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Santiago | Testimonio de fe | Unoristiano quet sz nosolo piensa habla con fe, sino que | también la po genuina se ve en la tribulacién y er pruebi is. La manera como servimos.a las viudas y alos huérfanos dice mucho sobre la fe que tener manera cémo hablam pién el nivel de nuestra fe. La fe va de la mano con las obras, pues po yerfecciona lafe. Introducci6n biblica de Santiago 2g 11-18 119-226 31-56 | 57-20 ie | tame | oar | anes | atte | 486 57-20 Elin ya sintcs Late yas ovas lavidayiacomundea | many ‘Segunda | Prucbesy Ponendoen | Lee petosy | alonguay | pucteos te Fogenuha "Y venda, oracin | z ecttud Praccalate lssiauzaslesapauia Yondn cach | ne Desde mediados del afio 40, | ; anal mmeddados del fo. Vacate, hermano menorde esis ol So tae Seer ‘Santiago fue escrito para la comunidad de las doce tbus en dispersion. Sin embargo, estos estaban «en pletos debido a la aficién, las pruebas, lara y la condenacion. Ademas, tenian otros problemas, ‘como e! maltrato de los ricos de la comunidad hacia los pobres, el maltrato verbal, entre otros. ‘Santiago sefiala todas estas problemitioas y les exhorta a Ser cristianos responsables y con fe. Elinicioyla Pruebas y fe (1:1-8): la fe crece por la perseverancia en las sintesis (1:1-18) pruebas. El que resiste la prueba es perfeccionado y alcan- za madurez. Si pedimos a Dios sabiduria cuando nos falta, Fl nos la dara abundantemente y sin reproche. Pero debe- mos pedir con fe, porque el que duda es semejante a la ola del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. Pruebas y actitud (1:9-18): los creyentes de humilde con- dicién deben gloriarse en su exaltacién, porque son ricos espiritualmente. Por otto lado, que los ticos se glorien en su humillacién, porque las riquezas son vanas y tempora- les, Si resistimos las pruebas, estas serviran de oportunidad para dar a conocer nuestra fe. Si somos tentados, no pense- mos que esa tentacion viene de Dios, sino de nuestras pro- pias concupiscencias. Fe genuina (1:19-27): si somos prontos para oir y tardos para hablar, seremos tardos también para airarnos. Esta es la regla de oro que debe regir en toda conversacién, Cuan- 7 Gee Lavidayla comunidad (3:1-5:6) 18 sion biblic. Introd do oimos la Palabra y no la ponemos en prictica, es como si olvidaramos nuestro propio rostro, después de vernos al espejo. Bienaventurado el que es hacedor de la Palabra que oye. La piedad verdadera esta en refrenar la lengua. Un cris tiano fiel visitara a las viudas y huérfanos, y se guardara sin mancha del mundo. Poniendo en practica la fe (2:1-26): a Dios no le agrada vernos haciendo acepcién de personas por sus apariencias 0 vestimenta. Si discriminamos a alguien por su humilde con- dicién, estamos blasfemando el buen nombre del Creador. La Ley real es amar al projimo como a uno mismo. No po demos guardar solo lo que nos agrada de la Ley, sino tratar de guardarla toda. La fe genuina conlleva buenas obras. Sial arse o alimento para comer, guno necesita vestido para abri pero oramos por ellos y no hacemos nada al respecto, no es- stificado por su fe, tamos actuando con fe. Abraham fue ju s, cuando ofrecié pero su fe actué juntamente con sus obra a su hijo Isaac en el altar. Rahab fue justificada también por obras, cuando recibi6 y ayudé a los espias. Asi, pues, la fe es justificada por las obras. La lengua y la sabiduria (3:1-18): si alguno no ofende en pa- labra, éste es varén perfecto, capaz de refrenar todo el cuer- po. Los maestros, en especial, deben cuidarse de no ofender verbalmente. Asi como un pequefio timén es capaz de con- trolar una gran nav e, la lengua domina todo el cuerpo. Po- animales, pero no a la lengua. Debemos uentes con lo que decimos, porque de una fuen- demos domar a los cons te no puede salir agua dulce y amarga, De la misma manera, nosotros tampoco podemos pronunciar bendicién y maldi- cién de nuestra boca La sabidurfa se vuelve pura cuando se da en la vida pric- tica. Ei con celos y contencién en su coraz6n. La verdadera sabiduria viene del un peligro para los cristianos jactars timo es del diablo. La ia de lo alto es pura, pacifica, amable, benigna, sin hipocresia y de buenos frutos ciclo y no del mundo, porque este sabidu Los pleitos y las riquezas (4:1-5:6): las guerras y los plei- tos de una comunidad provienen de nuestras pasiones. Sino recibimos, es porque no hemos pedido; y si hemos pedido, pero no recibimos, es porque lo hemos pedido para nuestras Conclusion y ensefianzas (57-20) concupiscencias. Dios da gracia alos humildes, Si queremos vencet al diablo, debemos primero consagrar nuestra vida y luego resistir a Satanas con el poder de Dios. Si nos acerca- mos a Dios con humildad ¢ integridad, Fl se acercaré a no. sotros y nos exaltard a Su tiempo. No pequemos juzgando a los otros. El que juzga al hema no, juzga a la Ley; y entonces, ya no somos hacedores de la Ley, sino jueces. Solo Dios es el dador de la Ley y Juez sobre el mundo. A Dios no le agrada vernc s juzgar al projimo. iI necio priotiza sus riquezas, confia en las cosas materia- les y pone su esperanza en ellas, sin saber lo que le puede acontecer en el dfa de mafiana. Todo lo que nos sucede en el dia no es conforme a nuestra voluntad, sino a la del Se- greda Su voluntad es pecado. Los ricos deben entender que sus riquezas son temporales fior. Y lo que hagamos que t yer darse de no cometer ninguna injusticia. Segunda venida, oracién y salvacién (5:7-20): los cris tianos esperamos en la segunda venida del Seftor. Como el agricultor espera que llegue el tiempo de la cosecha con pa- ciencia, también nosotros anhelamos el regreso de Jestis y, cada dia, tenemos nuestra esperanza puesta en cllo. No debe- mos murmurar ni quejarnos con otros, para no ser juzgados. Tomando como ejemplo a los profetas que han soportado la afliccion con paciencia, pongamos nuestros ojos en el Seftor, quien nos colmara con las bendiciones celestiales después de las pruebas. Esa debiera ser la fe de todos nosotro vimos en los ultimos tiempos. pues vi- ‘También debemos cuidarnos de lo que decimos y no co- meter la necedad de jurar por el cielo o por la tierra. Que nuestro si sea si, y nuestro no sea no. Ademas de esto, Ja- cobo hace énfasis en el poder de la oracién, Debemos orar en la afliccién y cantar alabanzas cuando es Si algin miembro de la comunidad Mega a estar enfermo, debemos visitarle, orar por él, confesando nuestros peca- dos ¢ interceder por su sanidad. La oracién del justo puede mucho, como la oracién de Elias. Nuestra vida debe estar tamos alegres enfocada en la salvaci6n de las almas. La sabiduria esta en hacer todas las cosas para salvar a las almas. Si alguno toma el camino errado, procuremos hacerle volver a la verdad. 19

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