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parte de estas industrias creativas que se desarrollan en el tiempo libre o tiempo de ocio,

aunque posean valores que exceden ese tiempo. Es así que paradójicamente, en ese tiempo
de “ocio” algunos plantean “neg-ocios”. Entonces, esa brecha entre arte o cultura y negocio
es hoy repensada con la posibilidad de redefinirse sinérgicamente, tomando valores de
ambos campos y concibiendo nuevas propuestas de valor que los sintetizan.
Los diferentes contextos y las características de cada entorno
Más allá de esto, cada plaza hará su análisis contextual y entenderá cómo funciona la misma
con sus maneras características de producir, sus fuerzas y actores dentro del campo teatral y
cultural específico. 33
En general existe una escasa producción de estudios precedentes sobre la actividad teatral
que integren información de la región o al menos de cada uno de los países, lo cual siempre
resulta una limitación importante para un conocimiento más certero del sector. Por lo
general, los datos disponibles se presentan extremadamente fraccionados y desarticulados,
lo que impide producir series comparables.
De todas formas, podemos acordar en estudiar dentro de cada país y plaza, cómo son las
maneras de producir y hacer circular el teatro. En Argentina, podemos hablar de un sistema
de producción privado y uno público. El público tendrá su propio circuito de circulación en
las salas oficiales, mientras que el privado podrá corresponder tanto a lo que suele
conocerse como circuito empresarial como al circuito independiente. Habitualmente se
suele dividir a la actividad teatral a partir de esos tres circuitos que, aunque mantienen
cierto tipo de relación entre sí y resultan cada vez más permeables entre ellos, poseen
características que los diferencian claramente. Así tenemos: un circuito público, un circuito
empresarial (a veces mencionado como comercial) y un denominado tercer sector, llamado
circuito “off”, independiente, alternativo, etc.
Como hemos planteado en artículos anteriores (Berstein, 2009, 61- 62) el circuito público
está integrado por las salas y teatros públicos, administrados directamente por los diferentes
organismos estatales, sean estos municipales, provinciales o nacionales. Allí, la actividad
está guiada por políticas culturales que se vinculan con la apertura de las salas a la mayor
cantidad de público posible, apoyadas por diversas actividades de extensión como por
ejemplo charlas, visitas de escuelas y funciones especiales. Estas salas tienen políticas
diferenciales de precios para docentes, jubilados, etc. Su repertorio, por lo general, es
variado y bastante conservador. El consumo para este sector suele mantenerse relativamente
estable, aunque los últimos años marcan un descenso en relación con el sector comercial.
Por su parte, el circuito comercial está guiado, como cualquier actividad empresarial, por el
afán de lucro. Se busca, más allá de la calidad artística de 34
un espectáculo, el éxito y la mayor recaudación posible. Aunque también existen matices y
diferencias en las formas que toma esa búsqueda lo cual da como resultado un panorama
bastante heterogéneo. En este sector el riesgo es una variable fundamental.
En el circuito “off” o “independiente” conviven emprendimientos privados, asociativos,
sindicales y universitarios. En última instancia este circuito se sostiene “por amor al arte”,
es decir, la vía primordial de ingresos no es resultado directo de lo vendido en boletería,
sino que surge de la combinación de diversos factores como subsidios públicos, apoyos
privados y la propia autoexplotación de quienes trabajan en él.
Por supuesto hay algunas características generales

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