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Macronutrientes?
1. una dieta paleolítica no tiene que ser necesariamente baja en hidratos de carbono y
rica en proteínas. Existen poblaciones de cazadores-recolectores que siguen una dieta
rica en grasa y proteína y baja en hidratos de carbono, pero también existen otras que
tienen una ingesta de hidratos de carbono moderada a alta, y no por eso son menos
sanas.
2. Y la idea de que una dieta rica en hidratos de carbono produce picos de glucosa y
consecuentemente de insulina, y que si se repite en el tiempo da lugar a resistencia a
la insulina y posteriormente a obesidad, enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo
2 o hipertensión, no está clara, pues a pesar que existen algunos estudios de
intervención en pacientes con Síndrome Metabólico, Diabetes Tipo II, acné y síndrome
de ovarios poliquísticos (la resistencia a la insulina es una característica común 66)
donde que una dieta con restricción de hidratos de carbono o con bajo Índice
Glucémico es superior a una dieta baja en grasa, los estudios en individuos sanos no
demuestran que una dieta rica en hidratos de carbono cause alteraciones
metabólicas adversas y menos aún que lleve a la Obesidad, Síndrome Metabólico y
Diabetes Tipo II.
3. De forma importante, no está claro que el efecto de esos estudios con dietas con
restricción de hidratos de carbono o bajo Índice Glucémico sea por los hidratos de
carbono o Índice Glucémico en si, o por la restricción en compuestos bioactivos
presentes en cereales.
4. una dieta paleolítica no tiene que ser necesariamente una dieta baja en hidratos de
carbono y tampoco hay buena evidencia de que la simple restricción de carbohidratos
sea mejor para la prevención y el tratamiento de las llamadas enfermedades de la
civilización
1. Alrededor de las proteínas existen muchos mitos arraigados desde hace muchos años,
probablemente iniciados tras un estudio publicado por Brenner et al. en la prestigiosa
revista The New England Journal of Medicine. Sus conclusiones fueron que en
pacientes con enfermedad renal, ésta empeoraba si se aumentaba la ingesta de
proteína. Ese es un hecho que ha sido demostrado muchas veces.
2. No obstante, esos datos no se pueden extrapolar a pacientes sanos (del mismo modo
que estudios con dietas bajas en carbohidratos hechos en pacientes con Síndrome
Metabólico y/o Diabetes Tipo II tampoco se pueden extrapolar a personas sanas).
3. En un estudio de intervención, se demostró que una ingesta de proteína de un 25% de
la energía durante 6 meses no produjo alteraciones renales adversas, con una tasa de
filtrado glomerular sin alteraciones y sin aumentar la albúmina urinaria. En culturistas
belgas, con una ingesta de proteínas de 2,8 gramos al día no hubo consecuencias
adversas para la función renal. En el conocido estudio observacional Nurse’s Health
Study, los autores concluyeron que una ingesta elevada de proteínas no estaba
asociada a un declive en la función renal en mujeres sin patología renal pre-existente.
En una excelente revisión sobre el tema, los autores concluyeron lo siguiente: “A pesar
de que la restricción de proteína pueda ser apropiada en el tratamiento de patologías
renales, no hemos encontrado evidencia de que una ingesta elevada de proteína afecte
de forma negativa a la función renal de individuos sanos”
En resumen, una dieta paleolítica no tiene que ser necesariamente alta en proteínas,
pero además, la ingesta elevada de proteínas no compromete la función renal en
pacientes sanos, y en pacientes con enfermedad renal, cambiar el tipo de proteína
puede ser una intervención eficaz, más allá de la cantidad total.
Los estudios arqueológicos muestran que una vez superada esa edad de aproximadamente 15
años, la esperanza de vida era razonablemente elevada. Las tasas de mortalidad se elevaban a
los 40 años, doblándose a los 60 y de nuevo a los 70. Gurven y Kaplan encontraron que la edad
más probable de fallecimiento eran los 72 años.
Es por ello que la esperanza de vida media no nos da ninguna indicación significativa sobre el
modo de vida de estas poblaciones. En la isla de Kitava, estudiada por el Dr. Lindeberg, el 6%
de una población de 2,300 habitantes, tenía entre 60 y 95 años de edad. Además, las personas
de avanzada edad no conocían la muerte por enfermedades de la civilización, alcanzando el
final de su vida de forma natural.
Hay que destacar el hecho de que la esperanza de vida depende de los avances médicos, pero
sobre todo de las medidas de salud pública y el estatus socioeconómico.
La esperanza de vida de los humanos empezó a aumentar solo después del año 1800 y no
desde el inicio de la revolución agrícola, como algunos opinan. La dieta poca influencia en la
esperanza de vida, pero si tiene un rol fundamental en la calidad de la misma.
Enfermedades
En un antiguo artículo publicado en la prestigiosa revista The Lanceten 1911, los autores
indican tras analizar arterias de momias lo siguiente: “los antiguos egipcios sufrían con la
misma frecuencia de lesiones arteriales idénticas a las que tenemos hoy en día. Además,
cuando consideramos que pocas de las arterias estaban sanas, parece que esas lesiones eran
tan frecuentes hace 3.000 años como lo son hoy en día”. Los autores destacan que el
consumo de alcohol (no eran grandes bebedores de vino, y además en musulmanes también
existe la aterosclerosis), la carne (era un lujo para ellos) o el estrés, no serían las posibles
causas. Por lo tanto, en una época totalmente libre de la influencia de los productos derivados
de la revolución industrial, pero basada en alimentos derivados de la agricultura
(principalmente cereales-trigo), las lesiones arteriales eran aparentemente tan frecuentes
como en la actualidad, existiendo más datos que lo apoya
1. Hay que ser realistas y poner la ciencia encima de la mesa. El hecho de que esté
propuesto por autoridades sanitarias no quiere decir que esté basado en la evidencia
científica, y aclaro lo escrito: existen diferentes grados de evidencia científica que van
desde “alta” a “muy baja” o de la A-E, dependiendo del tipo de estudios que existan
sobre un tema (epidemiológicos, de intervención, randomizados o no, etc).
2. Las recomendaciones dietéticas actuales suelen hablar en estos términos: “se ha
demostrado científicamente la asociación entre el consumo de grasas, especialmente
las trans y las saturadas, con la tasa de mortalidad de la población por ECV”. Cuando
se menciona la palabra asociación, se indica que los datos son derivados de estudios
de observación, y no de intervención, con las limitaciones que ello implica, sobre
todo que no se puede establecer relación de causa-efecto.
3. Otros aspectos que limitan mucho los resultados de los estudios de observación son,
por lo general, datos basados en cuestionarios de alimentos (muy imprecisos y sujetos
a la memoria del paciente), factores de confusión, el factor de conciencia de salud (es
poco probable que alguien que se cuide y coma cereales integrales y verduras, a la vez
fume y beba mucho), y el hecho de que los datos son presentados como riesgos
relativos, que al pasar a riesgos absolutos o Number Needed to Treat, se diluyen (para
más información, lea este artículo co-escrito por mi).
4. Que exista una asociación entre grasas saturadas y ECV no quiere decir que la causa
sea la ingesta de grasas saturadas, por ejemplo. Y ya que tomamos este ejemplo, y
que muchas recomendaciones están hechas en base a meta-análisis de estudios
epidemiológicos, respecto a las grasas saturadas, en un meta-análisis de estudios
prospectivos de cohorte publicado en la prestigiosa revista The American Journal of
Clinical Nutrition, los autores no encontraron asociación entre el consumo de grasas
saturadas y enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, las autoridades sanitarias
siguen recomendando reducir la ingesta de estas grasas a menos de un 10% de la
energía total, una incoherencia
Una revisión sistemática de Cochrane sobre cereales integrales y enfermedad de las arterias
coronarias, concluye que aunque haya consenso, derivado de estudios de observación, que los
cereales integrales están inversamente asociados con las enfermedades de las arterias
coronarias, los resultados hay que interpretarlos con cautela ya que los estudios identificados
son de corta duración, poca calidad e insuficiente poder estadístico.
La mayoría de los estudios estaban financiados por compañías con intereses comerciales en
cereales integrales (importante aspecto a la hora de conseguir financiación para un estudio
con dieta). Finalmente, indican que hacen falta más estudios para obtener conclusiones
definitivas
La misma ADA en un reciente estudio, indica que excepto para la pérdida de peso, no hay
evidencia A de dieta para el tratamiento de la diabetes 45. El consejo Sueco de valoración de
salud y tecnología, publicó una revisión sistemática sobre el tratamiento dietético en la
diabetes, la conclusión fue que no existen estudios de alta calidad para hacer
recomendaciones dietéticas en tratamiento de la diabetes tipo 2.
En cuanto al papel de los cereales integrales en la inflamación crónica, un estudio de revisión
concluye que los datos derivados de estudios de observación no corroboran los estudios de
intervención, ya que no se ha visto un efecto beneficioso de la ingesta de cereales integrales
en marcadores de inflamación
Lo mismo ocurre para muchas otras recomendaciones dietéticas que se hacen como si hubiera
suficiente evidencia científica, como es el caso de los aceites vegetales, la grasa saturada, el
colesterol o la fibra dietética.
Estudios de cereales
El Diet and Reinfarction Trial (DART study) publicado en The Lancet en 1989, verificó el efecto
de aumentar la ingesta de fibra de cereales, en pacientes que habían sufrido un infarto de
miocardio. Al cabo de 700 días, el porcentaje de sobrevivientes a un segundo infarto de
miocardio fue menor en el grupo que aumentó la ingesta de fibra de cereales, aunque la
diferencia no llegó a ser significativa.
En el Women’s Health Initiative Study, los investigadores dividieron a casi 49.000 mujeres
postmenopáusicas en dos grupos. En uno de ellos recomendaron ingerir 5 raciones de frutas
y verduras al día, disminuir la grasa total a un 20% e ingerir al menos 6 raciones de cereales
integrales al día. Al cabo de 6 años, en las mujeres que tenían enfermedades cardiovasculares
al inicio del estudio, el riesgo aumentó en un 26% en el grupo de intervención.
En el mismo estudio, en las mujeres que tenían diabetes al inicio del estudio, el control de
glucosa empeoró al cabo de 2 años en el grupo de intervención (>6 raciones al día de
cereales, 5 raciones al día de frutas y verduras y <20% energía de grasa).
Dieta
La biología evolutiva aporta un paradigma del cual partir para realizar estudios con
alimentación. En este sentido, como traté anteriormente, la epidemiología en poblaciones de
cazadores-recolectores, comparada con otras poblaciones con hábitos alimenticios influidos
por la revolución agrícola, es mucho más prometedora, lo que se añade a los estudios de
intervención cortos arriba citados.
Todas las poblaciones que tienen una dieta adaptada a nuestro acervo evolutivo, tienen una
prevalencia de síndrome metabólico mucho menor, o incluso inexistente 13, que poblaciones
como las mediterráneas.
Algunos argumentos que se suelen hacer para refutar estas observaciones, es argumentar que
esas poblaciones tienen un factor de actividad física superior a los occidentales. Pero esa idea
no es aplicable a todas las poblaciones y, por lo tanto, no parece ser la explicación. Por
ejemplo, los habitantes de Kitava tienen una actividad física parecida a un obrero en Europa,
pero el aspecto físico de un obrero a los 65 años en Kitava y en Europa es muy distinto.
Otro argumento muy frecuente es que tienen una cierta protección genética, pero la realidad
es que estas poblaciones tienen una susceptibilidad genética aún mayor para sufrir las
enfermedades de la civilización que los occidentalizados.
Aprovecho para aclarar otro concepto acerca de la dieta paleolítica. Afirmar que debido a que
nuestros antecesores no comían cereales, legumbres y lácteos, y que nuestro genoma no ha
cambiado casi nada en los últimos 10,000 años (que si ha cambiado), y por tanto, no estamos
adaptados a esos alimentos no es correcto científicamente,. Lo correcto sería postular que
probablemente, la mayoría de los seres humanos no estén completamente adaptados al
consumo de los alimentos introducidos recientemente (a una escala evolutiva)5.
Dieta milagro?
¿por qué no existen estudios de intervención de larga duración con
alimentación basada en la evolución?.
Una de las principales razones es que es muy difícil encontrar financiación para una dieta que
restringe los cereales y los lácteos, dos grupos de alimentos que dan grandes beneficios a la
industria alimentaria y otros negocios. Sin embargo, es relativamente fácil que una empresa
de lácteos o de cereales integrales te financie un estudio, tal y como deja claro esta revisión
sistemática de Cochrane43.
En el artículo se llama ciencia a la idea de seguir lo que las recomendaciones de las autoridades
sanitarias dictan sin pararse en ningún momento a poner en cuestión si esas recomendaciones
están basadas en la evidencia o no. Recuerdo que los datos de estudios epidemiológicos no
son evidencia A. ¿En qué lugar queda el razonamiento científico de dudar de una
recomendación? ¿solo por el hecho de que sea lo recomendado significa que tiene evidencia?
¿el hecho de que una hipótesis no esté respaldada por evidencia grado A (me refiero a
estudios con alimentación basada en la evolución), sin haber estudios que demuestren que es
falsa, significa que es errónea? Si usted fuera un paciente con diabetes tipo 2, viendo los
resultados de las figuras 8-10, y teniendo en cuenta el efecto sobre el test de tolerancia oral a
la glucosa, ¿qué intervención haría? (teniendo en cuenta la evidencia que existe en la
actualidad). Cabe añadir, que uno de los autores de este artículo, tras solicitar a las
autoridades el informe científico y referencias bibliográficas que apoyan a la pirámide
nutricional recomendada en la actualidad, recibió por respuesta que “La Estrategia NAOS y
la pirámide nutricional fueron desarrolladas por un grupo de expertos en nutrición y
actividad física que contrató la AESAN tomando como referencias otras estrategias y
pirámides nutricionales realizadas a nivel mundial y en otros países europeos”. Esta es toda
la información que se recibió, sin ningún informe científico adicional o al menos un listado de
referencias bibliográficas que consultar. Sería muy bueno, de cara a la transparencia frente a la
sociedad y a la comunidad científica, poner a disposición el informe de investigación que apoya
las recomendaciones, como hacen otras organizaciones gubernamentales a nivel internacional.
Conclusiones
1. Las recomendaciones dietéticas actuales están influidas por las creencias (muchos
autores de estudios de epidemiología son vegetarianos), las historias (dietas milagro)
y el dinero (industria alimentaria que produce alimentos bajos en grasa, baja en grasa
animal y cereales integrales).
Es preciso desterrar la idea de que una dieta variada es una dieta sana. Hay alimentos
perjudiciales, por su contenido en ciertas sustancias bioactivas y/o antinutrientes.
Algunos son perjudiciales para una gran parte de la población y otros favorecen o
contribuyen a la aparición de enfermedades (en muchos casos patologías auto-inmune
de origen desconocido).