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La inercia térmica de los materiales de construcción

La inercia térmica de los materiales de construcción consiste en su capacidad para


almacenar calor y, por tanto, para cambiar su temperatura en un tiempo determinado. Es
una propiedad que, bien aprovechada, puede servir como estrategia pasiva para
estabilizar la temperatura en los espacios interiores, ahorrando el uso de sistemas
mecánicos de apoyo. La inercia térmica es una propiedad física clave a la hora de trabajar
la eficiencia energética de las edificaciones. Así, los materiales de gran inercia térmica
necesitan mucha cantidad de energía para que se eleve su temperatura.

En resumen, es una medida pasiva que permite ahorrar en consumo de energía


en calefacción e incluso en refrigeración, favoreciendo una temperatura estable y
confortable en el interior de la edificación a lo largo de todo el día. Pero, para entender qué
es la inercia térmica de los materiales de construcción y de qué depende su
aprovechamiento, tenemos que tener en cuenta ciertos factores.

¿Cómo aprovechar la inercia térmica de los materiales de construcción?


La inercia térmica de los materiales de construcción es un recurso muy empleado en
el diseño pasivo de los edificios. Su aprovechamiento dependerá de los siguientes criterios:

El clima
La inercia térmica es especialmente útil en climas con gradientes importantes de
temperatura entre el día y la noche. Durante el día el material absorbe el calor procedente
de la radiación solar y/o de fuentes internas. Cuando anochece y cae la temperatura, ese
calor se libera lentamente. De esta manera se produce un desfase temporal entre el
momento de mayor temperatura en el exterior y en el interior, que puede ser de hasta 12
horas. Si el clima es más cálido, el calor se puede disipar por la noche en forma de
ventilación nocturna, para evitar sobrecalenteamientos. En cambio, en climas más fríos el
calor liberado es aprovechado para mantener una temperatura confortable en el interior.

El uso del edificio


La idoneidad de construir con materiales con mayor inercia térmica y, por tanto, más
pesados depende del uso del edificio. Es decir, los edificios pueden ser de uso continuado
como una vivienda o un hospital, o de uso intermitente como un polideportivo o un mercado.
En el primer caso interesa la construcción con materiales de alta inercia térmica para
mantener una temperatura constante en el interior, aunque tarden más tiempo en alcanzar
la temperatura de confort. Un uso intermitente demanda una respuesta rápida para su
acondicionamiento, por lo que en este caso la inercia térmica no interesa y suelen ser
construcciones más ligeras pero no menos aisladas.

La ubicación del material


Los materiales de construcción con elevada inercia térmica pueden estar ubicados en
el exterior y/o en el interior. En el primer caso, ayudan a acumular el calor procedente de
la radiación solar. En el segundo, están expuestos a las fuentes internas de calor o a las
ganancias solares a través de huecos acristalados. Hablamos de fuentes internas como
pueden ser la propia actividad de las personas, la iluminación o los aparatos y equipos en
funcionamiento que desprenden calor.

La capacidad de almacenar calor


La inercia térmica de los materiales de construcción está directamente relacionada
con la energía en forma de calor que son capaces de acumular. Esta cantidad de calor
se puede cuantificar de manera objetiva y su valor dependerá de tres factores: la densidad
del material, el calor específico y el espesor. A mayor valor de cada uno de ellos, mayor
inercia térmica, es decir, mayor calor acumulado por unidad de superficie.

La inercia térmica, clave en la construcción de edificios eficientes


Conocida también como masa térmica, la inercia térmica es un concepto que se suele
confundir con la capacidad de aislamiento térmico, pero no tienen nada que ver. En este
sentido, resulta fundamental el conocimiento y la comprensión de los recursos de los
que disponemos para el diseño y construcción de edificios eficientes. Nos referimos a
estrategias de diseño pasivo como la inercia térmica, que permitan alcanzar el mayor grado
de confort térmico en los espacios interiores sin tener que recurrir a equipos mecánicos
consumidores de energía.

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