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ENSAYO-ACTUALIDAD Antonio Elio Brailovsky nacié en 1946, Es licenciado en Economia Politica (UBA, 1969) y profesor titular de Introducci6n al Conocimiento de la Sociedad y el Estado (CBC-UBA, por con~ curso) desde 1985, y profesor titular de Ecologia y Medio Am~ biente de la Universidad de Belgrano desde 1990. Ha sido Convencional Constituyente de la Ciudad de Buenos Aires y ¢ autor de Ios textos bisicos para el capitulo ambiental de la Consti~ tucién de Ja Ciudad. Entre 1998 y 2003 fae Defensor del Pueblo Adjunto de la Ciudad de Buenos Aires. Es autor, entre otros, de los siguientes libros: Buenos Aires y sus rfos (1999), Verde contra verde: as difeles relacones entre economia y ecloga (1992), La ecoegla y e futuro de ta Argentina (1992), Esta, nuestra tinica Tiera (1992), La ecologia ent la Biblia (1993) y, con el sello de Pro Ciencia-CONICET, El am- bicnte en las soiedades precolombinas (1996), El ambiente en la sociedad colonial (1997), El ambiente en la civilizaién grecoremana (1997) y El ambiente en le Elad Media (1997).TTiene tees hijos y dos nietas. Dina Foguelman nacié en Mercedes (Buenos Aires) en 1936. Es bidloga (UBA), ecdloge egresada de la Faculté des Sciences de Montpellier (1966), ex investigadora del CONICET y ex profe- sora de la UBA y de la Universidad de Belgrano. Es también pro~ fesora en diversos posgrados ambientales nacionales. Es autora de seis libros, de 29 trabajos de investigacién y 35 de divulgacién y pedlagigicos de contenido ecoldgico y ambiental publicados, ade~ mis de un libro en prensa y tres inéditos. Obtuvo el premio José Babini (CONICET 1990), ef de Editorial Sudamericana de Ensa~ yo 1991, y el Ricardo Rojas de lz Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires 1990, en colaboracién con Antonio Brailovsky. Ac- ‘tualmente esti vinculada al movimiento de produccién orgini- ca argentino, Este libro ha ganado el Segundo Premio del Concurso “Ensa yo € investigacién periodistica argentina” 1990 de la Editorial Sudamericana, y el Premio Ricardo Rojas de la ciudad de Buenos ‘Aires. ANTONIO ELIO BRAILOVSKY Dina FoGUELMAN MEMORIA VERDE Historia ecologica de la Argentina EI DEBOLSHLO Brava Aeoie| ‘Mono wede/Antosia Bena y Dine Foca 8 Beno Ala: Dbl, 2009. Ed ps Id em (Eyo.Actad) 196N 987513830. {rea Argetioo- Fogulaan ina Tl ABs Primera ediet6n: marzo de 1991 Vigesimoprimera edicién y octava bajo extesello: junio de 2009 Diseiio de la portada: Equipo de disefo editorial {© 1991, Editorial Sudamericana 8. ‘Humberto 1531, Buenos Aires, Argentina Queda rigurosamente prohibida, sin la autorisacin escita de los tialares del copyrighe; bajo las sanciones establevidas en las leyes a reproduceién parcial o total de esta obra por cualquier medio 0 procedimiento, comprendidos la reprografi ye tratamiento informatico,y la distribuclon de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo pablicos. Impreso en la Argentina ISBN 10: 987-1138.30-X ISBN 13: 978.987-1138.30-2 Queda hecho el depésito que previene la ley 11.723. Publicado por Deboslle bao licencia de Editorial Sudamericana SA worverhen.comar ra edicin de 4000 ejmmplaces se termins de imprimir en En. Araoe SLL, ‘Ax San Martin 1265, Ramos Meja, Bs. As, en elmes de jana se 2009, “El Gran Khan ha adoptado otra dispo- sici6n, igualmente dtily sabia. Ha ordenado que a ambos lados de las carreteras puiblicas se planten rboles de wna especie que crece muy alta y gruesa, separados entre sis6lo dos pasos. ¥ estos érboles sirven —ademés de la ventaja de su sombra en el estio— para se- falar el camino e impedix que alguien se aparte de él cuando la tierra esté cubierta por lanieve. ¥ esto es muy dtil alos viandantes, a quienes brinda gran comodidad y seguri- dad, También designa comisionados para vi- agilar el cuidado de los Arboles y el buen estado de los caminos. "Y algo més os contaté: los astrélogos del reino han dicho al Gran Khan que quien plan- ta drboles tiene asegurada larga vida. Y por eso el Gran Seftor gusta de plantar érboles.” Manco Poto, Vigjes, cap. XXVIII Prdlogo La historia no oficial Por qué volver a leer nuestea historia de otra manera? Porque a los argentinos nos falta el pasado. Entre fines del siglo KIX y comienzos del XX se construy6 la llamada historia oficial, una forma de ver el pais que transformaba a algunos hombres en hé- roes homéricos, caricaturas de bronce de si mismos, y a otros en pérfidos villanos. Exte recorte politico de la realidad nos privé de lo més impor- tante de la historia, que es su caricter de experiencia dramitica, compartida por un pueblo, Y asf como perdimos los rasgos huma- nos de préceres y malvados, también perdimos el pafs en el que se movieron, el ambiente que ellos conocieron y transformaron. En este libro hemos desarrollado una forma de pensar nuestra ecologia y nuestra historia de modo entrelazado, lo que nos per- mite entender las dos de otra manera. Asi, aparecen explicaciones de hechos que, sin ese aniliss, se nos presentaban anacrénicos, icracionales, antisociales, 0, por el contratio, excesivamente altrnistas; en sintesis, poco comprensibles. Esta forma de pensamiento ¢s s6lo tna de muchas formas po~ sibles, desarrollada sobre la base de la informacién obtenida acerca de algunos de nuestros recursos naturales, sus manejos, sus triste~ ‘as, miserias y éxitos, y sus consecuencias sobre la calidad de vida de las personas. Esta historia ecoldgica no es solamente una investigacién sobre hechos lejanisimos de nuestro pasado. Fs, también, una herramienta de accién, Esperamos que el conocimiento nos ayude a incluir la aproximacién ecologica en nuestra vida diaria, no sélo como acti- 9 r i ‘tad individual, sino inserta en hibitos sociales. Que podamos pen- sar en cémo consttuir y c6mo evitar que se desnaturalice el medio ambiente. Que nos entrenemos en hacer valer nuestros derechos a tun medio ambiente sano, Nuestra experiencia como docentes y como ecologistas nos impulsé a catalizar esa forma de pensamien- to. Nos importa que muchas personas comprendan que a esta al- tura del desarrollo cientifico, tecnolégico, urbano y demogrifico, 1 <1 interés por la ecologia no es una moda més, sino una imperiosa necesidad. a Qué es la historia ecoldgica A partir de ahora, sale de nuestras manos esta historia y es ecibida por todos aquellos que con sus propias informaciones y sus enfoques coincidentes o altemativos rescatarin el pasado para” ‘construir en el faturo un pais mas ver ‘ fi in pats mas verde. Aveces, leyendo un texto de historia, de economia o de otra ciencia social tenemos la sensacién de que se intenta construit una ciencia tan abstracta que ubica a las personas y a los grupos sociales en un espacio hipotético, més parecido a una mesa de billar que al mundo real. Pero gno se esté olvidando algo impor- ‘ante? Ninguno de los cronistas y viajeros del siglo XIX puede ha- blar de la sociedad sin vincularla a la natutaleza, ¥ esto nos viene desde siempre. :Acaso Herédoto no calificd a Egipto como tin re~ galo del Nilo? También hizo una minuciosa descripcién de la hidrologia de ese rio, que nos ayuda a entender al Egipto de los -—_faraones tanto —o quizd mas— que el incesante recambio de las inastia, - La ecologia, el uso humano de la naturaleza, la relacién de las distineas sociedades con el orden natural estin siempre presentes en los textos hist6ricos clisicos. En el Antiguo Testamento hay = eyes que ordenan no desteuir los bosques ni siquiera en caso de guerra: “Que no es hombre el arbol del campo para venir contra 1i” Dewteronomio, 20; 19). Del mismo modo podemos imaginar la conmocién que para Noé, pastor de ovejas, significé le orden de | salvar también a los lobos. Ovejas y lobos, cedros del Libano en el Antiguo Testamento, | los litios del campo en el Nuevo; la contaminacién y los ruidos de Ja Roma imperial en las sitiras de Juvenal y los nuevos recursos i naturales como el amianto, el petréleo y el carbén de piedra en la j obra de Marco Polo. i 10 3 uw Desde siempre, la historia nos viene ynida al marco natural, aunque este enfoque habia comenzado a debilitarse hacia fines del siglo XIX. ‘Ya Alberdi opinaba que “si en vex de estudiar la historia civil y administrativa de la América colonial, sus politicos modemos hu= biesen estudiado su historia natural, ¢s decir, el suelo que habitan y Jos elementos de riqueza de que son poseedores inconscientes, com prenderian que sila guerra es la causa que la empobrece y endeuda, Ia pazes a causa que puede enriquecedla y sacarla de la pobreza por sus artes favoritas, que son la industria y el comercio”.! Bs decir, que entender la naturaleza nos da mis claves que la sola historia humana. ero hablar de historia ecolégica y relacionarlas condiciones naturales con la evolucién social y politica no significa adoptar tuna actitud determinista. Como veremos més adelante, e! medio natural condiciona, influye, moldea, pero es, a st vez, construi- do o arrasado por las diferentes sociedades humanas que en él se asientan. Esta relaci6n entre naturaleza y sociedad es extremadamente compleja y sutil. Nada tan lejano, entonces, de la enorme simpli- ficacién de Sarmiento al sostener que “la Repiiblica Argentina ‘esti geognificamente constituida de tal manera que ha de ser uni taria siempre, aunque el rétulo de la botella diga lo contrario. Su anura continua, sus rfos confluentes a un puerto tinico la hacen fatalmente una e indivisible” ...]. No hay que quejarse de Buenos Aires, que es grande y lo seri més, porque asf le cupo en suerte,, Debiéramos quejamos antes de la Providencia y pedirle que recti- fique la configuracién de la Tiezra”? Hay tina amptia gama de puntos de vista intermedios que van desde Alberdi (la naturaleza como dlsponibilidad de recursos) has- ta Sarmiento (Ja naturaleza como condicionante social y politico). Entre ambos, la naturaleza puede ser obrador o destino: puede ser 1 destumbrante encuentro con la Tierra Prometida, como en Al- berto Gerchunoff, o la determinacién de nuestra forma de vida, como en Ezequiel Martinez Estrada. Pero éstos son, en todo caso, puntos de vista literarios. En la actualidad las ciencias sociales han olvidado Ia ecologia y, cuando la encuentran, no saben qué hacer con ella, Veamos un poco por qué. 12 Ecologia e interdisciplina La historia comienza a fines del siglo XVII, con la Revolu- cién Industral, El auge del maquinismo impuso la division social del trabajo. Los antiguos artesanos, capaces de hacer por si solos un producto entero, fueron reemplazados por obreros que toman partes cada vez mis pequefias de un objeto que sienten cada vez mis ajeno, Autores con enfoques tan distintos como Adam Smith y Karl Marx nos han dejado brillantes testimonios de como el viejo maestro relojero fue dejando paso al obrero que pinta las letras en los cuadrantes, al que coloca los ees 0 al que ajusta las manecilla. Decenas de personas hacen con mayor rapidez y eficiencia el tra- bajo que antes realizaba una sola. Allé arriba, alguien distinto de ellos velaxé por el sentido del producto terminado. Lo que ocumria con la fibrica era tan evidente y tenfa tantas implicancias sociales que a menudo olvidamos que con Ja ciencia as6 lo mismo. La divisién social del trabajo significé cortar el conocitniento en multiplicidad de pedazos, cada vez més peque- fos, El argumento cra seductor: hoy la ciencia es tan compleja que ya nadie puede repetirla proeza de Leonardo da Vinci, de abarcar por sf solo todos los campos del saber humano. Pintar, disefiar miguinas para volar, construir fortalezase inventar telares seria, en el futuro, obra de personas diferentes. Asi, la respuesta de la ciencia ante la complejidad del mundo fae compartimentarse en disciplinas cada ve2 mas aisladas unas de otras. Asi se formaron los especialistas, definidos a veces como aquellos que saben casi todo acerca de casi nada, ya que para pro~ fundizar sus conocimientos tienen que reducir cada vez mis su campo de acci6n. Y, generalmente, sin tener idea de lo que hacen los otros especialistas. Pero el mundo no es un conjunto casi infinito de pequefios aspectos investigables, sino que es una totalidad. Esto, que hoy nos parece evidente, fue, como todas ls cosas obvias,tardiamente asi- ilado por nuestro sistema cientifico y tecnolégico. Bl avance no fae gratuito, por repentina iluminacién, sino que tuvieron que ‘ocurrr situaciones catastréficas para poder aceptarlo. Esas situaciones se presentaron precisamente cuando nuevos ‘emprendimientos con alta tecnologia parecian prometer el pro= 13 greso ilimitado: Ja gran presa de Asuin, los superpetroleros, las centrales nucleares, las enormes plantas quimicas. En todos estos «casos los éxitos de ingenieria se vieron empafiados, cuando no cuestionados, por los desfavorables impactos que generaron sobre el medio ambiente por no haberse planteado las previsiones ‘multidisciplinarias del caso: la presa de Asuin deprimié Ia agricul- tura y la pesca egipcias, y para colmo de males multiplicé astro- némicamente una enfermedad grave llamada esquistosomiasis; los superpetroleros, cuando se averfan como cualguier barco, cubren con imparables mareas negras, rojas o policromas las costas destina~ das a usos pesqueros y tursticos; las centrales nucleares evidenciaron nno ser tan seguras para el medio ambiente como afirmaron sus cons~ tructores; los habitantes de las ciudades que ongullosamente insta~ Jaron plantas quimicas a veces tienen que elegir entre quedarse en. casa o salir con mascaras antigis. En todos los casos, se pod haberlo ‘previo antes, en lugar de justificarlo diciendo que el deterioro exa cl precio que se debe pagar por el progreso. Pero cuando aparecieron explosivamente los problemas det medio ambiente, las ciencias tradicionales fueron incapaces de re- solverlos. Hacia falta una concepcién integradora, que fuera capaz de conciliar la biologia con la ingenieria, la agronomia con la his toria. Pero gcémo se arma una combinacién de ciencias? Con qué criterios y método pueden usatse y combinarse resultados ori- ginados en ciencias diferentes? 'Y pata es0 sirvi6 el método de la ecologga, ya que esta ciencia no suma o agrupa hechos. Lo que hace es estudiar las interacciones, entre esos hechos, Bseudia los ecosistemnas o sistemas ecolégices, donde Jo fundamental son has relaciones entre sus elementos componentes. El concepto de sistema significa que esas relaciones no se produ ‘cen al azar, sino que resultan de ordenamiientos y funcionamientos de estructuras organizadas de formas determinadas. Tampoco los cambios y teordenamientos son al azar: hay presiones naturales y de origen humano que los provocan. A menudo se trata de hechos estudiados por ciencias diferentes. Para estudiar Ja vida en una laguna el ecélogo pedir informacién a la boténica, la zoologia, la climatologia, la hidrotogia, la geomorfologia, que le darn todos los datos necesarios sobre ese conjunto de seres vivos, sobre su ambiente, sobre sus interacciones. A partir de eso, hard un modelo 4 de comportamiento que le permiti de otros que vayan ocurriendo, De manera que la unién pareci6 légica. Sila pregunta es: “zQué Je vaa pasar a esa laguna sila seguimos contaminando?”, el ecdlogo sera el més indicado para contestarla. Hasta agus estamos hablando solamente de ciencias naturales. Pero sila siguiente pregunta es: “Por qué la estamos contamai~ nando?”, la respuesta s6lo podrd provenir de las ciencias sociales. El paso siguiente fie unir ambos enfoques, el de las ciencias naturales y el de las ciencias sociales, en una perspectiva amplia, que tuviera en cuenta las interacciones entre la naturaleza y la so ciedad. El método usado es el de la ecologia —es decir, el estudio de las interacciones—, pero los contenidos van mucho mis all sighen analizando is relaciones entre camivoros y herbivoros, pero también las formas de apropiacién social de la naturaleza, De este modo se hizo posible recuperar el nexo entre historia y ecologla, que nos venia desde las épocas de Herédoto y que en al diltimo siglo habfamos perdido. predecir hechos, en funcién Las relaciones sociedad-naturaleza En ese libro vamas a estudiar as interelaciones entre naturleza y swiedad en la Argentina durante sus diferentes etapas de desaolo histvc El concepto de las relaciones sociedad-naturaleza surgi6 del anilisis ambiental en América latina, y no por casualidad: se con~ trapone al concepto de relaciones hombre-naturaleza que du- rante gran parte de este siglo primé en los paises desarrollados como forma de diluir responsabilidades sobre consecuencias cxi~ ticables del mal uso de la naturaleza y que sirvié, por ejemplo, para atribuirla mayor parte de las culpas ambientales aa superpo~ blacién, de preferencia la del Tercer Mundo, Hablar de socieda- des implica pattir de la base de que no son los individuos quienes usan la naturaleza, sino las sociedades que los agrupan, e involucra tuna evaluacién critica de las decisiones comadas por quienes las manejan, El concepto adquiere su més amplio sentido cuando se lo ana~ liza como resultante de los estilos de desarrollo que han prevaleci- 15 do histéricamente. En: otras’ palabras; Ja hipétesis que guia esté trabajo, y que se apticard al aniliss de numerosos ejemplos; es qué los estilos de desarrollo elegidos 0 impuiestos por los paises de la regidn han determinado y se han expresado a través de diversas formas de interaccién sociedad-naturaleza.” En este trabajo se procura demostrar que las condiciones ambien tales de un pats extn intimamente vinculadas con el estilo de desarro- lo y con has sucesivasfases de desarrollo por las que ese pafs atraviesa. Enfogue metodolégico La mayor parte de los estudios sobre el ambiente se centran en la descripcién del estado actual de los procesos ambientales y en su representacién geogréfica, A menudo se habla de las condiciones del medio como resultantes de la actividad humana per se, sin una a vinculacién con situaciones historicas concretas. “Seen embargo, que los problemas del medio ambien- te se vinculan con la forma en que una sociedad conereta utiliza su base natural, de qué manera la emplea para sasscer sus necesida- of qué lo hace de esa manera particular. tee jedad humana canblece una rein diferente con a naturaleza: aprovecha distintas porciones y aptitudes de la natura- leza que, como vimos, se organiza en ecosistemas. Esas porciones de las que extrac un aprovechamiento econsmico actual o poten- se denominan recursos naturales. . oa ome sociedades utilizan los recursos naturales de distinta ‘manera: dan tun so productive a unos, depredan otros, mantie- nen otros sin utilizacién. El vinculo material entre unas y otros son Jas tecnologias, como conjuntos de conocimientos y habilidades aplicados ala explotacién de los recursos. Su forma de uso depen de del conocimiento tecnol6gico, pero se vincula también con aspectos econdmicos y de proyectos y modelos sociales y cultura~ tes. Aunque cueste creerlo, para los conquistadores y colonizado- res espatioles, la ciudad de Buenos Aires estaba rodeada por un desiexto que algunas crénicas califican de horible: un espacio cu- bierto de pajonales, por el que podian caminarse 200 leguas sin ver ‘un solo éxbol, y que no cumplia ninguna fancién importante, Hoy 16 lamamos a este desierto la Pampa Htimeda y es una de las bases principales de la economia nacional. Cada organizacién social, entonces, tiene una relacién dife- rente con la naturaleza, En consecuencia, son distintos los impac- tos de sus actividades sobte el medio y, por supuesto, también lo son las consecuencias ecolégicas y sociales de estas actividades. La compleji id de estas interrelaciones es atin hoy poco eva luada por la mayor parte de los desarrollos cientificos. El avance de |a especializacién ha llevado a olvidar el caricter histérico de las relaciones entre sociedad y naturaleza. Asi, los especialistas han inventado una historia sin naturaleza y una ecologia sin sociedad. En este libro las hemos unido, y estas interacciones nos muestran un aspecto desconocido de nuestro propio pais. Definiremos al ambiente como la resultante de interaciones entre sistemas ecoligicos y socoeconémicos, susceptibles de provocar efectos sobre los seres vivientes y las actividades umanas. Esta definicion destaca especialmente el concepto de sistemas, tal como se describieron al hablar de ecosistemas, y el de interaciones, ya que ninguno de los sistemas componentes es exclusivamente definitotio en la forma- ‘ibn del medio ambiente El anilisis de las relaciones sociedad-naturaleza que aqui se presenta es concebido como una aproximacién al anilisis de sis temas complejos, con un enfoque diacrénico, en tanto incluye un estudio evolutivo de dichas relaciones. Las caracteristicas interdisciplinarias del enfoque plantean determinadas peculiarida- des metodolégicas, porque cada uno de los sistemas sintetiza, a su vez, interacciones inherentes a una amplia gama de especialidades del campo de las ciencias naturales y de las ciencias sociales.‘ Més concretamente, los componentes de esos sistemas y de sus interacciones que se consideran mids importantes en Ja construc cién del medio son: * En los sistemas ecoldgicos, la calidad (tipo, estabilidad, renovabilidad, etc.) y cantidad (efectiva y potencial) de los recursos naturales pasibles de explotacién. Es decir, comenzamos inventa- Fiando qué recursos naturales tenemos para después analizar qué ‘hacemos con ellos. Por ejemplo, cuando se construyeron las cloacas de Rosario se discutié si se las hacia terminar en el rio 0 se les daba 7

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