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"El acceso a la version digitalizada se brinda con fines académicos, unicamente para las secciones que lo requieren Vv habilitado exclusivamente para el ciclo académico vigente. Tener en cuenta las consecuencias legales que se desprenden de hacer uso indebido de estos documentos, de acuerdo a D.L. 822." CXXXI AUTOBIOGRAFIA * 1924 (1925) 1 -anios colaboradores de esta coleccion inician sus trabajos haciendo re- siltar la espinosa singularidad de su contenido. Para mi resulta ain ras ardua la labor, pues en los repetidos trabajos de este género que jengo ya publicados he tropezado siempre con que la especial natu raleza del tema obligaba a hablar de mi misino més de lo que peneralmente es costumbre 0 se jurga necesario. ‘Mi primera exposicién del desarrollo y e} contenido del psicoanilisis qued6 integrada en las cinco conferencias ** que la Clark University, de Worcester (Estados Unidos), me invité a pronunciar en sus aulas durante las festas con {que celebro el vigisimo aniversario de su. fundacion (1909), Recientemente he escrito para una publicacién americana Los comienzos del siglo XX, cuyos Icctores hicieron honor a la importancia de nuestra disciplina reservandola en tun capitulo especial otro trabajo andlogo "6%, En el mismo intervalo, la re- Vista Jahrbuch der Psychoanalyse publico wn ensayo mio, titulado Historia det uicoandlisis, que contiene ya todo lo que aqui pudiera comunicar. Siéndome Imposible conttadecirme, y no queriendo repetir sin modificacién lo ya expuesto en otros lugres, habré de intentar establecer en el presente trabajo una nueva preporcion de clementos subjetivos y obetivos, fundiendo lo nogriico con To historico. Naci el aiio 1856, en Freiberg (Moravia), pequefa ciudad de la actual Che- coslovaguia, Mis padres eran judios, confesiGn a la que continuo pertenecien- do, De is ascendientes por linea paterna ctco saber, que vivieron durante muchos aos en Colonia; emigraton en el siglo xiv o XV hacia el Este obligados [por una persecucidn contra los judtos, y retornaron luego en cl siglo xix a través Ge Lituaniay Galitia, estableciéndose en Austria. Cuando tenia yo cuatro fiios me trajeron mis padres a Viena, ciudad en la que he seguido tedos los srados de instruccion, + stds, blends ee ‘De Medicn +The yer The ante Caryn cl copay Sia velngs de ote, Legs te main a dy yf mater os Sei ese eer eas cna fice en Conden'y Race’ York. The Fey afedn aricept coin Brame Coa to He En el Gymnasium conservé durante siete aos el primer puesto, gozando asi de una situacién privilegiada y siéndome dispensados casi todos os exi menes. Aunque nuestra posicion econémica no era desahogada, queria. tni padre que para escoger carrera atendiese tinicamente a mis inclinaciones. aquellos aiios juveniles no sentia. predileccién especial ninguna por la activi ‘dad médica, ni tampoco la he sentido después. Lo que me dominaba era una especie de curiosidad relativa mas bien a las circunstancias humanas que a los objetos naturales, y que no habia reconocide ain Ia observacion como el medio principal de satistacerse. Mi profunda dedicacién a los escritos biblicos (iniciada casi al tiempo que aprendi el arte de la lectura) tuvo, como lo reconock mucho después, un pro- longado efecto en la linea de mis intereses. Bajo la poderos influencia de una amistad escolar con un nifio mayor que yo, que llegé a ser un destacado pol tico, se me formé el deseo de estudiar leyes como el y de obligarme a activi dades sociales. La teoria de Darwin, muy en boga por entonces, me atraia extraordinatia- ‘mente porque queria prometer un gran progreso hacia Ia comprensin del ‘mundo. La leciura del ensayo goethiano La Naruraleza, eseuchada en una con- Ferencia de vulgarizacién cientifica, me decidi6 por ltimo a inscribirme en la Facultad de Medicina, La Universidad, a cuyas aulas comencé a asistie en 1873, me procuré al prin- cipio sensibles decepciones. Ante todo, me preocupaba la idea de que mi per teneneia a la confesién israclita me colocaba en una situacién de inferioridad con respecto a mis condiscipulos, entre los cuales vesultaba un extranjero, Pero, pronto rechacé con toda energia tal preocupacién, Nunes he podido comprender por qué habria de avergonzarme de mi origen ©, como entonces comenzaba ya a decirse, de mi raza, Asimismo renuncié sin gran sentimiento a la connacionalidad que se me negaba, Pensé, en efecto, ‘Que para un celoso trabajador siempre habria un lugar, por pequeiio que fuese, en las filas de la Humanidad laboriosa, aunque no se hallase integrado en nin guno de los grupos nacionales. Pero estas. primeras impresiones universitarias fuvieron la consecuencia importantisima de acostumbrarme desde un princi- pio figurar en las filas de ta oposici6n y fuera de la cmayoria compacta. atin dome de una cierta independeneia de juicio. Descubri también en estos primeros aos de Universidad que la peculiari= dad y la limitacién de mis aptitudes’ me vedaban todo progreso en algunas disciplinas ctentificas, cuyo estudio habia emprendido eon juvenilimpetuosidad. eeste modo se me impuso la verdad de la advertencia del Mefistofeles goethiano: ‘En vano vagiis por los dominios de ki cieneia; nadie aprende sino aquello que te esti dado aprender.» En el laboratorio fisioloico de Ernesto Bracke logré por fin tranquilidad ¥y satisfaceién completas, hallando en él personas que me inspiraban tespeto, y.a las que podia tomar como modelos: el mismo gran Briicke y sus ayudantes Sigmund Exner y Ennst Fleisch! von Marxow. Briicke me eneargé de una in- vestigacion, relativa a la histologia del sistema nervioso; trabajo que Mevé a abo a satisfaccion suya, y continue luego por mi cuenta. Permaneci cn este Instituto desde 1876 a 1882, con pequedas interrupciomes, y se me considera: ba destinado a ocupar la primera vacante de «auxiliar» que en él se produjera. Los estudios propiamente medicos —excepeion hecha de Ia Psiquiatria— no cjorcian sobre mi gran atenciOn, y retrasindome ast en mi carrera, no obtuve cl titulo de doctor hasta 1881. Pero en 1882 mi venerado maestro rectiicé la confiads Tigereza de mi padre, amindome urgentemente la atenciin sobre mi mala situacion econémica, ¥ faconsejdndome que abandonase mi actividad, puramente tedrica. Siguiendo sus, ‘consejos, dejé el lahoratorio fisiologico y entre de aspirante en el Hospital Ge- neral. Al poco tiempo fui nombrado interno del mismo. y servi en varias de sus salas, pasando mas de seis meses en la de Meynert, cuya personalidad me habia interesado ya profundamente en mis aos de estudiante, ‘Sin embargo, permaneci en cierto modo fel a mis primeros trabajos. Briicke ime habia indicado al prineipio, como objeto de investigacién, la medula espinal ‘de un pez de los mis inferiores (cl Amiacoetes petromyzon). y de este estudio past al del sistema nervioso hummano, sobre cuya complicada estructura aca- aban de arrojar viva luz los descubrimientos de Flechsig. El hecho de clegir tinica y exclusivamente al principio la medulla oblongaia como objeto de i Vestigacion, fue tambien una eonsecuencia de la orientacion de mis primeros studios, en absoluta oposicion a la naturaleza difusa de mi labor durante los primeros afios universitarios, se desarrollo en mi una tendencia a la exclusiva Concentracidn del trahajo sobre una materia o un problema tnicos. Esta incli- nnacion ha continuado siéndome propia y me ha valido luego el reproche de ser exeesivamente unilateral En el laborstorio de anatoméa cerebral continie trabajando, con 1a misma fe que antes en el fisiol6gico. Durante estos aiios redacté varios trabajos sobre a medulla oblongata, que merecieron la aprobacién de Edinger, Meynert, que me habia abierto las puerias del laboratorio aun antes de hallarme bajo sus Srdenes, me invite un dia a dedicarme definitivamente ala anatomia del cerebro, prometiéndome la sucesién en su citedra, pues se sentia ya muy vijo pata >rofundizar en los nuevos métodos. Atemorizado ante Ia magnitud de tal em- presa, decline la proposicion. Probablemente, sospechaba ya que aque! hombre zenial no se hallaba bien dispuesto para conmigo. La anatomia del cerebro no representaba para mi, desde el punto de viste prictico, ningiin progreso con relacion a la Fisiologia. Asi, pues, para satisfa- ‘er las exigencias materiales hube de dedicarme al estudio de las enfermedades nerviosas. Esta especialidad era por entonces poco atendida en Viena, El max terial de observacion se hallaba diseminado en las diversas salas de! hospital, y de este modo se carecia de toda ocasién de estudio, viéndose uno obligado 41 ser su propio maestro. Tampoco Nothnagel, a quien la publicacion de su obra sobre la localizacion cerebral habia llevado a la eftedra, diferenciaba la ‘Neuropatologia de las demis ramas de la Medicina interna. Atraido por el bran nombre de Chatcot, que resplandecia a lo lejos, formé el plan de alcanzar fl puesto de «docente» en Ia rama de enfermedades nerviosas, y trasladarme Tuego por algdn tiempo a Paris, con objeto de ampliar alli mis conocimientos. ‘Durante los afios en que fui médico auailiar publiqué varias observaciones casuisticas sobre enfermedades orgiinicas del sistema nervioso. Poco a poco fui dominando la materia, y llegué a poder localizar tan exactamente wn foco en la medulla oblongata, que la autopsia no afadia detalle alguno a mis afirma- cones. De este modo fui el primer médico de Viena que envio a la sala de au- fopsias un caso con el diagnostico de «polineurtis acuta». La fama de mis diag~ nésticos, confirmados por la autopsia, me atrajo el interés de varios médicos americanos, a Jos que comencé a dar, en un chupurreade inglés, un cursllo sobre tales temas, utilizando como material de observacién a los enfermos de ‘mi sala. Pero no tenia el menor conocimiento de la neurosis; y asi, cuando un dia, presenté a mis oyentes un neurdtico con ininterrumpido dolor de cabees ¥ diagnostiqué el caso de meningitis cireunserita erénica, me abendonaron todos, poscidos de una justificada indignacién critica, dando alli fin mi pre- ‘matura actividad pedag6ica. Sin embargo, alegaré en mi disculpa que grandes, autoridades médicas de Viena solian aun diagnosticar por aquel entonces la neurastenia como un tumor cerebral En la primavera de 1885 me fue conferida la plaza de «docente» de Neuro- patologia en mérito de mis trabajos histolégicos y elinicos. Poco después me consiguid Briicke una generosa pension para realizar estudios en el extranjero, yal otofto siguiente me traslide a Paris, Confundido entre los muchos médicos extranjeros que se inscribian como alumnos en la Salpetrigre, no se me dedicd al principio atencién ninguna es. pecial. Pero un dia oi expresar a Charcot su sentimiento por no haber vuelto a tener noticia alguna desde la pasada guerra del traduetor alemdn de sus com. ferencias. Lucgo agrego que le agradaria mucho encontrar una. persona de garantia que se encargase de la traduccidn alemana de sus Nuevas conferencias, Al dia siguiente me ofreci para ello en una carta, en la que recuerdo, haber ‘excnto que s6lo padecia la aphasie meirice, pero no la aphasie sensorielle di francais. Charcot acepté mi ofrecimiento, me admitié a su trato privado y me hizo partieipar desde entonces direciamente en todo aquello que en la clinica sucedia, Hallandome dedicado a la redaccion del presente trabajo he recibido de Francia numerosos ensayos y articulos que testimonian de una violenta resis: tencia a la aceplacién del psicoanilisis y contienen a veces afirmaciones total= mente inexactas relativas a mi situacion como respecto a la escuela france sa. Asi, leo, por ejemplo, que aproveché mi estancia en Paris para farilia~ Fizarme con las teorias de P. Janet, huyendo luego con mi presas Contra esta afirmacion he de hacer constar que durante mi estancia en la Salpetricre nadie nombraba atin pata nada w P, Janet De todo lo que vi al lado de Charcot, lo que mis me impresioné fueron sus lltimas investigaciones sobre la histeria, una parte de las cuales se desarrollo ‘ain en mi presencia, o sea la demostracién de la autenticidad y normalidad de los fendmenos histericos (Invrovre er hic alt sunt) * y de la frecuente aparicion de Ia histeria en sujetos masculinos. la creacién de paralisis y_contracturas histéricas por medio de la sugestion hipnotica y fa conclusion de que estos pro- dluctos attifciales muestran exactamente los mismos caracteres que lox aeete dentales y espontineos, provocados con frecuencia por un trauma Algunas elas demostraciones de Chareot despertaron al principio en mi, como en otros de los asistentes, cierta extrafeza y una tendeneia & lu -contradiceion, que int fentibamos apoyar en una de las teorias por entonces dominantes. El maestro discutia siempre nuestras objeciones con tanta paciencia y amabilidad como decision, y en una de estas diseusiones pronuneis la frase Ga nempéche pas Gexister, para mi inolvidable No todo lo que por-entonces nos ensei6 Charcot se mantiene aiin en pie Parte de ello aparece ahora muy discutible, y otra parte ha sucumbido por com- pleto a la accibn del tiempo. Pero, sin embargo, queda aGn mucho que ha pa- Sado a integrar duraderamente el contenido de ia ciencia. Antes de abandonar Paris tracé con Charcot el plan de un estudio comparativo de las parilisishis- \éricas con las organicas. Me proponia demostrar el principio de que las pard- lisis v anestesias histéricas de las diversas partes del cuerpo se delimitan con- forme a la representacin vulgar (n0 anatmica) del hombre. El maestro se mosird de acuerdo conmigo. pero no era dificil adivinar que, en el fondo, no ‘se sentia inclinado a profundizar en la psicologia de las neurosis, Su punto de partida habria sido, en efecto, la Anatomia. . ‘Antes de regresar a Viena permanect varias semanas en Berlin dedicado a tadquirir algunos conocimientos sobre las enfermedades de la infancia, pues cl doctor Kassowitz, de Viena, que dirigia un Instituto de enfermedades de la nifier, me habia prometido establecer una sala destinadu a lus enfermedades netviosas infantiles. En Berlin fui amablemente acogido por doll Baginsky. Durante mi actividad en el Instituto de Kassowitz publique hiego varios trabajos sobre las parilisis cerebrales de los nios. A estos trabajos se debio mis tarde, en 1897, el encargo que me hizo Nothnagel de iratar esta materia en su magno ‘Manual de la terapia genoral y espectal En otofo de 1886 me estableci como médico en Viena y contraje matrimo- nio con la mujer que era, hacia ya mas de cuatro affos, mi prometida, y me es- petaba en una lejana ciudad. Por cierto que, siendo ain novia mia, me hizo perder una ocasion de adquirir fama ya en aquellos afos juveniles. En 1884 Neg6 a interesarme protundamente el alcaloide llamado cocaina, por enton- ‘ee5 muy poco conocido, y lo hice traer de Merck en cierta cantidad para es- tudiar Sus electos fisiologicos. Hallindome dedicado a esta labor, se me pre- sent6 ocasin de haver un viaje a la ciudad donde residia mi novia, a la que no vola hacia ya dos alos, y puse termino rpidamente a mi publicacién, predicien- do que no tardarian en descubrirse amplias aplicaciones de aquel alealoide ‘Antes de salir de Viens encargué a mi amigo el doctor Kinigstein, oculista, que investigase en qué medida resultaban aplicables las propiedades anestésicas de la cocaina en las imervenciones propias de su especialidad. A mi vuelta en- contré que no Kénigstein, sino otro de mis amigos, Carl Koller (actualmente en Nueva York), al que también habia hablado de 1a cocaina, habia levado «4 cabo decisivos experimentos sobre sus propiedades anestésicas, comunicin- dolos y demostrandolos en ¢) Congreso de Oftalmologia de’ Heidelberg Koller ¢s, por tanto, considerado, con razén, como el descubridor de la anes- tesla local por medio de la cocaina, tan importante para la pequefia cirugia. Por mi parte, no wuardo a mi mujer rencor aleuno por ls ocasiin perdids Mi estublecimiento como neurdlogo en Viena data, como antes indique, del otomo de 1886. A mi regreso de Paris y Berlin me hallaba obligado a dar cuenta en ia Sociedad de Medicos de lo que habia visto y aprendido en Ia cli nica de Charcot. Pero mis comunicaciones a esta Sociedad fueron muy. mal acogidas, Personas de gran autoridad, como el doctor Bamberzer, presidente de la misma, las declararon increibles. Meynert me invit6 a busear en Viena ceasos andlogos a los que describia y a presentarlos a la Sociedad. Mas los mé- dieos en cuyas salas pude hallar tales casos me megaron Ta autorizacién de ob- setvarios. Uno de ellos, un viejo cirujano, exclamo al oirme: «Pero {como puedes sostener tales disparates? Hysteron (sic) quiere decir «iitero», (Como, pues, puede un hombre ser histérico?» En vano alegué que. no pedia la acep- lacién de mis diagndsticos, sino tan solo que se me dejars disponer de los en- fermos que cligiera. Por fin encontré, fuera del hospital, un caso clasico de he- ‘mianestesia histérica en un sujeto masculine y pude presentarlo y demostrarlo ante la Sociedad de Médicos. Esta vez tuvieron que rendirse a la evidencia, pero se desinteresaron en seguida de la cuestion, La itapresién de que las grandes autoridades médicas habian rechazado mis innovaciones, wbtuvo la victoria, ¥ me vi relegado a la oposicién con mis opiniones sobre la histeria masculina ¥ la produecion de parilisis histérieas por medio de a sugestién. Cuando poco después se me cerraron las puertas del kaboratorio de Anatomia cerebral ¥ me ¥i lalto de local en el que dar mis conferencias, me reliré en adsoluto de la Vida academica y de relacion profesional. Desde entonees no he vuelto a poner los Pies en la Sociedad de Medicos. Pero si queria vivir del tratamiento de tos enferrnos neviosos habia de pos nerme en condiciones de presentarles gin. aus, Mi arsenal terapeutico fio comprendia sino dos armas, la cletroterapia ¥ la hipnosis, pues ek envio del enfermo a unas aguas medicinales después de una nica visita mo cons {uia una fuente sufciente de rendimiento, Por lo que respesta a clectrterapi, ime coniéal manual de W. Eth, que integra preseriptones detalladas pa tratamiento de todos fos sintomas nerviosos, Desgraciadamente, comprobe al poco tiempo que tales prescripciones eran infieaees y que me habla equivo- fado al considerarls camo una enstalizncin de observaciones concisnzudas Y exacias, no siendo sino una arbitraria fantasia, Este descubrimiento.de due ia obra dal primer neuropatdlogo aleman no tenga mas rlacon com la feale dad que un fbr egipeto sobre los stefios, como los qu se wenden en aration, ime fie arto doloroso, pero me aytide liberarme de un testo dem mgénv fe-en las autoridades. Asi, pues, eehé % un lado el aparato elético, antes que Mocbius declarara decsivamenie que los resultados de tratamiento electico de'los enfermos nerviosos no eran sino un electo de ln sugstion del msdico La hipnonis era va otra cosa. Siendo atin estadante, aistia a una seston par bles del umagnetizador» Hansen y observe qu uno de los sujctos del expe mento palidecia al entrar en el estado de righee eataleptica y permancca i dohasta que el magnetizado le hacia volver asi estado normal. fstactcunstan- ‘ia me eanvencio dela leptimidad de lon fenomenos hipnouicos. Poco deepus hallo esta opinion en Heindenhain, si epresentante eentico, eireunsancia ue no le impidis a los profesores de Psiguitria continuar afirmando que é) Hipmotismo era una farsdpeligeosa despreciando a los hipnotizadores. Por mnt parte, habia visto emplear sin tomor alguno, en Pati, el/mpnotisino, para {tear siniomas y haceros luego desuparscer. Poco despa lego noses ln nots de gue ca Sane hia surado un eee ge iva ampere Ja sugetion, con hipnottsmo o si el, para fines lerapeutions,logrende sonpren- sont resultados. Todas estas-cirednvtancias me fevaron a haver dee sur festion hipnotica mi prinepal instrumento, de trabajo parte de otros me {odos psicoterdpicos mis easuales menos sistematicos— durante mis prime ros aos de actividad médica Esto suponia la renuncia al tratamiento de las enfermedades nerviosas or- ginicas, pero tal reaueia no sgnfieaba gran cont, pics en primer lugar la te- Fapia de Tales estados no ofrecia porventr ninguno. y en segundo, et nimero de enfermos de este género resultaba pequedisime, comparado con el de los nneurdticos, niimero que aparece, ademis, multiplicado por el hecho de que los pacientes pasan de un médica a otro sin hallar alivio, Por Ultimo, el hipnotismo ‘dabs a la labor médica considerable atractivo. EI magico se libertaba por vez primera del sentimieato de su impotencis, y se veia halagado por la fama de ‘obtener curas milagrosas. Mas tarde descubri los inconvenientes de este proce- ‘dimiento, pero al principio solo podia reprocharle dos defectos: primeramente, no resultaba posible hipnotizar a todos los enfermos, y en segundo lugar, no estaba al alcance det médica lograr, en determinados casos, una hipnosis tan profunda como lo exeyese conveniente. Con el proposito de perfeccionar mi ‘éonica hipnotica, fui en [889 a Nancy, donde pase varias semanas. Vi alli al aanciano Lighault, en su conmovedora labor con las mujeres y mils de la po- blacién obrera, y fui testigo de los experimentos de Bernheim con los enfermos del hospital, adquirienda intensas impresiones de la posible existencia de po- ‘derosos pracesos animicos que permanecian, sin embargo, ocultos a la concienci. Pensando que seria valioso persuadi a una de mis pacientes sepuirme a Nancy. Histerica, mujer distinguida y de geniales dotes, que habia acudido a mi des- ppués de no haber hallado alivio alguno en las prescripeiones de otros médicos. Por medio de la sugestion hipnética consegui procurarle una existencia sopor- table, logrando extracrla de su miserable estado. Fl hecho de que al cabo de agin tiempo reeayese siempre, lo atribui, en mi desconocimiento de las cir- cunstancias verdaderas, a que su hipnosis no habia lezado a aleanzar nunca el grado de somnambulismo con amnesia. Bernheim intent también hipno- Uizarla prolundamente, pero tampoco lo consiguié, confesando luego sincera- ‘mente que sus grandes éxitos terapéuticos habian sido siempre con pacientes de su sala del hospital, nunca con enfermos de su consulta privada. Durante mi testaneia en Nancy tuve con él varias interesantisimas conversaciones y acepté fl eneargo de traducir al alemin sus dos obras sobre la sugestion y sus efectos terapeutices De 1886 a 1891 abandoné casi por completo la investigacion cientifica y apenas publiqué algo. Tuve, en efecto, que dedicar todo mi tiempo a afirmai me en mi nueva actividad y a ascgurar la existencia material de mi familia {que iba creciendo ripidamente, En 1891 publiqué mi primer trabajo sobre las paralisis cerebrales infantiles, escrito en colaboracién con el doctor Oskar Rie, Imi amigo y ayudante. Asimismo fui invitado a encargarme de la parte referente ala teoria de Ja afasia, dominada entonees por el punto de vista de Ia locali- zacién, sostenido por Wernicke y Lichtheim en una obra de Medicina, Un librito eritico-especulativo, titulado Sobre la afasia, fue el fruto de esta labor. Pasaré ahora a deseribir cémo ln investigacién cientiiea yolvid a constituir el interés capital de mi vida " ‘OMPLETANDO Ia exposicién que precede, afadiré que desde un principio ‘me servi del hipnotismo para un fin distinto de Ia sugestion hipnotica. Lo ufllicé, en efecto, para hacer que el enfermo me revelase la historia de la ge- resis de sus sintomas, sobre la cual no podia muchas veces proporcionarme dato alguno hallandose en estado normal. Este procedimiento, a més de en= trafiar una mayor eficacia que los simples mandatos y prohibiciones de la su- gestion, satisiacia la curiosidad cientiics del médica, el cual poseia un indis- Eutible derecho a averiguar algo del origen del fendmeno, cuya desaparicion intentaba lograr por medio del mon6tono procedimiento de la sugestion, ‘A este otto procedimiento llegue del modo siguiente: Hallindome aun en el laboratorio de Briicke conoci al doctor José Breuer, uno de los médicos de eabecera mas considerados de Viena, que possia ademis un pasado cienti- fico, pues era autor de varios valiosos trabajos sobre la fisiologia de la respira- cidn y sobre el érgano del equilibrio. Era Breuer in hombre de inteligencia so- bresaliente, catorce ailos mayor que yo. Nuestras relaciones se hicieron pronto intimas, y Breuer llevd su amistad hasta auxiliarme en situaciones dificles de ‘ds. Durante muchos aiios compartimos todo interés cientifico, siendo vo, rnaturalmente, a quien este intercambio beneticiaba més. El desarrollo del psi coanalisis me cost después su amistad. Muy difieil me fue prescindir de ella, pero resulté inevitable ‘Antes de ii viaje a Paris me habia comunicado ya Breuer un caso de his- teria, sometido por é desde 1880 a 1882 a un tratamiento especial, por medio del Cual habia conseguido penetrar profundamente en la mouivacion y signi- ficacion de los sintomas histericos, Esto sucedia en una época en Ja que Jos tra- bbajos de Janet perteneeian alin al futuro. Breuer me ley6 varias veees fragmentos del historial cliico dle dicho caso, que me dieron la impresion de constituir lun progreso decisivo en la inteligencia de las neurosis. Durante mi estancia en Paris di cuenta a Charcot de los descubrimientos de Breuer, pero cl maestro tno demostré interesarse por ellos De retorno a Viena, hice que Breuer me comunicase més detalladamente sus observaciones. La paciente era una muchacha de ilustracion y aptitudes nada comunes, cuya dolencia habia comenzado a manifestarse en ocasion de hallarse dedicada al cuidado de su padre, gravemente enfermo. Cuando acudid ‘la consulta de Breuer, offecia un variado euadro sinlomatico: paralisis, con contracciones, inhibiciones y estado de perturbacién psiquica. Una observa- idm casual rével6 al médico que la paciente podia ser libertada de tales per- turbaciones de la conciencia cuando se le hacia dar una expresion verbal a la fantasia afectiva que de momento Ia dominaba. De este descubrimiento dedujo Breuer un metodo terapsutico, Sumiendo a la sujeto en un profundo sueno hhipnotico, ta hacia relatar Jo que en aquellos instantes oprimia su animo. Do- ‘minados asi los aeeesos de perturbacion depresiva, empled el mismo procedi- ‘miento para provocar la desaparicion de las inhibiciones y de los trastornos somiticos. Durante el estado de vigilia, Ia paciemte era tan ineapaz como otros enfermos de indicar la génesis de sus sintomas y no encontraba conexion al- guna entre ellos y algunas impresiones de su vida. Pero en Ja hipnosis hallaba Inmediatamente e enlace buseada, Resulté asi que todos sus sintomas se halla- ban relacionados con intensas impresiones, recibidas durante el tiempo que paso culdando a su padre, enfermo. y que, por tanto, poscian un sentido, correspon- diendo a restos o reminiseencias de tales situaciones alectivas. Generalmente re sultaba que en ocasidn de hallarse junto al lecho de su padre habia tenido que reprimit un pensamiento © un-impulso, en euyo lugar y representacion habia luego aparecido el sintoma. Mas, por io regular, cada sintoma no constituia cl residuo de una sola escena «iraumaticay, sino el resultado de la adicion de rhumerosas situaeiones andlogas. Cuando iuego en la hipnosis recordaba la sujeto alucinatoriamente una tal situaciém y realizaba @ posterior el acto psi- quico antes reprimido, dando libre curso al afecto correspondiente, desaparec definitivamente el sintoma, Por medio de este procedimiento consiguio Breuer, después de una larga y penosa labor, libertar a la enferma de todos sus sin’ tomas. Ta sujeto queds asi curada, y no volvio a experimentar perturbacion al- una del orden histerico, habiendose demostrado luego capaz de importantes rendimientos intelectuales. Pero el desenlace del tratamiento quedaba’envuelto para mi en una cierta oscuridad, que Breuer no quiso nunca disipar. También me era imposible comprender por qué habia mantenide secreto durante tanto tiompo su deseubrimiento, que yo considerabs inestimable, en lugarde hacerlo pix Dlieo, en provecho'de la ciencia. La Gnica objecion admisible era la de si debia sgeneralizar un hecho comprobado tan slo en un tnico caso; pero la eitcunstan- ‘ias deseubiertas me parecian de naturaleza tan fundamental, que, una vez demos. tradas en un caso de histeria, tenian, a mi juieio, que aparecer integradas en todo enfermo de este orden. Ahora bien: siendo sta una cuesti6n que s6l0 la expe- riencia podia decidir, comencé a repetir con mis pacientes las investigaciones de Breuer, no empleando con ellos métoda ninguno distinto, sobre todo des- pues que mi visita # Bernheim en. 1889 me hubo revelado los limites efieaces de Ja sugestion hipndtica, y al cabo de varios anos, durante los cuales no halle tun solo caso We hnisteria que siendo accesible a dicho método no confirmase los descubrimientos de Breuer, habiendo reunido un importante material de ob- servaciones analogs a las suyas, le propuse publicar un trabajo comin sobre la materia, cosa a la que comenz6 por resistirse tenazmente. Por ultimo, cedio ‘mis instancias cuando ya Janet se habia adelantado, publicando en sus trabajos tuna parte de los resultados anteriormente obtenidos. por Breuer; esto es, la referencia de los sintomas histéricos x impresiones de la vida del sujeto:y su supresion por medio de la reproducei6n hipndtica in staiw nascendi. Asi, pues, dimos a la estampa en 1893 una ccomunicacién internan, titulada Sobre: ef Imecanismo psiguien de: los fonimenas histéricns, ¥ en 1895, nuestro libro Estu- dios sobre la histeria*. El contenido de este libro es, en su parte esencial, de Breuer, circunstancia que siempre he declarado honradamente y que hago constar aqui una vez mi En la teoria que en el se intenta elaborar trabajé en una medida cuya determi- naci6n no es ya hoy posible. Esta teoria se mantiene dentro de limites modes- tisimos, no yendo mucho mis alla de una expresion inmodiata de kas observa- ciones realizadas. No intenta fijar la nuturaleza de la ister, sino tan solo tsclarecer Ia génesis de sus sintomas. En esta labor acentia la significacion de la vida afectiva y 1a importancia de la distineién entre actos psiquicos incons cientes y conscientes (o mejor, capaces de conciencia) e introduce un factor di- ‘nimico, haciendo nacer el sintoma del estancamiento de un afeeto ¥ un factor {economico, considerando al mismo sintoma como el resultado de Ig transfor- macién de un montante de energia, tilizado normalmente de un modo distinto (a Hamada «eonversins), Breuer dio a nuesteo metodo el calfieativo de nea titico», y declaré que su fin terapéutico era el de hacer que el montante de alecto usido para mantener el sintoma y estancado en vias erradas, y sea lle- vado a la descarga (0 abreacién) por vias normales. Este método eatirtico al- cand excelentes resultados. Los defectos que mis tarde demostré entrafar son los inherentes a todo tratamiento hipndtico. Todavia actualmente hay ‘muchos, psicoterapeutas que continian empleando este método tal y- con Breuer Jo empleaba. En el tratamiento de las neurosis de guerra en el Ejército aleman durante la conflagracion europea, lo ha utilizado E. Simmel con éxito Satisfactorio como procedimiento curativo ubreviade. La sexualidad no des tempenaba en la teoria de la eatarsis papel importante ninguno. En. los histo- Fiales clinicos aportades por mi a los Estudios sobre la histeria intervienen cicr= lamente fictores de la vida sexual; pero apenas se les concede un valor distinte diel de las restantes excitaciones algetivas, De su primera paciente, que hat le- ‘ado a adquirir elebridad, cuenta Breuer que lo sexual se hallaba ep ella sor- Drendentemente poco desarrollado. Por los. Bsiudias sobre Ja histeria no seria ficl adivinar la importancia de la sexualidad en la etiologia de las neurosis He deserito ya varias veces tan detalladamente el estadio inmediato de nues- tea diseiplina,o Sea, el paso desde la catarsis al psicoanalisis propiamente dicho, ‘que ha de serme difies| consignar aqui nada nuevo. El suceso que inicio esta transicién fue el relraimiento de Breuer de nuestra colaboracién, quedando dasde este momento en mis manos la administraciGn de su herencia. Ya an- teriormente habian surgido entre nosotros algunas diferencias de opinion, pero, no habian sido suficientes para separarnos. Para el problema de cuando se hace ppat6geno un proceso animico, esto es, de evndo queda cxcluido de un desen- Jace normal, preferia Breuer una teoria que pudiéramos calificar de fisiologica Opinaba que los procesos que escapaban a su destino normal eran aquellos que nacian en estados animicos extraordinarios (eslados «hipnoides»). Pero esta Solucion no hacia sino plantear un nuevo problema: el de cud podria ser el ‘rigen de tales estados hipnoides. Por mi parte, suponia, en cambio, la existen- cia de un juego de fuerzas, esto es, del efecto de intenciones y tendencias analo- is @ las observables en la vida anormal, oponiendo asi a la uhisteria hipnoide» de Breuer la «neurosis de defensan. Pero estas y otras diferencias no hubieran levado nunca a Breuer a abandonar sus trabajos sino hubiesen venido & agregar- se a ellas otros factores, En primer lugar, su extensa clientela le impedia dedicar, como yo, toda su actividad a la labor catirticu, y, ademis, influyo sobre él 1a ‘mala acogida que nuestro libro obluvo, Su confianza en si mismo y su capaci dad de resistencia no se hallaban a la altura de su restante organizacion espi- ritual. Cuando, por ejemplo, dedica Strimpell una durisima critica a nuestro, libro, pude yo dejarla resbaiar sobre mi, dandome cuenta de la absoluta in- ‘comprension del exegeta; pero Breuer se irrito y comenzé a sentirse descora- zomido. De todos modos, lo que mis contribuyé a su decision fue la imposibi- lidad de familiarizarse con Id nueva orientacion que tomaron mis trabajos. La tcoria que habiamos intentado edificar en los Estudios era muy incom- pleta, Sobre todo, apenas habiamos rozado el problema de la etiologia. 0 sea, tl de la base del proceso patégeno, Posteriormente hube de comprobar con mayor evidencia cada vez que detras de las. manifestaciones de la neurosis no ‘actuaban excilaciones afectivas de naturaleza indistinta, sino precisamente de nnaturaleza sexual, siendo siempre conflictos sexuales actuales 0 repercusiones de suicesos sexuales pasades. He de hacer constar que no me hallaba preparado ‘tal descubrimiento, totalmente inesperado para mi, que no Hev6 a la investi- _zacion de los sujetos neurdticos prejuicio alguno de este orden. Cuando en 1914 eseribi la Historia del movimiento psicoanalitico surgi en mice] recuerdo de ale lgunos dichos de Breuer, Charcot y Chrobak, que podian haberme orientado ‘en este camino. Mas por entonees no comprendi bien To que tales autoridades Querian decir, y sus afirmaciones dormitaron en mi hasta que, con ocasion de las investigaciones eatirticas, resurgieron bajo la forma de deseubrimiento propio. Tampoco sabia en aquella época que al referir la histeria a la sexuali- {dad habia retrocedido a los tiempos més antiguos de la Medicina y me habia ‘agregado a un juicio de Plat6n. Esto ditimo me lo revel mucho después la lee- tura de un trabajo de Havelock Ells. ajo la influencia de mi sorprendente descubrimiento di un paso que ha te- nnido amplias consecuencias. Traspase los limites de la histeria y comence a investigar la vida sexual de los enfermos Hamados neurastenicos, que acudian fen gran néimero a mi consulta, Este experimento me costé gran parte de mi clientela; pero me procurd diversas convicciones, que hoy dia, cerca de treinta ffios después, conservan toda su fuerza. Era, desde luego, necesario veneer la intinita hpocresia con la que se encubre todo lo referente a la sexualidad: pero tuna vez conseguido esto, se hallaban en la mayoriu de estos enfermos impor: antes desviaciones de la funcion sexual. Dada la gran frecuencia tanto de dichas desviaciones como de la neurastenia, no presentaba su coineidencia gran fuerza probatoria; pero posteriores observaciones, mas penetrantes, me hicieron des- Cubrir en la abigarrada coleccion de cuadros patoldgicos, reunida bajo el con- ‘cepto de neurastenia, dos tipos fundamentalmente diferentes que podian surzir, imezclados en muy variadas proporciones, pero que también se ofrecian aislados ala observacién. En tno de estos tipos era el atague de angustia el fenomeno ‘central, con sus equivalentes formas rudimentarias y sintomas sustitutivos cro- nicos, por todo lo cual le di el nombre de neurosis de angustia, mnitando al ots tipo Ta denominacién de newrastenia. Una vez hecho esto, fue facil determinar que a cada uno de estos tipos correspondia una distinta anormalidad de la vida sexual como factor etioldgico (coins interruptus, excitacion frusttada y abs- Tinencia sexual en un caso, y masturbaciOn exeesiva y poluciones frecuentes en el otra). En algunos casos, especialmente instructivos, en los que tenia efecto tuna sorprendente transiciOn del cuadro patologico desde uno de los dos tipos al otro, consegui demostrar que dicha transicion se hallab basada en un cam- ‘bia correlativo deb régimen sexual. Cuando se lograba hacer cesar la anormal dad y sustituirla por una actividad sexual normal, mejoraba considerablemente el estado deb sujcto. De este modo Hegué @ considerar las neurosis, en general, como pertur- baciones de la funcién sexual, siendo las Hamadas neurosis actuales una ex- presién toxiea directa de dichas perturbaciones, y las psiconcurosis, una ex- presidn psiquica de las mismas, Mi conciencia médica quedé satisfecha con este Tesultado, pues esperaba haber lenado una laguna de la Medicina, Ia cual no admitia, con relacion a una funcién tan importante bioldgicamente como és. otras prturbacions que las custdes por una nfescion oor una arora lesion anatomica. Aparte de esto, mi teoria se hallube de acuerdo:con la opinién médica de ‘que ln sexualidad no es simplemente algo psiquieo, sino que tiene también Su faceta somatica, debiendose atribuirle un quimismo especial y derivar ta cexcitacién sexual de la presencia de determinadas materias alin desconocidas. El hecho de que las neurosis espontineas, propiamente dichas, no. mostrasen tanta analogia con ningun grupo de enfermedades como con los fendmenos de intoxicacion ¥ abstinencia provocados pot la introduccion o sustraccion de ‘ierias materias (Gxicas o con la enfermedad de Basedow, cuya dependencia del producto de la glindula tiroides es generalmente conocida, tenia tambien que poveer alyin fundamento. osteriormente no he tenido ocasién de volver sobre las investigaciones de las neurosis actuales, No ha habido tampoco nadie que haya continuado esta parte de mi labor. Volviendo hoy la vista a los resultados entonces oblenidos, econozco en ello una primera y burda esquematizacion de un estado de cosas probablemente mucho mis complicade. pero continuo considerindolos exac- tos, Me hubiera complacido someter al analisis psicoanalitico en epocas pos teriores del desarrollo de nuestra disciplina otros casos de neurastenia pura, juvenil: pero, como ya indiqué antes, no he tenido ocasion para ello Para evitar equiyocadas interpretaciones haré constar que estoy muy lejos dde negar la existencia del conflicto psiquico y de los complejos neuroticos en ls neurastenia. Me limito a afirmar que los siniomas de estos enfermos no se haallan determinados psiquicamente ni son susceptibles de supresion por medio del aniiliss, debiendo ser considerados como consecuencias tOxicas digectas de la perturbacién del quimismo sexual ‘Cuando en los afios siguientes a Ia publicacién de los Estudios legué a estos resultados referentes al papel etioligico de la sexualidad en las neurosis, los expuse en varias conferencias, tropezando con la general inoredulidad ¥ opo- scion. Breuer intent una vez mis apoyarme con todo el peso de st autoridad personal; pero nada consiguid, tanto mis cuanto que a0 era difiil adivinar que la aceptacidn de la etiologia sexual era también contraria a sus inclina- ciones, Hubiera podido desorientarme y dar armas a la critica alegando cl caso. dde su primera paciente, en la que no parecia haber intervenido para nada el factor sexual, Pero jamas utilizo tal argumento, cireunstancia que no llegue comprender hasta que alein tiempo después pude interpretar acertadamente dicho caso y reconstruir el punto de partida de su irutamiento basindome en, las: observaciones que sobre él me habia comunicado Breuer. Terminada la labor de amor de transferencia», y no accrtando Breuer a felacionar dicho estado en Ja enfermedad, hubo de cortar, lleno de confusiin, su Irato con la sujeto, resultindole desde aquel momento muy penosa todo lo que ke rec daba este incidente, al que consideraba como una infortunada casualidad. Su conducta para conmigo oscilé repentinamente entre el reconocimiento de mis ‘afirmaciones y su mis acerba critica. Luego surgieron, como siempre en estas Situaciones, circunstaneias fortuitas que avabaron provocande nuestra sepa- Mi estudio de las formas de la nerviosidad general me llevd asimismo a ‘moditicar la tonica eatartica. Abandoné la hipnosis e intenté sustituitkt por ‘otro método, buscando superar la limitacion del tratamiento a los estados his teriformes. Ademis, habia comprobado dos graves insuliciencias del empleo

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