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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA, ‘i 28(Valena 1890) V. LULL*, R. MICO", S, MONTON* Y M. PICAZO* LA ARQUEOLOGIA ENTRE LA INSOPORTABLE LEVEDAD Y LA VOLUNTAD DE PODER: En la década de los ochenta se ha producido en el debate arqueolégico un cierto des- plazamfento hacia problemas que se relacionan con la dimensién intelectual y publica de la arqueologia. Los nuevos puntos de vista cuestionan principalmente el estatuto cientifico de la disciplina, una de las pretensiones epistemoldgicas de la «New Archaeo- logy», asi como el compromiso socio-politico de la préctiea arqueolégica. los fundamen- tos tedricos de estas perspectivas criticas son altamente heterogéneos, ya que fluyen desde el estructuralismo, el postestrueturalismo, la Teoria Critica de la Escuela de Frankfurt, el marxismo estructuralista y la hermenéutica contempordnea, y dispares, pues no son asumidos en igual medida por sus distintos (re)formuladores. No se trata (hasta el momento) de un movimiento unitario, una escuela establecida en la Acade- mia, sino de tendencias variopintas que adjetivizan la arqueologia como «post-proce- sual», «simbélico-estructural, «contextual», «radical» 0 «postmodernay. En este articulo vamos a tratar de analizar parte de la obra de sus introductores mas destacados (1). Los trabajos de estos autores presentan la arqueologia no como una ciencia sino como narrativa y la cultura material como un «texto» que es interpretado y presentado en los escritos arqueolégicos (monografias, informes, articulos de divulgacién...), segin la perspectiva tebrica del arqueélogo como sujeto «condicionado por su presente», Por tanto, la divergencia en los puntos de vista y la evolucién de las ideas garantizaran una produccién casi ilimitada de versiones diferentes. Este énfasis en la textualidad y en * BepartamentdHltre de Socetata Presale sAntoploia Sia, UnivrnitatAutinoma de Barcelo, 09109 Relates (1 Bete toto os wn compen unt J bn \Watamients na Guide del warns ‘opine son stare reparacin sre las ecientes tendencies enarquslgia,Ademés do un shunings en eto atl hareman hineapi en ae splisaaneseapecfeamcate 461 — 2 V. LULL, 8, MICO, 8. MONTON YM, PICAZO Jas multiples dimensiones del significado remiten fundamentalmente a ciertos autores postestructuralistas por su énfasis en el texto, «que no es una Iinea de palabras de la a prende un solo significado feolrigicn sol mensaje d itor-Dios), sino un es- pacio multidimensional en el que una diversidad de escrituras, ninguna de ellas origi- nal, se mezclan y chocan entre si» (2). Esta polisemia universal de los textos converge con el socavamiento que la postmodernidad efecttia de los principios del pensamiento occidental, Las alternativas postmodernas cuestionan directamente las bases del proyecto mo- demo formulado en el siglo XVIII por los fil6sofos de la ilustracién y, en general, toda Ta tradicién metafisica occidental que establece un logos 0 un sujeto trascendental en el que se fundan las pretensiones de conocimiento y de actuacién sobre la realidad. Princi- pios como orden, realismo, causalidad, origen, unidad y objetividad son revisados y re- chazados La ciencia, como institucién cuyo objetivo en el proyecto moderno consiste en el co- nocimiento verdadero de una realidad exterior al sujeto, es uno de los objetivos priori- tarios de la eritica postmoderna. J. F. Lyotard en La condicién post moderna (3) afirma que la ciencia constituye tan solo un subeonjunto de conocimientos dentro del saber ge- neral, El lenguaje cientifico, a diferencia del saber «narrativo» popular (fundamental- mente pragmatico y Tegitimado por su Uso co 7 por enunciados denotativo-cognitivos que lo aislan del resto de los juegos de lenguaje que conforman el lazo social y le imponen un ansia apremiante de legitimacién ante la propia sociedad. Lyotard enfatiza, por un lado, la necesidad de un consenso entre los expertos, una comunidad de «iguales en competencia», como elemento externo que otorga valor de verdad a los enunciados. Por otra parte, considera que la paradéjica re- currencia por parte de la ciencia a lo narrativo (el no-saber desde la perspectiva cienti- fica) a través de los grandes relatos emancipatorios 0 «metarrelatos» (4), es la plasma- cin de sus intentos de legitimacién socio-politica (5). Los acontecimientos sangrientos del siglo XX y las nuevas condiciones en la adquisicién y transmision del saber propi- ciado por la tecnologia (lenguajes-méquina) marcan la pérdida de credibilidad hacia los grandes relatos tradicionales. i para Lyotard la actividad cientifica se hace posible gracias a un consenso entre expertos, G. Deleuze cree que el pensamiento moderno se ha fundado sobre el acuerdo entre interlocutores en cuanto al presupuesto subjetivo del «sentido comin (6) que se expresa en formulaciones tales como «Todo el mundo sabe..., nadie puede negar.. ser backs, Londres, 197, pe, 16. ode Made 1887, ifzenss pe qu tonen en cunin pstensinee de Tegitimacion estates madante ct sanspalus, mal into rian do In edcnsien po amor, relas mart de mancipacin dae y Fa oreo cun in roaliccsn da trata lla caiaiat dela dela pbrece pre denne induct de aoe enarme incr ene aunea agama carat expen material (Cl. LYOTARD: Op. nee 3, pa. 96. rege een aginidad bureacea combina cola nova acta ceil enartnando slat utado dee cman, ceed ly rarnciey ae lo crldunien por medio del Cnteniest dl uataratos J -TYOTARDY a pate {crpinds sient Getic, Mowe, 1087, pl 3). (6) 6 DELEUE -Ditrondny repel ent Universidad, Gin, 188 —462— LA ARQUEOLOGIA ENTRE LA INSOPORTABLE LEVEDAD ¥ LA VOLUNTAD DE PODER 3 Los postulados en filosofia no son proposiciones que el filésof> pide que se le acepten, sino ‘mas bien temas proposicionales que permenecen implicitos, ya que son entendidos segun un. ‘modo prefiloséfic (7). Bajo el modelo del sentido comin, «pensar» no Tlevaria a conocer, sino a «reconocer»; es decir, nos hallamos ante la forma tipica de la representacién (8) que impide pensar la diferencia como no sea en relacién a la identidad del concepto. Lo que propone De- leuze es reflexionar sobre los presupuestos del propio pensar, generar un «pensamiento de la diferencia» destigado de la identidad a un Yo 0 al Ser. Por su parte, M. Foucault ha intentado mostrar cémo, en ciertos momentos histéri- cos, han aparecido y se han articulado enunciados cientificos en el seno de algunas for- maciones discursivas. Su descripcién, «arqueolégica» (9) busca sacar a la luz las reglas que en una época permiten la delimitacién de lo que es licito decir, la ereacion de obje- tos sobre los que desarrollar un conocimiento, la formacion de conceptos, temas y teo- vias, asi como las relaciones de la propia practica discursiva con otras no-discursivas. Con su énfasis en la historicidad de los discursos (el de las ciencias incluido) niega el protagonismo de un sujeto de conocimiento trascendente (0 conciencia, 0 idea) capaz de acceder a la verdad; ésta seria establecida mediante procedimientos («juegos 0 «ritua- Jes» de verdad) discursivos. Asi, expone c6mo, durante la Edad Media, las practicas de tntagacton sustituyeron al juramento o Ta prueba (ordalia) como mecanismo para pro- ducir la verdad judicial (10); y también e6mo esta técnica administrativa y de poder se generaliz6 a otros tipos de actuaciones y acabé por constituirse como modelo para las ciencias empfricas, En cuanto a las «ciencias humanas» (psicologia, psiquiatria, sociolo- gia, etc.), habia que buscar sus condiciones de posibilidad en el dispositivo disciplina- rio y de normalizacién de los individuos que se instaura en el siglo XIX. Asi pues, Foucault sostiene, siguiendo a Nietzsche que todo conocimiento responde a situaciones estratégicas de lucha y de poder exteriores al propio conocimiento. Son las relaciones de poder-saber (11) las que «construyen» al sujeto en cada momento histé- rico. Compérese con la eoncepcién del sujeto pensante y auténomo sobre el que desde Descartes se fundamenta el ser, el saber y el hacer (12). Para J. Derrida (13), la idea de sujeto como representante del logofonocentrismo oc- cidental, como testimonio de la presencia del Ser, debe ser «deconstruida». Partiendo de Saussure, y «desplazéndose» hacia la perspectiva eritica nietzscheana, Derrida cues- tiona la division tradicional entre el significado (el sentido trascendente) y el signifi- cante, subordinado al anterior y cuya unica funcion seria expresarlo. El filésofo francés () DELEUZE: Op. cit naa 6 i 204. {8) M-MOREY Del peear emo frma de plan sapere, pg. 18, en snteducins 8G, Dsaaa: Op lt. ota 6 pg. 25:28, (9) M FOUCAULT sa erquologi el sob Sige even 1988 (40) MFOUCAULE ‘La vad ls formar alee, Cd, Min 1686, ‘<1 suet ao cna, lor motos de concer as madlidedr de onosimient un tants otros fete Ge ee implica fundamental del potersbery de ss transfrmacanesMthies no st aaa del ute de comeemiont ogee pe (ria un anh itl esas ee poder-eber, es rec ls luchas ques atwvereny quel catty om is determina las format, temo tambien ls domino poss del comeinontos (M. FOUCAULE Wary eaten Gin 3, Madd, 198, pig 0, (42) SL! PARDO: -Deloze Vlotar ol possi, incl, Medd, 1980, nga. 16417 (09) J. DERRIDA: ‘Margo dela flosafasCateda, Made, 1869 — 463 — 4 V. LULL, R. MICO, 8, MONTON YM. PICAZO propone que toda lengua se constituye hist6ricamente como «fabrica de diferencias» y que los significados siempre se hallan en posicién de significantes. No existe, pues, un Ee " do ultimo y aul y itinua red de reen- ‘vfos que borran el binomio significante-significado y diseminan el sentido. La «reali- dad» se concibe ahora como un fexto sin autor, sin origen y sin sujeto, en el que las in- terpretaciones proliferan infinitamente. La introduceién de estas y otras cuestiones en las discusiones toéricas de las disci- plinas sociales ha dado lugar a reacciones diversas. Algunos intelectuales de izquierdas (Habermas, Anderson) (14) interpretan este fenémeno como un nuevo ataque del pen- samiento conservador, mientras que desde la derecha se clama contra la pérdida de re- ferontes y la decadencia de los valores tradicionales que promueve la postmodernidad (Bell) (15), Hay también quienes, con menos contemplaciones, tachan a los «post moder- nos» de oportunistas que buscan hacer carrera en los departamentos universitarios (Sangren, Gilman) (16). Con todo, el debate postmoderno provoca inquietudes, recelos © incomodidad por parte de los representantes de la Academia que ven en algunas de sus actitudes un peligro para las certidumbres y los fundamentos a priori que rigen la acti- La arqueologia se incorpora a este clima de polémica con cierto retraso y desigual intensidad. Paraddjicamente, el debate que auspicia la postmodernidad en arqueologia (y en otras disciplinas sociales) se ha desarrollado mas en Inglaterra que en Francia, pais de origen de muchos criticos de la modernidad (Lyotard, Foucault, Derrida, De- Jeuze, etc.). Sus principales representantes son britanicos y este texto pretende dar cuenta de los principios tedricos, metodol6 icos y politicos de los que mayor eco han te- nido en nuestra disciplina: Hodder, Shanks y Tilley (17). dade Bn J PICO (od Moderna y ostnoderndad, Aliens, Madrid, 1988, del mers here Sgt XAL, Nac 1880 (as) D'Bebis tas conadlesens cultures del nptlnno: Alone, Made 2087 (G8) 8 SANGRE shore st uhnography" Caren aopsogy, vl 29, 1988, n° 9, pes 406-495, A. Gil MAN: Commenter Bu T EARLE R.W.PREUCTL Op it, 198, ps, 16 16 7 en sear rat debts etc en anqusona Lada nose ha tnaaguro, El io interés de aston clos contindn Elda onih needa yor sateen salve deo gue stem le teortaerquecgenon geseral BL factor comin a rons rare ee earch de oto gon hues posnadernida, sis de encoservadarimoy partial es det, 1 SEALTEEE Sette ets. al vechaan deta comentario goneralmentesoperisaes,coentes de be angumental ee eS SNDALEZ MARCENy K MISCIE sArharology and strc! Maeva, Reectnas on Peoria! dics. sae eth scohnsegy fom the periery BP BAKER yo THOMAS Cds. -Wating te past in the present. Lampeter Haan ea eg) eacendalonontedesntecndce, Como contecsenla. degra e debate de fondo, on tara Heer ocala ome dsm archimaniae Aste aco de a purtmodernad a eatvamo bistro ouverte on Bese hued ee emcrtarzeadeeneda cn denneia stat, iets, wradisonalinn,ietramentlito oti {penpacdad metoolgis eo (pe d2 ADANBE, “Nucrosgeneracones Se a Es Arqueoloia Baca ol Coloqie seo icraeepat, Teruel 198 tjuesege contexts Un vain rin. Taj de Prenat, 40, ln Mido de a tnqnaopa Sitet. Made 18, J VICE {inc ered eonesvara, Cots Zar, 6, 1900, pgs, 1027) Bata vie irre a can ee dee a ove Sls Conde Marsan y Rach,» Vien on algunas punto, epreccupan i ns onc eGbatain cnteyolicisme formal raealien el, para una lsnativa no alinada dla ep Por alma to de destacer gr la tes ener ejetiv sien (oder dado gu el marc erie into ir st) em btual notira unesidages Sin ebarge, Shanks y Tilley meesen poe comecarie debe 8 agora t are tein (Bera: Foueul, Renew, Lota ee) A pasar Se tnd, resulta dif de entonder In devine. tla eel ess pg isc ps0, HOBANES ta roi Rete eet mol, Uo ‘erin de Zargen,Zoragona 1985 —464— LA ARQUEOLOGIA ENTRE LA INSOPORTABLE LEVEDAD ¥ LA VOLUNTAD DE PODER 5 Hodder no es un disefpulo aventajado del postmodernism filoséfico-lingitistico. Pese a ocuparse de temas actuales en el debate postmoderno tales como el estatuto onto-epistemaligica de los sujetos + do los objotos, la-polisemia-de-los-signifieantes-d tro de los textos, y pese a concienciarse como pensador «postmoderno» (18), sus andlisis estén mucho mds en deuda con Ia tradicién idealista, histérica y filoséfica de Dilthey, Weber 0 Collingwood y con el estructuralismo clasico. En Interpretacién en Arqueologia expone extensamente sus posiciones teéricas. Hodder considera que la «cultura» esta constituida por prineipios de significado simbo- lico irreductibles (19). Estos eédigos culturales, premisa y resultado de la accién indivi- dual, constituyen la «estructura social», y se manifiestan de manera diferente en cada caso conereto, dada la singularidad de los desarrollos histéricos. Las relaciones y los ro- les sociales constituyen el «sistema socialy mediante pautas que pueden ser observadas con operaciones empiricas sobre las manifestaciones dadas. El concepto de «individuo» como actor reflexive (sujeto de la accién) ocupa un papel central en el entramado teérico hodderiano, ya que articula roles y relaciones sociales, mediante los prineipios de significado que recibe y modifica en contextos particulares. Este concepto de «individuo» es comtin a la teorfa sociolégica de la aceién (Weber, Par- sons) y a la filosofia idealista inglesa (Collingwood), que Hodder retoma directamente. vas subyotividades y para ello precisan de un medio simbélico compartido (la tradicién) que permita la comunicacién. De acuerdo con esta postura, Hodder afirma que en todo proceso social los individuos negocian sus diferentes intereses e intentan realizarlos a través de acciones (negocia- ciones) que manipulan los principios simb6licos existentes. Este proceso de interaccién produce, a la ver, la transformacién de las propias estructuras tradicionales (20). Re- cientemente (21), se ha reformulado la misma concepeién con una terminologia «més postmoderna»: el texto de la tradicién se lee y se reescribe continuamente mereed a su interpretacién en diferentes situaciones contextuales. En cuanto a la posibilidad de que lleguemos a conocer las acciones del pasado, el historiador (o el/la arqueslogo/a) es perfectamente capaz de imaginar y eriticar otras subjetividades, de acceder al «interior» de otros acontecimientos pasados al «repensar- los» en su propia mente y exponerlos en argumentaciones coherentes (22). Cada acontecimiento, aunque sea tinico, tiene una universalidad, porque posee una signifi- cacién que puede ser aprehendida por cualquiera en cualquier época.» (28). Para Hodder, lo mismo que para Collingwood, el pasado no es sino en cuanto a noso- tros en nuestro presente (no es sino aquf y en mf) lo que implica identidad o presencia (48) L HODDER. La arqueslgie on aaa pacers Tabac de prohistor (Go) En esto punto, a dead on In stradueaen engasiona del extractraismd por pert del aud Seine M. SANLINS, Ca rat 6n pti. Ged, Daecona 188 nine de iso Gana, Barcelona, 1968 ctor (20) T PARSONS Bt sina sal Alsney Made, 1 (2D L HODDER: Per de eeara maternal y caste sca ‘anelparedo n= ices de a2) WG. COLLIKGWOOD. te (28) COLLENGWOOD: Opa es 6 V. LULL, R. MICO, 8. MONTON YM. PICAZO evidente del sujeto y presupone el pasado como idéntico al pensamiento histérico de cada sujeto de conocimiento. vel de la interpreti cién historica (las interpretaciones histéricas), los roles y relaciones sociales (el sistema social), se encuentra en el nivel de la observacién y el experimento. Las ideas dominan- tes, en cualquier caso, son dos: A) Sélo se puede aceeder a los cédigos mediante la reflexién y nunca mediante el experimento. B) Las interpretaciones son subjetivas y particulares, por tanto, miltiples. Para Hodeer el objeto de la arqueologia esta en «las relaciones entre las estructuras generales de un grupo cultural y las acciones y hechos individuales que ocurren dentro de cualquiera de los contextos de ese grupo» (24). La tarea del arquedlogo consistirfa en leer el texto de 1a cultura material; es decir, interpretar los significados simbélicos ex- presados en ella como conjunto estructurado de diferencias significativas que posibilita- ron las aceiones de los individuos y grupos en el pasado (25). A principios de siglo, We- bor ya enuneié la misma idea, indicando ademés la posibilidad de entender su significado: Todo artefucto (verbigracta, una maquina) posee un significado y pucds Ser TALBEPFeTATO Y comprendido puramente por haber sido creado por seres humanos y usado en actividades huma- ‘nas (quiza eon propésitos distintos) y a menos que tomemos ese significado en consideracién el ‘uso del artefacto sera totalmente ininteligible. Bs inteligible, por lo tanto, en virtud de su rola- cidn con Ia accidn humana, sea como medio para un fin 0 como fin en si mismo, deseado por cier- to agentoa y hacia el cual Se orienta su accin.» (26). La cultura material entendida como medio de comunicacién precisa dos niveles de significacién: la que comportaba en su tiempo y la que adquiere en el presente. En ar- queologia tradicional, y ante la imposibilidad de verificar si existe correspondencia en- tre ambas y de separar lo que tal cultura «significa» para el/la arqueélogo/a de lo que «significaba» para sus hacedores, se ha pretendido que el objetivo consist{a en interpre- tar el pasado segun lo que «nos ilustraba» la cultura material, para lo cual resultaba suficiente remitirnos al sentido comin. Tal presuncidn obvia reconocer que los signifi- cados de la cultura material tienen sentido (y no precisamente comtin) tinicamente en nuestro tiempo. Por su parte, la New Archaeology, en su «ruptura> con la historia, pro- puso investigar las leyes generales de la cultura, negando especificidad a la cultura ma- terial (27), 0 bien creando categorias estrictamente arqueol6gicas de ordenacién de sus materiales para lograr una red de informacién claramente formulada (28). En cambio, (24) HODDER: Op, ie net 1, px. 2 (2) dohatamivdlme de artes legis, poy proposona base dl poder dele grupos doit: HODDER Theoretical sony treacdonary vow Bn 1, HODDEE ed). Smbote and stecteralevdaecagy, CUP, Cambridge 1382, page. i, (29) M. WEDER: a ssn sci: ensayos metndlipine. Pinta, arelon, 1964, pes, 1610 (G2) thamiont “Archocolocy Presto: Em 8 BINPORD yt. BINFORD (ds) Now Perpectives in Archaclogys Aldine, Chicago, 1968, (28) D GLARICE -Arquelgia aati, Balatrea, Barelne, 1984 —466— LA ARQUEOLOGIA ENTRE LA INSOPORTABLE LEVEDAD ¥ LA VOLUNTAD DE PODER 7 Hodder asume explicitamente por un lado la imposibilidad de formular leyes generales © de realizar generalizaciones vélidas y, por otro, sin embargo, aboga por la existencia _______se principios generales de significa de Jeng al do los signif. cados de la cultural material (29), que puede ser aprehendido en cualquier perfodo (80) y permite la lectura de todos los textos arqueolégicos (31). Con todo, evita definir esos prineipios y vuelve a apelar al «sentido comin» de nuestra época: Los principios universales del significado (..) son sélo aquéllos que ¢ados nosotros evamos «@ cabo de forma habitual en ealidad de actores sociales y son asimismo los que los arqueslogos ponen en prictica a la hora de interpretar el pasado. (32). La comprensién depende de la «imaginacién histéricas y del investigador (inseparable del contexto social en el que trabaja) y de la cantidad de datos disponibles (33) La «coherencia» expositiva y la «correspondencia» intuitiva entre nuestra idea pro- cedente del presente y las reliquias que quedan del pasado y que proceden de la accién de un sujeto 0 un pensamiento que seré necesario repensar, serfan los tinicos eriterios de evaluacién de las interpretaciones arqueolégicas. Sin embargo, parece ignorar que se refiere a una «coherencia» establecida por un jurado determinado (Academia 0 «sentido comin» del paiblico) que tiene la facultad de marcar sus limites; ciertamente, la compla- cencia en el recurso a Ja «eoherencia» no cuestiona ni el establishment arqueolégico (en Bu caso él positivismo de la New Archaeology) ni las arqueologias «rivales»: todo de- pende de que una de las «arqueologias» (y la New seria tan buena como cualquier otra) movilice el suficiente poder para imponer sus criterios de coherencia, con lo cual se cumpliria el requisito establecido. Hodder no subvierte los presupuestos de las inter- pretaciones, los da como implicitos, con lo que hace una llamada al «orden» que no sus- cribirfa ningdn pensador postmoderno; como tampoco admitirfa (34) la primacfa del su- jeto auténomo como conciencia pura actuante y cognoscente que Hodder postula en nombre del «individuo». Puesto que no acepta leyes cobertoras que indiquen cadenas causales y niega las po- sibilidades racionales de objetivacién, Hodder se ve obligado a buscar ei sentido de lo arqueolégico en otro lugar, ya que necesita que la cultura material «signifique» algo y articule un discurso afortunado. Para ello acude a las propuestas semiolégicas de raiz sausseriana y Ilega a la conclusién de que la cultura material esta constituida por un conjunto de asociaciones y diferencias significativas (35) que permiten su interpreta- (@9) 1, HODDER: Interprotasin on erquoviega. Corriente etulen. rie, Horcona, 1988, pe, 160. (90) Vease también COLLINGWOOD: pnts 2 (8) HODDIER: Ope nota 2, page, 10-186, (62) HODDER. Op, cit naa 28, pag 151 as cursivas con nuestra. Véase a expact LR. BINFORD: Correapandensos Man, 23,04 2 1085, page 374376, (9a HODDER: Git nota 29, pigs. 168.170, 621d Opt. nota 18, p63. Lae pants do pasa dls atrssion ‘donvan oe de poe de gunerabzacinsnacptadns pr Hodde?U. HODDER cd Symi ‘es efmatria cure CUP, Camrdge, 1980 pap 213) 1) Le cnaataclon de que exten crs opines tractus ntereltrales(hamibremaigr, video, 5) ta retweneia a medley analgins que aiasen nl modo medias ecu los sre hutanie Sen ord soe scone, aye Hodder na atetantey i pide’ do liar erat geoealsacines pe implica poder pred lascloions x stentet ren cultura material y le eondseta novia pra on sada conexto we cna en do rpc, hatersumene tine eo —467 — a V.LULL, MICO, S. MONTON YM. PICAZO cién como si se tratase de un «texto» que cobra sentido en su contexto. El primer paso de este proceso interpretativo (hermenéutico) consiste en el examen de los datos empi- nales y tipolégicas relevantes, con objeto de delimitar el contexto de signific: cifico. El contexto, como unidad de andllisis, se define a posteriori, cuando se pereiben las «pautas significativas en las dimensiones de variacién» (36) relevantes (para el/la arqueélogo/a). No existe, por tanto, una escala de andlisis prefijada, ya que ésta varia ‘en funciéa de las caracteristicas o elementos seleccionados (37) y de los propios eriterios del investigador/a. Asi pues, lo que encontramos por doquier en la propuesta de Hodder s la primacia del Yo pienso; un sujeto trascendental que se despliega en la historia, En el pasado, este Yo-autor escribfa el «texto» de su existencia (38) y en la actualidad reco- bra su identidad en cada historiador/a-arquedlogo/a gracias a la ayuda, innecesaria se- gin se mire, de la positividad del contexto. Hodder no advierte que esta categoria de anélisis implica la defensa de la legalidad (metaféricamente, el contexto es una ley co- bertora) y se mantiene ajeno a las formulaciones post-estructuralistas («postmoder- nas») que combaten la ley y el orden. Para R. Barthes (39), el contexto de un mensaje reduce su polisemia y, por tanto, vincula la significacién o significancia a la comunica~ cin, Tener en cuenta ol contexto es siempre un progreso positivista, reductor y legal, es ‘decir, esta ordenado ¢ inscrito en Tas ovidencias del Tacionalismo, Et CONTEXTD, PUES, Se conforma en ley y en tinico, y como tal se evoca como objetivo de una ciencia taxo- némica. La arqueologia hodderiana tiene de radical lo formal (40) y sdlo es posible en con- textos «integrados» de libertades aparentes que no exigen ningtin tipo de compromiso social, sociedades altamente liberalizadas que producen y consumen esta arqueologia al cereerla «something original». Su insistencia en la necesidad de autocritica respecto a nuestros condicionamientos presentes a la hora de interpretar el pasado, no se traduce en ningun esfuerzo por aplicar este principio a su propia préctica, como pudimos apre~ ciar en su llamada a la «eoherencia» de las interpretaciones. Bs raro encontrar en los textos de Hodder referencias al tipo de arqueologia que auspicia el capitalismo o la ide- ologfa liberal en general, a la politica arqueolégica de su pais y a la relacién de ésta con a reflexion tedrica, o al papel concreto de Cambridge como filtro y eco de lo que se «piensa» fuera de la arqueologia y fuera de Cambridge, por supuesto. Tampoco es habi- tual encontrar una autorreflexién sobre las fuentes que inspiran su pensamiento (por ejemplo, el estructuralismo, la teoria sociolégica liberal y, en menor medida, el postes- tructuralismo) y su relacién con las cuestiones anteriores. En suma, la teoria arqueologia hodderiana tiene la astucia de estar al loro, que no a Ia page (a diferencia de Shanks y Tilley) de la crisis del discurso filos6fico-cientffico mo- derno. Hodder parece postmoderno cuando cuestiona la existencia de axiomaticas cien- tifistas, aunque no desarrolla un aparato critico que las descalifique, o cuando postula (96) HODDER: Op. ct nota 29, pig 167 (Gf) HODDER: Op. ce mae 20, pay 18 (a8) Vease sere. (80) S BARTIIES: -Répasee Me uo 4,197, ps. 89-107 (a0) GONZALEZ MARCENy RISCH: Op cit nota 7 — 468 — UA ARQUEOLOGIA ENTRE LA INSOPORTABLE LEVEDAD ¥ LA VOLUNTAD DE PODER 8 Ja comprensién de los textos desde perspectivas diferentes y remarea las dimensiones socio-politicas de la practica arqueolégica. Sin embargo, es premoderno por generar sig- nificados (en el texto) a través de intuiciones. Por-conts Hie absolutamente mo- derno al privilegiar un sujeto trascendente y al intentar aplicar una sistematica de opo- siciones de raiz sausseriana (estructuralista-positivista). M. Shanks y C, Tilley son coautores de un par de libros elave para la comprensién del «postprocesualismo» (41). Ademés, C. Tilley ha publicado, en solitario o con otros ar- queélogos, un buen ntimero de articulos y recopilaciones en clave post moderna. En este breve ensayo, consideraremos principalmente las dos obras mencionadas y s6lo pun- tualmente nos referiremos a otros trabajos. Aunque los puntos de coineidencia con las formulaciones de I. Hodder son notorios, en Shanks y Tilley se observa un mayor es- fuerzo tedrico por elaborar sus propuestas y una fundamentacién « el pa- sado metaforicamente en una produccién ilimitada de textos, actualizéndolo asi en cada momento hist6rico. Para Shanks y Tilley los arquedlogos se enfrentan al estudio de las sociedades, con- ceptualizadas a partir de las nociones de «sistemay y «estructura» con un contenido milar al que les da Hodder (45). No obstante, enfatizan mas los efectos de las luchas y las relaciones de poder en la dindmica social en un intento de asimilaci6n de la perspec- tiva foucaultiana, En efecto, cabria considerar como uno de sus «axiomas» basicos, 1a proposicién de que en fodas las formaciones sociales existen conflictos de intereses, ma- teriales 0 no, entre individuos o grupos a causa del acceso diferencial al poder y al con- (4D M SHANI y 6 THLLEY: -Reemstrutingarchaolgy: Theory end pesto, CUP, Cambridge, 19871: Sada Theory and r= voy ama Pty Pros Canbe S ‘on (42) Siguendo ta tuadiin de M Heidogyery H.C, Gadamer le nterpretacin ex parte de nuestra propia exstenca on ol mundo (SHANS y LY: Op ott ata dt Metnstrneting beg 16 (49) SHANKS y TILLRN Opi note, Reromtsuneing pag 21 (46, SHANKS y TILLEY: Opt note 4, Sec Theory. pe Ve (4) SHANKS 3 THLLEY Op, ir ot 4, Swanstrancing» pap 12; Opt. nota 48, eel Then. pe. 7 469 — 10 V. LULL, R. MICO, 8, MONTON Y M, PICAZO trol sobre los recursos (46). Contradiceién, negociacién y conflicto son inherentes @ toda sociedad y constituyen los motores del cambio estructural. Sin embargo, ahi parecen acabar sus afirmaciones universatistas-y generatizadoras-(47},dado-que-ol-cambio es~ tructural obedece siempre al resultado de acciones dependientes del contexto (48). ‘La cultura material toma parte activa en las transformaciones estructurales. No es tun reflejo pasivo de las précticas sociales (como afirmaba la New Archaeology), sino un medio cargado de sentido que interviene activamente en los procesos de percepeién, co- municacidn, y en la adquisicién de conocimientos sobre el mundo, al que ayuda & cons truir como lo hace el lenguaje (49). Del mismo modo, posibilita las estrategias que los individuos y grupos realizan continuamente en contextos diferentes. Desde esta pers- pectiva, la cultura material puede considerarse como un: «digourso material silencioso, articulado y estructurado que forma un canal de expresién ma- teriatizada y que est conectado y ligado a las préctieas y estrategias sociles que implican poder, intereses e ideologia» (60). Baséndose en la nocién de signo diacritico de Saussure y en la deconstruceién derri- diana, consideran que la cultura material esté constituida por un conjunto de signos cuyo significado permanece disperso a través de una cadena abierta de significados-sig nifveantes. Evidert 5, puede reducirse a los elementos que lo componen y que uno de los objetivos de Ia inves- tigacion debe orientarse hacia: ‘una biisqueda de las estructuras y de los prineipios que componen esas estructuras que sub- ‘yaven la tangibilidad visible de las pautas de la cultura material. Nuestro andlisis tiene que tra lar de descubrir lo que subyace bajo las presenciss observables para explicar las ausencias, las opresencias y ls eouusencias, las similitudes y la diferencias que forman, en un particular con- texto espacial y temporal, las pautas dela cultura material» (5D). ‘Ahora bien, el proceso interpretativo (hermenéutico) que se propone es ajeno a la idea de metodologia estricta en el sentido positivista (52). En el punto de partida de la (ab) 6. TLE Sci] formation, lal structares end soil change, L HODDER ed): Symbolic and structural rchaeloy CLP, Cambridge, 19H te 36 “SHANTOS) MLLAY. Op ct te 4, Seid Thaory» p70. ay a TS 7 LLY or scocres cue pueda irra i eompeidad diferencia yrloinel de J realidad material de Haan eer rch cangora ee ndceunda par logue aie mundo no re puede hacer en compartments segs rela emclence ly vor tony gen en ada conepia que a hacen aeenario prs referiay aor anceps, Cale cr ee Sad dente do i inna, realded ve define por lo aoe eat, por nu reac ce TERS scr. Hl etd en ert talmontepreaene, nance eee ee asco alo cncluyene samp eet loio, nent de alguna manera, mati defini 3 ne SESEURS HANH 9 TILLEY. Op ct non Sell Theory. mp, 20 i 87-68. sel SHANKS TIL aieg sant el presto todena yet trade de a hrenétin rae! devin. Eda jst con Deri ae gduce on que La iene qu proponen Shakey Tiley silo e Geren spate nn Deri eda Aes enlicgure redasndo torments el eos de a ciffranee deri (an erence ‘heey donor) (as) Deis nego de telatvdadepstamion (SHANKS y TILLEY: Opt, nata 4, Reconstruct enleaiges stabs po ade crqcslgo (49) THLLDY Ops nota, pa 2 ‘SHANRy TILLEY: Op et ota 4, Social Thoory.n pis 94,98. (60) SHANNSy TELE Op. cc not Soc Tory.» ples 102 (ft) SHANI y HELEN! Op. ie nate 1, Sool Thao.» (G2) SHANES y TILLEY Op. ce naa 4, sResonstrveting 1 Al gual qu Hod, LA ARQUEOLOGIA ENTRE LA INSOPORTABLE LEVEDAD ¥ LA VOLUNTAD DE PODER n interpretacién, «efrculo» 0 «espiral» hermenéutico, se sittian nuestros conocimientos ac- tuales (viveneiales, etnograficos, ete.). En primer lugar, nuestro relato debe intentar lor te-totalidad social que produ armateriat det contexte que-anatiza= mos (53), y cumplir los requisitos de plausibilidad y coherencia, que constituirfan los criterios de evaluacién entre propuestas diferentes. E] conocimiento obtenido pasa por la capacidad de justificar afirmaciones (54). Si nuestras «intervenciones conceptualiza- das» (formalizaciones) son correctas, lograremos avances en la comprensién. Si, por contra, no lo son, y ello nos serd indicado por la resistencia de los datos (55), nos encon- traremos ante una masa informe de hechos, ante lo cual deberemos recomenzar el cir- culo o en las argu- ‘mentaciones, remiten a otros tantos puntos de encuentro con los discursos supuesta~ ‘mente

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