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Gastronomía Encrucijada
Gastronomía Encrucijada
Durante el transcurso de los años se han planteado muchas obras de arte con respecto al
Fahrenheit 451 de Ray Bradbury (cada una con adaptación al cine), entre otras. Estas
películas cuestionan hacia qué posibles rumbos toma el mundo en un contexto totalitario de
igualdad, opresión y censura. Estas obras han sido de suma importancia para generar
En este sentido, dentro de estas distopías hubo una película que, si bien es basada en la
novela de Harry Harrison llamada ¡Hagan sitio!, ¡hagan sitio!, tiene unas diferencias
fundamentales que hace que se aleje de la obra en la que se basa. El contexto de ambas es
alimentar a la sociedad con una comida que genera muchas dudas: soylent (soy: soya, lent:
de la industria que la produce, es de un plancton que da las proteínas necesarias para poder
seguir con el día a día dentro de un mundo desigual y apocalíptico. Sumado a esto, este
alimento curiosamente solo es consumido por las personas del común, ellas lo compran o lo
reciben por parte del Estado en calles hacinadas de gente que, inclusive debido a la gran
demanda, acaba con todas las reservas del día en poco tiempo, teniendo como consecuencia
entre otros) consumen lo poco que queda de todo lo que se ha dañado gracias a la
industrialización: esta es la única que puede conseguir carne y verduras. En este sentido, se
Ahora bien, menciono soylent green como uno de los productos más ideológicos de la
historia del cine: tiene un origen desconocido, está en la realidad de todas las personas, la
industria lo vende como algo nutritivo, y, bajo la consigna de ser lo único que va a saciar el
deseo del hambre en las personas de este mundo, consigue que toda la población lo
consuma y se vea obligada a tener que comerlo. Dicho esto, este trabajo trata sobre uno de
criticado, sobre todo, en Estados Unidos. En párelo, se buscará analizar mediante los
argumentos del filósofo esloveno Slavoj Zizek (ayudado por otros autores), a partir de
consumido por el deseo y necesidad de comer un producto a la medida del capital tanto de
Así las cosas, la primera vez que escuché de este producto fue en el año 2011, en un
documental del chef británico Jamie Oliver, el cual ha tenido un paso fuerte en la industria
documental trataba de cómo se alimentaban los niños en las escuelas de una ciudad en el
Reino Unido, en este caso se les mostró a los niños cómo se realizaban las famosas
croquetas de pollo apanado: Nuggets. En este punto, entra a hacer parte de este escrito la
“Baba Rosa”, un producto mágico, encantador y hasta práctico, puesto que es hecho a partir
de los despojos de la vaca; es decir, mediante un proceso de limpieza con gas de amoniaco
los tendones, huesos pequeños, cartílagos, parte del pellejo, etc., quedan a disposición de
una ultra - procesadora que deja la mezcla lista para empacarse como carne de restaurantes
El hecho resultó en una gran controversia que atravesó a las distintas fábricas productoras
lugares debido a todo lo mostrado por los medios. Hay diferentes puntos de cómo se puede
el cese a la total o parcial (recordemos las granjas que producen carne orgánica, es decir,
Por otra parte, el punto de vista de la mitad optaría por que se deje de producir este
Rosa”: este producto nunca enfermó o mató a ninguna persona; dejar de producir este
producto dejaría a miles sin empleos; la “Baba Rosa” hace que usemos todas las partes del
animal con el fin de que haya un consumo total de este (argumento parecido al del cocinero
Fergus Henderson, que tiene una frase famosa que es “from nose to tail” de su libro The
Whole Beast (2004)); y, por último, este producto alimenta a un menor precio a millones de
Los debates que se formulan en este caso son inmensos, sin embargo, quiero enfocarme en
la producción de este producto a la luz de algunos autores. Todo comienza por la crianza en
cautiverio de las vacas (digo en “cautiverio” porque los mataderos que manejan las grandes
industrias parecen campos de exterminio al peor estilo de Treblinka solo que para
animales), alimentándolas a punta de maíz, grano que les resulta difícil de digerir, pero que
las engorda fácilmente, entonces es mejor para la industria. Una vez cumplen el tamaño
requerido, las vacas van directo al matadero, lo que ocurre allí ya lo da por sentado el
nombre del lugar. Después, el carnicero debe ser hábil en despostar la vaca en las partes
que conocemos: bifes, lomos, piernas, etc. No obstante, si bien esos cortes son llevados
para consumo humano, aquí hay una diferencia en las producciones de algunos mataderos,
los cuales llevan lo “sobrante de la vaca” (tejidos, pezuñas, cartílagos, huesos pequeños) a
fábricas que vuelven estas partes comida para otros animales mediante los concentrados, o,
Lo interesante de este caso es cómo algo que nosotros deseamos como lo es una
hamburguesa, suculenta, llena de salsas, papas y una buena gaseosa (preferiblemente Coca
Cola) termina siendo hecho por algo repulsivo como lo son los despojos de la vaca
contaminado con químicos que no sabemos si nos harán daño en un futuro. La creatividad
de la industria desborda el río de eufemismos con el que etiquetan los productos: la “Baba
Rosa” no se llama así en el empaquetado, se llama “Carne Magra Ultra Granulada”. Bajo
este seudónimo la venta de este producto se dio y quizás se sigue dando en gran parte de las
albóndigas, pastas rellenas de este producto, entre otros; son elementos vistos ya
empaquetados con etiquetas ilusorias que nos dicen “100 % carne magra”, pero ¿Qué clase
de comida realmente venden omitiendo las etiquetas? ¿qué le estamos aportando a nuestro
cuerpo al ingerir estos alimentos ultra - procesados? ¿cómo el sistema de mercado busca
Estas y más preguntas podemos formular frente a cómo el sistema de mercado nos entrega
necesidad de ingerir alimentos o bebidas a un precio bajo, tiene como resultado que este
producto siga en la venta solo con un nuevo nombre para disimular el origen verdadero del
alimento. Caso parecido el que les comentaba al inicio de este ensayo con la película
Soylent Green, donde las personas inmersas en esa realidad optan por comer lo que “haya”.
En este sentido, nuestra realidad tiene semejanzas con la película. Ahora, la realidad se
puede entender de muchas formas “lo que vemos, lo que percibimos, lo que pensamos que
vemos, lo que vemos cuando pensamos”. Sin embargo, con ayuda de Zizek, la puedo
enunciados regidos bajo el valor hegemónico y social de la ideología. Realidad que tiene
elementos ilusorios, es decir, contiene ropajes de mentira en lo real de los fenómenos,
Dicho esto, la ideología opera en una realidad llena de movimientos constantes y fuera de
eso esta tiene ropajes de mentira en muchas cosas que nos ofrece, dado a que estamos
situados en un contexto de hipercapitalismo (Han, 2017) social donde cada persona puede
ser jefe y jeje de su propia persona, “controlando” así su nivel de rendimiento, mas,
ignorando su estado emocional. De ahí que, estemos en una realidad que desborda a la
persona agotada y llevada del trabajo, que simplemente quiere y anhela una buena
persona, o la puede conseguir ya sea congelada o molida en la carnicería más cercana. Creo
que el punto aquí es que muchas personas pagan un producto sin saber bien qué origen
tiene ese producto, una frase clara de Zizek es “ellos saben que lo hacen y aun así lo hacen”
(El sublime objeto de la ideología, 2003, pág. 57). Nosotros actuamos bajo el régimen de
nuestras propias decisiones “cínicas”, que están influenciadas bajo la ideología operante en
la realidad. Por lo tanto, si yo quiero comer como superación a una necesidad básica del ser
más complejo, no solo por todas las relaciones de capital para poder conseguir comida, sino
porque: yo sé que como y creo saber qué como, o, sabemos que comemos, mas, no sabemos
qué comemos. Dicho acto de comer opera bajo los parámetros de la ideología donde
comiendo una hamburguesa de carne con papas y gaseosa; no obstante, puede que esta esté
realizada de “Baba Rosa” con queso cheddar procesado, y con una gaseosa hecha con aguas
sucias y contaminadas, no por el azúcar, sino desde su origen en cuerpos de agua. Caso
parecido sucede con las salchichas o los “hot dogs”, “panchos” o “perros calientes” en los
cuales no se sabe con certeza de qué rayos está hecha la salchicha, por ende, pregunto ¿Qué
carajos estamos comiendo? Y quizás formulo esta pregunta solo a omnívoros, pero esto va
más allá, unas proteínas de soja que consumen tanto los vegetarianos como los veganos,
tiene un origen de dudosa procedencia, puede que digan que está fabricada de soya, lo cual
puede que sea cierto, sin embargo, me refiero a la cantidad de aglutinantes y químicos que
utilizan para conseguir la textura deseada. Sabemos que tenemos la necesidad y el deseo de
comer, pero no sabremos con certeza qué rayos comemos, o por lo menos, no lo sabremos
comida como fenómeno que opera en la realidad también tiene ropajes de mentira, creando
esto es debido no solo al maquillaje ilusorio del producto, sino a cómo este alimento es
distribuido, desde su nombre que es un eufemismo: “Carne Magra Ultra - Granulada”, hasta
la etiqueta que lleva con este mismo eufemismo y que una vez bien empaqueta es recibida
con los brazos abiertos por las cadenas de restaurantes dispuestas a pagar menos con tan de
ser más rentables. En este marco, es importante mencionar el poder de la publicidad ya que
tal como lo menciona el sociólogo británico Mike Featherstone, esta tiene la capacidad de
con una hamburguesa rápida y efectiva para salir rápido del deseo y necesidad del hambre,
por otro lado, su diseño como franquicia tiene colores muy vivos que atraen, además, de
productos que sirven como imán de infantes, como lo son la “cajita feliz” con su premio
por comprarla. Su publicidad exagera el tamaño de sus hamburguesas, muestra cómo son
las más suculentas y sabrosas del campo gastronómico, pero muchas personas cuando
En este caso se puede notar cómo hay un entramado de la industria con el fin de que las
personas consuman, pero con un consumo que no se cuestione el lugar de origen del
producto que ofrecen, un fatal “coma callado: nunca se cuestione nada; porque si cuestiona
pues lo demandamos”. Tal como lo hicieron con el cocinero Jamie Oliver, demandado por
1,2 billones de dólares, cifra irrisoria que muestra el poderío de esta industria que bien
puede ser cárnica, pero que tiene de clientes a miles de cocinas en el mundo, que a
consumidores. Fuera de esto, hay que ser honesto y la posibilidad de que los directivos que
asumieron la creación de este producto, quizás nunca lo hayan probado en su vida, lo más
probable es que vayan a los mejores restaurantes que debido a su precio exorbitante
ofrezcan los alimentos conforme lo que son realmente. Así pues, puedo afirmar que existe
una distinción, entendida como aquellas prácticas culturales que muestran las distinciones
entre las clases y grupos sociales (Canclini, 2006). En esta definición, se puede encontrar
una clave para entender cómo la hegemonía de la industria produce este alimento barato
para el consumo masivo de un cierto tipo de personas con un cierto tipo de capital, pero
donde sus ejecutivos se cuidan mucho de lo que ellos consumen, debido a que esta “Baba
gastronomía tiene un encanto discreto? En primer lugar, considero que este producto es
fantástico de dos formas, la primera: en el sentido de que es barato y que la industria pudo
repulsivo/barato de la vaca, consiguiendo que sea deseado por millones, ya sea por una
buena publicidad o por un estatus de la marca del local, restaurante, supermercado o cadena
de comidas. El producto es estrella porque rinde y consigue beneficios del uso total del
animal, consiguiendo un prestigio dentro de la industria. Este se estrelló por las denuncias
que hubo a partir de lo ético que es vender este tipo de productos y cómo decía al inicio, de
cómo se trata a la vaca en estos casos donde se industrializa la ganadería. Estos reclamos
llevaron a que si bien perdiera clientes igual el producto se mantuvo, por ello es una estrella
que, si bien se estrelló, la industria curó con un eufemismo “Carne Magra Ultra
Granulada”. En segundo lugar, la gastronomía, como cocinero que soy, pienso que ha ido
por rumbos muy oscuros, por el motivo de que hay restaurantes que ofrecen cualquier tipo
de comida y con cualquier calidad posible: lo único que importa es que genere ganancias,
eso es lo que es relevante. Ahora, sé que hay gastronomía que lo ve de un modo distinto
con productos orgánicos y de buena calidad, con denominación de origen. Sin embargo,
esto solo queda para las élites o personas acomodadas que puede disfrutar del alimento
“real” o de calidad. Por ello, considero que la gastronomía es un mundo que tiene mucho
encanto, pero que lamentablemente este encanto es muy discreto debido a estas dinámicas a
las que se somete, inclusive en las cadenas de franquicias: todo quedó relegado a la
origen, pues este trabajo no se trata de juzgar, sino de reflexionar sobre este tipo de
industrias. Las personas que lo consumen ni siquiera saben lo que consumen, inclusive
“yo” Manuel Torres, no sé lo que consumo, la industria y nosotros mismos nos alejamos
tanto de la producción de nuestros alimentos que estas son las consecuencias que tenemos
que asumir y enfrentar. Nuestra razón se encuentra dominada por la lógica del mercado, y
en este dominio, parecido a lo que Adorno Y Horkheimer postulan (1994), nuestra razón se
encuentra ciega: dejó a un lado la ilustración de su mente para dejarse someter ante estas
marcado por un desbordamiento de esta realidad agobiante que cansa al sujeto dejándolo
sin opción, he ahí el famoso chiste de Zizek que enmarca el pesimismo del mundo actual –
Cuando te sientas angustiado en un túnel y por fin logras ver la luz al final de este. La luz
se acerca a ti y tú a ella. De repente esta luz te atropella: es un tren que ronda en un túnel
infinito –. En este sentido, se pudo constatar que la comida que comemos tiene un origen
desconocido en su gran mayoría, eso lo sabemos, pero igual por deseo y necesidad igual la
supervivencia es clave? Necesitamos rendir y para rendir debemos alimentarnos bien, con
En este contexto, es difícil comprender la realidad al ser personas que deben rendir al
máximo, que en muchas ocasiones dejan a un lado el pensamiento propio y crítico, los
cuales quedan muy opacados y casi inexistentes. Considero que la comida más que un
deseo es una necesidad, no obstante, me autocritico con esta afirmación, puesto que, si bien
es una necesidad, esta puede estar sometida a dinámicas poco éticas con tal de alimentar la
mayor cantidad de personas posibles. Siempre he pensado que el mayor bienestar de las
personas está en que coman bien, tengan buena salud, vistan ropa acorde al lugar y contexto
y que tengan una vivienda digna, algo que es conocido como una vida digna. Sin embargo,
la desigualdad y falta de voluntad de las élites políticas y empresariales dejan por sentado
que “el pobre es pobre porque quiere”, mientras continúan llenándose de poder y capital. El
argumento de que la baba rosa alimenta a más personas se cae, puesto que, igual hay que
comprarlo por medio de todos los intermediarios. Además, hay que tener en cuenta, que
año tras año, cientos de toneladas de comida de calidad, en plazas y supermercados con una
mejor calidad se botan y quedan a la disposición de las dunas de basura. Comprendo que
movilizar esta comida es difícil, pero si se movilizan toneladas de otras cosas para consumo
humano ¿Por qué no movilizar comida de verdad para todas las personas? En vez de seguir
que hoy en día comamos “Baba Rosa”, pero en un mañana quién sabe qué va a ser lo
próximo a comer, claramente nunca lo sabremos con certeza, ni siquiera una vez servido en
el plato, porque como afirmé en este ensayo: sabemos que comemos, mas, no sabemos qué
puede que sea una batalla más grande en el futuro, puesto que, en la historia siempre ha
Bibliografía
Canclini, N. G. (2006). El consumo cultural: una propuesta teórica. En G. Sunkel, El consumo
cultural en América Latina: construcción teórica y líneas de investigación (págs. 72-65).
Convenio Andrés Bello.
Featherstone, M. (1991). Teorías de la cultura de consumo. En M. Featherstone, Cultura de
consumo y posmodernismo (págs. 38-60). Buenos Aires: Amorrortu Editores.
Han, B.-C. (2017). La Sociedad del Cansancio. Barcelona: Herder.
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Theodor Adorno, M. H. (1994). La industria cultural. Ilustracion como engaño de masas. En M. H.
Theodor Adorno, Dialética de la ilustración (págs. 165-212). Valladolid: Trotta.
Wheeler, B. (7 de Abril de 2012). BBC. Obtenido de BBC:
https://www.bbc.com/mundo/noticias/2012/04/120407_salud_baba_rosa_en_la_carne_bd
Zizek, S. (1994). Ideología: un mapa de la cuestión. México: Fondo de cultura económica.
Zizek, S. (2003). El sublime objeto de la ideología. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores.