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scenarios | ‘Y NUEVAS CONSTRUCCIONES IDENTITARIAS i PN América Lariva © 2004, Centro de Estudios Avanzados Universidad Nacional de Cordoba ‘Ay, Vélez Sarsfeld 153 (5000) Cordoba - Argentina Te: 54 = 351 - 433 2086188 cento@cea.unceduar ISEN: 950.33.0436-9 Eiicién al cuidado de Tamara Liponetzky Hecho el depésito que indica fa ley 11,723 Impreso en Argentina UNIVERSIDAD NACIONAL D CORDOBA Rector Prof. Ing, Jorge H. Gonzélez Vicerrector Ing. Age. Daniel E. Di Giusto Secretario General Ing. Agrim. Félix Roca Secretaria de Posgrado Dra. Myriam Parmigiani de Barbaré Cevrno pe Estupios AvaNzavos Directora Dora B. Celton ‘Untvensipap NACIONAL DE VILA MARIA Rector Cx Carlos Omar Dominguez INSHTTUTO AcaDEMICO PeDAGOGICo DE CrENcIAS SOCIALES Director Lic. Dante La Rocea Martin Secretaria Académica Cra. Maria Cecilia Conci Secretario de Investigaci6n y Extensién Mag. Gustavo Luque ® sew Conta ce Eston sente que es siempre vivide como confluencia del pasado» Es entonces que toda apelacién a la memoria «es un exhorto y una interpelacién.» Necesidad, direccionalidad, pero al mismo tiem- po posibilidad, cuestionamiento. Esto se ratifica en las palabras de Schmucler que sefialan como propuesta, hoy, més que establecer una verdad histérica, «el cémo se construye una memoria.» Memoria en, cuanto espacio fundante para una ética del reconocimiento de quié nes somos, de quié recordar, de cémo reflexionar, ce emo recuperat aquello para Ja cultura contemporanea, Y entonces el acontecimiento resulta, como bien Jo afirmaba Paul Veyne «una encrucijada de itinerarios posibles» (1992:37) que pivotean mas alld y més acé del establecimiento de una fecha 0 un perfodo; pero.a su vez, intrincados, difusos, ¢, incluso, incomodose interpelables caminos, caminos que se sustentan en la referencialidad de hechos, pero, fundamentalmente, en la memoria como reservorio individual o como espacio desde donde articular los cuadros sociales (Hallwachs) 0 los lugares (Pierre Nora) que nos constituyen. 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David Robichaux Universidad Iberoamericana de México Identidades e historias particulares: Las repéblicas de indios de la Nueva Espana Uni de las conclusiones de aigiin conquistador espafiol de la Nueva Espajia, cuyo nombre no recuerdo, fue que la riqueza de México era su gente, Esta observacién fue hecha a fechas tempranas del siglo XVI antes de las oleadas de epicemias europeas que redujeron la poblacién de la Nueva Espaita, segiin la fuente, de entre 16 y 25 millones a alrededor de 3 millones a fines del mismo siglo (Borah y Cook 1993:32-83). Durante las primeras décadas de la Conquista, al gobiemo virreinal aproveché la compleja organizacion de los esta- dos prehispanicos, emprendiendo pocas reformas administrativas (Borah y Cook 1993:35), por lo que contamos con documentos como el Cédice Mendocino. Esta lista de tributarios del Virrey Mendoza atestigua la continuidad de la organizacién burocrética prehispénica y da constancia de cémo los pueblos y sus unidades continuaron, por un tiempo, aportando tributo al virrey, de igual forma que ha- bian tributado al Estado azteca. Los calpolli, tlaxilacalli y calpique del centro de México y Jas unicades andlogas en otras regiones fue- ron reconacidos en los primeros padrones del sigio XVI (ver Rojas et a,, 1987) y siguiexon presentes —a veces como barrios— cuando se comenzaion a levar registros parroquiales a fines del sigio XVI y durante el siglo XVII; muchas de ellos siguen presentes en los albo- res del siglo XX En vastas regiones del centzo y el sur de México y en algunas regiones centroamericanas donde los espaiioles encontraron pobla~ ones agricolas sedentarias organizadasen sociedades estratificadas, mumerosas unidades de origen prehispénico sobrevivieron y conti- nuaron reproduciéndose como repiblicas de indios o unidades de éstas durante toda la colonia. Las mismas unidades han continuado yhan ctecido hasta nuestros dias, acapténdose a las nuevas modali- ‘ades republicanas, guardando siempre la memoria de su origen, frecuentemente marcada por una historia de luchas para proteger a9 sus tierras. Pero no se trata simpleniente de curiosos vestigios de algo extinto. Estamos ante unidades sociales que han constituido importantes actores en México en el siglo XX y que fueron, entie otras cosas, los principales demandantes y beneficiarios del reparto de los latifundios llevado a cabo come politica de la institucionalizada Revolucién Mexicana de 1910. Hoy en dia, por todo el centro y sur del pais el gruteso de los ejicos las unidades que detentan Jas tie- sas bajo los estatutos de la Reforma Agraria mexicana del siglo XX son los contintiadores de las reptiblicas de indios coloniales. Como han mostrado Hill y Monaghan (1987) en su investigacién etnografico-etnohistérica sobre Sacapulas en Guatemala, las mismas. unidades y sub-unidades figuraron desde los primeros dias de la dominacién espariola y figuran hoy todavia, como los actores socia- les presentes en los expedientes judiciales, reclamando siempre sw origen antiguo y actuando siempre como grupo unio frente al Es- tado modetno. Hilly Monaghan describen el caso de una de las sub-unidades —un pueblo dependiente de la cabecera del municipio— que, al c= cer en poblacién e importancia econémica, entré en una nueva co- rrelacién de fuerzas con la cabecera. Por tener mayor poblacién que ésta, pudo convencer a Jas autoridades departamentales a que se construyera una clinica abi. Como parte de este proceso —que pue- de considerarse como proceso de independencia de la cabecera—, pronto el pueblo habia establecido su propio sistema de celebrar las, fiestas religiosas y dejé de cooperar econémicamente con las de la cabecera. Los autores concluyen que, en el proceso descrito, se trata de los mismos grupos sociales que desde Ia época prehispanica ac- tuaron en el escenario local de Sacapuias. A pesar de la politica de congregacisn del Estado espafiol de fines del siglo XVI, mediante la cual se trasladaron poblaciones enteras para efectuar mejor el con- trol politico y religioso, parece que lo que hizo la congrepacién fue remover grupos previamente existentes, sin mezclarlos (Hill y Monaghan, 1987). Y como sugiere Elsa Malvido, la congregacién tal vez debe verse como una medida del Estado viereinal disefiada para concentrar, con fines administrativos civiles y religiosos, una pobla- cin que habia quedada dispersa por el desplome producido por oleadas continuas de epidemias que en menos de cien afios diezmé la poblacién dejndola a 10 por ciento 0 menos de su nivel en1519 ( Matvido; 1992). Este ejemplo guatemalteco del logro de la autonomia de una de las sub-unidades municipales es una historia que se vepite alo largo 320 a | yancho de México (ver Dehouve, 2001). Como seitalan Cooky Borah {1962:49} en el caso de La Mixteca, histéricamente, desde el siglo XVI hasta el XX se ha registrado una misma tendencia de fas sub- unidades a buscar la autonomia y Ja separacién. En mi propia expe- riencia en Tlaxcala, en el México central, supe de mumerosos casos delmismo fenémeno de autonoméa, El proceso de fisién seguramente se aceleré en la tltima mitad del siglo XX, cuando la poblacién del ‘pais pass de 25 millones en 1940 a 50 millones en 1970 y a 100 millo- nes en 2000. Las ex epiblicas de indios aumentaron su poblacién a ritmos atin mayores que la tasa nacional". Pero al mismo tiempo que se produjo Ia explosién demogréfice, muchas de esas comuni- dades recibieron las influencias del exterior, en forma de escuela ya través de la creciente dependencia del trabajo asalariado, y entraron, en estrecho contacto con Ja economia nacional. En el siglo XX, el antropélogo mexicano y director del Instituto Nacional Indigenista Gonzalo Aguiete Beltrin (1967) acuié el término «regién de refu- gio» para referirse a aquellas zonas aisladas en donde habfan persis- tido la lengua y otras forma de ser «indigenay. Bs de pensarse que una gran parte del México rural del centro y el sur revestfa algunas dle las caracteristicas de las regiones de refugio a principins del siglo XXy bien entrado en éste, ya que la presencia de lenguas indigenas ra importante. Pero, a pesar de que ya no estén aisladas estas co- ‘munidades, en ellas se mantiene un tipo especifico de sociabilidad que, como veremos, se refuerza constantemente mediante un com plejo entramado de relaciones, reproduciendo en el proceso los con- tinuadores de las reptblicas de indios como importante actor social en el escenario nacional. {Quignes son los indios en México? Enel México de hoy, el criterio oficial para definir «indio» es funda- mentalmente el lingiiistico, y como ser indio era y e3 estigmatizado, resulta frecuente que los hablantes de una lengua indigena niegan hablarlo, por lo que se estima que la poblacin indigena es mayor de Jo reportado en Jos censos nacionales. Asi, oficialmente México es tun pais con poca poblacién indigena (10 millones segiin el Instituto ‘Nacional Indigenista y 13 millones segiin CONAPO [Consejo Na~ ional de Poblacién)), ademas de ser predominantemente ««urbano>. La proporcién de la poblacién «indigenay se redujo por el proceso de castellanizacién y el pais se urbaniz6, no sélo por la migracién a 321 ino también por la explosién demografica en la cual la poblacién de miles de comunidades rebasé los 2,500 habitantes, eh parteaguas entre rural y urbano de acuerdo con las categorias oficia~ les del Estado mexicano. Cabe sefialar que se ha flexibilizado el criterio lingiifstico o, mas bien, han aplicado una nueva metodolo- gia que considera todo el hogar como «indigenay si alguno de sus miembros habla una lengua indfgena. Recientemente también en los trabajos del Instituto Nacional Indigenista se ha adoptade la ca- | tegoria «con presencia indigena» para municipios donde se piensa que el rimero de hablantes de Jenguas indfgenas reportado en el censo no refleja una compleja realidad sociocultural. Una de las muchas regiones que cabrian en esta categoria es el estado de Morelos, estudiado por Morayta, Good et al. (2003). Estos investiga- dores encuentran una serie ce elementos en io que respecta las creen- cias y la organizacién que revelan su pasado como rep(blicas de indios y la vigencia de una tradicién distinta de la de los estratos urbanos del pats, La conversién de indio en mestizo no es un proceso del todo desconocido en la investigacién antropol6gica. Robert Redfield (1941) lo describié en Yucatén y su planteamiento de aculturacién constituye el caso particular de la modernizacién, acorde con el pro- yecto del Estado mexicano. Ademés, varios otros estudiosos sefiala~ on casos particulares de procesos similares en distintas partes de México y América Central. Por ejemplo, desde la década de 1940 Ralph Beals, Robert Redfield y Sol Tax (1943) se referfan a regiones. enteras que habfan suftido esta transformacién y que permanecfan indias en todo menos en el idioma. En México, Julio de la Fuente (1947), antropélogo funcionario del Instituto Nacional Indigenista, en pleno discurso asimilacionista mocernizador, expresd que era el deseo tanto de los mexicanos no indigenas como los indigenas que éstos ultimos dejaran de ser indigenas. Dicha afirmacién debe interpretarse como una observacién de lo que estaba sucediendo y no s6lo como el proyecto del Estado. El antropdlogo Manuel Gamio (1952), idedlogo del indigenisino mexicano, empleé el término «indomestizo» para designar a las comunidades indigenes donde la Jengua habia desaparecido. En Centro América, Richard Adams (1956) se refirié a comunidades de «indios transicionalese. En ‘Tlaxcala, Hugo Nutini e Barry Isaac (1973) propusieron el término «continuo indio-mestizo» para dar cuenta de un aspecto de un pro- ceso generalizado en amplias segiones de México: el paso de comu- nidades enteras de indigenas a mestizas. Por mi parte, en la misma 322 y f region, a partir de una comparacién de dos comunidades que se si- ‘tian en los polos opuestos del continuo de estos autores, sefialo cémo el transite hacia lo mestizo puede ser mas aparente que real, si to- mamos en cuenta la organizacion comunitaria (Robichaux, 1994) Guillermo Bonfil (1973) fue més lejos al cuestionar la tradicional dicotomia indio / mestizo y sefialé la persistencia de formas indige- nnas de organizacién en una pequefia ciudad del centro de México. Posteriormente, este autor (1990) contrast6 el «México profurclo» — aquel México de las comunidades descendientes de las repiblicas de indios y de sus hijos que han migrado a las urbes— con el «Méxi- co imaginarion —el México urbano y mestizo—, un contraste que va en paralelo con dos tradiciones peleadas, la civilizacién occidental y lamesoamericana, El proceso reciente de transformacién es tan ge~ neralizado en tado el ambilo geogratico constituido por lo que tra- dicionalmente se ha denominado Mesoamérica (Kirchhoff, 1988) que hasta se ha descrito el fenémeno de ocultamiento de identidades en Nicaragua (ver Gould 1997). Mas recientemente, —y de manera muy ingeniosa, por cierto—, Eileen Mulhare (2003) ha propuesto el t&r- mino de «postnahua> para designar al tipo de comunidad aque nos referimos y, por extensién, tal vez. valdria el neologismo «post indi- gena>. Pero, gde cudles y de cudntos mexicanos estamoshablando? Pro- bablomente el $0 porciento de los descendientes de la poblacién que era considerada rural en 1940 y que reside en o mantiene vinculos de pertenancia con su comunidades de origen, es decir, los descen- dientes de los que habitaban poblados menores de 2,500 habitantes en los estados del centro y el sur donde se concentra el grueso la poblacién del pafs. Tal vez estamos hablando de 30 millones de mexi- canos 0 més. En pricticamente toda esa dea geogréfica que coinci- deconel area cultural definida como Mesoamérica por Paul Kirchhoff (1968), habia asentamientos permanentes en la época prehispanica que durante la colonia se convirtieron en republicas de indios* Muchos poblados de este tipo ahora cuentan con 10 mil o més habi- tantes, por lo que son oficialmente «usbanos», pero se sigue practi- cando la agricultura de maiz. de temporal, aunque en muchas partes ‘ex rurales del pais Ja diversidad ocupacional es muy grande. inclu- sive, vastas dreas del surceste del Distrito Federal, como las delega- ciones de Ixtapatapa, Xochimilco y Milpa Alta, albergan communida- des de este tipo con poblaciones que quiz4 Hleguen a un millén 0 is de habitantes, «urbanos» todos por habitar en-una de las zonas, metropolitanas més grandes del mundo. Desde luego, en condicio- 323 nes urbanas —o aparentemente urbanas— bien pueden darse pro- esos de individualizacién, pero se sabe bien que en las comunida- des del siglo XXi, herederas de las reptiblicas de indios, persisten formas especificas de sociabilidad basadas en la reciprocidad entre grupos de parientes e individuos, el compromise con la celebracién del calendario ritual de los eantos y una conciencia colectiva de obli- gaciones sociales para con el grupo, Persistencias de ia comunidad «indigena» en contextos politicos cambiantes. Las ex reptiblicas de indios han sido capaces de pervivir los distin tos avatates de la modernizacién del pais promovida por las capas ‘hegeménicas, desde la Reforma liberal del siglo XIX que intent6 abo- lirlas junto con las corporaciones religiosas y convertir la propiedad comunal de los pueblos en propiedad individual, hasta las recientes politicas neoliberales. Por ejemplo, Manuel Gamio (1987), el antropGlogo idedlogo del indigenismo mexicano, escribié antes de la Revolucién de 1910 que las clases urbanas y educadas del pats debieran fungir como «hermanos grandes» de las clases indigenas sumidas en la oscuridad para Hlevarles las Juces de la civilizacin occidental. Con el triunfo de la Revolucién se fue plasmando tna politica estatal con visosamodemizar el campo que, en el caso mexi- Cano a inicios del siglo XX, consistia en gran medida en lo que en el centro y el sur del pais eran personas que hablaban lenguas indige- ras y Vivian en comunidades cuya organizacién tenia sus raices en las repiblicas de indios de la época colonial (Hewlitt de Alcéntara 1984). Como sefiala Agustin Basave (1992) en Ef Mézico mestizo, la ideologia del mestizo, fraguada entve intelectuales mexicanas du- rante el siglo XIX, se impone en el sigha XX con la triunfante revolt cién social de 1910. Y como ha destacado Guillermo Bonfil (1990) en El México profundo, todo ese proyecto, en nombre de la moderni- zacién y el desarrollo fue un etocidio en la lucha entre dos tradicio- nes de civilizaciéa —la europea y Ta mesoamericans—, en-un ropaje del discurso de la modernizacion. Pero la pérdida de la lengua no significé la desaparicién de otros rasgos de la indianidad que se fraguaron durante el virreinato sobse una base organizativa pre-existente ala Conquista. Numerosas des- cripciones antropolégicas nos hablan de fiscalias y mayordox¥as, instituciones que sirven para la organizacién del ciclo comunitario 324 de las fiestas de los santos. Una de las més conocidas es el trabajo de Frank Cancian (1964) sobre Zinacantén,en el estado de Chiapas, una comunidad embleméticamente indigena. Este autor sefiala que la articipaci6n en el sistema de cargos equivale define la pertenencia al grupo. Pero hay otra descripcién de la misma forma de organiza- Gin en un contexto urbano que muchas veces es olvidada por los que aborsian el tema. En la década de 1960 Guillermo Bonfil (1973) realizé un trabajo de campo sobre Cholula, cerca de la ciudad de Puebla, Ein Cholula, a pesar de ser un niicleo urbano y de que sus habitantes viven en gran medida del trabajo asalariado, la vida so- Gal se rige por un complejo sistema de colaboracién en Ja organiza- cin del ritual. Deabfel titulo de su obra: La ciudad sagrada en la edad industrial. ‘Sin embargo, la obra de Bonfil sobre Cholula, que pinta el cua- Gro de la organizacién social de decenas de millones de mexicanos Gescendientes inmediatos de hablantes de lenguas indigenas, no recibié tanta atencién en comparacién con la que se dio a partir al levantamiento indigena del 1 de enero de 1994 en Chiapas. Bate eventa, que se produjo justo con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y Canadé, planted la «cue liGn india» de una manera espectacular, colocéndola en el ojo pabli- coy como parte integral de las discusiones sobre Ia democratizacién del pais. La ideologia de la Revohucién, en cuanto a los indigenas se refiere, se sustentaba en las ideas de Manuel Gamo esbozadas des- de antes de la Revolucién, complementadas con una nitida version de la Nacién mestiza de Vasconcelos (1986) y reforzada, desde luego ‘por muchos otros. Los indios eran una poblacién rural que ocupan ‘una posicién subalterna en Ja jerarquia social, posicién particular que no es equivalente la de los grupos étnicos en otros paises. Asi, ante la percepcién de la pobreza campesina —y a principios del si- glo la vasta mayoria de los campesinos mexicanios eran indigenas en vvastas regiones del pais—, en México la aculturacién/redencién del indio se convirtié en proyecto nacional El trabajo de Bonfil sobre Cholula pinta un cuadro que refleja con varios grados de fidelidad la vida de decenas de millones de mexicanos, la gran mayoria de los cuales no son considerados como Se puete consulta informacién sabe estos incidentes en a prenea mexicana 5 en octsiones,intamacional on iatamet. Al cerar ete ceca, on inedante ‘que tevela la persistencia de las comunidades como grupos fers, es a “isputa de eras entra el pucblo de Santo Tomas Aus, on ot Dissito Fede ral Xalataco en el vec Estado de Meco Ex os egistres parroquiaesy ottos documentos colonials, las personas te ‘lan la scaliced» de-emestizor,windion,seaciques, negro, ete 332 REFERENCIAS BIBLOGRAFICAS ADAMS Richard N. 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