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Manuel Alberto Torres Núñez

Artes liberales en ciencias sociales


Profesor: Esteban Rozo Pavón
Estudios sociales de la cultura

El discreto encanto de la gastronomía:


Reflexiones sobre la industria cárnica y su producto estrella/estrellada

Ilustración 1 Pink Floyd The Wall. Sacado de:


https://ultimateclassicrock.com/pink-floyd-another-brick-in-the-
wall-part-ii/

Durante el transcurso de los años se han planteado muchas obras de arte con respecto al

futuro de la sociedad: 1984 de George Orwell, Un mundo feliz de Aldous Huxley,

Fahrenheit 451 de Ray Bradbury (cada una con adaptación al cine), entre otras. Estas

películas cuestionan hacia qué posibles rumbos toma el mundo en un contexto totalitario de

igualdad, opresión y censura. Estas obras han sido de suma importancia para generar

críticas a lo estipulado y a las posibilidades de lo que los poderosos pueden estipular.

En este sentido, dentro de estas distopías hubo una película que, si bien es basada en la

novela de Harry Harrison llamada ¡Hagan sitio!, ¡hagan sitio!, tiene unas diferencias

fundamentales que hace que se aleje de la obra en la que se basa. El contexto de ambas es

parecido: por motivos de la sobrepoblación mundial, de la industrialización con

consecuencias en el medio ambiente y por fuerzas opresoras en el poder, se ha optado por

alimentar a la sociedad con una comida que genera muchas dudas: soylent (soy: soya, lent:

lentejas) green (curiosamente, nombre de la misma película Soylent Green de 1973).


Sin embargo, y aquí me centro en la película, el origen de soylent green, dice la publicidad

de la industria que la produce, es de un plancton que da las proteínas necesarias para poder

seguir con el día a día dentro de un mundo desigual y apocalíptico. Sumado a esto, este

alimento curiosamente solo es consumido por las personas del común, ellas lo compran o lo

reciben por parte del Estado en calles hacinadas de gente que, inclusive debido a la gran

demanda, acaba con todas las reservas del día en poco tiempo, teniendo como consecuencia

tensiones entre la población y la autoridad. Por otra parte, la élite de la autoridad

(empresarios de soylent green, políticos que apoyan la manufacturación de este producto,

entre otros) consumen lo poco que queda de todo lo que se ha dañado gracias a la

industrialización: esta es la única que puede conseguir carne y verduras. En este sentido, se

puede notar la desigualdad y desolación del contexto de la película.

Ilustración 2 Charlton Heston interpretando al inspector Thorn


en frente de muchos soylent green. Sacado de:
https://www.denofgeek.com/movies/why-soylent-green-is-
more-relevant-now-than-ever/

Ahora bien, menciono soylent green como uno de los productos más ideológicos de la

historia del cine: tiene un origen desconocido, está en la realidad de todas las personas, la

industria lo vende como algo nutritivo, y, bajo la consigna de ser lo único que va a saciar el

deseo del hambre en las personas de este mundo, consigue que toda la población lo
consuma y se vea obligada a tener que comerlo. Dicho esto, este trabajo trata sobre uno de

los productos más ideológicos de la industria de comidas rápidas; usado, consumido y

criticado, sobre todo, en Estados Unidos. En párelo, se buscará analizar mediante los

argumentos del filósofo esloveno Slavoj Zizek (ayudado por otros autores), a partir de

nociones de ideología y consumo, el modo en que un alimento con etiquetas ilusorias es

consumido por el deseo y necesidad de comer un producto a la medida del capital tanto de

la industria como de la sociedad.

Así las cosas, la primera vez que escuché de este producto fue en el año 2011, en un

documental del chef británico Jamie Oliver, el cual ha tenido un paso fuerte en la industria

de la cocina y de la televisión debido a su estilo entre lo saludable y lo nutritivo. Dicho

documental trataba de cómo se alimentaban los niños en las escuelas de una ciudad en el

Reino Unido, en este caso se les mostró a los niños cómo se realizaban las famosas

croquetas de pollo apanado: Nuggets. En este punto, entra a hacer parte de este escrito la

“Baba Rosa”, un producto mágico, encantador y hasta práctico, puesto que es hecho a partir

de los despojos de la vaca; es decir, mediante un proceso de limpieza con gas de amoniaco

los tendones, huesos pequeños, cartílagos, parte del pellejo, etc., quedan a disposición de

una ultra - procesadora que deja la mezcla lista para empacarse como carne de restaurantes

tan famosos como la cadena de hamburguesas

McDonald’s. Lo controversial del caso surge a raíz

de que en plena televisión el cocinero realiza este

mismo proceso frente a niños y frente a todo el

público en casa, dejando en estado de shock a la

Ilustración 3 Jamie Oliver haciendo Pink Slime.


Sacado de: https://www.food24.com/jamie-
oliver-being-sued-for-1-2bn/
sociedad, no tanto a los niños, porque ellos simplemente querían sus Nuggets y con gusto

se los pidieron a Oliver.

El hecho resultó en una gran controversia que atravesó a las distintas fábricas productoras

de la “Baba Rosa”, muchas de estas perdieron clientes: en el caso específico de

McDonald’s simplemente dejaron de comprar el relleno de sus hamburguesas en estos

lugares debido a todo lo mostrado por los medios. Hay diferentes puntos de cómo se puede

condenar o relativizar este evento: el radical en contra de la industria cárnica enfatizaría en

el cese a la total o parcial (recordemos las granjas que producen carne orgánica, es decir,

que la vaca tiene un cuidado mucho menos industrializado al de un matadero) producción

en masa de la carne, de este modo condenando el ultra - procesamiento de la “Baba Rosa”.

Por otra parte, el punto de vista de la mitad optaría por que se deje de producir este

alimento, mas, no condenaría el consumo de animales y esta misma persona seguiría

consumiendo carne. Finalmente, el radical opuesto formularía las defensas a la “Baba

Rosa”: este producto nunca enfermó o mató a ninguna persona; dejar de producir este

producto dejaría a miles sin empleos; la “Baba Rosa” hace que usemos todas las partes del

animal con el fin de que haya un consumo total de este (argumento parecido al del cocinero

Fergus Henderson, que tiene una frase famosa que es “from nose to tail” de su libro The

Whole Beast (2004)); y, por último, este producto alimenta a un menor precio a millones de

personas que gustan de la carne (Wheeler, 2012).

Los debates que se formulan en este caso son inmensos, sin embargo, quiero enfocarme en

la producción de este producto a la luz de algunos autores. Todo comienza por la crianza en

cautiverio de las vacas (digo en “cautiverio” porque los mataderos que manejan las grandes

industrias parecen campos de exterminio al peor estilo de Treblinka solo que para
animales), alimentándolas a punta de maíz, grano que les resulta difícil de digerir, pero que

las engorda fácilmente, entonces es mejor para la industria. Una vez cumplen el tamaño

requerido, las vacas van directo al matadero, lo que ocurre allí ya lo da por sentado el

nombre del lugar. Después, el carnicero debe ser hábil en despostar la vaca en las partes

que conocemos: bifes, lomos, piernas, etc. No obstante, si bien esos cortes son llevados

para consumo humano, aquí hay una diferencia en las producciones de algunos mataderos,

los cuales llevan lo “sobrante de la vaca” (tejidos, pezuñas, cartílagos, huesos pequeños) a

fábricas que vuelven estas partes comida para otros animales mediante los concentrados, o,

Ilustración 4 Baba Rosa. Sacado de:


https://www.elmercurio.com/campo/Registro/Login.aspx?
urlBack=/Campo/Noticias/Noticias/2012/04/09/Hidroxido-
Ilustración 5 Publicidad de McDpnald's. Sacado de-amonio-aliado-o-rival-de-la-carne.aspx
de:
https://blogs.baruch.cuny.edu/tallerentraduccion/
?p=417
en nuestro caso pertinente, terminan en baños de amoniaco y luego en la ultra - procesadora

para las productoras de la “Baba Rosa”.

Lo interesante de este caso es cómo algo que nosotros deseamos como lo es una

hamburguesa, suculenta, llena de salsas, papas y una buena gaseosa (preferiblemente Coca

Cola) termina siendo hecho por algo repulsivo como lo son los despojos de la vaca
contaminado con químicos que no sabemos si nos harán daño en un futuro. La creatividad

de la industria desborda el río de eufemismos con el que etiquetan los productos: la “Baba

Rosa” no se llama así en el empaquetado, se llama “Carne Magra Ultra Granulada”. Bajo

este seudónimo la venta de este producto se dio y quizás se sigue dando en gran parte de las

comidas congeladas y ultra – procesadas de Occidente: hamburguesas, Nuggets,

albóndigas, pastas rellenas de este producto, entre otros; son elementos vistos ya

empaquetados con etiquetas ilusorias que nos dicen “100 % carne magra”, pero ¿Qué clase

de comida realmente venden omitiendo las etiquetas? ¿qué le estamos aportando a nuestro

cuerpo al ingerir estos alimentos ultra - procesados? ¿cómo el sistema de mercado busca

eufemismos para venta de productos que tienen un origen ético cuestionable?

Estas y más preguntas podemos formular frente a cómo el sistema de mercado nos entrega

un producto bajo etiquetas ilusorias y cómo nosotros inmersos en la ideología operante y

constante (Zizek, Ideología: un mapa de la cuestión, 1994)dejamos que nuestro deseo y

necesidad de ingerir alimentos o bebidas a un precio bajo, tiene como resultado que este

producto siga en la venta solo con un nuevo nombre para disimular el origen verdadero del

alimento. Caso parecido el que les comentaba al inicio de este ensayo con la película

Soylent Green, donde las personas inmersas en esa realidad optan por comer lo que “haya”.

En este sentido, nuestra realidad tiene semejanzas con la película. Ahora, la realidad se

puede entender de muchas formas “lo que vemos, lo que percibimos, lo que pensamos que

vemos, lo que vemos cuando pensamos”. Sin embargo, con ayuda de Zizek, la puedo

entender como movimientos externos/internos, en personas, de fenómenos, conceptos y

enunciados regidos bajo el valor hegemónico y social de la ideología. Realidad que tiene
elementos ilusorios, es decir, contiene ropajes de mentira en lo real de los fenómenos,

conceptos y enunciados (Ibidem).

Dicho esto, la ideología opera en una realidad llena de movimientos constantes y fuera de

eso esta tiene ropajes de mentira en muchas cosas que nos ofrece, dado a que estamos

situados en un contexto de hipercapitalismo (Han, 2017) social donde cada persona puede

ser jefe y jeje de su propia persona, “controlando” así su nivel de rendimiento, mas,

ignorando su estado emocional. De ahí que, estemos en una realidad que desborda a la

persona agotada y llevada del trabajo, que simplemente quiere y anhela una buena

hamburguesa al fin de la semana, esta vez con una o dos cervezas.

Esta hamburguesa se puede conseguir en un restaurante a la medida del capital de la

persona, o la puede conseguir ya sea congelada o molida en la carnicería más cercana. Creo

que el punto aquí es que muchas personas pagan un producto sin saber bien qué origen

tiene ese producto, una frase clara de Zizek es “ellos saben que lo hacen y aun así lo hacen”

(El sublime objeto de la ideología, 2003, pág. 57). Nosotros actuamos bajo el régimen de

nuestras propias decisiones “cínicas”, que están influenciadas bajo la ideología operante en

la realidad. Por lo tanto, si yo quiero comer como superación a una necesidad básica del ser

humano y como deseo de un alimento en mi estómago, pues me alimento, pero es mucho

más complejo, no solo por todas las relaciones de capital para poder conseguir comida, sino

porque: yo sé que como y creo saber qué como, o, sabemos que comemos, mas, no sabemos

qué comemos. Dicho acto de comer opera bajo los parámetros de la ideología donde

permanece la ilusión de lo que verdaderamente estamos consumiendo: podemos estar

comiendo una hamburguesa de carne con papas y gaseosa; no obstante, puede que esta esté

realizada de “Baba Rosa” con queso cheddar procesado, y con una gaseosa hecha con aguas
sucias y contaminadas, no por el azúcar, sino desde su origen en cuerpos de agua. Caso

parecido sucede con las salchichas o los “hot dogs”, “panchos” o “perros calientes” en los

cuales no se sabe con certeza de qué rayos está hecha la salchicha, por ende, pregunto ¿Qué

carajos estamos comiendo? Y quizás formulo esta pregunta solo a omnívoros, pero esto va

más allá, unas proteínas de soja que consumen tanto los vegetarianos como los veganos,

tiene un origen de dudosa procedencia, puede que digan que está fabricada de soya, lo cual

puede que sea cierto, sin embargo, me refiero a la cantidad de aglutinantes y químicos que

utilizan para conseguir la textura deseada. Sabemos que tenemos la necesidad y el deseo de

comer, pero no sabremos con certeza qué rayos comemos, o por lo menos, no lo sabremos

en su totalidad. Por ende, comprendiendo a Zizek y al desarrollo puedo afirmar que la

comida como fenómeno que opera en la realidad también tiene ropajes de mentira, creando

así una versión ilusoria de lo que realmente es.

La magia de la industria hace que un objeto repulsivo de indeseable se vuelva deseable y

esto es debido no solo al maquillaje ilusorio del producto, sino a cómo este alimento es

distribuido, desde su nombre que es un eufemismo: “Carne Magra Ultra - Granulada”, hasta

la etiqueta que lleva con este mismo eufemismo y que una vez bien empaqueta es recibida

con los brazos abiertos por las cadenas de restaurantes dispuestas a pagar menos con tan de

ser más rentables. En este marco, es importante mencionar el poder de la publicidad ya que

tal como lo menciona el sociólogo británico Mike Featherstone, esta tiene la capacidad de

explotar significados románticos, exóticos, bellos, deseosos, plenos o familiares de un

producto (1991). Por ejemplo, la hamburguesa McDonald’s siempre se le ha relacionado

con una hamburguesa rápida y efectiva para salir rápido del deseo y necesidad del hambre,

por otro lado, su diseño como franquicia tiene colores muy vivos que atraen, además, de
productos que sirven como imán de infantes, como lo son la “cajita feliz” con su premio

por comprarla. Su publicidad exagera el tamaño de sus hamburguesas, muestra cómo son

las más suculentas y sabrosas del campo gastronómico, pero muchas personas cuando

reciben el producto final quedan “decepcionadas”, aunque, dispuestas a probar otros

productos por los aditamentos sus productos contienen.

En este caso se puede notar cómo hay un entramado de la industria con el fin de que las

personas consuman, pero con un consumo que no se cuestione el lugar de origen del

producto que ofrecen, un fatal “coma callado: nunca se cuestione nada; porque si cuestiona

pues lo demandamos”. Tal como lo hicieron con el cocinero Jamie Oliver, demandado por

1,2 billones de dólares, cifra irrisoria que muestra el poderío de esta industria que bien

puede ser cárnica, pero que tiene de clientes a miles de cocinas en el mundo, que a

sabiendas de la adquisición de la “Baba Rosa” igual decidieron ofrecerla a sus

consumidores. Fuera de esto, hay que ser honesto y la posibilidad de que los directivos que

asumieron la creación de este producto, quizás nunca lo hayan probado en su vida, lo más

probable es que vayan a los mejores restaurantes que debido a su precio exorbitante

ofrezcan los alimentos conforme lo que son realmente. Así pues, puedo afirmar que existe

una distinción, entendida como aquellas prácticas culturales que muestran las distinciones

entre las clases y grupos sociales (Canclini, 2006). En esta definición, se puede encontrar

una clave para entender cómo la hegemonía de la industria produce este alimento barato

para el consumo masivo de un cierto tipo de personas con un cierto tipo de capital, pero

donde sus ejecutivos se cuidan mucho de lo que ellos consumen, debido a que esta “Baba

Rosa” es para las personas del común.


Ahora, a partir de lo dicho, ¿por qué este es un producto estrella/estrellada? Y ¿por qué la

gastronomía tiene un encanto discreto? En primer lugar, considero que este producto es

fantástico de dos formas, la primera: en el sentido de que es barato y que la industria pudo

mantenerlo en secreto por mucho tiempo, consiguiendo buenos beneficios económicos

gracias a este. La segunda: en el sentido de que mantuvo su ropaje de mentira de lo que

realmente era debido al maquillaje que le hizo la industria: es un alimento sacado de lo

repulsivo/barato de la vaca, consiguiendo que sea deseado por millones, ya sea por una

buena publicidad o por un estatus de la marca del local, restaurante, supermercado o cadena

de comidas. El producto es estrella porque rinde y consigue beneficios del uso total del

animal, consiguiendo un prestigio dentro de la industria. Este se estrelló por las denuncias

que hubo a partir de lo ético que es vender este tipo de productos y cómo decía al inicio, de

cómo se trata a la vaca en estos casos donde se industrializa la ganadería. Estos reclamos

llevaron a que si bien perdiera clientes igual el producto se mantuvo, por ello es una estrella

que, si bien se estrelló, la industria curó con un eufemismo “Carne Magra Ultra

Granulada”. En segundo lugar, la gastronomía, como cocinero que soy, pienso que ha ido

por rumbos muy oscuros, por el motivo de que hay restaurantes que ofrecen cualquier tipo

de comida y con cualquier calidad posible: lo único que importa es que genere ganancias,

eso es lo que es relevante. Ahora, sé que hay gastronomía que lo ve de un modo distinto

con productos orgánicos y de buena calidad, con denominación de origen. Sin embargo,

esto solo queda para las élites o personas acomodadas que puede disfrutar del alimento

“real” o de calidad. Por ello, considero que la gastronomía es un mundo que tiene mucho

encanto, pero que lamentablemente este encanto es muy discreto debido a estas dinámicas a

las que se somete, inclusive en las cadenas de franquicias: todo quedó relegado a la

masificación del consumo desbordado y de los beneficios agrandados para la industria.


Conjuntamente, las personas que consumen este producto no son culpables de nos saber su

origen, pues este trabajo no se trata de juzgar, sino de reflexionar sobre este tipo de

industrias. Las personas que lo consumen ni siquiera saben lo que consumen, inclusive

“yo” Manuel Torres, no sé lo que consumo, la industria y nosotros mismos nos alejamos

tanto de la producción de nuestros alimentos que estas son las consecuencias que tenemos

que asumir y enfrentar. Nuestra razón se encuentra dominada por la lógica del mercado, y

en este dominio, parecido a lo que Adorno Y Horkheimer postulan (1994), nuestra razón se

encuentra ciega: dejó a un lado la ilustración de su mente para dejarse someter ante estas

dinámicas de las industrias. El famoso “Sapere Aude” kantiano quedó lamentablemente

marcado por un desbordamiento de esta realidad agobiante que cansa al sujeto dejándolo

sin opción, he ahí el famoso chiste de Zizek que enmarca el pesimismo del mundo actual –

Cuando te sientas angustiado en un túnel y por fin logras ver la luz al final de este. La luz

se acerca a ti y tú a ella. De repente esta luz te atropella: es un tren que ronda en un túnel

infinito –. En este sentido, se pudo constatar que la comida que comemos tiene un origen

desconocido en su gran mayoría, eso lo sabemos, pero igual por deseo y necesidad igual la

seguimos consumiendo, porque entonces ¿cómo sobrevivimos en este mundo donde la

supervivencia es clave? Necesitamos rendir y para rendir debemos alimentarnos bien, con

lo que haya y con el capital disponible de nuestros bolsillos.

En este contexto, es difícil comprender la realidad al ser personas que deben rendir al

máximo, que en muchas ocasiones dejan a un lado el pensamiento propio y crítico, los

cuales quedan muy opacados y casi inexistentes. Considero que la comida más que un

deseo es una necesidad, no obstante, me autocritico con esta afirmación, puesto que, si bien

es una necesidad, esta puede estar sometida a dinámicas poco éticas con tal de alimentar la
mayor cantidad de personas posibles. Siempre he pensado que el mayor bienestar de las

personas está en que coman bien, tengan buena salud, vistan ropa acorde al lugar y contexto

y que tengan una vivienda digna, algo que es conocido como una vida digna. Sin embargo,

la desigualdad y falta de voluntad de las élites políticas y empresariales dejan por sentado

que “el pobre es pobre porque quiere”, mientras continúan llenándose de poder y capital. El

argumento de que la baba rosa alimenta a más personas se cae, puesto que, igual hay que

comprarlo por medio de todos los intermediarios. Además, hay que tener en cuenta, que

año tras año, cientos de toneladas de comida de calidad, en plazas y supermercados con una

mejor calidad se botan y quedan a la disposición de las dunas de basura. Comprendo que

movilizar esta comida es difícil, pero si se movilizan toneladas de otras cosas para consumo

humano ¿Por qué no movilizar comida de verdad para todas las personas? En vez de seguir

creando productos llenos de ideología que a la final solo alimentan bolsillos y no

estómagos. En conclusión, la gastronomía de la mano de la ciencia sigue avanzando, puede

que hoy en día comamos “Baba Rosa”, pero en un mañana quién sabe qué va a ser lo

próximo a comer, claramente nunca lo sabremos con certeza, ni siquiera una vez servido en

el plato, porque como afirmé en este ensayo: sabemos que comemos, mas, no sabemos qué

rayos comemos. Nuestra sensación y necesidad de hambre nunca parará y alimentarnos

puede que sea una batalla más grande en el futuro, puesto que, en la historia siempre ha

sido una guerra total.

Bibliografía
Canclini, N. G. (2006). El consumo cultural: una propuesta teórica. En G. Sunkel, El consumo
cultural en América Latina: construcción teórica y líneas de investigación (págs. 72-65).
Convenio Andrés Bello.
Featherstone, M. (1991). Teorías de la cultura de consumo. En M. Featherstone, Cultura de
consumo y posmodernismo (págs. 38-60). Buenos Aires: Amorrortu Editores.
Han, B.-C. (2017). La Sociedad del Cansancio. Barcelona: Herder.
Henderson, F. (2004). The Whole Beast. New York: HarperCollins.
Theodor Adorno, M. H. (1994). La industria cultural. Ilustracion como engaño de masas. En M. H.
Theodor Adorno, Dialética de la ilustración (págs. 165-212). Valladolid: Trotta.
Wheeler, B. (7 de Abril de 2012). BBC. Obtenido de BBC:
https://www.bbc.com/mundo/noticias/2012/04/120407_salud_baba_rosa_en_la_carne_bd
Zizek, S. (1994). Ideología: un mapa de la cuestión. México: Fondo de cultura económica.
Zizek, S. (2003). El sublime objeto de la ideología. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores.

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