilizante a todo el huerto. Después, el
ganado se rotaba fuera del huerto. Ésta era la clave del Sr. Flint en su
plan para controlar la sarna del manzano. Las hojas de manzana del año
anterior, infectadas con la lesión de la sarna, acechaban en el suelo del
huerto, esperando las condiciones adecuadas para reproducirse y
extenderse. En efecto, estas esperaban que la temperatura y la humedad
fueran adecuadas y así, eclosionaría la sarna con la primera gota de
lluvia. Dejar al ganado comer las hojas del otoño anterior eliminaba una
porción significativa de infecciones potenciales. Al crecer las ramas más
bajas a la altura de un metro y medio, gracias a los ‘servicios gratuitos’ de
los ciervos, la probabilidad de que las esporas de la sarna del manzano
encontrasen un tierno brote de manzana cerca se reducirían
significativamente. Además de este estilo de gestión de salud de la planta,
los sistemas de agricultura regenerativa también promocionan un denso
sotobosque de plantas comercializables, las cuales pueden actuar como
atrapa-esporas.
En otoño, los viejos hortelanos de manzana para zumo esperaban
hasta que un 50 por ciento de la fruta se cayera al suelo. La primera fruta
que cae del árbol es la más dañada por las plagas y/o enfermedades. Una
vez que la mitad de la fruta ya se había caído al suelo, se cosechaba aquella
que permanecía en el árbol. Una de las responsabilidades del recolector era
inspeccionar cada manzana en el momento de cosecharla. Si había
evidencia de daños por insectos, el recolector sencillamente tiraba la
manzana al suelo.
Si tu meta es cultivar manzanas de mesa de categoría A,
entonces te animo a aprender todo lo que puedas sobre los
huertos frutales y ¡te deseo suerte!

En la mayoría de los casos, esto hacía innecesario un almacén de


embalado con cintas transportadoras y mesas de selección para separar la
fruta buena de la mala. En esa época, la criba la hacían las personas al
recolectar la fruta y sólo se cosechaba la mejor.
Antaño, las manzanas para uso doméstico o para vender en el
mercado se seleccionaban del flujo de fruta sana durante el proceso de
prensado. Recuerda que antes del siglo XX, no existía la refrigeración en la
mayoría de los huertos de manzanos. La única vez que se podía conseguir
beber zumo fresco de manzana era directamente al salir del prensado.
Una parte se almacenaba en la fresquera encima del manantial, aunque
tenía pocos días de vida útil como la “sidra dulce” (la versión no
alcohólica). La mayoría del zumo de manzana recién exprimido se
fermentaba. El zumo de manzana fermentado rápidamente con oxígeno
se infecta de la bacteria acetobacter, el cual vive en el intestino de las
moscas de fruta. Prolifera en presencia del oxígeno y acaba convirtiendo el
zumo fresco en vinagre. Esto era perfecto para la época previa a la
refrigeración porque se usaba el vinagre para conservar de todo, desde
judías verdes hasta la remolacha.
La mayoría del zumo de manzana se utilizaba para producir sidra (la
versión alcohólica). En todo el mundo, salvo en los Estados Unidos y
Canadá, la palabra sidra se refiere al zumo de manzana fermentado
(alcohólico). La sidra era la principal bebida alcohólica en Norteamérica
en los tiempos coloniales, cuando los colonizadores europeos cosecharon
manzanas por primera vez. “Hard cider” (sidra fuerte), como solemos
llamar la versión alcohólica hoy en día, fue un gran regalo para la
humanidad. Se podía almacenar casi indefinidamente y aportaba alegría
en la era de la agricultura de subsistencia apenas mecanizada.
Una vez acabada la cosecha, el hortelano soltaba los cerdos para
que se comiesen las manzanas del suelo. Imagina la alegría desatada de
los cerdos contentos comiendo/cosechando toneladas de manzanas.
Recordemos que los cerdos quitan ciertas larvas de plagas,
enfermedades y esporas del sistema antes de convertirse en beicon y
chuletas. Desde luego, las chuletas de cerdo son mi forma favorita de
gestión de plagas en el huerto.

Corylus (avellanas)
Es realmente increíble que un fruto como la avellana, de la que
disfrutan tantas personas de tantas maneras distintas (sola como
tentempié, espolvoreada encima de tartas o galletas, como aroma en
cafés y especialmente en esa combinación celestial de pasta de chocolate
con avellana), sea tan desconocida como planta silvestre. La avellana
americana (Corylus americana), y su ‘prima norteña’ afín a la humedad,
la avellana picuda (Corylus cornuta), son dos de las plantas silvestres
nativas más olvidadas. Durante la temporada de crecimiento, las cubren
un manto de hojas verdes redondeadas y se esconden bien al ser un
arbusto verde anónimo. Sus frutos son escasos, generalmente pocos, y
están escondidos bajo las ramas colgantes, con frutos solos o de dos en
dos.
La planta también es increíble por encontrarse en casi toda la región del
bioma de la sabana de roble. La avellana crece desde las provincias
marítimas de la costa este de Canadá, hasta el este de Texas y hasta el sur de
Oklahoma, con una altitud de 2.438 metros en la cordillera de las Rocosas de
Colorado en el oeste, y también crecen un poco antes de llegar a la Bahía de
Hudson en el centro de Manitoba en el norte del país.
A finales del Pleistoceno/principios del Holoceno, el abundante follaje
para ramoneo y los frutos ricos en aceite y proteínas eran alimentos
básicos para las manadas de mastodontes que poblaban las sabanas de
Norteamérica. El grano de avellana tiene entre un 50 y un 75 por ciento
de aceite por peso. El aceite de avellana se compone principalmente de
grasas mono-insaturadas y poliinsaturadas con un alto contenido de
vitamina E (un poquito menos de lo que contiene el aceite de almendra).
Casi el 15 por ciento del grano de avellana es proteína. Las avellanas son
un alimento de alto contenido energético que aumenta la masa muscular.
Cuando se prensa el grano para extraer aceite (utilizado como un aliño
delicioso con sabor a fruto seco en las ensaladas), la harina que queda es
un concentrado que llega a tener un 30 por ciento de proteína. Las
avellanas son un excelente alimento básico, tanto hoy en día como para
el futuro. Como lo es la soja hoy, la avellana podría convertirse en una
excelente materia prima para biocombustibles, biodiesel o aceite vegetal
para hacer funcionar nuestros motores de combustión interna. Esto
puede parecer un comentario casual y especulativo, pero no es así. De
hecho, la Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa
(DARPA, por sus siglas en inglés) lleva bastante tiempo financiando
investigaciones sobre diferentes materias primas para biocombustibles.
Fue DARPA la agencia que financió el estudio de la Universidad de
Wisconsin cuyo resultado demostró que la avellana americana es la planta
perenne que produce la mayor cantidad de aceite por hectárea en
Norteamérica. Los fondos de DARPA también pagaron un análisis
exhaustivo sobre el aceite de avellana americana en pos de determinar si es
apto como biocombustible. Creo que, si el Departamento de Defensa
considera las avellanas como materia prima para biocombustibles,
probablemente no están perdiendo el tiempo. La industria militar
representa un enorme mercado a futuro para las avellanas cultivadas en
sistemas de agricultura regenerativa.
Hay quienes se oponen a la producción de cultivos comestibles
c omo combustibles con el argumento de que hacerlo supondría que el
cultivo compita con el mercado alimentario. Puede que éste sea el caso con
el etanol de trigo, donde las compañías de combustible se han convertido
en compradores competitivos del trigo, mientras que nuevos cultivos de
plantas leñosas aparecen como superficies agrícolas adicionales que no
existían antes. Cuando se planta en tierras agrícolas abandonadas,
terrenos inclinados o tierra marginal con sistemas de agricultura
regenerativa, éstas se convierten en superficie adicional que incrementa el
suministro actual de alimentos. Ya que las avellanas americanas no han
formado parte de la cadena alimentaria humana en la era de la
industrialización, quemar su aceite como combustible no representa
ninguna pérdida para las fuentes de alimentación humana. Las plantaciones
nuevas de avellanas se pueden considerar inmediatamente como cultivos
multipropósito. Una vez se hayan cosechado y secado hasta un nivel
adecuado de humedad relativa (aproximadamente 6 por ciento), las
avellanas pueden almacenarse durante años usando las tecnologías que
ya existen para grano y frutos secos. En los almacenes, se pueden
clasificar los frutos por tamaño y aspecto de cáscara, y se venden en el
mercado de frutos con cáscara. Éstas son las avellanas que se ven, a partir
de octubre, en las cestas al por mayor o como muestras de temporada en las
tiendas de verduras. Las avellanas que no son suficientemente grandes, o
que no tienen la calidad para el mercado, se envían a plantas de procesado
donde primero se cascan (por peso, las avellanas son aproximadamente un
50 por ciento de cáscara). Para algunas personas esto puede parecer un
malgasto terrible, pero no lo es. Las cáscaras de avellana tienen casi el doble
de contenido energético que la madera. Arden, de hecho, con más calor y
más limpio que el carbón de antracita. La mayoría de las plantas de
procesado usan las cáscaras para calentar el local, el procesado, o para
calentar agua. Algunas instalaciones incluso están implementando
tecnología de gasificación para convertir la energía solar que está
almacenada en las cáscaras de avellana en vapor, y luego éste se quema
para generar electricidad en una turbina de gas. A su vez, se ha
demostrado que la ceniza de cáscara de avellana se aglutina con varios
metales pesados, quitándoles la disponibilidad, especialmente con el
cadmio. Incluso se han fabricado briquetas de carbón vegetal sin humo para
barbacoas caseras. Por ende, las cáscaras de avellana no representan un
subproducto o desecho para nada, sino un valor añadido.
U n a v e z e limina da l a c á sc a ra , e l f r u t o d e a ve lla na suele
venderse principalmente al sector de confitería, aunque con el tiempo, a
medida que se aumente la producción de estas longevas plantas perennes,
podrán ser utilizadas cada vez más como alimento básico. Al tener un
nivel alto de proteínas, se parecen a las alubias y a otras legumbres, aunque
vale recordar que contienen el triple de aceite.
Cuando se prensan las avellanas para extraer aceite, la torta que se
saca de la prensa es un concentrado bajo en grasas y alto en proteínas.
La avellana es, en esencia, un equivalente a la soja con sabor a avellana.
¿A quién no le gustaría eso?
Con la avellana se obtiene un ahorro adicional en costes de energías
en comparación con la soja (leguminosa) la cual precisamos cocinar
antes de consumirla. No es el caso de las avellanas. La proteína de
avellana puede consumirse tal cual, directamente de la cáscara o
paquete. La proteína de torta de prensa de avellana puede usarse para
hacer horchata de avellana, tofu de avellana, incluso proteína vegetal con
sabor a avellanas para vegetarianos que buscan un nuevo sabor especial.
La proteína de una planta que no procede de la agricultura anual y, por
tanto, no destruyó un ecosistema intacto para cultivarse y procesarse, es
una ventaja. De hecho, cuando compras productos de avellana (o de
castaña o manzana u otras) cultivada en sistemas de agricultura
regenerativa, creas una demanda de mercado, generando incentivos para
que los agricultores planten este tipo de sistemas. Literalmente puedes
‘enverdecer’ al planeta mientras comes. Hace algún tiempo esto podía
haber parecido una fantasía, pero no lo es. Es absolutamente posible
imaginar un mundo en donde los barcos de transporte internacionales estén
hechos con cascos ligeros y fuertes de madera laminada, que surquen los
mares a vela y con motores eléctricos solares, entregando café y cacao
pa r a que sean mezclados con avellanas cultivadas en las sabanas
norteamericanas.
Como con las castañas y manzanas, las avellanas cultivadas en las
sabanas de agricultura regenerativa obviamente no serían avellanas
silvestres sin seleccionar. Varias universidades en los Estados Unidos,
en cooperación con comunidades indígenas, personas privadas y
grupos de cultivadores de avellanas, trillan los bosques naturales de
Norteamérica en busca de los avellanos silvestres más productivos.
Durante años hemos oído decir que los bosques tropicales del mundo son
más valiosos como selva que talados para cultivar soja y alimentar el
ganado. Lo mismo es verdad en el caso de los bosques y sabanas de la zona
templada de Norteamérica. Son más valiosos como fuente de genética de
plantas sobrevivientes al ataque de la civilización. Representan nuestra
herencia preservada y contienen las claves de nuestra supervivencia
futura. Además de genética silvestre sin descubrir, los fitomejoradores,
tanto privados como institucionales, han estado cruzando avellanas
europeas con avellanas americanas en pos de seleccionar las plantas de
su progenie que resistan al frío y a la enfermedad. La avellana europea
(Corylus avellana) no resiste el frío en absoluto y sólo sobrevive en las
zonas de resistencia del USDA 5-9. Además, sucumbe ante el letal tizón
del avellano europeo (Anisogramma anómala) mientras que las avellanas
picudas y americanas tienen inmunidad funcional. No obstante, las
avellanas europeas generalmente producen un fruto más grande y más
pesado. Los expertos en mejora genética han progresado de manera
constante hacia el desarrollo de arbustos de avellano compactos y con
alto rendimiento, resistentes al frío y la enfermedad, y que prosperen en
sistemas de agricultura regenerativa con insumos nulos o bajos.

Madera de poda
Un producto adicional a cosechar procedente de todos los cultivos
leñosos en un sistema de agricultura regenerativa es la biomasa. Dicho
de manera más simple: madera. Los castaños, manzanos y avellanos se
benefician de quitar ocasionalmente parte de su madera. Cuando
consideras que son especies que se han adaptado al fuego y al ramoneo
agresivo por grandes herbívoros, puedes entender que podar, o algún
quite periódico de madera puede ayudar.
Las ramas viejas o muertas que pueden albergar plagas o
enfermedades serían consumidas por incendios, y los nutrientes se
devolverían inmediatamente al suelo. El carbón vegetal y la madera
carbonizada ayudarían a aglutinar químicos y desactivar toxinas químicas.
De ese modo, la planta quemada rebrotaría más rápidamente debajo de la
lesión, o directamente desde el suelo. Se suelen podar los avellanos
europeos del noroeste de los Estados Unidos para formar pequeños árboles
con un solo tronco. Sin embargo, en muchas partes de Europa se podan
para formar matas de troncos. Hay cultivadores de avellanos en el oeste-
centro norteamericano que usan cualquiera de las dos técnicas, mientras
que otros usan una tercera forma de cultivo: permitir que el arbusto siga
siendo arbusto. La poda baja es una técnica para rejuvenecer el avellano.
La práctica consiste en cortar periódicamente todo el arbusto a ras de
suelo. Puede cortarse toda una plantación de avellano a la vez o,
alternativamente, se poda un cierto porcentaje de los árboles cada año. El
primer método es mucho más sencillo (y potencialmente permite al
cultivador tomarse un año de vacaciones) mientras que el último método
permite al agricultor conseguir cosechas más constantes en el tiempo, y
tener una carga de trabajo de poda predecible cada año. Las podas bajas
anuales generarán menos biomasa para uso o venta cada año, pero hacer
podas más grandes e infrecuentes producirá cantidades más grandes
para vender, lo cual puede resultar ser un factor importante cuando hay
una larga distancia hasta el quemador de biomasa. Cuando se hayan
establecido más regiones con agricultura regenerativa, podrían hacer
falta suministros fiables de biomasa para una planta eléctrica centralizada.
En casos como éstos, habría que establecer planes regionales de poda
baja con comunicación entre los agricultores y las instalaciones. En el
peor de los casos, no sería tan malo ya que pueden dejarse en el suelo y
triturarse con un desmenuzador en la misma pasada cuando el agricultor
prepara la cosecha. En el último caso, básicamente no se pierden
nutrientes durante el proceso de poda baja y la materia orgánica del suelo
se incrementa.
La poda baja y periódica de los avellanos no parece tener ningún
efecto dañino. Hay regiones de cultivo de avellana cerca de Barcelona,
donde las mismas plantas de avellano han estado produciendo y han sido
podadas desde los tiempos de los Romanos, hace 1.600 años. ¡Eso sí que
es sostenible!

Rubus en Ribes
Las frambuesas, moras y sus híbridos (Rubus sp.), además de
grosellas rojas, blancas y negras, y grosellas espinosas y sus híbridos
(Ribes sp.), como las manzanas, son un tema bastante resuelto en los
sistemas de agricultura regenerativa. Hay docenas y hasta cientos de
variedades de cada una, repartidos por casi todo tipo de tierra, desde las
zonas más templadas hasta las más frías.
El grupo de plantas Rubus son frutas de caña que requieren pleno
sol para sobrevivir. Las Ribes son arbustos pequeños que raramente
sobrepasan la rodilla en altura, y prosperarán con una sombra parcial a
profunda, pero solamente dan cosechas de fruta decentes con sol de
medio a pleno. Tanto los grupos de plantas Rubus como los Ribes se
cosechan comercialmente con una cosechadora de pórtico. Con ciertas
modificaciones, la misma cosechadora puede usarse para recolectar
frambuesas, moras, grosellas y grosellas de espina, avellanas y uvas en los
sistemas de agricultura regenerativa. Hará falta cosechar con máquinas
para poder producir las cantidades suficientes de frutos secos y fruta como
para convertirse en una fuente de alimentación básica. Sin embargo,
para poder utilizar la maquinaria cosechadora, habrá que considerar
debidamente el diseño y la distribución de la granja de agricultura
regenerativa. Se explicará esto con mayor detalle más adelante.
Si bien gran parte del trabajo de fitomejora ya se ha realizado con las
frutas pequeñas, ha habido muy poca investigación sobre las técnicas de
agricultura de bajos insumos, y será necesaria si estos cultivos alguna vez
pasan a ser algo más que un tentempié, sabor o relleno.
La principal característica de los cultivos para la alimentación básica
es que se producen a gran escala, extendidos por cientos de millones de
hectáreas mundialmente, con un rendimiento bastante alto. La mayoría
de los cultivos anuales de grano actualmente consumido por las personas
como alimento básico parece cumplir con esa especificación, aunque hay
dos factores importantes que esconden los costes. Por un lado, la
disponibilidad de combustibles fósiles baratos, de la cual actualmente
disfrutan las naciones industrializadas, ha creado una falsa sensación de
lo que son realmente las ratios de energía usada por producto conseguido.
Una contabilidad más precisa implicaría examinar la cultura tradicional del
arroz en China y en la India, donde los granos de alimento básico son
cultivados para miles de millones de personas con el esfuerzo agotador de
millones de campesinos. Incluso si se usara una contabilidad más
verídica, esto no tendría en cuenta la degradación de los ecosistemas ya
que los cultivos anuales degradan el suelo. Los nutrientes y las propias
partículas del suelo son llevados por el viento y se erosionan con la lluvia.
La agricultura ‘mecanizada’ de Norteamérica ha realizado esto de
manera más eficaz. Sólo ha tardado 100 años en destruir la tierra fértil
con los cultivos anuales, mientras que, a los chinos, usando implementos
manuales los ha llevado 4.000 años. Si los altos rendimientos y la eficacia
son las metas de nuestra agricultura, entonces desde luego, Norteamérica
lleva la delantera.

Vitis (uvas)
Las uvas fueron uno de los primeros productos cultivados por el
hombre. Hoy en día existen numerosas variedades de Vitis, además de
muchos usos para las uvas, desde el zumo, vino y vinagre, la fruta fresca y
pasas, el aceite de pipa de uva, las hojas de parra medicinales y para
envolver comida, y la leña de la vid para hacer artesanías. La cultura de la
uva tampoco ha sufrido muchos cambios desde antaño. Siempre me ha
parecido raro ver a las personas construyendo espalderas para viñas, y
después podando y emparrando las cepas para conseguir un poquito de
fruta. También me ha sorprendido ver miles de hectáreas de uvas
cultivadas así en California, Michigan, Nueva York y en otras regiones
donde la viticultura parece estar pasando por un renacimiento. ¿Por qué
hacemos espalderas de materiales perecederos como postes de valla de
madera y alambre de acero cuando sabemos que al momento de montarlo
empieza a caerse a trozos? He visto espalderas de vid desmoronarse en tan
poco como 5 años y he visto otras que parecen haber estado allí durante
más de 25 o 30 años.
La cultura moderna de la uva me recuerda a la historia de una recién
casada de unos 20 años que preparaba la cena a sus suegros por primera
vez. Antes de poner la carne en la bandeja de asar, cortó el extremo más
pequeño de la carne y lo puso en la bandeja al lado del trozo grande. Esto le
resultó extraño a su nueva familia y, en secreto, preguntaron a su hijo por
qué hacía esto. Cuando sus padres se fueron le preguntó por qué cortaba
el extremo de la carne. Respondió con naturalidad: “porque así es como
lo hacía mi madre”. En otra cena, esta vez en casa de sus suegros, él vio
que su suegra preparaba la carne asada de la misma manera. Cortaba el
extremo pequeño y la colocaba al lado del trozo grande y las introducía con
cuidado en el horno. Por suerte para el joven, daba la casualidad que
estaba sentado al lado de la matriarca quien obviamente era la más vieja y
sabia, y el hecho de que hubiera logrado transmitir ese conocimiento
durante tres generaciones quería decir que ¡debía ser importante! Miró a
la abuela y le preguntó: “¿Por qué corta tu familia el extremo pequeño del
asado y lo pone en la bandeja al lado del trozo más grande?” La abuela,
cuyos ojos azules brillaban con humor, parecía encontrar divertida la
pregunta. Respondió, “Lo hice por- que cuando me casé con mi marido,
¡no tenía una bandeja lo suficientemente grande!” Los viticultores en este
país construyen espalderas para sus parras por- que es lo que hacían en su
país de origen. En su país de origen, lo llevan haciendo desde que existe la
memoria.
Mi curiosidad personal con las espalderas surgió durante mi niñez al
observar las uvas que crecían en mi jardín trasero y las que había en el
bosque. Las parras en el huerto de mi padre crecían en espalderas
duraderas. Había comprado una hormigonera, el año después de terminar
la secundaria, para mezclar y verter hormigón y construir una gasolinera.
Cuando yo era pequeño, desempolvó la hormigonera y, con un poco de
trabajo, empezó a fabricar dos postes de hormigón que dijo que durarían
hasta que él tuviera cien años. Por alguna razón, tardó la mayor parte de
un verano (o dos) en arrastrar los postes hasta el sitio donde quería plantar
sus parras, levantarlos y colocar el alambre de espaldera. La primavera
después de instalarla, puso alambre galvanizado de valla de alta
resistencia entre las barras cruzadas que había colocado. De ese modo,
plantó una para cada metro.
Se plantaron las vides en tierra húmeda y fértil y muy pronto tenía
parras monstruosas cubriendo toda su espaldera. Durante el invierno
siguiente se le veía en el exterior, podando sus viñas. Durante varios años, la
bonanza de su cosecha de uvas fue un motivo de orgullo. Mi madre hizo
mermeladas y jaleas, enlataba zumo, y mi padre incluso hizo mucho vino, y
aunque no resultó tener buen sabor, obviamente produjo el efecto que él
deseaba.
Después de tres o cuatro años, la humedad de Nueva Inglaterra y el
peso de las uvas partieron el alambre, el cual se había oxidado casi
completamente. Mientras papá pensaba cómo iba a resucitar el alambre
de la espaldera y levantar las parras pesadas, los postes de hormigón
empezaron a ceder y las parras ‘buscaron’ otros sitios para escalar.
Finalmente, las parras llegaron al tendedero y el peral que estaba al lado.
Mi abuela, (la madre de papá) le obligó a quitar las parras de su tendedero,
un trabajo costoso, y éstas se desmelenaron escalando el peral. Ese verano
culminó con la caída de lo que yo imaginaba eran las ‘dos torres inclinadas
de Pisa’, que golpearon el suelo y empezaron a hundirse inexorablemente
en la tierra.
Durante toda esta saga, y desde la prehistoria, las vides, como las que
había en los bordes de nuestro bosque, y las que han logrado escaparse de ser
cultivadas, se han extendido alegremente por encima, alrededor y sobre los
árboles. Se han asociado felizmente con estas espalderas fuertes (y
totalmente naturales), que continúan creciendo y haciéndose más fuertes
cada año, en vez de corroerse, partirse y caer de un golpe en el césped.
Actualmente las uvas se cultivan a gran escala en todo el mundo. ¿Cómo
podría reducirse el coste de la producción e incrementarse el volumen?
Emparrando la vid por los árboles (como los manzanos) en un sistema leñoso
de cultivos, eliminando costes de espalderas. También ayudaría a reducir el
coste de la mano de obra destinado a la poda.
La mayoría de los manzanos se podan anualmente. Lo mismo se
hace con las uvas. Un terrateniente con 4 hectáreas de manzanos y 4 de
uvas tiene 8 hectáreas para podar. Alguien que tiene esta distribución en
un sistema combinado cultivado en la misma superficie efectivamente
puede podar la viña y el huerto en la misma operación, ahorrando tiempo
y dinero.
En New Forest Farm se poda anualmente el “huerto-viñedo” y la
fruta del árbol se cultiva principalmente para la producción de zumo. Se
hace una poda mínima, como describimos anteriormente, y se hace
principalmente para incrementar la penetración de la luz solar y del aire, y
así reducir enfermedades y potenciar la maduración correcta de la fruta. Al
mismo tiempo, sólo se permite que las ramas por debajo de los 2,5 metros
de altura crezcan de manera linear únicamente dentro de la fila del árbol
frutal. Básicamente, se cultivan los árboles en forma de espaldera sin
usar alambres o muros. Esto permite plantar los árboles más cerca uno
del otro en el huerto, incrementando el número de árboles por hectárea.
Se planta una cepa al lado de cada árbol frutal. De ese modo, la cepa
puede crecer por el árbol y se emparra en las ramas inferiores. Para
conseguir unas buenas uvas que maduren bien, se poda el follaje del
manzano, permitiendo entrar la luz solar. A su vez, se reduce la masa total
de la parra a un peso que no rompa las ramas del árbol frutal y se quitan los
zarcillos de la vid para que no estrangulen la rama. Se podan las parras de
la manera normal para una buena producción de fruta. En conjunto, podar
el árbol frutal y las uvas en un único sistema consume menos tiempo que
podar un huerto y un viñedo por separado.
Si bien puede haber una reducción en costes de espalderas y de poda al
cultivar estos dos juntos, no necesariamente significa que haya una
reducción del coste de recolección. Hay muchos huertos que actualmente
usan cosechadoras pendulares de pórtico para recolectar uvas
mecánicamente. Hoy en día, con la sobreoferta de combustibles a bajo
coste, estos agricultores probablemente disfrutan de los costes más bajos
de recolección posibles. La misma cosechadora mecánica también puede
usarse para recolectar avellanas, frambuesas, moras y grosellas con y
sin espina. Si uno dispone de ese tipo de maquinaria puede salirle a
cuenta usar espalderas. Actualmente, no conozco ningún agricultor de
policultivos con uvas que vendimie con máquinas, aunque puede que
alguien creativo en alguna parte del mundo haya inventado alguna
configuración de plantación que permita cosechar mecánicamente en un
sistema de parras sobre árboles frutales. Aquí se abre una oportunidad
para hacer un trabajo creativo entre todos los que tengan un interés en
desarrollar un sistema de frutales y vides con recolecta mecánica, y para
que los estudiantes de ingeniería inventen una nueva máquina
revolucionaria.
Para los viticultores que vendimian a mano actualmente, las uvas
sobre árboles frutales no representan ningún incremento de coste. Los
recolectores manuales experimentan ahorros en espalderas (ya que nunca
necesitan reponer las espalderas) y ahorros en costes de poda.

Prunus
Aunque todos los Prunus producen fruta, no toda su fruta es sabrosa.
El azúcar, sirope de arce y la miel pueden edulcorar algunos, pero muchos
otros son mejo- res como piensos para animales. Los pájaros silvestres
se servirán de mucha fruta durante la temporada, aunque, a pesar de los
esfuerzos de nuestros amigos aviares, mucha de la rebosante fruta sigue
cayendo al suelo. Sin duda los cerdos y las aves de corral criados con
pastos consumirán alegremente toda esta fruta gratis.
La versatilidad del grupo Prunus permite su uso en una variedad
de aplicaciones y regiones. Un agricultor de Georgia lógicamente podría
vender melocotones frescos, aunque uno de Wisconsin podría usar su
cosecha de cereza negra para alimentar a los cerdos. Los hortelanos
desde Nebraska hasta las dos Dakotas podrían usar la cosechadora
mecánica con el robusto ciruelo marítimo, e incluso los que están más al
norte en Nanking podrían recolectar la cereza de sus arbustos usando el
mismo equipo.
Resumiendo, las Prunus son plantas multifacéticas en los sistemas
de agricultura regenerativa.
Los hongos y las micorrizas
Cuando los sistemas biológicos se encuentran en la fase de
agradación, se acumula un exceso de carbono en el lugar. Esto ocurre
cuando las plantas importan dióxido de carbono del aire y lo usan para
producir dos de los compuestos de carbono más ubicuos del planeta
Tierra: la lignina y celulosa. Combinadas con otros compuestos, la lignina
y celulosa sirven para formar las raíces, tallos, ramas y hojas de los
árboles. Anualmente, las hojas que caen al suelo son descompuestas por
una multitud de organismos. Periódicamente las ramas y los troncos
enteros de árboles vuelven a la tierra. Literalmente millone s de
diferentes organismos descomponedores mastican, comen, digieren y
disuelven químicamente las hojas y la madera para liberar la energía
almacenada. Los pesos pesados en esta categoría son los hongos.
Aunque el agricultor regenerativo no decida deliberadamente obtener
una cosecha del ciclo de descomposición, aparecerán hongos. Miles de
millones de esporas fúngicas flotan en la atmósfera y aterrizan
diariamente en superficies donde sencillamente no crecen. De vez en
cuando, milagrosamente se posa una espora del tipo correcto en el
sustrato correcto y empieza a prosperar. He trabajado con un
terrateniente de Saskatchewan en Canadá, propietario de un bosque
Los avellanos americanos e híbridos producen grupos de
frutos con cáscara dentro de un envoltorio carnoso verde que se
quita al procesarlas.

de explotación maderera de 16 hectáreas compuesto de plantas


leñosas que resisten la sequía y el frío como el Roble Burr (Quercus
macrocarpa), Pícea azul (Picea pungens), pino lodgepole (Pinus
contorta) y la acacia de Rusia (Caragana arborescens). Las ramas y
los troncos caen al suelo y rápidamente los cubren líquenes y musgos, y
finalmente los colonizan los hongos. En la primavera brotan las setas en
los troncos, y surgen del suelo del bosque cubiertos de musgo. Sé que
esto suena como una descripción completamente normal de un bosque.
La característica tan notable de éste en particular es que no es un
bosque típico. La plantación comenzó en 1905 y la zona está rodeada de
cientos de miles de hectáreas vacías con cultivos anuales, la mayoría de
canola. No se ve ni un árbol en 200 kilómetros a la redonda. El “bosque”
más cercano a este lugar está a una provincia de distancia en el oeste de
las Montañas Rocosas de Alberta. ¿Entonces, cómo aparecieron allí
hongos de bosque? No importa donde ubiques tu granja de agricultura
regenerativa, ¡aparecerán hongos! Flotan libremente en el viento y
pueden sobrevivir decenas, incluso centenares de años, completamente
inactivos, esperando las condiciones correctas.

Ribes (grosellas en esta foto) a la izquierda y Rubus (moras en


esta foto) a la derecha, son dos ejemplos de plantas que viven con
muy pocos cuidados en policultivos leñosos perennes.

Las 16 hectáreas de Saskatchewan fueron plantadas por un


entusiasta de los árboles. Cuando empezó su proyecto en 1905, los
silvicultores y granjeros no tenían un conocimiento preciso de los beneficios
de los hongos micorrizas. Las micorrizas son asociaciones simbióticas
entre los hongos y las raíces de las plantas vasculares. Las plantas
absorben agua y nutrientes de las soluciones líquidas que se encuentran
entre las partículas del suelo. No obstante, sólo tienen cierta eficacia. Los
hongos micorrizas se unen en una relación beneficiosa (simbiótica) con las
raíces de los árboles. Algunos hongos envuelven las raíces de los árboles en
un manto de micelio (cuerpo básico del hongo). Otros hongos se insertan
en los espacios entre las células de raíz de árbol. Las micorrizas se
expanden desde las raíces de los árboles por el suelo. De manera similar a
la relación alga/hongo en los líquenes, el hongo disuelve y absorbe
minerales de las partículas de rocas y las pone a disposición del árbol. El
árbol libera azúcares hacia los hongos para mantenerlos contentos. Se
estima que las micorrizas extienden la capacidad del árbol de capturar
nutrientes y humedad del suelo por un factor de 100 a 1.000, en parte
porque incrementan drásticamente la superficie de absorción de las
raíces de los árboles.
Cuando se planta un sistema de cultivo comestible, se pueden pre-
inocular las raíces del árbol o el agua usada durante el trasplante con
micorrizas. Esto ayudará a los árboles a establecerse, especialmente si
se plantan en tierras reconvertidas donde escasean los hongos y dominan
las bacterias. Esto puede hacerse sencillamente echando un puñado de
tierra de un sistema saludable dentro del agujero de un árbol recién
plantado. La hojarasca (hojas y materia orgánica caída) de debajo de los
robles estará cargada de hongos apropiados para ellos. La hojarasca de
debajo de los almendros sirve para la misma función. Además, se puede
rociar la superficie del suelo con compost hecho con hojas de las
especies relevantes. Todo esto ayudará a inocular el lugar con hongos
beneficiosos.
Además de las micorrizas, los hongos descomponedores son un
factor importante para un sistema saludable. Como las micorrizas, los
hongos descomponedores aparecerán eventualmente. En vez de
meramente esperar que ocurra, un cultivador puede incorporar hongos
comerciables y cosechar los frutos. Hay numerosos hongos culinarios y
medicinales que podrán establecerse utilizando los “desechos” leñosos de
un sistema de agricultura regenerativa. Las ramas y los troncos pueden
ser inoculados con shiitake, maitake, reishi, champiñón ostra (Pleurotus),
oreja de Judas (Auricularia auricula-judae), y muchos otros hongos
valiosos. Las ramas pequeñas pueden triturarse y usarse como sustrato
para setas como el sorgin handi-marroi y otros Stropharia. Los hongos
que prosperan en la madera de castaño no son los mismos que prosperan en
la madera de manzano, los cuales a su vez son diferentes a los que
prosperan en la madera triturada de avellano.
Uno de los milagros de los hongos es que 45 kilogramos de madera
pueden convertirse en casi 58 kilogramos de champiñones de alto contenido
en proteína. Después de varios años de producir setas en el sustrato, ya
sea troncos, tocones o madera triturada, éste se desmigaja suavemente, y
los hongos que quedan se convierten en alimento para el resto de la red
trófica. Así se completa el ciclo. El dióxido de carbón se saca del aire y se
convierte en cuerpos de árboles. Los árboles se convierten en comida para
hongos, que a su vez alimentan a los nematodos, lombrices y bacterias.
Una vez más, nos recuerda que, al recrear ecosistemas saludables
intactos, podemos restaurar las funciones ecológicas que construyen el
suelo, secuestran el carbono y completan el ciclo de nutrientes, a la vez
que producen alimento limpio y saludable, además de combustible,
medicinas y fibras.

La ganadería
Se han escrito libros enteros sobre el tema de criar ganado y, sin
duda, se escribirán muchos más. Por tanto, no pretendo entrar en los
detalles de la ganadería, sino describir la pauta general de la cría de
ganado.
La pauta general de gestión de ganado aquí descrita tendrá que
empezar con una imagen mental. Una vez más, me refiero a la misma
imagen recordada en el capítulo 5, la sabana africana mostrada en los
documentales televisivos de la National Geographic. Es la imagen
arquetípica de la cual me gustaría ir viendo detalles. ¿Puedes visualizar
los elefantes, las jirafas, la cebra, los antílopes, los ñúes, el búfalo cafre,
los facóqueros, las decenas de especies de gacela, los leones, el guepardo,
las hienas y demás animales? No te olvides de las enormes bandadas de
aves andando por el suelo, volando de árbol en árbol y llenando el aire con
sus cantos.
Esta imagen mental es todo lo que necesitamos como punto de
partida para crear nuestro sistema de agricultura regenerativa. Algunos
de vosotros incluso podríais tener suficiente tierra para que pudiesen
pastar sosteniblemente los elefantes, además del interés en hacerlo, y
tener acceso a animales para establecer una manada inicial. De hecho,
hay bastante interés en utilizar ranchos en Norteamérica como método
para preservar megafauna de África, India y el Sureste Asiático en un
marco seminatural. El Rewilding Institute (Instituto para la
Reintroducción) y otras organizaciones como la Non-Traditional Farmers
and Ranchers Coalition (Coalición de Agricultores y Rancheros no
Tradicionales) han propuesto esto.
Todo esto parece interesante y posiblemente sea esencial para
preservar las especies en peligro de extinción, pero no es exactamente lo
que proponemos aquí. La agricultura regenerativa no propone reservar
enormes extensiones de tierra para la restauración de sabanas puras y el
rescate de especies en peligro. La agricultura regenerativa consiste en
cultivar según los modelos que nos proporciona la naturaleza para
producir los alimentos, combustibles y las fibras para satisfacer la
demanda global. En vez de elefantes, jirafas y facóqueros, usamos
ganado común. El ganado vacuno, los cerdos, los pavos, las ovejas, los
gansos y las gallinas son todas elecciones excelentes para una granja de
agricultura regenerativa. En el capítulo 9, describo como una explotación
con diversas especies animales puede usarse como complemento
altamente productivo de un policultivo de cultivos leñosos.
No obstante, me sigue gustando la idea de tener un par de elefantes
en mi granja.
C APÍ T U LO 8
Otros biomas
La sabana de robles es el bioma más grande de Norteamérica. Por ese
motivo, la hemos utilizado como modelo para una granja de agricultura
regenerativa. No importa dónde vivas en Norteamérica, puedes imitar
alguna variante de la sabana de roble de forma exitosa. No obstante, hay
lugares donde la sabana de roble no es necesariamente la mejor elección.
No importa donde vayas en el planeta, hay familias de plantas y
animales que crecen y prosperan juntos en buena armonía sin insumos
externos. En cada bioma de este planeta, salvo la Antártida, los seres
humanos han vivido felices y saludables. Han experimentado el amor y
cariño, se han reído, han jugado. Han desarrollado culturas ricas en arte,
canto y tradiciones espirituales, y han hecho esto con tecnologías tan
básicas como palos y piedras. Esto debería demostrarnos a nosotros, “los
modernos avanzados”, que podemos vivir y prosperar en casi cualquier
lugar del planeta siempre y cuando no destruyamos el sitio y, por lo tanto,
no degrademos la capacidad del lugar de alimentarnos. Como lo
demuestran los permacultores ubicados en desiertos o lugares montañosos
en el mundo, el uso de la permacultura y los principios de la agricultura
regenerativa verdaderamente incrementan la capacidad del planeta de
sustentarnos. Se están cultivando Jardines de Edén en el valle del mar
Muerto, en las rocas de Jordania, en los desiertos de África y la India, el
Suroeste de los Estados Unidos y en América Central.
Como optimizadores de ecosistemas, los granjeros de agricultura
regenerativa ayudan a incrementar la productividad fotosintética del
lugar mientras simultáneamente cultivan alimentos básicos y restauran
los servicios del ecosistema. El caso opuesto es el curso que ha tomado
la cultura humana dominante, que se ha dedicado a la extracción de
recursos, degradación del ecosistema y, finalmente, a la desertificación.
La Garganta de Olduvai en Tanzania, África, es la cuna de la humanidad.
Hay partes de Tanzania que han sido ocupadas durante millones de años.
Durante esos millones de años, los seres humanos han extraído su sustento
del ecosistema y degradado la capacidad de ese sistema para sostenerlos.
Norteamérica sólo ha sido ocupada por seres humanos durante varios
miles de años y , no obstante, nuestros métodos mecanizados e
industrializados nos dieron una ventaja formidable para dejar nuestra
huella en el lugar.
Los entusiastas de la agricultura regenerativa y sus investigadores
están involucrados en el proceso de diseñar y crear ecosistemas para
producir alimentos básicos en muchos biomas en todo el mundo. Algún
día habrá ejemplos de granjas de agricultura regenerativa en todos los
biomas, en cada continente y en cada clima. De momento, sin embargo, daré
una lista de unos pocos biomas de Norteamérica y de las familias de plantas
que podrían proporcionar un modelo ecológico para una granja de
agricultura regenerativa. Recuerda que la producción de alimentos
esenciales es la meta principal en este tipo de agricultura.
Dado que estos sistemas se diseñan intencionadamente y se
gestionan intensivamente, cumplen con los requisitos de la permacultura.
A su vez, ya que se modelan en las comunidades de plantas, cumplen con
los principios de la restauración ecológica. Como producen cultivos para la
alimentación básica se consideran agricultura, y de ahí el nombre
agricultura regenerativa.

Las zonas ribereñas templadas


Las llanuras aluviales contienen algunos de los suelos más ricos
d e Norteamérica. Incluso antes de que comenzara la época de la
agricultura anual, estas llanuras recibían los sedimentos durante las
inundaciones como producto de la erosión de las tierras. Por ser lugares
cerca del fondo del río, el nivel freático está bastante cerca de la
superficie, permitiéndoles tolerar muy bien la sequía. Cualquier persona
que haya viajado por los Estados de las llanuras de los Estados Unidos y
las provincias de las praderas de Canadá ha visto los álamos, sauces y
otras plantas leñosas en filas en las riberas y llenando los valles de verde.
En el este húmedo del país, estos lugares albergan algunos de los
mayores ejemplos de diversidad animal en Norteamérica, y proporcionan
sitios para que aniden algunas de las aves más amenazadas como el pájaro
carpintero picomarfil(Campephilus principalis) (que esperemos que no se
haya extinguido) y la colorida Reinita cabecidorada (Protonotaria
citrea). Cuando los lugares ribereños permanecían en estado de dosel
abierto, las hierbas se establecían como en ningún otro sitio. Éste es el
caso de los valles fluviales del río Ohio. Las hierbas crecían tan alto que,
en varios sitios, subían por encima de las cabezas de los caballos. Los
informes hechos por los primeros exploradores certifican la abundancia de
esos sitios.
Las zonas ribereñas suelen inundarse periódicamente. A diferencia
de otras llanuras saturadas de agua (como los humedales de totorales
mencionados en el capítulo 13), las zonas ribereñas descritas aquí poseen
una tierra húmeda y bastante bien drenada. Las especies que viven allí
pueden tolerar estar inmersos en el agua durante cortos períodos de
tiempo, pero no aguantan los suelos saturados que luego se vuelven
anaeróbicos. Sitios como éste son ubicaciones perfectas para las plantas
asociadas con los árboles de la familia Juglandaceae (las nueces y
pecanas).

Las zonas ribereñas


• Juglandaceae: pecán, nogal negro, nogal persa árboles altos
con frutos secos
• Rosaceae: (Prunus) cerezos, ciruelos, melocotoneros –
Varias formas diferentes desde árboles altos hasta arbustos con
chupones
• Otros: Asimina, baya niñera (Viburnum lentago), espino de
mayo (Crataegus aestivalis) — Arbustos tolerantes a la sombra
que dan frutos
• Frambuesa
• Uva, maracuyá — Enredaderas con frutos
• Kiwi
• Pastos

Por supuesto, estos grupos de plantas pueden adaptarse


regionalmente. Los pecanes no son tan resistentes al frío como los nogales
negros, los cuales, a su vez, no son tan resistentes al frío como el nogal
blanco americano. Las almendras son de la familia Rosaceae y pueden
usarse en las regiones más templadas dado que sobrevivirán al invierno.
Muchas de las variedades de almendra y nogales persas/ingleses
(Juglans regia) son susceptibles a varias enfermedades fúngicas bajo la
humedad del este de Norteamérica. Esto representa una oportunidad
enorme para que el agricultor regenerativo seleccione plantas resistentes
a las enfermedades que sobrevivan en climas menos templados.
El nogal negro tiene un hábitat limitado en Canadá, pero los
agricultores regenerativos con espíritu emprendedor pueden buscar
variedades más resistentes al frío. Sé de nogales negros que crecen
en el suroeste d e Saskatchewan, lugar que carece de las condiciones
adecuadas para ellos. Los nogales en cuestión estaban en la finca del
pionero silvicultor Canadiense Adolf Heyer, y no hay duda de que son unos
pocos los que pudieron sobrevivir los veranos calurosos y secos, los
inviernos fríos, y los cambios extremos de temperatura, muy comunes en
las provincias de las praderas de Canadá. La asimina y el espino de mayo
también son menos resistentes al frío y están limitados a climas más
calientes. Personalmente he matado a cientos de asiminas mientras
buscaba el milagro de que una o dos pudieran sobrevivir a las temperaturas
de 40ºC bajo cero, propias de las esquinas recónditas del suroeste de
Wisconsin. Tengo una planta que ha conseguido justo eso y necesitaría otra
para que pueda polinizarse y dar fruto. Según pasan los años y mientras
busco la asimina ‘perfecta’, nuestra plantación de nogales es un gran
sistema con múltiples niveles de uvas, con espaldera de nogal, con
frambuesos y ciruelos plantados dentro de la hilera de nogales. El
ganado y los cerdos rotan para cosechar la hierba, recoger la fruta
infestada de plagas y fertilizar el sistema con sus excrementos (comido y
enterrado a su vez rápidamente por los escarabajos).
Una variante sureña de este grupo de plantas sería usar pecanes,
melocotoneros, asimina, frambueso, maracuyá y ganado. Una variante
más norteña incluiría el nogal negro, cerezo amargo, baya niñera,
frambueso, vid y ganado, con herbáceas verdes espesas creciendo en
todas partes.

El pinar norteño
El ‘pinar norteño’ no es el nombre oficial de este bioma, pero sí es el
nombre con el que lo reconocen las personas que viven en estas
regiones. Mi uso del término “pinar norteño” abarca los Estados del
norte de los Estados Unidos desde Maine (donde prevalecen el pino
blanco mezclado con abetos de Navidad (Abies balsamea) hasta el norte
de Minnesota con sus bosques de pinos blancos y rojos y Pino de Banks
(Pinus banksiana). La zona de pinar norteño cubre todo el sur y este de
Canadá, con un cambio gradual cuando avanza hacia el norte hasta el
bosque boreal subártico donde los pinos ‘ceden ‘su espacio a los abetos.
Los pinares norteños también se encuentran en los montes Apalaches en
una franja que llega hasta el sur de los dos Carolinas (Norte y Sur) y
Georgia. En este libro no incluyo los pinares sureños que están compuestos
de pinos de hoja larga (Pinus palustris) y de pinos amarillo sureño, ya que
tiene especies distintas en su hábitat.
Un sistema de agricultura regenerativa para un pinar norteño debe
imitar el hábitat natural del bioma, incluyendo:

Pinus: Pino de Corea, pino Siberiano, pino italiano, pino azul del
Himalaya, pino piñonero — Pinos altos con piñones
Malus: Manzanos — Pautas de altura media, semi-enano o
enano
Prunus: Cerezo amargo, ciruelo, arbusto de cerezo Nanking
(Prunus tomentosa) — Varias alturas y formas
Amelanchier: Bayas de junio — Arbustos altos con fruta
Avellana — Arbusto con frutos secos
Arándano azul (blueberry): tipos “arbusto-alto” (3-6 pies (91-182
cm.) o “arbus- to-bajo” (nivel de suelo)
Arándano rojo grande (cranberry): tipos “arbusto-alto” (3-6 pies
(91-182 cm.) o “arbusto-bajo” (nivel de suelo)
Frambueso
Vid
Arándano rojo (Lingonberry - Vaccinium vitis-idaea), fresa,
goumi, otros
Forraje y animales

Un sistema de agricultura regenerativa basado en el pinar norteño


resulta muy interesante dado que presenta muchas similitudes con otros
sistemas. Comparte manzanos, avellanas, moreras y cerezos con la
sabana de roble, y comparte frambuesos y uvas con los sistemas
ribereños templados. Por otro lado, comparte pinos, arándanos azules,
rojos y rojos grandes con los sistemas de bosques boreales. También está
compuesto de ciertas especies, que, en teoría, precisan otras condiciones
para subsistir. Me refiero en este caso a la circunstancia de los
manzanos que crecen en el mismo lugar que los pinos. Según la literatura
agrícola, los manzanos prefieren una tierra rica en calcio y con suelo de
neutro a ligeramente alcalino (y no aprecian los suelos ácidos). Pues los
libros e Internet se han equivocado. Aunque no ocurra esto en otra parte,
el Estado entero de Maine demuestra cómo los manzanos viven bastante
bien en suelos derivados del granito, pobres en calcio y en una feliz
asociación con el pino blanco y el abeto que acidifican la tierra. Uno de
mis lugares favoritos e inspiradores en el noreste de Maine está cerca del
pueblo de Grand Lake Stream. Existe una finca rural abandonada de los
años 20 que contiene una plantación extensiva precisamente de este
mismo sistema: pinos blancos de 30 metros que sobresalen por encima de
unos manzanos de 20 metros. A su vez, los avellanos picudos y el
arándano azul “arbusto-alto” han rellenado los espacios debajo de los
manzanos ramoneados por los ciervos. Los frambuesos y moreras
rodean el bosquecillo de manera protectora y los arándanos “arbusto-
bajo”, las fresas silvestres y el Canada mayflower (Maianthemum
canadense) han llegado a nivel del suelo. Existen 30 metros de estratos de
fuentes alimenticias. Es un sistema altamente productivo,
extremadamente nutritivo, y ha tenido cero insumos y atención durante el
último siglo. ¡Eso sí que es agricultura sostenible!

Taiga (Bosque boreal)


Ecológicamente, los bosques boreales de la parte más nórdica de los
Estados Unidos, Canadá y Alaska son uno de los biomas más nuevos y
jóvenes en Norteamérica. Sólo han surgido recientemente, después de la
última glaciación. De hecho, al pie de los glaciares, el planeta sigue
emergiendo de la glaciación.
El proceso que está ocurriendo allí es uno que comenzó hace decenas
de miles de años, desde el último máximo glacial. Los bosques boreales
son unos de los primeros después de la glaciación y, como tal, no han
tenido tanto tiempo para desarrollar su diversidad biológica en
comparación con otras regiones más templadas. En definitiva, la paleta
de plantas para elegir es algo más magra en las regiones de bosque
boreal.
Los bosques boreales de Norteamérica son muy pobres en cuanto
a la producción de cultivos leñosos que produzcan alimentos básicos. Eso
no quiere decir que no podamos diseñar una cultura de agricultura
regenerativa para Alaska, el norte de Canadá y las altitudes superiores de
las Montañas Rocosas. Solamente significa que tendríamos que usar
especies sustitutas de otros continentes.
Existen las siguientes especies en los bosques boreales nativos de
Norteamérica (organizados por altura, de más alto a más bajo):

Abeto (blanco, negro, Engleman, rojo y otras)


Pino contorto (Pinus contorta)
Abedul de las canoas (Betula papyrifera)
Baya de junio (Amelanchier)
Cerezo (cerezo pin (Prunus pensylvanica) y varios arbustos de
cerezo naturalmente enanos)
Avellano (parece desaparecer al norte y al oeste hacia el territorio
del Yukon y Alaska)
Arándano rojo “arbusto-alto”
Frambueso
Rosal
Arándano azul “arbusto-bajo”
Arándano rojo(Vaccinium vitis-idaea), arándano (Vaccinium
macrocarpon), gayuba (Arctostaphylos uva-ursi), kinnikinnick
(Cornus sericea), baya de cuervo (Empetrum nigrum)

La familia de plantas del bosque boreal es extremadamente


deficiente en proteínas y aceites. Las bajas temperaturas y el esfuerzo
físico que se requieren para vivir en las regiones subárticas demandan
calorías de grasa y proteínas musculares. Las culturas humanas árticas
del mundo han desarrollado dietas que dependen fuertemente de las
grasas y las proteínas animales. Por todo el norte, cazar y pescar no es
un mero pasatiempo, sino una parte esencial de la dieta. Esta
dependencia de los animales ha llevado, en parte, al subdesarrollo de la
agricultura en el norte. ¡Opino que eso es algo bueno! Lo último que
necesitan las latitudes norteñas es la tala masiva, el arado y la plantación
de unos pocos cultivos de cebada o avena que no durarían mucho por los
vientos polares destructores de la tierra.
Los cazadores y pescadores de subsistencia ya entienden cómo
cosechar en un sistema ecológico. Son algunos de los agricultores
regenerativos más hábiles que he encontrado.
Para poder superar la deficiencia de proteínas y aceites en la familia
de plantas boreales, pueden insertarse dos especies nativas. Los pinos
pícea (abeto) o lodgepole (Pinus contorta) pueden ser reemplazados por
el pino siberiano (Pinus sibirica) o de Corea (Pinus koraiensis) y puede
incluirse un arbusto que fije nitrógeno y dé habas: la acacia siberiana
(Caragana arborescens). Hay varias formas de acacia siberiana cuyas
alturas van desde apenas sobrepasar la rodilla hasta los 6 metros.
El pino siberiano, como todos los pinos piñoneros, produce grandes
semillas que tienen entre un 50-55% de su contenido de aceite y casi un
30% de proteína. De hecho, el pino siberiano es el núcleo de una industria
que crece rápidamente en el lejano este de Rusia, conocido como “cedro”.
Cualquier persona que haya comido piñones o haya comido pesto de piñón
sabe lo deliciosos que son. Sus altas concentraciones de proteínas y aceite
lo convierten en la comida ártica por excelencia. El aceite de piñón es
especialmente delicioso en ensaladas, y puede usarse para cocinar si te
apetece malgastarlo así.
Asimismo, la acacia siberiana también tiene un contenido bastante
alto en aceite. Al ser legumbre, la semilla de la acacia siberiana tiene
menos aceite que los piñones, pero tiene más proteína. Las semillas se
parecen a las judías mungo y también pueden comerse de la misma
manera. Puede cocinarse como cualquier otra judía, molerse para
obtener harina, germinar brotes, usarse como forraje para los animales o
como un pienso bioenergético.
Hace varios años, me invitaron a hablar en una conferencia de
agrosilvicultura en Saskatchewan durante la cual el gobernante de la
provincia dio el discurso de inauguración. En su presentación habló de la
necesidad de plantar millones de hectáreas de bosque como una manera
de crear un recurso natural que n o había existido hasta ese momento.
Mi ánimo inicial sobre la idea de que políticos pudiesen comprometerse a
plantar millones de árboles se desvaneció cuando el gobernante empezó a
explicarse. En su discurso presentó un esquema sobre cómo la provincia
iba a dar millones de dólares a grandes corporaciones multinacionales, no
para plantar árboles, sino para desarrollar la tecnología necesaria para
quemar árboles enteros, crear laboratorios que produjeran álamos y
sauces híbridos alterados genéticamente para resistir a los herbicidas y
para crear la maquinaria necesaria para plantar mecánicamente
monocultivos de álamos híbridos. También mencionó la relevancia del paro
en Saskatchewan, aunque en ningún momento mencionó cifras de
aumento en la oferta de empleo, salvo para algunas docenas de ingenieros
y lobistas.
Un ponente posteriormente mencionó algunos de los problemas
actuales de la agrosilvicultura en Saskatchewan, ¡uno de los cuales era la
“horrible, bestial, desagradable e invasiva” acacia siberiana! Uno de los
‘problemas’ de esta planta es que invadía los campos de canola y
rápidamente desarrollaba resistencia a los herbicidas. Ahora bien, ¿no se
trata de un arbusto perenne que produce su propio fertilizante de nitrógeno,
rinde cosechas grandes de habas con alto contenido en aceite y proteína,
produce madera que puede someterse a poda baja y quemarse como
materia prima de biomasa, y que puede cosecharse mecánicamente con
una cosechadora de pórtico? Entonces, ¿cuál era el problema aquí?
En la conferencia rápidamente reorganicé mi presentación sobre
l a permacultura para incluir la acacia siberiana como un gran cultivo
permanente que produce un alimento básico.
Un año más tarde, me informaron que en la Universidad de Regina
había empezado a investigar esta planta, la Caragana arborescens, como
fuente de proteína cosechable y cultivo de biomasa.

Los subtrópicos
Ya que no hay zonas tropicales en Canadá ni en los Estados Unidos
continental, salvo y quizás discutiblemente,partes de Florida,no haré más que
una mención de pasada a los trópicos. El punto más significativo a resaltar
es la cantidad increíble de plantas perennes que pueden incluirse en los
sistemas tropicales y subtropicales. Como cualquier otro bioma, hay
variaciones de especies por región, con algunas que toleran la saturación en
la temporada de monzones y otras que sobreviven seis meses de sequía. Los
trópicos son la región más diversa en especies del planeta y no hay escasez
de material para trabajar. Los mismos principios que se usarían en una granja
en zona templada o boreal son aplicables al diseño de una granja tropical:
gestión del agua, terraformado, mantenimiento de acolchado verde
perenne, plantaciones diversas tridimensionales de cultivos leñosos
perennes y una diversidad de fauna animal.
El árbol del pan (Artocarpus altilis), árbol de jaca (Artocarpus
heterophyllus), el banano y el plátano son algunos de los cultivos básicos
con mayor cantidad de almidón. Frutos secos como el anacardo, la
macadamia, el árbol de mantequilla (karité), el pistacho y los cocos de
Brasil también son buenas fuentes de proteína y aceite. La paleta de
especies para elegir empieza a hacerse extremada- mente larga si empiezas
a incluir los cientos de frutos tropicales, desde los cítricos al tamarindo,
piña, mango, guayaba, granada, higos, olivas, aguacate y la lista sigue y
sigue. También podría incluir la canela, nuez moscada, pimienta, hierba
Luisa, jengibre, té, café y cacao.
Lo más importante de los trópicos y subtrópicos es que contienen un
increíble repositorio de diversidad genética, que sirve como base
aprovechable para los agricultores regenerativos. Por ejemplo, muy
pocas personas se dan cuenta que hay plátanos, higos y granados que
crecen a la intemperie en Washington,
D.C. Si esas plantas lo pueden hacer, probablemente haya otras
variantes que sobrevivirían 23 ºC o 40°C bajo cero. Hay plantas de café
que crecen a nivel de mar, pero también en las montañas, a miles de
metros de altura. Si alguien fuera a seleccionar semillas de café y cacao
que pudieran plantarse en cierta altitud, no tardarían en aparecer
variantes de esas plantas que tolerasen ser cultivadas en Texas,
Oklahoma, Nebraska, Kansas y las dos Dakotas. Incluso, esto es posible
sin cambiar el clima si sólo pudiéramos comprometernos a realizar una
selección en masa de cultivares adaptados a lugares específicos que
requieran un mínimo de insumos. Anhelo el día, probablemente en
mis años de jubilación,
¡Cuando pueda relajarme en mi sillón con una taza de café cultivado
en Vermont y una tableta de chocolate con cacao de Montana y
avellanas de Wisconsin! La fitomejora seleccionada en masa es
increíblemente sencilla. Todo lo que necesitamos hacer es plantar semillas
en exceso y seleccionar las plantas que se comporten de la manera que
queremos: libres de plagas y enfermedades y con cero insumos. Con
nuestra ayuda, podemos generar el número de plantones que hacen falta
para poder conseguir las próximas variedades nuevas que revolucionen
la agricultura como la conocemos. Los trópicos son un enorme banco
genético que podríamos aprovechar.
C APÍ T U LO 9
El ganado y la Agricultura
regenerativa
Dado que los miles de años desde esas extinciones son como un
parpadeo en términos geológicos y ecológicos, el Nuevo Mundo
sigue conmocionado por la drástica pérdida de su ‘megafauna’.
Por tanto, parece razonable al menos considerar la posibilidad de
una reintroducción adecuada de grandes animales en Norteamérica
desde Asia y África para ver si provocan impactos beneficiosos en
los ecosistemas truncados, y también para estudiar si tales
animales, algunos de los cuales están muy amenazados en sus
hábitats actuales, pueden encontrar hogares seguros en aquellas
tierras donde sus parientes prosperaban antes.
The Rewilding Institute, www.rewilding.org

Recientemente había acabado de leer el libro de Paul S. Martin,


Twilight of the Mammoths: Ice Age Extinctions and the Rewilding of
America (Ocaso de los Mamuts: Extinciones en la Era de Hielo y la
reintroducción de la fauna en América) y, mientras conducía por las
carreteras del suroeste de Wisconsin, pensaba en las tres especies de
elefante que antes vagaban por estas colinas: el mamut lanudo, el
mastodonte y el mamut de Columbia. Me imaginaba cómo sería ver
nueve especies diferentes de perezosos gigantes, desde el Megatherium
de 3 metros hasta las especies pequeñas de 1 metro que ‘sólo’ pesarían
300 kilos. Me preguntaba cómo sería ver a dos especies de jirafa
ramoneando miel a unos 6 metros de altura y qué pasaría si atropellase a un
armadillo gigante por el camino, con su espalda jorobada y con aspecto de
escarabajo Volkswagen. Tomé una curva, disfrutando la resolana, cuando
de repente lo vi: era la representación más cercana a cómo podría haber sido
una escena prehistórica de la Norteamérica del Medio Oeste. Frente a mí,
en una espesa pradera, vi una colección increíble de animales.
Se destacaban cuatro animales sobre todos las demás: los caballos
percherones (tres de los cuales alzaron la cabeza para mirarme cuando
me acerqué a sus dominios). Distribuida alrededor de los caballos había
una manada de unas veinte vacas Jersey de todas las edades. Más lejos,
pasando la manada de vacas y caballos, había un rebaño de ovejas
mucho más espaciadas entre sí. A su vez, entre ellos uno podía ver una
mezcla de gansos, patos y pintadas.
Con aparente desdén hacia el resto había uno de los cerdos más
grandes que había visto en mi vida y, tumbada en una esquina del corral,
había una cerda enorme amamantando a lo que parecían ser casi
trescientos cerditos. (¡Había muchos!). Al lado de una de las vallas, había
una hilera de gallineros portátiles que, sin duda, se movían a nuevos pastos
todos los días. Este es el tipo de diversidad y policultivo animal que
construyó los suelos de las sabanas y las praderas de Norteamérica. El peso
de todos esos animales sobre la pradera parecía ser increíble; no obstante,
los pastos permanecían verdes. Para la mayoría de las personas, parece
ser más fácil hablar de una multitud de plantas creciendo todas a la vez en
un mismo sitio. Eso se ve en todas partes a nuestro alrededor.
Dependiendo de donde vivamos, podemos ver parcelas en las ciudades o
zanjas al lado de las vías de tren llenas de una mezcolanza de plantas, o
podemos ver propietarios en las afueras esforzarse para mantener a raya
los árboles jóvenes, las viñas y las hierbas para que no “invadan” el césped
inmaculado y verde delante de su casa. Cualquier persona que haya
viajado incluso poca distancia ha visto lotes abandonados llenarse con
vida vegetal, o ha visto campos de cultivo abandonados. Sin embargo,
son pocas personas las que han tenido la experiencia de observar un
policultivo de especies de animales. Conseguí con éxito evitar el tópico de
los nichos ecológicos durante mi descripción del bioma de sabana de roble,
pero ya no se puede evitar.

Nichos ecológicos
Un nicho ecológico representa un rol ocupado por un organismo
dentro de su comunidad ecológica. Puede definirse parcialmente en base
a los recursos disponibles en un lugar específico, o por los recursos que
existen allí durante un tiempo específico del día o la temporada. Incluso
puede definirse un nicho dependiendo de la fase de sucesión, sea de
tierra negra desnuda, praderas, matorrales, o bosques en fase temprana
o tardía de sucesión. Cuando digo “recursos” en las definiciones de un
nicho ecológico, quiero decir elementos como el alimento, el agua, los
lugares de reproducción, etc. Al hablar anteriormente de las sabanas de
roble, el rol de la capa de árboles emergentes en el dosel fue dominado
por robles, castaños o hayas. Un punto a 30 metros de altura tiene
ciertos recursos diferentes a los que están disponibles abajo sobre el
suelo. Si la biología puede llegar a esa altura, acabará ocupando ese sitio.
La naturaleza detesta cualquier espacio vacío y lo llenará como bien pueda,
incluso si tarda mil años en hacerlo. Si no plantamos un castaño, roble o una
haya para el nicho a 30 metros de altura, la naturaleza usará lo que tenga a
mano (ej. un fresno, Tulípero de Virginia o pino blanco) en su lugar.
En nuestro modelo de sabana de roble, cada una de las especies
(castaños, manzanos, avellanos, frambuesos, arándanos, uvas, hongos y
más) ocupa un nicho específico en la estructura del sistema. Sea alto o
bajo, le guste el sol o la sombra, autoportante o enredadera, todas las
especies requieren del apoyo de las demás. El género Prunus tiene
distintas formas que le permiten ocupar diferentes nichos; el cerezo negro
puede ocupar el sotobosque o el dosel, mientras los cerezos y los Prunus
marítima pueden ocupar la capa de los arbustos que prosperan al sol. Los
nichos ecológicos en un lugar como éste son bastante fáciles de observar.
Sin embargo, no es el caso para los nichos ecológicos a lo largo del tiempo.
Los “nichos temporales” son un reto algo más difícil de detectar, pero
cuando empezamos a entender mejor la sucesión en nuestra biorregión,
podemos darnos cuenta de que hay nichos en el tiempo tardando miles de
años en formarse. Es más fácil responder a la pregunta “¿qué tipo de árbol
con frutos secos puede vivir en Missouri y ocupar una capa de 30 metros
de altura?” que responder a “¿qué tipo de planta ocupará el tiempo a mitad
de julio dentro de 120 años?”
Pensar en los nichos ecológicos posibles hace más complejo aún más
cuando se incorporan otros seres vivos en el tiempo y en el espacio dentro de
la ecuación. Una razón por la que menos personas tienen experiencias con
el policultivo de animales es porque cambian de lugar y tiempo
constantemente basado en un número de factores. Incluso en los lugares
más céntricos de las ciudades en el mundo, existe un policultivo de
animales viviendo allí. La mayoría del tiempo, sin embargo, no podemos
verlos todos en el mismo lugar al mismo tiempo. Eso es porque los
animales, cuando se dejan solos, se trasladan al lugar donde encuentran la
mayor cantidad o calidad de comida. Si su alimento o bebida no está
donde ellos están, o si hay mejor forraje en otro lugar, sencillamente se van
a ese otro sitio.
Otra razón por la que las personas no conocen el policultivo de
animales es porque sólo ven animales que ocupan un nicho en un
momento específico del tiempo. No se suelen ver pájaros que coman fruta
en el parking de McDonald’s, ni grandes rumiantes, por cierto. La falta de
árboles frutales y praderas verdes se aseguran de ello. Un parking es un
territorio hostil para una oveja o vaca. No solemos ver el buitre
americano a menos que haya animales muertos (o si están buscando
animales muertos), ni el águila pescadora si no hay una gran extensión
de agua fresca donde pescar. Los animales se trasladan allí donde se vive
mejor. Los sistemas de agricultura regenerativa toman en consideración
los nichos en el espacio y en el tiempo. Las consideraciones temporales
para los animales en este tipo de agricultura tienen en cuenta no
solamente aquellos cambios en los sistemas de plantas durante una sola
temporada, sino también los cambios en el sistema durante los años. De
hecho, la agricultura regenerativa tiene mucho que ver con la estabilidad
dinámica y el cambio ecológico a través del tiempo. En el trascurso de
un año, durante un período de varios años, y durante cientos de miles de
años, la agricultura regenerativa es el proceso de crear un sistema
ecológico viable basado en las pautas y relaciones naturales (es decir,
perennes) que produzca alimentos básicos, combustibles, medicinas y
fibras para los seres humanos, y que proporcione un número creciente
de nichos disponibles para los animales, tanto silvestres como
domésticos. Antes de seguir, vamos a tratar el tema de la dieta
vegetariana/vegana y los animales en los sistemas de agricultura
regenerativa.

La importancia de los animales


Es perfectamente posible que una persona se dedique a la agricultura
regenerativa y no se alimente de cadáveres de animales. También es
absolutamente factible que una persona participe en la agricultura
regenerativa y no sea ganadero, lechero, ni pastor de gansos. Los
animales domesticados son una herramienta increíblemente útil para la
gestión de los sistemas de policultivo perenne. Además de controlar malas
hierbas y plagas, proporcionan a los seres humanos alimento, ropa,
ingresos económicos, y lo más importante, servicios de fertilización. Pero
incluso así, los animales domesticados no son absolutamente necesarios.
No obstante, es imposible hacer agricultura regenerativa o cualquier
tipo de agricultura, sin contar con la ayuda de innumerables animales. El
planeta es un lugar vivo, en donde los organismos vivos respiran, reptan,
procrean, defecan y orinan. Multitudes de animales, desde los
organismos microscópicos más pequeños hasta el mayor mamífero del
mar, son todos componentes naturales de este planeta. De hecho, la
presencia de poblaciones animales saludables es un indicador de que una
región es un lugar vibrante y saludable para vivir.
El aire que respiramos se obtiene de una interacción activa entre
plantas y animales. Pasa lo mismo con el suelo en el cual crecen las
plantas. Es imposible cultivar siquiera un rabanito sin involucrar a
animales de alguna manera. Los animales son parte de la vida en este
planeta y, como nosotros, nacen y mueren. De hecho, para que se puedan
cultivar los casi 3 millones de hectáreas de soja ecológica en los Estados
Unidos en el momento de escribir esto, una multitud de animales tuvieron
que ser expulsados de su hábitat natural. La tierra de su hábitat natural
fue arada o la vegetación erradicada por roturación, y los animales
exterminados cuando intentaron volver. Esto ocurrió en los 32 millones de
hectáreas de la agricultura convencional en todo el país.
La agricultura de hoy en día toma las unidades ecológicas actuales y
funcionales que albergan animales, y las destruye para cultivar un
número limitado de cultivos, como la soja, para abastecer a los seres
humanos. La soja es responsable de la destrucción del hábitat de los
animales, por lo que, si una dieta consiste en no comer animales, pero sí
los cultivos anuales, de hecho, está matando animales. La agricultura
regenerativa restaura los sistemas perennes. Los animales, tanto
silvestres como domésticos, ahora tienen un lugar donde vivir. En la
agricultura regenerativa, se crean una multitud de nichos ecológicos los
cuales pueden ser colonizados por los animales. Un campo de soja no
tiene nichos permanentes disponibles para animales, la agricultura anual
es hostil para ellos. Durante unas pocas semanas, a finales del otoño y a
principios del invierno, algunos ciervos o cuervos pueden recoger algunos
granos de soja caídos al suelo, pero no hay poblaciones permanentes de
animales que puedan vivir en un campo de cultivos anuales.

En un sistema de agricultura regenerativa, hay nichos que van desde


los 30 metros hasta el nivel de suelo (¡y debajo!), diseñados para seguir un
camino de restauración. Los nichos que no existen en un campo de soja
ahora se hacen disponibles para ser colonizados por animales. Elijas o no
comer carne, una plantación de agricultura regenerativa crea nichos para
más animales que cualquier campo de agricultura tradicional. Para el
vegano, las castañas y las avellanas son una de las respuestas de la
agricultura regenerativa al maíz y las judías. Al comprar cultivos de
alimentos básicos perennes, el vegano puede incentivar económicamente
la implementación de sistemas de agricultura regenerativa.

Un tema delicado
Para los que eligen de manera consciente incorporar animales en su
sistema de agricultura regenerativa, este capítulo será más bien un punto
de partida. Existe una multitud de libros sobre la ganadería rotacional con
gestión intensiva, y éstos son los que hay que consultar para conocer los
detalles de cómo gestionar el ganado y los pastos. Lo que intenta hacer
este libro es establecer el marco que debemos usar como pauta básica.
Los detalles deben ser estudiados por cada ganadero dependiendo de su
ubicación, los mercados disponibles y las preferencias personales, con la
meta de establecer un policultivo de especies animales que proporcionen
control de malas hierbas, fertilidad y cierto grado de control de plagas en
un sistema de cultivos leñosos, además de ingresos adicionales y, por
supuesto, alimentos.
La c ría de animales de distintas especies dentro de una misma
finca regenerativa supone un ejercicio de crear sistemas cuidadosamente
diseñados de agrosilvicultura, que contengan rotaciones de alta intensidad
y múltiples especies que se sigan unas a otras en un orden establecido.
Los sistemas ‘líder- seguidor’ son sistemas por los cuales se introduce un
tipo de animal primero en la parcela. Una vez que ha comido sus
alimentos preferidos, rota a la segunda parcela y otro tipo de animal entra
en la primera. Los sistemas de ‘líder-seguidor’ pueden sobrepasar a los
otros sistemas en peso ya que a cada animal se le permite comer sus
alimentos óptimos primero. Por turnos, cada animal come su forraje
preferido. Al terminar de comer, ese animal se traslada a la parcela
siguiente. A su vez, al prado se le deja suficiente tiempo para recuperarse
antes de que el primer animal vuelva al terreno inicial. La silvopastura,
una práctica oficial de la agro-silvicultura, consiste en combinar
intencionalmente la producción de ganado con la producción de cultivos
leñosos. En otras palabras, la silvopastura no implica soltar los animales en
los bosques para que pasten, sino más bien gestionar intensivamente un
sistema de dosel abierto y del forraje. Un sistema de agricultura
regenerativa, como se entiende en este libro, es un sistema de
silvopastura con el objetivo de conseguir una cosecha que optimice la
energía solar y a su vez mejore las condiciones del lugar.
Este tipo de gestión de ganado imita el modo en que los animales pastan
en los sistemas naturales de la sabana. Los mejores ejemplos de rotación
de diferentes animales que existen hoy en día se pueden observar en el
Serengueti africano. En la naturaleza, los animales que pastan son, a su
vez, alimento para sus depredadores: leones, leopardos, guepardos,
chacales, hienas, perros salvajes, entre otros. La sensación de peligro
obliga los animales que pastan a formar grupos muy concentrados,
pastar rápido, comer sólo su alimento favorito y seguir para encontrar
agua y pastos más verdes. A su vez, el pisoteo de estos animales ayuda
a meter su estiércol en el suelo y crea hoyos que actúan como cuencos
de semilla, además de albercas en miniatura para el agua.
En definitiva, todo lo que tenemos que hacer es investigar la ecología
de los animales que pastan en el Serengeti. No necesitamos convertirnos
en ecologistas de la vida salvaje para poder establecer un sistema
pastoral con especies múltiples. Realmente es bastante sencillo. No
obstante, necesitamos tener conocimientos básicos sobre la gestión de
pastos y la densidad ganadera.

La densidad ganadera
Todo aquel que viva cerca de un campo con ganado habrá visto un
prado en donde había demasiados animales pastando. Los animales
comen cada brizna de verde disponible. Una vez acabado el pasto,
peligran la salud y nutrición de los animales. A su vez, la compactación del
suelo se convierte en un problema porque no permite la penetración del
agua en el suelo para que llegue a las raíces o se pueda añadir al carbono
fibroso del suelo. Incluso a escala mundial, el pastoreo excesivo es una de
las mayores causas de degradación de la tierra y desertificación. Los
defensores de las explotaciones de ganado estabulado utilizan el
fenómeno de la erosión debido al pastoreo excesivo como herramienta de
‘propaganda’ para eliminar a los pequeños ganaderos como competidores
en los mercados de alimentos. Como practicantes de la agricultura
regenerativa, debemos ser muy conscientes de la opinión sesgada que
existe en muchos foros en contra del pastoreo excesivo, ya que nuestra
meta es la de restaurar la salud y vitalidad del sistema ‘tierra-plantas-
animales’. Siendo buenos observadores y gestionando cuidadosamente
nuestras pautas de pastoreo, podremos lograr ese objetivo. La densidad
ganadera excesiva con una única especie y sin rotación animal es el
camino asegurado a la ruina.
Habiendo dicho esto, una baja densidad ganadera también puede dar
lugar a pastoreo excesivo. Puede parecer contradictorio, pero realmente es
posible. Por la carretera que recorre la Driftless Region del sudoeste de
Wisconsin, y a la vuelta de un campo de maíz químico, se encuentra la
granja de un ganadero con certificación ecológica que produce carne
vacuna. Este ganadero se preocupa mucho por el efecto de la huella
humana en el planeta y quiere asegurarse de que su huella personal sea
pequeña. Vive en una pequeña casa de madera que construyó él mismo, no
está conectado a la red eléctrica y hace muchas de las cosas de las que la
cultura de sostenibilidad querría convencer a las masas para que hicieran.
Su preocupación por tener una huella pequeña penetra tanto en su ética
que es un gran oponente del pastoreo excesivo. Sus 5 hectáreas de
praderas tienen un total de tres reses pastando. Los pastos no se han
dividido en parcelas para rotación y los animales tienen libertad para pasear
por cualquier lugar en busca de comida. La mayoría de las referencias que
ha leído dicen que las 5 hectáreas pueden soportar aproximadamente trece
cabezas de ganado sin pastoreo excesivo, pero él sabe que eso es
incorrecto. Él sabe que trece reses agotan 5 hectáreas y que, con esa
ratio, causarían el fin del mundo si todo el mundo aplicara esa densidad
ganadera. En definitiva, si tres reses pueden agotar 5 hectáreas, entonces
trece reses en la misma superficie crearían el próximo Desierto del
Sahara.
Su observación es correcta, es verdad que sus tres reses están
agotando las 5 hectáreas. No obstante, esto se debe a prácticas de gestión
defectuosas más que al tamaño de su ganado. Sus tres reses se
despiertan por la mañana y empiezan su día en los pastos. Comen su
primer bocado de su forraje favorito y después continúan con el segundo.
De esa manera, dejan sin comer el forraje menos apetecible, además de
las malas hierbas y las venenosas. Según va progresando la temporada, las
reses siguen comiendo exclusivamente su forraje favorito, mientras el
indeseable, como los cardos, se hacen más fuertes, más leñosos y menos
apetecibles y, lo más importante, echan semilla. Con el pasar del tiempo,
pronto hay un millón de cardos, y al poco tiempo el prado consiste
únicamente en bosques de cardos y ambrosias. Al permitir al ganado
comer solamente su comida favorita y no quitar las plantas menos
sabrosas, tres reses han logrado destruir las 5 hectáreas de pastos ricos y
abundantes. Decida o no tener menos ganado, pronto se verá obligado a
reducirlo porque quedará muy poco forraje disponible en esa tierra.
Una densidad ganadera excesiva puede degradar los pastos al quitar
más materia vegetal viva de la que pueda regenerarse antes de la próxima
ronda de pastoreo. Sin embargo, una densidad ganadera insuficiente
también puede degradar los pastos cuando no se sigue con segado de
acabado o no se permite que pasten otros animales, y así evitar que
proliferen plantas indeseables. Las ovejas son especialmente buenas
para este fin. Comerán una vegetación más gruesa que las reses bovinas
y también prosperarán con ella. Son el “segador de acabado” de nuestro
policultivo animal. Una regla fácil para calcular el número de ovejas es
tener tantas ovejas como vacas. Por supuesto, un prado soportaría más
de una oveja por hectárea, pero para cuando una vaca y su ternero, dos
cerdos y dos pavos hayan pasado por la pradera, ya no son los mismos
pastos frescos. Si bien los pastos soportarán menos ovejas totales por
hectárea cuando se rotan con otros animales comparado a si se criaran
solas, el número total de animales y la cantidad total de forraje convertido
en biomasa serán mayores.
Para demostrar lo sencillo que esto puede ser, empezaré hablando de
uno de los sistemas ‘líder-seguidor’ más sencillos que existen, y con los
animales que nos son más familiares: el ganado bovino.
El ganado bovino
El sistema ‘líder-seguidor’ más sencillo se consigue cuando se usa
ganado bovino. Se gestiona el sistema según la teoría del “primer
mordisco”. Las reses pastan tomando un mordisco de la parte superior
del pasto más nutritivo. Después se trasladan al próximo “primer
mordisco” y así hasta que hayan mordido toda su hierba preferida.

Un sistema ideal de pastoreo de agricultura regenerativa


sigue el modelo de líder-seguidor incluyendo múltiples especies,
comenzando la rotación por el ganado bovino.
Entonces volverán a dar otra pasada, tomando el mordisco siguiente
en el tallo, moviéndose hacia forraje cada vez menos nutritivo. En los
sistemas más sencillos de líder-seguidor, los terneros jóvenes entran
primero. Después de que hayan pastado inicialmente, y antes de que se
muevan hacía la fase del “segundo mordisco”, se trasladan a hierbas
frescas donde pueden continuar comiendo los pastos más vigorosos y
nutritivos. Luego las vacas lactantes entran en la parcela que han dejado
los terneros. Sistemas sencillos como éstos han demostrado incrementar
el peso total en los terneros sin reducir la producción de leche. Se puede
refinar aún más el sistema.
Después de que los terneros pasten primero se dividen las vacas en
dos clases según su producción: las lecheras más productivas pueden
trasladarse al pasto detrás de los terneros, y las que producen menos
detrás. Las vacas secas pueden seguir detrás. Con un sistema de líder-
seguidor similar, los terneros consiguen todos los “primeros mordiscos”
más nutritivos, después las vacas pro- ductivas tienen todos los segundos
mordiscos, y así sucesivamente. Este sistema de manejo encaja con el
crecimiento de la hierba. En un prado, los “primeros mordiscos” son la
porción más pequeña del forraje disponible.
Esto se ajusta con el tamaño pequeño de los terneros y sus altas
necesidades de nutrientes. Las vacas mayores requieren más volumen y
materia seca en su dieta, y eso es exactamente lo que hay disponible
después de que pasan los ‘líderes’. Las vacas maduras que no dan leche,
que pueden prosperar bastante bien sólo con heno seco, viven bastante
bien con el forraje grueso que dejan los líderes.

Un sistema ideal de pastos en la agricultura regenerativa sería un


sistema de alta densidad ganadera, de líder-seguidor, empezando por el
ganado bovino.
Los cerdos
Una vez que el ganado haya pasado por el sistema, es el momento
correcto para permitirles la entrada a los cerdos. Estos son, por supuesto,
los animales de granja omnívoros que más variedad comen. Si se les deja
a sus anchas, comen una buena cantidad de forraje verde, aunque
prefieren hocicar el suelo para comer larvas, lombrices y las raíces de
plantas. En temporada, comen las frutas caídas, los frutos secos e incluso
se han visto desenterrando y comiendo serpientes, roedores y pájaros que
anidan en el suelo. El comportamiento de “arado” de los cerdos puede
usarse en el lugar y el momento adecuado cuando los granjeros quieren
preparar el suelo para plantar un cultivo nuevo. Algunos granjeros de
líder-seguidor empiezan con las reses y después continúan con los cerdos
para que estos roturen el suelo y coman las plantas y raíces hasta que no
quede ninguna.
Todos los cerdos disfrutan revolcándose en la tierra con sus hocicos
poderosos y sensibles, y realmente da placer ver un cerdo levantar la
cabeza en medio de su animado hociqueo, con tierra hasta las cejas. No
obstante, algunos cerdos hociquean menos y prosperan más que otros.
Entrar en el debate sobre qué razas de cerdo se desarrollan mejor sobre los
pastos no terminaría nunca. Así, en vez de hablar de demasiados detalles,
mencionaré algunos brevemente aquí. En un sistema perenne de
agricultura regenerativa, los pastos saludables son la clave. El policultivo
leñoso es importante, pero la salud de sus pastos es lo que hace funcionar
todo el sistema. Cuando la calidad del forraje es alta, sostendrá más
animales. A su vez, más animales proporcionarán mayor cantidad de
fertilizante para los árboles. Con el tiempo, un sistema leñoso perenne
puede crear un dosel cerrado con tanta sombra que la hierba no prosperará.
En ese momento del desarrollo del lugar, el sistema cambiará de sabana a
bosque. El resultado es un “bosque comestible”, aunque no sea el que
produce la mayor cantidad de comida por hectárea. El bioma más
productivo en fotosíntesis es la sabana con una estructura profunda y
tridimensional.

Además de prosperar en los pastos, los cerdos son la


herramienta de limpieza por excelencia, comiendo los productos
que no pueden venderse y limpiando después de las cosechas los
restos de manzanas, avellanas y castañas.

En definitiva, la salud del forraje supone buena salud para el animal, lo


cual resulta en buena salud para los humanos. Así, para poder conseguir
una productividad óptima y la salud de todo el sistema, no se debe
permitir a los cerdos reducir la salud del forraje roturándolo todo. Para
conseguir esto, se recomiendan aros en la nariz: uno por la columela (la
parte carnosa entre los orificios de la nariz) y otro en la punta del hocico.
El procedimiento duele al principio y los cerdos siempre parecen chillar
diez veces más de lo que merece el dolor real. Es mejor insertar el aro
en la nariz inmediatamente después del destete, o en cuanto recibas los
cerdos para cebar en la granja. Unos segundos después de soltarlos, los
cerdos dejan de quejarse y no parecen encontrarse incómodos a menos,
claro está, intenten hocicar en el suelo. Sus estómagos hambrientos les
enseñan rápidamente a pastar en vez de hocicar. Algunas razas parecen
aprender más rápido que otras. De las muchas razas de cerdos que he
tenido en los pastos, tres sobresalen. Los cerdos Red Wattle parecen
desenvolverse bastante bien en pasto, como también lo hacen los
Berkshire y especialmente los Tamworth. De los tres, los Berkshire
parecen ser los más magros cuando se alimentan de pastos, mientras que el
campeón del cebo y del uso ‘económico’ de pasto es, por mucho, el
Tamworth.
Los Berkshire tardan unos días en comprender como pastar bien,
mientras que los Tamworth empiezan a buscar hierba en cuanto se
destetan.
Cuando no llevan aro, parece que los Tamworth producen la menor
cantidad de daño en los pastos. Otro cerdo que vale la pena considerar es el
cerdo ibérico pata negra en el oeste de España. Los cerdos en esa zona
se crían en dehesas y son alimentados con bellotas y castañas. Su carne
más oscura se convierte en el famoso jamón ibérico tan apreciado por
los españoles y sus invitados.
Francia e Italia también tienen sus cerdos favoritos cebados en pastos
y con bellotas, y también está creciendo esta tendencia en Norteamérica.
No hay nada como el sabor y la textura de la carne de cerdo cuando el
animal ha comido pastos todo el verano y ha sido cebado con una dieta de
manzana prensada, avellanas y castañas recogidas del suelo.
La gestión de cerdos en los sistemas de agricultura regenerativa
también los incorpora como la herramienta de limpieza por excelencia.
Puede programarse la ‘limpieza’ para que coincida con la caída de
manzanas en junio, cuando la fruta dañada por insectos se cae del árbol.
Los cerdos están encantados de revolver por la vegetación leñosa en
busca de pequeña fruta con larvas dentro. Después de la cosecha, sea de
manzanas, castañas o avellanas, se rotan los cerdos bajo los árboles para
recoger cualquier fruta o frutos secos que hayan pasado por alto los
recolectores.
En un sistema de “cerdos después de las reses”, una regla a utilizar
es no tener más de dos cerdos maduros por cada vaca adulta. Menos de
dos cerdos por vaca funciona perfectamente. Con demasiados cerdos,
no les quedará suficiente forraje para prosperar, tendrán hambre y
empezarán a romper las vallas eléctricas. Los cerdos son animales
increíblemente inteligentes y una vez que aprenden que sólo se necesita un
calambrazo para pasar una valla eléctrica, lo harán si no consiguen
suficiente comida dentro de su corral.

Los pavos
Una vez que el ganado haya comido sus dos primeros mordiscos, y
después de que los cerdos hayan limpiado detrás, los pavos son una
elección excelente como siguientes seguidores. Los pavos mordisquean
las hierbas y las plantas no herbáceas, aunque prefieren comer semillas
grandes e insectos. Los pavos comerán los insectos atraídos al estiércol
que han dejado detrás los animales que han pastado, además de
cualquier semilla que pueda haber pasado por el intestino de los animales.
Rascarán entre los desechos de forraje pisoteados para buscar
escarabajos, orugas, lombrices y semillas grandes. Muchas de las “malas
hierbas” que no dan el mejor forraje para las reses y los cerdos tienen
semillas grandes, las cuales son zampadas por los pavos y completamente
trituradas.

Los pavos trabajan molie ndo mine rale s me zclándolos con


orugas , s altamonte s , babos as y otros inse ctos, de positándolos
en paque te s que se de scompone n fácilme nte por todo el prado.
¡De mos gracias por el control de plagas que realizan y su función
fe rtilizante !

Los pavos (y todas las aves) también son una buena manera de
introducir minerales en el pasto de una manera ‘barata’. Para tener
pastos de alto rendimiento, los minerales deficitarios pueden ponerse en
un comedero de minerales y llevarse de parcela en parcela acompañando
a los pavos. Los minerales más gruesos a veces son menos caros que los
más finos sencillamente porque se dedica menos tiempo de molienda a su
producción. Mientras los pavos pastan en el prado, ingieren los minerales
disponibles en esos pastos. Muelen la arenilla hasta que se forma un polvo
fino en el buche producto de los ácidos y las enzimas digestivas, y lo que no
usa el organismo para sí mismo es defecado encima del mismo pasto.
Los policultivos animales han sido el secreto de la naturaleza para
crear los suelos más fértiles del planeta. Las sabanas húmedas de
Norteamérica, especial- mente en el Medio Oeste Americano donde se
encuentran las cuencas hidrográficas de los ríos Ohio, Misisipi y Misuri,
albergan algunos de los mantillos más profundos y fértiles. Algunos tienen
un espesor de casi 60 metros. Este mantillo fértilfue creado por las familias
de plantas de la sabana de roble (y otras también), aunque especialmente con
la ayuda de los animales.
El fósforo, uno de los minera- les más deficientes del Cinturón de Maíz,
antes ‘llegaba’ a la región en abundantes toneladas cuando las aves
migratorias defecaban los maricos que habían comido en el golfo de
México. Hoy en día, ya no tenemos la paloma migratoria (Ectopistes
migratorius) en la granja, de manera que tenemos que sustituirlas con
aves domésticas y darles los nutrientes que necesitan tanto ellos como el
suelo.
Los pavos, especialmente las razas tradicionales más inteligentes,
requieren muy poco mantenimiento. Para cuando se haya acabado la
mejor hierba en las regiones septentrionales, será el momento de meter
los pavos en el congelador para la época festiva. Aproximadamente dos
pavos por cerdo es un número adecuado.
Las ovejas
Imagina qué aspecto tiene el prado ahora. Una o más oleadas de
reses han pastado allí primero, con los terneros que comen las puntas de
las plantas más nutritivas, las mejores vacas tomando los segundos
mordiscos, luego las vacas menos productivas tomando los terceros, y por
último las vacas secas. Después llegan los cerdos y limpian los restos, y
tercero, los pavos sacan las semillas y comen los insectos. ¿Qué queda?
Cualquiera que haya visto ocurrir este proceso, o incluso una parte
de este proceso, observará que las primeras plantas que rebrotan después
de este proceso son las que menos preferían las reses, y que no fueron
comidas por los cerdos. Los pavos realmente no tienen mucho impacto en
los pastos en sí, de manera que empieza a rebrotar el crecimiento verde.
Los primeros en salir del suelo son las plantas, la mayoría bianuales y
perennes, con grandes raíces y mucha energía almacenada. Las otras
plantas dejadas atrás son las que muchos ganaderos llaman ‘invasivas’,
como la Centaurea maculosa y Euphorbia esula. La lista de las plantas
que responden rápidamente incluye al Diente de león, bardana,
Heracleum maximum y los cardos. Con poco más que comer, las ovejas
pastarán contentas sobre estas plantas de hoja ancha. Con el tiempo, estas
malas hierbas prevalecerán cada vez menos en el prado, controlando de
ese modo las malas hierbas como beneficio colateral del sistema pastoral.
Las gallinas
Mientras las gallinas pasan por el prado después de las ovejas, rascan
cualquier estiércol que hayan dejado los “líderes” delante de ellas,
buscando insectos y semillas. Para cuando las gallinas lleguen al prado,
quedará muy poco estiércol. Todo habrá sido comido o transportado por
escarabajos peloteros o rascado hasta deshacerse por los pavos.
Tratar con gallinas en un sistema de l í der-seguidor puede
ser un reto complicado, pero al final aprenden como evitar a los
depredadores y casi no necesitan cuidados.

Cuando se incluyen las aves en la rotación, quedan muy pocos


desechos animales. Las gallinas, sean ponedoras o aves de carne, son
uno de los animales más sencillos de criar, y los que más suelen comprar los
clientes de venta directa. Las gallinas son un buen negocio para
introducirles a los niños de granja, y cuando se emprenden proyectos
cooperativos de procesado y comercialización, los criadores pueden sacar
un beneficio bastante alto.
Realmente pienso no es posible establecer una regla para las
gallinas. Si no quieres usar pienso adicional, entonces el sistema de líder-
seguidor sostendrá menos gallinas. Si vas a incorporar el cultivo de grano
pequeño en el sistema global de la granja, podrías calcular que serían
necesaria una hectárea y media de producción de grano pequeño y
legumbres para alimentar a 4.000 gallinas.

Los gansos
Se han incluido los gansos en este capítulo, no porque fueran
animales de sabana históricamente significativos, sino más bien porque
sus costumbres alimenticias son bastante parecidas a las de las ovejas.
Se encuentran a gusto pastando en plantas de hoja ancha y son buenos
para seguir a los pavos.
Las vallas montadas para los cerdos y los pavos también contendrán
a los gansos sin ningún problema. Los gansos además proporcionarán
servicios de alarma para avisar al ganadero que hay alguien o algo
rondando a las aves. Los gansos se adaptan bien al policultivo perenne y
a veces dan un flujo de ingresos mayor que las ovejas. Muchas veces los
gansos no gustan por ser combativos y malhumorados, pero la verdad es
que las ovejas también lo son. No me gusta el olor de las ovejas, mientras
que tener a los gansos en los pastos no me parece mal.

Las cabras
La cabra es un animal maravilloso. Sin duda, es el animal que produce
carne y productos lácteos de alta calidad alimentándose sólo del forraje
más grueso y degradado. Pueden comer frambuesos, rosales y hiedra
venenosa (Toxicodendron radicans), subir considerablemente de peso,
producir exceso de leche y un cabrito o dos cada año. La capacidad de la
cabra de comer cualquier cosa los ha llevado a que aparezcan en
innumerables imágenes de libros infantiles. La capacidad de la cabra de
mantenerse con casi cualquier dieta es su punto más fuerte, y a su vez,
su mayor maldición. Las cabras pueden ser una herramienta muy útil para
gestionar un sitio al pastar sobre plantas que son económicamente inútiles
como la madreselva, la rosa multiflora o el Elaeagnus umbellata.
No obstante, las cabras pueden ser una plaga para el agricultor
regenerativo. Después de plantar 10.000 arbustos de avellana, con el gran
coste financiero y de mano de obra que eso supone, lo último que quiere el
granjero es que venga una cabra y los mate todos. ¡Cuidado, las cabras
saltan vallas! Si has plantado un huerto encantador de manzanos y ellas
deciden que quieren comer manzanos, se escaparán. Las cabras pueden
saltar por encima o atravesar cualquier valla eléctrica normal.
Constrúyela más alta y encontrarán una manera de pasar por encima, a
través o debajo de ella. Una valla eléctrica de 6 metros, de alta tensión, con
generador nuclear y un campo de minas delante no será capaz de retener a
una cabra que quiera comerse tu castaño.
Si acabas de empezar como agricultor regenerativo y todavía no has
dominado las sutilezas de la gestión de pastos con especies múltiples (llevo
dieciséis años con mi proyecto y todavía tengo muchísimo más que
aprender), es mejor evitar las cabras. Los arqueólogos, antropólogos e
historiadores han encontrado pruebas, una y otra vez, de que las cabras
representan la última fase antes de la desertificación total.
Históricamente, en todo el mundo, el animal preferido de los pastores
y granjeros han sido las reses. Las vacas requieren pastos de alta
calidad y producen comida de alta calidad. La carne de vaca siempre ha
sido un símbolo de estatus. Si tenías vacas, eras un hombre rico.
Cuanto más vacas tenías, más rico eras. No obstante, mantener
demasiadas vacas para tener estatus o por la razón que sea, degrada la
calidad de los pastos. Con el tiempo, según se degradan los pastos, se
pueden mantener cada vez menos reses allí y entonces se crían ovejas y
cabras. Culturas enteras han visto un cambio en su dieta con el tiempo,
desde el consumo en masa de la carne de vacuno hasta convertirse en
alimento exclusivo para los más adinerados, convirtiendo a las ovejas en la
fuente de alimentación para las masas. Según se degrada cada vez más el
medioambiente pastoral, las vacas desaparecen incluso de los bienes de
los ricos e incrementa el número de cabras. A medida que se profundiza
este proceso, los pastos no se recuperarán, el suelo se erosionará con el
viento y la lluvia, y las sociedades colapsarán dejando como supervivientes
a unos pocos pastores nómadas con sus cabras famélicas que
mordisquean los pocos brotes que persisten en el planeta.
Mantener vegetación de buena calidad es la meta número uno en la
agricultura regenerativa. Si no se mantiene la calidad de los pastos y se
agota el forraje o se gestiona incorrectamente, el ganado vacuno y los
cerdos cederán el paso a las ovejas y las cabras, dejando como
consecuencia los desiertos que vemos en África, el Oriente Medio, China,
y Sudamérica. Cuando la calidad de los pastos no es la meta principal, las
cabras son el último clavo en el ataúd ecológico.
Personalmente no recomiendo las cabras hasta lograr establecer un
sistema de agricultura regenerativa bastante maduro, es decir de por lo
menos 15 años. Las cabras son una amenaza en la fase de establecimiento
de un policultivo leñoso. Sin embargo, si opinas que debes tener cabras en
tu granja regenerativa, ¡adelante! Se puede hacer, y se puede hacer bien,
pero recuerda... ¡Te avisé!

Otros problemas potenciales (además de las cabras)


La gestión y las vallas probablemente sean los retos más grandes a
los que se enfrenta el agricultor o ganadero regenerativo. Éste es
especialmente el caso cuando un granjero cambia un sistema de parcelas
rectilíneas a uno que combine y se acople con los contornos de la tierra y un
sistema de gestión del agua En un sistema sencillo de líder-seguidor con
reses, los animales jóvenes están separados de los animales más viejos.
Hay que mantener dos parcelas activas de valla móvil.

La capacidad de la cabra de prosperar comiendo casi cualquier


cosa es tanto su punto más fuerte como su mayor maldición.

Cuando se añaden cerdos al sistema, hay que colocar adicionalmente


hilo de alambre bastante bajo y eliminar las malas hierbas debajo de la
valla para que esta no se cortocircuite. Las ovejas pueden requerir un tercer
hilo o, como mínimo, habrá que ajustar el alambre más alto o bajo cuando
entre el siguiente tipo de ganado. Cuando se diseña una granja para
optimizar la captura de agua usando zanjas de infiltración o bancales cerca
del contorno, se requieren más postes de valla para poder seguir las
curvas en vez de líneas rectas. Los extremos móviles de los corrales siguen
siendo líneas rectas y no se requiere ningún cambio para eso, pero en
general será necesario poner más valla y hará falta más tiempo para el
traslado del ganado a la parcela adecuada.

Transporte de animales
Puede que la cría de especias múltiples requiera de instalaciones
adicionales para cargar los animales en los remolques para la venta. Hay
gente que está convencida de que no se pueden cargar animales en un
remolque sin una manga específica para cada especie, pero eso sólo es así
cuando los animales no tienen ninguna conexión con su gestor. Cuando las
manadas son más grandes de cierto número, los animales se vuelven
‘anónimos’ para el gestor y no le responden. La cría de especies múltiples
permite al ganadero tener menos animales de cada especie, reduciendo el
anonimato individual. Relacionarte amistosamente con tu ganado ayuda
muchísimo. Otra manera de no necesitar instalaciones adicionales para el
manejo es enseñar a los animales a subirse a un remolque desde una
edad temprana.
Aparca un remolque de ganado en algún lugar cercano a los corrales.
Cuando el ganado está en ese corral, lleva a los animales al remolque y
que encuentren una sabrosa cantidad de piensos. A la vez que el ganado
descubre la delicia, el ganadero debe dar un pitido y llamada específica
para esa especie. Cuando esto ocurre periódicamente durante la
temporada, los animales se familiarizan con el remolque. Lo verán
frecuentemente, pastarán, y recibirán una recompensa matutina, además
de una caricia del ganadero. Los animales se sienten cómo- dos al ver el
remolque llegar y verlo marcharse. Se convierten en el “ganado de
Pavlov” al subirse al remolque con un silbido o llamada. La primera vez
que llamé a un transportista comercial para llevar a una docena de cerdos
al matadero, me preguntó dónde estaba mi manga de compresión.
Cuando le dije que no la necesitaríamos, rezongó, maldijo y gruñó “¡Vaya
tío! ¿No eres uno de esa verdad?” Le dije, “¡Relájate!”, di un silbido y los
cerdos llegaron en tropel por la esquina. Con una olisqueada al remolque,
dieron chillidos de alegría.

Toxicidad mineral
El invierno es un problema para la producción de ganado y pueden
hacer falta instalaciones adicionales. Es buena idea tener instalaciones
separadas, especialmente para evitar cualquier transmisión de parásitos
de una especie a otra, enfermedades o toxicidad mineral.
Los piensos complementarios con minerales y elementos traza deben
vigilarse con cuidado. Al ganado le encanta su piedra de sal y los cerdos
tienden hacia el exceso de sal. Los suplementos minerales para el
ganado bovino y los cerdos pueden incluir cobre como elemento
beneficioso para su salud, pero pueden ser tóxicos para las ovejas. Es
prudente hacer pruebas del suelo y forraje para entender lo que realmente
está pasando con los niveles de minerales en el suelo.

Los parásitos
Las ovejas y las cabras comparten los mismos parásitos (¡otra razón
para no usar cabras!). Lo mismo ocurre con los cerdos y gallinas. Otros
parásitos pueden subsistir externamente, lejos del animal anfitrión. La
mejor manera de limitar los parásitos en las operaciones con especies
múltiples es entender qué parásitos podrían surgir, entender los ciclos de
vida de los parásitos y no combinar ganado con parásitos similares en el
mismo corral. Siempre debe haber una separación considerable entre las
especies. Los problemas de parásitos también pueden limitarse
manteniendo una mezcla diversa de pastos y, especialmente, una que
incluya especies de plantas perennes conocidas como parasiticidas.
Algunasson la artemisia (Artemisia absinthium), miembros de la familia
de la salvia, el ajo, la genciana, el hinojo y otras hierbas fuertes. Esas se
pueden plantar en las vallas. Si se plantan calabazas de invierno y
cucúrbitas en la granja, los desechos que no se envían al mercado pueden
alimentar alganado, tanto por su contenido en hidratos de carbono como por
los efectos antiparasíticos de la piel de la semilla. La lespedeza, aunque
considerada invasiva en muchos lugares, es un forraje excelente y también
ha mostrado tener un efecto parasiticida.

Las enfermedades
La enfermedad de Johne, la fiebre catarral maligna y otras
enfermedades del ganado pueden gestionarse de manera similar a los
parásitos. Para evitar transferencias directas, las ovejas no deben pastar
en un sistema que incluya alces, ciervos o bisontes.
Como la mayoría de los parásitos, las enfermedades del ganado son
transmitidas por contacto de boca y nariz, y en las heces. Para limitar la
transmisión de parásitos y enfermedades, hay que mantener la separación
entre las reses y los cerdos, los cerdos separados de las aves y las aves de
las ovejas. Debe asegurarse que los animales no estén estresados. Debe
haber agua limpia disponible para los animales en todo momento y vaciarse
y purgarse los tanques de agua o abrevaderos entre una especie y otra.
Una vez más, todo esto tiene que ver con la salud del pasto. No deben pastar
en los prados hasta que la tierra quede expuesta. Las ovejas,
especialmente, comerán el pasto hasta el punto de que sólo quede la
corona foliar de la hierba. Esta es una manera asegurada de propagar
tanto parásitos como enfermedades. Los prados bien gestionados con
largos períodos de recuperación entre rotaciones son la mejor manera de
mantener el ganado saludable y libre de parásitos y enfermedades.

Más homogéneo, más eficiente


Un pastoreo con especies múltiples, con una densidad ganadera alta,
puede crear pastos más saludables. Un forraje de hierba más saludable
crea suelos más saludables. Un suelo más saludable genera alimentos más
densos en nutrientes y saludable para comer, para un animal que apacienta
tranquilamente, o un ser humano que disfruta los frutos de un sistema
saludable y abundante.
La cría de especies múltiples de ganado, cada una con sus
preferencias dietéticas, devolverá el equilibrio a las comunidades de
plantas y llevará a que los pastos se recuperen del pastoreo más
rápidamente, desarrollando sistemas de raíz más profundos que les
permitan tolerar climas extremos como una humedad excesiva en el
suelo o una sequía prolongada. Una de las metas del pastoreo con
especies múltiples es utilizar los recursos del pasto de una manera más
uniforme. Para cuando la última especie deja una parcela, no debe haber
zonas sin pastar. Los pastos se recuperan de una manera más uniforme y
requieren menos siega de acabado.
Además, el pasto se utiliza de manera más eficaz. Las plantas que
no se pueden comer las reses, o que incluso sean tóxicas para ellas, como la
Consolida y Euphorbia esula, la consumen las ovejas con ganas. Esto
efectivamente incrementa la capacidad de sostener reses en la ronda
siguiente. L a s plantaciones de agricultura regenerativa proporcionan
posaderos para una diversidad fenomenal de aves silvestres, muchas de las
cuales acuden al sistema con sus intestinos precargados de semillas
indeseables. El pastoreo de especies múltiples asegura que cada planta
sea un alimento apetecible para alguien en alguna parte del sistema. Una
vez que las plantas indeseadas se hayan despejado, más hierbas pueden
crecer y así continuará el ciclo.

Una mejor producción de ganado


La producción total de ganado es más alta cuando animales de distinto
tipo pastan en un sistema de líder-seguidor. Esto es así parcialmente
debido al incremento de la fertilidad de la tierra y, por otro lado, debido a
las diferentes fuentes de alimentación requeridas por los distintos animales.
Es posible que no puedas criar tantas reses u ovejas por hectárea como solías,
pero elpeso delganado por hectárea será mayor.

Resiliencia económica
Mi tío Bill, un granjero de toda la vida, me dijo una vez, “Mark, tienes
que entrar en el negocio de criar ovejas.” “¿Por qué?” le pregunté.
Respondió, “son el ganado más rentable que he criado nunca. ¡Con las
ovejas sólo pierdo cinco o diez dólares por cabeza!” El Tío Bill se había
dedicado a muchas cosas: los lácteos, toros sementales, cultivos en hilera
para el mercado de productos básicos, producción de carne de cerdo y
vacuna. A pesar de que le habían criado en una granja familiar muy
diversificada, había abandonado esas costumbres durante la mayor parte
de su carrera. Al concentrarse solamente en un negocio, y forzando su
producción al máximo, sufrió muchos golpes financieros durante su vida
laboral. Tuvo algunos años de bonanza cuando los beneficios eran
realmente grandes. Las pérdidas, sin embargo, eran igual de grandes.
Durante esos años malos, se veía forzado por las presiones económicas a
refinanciarse y empezar otra operación en otro sitio. Mi abuelo sólo perdió
la granja una vez. El Tío Bill, siempre excesivamente ambicioso, la perdió
varias veces.
Al diversificar las especies e n los pastos, se pueden compensar
las fluctuaciones en el mercado. Las reses, los cerdos, las ovejas y las
aves todos suelen tener ciclos de precios ligeramente distintos. Los altos
precios de unos pueden compensarse con los bajos precios de otros.
Algunas especies como los gansos pueden tener precios muy altos en los
mercados de especialidad, pero poco volumen de ventas. Ofrecer sólo un
producto, leche o maíz, por ejemplo, te deja totalmente a merced de ese
mercado único. Tu flujo de ingresos subirá y bajará con ese mercado
único. En el caso de la mayoría de los granjeros norteamericanos en los
últimos sesenta años, tus ingresos solamente bajan. Es interesante ver
cómo, después de una carrera de agricultura de monocultivo y después de
todo el estrés que causó en su vida y para la familia, mi Tío Bill ahora
está oficialmente jubilado cuidando reses, ovejas, cerdos, una manada de
gansos y un pato corredor indio al que sus nietos llaman “snappy duck.”
C APÍ T U LO 1 0
Abejas y otros polinizadores
Antes del asentamiento europeo en el Nuevo Mundo, no existían
abejas nativas en este continente, de tal modo que las plantas aquí han
existido durante millones de años sin abejas. Sencillamente no se
necesitaron abejas en el ecosistema más rico y abundantemente
productivo del planeta.
Las abejas son del género Apis y la familia Apidae. En el Nuevo
Mundo, las abejas son de una familia completamente diferente de insectos
(Megachilidae) y las especies son totalmente diferentes a la abeja
melífera (Osmia, Xylocopa y otras). La mayoría de las abejas
norteamericanas son insectos solitarios.
Como la abeja europea y africana (Apis mellifera y Apis mellifera
scutellata) las abejas norteamericanas obtienen su sustento de las plantas
en flor. El polen, que es análogo a las células reproductivas masculinas de
la planta, tiene un alto contenido de proteína que necesitan las abejas
para alimentarse. El néctar es un líquido segregado por las partes
hembras de la flor y no tiene ninguna razón aparente de existir salvo
para atraer a los insectos polinizadores. No realiza ninguna función
fisiológica inmediata para la planta. El néctar tiene un alto contenido de
azúcares, fructosa, glucosa y parecidos, y es una bebida energética
extremadamente fuerte. Todas las abejas comen polen y beben néctar para
sustentarse. Cuando las abejas andan alrededor de las anteras de la flor
para comer polen, o incluso cuando pasan al lado del polen en busca de
néctar, parte del polen se pega en las pequeñas cerdas que cubren el
cuerpo de la abeja. Mientras la abeja liba el néctar, parte del polen que
cubre su cuerpo puede entrar en contacto con el estigma de la flor (análogo
a la vagina en mamíferos hembra), donde finalmente viaja para establecer
contacto con un óvulo y crea una nueva semilla.
Después de beber el néctar, la abeja remonta el vuelo para salir de la
flor y, finalmente, se peina para quitarse los granos de polen de su pelo.
Mucho polen queda almacenado en las zonas de las patas, mal llamadas
‘sacos de polen’, para ser llevado a la colmena para servir, más tarde,
como fuente de comida para las larvas. La verdad es que los sacos de
polen se parecen más a tiras de velcro que a sacos, y sirven a modo de
transporte para luego fertilizar cuando la abeja visita la próxima flor.
Muchas de las especies de plantas no pueden usar su propio polen y
tienen que recibir polen por parte de otras plantas de su misma especie
para producir semillas. De esta manera, las abejas polinizan las plantas
que florecen mientras se alimentan. Hay muchas lecciones que pueden
aprenderse al estudiar esta sencilla relación.
La flor alimenta a las abejas, las abejas polinizan a las flores para
hacer más flores que alimentan a las abejas. Tanto abeja como flor están
involucradas en una relación ventajosa que pretende afectar a una a otra de
manera positiva.

Cuanto más simple, más débil


Casi un 30 por ciento de las plantas comestibles para el hombre están
poliniza- das por abejas. Desde las manzanas o las cerezas, hasta los
tomates y pepinos, pasando por las calabazas, los guisantes, las lentejas y
las habas; todas dependen de las abejas para producir nuestros alimentos.
Por tanto, puedes ver que la especie humana depende críticamente de las
abejas para su propia supervivencia. La industria de la miel en todo el
mundo y, muy visiblemente en Norteamérica, es un negocio importante.
Hace mucho, los apicultores permanecían en un lugar: cuidaban sus
colmenas de abejas en un lugar y plantaban cultivos o dependían de las
poblaciones naturales de plantas con flores para alimentar a sus abejas y
así poder producir miel, cera de abeja y/o propóleo.
Según fue cambiando el aspecto de la agricultura, también cambió la
cara de la apicultura, ya que ambas sufrían la enorme influencia del
desarrollo de los equipos de transporte y tracción. Las cabezas tractoras,
cada vez más grandes y con sus semirremolques, y el sistema de autopistas
interestatales se combinaron para transformar a la industria de abejas de
miel en un negocio altamente móvil, en el que los ingresos primarios para
muchos apicultores ya no venían de la miel, sino de los servicios de
polinización. Como los combustibles fósiles permitían equipos más
grandes, rápidos y eficaces en mano de obra, los campos de las granjas se
hicieron cada vez más grandes. Los setos entre las eras y las parcelas sin
cultivar que podían haber sostenido una colonia o dos de abejas silvestres
fueron talados. Peor que no tener más abejas silvestres en la zona fue la
caída en picado de las poblaciones de polinizadores silvestres. Esto pasó
bastante desapercibido para la mayoría de los granjeros que dependían de la
polinización porque la industria apicultora estaba a mano. Remolques
abiertos cargados con pallets de colmenas de abejas, aparcados en los
bordes de los campos, aseguraban la polinización adecuada de los
campos. Esta industria creció y se especializó rápidamente en California
con el boom de la agricultura de riego en la región del Valle Central.
Camiones llenos de abejas seguirían el ciclo de flor, yendo de
ciruelos a albaricoques, de almendras a melocotones, manzanas a peras,
a fresas, pepinos, sandías, calabazas y tomates, y así según avanzaba la
temporada. La producción móvil de miel y la agricultura dependiente de la
polinización se desarrollaron con tal especialización conjunta que ahora se
puede comprar miel basada en el cultivo de ese momento.
No obstante, no todo va bien en el mundo de las abejas, y por tanto esto
afecta el desarrollo de los cultivos dependientes de las abejas para ser
polinizados. Como siempre puede observarse en los sistemas vivos, cuanto
más simplificado se vuelve un sistema biológico o ecológico, más vulnerable
es ante la perturbación de plagas y enfermedades. La industria de abejas
en Norteamérica ahora está sufriendo un colapso peligroso. El Síndrome
de Colapso de Colonias (CCD por sus siglas en inglés) ha afectado al 50 por
ciento o más de las colonias de abejas melíferas en Norteamérica,
resultando en pérdidas de miles de millones de dólares de ventas de
productos de las abejas, además de pérdidas de rendimiento de los cultivos
que dependen de las abejas para polinizarse. Sumado a esto, hay pérdidas de
casi el 99 por ciento en los niveles pre-europeos de polinizadores silvestres,
principalmente debido a la pérdida de hábitat. Volvamos a la frase inicial
de este capítulo y considerémosla de nuevo... Antes del asentamiento
europeo en Norteamérica, no había abejas colonizadoras en el continente.
¿Por qué y cómo podía ser así?

Separación de poblaciones
Se puede enfocar mejor esta pregunta cuando se contempla el problema
desde el punto de vista de un ecologista.
Antes del asentamiento europeo, poblaciones grandes y saludables de
insectos se encargaban de la polinización de la mayoría de las plantas que
florecían. Un número casi incontable de especies de moscas, escarabajos,
avispas, mariposas y polillas polinizaban muchas plantas florecientes. Los
insectos polinizadores más eficaces, por supuesto, son las abejas. Otro
grupo de plantas florecientes son polinizadas por el viento, como los robles,
castaños, hayas, avellanos, nogal blanco, nogal persa, pecán, arroz salvaje
y maíz, aunque hablaremos de éstos en otro momento.
En Europa, África y Asia, las abejas formaban grandes colonias,
produciendo su producto secundario más conocido: la miel. La miel se
utilizaba como edulcorante, por supuesto, y para hacer aguamiel (un vino
de miel fermentada), el primer ejemplo documentado de una bebida
alcohólica fermentada. El epítome de la salud y prosperidad de una región
ocurría cuando sus poblaciones de abejas, además de sus animales de
pastoreo, prosperaban. Fue en u n sistema saludable como éste donde
nació la frase “la tierra de leche y miel”. Cualquier lugar que tenía pastos
ricos y producía un exceso de leche, mientras simultáneamente sostenía
suficientes flores florecientes para producir un exceso de miel era,
obviamente, un ecosistema rico, saludable e intacto. La leche fresca alta en
grasas, proteína y calcio (de oveja, cabra o vaca) combinada con miel,
vitaminas y minerales es la comida por excelencia para los seres humanos.
Mucha de la intolerancia a la lactosa que se observa en el mundo hoy
en día se debe a que se cocina la leche a más de 82 ºC para poder
pasteurizarla. Ninguna de las especies de abeja que había en el Nuevo
Mundo formaba grandes colonias, y tampoco producía un exceso de miel,
cera u otros productos.
Los europeos cambiaron esto rápidamente cuando empezaron a
colonizar las regiones templadas y tropicales del Nuevo Mundo. Se
trajeron abejas melíferas con el objetivo de producir miel y cera para
velas, que era extremadamente importante en esos años. Las abejas
europeas se encontraron a gusto en el Nuevo Mundo y se expandieron
con el mismo vigor que los propios europeos. La manera en que los
europeos criaban a sus abejas fue posiblemente la razón por la que las
abejas de colonia pudieron sobrevivir en un continente donde no habían
existido antes.
Quizás el Nuevo Mundo siempre ha sido hostil a las abejas de colonia.
Quizás siempre han existido hongos, bacterias, trips, escarabajos, ácaros y
otras plagas y enfermedades que han presionado a las poblaciones de
abejas en el Nuevo Mundo, atentando contra la formación de grandes
colonias. Quizás el régimen de plagas y enfermedades en el Nuevo
Mundo era tal que, si eras una abeja y ponías demasiados huevos en el
mismo sitio, la larva moría de hambre, se sofocaba y los genes no se
reproducían para el futuro. Durante eones, las plagas y enfermedades que
sólo se presentaban con fuerza cuando demasiadas abejas se juntaban en
un mismo sitio, influenciaron la reproducción natural de las abejas y sólo
las abejas que ponían sus huevos en lugares apartados tuvieron la
oportunidad de colonizar. Es perfectamente posible que toda la gama de
plagas y enfermedades de abejas que afectan a los apicultores hoy en día
siempre hayan estado aquí. ¿Cómo podría ser esto?
Las primeras instancias documentadas de cría de abejas europeas en el
Nuevo Mundo fueron en el siglo XVI. En la época de las colonias
inglesas, francesas y españolas del siglo XVII, probablemente habría
decenas de miles de colonias. Se guardaban las abejas principalmente en
cestas invertidas, tejidas con hierba, llamadas skeps en inglés. Se
guardaban algunas abejas en secciones de troncos huecos y otras en
cajas de madera selladas con barro que parecían pequeñas cabañas de
troncos. Los tablones serrados y los clavos utilizados para ensamblar eran
raros y caros, de manera que no se consideraron las cajas de madera
para alojar abejas durante cientos de años.
Cada primavera, el apicultor dividía sus colmenas para poder tener
más colonias y así asegurarse suficiente miel y cera en otoño. La cesta
tradicional tejada era perfecta para esto, ya que se fabricaba fácilmente y
los materiales de hierba que se necesitaban para hacerla eran abundantes.
El clima natural para que las colonias incrementen sus números es a
principios de primavera, de manera que los europeos realmente
trabajaban en armonía con la naturaleza.
Abeja obteniendo polen de una flor.

A medida que aumentan las temperaturas, aumenta el polen y el néctar,


y las poblaciones de abejas aumentan exponencialmente. Según se
comenzaba a abarrotar la colmena vieja, se daba la señal que era hora de
que la reina pusiera los huevos destinados a convertirse en nuevas reinas.
Las obreras alimentaban a las larvas de la reina con una dieta especial y,
en 21 días, nacía una nueva abeja reina. Si la reina joven no mataba primero
a su madre, la vieja reina salía volando, llevando con ella un gran enjambre
de obreras. Típicamente, el enjambre se posa en la rama de un árbol
cerca de la colmena original y se queda allí durante poco tiempo mientras
que las exploradoras buscan una casa nueva. Una vez que encuentran el
nuevo hogar, o una vez que el apicultor atrapa e introduce el enjambre en
una nueva colmena, la colonia se queda en el lugar y continúa su vida
nueva, construyendo el panal, haciendo miel y polinizando flores. Al dividir
las colonias en primavera, el apicultor imitaba a la naturaleza. Hasta aquí,
todo iba bien.

Cuando la reina envejece y ya no está poniendo huevos con


tanta eficacia como lo haría una más joven, es hora de dividir esta
colmena y criar nuevas reinas

Poblaciones débiles
Durante el verano, se solía dejar a las abejas apañárselas solas y, por
alguna razón desconocida (¡hasta por los apicultores de hoy en día!),
algunas colmenas prosperaban y otras apenas se mantenían. Las colmenas
que prosperan trabajan más, trabajan más rápido, construyen más panal,
hacen más miel y siempre se ve mucha actividad fuera de la puerta
principal. Después de la última floración del otoño, en una mañana fría y
seca, con las temperaturas en los 4 ºC cuando las abejas no pueden volar,
el apicultor seleccionaba las colmenas más débiles y las ahogaba. Una
vez muertas las abejas, se realizaba la tarea de separar el panal lleno de
larvas de abejas del panal lleno de miel. Al separarlos, se cortaba el panal
de mejor calidad y más limpio, y se guardaba en cajas de madera
selladas, y se usaría la miel de panal como dulces y chicle. El panal que no
estaba completamente cubierto con un sello de cera (las abejas sellan su
panal con tapas de cera cuando la miel está completamente madura), se
introducía en ollas de acero y se calentaba. Cuando se calentaba el panal, la
cera, patas y cuerpos de las abejas flotaban en la superficie, y luego se
dejaba enfriar la olla entera.
Después se podía quitar la cera de la parte superior de la miel
enfriada, rascarla para quitar los trozos de abeja, y se fabricaban velas.
El panal que estaba lleno de larvas de abeja, sin miel, también se derretía
para usar en velas (o para pulir madera, sellar cubos y barriles, lociones y
ungüentos, o como lubricante de ejes de vagones con ruedas de madera,
entre otras). El panal lleno de crías (huevos y larva) producía una cera
más oscura y no rendía tanta cera por panal, pues se usaba para
aplicaciones que no requirieran buen aspecto.

Selección idónea
La elección de ahogar las colmenas más débiles y guardar las más
fuertes no era una práctica científica, ni la investigaban las universidades
en ese tiempo. Todavía faltaba un siglo para que Darwin escribiera su
libro tan polémico. Guardar las colmenas más fuertes y ahogar las más
débiles sencillamente tenía mucho sentido en lo práctico. Las colmenas
más fuertes obviamente habían producido más miel y por tanto tenían
más reservas para alimentarse durante el invierno cuando no había flores
en los campos y el bosque. Las colmenas obviamente tendrían reinas
más fuertes, las cuales producirían una progenie más fuerte, dando así al
apicultor colonias más numerosas y más fuertes en la primavera. Las
buenas colmenas podían dividirse tres o más veces en la primavera,
repartiendo el riesgo del apicultor que hace que, en comparación, los
retornos en la bolsa de Wall Street parezcan una minucia.
Lo que sabemos ahora es que esta estrategia de dividir las colmenas en
prima- vera y matar a las colmenas débiles es, de hecho, una estrategia
perfecta para mejorar las cualidades globales para la supervivencia (tanto
genética como de comportamiento) de las abejas. Además de eliminar
abejas que puedan ser genéticamente inferiores o con desventajas de
conducta, es perfectamente posible que esta técnica de apicultura
también matase las mismas plagas y enfermedades responsables de que
medio planeta no tuviera abejas de colonia. Por tanto, en al menos dos
maneras, los apicultores de la era colonial trabajaban en la misma
dirección de selección que la naturaleza para hacer que las abejas
estuvieran mejor preparadas para su entorno, y para limitar la expansión
de plagas y enfermedades que pudieran infectar a las abejas de colonia.
La probabilidad de que los apicultores coloniales realmente cohabitasen
con el mismo régimen de plagas y enfermedades que experimentamos hoy
en día se hace más aparente cuando avanzamos en el tiempo hasta el final
del siglo XIX cuando apareció el estudioso de las abejas, L.L. Langstroth.

El padre de la apicultura
El Reverendo Lorenzo Lorraine Langstroth (1810–1895) era
un apicultor, clérigo y profesor, y se le considera el padre de la
apicultura americana. Nació en Filadelfia, Pennsylvania y de
joven tuvo una afición extraordinaria p o r observar lo s hábitos
de los insectos, hasta tal punto que se le castigó por desgastar
y aguj erear l a s rodillas de s u s pantalones mientras aprendía
todo lo que podía sobre la vida d e las hormigas. Langstroth se
graduó en la Universidad d e Yale e n 1831. Después f u e pastor
en v a r i a s iglesias congregacionalistas en Massachusetts,
incluyendo l a South Congregational Ch u rc h en Andover, en
1 8 3 6 . E n 1848, Langstroth s e hizo director de un colegio
femenino en Filadelfia. Fu e durante este tiempo q u e empezó a
cuidar abejas p a r a d istra e rse d u r a n te g r a v e s a ta q u e s de
depresión. La Colmena d e Hojas, inventada e n Suiza e n 1789
por Francis Huber, f u e u n a colmena con marcos plenamente
móviles, pero tenía marcos sólidos que se tocaban y formaban la
“caja”. Se examinaban los panales en esta colmena como las
páginas de un libro. Langstroth reconoció la contribución de Huber
con esta descripción: “El u s o de la colmena de Huber me había
convencido de que, con las debidas precauciones, s e podían sacar
los panales sin enfadar a las abejas, y que estos insectos eran
ca p a ces de domesticarse hasta un punto sorprendente. Sin el
conocimiento de estos hechos, yo habría considerado que una
c o lme n a q u e permitiera sacar l o s p a n a le s s e r í a demasiado
peligrosa para el uso práctico.” (Langstroth sobre la Abeja de Miel,
1 8 6 0 ) El conocimiento popular atribuía a Langstroth haber
d e s c u b i e r t o el “espacio para abejas”, aunque este
descubrimiento ya se había implementado en l a s colmenas
europeas. Langstroth hizo muchos otros descubrimientos en la
apicultura y contribuyó enormemente a la industrialización de
l a a p i c u l t u r a mo d e r n a . Re v o lu c io n ó l a in d u s tr ia de la
apicultura a l u s a r e l espacio p a r a a b ej a s en su co lmen a de
apertura superior. En el vera n o d e 1851, descubrió q u e , al
dej ar u n a zona con u n espacio nivelado, d e aproximadamente
e l tamaño d e las abej as, entre la parte superior d e los marcos
que suj etaban e l panal y la tapa plana encima, podía abrir la
tapa con bastante facilidad, haciendo q u e se p a ra rlo fuera
difícil de lograr. Más tarde, usó este descubrimiento para hacer
que fuese fácil sacar los marcos en sí. Si se dej aba un espacio
pequeño (menos de unos 6 ,4 milímetros) las abej as la llenaban
d e propóleo. No obstante, cuando s e d e j a b a un espacio más
grande (más de 9 ,5 milímetros) la s abej as la llenaban de panal
El 5 de octubre de 1852, Langstroth recibió una patente para la
primera colmena d e ma rco mó v il e n l o s Esta d o s Un id o s. Un
e b a n i s t a d e Filadelfia, Henry Bourq u i n , o t r o apicultor
aficionado, fabricó las primeras colmenas p a ra Langstroth y,
en 1852, tenía más de un centenar d e estas colmenas y empezó
a venderlas donde podía.
L a s colmenas Langstroth siguen utilizándose h o y e n día.
Langstroth escribió q u e “…l a característica principal de mi
c o l me n a era la f a c ilid a d con que s e p o d í a n extraer sin
e n f a d a r a l a s a b e j a s…Po d ía o lv id a r me d e l o s enjambres
naturales y, no obstante, podía multiplicar las colonias con más
rapidez y certeza que por los métodos comunes... S e podían
f ortalecer l a s colonias débiles, y a las que habían perdido su
reina se proporcionaba la manera d e obtener otra… Si yo
sospechaba que había algo que no funcionaba con la colmena,
rápidamente podía averiguar su condición real y aplicar los
remedios adecuados.” Langstroth también descubrió que
podían apilarse varias cajas de colmena una encima d e otra y
que la reina podía ser recluida en la cámara más baja o cámara
de cría por medio de un excluidor d e reinas. Así, solamente las
obreras podrían llegar a l a s cámaras superiores y , por tanto,
sólo contienen panal. Esto hizo q u e la in sp ecció n de las
colmenas y otras tantas prácticas de gestión fuesen posibles,
convirtiendo a l a rte de la apicultura e n u n a industria a gran
escala.

El descubrimiento más revolucionario que se le atribuye a Langstroth


es lo que llaman el “espacio de abejas”. Con una observación, medición
y experimentación cuidadosa, Langstroth descubrió que, si el espacio en
la colmena era menor de 6,4 milímetros, las obreras rellenarían el
espacio con propóleo, una sustancia pegajosa que excretan las abejas y
se endurece formando un adhesivo que pegaba las paredes de la
apertura. Si un espacio, entre panales, entre trozos de madera, piedra o
paja en su hogar era más grande los 9,25 milímetros, lo llenarían con
panal, hasta que el espacio tuviera un ancho de casi exactamente 7,93
milímetros. Puede que esto no parezca un descubrimiento radical, pero
fue el principio del proceso de industrialización de la abeja melífera. Con
el conocimiento del espacio de abeja, se podía fabricar una colmena
especialmente optimizada. También permitió la creación de la colmena
tipo cubo con esquinas cuadradas que conocemos hoy en día. Dentro de
la caja de una colmena casi cuadrada, podrían insertarse marcos
extraíbles donde las abejas podían fabricar su panal. Cuando el panal
estaba lleno de miel, se podía quitar el marco, cortar las tapas de cera
con un cuchillo caliente y extraer la miel por hilado dentro de una
centrifugadora diseñada específicamente para la tarea, llamada
extractor. Se podía devolver el panal a la colmena y las abejas podían
rellenarlo. Esto realmente era más revolucionario de lo que parecía
debido al simple hecho de que las abejas tienen que hacer tres marcos
de miel para poder fabricar un marco de cera. Si las abejas sólo tienen
que hacer el panal una vez, en vez de hacerlo una y otra vez cada año,
se puede extraer el triple de miel de una colmena. Los marcos extraíbles
y los extractores mecánicos también permitían guardar un mayor número
de colmenas durante el invierno, haciendo innecesario matar a las
colonias para conseguir su miel.
De esta manera, se prepararon las condiciones para la acumulación
de plagas y enfermedades que atribulan a los apicultores modernos.
Pocas décadas después del invento de la colmena Langstroth y de la
tecnología de extracción industrial, los apicultores en todo Estados
Unidos descubrieron un hecho alarmante: las colonias de abejas se
morían misteriosamente en cantidades masivas. Las abejas estaban
amenazadas y también corrían riesgo los servicios de polinización y, por
tanto, el suministro de alimentos.

Muerte de las abejas


Este síndrome de “muerte súbita”, como lo llamaban entonces,
coincidió con el final de la Primera Guerra Mundial y, afortunadamente
para la humanidad acostumbrada cada vez más a depender de los
petroquímicos, había abundantes excedentes de armas químicas que
podían ser aplicables para erradicar lo que estuviese matando a las
abejas. “Loque americana” era el término que se usaba a principios del
siglo XX para describir lo que después se descubrió eran dos especies
distintas de bacteria. Con el nuevo arsenal químico adquirido, la edad de
la apicultura industrial prosiguió, proclamando haber vencido al
equivalente de la peste bubónica. Esta victoria sobre la naturaleza
ocurrió en el mismo momento que las naciones industrializadas se
vanagloriaban de sus victorias sobre los malvados monarcas. El
entusiasmo y el optimismo estaban a la orden del día, aunque nunca se
había conquistado realmente a la naturaleza. Las leyes de la naturaleza
son justamente eso: leyes inmutables a las que está sujeta la vida en este
planeta. Los productos químicos usados para conquistar la muerte súbita
por Loque no mataban a todos los malos. Los malos que sobrevivieron
eran inmunes a los productos químicos usados. Con el tiempo, los genes
que conferían resistencia a los productos químicos dominaron a la
población de plagas y enfermedades y, aproximadamente 30 años
después, llegó el colapso: millones de colonias de abejas se muriendo
misteriosamente. No se conocía la causa y se buscó una cura. Una vez
más, convenientemente acababa de terminar la Segunda Guerra Mundial
y nuevamente abundaban los productos químicos. Una vez más, se
descubrió que estos productos químicos podían erradicar completamente
el problema. Para entonces, las industrias químicas y de petróleo se
habían establecido firmemente y la costumbre cultural de combatir
plagas y enfermedades exitosamente con productos químicos estaba
firmemente instalada. Los apicultores llamados modernos y eficaces
rociaban anualmente sus colmenas con antibióticos para mantenerlas
libres de plagas y enfermedades. Cuando yo tenía unos siete años, mi
padre decidió que tenía que inculcar a sus hijos un interés por la
apicultura. Había una cierta urgencia en obtener abejas en ese tiempo.
¿Quizás puedes adivinar por qué?
En aquel momento, las colonias de abejas se morían misteriosamente
por millones. Se desconocía la causa y se buscaba una cura. ¿Te suena
familiar? Los apicultores aficionados usaron todo tipo de remedios y
técnicas caseras para combatir la última plaga que asolaba la abeja, el
escarabajo grande de las colmenas (Oplostomus fuligineus). Una vez
más, la maquinaria de guerra, esta vez de Vietnam, proporcionó la cura,
y de este modo, la química aumentó aún más la resistencia de las plagas
y enfermedades. Treinta años después, se repitió la pauta otra vez con la
Varroa y los ácaros traqueales y, mientras escribo esto, se repite la pauta
una vez más, esta vez con una aparente amenaza fúngica que hace que
las abejas salgan volando y nunca más vuelvan a casa. A mí también me
ha pasado esto: una colmena aparentemente fuerte y vigorosa empezaba
a desfallecer y, en unas pocas semanas, no había nada dentro de la
colmena excepto varios cientos de abejas muertas que acarreaban las
hormigas. No había miel. No había crías. Nada. Solamente una ciudad
de abejas que se desmoronaba, donde antes había prosperado.
Es completamente posible que todas estas plagas y enfermedades
siempre hayan estado aquí. Si estas plagas y enfermedades no fuesen
una parte natural del medioambiente, entonces ¿de dónde han venido?
¿Del espacio exterior? Si estas plagas y enfermedades no estaban aquí
cuando los europeos trajeron sus abejas, entonces Dios no hizo todo en
una semana y esperó hasta el siglo XX para sorprendernos con nuevas
creaciones, o las plagas evolucionaron debido a nuestras prácticas de
apicultura. ¿Fue la adopción de la colmena de Langstroth la que creó
estas plagas y enfermedades “nuevas”? No necesariamente, pero casi.
Las plagas y enfermedades que asolan las abejas siempre han estado
allí, sólo que la colmena de Langstroth les dio una ventaja. El estilo
fábrica con los muros cuadrados, un campamento de trabajo para abejas
permitió a grandes poblaciones de plagas y enfermedades acumularse
exponencialmente, y así empezó el colapso de las colonias de abejas en
todas partes. La colmena de marcos extraíbles con colonias
permanentes proporcionaba las condiciones perfectas para que las
plagas y enfermedades prosperasen. En definitiva, la apicultura industrial
creó sus propios problemas.
Este realmente es el caso universal en todos los sistemas de
agricultura industrial. Hemos creado las condiciones para que las plagas
y enfermedades prosperen mientras que casi hemos dejado de mejorar la
resistencia de los cultivos que sufren estas amenazas autocreadas.
Se ha utilizado la manzana McIntosh en los huertos desde 1839.
Genéticamente no ha cambiado. Puede que fuera perfectamente
adaptada a la vida en 1839, pero esto ya no es 1839.
Las abejas se pueden pedir por correo y son enviadas por
mensajería en 24 horas a cualquier sitio. ¿Es de extrañar que se
extiendan las enfermedades?

Han cambiado las plagas, las enfermedades se han metamorfoseado,


el tiempo y el clima son diferentes a los de hace 170 años. Sin embargo,
los hortelanos insisten en intentar que el árbol McIntosh viva en un
ambiente ‘perfecto’ (rociado de decenas de productos, desde cobre y
azufre hasta Diazinon, Sevin, Roundup y otros).

Apoyo a los polinizadores silvestres


La abeja no es nativa en este continente. Antes de su introducción,
las plantas florecientes sobrevivían y prosperaban muy bien. Había (y
sigue habiendo) un número adecuado de insectos polinizadores que
podían polinizar nuestros cultivos. Sus poblaciones también están
amenazadas en todo el continente. Sus amenazas no son necesariamente
Loque americano, Nosema y ácaros Varroa, dado que han evolucionado
durante los eones con estos ataques como parte de su ciclo vital. Ya
tienen una genética resistente para sobrevivir en el ambiente de la vida
real, en vez de ambiente artificial. La amenaza más grande para sus
poblaciones es la destrucción y la fragmentación del hábitat.

La cultura de apicultura industrializada ha facilitado el


desarrollo de las mismas plagas y e nfe rme dade s que afectan a las
abejas.
En los huertos frutales modernos que hoy en día son meramente
patios donde desfilan ‘árboles soldado’, todos firmes en una bruma de
herbicidas, pesticidas y fungicidas, los polinizadores silvestres lo tienen
difícil para encontrar un hábitat adecuado. Con campos de habas,
melones y tomateras de miles de hectáreas en tamaño, sin setos espesos
entre cada superficie, no hay ningún sitio para que aniden los polinizadores
silvestres.
Ahora realmente se está haciendo mucho en el campo de
preservación de hábitat de polinizadores silvestres. Se alienta a los
cultivadores a instalar setos entre los campos y por las zonas ribereñas de
los arroyos y estanques. Las publicaciones universitarias contienen
instrucciones sobre cómo construir nidos para polinizadores silvestres.
Todas estas medidas son pasos que nos ayudan a asegurarnos de que no
desaparezcan completamente las poblaciones de polinizadores silvestres y
que al menos haya alguna opción potencial de servicios de polinización de
respaldo en el caso de que la abeja no se recupere de nuestros nuevos
ataques químicos.
No obstante, en la agricultura regenerativa, en vez de incluir un
hábitat de polinizadores silvestres con el sistema de cultivos, el sistema de
cultivo en sí es un hábitat de polinizadores silvestres. En vez de incluir
prácticas de conservación en paralelo a los cultivos, la agricultura
regenerativa es una práctica de conservación simultánea al sistema de
cultivos. En el sistema de agricultura regenerativa de New Forest Farm,
si bien mantenemos colmenas de abejas, las superan con creces los
polinizadores silvestres. En la temporada de flor del manzano o cerezo,
los árboles están cubiertos de enjambres de insectos polinizadores de todo
tipo. En un sistema de agricultura regenerativa madura, no se necesitan
en absoluto abejas para la polinización.
Vuelta a la cría tradicional
¿P e ro, entonces, q u é ha c e mos c o n la a be ja ? La mie l es un
edulcorante maravilloso, una medicina potente, y un conservante
increíble para l o s alimentos, mientras que la cera de abeja hace
hermosas velas aromáticas, lociones y ungüentos, todos productos útiles.
Si elegimos criar abejas (y yo lo hago), ¿cómo debemos gestionar las
colonias?
Aquí no encontrarás ninguna respuesta definitiva. Estoy tan
confundido como los propios apicultores industriales e investigadores. No
obstante, voy a seguir el camino de la agricultura regenerativa. Voy a
proceder usando las maneras tradicionales de criar abejas para sobrevivir
en las condiciones reales y me esforzaré para interrumpir los ciclos de
plagas y enfermedades con la destrucción periódica de las colmenas más
débiles.
Criar abejas no es realmente tan difícil. Hay muchos investigadores
no industriales que dicen que la cría artificial de las abejas es parte del
problema. En la cría industrial de abejas, se sacan los huevos del panal
regular de cría y se ponen en celdas de plástico para reina, que son
celdas de plástico de fondo ancho fijadas en la barra superior de un marco.
Se pueden colocar varias docenas de celdas para la reina en numerosas
barras cruzadas. Después se vuelve a introducir el marco con la celda en
una colmena donde las obreras alimentan las pequeñas larvas con jalea real
y, el día antes de que esté programada la eclosión de las reinas nuevas, se
retiran de la colmena y se cosechan para la venta o para la inseminación
artificial. Como resultado, se venden las reinas inseminadas en una caja
con jaula a los apicultores.
Todo este proceso bordea lo surrealista y está totalmente alejado de los
procesos naturales de la abeja.
Inteligencia de la colmena
En un ambiente natural, las colmenas saludables incrementan su
tamaño, y al final, su hogar será demasiado pequeño para contenerlas
todas. Con el estrés de la sobrepoblación, de alguna manera la colmena
recibe la señal para producir una nueva reina. Dejada a sus inclinaciones
naturales, la abeja reina pondrá un huevo específicamente designado para
convertirse en abeja reina, que suele ponerse hacia la parte inferior del
panal. Cuando se divide la colmena, se cría una “reina de reemplazo”.
Esta reina empieza normalmente como un huevo de abeja obrera, y luego
la larva empieza a crecer. Está orientada horizontalmente en la celda. Al
alimentarla con jalea real, se cambia misteriosamente de larva obrera a
larva de reina, haciéndose demasiado larga para la celda de obrera y
doblándose hacia abajo. Para cuando pasa el día 16, está alongada,
supera el borde del panal, caída hacia abajo, y con un aspecto de
cacahuete. La reina inmadura dentro de su celda está doblada, con su
abdomen horizontal, y su tórax y cabeza hacia abajo. En el caso de que
la reina veterana esté poniendo huevos con intención de preparar un
enjambre, se coloca el huevo de manera vertical desde el principio.
Muchos investigadores de abejas no industriales creen que esto puede ser
bastante significativo para las abejas. Las abejas tienen lo que solamente se
puede describir como ‘habilidades milagrosas de navegación y de
comunicación’. Viven en la oscuridad absoluta dentro de su colmena y, de
alguna manera pueden comunicarse unas con otras sobre la dirección en
la que deben volar para averiguar qué flores están floreciendo. De alguna
manera saben cuándo tienen que criar más machos y saben cuándo
tienen que echar a los machos en otoño para que puedan morirse de
hambre y frío en vez de comer la miel reservada para la supervivencia
invernal.
Cerezas a la miel

Para preparar cerezas a la miel, llena un tarro de conservas de


570ml con cerezas Montmorency deshuesadas y enjuagadas. Añade
miel sobre las cerezas hasta que el tarro esté lleno. Deja que la miel
repose durante unos días y añade más miel hasta que el tarro esté
lleno y no queden bolsas de aire. Cierra bien el tarro con su tapa.
Guarda el tarro en la despensa.
Al ser la miel un conservante, las cerezas no se pudrirán. Puede
que se empiecen a fermentar un poco, pero pronto la fermentación
cesa cuando la miel entra en la fruta. Déjalo reposar varios meses
para que las cerezas estén completamente endulzadas.

Muchos piensan que es la reina la que envía las señales que guían la
vida de la colmena y, de hecho, si se mata a la reina, el resto de las abejas
de la colmena no actúa de una manera tan organizada, pero de alguna
manera saben que deben criar una nueva reina. Es ese tipo de conducta
la que lleva a muchos a pensar que la inteligencia de la colmena es un
subproducto de la colonia en sí, una propiedad emergente. Sea dicha
inteligencia resultado de la reina, o una propiedad emergente de la colonia
entera, es muy posible que la direccionalidad de la reina esté “impresa en
sus circuitos” durante la infancia mientras se forma dentro de su celda.
La reina de reemplazo empieza su vida como obrera y se transforma
desde una relación horizontal con la gravedad, el campo magnético de la
tierra, la salida y puesta del sol, a una relación vertical. Una “auténtica”
reina de impulso de enjambre empieza la vida como huevo de reina y se
cría solamente en vertical. De hecho, las reinas criadas de huevos de
obrera son físicamente diferentes a las reinas criadas desde huevos de
reina.

Vuelo nupcial
Una vez que eclosiona la reina de reemplazo criada industrialmente,
se la insemina artificialmente con una aguja. La manera en que los
criadores de reinas obtienen esperma de un zángano es algo que se me
escapa, y realmente no sé si me interesa aprender cómo lo hacen.
Sujetar un insecto y obligarle a copular con una máquina equipada con
una aguja hipodérmica me parece algo sacado de una película de terror.
Además de parecerme espeluznante, este método de criar reinas no
selecciona la reina más preparada, o el mejor zángano. Se está haciendo
una selección genética e hibridación con otras razas de abejas, pero no se
está realizando en el contexto adecuado donde deben vivir. La reina
“auténtica” criada con un huevo de reina, emerge de su celda y vuela
fuera de la colmena en lo que se llama su vuelo nupcial. Al hacer esto, le
siguen todos los zánganos, conscientes de lo que ella está haciendo.
Mientras vuela, solamente un zángano será lo suficientemente rápido y
capaz de alcanzarla y copular. El acto de la inseminación en sí sigue siendo
algo misterioso, pero el resultado final es que la reina más apta, si sobrevive
a su cría (y no muere de Loque, Nosema, ácaros traqueales o Varroa, o
asesinada por la matriarca celosa) copula con el macho absolutamente
más apto de los miles que también sobrevivieron a las plagas y
enfermedades de la colmena.
El proceso de dividir las colmenas en la primavera permite que
ocurra este proceso de reproducción sexual natural.
Este proceso ocurre en el pleno contexto de la naturaleza, con todas
las fuerzas de la selección que influencian quién consigue reproducirse y
con quién. Es el proceso por el cual nuestras colmenas de abejas se
adaptaron localmente a las condiciones en nuestra granja.

Abejas constructoras
Dividir las colmenas también da a las colonias una oportunidad de
construir más cera. Al devolver los marcos de cera a la colmena cada
vez que se extrae la miel, se limita drásticamente el proceso de construir
panal. En un contexto natural, las abejas pasan por varias fases vitales,
una de las cuales es segregar cera y construir panal. ¿Existe la
posibilidad de que las abejas necesiten hacer esto? Quizás necesitan
segregar la cera durante cierta fase vital o se acumula dentro de ellas
con efectos tóxicos.
Cada año, dividimos nuestras colmenas de abejas- una vez por
colmena; dos veces si la colmena es increíblemente fuerte. Extraemos la
miel y dejamos una cantidad suficiente para sostener a las colmenas
durante el invierno. Si una colmena no sobrevive al invierno, o se muere
por otra causa, que así sea. Las colmenas fuertes se dividen otra vez y se
quema la colmena de la colonia muerta.
¿Funciona esto? Desde un punto de vista generalizado, debería. Con
el tiempo nuestra técnica de gestión selecciona las abejas que pueden
sobrevivir al lado de las plagas y enfermedades que existen a nuestro
alrededor. Según sobrevivan las abejas y vayan cambiando genéticamente
durante las generaciones, lo harán también las plagas y enfermedades.
¡Que así sea! Estaremos criando abejas dentro del flujo de vida real
del planeta. Estarán sujetas a las fuerzas conocidas y desconocidas que
existen en el mundo real. Una celda de plástico para la reina,
inseminación artificial por aguja y un régimen regular de polvos y líquidos
químicos hace que se propaguen plagas y enfermedades cada vez más
fuertes y crean abejas dependientes de la inseminación artificial y los
productos químicos.
Preferimos criar abejas en el ambiente donde viven y no en un
laboratorio.

Un panal saludable con casi 2.000 larvas de abeja a punto de


eclosionar.

Miel de lilas

Esta era una de mis comidas favoritas cuando era pequeño.


Limpia un recipiente de potitos, sécalo y llénalo de flores de lila.
Separa cada flor del montón y ponlas en el recipiente apretando
¡de manera firme! Vierte miel en el tarro cubriendo las flores.
Guarda el tarro en la nevera. En unos días las flores ya no estarán
apretadas en el fondo y reducirán drásticamente su tamaño. Añade
más pétalos frescos a la miel. Repite el proceso hasta que ya no
puedas meter más pétalos en la miel o hasta que las lilas hayan
dejado de florecer. Continúa con el tarro guardado en la nevera.
En los meses de invierno profundo, cuando eches de menos la
primavera, date el capricho de comer una cucharada. Asegúrate de
olerlo antes de comerlo. Al tener un aroma y un sabor tan
delicados, y al necesitar tantas flores para hacerlo, recomiendo
comerlo solo o disolverlo en agua templada. Su delicado sabor
puede perderse si se usa para endulzar cualquier otra cosa.
C APÍ T U LO 1 1
Sobre nutrición
La agricultura del tipo anual que se practica desde hace miles de
a ños , especialmente en los sistemas industrializados con un uso
intensivo de petroquímicos, destruye los ecosistemas y mata de hambre
a más de la mitad de la raza humana, mientras que también causa
enfermedad en la otra mitad, crea malas hierbas que resisten a los
herbicidas, y crea insectos resistentes a los pesticidas. ¡Pero la verdad es
que necesitamos alimentarnos! La humanidad necesita alimento y en
mucha cantidad. Las investigaciones de las Naciones Unidas nos
informan que el rendimiento de los cultivos debe duplicarse en los
próximos 40 años para poder adecuarse al ritmo del crecimiento de la
población. A pesar de lo que dicen los críticos, las Naciones Unidas no es
una organización perezosa. Las personas involucradas en sus diferentes
agencias realmente están haciendo lo mejor que pueden para tratar los
problemas y necesidades reales de los seres humanos. Ya tienen acceso
a algunos de los datos más fiables del mundo y sus cifras son, aunque
discutidas, las mejores que hay. Las plantas anuales componen los
alimentos básicos de la humanidad: el arroz, el trigo, el maíz, las judías, las
lentejas, los guisantes, el mijo, los garbanzos. Lo repito, las Naciones
Unidas dice que necesitamos el doble de producción de estos productos a
nivel global dentro de cuarenta años sólo para mantener el nivel actual.
Hasta ahora, he mencionado que las hojas de las plantas leñosas
perennes brotan antes en primavera, permanecen más verdes en el
otoño, capturan más luz solar total por hectárea, solamente necesitan
plantarse una vez, reducen o eliminan la erosión del suelo, reducen las
inundaciones de temporada, secuestran carbono, proporcionan un hábitat
para los organismos que comen plagas y otra fauna silvestre, y pueden
organizarse en sistemas que imitan la naturaleza nativa que ha existido
durante millones de años, mientras aumentan la fertilidad del lugar y el
número de especies. Todo esto está bien, pero ¿podremos producir
suficiente alimento así? ¿Pueden estos sistemas producir suficientes
calorías totales, hidratos de carbono, proteínas y aceites para alimentar a
la humanidad? Una y otra vez, se suscita este asunto y opino que
realmente es para despistar. “Todo esto suena bien, pero tenemos que
alimentar a la humanidad”. Estoy de acuerdo con lo que plantean y, por
tanto, devuelvo la pregunta al que la hace, afirmando que el sistema agrícola
actual ¡no está alimentando al mundo! La agricultura actual no solamente
no alimenta a la población que se incrementa rápidamente, sino que
además está destruyendo los ecosistemas mundiales.
El sistema agrícola actual depende de una cantidad extraordinaria de
mano de obra, de combustibles fósiles baratos y/o de insumos mineros que
se hacen cada vez más escasos, y todo sin alcanzar a alimentar a toda la
humanidad. Contribuye al efecto invernadero y a la distribución desigual
de la riqueza a nivel mundial mientras que sigue sin darle de comer al
mundo.
Habiendo dicho esto, vamos a realizar algunas comparaciones.
Vamos a utilizar un cultivo de referencia para empezar: el maíz, el nieto
prepotente de la ‘humilde’ hierba llamada teocinte.

El maíz es un monstruo
Nacido en las tierras altas de América Central y seleccionado por
agricultores de subsistencia durante miles de años, el maíz (Zea mays)
crece mundialmente y es una comida fácil de cultivar con rendimientos
abundantes. Alimenta a miles de millones de personas y animales. Su
gran tamaño, el hecho de que una vez plantado pueda producir cientos
de semillas en la cosecha, y que es fácil de cultivar con implementos
manuales, lo convirtió en un valor seguro como cultivo básico durante
miles de años en las aldeas. Después de haber sido descubierto por los
europeos, el maíz llegó a todas las regiones del planeta con el clima
adecuado. Da la casualidad de que dicho clima coincide con las regiones de
la gran sabana templada y las sabanas de robles de Norteamérica. Las
cosechas de maíz son impresionantes, realmente masivas. Una hectárea
de maíz en los Estados Unidos produce algo más de 375 fanegas de las
semillas doradas llenas de almidón. En las tierras más ricas, con
temperaturas perfectas y la humedad adecuada, los rendimientos pueden
llegar al doble. Una fanega de maíz pesa 25 kilos. Esto quiere decir que
una hectárea de maíz puede producir una media de kilos de semilla (9.3
toneladas). Con 3.555 calorías por kilo, una hectárea de tierra
medianamente fértil plantada con maíz puede producir unos 33 millones
de calorías de energía alimenticia. Eso es mucha comida.
Si una persona fuese a consumir solamente maíz, y consumiese 2.000
calorías de comida al día, esa hectárea de maíz alimentaría a esa
persona durante 45 años. Mirándolo de otra manera, una hectárea de
maíz puede producir suficientes calorías para alimentar a 45 personas
durante un año. Cuando preguntan a los agricultores regenerativos
“¿Puede alimentar a la humanidad?”, lo que realmente están preguntando
es, ¿Pueden producir 33 millones de calorías de comida por hectárea en
una que imita la naturaleza en un sistema de agricultura regenerativa? Si
es posible, entonces ¿cómo? Responderé al “sí” aquí y al “cómo” en
capítulos posteriores.
El que suele formular la pregunta, típicamente es un granjero
estresado, que cultiva maíz manipulado genéticamente y tiene contratos
con enormes corporaciones trasnacionales de la agricultura presididos por
multimillonarios. Suele colocar el listón obviamente alto de 33 millones de
calorías por hectárea como medida estándar por el cual decimos estar
produciendo alimentos. Puede que realmente crea que su tipo de
agricultura alimenta a la humanidad, o puede llegar a alimentarla, pero
vamos a frenar ese pensamiento ahora mismo. Recuerda que en este
mismo momento hay cientos de millones de personas en el mundo que
viven con hambre crónica además de otros cientos de millones
desnutridos. El sistema actual no alimenta a la humanidad y solamente
incrementar el rendimiento de los mismos cultivos no alimentará al
mundo. Una de las razones es que los monocultivos de grano anual no
tienen suficientes nutrientes para alimentar a la gente. Puede que tengan
suficientes calorías para mantener a la gente viva, pero no tienen
suficientes vitaminas y minerales para alimentar bien a la población y
mantenerla con al menos un grado moderado de buena salud.
Para poder ser absolutamente imparcial en esta comparación, usaré
los análisis nutricionales del Departamento de Agricultura de los Estados
Unidos (USDA) para los alimentos a comparar.
La siguiente tabla demuestra que el maíz, a pesar de contener una
enorme cantidad de calorías por hectárea, apenas se puede considerar
una comida nutritiva. Si se alimentara con maíz a la humanidad, muy
rápidamente desarrollaríamos numerosas enfermedades producto de
l a de fic ie nc ia nutricional. Examinando la ta bla , la malnutrición
empezaría c o n u n a deficiencia de calcio, la cual resultaría en un
entumecimiento, cosquilleo o pinchazos dentro y alrededor de la boca,
espasmos musculares, graves hematomas fácilmente infligidos,
insuficiencias renales y cardíacas, dientes débiles y huesos quebradizos,
entre otros. Es interesante considerar que la deficiencia de calcio en la
dieta puede ser causada por varios otros factores, uno de los cuales es el
exceso de magnesio (presente en exceso en el maíz) y la otra es por la falta
de vitamina D (ausente en el maíz). La deficiencia de calcio también puede
ser causada por un exceso de fósforo en la dieta, el cual también abunda
en el maíz. El maíz debe acompañarse con una amplia gama de
suplementos, o realmente sería una toxina. A decir verdad, el maíz no es
un alimento.
El maíz no contiene cantidades medibles de vitamina C. La
insuficiencia de vitamina C en la dieta interfiere con la síntesis de colágeno,
una parte necesaria de los tejidos conectivos en el cuerpo humano. Esta
deficiencia empieza a mostrarse con síntomas de malestar general y
fatiga insuperable, seguida de sangrado por las membranas mucosas.
Pronto aparecen puntos oscuros en la piel, que frecuentemente se
convierten en llagas abiertas, seguido de ictericia, que pueden llevar a la
fiebre y en los casos extremos, a la muerte. Esta patología se conoce
habitualmente como escorbuto y ocurría a menudo entre los marineros en
los tiempos de los barcos de madera cuando subsistían durante meses
comiendo galletas secas de trigo (también deficientes en vitamina C). La
deficiencia de esta vitamina puede curarse con cantidades adecuadas de
fruta y bayas, especialmente los cítricos. Si los agricultores quieren
alimentar a la humanidad, tendrán que reservar algunas de sus hectáreas
para cultivar frutas y bayas y así compensar la deficiencia de vitamina C, o
de lo contrario el maíz no deberá considerarse comida.
La hipocalcemia (deficiencia de calcio) o el escorbuto también
implican deficiencias de á c ido fólico, de vitamina B12, retinol y
vitamina E. Las deficiencias en cualquiera de estos nutrientes esenciales
pueden causar toda una serie de problemas que van desde los temblores
y calambres de los músculos hasta la esterilidad en los hombres y, por
supuesto, la fatiga, depresión y muerte. (Fatiga, depresión y muerte...
¿no suena divertido?). Si el belicoso agricultor de maíz insiste en que
necesitamos cultivar monocultivos para alimentar a la humanidad,
entonces debería reservar más superficie para cultivar otras plantas para
suministrar estos nutrientes esenciales o admitir que el maíz realmente no
es comida.
Una de las deficiencias nutricionales más insidiosas causadas por
comer demasiado maíz realmente no se debe a una deficiencia. El nutriente
en cuestión se encuentra presente en el maíz, pero sin biodisponibilidad
para el sistema digestivo humano, y por tanto es deficiente a menos que
se libere de alguna manera. Ese nutriente es la vitamina B3 (también
conocido como niacina). La enfermedad causada por deficiencia de
niacina es la pelagra. Los ‘Meso- americanos’ y norteamericanos
originales aprendieron de alguna manera (o quizás fueron enseñados por
una deidad) que, para poder liberar el niacina en el maíz, debía remojarse
durante un largo tiempo en una solución de cal o ceniza de madera, ambas
químicamente alcalinas. El agua con alto contenido de calcio también
ayudaría a proveer de calcio al maíz. Las culturas tradicionales que
comían maíz no sufrían ni de pelagra ni de deficiencias en calcio.
Cuando los colonizadores europeos recibieron el maíz de los
norteamericanos nativos, generalmente no adoptaron la técnica del remojo
en ceniza de madera o cal y, así, establecieron las condiciones para que la
pelagra llegara a proporciones casi epidémicas en ciertas regiones,
especialmente en España, Italia y el Sur de los Estados Unidos. Para que el
maíz contribuya con niacina en la dieta humana, debe ser nixtamalizado
(remojado en una solución alcalina). De no hacerlo, el maíz realmente no
tiene valor nutritivo.
Además de no aportar lo suficiente de estos minerales y vitaminas, el
maíz tiene un nivel muy bajo de proteína, lo cual genera en las personas
un estado débil y apático crónico. Por otro lado, el maíz no tiene lisina, un
aminoácido esencial. Sin la lisina, el cuerpo no puede crear tejidos
nerviosos, lo que significa que no se puede formar correctamente el
cerebro. En resumen, la deficiencia de lisina haría incapaz al cuerpo para
absorber la niacina, lo cual generaría una deficiencia y conduciría a la
pelagra, lo cual a su vez generaría mucho llanto y haría crujir de dientes,
aunque los dientes no crujirían bien porque la deficiencia de vitamina C
habría llevado, simultáneamente, al escorbuto, y se habrían reblandecido
las encías. Puede que el maíz produzca 33 millones de calorías de
energía de hidratos de carbono por hectárea, y eso es mucho. El maíz
también es increíblemente útil. Puede usarse para fabricar nachos,
tortillas, gachas de harina de maíz, sémola, pan de maíz y jarabe de maíz
con alto contenido de fructosa (JMAF). El maíz es versátil de muchas
maneras y produce una enorme cantidad de relleno sin contenido para
apaciguar los estómagos hambrientos, pero no proporciona la nutrición
adecuada para el ser humano.

Escenario completo
Con lo que sabemos sobre las deficiencias nutricionales del maíz y la
devastación causada por la agricultura tradicional, sería conveniente
entender al maíz como un cultivo de nicho con buen rendimiento, pero con
demasiados efectos colaterales nutricionales y ecológicos como para
depender de élcomo alimento básico.
Lo que hacemos en nuestras granjas se manifiesta en el sistema
alimentario y finalmente se refleja en nuestros cuerpos. Depender
excesivamente d e comidas con muchas calorías y bajo contenido de
nutrientes lleva a la obesidad, la diabetes, la depresión, la fatiga crónica,
las enfermedades dentales y neurodegenerativas y mucho más. Este
hecho medible puede apreciarse a nuestro alrededor todos los días. La
destrucción del ecosistema exterior ha llevado al deterioro del
ecosistema interno. El agotamiento de la flora y fauna en el ecosistema
exterior para poder producir cultivos tiene su espejo en el agotamiento de
los ecosistemas “internos” gastrointestinales, con un incremento en el
número de personas que tienen dificultades para digerir los granos y que
dependen cada vez más de suplementos probióticos. Si además
recordamos que los compuestos que imitan los estrógenos
(principalmente derivados y metabolitos de productos químicos agrícolas)
están apareciendo cada vez más en nuestra comida, vemos que tenemos
una red compleja de problemas agrícolas, de salud y sociales.
Los principales medios de difusión, políticos y científicos médicos
especializados nos hacen creer que estos problemas no están entrelazados
cuando realmente lo están. La complejidad de estos problemas y su
aparente separación de la agricultura y el suministro de alimentos los
hacen parecer desconectados. Sin embargo, somos lo que comemos y los
problemas culturales que vemos a nuestro alrededor son un reflejo del
maíz.
Hoy en día, nos encontramos en una situación en la que el productor
‘belicoso’ de maíz transgénico (nutricionalmente deficiente) alega que
nosotros (los agricultores de sabana) no podemos alimentar a la
humanidad. Y a sabemos que la agricultura tradicional de granos no
alimenta la humanidad, como comprueban las hambrunas y las misiones
de ayuda humanitaria en todo el mundo, pero ¿sabías que la mayor parte
del grano que se produce en los Estados Unidos ni siquiera se usa para
alimentar a los humanos?
Informes recientes del USDA (el organismo que hace seguimiento
de la producción real y sus tendencias, y que apoya el sistema actual
basado en los granos) revelan lo siguiente:

133 Mt (43%) se usan como comida para ganado


93 Mt (30%) se usan para fabricar combustibles de etanol
47 Mt (15%) se exportan a otros países
24 Mt (7,8%) se usan como ingredientes industriales, incluyendo
almidón de maíz, aceite, jarabe de maíz con alto contenido de
fructosa (JMAF), etc
8,3 Mt (2,7%) se destinan al consumo humano, incluyendo la
sémola, harina de maíz, gachas de maíz, nachos, etc.
Contemplar al maíz desde la perspectiva de “calorías totales por
hectárea” es engañoso y no nos proporciona un panorama completo.
Para poder hacer una comparación justa, necesitamos examinar productos
comparables derivados de cada método de producción. Usando las
estadísticas del USDA ya mostradas, podemos ver cuánto de una cosecha
anual de maíz se asigna a la producción de carne, de combustibles,
exportación, ingredientes industriales y, finalmente, comida humana. Para
este argumento, voy a suponer que todo el maíz exportado se usa como
alimento humano, ya que no he podido encontrar estadísticas que
demuestren lo contrario. Eso significa que, de los 34 millones de calorías de
maíz producida por hectárea:

14,6 millones de kilocalorías se usan en piensos para animales


10,2 millones de kilocalorías se convierten a combustible
2,7 millones de kilocalorías se convierten a ingredientes
industriales
6,0 millones de kilocalorías son exportados o usados directamente
como alimento humano

Una de las razones por las que el sistema de agricultura tradicional no


consigue alimentar a la humanidad es porque la mayoría de los cultivos
nunca entran en nuestra cadena alimenticia. Queda claro que las calorías
que contiene el etanol usado en automóviles es energía que no está
disponible para alimentar a seres humanos. Lo que no está tan claro es la
energía que se pierde cuando se usa el grano como pienso: un promedio
del 10 por ciento de la energía de la comida ingerida se transfiere a ese
organismo, mientras que el resto se consume como ‘combustible’ para los
procesos metabólicos, se disipa como calor corporal o se excreta. Este
fenómeno ha sido investigado y documentado extremadamente bien
durante cientos de años y ha llevado a lo que llamamos la pirámide trófica.

La pirámide trófica
En la parte inferior de la pirámide trófica de cualquier sistema
específico, están los productores. En términos ecológicos, un productor
es un organismo que puede obtener su sustento directamente del
medioambiente. En un sistema terrestre, estos organismos son las
plantas.
En el siguiente nivel trófico están los organismos llamados
consumidores primarios. Son organismos que no pueden absorber sus
nutrientes y su energía directamente del medioambiente y los tienen que
obtener comiendo producto- res, en este caso plantas. Los consumidores
primarios que comen las plantas son comúnmente llamados herbívoros.
En un sistema de producción de grano anual, el ganado que come trigo
(las reses, por ejemplo) serían considerados consumidores primarios. Los
seres humanos que comen grano directamente también serían
consumidores primarios.
Si un ser humano come 4,5 kilos de maíz, una cantidad aproximada
de solamente medio kilo se convierte en carne y hueso humano
(nutricionalmente deficiente). El resto se usa como energía para el
metabolismo o se tira a la alcantarilla. Si una res come la misma cantidad
de maíz, aproximadamente medio kilo se convierte en vaca, o en este caso
en ternera.
Donde aparecen las implicaciones siniestras de la pirámide trófica es
cuando los seres humanos comen carne criada con maíz. En ese punto, el
ser humano se convierte en consumidor secundario. Una vez más,
solamente el 10 por ciento de la energía del nivel anterior de la pirámide
trófica se convierte en biomasa dentro del consumidor. Una persona que
come maíz tendría que consumir 45 kilos de maíz para generar medio kilo
de carne humana. Una persona que come ternera deberá consumir 4,5
kilos de carne para construir medio kilo de humano. Este es un argumento
principal utilizado por los veganos con el cual estoy absolutamente de
acuerdo.

La agricultura anual no sólo no está logrando alimentar a la


humanidad, sino que además está destruyendo ecosistemas.

Si un ser humano come medio kilo de carne de res alimentada con


maíz, realmente está consumiendo una cantidad equivalente a 4,5 kilos de
maíz. Si se necesitan 4,5 kilos de ternera para hacer medio kilo de ser
humano, significa que la persona que come ternera alimentada con maíz
está comiendo el equivalente a 45 kilos de maíz para poder ganar medio kilo
de peso corporal. Incluso esa no es la historia completa. Si una res
alimentada con maíz tiene un peso de mercado de 521 kilos (su peso vivo
antes llegar al matadero) y es de tipo medio (no demasiado gorda, ni
demasiado delgada), tendrá aproximada- mente 324 kilos de cadáver. Es un
rendimiento del 65 por ciento. De esa carcasa, sólo quedarán
aproximadamente 258 kilos de alimento humano, incluyendo la casquería
(el hígado, corazón, la lengua, los callos, riñones y los sesos). Ahora bien,
según nuestros cálculos de nivel trófico, para poder conseguir 475 kilos de
res, tuvimos que alimentarla con unos 4760 kilos de maíz. ¡Y todo lo que
sacamos de esos 4.760 kilos de maíz son 258 kilos de carne! La pérdida de
rendimiento, desde el animal vivo, muerto, en canal y después como carne
comestible, hace incluso más extrema la ineficiencia trófica. Sólo el 5,4 por
ciento de las calorías originales del maíz se convierten en calorías para la
nutrición humana.
Otro ejemplo de agricultura industrial.

Esto es una aberración cuando existen tantas personas que pasan


hambre.
Para poder contabilizar la parte del ganado correspondiente a los 33
millones de calorías por hectárea de maíz, necesitamos restar los 14
millones de calorías que se usaron para alimentar al ganado. Si la gente sólo
comiese carne de ganado alimentado con maíz, recibirían solamente el 5,4
por ciento del valor calorífico total que hubieran conseguido si hubiesen
comido el maíz directamente. Esto significa que, de los 14 millones de
calorías de maíz producidas por hectárea para piensos, solamente
756.000 calorías se habrían hecho disponibles para el consumo humano.
Esto reduciría las calorías totales efectivas del maíz por hectárea de 33
millones a 19.8 millones de calorías. Se ha bajado el listón.

¿De maíz a ternera?


“Como media, ¿cuántos k ilos de maíz hacen un k ilo de
ternera? Suponiendo una d ie ta entera desde los inicios hasta
llegar al peso de matadero de 565 k ilos, he oído cálculos
estimados que van desde 2,5 k ilos de maíz por 1 k ilo de carne hasta
7 k ilos de maíz por 1 k ilo de carne. ¿Cómo clarificamos esto?”
“Hay varias razones por las que habrás oído muchas cifras, ya
que depende en parte de las prácticas de producción y la definición
utilizada de un kilo de ternera. Una vieja regla de tres es que se
requieren 50 fanegas de maíz para terminar de cebar un animal al
punto de mercado en los Estados Unidos (calidad óptima del
USDA; calidad de rendimiento grado 2 o 3 del USDA;
aproximadamente 28 % de grasa corporal). Hay 25 kilos en una
fanega, de manera que se necesitarían unos 1.260 kilos de maíz
para producir un animal que pesa entre 566-612 kilos. Esto
equivale a 2,05-2,22 kilos de maíz por kilo de animal cebado. La
razón por la que pueden haberte dado cifras más altas puede
deberse a muchos factores. Las reses convierten (en kilos de
piensos por kilos de peso ganado) en escala de 5,5 a 6,5 en el
corral de engorde. Eso significa que hay que alimentarlas con 5,5-
6,5 kilos (suponiendo la dieta de cebado normal) para que un
animal gane un kilo. No obstante, no entran en el corral de
engorde hasta pesar entre 272-408 kilos. Durante ese tiempo,
comen forraje principalmente (la mayoría de los productores usan
forraje porque es una buena fuente de fibra que, de otra manera,
no se cosecharía). Por tanto, es engañoso decir que se necesitan
2,2 kilos de maíz para hacer un kilo de ternera. La razón por la
que habrás oído 7 kilos de maíz es porque no se consumen todas
las 566-612 libras del animal. Mucha de la casquería, como el
hígado, intestinos, etc., se consume, aunque no tanto en los Estados
Unidos. Utilizamos el animal entero, pero no todo para comida; un
ejemplo es el uso de la piel para hacer cuero. La mayoría se
cosecha, pero para los cortes de la carne, la proporción que se
consume de carne vacuna en un animal de 566 kilos es mucho más
baja. Por ejemplo, las carcasas suelen ser el 63-65%,
aproximadamente 356 kilos. Parte de esa carcasa es grasa que no
se consume, y una parte es hueso (aproximadamente el 15 %). Por
tanto, los cortes de carne comestibles y la carne picada pueden
llegar a 270 kilos. Así, con el ejemplo de 50 fanegas de maíz para
alimentar al animal engordado, ahora 2,11 kilos de maíz son
necesarios por cada kilo de carne vacuna. Si calculas el
rendimiento de carne roja de esto, comparando k ilos de pienso por
k ilos de carne roja obtenida, esa conversión puede acercarse a
una cifra tan alta como 9, especialmente cuando se usan 2,2 k ilos
por cada k ilo de peso ganado. “
“Claramente no se requieren 3 .4 0 0 libras de m a í z para
o b te n e r 270 libras de c a r n e vacuna. Esto implicaría una
conversión de 12,5 a 1. La mayoría de las reses criadas en los
E s t a d o s Unidos, e i n c l u s o más globalmente, consumen
relativamente pocas c a n tid a d e s de grano. Las vacas que
producen terneros casi siempre se alimentan del forraje. Por
último, muchos corrales de engorde usan otros subproductos
industriales. Por ejemplo, en Nebraska, prevalece el uso de pienso
de gluten de trig o y grano de destilería. Es ta s industrias que
producen los subproductos de etanol y jarabe con alto contenido
de fructosa considerarían catastrófico tener que mandar estos al
vertedero y no poderlos usar para alimentar al ganado.
En la producción de etanol con maíz, aproximadamente un
tercio del grano de maíz acaba como pienso para ganado bovino.
Este pienso no tiene valor para los humanos, pero es excelente
como pienso. En los escenarios anteriores, hemos supuesto que no
se usaron subproductos como alimentos. También hemos utilizado
un animal medio en el ejemplo anterior de 50 fanegas de maíz de
alimento.
Eso puede variar desde 450 kilos de maíz por animal
engordado (con subproductos y ganado pesado engordado durante
un corto período de tiempo) hasta tanto como 1580 kilos de maíz
por animal engordado (sin subproductos y alimentando terneros
más ligeros hasta los pesos comerciales). La única manera
apropiada de responder a todo esto es examinar todas las cifras.
Claramente, 7 no es correcto, ya que las vacas suelen comer
forraje, no maíz, y las reses no entran en el corral de engorde hasta
que tienen de 7 a 20 meses de edad. Claramente, menos de uno
tampoco es la respuesta correcta si se considera únicamente la
cantidad de carne roja obtenida. Por ende, la respuesta a la
pregunta depende de cómo se defina “ternera.”
Texas AgriLIFE Extension (Texas A&M System) , Actualizado
el 7 de octubre de 2008

Restos de la producción de etanol


Es innegable que las calorías de maíz convertidas a combustible de
etanol para motores son calorías de maíz que no están disponibles para
las personas. Los activistas usan este hecho a menudo como un
argumento infalible de su alegación que la gran agricultura tradicional
está matando de hambre a la humanidad (que es verdad). No obstante, lo
que muchas veces se pasa por alto es que no se extraen todas las calorías
en el proceso de fabricar el etanol. Lo que tampoco se discute de manera
extendida es que se usa el grano de destilería restante después del
proceso como pienso para ganado. La mayoría de lo s hidratos de
carbono se han extraído del grano, y lo que queda es un pienso alto en
proteínas y fibra que es realmente más saludable que consumir el grano
de maíz entero. Así, algunas de las calorías realmente se convierten a carne
vacuna y algunas de esas calorías de ternera se convierten en carne
humana. Por tanto, convertir el maíz a etanol no implica una pérdida
completa de calorías para los humanos.
Según una investigación realizada para el USDA, los granos de
destilería sólo tienen 34 calorías por kilo. Eso significa que, para el
componente de combustible del maíz, 2.387 calorías (99,95 %) se
dispersan por el tubo de escape por cada libra de maíz producida. Las
calorías que los humanos recuperan de la destilación de etanol al ingerir
carne de vacuno alimentada con grano de destilería es el 5,4 % del 0,05
% de los 4,2 millones de calorías, es decir, una cantidad de 11.340
calorías. Esto es suficiente para matar de hambre y mal nutrir a
seis personas durante una semana. La cifra es tan pequeña que es casi
incalculable.

Rendimiento real
Cuando tomamos el nivel descontado por nivel trófico y se añade las
calorías perdidas como combustible de vehículos, el número total de
calorías disponibles de un acre de maíz para los seres humanos son
meramente 3,06 millones de calorías. En otras palabras, de los 13,9
millones de calorías producidas por acre, sólo 3,06 millones de calorías se
usan para alimentar a las personas. Sólo 22 % de las calorías de la
cosecha entera de los EE.UU. se consume como comida. Este es el
auténtico rendimiento alimentario del maíz. Si podemos alimentar a la
humanidad con más de 3,06 millones de calorías por acre, entonces los
agricultores regenerativos están haciendo un trabajo muchísimo mejor
para alimentar al mundo que el “Rey Maíz”.
Volvamos un momento a mirar el desglose de cómo se usan las calorías
de una hectárea de maíz:

14,6 millones de kilocalorías se usan en piensos para animales


10,2 millones de kilocalorías se convierten en combustible
2,7 millones de kilocalorías se convierten en ingredientes
industriales
6,0 millones de kilocalorías son exportados o usados directamente
como alimento humano

En vez de la pregunta “¿Podemos alimentar a la humanidad?”, quizás


la pregunta debería ser “¿Podemos producir cantidades iguales o
comparables de alimentos, combustibles e ingredientes industriales por
hectárea que la agricultura tradicional?” De hecho, una pregunta más
importante en estos tiempos con un marcado declive de la disponibilidad
de petróleo es si podemos producir un porcentaje más alto de alimentos,
combustible y nutrientes con la cantidad de calorías gastadas.
Por si te lo estuvieras preguntando, en cuanto a las calorías totales
obtenidas comparadas con las calorías gastadas, los cultivos tradicionales
no ganan ni de lejos cuando son comparados con un ecosistema vivo, que
respira y se reproduce, que se está renovando perpetuamente y para
siempre. Lo plantas una vez y nunca necesitas plantarlo de nuevo.
Mientras tanto, en el siguiente capítulo vamos a volver a nuestra
imitación de la sabana de roble.
C APÍ T U LO 1 2
La nutrición y la Agricultura
perenne

Nuestra réplica de la sabana de roble consiste de las siguientes especies


de plantas: castaños, manzanos, avellanos, frambuesos, parras, arándanos y
forraje.
A menos que hagas zumo de hierba, fabriques tofu de hierba (¡sí, se
puede hacer tofu con recortes del césped!), y consumas hectáreas de
pastos, los seres humanos no digieren bien la hierba. No obstante, los
animales sí lo hacen. Los animales más adaptados a comer hierba son
los rumiantes. Nuestra sencilla imitación de la sabana de roble puede
hospedar un sistema integrado de animales compuesto de reses, cerdos,
ovejas y gallinas. Para este análisis nutricional, se criarán algunas
gallinas para carne y otras para huevos. Se usarán algunas vacas para
producir lácteos. Ya que prefiero beber la leche de vaca en vez de oveja,
sólo voy a incluir leche de vaca en el análisis nutricional. Lo siento
ovejeros, sólo intento ahorrar espacio y no confundir demasiado a los
lectores con un exceso de información. Si bien los productores de lácteos
ovinos pueden ofenderse inicialmente al no incluir la leche de oveja en el
análisis nutricional (incluso cuando tiene cantidades mucho más altas de
ciertos nutrientes comparados con la leche de vaca) no pretendo
comparar la leche de oveja con la de vaca. Lo que estoy comparando es la
agricultura regenerativa con los monocultivos de maíz. Incluso mis
amigos productores de lácteos ovinos verán que, cuando lleguemos a los
productos lácteos, la evidencia será clara: cuando una granja de
agricultura regenerativa imita la sabana, produce una dieta entera y
completa para el ser humano. La nutrición por hectárea en la agricultura
regenerativa supera al maíz por tanto que ni siquiera vale la pena
comparar. Para hacer este sistema menos engorroso, también voy a excluir
a los pavos, a pesar de que funcionarían bastante bien en este sistema. El
sistema no incluirá ninguna cantidad de comida importada para el ganado
y se basará en un número muy reducido de animales.
Lo que tenemos que hacer primero es establecer un hipotético
“campo” dentro de la granja de agricultura regenerativa. Este se basa en
uno de los muchos sistemas pioneros de New Forest Farm en Wisconsin
y es similar a otros por todo el país. El campo de una hectárea tendría la
siguiente división:
22 filas de leñosas con calles entre las filas de 7 metros. En
las filas podemos poner los siguientes cultivos:
• 12 filas de castaños con 3,5 m entre plantas. Bajo cada
castaño una fila con una distancia entre plantas de 60 cm. Por cada
castaño una cepa de uvas para que se enrede al árbol.
• 10 filas compuestas por manzanos y avellanos: los manzanos
a una distancia de al menos 7 m., como capa de arbustos, los
avellanos separados 1,3 m. Las frambuesas pueden ponerse en la
parte sur a lo largo de toda la fila a una distancia de 0,6 m y aquí
también a cada manzano y vid.
Este modelo así pensado incluye por hectárea:
• 84 manzanos
• 212 castaños
• 297 parras
• 514 avellanos
• 1.028 cañas de frambuesa
• 1.285 arbustos de arándano
Como se puede ve r claramente al comparar los nutrientes, una
granja regenerativa imitadora de una sabana de roble con cultivo perenne
de castaños, manzanos, avellanos, frambuesos, parras y arándanos
proporciona una nutrición superior a la granja de maíz. Sólo hay dos
elementos nutricionales, el sodio y el selenio, que están disponibles en
cantidades menores en el policultivo perenne. El sodio, a pesar de ser un
nutriente esencial, tiene una disponibilidad excesiva en la dieta y ha sido
acusado ser el causante de la hipertensión, los ataques al corazón y el
ictus. El selenio, aunque es esencial para el cerebro y el sistema nervioso,
es un metal pesado, y como tal es una neurotoxina, incluso en pequeñas
cantidades. Ya que el maíz está en tantos de nuestros alimentos y
compone la dieta base de la que se alimenta la mayoría del ganado
americano, ¿debería sorprendernos que la hipertensión es un problema
tan serio para la salud nacional? Con la deficiencia de sodio que ocurre
naturalmente en la dieta humana “salvaje”, ¿sorprende que hayamos
desarrollado semejante deseo por la sal? Es un nutriente esencial y no
está disponible fácilmente en una dieta natural basada en plantas.
El policultivo perenne descrito previamente es un sistema nutritivo
casi perfecto para una dieta vegana en Norteamérica. Este sistema será
el hogar de una gran variedad de aves, anfibios, insectos polinizadores y
más, de manera que el hábitat de la fauna mejorará. Los seres humanos
pueden vivir de manera saludable sin matar a ningún animal.
No obstante, sin ganado, habría que segar el sistema para favorecer
las plantas leñosas, de tal manera que incluso un vegano se beneficiaría
de tener algo de ganado en el sistema. Para los que eligen comer los
animales en su sistema de agricultura regenerativa, realmente tienen
suerte. Como mostrarán las próximas tablas, con la adición de la carne
alimentada de hierbas, especialmente la casquería, a la dieta del
policultivo perenne ya mencionada, todas las deficiencias nutricionales
desaparecen.

Consumidores y recicladores
En este punto del libro, los lectores que disfruten de las tablas y los
números estarán muy contentos, mientras que los que no estarán
pensando en saltar al próximo capítulo. Si estás a punto de pasar al
capítulo siguiente, tenme un poquito más de paciencia. Mira rápidamente
los gráficos y las tablas si quieres, pero sobre todo sigue la narrativa.
Hasta ahora, hay dos grupos alimenticios principales que he dejado
fuera de este análisis nutricional. Todos los alimentos que hemos
mencionado hasta este punto tienen la categoría ecológica de
productores, esto es, todas son plantas. Absorben el agua, los nutrientes
solubles del suelo y el aire usando la energía del sol, almacenan la energía
solar en los hidratos de carbono, proteínas y aceites. Gran parte del cuerpo
de una planta está compuesto de hidratos de carbono complejos como la
lignina y la celulosa. Esto es especialmente así en el caso de las plantas
perennes. La lignina y la celulosa no son digeribles para el ser humano y en
combinación son uno de los compuestos orgánicos más comunes del
planeta, además de suponer una fuente increíble de energía solar
almacenada.
Hay dos tipos básicos de organismos que usan el carbono
almacenado en las plantas como fuente de alimento. Uno se encuentra
dentro de la categoría ecológica de los consumidores, y la otra dentro
de la de los recicladores. Cualquier criatura que come plantas es un
consumidor, por ejemplo, los seres humanos somos consumidores.
Cualquier criatura que sólo come plantas puede ser considerado un
consumidor primario: un herbívoro. En términos ecológicos, un ser que
come otros consumidores es un consumidor secundario. Las vacas son
consumidores primarios; los lobos son consumidores secundarios. Los
consumidores que están incluidos dentro de mi análisis nutricional son las
vacas, los cerdos, las ovejas y las gallinas. Los otros productos en la lista
serán lácteos bovinos.
El otro tipo de organismo que usa la materia de las plantas como
comida entra dentro de la categoría de recicladores. Hay una gran
variedad de recicladores en la naturaleza, desde las lombrices hasta las
hormigas, los colémbolos, los nematodos y más.
Aunque podría explicarte que las lombrices y hormigas son
comestibles e incluso podría darte unas recetas deliciosas para probar, no
son reconocibles como cultivos y menos como alimento para la mayoría
de los norteamericanos hoy en día.
Actualmente las lombrices y las hormigas tienen unos mercados
culinarios muy limitados en Norteamérica. No obstante, otros
recicladores tienen gran aceptación como alimento y grandes mercados,
algunos de los cuales bastante lucrativos. Me refiero a los hongos. Hay
una gran variedad de hongos culinarios y medicinales que juegan un
papel importante en la agricultura regenerativa. Para este análisis
nutricional, sólo nombraré dos setas: shiitake y maitake. No lo hago
porque sean las únicas setas que pueden cultivarse en la agricultura
regenerativa, sino porque una es una seta culinaria y la otra medicinal, y
nos gustaría generar medicinas proactivas en nuestro sistema, además
de una nutrición más que adecuada. Más significativamente, el shiitake y
el maitake son dos setas fácilmente cultivables cuya nutrición ha sido
analizada por el USDA.

¿Podemos alimentar a la humanidad?


Como se puede ver, la dieta basada en la sabana de roble es
nutricionalmente densa y completa. Si fueras a alimentarte solamente de
un sistema así, tendrías todos los nutrientes precisos para una vida larga
y sana.
El lector astuto se habrá fijado que he atacado frontalmente al
mundo de la agricultura convencional y gustosamente me he enfrentado
a la pregunta más común: ¿podemos alimentar a la humanidad así? Sin
embargo, convenientemente eludí la cuestión principal de aquel
argumento sobre las calorías totales por hectárea. He mostrado que la
agricultura tradicional de monocultivo y de altos insumos, no alimenta a
la humanidad actualmente, especialmente porque la mayoría de esas
calorías no las acaban consumiendo las personas. En vez de esto, dirigí
la conversación hacia la nutrición por hectárea. Con ello no pretendía de
ninguna manera evitar responder a la pregunta principal de “alimentar a
la humanidad”. Pretendía clarificar de lo que estaba hablando. Cuando
me preguntan esto en público, intencionalmente le pido a quien formula la
pregunta que exprese claramente a qué se refiere. Normalmente, no
tienen una idea clara de lo que están hablando, y la mayoría solamente
repite los argumentos que les han dado los grupos industriales que
venden insumos (tales como los fertilizantes, los herbicidas, insecticidas,
fungidas, tractores y el equipo). Ahora, volvamos a la cuestión de
cantidad total de calorías por hectárea. ¿Cuánta comida dirigida a la
alimentación humana podemos realmente producir en los sistemas de
agricultura regenerativa?
Ya he demostrado que una hectárea de maíz no produce realmente
3millones de calorías de alimento humano debido a la pérdida neta de
comida al combustible, y a la pérdida trófica para alimentar al ganado,
resultando en 3,06 millones de calorías netas por acre de maíz. ¿Puede
un sistema de agricultura regenerativa producir la misma cantidad de
alimento por hectárea?
La respuesta es sí. Una manera en que la agricultura regenerativa
puede producir más calorías por hectárea que la agricultura tradicional
es creando poli- cultivos con producción optimizada: sistemas con plantas
y animales diseñados a propósito para dar menor rendimiento por
artículo, pero mayor rendimiento total por hectárea. Los policultivos
perennes como el que he descrito anterior- mente tendrán menos
calorías por cada cultivo que si ese cultivo se produjera en un
monocultivo. Sin embargo, la meta del agricultor regenerativo es crear
un sistema por el cual el rendimiento total del policultivo es mayor que el
monocultivo. Un policultivo perenne que incluye castaños puede no
producir la misma cantidad de castañas por hectárea que un huerto
convencional de castañas o tanta uva como un viñedo convencional, o
frambuesas o avellanas, y así sucesivamente. Sin embargo, esto no es
siempre así, porque muchas plantas tienen tanto rendimiento en sistemas
de policultivo como en sistemas de monocultivo. El agricultor de
policultivo perenne no pretende cultivar la mayor cantidad de un cultivo
específico. La meta del agricultor de policultivo perenne es gestionar y
optimizar un sistema ecológico. Este sistema se modela sobre la
naturaleza y se diseña para optimizar su rendimiento.
En los capítulos anteriores, he descrito un sistema de cultivo
enteramente perenne, con múltiples capas de plantas, y que tiene un
elemento fuerte de ganado. Se ha estudiado extensivamente la captura y
los flujos de energía en los sistemas naturales, y los datos muestran que
se captura más energía en un sistema como éste que un campo de
cultivo anual. Los sistemas de corta rotación de plantas leñosas
diseñados para la producción de biomasa han mostrado que cuando se
realiza la poda baja de las plantas leñosas perennes (hasta el suelo),
pueden capturar hasta el triple de energía por hectárea que en un campo
de cultivo anual. En algunos ensayos en el Estado de Nueva York, la
captura de energía era siete veces mayor que en un campo de cultivo
anual. Los sistemas naturales de sabana y los de silvicultura con rotación
corta han demostrado que puede capturarse más energía en cada
hectárea de tierra que en un campo de cultivo anual. Desgraciadamente,
todavía no hay datos disponibles que demuestren que los sistemas de
cultivos de agricultura regenerativa imitadores de la sabana realmente
incrementan el rendimiento total de los alimentos.
Esto ocurre sencillamente porque existen muy pocos sistemas de
agricultura regenerativa, y se ha realizado poca o ninguna investigación
sobre ellos. Afortunadamente, sistemas como el descrito anteriormente
existen y están siendo gestionados activamente por un número de
granjeros en Norteamérica, y surgen cada vez más. Hoy en día, se están
recopilando los datos de estos sistemas, un proceso que irá en aumento a
medida que se involucren cada vez más investigadores.

Una suma
Sin embargo, la pregunta persiste: “¿puede un sistema de sabana
agrícola producir más calorías, vitaminas y minerales totales por hectárea
que un campo de cultivo anual/tradicional?”.
A continuación, presento un breve ejercicio usando el sistema
previamente descrito.
Se ha dicho muchas veces que hay tres maneras de faltar a la
verdad: mentiras, mentiras a medias y estadísticas. Uno de los problemas
que tienen los datos y las estadísticas es que deben interpretarse. Otro
problema especialmente significativo con las estadísticas es que
trabajamos con un sistema perenne de larga duración que tendrá distintos
resultados en cada año de su existencia. Nuestro sistema producirá
menos cultivos leñosos perennes en los primeros años y tendrá mayores
cantidades en los años posteriores. Durante los primeros años, las plantas
de crecimiento rápido, como los frambuesos y los arándanos, tendrán
rendimiento alto, mientras que, para su final, el rendimiento será menor
según se vaya sombreando el lugar.
Otro problema con las estadísticas es cómo medimos con precisión
la producción de cada planta. Sin años o incluso décadas de datos, no se
puede tener una idea real sobre cuáles serán los rendimientos de
nuestras plantas. En mi experiencia, las pa rra s no parecen tener
ninguna pérdida neta de rendimiento cuando se plantan en policultivos
complejos, al igual que los arándanos. Los frambuesos sí parecen rendir
menos cuando tienen que competir con otras plantas para conseguir
espacio, luz, nutrientes y otros cultivos como los arbustos híbridos de
avellano. Este tipo de avellano es un cultivo nuevo al este de las Montañas
Rocosas y no existen datos sobre su producción actualmente.
Sencillamente, no se está haciendo la investigación. Así, he tenido que
aplicar unas suposiciones para preparar la tabla anterior.

Los castaños
Según varias fuentes, desde viveros comerciales de castaños hasta
las universidades y el Departamento de Agricultura de California, el
rendimiento de la castaña por hectárea va desde una cifra baja (1080 kilos)
a un alta de 6530 kilos. Este rango tan amplio se debe en parte a la gran
variedad de suelos y climas donde se cultivan los castaños (desde Ohio
hasta California), y por otro lado al hecho de que la industria es muy
pequeña en Norteamérica y hay pocas personas recopilando datos. Para
nuestros propósitos, he utilizado la parte baja de la escala. Según varias
fuentes, el número de castaños inicialmente plantados por hectárea es
demasiado denso para los años posteriores, pero la producción de los
primeros años ayuda a mantener altas las cifras producción. A medida
que crecen los árboles y empiezan a interferir unos con otros, se talan
selectivamente. Se examinará cómo contabilizar esta cosecha de
biomasa al final de esta sección.

Los manzanos
Para la producción de manzanas, también he elegido las cifras bajas en
la gama de rendimiento, con dos fanegas de manzanas por árbol. En mi
experiencia, una cosecha de manzanas puede ser más grande. Sin
embargo, para este ejercicio, haré cálculos subestimando para que no me
acusen de exagerar, y para recordar que pueden cultivarse los manzanos
en porta-injertos enanos y semi-enanos y que éstos producirán menos
fruta por árbol. Personalmente, he cosechado más de 100 fanegas de
fruta de un gran manzano Baldwin cuando trabajé para el Viejo Sr. Flint,
pues sé que es posible obtener más de dos fanegas por árbol.

Los avellanos
Los avellanos son los auténticos “durmientes” del sistema. La Upper
Midwest Hazelnut Development Initiative, en colaboración con las
universidades de Wisconsin, Minnesota y otras instituciones académicas,
están colaborando con los productores para desarrollar cultivares de
avellano altamente productivos que puedan resistir temperaturas muy
bajas, y contienen la mayoría de sus genes de castaños americanos
recientemente descubiertos. Ya que el trabajo de Fito selección está en un
estado inicial y la selección de cultivares recién está empezando, existen
sólo dos informes con datos actuales de producción. Un informe incluye
plantas de todas las edades (no solamente las plantas maduras) aunque
con datos sesgados porque incluye plantas de un año en el mismo
análisis de producción que las plantas que tienen quince años. Algunas
plantas individuales pueden tener un expediente de diez años
produciendo 2,3-3,6 kilos por planta, mientras que otras plantas pueden
estar una década sin producir fruto alguno. Incluso hay algunas plantas
que han dado más de 9 kilos.
El Hybrid Hazelnut Consortium, una colaboración entre la
Universidad Rutgers, Universidad de Nebraska, Universidad Estatal de
Oregón y la Arbor Day Foundation, están introduciendo avellanos europeos
más resistentes al frío para varios Estados como Nebraska. La iniciativa,
también en estado inicial, está teniendo los mismos resultados erráticos y
poco concluyentes.
Como consecuencia, no hay datos disponibles para los avellanos en el
Medio Oeste. Elijo una producción de 1 kilo por planta como una cifra
más alta que los datos actuales, aunque creo que es un número
bastante conservador. Considerando su potencial a largo plazo, sabemos
que esa cifra puede excederse fácilmente.
Los avellanos en un sistema de agricultura regenerativa son
“durmientes” porque tienen un potencial calórico increíble. Para este
ejercicio todo lo que incluí es el valor nutritivo, sin tomar en cuenta el
valor de las cáscaras y la madera, si bien es significativa en ambos
casos.
Frambuesos y arándanos
En nuestro sistema hay muchos menos frambuesos y arándanos
plantados de lo que normalmente habría por hectárea, y una vez más, en
ambos casos, calculo el rendimiento tirando hacia abajo.
La biomasa
La madera de rebrotes y poda tienen un rendimiento significativo en un
sistema de agricultura regenerativa. Al principio, parecería que la leña
extra puede utilizarse como combustible de calefacción en la granja. En
New Forest Farm, funcionábamos con ese enfoque durante bastantes
años hasta que nos dimos cuenta de que nos estábamos enfrentando con
un problema. Anteriormente, la granja había sido un campo de cultivo de
maíz y habas (y la madera era un recurso escaso). Después de 10 años,
abundaba la madera. Después de 15 años, empezó a ser un reto. ¿Cómo
puede utilizarse toda esta madera? Además de calefacción a leña,
ahumar la carne y hacer bastantes fogatas de campamento y
celebración, nos pusimos en marcha para gasificar la madera y utilizar el
gas como combustible para un generador eléctrico. Aunque todavía no
hemos construido nuestro sistema, calculamos que, con una hectárea de
cáscaras de avellana, por ejemplo, podríamos producir casi 215 dólares de
electricidad si lo vendiésemos a una compañía eléctrica a 12,5¢ por
kilovatio. Ya existen sistemas a pequeña escala que lo hacen.
Uno de los beneficios de gasificar las cáscaras de avellana, matorral y
otras maderas de poda es la producción de biochar que puede usarse
como una enmienda de suelo.
Si bien New Forest Farm tiene una conexión a una red eléctrica para
vender electricidad, todavía no tiene instalado un gasificador. No
pretendo que este libro sirva para discutir situaciones hipotéticas, sino
para compartir nuestra experiencia. Por tanto, de momento, para la
eliminación de la madera la seguiré utilizando como combustible para la
calefacción de la casa y para cultivar setas. Al investigar los rendimientos
de la biomasa, los números van desde 7 a 70 toneladas por hectárea,
dependiendo de las especies de planta leñosa cultivadas y la región donde
crecen. En las regiones fértiles bien regadas, crecerá más madera por
temporada que en las regiones más secas como Nebraska o High Plains.
Para nuestro ejercicio de calcular el rendimiento calórico por hectárea,
he elegido 2,5 toneladas de biomasa por hectárea por año. La experiencia
me ha demostrado que esto puede ser fácilmente el caso, ya que solamente
las cáscaras de avellana pueden rondar los cientos de kilos por hectárea.
Las setas
Una manera sencilla, deliciosa y lucrativa de utilizar la madera
e xtra es convirtiendo lo incomestible en comestible. La manera de
convertir la madera incomestible en comestible es a través de los hongos.
La tabla de la página 244 muestra la información nutricional para las
setas Maitake y Shiitake. Existen literalmente docenas de setas diferentes
que pueden cultivarse sobre madera sólida o triturada. Por la magia de la
descomposición, los hongos pueden convertir esas 2,5 toneladas de
biomasa leñosa de cada hectárea en casi 320 kilos de setas.
Los troncos de setas o de madera triturada que han cumplido su ciclo
vital pueden convertirse en un material blando, parecido al suelo, que
actúa como una esponja biológica altamente absorbente. Esto se
incorporará en el suelo después de una temporada de cultivo. Si estas 2,5
toneladas de biomasa leñosa, cosechadas como un subproducto de nuestro
sistema de agricultura regenerativa, fuese convertido en setas Shiitake, daría
81.000 calorías adicionales por hectárea.
Una vez más, sólo para mencionar un punto anterior y usando
nuevamente al maíz como ejemplo, tomamos 33 millones de calorías de
alimento humano y fabricamos 10,03 millones de calorías no-disponibles,
pero un rendimiento de sólo 3,06 millones de calorías de alimento
humano real. En nuestra granja de agricultura regenerativa, tomamos las
calorías incomestibles para los seres humanos y los convertimos en
comestibles. Por ejemplo, el ganado convierte la hierba, los insectos, las
babosas y los caracoles en productos cárnicos y lácteos, y el hongo
convierte a la madera en una delicia gastronómica.
La miel
La última comida a la que me gustaría calcularle el rendimiento
calórico dentro de la agricultura regenerativa es algo complicado de
calcular- la miel. Ya he explicado como la abeja melífera europea no es
nativa en este continente y como en un sistema ecológico diverso no se
necesita para los servicios de polinización, pero al estar aquí prestan
servicios de polinización y producen un edulcorante excelente.
Como el azúcar y el sirope de arce, la miel es un edulcorante potente
con alto contenido calórico. Unos 500 gramos de miel tienen más de 1.380
calorías. Una colmena de abejas ubicada en el norte de los Estados
Unidos fácilmente puede producir más de 25 kilos de miel adicional al año.
Si solamente se guardase una colmena por hectárea, esa única colmena
añadiría 165.000 calorías a nuestro sistema. Un problema, no obstante,
es que a diferencia del ganado o de las ovejas, las abejas no se quedan
dentro de una hectárea.
Volarán adonde puedan encontrar el recurso más abundante. Un
cálculo estimado es que una colmena de abejas puede cubrir unos 8.000
acres cuando producen 50 libras (22 Kg.) de miel. Los apicultores sí
informan de reducciones de producción cuando tienen más de 20
colmenas por acre.
Ya que la única regla general sobre las abejas es que no hay reglas
generales, voy a elegir un número arbitrario y sencillo de colonias para
incluir en nuestro cálculo: cuatro. La razón es que con cuatro colmenas es
suficiente para que valga la pena la inversión requerida en el equipo
básico de apicultura (ahumador, cuchillos de desopercular y un
extractor). Cuatro colmenas también producen suficiente miel en cada
inspección para que valga la pena mirar, incluso si las colmenas no están
llenas. A su vez, esta cantidad también permite al apicultor observar las
diferencias de fuerza entre las colmenas y, por tanto, con el tiempo,
empezar a seleccionar abejas y colonias más fuertes. Tener cuatro
colmenas a mano también permite poder dividir las fuertes, criar reinas
adicionales si se necesitan, y garantizar una cantidad razonable de miel,
incluso en un año malo. En nuestros 17 años de experiencia en New Forest
Farm, tenemos una media de un cubo de 19 litros de miel por colmena. Cada
cubo contiene poco más de 22 kilos de miel, pero para este ejercicio
calcularé 19 litros de miel por colmena, lo que supone 276.480 calorías
adicionales al año.

• Policultivo de plantas: 11.476.195 kcal


• Policultivo animal: 2.680.961 kcal
• Miel y hongos: 776.957 kcal
• Total calorías en comida: 14.934.113 kcal por he ctáre a

El sistema de agricultura regenerativa imitadora de la sabana de


roble produce más del doble de las calorías por hectárea que una de
maíz. Además, el sistema de agricultura regenerativa es perenne y no
necesita volverse a plantar. Evita la erosión, crea tierra y puede
gestionarse sin insumos. Esto significa que la ganancia neta de calorías
totales es infinitamente mayor que la hectárea de maíz amarillo industrial
del nº 2 (Zea mays var. indentata) cultivado en los Estados Unidos. La
diferencia en nutrientes por hectárea es casi incalculable.

El caso de los bueyes Holstein


Doce bueyes Holstein pastan en un campo de 36 hectáreas situado
en una colina al lado de New Forest Farm en el suroeste de Wisconsin.
Cuando estos bueyes se acerquen a un peso de 360 kilos, se venderán y
enviarán a un corral para engordar, y serán cebados con una dieta en la
que prevalecerá el maíz y la soja (la mayoría genéticamente modificada en
los Estados Unidos). Las 36 hectáreas de tierra están en pendiente y el
suelo es fino ya que la mayoría bajó hace años por el río Misisipi y ahora
atasca el golfo de México. Las pendientes de la colina son demasiado
inclinadas para poder conducir un tractor con seguridad, es por eso que
antaño se araba esta tierra con caballos.
Por todo el país, hay cientos de millones de hectáreas de tierra
extremadamente inclinadas, altamente erosionables e infrautilizadas. Las
tierras son poco profundas, de secano y pobres en nutrientes, por lo que
producirían cosechas con rendimientos por debajo de la media. Cuando, en
los tiempos de mi abuelo, se pasó de la ‘edad del caballo’ a la ‘edad del
tractor’, este prado se usaba como pasto para unas pocas vacas. Sigue
siendo así hoy en día.
Si examinamos estas doce vacas, veremos que el total de calorías que
podrían producir queda muy lejos de las calorías que se producirían en
una hectárea de maíz. Si cada vaca tiene un peso de 360 kilos, eso
significa que este prado solamente produjo 4.350 kilos de animal. La
porción comestible de esas vacas (aproximadamente un 62,2 por ciento
de una res se convierte en carne para el consumo humano) daría
solamente 2.700 kilos de carne. La carne picada semimagra del USDA
tiene una media de unos 450 gramos, haciendo que la producción
calórica total de este prado de 36 hectáreas sea una minúscula cifra de 5,9
millones de calorías (162.000 calorías por hectárea). Sin embargo, aquí es
donde el ‘gigante del maíz se cae al suelo de cara’: ni siquiera se puede
cultivar este campo. Esta parcela, combinada con otras tierras altamente
erosionables y los millones de hectáreas de tierras de granjas
abandonadas en este país, representan una ventaja inmensa para los
sistemas de agricultura regenerativa. Las investigaciones del Centro de
Agrosilvicultura de la Universidad de Missouri han mostrado una y otra
vez que cuando se plantan árboles en un prado con sistema silvopastoral,
los rendimientos del forraje no se reducen, sino que cuando se diseñan
bien, los rendimientos incrementan. La hierba se vuelve verde más
temprano en primavera y permanece verde más tarde en otoño, lo cual
implica mayor disponibilidad de alimento y una ganancia de peso adicional
para esas doce vacas. Además de tener una temporada de crecimiento
más larga, la sombra parcial que dan los árboles distribuidos de manera
equilibrada ayuda a la hierba a crecer más durante el día.
La fotosíntesis ocurre dentro de una banda bastante estrecha de
temperaturas, y cuando la hierba crece a la sombra, su temperatura es
más baja. Las hierbas con sombra parcial siguen haciendo fotosíntesis y
crecen cuando sus ‘colegas’ a pleno sol se han desactivado a la espera
de temperaturas más frescas.
La temperatura de las hojas no es la única cosa que bloquea la
fotosíntesis en los forrajes. La clorofila en la hoja puede considerarse
como una esponja. Esta esponja verde absorbe la luz solar lo más rápido
posible mientras parte de la luz solar se usa como energía para
manufacturar hidratos de carbono básicos. Una vez que la fotosíntesis
llega al máximo, sólo puede convertir la luz solar en azucares básicos a
esa velocidad máxima fija. Si impacta más luz solar en la hoja de lo que
pueden usar los cloroplastos, entonces la hoja se “satura de luz”. La luz
adicional que llega a la hoja no produce más fotosíntesis. Una parte es
reflejada por la hoja y la otra se convierte en calor, que puede ralentizar
más el proceso de la fotosíntesis. Las temperaturas de las hojas pueden ser
tan altas que incluso podrían generar una pérdida de humedad, haciendo
que se marchiten y la fotosíntesis se reduzca aún más.
Una sabana de agricultura regenerativa produciría una sombra
equilibrada y moteada, por la cual los forrajes permanecerían a su
temperatura, con los niveles de luz óptimos durante períodos más largos.
Si fuera una sabana de agricultura regenerativa, estos pastos de 36
hectáreas podrían sostener a doce vacas Holstein y simultáneamente
sostendrían a 24 cerdos, 24 ovejas, 250 gallinas, 7.488 castaños, 37.440
arbustos de frambueso, 22.464 arbustos de avellano, 7.488 parras, 29.952
arbustos de arándano y 3.744 manzanos.
¡Un rendimiento más que impresionante cuando consideremos que
alguien tuvo la desfachatez de pensar que doce bueyes iban a alimentar a la
humanidad!

Replantearse la agricultura
Quizás deberíamos preguntarnos: ¿Por qué tenemos granjas? ¿Por qué
existe la agricultura? ¿No es para que la gente pueda comer, tener salud y
nutrirse?
Si eso es así, entonces ¿no tendría sentido que diseñásemos un
sistema agrícola que hiciera exactamente eso, en vez de uno donde los
agricultores grandes luchan contra los granjeros pequeños, mientras que
las corporaciones promulgan leyes que hacen ilegal cualquier tipo de
modelo productivo aparte de los que ellos controlan económicamente?
¿No tiene sentido para nosotros como humanos ponernos todos de
acuerdo en cómo producir cantidades adecuadas y sostenibles a largo plazo?
¿No deberíamos concentrar nuestros esfuerzos en descubrir sistemas
óptimos? La verdad es que todos necesitamos alimentarnos.
Pues en este momento, perdóname si parezco grosero al responder
la pregunta inicial con una re-pregunta. Recuerda aquel granjero grande,
rudo, cultivador de maíz, al borde de un ataque al corazón, cuando dijo
“Sí, ¿pero puedes alimentar a la humanidad?”.
Ahora mi respuesta es, “Señor, ¿y usted lo puede hacer?” ¿Puede
alimentar a la humanidad a su manera? Claramente no lo está haciendo
ahora. Además de eso, su manera actual está degradando el
medioambiente para las generaciones futuras. Hacer más de lo que no
funciona no va a mejorar las cosas. La mayoría de su maíz y soja alimentan
al ganado o se quema como combustible. Los alimentos basados en el maíz
de su sistema están causando niveles epidémicos de obesidad extrema,
enfermedades cardíacas y diabetes. ¿Puede nutrir la humanidad?
¿Puede restaurar la función de lo s ecosistemas? ¿Puede secuestrar
carbono de la atmósfera? ¿Puede incrementar las poblaciones de
polinizadores nativos, anfibios y otra fauna amenazada? ¿Puede
incrementar la tierra de manera natural con el tiempo y sin insumos
externos masivos? ¿Puede evitar la escorrentía? ¿Puede purificar el
agua freática y de superficie? ¿Puede incrementar las cantidades de
humedales? ¿Puede restaurar los manantiales, prevenir la erosión e
inundaciones? ¿Puede hacer todo esto plantando su cultivo sólo una vez
cada mil años?
Sé que al leer esto te resulte difícil creerme, y yo sé que mucho de lo
que se ha dicho en este libro contradice la mayoría de lo que te han
enseñado, pero si puedes relajarte y acompañarme durante algunos
capítulos más, te mostraré que es enteramente posible y lo fácil que puede
ser la transición.
C APÍ T U LO 1 3
Cómo empezar
En el capítulo anterior se mostró claramente que un sistema de
agricultura regenerativa produce mayor cantidad total de alimentos por
hectárea q u e cultivar maíz en hileras. También se mostró que los
rendimientos obtenidos del sistema cambiarían con el tiempo según va
madurando, y que un sistema así puede durar miles de años siendo
gestionado enteramente sin el uso de insumos de combustibles fósiles.
Todo esto suena fabuloso, pero ¿cómo conseguir la transición desde la
agricultura tradicional a la agricultura regenerativa perenne, y por dónde
empezar? Debes empezar justo donde estás y con lo básico.
No importa en qué parte del mundo esté tu granja, no hay manera de
deshacer su historia. Ha sido cultivada o pastoreada de ciertas maneras
durante una cierta cantidad de años. Tiene su propio tipo de tierra,
estructura, inclinación y grado de erosión (de hecho, toda tierra que haya
tenido cultivos anuales está erosionada. La diferencia que existe entre
una granja y otra está en el grado de erosión. Cada granja individual tiene
su propia “historia familiar” e incluso dentro de una región con sistemas de
cultivo muy homogéneos, las condiciones en una granja serán diferentes
comparadas con otras, aunque solamente sea por la diferencia entre las
personas que la gestionaron.
Cada granja o rancho tiene un grado distinto de ‘perennialismo’. En
uno de los extremos está la granja de cultivos en hileras o de grano que
cultiva un 99,9 por ciento de forma anual. En el otro extremo, hay
operaciones de pastoreo cárnico y lácteo sobre hierba, con alta densidad
ganadera, que pueden tener un 99 por ciento de plantas perennes. El
alcance de este libro no da para entrar exhaustivamente en los detalles de
cómo cada tipo de granja puede realizar la transición hacia la agricultura
regenerativa. Lo que sí entra dentro de nuestro alcance es describir los
principios básicos aplicables a todo tipo de granja.
Gestión del agua
Por lo que sabemos, el agua es el nutriente primordial de las plantas,
sin el cual no vivirían. No importa dónde vivas y qué cultives, no crecerá
sin agua. Las plantas pueden sobrevivir y producir cultivos comerciales
con casi todas las deficiencias de tierra conocidas, incluso de hecho, la
mayoría de las tierras cumplen esta descripción y son deficientes en uno o
más nutrientes importantes en cualquier momento dado.
Todos los granjeros tienen tierra con deficiencias e algún tipo. La
industria de los fertilizantes y la industria del equilibrado del suelo fueron
fundadas justamente para solucionar eso. En términos generales, nuestra
tierra no es tan rica y fértil como podría ser, pero igual nuestros cultivos
siguen creciendo y nuestro ganado sigue pastoreando y reproduciéndose.
Sin embargo, si quitamos el agua de la ecuación, el asunto cambia
radicalmente. Todas las plantas morirán sin agua, hasta incluso los cactus.
Ya que el agua tiene una importancia tan crítica para la vida y el
crecimiento de las plantas, el primer paso para un agricultor
regenerativo, sin importar dónde esté ubicada su granja, es optimizar la
relación de su tierra con el agua.
La topografía que nos rodea refleja la relación de la tierra con el
agua y la gravedad a lo largo del tiempo. La lluvia cae sobre las tierras
altas y la gravedad la arrastra hacía el punto más bajo. Un reguero de
agua se junta con otro y así incrementa su volumen. Sigue desplazándose
hasta el punto más bajo, fusionándose con otros regueros y recogiendo
partículas de tierra. Los riachuelos se hacen arroyos; los arroyos se
hacen torrentes, éstos en afluentes de ríos que incrementan en volumen
y , finalmente, se vierten al mar. Tanto si tu explotación está en el
desierto, o en regiones que experimentan la lluvia torrencial, el agua ha
formado la topografía de la tierra.
Si bien la lluvia que cae suele distribuir la humedad de manera
pareja en la ladera y los valles adyacentes, el agua no permanece
en esa distribución equilibrada. El drenado natural saca el agua de
las laderas hacia los valles. Como consecuencia de esto, las
laderas suelen ser más secas que los valles. Cualquier
compactación del suelo empeora el problema.
Ken Yeomans, Keyline Designs

El agua ha formado la tierra y la ha esculpido para crear un sistema


de drenaje muy eficaz. El agua impacta sobre la tierra, se reagrupa y se
escurre. El esquema de la naturaleza acaba cubriendo la tierra de
vegetación perenne. Las raíces de las plantas, las hojas y los residuos de
los tallos se descomponen e incrementan la materia orgánica en la tierra la
cual actúa como una esponja biológica.

La tierra una esponja viva


La tierra sin remover y rica en materia orgánica, es la base de la red
trófica del suelo. La materia orgánica (es decir, los compuestos de
carbono), como el combustible diesel en nuestros tractores, el carbón en las
plantas eléctricas, el gas natural o el diesel para la calefacción de nuestras
casas, es el combustible que alimenta a toda la vida del suelo.
Es la propia vida en el suelo la que actúa directa- mente sobre la roca
mineral, tanto a través de la ingestión como por la digestión. El carbono es
la fuente de energía para toda la actividad fúngica del suelo. Los cuerpos
fúngicos vivos y muertos, las hifas y los micelios alimentan a los
organismos, como también lo hacen los azúcares (¡el carbono otra vez!)
exudados por las raíces de las plantas. Los compuestos orgánicos, el
carbono en el suelo, ya sea de origen vegetal o animal, actúan como
esponja que absorbe y mantiene el agua. El agua en la tierra es absorbida
por la materia orgánica.
El agua también se mantiene debido a la tensión superficial de cada
partícula de la tierra y de los minerales. Cada pequeño grano de tierra puede
tener una fina partícula de agua afianzada a su superficie. Meramente
mojar todos los granos de la tierra puede suponer una cantidad enorme de
agua.
Toda la vida en el suelo es 50-80 por ciento de agua, la cual se
almacena en los poros entre los granos de tierra. A modo de resumen, el
suelo y la vida en el suelo representan un sistema masivo de almacenaje de
agua. Al montar sistemas de agricultura regenerativa, lo primero que
debemos hacer es lograr almacenar mayor cantidad de agua en el suelo.
De pendiente a humedales
Cuando se empieza la transición hacia la agricultura regenerativa,
una de las primeras tareas es desarrollar un sistema de gestión de agua
para toda la finca. En la mayoría de los lugares, esto significa diseñar una
serie de zanjas de infiltración y bermas bien medidas para captar el agua
de la lluvia y distribuirla de manera igualitaria, en vez de acumularla en los
cauces y los valles desde donde la granja la exporta.
Existen numerosos ejemplos de estrategias de gestión de agua, pero el
sistema que para mí merece la mayor atención es el que se describe el
australiano P.A. Yeomans en su libro Water for Every Farm (Agua para
cada granja). El Keyline Plan (“Sistema de Línea Clave”) de Yeomans es,
con mucha diferencia, el enfoque más holístico para la gestión de agua
conocido hasta la fecha. Estos sistemas aprovechan todas las estrategias
disponibles para capturar cada una de las gotas de lluvia que caen sobre la
granja, ralentizar el agua en su movimiento a través del paisaje, extenderla
hacia las laderas, absorber y almacenar el exceso en el suelo, en
estanques, depósitos y, finalmente, en los tejidos vivos de las plantas y
animales.
Al ralentizar y extender el agua de la lluvia que cae, se permite
incrementar su tiempo en el paisaje. Esto da tiempo a que la lluvia se infiltre
en vez de escurrirse. La excepción para aplicar este sistema sería, por
supuesto, los humedales que ya existen (salvo para los casos en los que se
crearon gracias a una gestión incorrecta del agua).

Un desequilibrio de agua y aire puede hacer que mueran los


organismos aeróbicos del suelo y sean reemplazados por
organismos anaeróbicos. Como consecuencia, la tierra se volverá
“amarga”. Las formaciones amacolladas (tussok) y las malezas
acuáticas en los valles indican este problema. Es importante que
esto no se trate como un problema de exceso de humedad, sino
como un síntoma de agua probablemente malgastada en las cuestas
superiores.
Ken Yeomans, Keyline Designs

Puntos de cambio en el paisaje


Los humedales son un bioma propio y presentan otras grandes
oportunidades para la agricultura regenerativa.
La clave del sistema Keyline es el concepto de ‘Línea Clave’. La
planificación del sistema se basa en la topografía natural de la tierra y su
pluviometría. Cada granja tiene, en algún lugar lo que yo describo como su
“punto óptimo”. El punto óptimo es una línea que, con una sola zanja
de infiltración, tiene el mayor impacto sobre el flujo de agua afectando el
número máximo de hectáreas y con la mínima cantidad de formación de
tierra. En la mayoría de las propiedades, el punto óptimo está ubicado en
algún lugar cerca de la línea clave de una cuesta. Si mirases la cuenca
hidrográfica de manera transversal(desde el corte) verías una línea que se
parece bastante a la silueta humana desde el cuello hasta la mano. Las
tierras altas, colinas o cordilleras se asemejan a la forma de los trapecios de
los hombros. En muchos casos, las tierras altas tienen una inclinación
suave en forma convexa, ya que se abomba en sentido contrario al centro
de la Tierra, yendo cuesta abajo. En cierto punto cambia la inclinación de
convexa a cóncava y se abomba hacia el centro de la Tierra. Utilizando la
analogía de nuestro brazo, es similar a la forma cóncava entre el hombro y la
curva hacía el bíceps. En lenguaje matemático, el punto donde una cuesta
convexa se convierte en una cuesta cóncava se llama punto de inflexión.
Este punto de inflexión es una de las líneas clave en una cuesta. Es el
punto dónde se necesita mover la cantidad mínima de tierra para
interceptar la máxima cantidad de agua que baja por la cuesta.
Solamente con instalar y construir una estructura de gestión de agua en
esta “línea clave” afectará la hidrología de toda la colina cuesta abajo.
También se llama “línea clave” porque establece la pauta para el sistema
de cultivos tanto cuesta abajo como cuesta arriba de esa línea. Volveré a
esto después de hablar del agua que se traslada cuesta abajo.
El punto entre las colinas y el suelo del valle es la siguiente gran línea
clave. Las obras de recogida de agua o las infraestructuras instaladas aquí
afectarán a todo lo que esté en el valle cuesta abajo.
A medida que el suelo del valle se acerca al río en el centro de la
cuenca (o continuando la analogía, a medida que tu antebrazo se acerca
a tu muñeca) la pendiente cambia de nuevo; desde el suelo del valle
hasta la planicie de inundación y el agua. Aunque sea técnicamente un
punto de inflexión y, por tanto, una “línea clave”, es el menos útil de los
tres puntos porque queda muy poca tierra después de la última línea clave
y el río.
Localizar la línea o las líneas clave en tu propiedad es extremadamente
importante cuando se empieza una conversión a agricultura regenerativa.
El “punto óptimo” se ubica casi siempre sobre o cerca de la línea clave de
la propiedad.

Esparcir y profundizar el agua


Una vez se hayan ubicado las líneas clave, se usa un nivel de láser,
teodolito o agro nivel para medir con precisión dónde se ubicarán las
zanjas de gestión de agua. Una zanja de infiltración, a los fines de este
libro, es una zanja utilizada para recolectar agua con una berma de tierra
blanda justo cuesta abajo. Cuando la velocidad pluviométrica sobrepasa la
velocidad de infiltración en el suelo, el agua forma láminas en la superficie
del suelo y comienza a correr cuesta abajo. Esto ocurre incluso en un
sistema completamente perenne. A medida que la lámina baja por la
cuesta recoge partículas minúsculas de tierra y fragmentos de materia
orgánica. Cuando la lámina de agua encuentra una zanja, se acumula y
deja de fluir. Esto da más tiempo de permanencia al agua en el paisaje y le
permite infiltrarse. Además, los poros entre las partículas de tierra, las
madrigueras de roedores, y los túneles de lombrices y escarabajos en las
actúan como sumideros para transportar el agua a las profundidades de la
tierra.
Incluso la lluvia que cae sobre tierra congelada, como suele ocurrir en
el norte de los Estados Unidos y Canadá, puede infiltrarse en el suelo
gracias a las madrigueras. Las ardillas de tierra, ardillas listadas, ratones,
topillos y serpientes no hibernan en el suelo congelado si lo pueden evitar.
A su vez, sus madrigueras de hibernación son lo suficientemente
profundas como para llevarlos bajo la línea de congelación y sus cámaras
de hibernación suelen tener temperaturas cómodas de 10ºC. La lluvia
sobre suelo congelado al final del invierno encuentra la madriguera y baja
con fuerza a las profundidades de la tierra.
Con el tiempo, las zanjas recolectarán e infiltrarán agua al suelo donde
las raíces de las plantas perennes, especialmente de los árboles, las
pueden aprovechar.
Más allá del nivel elemental de la formación de la tierra y la gestión de
agua, se pueden utilizar las zanjas como mucho más que recolectores de
agua. Se pueden usar para quitar agua de lugares húmedos de la granja y
canalizarla hacia las zonas secas. Las zanjas que llevan el agua fuera de
los puntos húmedos son las que llamamos zanjas de distribución.
Técnicamente, cualquier trinchera en el suelo diseñada para trasladar
agua de un lugar a otro puede llamarse una zanja. No obstante, prefiero no
llamarlas así para no confundirlas con el concepto común de la zanja de
drenaje, utilizada para extraer agua de una zona rápidamente. Las curvas
de distribución, al contrario, bajan la cuesta con una inclinación de apenas
1 por ciento (bajada de un metro cada 30 metros). Con esta inclinación, el
agua apenas se empieza a mover. A modo contrario de las zanjas
tradicionales, las curvas de distribución (o acequias de careo) acarrean
intencionalmente el agua lentamente a través del terreno, dándole más
tiempo para infiltrarse. Al medir la ladera con precisión, podemos llevar el
agua desde los valles (más altos en el terreno) y trasladarla hasta las
laderas con una caída del 1 por ciento, sin causar erosión. De esta manera
podremos repartir el agua de los valles hasta las laderas.

La ma y o ría de la g e n t e no tiene ninguna dificultad en


apreciar el desequilibrio indeseable entre la h u med a d de los
valles y las laderas. El uso del sistema Keyline es u n a manera
sencilla de solucionar el problema. Es un sistema que mantiene el
agua en la s laderas durante más tiempo y lo extiende desde los
sitios donde ha llegado a los valles.
Ken Yeomans, Keyline Designs

Pequeños estanques
Similar a las zanjas tradicionales, las curvas de retención pueden usarse
para recoger agua y trasladarla a un sitio deseado. Estas son “zanjas
colectoras” y se usan para recoger agua de una zona más amplia para
formar un estanque o represa en la superficie.
Una zanja es sencillamente una zanja: una línea rebajada en la tierra
diseñada para drenar agua del lugar. Sin embargo, una curva de
distribución o un careo colector es una zanja con una medición muy
precisa, con una inclinación de casi exactamente el 1 por ciento. Una vez
más, esta inclinación es extremadamente suave, apenas fluye y no causa
erosión.
Conectados estrechamente a las curvas de distribución diseñadas en
Línea Clave están lo que solemos denominar los “pequeños estanques”.
Éstos no tienen que ser necesariamente estanques para peces o de
granja, e incluso pueden ni contener agua en todo el año. Se han diseñado
para retener agua durante lluvias grandes y así permitir que se infiltre
lentamente en el suelo. Es el mecanismo de protección utilizado contra
subidas repentinas del nivel de agua y así protege el sistema de zanjas de
distribución.
Como los estanques que se drenan y finalmente desaparecen, los
pequeños estanques imitan lo que los ecologistas llaman ‘charcas
vernales’ o ‘estanques efímeros’. Estos son humedales que sólo existen
durante un período de pocas semanas/meses posteriores a la época de
mayor lluvia en la zona. Hay un gran número de plantas y animales
adaptados a la vida en los estanques efímeros, los cuales, con el tiempo,
establecen su residencia allí. Discutiblemente, los residentes más
importantes de nuestros sistemas de estanques pequeños son los anfibios
insectívoros. La mayoría de los anfibios nativos de la región Medio Oeste
estadounidense están adaptados a la reproducción en charcas vernales. Al
diseñar nuestras granjas con curvas de distribución y estanques pequeños,
creamos estructuras por las cuales el agua de lluvia restaura el valioso
hábitat anfibio y trae beneficios enormes de control de plagas para el resto
del sistema. Si el agua se infiltra en el suelo a una velocidad de unos 25
milímetros por hora y cae el triple de lluvia en una hora, 50 milímetros no
tienen dónde ir, formarán una lámina en la superficie y empezarán a fluir
cuesta abajo. Con zanjas de Línea Clave diseñadas para aceptar el exceso
de agua durante períodos de grandes lluvias, se captura el agua y se
traslada a los estanques pequeños y generalmente hacia las laderas. Los
estanques pequeños están diseñados para rellenarse con esta “subida” de
agua que se irá ‘soltando’ lentamente a través de las zanjas del sistema.
Un sistema Keyline tiene el objetivo de capturar la máxima cantidad de
lluvia. Piensa en lo que significa esto. Si todas las propiedades agrícolas
capturasen y retuviesen toda el agua, no habría riadas. De este modo, el
agua que suele inundar los pueblos cuesta abajo, ahora se filtraría
lentamente por el suelo. Los niveles de los arroyos y ríos permanecerían
más estables durante toda la época.

Manejo del agua


Una vez que se haya establecido la malla de zanjas de distribución y las
bermas en la granja, se habrá creado una configuración completamente
distinta para el “flujo” del agua que optimiza la relación entre la tierra y el
agua. Visto desde el aire, ahora se ve algo similar a la forma de un pez
con una serie de ondas reflejando el contorno. Estas configuraciones de
gestión del agua proporcionan un significado enteramente nuevo al término
“Línea Clave”. El sistema de zanjas y bermas es el que determina dónde
se plantarán las plantas leñosas.
Fija el patrón para establecer dónde se trazarán las carreteras, los
caminos de acceso para los vehículos y animales, dónde irán las vallas, la
pauta que seguirá el pastoreo, y las ubicaciones para la infraestructura,
entre otras.
La configuración de zanjas con caminos entremedio también
determina la práctica de gestión que se debe utilizar en el sistema Keyline.
Ya que todos los caminos entre las zanjas irán en paralelo dentro de la
nueva configuración de flujo de agua, cualquier cosa que hagamos con un
tractor o vehículo ahora debe ocurrir en paralelo a las zanjas.

Subsolado anual
Probablemente lo más significativo que podemos hacer para
complementar las habilidades de las zanjas de infiltración es combinarlas
con un subsolado anual. Para los que no conocen el subsolador, es
sencillamente un gancho c on ínfulas que se arrastra detrás de un
tractor. Cada año, preferiblemente antes de que arranque el
crecimiento vegetal en primavera, se debe arrastrar un subsolador o
un arado Keyline paralelo a las zanjas en la mayor parte de la granja que sea
posible. Las púas del subsolador no se limitan a cortar una ranura en el
suelo; también levantan ligeramente el suelo en cada lado y pulverizan
las capas compactadas. Después, la ranura y la suela de labor pulverizada
admiten libremente el agua y el aire. Con la entrada de agua y aire
adicional en el suelo, proliferan las raíces de las plantas. Donde se
dispersen las raíces de las plantas, también irán múltiples seres vivos del
suelo que defecan, orinan, se reproducen, viven y mueren. Tanto las plantas
como los animales añaden su carbono al suelo y, a medida que ese carbono
se oxida, el suelo empieza a volverse negro.
Al combinar debidamente las zanjas ubicadas correctamente con el
subsolado anual de los caminos, se pueden convertir los subsuelos de
color pálido en un vigoroso mantillo lleno de vida, y mucho más
rápidamente de lo que ocurriría de manera natural.
Sin embargo, el mantillo no se añade grano a grano; más bien, el
subsuelo gradualmente se convierte en mantillo. El agua, el aire y la vida
del suelo convierten el subsuelo (anteriormente compactado y sin vida)
en un mantillo rico y fértil.
Cambiar las condiciones del subsuelo para que los organismos
aeróbicos tengan un mejor ambiente permite la conversión de la parte del
subsuelo en mantillo. Estos organismos necesitan calor, aire y humedad,
además de un suministro cuantioso de comida con altos niveles de
proteína.
Hace casi 20 años, cuando leí el texto de Yeomans sobre los diseños
Keyline por primera vez, rechacé la idea de que se podía crear mantillo tan
rápido y desde la superficie hacia abajo.
Después de todo, había aprendido (leyendo libros y haciendo
compost) que el mantillo se creaba desde la superficie hacia arriba.
Además, habiendo visto crecer los musgos y líquenes en las rocas
acumulando lentamente una capa de tierra increíblemente delegada y
delicada, podía apreciar lo importante que es nuestra tierra y la necesidad
de conservarla.
Con mi experiencia de haber generado toneladas de compost a
mano, y habiéndolo acarreado ello anualmente a los bancales del huerto,
me di cuenta de la importancia del mantillo y de cuántos ciclos de vida se
requieren para formarse.
La idea de que pudiese construirse desde arriba hacia abajo era un
concepto impensable que yo creía estaba siendo promocionado por locos.
Sin embargo, en 1996 replanteamos toda la granja en el suroeste de
Wisconsin usando los principios de la Línea Clave, pero como en ese
momento yo creía que el suelo se construía desde la superficie hacia
arriba, pensaba que no sería necesario el subsolado de Línea Clave. Mi
conocimiento hasta ese momento me decía que sería meramente
combustible extra malgastado tirando de un gancho y sin ningún retorno
económico aparente.
Fue por casualidad que más tarde descubrí un viejo subsolador de un
solo vástago en el patio delantero de la granja de un amigo. Un macetero
lleno de lobelia malva en flor se derramaba encima, y los geranios y las
caléndulas lo rodeaban en aparente adoración por la anciana reliquia
oxidada. Le pregunté si me lo prestaba y asintió. ¡Aquí está, casi 15 años
más tarde y todavía no se lo he devuelto!
La primera vez que utilicé el aparato, apenas podía cortar unos 30
centímetros de profundidad en la tierra dura de arcilla. El tractor se
esforzaba en marcha baja y frecuentemente se paraba de golpe cuando
el gancho se hincaba más allá de la capacidad del tiro de mi tractor de
35 CV Tenía que poner marcha atrás, levantar el gancho hacia atrás
para sacarlo de la ranura, adelantarme e intentarlo de nuevo. Cuando
levantaba el gancho al final de cada pasada (a final de la hilera), estaba
cargado de arcilla amarilla o roja, dependiendo de lo que estuviera
debajo. En aquel tiempo, llevaba conmigo una pala de punta cuadrada
que usaba para rascar la arcilla del gancho antes de bajarlo de nuevo. Si
no quitaba la arcilla adherida, el enorme trozo de suelo evitaría que la
punta de la hoja del subsolador pudiera clavarse en la tierra.
Durante los años en los que he continuado la práctica del subsolado,
lo he considerado principalmente una técnica para ‘cosechar’ agua. Pude
ver con mis propios ojos que durante cada lluvia se formaba una charca
vertical de 5 centímetros de ancho, penetrando en el suelo con varios
metros de profundidad.
El agua es vida y en las granjas de agricultura regenerativa
cada gota de lluvia que cae se ralentiza, se extiende desde los
valles hacia las laderas y se infiltra recargando el nivel freático.

Ahora recogía agua que previamente se habría escurrido, y la


almacenaba en el suelo. Ya de por sí era una muy buena razón para que
seguir haciéndolo. Sin embargo, según pasaba el tiempo, me fijé que
cada año el subsolador parecía cortar cada vez más profundo en el suelo.
También observé que cuando levantaba el gancho, ya no tenía arcilla de
alfarero húmeda extendida y adherida al implemento, sino una marga que
se oscurecía cada vez más y que se desgajaba y caía sola. La última
primavera, después de casi quince años de esta práctica continuada, sólo
una vez levanté el gancho y vi algo que no fuera tierra rica y oscura. Al
construir bermas y zanjas y realizar el subsolado anual en paralelo a ellas,
capturaba el agua que caía sobre nuestra finca. Pude trasladar el agua
desde zonas donde había un exceso hasta zonas donde faltaba agua.
Haciendo subsolado anual de Línea Clave en nuestras granjas podemos
incrementar el espesor de la capa de mantillo desde la superficie hacia
abajo. Una mayor cantidad de mantillo significa un incremento de
humedad y la retención de nutrientes, lo cual lleva a un aumento en
productividad.

Las zanjas, bermas y pequeños estanques de Línea Clave


captan y extienden toda el agua de la lluvia, mientras permiten el
acceso de los vehículos, las tuberías de agua y vallas para el
ganado, creando paisajes agrícolas hermosos y funcionales.
Estas técnicas sencillas son parte de la caja de herramientas que
usan los agricultores regenerativos para restaurar los paisajes degradados
e incrementar la fertilidad de las tierras agotadas por la agricultura
tradicional. Entender el diseño de Línea Clave debe ser absolutamente
prioritario para el agricultor regenerativo.
Para más información sobre la gestión de agua por Línea Clave,
recomiendo especialmente ir directamente a la fuente y obtener una
copia del libro de P.A. Yeomans, Agua para Cada Granja: Plan de Línea
Clave de Yeomans.
“El sistema Keyline usa técnicas de cultivo, riego y gestión de
ganado para acelerar notablemente el proceso natural de
formación de suelo vivo. La conversión del subsuelo en mantillo
puede suponer, bajo condiciones naturales, de 10 a 15 toneladas
por hectárea/año. En las granjas con diseño Keyline, durante el
proceso de conversión, esta cifra puede incrementarse hasta 1.000
o 1.500 toneladas por hectárea al año. Las cifras pueden
sorprender, pero profundizar anualmente el mantillo de 10 a 15
centímetros provoca ese resultado. Es una meta práctica a corto
plazo: profundizar el mantillo vivo hasta una profundidad de 30 a
45 centímetros”
Ken Yeomans, Keyline Designs
C APÍ T U LO 1 4
La estrategia de transición
En los capítulos anteriores, hemos repasado muchas de las razones
por las cuales necesitamos adoptar la agricultura regenerativa. Se ha
demostrado y explicado por qué este sistema puede producir una mayor
cantidad de alimento para el consumo humano por hectárea que la
agricultura anual. En el capítulo anterior se presentaron algunas bases
para describir la necesidad de rediseñar radicalmente la relación entre la
tierra y el agua. En este capítulo, describiré brevemente algunas
estrategias de cultivo básicas para efectuar la transición desde la
agricultura anual a un sistema de policultivo perenne.

La agroforestería
La agroforestería, también llamada agrosilvicultura, engloba una
serie de prácticas agrícolas por las cuales las plantas leñosas,
especialmente los árboles, se integran con los cultivos anuales o el ganado
en las mismas tierras de labor. Si bien se practica desde hace mucho
tiempo en varios lugares en el mundo, la agrosilvicultura recientemente
se ha aceptado oficialmente como práctica agrícola por la USDA a
mediados de los años 80. Incluso hoy en día, si bien algunas operaciones
de agrosilvicultura pueden recibir subvenciones federales, la agroforestería
se aplica de manera reducida a escala nacional en Norteamérica. Para el
agricultor regenerativo, la agrosilvicultura representa las formas de
transición por las que el granjero o ranchero puede transformar su finca
en un sistema más perenne. Las prácticas de agroforestería permiten
al agricultor seguir su producción cotidiana mientras introduce las plantas
perennes que se convertirán en sus cultivos principales en el futuro. En
otras palabras, se preserva la liquidez actual mientras se establecen las
fuentes de ingresos futuros. Éste es un momento crítico en la transición
hacia una agricultura regenerativa.
La agrosilvicultura es una herramienta que utilizaremos para dar el
salto desde el cultivo anual hacia un sistema perenne.
Convertir un campo de maíz en un sistema de sabana profundamente
diverso y productivo tarda su tiempo, ya que debe ocurrir la sucesión. La
agroforestería nos ayudará a saltar por encima del tenebroso abismo de lo
desconocido durante los años hasta que nuestros cultivos perennes
maduren y comiencen a dar frutos. La agrosilvicultura norteamericana
se concentra en cinco prácticas principales, cada una con su manual
técnico de la USDA. Elmanualdebe seguirse paso a paso si se busca obtener
subvenciones federales.
Los agentes de extensión agrícola y los empleados de la USDA se
negarán a ofrecer ayuda relacionada con la implementación de prácticas
agroforestales a menos que el interesado tenga una copia del manual
técnico y se le recuerde el Marco Estratégico de Agrosilvicultura de la
USDA adoptado durante la administración de Obama.
A través delMarco Estratégico de Agrosilvicultura (2011-16), la USDA
pretende plantear las estrategias para promover la creación de granjas,
ranchos, bosques y comunidades saludables y productivos. Para hacerlo,
la USDA proporcionará conocimiento, herramientas y asistencia para
combinar la agricultura y la silvicultura beneficiando al terrateniente, la
comunidad y la nación.
Ahora que sabes que la mismísima USDA quiere promocionar estas
técnicas importantes, tienes legitimidad ante la “Gran Agricultura” y las
personas que miran lo que haces en tu granja con aspecto de no entender
nada.
Las cinco prácticas agroforestales oficialmente aceptadas son las
siguientes: cortavientos, zonas amortiguadoras ribereñas, cultivar en calles,
la silvopastura y la agricultura forestal. La sexta práctica se aceptó
oficialmente en varias ocasiones en los años 90 y los 2000, pero agonizó
hasta la muerte en el proceso burocrático. Esta última técnica tuvo varios
nombres distintos, de los cuales mi favorito era “sistemas de cultivo
multinivel”, un término que refleja la agricultura regenerativa en muchos
aspectos. Desgraciadamente, los burócratas encargados de desarrollar el
manual técnico no tenían experiencia en plantar o gestionar ese tipo de
sistemas y la práctica que finalmente describieron era, imposible de
aplicar en términos prácticos. En algunos círculos de la agroforestería, el
término “aplicaciones especiales” se usa para incluir conceptos como los
“sistemas de cultivo multinivel”, el cultivo de fuentes de biomasa leñosa,
además de los sistemas de agricultura regenerativa y la permacultura.
Si pasamos por alto la ineptitud de los que no tienen experiencia,
l a s cinco prácticas agrosilviculturales oficiales funcionan y
proporcionan u n excelente modelo de transición para los agricultores
regenerativos. Ya que la agroforestería ha sido tema de escritura y
extensa investigación, te puede dar buenos resultados cubrirte con la
capa vanguardista de la agrosilvicultura cuando los vecinos y tu familia
empiecen a preguntarte lo que estás haciendo. El agricultor regenerativo
aplica la agroforestería. No nos hemos tirado al fondo de la piscina;
meramente estamos siguiendo buenas prácticas de la USDA con el aval de
universidades y las agencias gubernamentales. Créeme, esto puede ser
importante a veces. ¡La diferencia entre la agroforestería aprobada por la
USDA y la agricultura regenerativa es que la segunda es practicar
agrosilvicultura con eco-turbo!
La agrosilvicultura implica sistemas relativamente sencillos y
universalmente aplicables en casi todas las regiones del mundo.
Probablemente las prácticas más sencillas y fáciles de instalar son
los cortavientos.
Cortavientos
Las cortinas cortavientos son plantaciones lineares de árboles o
arbustos que sirven para mitigar los efectos del viento. Los cortavientos
ayudan a prevenir la desecación de los cultivos en el campo. Pueden
evitar daños mecánicos en las plantas debidos al vapuleo y al
derrumbamiento por el viento. También previenen la erosión del suelo,
preservando el mantillo valioso, y evitan la abrasión por arena de los
cultivos delicados de campo como las calabazas, los melones, los
pimientos y las berenjenas.
Así como los cortavientos pueden proteger los cultivos del viento,
también se pueden utilizar para proteger los edificios contra el mismo
daño. Los costes de calefacción de los edificios durante el invierno pueden
reducirse drásticamente con una plantación correcta de cortavientos, y los
vientos incesantes en ciertos sitios pueden apaciguarse hasta tal punto
que zonas cerca de la finca pueden convertirse en microclimas
completamente distintos.
De la misma manera que los cortavientos pueden crear zonas de
ocio y descanso agradables, también pueden reducir drásticamente el
estrés de l ganado, proporcionando sombra en verano y abrigo contra los
vientos invernales. Los animales mejor protegidos en el invierno
requieren menos forraje para mantener su temperatura corporal, lo cual
a su vez reduce costes de pienso y mortandad animal. Desde el lado
estético, hoy en día típicamente se plantan cortavientos en muchos sitios
para ocultar las instalaciones de confinamiento de animales cada vez más
impopulares, a la vez que ayudan a reducir los olores. Otra ventaja de los
cortavientos es que pueden ayudar a evitar la deriva de productos
químicos en ambos sentidos: ya sea desde la propiedad en cuestión
(reduciendo así la responsabilidad a terceros por aplicaciones excesivas),
o bien pueden ayudar a evitar que los productos químicos provenientes
de otra propiedad entren en la de uno.
Los álamos híbridos alrededor de New Forest Farm, plantados a
propósito como árboles prescindibles, han sufrido mucho debido a la
aplicación excesiva de herbicidas en fincas cercanas. En vez de perder
valiosos cultivos de castañas o manzanas, todo lo que se perdió en vez
fueron miles de hojas y un mes poco significativo de crecimiento en los
álamos híbridos ya que crecen rápido e implican costes bajos.
Los cortavientos a su vez proporcionan una gran diversidad de
hábitats para numerosos organismos beneficiosos, desde lo obvio como
lugares para anidar los pájaros a las no tan visibles fuentes alternativas
de polen y hogares para abejas silvestres nativas.
Albergan a ranas de árbol y sapos, arañas insectívoras, mantis
religiosas, y crean escondites para las aves de caza de los montes, como el
faisán, la codorniz y el urogallo. Este fenómeno puede suponer otra
fuente de ingreso para la finca, ya sea a través de la caza o visitas
guiadas para los ornitólogos.
Cuando se plantan al lado de las carreteras o en las entradas de
casa, los cortavientos actúan como barreras de nieve vivas. Para
empezar, no necesitas despejar la nieve de tu entrada si no permites que
los ventisqueros se acumulen allí. Con una observación y planificación
cuidadosa, puedes hasta diseñar vallas vivas contra la nieve para que se
depositen las acumulaciones en los lugares donde quieras ver un
incremento de humedad en el suelo en primavera, y lejos de las zonas de
tráfico de vehículos. Incluso se pueden diseñar los cortavientos para que
extiendan los ventisqueros y así acumular la humedad de manera más
equilibrada. Se pueden diseñar y combinar cortavientos con distintas
densidades, permitiendo una mayor o menor penetración de viento.
Pueden hacerse con árboles de todas las alturas, en filas múltiples o
sencillas, y utilizando árboles de hoja perenne o caduca. Los árboles de
hoja perenne sirven de barrera impenetrable contra el viento y se adaptan
mejor al ganado y además de proteger los edificios de la granja, mientras
que los árboles de hoja caduca más espaciados serían más adecuados
para romper la fuerza del viento y distribuir la nieve sobre una superficie
mayor. Se pueden crear filas múltiples de árboles para atrapar la nieve
entre ellas. También captarán las hojas caídas de otoño o la tierra de la
propiedad del vecino depositada por el viento. Aunque la idea de un
cortaviento pueda parecer sencilla, tiene una infinidad de usos solamente
limitado por la creatividad de quien lo gestione. En mi opinión, aún somos
aprendices ante el comienzo del uso creativo de los cortavientos.
Curiosamente, sólo muy recientemente los especialistas de la USDA
h a n empezado a considerar la plantación de árboles y arbustos
productivos en cortavientos como una estrategia útil. En vez de plantar
cualquier árbol genérico como cortavientos, ¿por qué no plantar árboles
frutales como manzanos, perales y cerezos (con sistemas radiculares a
prueba de viento, claro)? ¿Por qué no plantar castaños o avellanos, ciruelos
o frambuesos? Para los de hojas perennes, ¿por qué no plantar pinos
piñoneros? Esto, de hecho, es lo que hicimos alrededor de los edificios
centrales de New Forest Farm en el suroeste de Wisconsin. Nuestros
experimentos originales con variedades de piñón se plantaron en los lados
norte y oeste de la casa recién construida, cuyo terreno sufría un cierzo
arrasador desde noviembre hasta marzo durante cada invierno. Una
pequeña turbina de 400 vatios sobre un mástil de 6 metros que giraba y
aullaba libremente antes de plantar los pinos, ahora da escasas vueltas y
disfrutamos del sonido de las brisas suaves que acompañan el baile de los
árboles.
Los cortavientos se entienden, plantan, y cuidan fácilmente. Sus
beneficios silenciosos y pacientes se acumulan durante los años. Quizás,
algún día, varios de los pinos en los cortavientos se talarán, serrarán y
formarán los tablones del ataúd para mi descanso final; eso sí lo llamo
planificación a largo plazo.

Zonas ribereñas plantadas


Otra práctica agroforestal fácil de emprender, y con una infinidad
d e aplicaciones creativas, es la plantación de vegetación en zonas
ribereñas con el propósito de amortiguamiento.
Primero, necesitamos entender una definición básica; las zonas de
ribera son los márgenes de tierra siguientes a las masas de agua. El
alcance de la zona ribereña depende, en gran medida, del tamaño de la
masa de agua al que rodea. La superficie de tierra afectada por la
influencia indirecta del río Misisipi, por ejemplo, es mucho más ancha que la
zona alrededor de la represa de dos hectáreas en tu granja. Como los
cortavientos, las zonas amortiguadas de las riberas suelen ser plantaciones
lineales por naturaleza y se usan para interactuar con el flujo de energía.
Los cortavientos interactúan principalmente con las pautas del viento,
mientras que las zonas ribereñas actúan principalmente con el flujo del
agua sobre la superficie de la tierra agrícola.
Puede sonar simple, pero debemos mencionarlo: quitar la vegetación
perenne de las zonas más altas para producir cultivos anuales erosiona el
suelo. Talar los árboles y quitar la hierba reduce la velocidad de
infiltración de la lluvia, y sin vegetación que ralentice su descenso por la
cuesta, el agua que no pudo ser absorbida por el suelo empieza a fluir. El
agua arrastra las partículas del suelo, la materia orgánica y los residuos
de productos químicos agrícolas. A mayor pendiente, más se acelera el
flujo del agua, levantando partículas más grandes del suelo hasta esculpir
barrancos. No hay una sola zona agrícola que logre escaparse
completamente de los efectos de la erosión.
Si bien las zonas de ribera con amortiguación no pueden prevenir la
erosión original, sí realizan una función muy útil como filtros mecánicos y
esponjas biológicas. Cuando la escorrentía se encuentra con la
vegetación perenne de la franja amortiguadora, se reduce drásticamente
la velocidad del agua al intentar serpentear entre los tallos de arbustos y
el cepillo de hierbas perennes. Al ralentizarse el flujo, aumenta la
oportunidad de infiltrarse en el suelo. Los sistemas de raíces perennes,
las madrigueras de roedores y los túneles de lombrices funcionan como
aperturas que permiten capturar el flujo destructivo. Según se reduce el
flujo del agua en la superficie del suelo, pierde la capacidad de arrastrar las
partículas suspendidas de mayor tamaño.
Éstas quedan capturadas allí mismo, incrementando la capa de suelo
en el margen ribereño. Los residuos químicos fitosanitarios, especialmente
los fertilizantes caros, se infiltran en las raíces del margen y ya no bajan
por los arroyos afluentes del río Misisipi hasta el golfo de México. La
fertilización excesiva del océano por la escorrentía agrícola es una de las
explicaciones de la zona muerta con hipoxia en el golfo de México. La
contaminación del agua por el fertilizante causa eutrofización y la
expansión exponencial de las algas hasta consumir el fertilizante. Una
vez acabada la fuente de subsistencia, las poblaciones de algas caen en
picado y el ciclo posterior de descomposición, usa la mayoría del oxígeno
disponible en la masa de agua, perjudicando la supervivencia del resto de
las criaturas marinas que dependen en gran medida del oxígeno.
A nivel local, hay varias regiones en el país donde los riachuelos huelen a
orina de gato en primavera. La causa principal se debe a la lixiviación de
fertilizantes de nitrógeno utilizados de manera excesiva en los campos de
labor. Estos residuos químicos se trasladan aguas abajo, contaminando los
alrededores con su desagradable olor.
Se ha demostrado que zonas amortiguadoras estrechas de apenas 18
metros que incluyan árboles, arbustos y hierbas, pueden quitar cerca de
un 80 por ciento de todos los productos químicos agrícolas del agua de
escorrentía e incluso más partículas de tierra suspendidas. En su Marco
Estratégico, la USDA admite que estas zonas no se implementan tan a
menudo como se debería ya que los agricultores no ven ingresos
potenciales de la tierra que de otra manera se destinaría al cultivo. Esto
es tanto un problema de agrosilvicultores cortoplacistas como de la
insistencia de la USDA por no ligar el cultivo productivo en las zonas de
amortiguado ribereño. Para un agricultor regenerativo en cambio, las
zonas ribereñas presentan oportunidades increíbles. Desde plantas
leñosas ornamentales como los cornejos con ramas rojas, naranjas,
amarillas o verdes, hasta plantas que florecen como el arándano
americano de arbusto alto y lilas, pasando por unos veinte colores
distintos de sauces, varios tipos de sauce tortuoso y cinco o más
especies de abedul. Todos estos consiguen precios más altos en los
mercados al por mayor que la fanega de maíz o incluso los pepinos. Las
fuentes de biomasa hidrófilas especies estériles (y no invasivas) de
Miscanthus o espartillo (Spartina pectinata) que puede quemarse
directamente como combustible, encajan perfectamente en las zonas
ribereñas. Incluso el potencial de la espadaña como materia prima para
fabricar alcohol es un recurso enorme y actualmente infrautilizado.
¡Imaginad lo que se podría hacer si se plantasen todas las llanuras
inundables por los ríos más grandes de Norteamérica con totorales en
vez de maíz y soja! Recordad que son llanuras inundables.
Cuando el río se desborda, éstos son los campos que se cubren de
agua durante varias semanas seguidas. Lo llaman catástrofe natural, pero
no lo es. A veces los ríos se desbordan. La inundación de nuestros maizales
se debe al desastroso pensamiento humano. Para empezar, el error está
en cultivar maíz en esas zonas.
El maíz y la soja no pueden tolerar estar sumergidos en el agua
durante semanas, pero la espadaña (typha) sí. De hecho, la especie
evolucionó para sobrevivir en las llanuras inundables. Recuerda también
que el 30 por ciento del maíz cultivado en los Estados Unidos se transforma
en etanol y se vende como combustible para motores.
Las destilerías ya existen; no necesitamos construirlas. Lo único que
debemos hacer es cambiar la materia prima de maíz a espadaña. Los
informes sostienen que la espadaña rinde hasta cuatro veces más etanol
por hectárea. Imaginad ahora si los diques de contención de los ríos
principales se diseñaran para mantener el agua de inundación dentro del
campo en vez de dentro del río. Humedales de espadaña con una
superficie de millones de hectáreas podrían soportar casi cualquier
inundación. Un beneficio adicional para el agricultor de espadaña en las
llanuras inundables es que recibe todo el fertilizante gratis importado
desde las granjas río arriba.
En el otoño, cuando las llanuras se han se c a do lo suficiente,
podrían cosecharse los juncos de espadaña como pasto varilla, destinado
a la planta de incineración de biomasa. Luego, se podría conducir una
cosechadora de patata por los campos para cosechar las raíces ricas en
energía para su transformación en etanol. Las aves migratorias tendrían
más opciones de hábitat para anidar en la primavera y el verano, así como
todas las especies acuáticas. La calidad del agua en los ríos mejoraría y la
contribución de la agricultura a la zona muerta del Golfo de México se
reduciría drásticamente.
Una posible estrategia alrededor de la zona ribereña en las tierras
altas podría ser plantar cinco o seis filas de avellanos al lado de los
arroyos más pequeños.
Los avellanos se beneficiarían de un suministro adecuado de agua y
ayudarían a regular la cantidad de fertilizante que fluye libremente hasta
los agricultores de espadaña.
Con un flujo de agua adecuado, con nutrientes y mantillo que se
acumulan, las zonas ribereñas tendrían el potencial de proporcionar
rendimientos mayores que los campos de secano en las tierras altas. Para
el agricultor regenerativo, las zonas ribereñas representan algunos de los
lugares más propicios para obtener ingresos y energía de maneras
creativas.

Cultivar en calles
Probablemente la técnica de agroforestería más sencilla de entender
es la práctica de cultivo en calles.
El cultivo en calles o bandas consiste en plantar una fila de árboles o
arbustos (¡o ambos y más!) entre los campos de cultivo anuales. Esta
práctica sólo requiere un cambio operativo por parte del agricultor: añadir
hileras de árboles entre los cultivos. Recomendaría diseñar este sistema
usando tu equipo, ya que funciona y asegura que el nuevo replanteo sea
compatible con todas las operaciones de arado, plantación y cosecha.
Es tan simple como esto: para establecer una zona de campo para
cultivar en calles, sólo necesitas plantar en primavera (como harías
normalmente) y tener una persona a mano con un manojo de banderas de
replanteo para clavar en el suelo. Cuando el que está plantando el cultivo,
como por ejemplo el maíz, se acerca a un extremo del campo, la persona
con la bandera le sigue y se prepara para el viaje de vuelta. Al llegar al
límite de la zona, el conductor de la sembradora gira (sin levantar la
sembradora y sin frenar, dar marcha atrás o hacer maniobra de giro) y
vuelve por el campo. Una vez la sembradora ha girado y vuelve por el
campo, la persona con las banderas topográficas las pone en el suelo, a
aproximadamente 60 centímetros de distancia del borde de la última fila de
maíz. Estas banderas marcan donde irá la hilera de árboles (el maíz se
planta en la calle).
Este método simple nos proporciona un sistema de cultivo en callejón
extremadamente eficiente en combustible y tiempo. Repitiendo el proceso
en números pares de pasadas, crearás un sistema en el cual el granjero
entra conduciendo en el campo por la mañana y sale conduciendo cuando
haya terminado. Ninguna pasada supone espacio malgastado. Es
agricultura de una pasada, sin levantar el equipo y sin poner marcha atrás
al girar.
Un elemento importante a considerar cuando se establece un sistema
de cultivo en calles es el ancho de la franja. Para lograr el número más
eficaz de pasa- das por un campo, los anchos del callejón deben llegar a
múltiplos del doble de ancho del equipo usado. El tractor sube por el campo
y vuelve, sube y vuelve las veces que sean necesarias para llegar al ancho
deseado. En las regiones sureñas de los Estados Unidos, el pecán es un
excelente árbol para cultivar en sistemas de callejón y muchos años
después de plantar (dentro de unos 100 años) las ramas pueden
extenderse hasta 15 metros a cada lado del tronco. Diseñar anchos de
callejón de 30 metros no parece ser tan mala idea-, si bien supone
rendimientos menores de nueces en los primeros años al tener menos
árboles.
Puede ser que esta opción no la prefiera un agricultor de callejón
primerizo quien tendrá que acostumbrarse al sistema. Para los
agricultores situados más al norte, el nogal negro es una buena elección,
como lo pueden ser los robles también.
Los árboles que mejor prosperan en los sistemas de cultivo en callejón
son los que tienen raíz principal ya que al no tener un tapizado de poca
profundidad, las raíces no se compactan ni dañan por el equipo. A su vez,
tampoco se apropian del agua y los nutrientes del cultivo. Otra manera de
evitar el robo de nutrientes es pasar el subsolador por la hilera de árboles
cada año desde el primer verano después de plantar. Esto corta cualquier
raíz joven que intente procurarse nutrientes del cultivo, manteniendo las
raíces dentro de la hilera de árboles y obligándolas a bajar mayor
profundidad en el suelo. Lo importante es no demorarse en pasar el
subsolador: si esperas a que crezca más el árbol antes de pasarlo, las
raíces del árbol serán mucho más grandes y el árbol podría sufrir todo tipo de
patógenos descomponedores además de perder la resistencia al viento.
Poda las raíces de los árboles en callejón todos los años a partir del primero.
Otras consideraciones importantes de los sistemas de cultivo en callejón
son la densidad de sombra de los árboles maduros, el número de árboles
plantados por hilera y cómo orientar las hileras. Por un lado, algunos estudios
de la Universidad de Missouri-Columbia han mostrado que las hileras de
árboles orientados de este a oeste rinden cosechas levemente mejores
(medibles, pero sin importancia estadística). En un campo cuadrado y
plano, podría tener sentido orientar las filas de los árboles así, aunque en
la mayoría de los terrenos, existen otras variables tales como los vientos
dominantes estivales o la dirección habitual de los vientos de tormenta
que podrían convertir los callejones en un túnel de viento. En este sentido,
las hileras de árboles orientados norte-sur podrían tener una función doble
como cortavientos.
Una granja de agricultura regenerativa que primero instala un
sistema de Línea Clave para gestionar el agua puede plantar las hileras de
árboles en paralelo a la línea. En vez de filas rectas de árboles, quedarán
elegantemente sobre o cerca de la cota de nivel y revelarán la forma
natural del paisaje y su relación con el agua. Los sistemas de cultivo en
callejón diseñados sobre Línea Clave son un espectáculo auténticamente
hermoso.

Transición realista
La gestión de malas hierbas es una preocupación para la mayoría de las
personas que todavía no han intentado establecer plantaciones grandes de
árboles. Las malas hierbas descontroladas suelen absorber la humedad y
los nutrientes valiosos para los árboles jóvenes.
Por lo tanto, cuando se trasplantan árboles jóvenes, habrá mejor nivel
de supervivencia en aquellos donde se gestionan las malas hierbas dentro
de la misma hilera. Para los agricultores que usan herbicidas, controlar
las malas hierbas es tan sencillo como encontrar herbicidas que sean
compatibles y estén indicados para ambos cultivos, tanto el leñoso como
el de franja. Hoy en día en los Estados Unidos, la mayoría de los sistemas
de cultivo en calles se gestiona así.
Si se opta por no utilizar herbicidas, una ligera roturación a cada lado
de la fila de árboles es una buena manera de controlar las malas hierbas.
Por eso, diseñar el sistema según el equipo que se vaya a usar es una
excelente idea. Cuando se hace bien, el productor de maíz o habas
ecológicas puede roturar entre la hilera de árboles a la vez que rotura
para plantar el cultivo anual. De hecho, así se procedió con bastantes
hectáreas en New Forest Farm. Los árboles quedaban beneficiados cada
vez que se cultivaban pepinos o calabaza de invierno. Otros métodos de
control de malas hierbas también son adecuados, aunque implican más
trabajo o costes de insumos. Los acolchados orgánicos, cuando se aplican
con espesores los suficientemente gruesos, pueden suprimir las malas
hierbas alrededor de los árboles recién plantados, además de retener la
humedad del suelo. La madera triturada y el serrín, por ejemplo,
funcionan bien. La paja y el heno también, pero no son tan efectivos y
suelen proporcionar un hábitat para los roedores pequeños traviesos que
se alimentan de la corteza y que pue- dan anillar y matar tus árboles. Los
hortelanos suelen usar acolchados plásticos frecuentemente y funcionan
bastante bien.
Sin embargo, algunas plantas como los avellanos no aprecian el calor
bajo los acolchados de plástico negro, y para eso existen plásticos blancos o
de otros colores más apropiados. Los geotextiles y las mallas de paisajismo
de polietileno de fibra continua funcionan bien como acolchado, pero es
muy necesario cortarlos y quitarlos en los años posteriores para no
estrangular el árbol cuando crece. Las “alfombrillas para las malas
hierbas”, láminas cuadradas de plástico con un agujero en el centro, son
efectivas y se estiran y rasgan de manera conveniente según el árbol va
creciendo.
Cuanto mejor sea el control de malas hierbas (sin dañar las raíces del
árbol), mejores serán las tasas de supervivencia y más rápido crecerán los
árboles.

Silvopastura
La cuarta práctica agroforestal aprobada por el USDA se llama la
silvopastura, la cual combina intencionalmente los árboles o arbustos con
la producción de ganado y forraje.
El nogal es probablemente uno de los árboles más utilizados
en los cultivos de callejón en Norteamérica. Ofrece sombra,
nueces, leña y eventualmente se convierte en madera cortada.

En su forma más sencilla, la silvopastura es plantar árboles en tus


prados. Permitir al ganado pastar en bosques naturales sin ninguna
gestión intencionada de árboles o forraje no es silvopastura. Pastorear
ganado en los bosques no garantiza una nutrición adecuada para el
ganado, erradica la regeneración del bosque y, sin gestión de la capa de
forraje, causa pisoteo de la capa de cobertura vegetal, potencialmente
destruyendo plantas importantes para el bosque. De la misma manera,
tener un árbol en el prado tampoco es silvopastura. La mayoría de gente
de campo ha observado esta escena una y otra vez: debajo del último
árbol que queda en medio del prado, una manada de animales se junta
para resguardarse a la sombra. El suelo bajo el árbol acaba pulverizado, no
crece la hierba y el árbol sufre de fertilización excesiva, daños en las
raíces por el pisoteo y a veces los animales que ramonean quitan toda la
corteza alrededor. La silvopastura es un sistema que requiere de una
gestión intensiva cuya meta es obtener la salud global del sistema. Los
árboles, el forraje y el ganado se gestionan en conjunto como sistema y
ninguno de los tres puede tener un impacto negativo sobre los demás.

Cuando se desarrollan sistemas silvopastoriles en parcelas


sin cultivar es esencial evitar que crezcan arbustos no deseados.
Las ovejas son buenos colaboradores para su eliminación.

Posiblemente la mejor manera de describir la silvopastura sería


pensando en el objetivo final: lograr tener árboles distribuidos
equilibradamente por el paisaje. Sus copas dan una sombra moteada (entre
un 40 y 60 por ciento es ideal) por los pastos ricos, de color verde oscuro. El
ganado rota por el sistema y casi siempre está en la sombra parcial. No es
necesario que se apelotonen debajo de un árbol cuando hay una sombra
bien distribuida. Se mantiene el ganado en una parcela hasta que hayan
comido su forraje preferido; después se trasladan a la parcela siguiente
para su “segundo plato”.
Hay dos maneras de conseguir ese ideal. Una, como ya se mencionó, es
plantar árboles en el prado. Para un sistema de pastoral existente con
corrales, sólo hay que plantar una hilera de árboles al lado de la valla
permanente existente. Las vallas temporales se trasladan cuando se rota
el ganado y se ponen entre los árboles y la siguiente valla permanente.
Donde antes se colocaba la valla móvil desde una valla permanente a
otra, como los peldaños de una escalera de mano, el vallado temporal
ahora forma una “L.” Colócala en paralelo a la valla permanente delante
de la hilera de árboles y después hasta la otra valla permanente como
los peldaños de una escalera.
De esa manera, el ganadero tiene que cambiar muy poco. El espacio
de la hilera que protege los árboles no necesita ser muy ancho, he visto
ganaderos exitosos que sólo han ocupado 45 centímetros de pasto con
cada hilera de árboles. Con el ganado, la altura del hilo más bajo de la valla
es la que determina la estrechez de la fila para los árboles. Cuando el hilo
está puesto a lo bajo, los animales no pueden llegar muy lejos por debajo de
la valla sin recibir un calambrazo. La valla eléctrica de dos hilos es la más
fácil para esto. Cuando se usa una valla de un hilo, la hilera para los árboles
tendrá que ser más ancha, quizás de 90-120 centímetros, para evitar que
los animales se asomen por encima de la valla para ramonear los árboles.
En un sistema establecido de esta manera, pasarán bastantes años
hasta que finalmente se convierta en una sabana semi-sombreada. En los
primeros años, será meramente un sistema de pastoreo regular que
requerirá colocar un poco más de valla. Otra manera de conseguir un
sistema de sabana semi-sombreada consiste en establecer pastos entre
los árboles existentes.

Otras tierras boscosas


Ahora bien, sé que ya he mencionado que la silvopastura no es
pastorear ganado en los bosques, y eso sigue siendo verdad. No obstante,
hay millones de hectáreas en todo el país donde hay vegetación leñosa,
arbustos y árboles que crecen en varios estados de sucesión y que
realmente no se pueden clasificar como bosque.
Un porcentaje grande de tierras boscosas en nuestros Estados
agrícolas realmente no son bosques funcionales. El bosque original fue
talado hace muc ho y los á rbole s que existen ahora tienen un
sotobosque de especies invasivas como la madreselva, la rosa multiflora,
el espino cerval, la aliaria y el Berberis thunbergii. En muchos casos, estos
espacios fueron campos de labor hace tiempo y ahora solamente son una
colección de malas hierbas oportunistas con varios grados de tolerancia a
la sombra.
Finalmente, con el pasar de los años, o siglos tal vez, estos espacios
llegarán a ser auténticos bosques de dosel cerrado, pero de momento son
una maraña de zarzas que dan pocos servicios ecológicos aparte de fabricar
oxígeno y proporcionar un hábitat para algunos cuervos, arrendajos azules
o mapaches. Desde luego, no están produciendo alimento para el
consumo humano, salvo algún champiñón que encuentre un excursionista
o algún cazador que dispare algún ciervo de cola blanca. Estos espacios
perdidos actualmente infrautilizados representan un potencial tremendo
para los sistemas de silvopastura y para la agricultura regenerativa en
general.
En algunos Estados, especialmente en la s regiones má s secas,
hubo enormes superficies de sabanas que fueron pastos de los bisontes
durante miles de años y luego del ganado de los colonizadores europeos,
pero hoy han quedado abandonadas. Sin un pastoreo regular o incendios
periódicos, surgieron matorrales en lo que antes eran praderas, en gran
parte debido a la regeneración del dosel de roble y pacana. Según se ha
incrementado la sombra en estos lugares, las hierbas anteriormente
abundantes desaparecieron y se ha desarrollado una sobreabundancia de
árboles. Sumado a esto, la sequía natural de estos lugares no permite
sostener tantos árboles por hectárea y los árboles crecen de manera
pobre y lentamente. Se estresan cada vez más y durante los veranos
extremadamente calurosos y secos y secciones enteras de estos bosques
mueren por completo.
En lugares como éste, no se cultiva el maíz y probablemente no se
cultive nunca. La contribución neta de la tierra al suministro de alimentos
humanos es nula y sus servicios ecológicos son escasos. Cada caloría de
comida cultivada en un lugar así es una ganancia neta, y cuando se
gestiona un sitio similar para optimizar su captura de energía y por tanto
su productividad, todo el mundo gana, incluyendo la fauna silvestre.
En estas situaciones, es apropiado desbrozar el sotobosque, talar
especies indeseables e invasivas, abrir el dosel para que, entre algo de
luz, establecer hierbas que soporten la sombra, y después pastorear en la
sombra.
En los lugares más productivos, en regiones con una industria
papelera activa, por ejemplo, es hasta posible realizar el despeje principal
generando ingresos. Esto puede ser útil porque eliminar el sotobosque y los
rebrotes de los tocones puede tardar mucho y ser costoso. Las motosierras,
las desbrozadoras con un accesorio de hoja de sierra, y las minicargadoras
con un accesorio de triturado son todas herramientas valiosas para
desbrozar.
Una vez que las plantas indeseables se hayan despejado, pueden
sembrarse hierbas y legumbres apropiadas para la zona y permitir entrar
al ganado periódicamente para pastar.
Con las silvopasturas establecidas de esta manera, controlar el
rebrotado de los matorrales indeseables es esencial. El herbicida es
probablemente la manera más efectiva, pero también es caro y, por
supuesto, tóxico. La siega de acabado después de dejar pastar a los
animales también es eficaz, pero también implica gastos y puede ser
difícil o imposible en un terreno realmente escarpado o rocoso. En
situaciones como estas, las ovejas y las cabras realmente suponen una
ventaja importante. A las ovejas les gusta ramonear las plantas leñosas,
pero no hay punto de comparación con la voracidad de las cabras. En un
no-bosque rejuvenecido por la silvopastura, los árboles deseables son
demasiado grandes y altos para que las cabras y ovejas lleguen a las
ramas, pero los brotes de los tocones y la regeneración natural a su altura
los devoran con ganas. Las cabras y las ovejas son la herramienta
perfecta para evitar que los matorrales vuelvan a invadir. Pueden
colocarse protectores sobre los árboles jóvenes de las especies deseadas
para protegerlas del ramoneo. Estos nuevos árboles protegidos se
pueden plantar bajo cualquier hueco grande entre el dosel. Una vez más,
40-60 por ciento de sombra es ideal para el crecimiento del forraje.
Utilizar la técnica STUN es elenfoque de menor coste. La mortalidad de
vástagos será más alta sin control de malas hierbas, y si plantas árboles
genéricos de vivero de mala calidad, las pérdidas pueden ser hasta el
100 por ciento. Encuentra algo que funciona para ti y cuida tus árboles lo
mejor que puedas durante los primeros tres años de su vida, por lo menos.
La silvopastura establecida de esta manera es casi ideal para un
sistema de líder-seguidor de rotación del ganado con algunas especies
múltiples, especialmente cuando entre los árboles más grandes hay de
frutos secos como el roble y el pecán. Las reses son las más exigentes con el
pasto y desean los forrajes de la más alta calidad. Las ovejas y cabras
pueden seguir detrás, pastando sobre el forraje verde que dejan, pero lo
más importante, despejando los rebrotes. Los cerdos pueden seguir a
todos los que pastan sobre los “restos” que los otros pasaron por alto, y en
otoño son la manera perfecta para que el agricultor pueda aprovechar las
cosechas de frutas y frutos secos que se dejaron de lado al convertirlas en
beicon y chuletas de cerdo de alto valor.

Árboles como alimentación animal


Los sistemas de silvopastura, especialmente con ovejas y cabras,
pueden establecerse con vegetación leñosa plantada con el propósito de
alimentar al ganado. A las reses, ovejas, cabras y cerdos, les encanta
comer las hojas de varias plantas leñosas, especialmente las de la morera
blanca (Morus alba). Se da por hecho que las cabras y ovejas comerán
también las ramitas de morera, pero incluso las vacas las comerán. Los
cerdos se limitan principalmente a las hojas. Las hojas de morera, de
hecho, son más nutritivas que la alfalfa y vienen con un producto
adicional encantador: la fruta de la morera. La mora es relativamente
rica en proteína y , por supuesto, contiene muchos azúcares,
proporcionando energía para el ganado. A las aves de corral (como
todas las aves) les encantan las moras, pero la relación más satisfactoria
es la que existe entre la morera y los cerdos.
La fruta de la morera madura durante una temporada larga, desde
mediados de junio en el sur, y hasta principios de septiembre en el norte.
Cuando hay fruta en las moreras, allí estarán los cerdos. Las moreras
tienen una característica interesante por la cual las flores machos con
polen crecen en una planta y las flores hembra que producen las bayas
en otra. Esto permite crear un sistema de silvopastura tanto para la
producción de forraje como para la producción de bayas. Sencillamente
planta una hilera de moreras con poco espacio entre medias (90-150
centímetros, por ejemplo). Protégelas del ramoneo durante los primeros
tres o cuatro años y, para entonces, será evidente cuáles producen flores
machos y cuáles producen bayas. A finales del invierno, se puede podar
fuerte las plantas machos, echando la parte superior a las vacas, ovejas o
cabras. Pueden dejarse las plantas hembra que producen bayas para que
crezcan altas y evitar que sean ramoneadas. Cortar las plantas machos
no las afectará, sino que las estimulará para que echen numerosos brotes
deliciosos, tiernos y verdes para el ganado a mediados del verano. Con
una gestión correcta, se puede dejar ramonear la morera dos veces cada
temporada sin matar la planta. Con el tiempo, la hilera de moreras
ramoneadas desarrollará un aspecto de dos pisos, con los árboles
productores de bayas en la parte alta (las moreras crecerán unos 7
metros) y los arbustos productores de forraje debajo.
Habrá muchas más plantas leñosas buenas para el ramoneo aparte
de las moreras. Los sauces, los alisos y los álamos se usan principalmente
debido a su crecimiento rápido. Otras plantas se adaptan perfectamente al
ramoneo, entre ellas el arce y el manzano se encuentran entre mis
favoritos.
El tilo americano (Tilia americana) aguanta bastante sombra y tiene
unas hojas tan suculentas que incluso sirven de ingredientes en una
ensalada. Incluir las flores comestibles en las ensaladas es una tendencia
que parece estar dejando impronta, pues por qué no marcar tendencia
con ensaladas verdaderamente sostenibles de hojas de tilo o abedul,
especialmente del abedul amarillo (Betula alleghaniensis) y abedul negro
(Betula lenta), ambos con sabor a Gaultheria.
De cash flow (flujos de caja)
En cualquier sistema de silvopastura, probablemente sea ideal plantar
árboles con raíces profundas. Aquellos con raíces cerca de la superficie
pueden sufrir daños excesivos e innecesarios debido al pisoteo por los
animales, y las raíces poco profundas suelen adueñarse de la humedad
necesaria para los cultivos de forraje. Recuerda que un sistema de
silvopastura usa el ganado como fuente de liquidez. La preocupación
principal es producir forraje de alta calidad. No obstante, ya que
plantarás árboles, aquellos con un alto valor como la madera deben tener
prioridad.
Las especies de árbol frutales, de frutos secos como pecán, nogal
negro, o castaños todos son candidatos extraordinarios para los sistemas de
silvopastura. En el sur de los Estados Unidos, hay muchos sistemas de
silvopastura que usan el Pinus elliottii o Pinus taeda para comercializar
los productos primarios de pulpa de madera y madera de construcción,
pero con un potencial de mercado secundario en paja (o agujas) de pino
como acolchado de paisajismo.

De simple a complejo
Una vez más, aquello que empezó de manera tan sencilla como
definir la silvopastura puede expandirse hasta llegar a un grado casi
infinito de complejidad, con rendimientos enormes y de múltiples aspectos:
cultivar plantas ornamentales, proveer hábitat para fauna silvestre, criar
ganado, producir fruta y frutos secos, madera, forraje de ramoneo, y
más. El agricultor regenerativo verá, por supuesto, que una vez se
empieza a acumularse de los productos en los ecosistemas alrededor
nuestro, citando al fundador de la permacultura, Bill Mollison, “estamos
rodeados de una oportunidad casi insuperable.”
La agricultura forestal
La quinta práctica agroforestal es una que encuentra muchas
aplicaciones tanto a gran escala como a pequeña, llamada la agricultura
de bosque. La agricultura forestal es algo diferente en todo el mundo a lo
que algunas personas ahora llaman “jardinería de bosque”. Globalmente
y en los círculos de agrosilvicultura, la agricultura de bosque es la
manipulación intencional del dosel del bosque y de la capa del suelo para
simultáneamente mejorar los árboles del bosque, y crear las condiciones
ideales para un cultivo producido intensivamente y que aguante la
sombra. Esto es algo diferente a la jardinería del bosque, según lo
definieron popularmente Dave Jacke y Eric Toensmeier en su libro recién
publicado, Edible Forest Gardens, Volumes I & 2, así como en otros
libros como los de Martin Crawford, Patrick Whitefield, y el abuelo de la
jardinería de bosque, el fallecido Robert A. De J. Hart. La jardinería de
bosque es realmente más parecida a la práctica de agrosilvicultura que
nunca adoptó el USDA, de sistemas de cultivo en niveles múltiples, en
los cuales un sistema diverso con capas múltiples de plantas leñosas
útiles se integra verticalmente, unas encima de otras.
La mayoría de los sistemas de jardinería de bosque existentes se
encuentran en jardines suburbanos o a escala de pequeña propiedad y no
llegan a los niveles de producción total para llamarlos agricultura de bosque
o agricultura regenerativa.

Cómo cuidar plantas con la técnica “STUN”

En una conf erencia de Acres U.S.A. en 2004, mientras


impartía un taller sobre l a agrosilvicultura y la permacultura,
in ven té las siglas STUN: sheer, tota l, utter neglect (abandono
completo, absoluto y total). De todas las maneras distintas que
existen para cuidar las plantas, STUN es la más sencilla. Ya que
no se le hace nada a la planta ni alrededor de ella y tampoco se
aplica nada al suelo, también es la manera menos cara de cuidar
las plantas. Cuando se trata de plantar árboles, la mayoría de las
personas piensa que prestarán atención a sus árboles y desea
cuidarlos con esmero, pero las circunstancias se imponen y se suele
dejar de lado a los árboles, hasta cierto punto. Como esto es lo que
ocurre frecuentemente de to d a s maneras, más vale deshacernos
del sentimiento de culpa y planificar el ignorar a nuestros árboles.
Usando la técnica STUN, ahora podemos ignorar nuestros árboles
a propósito. ¿Y cuál podría ser ese propósito? Aparte del ahorro
obvio en costes y mano de obra a l no te n e r que quitar malas
hierbas a mano, usar la azada, roturar o segar alrededor de los
árboles, uno de los beneficios más significativos de usar STUN es
el descubrimiento de la genética superior. ¡Piensa en ello! Si
plantas 100 árboles y los ignoras, los únicos que sobrevivan serán
los que tenían algún tipo de ventaja competitiva.
Puede que hayan desarrollado raíces profundas más
rápidamente que los otros a su alrededor, o que requieran menos
agua o nutrientes comparados a los demás. Todo el mundo ha
observado árboles que crecen en los acantilados y ha observado
que algunos árboles pueden sobrevivir sin nada de suelo. STUN
nos permite descubrir cuáles de nuestros árboles están adaptados a
sobrevivir en ese tipo de suelo en particular.
Otra razón para practicar la técnica STUN es para acercarse a
la comodidad y simplicidad de la que disfrutan los agricultores de
maíz y trigo. Aquí, en el suroeste de Wisconsin, esa simplicidad
consiste en: plantar el maíz, aplicar fertilizante, echar herbicidas (o
roturar si se cultiva en ecológico), y luego ignorar el cultivo hasta
cosecharlo. Si se dedicaran los mismos recursos de tiempo y dinero
a cultivar las semillas de árboles que los que utilizan los
horticultores en la producción actual de frutas y frutos secos, estos
cultivos nunca podrían llegar a abastecer a una población grande
como fuente de alimentación básica. Sólo con leer artículos de
revista de horticultura o escuchar a los cultivadores de fruta y
frutos secos en las conferencias, te darás cuenta de los problemas
graves a los que deben enfrentarse. Sus costes de insumos
aumentan, las enfermedades se hacen inmunes a los controles
químicos y se está importando fruta barata de otros Estados o
países.
Si queremos comercializar productos de alimentación básica
provenientes de plantas leñosas, tendremos que acercarnos a la
técnica STUN. Cuanto menos le hagamos al árbol, menos costará el
producto cosechado. Para tener árboles que prosperan sin
insumos, debemos encontrarlos. Usar la técnica del abandono
completo, absoluto y total tiene sus costes. Si inviertes varios
mi l e s de d ó la re s para p l a n t a r un t e r re n o de agricultura
regenerativa de u n a hectárea y lo tratas con STUN, conlleva un
riesgo. La mortalidad de las plantas puede acercarse al 100 por
ciento. Gastar 40,00$ en in su mo s y mantenimiento para una
fanega de fruta que se vende por 20,00$ después de la cosecha es
signo de locura total y ha sido el camino a la ruina económica
para cada huerto de manzanos con certificación ecológica en el
Estado de Wisconsin durante los últimos 17 años. Perder el 100
por c ie n to de los á r b o le s en la primera temporada no es
económicamente aconsejable tampoco. Existe un equilibrio entre
estos dos extremos. Es bastante sencillo aprender todo lo que sí
podemos hacer para cuidar a nuestros árboles: cavar un hoyo de
100,00$ para un árbol de $10,00, corregir el su e lo para que
cumpla perfectamente con las necesidades nutricionales del
á r b o l, regar cada semana, añadir fertilizante regularmente,
instalar protectores de árbol, aplicar alimento foliar, mantener la
tierra alrededor totalmente libre de malas hierbas, aplicar fungidas
según un algoritmo perfecto de temperatura-humedad, etc.
Solamente con leer algunos de los textos sobre el cuidado de los
árboles, encontrarás un sinfín de opciones para cuidar tus árboles.
En vez de volverse loco intentando decidir qué hacer con los
árboles, los agricultores regenerativos se preguntan lo que pueden
evitar hacer sin causar problemas. Es interesante que todos los
textos para leer y la mayoría de los talleres a los que puedes asistir
te dicen lo que debes hacer, en vez de lo que no debes hacer.
Además, solamente plantean dos preguntas fundamentales: “¿cómo
voy a mantener vivo algo que quiere morir?” y “¿cómo mato esta
cosa que quiere vivir?” ¡Esto está totalmente al revés! Si algunos
árboles míos quieren morir, digo “¡hasta nunca!”. No tengo el
tiempo y no me interesa gastar el dinero en insumos para
mantenerlo con vida artificialmente. Me interesa descubrir aquellas
genéticas precoces, resistentes a las plagas y enfermedades y que
prosperen bajo un régimen de STUN.
Por supuesto debes cuidar tus árboles, así sobrevivirá un
porcentaje mayor de ellos. Al menos realiza un poquito de control
de malas hierbas y dales agua durante sus años de establecimiento
(2-5 años dependiendo de las condiciones del lugar). Sólo te pido
que no te obsesiones intentando hacer todo lo que puedas para
ayudarlos. Intenta encontrar el mínimo que puedes hacer para
conseguirlo. Cuida y apoya tu inversión, pero no te pases y no te
dejes llevar por el desgastado camino hacia la dependencia de los
insumos y la ruina financiera.
El tilo americano (Tilia Americana) rebrota fácilmente del
tocón cuando se corta y ramonea y tanto las hojas como las flores
son excelentes en ensaladas.

Los jardines de bosque son una parte importante de la seguridad


alimentaria futura y la salud medioambiental, pero la mayoría de las
aplicaciones no están plantadas a una escala lo suficientemente grande
para convertirse en fuentes de alimento básico humano. Lo que digo aquí
es diferente en escala e intención. La agricultura de bosque, la
agrosilvicultura y la agricultura regenerativa, como un todo, tienen el
propósito de producir cultivos que puedan alimentar al mundo. Estos
sistemas a gran escala producen los alimentos, combustibles, medicinas y
fibras de los que depende la población humana (la mayoría de la cual
ahora se encuentra en las ciudades) de una manera ecológicamente
estable y económicamente beneficiosa, con técnicas sostenibles,
perennes y permanentes.
En la práctica de agricultura forestal, podemos utilizar como ejemplo
un no-bosque similar al que describimos en la sección sobre silvopastura
(con algunos árboles poco productivos y una abundancia de plantas invasivas
y matorrales). En un sistema de agricultura de bosque, puede desbrozarse el
sotobosque improductivo, posiblemente invasivo y plantar en vez un cultivo
económicamente valioso. El sotobosque es un nicho disponible para ser
explotado por las plantas y animales.
Cuando quitamos el espino cerval y la madreselva, podemos plantar
algo de valor alimentario, medicinal u ornamental en su lugar.
La agricultura delbosque,por su naturaleza,se realiza bajo dosel cerrado,
o casi cerrado. Las hierbas y el forraje para el ganado requieren al menos un
40 por ciento de luz para prosperar, por lo tanto, la agricultura forestal
típicamente se practica en bosques donde la sombra sobrepasa el 60 por
ciento. Las hierbas, además de unas pocas ciperáceas robustas, no
prosperan en ambientes densamente sombreados. No obstante, lo hacen
muchas otras plantas valiosas. Las hierbas medicinales como ginseng,
hidrastis, cimífuga, Caulophyllum thalictroides prosperan bajo el dosel
delbosque. Elmercado para estas hierbas medicinales es bastante grande, y
si no lo crees, sólo tienes que comprobar las etiquetas de ingredientes en
los remedios que se venden en la herboristería. En muchos casos, son
cultivos de mercado medicinal masivo. Esto significa que puedes cultivar y
vender grandes cantidades y obtener así suficientes ingresos para pagar
tus facturas.
Otros cultivos que pueden plantarse en una situación de agricultura
forestal son los cultivos comestibles como las rampas (un puerro silvestre),
las de espina y los arándanos. Los kakis persimon toleran la sombra parcial,
como lo hacen las asiminas, la baya niñera y el espino de mayo, todas
plantas comestibles útiles y sin embargo terriblemente infrautilizadas.
Uno de los cultivos más sencillos de producir a la sombra del bosque
son las setas, cuyos productos pueden ser tanto comestibles como
medicinales. Las setas también nos llevan a otra fase dentro del ciclo de
vida: el de la descomposición. Los sistemas ecológicos que llevan algún
tiempo acumulándose y han pasado por la sucesión desde tierra desnuda
hasta praderas y matorrales, a sabana de dosel abierto, después a bosque
de dosel cerrado, han acumulado una abundancia de carbono. Las plantas
respiran eldióxido de carbono de la atmósfera y lo almacenan en sus hojas y
tejido leñoso.
Con el tiempo las hojas y la madera se acumulan y empiezan a
descomponerse. Los organismos que realmente hacen el trabajo de
descomposición suponen otra oportunidad de ingresos y productividad
para el agricultor regenerativo.
En el mundo natural, los caballos de carga de la descomposición son
los hongos. Los champiñones, las setas, los níscalos, como quieras
llamarlos, todos son hongos. Se han escrito libros y construido industrias
enteras alrededor del humilde champiñón, y cultivarlos intencionalmente
bajo el marco de agricultura forestal no sólo es sencillo, sino que puede
dar beneficios y ser una buena manera de obtener liquidez durante la fase
de descomposición en el ciclo de la vida.
Hay setas comestibles comercializables que pueden cultivarse en los
troncos de casi todas las especies de árbol, y una multitud se pueden
cultivar en madera triturada, serrín u hojarasca.
Las setas medicinales suelen obtener precios más altos que las
comestibles, y no importa qué tipo cultive el agricultor de bosque,
siempre habrá setas individuales con un aspecto menos perfecto que no
puedan comercializarse. Entonces uno debe aprender a ser creativo y
hacer champiñones secos, polvo de champiñón, sazonadores con setas,
infusiones, sopas y, por supuesto, comer más de su ración justa de lo que
muchos consideran una delicia culinaria. Uno de los beneficios de ser
agricultor regenerativo es poder comer alimentos deliciosos y nutritivos
casi a diario.
La agricultura forestal no es meramente la cosecha de alimentos o
plantas medicinales en su medio natural. La recolección de plantas
silvestres sí constituye la base de la mayoría de la industria de las hierbas
medicinales en Norteamérica, aunque la agricultura de bosque es
diferente.
Si vives en una zona donde crece el ginseng silvestre, entonces
cultivar ginseng en el bosque daría ganancias seguras. En vez de
rebuscar ginseng donde la naturaleza puede (o no) haberlo puesto, la
agricultura del bosque crea a propósito las condiciones para que prospere
el cultivo y la planta en ese lugar. Bancales intencionales, riego, mejoras al
suelo y control de malas hierbas son todos elementos de un sistema de
agricultura en el bosque de alta productividad. La naturaleza podría plantar
solamente un manojo de hidrastis en una zona específica, pero el
agricultor del bosque podría plantar bancales intensivos con miles de
plantas por hectárea. Lo mismo ocurre con las setas. La naturaleza
podría esparcir unos pocos pedos de lobo y una gran cantidad de
colmenillas, pero sólo un año por década. El agricultor forestal crea las
condiciones para producir grandes cantidades en un espacio reducido.
Patios de troncos para setas shiitake, maitake, enoki o champiñón ostra
podrían construirse asegurando acceso al agua (para mantener la
humedad adecuada cuando la naturaleza se niega a cooperar). Puede
que la naturaleza solo dé dos cosechas de seta por temporada, pero con
riego o rocío a tiempo, el agricultor del bosque tiene capacidad de
estimular los troncos y bancales de viruta para que produzcan y
mantener así una cosecha durante la temporada entera.
El shiitake y el champiñón ostra pueden producir de manera tan
consistente que el agricultor del bosque incluso podría hartarse de su
abundancia. ¡La abundancia es un problema que podría afligirnos algo
más!
Todas las prácticas de agrosilvicultura, desde los cortavientos
hasta e l amortiguado ribereño, el cultivo en callejón y los sistemas de
silvopastura crecerán y madurarán finalmente hasta el punto en que se
puede permitir que lleguen a la fase final de un bosque de dosel cerrado
para la agricultura de bosque. Los sistemas agroforestales densamente
plantados realmente pueden crear condiciones de sombra de bosque
estando todavía jóvenes.
En New Forest Farm, se han creado condiciones tipo suelo de bosque
debajo de hileras de castaños con espacios muy estrechos en el espacio
de cinco años. Las filas dobles de vástagos de castaño empezaron a
quitarse espacio unos a otros a esa edad y fue necesario talar algunos para
dejar espacio para los árboles más productivos. Los troncos que se
quitaron eran pequeños, pero se adaptaban perfectamente a la inoculación
con esporas de shiitake y dejados después en el suelo entre las hileras de
donde procedían. Algunos troncos con diámetro de 5 centímetros han
llegado a producir setas durante casi diez años.
La madera finalmente se descompone y vuelve al suelo, algo que
haría de todas maneras, pero utilizando esta técnica, un agricultor del
bosque puede descomponer su poda y tener su mesa surtida de tortillas
de champiñones.
Dinámica y cambio

Además de existir pocos datos de investigación disponibles en


cuanto a las granjas de agricultura regenerativa norteamericanas,
cualquier dato de rendimiento que se encuentre será,
lamentablemente, la foto de un momento en el tiempo. Cuando se
establece primero la agricultura regenerativa en una granja
abandonada, o en un lugar con tierra inadecuada para la
agricultura anual, el sistema de cultivos tendrá un aspecto
radicalmente diferente a cómo será dentro de 5, 10 o 30 años. La
rotación en un policultivo perenne también cobra un significado
totalmente nuevo aquí. La rotación de cultivos en un campo de maíz
anual podría ser algo así:

Maíz Año 1
Soja Año 2
Alfalfa Año 3
Maíz Año

El esquema se repetiría una y otra vez. Es muy común que los


agricultores en los Esta- dos Unidos cultiven continuamente, es
decir maíz (o trigo o...) año tras año. Para que funcione eso, los
fertilizantes químicos, insecticidas, fungicidas y herbicidas (aplica-
dos con precisión con control por satélite GPS) se encargan de la
fertilidad y el control de plagas y enfermedades.
La rotación en un sistema de policultivo perenne seguiría el
camino natural d e sucesión de esa región en particular y podría
tardar varios miles de años. Una sencilla rotación de cultivos para
un agricultor regenerativo podría empezar con maíz y progresaría
por una pauta de sucesión con los cambios a castaños, manzanos,
(o ciruelos o cerezas), y avellanos. Para el año 30, los castaños
dominarían el lugar y los manzanos y avellanos se convertirían en
sotobosque. El ganado estaría presente durante todos los años.
Pasado aproximadamente un siglo, los castaños predominarían en
el sistema y las frutas de sotobosque y avellanas empezarían su
declive en vigor, y posible- mente (después de un milenio) todo el
sistema podría talarse para cosechar la madera de a lto valor y
n ivela d o con excavadora para dejar espacio para el maíz,
empezando así el principio de la siguiente rotación de cultivos.
C APÍ T U LO 1 5
Cómo gestionar un ecosistema de
granja saludable
Ya hemos establecido que un sistema de agricultura regenerativa no
pretende solamente producir un cultivo en particular u otro. La agricultura
regenerativa tampoco pretende adoptar prácticas de conservación en tu
finca, ni se trata de crear islas de hábitat para los insectos beneficiosos y
la fauna silvestre. La agricultura regenerativa es el diseño intencional de
ecosistemas agrícolas productivos basados en los ecosistemas naturales.
Los sistemas de agricultura regenerativa s on profundamente diversos
y están llenos de sinergias beneficiosas entre sus elementos. El punto
de partida de cualquiera de estos sistemas es el lugar en el tiempo de
sucesión actual de la granja, y se desarrolla con complejidad y riqueza
durante los años, vidas y potencialmente incluso siglos y milenios. Si bien
puedes empezar con cultivos de hilera como el trigo o el maíz, y evolucionar
luego hacia el cultivo en callejón (cuando se cultiva simultáneamente un
cultivo de campo con una planta arbórea a largo plazo), hasta la
silvopastura (combinar árboles con forraje y la producción de ganado), de lo
que estoy hablando aquí no es una única técnica agrícola, sino un sistema de
técnicas. En vez de aprender cómo cultivar un cultivo nuevo (las avellanas,
por ejemplo), los agricultores regenerativos aprenderán cómo gestionar un
sistema de cultivos con su propia trayectoria de sucesión hacia un futuro
lejano. Ya que se trata de un grupo de cultivos interconectados, las viejas
reglas del monocultivo no son aplicables necesariamente. Un agricultor
regenerativo frente a un sistema que incluye manzanos no recurre
necesariamente al mismo tipo de gestión que un horticultor de manzanas (o
incluso un agricultor ecológico). Un sistema profundamente diverso en sus
componentes debe operar de una manera realmente distinta a una huerta
especializada en un cultivo en particular. No obstante, hay algunos
elementos universales para la buena agricultura, ya sea en una finca de 100
hectáreas de monocultivo o en una operación agrícola que imita el
ecosistema natural. Estos elementos deben también practicarse en la
agricultura regenerativa y no se pueden dejar de lado.

Preguntar al suelo
Para comenzar, en lo posible, empieza con tierra saludable. El primer
punto en la receta para crear tierra saludable es utilizar una gestión correcta
del agua, algo ya explicado anteriormente. Captura y usa el agua que
entra en tu propiedad agrícola, venga de la lluvia o de arroyos (agua
importada), manantiales, o estanques.
Allí donde hay agua, hay vida. Incluso en las zonas desérticas, hay
suficiente lluvia para sostener la vida. Si capturásemos esa agua, la
almacenásemos en la tierra y en las plantas vivas, y después la
recirculásemos lo más posible, los desiertos podrían sostener incluso más
vida, como han probado proyectos de permacultura en todo el mundo.
Las plantas pueden sobrevivir en unos suelos increíblemente pobres.
Todos hemos visto plantas asomarse de las grietas de piedra al lado de las
carreteras, aparecer entre las losas de las aceras, e incluso entre las
tejas de un tejado. Si bien las plantas pueden crecer en estos tipos de tierra,
crecerán más rápidamente y darán mejores cosechas si pueden hacerlo
en una tierra adecuada con el equilibrio óptimo de minerales. A pesar de
que la estructura de una planta está casi enteramente compuesta por
carbono, hidrógeno y oxígeno (todos de los cuales se obtienen del aire) la
planta necesita ciertos minerales que sólo están eficazmente disponibles
a través del suelo. Cada tipo de suelo tiene varios componentes
minerales en diferentes porcentajes. La roca madre triturada de granito
en Maine tiene un contenido bastante bajo de calcio. No obstante, la tierra
derivada del mismo granito típicamente tiene niveles altos de potasio,
hierro, magnesio, sílice y otros minerales traza. La vegetación en estos
suelos derivados de granito muestra niveles de potasio adecuados. El
potasio contribuye a fortalecer los tallos mientras que ayuda a la planta a
sobrevivir en invierno y resistir las enfermedades. También es esencial
para una buena síntesis de las proteínas, además de transportar el azúcar.
Las tierras derivadas de la roca madre calcárea triturada, como en
mucho del Medio Oeste, tiene una composición mineral muy diferente al
del granito triturado de Maine. Muchos suelos calcáreos tienen
deficiencias de potasio y sílice, y en la mayoría de los casos, magnesio
(salvo los suelos derivados de la piedra caliza). Si eres agricultor o
ganadero, probablemente ya estés familiarizado con el equilibrio de
minerales en tu tierra. Las mismas reglas se aplican a la agricultura
regenerativa con algunas modificaciones ligeras. Para los que no estén muy
familiarizados con el equilibrado mineral de los suelos, recomiendo
especialmente el libro The Biological Farmer de Gary Zimmer. Cuando se
gestionan los recursos hídricos y se hidrata adecuadamente el suelo, las
plantas pueden crecer correctamente.
Cuando los minerales del suelo están en equilibrio, las plantas pueden
pasar de un estado de mera supervivencia a desarrollarse de verdad.
L a s ligeras modificaciones aplicables en un s is t e ma de
agricultura regenerativa son las que describo a continuación. Recuerda,
por supuesto, que, si abandonaras tu tierra hoy, las plantas continuarían
colonizando ese lugar hasta la saciedad, incluso si no hubieras hecho
ningún tipo de equilibrado de los minerales. Al comienzo, las únicas
plantas que prosperarían serían las que están adaptadas para crecer bien
allí. En otras palabras, en un suelo deficiente en calcio, sencillamente no lo
colonizarán plantas que requieran calcio. Si es un suelo alto en calcio y
deficiente en potasio, sólo será colonizado por plantas que puedan
sobrevivir y reproducirse bajo esas condiciones. No importa qué tipo de
suelo ni qué tipo de desequilibrio mineral tenga, habrá plantas
comestibles y económicamente viables que crecerán allí. Ahora bien,
puede que actualmente no las reconozcas como alimento porque muchas
de ellas no aparecen en las estanterías de los mercados.
Posiblemente la manera más económica de producir en tu finca sea
cultivando plantas adaptadas a la química específica de tu tierra. La
distribución irregular y aleatoria de los tipos de suelo, cada uno con sus
deficiencias y abundancias únicas, ha puesto presión sobre la selección
natural y ha contribuido al desarrollo de una amplia diversidad de especies
vegetales en todo el planeta. Hay muchas variantes de cada especie clave
(aquellas plantas que juegan un papel desproporcionado en comparación
con su abundancia) adaptadas a diferentes condiciones. Conocer la
composición mineral real del suelo te servirá de guía en las decisiones sobre
variedad de plantas y se recomienda llevar a cabo un análisis de suelo de
calidad.
Con un análisis de suelo, sabrás con una precisión razonable cómo
e s el equilibrio de minerales de tu suelo, por lo menos en los primeros
30-60 centímetros. Hecho este análisis, el agricultor regenerativo ahora
cuenta con las herramientas como para reducir drásticamente sus insumos
relacionados al aporte de minerales. ¿Cómo funcionaría esto? Utilicemos
un sistema de cultivo de espárragos y castañas en callejón en New Forest
Farm como ejemplo.
El suelo del sudoeste de Wisconsin no fue glaciar y procede
principalmente de la caliza dolomita. Para aquellas plantas que prosperan
en un suelo calcáreo, la caliza dolomita es una bendición porque contiene
niveles apropiados de magnesio. Sin embargo, después de un siglo del uso
de piedra caliza dolomita molida en los campos agrícolas ha causado un
desequilibrio entre las cantidades disponibles de calcio y magnesio. Las
plantas absorben el calcio presente en la cal agrícola y muchas veces se
exporta a través del cultivo cosechado. El magnesio permanece en el
suelo y se acumula con el tiempo.
Un exceso de magnesio en el suelo hace que el calcio esté cada vez
menos disponible para las plantas. El magnesio también suele causar una
pérdida de aire (soltura) en la estructura del suelo, volviéndola más
pegajosa y compactada. El añadir cal año tras año de esta manera puede
con el tiempo incluso alterar la química y crear suelos arcillosos. Los
espárragos sólo estarían moderadamente satisfechos en un suelo tan
pesado con calcio tan abundante pero inaccesible debido al magnesio en
desproporción. Una manera de corregir esta situación sería aportando
calcio al suelo desde una fuente adecuada, una que no tuviera magnesio.
Este mismo suelo, sin embargo, sí sería el adecuado para cultivar
castaños. Si bien los castaños no prefieren un suelo alto en calcio, el exceso
de magnesio paradójicamente lo asemeja a tierra con bajo contenido de
calcio. En este sentido, los sistemas de agricultura regenerativa tienen
mejores retornos por hectárea, no solamente por sus rendimientos
incrementados, sino también debido a la reducción en gastos.
Si hubiera querido plantar espárragos en esa misma tierra, habría que
añadir toneladas por hectárea de calcio y fósforo según los análisis de
suelo (también mostraban deficiencias en fósforo) para conseguir buenos
rendimientos. Si hubiéramos hecho eso, habríamos creado condiciones
inadecuadas para los castaños. En vez de aplicar de manera generalizada
calcio y fósforo, eliminando la opción de cultivar castaños, se vertió una
franja de fosfato de calcio en el fondo del surco con la primera plantación
de espárragos. Colocar los minerales donde se necesitaban y se podían
absorber fácilmente nos permitió usar casi nueve veces menos fosfato
de calcio por hectárea. Además, ya que la región rica en calcio que
hemos creado es una franja estrecha inmediatamente debajo de los
espárragos, el exceso de calcio no inhibe el crecimiento de los castaños.
La poda de raíces de los castaños (entre los árboles y los espárragos)
cada año después de plantarlas ayuda a separar los campos en calles
estrechas de tipos de suelo diferenciados. Los insumos para los castaños
(hasta ahora sólo el azufre elemental) pueden reducirse drásticamente
también.
No era mi intención que este libro fuera un tratado sobre cómo mejorar
la tierra para cultivos individuales y espero que esta pequeña sección sobre
los minerales del suelo no haya asustado a nadie al hablar de aportar
minerales en calles estrechas. El propósito de esta sección es meramente
reforzar lo importante: conocer el equilibrio mineral de tu suelo. Con la
agricultura regenerativa, ya no estamos hablando de la gestión de
monocultivo; estamos gestionando sistemas de cultivos asociados unos
con otros.
El conocimiento proporcionado por un análisis de suelo te ayudará
con las decisiones sobre las especies y las variedades de plantas que
debes usar y te será útil a la hora de decidir qué aportes añadir y en qué
cantidad deben usarse en los cultivos de callejón (algo esencial para la
liquidez en los primeros años).

Imitar a la naturaleza
Cuando tengas dudas, imita a la naturaleza. Mira alrededor e
identifica las plantas que prosperan cerca de ti. Identifica las plantas
perennes, observa cómo crecen unas en relación con otras, entonces imita
lo que observas usando variantes seleccionadas y productivas de las
plantas silvestres.
Recientemente trabajaba con un agricultor en proceso de establecer
un sistema de silvopastura, usando reses y ovejas como ganado. Me
contrató como consultor para ayudar con algunos de los problemas
dentro del sistema, en particular tenía dificultades para mantener vivos los
robles y castaños. El lugar era increíblemente pedregoso, con un drenaje
excesivo, que apenas conseguía mantener viva la hierba, y las rocas
machacadas debajo de nuestros pies apenas se podrían describir como
tierra. Muchos de los robles originales del lugar también luchaban para
sobrevivir. La enfermedad los devoraba y los insectos horadadores se
introducían debajo de la corteza y los anillaban antes de que pudieran
llegar a un tamaño maduro y económicamente útil.
El agricultor no conseguía establecer los castaños en el lugar, supongo
por- que los árboles no recibieron suficiente agua durante el primer año
después de plantarlos. El granjero no podía regarlos ya que los había
situado en un lugar inaccesible, incluso para un depósito de agua encima
de un remolque. Su otro problema era que no podía controlar una invasión
de jicoria ovada. Las ovejas no las querían comer y estaban invadiendo los
lugares que había reservado para los robles y castaños. Quería saber qué
aportes podía hacerle al suelo para alentar la supervivencia de sus
castaños y conseguir unos robles más saludables. A su vez quería mi
consejo sobre cómo envenenar o quitar la jicoria de manera eficaz. Le
planteé lo siguiente: “¿por qué tanto de lo que nos enseñan en la
agricultura es cómo matar cosas que quieren vivir y mantener con vida
cosas que quieren morir?” En caso de duda, hay que seguir la pauta de la
naturaleza. En ese lugar específico la jicoria, un árbol de fruto seco muy
delicioso quería vivir. En vez del enorme gasto de luchar contra ella mientras
perdía la batalla de hacer sobrevivir los robles y castaños, una manera
mucho más eficaz para gestionar el tiempo, la energía y los insumos sería
ayudar al árbol de jicoria y aprender cómo trabajar con él dentro del
sistema.

Manejo mecánico y químico


Una vez se haya preparado la tierra para optimizar su relación con el
agua, la humedad estará a disposición de las plantas. Los análisis de
suelo y la corrección de cualquier desequilibrio mayor de minerales
permitirá que estas plantas se desarrollen y el sistema pone el turbo. Al
crecer, las plantas crean más masa de raíz y liberan azúcares en la
tierra. Los minerales se extraen de las profundidades de los suelos y se
depositan en el suelo en forma de hojas y tallos cuando estos se
desechan y se descomponen. Las hojas, los tallos, las raíces y los
azúcares son todos compuestos de carbono. El carbono en las plantas
proviene de la atmósfera. La fotosíntesis es un proceso increíblemente
milagroso. La energía radiante del sol se transforma en enlaces
moleculares y se almacena como compuestos de carbono.
Esta energía es la misma base de la red trófica del suelo y es la
energía que funciona como motor de toda la fertilidad en el lugar.
Lo que he descrito hasta aquí en este capítulo son dos de los
mecanismos de control primarios a disposición de un agricultor para
gestionar una finca regenerativa.
El primer mecanismo se refiere a las propiedades físicas y
mecánicas del suelo. Éstas se manipulan durante el proceso de
adaptación de la tierra, la poda de raíces, el subsolado de Línea Clave y,
con menos frecuencia (en un sistema perenne) por el arado. Se puede
destrabar la tierra compactada con la acción mecánica de un subsolador.
El aire puede introducirse utilizando varias técnicas, incluyendo el uso de un
subsolador, la grada de discos, los cultivadores y arados, y los bancales
apropiados para semillas pueden crearse con gradas de discos, rotovatores
y máquinas cavadoras. Según van cambiando las propiedades físicas y
mecánicas de la tierra durante los años, se pueden utilizar estrategias
diferentes para manipularla y generar condiciones más favorables para
los cultivos. Mi técnica favorita para manipular el suelo es no hacer
absolutamente nada, aunque podo regularmente las raíces entre las hileras
de árboles perennes y el cultivo de callejón entremedio, que sirve para
levantar y soltar la tierra, además de dejar entrar aire y agua a las
profundidades de la zona radicular. También paso ligeramente la grada de
discos o el rotovator cuando rejuvenezco el pasto o cultivo legumbres como
cubierta vegetal.
El segundo control del que dispone el agricultor es químico mineral.
Los análisis de suelo muestran qué minerales realmente están presentes
y en qué proporciones. Un poco de investigación demostrará la química de
suelo que más favorece al cultivo en cuestión. Usando los datos de
investigación y los niveles revelados por análisis, un agricultor
regenerativo puede decidir añadir varios minerales al suelo.
En New Forest Farm, se ha aplicado fosfato de calcio para tratar una
deficiencia de fósforo y para equilibrar el ratio calcio-magnesio, tal
como ya se mencionó en este capítulo. Se ha añadido el azufre elemental
para crear un suelo ligeramente más ácido y para ayudar la síntesis de
proteína en las hileras de castaños, y se han aportado regularmente
varios minerales traza como el selenio, zinc y boro para suplir las
deficiencias. Una manera de aplicar estos materiales en una granja de
agricultura regenerativa es por medio del ganado. Tanto las vacas como
los cerdos y las gallinas pueden recibir los minerales que el análisis de
suelo ha mostrado deficientes; los consumirán, sus cuerpos aprovecharán
lo que necesitan y el resto se excretará en un paquete de fertilizante de
nitrógeno que también estará relleno de ácidos, enzimas, bacterias
digestivas y hongos.

Manejo de la actividad biológica


Esto nos lleva, por ende, al tercer gran mecanismo de control: la
actividad biológica. La vida dentro del suelo es igual o incluso a veces
más importante que la vida en su superficie. Los organismos del suelo,
tanto los microscópicos como los macroscópicos, son los que ciclan y
reciclan los elementos minerales disponibles para las plantas.
Como mencionamos anteriormente, los cuerpos de los organismos en la
tierra sirven como reserva de agua, y de la misma manera, de reserva de
minerales en el suelo. Esto es especialmente importante con los
minerales fácilmente lixiviables del suelo como el boro y el azufre. Si
compras y aplicas aportes minerales al suelo, no querrás meramente
desechar ese dinero. La posibilidad de lixiviación de los nutrientes del
suelo se potencia en las propiedades con sistemas de gestión por Línea
Clave, ya que una mayor cantidad de agua se infiltrará en el suelo en vez
de escurrirse hacia el arroyo. Una de las razones por las que esto todavía
no se ha observado en los sistemas de Línea Clave es que al haber una
distribución más equilibrada del agua y del aire en la tierra, prospera la
vida en el suelo e incorpora el agua adicional y los nutrientes en los
cuerpos de millones de hongos, bacterias, nematodos, colémbolos,
lombrices y más.
Si meramente consideramos las cualidades físicas y mecánicas del
suelo, esto cambiará los tipos de vida y sus cantidades en el suelo. Si en
cambio nos concentramos solamente en la composición química y
mineral del suelo, esto afectará la vida que hay dentro del suelo también.
Cambiar la biología del suelo en sí a través de aportes de compost, té de
compost y microorganismos también afectará la composición química y
mineral del suelo, además de su naturaleza física y mecánica. Estas tres
maneras de tomar control se afectan entre sí sinérgicamente.

Acelerando los resultados sin hacer nada


La manera más sencilla de afectar la vida del suelo en una granja de
agricultura regenerativa es no hacer nada. Según un agricultor va
cambiando sus prácticas hacia sistemas de cultivos perennes y
finalmente a una sabana agrícola tridimensional, la vida en el suelo
cambiará durante los años. Predominan principalmente las bacterias en
los suelos con cultivos anuales y las tierras de pastos y praderas. Las
tierras del bosque, por otro lado, están dominados por hongos. El cambio
sucesivo a suelos dominados por hongos puede tardar cientos y a veces
miles de años en ocurrir en la naturaleza. Esta sucesión habría tenido
lugar naturalmente con los cambios en las poblaciones de organismos en
el suelo al alterarse sus fuentes de alimentación. Así, de la misma manera
en que los sistemas en la superficie del suelo pasan por un cambio
sucesivo, también lo hace la vida debajo de la tierra.
En la naturaleza, las plantas anuales de rápido crecimiento colonizan
el suelo expuesto, gradualmente dejando camino para las hierbas
bianuales y perennes. A su vez, estas hierbas son reemplazadas por
plantas perennes leñosas, que con el tiempo las reemplazan los árboles
pioneros y los arbustos fotofílicos, los siguen árboles y arbustos
fotofílicos, debajo de los cuales se forma un sotobosque que son
sustituidos por los árboles y arbustos que aguantan la sombra. Los
árboles de la sucesión tardía como el arce azucarero simplemente no
prosperan cuando se plantan en un campo de maíz dominado por
bacterias. Algunos coníferos que toleran la sombra, como el Tsuga
oriental se negará a crecer a menos que sus raíces se desarrollen dentro
de madera en descomposición con una red de hongos apropiados en el
suelo.
Puedes seguir el camino de cambio sucesivo natural probado por el
tiempo, pero serías cauto si empezaras la transición usando plantas de
sucesión temprana como el frambueso y el avellano. Las esporas de los
hongos flotan libremente en el aire y, con el tiempo, aparecerán por sí solos
y empezarán a reproducirse y a prosperar en un lugar según las
condiciones cambiantes se los permitan. Por otro lado, puede acelerarse el
proceso, y muchos agricultores regenerativos eligen esa ruta.
Cuando se plantan cultivos perennes leñosos, pueden remojarse las
raíces antes de plantar o rociar anualmente con esporas fúngicas de
micorrizas (una asociación simbiótica entre un hongo y las raíces de
plantas). Si quieres seguir un camino más natural y eficaz en costes,
puedes sencillamente ir al grupo de árboles en cuestión, recoger una parte
del suelo debajo, y preparar un té de compost con ese suelo para distribuir
organismos beneficiosos para los cultivos de policultivo perenne.
En vez de meramente hacer brebajes líquidos con organismos vivos,
puedes hacer compost a gran escala para incorporar sobre el suelo
original alrededor de los cultivos nuevos. Si estás imitando una sabana
agrícola de roble, puedes recoger sus hojas en otro sitio y usarlas para
inocular la tierra bajo los árboles de un bosque de roble. Podría hacerse lo
mismo para los árboles de nivel dosel de las diferentes especies. Se podría
hacer compost de nogal para ayudar a establecer nogales, compost de
arce para arces nuevos, compost de pino para pinos nuevos, etc.
Otra manera de afectar la vida dentrodelsuelo en una nueva plantación es
con acolchados ecológicos. La madera triturada, el serrín, el heno viejo y los
residuos del campo de maíz son todas materias de acolchado ampliamente
disponibles en las granjas, y todas cambiarán la vida en el suelo de manera
eficaz mientras conservan la humedad y ahogan las malas hierbas
competidoras. Deben tomarse algunas precauciones al usar acolchados
orgánicos, ya que un acolchado blando y esponjoso, dará un buen nido para
ratones y topillos, que roen la corteza de los árboles y los arbustos jóvenes.
Pueden colocarse protectores de árbolespirales en cada árbol joven durante
varios años hasta que se hayan establecido firmemente y su corteza sea lo
suficientemente dura como para resistir el roer de los ratones. Deben
tomarse precauciones a la hora de utilizar el acolchado gratis que muchas
veces proporcionan las empresas de poda y desbrozado o de mejora de
bosques y control de especies invasivas. En ocasiones, estas empresas
están muy dispuestas a suministrar toneladas de matorral triturado, pero
esto puede ser una maldición disfrazada. Por ejemplo, posiblemente la
empresa de poda y desbrozado limpia una zona colonizada por rosas
multiflora, madreselva Tatarian, espino cerval, o el árbol del cielo (ailanto) y
las semillas de esas plantas oportunistas te pueden causar retos de gestión
durante toda una vida. Según se descomponen esos acolchados orgánicos,
pueden crearse unas condiciones biológicas óptimas para que las plantas
leñosas se desarrollen más pronto de lo que se hubieran desarrollado
naturalmente.
Los acolchados sí representan una inversión por adelantado en
materiales y mano de obra. El acolchado es rara vez una opción en
explotaciones más grandes con múltiples hectáreas. Los acolchados de
papel o plástico se pueden instalar mecánicamente cuando se planta un
sistema nuevo, aunque algunas plantas, como los avellanos, no parecen
disfrutar del ambiente caliente creado por los acolchados de plástico o
geotextiles, y los acolchados en sí mismos son persistentes y representan un
problema de residuo a retirar en años posteriores.
Aunque algunos acolchados de polietileno de fibra continua permiten
a las plantas establecer sus raíces a través de ellos con los años, pueden
estrangular los árboles cuando crezcan. Puede que priorices lidiar con un
problema de jirones de plástico dentro de diez años a cambio de control de
malas hierbas y un cambio más lento en la vida del suelo en los primeros
años, pero no es necesario.

Son sistemas dinámicos y complejos


Probablemente resulte obvio que estoy hablando de sistemas
dinámicos y complejos en vez de cultivos individuales. En vez de plantar
una única especie de planta anual, como un campo de maíz, estoy
hablando de plantar una gama amplia de plantas perennes en un sistema
diversificado. Ya no trato el suelo como un medio uniforme al que le
aplico formas hidrosolubles de nitrógeno, fósforo y potasio, comúnmente
conocidos como fertilizantes.
Las propiedades de nuestro suelo tendrán ciertas características
físicas y mecánicas durante los años de establecimiento que cambiarán
según transcurran los años. La composición química y mineral de la
tierra también será diferente, como lo será la vida en el suelo. Aunque
estos sistemas pueden ser complejos, no son complicados.
Durante eones, la naturaleza ha conseguido resolver el problema de
la supervivencia de los sistemas de plantas y animales en todos los lugares
de este planeta. Lo único que debemos hacer es aprender qué tipos de vida
sobreviven en nuestra zona, cómo lo hacen y, a continuación, imitar esos
patrones.

Enfermedades y plagas
Además de implicar complejidades en los sistemas de cultivos y en la
gestión del suelo, producir nuestros cultivos de alimentación básica y criar
ganado en sistemas agrícolas perennes presenta diferentes complejidades
en lo referente a plagas y enfermedades. Para entender los principios que
hay detrás del control de plagas y enfermedades en los sistemas complejos,
puede ser útil simplificarlo y obtener una comprensión básica de cómo
funciona la ecología de población.
Imagina una naranja encima de la mesa de tu cocina: representa una
fuente de comida para algún organismo. Puede ser tu alimento o comida
para lo que solemos llamar los organismos de pudrición, en caso de que no
llegues a comerla a tiempo. La naranja en la mesa sirve de analogía de
un monocultivo en un campo a gran escala. Cuando colocas la naranja en
la mesa sola, los organismos que consumen las naranjas específicamente
finalmente la encontrarán. La descomposición puede empezar primero
como un punto algo descolorido, blando y hundido, o puede aparecer como
moho azul. Lo mismo ocurre en un campo de maíz.
Si sólo plantas maíz, puedes esperar encontrar plagas y enfermedades
que viven del maíz. Una gran superficie de maíz proporciona las condiciones
ideales para que prosperen las plagas y enfermedades específicas del maíz.
¿No es obvio? Hay grandes cantidades del cultivo para sostener a grandes
poblaciones de plagas y enfermedades que atentan contra ese cultivo en
particular, sus poblaciones pueden crecer exponencialmente y lo hacen.
Cualquier monocultivo atrae las plagas y enfermedades que infectan a ese
cultivo en particular, desde las plantas anuales como la soja, hasta las
perennes como la manzana. Un monocultivo cultivado ya sea con
químicos agrícolas o bajo una gestión ecológica certificada, es el hábitat
idóneo para las plagas y enfermedades de ese cultivo en particular.
Volviendo al ejemplo de nuestra naranja, en la que ahora está empezando
a desarrollarse moho. Podrías elegir rociar esa naranja con un inhibidor y
puede que veas resultados bastante rápidos. No obstante, el moho volverá.
Tendrás que rociarla una y otra vez en un esfuerzo vano por mantenerla
libre de moho. Sin embargo, no hay manera de evitar que el moho
colonice la naranja.
Del mismo modo, no se puede evitar que se extiendan las plagas y
las enfermedades en los sistemas agrícolas de monocultivo. Existen en este
planeta y no se marcharán. Cuanto más dependamos de los campos de
monocultivo como fuentes de alimentos básicos, más aumentaremos las
poblaciones de plagas y enfermedades que los afectan. Al esparcir
productos químicos u ecológicos para controlarlas, sólo mataremos los
sujetos susceptibles a nuestra fumigación y dejaremos los que resisten.
Al depender de monocultivos, favorecemos la proliferación de plagas y
enfermedades de esos cultivos específicos, y al pulverizar para
erradicarlas, sólo conseguimos crear plagas y enfermedades más
resistentes. Es una guerra imposible de ganar. Nunca podremos erradicar
todas las plagas y enfermedades de nuestros cultivos agrícolas. Con esto
en mente, volvamos a nuestra naranja.
Lo primero que la colonizará serán los organismos que se alimentan de
naranjas: los mohos azules (Penicillium italicum). Si no hacemos nada
para erradicar ese moho azul, lo siguiente que veremos es que el moho azul
prolifera. Las poblaciones de moho crecen a una velocidad explosiva.
Parecen intentar colonizar la naranja entera. Al final, otro organismo
entrará en acción. En poco tiempo, las poblaciones de un tipo de moho se
chocan una con otra y se crea una condición de frontera donde ninguno de
las dos tiene el control. Según se expanden las poblaciones que colonizan la
piel de la naranja, pronto llega un momento en que ya no hay más territorio
fácil de conquistar. Cuando el paisaje se queda abarrotado, el crecimiento
de las poblaciones individuales se ralentiza. En ese punto también queda
disponible una diversidad de fuentes de alimento. Además de algo de piel de
naranja que sobra, ahora existen grandes poblaciones de moho comedor
de naranja que, en sí, es alimento para algún otro tipo de organismo.
“Insectos beneficiosos” es un término que suele usarse para describir
estos tipos de organismos porque comen o infectan plagas de los
cultivos. En las grandes industrias con salas de acero inoxidable, sistemas
estériles de cultivo, y robots guiados por láser, se producen un gran número
de insectos y enfermedades beneficiosos. Todo, desde Bt (Bacillus
thuringiensis) hasta crisopas verdes y avispas parasíticas
Trichogramma se venden comercialmente para liberarlas entre los
cultivos como control de plaga o enfermedad destructiva.
Las infecciones secundarias, como podrían ser los organismos que
comen el moho que come la piel de naranja, sólo aparecerán cuando
haya suficiente moho para crecer y reproducirse. De la misma manera, los
insectos beneficiosos y las plagas secundarias solamente aparecerán en
nuestros campos de cultivo cuando haya suficientes plagas para
alimentarlos. En los monocultivos anuales, una infestación inicial de una
plaga o enfermedad puede ser catastrófico para el agricultor. El moho
azul en la naranja puede colonizar rápidamente la fruta entera y
finalmente se perderá la naranja. No hay organismos que puedan
combatir las poblaciones de moho azul y los organismos que consumen el
moho verde no pueden crecer lo suficientemente rápido como para
controlar el moho azul antes de que se pierda la naranja entera. Lo
mismo puede ocurrir en un monocultivo de maíz o en un huerto de
manzanas.

La diversidad genera equilibrio


No obstante, en un sistema perenne a largo plazo, raramente se
pierde el cultivo entero. Ya que imitamos los sistemas naturales e
intentamos trabajar en armonía con las leyes ecológicas, en un sistema
perenne hay varias realidades ecológicas que nos ayudan a tratar las
plagas y las enfermedades. La primera, por supuesto, es la diversidad.
Los sistemas de agricultura regenerativa, por diseño, tienen una amplia
gama de cultivos y numerosos tipos de ganado distintos. Si este año
resulta ser el año que climatológicamente favorece el fuego bacteriano,
una enfermedad que afecta los manzanos puede resultar siendo un año
extremadamente favorable para un cultivo fuerte de espárragos.
Las condiciones que ayudan a las plagas y enfermedades
destructivas de un cultivo en particular podrían ser condiciones
beneficiosas para otros cultivos. Incluso si el fuego bacteriano encuentra
un punto de apoyo en un manzano, puede que no existan las condiciones
para que esa bacteria se extienda. En un huerto compuesto
exclusivamente de manzanos, el fuego bacteriano se extiende como un
incendio del cual toma su nombre, porque no encuentra más que
manzanos alrededor. Las poblaciones de piral del maíz también pueden
crecer exponencialmente, porque las polillas hembra encuentran la mesa
puesta únicamente con una planta de maíz tras otra, en una cercanía
inmejorable.
La profunda diversidad de una plantación de agricultura regenerativa
asegura que ninguna plaga o enfermedad única pueda eliminar todo el
cultivo. En una temporada, la vaquita (Diabrotica) puede causar un 50
por ciento de pérdida de las calabazas, pero los manzanos, los castaños y
el ganado podrían dar un rendimiento medio, y quizás las aves puedan
rendir mejor de lo normal debido a las poblaciones más altas de insectos.
Esta es una manera en que los sistemas de agricultura regenerativa
limitan los “problemas” de las plagas.

Abonar imposibilita el equilibrio


Otra manera que tienen estos sistemas de ser más resistentes es por
medio del proceso de la ecología de la población en sí. Como hemos visto, las
plagas o enfermedades se suelen fumigar con productos químicos u
ecológicos específicos para esa tarea. Los organismos beneficiosos
también pueden aplicarse de varias maneras distintas. Incluso dentro de
los sistemas certificados ecológicamente, los organismos beneficiosos
raramente establecen poblaciones permanentes y el agricultor ecológico
se encuentra en la misma banda sin fin que el agricultor químico. En vez
de comprar insumos químicos una y otra vez, tiene que comprar
constantemente los organismos beneficiosos del fabricante. El cultivador
ecológico se queda atrapado en la compra de insectos depredadores o
parasíticos y el agricultor químico se encuentra atrapado en la compra de
insecticidas. Sin embargo, si no hay suficientes plagas para comer, los
insectos depredadores tampoco tienen suficiente alimento para
mantenerse y, sin lugares adecuados para anidar y fuentes alternativas de
comida, sus poblaciones entran en declive. Este conocimiento ha llevado al
establecimiento de islas de hábitat dentro y alrededor de las zonas de
producción ecológica para que los organismos beneficiosos tengan un
refugio donde establecerse. Por otro lado, un sistema de agricultura
regenerativa realmente no necesita islas de hábitat, sencillamente porque
es una isla de hábitat. Un sistema de agricultura regenerativa con una
gran diversidad de plantas perennes alberga una multitud de microclimas
y hábitats para insectos beneficiosos, anfibios, pájaros insectívoros, y más.
Un sistema profundamente diverso realmente es un ambiente hostil para
plagas de organismos destructivos. No obstante, antes de proceder, debo
repetir este concepto de otra manera, para ver su impacto pleno: para que
pueda haber poblaciones de insectos depredadores (y anfibios y pájaros)
debes tener una población suficientemente alta de la plaga primaria. En
otras palabras, para tener suficiente hongo comedor de moho azul sobre
una naranja, tiene que haber suficiente moho azul para alimentar ese
hongo. Para poder tener control eficaz de plagas y enfermedades, debe
haber suficientes plagas y enfermedades para alimentar a los organismos
de control.
Esto quiere decir que no puede haber fumigaciones para matarlos. Si
se fumiga el piral del maíz, nunca habrá suficientes pirales para establecer
poblaciones de enfermedades de piral. Para crear un ambiente natural
sostenible de control de plagas, hay que dejar que las plagas y
enfermedades se asilvestren. Si fumigas con productos ecológicos para
controlar las plagas de tu sistema, nunca tendrás suficientes plagas para
alimentar a los organismos beneficiosos.
Muchas personas no creen que esto pueda ocurrir, pero es verdad.
Incluso entre los cultivadores ecológicos, acostumbrados a usar
insecticidas menos tóxicos y más biodegradables, muchos no se dan
cuenta que el mismo control de plagas que utilizan va en detrimento del
control de plagas equilibrado a largo plazo. Esto puede verse más
claramente usando los anfibios como ejemplo. Las ranas arbóreas, los
sapos y muchos anfibios prosperan en sistemas de agricultura
regenerativa. Se les da espacios para que se escondan, lugares para poner
huevos y, cuando no se fumiga, muchos insectos para comer. Si el
cultivador rocía un producto de control de plagas, no solamente priva los
anfibios de su fuente de comida, sino también se les envenena
directamente. Los anfibios obtienen más del 50 por ciento de su oxígeno
directamente a través de la piel. En todos los casos, la piel es delgada y
húmeda. Cualquier toxina aplicada en forma líquida entra directamente a
través de ella.
Un formato de control de plagas por fumigación frecuentemente
homologado es el insecticida botánico Ryania (Ryanicide). Ryania, además
de llevar rotenona y piretro, es un veneno completamente natural
derivado de las plantas. Su ingrediente principal no siempre mata insectos,
pero es lo suficiente debilitante como para que las plagas dejen de comer y
se mueran de hambre.
Al fumigar con un producto biológico de control de insectos, los
agricultores también controlan la población anfibia. Los sapos expuestos al
Ryania, incluso en dosis ínfimas, absorben el alcaloide directamente a través
de su piel, causando que cada célula afectada evacúe calcio, llevando a
contracciones musculares mortales. Fumigar para controlar los insectos
elimina efectivamente la patrulla de control de plagas natural al matar a los
beneficiosos (como las ranas arbóreas) directa o indirectamente.
Cuando fumigas para controlar las plagas y las enfermedades,
realmente estás criando activamente las plagas y enfermedades que se
harán inmunes a tus productos y tendrás que recurrir a productos más
fuertes más frecuentemente, o inventarte y descubrir nuevos métodos
que usar. En vez de criar plagas y enfermedades más resistentes, ¿no
deberíamos criar más cultivos que resistan plagas y enfermedades?
Además, ¿cómo podemos saber si nuestras plantas (y animales) son
naturalmente resistentes a las plagas y enfermedades si nos esforzamos
una y otra vez en eliminarlas?
En un mundo natural, fuera de nuestro reino de agricultura bajo
control estricto, si una planta es débil ante una enfermedad mortal, no se
reproduce. Sus genes de susceptibilidad a las enfermedades no se
transmiten a la generación siguiente y esa variante específica desaparece.
Si una planta resiste fuertemente una enfermedad, esos genes específicos
se pasan con facilidad a las generaciones futuras, y se asegura el futuro de
las plantas resistentes a la enfermedad. Vamos a examinar rápidamente
dos ejemplos de cómo funciona esto.
La manzana McIntosh (la fruta, no el ordenador) es el fruto de lo
que era un vástago de manzana silvestre descubierto por John McIntosh
en 1796, en terrenos que despejaba para establecer una granja cerca de
Morrisburg, Ontario, Canadá. Se trasplantó el vástago y cuando era lo
suficientemente grande, se injertaron ramitas a otras raíces de manzano.
Ahora, después de propagar millones de árboles, cada Mac que se come
hoy en día ha sido cultivada con ramas que originalmente provenían de
ese único árbol.
Antes de que John McIntosh empezara a despejar sus tierras, las
manzanas se habían establecido en la naturaleza y cada generación de
manzanos silvestres creció dentro de un contexto de presión de plagas y
enfermedades y dentro de un complejo sistema silvestre. Las
características que llamaron la atención de McIntosh podrían haber sido
su gran tamaño de fruta y sabor refrescante y, probablemente un cierto
grado de resistencia natural a las plagas y enfermedades. En cuanto al
último factor, sólo podemos adivinar, porque en aquellos tiempos no
fumigaban para controlar las plagas y enfermedades. El manzano tenía
que mostrar una resistencia inherente o no se utilizaba.
Desde que se descubrió, el manzano McIntosh ha sido plantado en
literalmente millones de hectáreas en todo el mundo y, en esos
doscientos años, el cultivo de la manzana ha cambiado bastante, y
también lo ha hecho la vida en este planeta. A principios del siglo XX, los
cultivadores de manzanas empezaron a usar arseniato de plomo para
eliminar la mayoría de las plagas de la huerta, y desde entonces, ha
surgido una industria entera de química tóxica relacionada con el cultivo
de manzanas. Cada generación de veneno para el control de plagas o
enfermedades sí elimina bastante presión de plagas sobre la huerta y
ayuda a crear la fruta fotogénica que vemos en la frutería. No obstante,
lo que ha ocurrido en la huerta es bastante siniestro. Aparte de la
toxicidad obvia de los productos químicos usados, los cambios biológicos
en los organismos en sí son extremos. Solamente las plagas y
enfermedades de manzano que mostraban resistencia genética al plomo
y el arsénico pudieron sobrevivir y transmitir sus genes de resistencia a
su progenie. También es así en el caso de los pesticidas Imidan,
Malatión, Metoxiclor, Sevin, Captan, Benlate y después de cien años de
guerra química contra los insectos, hongos y bacterias, debemos admitir
que hemos perdido la guerra y siempre seguiremos perdiéndola. Cada
vez que inventamos un veneno nuevo para matar plagas y
enfermedades, los que sobreviven resisten a nuestro ataque y vuelven a
su pacífica existencia de comer nuestros cultivos. Una vez más, nuestras
prácticas culturales han creado organismos resistentes (súper bichos) y,
ya que la manzana McIntosh no ha cambiado genéticamente durante 200
años, no le quedan más “trucos” para defenderse.
Es hora de descubrir nuevas variedades. Es hora de devolver el
manzano al flujo natural de evolución en este planeta y de descubrir
variantes genéticas que resistan las plagas y las enfermedades. Para
descubrir si hay un vástago de manzano silvestre particular, debe haber
suficientes plagas y enfermedades presentes en la plantación para
infectar los árboles adecuadamente. Si un manzano específico se infesta
y muere, entonces no es la variante buscada. Simplemente se producen
más plantas desde la semilla y se deja que mueran los perdedores.
Otro ejemplo de la conexión entre nuestras prácticas culturales y el
destino de una planta es la conexión entre el castaño americano y el
chancro del castaño. El castaño americano era quizás el árbol más
dominante en la mitad oriental de los Estados Unidos hasta el principio
del siglo XX cuando una enfermedad, llegada desde China, empezó a
devastarlos. Muchos Estados intentaron diferentes estrategias para
controlar la expansión del chancro, pero ninguno tuvo éxito.
Probablemente la estrategia más ridícula fue la tala directa de todos los
árboles, promocionada parcialmente por una industria maderera voraz,
siempre a la busca de materia prima barata. Empezando en
Pennsylvania y extendiéndose tan rápidamente como se trasladaba allí el
chancro, se comenzó la erradicación al por mayor del castaño
americano. Se argumentaba que había que talar todos los castaños para
evitar la expansión del chancro. No se contempló la ecología de
población y hubo poco o ningún esfuerzo institucional para buscar
variantes genéticamente resistentes. Quizás varias docenas de
mecanismos genéticos diferentes existían entre los miles de millones de
castaños que crecían silvestres y que hubieran proporcionado la
resistencia al chancro, pero ahora nunca los conoceremos. El castaño
americano quedó erradicado más por las personas que por una
enfermedad.

Conclusión
Para muchas personas, este capítulo puede parecer una doctrina de
herejía. Sí, de verdad propongo que cultivemos cultivos leñosos en
policultivos profundamente diversos, en vez de en huertas controladas por
combustibles fósiles. También sostengo que los árboles realmente pueden
crecer en suelo menos que perfecto y de hecho lo hacen.
Afirmo que la tierra está compuesta de una multitud de formas de vida
(poco comprendidas) además de ser una sustancia sostener verticalmente
las plantas. También propongo que, como especie, los seres humanos se
vuelvan a conectar con la realidad del planeta Tierra y adapten las
prácticas de la producción agrícola a la naturaleza, en vez de forzar a la
naturaleza a doblegarse ante nuestros conceptos intelectuales.
L o s seres humanos debemos seguir siendo conscientes, en
nue stra s propias vidas, de la diferencia entre una observación y
nuestros conceptos intelectuales, y saber cuándo desechar conceptos
que dejan de ser útiles y se vuelven potencialmente destructivos. Esto se
hace aún más importante cuando se trata de la selección de las plantas y de
la cría de los animales de los cuales nos alimentamos.
C APÍ T U LO 1 6
La mejora genética y la cría de
animales

Ningún Doctor en Genética Vegetal diría, en absoluto, que yo soy


u n fitomejorador, a pesar de mis nociones generales de biología y
genética universitarias y veinte años de educación continua y experiencia
en el campo. Ningún miembro de la academia de genetistas de plantas
llamaría a las tribus nativas de América fitomejoradores tampoco, según
la definición moderna de la palabra. Pero fueron estas mismas tribus y
aldeas norteamericanas quienes seleccionaron las plantas básicas de la
dieta humana: los tomates, los pimientos, las berenjenas, las cucúrbitas y
calabazas, las patatas, y el rey moderno de la agricultura a escala
industrial: el maíz. De alguna manera estos pueblos, algunos cazadores
recolectores, sin educación académica, criaron las plantas que
proporcionan la mayoría de los alimentos del mundo hoy. Ningún genetista
acreditado llamaría a Luther Burbank un fitomejorador tampoco, a pesar
de ser la persona a quien se le ha atribuido la creación del mayor número
de variedades individuales en la historia. Una vez más, debemos diferenciar
entre la observación y los conceptos. Un fitomejorador es un concepto que
puede limitar cómo vemos la realidad.
Érase una vez en el que cualquier persona guardaba su propia
semilla al cultivar. Si no se hacía, se intercambiaba algo de una semilla
con otro que tuviera aquello que se buscaba. Las plantas se cultivaban
bajo condiciones “reales”, en las que no se utilizaban pesticidas tóxicos,
herbicidas y fungicidas. Es decir, las plantas debían tener un cierto grado
de resistencia a las plagas, las enfermedades, la sequía y los hongos o no
sobrevivirían hasta echar semilla y utilizarse para la siguiente generación.
¡Bastante sencillo!
Sin embargo, esto no era del todo suficiente, por más razones de las
que podemos abarcar en este libro. Un problema de guardar semillas a
pequeña escala es la pérdida de las características genéticas con el
tiempo. La cantidad de ADN (ácido desoxirribonucleico: el “código”
genético) dentro de una semilla realmente es bastante grande.
Los segmentos de ADN son el código de instrucciones para que una
célula manufacture proteínas y enzimas. Si plantas una semilla, es
probable que durante su vida esa planta no llegue a fabricar todas las
proteínas o encimas para las cuales tiene instrucciones. Algunas
secciones de ADN solamente manufacturan sus proteínas y encimas
específicas cuando ocurren ciertas condiciones medioambientales. Estas
secciones silenciosas de ADN pueden resultar ser muy importantes como
código por ejemplo al generar resistencia a las enfermedades, o tal vez
para ayudar a la planta a sobrevivir el estrés de una sequía. Cuando se
plantan pequeños lotes de semillas (y ‘pequeño’ es un concepto relativo,
ya que cada especie de planta es diferente) es enteramente posible que
se pierdan características extremadamente importantes al guardarse
semillas sin saber si ese gen específico está presente o no. El juego de
perder y ganar características es lo que hace de la fitomejora un trabajo
apasionante. Por tanto, y en parte por la posibilidad de perder
características importantes, la mejora de las plantas por los cultivadores
se fue cediendo a obtentores profesionales, acompañada por una
financiación importante. Con el tiempo, muchas variedades tradicionales
se degeneraron al abandonarlas por variedades nuevas con mejores
rendimientos.
Una razón que explica aún mejor por qué la mejora genética migró
hacia la burocracia fue la uniformidad del cultivo. En un mundo cada vez
más urbano cuya población recurre a las tiendas de alimentación en vez de
cultivar la propia, la estandarización de los productos de la granja se
convirtió en la regla más que la excepción. El cliente interesado en
comprar una calabaza tiene cierta idea del aspecto y sabor que debe tener
esa calabaza y difícilmente compra un producto que no cumpla con esa
expectativa. La variabilidad es el fenómeno más común en la naturaleza,
y sin embargo nos enfocamos en la uniformidad para evitar que las
variedades de planta reviertan a sus formas originales (como suelen
describirse). Entender la mejora genética de las plantas es una habilidad
esencial y cada granjero y jardinero debería tener al menos un poquito de
conocimiento sobre la reproducción de las plantas.
En este punto temático, la mayoría de los libros sobre la agricultura y
la jardinería empezarían a desempolvar el tratado sobre la historia del
campo de la genética, de Gregor Mendel, de las petunias rosas y
blancas, de los guisantes arrugados lisos, cigotos y alelos… pero aquí no lo
haremos. Los detalles de cómo se heredan las características son un
tema digno de estudio, pero realmente no son necesarios para un
agricultor regenerativo. Los indígenas norteamericanos y Luther
Burbank hicieron toda su magia de mejora genética incluso antes de que
se hubieran descubierto los cromosomas y el ADN. No había
manera de que los ancianos Hopi pudiesen aprender genética a nivel
universitario 4.000 años atrás, y aun así crearon una amplia gama de
cultivos comestibles.
Luther Burbank no pasaba de la educación primaria, sin embargo,
creó casi 800 variedades distintas de planta, la más famosa de las cuales
podría ser la patata Russet Burbank, la variedad principal utilizada en las
patatas fritas de McDonald’s hoy en día. Como un granjero, Burbank se
concentraba en los resultados; y como al agricultor regenerativo, le
interesaba la realidad que pudiera observarse en vez de las ideas
conceptuales o la teoría científica. La intersección entre Luther Burbank,
las observaciones visuales, los conceptos tangibles y la agricultura
regenerativa es un lugar muy familiar para muchas personas.
1.000 semillas
A los 11 años en el colegio, nos dieron nociones básicas sobre las
plantas y la genética en la clase de ciencias. Nos explicaron que la
separación de los sexos en las plantas es la base de toda la variación en las
formas de vida y que, si guardas las semillas de una planta, la progenie
tendrá un aspecto muy diferente a las plantas progenitoras. Esto
realmente es un fenómeno más visible en algunas plantas que otras; no es
algo tan notorio en el caso de ciertas variedades antiguas sujetas a la
polinización abierta y la selección durante generaciones.
También nos dijeron que no nos molestáramos en guardar la semilla
de una manzana. El árbol resultante variaría mucho y no daría fruta como el
progenitor. De hecho, hay tanta variación en los vástagos de manzano
que puede ser necesario plantar hasta 1.000 semillas antes de encontrar
una variedad decente de manzana. Aquí una vez más establecemos la
diferencia entre la observación y el concepto. Puede ser que hubiera que
plantar 1.000 semillas de manzana para descubrir una variedad que valga
la pena plantar. Esto es posiblemente una observación (de hecho, el
primer manzano que planté con semilla produjo unas manzanas
deliciosas). Podríamos comprobar esta observación plantando
1.000 semillas y viendo cuántas buenas variedades de manzana
resultan de la plantación. Si 1.000 es el número, entonces eso es lo que
observaría cualquier persona que se molestara en realizar la prueba. Es
tan auténtica como la vida misma.
No obstante, la idea de dejar de lado las semillas de manzana porque
los vástagos no producen todo el resultado deseado es meramente un
concepto. Es una idea vinculada a la observación, aunque vinculada
débilmente y es una idea terriblemente debilitante. Alhaber escuchado desde
nuestra niñez que “harían falta 1.000 semillas para conseguir una buena
variedad de manzano, por tanto, no te molestes en plantar tus semillas de
manzana”, la mayoría de nosotros no hemos plantado las semillas.
¿Y si tomáramos la misma observación, solo cambiando el concepto?
¿Qué diferencia habría en el mundo hoy? ¿Si en aquellos años escolares
nos hubiesen enseñado que hacen falta 1.000 semillas de manzana para
descubrir una buena variedad, y esto fuese seguido d e muchísimos
niños plantando sus semillas en cartones de leche reciclados, quizás para
cuando nos graduáramos del instituto tendríamos una nueva variedad de
manzana por cada centro educativo? Multiplica eso por el factor de
decenas de miles de colegios en las zonas templadas y habría literalmente
cientos de miles de variedades nuevas de manzanas en el plazo de diez
años y un suministro continuo de nuevas variedades que llegarían
anualmente para siempre. Nuestro concepto ha mutilado nuestra realidad
y vivimos en un mundo empobrecido debido a ello.

Selección masiva
No obstante, podrías preguntarte, ¿cómo sabremos si esas
variedades d e manzano son buenas? Los niños de escuela no son
obtentores. Los árboles no se producirían a través de cruces controlados
de progenitores con genética conocida, y no se cultivarían en ensayos
experimentales. ¿Cómo sabremos si estas plantas sirven para algo?
Es sencillo. Podemos evaluar las plantas usando las mismas
herramientas utilizadas por Luther Burbank, los indígenas
norteamericanos, y todos nuestros ancestros hasta el pasado más remoto:
nuestros sentidos. Observamos y seleccionamos las variedades con las
características que preferimos. Si algún día en el futuro, nuestros
descendentes deciden por sus propias razones que no les resultan bien las
plantas comestibles que cultivamos (parecido a la manera en que no me
gusta la manzana McIntosh y no la cultivo) que asísea. Las condiciones serán
diferentes en el futuro y la gente en ese momento cultivará plantas en
condiciones diferentes de las que tenemos ahora mismo.
Cuando Luther Burbank creó la patata Russet, era como si la hubiera
descubierto más que criado. Burbank buscaba una patata muy productiva
que resistiera el mildiu, la enfermedad fúngica causa de la gran
hambruna en Irlanda. Como ocurre con la mayoría de las manzanas, las
patatas se propagan vegetativamente cuando se requieren cantidades y las
mismas calidades. Se plantan trozos del tubérculo de la planta progenitora
en la tierra y brota un clon de la planta original desde la parte cortada. Con
cultivos leñosos comestibles, se injertan trozos de la planta progenitora
en otra raíz. Tanto con la manzana como con la patata, la porción
comestible crece en una planta genéticamente idéntica a la primera
planta: el árbol de John McIntosh en Ontario y la planta de Luther
Burbank.
Sin embargo, no es allí donde McIntosh o Burbank consiguieron sus
plantas originales. En ambos casos, obtuvieron la planta original de la
semilla. El polen de una variedad fertilizó el óvulo de la otra y se creó una
planta con una genética individual.
Ésta es la fuente de toda la variación natural y debemos volver a esta
estrategia para crear nuevas plantas comestibles de cara al futuro. Si
acaso John McIntosh escribió por qué seleccionó lo que hoy llamamos la
manzana McIntosh de entre todos los vástagos en su granja, esa
información se perdió con el tiempo.
No obstante, Luther Burbank sí escribió sus razones para guardar la
semilla de una patata para descubrir la Russet Burbank. Pretendía tirar los
dados genéticos para conseguir una combinación de características que
resistiesen al mildiu. Esto no ocurrió en un laboratorio estéril donde
polinizaba una flor progenitora de patata con otra. Ocurrió sin control y al
aire libre, siendo lo más probable que fuera debido a un insecto y, según
algunas personas, absolutamente al azar. Como sus patatas crecían al
aire libre, estaban sujetas a las presiones de plagas y enfermedades de su
tiempo. Si sus plantas hubieran sido susceptibles al mildiu, probablemente
habrían muerto y dejado de propagarse. Las plantas que finalmente se
convirtieron en Russet Burbank (después de varias generaciones de
fallos) produjeron el doble o triple de tubérculos por planta que cualquier otra
en su huerto. ¿Crees que cada patata que cultivó desde semilla se
convirtió en una nueva variedad para patatas fritas? ¡Por supuesto que
no! Solamente una de un número desconocido de plantas mostró las
características deseadas de productividad y resistencia a la enfermedad, y
utilizando esa, creó más.
Si empezásemos a generar nuevas variedades de plantas dentro de
nuestros colegios o en nuestros jardines y granjas, tendríamos que usar
una técnica de fitomejora que antaño se llamaba “Burbanking” y hoy en
día se conoce como la selección masiva.
La selección masiva es la técnica más común para la reproducción de
plantas fuera del laboratorio. Se basa en la idea de que, si hacen falta
1.000 semillas para conseguir una variedad deseada, entonces plantamos
esa cantidad de semillas. En la mayoría de los casos, realmente
plantaremos más. Mil semillas de manzana, castaña o jicoria, o la semilla
que sea, no ocupan mucho espacio. Un bancal de vivero que contiene
1.000 plantones de árbol puede ser tan pequeño como 1,2 x 2,4 metros. Las
semillas se plantan juntas y se dejan crecer usando mi técnica patentada de
cultivo STUN. Una vez más, STUN son las siglas de cultivar con abandono
absoluto, completo y total. ¿Por qué aplicar el abandono total? Lo hacemos
porque estamos tirando los dados genéticos y pretendemos conseguir el
resultado óptimo.
En la típica huerta comercial con clones injertos de la misma planta,
se usan muchos menos tallos por hectárea. Con los castaños, por ejemplo, se
recomienda plantar los árboles de castaño chino con una separación de 9
metros, equivalente a una densidad de plantación de solamente 115
árboles por hectárea. Se razona que, dentro de veinte años, cuando los
árboles se hagan grandes, necesitarán todo el espacio entre medio para que
cada planta individual pueda producir su número máximo de frutos secos.
En un sistema de agricultura regenerativa, donde el rendimiento total del
sistema es la meta y no el total individual del cultivo en particular, plantar
115 castaños por hectárea no nos rinde el resultado óptimo.
Otro concepto valioso para mencionar y susceptible al debate es la
creencia que los “árboles tardan demasiado para dar fruto” (o frutos secos,
piñones, etc.). Es cierto que algunos árboles sí tardan mucho tiempo en
dar fruto. Como seres humanos, podemos tener la suerte de mantenernos
en buen estado físico durante setenta o noventa años, pero no tenemos
suficiente tiempo para esperar a que un árbol empiece a dar fruto dentro de
cincuenta años. Un agricultor que cultiva su propio alimento necesita tener
plantas que puedan dar fruto rápidamente. En el mundo de las plantas, esta
característica se llama precocidad.
Con los sistemas de agricultura regenerativa, tenemos la oportunidad
de des- cubrir nuevas variedades de plantas - aquellas más precoces -
que dan fruta o semilla en unos pocos años. Además de esto, estamos
descubriendo variedades de plantas naturalmente resistentes a las plagas y
enfermedades, y que se adaptan a nuestros tipos de suelos locales, los
patrones de lluvia, la variabilidad del clima, y todo tipo de otras variables.
Los agricultores regenerativos buscan producir cultivos de alto
rendimiento que sirvan de alimento delicioso y nutritivo.

La pera sin nombre


Recuerdo que durante una visita guiada por New Forest Farm, explicaba
lo básico de la selección masiva mientras el pequeño grupo de visitantes se
impresionaba con la abundancia de biodiversidad silvestre alrededor. Una
participante, visiblemente abrumada por la cantidad de nueva
información contrastada con su perspectiva anterior radicalmente
diferente, suspiró con frustración y exclamó: “Pero yo no puedo
seleccionar nuevas variedades. ¿Cómo voy a saber cuáles son buenas?”
Sonreí al oír su comentario, disfrutando del momento de enseñanza y
anduve con el grupo hasta lo que parecía un matorral. Varios de los
árboles eran perales. Todos ellos estaban rodeados de cerezos y moreras,
con sotobosque de arándanos, y las parras trepaban encima. Los perales se
plantaron originalmente desde semilla. Eso quería decir que cada árbol
era un individuo genéticamente único y por ende cada uno podría ser el
árbol número 999 que diera fruta pésima.
Para poder tirar mejor los “dados genéticos”, estos vástagos habían
sido injertados con los tallos de otras variedades de peral, de manera que
cada raíz individual tuviera hasta media docena de ramas de variedades
distintas que le crecían encima.
Nos paramos en un peral y expliqué: “Cada rama es una variedad de
peral genéticamente única. En estos pocos árboles hay más de quince
variedades diferentes además de la variedad del vástago original.”
Injertar muchas variedades en un rizoma es otra manera sencilla de
practicar la selección masiva en un terreno pequeño.
Señalé una rama que no tenía fruta y pregunté “¿Te gustaría comer
fruta de esta rama?”
“Pero no hay”, respondieron.
“Exactamente lo que quería decir”, contesté mientras señalaba a la
rama siguiente. Ésta sí tenía un poco de fruta, pero la superficie estaba
profundamente agrietada y tenía la costra marrón de una enfermedad
llamada roña. “¿Os gustaría comer la fruta de esta rama?” pregunté.
“¡De ninguna manera!” respondieron rápidamente.
Esta fue la misma respuesta al señalar muchas otras ramas. Una
gran parte de la fruta, cuando la había, estaba infestada por enfermedad,
y otras habitadas por orugas. Por último, señalé a una rama casi doblada
hasta el suelo y cubierta de fruta grande, casi sin mácula. “¿Os gustaría
comer la fruta de esta rama?” pregunté.
“¡Por supuesto!” respondieron. Realmente es así de sencillo. Planta
suficiente variación genética, no fumigues para controlar plagas y
enfermedades, y solamente las que naturalmente estén adaptadas a las
condiciones del lugar prosperarán.
“¿Pero qué variedad es?” preguntó la persona que quería saber
originalmente cómo se seleccionaban las variedades.
“¿A quién le importa?”, respondí, sin pretender dar una respuesta
fácil. El nombre que se le dé a esa rama en particular no me interesa. Lo
importante es que es extremadamente productiva, resiste las plagas y
enfermedades y no requiere insumos por mi parte para producir de esta
manera. Además, ¡tiene un sabor delicioso! Al igual que Luther
Burbank, realmente no se necesita tener un cuaderno lleno de datos
científicos cuando tenemos un árbol altamente pro- ductivo resistente a
las plagas y enfermedades. Burbank no necesitaba apuntes, tenía la
patata.
Sé que esta variedad funciona aquí porque la misma planta da
testimonio a todos los que la vean. Además, si te llevaras ramas de este
árbol, le dieras un nombre bonito y la injertaras en una raíz de peral en tu
granja, puede que no se comporte de la misma manera.
La tierra y los patrones de lluvia en mi granja son distintos a
cualquier otra. Las poblaciones de plagas y enfermedades son
diferentes. De hecho, deben ser más altas aquí que en otros lugares. Si
un cultivo no prospera con poco o directamente sin cuidado, se tala y se
convierte en setas comestibles o medicinales, o se convierte en tablones,
juguetes de madera o leña. El nombre de la planta es bastante
irrelevante.
Si la fruta fuera una pera Bartlett o una manzana McIntosh (una
selección de hace más de doscientos años), el hortelano estaría
fumigando para proteger el árbol de plagas y enfermedades, las cuales
evolucionarían con el tiempo, inmersos en la realidad contemporánea,
pero los árboles no evolucionarían. Siempre se mantendrá la variedad de
cuando se seleccionaron. La manzana McIntosh fue descubierta en
1796, en un momento en el que el planeta era radicalmente diferente a
como es hoy en día; casi ninguna de las condiciones es igual ahora.
Puede que algún día las condiciones cambien y que la variedad
sobresaliente de hoy ya no tenga la capacidad de resistir las nuevas
evoluciones de plagas y enfermedades en el futuro. En ese momento yo,
o quien esté gestionando la granja, mirará para ver cuáles de las
variedades anónimas están funcionando bien en las nuevas condiciones.
Entonces se injertarán esas variedades en los pies de donde se quite la
variedad vieja.

Trabajar con la naturaleza


Los agricultores regenerativos somos “Burbankers” por excelencia.
Imitamos la naturaleza en las especies que plantamos, al plantar un número
muy excesivo de plantones en los primeros años, sabiendo que muchos no
sobrevivirán.
Una vez después de un taller, un señor mayor me regañó por aconsejar
mal a los participantes al recomendarles que plantasen pino de Corea, por
los piñones que dan. “¡Yo planté dos pinos de Corea hace casi treinta
años y los malditos todavía no me han dado un solo piñón!”, ladró.
“Está claro que usted plantó los dos equivocados”, le respondí.
Planta muchos (demasiados) árboles y arbustos de productos
comestibles en los años tempranos. Quita los que no den fruto a una
edad temprana. Sigue quitando los que sucumben a las enfermedades y
son atacados por plagas y continúa plantando nuevos vástagos y
variedades año tras año. Deja que la dinámica de la ecología de
población tome su lugar y permita estabilizar las poblaciones de plagas y
enfermedades. Un sistema profundamente diverso proporcionará hábitat
para insectos depredadores, aves, reptiles y anfibios.

La patata Burbank Russet es el resultado de la prueba de


miles de semillas de patata sembradas por Luther Burbank y
resulta ser únicamente esa milagrosa variante genética la que
tolera el mildiu y es extremadamente productiva.

Si una planta quiere morir, ¡déjala! No nos interesan las que sucumben
a las enfermedades. No nos interesan las que no son productivas. No nos
interesan las que requieren toneladas de fertilizantes especializados
manufacturados en fábricas a miles de kilómetros de distancia. Nos
interesan las que viven y se reproducen a una edad temprana. Queremos
las que resisten las plagas y enfermedades sin requerir mayores
cuidados. Si una planta quiere vivir, prosperar y reproducirse,
cosecharemos sus semillas, su fruta, sus hojas o cualquier otro material
comestible, medicinal u otros productos que de otra manera puedan
comercializarse.
Esta es la esencia del principio de permacultura trabajar con la
naturaleza en vez de combatirla. Averigua lo que está funcionando bien en
los sistemas de cultura perenne sin esfuerzo y sigue con ello.
C APÍ T U LO 1 7
Cómo obtener beneficio
En términos generales, exceptuando a algunos con circunstancias
especiales, nadie realmente gana dinero con la agricultura. El Centro
Leopold para la Agricultura Sostenible de la Universidad Estatal de Iowa
sostiene que el 80 por ciento de los agricultores en los Estados Unidos que
presentan el Impreso F de impuestos a Hacienda (ingresos y gastos de la
granja) obtienen la mayoría de sus ingresos de otra actividad económica.
El hecho de que el USDA otorgue enormes subsidios agrarios (tanto
directos como indirectos) demuestra que algo no funciona en la
economía del sector agrario. Los Pagos directos a los agricultores,
Pagos por Insuficiencia de Amortización de Préstamos, Pagos
Anticíclicos, Programa de Reservas para Conservación (CRP), el
Programa para Mejorar las Reservas para Conservación (CREP),
Programa de Incentivos de Calidad Medioambiental (EQUIP), los
programas de subsidios por catástrofe, préstamos a unos intereses
extremadamente bajos, y un programa enorme de compra de comida
(implementado para mantener a los granjeros en el mercado y para
alimentar a los estadounidenses con menos recursos económicos) todos
demuestran que las dinámicas económicas de la agricultura en este
pa ís no tienen muy buen aspecto. Todos son programas federales
dirigidos a los agricultores, proporcionando más beneficios de los que
recibirían por vender sus cultivos o ganado por su cuenta.
Se han realizado análisis económicos en todo el país con datos del
censo agrícola del USDA que muestra que la media de gastos
relacionados con la producción agrícola sobrepasa los ingresos en la
mayoría de los casos.

Pobreza en los agricultores


Esto en sí ya es preocupante, pero cuando se analiza el “efecto ola” de
cómo el dinero se distribuye por las comunidades agrícolas, demuestra
que el dinero del granjero ni siquiera se gasta en su comunidad, sino más
bien en pequeñas ciudades más distantes. Luego los dueños de los grandes
almacenes corporativos se llevan el dinero de los agricultores cuando
éstos salen a comprar. Estas empresas se llevan sus beneficios a otros
Estados, o incluso a otros países aún más remotos. En la mayoría de los
casos, se reveló que los agricultores venden sus productos básicos a
granel a precios al por mayor y luego compran su alimento al detalle en el
supermercado: una situación de vender bajo y comprar alto. En otras
palabras, los agricultores pagan precios más altos por comida que podrían
haber cultivado ellos mismos. Puede sonar extraño, pero realmente
ocurre en todo el país. Actualmente está incrementándose la sensibilidad
acerca de los “desiertos alimentarios” que padecen muchísimas familias
agrícolas norteamericanas. Éstas paradójicamente tienen maíz, soja o
trigo hasta donde alcanza la vista, pero no se puede encontrar ninguna
comida auténtica ni hay tiendas de alimentación a menos de una hora en
coche.
Lo que me interesa no es cómo se llama una pera, sino que
sea productiva, resistente a las plagas y enfermedades, que sea
sabrosa y que no necesite ningún recurso.

Para muchos de los que estéis leyendo este libro, esta información no
es novedad. Entre los agricultores en la audiencia, sabemos que no hemos
“dado con un filón”, ni en nuestros sueños más optimistas. Estos datos del
USDA sencillamente confirman lo que ya sabemos todos: tenemos al
menos un miembro de la familia trabajando en un empleo fuera de la finca
para poder pagar las facturas. Parte de lo que he venido aquí a decir es: no
te machaques por ello. No es nuestra culpa que el sistema económico se
haya diseñado para pagar de menos a los productores de las materias
primas básicas. No es culpa nuestra que las presiones devoradoras del
mercado obliguen a los agricultores a ganar cada vez menos por hacer la
misma cantidad de trabajo (o más).
La economía estaba mal en los tiempos de mi abuelo. Los tiempos
eran tan malos que la llamaron la Gran Depresión, no sin razones. No
obstante, con sólo 24 hectáreas y un tiro de dos caballos, mi abuelo pudo
criar seis hijos y mandar a la mitad de ellos a la universidad (antes de
arruinarse y perder la granja). Su lista de compras para el mercado del
pueblo cada semana era sencillamente azúcar, café y harina. Podrían
haber evitado comprar azúcar porque producían sirope y azúcar de arce,
pero los productos de arce les eran mucho más valiosos convertidos a
dólares que si los consumiesen como edulcorante. Cultivaban casi el 100
por ciento de lo que comían en 1929.
En la actualidad (según los datos del censo agrícola de 2007), el USDA
advierte que el tamaño medio de la explotación se ha incrementado a 169
hectáreas y casi un 15 por ciento de todos los granjeros viven bajo los
niveles federales de pobreza con ingresos anuales de menos de 22.314,00
$. Con ajuste por la inflación, éste es aproximadamente el mismo salario
total de mi abuelo en 1929, el cual usó para mandar a sus hijos a la
universidad. El agricultor de hoy en día gana el mismo salario que mi
abuelo en 1929 y se encuentra en el segmento más pobre de la población
total. Sólo si sus hijos son lo suficientemente listos, consiguen becas, o
están dispuestos a contraer una deuda vitalicia, podrán asistir a la
universidad. Los granjeros de los Estados Unidos rurales están
sobrecargados de trabajo, mal pagados, y viven en un ambiente poco
saludable, respirando aire cargado de herbicidas, pesticidas y fungicidas,
y polvo levantado por el viento de la tierra tóxica desnaturalizada. ¿Cómo
pueden sobrevivir así las granjas y sus agricultores? ¿Cómo entra en
juego la agricultura regenerativa?

Beneficio y valor real


Mi argumento principal en este capítulo es que deberíamos
considerar estos datos como las estadísticas y no someternos a juicios de
valor en cuanto a nuestra gestión de las finanzas de la finca. La mayoría
de estas operaciones no son económicamente prósperas y muchas
familias agrícolas ganan la mayoría de sus ingresos en otras actividades
económicas. Éstos son los hechos y tenemos que enfrentarnos a ellos. Una
vez que hayamos hecho esto, pongamos fin a una tendencia que ayuda
menos de lo que parece.
En todo el país (y el mundo) se imparten conferencias y talleres
dirigidos a agricultores y ganaderos para enterarse de nuevas ideas de
agricultura o marketing, y en la mayoría de ellos, los presentadores
explican su material cubierto de un velo de mito que lo penetra todo. El
mito en cuestión es el de la agricultura rentable.
Se busca convencer a los agricultores de la rentabilidad de cultivar
frambuesas en invernaderos de plástico, o cultivar peces en tanques en la
granja, albahaca en el agua de deshecho, o comprar semilla XYZ de la
empresa PDQ para aumentar el rendimiento de sus cultivos. Si la
agricultura fuera tan rentable, personas de todo el continente estarían
llegando en manadas para entrar en esta ocupación prestigiosa con salarios
altos, y los caminos para llegar allí serían conocidos y claros. Pero ese no es
el caso en absoluto. Todos esos talleres transmiten el mito hueco de
rentabilidad. “Compre esto y conseguirá rendimientos más altos para
tener más beneficios”. “Con uno de estos aparatos caros, tendrá la mitad
de trabajo y conseguirá hacer el doble en la mitad del tiempo y será más
rentable”. “Fumigue esto para mayores beneficios”. “Añada esto para
conseguir mayores beneficios”.
¡Supéralo! ¡La agricultura no es rentable! Realmente lo que habría
que decir es que nuestro sistema económico no describe de manera
precisa lo que es la agricultura, lo que hace y el valor auténtico que tiene
para la humanidad. La agricultura es lo que es y no cabe en la ordenada caja
de la teoría económica. Vivir de una finca o rancho y pagar las facturas en
flujos de liquidez absolutamente erráticos y a veces mínimos es un reto
para todos aquellos que lo hacen.
En mis diecisiete años como agricultor regenerativo, he visto un
sinfín de agricultores (jóvenes y viejos) entrar en el sector y, en unos pocos
años, quebrar y perder la granja. Una razón recurrente por la que muchos
la perdieron es que funcionaban según el mito de que iba a ser rentable.
Se creían más listos o eran más jóvenes. Estaban orientados al marketing,
especializados, diversificados; o algo similar les daría una ventaja
brillante sobre el resto. Cada una de estas personas se metió en la
agricultura y después perdió sus sueños y los ahorros de vida al creer en el
mito de la agricultura rentable.
Mi consejo es ¡supéralo! Tu explotación agrícola probablemente no
pagará todas tus facturas. No te machaques por esto. No te midas
contra un estándar que nadie puede conseguir en este sector.

Replantación de ecosistemas
Esto no quiere decir que no te hagas agricultor o ganadero. Lo que sí
significa es que estás jugando al blackjack contra “el casino” y la casa
está utilizando una baraja trucada. La vida rural compensa mucho y, a
pesar de que la agricultura no sea rentable, podemos averiguar cómo
quedarnos en el campo, permanecer en la granja y vivir una buena vida.
Que el negocio quiebre es una de las muchas formas de ser insostenible.
Espero haber presentado un argumento suficientemente razonable
sobre la agricultura anual y su insostenibilidad ecológica.
Los ecosistemas perennes enteros, intactos, tridimensionales,
diversos en especies, se destruyen por el arado, la roturación o los
herbicidas para plantar cultivos anuales. La tierra desnuda sin acolchado
perenne sufre de erosión por el viento y se la lleva la lluvia. La
agricultura anual destruye el mantillo. Esto no es una creencia. Es un
hecho que tiene más de 6.000 años de historia detrás y más de 100 años
de datos agronómicos detallados que lo demuestran. Si la agricultura
anual no degradase el mantillo, nadie tendría que comprar fertilizante ni
tendría que añadir suplementos minerales o hacer compost, rotar los
cultivos o dejar sus campos en barbecho. Con la agricultura anual, se
degrada la base de recursos e incrementa la necesidad de insumos. Los
rendimientos decrecen con el tiempo y, finalmente colapsa la economía
agrícola. En todas las instancias hasta ahora, cada cultura (y rezo para
que no sea el caso con la actual) basada sobre la producción y consumo
de cultivos anuales ha colapsado. ¿Cómo hacemos las cosas de manera
diferente? Utilizando la agricultura regenerativa.
Partiendo de nuestra situación actual, propongo retomar nuestra
relación con el proceso de la sucesión natural y “cultivar” activamente en
conjunto con el proceso de regeneración y las especies involucradas, y
con la ayuda del paso del tiempo. Es el momento de invadir los campos de
maíz con hierbas perennes y cultivarlas. Es hora de volver a plantar los
arbustos y las frutas de caña como una sucesión temprana de matorral
mientras pastoreamos el ganado en el forraje entre las hileras y
cosechamos de nuestras tierras de arbustos. Es hora de volver a plantar
los árboles fotofílicos que se alzan hacia el cielo por encima de los arbustos
y se cubren de parras, mientras debajo crecen plantas que toleran la
sombra y hongos para completar el sistema. Volver a plantar el
ecosistema y cosechar los rendimientos. Lo increíble de este proceso es
que, en cuanto se arranca, los gastos de la granja empiezan a disminuir.
Esto es esencial para el éxito de una finca regenerativa.
Abaratar los costes
Una vez que se haya establecido un sistema ecológico perenne, se
quedará allí prácticamente para siempre. Puede parecer sencillo y algo
obvio que las plantas perennes duran mucho tiempo, pero lo que muchas
veces no se consideran son las enormes ramificaciones financieras que
conllevan. Cuando incurres en el coste de plantar solamente una vez y,
puedes dividir el coste de plantar entre la vida del cultivo en cuestión (sí,
algunos cultivos maratonianos, como los castaños o avellanos, durarán
más que los de corto recorrido como las frambuesas). Finalmente habrá
que volver a plantar las frambuesas y espárragos.
El gasto anual de plantar se acerca a cero cuando se amortiza durante
toda la vida de las plantas. Cuando los cultivos elegidos para el negocio de
agricultura regenerativa se adapten a las condiciones locales, estén
criadas específicamente para cosechar de jóvenes, resistan
genéticamente las plagas y enfermedades, se adapten a las condiciones
actuales de la tierra, y sean capaces de producir altos rendimientos sin
insumos, entonces verás que los costes de producción bajan una vez
más. Y a no hará falta fumigar para matar plagas, enfermedades u
hongos. Reducir el coste de producción es absolutamente vital para la
solvencia de la granja, hasta el USDA cita este punto una y otra vez en
sus boletines sobre el coste de producción:

Los agricultores más exitosos suelen mantener ratios más bajos


de costes sobre resultados, mientras los agricultores menos exitosos
tienen costes más altos por unidad de resultado.
Boletín Estadístico nº 974 del USDA

Se repite este mantra boletín tras boletín y es una de las razones por las
cuales la “Gran agricultura” sigue haciéndose cada vez más grande.
Cuanto más grande el campo, más maíz se planta (o cosecha) a la vez.
Cuantas menos veces se pasa por un campo, más bajo es el coste de
producción. Cuanto más bajo es el coste de producción, más ingresos
potenciales hay por hectárea para el agricultor. Sí, una manera de rebajar
el coste por fanega o kilo es incrementar el tamaño de la explotación, pero
en última instancia, lo que será más efectivo para el granjero será imitar la
naturaleza. Por lo que sabemos, la naturaleza nunca ha gastado un
centavo en producir cultivos de alimentación básica. Durante milenios, la
naturaleza ha cultivado castaños, avellanos, cerezos, manzanos, uvas,
frambuesos, groselleros, arándanos, pecanes, jicorias, robles, moreras,
kiwis, asimina, granados, y miles de otros cultivos comestibles altamente
nutritivos sin gastar nada. Aldiseñar nuestros sistemas de producción de esta
manera, podemos obtener el beneficio de los métodos de producción con
los costes más bajos que haya conocido la humanidad.
Frenemos brevemente aquí para considerar lo que comentamos al
principio de este capítulo. Las condiciones del sistema actual hacen que
muchos agricultores obtengan la mayoría de sus ingresos a través de
actividades fuera de la granja. Como la gravedad, es una observación
innegable. Así funcionan las cosas. Estas son las condiciones bajo las
cuales debemos crear la agricultura abundante y ecológica delfuturo.
Una de las estrategias de diseño de permacultura aplicable en este
caso es observar y entender cuáles son las condiciones del sistema. A
partir de ahí, se diseña un sistema agrícola que trabaja con el sistema
económico actual para crear un cuidado apropiado de la tierra y de la
gente, además de una redistribución justa de los productos. Habiendo
despachado el mito de la agricultura rentable, podemos mirar de manera
más clara nuestro negocio agrícola y diseñar un sistema que no nos cueste
nada.
Si gastamos anualmente 600$/hectárea en insumos, roturar, herbicida
y semilla para plantar maíz, y después el granizo destruye la cosecha,
seguimos habiendo gastado 600$ en cada hectárea cultivada. Si
decidimos aprovechar las economías de escala al comprar maquinaria
enorme y más hectáreas de tierra, entonces ese coste de producción de
600$ se multiplica por el número de hectáreas cultivadas y tenemos que
añadir el coste adicional de la maquinaria más grande. Las estadísticas del
USDA desde el año 1999 muestran que un agricultor asume gastos de hasta
600$ por hectárea al año (cada año) para un terreno de 40 hectáreas, para
poder producir un cultivo. Eso es un coste anual de casi 25.000,00$ para 40
hectáreas de maíz, sólo para que la cosecha se destruya por el granizo.
Queda claro que en estas condiciones es necesario conseguir otro trabajo a
tiempo parcial en la ferretería.
Para continuar con este ejemplo, esta vez utilizando New Forest
Farm en Wisconsin, con sus 40 hectáreas, como muestra de granja de
agricultura regenerativa, en 2010, los costes anuales de producción
ascendieron a un total de 8.672$, o 215$ por hectárea. Esto es un
aproximadamente un tercio de los costes de producción de una granja de
cultivos anuales. Lo que es significativo del caso de New Forest Farm es
que la mayoría de los gastos se debían a la plantación de 15 hectáreas de
cultivos anuales: girasoles (cultivo oleaginoso) y calabaza de invierno,
ambos elegidos como cultivos comerciales de retorno alto. Si
consideramos solamente los 16.000,00$ en ahorros anuales al año,
parece obvio que la inversión adelantada para los materiales de plantas
perennes se amortiza bastante rápido sencillamente al no plantar cultivos
anuales. No quemar combustibles al evitar arar los campos supone
menos trabajo y cuesta menos.
Recuerda una vez más que propongo cultivar ecologías perennes no
para producir cultivos exóticos o de alto valor especializado, sino para la
producción de cultivos de alimentación básica. La agricultura
regenerativa consiste en cultivar ecosistemas de policultivo perenne para
producir los hidratos de carbono, las proteínas y los aceites necesarios
para el consumo básico de la sociedad. Esto no ocurrirá si lo único que
hacemos es repetir lo que se hace con tantos cultivos leñosos
alimenticios convencionalmente. En la agricultura regenerativa, no
gestionamos nuestros cultivos de la misma manera que en un
monocultivo.

Permitir la tendencia natural


La industria de avellanas en Norteamérica ha sido ubicada
principalmente en Oregon, Washington y Columbia Británica, pero las
plantas usadas son el avellano europeo (Corylus avellana). En su hábitat
natural, el avellano europeo es un gran arbusto con múltiples tallos.
Durante la civilización romana antigua, se comenzó a cultivar los
avellanos intencionalmente, plantándolos en filas ordenadas como
soldados y obligando a los campesinos pastores trashumantes a
establecerse en un lugar fijo y convertirse en agricultores súbditos.
Desde entonces, se pasó de utilizar el avellano silvestre a seleccionar
plantas individuales de rendimiento superior, que luego fueron
propagadas vegetativamente y plantadas en monocultivos masivos.
Insatisfechos con un arbusto desmelenado como plataforma de
producción, se realiza la poda de rejuvenecimiento a los avellanos
europeos, reduciendo el número de tallos desde docenas hasta una
cantidad gestionable. Hoy en día, en varias zonas de Europa, se cultivan
los avellanos en macizos de tres o cuatro tallos. La práctica más
extrema se encuentra en los Estados Unidos donde los productores
podan el arbusto a un solo tallo y aun así esperan que se comporte como
un pequeño árbol de huerta.
Cada año, esta planta tiene la tendencia natural a lanzar más
vástagos desde el cuello de la raíz. Estos vástagos se quitan por la poda
o se mantienen al mínimo al rociar el brote con productos químicos u
hormonas disruptivas. Al aplicar tanto trabajo innecesario y no permitir al
arbusto crecer con su forma natural, como arbusto, el productor
moderno de avellanas crea más problemas a solucionar. El avellano no
puede convertir el exceso de energía almacenada en sus raíces en
formar vástagos desde el tocón (lo cual caracteriza la planta como un
arbusto de tallos múltiples) por lo que la planta dedica la energía de sobra
a formar una maraña de ramas en la parte superior. El dosel de lo que
antaño era un arbusto, ahora obligado a convertirse en árbol, se
convierte en una maraña de ramas que se dan sombra unas a otras y
reducen el rendimiento de frutos secos. Este problema se soluciona
podando o aclarando la parte superior de los avellanos. Una vez más, los
conceptos sobre cómo la naturaleza debería comportarse crean los
problemas en la huerta moderna, en este caso el concepto de que el
avellano “debería” gestionarse como un árbol pequeño. Aclarar un
macizo de arbusto hasta un tallo único causa brotado rampante desde el
tocón, la poda de los brotes en la base causa una maraña de crecimiento
superior, la cual requiere aún más poda.
Al interferir al comienzo, hemos triplicado automáticamente el
trabajo necesario para cultivar esta planta silvestre antiguamente fácil de
producir.
De alguna manera, a través de los siglos, hemos llegado a creer que
los arbustos de avellano silvestres en las asociaciones de plantas de
policultivo deben actuar como árboles y se deben cultivar en falanges de
monocultivo como las legiones romanas originales.
Obligar a la naturaleza a actuar según nuestros conceptos requiere
trabajo, tiempo, energía y mano de obra. Cuando trabajamos para obligar
la naturaleza a cumplir con nuestros conceptos, nos ocasiona más
trabajo. Las plantas tomadas fuera de contexto y cultivadas en
aislamiento forzado, fuera del mundo natural, desarrollan enfermedades
y son atacadas por plagas, y acarrean aún más trabajo e insumos caros.
El efecto que tiene esto en la industria de los cultivos leñosos
tradicionales es que se produzcan bayas o fruta demasiado caros para
consumirse como cultivos de alimentación básica a nivel masivo. Debido
a esto, se han convertido en artículos “especiales” y caros para picotear
en los festivos y celebraciones en vez de un alimento diario.
La única manera de convertir plantas leñosas en cultivos de alimento
básico es dejar de trabajar tanto para mantenerlas. Deja de producir
monocultivos. Devuélvelas a un contexto más natural de simbiosis con
otros árboles, arbustos, plantas y animales. Deja de poner paños
calientes a las variedades débiles y enfermizas que necesitan insumos
constantes de medicinas químicas para mantenerlas vivas y libres de
plagas, y deja de obligar a los arbustos a ser árboles. Permítelos crecer libres
y sin cadenas, hasta donde sea práctico. Intenta descubrir lo que podemos
dejar de hacer y aún seguir cosechando.
Con una selección correcta de plantas que prosperan y producen
altos rendimientos en sistemas perennes seminaturales, podemos
producir cultivos comestibles altamente nutritivos al coste más bajo posible.
No existe un sistema agrícola dependiente de insumos que pueda producir
alimentos básicos con un coste tan bajo como un sistema sin insumos. En la
medida que nuestros sistemas de producción se aproximen más a los
sistemas naturales, nuestros costes de producción se acercarán a los de
la naturaleza. Todavía nadie ha logrado una producción a menor coste
que el de la naturaleza.

La diversidad es más productiva


Sin embargo, una operación agrícola exitosa no puede depender
solamente de bajar los costes de producción. Necesitas realmente
producir algo y luego ese producto tiene que llegar al mercado. Si los
sistemas que plantamos en la agricultura regenerativa son complejos, el
tema delrendimiento también supone cierta complejidad.
En el momento de escribir esto, sólo existen dos estudios de campo
de agricultura regenerativa auspiciados por universidades, casualmente,
los dos se encuentran en el corazón del “Cinturón de Maíz” de Illinois.
Fueron establecidos en 2012 por el Instituto de Agricultura Regenerativa,
de manera que todos los datos son recientes y no tienen años de producción
que aportar. Estos terrenos de investigación, gestionados por la Universidad
de Illinois en Urbana-Champaign, son los sistemas de policultivo perenne
más complejos estudiados hasta la fecha y a pesar de este hecho, siguen
siendo ecológicamente escasos. Están compuestos de apenas seis cultivos
leñosos perennes y un cultivo de callejón, uno de los cuales es heno de
herbáceas perennes y se empezó la segunda parcela de investigación con
maíz. Los investigadores adjudicados a los proyectos debaten actualmente si
deben convertir el cultivo de callejón de maíz a heno inmediatamente o
cultivar maíz durante un año antes de cambiarlo. Su proceso de toma de
decisiones supera mi categoría salarial y probablemente se esté llevando a
cabo para obtener los datos estadísticamente más relevantes para
comparar con otras investigaciones. Algunos indicadores a medir serán el
flujo de carbono (cuánto fluye por el sistema, cuánto acumula y se volatiliza,
etc.), el rendimiento total de la parcela, el número total de calorías de
ingestión humana, la cantidad total de nutrición producida para el
consumo humano, el total de energía de biomasa producida, y los costes
monetarios totales de producción, entre otros. Estos trabajos de investigación
son los que deberíamos estar observando.
Otras investigaciones de rendimiento se están realizando en
MacDaniels Nut Grove y Dilmun Hill Student Farm en la Universidad de
Cornell, Ithaca, Nueva York y, de manera más significativa, en el Centro
de Agrosilvicultura de la Universidad de Missouri-Columbia.
Durante más de veinte años, el Centro de Agrosilvicultura ha
recolectado datos de rendimiento de varias prácticas de agrosilvicultura en
el Medio Oeste, y demuestran que, con el tiempo, los rendimientos de las
cosechas dentro de un sistema de agrosilvicultura no bajan, sino más bien en
muchos casos incluso suben. La investigación ecológica, practicada por
ecólogos y no por agroecologistas (en mi opinión, no parecen estudiar
mucha ecología) muestran que, en lo referente al rendimiento total del
lugar, cuanto más haya mejor. De manera consistente, a través de
décadas de investigación ecológica, se ha mostrado que cuanta más
diversidad de especies hay en un lugar, se obtiene mejor rendimiento total.
Como agricultores, ¿no es esto lo que realmente procuramos? ¿Cómo
obtener el mayor rendimiento total de mi tierra? Cuando unes esta
pregunta con minimizar los gastos por cada hectárea, ya tienes dos de los
tres factores esenciales para que la agricultura trabaje a tu favor. Por medio
del perennialismo y un programa activo de fitomejora en la misma granja,
los cultivos se producirán a costes cercanos a cero, y por medio de la
diversidad de especies, se incrementará el rendimiento total del lugar. Sí,
se incrementa el rendimiento total del lugar, pero ¿qué pasa con los
cultivos individuales? Si se planta un sistema diverso, ¿habrá suficiente
cantidad de un cultivo específico para recolectar, procesar y venderlo de
manera eficaz? La respuesta a esa pregunta, en estos momentos, es sí,
pero todavía no se sabe a qué escala ocurren estas eficacias. Ya que está
información todavía no se ha estudiado, vamos a llevar la conversación al
tema del marketing. La pregunta sobre las economías de escala va en
paralelo al mantenimiento, recolección y procesado, además delmarketing.
Trabajando en cooperativas
En el suroeste de Wisconsin en 1988, se unió un pequeño grupo de
productores ecológicos para ver si podían solucionar un problema común.
Todos eran pro- ductores a pequeña escala, y el mayor que había entre
ellos en ese momento sólo cultivaba unas 8 hectáreas de hortalizas.
Todos cultivaban más producto del que podían vender a través de sus
mercados individuales. La pregunta que los reunía era “¿cómo podemos
trabajar en conjunto para combinar nuestros productos y acumular
suficiente volumen como para cargarlo en un camión y conseguir acceso
a los grandes mercados al por mayor?” Esto llevó a la formación de lo que
primero se llamó la “Cooperativa de Productos Ecológicos de la Región de
Coulee”, con las siglas CROPP. Sus productos tenían demanda en el
mercado cado, pero como la región sólo tiene unos 100 días sin heladas, su
tiempo dentro del mercado para vender sus productos ni abarcaba un
tercio del año entero. Se contemplaron otros artículos comercializables
para mantener el negocio a la vista de los compradores durante el año
entero. Algunos de los agricultores comenzaron a vender su leche
ecológica a un pequeño fabricante de queso local para que pudiera hacer
queso almacenable y comercializable todo el año. Lo que empezó con
solamente un grupo mínimo de colaboradores muy comprometidos hace
veinticinco años atrás, enfrentándose a retos cambiantes constantes, es
una de las historias de éxito más increíbles en la agricultura
norteamericana en tiempos recientes. Desde estos principios humildes,
nació la cooperativa propia de los granjeros conocida como Organic
Valley, que ahora tiene más de 1.600 miembros. Los detalles de cómo creció
Organic Valley durante los años son menos importantes para nosotros en
este momento, ya que buscamos entender cómo funciona el modelo
general de operación de la cooperativa.
Organic Valley (y ahora Organic Prairie para productos cárnicos) es
una cooperativa. La mayoría de los granjeros-propietarios son
agricultores a pequeña escala.
Todas las granjas son propiedad de una familia. Su tamaño va desde
productores de menos de una hectárea hasta granjas lecheras con varios
centenares de vacas. La parte comercial de la cooperativa actúa según el
principio organizador de los socios y la gestionan los mismos productores.
Cada equipo de producción (lácteos, huevos, verduras, soja, piensos,
cítricos, carne) dentro de la cooperativa tiene su propio ente directivo
encargado de la planificación. Los socios crían o cultivan sus
productos, y luego los entregan a instalaciones centralizadas para el
procesado básico. Los huevos se recogen en la granja y se entregan a
una instalación común para limpiarlos y embalarlos; las hortalizas se
llevan a un almacén centralizado para embalado comercial y distribución.
La leche se recoge en la granja y se entrega a varias centrales lecheras
para embotellarse como leche líquida, o se convierte en mantequilla,
queso, yogurt, crema de queso y otros productos dentro de una amplia
gama de lácteos de valor añadido. Este tipo de modelo de cooperación
hará que los agricultores regenerativos tengan cada vez más éxito con
el tiempo. En vez de obtener las economías masivas de escala a nivel
de monocultivo, plantando decenas de hectáreas de maíz, por ejemplo, las
economías de escala se trasladan al nivel de procesado. Se recolectan
diversos productos y se entregan en los centros de procesado
correspondientes. Y a que muchas de las granjas de Organic Valley
tienen un tamaño más pequeño que la media en escala, en muchos
casos sus costes de producción son más altos que los de sus homólogos.
En el mundo de la “Gran Agricultura”, esto equivaldría a un granjero
menos eficaz que ganase cada vez menos dinero, quien se vería obligado
a vender su finca al vecino más grande y más eficaz. Parte de lo que
hace funcionar al modelo de Organic Valley es que los mismos
agricultores son copropietarios de la compañía de procesado y
comercialización. Según crece la compañía e incrementan sus ventas,
ellos reciben dividendos sobre su inversión original para hacerse socios.
Otra parte de la fórmula exitosa, la cual comenzó con la cooperativa
láctea, fue la decisión de institucionalizar el pago de un precio justo y
constante a sus socios. En vez de sufrir las fluctuaciones en el precio de la
leche según los caprichos del mercado (cuyo motor frecuentemente es
pura especulación para hombres con traje en ciudades lejanas de las tierras
productivas), el Comité Ejecutivo de Lácteos consulta con los socios y se
decide un precio justo para los granjeros, sin fluctuaciones exageradas,
para asegurar una economía digna de su trabajo y una liquidez constante
y predecible sobre la cual las familias puedan realizar su planificación
financiera. El precio que se paga a los agricultores y rancheros de Organic
Valley suele ser más alto que en otros lugares, y este precio más alto se
filtra por la organización. Esto ha causado sus propios retos de
crecimiento y expansión, algo ventajoso en sí, porque ha forzado
creatividad dentro de la gestión de la organización.
Y a que los sistemas de agricultura regenerativa son casi
infinitamente más diversos que un monocultivo de maíz, o incluso la
explotación de lácteos, huevos y verduras de Organic Valley, un agricultor
regenerativo debería tener la cautela de empezar su empresa sabiendo
que, en última instancia, entrará en colaboración con otros.
Los estudios ecológicos nos aportan la evidencia para saber que los
sistemas de agricultura regenerativa producen un mayor rendimiento total por
hectárea que el monocultivo anual. No obstante, las cosechas de cada
cultivo individual probablemente sean más pequeñas en volumen por
granja que la cosecha del mismo cultivo comercial en monocultivo. Con
el tiempo, se necesitará la agregación entre agricultores de la propiedad,
el procesado y las iniciativas de valor añadido y comercialización. Estas
centrales de agregación acumularán los productos básicos (por ejemplo,
las avellanas) para quitar las cáscaras blandas y duras, separar las
cáscaras de los frutos, y procesar estos en los productos de valor añadido
que decida la empresa. La misma entidad corporativa puede ser dueña de
varias centrales de agregación, como en el caso de Organic Valley, o
pueden ser entidades empresariales independientes. Ocurra lo que
ocurra, acabará siendo necesaria una infraestructura básica para el
procesado básico de todo lo que se produce en el ecosistema de cada
región. Una agregación de todo, desde frambuesas hasta pecanes y
jicoria, desde hierbas medicinales hasta aceites comestibles y
combustibles para maquinaria, se necesitará con el tiempo.

Poder de innovación
La población humana no es pequeña. La creación de estos centros de
agregación, procesado y gestión tendrá que realizarse de una manera
masiva y extendida, no meramente como empresas “especializadas”,
aunque puede que tengan que empezar así.
La mayoría de los productos cultivados en los sistemas de agricultura
regenerativa ya son cultivos de mercado masivo. Esto ayuda dado que el
equipo necesario para manejarlos y procesarlos ya existe. No obstante, sólo
existe para los que se basan en el monocultivo. Necesitamos inventar
maquinaria de recolección, mantenimiento y procesado para su uso en los
sistemas de policultivo. Aunque esto pueda parecer un reto insuperable
para los que les gustaría aferrarse a la inacción, realmente no lo es.
Existen máquinas que hacen todo desde recolectar bayas hasta clasificar y
separarlas por tamaño, peso, densidad relativa, firmeza, color, etc.
Hay máquinas que pueden taladrar tu cerebro sin dañar la materia
gris, y hay máquinas que pueden volar hasta Marte y dar vueltas durante
algunos años sin un conductor a bordo, mientras envían fotografías de
vuelta a la Tierra. Aunque el equipo no exista actualmente para
recolectar el saúco cultivado en policultivo, no significa que no pueda
existir pronto. Cuando haya suficientes productores con sistemas de
agricultura regenerativa establecidos, habrá suficiente demanda del
equipo necesario por parte de esos agricultores. De hecho, la fabricación
de maquinaria para policultivos representa otra oportunidad de inversión o
carrera en la agricultura regenerativa. Esto nos lleva a otro punto
interesante.

Más puestos de trabajo


Una de las cosas fascinantes del proceso de la agricultura
regenerativa es que además de los sistemas de plantas y animales que
progresan en paralelo con la sucesión ecológica, los mismos resultados
obtenidos en la granja y la región agrícola serían aplicables en un
ecosistema natural. En un ecosistema natural, hay muchos nichos
disponibles como hábitats para una diversidad de seres vivos. Cuanto más
diverso es un sistema, mayor es el rendimiento total y más diversas las
formas de vida que puedan existir allí. Cuando se erradica el ecosistema
diverso y se reemplaza con un monocultivo de maíz, los únicos nichos que
quedan son para la oruga del maíz (Helicoverpa zea), los hongos
Ustilaginomycetes y un agricultor de maíz en un poco menos de mil
hectáreas.
Según incrementaba la escala de la agricultura en el siglo XX,
docenas de granjas familiares fueron desplazadas por uno o dos
operadores grandes. Miles de pueblos que antes eran prósperos se
marchitaron y se los llevó el viento hasta que, como el ejemplo de Ash
Ridge, Wisconsin, muchos solamente están habitados por dos camioneros,
tres jubilados y unos pocos gatos callejeros.
Según empecemos a aumentar la salud del ecosistema actual, se
vuelve más perenne, mejora la tierra y la diversidad de las especies
aumenta, y entonces se obtendrán mayores rendimientos. El sistema
acabará creando más nichos, lo cual significa más medios de vida para
sostener mayores cantidades de plantas y animales, y más nichos para las
personas también. En un sistema más saludable, se crean más negocios
porque se han creado más oportunidades. Destruye la ecología y destruyes
la economía. Restaura la ecología y restauras la economía. La agricultura
regenerativa genera la base de recursos para el futuro. Nuestros ancestros
heredaron un planeta rico y diverso, limpio y saludable. Eran capaces de
retirar recursos de la cuenta de ahorros de la naturaleza y crear la
civilización más próspera de toda la historia de la humanidad.
Nosotros, por otro lado, hemos heredado una escombrera radioactiva,
tóxica y pelada, que ya no tiene manadas masivas de bisontes, los
salmones ya no atascan los arroyos, y las bandadas de palomas migratorias
ya no tapan el sol durante días. Se ha erradicado toda nuestra historia de
bosques, salvo algunos parques museísticos, para forrar unos pocos
bolsillos con dinero y para fabricar papel higiénico para el resto de
nosotros. Las vastas praderas ahora existen como remanentes
fragmentados intentando sobrevivir. El gran castaño americano ya no
cubre con su manto el este de Norteamérica, y ha dejado de
proporcionarle millones de toneladas de alimento altamente nutritivo con
cero costes en dólares o insumos.
La agricultura regenerativa pretende plantar la abundancia natural del
futuro. Nadie está fabricando más naturaleza para que la heredemos. Es
nuestra responsabilidad crear un planeta rico, abundante, verde y vivo que
nuestros hijos y nietos heredarán. Con la agricultura regenerativa, se
crearán cada vez más nichos ecológicos y podremos llenarlos de personas.
La naturaleza los rellenará con otros seres vivos, solamente si le damos el
espacio y eltiempo. La restauración del eco- sistema es un ciclo virtuoso que
nunca debe parar. Los ecosistemas producen más recursos, más comida,
más medicina, más biocombustibles, y más ingredientes industriales que la
tierra desnuda y expuesta. La agricultura regenerativa es la columna
vertebral de una economía regenerativa que se encuentra en sus albores.

Estabilidad durante la transición


Puede que no consigamos todo lo que queremos durante nuestras vidas. El
proceso de construir negocios exitosos basados en la agricultura
regenerativa puede tardar algún tiempo en conseguirse. Arranca a
trompicones en varios lugares del país y cobra más fuerzas cada día. Como
los sistemas ecológicos de los cuales toman su modelo las granjas de
agricultura regenerativa, típicamente empiezan con un suelo ralo y
lentamente aumentan su profundidad y complejidad. Tengo diecisiete años
de experiencia en la cooperativa de Organic Valley (CROPP) y durante
ese tiempo la he visto evolucionar de una empresa de hortalizas y quesos en
la cual todos los empleados cabían alrededor de dos mesas de merendero
en LaFarge, Wisconsin, a una organización de largo alcance con
productores desde el océano Atlántico hasta el Pacífico (incluyendo
Canadá), donde se realizan las juntas anuales en múltiples estadios
públicos de deportes y se retransmiten en directo por satélite. Este
proceso de agricultura regenerativa tarda su tiempo y debe empezar hoy,
con la participación de cada uno de nosotros.
Sin embargo, no podemos sentarnos a esperar hasta que esté
establecida la infraestructura de agregación y procesado. Los árboles
tardan en crecer. Los sistemas ecológicos tardan en madurar. Se tardan
años, y en algunos casos pueden pasar varias generaciones para que
algunos ciclos de plagas y
Se tardan años, y en algunos casos pueden pasar varias
generaciones para que algunos ciclos de plagas y enfermedades
lleguen a un equilibrio razonable. El momento de plantar estos sistemas
es ahora, para que realmente tengamos los cultivos necesarios para
alimentar a una población en rápida expansión.
Si hacemos esto mientras ganamos la mayoría de nuestros ingresos de
fuentes fuera de la granja, nuestra situación no será peor que la de nuestros
vecinos pro- ductores de maíz (una vez más, me disculpo con los
productores de maíz y soja. Sencillamente me veo rodeado por este cultivo
casi hasta donde alcanza la vista. Si estuviera en la zona de trigo, estoy
seguro de que diría lo mismo sobre ellos). No solo no estaríamos peor, sino
que nuestra situación sería bastante mejor.
Al plantar cultivos diversos, hemos diversificado nuestras apuestas y
repartido el riesgo. Si la temporada es buena para un cultivo, tal vez no lo
sea para otro. Si una helada tardía destruye los manzaneros, al menos
tendremos avellanas o castañas, aronia u hongos shiitake, o cualquier
número de otros cultivos. A corto plazo, estaremos mucho mejor porque
nuestros ingresos se distribuirán en una durante un período más largo, lo
cual nos dará cierta estabilidad de precios e ingresos. En el otoño, cuando
todo el mundo en Norteamérica ha obtenido una abundancia de trigo
cosechado, el precio llega a su punto más bajo en todo el año. El
excedente fuerza precios más bajos. Esto puede superarse en parte al
construir instalaciones de almacenamiento y comerciar con futuros de
productos básicos en los mercados bursátiles, ¿pero a qué precio?
Parecería ser que la única solución que tiene la agricultura anual
convencional para los problemas que ella misma creó es gastar más y
hacer más, esperando que esta vez la solución no genere más trabajo o
peores ingresos para el agricultor, a pesar de que siempre termina
ocurriendo. Dicen que Albert Einstein definió la locura como “hacer la
misma cosa una y otra vez y esperar resultados diferentes”. La “Gran
Agricultura” industrial del monocultivo se ajusta a esa descripción. Con un
sistema diverso, los cultivos se cosechan durante una temporada más larga
y la volatilidad de los precios es menor en cultivos con períodos más cortos
de exceso de oferta.
A largo plazo, el agricultor regenerativo estará mejor por muchas
razones, pero si no fuera por ninguna otra cosa, al menos estaremos mejor
porque hemos creado un paisaje especialmente hermoso que podrá
venderse a buen precio cuando finalmente nos jubilemos.

Procurarte la pensión
Hace unos cuantos años, entrevisté a un granjero propietario de una
explotación ganadera láctea en una zona invadida por urbanizaciones.
Durante todo el verano rotaba su manada en el sistema y cosechaba
heno para usar en el invierno. Su finca era uno de los sistemas de
silvopastura más hermosos que he visto, con un dosel de cerezo negro y
robles de diferentes tipos. Tenía una manada de 75 vacas Jersey que
pacían en la hierba verde con sombra moteada. Las vacas se habían
acostumbrado a acercarse a la valla en la carretera cuando se detenía
un coche, algo frecuente. Ésto era porque la gente que vivía en la
urbanización de al lado paraban de camino a casa después de recoger a
sus hijos de la guardería o del colegio, y alimentaban las vacas con
zanahorias, manzanas o manojos de hierba. Los niños decían “mu” a las
vacas, que respondían “mu”.
Al crear una hermosa granja de silvopastura, este granjero influenció
a un número indeterminado de niños suburbanos y les ha proporcionado
una vida de recuerdos bonitos. Su sistema ha actuado de embajador de
la agricultura ecológicamente sostenible y humana durante años, y
existirá durante siglos en los recuerdos e historias familiares de los que
fueron inspirados por su belleza pastoral.
En contraste, la lechería de confinamiento de 280 vacas se
encontraba en la finca contigua. Dicha explotación tenía un edificio de
doble pared chapado en hierro como la armadura de un carro de
combate militar. Se erguía sobre una losa hundida de hormigón a prueba
de escapes, rodeada de una valla de alambre, con la puerta siempre
cerrada con llave. Este edificio contenía los suministros químicos de la
granja. En otro edificio se almacenaban los fertilizantes al por mayor,
apilados en enormes montones. La infraestructura que suscitaba la
mayor controversia y finalmente llevó al granjero a la ruina fue un
gigantesco depósito enorme de acero azul que contenía estiércol.
Cuando se llenaba el tanque, los empleados de la granja pasaban un
día entero llenando camiones de estiércol líquido para rociarlo en las
praderas. Esto no es una mala práctica en sí, pero, al haber estado el
estiércol almacenado en condiciones anaeróbicas durante largos
períodos, el olor era muy fuerte. Los vecinos de los alrededores llevaron
al agricultor a juicio para que dejara, según sus palabras “de apestar el
vecindario”. El granjero alegó, con razón, que él había llegado allí antes y
que siempre había gestionado su granja así; la gente sabía que era un
granjero lácteo y que se dedicaría a esparcir estiércol periódicamente.
Además, argumentó que no infringía ninguna ley, siguiendo todas las
mejores prácticas de gestión actuales, y que su depósito de almacenaje
de estiércol era muy superior a las lagunas con fugas que contaminaban
el agua freático tan comunes de la zona. El agricultor ganó el juicio, pero
los vecinos siguieron. Pronto empezaron a alegar que el estiércol
apestoso difundía enfermedades. En otra ocasión, se le echaba la culpa
de una plaga faraónica de moscas y todo tipo de enfermedades
dermatológicas y respiratorias.
Una vez en el tribunal, el ganadero asediado expresó su frustración.
“Soy un granjero lácteo como el tío de la finca de al lado. ¿Por qué me
están procesando y a él no?” El consenso general era, “No, no eres igual
que el otro granjero. ¡Su granja no apesta!”

Una vez más, el agricultor de confinamiento ganó en los tribunales,


pero había perdido su energía y sin duda una pequeña fortuna en
honorarios de abogado. Vendió la manada y puso la granja en venta.
A la vez que se puso en venta la lechería de confinamiento, hubo una
muerte en la familia del granjero de silvopastura contigua y su granja
también se puso en venta.
Ahora planteo la siguiente pregunta: En situaciones en las que estos
dos tipos de granja salen a la venta, ¿cuál se venderá a un precio más
alto? Finca A: 120 hectáreas de rastrojo de maíz o soja, una casa estilo
rancho de los años 70, con un pozo y una fosa séptica, estabulación libre
para 300 vacas, sala de ordeñado, almacén de fertilizador, depósito para
almacenar estiércol y un almacén reforzado para productos químicos (los
últimos tres probablemente clasificables como lugares contaminados con
residuos tóxicos). En cambio, Finca B: 120 hectáreas de praderas de
hierba verde, debajo de robles y cerezos enormes, un granero clásico de
1880, una casa restaurada de troncos tallados a mano de 1880, un pozo y
una fosa séptica.
Con la agricultura regenerativa, creamos un enorme valor a futuro.
Además de cultivar los alimentos y el suministro de madera sostenible,
estamos creando propiedades inmobiliarias bellísimas y con valor
añadido. Tanto el USDA como el servicio de extensión informan que ser
propietario de tierras agrícolas es la mejor estrategia financiera para un
agricultor.
El incremento continuado de los precios de la tierra es lo que permite
a los agricultores sacar beneficio de sus explotaciones. Si un granjero
había comprado tierra agrícola al principio de los años 70 cuando se
produjo el boom de la Gran Agricultura, y la había vendido en 2009, la
inversión inmobiliaria habría ganado un 882 por ciento en valor. La
agricultura rinde a largo plazo, si puedes pagar las facturas en el corto
plazo.
Incluso si el agricultor hubiera comprado la tierra a precios altos y
vendido a precios bajos, comprando al principio del boom del etanol
cuando las tierras agrícolas empezaron a subirse por las nubes y
vendiéndolas después de la recesión de 2008, la inversión inmobiliaria
hubiera ganado un 75 por ciento en valor. Para los que tienen acciones o
fondos durante el mismo tiempo, ¿hay alguien cuya cartera solamente
haya rendido un 75 de retorno sobre la inversión?
Todos estos números salen de la venta de campos de tierra pelada.
¿Qué ganancia en valor habría si compraras una granja de tierra pelada
y la transformaras en el jardín de Edén?
Además del valor inmobiliario especulativo, el creando valor real.
Estamos hablando de un trozo de tierra agrícola devastada transformada
en un ecosistema plenamente funcional y productor de comida, que sirve
de hábitat para una amplia gama de fauna silvestre y que permanecerá
así prácticamente para siempre incluso si no se cultiva activamente. El
agricultor regenerativo está plantando cultivos comestibles estables para
el consumo, y árboles que pueden podarse para con- seguir combustible
de biomasa, talarse para hacer papel higiénico, o cortarse para producir
madera de calidad para la construcción o la ebanistería fina. En un
apuro, el agricultor creador de un sistema de agricultura regenerativa
podría comprar una transplantadora de árboles y vender árboles de
tamaño completo como especímenes de paisaje comestible a sus
vecinos. La agricultura regenerativa usada solamente como un modelo
de inversión inmobiliaria es un modelo poderoso. En contraste con una
urbanización de Pladur levantada en pocas semanas por un promotor que
la quiere vender a especuladores inmobiliarios, la agricultura
regenerativa produce valor auténtico: alimento, combustibles, medicinas,
fibras, materiales de construcción, aire limpio, agua purificada, hábitat
para la fauna silvestre, belleza, renovación espiritual y más. Estas son las
cosas “auténticas” en la vida. Las personas pueden tener vidas
saludables y llenas sin necesitar una flamante propiedad en una
comunidad vacacional en la Costa Cálida. Sin comida nutritiva, aire y
agua limpia, y un lugar para pasear a las sombras de los árboles de la
mano de una persona amada, la vida realmente no vale la pena.

Beneficios y ahorros
Algunos lectores pueden protestar que sigo evitando responder la
pregunta fundamental: ¿puede un agricultor ganar algo de dinero con la
agricultura regenerativa? Concederé a esas personas el derecho a
preguntar, a pesar de varios hechos. En primer lugar, la mayoría de los
agricultores “regulares” tampoco están ganando dinero hoy en día,
mientras gastan tres veces más por hectárea de lo que gasta un
agricultor regenerativo. Segundo, los agricultores convencionales están
haciendo todo esto mientras progresivamente destruyen la base de recursos
y la envían al fondo del mar, contaminando las aguas freáticas y de
superficie, y desangrando lentamente las economías rurales hasta la
muerte. Además, hacen esto a expensas del contribuyente.
Para los que siguen insistiendo en preguntar: ¿pero puedo ganar algo
de dinero haciendo esto? Lo más probable es que sigas dentro del control
mental del “mito de la agricultura rentable” y probablemente no me creas
cuando me atrevo a decir que ¡sí! Para explayar, dejaré el asunto
enteramente en manos de la comunidad internacional de agrosilvicultura.
En todo el mundo, los sistemas de agrosilvicultura o agroforestería
(sistemas de agricultura regenerativa ecológicamente escasos) han sido
estudiados durante décadas y se han demostrado más rentables y
sostenibles que los sistemas de monocultivo. Desde sistemas de
agrosilvicultura con anacardos en Indonesia hasta la producción de
caucho en la India, o desde el café y cacao en África y América Latina,
hasta el nogal negro, pecán y los castaños en Norteamérica, la
investigación ha mostrado que la agroforestería lleva a mejores
resultados económicos. A continuación, unos ejemplos ilustrativos:
Vamos a utilizar al maíz como e je mplo una última
ve z:
El maíz puede rendir 220€/Ha. Produciendo
10Ton/Ha equivale a 2.200€ d e facturación bruta por
hectárea. Si restamos a e s t o los 450€ de c os te s de
producción, nos que da un rendimiento neto de: 1.750
euro/ha.
Ahora para castañas: las sabrosas castañas cuestan
8 euro/kg.
Producen 1.150 kg/ha (consideramos una cosecha por
debajo de la media), 9.200 euro/ha son las ventas en
bruto. Restamos 150€/Ha de costes de producción,
facturación neta de: 9.050 euro/ha.
¿Realmente hace falta seguir discutiendo esto? Ahora, ¿qué ocurre
si el agricultor de castaños también está recolectando 7.200 kilos de
arándanos rojos de la misma hectárea? ¿Y 2.000 kilos de espárragos?
¿Y 5 vacas, 10 cerdos, 25 pavos, donde viven una familia de azulillos,
una colonia de comadrejas comunes y al menos tres especies de flores
de pradera en peligro de extinción?
El Ce ntro de Agrosilvicultura de la Universidad de Missouri-
Columbia puede proporcionar los modelos económicos para aquellos
lectores aún sin convencer. Recomiendo ponerse en contacto con ellos y
estudiar sus modelos económicos. Visita su sitio web en
www.centerforagroforestry.org para más información. Deberíamos
aplaudir a estos investigadores y a toda la comunidad de agrosilvicultura por
la dedicación y el trabajo profesional que han realizado durante todos
estos años con tan poco reconocimiento y sin la mínima parte de los
fondos necesarios.
Un análisis económico de la agricultura regenerativa no estaría
completo si no volviese otra vez a los alimentos. La mayoría de los
estudios que he leído muestran que la mayoría de los agricultores
estadounidenses ni siguiera cultivan una gran parte de su propia comida.
Muchos tendrán un pequeño huerto de tomates, judías verdes y
calabacines, pero la mayoría de su alimento lo con- siguen de otros sitios.
La economía de cultivar nuestra propia comida puede ser
verdaderamente compleja, y en muchos casos puede probarse que no
tiene ningún sentido económico hacerlo.
Si un agricultor de trigo o un ganadero ya tiene una sobrecarga de
trabajo con sólo intentar realizar las tareas de su negocio agrícola principal,
probablemente no tenga tiempo libre para roturar, plantar, desherbar y
cosechar un huerto familiar. Si lo tuviera, seguramente lo descartaría
como una pérdida neta porque podría hacer algo más productivo con su
tiempo. Aunque esto no tiene sentido en términos de nutrición, en
muchos casos sí podría tener sentido económico.
No obstante, en una finca de agricultura regenerativa, cultivar tu
propia comida se convierte en un producto secundario de la empresa
principal de la granja. No importa la temporada, de primavera a otoño,
una granja de agricultura regenerativa aporta unos abundantes alimentos
para cosechar.
La actividad agrícola primaria en la primavera, por ejemplo, podría ser
cosechar espárragos para el mercado, aunque no todos de ellos tendrían
suficiente calidad para formar manojos comercializables. Habrá
espárragos curvados, demasiado pequeños, grandes, abiertos o dañados
por insectos, pero que son perfectamente nutritivos y deliciosos de comer.
El agricultor regenerativo se encuentra sepultado por un excedente de
cultivos de la granja en todas las temporadas del año como resultado de la
actividad principal en la granja. Lo que los clientes y la familia no comen
acaba en la piara; más tarde el granjero comerá los cerdos. Siguiendo con
el ejemplo del espárrago, vemos que los agricultores regenerativos pueden,
reducir sus costes de su economía familiar, además de reducir sus costes
en la granja. Por ejemplo, mi desayuno muchas mañanas es de estos
productos excedentes: una tortilla de espárragos y hongo shiitake
acompañada de salchicha de carne de cerdo, todo hecho con desechos
del resto de la granja. Los espárragos y las setas eran estéticamente
inferiores, los huevos eran de tamaño superior o inferior y no aptos para
transporte, y la salchicha de carne de cerdo se hizo con recortes que no
querían los clientes (por cierto, como mucha salchicha de hígado debido a
esto). Cada temporada del año, salvo la parte más extrema del invierno,
proporciona su abundancia de productos rechazados que llenan el plato, el
congelador, el deshidratador, la caseta de los ahumados y los tarros de
conservas. ¿Cómo calculas el valor financiero de esto?
Para calcularlo, me fui a nuestro supermercado cooperativo local. Al
hacer esto, claro, compré productos que yo les vendía. Recorrí la tienda
mirando los precios de la comida que mi familia come directo de la finca
en vez de comprarla. El precio de las salchichas de cerdo de cría orgánica
era 13,20$/kilo. Pero la cooperativa no tenía carne de cerdo alimentado
con hierba y cebado con avellanas y castaños. Lo más cercano que podía
encontrar eran chuletas de cerdo de bellota a 38,50$/kilo. Los otros
artículos que apunté eran carne picada de ternera alimentada con pastos
a 16$/kilo y solomillo a 33$/kilo. Este mismo ejercicio se puede repetir
para cada artículo de comida con el que el agricultor regenerativo puede
autoabastecerse.
Nuestra familia consume unos 180 kilos de carne de cerdo alimentado
con hierba y cebado con avellanas y castaños al año. Incluso si
compráramos la salchicha orgánica de bajo coste, por ejemplo, en vez de
las chuletas más caras de la cooperativa, nuestra familia tendría que
pagar 2.400,00$ por nuestra carne de cerdo. Nuestros cerdos
probablemente rinden unos 27 kilos de chuletas, así que sería justo darles
un precio similar al producto más comparable en el mercado cooperativo,
unos 38,50$/kilo. Eso sumaría otros 1.050,00$ para comprar carne de cerdo
adicional para la mesa.
Además de esto, tener 360 kilos de carne de vaca producto de la
agricultura regenerativa en el congelador fácilmente representaría
5.800,00$ de carne picada, o una cantidad astronómica de 11.960,00$ de
filetes de carne de pasto con certificación orgánica. En nuestra dieta, la
carne es una parte de la comida. Nuestros platos tienen buenas raciones
de espárragos, col rizada, remolachas, pimientos verdes, acelgas, verduras
silvestres, judías verdes, encurtidos y setas. Nuestro congelador rebosa
con frutos de morera, cerezas, frambuesas, moras, arándanos azules, y
una docena de variedades de manzanas y peras. La despensa tiene 100
litros de salsa y aderezo para espaguetis (esto suma casi 1.000,00$ de
comida), pimientos picantes en salmuera y secos, judías verdes en
salmuera, garrafas de vinagre fermentándose en la esquina, jaleas y
mermeladas, y zumos de uva, cereza, saúco y arándano. Los edulcorantes
que usamos son varios galones de sirope de arce y miel (muchas veces
nos sobran galones de miel del año anterior cuando llega el momento de
recolectar más). Nuestro consumo de 11 litros de sirope de arce tendría
un valor en dólares de 2012 de unos 150,00$, y la miel usada durante un
año, a 13,50$/litro al por mayor, nos habría costado 750,00$ si la
comprásemos. También tendríamos que añadir docenas de kilos de
avellanas, aceite de avellana, vinagre casero y castañas para comer
enteras, al vapor, machacadas, en puré, postres de dulce de avellana, o
sabrosos platos principales con avellanas. Con la mejor sidra de manzana
del mundo para acompañar, tienes la receta para una dieta casera
saludable, y todo gratis. No hay ninguna forma de que mi familia pudiera
comer así de bien con nuestros ingresos anuales si tuviéramos que
comprar productos comparables en la tienda.
La comida recolectada que no cumple con el aspecto visual de los
clientes exigentes puede considerarse un desperdicio. En la agricultura
regenerativa, esto se convierte en otro rendimiento, otro recurso. Se
convierte en una comida, edulcorante o conservante cuyo precio no se
paga. La comida que no come o almacena la familia alimenta a los cerdos,
que representa otro gasto que se evita y, a largo plazo genera ventas
adicionales cuando ese cerdo se vende a un cliente. La meta de un sistema
de agricultura regenerativa bien diseñado es imitar la naturaleza y no
producir ningún desperdicio.
Los nutrientes y la energía se ciclan y reciclan todas las veces que se
pueda dentro del sistema mientras que los consumidores de esos productos
(los cerdos, las gallinas, las vacas y las personas) todos realizan trabajo útil
(crear suelo, incrementar la biodiversidad, agregar nutrientes al suelo,
etc.) durante sus actividades diarias.

Sin miedo
La agricultura regenerativa puede producir más alimentación para el
consumo humano por hectárea de lo que produce actualmente el maíz.
Además, genera tierra, incrementa la biodiversidad, purifica las aguas
subterráneas y superficiales, evita la escorrentía y erosión; puede
regenerar los manantiales, proporcionar hábitat para polinizadores
silvestres, reducir la necesidad de importar insumos de fuera de la granja,
secuestrar carbono de la atmósfera, y nunca necesita plantarse más. Eso
me suena a agricultura permanente.
Mientras creamos esta agricultura permanente, asumimos la
responsabilidad de incrementar la salud y la abundancia del hábitat del
planeta entero. Mientras aumentamos la salud y la productividad de los
ecosistemas que nos apoyan, con todo desde el alimento hasta la
inspiración, ayudamos a crear un nuevo orden social que se basa en la
creación de abundancia y un incremento ecológico, en vez de las pautas
culturales de “comerse unos a otros” que engendran la escasez, miedo y
agotamiento de recursos.
La misma mañana mencionada en el capítulo 6, paseaba debajo de
lo s frondosos árboles iluminados en New Forest Farm. Los árboles
atenuaban los vendavales que soplaban el polvo de los campos de tierra
pelada de la finca de al lado y se convertían en una suave brisa. La luz
solar moteada se filtraba por el dosel de castaño que hay encima y
proyectaba dibujos caleidoscópicos sobre los pastos abundantes y las
flores de pradera debajo. Las rosas florecían, mientras las ciruelas y
cerezas aumentaban en tamaño, todavía verdes, en los árboles. Probé
algunos de los primeros arándanos de la temporada (todavía un poco
ácidos) evaluando el estado de las frambuesas. Los cerdos comían
contentos el diente del león y trébol rojo mientras miraban con curiosidad
para ver si les llevaba algún premio especial. El canto de incontables
especies de pájaros flotaba en la brisa y me animaban.
Recientemente, dos investigadores de la Universidad de Wisconsin-
Madison anduvieron por la hierba del largo camino de entrada hasta
nuestra casa en la granja y contaron veintisiete especies de pájaro en un
espacio de sólo 400 metros. Siguieron con su censo durante todo el día y
añadieron muchos más al total.
La cosecha de espárrago es algo más grande de lo habitual esta
temporada, sin duda debido a una primavera temprana, y probablemente
pesará más de 900 kilos este año. Brotan los racimos de avellana y
empiezan a verse en las puntas de las ramas y, después de mirar
alrededor, siento de verdad y tengo la certeza en mi alma de que la vida
puede ser buena.
C APÍ T U LO 1 8
Permacultura:
Una llamada a nuevos pioneros
Veo un millón de colinas cubiertas con un manto verde de
árboles productivos y un millón de bonitas casas de granja
acopladas a las laderas. Estas hermosas granjas de árboles cubren
los montes desde Boston hasta Austin, desde Atlanta hasta Des
Moines. Las colinas de mi visión tienen una agricultura apropiada
para ellas y reemplazan las praderas desgastadas, los barrancos,
las tierras abandonadas que hoy día caracterizan una extensión
tan grande de estas colinas.
Las tierras sin arar están cubiertas parcialmente por árboles
productivos: moreras, caquis, acacias de tres espinas, nogales
negros injertados, nogal japonés injertado, pacana injertado, roble
injertado, y otros árboles productivos. La hierba es mejor que la
que cubre las colinas ahora.
J. Russell Smith, Cultivos Arbóreos: Una Agricultura
Permanente

La especie humana, mejor dicho, el planeta entero se encuentra en


una encrucijada a principios del siglo XXI. Los datos muestran que, en
todo el globo terráqueo, estamos experimentando la sexta gran extinción
de especies. Sigue habiendo personas entre nosotros que niegan esto
profundamente, ya sea porque el cambio global alrededor nuestro está
“puramente dentro de la media estadística a largo plazo”, o porque no
puede comprobarse que la actividad humana sea la causa de estas
extinciones en masa. Para seguir su dialéctica, vamos a concederles este
punto. Tal vez los seres humanos no seamos la mayor causa detrás de
las extinciones de las especies y quizás las emisiones de CO2 no sean la
causa de las perturbaciones climáticas, pero lo que podemos decir es
esto: desde el principio de la civilización humana moderna, los seres
humanos han borrado cientos de millones de kilómetros cuadrados de
ecosistemas para poder utilizar la tierra para las semillas de nuestras
plantas anuales. Algunos citan la sabiduría de los manuscritos antiguos y
dicen que es el derecho y el propósito de la humanidad “someter y
dominar las aves del cielo y todas las bestias que se mueven sobre la
tierra”. Pero en vez de esto el hombre las ha destruido, y
convenientemente ha olvidado la responsabilidad que conlleva el dominio
benéfico.
Somos responsables de toda la vida en este planeta. Nuestro estatus
privilegiado como seres conscientes, pensantes, capaces de crear
organizaciones socia- les complejas, de crear vehículos que nos lleven a
la luna, o armas que puedan destruir cinco millones de almas en un
instante, da lugar a la responsabilidad definitiva. Somos responsables de
la salud y del bienestar de toda la vida en el planeta Tierra, no solamente
de la de nuestra especie. Esto nos devuelve a una versión de la Directriz
Principal de la Permacultura: “La única decisión ética es
responsabilizarnos de nuestra propia existencia y la de nuestros hijos”.
Sí, nos encontramos en una encrucijada. Hemos llegado a un
momento en la historia en que el cambio tecnológico nunca ha ocurrido
tan rápido. Vivimos en un tiempo con la mayor población humana en la
historia y la mayoría de nosotros ahora vive en ciudades en vez del
paisaje natural. De hecho, en este momento ya no se puede considerar
casi nada del paisaje como algo natural. El viento sopla las bolsas de
plástico desechadas y aparecen en las montañas más remotas del
mundo. La radioactividad de las armas nucleares y la fusión de reactores
de las plantas de energía nuclear pueden encontrarse en la grasa de las
focas en la Antártida. La tarea a la que nos enfrentamos es enorme,
pero no imposible.

Creo que esta brizna de paja puede originar una revolución. A


primera vista, esta paja de arroz puede parecer ligera e
insignificante. Difícilmente nadie pueda creer que posiblemente sea
el origen de una revolución. Pero yo he llegado a darme cuenta del
peso y del poder de esta paja. Para mí, esta revolución es muy real.
Masanobu Fukuoka, La Revolución de una Brizna de Paja

No es imposible porque algunos de nosotros hemos llegado a este


punto, con el libro en mano, y vamos a actuar. Vamos a aceptar la
responsabilidad de restaurar la salud, la vitalidad y la productividad de
nuestro planeta. Los que somos agricultores regenerativos haremos esto
mientras creamos negocios sostenibles y rentables a su vez.
Aunque procedamos de distintos entornos socioeconómicos,
tengamos diferentes colores de piel, diferentes puntos de vista religiosas
o políticas, todos tenemos algo en común: actuamos. Cuando se trata de
crear ecosistemas abundantes de cara al futuro, no queda tiempo para
rascarnos la cabeza. Por favor, ¡plantad muchos pecanes!
Todos comemos. Todos necesitamos alimentarnos y podemos
aceptar la responsabilidad de restaurar policultivos perennes productivos
sin importar donde vivamos.
Podemos aceptar la responsabilidad personal de la trasformación del
mundo natural que nos rodea y podemos criar animales y plantar árboles,
arbustos, parras, cañas, hongos, sistemas de forraje que creen agua
limpia, aire puro y acumulen tierra. Podemos plantar los sistemas que
proporcionan abundantes cultivos alimenticios, altamente nutritivos, a
bajo coste, para la humanidad y para siempre. Una vez más, ¿quién va a
hacer todo este trabajo? Tú y yo.
Ya no tenemos el lujo de poder esperar a que las universidades o los
gobiernos o cualquier otro empiecen con la tarea. Ya no podemos esperar
a que se lleven a cabo más investigaciones o que se desarrollen las
últimas variedades. No queda tiempo para programas de incentivos y de
subsidios que puede que nunca ocurran y que nos atarían con sus trabas
burocráticas. No podemos renunciar al poder revolucionario de uno
mismo y esperar que se forme la organización perfecta que anhelamos.

Paso a paso
Somos los que debemos hacer esto, y tenemos que empezar a
hacerlo ahora. Como agricultores, pequeños granjeros o terratenientes
rurales, ahora estamos embarcados en un viaje que durará el resto de
nuestras vidas. Necesitamos convertir nuestras granjas de cultivos
anuales en ecosistemas de policultivo perenne. Árbol a árbol; parra a
parra; una y otra vez mientras vivamos. ¡Yo sólo dejaré mi pala de plantar
árboles cuando quiten mis dedos muertos y fríos del mango! Un viaje de
mil kilómetros empieza con un solo paso. Pon un pie delante del otro y sigue
andando.
Como productores de alimentos, gestionamos más tie rra que
nuestros hermanos urbanos (en nuestra cultura al menos), pues tenemos
la capacidad de producir toneladas de excedentes de comida para
alimentar a las ciudades. Tenemos autoridad como gestores sobre
millones de hectáreas y, por tanto, tenemos la capacidad de crear
cambios ecológicos a gran escala. Sí, según más agricultores comiencen
el proceso de agricultura regenerativa, los ríos, lagos y los arroyos de
Norteamérica serán más limpios, con cifras medibles, y las zonas
muertas del golfo de México, en la bahía de Chesapeake y otros pueden
hacerse considerablemente más pequeñas. El marisco y los peces de agua
dulce se harán más abundantes y saludables. En todo el país, bajarán los
costes de la producción agrícola. La dependencia de los combustibles
fósiles se reducirá. Los polinizadores tendrán más lugares donde
prosperar y las aves migratorias insectívoras encontrarán más sustento y
tendrán pasillos seguros para viajar.
Como ejemplo, una granja cuadrada de 64 hectáreas tiene un perímetro
de3.2 kilómetros. Si se dividiese en cuatro cuadrados de 16 hectáreas,
tendría 1.5 kilómetros adicionales de vallas en los que podrían plantarse
policultivos perennes.
Si nuestra única intervención fuese plantar una sola fila de policultivo
perenne en cada parcela de 16 hectáreas en los 38 millones de hectáreas
de soja cultivada en los Estados Unidos, daría un poco más de 3 millones de
kilómetros de sistemas perennes productivos. ¡Tres millones de
kilómetros! Esta cantidad de sistemas lineares podría formar una sola
hilera de policultivos perennes que cruzaría los Estados Unidos casi 650
veces. El poder multiplicador de la agricultura regenerativa en la
Norteamérica rural tiene el potencial de verdaderamente sorprendente.

Dar incentivos
Sin embargo, ya que la mayoría de los estadounidenses no viven en
el campo, sino en las ciudades y sus afueras; ¿qué pueden hacer los
urbanitas? Se suele decir que “somos lo que comemos”. Parecería ser
que, hasta ahora, ¡la mayoría de los americanos son gallinas! (Y la
mayoría de esas gallinas están hechas de maíz y soja genéticamente
modificada). No obstante, debemos ser atrevidos y no tener miedo.
Plantaremos ecologías perennes productivas en cada recoveco y esquina
abandonada de nuestros jardines urbanos y solares vacíos, espacios
entre las vías del ferrocarril y callejones, y cualquier sitio donde quepa un
avellano, nogal o frambueso. Incluso si no cabe, lo soltaremos y le
daremos la oportunidad de encontrar su propio camino. Cuando
consigamos rodearnos de sistemas perennes productivos en todos los
lugares, habremos llegado muy lejos en nuestra meta de tener más
seguridad alimentaria como país. ¿Por qué se sientan personas bien
intencionadas en reuniones a hablar sobre cómo solucionar el problema
de los “desiertos alimentarios” urbanos, cuando podrían estar fuera
plantando cultivos en esos mismos sitios? ¡Todo el mundo! ¡En todas
partes!
Cuando no estés plantando sistemas que produzcan alimento en
todas partes, transforma tu alimentación en una dieta perenne,
especialmente consumiendo productos de los agricultores regenerativos.
Lo que comes crea demanda en el mercado que ‘jala’ de los métodos de
producción. Ve a tu tienda de alimentación local y pide al gerente que
encargue alimentos perennes, especialmente comida producida por
agricultores permacultores y regenerativos. Mejor aún, encuentra un
agricultor regenerativo local y compra directamente allí, o por lo menos
pon en contacto al tendero y al granjero para promocionar la economía
local, así como la ecología del planeta.
Las ventas incrementadas en la tienda de alimentación crearán la
iniciativa para que los agricultores planten más cultivos leñosos
perennes.
Tus gastos en la alimentación sostenible son esenciales para la
creación de una nueva tendencia hacia la agricultura perenne. En vez de
alubias y arroz, empieza a comprar más fruta de árboles, frutos secos,
bayas, zumos, horchatas y carne de ganado alimentado con pastos.

Con los pies en el suelo


Fundar una organización sin ánimo de lucro para atraer la atención a
nuestros problemas de producción alimentaria sólo es útil si la causa tiene
una realidad a nivel de calle. El mundo de hoy en día está cargado de
entes vacíos que sólo existen para “concienciar” o “sensibilizar”. No
tienen ningún ejemplo tangible o práctico que demuestre cómo sería el
mundo si funcionara tal como se lo imaginan. Si conoces alguna de estas
organizaciones, o si tú mismo gestionas una, ahora es el momento de
hacerlo realidad. Convierte tu visión de un futuro saludable, abundante y
verde en algo real, con los pies en la tierra. Paso a paso, una y otra vez, es
todo lo que hace falta.
Un ejemplo brillante de un ente sin ánimo de lucro “real” es Growing
Power (El Poder del Cultivo), fundado por Will Allen en Milwaukee,
Wisconsin. En vez de meramente hablar sobre los temas de desiertos
alimenticios y la malnutrición en las ciudades, Growing Power construye
invernaderos y jardines donde crían cabras, aves, lombrices, verduras de
jardín y peces en sistemas muy estrechamente integrados, en medio de
la ciudad. Growing Power se ha expandido por toda la nación y opino que
esto es así porque hacen algo auténtico. Realmente cultivan comida y
forman a personas a realizar esto en ambientes urbanos. Están ayudando
a solucionar el problema del “desierto alimentario” urbano, además de
hablar de ello.
Los bloggers vacíos tampoco entienden lo que es la agricultura
regenerativa, aunque al leer sus palabras pueda parecerlo. Incluso
muchos bloggers de permacultura y agricultura sostenible tampoco lo
entienden. Hay docenas de ellos que tienen sitios web y blogs muy
populares, pero no tienen un lugar físico con tierra. Conozco a varias
personas que incluso han escrito libros y material educativo resultantes de
años y años de investigación exhaustiva; imparten conferencias sobre el
tema en muchos lugares y, no obstante, cuando se sientan para tomar su
emparedado de falafel hecho con trigo anual y con certificado ecológico,
no tienen siquiera una planta perenne de brócoli o un arbusto de avellano
en el patio delantero de su piso.
En este planeta, los hechos reales deben tomar prioridad sobre la
realidad virtual. La urgencia de nuestros tiempos nos llama a ser
personas que hacen además de ser, y mucho más que meramente
personas que hablan. Una vez que hayas establecido las raíces de tu
sistema, entonces tienes algo de lo que hablar.
En cualquier momento, habrá personas de todos los niveles de habilidad
y en todas las fases de la sucesión de la agricultura regenerativa, de
manera que nadie quedará fuera de la conversación, mientras hayan
plantado su primer árbol.
Nuestra urgencia nos llama a establecer sistemas de policultivo perenne
en todos los lugares, abandonando el “no funcionará”, el dejarlo para
mañana, el hablar hasta la saciedad sobre el tema, o el invento de excusas
para evitar ponerlo en práctica. Debemos practicar lo que predicamos.
Hazlo primero y después habla de ello, no al revés.
Debemos empezar ahora mismo, justo donde estamos, y con los
recursos que tenemos disponibles. Árbol por árbol, una y otra vez, para
siempre. Si después de leer este libro, decides no implementar al menos
algunas de las estrategias que contiene, más te vale cavar un agujero,
echar el libro dentro y plantar un pecán encima. Por lo menos el libro
habrá servido para algo. Mejor aún, regálale este libro a alguien que vaya a
hacer algo de verdad.
Una vez que hayamos empezado, nos organizaremos y , en
colaboración, crearemos esta nueva agricultura a gran escala. Los
productores rura le s necesitan organizarse para poder procesar sus
cultivos leñosos de manera eficaz y fabricar los productos de valor añadido
que se consuman por nuestros socios de la ciudad. Los productores y
consumidores de alimentos tienen una relación simbiótica en la recreación
de ecologías saludables, comestibles perennes. ¡Sí, puedes tener un
planeta verde, saludable y también comer galletas de avellana con sabor a
queso!

En un mundo donde estamos perdiendo bosques, especies y


ecosistemas enteros, concurren tres respuestas paralelas para el
medioambiente:
Cuidar los ecosistemas naturales supervivientes, para dejar
que la naturaleza sin tocar se cure a sí misma.
Rehabilitar la tierra degradada o erosionada usando especies
pioneras y asociaciones de plantas a largo plazo (árboles,
arbustos, acolchado verde).
Crear n u estro propio ambiente vital complejo con tantas
especies como podamos salvar o que necesitemos, cualquiera
que sea el lugar de la tierra de la que provengan.

Lo novedoso, y que muchas veces se p a sa por alto, es que


¡cualquier sistema de diseño de comunidades humanas basado en
el sentido común es revolucionario!
Bill Mollison, Permacultura: Manual Para Diseñadores

Sólo los pequeños se salvan


En la antigüedad, el mundo fue dominado por reptiles gigantes, los
dinosaurios. En su momento de gloria, antes de su caída final, estos
animales eran realmente sorprendentes. Algunos eran tan altos como un
edificio de tres pisos y otros tan largos como un vagón de tren.
Sencillamente debido a su enorme tamaño, un dinosaurio tenía que
consumir literalmente toneladas de comida cada día solamente para
mantenerse vivo. Es un buen ejemplo de una organización con un sistema
linear de arriba-hacia-abajo que llega a unas proporciones titánicas. La
“economía global” y sus “órganos” gubernamentales actúan hoy en día
de manera muy parecida a como lo hacía un dinosaurio en aquel
entonces. Un cerebro muy pequeño, quizás con algunos otros cerebros
pequeños por la médula espinal, hace funcionar todo. Se requiere una
cantidad enorme de energía solamente para mantener el sistema en
marcha y el cambio auténtico ocurre con una lentitud glaciar. La mayoría
de los dinosaurios se especializaron mucho en lo que comían y en dónde
vivían. Del mismo modo, los gobiernos de hoy en día parecen ver las cosas
según su propia perspectiva. No con la perspectiva de las personas
normales. El conocimiento del dinosaurio se limitaba a su nicho ecológico
específico y las evidencias fósiles muestran que no supieron adaptarse bien
al cambio.
Hacia el final del reino del dinosaurio, aparecieron los mamíferos.
Estas criaturas pequeñas, parecidas a los ratones, se movían
rápidamente y se adaptaron a las condiciones cambiantes. En vez de tener
3 toneladas de biomasa dentro de un cuerpo con el cerebro del tamaño de
una nuez, 3 toneladas de ratones podrían haber sido el equivalente a
20.000 o 30.000 individuos, cada uno con cerebro propio, interactuando
colectivamente. Todos conocemos la historia. Al final los ratones se
hicieron cargo y los dinosaurios desaparecieron, salvando alguna especie
relicta o, quizás algún monstruo marino sin descubrir. Todo lo que hizo falta
fue una roca espacial estrellada en México, cambiando las condiciones del
sistema lo suficientemente rápido como para que los dinosaurios no
pudiesen adaptarse. No obstante, la inteligencia colectiva,
descentralizada y distribuida de los ratones sí logró adaptarse. Tal vez
algunos individuos de la población no se pudieron adaptar, pero la
población como conjunto lo hizo; sobrevivieron.
El mundo de las jerarquías, de arriba hacia abajo, las organizaciones
de orden y mando, está llegando a su fin. Los días en los que un rey
gobernaba el reino entero han dado paso a democracias en muchos
lugares, plutocracias y cleptocracias en otras. La edad de la corporación
gigante con la jerarquía de presidente, equipo de gestión, mandos
intermedios, personal administrativo, manufactura y distribución también
está llegando a sus últimos días.
Incluso cuando los dinosaurios estaban en su momento más glorioso,
su mayor tamaño físico y ferocidad, su destino estaba sellado. Su reinado
había acabado.
Los ratones han ganado. Una y otra vez, la naturaleza ha
demostrado que el gigantismo sólo tiene una eficacia limitada. Cuando un
organismo se hace demasiado grande y especializado, se encuentra
fatalmente vulnerable ante los pequeños cambios en el sistema ecológico
y su extinción queda asegurada. Los antropólogos han demostrado que
cuanto más jerárquica se hace una organización grande y compleja, la
energía que necesita para mantenerse supera a los beneficios iniciales de
ese mismo gigantismo.

Todo empieza contigo


La “economía global” única ha llegado a ese punto. Hay muchas
razones para explicar por qué, pero el tema principal de este libro es que
ningún sistema basado en la extracción y/o destrucción puede persistir
durante un tiempo prolongado. La economía mundial actual se alimenta
de un sistema de agricultura anual. Por necesidad, la agricultura anual
destruye ecosistemas para poder plantar arroz, trigo, maíz, habas... y la
lista sigue. Este proceso de miras estrechas y de vista corta, muy
especializada, siempre ha terminado en el colapso de aquella sociedad que
la adopta. La pérdida de tierra y la consiguiente reducción progresiva de la
fertilidad, resulta en una nutrición cada vez más pobre para una población
compleja. ¿Bajan las notas escolares? ¿Se incrementan la obesidad
infa ntil y diabetes? Estos no son problemas causados por los
conservadores o los liberales. Los causa la sobre especialización, el
gigantismo, la complejidad excesiva de la sociedad, y se alimentan de las
calorías vacías de semillas herbáceas cultivadas en tierras cada vez más
tóxicas e infértiles.
Esto también acabará… ya se ha acabado. El dinosaurio de la
agricultura gigante industrial de los monocultivos grita moribundo
mientras toma su último aliento. Esperemos que sus convulsiones al
morir no nos resulten demasiado traumáticas. La siguiente fase de
sucesión está reemplazando el sistema simplista y reduccionista de
cultivos anuales. Al igual que la gravedad, el proceso de sucesión natural
es imparable y la vida sobre la tierra está empezando a dar la vuelta.
Las malas hierbas anuales (ellos las llaman cultivos) darán paso a las
hierbas perennes sobre las cuales pacerán una multitud de formas de
vida. Los arbustos y los árboles fotofílicos de frutos secos y fruta
invadirán en cantidades astronómicas.
Las parras y las cañas cargadas de fruta empezarán a reptar por
encima de los árboles jóvenes y los escombros de lo que pronto será aquella
“edad pasada”. No puedes frenar la sucesión. Lo sabes porque en tu jardín
jamás has podido parar las “malas hierbas” que quieren adueñarse de él.
Yo sé que hemos dado la vuelta a la esquina, el viejo mundo ha
terminado, y está naciendo un nuevo planeta verde, vivo. Lo sé, porque
este pequeño ratón, yo mismo... planto árboles. ¿No los plantarás
conmigo?
Todo empieza contigo.
Agradecimientos del autor

Todo libro debería incluir un reconocimiento a la multitud de personas


que han tenido una influencia fundamental sobre el autor. Aunque
escribir un libro pueda parecer una tarea solitaria, no lo es. Si bien puede
haber un solo mono aporreando las teclas, hay mucho apoyo detrás y
alrededor de cualquier autor según avanza en su proceso de escribir y
publicar un libro.
En varios aspectos, este libro habría sido imposible de escribir si no
fuese por mis padres. Más allá de lo obvio, me proporcionaron una manera
increíblemente dinámica de interactuar con el mundo. Mi madre era una
muchacha de granja de Vermont cuya familia tuvo que dejar su hogar.
Enseñó a sus hijos los valores norteños de ahorrar y aplicar el ingenio,
cómo cultivar el jardín y , lo más importante, cómo cocinar, enlatar,
congelar, hacer conservas en salmuera, curtir y secar, y hacer
mermeladas de casi cualquier cosa comestible (¡e incluso algunas cosas
que no resultaron ser comestibles!). Mi padre fue un hombre desplazado
de los bosques de Maine que inspiró en sus tres hijos un amor por la
naturaleza, un deseo constante de saber identificar las plantas, a
componer herramientas improvisadas con poco más que chicle, cinta
americana y una generosa aplicación de 3-en-1, y a que nos encantaran
los esfuerzos de la vida rural. Su actividad incesante de plantar árboles
frutales y abandonarlos (sin querer) me permitió ver las plantas perennes
con una óptica distinta a la convencional.
El bosque y la granja forman parte de lo que soy y se han convertido
en un conjunto inseparable dentro de la agricultura regenerativa.
Por supuesto, obtuve inspiración indirecta de muchas fuentes, pero
las más significativas fueron J. Russell Smith, Masanobu Fukuoka y Bill
Mollison. Quizás nunca pueda conocer a Bill Mollison en persona, pero
indudablmente Bill ha empezado una revolución en este planeta al fundar el
movimiento internacional de la permacultura. Debido a su trabajo y
carisma, millones de personas en todo el mundo se han dedicado a cuidar la
tierra, cuidar a la gente y a la redistribución equitativa. El mundo es y será
un sitio mejor debido a Bill Mollison. Gracias a la permacultura, millones de
personas ahora tienen vidas con sentido y propósito dentro del derribo
causado por la economía industrial global y materialista.
Más concretamente, quisiera agradecer a mis mentores durante todos
estos años, ayudándome de manera directa e indirecta a llegar al punto en
que pudiera plasmar todo esto por escrito. Quisiera dar las gracias a
todos los participantes de talleres, estudiantes de cursos, clientes de
consultoría y las personas que han asistido a visitas a New Forest Farm
por haberme ayudado a entender que realmente tengo algo de valor que
compartir, y os agradezco haberme ayudado a ajustar mi mensaje para
poderlo comunicar (¡espero!) con suficiente claridad para que lo puedan
entender los que no son expertos.
Gracias a Fred Walters por sugerir que escribiese un libro cuando me
encontraba en un momento lleno de retos, y agradezco al personal de Acres
U.S.A. que me ayudó durante el proceso.
Debo un agradecimiento especial a Anne Van Nest y Maggie Voss,
mis editores, quienes de alguna manera han conseguido mantener la
calma, ser prácticas y educadas, incluso cuando yo no lo soy. ¡Deben
tener un lado oscuro en alguna parte oculta!
Gracias a mi “equipo de investigación”, a la junta y personal del
Restoration Agriculture Institute: Peter Allen (Director Ejecutivo), Ron
Revord, Kevin Wolz y Brandon Angrisani. Gracias por haberme ido
proporcionando investigaciones ecológicas que confirman lo que se
descubrió en la granja. También debo agradeceros repasar y comentar el
manuscrito antes de mandarlo a Acres U .S.A ., además del hilo de
conversaciones y discusiones que ayudó a aclarar el mensaje a transmitir.
También agradezco que trabajéis con estos sistemas en vuestras vidas
privadas además de vuestras carreras.
Hay que dar un agradecimiento especial a Julie Gahn, quien me apoyó
durante los capítulos más difíciles de este libro. Julie investigó y recopiló
incansable- mente toda la información nutricional incluida en todo el libro,
especialmente para los capítulos Sobre la Nutrición y La Nutrición y la
Agricultura Perenne. Los detalles esenciales de esos capítulos me
parecían tan insignificantes en esos momentos comparado con el sistema
íntegro que se buscaba transmitir, a tal punto que nunca habría
sobrevivido la escritura de esos capítulos si Julie no me hubiera obligado a
seguir con la tarea. ¡Lo conseguimos, Julie!
Gracias a Anna Lappé, una dinámica e incansable trabajadora por la
justicia social y cordura en lo que parece ser un mundo loco. Una
grabación online de Anna dando una presentación a un grupo de
universitarios en que mencionó a New Forest Farm fue la primera vez que
oí a alguien reconocer de manera positiva el trabajo que había estado
haciendo. Gracias Anna por ayudarme a confiar en que lo que hacemos
los agricultores regenerativos es bueno, correcto y una ocupación noble.
También quisiera agradecerte por haber reforzado mi visión de que el
alimento es el tema central y que podrá ser un catalizador para los amplios
cambios que necesitan propagarse a todos los niveles de la sociedad para
que la población humana pueda sobrevivir como especie.
Somos lo que comemos y nuestro planeta tiene su aspecto actual
debido a la forma por la que obtenemos nuestro alimento.
Una persona que merece un reconocimiento especial ha estado
principalmente entre bastidores en New Forest Farm, salvo al principio:
Rand Burkert. Sudando en una sauna a las dos de la madrugada en un curso
de Diseño de Permacultura en Colorado en 1993, él y yo decidimos dar
forma a nuestra visión de la Agricultura Permanente y ponerla en práctica.
Con el depósito inicial que aportó Rand, se compró la tierra para New
Forest Farm, por lo que siento una gratitud eterna.
¡Namaste, amigo mío!
Finalmente (aparte de los que he olvidado o ignorado
intencionalmente), me gustaría dar gracias a mi propia familia: Erik (quien
sacó la mayoría de las fotografías de este libro) y Daniel, por criarse de una
manera tan aparentemente normal mientras vivían con un padre que,
durante muchos años, debería haber sido considerado bastante raro. Los
dos habéis presenciado algo que muy pocas personas en este planeta han
experimentado. Habéis visto cientos de hectáreas de tierra y praderas
yermas convertirse en un paraíso ecológico capaz de producir abundante
alimento. Espero que ahora podáis entender la sabiduría de la agricultura
regenerativa y su poder para cambiar el mundo. Espero que ayudéis a
otros a hacer lo mismo, y que podáis convencerles de lo fácil que puede ser
dicha transición. Vosotros dos sois la primera generación de gestores de
granja regenerativa de “media sucesión” en zona templada. Yo sé cómo
realizar la transición desde cultivos anuales a perennes, pero ¿cómo
gestionaremos el sistema durante los próximos 50, 100 o 200 años
cuando yo ya no esté? Vosotros y las generaciones futuras sois los que
aprenderán cómo hacerlo. Al menos, os hemos dado algunos recursos con
los que trabajar.
La última de esta lista, aunque desde luego no la menos importante a
reconocer, es Jen, mi mejor amiga, mi compañera y amante en esta vida,
quien ha estado a mi lado en lo bueno y lo malo. “Esposa” es una palabra tan
pequeña y poco profunda para describir una relación tan grande como el
universo entero. Gracias por tu paciencia, tu perdón, tu comprensión, tu
ánimo y todo lo que constituye el AMOR. Puede que no tenga un “trabajo
bonito” y un Porsche; puede que mi sucio mono y botas Carhartt y mis
camisas blancas de manga larga estén agujereados, pero te quiero. Todo lo
que hago, incluyendo este libro, refuerza esa idea y el hecho de que hay
algún gran misterio que se desarrolla en todas nuestras vidas. Detrás de
las apariencias del mundo material, hay un patrón invisible, ser o “ente.”
Hay fuerzas invisibles que se expresan en el drama visible de la vida en esta
tierra. Ocupo mi puesto en el “gran desvelado de los misterios” y me
esforzaré para cumplir mi papel en El Jardín.
Apéndice

En el capítulo “La Nutrición y la Agricultura Perenne” presenté una


tabla de Resumen de Nutrientes en la Carne. La manera más
conveniente de presentar estos datos era hacer una tabla única en vez de
una lista de las partes comestibles individuales de un animal. La tabla de
resumen es un compuesto de cada parte del animal para los cuales
pudimos encontrar datos nutricionales del Departamento de Agricultura de
los EEUU (USDA),desde la lengua hasta elbazo, orejas, rabo y callos.
Para los que criais y sacrificáis vuestros animales propios, sabéis
cuánto hay en un animal más allá de los filetes y las chuletas. La carne de
los músculos del animal, si bien alta en proteína, vitaminas y minerales,
no tiene comparación con la casquería. De toda la casquería, ¡el hígado es
el rey! De hecho, si miras las listas de las diez mejores comidas para
cualquier Vitamina o mineral, el hígado suele estar en algún puesto. ¡Odio
el hígado! No aguanto su consistencia. No aguanto su sabor ni el olor del
hígado crudo, o incluso cocinarlo en el fogón. Si se añaden cebollas y
mantequilla, me dan arcadas y ganas de hacerme vegetariano. Fue mi
entendimiento intelectual del valor superior de la casquería y el asco
que me daba el hígado lo que me llevó al mundo de las carnes curadas y
procesadas. Las carnes curadas auténticas (saladas, ahumadas,
sazonadas, en salmuera, lacto fermentada, etc.) realmente pueden ser
algunos de l o s alimentos más densos en nutrientes. La mortadela,
Braunschweiger (salchicha de hígado), fránkfurt, sopresotto, salami, y
otras carnes sazonadas son una manera de hacer que las partes
altamente nutritivas, pero menos comunes del animal se conviertan en
alimentos deliciosos y sustanciosos.
Los productos de carne procesada industrial no son lo mismo que
l a charcutería artesanal o hecha en casa. El fránkfurt comprado en el
supermercado es un sistema muy eficaz de reciclado de desechos
industriales. Está lleno de productos químicos para matar las bacterias
tóxicas que probablemente contienen. Se usan docenas de productos
químicos industriales para ablandar e incluso disolver las proteínas de
carne para que formen un producto cárnico fusionado, reconstituido con
colorantes y sabores artificiales. Probablemente no sean buenos para ti, al
menos eso es lo que dice mi madre.
No es el caso con un fránkfurt hecho sin ingredientes artificiales, sin
aditivos químicos, con hierbas y especias, usando el hígado, bazo,
páncreas y riñones densos en nutrientes de múltiples especies de animal.
De la misma manera que el ganado puede degradar los pastos o
mejorarlos, un fránkfurt puede ser la causa de defectos de nacimiento en
los niños, o realmente puede ser una comida saludable de la más alta
calidad. ¡Mirad, niños como tengo vuestro bienestar en mente!)
Las tablas siguientes contienen los datos base que se resumieron en las
tablas de Nutrientes en las Carnes en el capítulo de “La Nutrición y la
Agricultura Perenne”.
AN E XO VO LT E R R A Y FU N D AC I Ó N GLO
B AL N ATU R E
Casos de éxito: agricultura
regenerativa en la Península Ibérica
y Latinoamérica

Península Ibérica
En el sudeste de Alentejo, una provincia en la frontera entre Portugal y
España, se encuentra la Finca Defesinhas, una dehesa de más de 500
hectáreas. Esta región se caracteriza por veranos muy calurosos y secos,
con sequías severas e inviernos largos y suaves. Sin embargo, el propietario
ha logrado una transición exitosa de la granja convencional de pastoreo
continuo a un sistema regenerativo sostenible en menos de dos años. La
adopción de un manejo holístico permitió a Manuel, el propietario, reducir
gradualmente el uso de pesticidas y herbicidas y en la fecha presente no
se utilizan insumos químicos. Antes de la transición, Manuel se veía
obligado a sembrar semillas de hierba cada año, pero en la actualidad ha
dejado de sembrar totalmente ya que el pastoreo rotacional permite la
regeneración.
En tamaños de granjas comparables, los niveles típicos de las tasas
de carga ganadera en los sistemas Dehesa en Extremadura y Alentejo
son sólo del 50 al 70% en comparación con la granja de Manuel. La salud
y el vigor de su dehesa se perciben inmediatamente cuando uno da un
paseo por sus prados y compara la densidad, el color, la diversidad de la
hierba y las condiciones de sus vacas con los vecinos de la zona. Y estos
ricos pastizales ahora pueden mantenerse incluso sin irrigación,
eliminando sus gastos de suministro de agua.
El propietario está tratando de aumentar las ventas directas, no sólo
para asegurarse mejores precios, sino también con la convicción de que la
excelente calidad de su carne de res alimentada con pasto es reconocida
por el cliente. Hay un mercado muy interesante para la carne de ternera de
unos 9 meses. Estos animales de pequeño tamaño tienen un impacto
menor en el medio ambiente que los animales grandes. Son más fáciles
de manejar, especialmente si los mantiene en rebaños con un sistema de
pastoreo rotativo. La eficiencia de estos animales es excelente, ya que
permanecen por un corto período de tiempo en el campo.
Una vez superadas las barreras comerciales, Manuel buscará una
mayor sinergia al introducir otras especies ganaderas, como cerdos,
ovejas y aves de corral en el sistema.
Finca Defesinhas: alta densidad de ganado y sistema de
rotación intensiva.

Algunas de estas especies pueden subcontratarse a expertos externos,


transformando la granja en una operación colaborativa, y cada
participante se beneficia el uno del otro.
También hay granjeros de ovejas y cerdos entre los colaboradores de
Volterra en España. Los hermanos Domínguez Campa, unidos en la
finca Mundos Nuevos en Retamal de Llerena (Badajoz), poseen y
administran con éxito su sistema combinado de más de 650 hectáreas de
Dehesa. Los Domínguez Campa hicieron la transición hace tan sólo año y
medio, pero ya se puede observar un aumento importante de la
biodiversidad, la salud del suelo, la autosuficiencia y la autorregulación en
muchas escalas.
Por ejemplo, una maleza de arbustos llamada Jara había afectado a las
tierras de cultivo ibéricas con alta acidez siendo incapaz el manejo
convencionalanterior para frenar la invasión. Hoy en día, como resultado
de un intenso y deliberado pastoreo rotativo, los cerdos se comen los
arbustos y con gratitud asumen su nueva tarea de limpiar malezas.
La salud de todo el sistema también ha hecho innecesaria la
vacunación del ganado, permitiendo así que los responsables solo
administren la medicación gubernamental obligatoria. En la granja,
algunas parcelas incorporan árboles con diseño Keyline, mientras que
otras no. La gestión de los hermanos requiere poco o ningún riego en las
áreas con árboles en las líneas clave. Al visitar sus tierras, es imposible no
estar inmediatamente convencido de las ventajas de un sistema tan
integral; esas praderas ricas y saludables albergan una legión de bichos
que se arrastran por allí, haciendo que el estiércol palpite como un
corazón, mientras que los terrenos vecinos están cubiertos de tierra seca y
gruesos ladrillos de estiércol.
Un poco más adentro de Portugal, cerca de Montemor-o-Novo,
encontramos la conocida finca Herdade do Freixo do Meio con cerca de
500 hectáreas de tierras montadas. Alfredo Sendim, el propietario, es el
motor detrás de una transformación exitosa de esta granja en una
empresa diversificada con prácticas agroforestales ecológicas,
horticultura basada en principios d e permacultura, actividades de
conservación de la naturaleza, ecoturismo y un área de producción de
alimentos pequeños para agregar valor a los productos procedentes de la
explotación. Alfredo ahora está introduciendo el pastoreo rotativo en su
granja.
Hace ya varios años, Alfredo insistió en las intervenciones de
Keyline en varias áreas, así como en las cubiertas verdes permanentes,
con muy buenos resultados en términos de retención de agua y rebrote
de biomasa. Freixo do Meio tiene éxito en la producción de vino
ecológico, dejan que las vacas pasten felizmente en la cubierta verde
entre las viñas, y vende una gran cantidad de sus productos directamente
a los consumidores finales, por ejemplo, a través de la suscripción
(modelo CSA), un restaurante propio o a través de su propia tienda
minorista en Lisboa. La granja también potencia áreas específicas para
“empresas alimentarias” externas e iniciativas que van desde
plantaciones de árboles frutales hasta la producción de embutidos,
utilizando los restos del matadero.
La explotación tiene su propio vivero donde produce tanto plantas
comerciales como plantones, así como otras especies con una función
puramente ecológica para respaldar los esfuerzos de reforestación y los
proyectos de control biológico que se realizan en diferentes áreas de la
finca.
Proyectos regenerativos impulsados por la Fundación Global
Nature
La Fundación Global Nature (FGN) desarrolla proyectos de
conservación de naturaleza y restauración ecológica en el área de
Castilla-La Mancha desde 1999. Acompaña a agricultores, cazadores y
ganaderos en la implementación de medidas agroambientales que
benefician tanto a la biodiversidad asociada al mosaico agrícola como a la
propia rentabilidad de los cultivos.
Uno de los proyectos en los que participa FGN es un programa de
plantación de árboles frutales y setos en fincas agrarias. Desde el año 2013
se han plantado más de 24.000 árboles y arbustos, la mitad frutales en
cultivo ecológico (almendros principalmente) y la otra mitad arbustos
autóctonos en infraestructuras ecológicas como setos y linderos.
También se han implantado medidas de mejora agroambiental como
cubiertas verdes e instalación de colmenas. Se ha conseguido una
diversificación de los cultivos y se ha obtenido la transformación de cultivos
convencionales en e c ológic os. L o s a gric ultore s se h a n visto
beneficiados socioeconómicamente y a su vez han observado la mejora
de la biodiversidad de su zona. La variedad de especies plantadas ha
cumplido con un papel ecológico de altísimo valor, por un lado, como refugio
de insectos útiles y de otras especies como las aves, y por otro lado actúan
como barrera frente a los tratamientos con productos químicos de síntesis
usados, desafortunadamente, en las parcelas colindantes de otros
agricultores.
Otro proyecto en el que participa FGN es el LIFE Estepas de La
Mancha una iniciativa co-financiada por la herramienta financiera LIFE
de la Comisión Europea. El proyecto busca reducir el impacto
medioambiental de la agricultura y la ganadería de la zona y mejorar el
hábitat de aves esteparias (e.g. Otis tarda, Tetrax tetrax, Burhinus
oedicnemus, Chersophilus duponti, entre otras). Se realizan diversas
acciones regenerativas como restaurar setos, implantar bosquetes (al
menos 120.000 plantas de más de 15 especies diferentes creando una
conectividad ecológica), crear lindes, evitar la aplicación de fertilizantes
y fitosanitarios, introducir cubiertas vegetales en zonas de cultivos
leñosos, reordenar el pastoreo, adecuar los puntos de agua y modificar
las prácticas agrarias para mejorar la biodiversidad. Además, se pretende
reducir los costes de inversión de los agricultores/ganaderos sacando
provecho de las sinergias entre la fauna y la flora nativa del paisaje
castellano manchego. Esta iniciativa cuenta con la colaboración de 50
agricultores/ganaderos locales que gestionan más de 3.000 ha de
explotaciones agrícolas.

Colombia
La región colombiana de la Orinoquia cubre 35 millones de hectáreas
de biodiversidad y reserva de agua con gran potencial en uso para la
agricultura, la ganadería y la silvicultura.
El mayor cambio en los últimos años fue la deforestación con fines
de pastoreo, ya que la crianza de animales es la principal actividad
económica. Sin embargo, el sistema ganadero tiene altos costos de
producción, baja utilización de nuevas tecnologías y la falta de modelos
asociativos que permitan economías de escala. En este contexto, Guillermo
Bueno, propietario de la finca La Menina, decidió cambiar el sistema de
gestión de la granja con el desafío de introducir sistemas productivos que
sean competitivos y rentables sin poner en peligro la sostenibilidad
ambiental en la región. El mayor cambio en la granja fue en 1994,
añadiendo diferentes árboles y forrajes para la alimentación animal. Este
modelo sirvió para generar nuevos productos, obtener ingresos
adicionales y mejorar las características del suelo.
La propiedad La Menina se encuentra en Puerto López (Meta-
Colombia) y tiene una superficie de 48 ha. La propiedad está dividida en
18 parcelas, de las cuales 12 se utilizan para la alimentación del ganado
(vacas Cebú y algunas vacas lecheras Bos Taurus para consumo propio).
Otras dos parcelas forman bosques con Acacia mangium y soportan el
almacenamiento de agua en estanques. La velocidad de rotación entre
las parcelas fluctúa entre 30 y 45 días en invierno y verano,
respectivamente, lo que ha permitido la reaparición de algunos pastos.
La propiedad tiene entre 80 y 120 cabezas que producen cada año 12 a 15
terneros destetados, 8 a 10 terneros para cría y de 3 a 5 vacas para el
sacrificio.
Con esta nueva gestión de pastoreo, el objetivo más importante es el
bienestar animal. Con este fin, se introdujeron árboles como el Acacia
mangium como valla viva y bordes para proteger los elementos del agua.
También se introdujeron otras especies como Eucaliptus (E. Pellita), Yopo
(Anadenanthera peregrina), Canafistula (Cassia fistula), Simargua
(Simarouba amara) y árboles frutales como cítricos y anacardos. Los
árboles crean sombra y reducen la temperatura de los animales evitando el
estrés por el calor que influye en la reproducción. Ha aumentado la
biodiversidad en el área, mejorado el paisaje y aumentado el valor de la
tierra. Generan postes para las cercas, postes para limitar los corralitos y
áreas para beber y también para leña. Recientemente, debido al
florecimiento continuo de la Acacia y otras plantas durante el año, se
introdujeron 20 colonias de abejas para promover la polinización con otras
plantas y para la producción de miel. Hubo una producción promedio de
10 kilos de miel pura por colmena en el período seco en que se produce el
mayor florecimiento de árboles y plantas nativas.
Finca La Menina: espectacular crecimiento de los pastos.

Para los pastos se introdujeron varias especies de leguminosas para


mejorar el suministro de proteínas de los animales, para fijar el nitrógeno
del aire y para obtener un poco de producción de semillas. Hubo 20
hectáreas dedicadas a producir semillas con rendimientos de 60 a 80 kg /
ha de B. humidicola y B. dictioneura. El cambio de gestión de la finca
de La Menina permitió reducir gradualmente el uso de fertilizantes
sintéticos, pesticidas y herbicidas, incluso con las condiciones climáticas
típicas de esta zona en transición de bosque húmedo tropical a bosque
seco tropical: altas precipitaciones 2.000 - 2.500 mm/año repartidas en 8
meses (abril - noviembre), humedad 65 - 85% y la temperatura
permanece alrededor de 15 - 32 grados durante todo el año. Hoy en día, el
pastoreo rotativo permite la regeneración, por lo que la siembra ya no es
necesaria.

Finca Panguilemu: manejo holístico con ovejas.

Patagonia - Chile
En la parte patagónica de Chile, José Manuel Gortazar y Liz Barkla
administran la finca Panguilemu. Han tomado la decisión de cambiar su
finca en praderas permanentes con árboles con diferentes densidades. La
fauna y la flora silvestres representan un papel muy importante en la
granja para la familia y para los visitantes. Aplican el manejo holístico del
pastoreo en sus ovejas, las vacas e incluso las gallinas ponedoras, el
pasto reposa el tiempo suficiente para recuperarse después de cada siega
intensa durante un breve período de tiempo. Los productos orgánicos de la
granja pueden ser comprados y consumidos por los visitantes interesados
en el medio ambiente y en el consumo de productos saludables como la
carne, los huevos, las verduras e incluso las lanas. Otro polo de atracción
son las instalaciones lujosas al aire libre de la propiedad.
La granja está certificada por la organización Ovis 21, lo que
significa que la regeneración y mejora de la tierra se controla con los
estándares de GRASS. Esto proporciona datos valiosos a lo largo de los
años y lo hace comparable con otras explotaciones que tienen un enfoque
similar. Su intención es ampliar su metodología de pastoreo rotacional a
un área más grande con la ayuda de inversionistas internacionales
externos.

Rancho San Ricardo: ejemplar aplicación de Keyline.

Mexico
En el área de Veracruz de México, el Rancho San Ricardo y el vecino
Rancho Granja Nut ocupan casi 300 hectáreas. Ambos están
conectados al Molino de Azúcar de La Margarita, que presta servicios
aproximadamente a 110,000 hectáreas de plantaciones de caña de
azúcar. Con el futuro de la industria azucarera en la incertidumbre y con
suelos y aguas regionales en mal estado, el propietario pionero está
modelando el paisaje para demostrar que la diversificación satisface
las necesidades locales en términos de alimentos, fibra y energía de
manera que fomente y beneficie a la multitud de personas
inherentemente conectadas al molino y las economías circundantes.
Hay una larga temporada seca que paraliza el crecimiento subtropical,
por lo que el manejo efectivo de los recursos de suelo y agua es vital. La
evidencia del abuso realizado es muy evidente. Desde la base de los árboles
viejos se puede ver que han desaparecido 60 cm de suelo. La agricultura
intensiva cobra su precio aún más rápido en estos climas, probablemente
la mayor parte de esto se perdió en 40-50 años sólo como resultado de arar
las colinas y exponer el suelo desnudo a las lluvias tropicales.
Rancho San Ricardo está directamente conectado al molino, y se da
interesante circunstancia de que recibe 2 millones de litros de agua
caliente del molino al día durante los 5 meses de prensado de caña.
Actualmente hay un rebaño lechero en los pastos que se han regado
con las aguas residuales del molino y también hay extensas lagunas para
capturar parte de esta agua. Inusualmente, las parcelas están divididos
por cercas permanentes que se extienden por el contorno alrededor del
rancho. Esto se hizo para usar algunas de las aguas residuales de la
fábrica para el riego en la estación seca.
Otra actividad de las empresas agrícolas es el uso del bambú y la madera
en el lugar, junto con las 40,000 toneladas de cachasa (desechos de caña
prensados) que salen de la fábrica anualmente para construir chinampas
que se utilizan para que el agua discurra a cámara lenta a través de las
lagunas lo que ayuda al enfriamiento, y encontrar las asociaciones de
plantas correctas para limpiar la salida orgánica y al mismo tiempo que
producen un rendimiento útil de biomasa. Otro beneficio de tener vallas
permanentes instaladas a ambos lados de las franjas de pasto es el
potencial uso de una cerca eléctrica móvil para un movimiento rápido y
eficiente del rebaño por una sola persona. La puesta en práctica de las
líneas clave y el régimen de pastoreo planificado ya están teniendo un
impacto, y los cultivos arbóreos y arbustos traerán toda clase de beneficios
y se espera que las empresas complementarias se agreguen en un futuro
próximo. Los potreros están diseñados como plantaciones al estilo de
sabana espaciadas, agregando otra capa de captura fotosintética, refugio y
otros servicios ecosistémicos.
Un aspecto del diseño de la capa perenne consiste en plantar y
excluir áreas de los ranchos para crear un corredor a través de la
propiedad de cara a conectar el bosque primario al oeste con el bosque en
el NE. La agricultura ha cobrado su precio y la gente de aquí es muy
consciente de eso. Parece que todos los recursos necesarios están llegando
a su lugar para este ambicioso proyecto y lo que sucede aquí de ninguna
manera se reduce a los límites de la propiedad.

Argentina
En Argentina, los cultivos industriales como la soja se convirtieron en la
mayor amenaza de monocultivo en superficies muy grandes. Bajo la
batuta de la organización gubernamental de investigación y desarrollo rural
Inta, se apoyan y estimulan nuevas iniciativas de agroecología para
replicarse en todo el país. En la granja La Aurora a 400 km de Buenos
Aires, el propietario Juan Kiehr eligió en los años noventa no unirse a la
ola de cultivos de monocultivo modificado genéticamente en el país, sino
para mantener la biodiversidad y la rotación de cultivos en sus 650
hectáreas respetando las leyes de agroecología.

Argentina: exitosa combinación de arrozales con acuicultura.

La principal actividad de la explotación es el ganado alimentado en sus


propios pastizales y engordado con granos orgánicos producidos por ellos
mismos. Inta investigó especialmente la producción de granos asociados
con legumbres como avena con vezas, sorgo con soja y trigo duro con trébol
rojo. El papel de las leguminosas es principalmente la fijación de nitrógeno
para el cultivo comercial. Se diseñó un ensayo que separaba la
producción ecológica y convencional en diferentes parcelas piloto.
Después de 20 años, ambos rendimientos fueron similares en cantidad,
pero los costos por hectárea de la parcela orgánica fueron inferiores a la
mitad en comparación con el área manejada convencionalmente.
Otro ejemplo interesante en Argentina es la transición a la
producción de poli-cultivo de arroz y pescado a gran escala.
Originalmente desarrollado en Indonesia, este sistema ha demostrado
ser una excelente alternativa a la soja para las áreas con altos niveles de
precipitación. Especialmente en el noreste de la Argentina, en lugares
como La Leonesa, (provincia Chaco), el Pacú (un omnívoro pez
sarraceno de agua dulce originario de América del sur) ha prosperado y
ha proporcionado ingresos adicionales a los agricultores. El sistema
integral nunca genera ningún desperdicio mientras que las plantas, los
animales vivos y la biodiversidad se mantienen en equilibrio. Especialmente
interesante mencionar es el control orgánico de la hierba invasora
Echinacloa por gramíneas nativas. El rendimiento del arroz orgánico por
hectárea es más que satisfactorio, alcanzando un promedio de 9
toneladas.

Brasil
Brasil está desarrollando una serie de iniciativas de agricultura
regenerativa. Uno de los casos más conocidos es el Grupo Balbo, el mayor
productor orgánico de caña de azúcar en el país. Hace 30 años
reinventaron sus prácticas agrícolas para revitalizar los ecosistemas y
obtener rendimientos más altos que l o s sistemas agrícolas
convencionales.
El propietario de la firma, el señor Leontino Balbo, cree firmemente
en el poder de la naturaleza y la necesidad de restaurar el suelo a una
condición natural. Las técnicas agroecológicas como el cultivo de abono
verde, el control biológico de plagas, la reforestación y la descompactación
del suelo han hecho posible que Balbo desarrolle un sistema mucho más
complejo y equilibrado.
Además de aumentar la productividad y con el valor agregado de
l a certificación orgánica, estas prácticas se han traducido en varios
beneficios sociales y ambientales, tales como mejoras cuantitativas y
cualitativas en recursos hídricos, reducciones en las emisiones de gases de
efecto invernadero, me nor uso de insumos químicos no renovables,
mitigación del r ie s go d e contaminación para los trabajadores y
consumidores, y capacitación profesional de trabajadores rurales, entre
otros. En cuanto a la biodiversidad, las acciones implementadas crearon
una sinergia que mejoró una red alimentaria variada y compleja.
Su sistema de producción ahora alcanza un 20% más de
productividad que la producción convencional de caña de azúcar, al
tiempo que mantiene una preocupación genuina por los factores
ambientales, sociales y económicos en mente. La empresa utiliza los
residuos para la producción de energía e invierte en actividades de
monitoreo con instituciones independientes para medir un gran número
de indicadores de sostenibilidad, con el objetivo de mejorar
continuamente el sistema.
Grupo Balbo: mayor productor de caña ecológica del mundo.

Para obtener más información sobre los casos de éxito puede


contactar las siguientes direcciones:

España y Portugal: info@volterra.bio


Colombia: Guillermo A. Bueno - gabueno54@hotmail.com
Chile: gortavet@gmail.com
México: info@permaculturalamargarita.org.mx
Argentina: consultas@granjalaaurora.com
Brasil: www.nativealimentos.com.br - sac@nativeorganicos.com.br
Registro

A
- Abejas 40, 176
- Agroforestal 260, 286, 318
- Agricultura anual 16, 30, 54, 100, 133, 259, 316
- Agroforestería 259, 266,331
- Allen, Will 342
- Arándanos 40, 149, 226
- Árboles 116, 266, 273, 368
- Avellanas 228, 286, 318
B
- Bacterias 44, 92, 114, 142, 179, 292, 355
- Bellotas 118, 163, 378
- Bioma 96, 112, 145
- Biomasa 82, 110, 152, 203, 236, 260, 322
- Bosque 20, 34, 42, 50, 94, 106, 326, 343
- Bovino 161, 172, 205
- Burbank, Luther 32, 303

C
- Caballos 27, 54, 146, 155, 242
- Cabras 54, 93, 168, 275, 342
- Calcio 28, 179, 196,287, 378
- Calorías 17, 35, 82, 118, 150, 195, 237
- Capa 24, 32, 47, 56, 91, 97
- Carbono 17, 35, 83, 95, 102, 140, 160, 195
- Castañas/castaños 4, 53, 103, 120 ,133, 158, 229,
237, 262, 288, 328
- Cerdos 34, 48, 164, 225, 243, 275, 292, 332,
- Compost 40,114,142,255,292,316
- Crawford, Martin 277, 282
- Cultivos anuales 17, 27, 51, 82, 102, 135, 158, 247,
263, 293, 316
- Cultivo en calles 266, 269

D
- DDT 43
- Desertificación 145, 160, 168
E
- Economía 29, 51, 81, 101, 313, 370
- Ecosistema 16, 20, 33, 42, 50, 60, 82, 105, 133
143, 176, 194, 246, 277, 316, 325, 343
- Erosión 15, 53, 105, 146, 160, 194, 239, 252, 316
- Estanque 34, 189, 257, 287, 370
- Etanol 131, 200, 265, 330
F
- Flint, William 127, 235
- Fotosintesis 102, 113, 163, 243, 291
- Fundación Global Nature 368
- Fungicida 39, 60, 126, 188, 303, 315

G
- Gallinas 111, 144, 167, 225, 243, 292,334, 341
- Ganado 18, 25, 35, 54, 84, 125, 143, 154, 174,
200, 225, 239, 258, 270, 313
- Gansos 144, 155, 167
- Glifosato 44
- Grasas 18, 47, 131, 150, 179, 204, 339
- Gravedad 33, 88, 191, 248, 318, 345
- Grosellas 135, 140, 278

H
- Herbicidas 21, 39, 43, 60, 84, 110, 151, 188,
229, 262, 303
- Helmont, Jan Baptista van 97
- Heyer, Adolf 147
- Hongos 92, 98, 114, 140, 156, 179, 228, 279,
292, 317, 340
- Huber, Francis 183
- Insectos 34, 42, 49, 103, 129, 164, 176, 194,
227, 286, 297, 333, 368
- Insecticidas 43, 49, 111, 229, 298

J
- Jacke, Dave 227, 284
- Jamón ibérico 118, 163

K
- Keyline/ Línea clave 16, 249, 254, 269, 291

-L
- Lactosa 179
- Línea clave/Keyline 16, 249, 254, 269, 291
- Lundberg, Jan 83

R
- Raíces 25, 82, 92, 97, 114, 141, 160, 167, 248, 264,
270, 276, 289, 343
- Resiliencia 31, 84, 174
- Ribes 116, 135, 140
- Roundup 44, 187
M
- Maíz 17, 29, 41, 56, 94, 122, 158, 165, 194, 200,
226, 242, 247, 260, 286, 314, 332, 345
- Manzana/manzano 34, 40, 54, 93, 116, 125, 130,
148, 164, 187, 225, 235, 274, 280, 297
- McIntosh, John 187, 300, 310
- Martin, Paul 154
- Mendel, Gregor 304
- Miel 139, 154, 177, 189, 238, 244, 371
- Micorrizas 140, 293
- Minerales 20, 28, 40, 56 ,90, 104, 142, 164, 172,
196, 234, 249, 287, 316, 354
- Mollison, Bill 57, 277, 282, 344, 348
- Monsanto 44
- Monocultura 28, 49, 82, 158, 174, 196, 225, 229,
286. 295, 319, 354
- Monocultivo 15, 28, 49, 82, 151, 174, 196, 225,
228, 286, 320
- Moras 34, 42, 93, 106, 116, 135, 140, 275, 334

N
- New Forest Farm 34, 53, 99, 123, 138, 189, 226,
239, 261, 285, 308, 335, 348
- Nueces/nogal 42, 54, 61,103,112, 120, 147,
178,268, 281, 294, 331, 341

O
- Ovejas 54, 93, 144, 155, 161, 168, 174, 225, 239,
275,290,

P
- Patatas 52, 125, 303
- Pavos 110, 144, 161, 167, 225, 332
- Perenne 20,42, 51, 60, 82, 92, 102, 110, 122, 152,
163, 172, 194, 225, 147, 259, 280, 293, 312, 340, 348
- Permacultura 57, 126, 145, 152, 260, 277, 312, 338,
348
- Pradera 92, 155, 332
- Proteína 17, 35, 45, 95, 118, 131, 151, 176, 195, 227,
255, 275, 292, 304, 319
- Prunus/ciruelas 116, 139, 147, 156, 335

S
- Sabana 21, 93, 97, 115, 122, 130 ,143, 155, 159, 195,
225, 239, 260, 271, 283, 294,
- Setas 98, 110, 116, 141, 228, 238, 278, 310, 333
- Silvopastura 119, 159, 260, 270, 278, 286, 328
- Shiitake 142, 228, 238, 244, 284, 328, 333
- Smith, Russel 53, 60, 338, 348
- Soja 17, 44, 55, 95, 101, 131, 158, 242, 265, 296, 314,
323, 341
-STUN 270, 273, 307
- Subsolador 254, 268, 291
- Subtrópicos 152

T
- Thoreau, Henry David 50, 52, 56
UV
- Vacas 34, 54, 93, 127, 155, 161, 168, 205, 225, 242,
275, 292, 323, 330,
- Valla 29, 136, 155, 164, 170, 254, 262, 328,
341, 371
- Vitaminas 18, 40, 116, 179, 196, 199, 234, 354
- Volterra 15, 366

W
- Walden (Thoreau) 51
- Walters, Charles 99, 348
-Whitefield, Patrick 277, 282
Y
Yeomans, Ken 248, 250, 252, 258
Yeomans, P.A. 249, 258

Z
Bibliografía

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Australian property”, de Percival Alfred Yeomans
“The Keyline Plan”, de Percival Alfred Yeomans
“Permaculture One: A Perennial Agriculture for Human
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“Walden”, de Henry David Thoreau

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Langstroth

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Idassi (USDA National Agroforestry Center, Lincoln, Nebraska,
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