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ARTICLE/PHOTOCOPY ILLiad uM : 2030497 IAAL A A Lending String: *NOC.NGU,AAA.GUA VRC. VRC.ABC.KUK VWM ALM. ALM LRU.EMU.SUC.FOA Patron: Carhart, Tracy Journal Title Historia de la literatura hispanoamericana / Volume: Issue Month/Year: 1982 Pages: unknown Article Author: Article Title: Walter 0 Mignolo. Cartas. cronicas y relaciones del descubrmiento y la canquista’ OCLC Number 8858541 ILL Number: 110947344 INANE PROBLEMS: Contact ILL office Email: nocill@email.unc.edu Fax: 919-962-4451 Phone: 919-962-0077 Call #: P7081 HST 1982 Location: Davis Library In Process Date 20131108 MaxCost: 50 001FM Billing: Exempt Copyright: CCL Odyssey Borrower: NDD Shipping Address: PERKINS. DOCUMENT DELIVERY - BORROWING DUKE UNIVERSITY LIBRARY BOX 90183 DURHAM NC 27708-0183, documentdelivery@duke.edu Fax: 919-860-5964 Ariel: Odyssey: 206.107.4493, NOTICE: This material may be protected by Copyright Law (Title 17 US. Code). Cartas, crénicas y relaciones del descubrimiento y la conquista WaLteR MiGNoto Istropuccibn* La organizacién de fa prosa narrativa del Periodo colonial, en las letras hispanoameri- ‘anas, presenta un problema tipoldgico que Puede dividirse en dos instancias: la una, que orresponde a lo que aqui denominaremos Jormacién textual, pone de relieve 1o tipold- ico en el cardicter «literation o «no literarion Ge los esctitos sobre el descubrimiento y la Conquista; la otra, que corresponde a lo que agui llamaremos'tipos discursivos presenta un nivel clasificativo interno en el cual debe con- siderarse a qué tipo pertenecen los discursos actualmente —y en su generalidad— consi- derados como «crdnicas»!, Entre estas dos alternativas hay también una solucin que han practicado fa mayoria de los historiadores de las letras hispanoamericanas. Esta es la de considerar tales escritos como “cronicas literatias» y organizarlas por perio- tes. Lo que se pone en juego, en este caso, es la adecuacién de las diferentes periodizaciones Propuestas?, * Las otas a pe de pigina contemplarnsélo Ia fuente deca dein cia la biblogtalia secundaria drecameate ‘laionadacoa lo dich en la exposeio. No se data por tani, en eas nota, indicacones de cia bibbogratia de uilidad para el tema 6 para el autor. Ea sera compllada 2 la Bibograiaseleetay al inal de atu Mi agradecniento © ole n0 sla por lectures er- ‘eas de manus sino tambien por larga conserncioneh Saneaiesdrane el proweo de election "Dos jemplorilutatives de estos aspecos son los Seseses) palo eteraron detalesescion: waa esd ie, en lon primeros capiulos, hemos tenido que adtatie 2 tmuchos hombres de accion © de pensamiente que ee bietonerénica y tatados sin lntenconss antes (i ebargo, aun en esos caso, i cota lterara () de ss = Sttonestogueapreiamosy: 0) paral genera: «apartando lo que schizo cen lengua indgena yen latin (-) dos eeneos, aunque de apariencia medieval, son os que, al contac con uera realidad smencana, adquieen fuerza cradora nica y ef teatron. Enrique Anderson Inert, istonda dea Literatura Hupanoumericana, Mesixo, F/G Eel, 1967.01 pags, hy. 7 baralapetodizaconiteavay,ademis dea propuesta bo el proplo profesor Anderson Iinbert (op et5; a pro- Suesta posterior de Jost Juan Artom, Espuema Geneacenal 4s Laras Hispanoomercanas, Bogots: Caro y Cero, 2 edién 1977, donde se contiene un fesumen erica delat (pig. 36). Hay otros muchos ejemplos seme- jantes. Sin embargo, el sentido en que Cortes lovemplea para designar sus extensos informes tiene un significado contextual muy preciso: Cortés no llama asus informes «relacion» s6lo porque es un vocablo corriente en la epoca (ni menos porque desee plegarse a un «genero literario»), sino simplemente porque esta cum- pliendo con un mandato en el que s¢ le exig precisamente, hacer «entera relacién» (vol- Veremos sobre este aspecto en la segunda sec- ci6n). Cuando Diego Velisquez envia a Cortés, hacia octubre de 1518, a socorrer a Juan de Grijalba y a proseguir con la empresa iniciada en la isla Cozumel, no hace mas que cumplir con un requisito de los gobernadores hacia los, capitanes que iban a descubir, conquistar 0 poblar por cuenta y mandato de las autori- dades peninsulares. La carta de Diego Velis- quez a Cortés, dice to sig jente: ‘Trabajaréis con mucha diligencia e sol citud de inguirir a saber el secreto de las dichas islas ¢ tierras ¢ de las demés a cllas ‘comarcanas y que Dios Nuestro Sefior haya sido servido que se descubran 0 descubrie ren, asi de la manera ¢ conversacion de la gente de cada una della en particular, como delos érboles y frutas, yerbas, aves, animales, ‘0, piedras preciosas, perlas e otros metales, cespeceria e otras cualesquier cosas que de las chas islas'e tierra pudigredes saber e al tcanzar, ¢ de todo traer entera relacion pot ante eseribano (..) para que de todo yo pueda hacer enterae verdadera relacién al Rey Nues tro Sefior* Esta «orden» de Velésquez nos recuerda, por un lado, el porqué de la palabra «relacion» en. el epistolario cortesiano y, por otra, nos ‘conecta con Ia «respuesta» que constituye la “ Giada por Marcos Jiménez de a Espada, en su into- duciim a as: Relaciones ‘Geoxrdficas. de Indlas Per. Madrid, BAE, vol. 183, pig. 18. Cursivas agregades primera carta, 0 carta de «la Justicia y Regi- miento» en la cual, al comienzo, se subraya: «Bien creemos que vuestras majestades, por letras de Diego Velasquez, teniente de almi rante en Ia isla Fernandina, habrin sido in- formados de una tierra nueva (...) que al principio fue intitulada Cozumel y después la nombraron Yucatén (..)». Como asi tam- bien se explica el informe detallado de lo que ‘hay en esas tierras, al final de la primera carta; aspecto que desapareceri pricticamente del epistolario cortesiano. Con algunas excep- ciones, por cierto, como la descripcién de la «gran Temixtitan»; la cual, sin embargo, no se incluye tanto para informar lo que hay sino or las maravillas que Cortés percibe en esta ciudad. Sin lugar a dudas que estos informes auto- denominados «relaciones» se conforman al modelo epistolar. Hecho que no ha pasado desapercibido en los estudios sobre Cortés. Aunque estos estudios versan, en general, sobre su persona y los acontecimientos his- t6ricos en los que Cortés participa, no dejan de destizar observaciones relevantes para nues- tos propésitos. Se ha destacado, asf, que uno de los aspectos de las cartas son los latinismos léxicos, ademas de ciertas reminiscencias de la sintaxis latina. Lo més interesante es que estas ‘construcciones aparecen en «esa introduccién yeese final en que se despide de su emperador»; en tanto que, se agrega, «Ya en el cuerpo, eso desaparece y la frase cobra un titmo mas cas-_ tellano, mas suelto»47. Lo interesante, como deciamos, es que —no por azar— las reminis- cencias de la sintaxis latina se encuentran, pre- cisamente, en la salutatio: lo cual indica que Cortés, ai menos en este preciso aspecto, era muy consciente de las exigencias ret6ricas impuestas a la epistola- No es por casualidad cel que estos detalles se encuentren en las cartas de Cortés y no, por ejemplo, en las de Colon. Sabemos que Cortés estudié en Salamanca; sabemos que la base de toda educacién huma- nista consistia en el estudio de la retérica, la © Manuel Alcala, «Nota preliminar» a la edicion de Cartas de Relacion, México, Portia, 1960, pig. xv “Un estudio de las fOrmulas retéricas en las epistolas, principalmente en. a tadision medieval. M. Murphy. Rhetoric nthe Middle Ages. A History of Rhetorical Theory fram Saint Agustin 10 the Renaissance, Berkeley, U.C. P, 1974; sobre la salar ver pags, 205-7, 216-22. Un estudio mis especiico es Carol Dana Lanham, Saluatio Formulas ‘Latin Letersto 1200: Syniax, Style and Theory (Muachen: Bei der Arbco-Beselichalt), 1975, pigs. 22. Los tratados Sobre la episoia, basados en la rctércs, abundan todavia ‘enel Renacimiento. Citemos uno de los mis notables ejem- los: Orazio Toscanella: Applicamento de { precestt della Incentione dspestion et elocutine, che proplamente serve allo seritore dt epstole latin, t toigat, Venet, Petro de Franceschi, 1575, gramatica, la poética y la dialéctica; sabemos que los nifios aprendian a componer frases, oraciones y fibulas; y que la retorica Ad Herennium (0 el manual del catedritico de turno, forjado sobre su base) era el manual obligatorio#®. No nos equivoquemos y vaya- mos a pensar que, al fin, encontramos unos ipios aliterarios» en las epistolas de Cortés: lo que encontramos es oficio: 0, si se quiere, arte en el sentido que la palabra tenia en el siglo xvi50, Por otra parte, la prosa més suelta y el ritmo mas castellano de la frase, que se ha seftalado para la narracién, seguramente se debe al hecho de que Cortés no disponia de ningin texto anterior al cual seguir. No obstante, el cuidadoso entretejido de la narracién nos sugiere, una vez mas, el buen uso que Cortés sabia hacer de su aprendizaje y dominio de la actividad verbal. Una detenida lectura de las cartas nos muestra que Cortés (sin entrar en un minucioso anilisis retérico de su compo- sicién) se esforzaba por no dejar «cabos suel- tos», ni en los parrafos ni en la totalidad de-las cartas: del parrafo a la carta, y de una carta a las anteriores, siempre encontramos las indicaciones necesarias para no perdernos en la organizacién de lo narrado: la materia (po- driamos arriesgar haciendo uso de la termino- logia retérica) es cuidadosamente controlada por la res: y a ello sirven los diversos niveles de la dispositios!, En el parrafo, para ilustrar brevemente, Cortés abunda en morfemas co- nectivos y en elementos anafdricos que re- toman, a cada instante, lo dicho anterior- ‘mente. En la totalidad de la carta, emplea-el apelativo epistolar («En los capitulos pasados, ‘muy poderosos Sefior...»): los indicadores tem- porales y espaciales («Y ‘el dia que el dicho alguacil mayor y yo con la gente llegamos a fa ciudad de Cempoal, donde el dicho Narvaez y su gente estaba aposentada», pg. 39): los constantes reenvios a lo dicho en otras réla- ciones («En la otra relacién, muy catélico Sefior...», pig. 55; «En la otra relacién, ‘muy venturoso y excelentisimo Principe...», pig. 58), organizando la materia de un modo claro; mostrando asi no sélo la necesidad y obli- gacién de informar, sino también el conoci- miento en el manejo del instrumento.«lin- “© Vease Ajo y Sainz de Zia, C. Maria, Historia de las Universidades'Hispanicas, Madrid, La Normal, 1957 “0'Se consultard con provecho, sobre este punto, el ar- ticulo de Paul Oskar Kristeller, «The Modern System of the AArisn en su Renaissance Thought If, Nueva York, Harpet and Row, 1965, pags. 161-227 St Para estas nociones remito a H. Lausberg, Manual de Retirca Literaria Madsid, Gredos, 1966, pigs. 99-106; 367, (tomo 1, (version espafols de José PErez Riesoo) 67 idistigo». Lleva sin dudas la razon A. Reyes’? Cuando objeta a quienes ven el apresuramiento del hombre de armas transparentarse en rasgos rapidos y entrecortados de sus cartas y sos- tiene que, todo lo contrario, sus «relaciones» ‘muestran una clara conciencia en el manejo de la materia verbal, Informes que son el cumplimiento de una obligacién (utraer entera relacién»), el epis- tolario cortesiano es, ademas, ejemplo del ejercicio de un tipo discursivo privilegiado por Jos «humanistas» y que, por lo tanto, era parte biisica de la educacién por la cual pasa Cortés ‘en las aulas de Salamanca. Pero sabemos tam- bien que en esa estructura educativa el arte de bien decir», regulado pot la retérica, se diferencia del «arte de imitar», regulado por la Pedro Martir de Angleria que, desde la edicidn de 1530, conocemos por Décadas del Nuevo Mundo’, cubre —en 10 que concierne al referente— tanto los aspectos del descubrimiento como los de la conquista. Enel aspecto pragmatico, Angleria se encuen- {a en una situacién muy distinta al del epis- {olario de Colén 0 de Cortés: no sélo que las cartas las envia desde Espafia a sus cofrades italianos sino que, también, sus eseritos son ecartas sobre cartas» que recibe en «paquetes» ¥ que resume en los «libros» de sus décadas, El mismo Angleria, hace explicita la «moti- vacin» de sus década: Desde el primer origen y designio reciente ‘de acometer Colon esta empresa del Océano, amigos y principes me esimulaban con cartas ‘desde Roma a que escribiera lo que habia sucedido; pues estaban lenos de suma admi- raciOn al saber que se habian descubierto ‘nuevos terttorios y nuevas gentes, que vie vian desnuda y a fo natural, y asi tenian ardiente deseo de saber estas cosas (pig. 105), Reficiéndose a Ascanio Sforza, cardenal vice- ‘cancillery principal motivador del epistolario (a quien, ademas, esti dirigida la primera carta impresa en el Opus Epistolarum’s), © A. Reyes Letras de le Nuevo Espa, México, F.C. 1948, pag 7 m ' Be Orbe Novo, Akal de Henares, 1503. Empleamos 4a segunds odicion castllana (a primera de 1892), «Ver- {ida del atin ala eng castellana por el Dr. D.Joagun ‘Torres Asensio quien diols ls prenss como homenaje al cuanto centenario del Descubrimiento, Buenos Aires, Angleria anota que «su autoridad no me dejaba dormir, y me hacia manejar asiduamente la pluma. A el le habia dirigido dos libros ante- ores de esta. Década, a mas de otras muchas cosas que algiin dia’ veris de mis comen- tarios [el «veris» remite a Inigo Lopez de Mendoza, destinatario de estas palabras}, aiin no publicados. La fortuna me quito a mi el gusto de escribir, asi como derribé a As- canio del poder» (pag. 105). Las exigencias de ‘Ascanio, apagadas por las exigencias politicas, le hacen perder también a Angleria el «calor de investigar» hasta que «el afio mil quinien- tos, hallindome en la corte de Granada (..) el cardenal Luis de Aragon (..) me enseAd cartas que me dirigia el propio Rey Federico, en las cuales me exhortaba a que compilara todas las cosas que seguian a las de los dos libros dirigidos a Ascanio, pues ambos de- claraban que habian tenido en sus manos lo que yo le habia escrito al Card 108). Sigue, entonces, diciéndole a Inigo Lopez de Mendoza: «Mas ahora (supuesto que ti te has empefiado en arrancarme un ejemplar {integro de mis obras, para juntar mis libros con los voliimenes innumerables que tienes ‘en tu biblioteca) me he propuesto afiadir en breves palabras lo que se ha descubierto desde aquel afto mil quinientos hasta éste, que ¢s el mil quinientos diez» (pag. 106), En el libro X, de Ia octava década, nueva mente Angleria habla de las condiciones y ‘motivaciones de su escritura: «Mejor pucs que Ja iiltima tanda de estas cosas tan grandes la leven por delante las magnificas armadas que frecuentemente surcan el Océano, y que con ellas pare de eseribir mi ya cansada mano de- recha.» Agrega, a manera de disculpa, pero disculpa reveladora del tipo'de «libro» que son las Décadas: «ay ademés, porque, a causa de ‘otros negocios, yo no tengo libertad para po- nerme todos los dias a escribir tos sucesos de Indias: a veces me pasa en. claro un mes en teto, y pot eso todo lo eseribo de prisa y casi en confuso cuando hay lugar; y no se puede guardar orden en estas cosas porque suceden sin orden» (pag. 623). Cuando Juan Bautist fufioz35, en el xvit le reprocha a Angleria, Jo que es todavia hoy un lugar comiin, el poco cuidado que éste pone en la organizacion de la materia, seftala un aspecto cierto pero el re- proche es sin duda injusto: Mufioz se sitiia, por un lado, en un momento posterior en el que se puede pensar wen el orden de los acon- {ecimientos» y, por otro, con la plena con siencia de estar haciendo «historian y no $5 Juan Bautista Ma ero (iti Beata Moa, Mors de! Nuero Mando telatando los sucesos acontecidos a medida que Ilegan las noticias. Este aspecto es im- portante en lo que concierne a la gesta- cion de las Décadas, puesto que ellas crecen como un desprendimiento de la comin ac- tividad epistolar de Angleria y no son, re- petimos, un intencional libro de historia (vean- se, ademas de los ejemplos citados, las palabras relacionadas con el mismo tépico, en paginas 119 y 120). A un letrado humanista, como lo es Angleria, no podia escapérsele esta distincién: «Una cosa resta, Beatisimo Padre, muy digna de la Historia, la cual quisiera yo que hubiese caido en las manos de Cicerén o de Livio, mejor que no en las mias...» (pag. 185). Veamos al- ‘unos aspectos de este proceso, La carta némero 130, del Epistolario de Angleria, esta dirigida a Juan Borromeo y fechada el 14 de mayo de 1493 (tres meses después del regreso de Colon del primer viaje). Este epistolario, en la edicién que conocemos, comienza en 1488. La carta 130 se ocupa de istintos asuntos, tales como el del «atentado al Rey» que se continiia de cartas anteriores La mencién de Colin es ripida, y la carta ter- mina discutiendo la situacion politica de Italia. Veamos lo que se dice de Colén en ella: Hace pocos dias, volvid de los antipodas occidentales cierto Col6n, de Liguria, quien fa duras penas consiguié de mis reyes tres haves, porque creian quiméricas las cosas que decia. Ha regresado trayendo como pruebas muchas cosas preciosas, pero prin= Cipalmente oro que, naturalmente, se pro- duce en aquellas regiones. Pero demos de lado 4a las cosas ajenas, ilustre conde, pasémolas por alto. Cursivas agrepad: El primer libro de las Décadas esté fechado el 13 de noviembre de 1493, siete meses des- pues de la affcrior y la perspectiva ha cambiado cn forma radical. Para esa fecha se ha comen- zado ya el segundo viaje. Si seguimos la pis el comienzo del Libro Dos fechado el 20 de abril de 1494 (cuando Colén ya ha regresado de su segundo viaje), el interés ha cundido y las Décadas comienzan a crecer. Angleria co- mienza este libro diciendo: Me repites,ilustrisimo Principe, que deseas conocer las cosas del nuevo mundo que en Espaa suceden y me has insinuado que te cagradé lo que hasia ahora escribi de la primera navegacién. He aqui lo que ha ocurrido des puss. (Décadas, pig. 13). Ya no se trata de cosas que hay que pasar por alto, sino de cosa de interés, cuyo relato agrada ¥ que, por lo tanto, hay que continuar. Ademés del interés que tienén las cartas de Angleria como informes de los acontecimien- tos del descubrimiento y de la conquista, son ellas también las que ejemplifican mejor que ninguna otra la importancia que la carta, como tipo discursivo, tiene en el Renacimiento>, Asi, si para los navegantes y conquistadores la carla es la manera més prictica de cumplit con una obligacién y, por lo tanto, el medio més adecuado para hacerlo, para Angleria no s6lo es un medio sino también un fin cn la educacién humanista. Esta afirmacién la ilustra mas que bien la carta ntimeto 129, de su Epistolario. Dirigida al joven Gilberto, hijo del conde Borromeo y fechada el S de enero de 1493, el tema de esta carta es, digi- moslo asi, la carta (como tipo discursive) misma en cuanto manera de ejercitarse en las letras: Tu padre, que me escribe con mucha fre~ cuencia, me envia alguna vez que otra tus saludos, pero hasta ahora ninguna carta tuya. Por tanto, qué voy a responder, si no me han llamado? Solo puedo decirte tuna cosa: hermosa tarea es en la juventud la de provocar a los mayores en edad: de ellos pueden, en cierto modo, robar lo que hhan de escribir por su cuenta. Si por vergiien- 7a —aunque esto sea propio de gente hon- rada— no se atreven a hacerlo, adquiriran menos cultura y serin de menos ulilidad. A continuacién Angleria exhorta al joven Gilberto. a que se ejercite escribiendo (y la exhortacién alude a escribir cartas), «con fre- ‘cuencia a tantos varones cuanto en abundante niimero alimenta nuestra Ttalia, y, mediante este ejercicio, Megues a formarte una cultura», La carta no esté destinada a dar informaciones sino, para el joven, a recibirlas puesto que, ademas, este «ejercicio» —nos dice Angler

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