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MITO DE LA HOSPITALIDAD

Cuenta la leyenda que cierta vez Zeus, el Dios del Olimpo, y Hermes, su hijo alado y Dios de la
Comunicación, decidieron disfrazarse de pobres para andar entre los mortales sin ser percibidos
para descubrir qué hacía la humanidad. Ellos vagaron por muchos lugares, conocieron mucha
gente, les pidieron ayuda pero todos se la negaron. Los dioses oyeron palabras ofensivas, no eran
mirados a los ojos y eran tratados con desdén. Así, pasaron hambre, sed y otras privaciones.
Exhaustos, después de mucho caminar, ya no creían que el ser humano fuera capaz de darles un
mínimo de hospitalidad (sólo querían beber agua fresca, lavarse los pies y descansar). Cuando
llegaron a Frigia, lugar famoso por sus criminales y delincuentes, encontraron un par de ancianos
pobres, Filêmon y Báucis, que a pesar de las dificultades eran felices. El matrimonio se ayudaba el
uno al otro en todo. Cuando los dioses-mendigos tocaron la puerta fueron recibidos con una gran
sonrisa. El dueño de casa los invitó a entrar y la señora les ofreció sillas, luego buscó agua para que
tomen y para lavarles los pies. Mientras los dioses descansaban los ancianos juntaron legumbres,
tomaron el último pedazo de tocino que tenían y les prepararon una comida, hasta querían matar
el último ganso que les quedaba pero los dioses lo impidieron.

Los dioses tenían los ojos llenos de lágrimas ante tanta hospitalidad porque los ancianos les dieron
todo lo que tenían sin pensar en el futuro. Después de comer los ancianos ofrecieron su cama a los
dioses. Luego se desató una gran tormenta y los ancianos salieron a ayudar a los vecinos, pero la
lluvia desapareció y apareció un templo de mármol con un techo de oro resplandeciente. Zeus y
Hermes mostraron su verdadera apariencia y el matrimonio quedó espantado pero lleno de
alegría. Inmediatamente se pusieron de rodillas en señal de adoración y los dioses les permitieron
hacer un pedido para cada uno de ellos. Como siempre, los dos pidieron juntos. Querían servirlos
por el tiempo que les quedaba y morir juntos pues así podrían cuidar el uno del otro. "Después de
años sirviendo en el templo, Filêmon y Báucis fueron transformados en roble y tilo con sus copas
abrazadas en lo alto, unidos para siempre" Hoy en día se sabe a través de los relatos de viajes de
Turquía, región donde ocurrió el mito, que aún se encuentran los árboles entrelazados; y los
habitantes más viejos de esa región continúan enseñando a los más jóvenes que quien hospeda a
un peregrino hospeda a Dios.

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