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ON SENTIDO rz) COLECCI Pe TLL Mi) hele Ml ONL tlh behet L aigialalalaial ala ri SSOCIEDAD MEXICANA DE ANALISIS EXOSTENGIAL ¥ LOGOTERAPIA, S.C Rosedil 7, Lomas de Chapulteper 11000, México, DP Tel 5202-1638 / FAX: 5520-7749 ‘ema smatl@logotenpiacomms ‘werelogotespia comme 1 eden, 2003, DRO Ediciones LAG — Leticia Ascencio Villanueva Wee or Gusndng Eloy Rodeigues Navarro Universidad Complutense, Madkid Impretoy hecho en México Printed ad made in Mexico Dra. Elisabeth Lukas TAMBIEN TU VIDA TIENE SENTIDO Ligoterapiay salud mental Prélogo de VIKTOR E. FRANKL © EDICIONES LAG VI EL LOGOTERAPEUTA IDEAL . SE LLEGA A SER LOGOTERAPEUTA?, me pregun- c tan con frecuencia, y yo siempre tardo en respon- der. Un método psicoterapéutico tiene que adap- tarse no sélo al paciente y a su problemitica, sino también al terapeuta. Ciertamente, cualquiera puede estudiar a fondo las obras de Frankl y sus discfpulos e incorporar esas ideas a las expe- riencias que ha acumulado con la formaci6n y la praxis. Sin embargo, no todo el mundo podra llegar a ser buen logote- rapeuta. Yo misma me considero “logoterapeuta”; pero gsoy real- mente una buena logoterapeuta? La tremenda sensacion de falta de sentido del hombre ac- tual, su insatisfaccién y desorientacién me horrorizan; pero, gpuede horrorizarse el logoterapeuta? ¢No deberia estar por encima de las cosas, contemplar con serenidad interior a quienes dudan y se desesperan a su alrededor y ensefiarles a vivir con satisfaccién? Pero si hace esto, gpuede todavia incli- narse lo bastante para tender la mano a estas personas des- graciadas y sostenerlas con fuerza, o es su distancia de ellas demasiado grande y su ayuda demasiado extrafia? jQué dificil les resulta a los sanos ayudar a los enfermos con palabras consoladoras, pues el enfermo pensar siempre: “A ti te es facil hablar; ta no estas enfermo como yo!”. ¢De- be, pues, el logoterapeuta luchar en busca de su sentido y 283 VI. EL LOGOTERAPEUTA IDEAL eee eee confesar al paciente sus propias dudas? Pero, gno irradiara asi inseguridad y desaliento, no quitara al paciente la esperanza? El viejo problema del psicoterapeuta es que deberia estar sentado con el paciente en la barca oscilante y, al mismo tiempo, llamarlo desde la orilla salvadora. Para aclarar estas preguntas sobre lo que puede ser esen- cial y accidental para la calificacién del logoterapeuta, intenté, basandome en mis largos afios de praxis, hacer una lista de las cualidades o actitudes personales que me parecen necesa- rias para un buen psicoterapeuta y, especialmente, para un buen logoterapeuta. El resultado fue asombroso, porque era una /ista de contradicciones, sin embargo, se puede reconocer en ella un “hilo conductor”. Por eso no quiero privar a mis lec- tores de este resultado y lo voy a exponer sintéticamente a continuacién. De todos modos, la mejor definicién del logoterapeuta la of de una persona ajena a este campo, que una vez me pre- senté al ptiblico de una conferencia con estas palabras: “Ella es psicdloga, pero todavia normal”. jCon tal que se dijera esto de nosotros los logoterapeutas, podriamos darnos por satisfechos! PRIMERA CONTRADICCION: El logoterapeuta tiene que ser pesimistay optimista. Después de todo lo que les he contado sobre logoterapia, us tedes esperardn que el logoterapeuta tiene que ser optimist “jToma al hombre como debe ser y transférmalo en lo qu puede ser!”; esto parece ya muy optimista, sin embargo, él es verdadero optimismo la valentia de atribuir al hombre u “mas que”, una dimensién espiritual, que lo eleva pot encit de todos los seres vivos y que incluso es capaz de oponer: al destino incambiable. Peto el logoterapeuta no debe ser un idealista que sue 284 ELISABETH L que pierde bajo os Pies el suelo de la realida {Qué peligroso seria esto para sus pacientes No, el logoter peuta dene que Ser Io suficientemente pesimista cone pa Feconocet y aceptar la realidad tal como es, iy nunca debe ok Sidar investigar todas /as causas Y factores que rodean u cuadro clinico! Con simples hipstesis no se ayuda a 0: hipstesis logoterapéuticas. : Esto parece una advertencia, ¥ debe ser una advertencia, pues yo sé que la logoterapia fascina precisamente las per vonas idealistas y a los psicoterapeutas dispuestos a creer én In bondad de las personas. Los cinicos y purlones incotregi- bles apenas pueden caer en la tentacion de estudiar logotera- pia, Sin embargo, si se quiere ¢jercer responsablemente esta | optimismo y Ia fe en los maticos ni todas despierto, adie, ni siquiera con profesién, no bastan el idealismo, ¢ hombres, No todos los dolores son psicoso’ las depresiones son nodgenas, y no crean que todos los en- feemos psiquicos tienen problemas de falta de sentido. El logoterapeuta, como cualquier otro psicoterapeuta, esté comprometido y obligado por su juramento profesional médico, psicolégico 0 pastoral a buscar en cada caso todas Jas informaciones que sitvan para una interpretacién verda- dera del hecho en cuestién. Los diagnésticos erréneos son algo que no siempre pueden evitarse, pero nO deben ocurtir- le al logoterapeuta con mas frecuencia que a los otros psicoterapeutas. La cautela y el contar con los errores me ha servido con frecuencia en la praxis para evitar errores graves, pues hay una cosa que el logoterapeuta, haga lo que haga, no debe ha- cer: jsobreestimarse! Voy a aclarar esta advertencia con dos casos concretos: 285 VI. EL LOGOTERAPEUTA IDEAL Caso n° 33 Se trataba de una sefiora mayor, que estaba en tratamiento conmigo a causa de unas punzadas psicégenas en la regién pectoral. Tales molestias aumentaban notablemente en caso de excitacién; ademas, no se pudo encontrar ningtin indicio orginico; por eso el diagndstico era claro: “psicégeno”. Hici- mos muchos e¢jercicios de relajacién, mantuvimos conversa- ciones logoterapéuticas, y las molestias disminuyeron. Final- mente, desaparecieron del todo. Algunos meses mis tarde, la mujer acudié de nuevo a miy me explicé que esta vez tenfa los dolores algo mas abajo, en la region derecha del estémago. Por eso habfa ido a su médi- co de cabecera, que la habia palpado brevemente, habfa son- reido y habia opinado que se trataba de una recaida, indicin- dole que ya sabia ella que no andaba bien de los nervios. Por eso vino a verme. Le pregunté enseguida cémo le iba con los ejercicios de relajacién; ella me asegurd que los seguia practi- cando y que -salvo esas molestias, que no lograba superar— se sentia bien. Nada me da mas miedo que el hecho de que se pongan erréneamente en manos del psicélogo dolores de origen or- ganico, ante los que, naturalmente, sus esfuerzos tienen que fracasar. También en ese caso fui lo bastante pesimista como pata no comenzat a tratar otra vez a la sefiora antes de en- viarla a otro médico para que la sometiera a un nuevo reco- nocimiento. Y mira por dénde, este segundo médico, que no tenia prevenci6n alguna y ni siquiera sabfa que la mujer habia padecido antes trastornos psicégenos, diagnosticé sin dificul- tad un calculo biliar, que la radiografia confirms. Sin mi pesi- mismo se podria haber perdido un tiempo precioso. Caso n° 34 Este caso fue especialmente curioso, porque en realidad lego a mis manos por error. Un colega mio que trabajaba en las 286 ELISABETH LUKAS, eee cercanias tenfa que pasar bastante tiempo en un hospital y me pidié que entre tanto me ocupara de algunos casos que dl estaba llevando. Como era psicélogo de nifios, se trataba de casos de nifios y adolescentes, y como en nuestro consultorio tratamos también grupos de nifios, no era dificil hacerse cat go de ellos inmediatamente. Mas 0 menos pot razones de in- terés examiné las historias clinicas de estos nifios y el curso de la terapia hasta el momento. Y me llamé la atencién una chica de cuyo historial clinico se deducia que la profesora ha- bia comenzado a fijarse en ella porque al parecer “se mastur- baba” en el colegio. La profesora habia pensado que la nifia necesitaba una terapia analitica de juego y la habia enviado a mi colega. De los informes se dediucia, ademas, que no se ha- bia legado a ninguna colaboracién con los padres de la chica y que la nifia sdlo acudia esporadicamente a las sesiones de terapia. La mayorfa de las veces Ilegaba en un estado deplora- ble desde el punto de vista higiénico, y hasta el momento no se habia advertido ninguna mejoria. Yo soy muy escéptica ante semejantes conjeturas y espe- culaciones, y este asunto no me gusté nada. Por eso, le di a la nifia un escrito para sus padres; en él decia que consideraba absolutamente necesario un examen médico realizado en nuestro consultorio y que los padres tenfan que acudir a la cita médica junto con la nifia. {El examen médico dio por resultado una infeccién créni- ca de vagina en estadio muy avanzado! Ese era el motivo de que la chica se moviera en el colegio de un lado para otro en su asiento y se rascara entre las piernas. jY casi durante me- dio afio habia sido tratada con terapia analitica de juego! Nuestra médica solucioné el problema en tres sesiones, durante las cuales ensefié a la madre. algunas normas de hi- giene y el empleo de determinadas cremas y bafios de asien- to; un control a las ocho semanas dio como resultado pro- gresos notables de curacién. Cuando el colega encargado de 287 VI. EL LOGOTERAPEUTA IDEAL la paciente volvié a su consulta, se le pudo entregar el caso como “normalizado” y “cerrado”. ‘Asi, pues, el logoterapeuta tiene mista para ver la realidad, pata sospe deros y concretos detras de los cuadros de perturbaciones y | para tomar todas las cautelas al emitir un diagnéstico. La frustracion de sentido y la debilidad de motivacién no deben interpretacién que ser lo bastante pesi- char los factores verda- ponerse como causa tinica en el centro de la de los hechos mientras exista la mas remota posibilidad de que también desempefian algtin papel otros determinantes. Igualmente se requiere cautela al formular un prondstico, pues en los trastornos psiquicos profundos, que estan estre- chamente unidos con la estructura personal del paciente, el logoterapeuta no debe ponerse simplemente gafas de color rosa y ptedecir un éxito rapido de la curacién, y mucho me- nos prometerlo. Nada hunde més a los pacientes en la enfer- medad que la amarga decepcidn ante el curso negativo de la terapia; por eso es mucho mejor profetizar recaidas, si bien minimizando su importancia, que excluir la posibilidad de re- caidas y luego, si se producen perder la credibilidad para siempre. eEn qué se diferencia, pues, el logoterapeuta de sus cole- gas de profesién? Yo he pensado mucho sobre esto y he le- gado a la conclusién de que el que yo quisie- posibilidad ambiar su vida por sus propias fuer- — jorarla y de enarla de sentido, es maravillosa, pero en la praxis exige que el 288 ELISABETH LUKAS: rapeuta no deje de trabajar consigo mismo para intro- s ideas en la realidad de su actividad. s pacientes me resulta dificil imaginar que algu- logote du Ante cierte na vez cambiara algo en su vida; en ocasiones me inclino, in- cluso, a incluir a los que buscan consejo en la categoria de “desesperados”, y continuamente lucho por reconocer inte- riormente que estas personas tienen una oportunidad. Y cuando me es demasiado dificil y casi me siento tentada a du- dar, entonces me dirijo a otros pacientes, que luchan también con sus dudas de sentido, les expongo mi problema (natural- mente, respetando el anonimato de todos los pacientes) y les pido que me ayuden a buscar argumentos que sirvan de apo- yo. Ustedes no creerian lo muché' que me han ayudado ya los pacientes y el buen entrenamiento de optimismo” que esto ha sido para ellos. Caso n° 35 Estaba en tratamiento conmigo una sefiora de alrededor de treinta y ocho que tenia un problema de frustracién existencial. Su marido habia muerto hacia ocho afios, y ella se habia quedado con un nifio pequefio; vivia en situacién mo- desta y era la tipica “sdlo ama de casa”. Su vida resultaba muy aburrida, no salfa nunca, no iba de vacaciones, tenia po- cos conocidos y apenas pasaba por vivencias nuevas. El cua- dro de sus trastornos presentaba una eterna insatisfaccion de si misma y de la vida; nada le gustaba, a todo tenia que repro- char algo. Estaba constantemente malhumorada y, por eso, evitaba los contactos con otras personas, que por otra parte le hubieran hecho muy bien, pero todos la rehufan por su mal cardcter, lo cual la ponfa de peor humor todavia. Primero intenté mostrarle las posibilidades de sentido que habia en su vida: posibilidades profesionales, sociales, hobbies, formas de Ilenar el tiempo libre. También elaboramos un plan de ahorro que le permitiera hacer pequefios viajes y ex- 289 VI. EL LOGOTERAPEUTA IDEAL, cursiones. Pero en cualquier propuesta tenia algo que criticar: profesionalmente no veia perspectivas en la situacién econé- mica actual; recelaba de otras personas, sobre todo de las amistades masculinas, pues no queria dejarse utilizar; y tenia pocos intereses para el tiempo libre. Tampoco le gustaba ha- cer un viaje si antes tenia que estar ahorrando durante meses; para eso preferia renunciar a viajar. Casi todas sus manifestaciones y respuestas eran negativas y se hacian tanto mas negativas cuanto mas intentaba yo en- contrar lo positivo de su vida. Pero un dia, cuando volvié para hablar conmigo, yo no estaba de buen humor. Una muchacha joven, de la que me habia ocupado durante mucho tiempo, habia caido en el mal camino, se habia visto mezclada en hurtos e incluso habia es- piado para su criminal amigo con ocasién de un atraco. Yo estaba desanimada y triste y sin humor para entretenerme con las manifestaciones eternamente negativas de la paciente que sufria una frustracién existencial. Por eso le dije que esta vez no queria hablar de su situa- cién, sino exponerle otro caso del destino y pedirle su opi- nién. Le hablé del resbalén de la joven y de mis temores de que no encontrara ya el buen camino. Y mira por dénde, mi paciente encontré por una vez palabras de consuelo, palabras bajo el signo del “optimismo”. “Quiza esto no es pata la chi- ca mas que una estacidn importante de pasos”, me dijo, “que le ensefie a ser més cuidadosa en la eleccién de sus amigos. jMuchos tienen que caer muy bajo pata conocer la altural No pronuncie usted un juicio duro sobre ella, como probable- mente harn sus padres y parientes, sino hagale ver que en cualquier momento puede volver a encontrar en usted ayuda ¥ apoyo, si lo desea”. Mas o menos asi se expresé mi paciente sobre el problema que le habia expuesto, y me sorprendio mucho observar hasta qué punto se esforz6 en buscar los as- pectos y posibilidades positivas de la muchacha. Le manifesté 290 ELISABETH LUKAS mi sorpresa y mi agradecimiento, y pronto noté que la pa- ciente habia conseguido algo pata sf misma. jEra la primera vez, desde hacia mucho tiempo, que esbozaba una actitud optimista ante factores negativos y la aceptaba mentalmentel De tepente nos result6 mis facil a las dos juzgar mas po- sitivamente su propia situacin vital, que era mucho mas fa- vorable que la de la muchacha, y encontrar puntos de apoyo para un proceso mis saludable y mas rico de sentido. 5 SOlo puede tomarse de las palabras y las informacio- nes de los pacientes. ctu: péuti cu Caso n° 36 Una sefiora mayor, divorciada, acudié a mi porque no podia seguir pagando el tratamiento psicoanalitico que habia empe- zado. Llegé a la primera entrevista, tom6 asiento y empezd a contarme que su madre, que habia muerto veinte afios antes, le habia dado poco carifio en su primera infancia. Ademas, habja tenido celos de su madre, cuando ésta, en una celebra- cién del dia de la madre, le dio a su padre un beso en la meji- lla, aunque éste no habja escrito una tarjeta tan carifiosa como lo habia hecho ella con sus ocho o nueve afios de en- tonces. La escuché unos momentos y después le pregunté por qué le seguia molestando ahora que su madre hubiera besado a su padre mucho tiempo antes y otras pequefieces parecidas. “(Pero si no me molesta!”, exclam6 la paciente. “jSdlo que explica mis dificultades!”. “eQué dificultades?”, Tuve que preguntarle, pues no me habia hablado de ellas. 291 VI. EL LOGOTERAPEUTA IDEAL “De esto no puedo hablar”, susurré la sefiora casi loran- do. “jPero usted ha venido a verme para confiarme sus difi- cultades!”, exclamé. Entonces la paciente me conto que su terapeuta se habia enfadado siempre que empezaba a hablarle de su prometido, con el que ahora tenia problemas. “Sdlo podia hablarle del pasado”, dijo sollozando; pero lo que hi- cieron entonces mi padre y mi madre no es problema mio. Mi problema es el aire de caballero y la mania de notoriedad de mi actual amigo. Eso es lo que ahora me acongoja...”. jSi los psicoterapeutas aprendicran a escuchar lo que di- cen los pacientes y dejaran de buscar problemas que ya no existen...! Volvamos a nuestra contradiccion: el logoterapeuta es pe- simista y optimista; ve el destino de su paciente, pero cree en Ja posibilidad de escapar de ese destino; ve la enorme limita- cidn de todas las oportunidades ante determinadas constela- ciones, pero cree que hasta el final se da, al menos, una posi- bilidad. Conoce las debilidades de su paciente y lo acepta, sin embargo, como hombre pleno; ve las cadenas provenientes de la infancia y la educacién y, a pesar de todo, lo considera libre. Hay fanaticos que necesitan siempre un chivo expia- torio para combatirlo; a ellos no les agradara esta actitud. Les gustaria poder condenar a toda la sociedad, a toda la politi- ca, a toda la cultura como responsable del fracaso de cada in- dividuo. Condenar es facil, mejorar es dificil. Yo soy escéptica ante los salvadores del mundo que co- mienzan por acusar, pues ¢quién puede actuar de juez con buena conciencia? Cada uno tenemos nuestras faltas, que en ningtin sitio reconocemos con mas claridad que en el otro, exculparse es una forma muy extendida de confesar la cul- pabilidad. El que no admite el credo terapéutico, el tiltimo resquicio de libertad incondicional en la dimensién espiritual del hom- 292 ELISABETH LUK, 8 bre, tiene que dar la espalda a la logoterapia. Pero tiene tam- bién que estar dispuesto a aceptarse a si mismo como un producto casual de los factores que lo determinan. SEGUNDA CONTRADICCION: El logoterapenta tiene que investigar causas e ignorar cansas. El investigar las causas se ha convertido en la segunda natu- raleza de todo psicoterapeuta. Tras unos afios de praxis no solo registra fenémenos psiquicos y automaticos en las otras Personas, sino que inmediatamente formula también hipote- sis sobre las causas correspondientes. A veces me gustaria “no estar de servicio”; pero en el fon- do esto no existe para el médico y el psicdlogo. Cuando estoy sentada en el departamento dél tren, no hablo con los otros viajeros de distinta forma que en mi despacho de consultas; cuando me siento en la playa y escucho a las que estan de va- caciones al lado, lo hago con la misma paciencia y la misma comprensién que con mis pacientes. Nosotros tenfamos un viejo vecino que no conocia mi profesién ni sabia que él te- nia una paranoia leve —que yo comprobé tras algunas conver- saciones— ni siquiera sabia que, en nuestros encuentros, yo intentaba ofrecerle ayuda terapéutica contra la mania perse- cutoria. Pero un dia me conté que se sentia mejor... El investigar causas y construir hipétesis sobre ellas es para nosotros una costumbre. Peto el logoterapeuta tiene que dominar también otra cosa: ignorar conscientemente ciertas causas, particularmente cuando no se pueden cambiar, y su conocimiento produce mas dafios que bienes. Si, por ejemplo, a un nifio de hospicio se le dice durante toda su vida que es un hospiciano, se empeora la cosa e incluso se puede convertit a ese hombre en un disminuido psiquico, que no tendria por qué ser por el mero hecho de haber sido educado en un hospicio. 293 VI. BL LOGOTERAPEUTA IDEAL. resentar siempre a los dismi- én de sus debilidades y erto- 1 relacion, del Es un etror imperdonable p nuidos sus deficiencias como raz tes, aun cuando I6gicamente pueda haber un ; todo que los jévenes no debesian pretextar su juve su vejez, para disculpar su proce- ones cosunles que noe demasiado a la luz de la con- | espiritu, poder mismo m tud y las personas mayores der disparatado. Hay relaci en paz, pues si las sometemos ciencia inhiben el sano poder de oposicién de que se opone a tales relaciones. Caso n° 37 < Unos padres adoptivos acudieron a «su hijo adoptivo de cuatro afios tiltimamente jugaba sobre todo a hacer escenas de disfraces yestido con ropas de mujer. Sabian que el nifio procedia de un muy mal ambiente y sos- pecharon inmediatamente que podia tener una predisposi- cién a la homosexualidad o al travestismo. Sus preocupacio- nes los levaron a observar al nifio y a sopesar todas sus manifestaciones en este aspecto. Incluso formulas tan sim- ples como “papé es mejor que mama” les producirian un choque a los padres adoptivos; porque vefan en ellas una confirmacién de su hipstesis. Si hubiera sido su propio hijo, probablemente habrian re- accionado de distinta manera ante los juegos del nifio; quiza se habrian refdo y no lo habrian tomado en serio. Pero la po- sibilidad de que Ja causa residiera en una tara hereditaria los anonadaba y les producia una confusién que influfa de recha- zo en el nifio. Efectivamente, el nifio notaba la singular aten- cién que le presentaban sus padres cuando se probaba delan- te del espejo la falda de mami, y se sentfa interesante, con lo cual se afianzaba en su comportamiento. , a Este era un caso en el que se debia ignorar la posibilidad existe Las eapeculaciones sobre eventuies predaporicones entuales predisposiciones m{ desesperados, porque 294 ELISABETH LUKAS al mal no nos iban a ayudar gran cosa; por eso las dejamos a un lado por el momento. Yo les dije a los padres lo siguiente: “No pretendo asegurar que la conducta del nifio, en el grado actual, sea completamente normal. Pero de momento vamos @ actuar como si todo fuera absolutamente normal. No ob- serven al nifio cuando se disfrace. Muéstrense indiferentes cuando coja la falda de mam4. Y haganse los distraidos cuando prefiera el carifio del padre. No obstante, deben re- forzar el modelo del padre. Hagan con él trabajos de mar- queteria, déjenle que observe mientras el padre lava el coche © realiza trabajos en casa; cuéntenle leyendas de héroes fuer- tes y hombres audaces y diganle tranquilamente que él sera un dia tan fuerte y audaz como ésos personajes. Muéstrense interesados por el juego normal del nifio y actiien exacta- mente como si fuera su propio hijo. Pues, aunque fuera hijo suyo, no sabrian mejor qué ascendientes y antepasados se mezclan en su sangre, tampoco saben con seguridad si todos sus antepasados llevaron una vida intachable”. Los padres adoptivos lo intentaron, y los sintomas cesa- ron al poco tiempo. Lo que habia desencadenado este raro interés por la vestimenta femenina es algo que ya no se pue- de reconstruir, pero “las disposiciones anormales” podrian haber ocasionado muchos més dafios si hubieran seguido “dando vueltas” en la cabeza a la idea de los padres adoptivos. A veces hay que ignorar las causas, por mis que quieran imponerse al psicoterapeuta con oficio. En la evocacién del pasado, es preciso no formarse precipitadamente el juicio “ya comprendo” y mantenerse en actitud critica, aunque quienes buscan consejo pongan sobre la mesa causas adecuadas. En ocasiones, los padres legan y se expresan en estos términos: “gSabe usted? A nuestra hijita le da miedo la oscuridad. La venimos observando desde que murié la abuela. La nifia, por desgracia, estaba presente cuando encontramos a la abuela muer- ta en la cama, y desde entonces tiene miedo a la oscuridad.” 295 VI. EL LOGOTERAPEUTA IDEAL ‘Todo es claro; cualquier terapeuta tiende inmediatamente a confirmar la conexién entre estos hechos. Pero si se pre- gunta mas detalladamente, se descubre que la hijita, ya antes de la muerte de la abucla, sélo queria dormir con luz, o que no tenfa especial carifio a la abucla y le parece “muy bien” que esté en el ciclo. Todo terapeuta se toma tiempo para in- vestigar las causas, jpero también deberfa tener valor para ig- norar algunas causas! En cualquier caso, el logoterapeuta debe tener esa valen- tia, y en esto se diferencia de muchos colegas suyos. Su lema no es descubrir las causas a cualquier precio, sino investigar las causas cuando es conveniente, y hacer caso omiso de cllas cuando es conveniente. No puede sacrificar el bien de las personas para verificar sus hipétesis, pero puede muy bien sacrificar sus hipétesis por el bien del paciente. En este parrafo hay que incluir otra contradiccién que, si bien procede de la practica logoterapéutica especifica, afecta al paciente: El paciente tiene que aprender a aceptar su destino; el paciente tiene que aprender a luchar contra su destino. O formulado sintéticamente: “Saber aguardar; tener que oponerse.” éNo es ésta una contradiccién impresionante? Sin embar- go, existe una estrecha conexién entre la disposicién del logoterapeuta para ocuparse de las causas de la enfermedad y la necesidad de que el paciente afronte esa enfermedad. Cuando las causas son inmodificables, el logoterapeuta debe ignorarlas en cierto modo y, con su ayuda, el paciente debe aprender a aceptarlas (por ejemplo, con un cambio de acti- tud). Y siempre que se puedan cambiar las causas y conexio- nes, el logoterapeuta debe dedicar todas sus fuerzas a investi- garlas y, al mismo tiempo, activar las fuerzas del paciente para luchar contra ellas adecuadamente. 296 ELISABETH LUKAS Causas incambiables — Causas cambiables El logoterapeuta El logoterapeuta las ignora las investiga El paciente acep- El paciente lucha ta su destino contra su destino El logoterapeuta ‘Saber aguantar’ Tener que oponerse’ ensefia al paciente a mediante la técnica Por gj: cambio de Por ¢j.: intencién pa- actitud 0 derreflexiiin radéjica 0 entrena- miento de la voluntad r ‘por sugestion El destino incambiable, el destino que es preciso soportar, si bien el modo de hacerlo depende de la libre decisién del hombre, se contrapone al destino cambiante, en el que depen- de totalmente de la voluntad del hombre utilizar sus fuerzas para llevar a cabo un cambio dptimo. ¢Qué psicoterapia ha trazado alguna vez esta clara linea de separacién y ha defen- dido en ambos casos un tratamiento terapéutico diferenciado? Una maxima sabia dice: “La mitad de cualquier desgracia puede evitarse, y la otra mitad es una falsa interpretacién de la vida”. No siempre se conseguird evitar una desgracia, y mucho menos se conseguira siempre interpretar aceptable- mente una desgracia inevitable; sin embargo, todos los esfuer- zos del logoterapeuta han de ir en esa direccidn. El distingue entre lo evitable y lo inevitable y, orienta en consecuencia, tanto su modo de proceder como sus instrucciones a los que buscan consejo. “Saber aguantar; tener que oponersé”: Las dos cosas nos faltan en la época actual. Nosotros, los hombres civilizados, esta- mos mal acostumbrados, no sabemos aguantar ni aceptar; nos rebelamos contra todo y contra todos, reclamamos nues- 297 VI. EL LOGOTERAPEUTA IDEAL, tros derechos siempre que es posible y reaccionamos agresi- vamente € histéricamente cuando tenemos que ceder lo mas minimo. ¢Cémo van a asimilar los hombres actuales la enfer- medad y la muerte, cémo van a ser capaces de afrontar una mala situacién econémica, el paro y la miseria? Es un don in- apreciable poder aguantar, sufrir un destino y no venirse aba- jo por él, poder aceptar lo que se tiene que aceptat. Cabria pensar que nuestros hombres civilizados son més capaces de oponerse, pero no pueden hacerlo donde debe- rian. Nos falta coraje para oponernos a nuestras debilidades, para luchar contra nuestra inseguridad, para combatir la am- bicién; para superarnos internamente. Aqui estaria indicada Ja oposicién, contra #no mismo y no contra el entorno, en la Jucha contra el débil yo. Es preciso no sucumbir a las tenta- ciones, no abandonarse enseguida a las depresiones por un pequefio tevés, no lamentarse por cualquier contrariedad y quedar por encima de los otros en cualquier ocasién. Es preci- so no permitirse todo lo que le apetece a una, como dice uno de los més destacados axiomas de la logoterapia. Uno puede traba- jar consigo mismo, incansablemente, en el sentido de “reali- zarse”. Ignorar las causas y soportarlas, investigar las causas y hacerles frente es posiblemente la contradiccién mas impre- sionante de la concepcién logoterapéutica, una tarea que el logoterapeuta deberfa sentirse capaz, de afrontar. ‘TERCERA CONTRADICCION El logoterapenta ha de comprender a personas que no han tenido nan- ca la posibilidad de #n desarrollo sano; pero tiene que comprender también a personas que han tenido todas las oportunidades y, sin embargo, no las han aprovechado. ¢Resulta extrafia esta contradiccién? Qué es més facil, interesarse por un joven que procede de una situacién asocial, ha crecido con muchos hermanos en 298 Busan TH LUKAS una vivienda muy estrecha, no ha conocido a su padre, no ha tenido ningun juguete apropiado, no ha recibido ningtin esti- mulo escolar ni ha podido asistir a la escuela y, finalmente, ha caido en pequefios hurtos, o interesarse por un joven de bue- na familia, acompafiado y protegido, quetido y educado, que ha tenido todas las posibilidades escolares y profesionales y, sin embargo, se ha hecho notar por hurtos absurdos? ¢No es verdad que el segundo caso dificilmente excita la sensibili- dad? Es tan gratuito, infundado e inconcebible... casi resulta incomprensible. Por trabajar en un servicio piblico tengo ocasién de ver los contrastes mas fuertes en las consultas: parados, acogidos a la asistencia social, bebedore’, gitanos exhibicionistas y prostitutas, por una parte; neuréticos de buena posicién, di- rectores cuyos hijos fracasan en los estudios, artistas viejos con depresiones, mujeres de médicos o alumnos de segunda ensefianza en peligro de suicidio y estudiantes frustrados existencialmente, por otra. Por dificil que sea mi trabajo con la capa baja de la pobla- cién, encierra a mi entender un elemento de satisfaccidn: el terapeuta sabe que las circunstancias de la vida del paciente han sido y son desfavorables, intenta contrarrestarlas dentro de sus escasas posibilidades de influjo y se siente orgulloso cuando consigue una pequefia mejoria. Conoce al adversario con que lucha y del que quiere arrancar a su paciente, y com- prende perfectamente el fracaso de su protegido. Es como reparar un jartén roto. Se buscan con carifio sus pedazos uno por uno y se pegan con mas o menos solidez para que resulte una forma digna de un ser humano. Como es natural, esto supone buscar trabajo, conseguir vivienda, resolver el proble- ma del cuidado de los hijos, proporcionar asesoramiento juri- dico y explicar las cosas més sencillas dé la vida; el psicotera- peuta espera un minimo por parte del paciente y un maximo de si mismo. 299 VI. EL LOGOTERAPEUTA IDEAL Muy distinto es el trabajo con las capas media y alta. Los pacientes suelen vivir en una situacién paradisiaca, no cono- cen las preocupaciones por un puesto de trabajo, no tienen problemas de vivienda, pueden satisfacer la mayoria de sus deseos y frecuentemente viven rodeados de cuidados y aten- ciones. Cultivan sus neurosis y depresiones, sin que el logoterapeuta sepa en el fondo por qué no se interesan por mejorar algo; ni ellos mismos saben lo que quieren y nada les resulta suficientemente bueno. El terapeuta no conoce exac- tamente al adversatio contra el que debe luchar: el jarrn ma- ravillosamente pintado se le rompe delante de los pies, pero tampoco necesita intentar pegar sus pedazos rotos. Lo repa- ado es de muy poco valor para estos clientes. También a éstos tiene que intentar comprenderlos, por di- ficil que le resulte. El trastorno infundado, el sufrimiento ab- surdo, el egoismo macabro, que impregna todo: también esto es algo que se debe intentar comprender. ‘A veces pienso que éste es el punto en que dejo de ser una buena logoterapeuta, sencillamente porque ya no puedo ofrecer bastante comprension. Nota sobre el caso n° 29: {Usted pisa las flores y riega la mala hierbal”, Le dije una vez a esta paciente, y ella sonrié. “jEso es exactamente lo que . “zPor qué”, le pregunté una y otta vez, hago!”, exclam: “zpor qué?” “Por eso acudo a usted”, me dijo; “tiegue usted las flores; _yo tiego la mala hierba”. Esta mujer tenia todo lo que se puede desear: un compa- fiero carifioso, unos hijos sanos, un nivel de vida alto, una casa fantastica y muchas posibilidades de desarrollar una actividad llena de sentido. Cientos de mis pacientes de clase baja ni si- quiera se hubieran atrevido a sofiar con estas cosas. Y, sin em- bargo, esta sefiora pasaba en la cama horas enteras durante el 300 ELISABETH LUKAS dia y dejaba que la compadecieran preocupados sus parientes y conocidos. Daba la sensacién de que no queria curarse, de que se aferraba a su estado, pasara lo que pasara, para ser el centro de todas las atenciones. Quienes visitaban a la familia no preguntaban: “zCémo estin los nifios?”, O “qué tal va el trabajo del marido?”, Si no: “g¢Cémo esta hoy la sefiora XP": Cuidaba ostensiblemente las malas hierbas y pisoteaba las flores de su vida para que otras personas tuvieran que levarle flores. logoterapeuta tiene que aedikiSe a ellas con intensidad — les el corazén, porque €n virtud de su concepto di e erte la fuerza destructora del vacio de sentido en los sintomas y esta dispuesto a medir sus fuerzas _ con ese vacio, ’ Han observado ustedes que son mucho més estables las personas que trabajan con regularidad? El trabajo es un fac- tor importante de nuestra salud psiquica; sin trabajo, las per- sonas enferman en un tiempo muy corto. Todas las estadisti- cas muestran que los jévenes, especialmente los grupos de estudiantes, corren un grave peligro; en la mayoria de los ca- sos estan también libres de trabajo (corporal). También se hallan en peligro “las simples amas de casa”, los rentistas, los impedidos. Y también los ricos. El poseer bienes no contri- buye a la salud psiquica; pero el conquistarlo, si. Especialmente en los casos de Ja clase mas baja y la mas alta encontramos personas poco cargadas de trabajo, bien porque no quieren o no pueden trabajar, o bien porque no lo necesitan. Mientras en los que no quieren o no pueden trabajar influye un defecto de aprendizaje y de desarrollo del que sdlo son responsables hasta cierto punto, en los que no necesifan trabajar repercute una falta de comprensién social, un egois- mo, del que son los inicos responsables. 301 VI. EL LOGOTERAPEUTA IDEAL Si, el logoterapeuta tiene que ser capaz de comprender tam- bién lo peor que existe, ese egoismo absurdo que destruye todo. Es posible que su terapia fracase ante ese egoismo; pero al debe ofrecer su comprension a estas personas desgraciadas. CUARTA CONTRADICCION: El! logoterapeuta debe poseer un sistema propio de valores; pero ha de respetar plenamente cualquier sistema ajeno. Todo psicoterapeuta respeta cualquier sistema de valores aje- no que no sea completamente anormal y enfermizo; esto for- ma parte de su preocupacién. No hay ningiin terapeuta que no respete y acepte sin prejuicios una opinién de su paciente sobre religin, politica o cualquier otro campo, aun cuando él no la comparta de ninguna forma. Pero esto no implica que él no pueda tener personalmente un sistema rico de valores; sdlo significa que no menosprecia los valores ajenos ni los pone en tela de juicio estérilmente. Asi, el psicoterapeuta puede ser ateo y, sin embargo, ha- blar sobre cosas de fe con una paciente que es catdlica fervo- rosa, si ésta lo necesita. Debera tener habilidad para contestar a sus preguntas de modo que no reniegue de sus conviccio- nes personales ni cuartee la fe de la paciente. En estos casos, la mayoria de las veces, contesta a las preguntas con otras preguntas y remite a la paciente las reflexiones sobre el con- tenido. Tal es la norma tactica en nuestro citculo profesional; pero yo creo que el logoterapeuta tiene una obligacién adi- cional, En efecto, él no sélo devuelve a los pacientes sus pro- pias preguntas, sino que sambién da respuestas, inspirandose en su sitema de valores. Por eso, su sistema de valores debe ser tan amplio que le permita dar algo en muchos terrenos; de- be constituir una especie de “reserva” a la que pueda recurrir sin vacilaciones en Ja dimensién espiritual incluso en temas espinosos. 302 ELISABETH LUKAS El problema de Dios, por ejemplo, no se puede soslayar ea Ia conversacién terapéutica, No tendrla sentido aficmar que el logoterapeuta debe pertenecer a una determinada con- fesién; pero quiza deberia tener un cierto concepto de Dios. Y aunque s6lo crea en el bien, la verdad y la belleza, ya dis- Pone de un puente ‘que lo une con el paciente que cree. También se le proponen al terapeuta las opiniones politi- cas més diversas, y también a este respecto deberia tener una cierta apertura, una comprensi6n para las aspiraciones positi- vas de todo partido, e incluso para las debilidades de la co- triente con que simpatiza. Si el propio sistema de valores es tan amplio que no da cabida a los dogmas rigidos, siempre hay un punto de contacto. 2 Caso n° 38 Con motivo del llamado “proceso de los exorcistas” en Ale- mania, vino a verme una sefiora sencilla, que me presentd lorando una carta de su parroco. Ella le habia escrito dicién. dole que condenaba la conducta de los jueces que habian responsabilizado a los padres de la chica muerta por haber consentido que su hija enferma fuera exorcizada, Le afiadia que era muy razonable expulsar al demonio cuando ha toma- do posesién de una persona, Pero el patroco le contest con dureza que personas como ella desprestigiaban a la Iglesia, y que ella no debia opinar sobre cosa Ss que no entendia. Yo no tuve dificultad en comprender al patroco, pues tampoco yo valoro nada los-exorcismos, sobre todo si llevan, a la muerte del afectado. Pero ahor: a la sefiora estaba lorando ‘delante de mi, y parecfa que siempre habia sido profunda. mente creyente, se le hundia el mundo bai JO los pies. Busqué un punto en que convergieran nuestras contrapuestas opinio- nes y sobre el que fuera posible un entendimiento, “Digame, el demonio puede transformarse a su arbitrio, puede adoptar cualquier forma de enfermedad, dolor y mise- 303 VI EL LOGOTERAPEUTA IDEAL tia, eno es verdad?, Pregunté a la sefiora, que asintié entre so- Hozos. Di un paso més: “Y segtin la forma que adopte y la manera en que acttie, hemos de combatirlo de un modo dis- tinto. Cada enfermedad necesita su propia medicina, cada mal y cada situacién ctitica requiere una solucién y un reme- dio distintos. El poder del mal es tan grande que no basta un tipo de defensa, sino que para vencerlo es preciso movilizar muchos métodos o fuerzas curativas. ¢Esta de acuerdo?”. “St”, dijo la paciente, “el mal es muy poderoso”. “Es cierto”, le contesté; “pero el bien es mas fuerte. Y también el bien encuentra muchos caminos para ayudar; unos son apropiados y ottos no. Si le digo a uno que padece hambre muchas palabras amables, eso lo consolara un poco; Pero un pedazo de pan sin palabras seria més apropiado para ayudarle. Con todo, no puedo afirmar que el pan sea siempre el nico medio de ayudar. Otras personas necesitan las pala- bras de consuelo mucho mis que el pan, y setfa un error dar- les de comer, pues necesitan aliento. :Entiende usted esto?” Lo entendia. Por ese camino la Ilevé a la conclusién de que la enfermedad, que puede interpretarse también como una figura del demonio, requiere una ayuda adecuada, es de- cir, en primer lugar ayuda médica y en segundo lugar oracio- nes. E] que rechaza las ayudas médicas secunda al “demo- nio”, aunque tecurra a la ayuda de la oracion, pues el mal en esta modalidad no puede set combatido slo con palabras. En ese sentido estaba concebida la sentencia contra los padres, es decir, como condena por haber descuidado una posibilidad importante de ayudar a su hija. La paciente logré de esta forma una visién més clara, des- de la que juzgé también con mas benevolencia el escrito del partoco. Cuando superé la conmocién més grave, hablé por teléfono con el prroco y le pedi que mantuviera con la sefio- ra una conversacién comprensiva sobre temas religiosos, que le permitiria exponer los criterios de la fe a una luz algo mas 304 ELISABETH LUKAS, Positiva. Los pensamientos de esta sefiora no debian estar dominados por el poder del mal, sino que la luz de la salva- cidn y la redencién debia impregnar su fe. Por tanto yo no tengo que creer en el demonio pata poder hablar sobre él. Pero fue preciso que algo estuviera firme- mente arraigado en mi propia concepcién del mundo para poder ser empleado terapéuticamente en esta duda inquietan- te, y ese algo fue la firme conviccién de que en ultima instan- cia el bien triunfara sobre el mal. _ El logoterapeuta ha de saber inspirarse en sus valores sin AS ese al paciente, y debe poseer la tolerancia — ‘sus opiniones con palabras y términos del pa- » pata que resulten comprensibles. {Cuantas veces las ‘erencias de opinién son s6lé discusiones sobre términos y definiciones, y cudntas disputas pueden solventarse si se con- serva lo esencial, pero adaptado el ropaje externo a los dife- rentes sistemas conceptuales! ¢Qué importancia tiene hablar del demonio, del mal, de la enfermedad 0 de la desgracia si se alude a lo mismo? ¢Hay que polemizar sobre palabras? El logoterapeuta, como cualquier persona, defiende su sistema de valores, pero debe tener la disposicién y la capacidad de adaptarlo al lenguaje del paciente y formularlo de acuerdo con la concepcién de éste. En su sistema de valores, la ayuda a las personas que se le confian ocupa un lugar muy elevado. Sin embargo, no debe sobreestimar sus propias cualidades, pues muchas cosas se curan por si solas en el paciente, y mucho de lo que se ofrece en la terapia con la mejor intencién no puede ser aceptado por el paciente. El logoterapeuta tiene que examinar todos los fracasos, pero no debe apuntarse todos los éxitos. Es consciente de las fuerzas que hay en el hombre para curarse por si mismo, profesa el credo terapéutico: toda per- sona puede mejorar su vida por sus propias fuerzas y sin ayu- da ajena. Una y otra vez nos sorprenden giros repentinos ha- 305 VI. EL LOGOTERAPEUTA IDEAL cia una curacién que el terapeuta apenas espera y que, desde luego, no ha puesto en marcha. Entonces admira la fuerza del espiritu humano y la capacidad humana para curar a pesar de todo. Pero también es valido lo contrario: todo paciente tiene la libertad de adoptar por propia deci ayuda terapéutica y confra una curacién interior y, por tanto, de perder la posibilidad, quiza tinica, que se le ha dado. Tam- bién esto tenemos que respetarlo, por mucho que duela. Te- nemos que contentarnos con colocar en el rango mas alto de nuestro sistema de valores el trabajo por los pacientes y por quienes buscan consejo: el logoterapeuta no puede quitar al paciente la dltima responsabilidad sobre su vida. Caso n° 39 Hace algunas semanas recibi una carta de una madre cuyo hijo estuvo en tratamiento conmigo hace dos afios y medio a causa de una neurosis obsesiva, sin que yo lograra entonces grandes progresos. Como entretanto yo habia cambiado de domicilio, la madre dio mil vueltas hasta que encontré mi nueva direccién para poder enviarme la carta. Decia asi: “Muy estimada doctora Lukas: Por fin he sabido de su actual paradero, y deseo sinceramen- te que le vaya bien. Como usted se preocupé mucho por la suerte de N., quicro que sepa que ahora se va encontrando lentamente a si mismo y esta hallando un camino viable para su vida. Apenas se acuerda de sus interminables obsesiones de baiiarse, y es maravilloso que haya descubierto que sin ob- sesiones puede ser una persona feliz. Quiere curarse, y esta fuerza le seguira ayudando. *iLe doy las gracias por todo y le reitero mis mejores sa- Iudos!” 306 ELISABETH LUKAS Yo no soy tan temeraria como para apuntarme el curso feliz de esta enfermedad; no, el propio paciente utilizd el po- der de oposicién de su espiritu y, asi, dio la sefial para su cu- racién. |Cudnto hay que admirarlo y alegrarse con su madre! Volvamos al sistema de valores personal, que en ninguna otra parte desempefia un papel tan importante como en nuestra profesidn. Lo que los pacientes nos cuentan es una seleccién de las variables de su vida que les parecen las mas importantes; en cambio lo que nosotros contamos a nuestros pacientes es un fiel reflejo de nuestra filosofia de la vida. No debemos dar un consejo que no estemos dispuestos a seguir sin vacilaciones en una situacién parecida. S6lo podemos ser auténticos si creemos en nuestras propias palabras; la psico- terapia exige de nosotros que “juguemos limpio”. No debe- mos ni podemos decir siempre la verdad; sin embargo, nU1@s-) tro j e'ser siempre auféntico, es decir, autén ico entido de que lo respaldamos plenamente. Quizé es aqui donde esta la tiltima y mas dificil contradic- cion en la calificacién del logoterapeuta. Tiene que reconocer su propia lucha por el sentido y poseer una cierta plenitud de sentido basica. Pero también esta contradiccién se puede re- solver, pues nuestra plenitud de sentido nunca es completa ni esté acabada; durante toda la vida somos seres en busca, in- cluso los logoterapeutas. jPor qué hemos de avergonzarnos de confesar esto! El presente libro no se hubiera escrito nunca si un aconte- cimiento trivial no me hubiera aclarado el sentido y la impor- tancia de esta tarea. Mucho antes se me habia pedido que pu- siera de una buena vez por escrito mis experiencias con la logoterapia y que asi prestara ayuda para su curacidn interna aun circulo de personas mas amplio que con mi praxis. Pero siempre habia declinado esta empresa alegando falta de tiem- po y obligaciones familiares. En el fondo no me creia capaz de escribir un libro y me asustaba el enorme trabajo que esto 307 IDEAL VI. EL LOGOTERA| suponia. Pero un dia, cuando me estaba peinando, observé mi primera cana. Esto no es ciertamente una desgracia; sin embargo, uno se para un momento... tocado ligeramente por el solpo de la caducidad de las cosas humanas. Todavia me siento joven, todavia tengo muchos planes para el futuro; pero el tiempo pasa, inadvertidamente y sin cesar. Y enton- ces me vino a la mente un caso de mi praxis, el Ultimo que les voy a contar. Caso n° 40 Se trataba de una sefiora de veintinueve afios que tenia canas desde los veinticinco. Durante los tiltimos cuatro afios se ha- bia tefiido el pelo. Pero su cuero cabelludo habia contraido una alergia cronica tan fuerte a los tintes para el cabello que Ia sefiora cortia el peligro de quedarse calva si seguia tifién- dose el pelo. Asi pues, tenfa que conformarse con sus canas. Esto la sumi6 en una desesperacién tan grande que sintié de- seos de quitarse la vida. Vino a verme para que la tratara, y yo logré el siguiente cambio de actitud: “La vida pasa con la misma rapidez para todos los hombres; es tan fugaz para usted como para los de- més. Sin embargo, el que nunca piensa en eso y esconde la cabeza bajo el ala corre el riesgo de desperdiciar su vida con naderias y al final se horroriza de que haya pasado tan depri- sa. En cambio, el que recuerda de vez en cuando que nuestra actividad terrena es limitada y que es pteciso hacer aqui y ahora, antes de que sea demasiado tarde, todas las tareas que queremos desarrollar en la tierra, tiene la gran ventaja de que puede planificar su vida a tiempo y realizar sus objetivos. Ahora bien, la mayorfa de los hombres carecen de un dispositivo de alarma que les recuerde de cuando en cuando Ja fugacidad y, de ese modo, les avive la necesidad de llenar la vida de contenido y sentido. Usted figura entre las pocas per- sonas que poseen ese pequefio dispositivo de alarma: su pelo. 308 ELISABETH LUKAS std plateado. Y ese color le re- cuerda que usted, al igual que los demas hombres, no dispo- se de un tiempo indefinido para realizar los planes de su vida, sino que debe comenzar aqui y ahora a llevar 2 la price ca su proyecto, ese proyecto que ¢S estrictamente personal ¥ para el que usted es insustituible. , Cuando se peine cada mafiana, recuerde que el espejo le da una sefial que otras personas no perciben; le ayuda a en- trar en el nuevo dia con mucha mayor energia y buenos pto- pésitos, ya que le dice: El tiempo pasa; pero todavia te queda tiempo, todavia puedes hacer algo de tu vida, todavia puedes utilizar para tu bien y para el bien de los que te rodean el in- menso beneficio de estar vivay Y aunque hoy no hagas otra cosa que dedicar una sonrisa amorosa a tu marido, ayudar en el trabajo a una compajiera o decir una palabra de aliento en el comercio, habra dejado una huella imborrable de tu perso- na, un signo que te asegura la gratitud y el gozo de quienes te rodean. »,Contemple su pelo con otros ojos! El color no tiene ninguna importancia; segin Ja moda, son actuales y estan bien vistas las mas diversas tonalidades. Lo que de verdad le afecta a usted es el recuerdo de la edad. jPero usted no es ma- yor! De cualquier modo, el pensamiento de hacerse mayor no debe asustarla: ha de considerarlo como una pequefia sefial. Como un acicate, que todas las mafianas, al peinarse, le dice al ofdo en secreto: ”{Haz ahora lo que quieres hacer; No espe- res demasiado tiempo! jHoy es el primer dia del resto de tu vidal” La paciente aprendié a aceptar de esta forma su destino; incluso vino a verme més tarde y me trajo, para que la viera, una alfombra gigantesca hecha por ella. Siempre habia tenido la intencién de hacer este trabajo, pero nunca habia encontra- do las fuerzas para empezarlo; sin embargo, desde que consi- deraba su cabello de esta forma, se habia puesto a hacer la alfombra con alegri: Es bonito tal como es; peto ¢ 309 VI. EL LOGOTERAPEUTA IDEAL Desde que consideré el hacerse mayor en un sentido posi- tivo como un impulso para vivir, dejé de pensar en la muerte. Este caso me vino a la memoria cuando, estando delante del espejo, palpé mi primera cana. Ahora va a quedar claro si soy auténtica —pensé-, si apruebo el “test” de logoterapeuta. ¢Puedo aceptar mis pro- pias palabras, mis propios consejos, respaldo como persona de carne y hueso lo que propongo dia a dia? El lector puede ver que he aprobado el test. Mi primera cana dio la sefial para esctibir este libro; me dijo: “Si te has propuesto la tarea de esctibirlo, tienes que empezarlo aqui y ahora: Mas tarde po- dria ser demasiado tarde”. En fin, tengo que agradecer con humildad que no era de- masiado tarde. Y tampoco es demasiado tarde para ustedes, si empiezan aqui y ahora a lenar de sentido su vida y a sanar por esa ple- nitud de sentido. 310 En el mundo de hoy’son frecuentes las Cela CCA m ath mull lot eC CMR hele (-T 16am incapaces de entenderse con.su pareja Cer yee a MCE Ra MCT. olf ety) causa clara. {Qué les ocurre? La logoterapia ER et el Taree cee Ul gel Yew int len (-lsl-[el psiquica y ha esbozado caminos que permiten CRC Melt Mol Law tolol lt Lalita tw (oC 00 PEE Mem mulch Mar ERM lero aunque no sea posible cambiar su situacion ia ra tla (ol oe tlt Sorte h clinicos tratados por.Ja autora, este libro. muestra como.es posible potenciarla “voluntad de sentido”, -de la que ningun lll elcMer-e-tol Maat uate) reise sl-le- pete tar-Uh paciente. La autora llegaa una conclusion alentadora para el lector; “Tu vida tiene. Pintle [o ee Pi Sociedad Mexicana de Analisis Existencial y Logoterapla, S:C.

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