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Hace poco la ciencia tuvo que entrar en uno de los debates más virales de los últimos
tiempos: dictaminar el color de un vestido. Ahora las matemáticas nos van a decir si
vestimos o no a la moda. El álgebra, la aritmética, la trigonometría, el cálculo o la analítica
están presentes en nuestra vida cotidiana aunque muchas veces nos percatemos de ello. Las
matemáticas nos ayudan a ordenar el mundo y a entenderlo mejor. Incluso cuando se trata de
moda, un área que podría parecer banal para la ciencia aunque tiene un gran impacto en
nuestra sociedad. Porque, ¿hay alguien que no quiera vestir bien e ir a la moda? Además
desde el punto de vista económico se trata de un sector en crecimiento: según datos
publicados en Forbes Magazine en 2013, las ventas por Internet de ropa alcanzan a millones
de dólares en Estados Unidos y otras partes del mundo y millones de euros en Europa.
En España, la Red ha ganado paulatinamente importancia como canal de distribución para las
empresas de moda y representa una proporción cada vez más significativa de las ventas
totales. Según el Indicador de la Moda Online, realizado a partir de datos de Kantar
Worldpanel, las ventas por Internet de prendas de vestir, calzado, accesorios y textil
hogar alcanzaron en abril de 2021 un 2,6% de la facturación total del sector, con un
crecimiento del 26% en número de compradores en relación al mismo periodo del año
anterior.
Además, los investigadores de Visión por Computador han empezado a estar interesados en
el tema debido a la gran aplicación que puede derivarse. El principal foco ha sido inferir ropa
de fotografías, lo que ha posibilitado el desarrollo de aplicaciones para el móvil
como Mencanta o Dresscovery que identifican una prenda o accesorio fotografiado
(bolso, zapatos) que el usuario haya podido ver por la calle. Y no solo facilita el modelo y
marca sino que, en muchos casos, la propia app permite comprarlos online directamente.
Pero, ¿y si esa prenda que alguien se empeña en llevar resulta que no le hace ir a la moda y
encima tampoco le favorece? Aquí es donde intervienen las matemáticas y el Big Data:
investigadores del Instituto de Robótica e Informática Industrial (IRI), centro mixto del
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Universitat Politècnica de
Catalunya (UPC), han desarrollado un modelo matemático que es capaz de evaluar si una
persona va o no vestida a la moda y, además, aconsejarle. Los creadores de este algoritmo
son los investigadores Edgar Simo-Serra y Francesc Moreno-Noguer del IRI y Sanja Fidler y
Raquel Urtasun, de la Universidad de Toronto, que dieron a conocer su trabajo en el congreso
de Visión por Computador más importante del mundo, celebrado el pasado mes de junio en
Boston.
“A partir de una foto de una persona geolocalizada y en una determinada escena se extrae
diferente información para crear un modelo probabilístico. El algoritmo marca las
probabilidades que tiene el usuario de ir vestido a la moda o ser ‘fashionable’ con una
ropa concreta y le da un valor, un número. Es un modelo con una capacidad de aprender,
que aprende de los ejemplos. El algoritmo establece las relaciones entre estas variables, es
decir, las relaciones entre la persona y la indumentaria, la relación entre el ‘outfit’ y la escena
y la relación entre la escena y la persona. Y todo esto relacionado con la ‘fashionability’. A
partir de los datos que extrae es capaz de definir qué moda se lleva y aconsejarle para mejorar
su estilo”, explica Francesc Moreno-Noguer, investigador del Instituto de Robótica e
Informática Industrial (IRI).
En concreto los investigadores del IRI y de la Universidad de Toronto se han basado en
Chictopia, red social especializada en moda y tendencias, para crear una base de datos
con más de 144.000 imágenes, de diferentes estilos, compartidas por usuarios y con
comentarios asociados a cada indumentaria. En un post publicado en esta red social, un
usuario sube de una a seis fotos luciendo un nuevo modelito, enseñándolo desde diferentes
ángulos y con detalle. También suelen describir la prenda e incluso facilitar otros datos
como la localización geográfica, un factor importante a la hora de determinar si se va o
no a la moda. No es lo mismo ir a la moda en España o Europa que en China o Japón. Los
‘likes’ y el número de seguidores que tienen los que compartes sus looks son datos que dan
una idea del éxito del usuario. Sin embargo no existe la opción del ‘no me gusta’ ni se
facilitan el número de visionados, lo que supuso para los investigadores un reto de datos para
trabajar desde una perspectiva de aprendizaje. Para la creación de este algoritmo, los
científicos combinaron una red neuronal con un modelo de predicción probabilístico de
tipo Conditional Random Field, que tiene en cuenta varios factores, como por ejemplo el
tipo de pieza, la clase de usuario o el entorno a la imagen, la localización geográfica o
palabras claves extraídas de los comentarios de los usuarios y metadatos como la
procedencia, los ‘likes’ conseguidos o el número de seguidores.
“Con la información suficiente, incluso podría ser capaz de predecir cuáles serán las
tendencias para la próxima temporada. Para las casas de moda podría convertirse en
una gran aliada a la hora de crear futuras colecciones: contar con esta información sobre
lo que estará de moda para poder adaptar sus nuevos diseños basados en la popularidad de
prendas tipos en diferentes grupos sociales y de edad”, indica Moreno-Noguer. Este
algoritmo creado tendría una aplicación claramente comercial. “Supondría una ventaja
competitiva para las empresas de moda: no sólo poder recomendar lo que está de moda sino
hacerlo dentro de su propio catálogo”.
Sin embargo una de las actuales limitaciones del modelo es que el 95% de las imágenes
recogidas de Chictopia son de ‘outfits’ femeninos por lo que además de ampliar en
número la base de datos –actualmente ya llega al millón de fotografías- el reto pasa por
equilibrarla y que pueda ser aplicarla al público masculino. Parece ser que hacen falta más
hombres publicando sus ‘outfits’ en Internet.
En cuanto al futuro de la aplicación, se trabaja en que pueda formar un modelo mejor del
usuario y que, por tanto, haga recomendaciones mucho más específicas. “La evolución
estará en que pueda identificar y aprender de los datos con los que cuenta y llegar incluso a
enseñar sobre moda. Que responda a preguntas como: ¿por qué algo está de moda? ¿Para qué
tipo de público?”, avanza Simo-Serra.
Para este equipo de investigadores se trata de un primer paso importante para poder
construir modelos más complejos y potentes que sean capaces de entender la moda, las
tendencias y los usuarios, en conjunto.
Por otro lado, este modelo matemático podría abrir muchas posibilidades sacando partido a la
ingente cantidad de datos digitales que nos rodean, con recomendaciones en otros sectores.
Más allá del mundo de la moda.