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‘El rincón de pensar’ o ‘el rincón

de la calma’, dos técnicas con


resultados muy diferentes
‘El rincón de pensar‘ es un castigo que antepone la comodidad del adulto
a las necesidades del niño para cambiar la conducta de este. Es una
técnica autoritaria que no tiene ninguna función educativa ni
aprendizaje, y aleja emocionalmente al menor del adulto.

Se le ordena que vaya al ‘rincón de pensar’ cuando su comportamiento


no es el deseado, para que pase ahí un tiempo ‘reflexionando’ sobre lo
que ha hecho, y así reconocer y valorar sus errores. Este método tiene
distintas variantes que sitúan al niño en diferentes espacios: en una silla
apartada, en una habitación cerrada o de cara a la pared, para que
analice lo que ha hecho y lo corrija.

¿Qué puede sentir un escolar de 2 años al que se le aparta del resto de sus
compañeros en el aula para obligarlo a sentarse en una silla en un
rincón? Seguramente se le pasarán muchas cosas por la cabeza, pero
ninguna referente a la modifificación del comportamiento que acaba de
tener.

El rincón de pensar una técnica autoritaria que no tiene


ninguna función educativa

Cuando se utiliza esta técnica, el afectado pasa miedo y sufre mucho. Su


autoestima y la confianza en el adulto disminuyen. Castigar al niño
apartándolo e ignorándolo y ponerle cara a la pared para modificar su
comportamiento es una medida que lo aleja de cualquier estímulo
positivo. El mensaje que le llega es que solo puede recibir atención y
cariño si actúa de la forma en la que el adulto quiere.

Si el comportamiento del menor se ve alterado (pega o grita), significa


que quiere sentirte cerca. Necesita que le acompañes, un abrazo o tu
comprensión, jamás ser ignorado y apartado, ya que eso le produce más
estrés, ansiedad e inseguridad. Ignorarlo nunca es una opción, sino un
método cruel en el que se le hace mucho daño a nivel cognitivo y
emocional.

‘El rincón de la calma’


Es un recurso respetuoso con grandes beneficios a nivel emocional para
que lo utilices en momentos de estrés. Las diferencias más grandes que
existen con el ‘rincón de pensar’ son las siguientes:

 No es un castigo, ya que el niño tiene total libertad para ir cuando


lo desee.
 Existe comunicación entre el niño y el adulto.
 Es una herramienta pensada para el beneficio del menor, no del
adulto.
 Se crea un espacio agradable, acogedor y de confianza para que se
sienta cómodo y libre de expresar sus emociones.
 Lo bonito es que puedas construir este espacio con tu hijo y que
busquéis juntos los elementos que os gustaría incluir en este lugar
de calma. E
 importante que antes de empezar a usarlo le muestres todos los
elementos, cómo emplearlos, y le aclares también que es un sitio
de confianza al que puede acudir libremente cuando sienta
malestar, preocupación, enfado o tristeza, o cuando necesite estar
solo (el tiempo que precise).

‘El rincón de la calma’ invita a la reflexión, a la


tranquilidad, recupera la calma y regula las
emociones

 Buscamos un rincón tranquilo, que invite al sosiego. Puedes poner


una mesita y una silla, una alfombra o unos cojines en el suelo.
Construye un espacio acogedor, cálido y cercano. Busca objetos
que den pie a relajarse. Debe ser un espacio agradable, al que
apetezca acudir en un momento de enfado. Invita a tu hijo a ir al
‘rincón de la calma’ ante una situación de angustia, para poder
desestresarse: «¿Quieres ir al ‘rincón de la calma’? ¿Quieres que
vayamos juntos?» Si lo necesita acompáñale; si no, quédate de
observadora, cerca de él. Que sienta tu presencia y tu mirada.
 Estas son algunas ideas que funcionan bien para todas las edades.
Escoge los elementos acorde con los años de tus hijos. Deben ser
objetos que inviten a llevar a cabo actividades relajantes como por
ejemplo, una botella sensorial, una lámpara de lava, un reloj de
arena o de agua, una pelota antiestrés o cuentos.

Puedes hacer una selección de fotos que evoquen tranquilidad (por


ejemplo, de hojarasca, del mar o de paisajes), un caleidoscopio, un
pompero, plastilina, papel burbuja, un palo de lluvia, un pop it, un
espejo para ver su propia

emoción reflejada en él, una bolsa aromática, música relajante o sonidos


de la naturaleza.

Hay un sinfín de posibilidades. Para niños mayores, o incluso para


adultos, algunas herramientas podrían ser mandalas para poder pintar,
algún juego, un jardín zen, un globo o un silbato para realizar
respiraciones o, incluso, un cubo de Rubik.

Cuando hayas tenido un mal día o no te encuentres bien, también puedes


acudir a relajarte al ‘rincón de la calma’. Recuerda que los niños
aprenden por imitación y si ven que tú vas y te hace sentir mejor, será
más fácil que ellos también lo utilicen.

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