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Módulo 3: Tecnología conductual instituto superior

de estudios
Unidad didáctica 1: Introducción a las técnicas de modificación psicológicos formación
de la conducta desde la terapia cognitiva

Reforzamiento y extinción

1. Reforzamiento
La conducta operante es la conducta de cualquier organismo que, literalmente, “opera” sobre el ambiente
para producir efectos. Los efectos producidos en el ambiente, a su vez, pueden determinar la frecuencia
o intensidad de la conducta. Por ejemplo, en el caso del niño que recibe la atención de su madre cada
vez que se muestra ruidoso o inquieto, pero, al mismo tiempo, es ignorado cuando se porta bien, este
continuará, o incluso aumentará, su conducta ruidosa o inquieta.

Las consecuencias de la conducta que sirven para aumentar la frecuencia o intensidad de esa misma con-
ducta se llaman reforzadores. De acuerdo con esta definición, basada en el sentido común, un reforzador
elabora o potencia una conducta respecto a otra conducta que es contingente.

Para poder afirmar que tal elemento (objeto o situación) es un reforzador debe cumplir dos requisitos:
• Que se presente inmediatamente después de la respuesta.
• Que su función sea la de aumentar o incrementar la posibilidad de emisión de la respuesta.
Para definir un reforzador seguiremos los siguientes pasos:
• Determinaremos qué es la respuesta (definición conductual).
• Buscaremos la situación en que se produce: y cuál es el estímulo (estímulo que llamaremos discri-
minativo, porque en su presencia se produce la respuesta).
• Determinaremos la relación temporal con la respuesta. Así, si la incrementa, podremos decir que
estamos en presencia de un reforzador.
• Estableceremos cuál es el efecto que produce sobre la frecuencia de la respuesta. De esta manera,
si la incrementa podremos decir que estamos en presencia de un reforzador.

1.1. Programas de reforzamiento

El reforzamiento continuo se produce cuando una respuesta siempre va seguida de una estimulación
agradable (presencia de S+, reforzamiento positivo, o ausencia de S-, reforzamiento negativo). Cuando se
produce un reforzamiento continuo, la extinción es muy rápida. Por ejemplo, la conducta que nos lleva
a obtener café en las máquinas expendedoras está mantenida por reforzamiento continuo, ya que, si la
máquina no está estropeada, cada vez que metemos dinero obtenemos café.

El reforzamiento parcial se presenta cuando una respuesta va seguida de estimulación agradable de


vez en cuando (no siempre). Este tipo de reforzamiento es más resistente a la extinción que el continuo.
La mayoría de nuestro comportamiento se desarrolla bajo programas de reforzamiento parcial (como por
ejemplo la actividad laboral, la mendicidad, etc.). A su vez, el reforzamiento parcial puede ser de razón,
dependiendo del número de respuestas para obtener reforzamiento (trabajo a destajo, vendedores, etc.)
o de intervalo, dependiendo de cuánto tiempo debe pasar para conseguir reforzamiento. Los programas
de reforzamiento parcial son muy resistentes a la extinción.

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Reforzamiento y extinción

2. Extinción
La extinción es el proceso inverso al reforzamiento. el proceso de extinción tiene lugar cuando una
respuesta no es reforzada y, por tanto, disminuye su frecuencia o intensidad. Algunos ejemplos de este
proceso serían las siguientes situaciones: cuando llevamos perdidas varias monedas en una máquina
tragaperras sin obtener lo que deseamos, nos sentimos con menos ganas de “alimentarla”; si tenemos un
amigo que deja de prestar atención a nuestra conversación y que nunca acepta nuestras invitaciones,
comenzamos a buscar a otro amigo.

Para poder hablar de extinción, es necesario que se cumplan dos requisitos:


• Que haya interrupción definitiva de un evento que seguía a una respuesta.
• Que, a raíz de esta suspensión, se produzca una disminución de la probabilidad de emisión de la
respuesta.
Muchas veces no llegamos a establecer que un evento es reforzador hasta que no aplicamos la extinción.

La extinción consiste en suprimir el reforzamiento de una conducta que previamente ha sido reforzada.
Así pues, se trata de eliminar (o establecer las condiciones para que se elimine) el reforzamiento que la
persona recibía tras la emisión de la conducta que se pretende reducir.

Este procedimiento se basa en el principio de que, si, en una situación determinada, una persona emite
una respuesta que ha sido reforzada previamente y a esta no le sigue una consecuencia reforzante, en-
tonces, será menos probable que la persona emita esa conducta de nuevo cuando se encuentre en una
situación similar.

De este modo, se reduce de forma consistente y duradera la emisión de un gran número de conductas
desadaptativas, aunque es un procedimiento lento y, en ocasiones, se observa un incremento inicial en
la tasa de emisión de la conducta que se pretende reducir.

Por lo tanto, es importante para la aplicación de la técnica tener en cuenta que:


1. Es un procedimiento de reducción gradual de las conductas operantes, no de reducción inmediata.
La reducción de la conducta desadaptativa depende de la historia de reforzamiento de la misma
(de cómo fue reforzada cuando se adquirió). Cuando la conducta está bien consolidada y se desa-
rrolla bajo reforzamiento intermitente (o parcial), la reducción de la misma mediante extinción será
más lenta. Cuando esta se aprendió bajo un programa de reforzamiento continuo y es de origen
reciente, es más fácil de extinguir.
2. Además, también se debe tener en cuenta el tiempo que el sujeto estuvo sin recibir reforzamiento
cuando se adquirió la conducta indeseable. Cuanto mayor sea este periodo, más lento será el pro-
ceso de reducción mediante extinción.
3. Por otra parte, también influye la intensidad de los estímulos reforzadores utilizados para la adqui-
sición de la conducta que se pretende reducir. Cuanto más intensos fueran estos, más lenta será la
extinción.

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4. Otros aspectos a tener en cuenta son el esfuerzo necesario para la emisión de la respuesta (a más
esfuerzo, más fácilmente extinguible), así como la aplicación simultánea de técnicas de refuerzo
de conductas alternativas que compitan con la conducta a reducir (la extinción será más rápida).
5. El hecho de que sea un procedimiento de reducción gradual hace que su aplicación no esté indi-
cada en los casos en los que la conducta a reducir sea una conducta muy perjudicial para el sujeto.
6. Cuando se aplica la extinción, inicialmente, se produce el “estallido de extinción”, que consiste en
un incremento en la frecuencia e intensidad de la conducta que se pretende reducir. Es importante
entonces no abandonar en su aplicación, pues a este aumento inicial de la conducta le sigue una
disminución de la misma, si el procedimiento de extinción se aplica de forma frecuente y constante.
7. Otro aspecto a considerar es la “agresión inducida por la extinción”, que consiste en la aparición de
comportamientos agresivos o violentos cuando se instaura el procedimiento de extinción. Esta reac-
ción parece que se debe a mecanismos emocionales y cognitivos relacionados con la frustración.
8. Por último, cabe señalar que puede producirse una recuperación espontánea de la respuesta ex-
tinguida, que consiste en una reaparición de la misma tras un periodo de tiempo posterior a la
desaparición de la conducta. Si se produce este fenómeno, es conveniente mantener la extinción
de forma consistentehasta que desaparezca por completo la conducta desadaptativa.

Como alternativa, también es posible combinar la extinción con un procedimiento de reforzamiento


positivo de otras conductas adaptativas y, si es posible, incompatibles con la conducta a eliminar. Para
ello, estas conductas deben haber sido evaluadas antes de iniciar el procedimiento (mediante un análisis
funcional completo de la conducta problema y del contexto en el que se presentan).

2.1. Indicaciones y contraindicaciones

La extinción está indicada siempre que se requiera la reducción o eliminación de conductas disruptivas
en niños y adolescentes, en el tratamiento de hábitos nerviosos dañinos para el sujeto, en el tratamiento
de algunos trastornos de la conducta alimentaria y, en general, siempre que se quiera disminuir la pro-
babilidad de ocurrencia de una conducta desadaptativa, sobre todo cuando esta está siendo mantenida
por estímulos reforzadores fácilmente identificables y que se pueden controlar.

No es una técnica indicada en el caso de conductas cuyos reforzadores no sean identificables y/o contro-
lables o en conductas peligrosas para el propio sujeto o para terceros.

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