Loris Zanatta
Historia de América Latina
De la Colonia al siglo XX1
serie ura tisterla de Ametica Latina constityye un dest
{Qu tiene en comtn ese conunto do estados que presentan
recoridos, goograliasy sciedades diferentes? ,Cuénta hay
de utopia on la proclamadaunidad latinoamaicane? ,Cém0
puede consti un rico rlato apart da tanta diversidens?
Las Zaatta lo ha resuelto adriablement, En Historia de
“América Late aparecen a Argentina y México, Bras y Cubs;
texto se detene asimismo e7 0s Andes, Centoamérica ye One,
‘caupsndose con mayer detale dela ctapa reciente, sobre todo la
segunda rita del siglo XX y sn descuidarringin easo nacional
‘Exlorando el complejo entetazamiento da la police, e estado y
cies iologs el autor era al papel dal Iberaism, e nacional,
la democracy la reolucén y suraya pertouanente la sgniicciin
cal catociemo en las creencias, la sociedad ya cutura. Tras el
corjunto de historias nacionlos, encuentra ito conductor do
na istova anoameccana, istingulendo fo que una yo que
vice, lo comin yf singula,o especcamenteltinoamsiceno
yyaqua que camparto con ol esto del mundo occidental,
‘Asi logra plasma esa compsiiad en una sintesis ara,
‘ue arteda hisétesis novedosasy desaintes. Oe organiismo
Colonia al populsmo modern, cl Iberasmo del sigh XK a
las democracias eopulsis contemporéness, del cauclsmo
alas cctaduras, el volumen relate deverir de América Latina
como una tera de ransformaciones, de evolucionese iwolucones,
de rustraciones y promeses.
Le Biblioteca Bésica de Historia ofroce un panorama sistematico
‘dela historia argentina desdo los pueblos originarios hasta et
siglo XX en sus dimensiones social, palica, econémica y cultural
{Apartr de sides y actuaizadas investigaciones, destacados
historiadores narran el pasado de nuestro pats situéndolo en su
‘contexto yen sus vinculos con América Latina y el mundo.
‘Los relatos combinan una perspectiva original yrigurosa con
‘una exposiién sencilla y recta. Cada volumen incluye fuontes
« iustraciones que contibuyen a hacer mas vvda ahistoria.
® to
‘siglo veintiuno
= srt
Loris Zanatta
Historia de América Latina
Loris Zanatta
Historia de
América Latina
De la Colonia al siglo XX1
bibloteca sic de istofa1. El patrimonio espiritual de la Colonia
En el curso do la extensa era colonial, Esparia y Portugal im-
plantaron en Iberoamérica las hondas raices de su civizacién:
tanto las estructuras materiales como las espirltuales quedaron
profundamente impregnadas por ella. Asi conformadas, las so-
cledades coloniales americanas desarrollaron los rasgos que no
s86lo condlcionaron el posterior transit ala independencia, sino
‘que plasmaron una densa herencia con la cual la entera historia
de los periodos posteriores tuvo que ajustar una y otra vee las
cuentas. Entre aquellos rasgos se destacan la naturaleza conc-
liadora del vinculo entre los reinos americanos y los soberanos
‘europeos, la tensién entre la unidad politica y la seomentacién
social, la organizacién y la concopcién corporativa dol orden
social, Ia superposicién entre orden politico y homogeneidad
spiritual y ol nacimiento de una economia periférica, vale decir,
ditigida hacia los morcados transatlanticos. La consolidacién
de las sociedades coloniales, por un lado, y el esfuerzo de las
‘coronas ibéricas por acrecentar su podor en los territorios im-
periales para extraer de ellos. mas recursos y triunfar sobre el
desatfo de las potencias nacionales en ascenso, por otro lado,
Fesquebrajaron durante el siglo XVII el tradicional vinculo entre
la parte europea y la americana de los imperios lbéricos, No
‘obstante, dicha union no legé a romperse.
La herencia politica
Alo largo de casi tres siglos (desde que, en la primera mitad
{el siglo XVI, la conquista se volvié colonizacién hasta que, en Ios ini-
ios del siglo XIX, las colonias lograron su indlependencia) América Lae
tna fue Europa. ‘Tres sglos durante los cuales cambi6 el mundo y, con
41,se transform Iberoamérica, Cambiaror18 Histor de Amerie Latina
cancias y su modo de circulaci6n, las socierlades y las formas de orga
nizacién social, Se modificé el equilibrio entre las potencias europeas,
dado que las potencias ibéricas entraron en un progresivo declinar,
‘mientras que otras, en especial Gran Bretafia y Francia, emergieron.
Expresar de manera breve pero completa qué fueron esos tres siglos
;posible, Por lo pronto, los casos
para América Latina es una tarea c
de la América hispana (en aquella época sin duda la mas extensa, rica
y poblada) y el de la portuguesa (atin poco habitada y, al menos hasta
el siglo XVITL, concentrada sobre las costas) son distintos. No obstante,
es preciso aclarar algunas cuestiones, en especial respecto de su heren=
cia, En primer lugar, nos referiremos a su patrimonio espiritual, sin el
‘cual a historia de los perfodos siguientes perderia sus coordenadas. La
primera observacién clave es que en esos siglos nacié en esa parte de
‘América una nueva cultura, Aquella América compartid desde enton-
ces rasgosy destinos de la civilizaci6n hispsnica, cuyo elemento unitario,
y principio inspirador residfa en la catolicidad, en la cual encontraba,
‘ademas, su misién politica.
‘América seqin Théodore De Bry. Théodore De Bry y Girolamo Benzori,
“america Sivo Novus Orbis Respectu Europaerum Infeior Globl Terestiis
Pars’, Frincfot, 1596.
El pakiorioexpirtal de i Colonia 19
Hermosa u horrible, coaccionada o consensual, controvertida como
toda cultura, este dato parece sin embargo fuera de toda discusién. Por
que por civlizacién se entiende un complejo conjunto de instrumentos
materiales y valores espirituales, de instituciones y costumbres capaces
de plasinar tanto la organizactén social y politica como el universo es:
pititual y moral de los pueblos que pertenecen a ella. En este sentido,
la civilizacién hispénica en América no fue una excepeién, Tanto es asi
{que sus caracteristicas fueron heredadas por los estaclos y poblaciones
protagonistas de la historia latinoamericana contemporsnea.
En términos politicos, los imperios ibéricos ~en especial el de los
Habsburgo, quienes ocuparon e] trono de Espaiia desde 1585 hasta
1707- fueron organizados y concebiclos para dejar en herencia tanto
un principio de unidad como uno de fragmentacién. Sobre una dosi:
ficacién sabia y deticada de ambos prineipios se bas6 de hecho el régi
‘men pactista que goberné las relaciones entre el soberano y sus reinos,
‘Todos sus reinos 0 posesiones, tanto los peninsulares como los america-
‘nos, quedaban sometidos a parejo régimen. Ahora bien, zen qué consis:
tia ese pacto no escrito, fruto cle una probada costumbre? Ante todo, en
la unidad imperial. Imperio universalista regido por la misién universal
de expandir Ia eristiandad, el imperio expafiol re concibié a si mismo
en perfecta sintonia con el imaginario religioso que lo animaba: como
tun inmenso organismo que, en a armonfa entre sus partes, ponia de
‘manifiesto el ordenamiento divino. Un orden de euya unidad politica
y espiritual el rey era el garante, corazén batiente y terminal tinico de
quel organismo, titular de la ley y protector de la iglesia.
‘Claro que, como ocurre con todo pacto, a cambio del econacimiento
de su propia soberania, el rey realizaba importantes concesiones a estos
sibditos. En principio, les otorgaba eso que vulgarmente es sefialado
por medio de la formula popular “la ley se acata, pero no se cumple":
lnley del rey era reconocida en signo de sumisién a st legitimo poder;
<1 gobierno era otra cosa, fundaco sobre usos, costumbres y poderes
‘dc las elites locales. Estas eran parte integrante de un imperio unitatio,
{que se extendlfa desde los altiplanos mexicanos hasta los andinos, unido
por la obediiencia a un solo rey ya un solo Dios. Sin embargo, dichas
elites goraban de amplia autonomia, Los reyes, que en verdad no po-
ian gobernar efectivamente desde Madrid sus remotas posesiones, se
resguardaban del peligro de que ellas, en caso de que se sintieran opri-
Imidas por el poder central, desearan seguir sus propios caminos. Pero
los monareas admitian también el principio de fragmentacién, el cual
prevaleci6 una vez caido el imperio: para mantener unidos con eficacia20 Histria de Armée Latina
aquellos miembros, extraiios o extranjeros unos de otros, s6lo existia la
dobediencia al rey, a lo que se afiadia la pertenencia a una misma civi-
lizacién, concepcién fuerte en lo espiritual, aunque débil en términos
politicos,
La sociedad organica
‘Alo largo de tres siglos, las relaciones entre las partes dle estas socieda-
dles, tan distintas de una zona a la otra, fveron complejas, aticuladas
yrricas en variantes. Por ende, no existe un nico modelo social vilido
ppara todos y cada uno de los tantos territorios gobernaclos por las coro-
ibéricas, Para reunir los rasgos de las relaciones sociales que tanto
jmpregnaron las estrueturas y las mentalidades de Ia América ibérica, y
{que mas tarde hicieron sentir su peso sobre la historia de América Lati-
na independiente, resulta conveniente atenerse a ciertas consideracio-
nes de cardeter amplio, En términos generales, es posible afirmar que
el espirita y los instrumentos sobre Tos cuales se asent6 la arquitectura
de las sociedacles ibéricas en América forjaron un orden corporativo, el
‘cual era la nota para las sociedades le Ia época en Occidente, pero
asuunié un sentido y formas peculiares en una América de caracteres
cespaciales y Inumanos particulares. Las leyes que regularon dichas so-
ciedadles y, ms atin, las costumbres y las normas implicitas det régimen,
de pacto con la Corona dotaron de vida a una sociedad de corporacio-
res, Una sociedad donde los derechos y los deberes de cada individuo
no eran iguales a los de cualquier otro, sino que dependian de los de-
rrechos y deberes del cuerpo social al cual se pertenecfa. Esto ocurria
tanto en los vértices de la sociedad, donde funcionarios, clero, fuerzas
armadas posefan sus propios fueros, es decir, sus privilegios y sus obli
gaciones, como en la base, donde las masas populares, en su mayoria
indias, tenfan también derechos y obligaciones. Como todas las socie-
dades occidentales de aquella época, también Ia ibérica en América era
‘orgainica, y presentaba dos rasgos fundamentales: era una sociedad sin
individuos’, en el sentido de que los individuos se vefan sometidos al or
sganismo social en su conjunto; y era jerdrquica, porque, como en todo
‘cuerpo orginico, tampoco en este todos sus miembros tenfan la misma
relevancia, ya que se consideraba que cada uno debia desempeiiar el
papel que Dios y la naturaleza le habfan asignado.
Estas sociedades organicas, sin-embargo, eran ricas en contrastes y
ambivalencias. Contrastes porque, a pesar de haber sido fundadas sobre
El patimorio expt! dla Cleria 24
desigualdades profundas e institucionalizadas, sobre roles de dominan-
tes 0 dominados establecidos desde Ia conquista, se vefan sujetas a re-
sueltas recurrentes ya una sorda hostlidad contra el orden establecido
Ambivalencias porque la naturaleza orgénica de la sociedad dejaba a
los més oprimidos (por ejemplo, las comunidades indias) amplias posi-
bilidades de autogobierno una ver satisfechas las obligaciones preesta
blecidlas, ya fuera prestando pesados tributos con su fuerza de tabajo 0
pagando impuestos. Fs decir, aunque atravesadas por fuertes tensiones
internas, aquellas sociedades presentaban también en sus rigidos estra-
tosalgunos aspectos que luego serian idealizados (sentido comunitato,
antonomia, proteccién), que es necesario tener en cuenta para com-
prender la extraordinaria resistencia al cambio y al paso del tiempo de
ciertos rasgos de aquel orden antiguo.
Portada de Poltca indlana, de Juan de Solorzano Pereira, Mack, 1648,22 Hitva de América Latina
Un orden corporativa que en América Latina asumié rasgos inéditos 0
mas mareados que los de cualquier orden andlogo y cuya caracteristi-
‘ca mas evidente es su naturaleza segmentaria. Las frecuentes barreras
entre un estado y otro de aquella sociedad de hecho no eran s6lo el
fruto de la riqueza o del lingje, pero eran acumulativas: también eran
Darreras étnicas y culturales que, en especial donde mas numerosa era
la poblacién india o esclava, equivalian a compartimentos que separa
ban mundos extrafios entre si, aunque constrefiidos a vivir en estrecha
relacién, Estas eran, a grandes lineas y en su esencia mas intima, las
sociedades que los nuevos estados de América Latina heredaron de los
mperios ibéricos: atravesadas por fallas profundas y peligrosas, tam-
bién estaban wnidas por estrechas redes de antiguos vinculos. En ellas,
‘el nacimiento del individuo” ~Ia politica moderna fundada sobre el
primado de los derechos individuales- cay6 como un golpe de maza
sobre una pieza de estaio,
MT MT LF AY LF LY A LY A A a a aaa
Espafioles, indios y esclavos atricanos
En tod América, la pablaciin blanca da eigen aurea ocx nabs los
vértices superioces de la jerarquia social, y controlaba la paca y la eco.
nora, la justo, ls armas y la rligién. Viva concentrada en los cents
Uurbanos. En su interior, sin embargo resultaba heterogénea, rasgo que
59 acentué a medida que, el curso de la era colonial, nuevas clas
migratoria aricaren a la oles arevicanas dosco la Peninsula Inérca,
‘Al ndicieo originatio de encomanderos ~esto es, de los conquistadores
‘ode sus deecendtentes qua en un primar momento haba recbido en
dotzcién del soberano un tertorio definido por términos que también
inclian a la poblacion autéctona que lo habtaba, y con el tempo 2
transformaron en grandes terratenientes, propictaios de numerosos es
‘lavos 0 ndios- se aftadleren poco a pace nuevas fas. Con al tiempo,
emnargioron entre ollas los artesanos, los funcionaris y los profesionales,
corgenizados en corporaciones que definian a naturaleza de ofcios, px0-
fesiones y funciones publicas, al impo que sancionaban sus derechos
yy deberes. También eran numerosos os blancos que se dedcaban al
ccomercio y ala actividad mercantl en general, 0 se hallabon empleados
en otras ocupaciones menores. Esto hacia dla sociedad blanca et
__compartimento mas alto de equelles socadades, aunque muy heteroge-
‘neo y dllerenciad En su interior y cone! tempo, se vohié cada vez més
rida la distinc entte criotos nacidos en Amica y perteneciontes ala
Epatimoro eeittual dela Calera 29
socieda local, y peningulares legacos con el uriorme de funcionavies de
J Corona. En especial, desde el siglo XVI, cuando las reforrnas intodu-
das por los Borbones implicaron un estcto control sobre todos cargos
Civils, miltros 0 eclesidsticos mas importantes
En tanto, ts poblacén india estaba separeda con ntidez dela blanca.
Tanto socialmante, sometida a severos regimenes de explotacion de su
trabajo, como teritoraimente, ya que, en su mayor, se hallaba relege-
daa los mirgenes de la ciudad o las zonas ruales. A esta poblacién
a comtin referrse como la “Replica de Indios". Al mismo tempo, ta
‘pablacién india do la Nueva Espana (el futuro Méico} se mezcé més a
fando con la poblacién blanca que las pablaciones indi del érea ancina,
{donde los contornos étnicos so mantuvieron més dotnidos. Continedo a
les propies comunidades, el queso de la poblacién inca conser en su
Interior gran parte de las antiguas dlstinciones entre nobles y plébayes,
de aus costumbres, y de la organizacion familiar y et uso de as tierras
Ccomunitarias, ya en auge antes de la concuista ibética,
Felpe Guaman Poma de Ayala, "Negros / Cémo lla en tanta pacioncia
yy amor de Jesuctisto los puenos negros y negres y el uetaco de su amo
No tiene caridad y amor de prégimo. / soberbioso’, en EI primer nueva
carénica y buen gobiemo, México, Siglo Veituno Edtores, 1980.24 Historia de Amica Latina
Pitino, en cuanto ala poblacien aticana que lagé ala Améreaibérca
a avs dela trata de esclavos ~segin les estimaciones més atendbes,
fueron cerca de tree milones y medio de incviduos dranta la era colonia,
tendo a concentra en as eas tropicals, donde la poblacén india era
cezcase 0 auger, 0 donde, como en las Antes, habia sido leamada y
Ldeseparecé a Causa ds ls epiderias causades por el contacto con los
Conquistadores. En un primer momento, en los tertrios de la Corona es:
pafiala, suimportacion fue concebida como un sistema copaz de pressrvar
alos indios de la esclavitud, Estos eran jureicament Ihre, ya su protec
cién y evangeizacion eetaba destineda explitamonte la conquita,
grusso dels esclewos aficancs teriné trabajando en las plantaciones,
integrendo las numerosas fis del senicio doméstico, 0 ben siviendo do
intermedia a los dignatarios blancs, en zonas habitadas mayoitaia:
mente porincios. Su elevadio valor comercial a gran resistencia fsca los
vvolvieron, en muchos casos, cociciables alos ojos dela ete cla, Esto
les permitd, con alguna frecuencia en especial en la Amica espaol),
sepererse cel plano mas bajo dela escata social. Finalmente, por seqmen-
tadas quo fuesen aque sociedad, entre sus compartimentos no 82
‘erigfan muros tolekmento impermeable y, tanto a través de los trecuentes
nacimintos da masiizos 0 da mulatos, cuanto por el creciente ingreso de
incios 0 esclaves aficanos on la vida cocll de fa replica do espafioles,
‘con al tampo aqulias sociedades fueron asuriendo contomas cada vez
més complejes dversos do rogién en region. 7”
Una economia periférica
La América ibérica ingres6 a los imperios de Espafia y Portugal para
desarrollar una vocacidn econdmica complementaria asus necesidades
globales. Para citar el ejemplo mas famoso: es sabido que los metales
preciosos americanos fueron decisivos para financiar las grandes am-
biciones y las reiteradas guerras europeas de la corte espaiiota y, en
ierta medida, para alimentar la acumulacin originaria gracias a la
‘cual levant6 vuelo la Revolucién Industrial. Esto no significa que hayan.
faliado reciprocidades entre la orilla americana y la europea de aque
tos imperios, dado el intenso intercambio de productos que modifics
radicalmente los consumos en uno y otro sentido. Esto hizo, por ejem-
plo, que los europeos “descubrieran" el tomate, la papa, el tabaco 0 el
anand; otro tanto les o¢urrid a los americanos con el café, la cana de
aniicar 0 Ia banana, cultivos de Ios cuales se convirtieron en grandes
I paliwono espriuel dela Cocria 25
productores y exportadores, hasta el punto de incidir sobre la historia
alimentaia (y, por Io tanto, demografica) de Europa,
Lo que resulta mas relevante a la hora de comprender la herencia
ceconémica que dejé la era colonial a la América independiente es que,
fen €505 siglos, esa parte de América se volvié periferia de un centro eco-
némico lejano, Un centro (el espafol bastante mis que el portugués)
que ejercit6 1 monopolio comercial con los territorios americanos y
que busc6 conservarlo, puesto que se entendia ~en una politica nada
original para una época dominada por las doctrinas mercantilistas~ que
el monopolio econémico sobre las propias posesiones era un decisive,
instrumento de poderfo, que debia salvaguardarse a toda costa de la
de las otras naciones. Dicha concepcién dejaria impresos
caracteres perdurables y peculiares en Ia economfa latinoamericana.
Esto es asf, también, porque las potencias ibéricas eran tan poderosas
en el siglo XVI como declinantes dos siglos més tarde. En suma, poco
1 poco dicho centro se volvié periferia de otro centro, el que dese el
norte de Furopa guié la revolucién en el comercio y en la industria
desde el siglo XVIII en adelante.
Esta condicién de periferia figura entre las principales herencias eco-
_nmieas de la era colonial. La economéa de la América ibérica tendié
4 organizarse hacia el exterior en funeién del comercio, tanto para ob
tener ingresos financieros de la exportacién de materias primas como
para dotarse, a través de Ia importacién, le numerosos bienes funda-
‘mentales que el centro del imperio le proporcionaba. Esta vocacién
petiférica continué caracterizando a la economia latincamericana aun
euando el monopolio comercial con la Peninsula Tbérica comenz6 a pe-
ligrar bajo el impulso de la competencia inglesa, francesa u holandesa
y,con mayor razén, cusando el cordén umbilical con Espaiia y Portugal
s€ cort6 por completo y la economia de América Latina queds huérfs-
ra de un vinculo del que era mas que nunca dependiente -hasta que
vyolvié a anudarlo con Ja nueva potencia hegem6nica, Gran Breta
‘Todo esto tuo también otros corolatios, de los cuales la historia eco-
rndmica de América Latina mostr6 pronto profundos signos. FI prime-
ro, la debilidad intrinseca del mercado interno, obstaculizado en su
desarrollo por los enormes espacios continentales y por la estructura
politica del imperio, pero aun mas por la proyeccién hacia el exterior
dela economia del rea, y continuando con la propensién a la especia-
lizaci6n productiva dirigida a la exportaci6n y los escasos incentivos al
desarrollo de las actividacles manufactureras, inhibidas por la comple-
‘mentariedad econémica con un centro lejano.
compete‘26 Historia de Ameérca Latina
En sintesis, América Latina recibi6 en herencia emp
incluso de la economia, al menos en el sentido de que sus diversas areas
‘compartieron tun mismo “s{ndrome de la periferia’, esto es, problemas
y oportunidades andlogos. Més ain, se trataba de fuerzas centrifugas,
dada la natural tendencia de cada una de las regionesa establecer vincu-
los con el socio exterior més conveniente, dando la espalda a los tert
torios que la confinaban, frecuentemente tan vecinos como extraiios.
TL LY LY LY LY Maa a aa
Crecimiento econémico y nuevas potencias
‘Cémo, cudnto, en qué medida y por qué creci la economia dela
‘América Ibérca durante la ere colonial, en especial desde ol siglo XVI,
‘vando los Borbones en Espafia y el marqués de Pombal en Portugal
introdujeron profundas reforraa, es un tema que alin divide a os histo
adores. Las estadisicas de la Epoca, mas confiables que lss de épocas
fnterioces, revelen qua ol crecimiento existioy que, en la mayer parte
de los casos, cbedeci ala fuerte recuperacién de la actividad minera,
tanto en Peri y Nuova Espafia, dando la oxtraccién ora mayormente de
plata, como en Brasil. donde el boom fue el oro. Este creciriento. a su
vez, tuo o rosuitado de otro que, en tminos més ampios, abarcd ala
Europa del momento, donde crecié la demanda de metales preciosos y
desarrollo producto de la industria incipient indujo a buscar en las
ccolorias nuevos mercados de exportacin. Con al tiempo, sin embargo,
las tansfornaciones que ocurian en Europa en los abores de la Revo:
én Industrial dieron un estimulo ingto no s6lo a la demanda do plata
de oF, sino también a ta de productos agricola y de otras minerales
dela Amica idérica, lo cual induo ala especializacion en funcién de la
‘demand externa y profundiz6 atin més as fracturas en el seno del hete-
rogénea imperio esparl. Fracturas que las reformas comerciales intro-
ducidas por le Corona, en funcién de las cuales los americanos se veian
estinados al papel de productores do materias primas para la naciente
industria espavola y de consurridores de sus productos, no hicieron mas
‘que agudlzer De todas estas fracuras y dela demand americana do
Ieralzacion del comerci ofreceran prusbas abundantes las quetras por
la independencia
Sin embargo, fue en el curso de este siglo cuando en México se accleré
crecimiento damagraico y de sus cajas legaron dos tercios del total de
los ingresos fiscales espanoles én América, Entonces, Cuba escalé las
commas de fos productores munciales de azicar, los comerciantes de
El patimorio esp de a Calera 27
(Caracas s@ erriquecieron vencliendo cacao y os ropatenses se hicieron
‘conacidos por primera vez. La apertura de nuevas ras ~en especial a
{dol Gabo de Hornos, que allanaba el carrie hacia los puertos del
aclico- y os progresos del comercioinlerocednico, mas aconérrico y
‘seguro gracias a nuevas y més séides construcciones navales,crearan
Condiciones que acercaron, como nunca antes, @ Europa y América, Esta
‘ckcunstancia acrecenté la competencia de Espafa, donde el monopalio
andeluz two que ceder a las presiones para lberalzar el comercio
‘americano, abriéndolo a nuevos puartos y als itercambios con colors
de ottos paises, en especie, ale competencia de las potencies europeas
emergentes. 47
Un régimen de cristiandad
De todo cuanto la América Latina independiente hered6 de la América
ibérica de la era colonial, lo que quiz& pes6 més sobre su historia pos-
tetior fue lo menos visible y mensurable: el imaginario social de tipo
religioso que la impregn6 hasta en sus pliegues mas intimos. Este dise-
fiaba una sociedad organizada como una comunidad orgénica, enten-
dida ala ver como reflejo de un orden divino revelado, y en a cual no
cxistia ningtin distingo licito entre unidad politica y unidad espivitual,
centre ciudadano y feligrés, entre esfera temporal y esfera espiritual. A
su modo, los imperios ibéricos fueron regimenes de cristiandad: luga-
tes donde el orclen politico se asentaba sobre la correspondencia de
sus leyes temporales con la ley de Dios y donde el trono (el soberano)
estaba unido al altar (Ia iglesia)
‘No obstante, no fue tanto la naturaleza de este imaginario lo que di-
ferencié a la América ibérica del resto de Occidente, donde la conver-
sgencia entre politica y religion era la norma. En todo caso, diferentes
fueron las formas y la intensidad que asumis alli ese imaginario por
efecto de su historia peculiar. Para entenderlo, debe tenerse presente
‘un par de aspectos clave. El primero es que la América ibérica qued6
fuera de la Reforma protestante y, por tanto, ajena a la ruptura de la
SASSEN, S (1998) Notas Sobre La Incorporación de Mujeres Del Tercer Mundo A La Mano de Obra Asalariada A Través de La Inmigración y La Producción Offshore