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LECTURA 4 Organizaciones Públicas
LECTURA 4 Organizaciones Públicas
Cualquier Administración pública es una organización pero también las entidades que
forman parte de la misma, sean éstas formalmente independientes (agencias, organismos
autónomos o empresas públicas) o no (departamentos centrales) pueden considerarse
organizaciones.
Además, hay que añadir un elemento implícito en cualquier análisis organizativo: las
estrategias de mejora de los elementos de las organizaciones y de su rendimiento. Es
necesario identificar las fortalezas y debilidades de las organizaciones con una intención
final muy evidente: introducir dinámicas de cambio que permitan mejorar la eficacia y la
eficiencia de las organizaciones mediante calculadas estrategias que favorezcan superar los
puntos débiles y maximizar los puntos fuertes.
Una vez que se hayan añadido estas nuevas dimensiones de carácter político-cultural
y de control y mejora se puede tener una imagen mucho más completa y ordenada sobre
los ámbitos conceptuales fundamentales que agrupa cualquier organización pública. En
este sentido, una organización pública se articula en tres grandes ámbitos (Ramió, 2006)
a) Ámbito socio-técnico: agrupa todos los elementos clásicos que posee cualquier
organización. El entorno, los objetivos, las estructuras, los recursos financieros y materiales
y los procesos administrativos se configuran como un conjunto de elementos diferenciados
que pueden ser analizados con unos conceptos y unos instrumentos técnicos muy bien
estructurados.
c) Ámbito de control y mejora: las organizaciones controlan sus elementos, sus procesos y
actuaciones, revisan si las dinámicas atienden a todo lo que previamente se ha decidido y
programado. Para ello se diseñan sistemas de información y control que facilitan el
diagnóstico continuo de los elementos organizativos y, en caso necesario, se impulsan
lógicas de cambio y de mejora organizativa. Las organizaciones públicas están inmersas en
una constante transformación en su intento de adecuar sus realidades internas a las nuevas
exigencias de sus entornos.
Los organismos públicos no escogen el ámbito de su actuación, sino que les viene
definido estatutariamente, mientras el sector privado se sitúa donde contempla
posibilidad de beneficios.
Las instituciones gubernamentales tienen algunos privilegios y posibilidades
coercitivas que no son usuales en el sector privado.
El entorno de la gestión pública es mucho más complejo que el de cualquier
organización privada por importante y voluminosa que sea, siendo la necesidad de
negociación y transacción mucho mayor.
Los organismos gubernamentales son mucho más vulnerables a las presiones de
naturaleza política.
La determinación de objetivos es mucho más confusa, ambigua y plural que en el
sector privado.
Existen pocas presiones estructurales internas en el sector público que conduzcan a
una mayor eficiencia de la gestión. Esas presiones son básicamente externas
(políticas, fiscales,etc).
La gestión de los recursos humanos está mucho más condicionada en el sector
público, tanto en la selección, como en la exclusión o promoción de su personal,
siendo muy difícil premiar la excelencia de la labor de cuadros y gestores
También la gestión de los recursos financieros es mucho menos flexible, dadas las
formalidades presupuestarias y la existencia de controles de legalidad del gasto.
Acorde con estos principios, las reformas encaradas por los países de la OCDE han
puesto el acento en (...) “organizar el gobierno en grupos de agencias y departamentos (...);
en la adopción de tomas de decisiones estratégicas y orientadas a la obtención de
resultados, utilizar objetivos de output, indicadores de rendimiento, pagos en relación con
los resultados y medidas de mejora de la calidad; en recortar los gastos (...); en una mayor
flexibilidad; en una mejora de la eficiencia en la prestación de servicios públicos; en la
promoción de la competencia en el ámbito y entre organizaciones del sector público”
(Suleiman, 2000: 4).
Por otra parte, la experiencia internacional señala que -en la mayoría de los casos-la
incorporación de las técnicas del management no fue acompañada con la recreación de
mecanismos que hubieran favorecido el desarrollo de una nueva “cultura de la
responsabilidad”, capaz de reordenar la interrelación entre funciones políticas y
administrativas, en lugar de sustituir la supervisión de burócratas y políticos por el control a
través de principios de mercado. Desde esta óptica, seres cata el componente político que,
necesariamente, lleva implícita toda reforma de la administración, no sólo en términos de su
legitimación, sino como precepto clave para definir el rumbo de los cambios.