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Antonio Gramsci Notas sobre Maquiavelo, sobre fa politica y sobre el Estado moderno Madnd Ediciones Nueva Vision Buenos Aires El realismo politico “excesivo” (por consiguiente superficial y meciinico) conduce frecuentemente a afirmar que el hombre de Estado debe operar sdlo en el dmbito de Ia “realidad efectiva’, no interesarse por el “deber ser” sino tinicamente por el “ser”. Lo cual significa que cl hombre de Estado no debe tener perspectivas que estén més allé de su propia nariz. Este error condujo a Paolo Treves a encontrar en Guicciardini y no en Maquiavclo el “poli tico verdadero”. Es necesario distinguir no sélo entre “diplomético” y “politi- co”, sino también entre cientifico de la politica y politico de accién. El diplomatico no puede dejar de moverse tinicamente en la reali- dad efectiva, porque su actividad especifica no es crear nuevos equilibrios, sino conservar dentro de ciertos cuadros juridicos tun equilibrio existente. Asi también e' cientifico debe moverse s6lo en la realidad efectiva en cuanto mero cientifico. Pero Maquiavelo no es un mero cientifico; es un hombre de partido, de pasiones po- derosas, un politico de accién que quiere crear nuevas relaciones de fuerzas y no puede por ello dejar de ocuparse del “deber ser”, no entendido por cierto en sentido moralista. La cuestién no debe por consiguiente ser planteada en estos términas. Es mucho més com- pleja, Se trata de analizar si el “deber scr” ex un acto necesario 0 arbitrario, es voluntad concreta 0 veleidad, desco, suefio en las nu- bes. El politico de accidn es un creador, un suscitador, mas no erea de la nada ni se mueve en el turbio vacio de sus deseos y suedos. Se basa en la realidad efectiva, pero, zqué es esta realidad efectiva? Es quizas algo cstatico e inmévil y no sobre todo una relacién de fuerzas en continuo movimiento y cambio de equilibrio? Aplicar la voluntad a la ereacién de un nuevo equilibrio de las fuerzas realmente existentes y operantes, fundandose sobre aquella que se considera progresista, y reforz4ndok: para hacerla triunfar, es mo- verse siempre en cl terreno de la realidad efectiva, pero para dominarla y superarla (0 contribuir a cllo). El “deber ser” es por consiguiente lo concreto 0 mejor, es la Gnica interpretacién realis- ta c historicista de la realidad, la Gnica historia y filosoffa de la accién, la tinica politica, La oposicién Savonarola-Maquiavelo no es la oposiaén entre ser y deber ser (todo el parigrafo de Russo sobre este punto es pura literatura), sino entre dos dcber ser, el abstracto y difuso de Savonarola y el realista de Maquiavclo, realista aunque no haya devenido realidad inmediata, ya que no se puede esperar que un 50 individuo 0 un libro cambien la realidad sino s6lo que la interpre- ten e indiquen una linea posible de accién. El Iimite y Iz angustia de Maquiavelo consiste cn haber sido una “persona privada”, un eseritor y no el Jefe de un Estado 0 de un ejército, que siendo una sola persona tiene sin embargo a su disposicién las fuerzas de un Estado 0 de un ejército y no Ynicamente ejézcito de palabras. No por ello se puede decir que Maquiavelo fue también un “profeta desarmado”, pues eso seria hacer del espiritu algo barato. Maquia- velo jams afirmé que fueran sus ideas o sus propésitos los de cam- biar 4 mismo Ja realidad, sino unica y coneretamente los de mostrar cémo deberian haber actuado Jas fuerzas histéricas para ser eficientes. Andlisis de las situaciones. Relaciones de fuerzas. Un estudio sobre la forma on que es preciso analizar las “situaciones”, 0 sea Ia forma en que es preciso establecer los diversos grados de rela- ciones de fuerzas, puede prestarse a una exposieién elemental de ciencia y arte politico, entendida como un conjunto de cénones pricticos de investigacién y de observaciones particulares, utiles para destacar el interés por la realidad efectiva y suseitar intui- ciones politicas mis rigurosas y vigorosas. Al mismo tiempo hay que agregar la exposicién de lo que en politica es necesario entender por estrategia y tictica, por “plan” estratégico, por pi paganda y agitacién, por “orginica” 0 ciencia de la organizacion y de la administracién en politica, Los elementos de observacién empirica que por lo generat son expuestos en forma desordenada cn los tratados de ciencia politica (se puede tomar como ejemplo la obra de Mosca Elementi di scienza politica) en la medida en que no son cuestiones abstrac- tas 0 sin fundamento, deberfan encontrar ubicacién en los diversos Brados de las rclaciones de fuerza, comenzaudo por las relaciones de las fuerzas internacionales (donde se ubicarian las notas eseri- tas sobre lo que es una gran potencia, sobre los agrapamientos de Estados en sistemas hegeménicos y, por consiguiente, sobre el coneepto de independencia y soberania en lo que sespecta a las potencias medianas y pequefias) para pasar a las relaciones obje- tivas sociales, 0 sea al grado de desarrollo de las fucrzas pro- ductivas, a las relaciones de fuerza politica y de partido (sistemas 51 hegeménicos en el interior del Estado) y a las relaciones politicas inmediatas (0 sea potencialmente militares). ¢Las relaciones internacionales preceden o siguen (légicamen- te) a las relaciones sociales fundamentales? Indudablemente las siguen. Toda renovacién orgénica en la estructura modifica también orginicamente las relaciones absolutas y relativas en el campo in- ternacional a través de sus expresiones técnico-militares. Aun la mis- ‘ma posicién geogrdfica de un Estado nacional no procede sino sigue (légicamente) las innovaciones estructurales, ineidiendo sobre ellas sin embargo en cierta medida (precisamente en la medida en que las superestructuras inciden sobre la estructura, la politica sobre ia economia, etc.). Por otro lado, las relaciones internacionales ineiden en forma pasiva 0 activa sobre les relaciones politicas (de hege- monia de los partidos). Cuanto més subordinada a las relaciones internacionales esta la vida econémica inmediata de una nacién, tanto més un partido determinado representa esta situacién y Ia explota para impedir el adelanto de los partidos adversarios ( jre- cordar el famoso discurso de Nitti sobre Ia revolucién italiana técnicamente imposible! ). De esta serie de datos se puede llegar a In conchusién de que con frecuencia el llamado “partido del cextranjero” no es precisamente aquel que es vulgarmente indicado como tal, sino el partido més nacionalista que, en realidad, més ue a las fuerzas vitales del propio pais, representa Ia subordina- cién y el sometimiento econémico a las naciones 0 a un grupo de naciones hegeménicas."* Es cl problema de las relaciones entre estructura y superestructuras el que es necesario plantear exactamente y resolver para legar a un andlisis justo de las fuerzas que operan en la historia de un pe- iodo determinado y definir su relacién. Es preciso moverse en el Ambito de dos principios: 1) ninguna sociedad se propone tarcas para cuya solucién no existan ya las condiciones necesarias y su- ficientes 0 no estén, al menos, en via de aparicién y de desarrollo; 2) ninguna sociedad desaparece y puedc ser sustituida si antes no desarrollé todas las formas de vida que estén implicitas en sus 31 Una menolén a este elemento intemacional “represivo” de las enerstas in- temas se encuentra en los eticulos publieades por G. Volpe en el Corriere della Sera det 22 y 23 de marzo de 1999. 52 relaciones.1* A partir de la reflexién sobre estos dos cénones se puede llegar al desarrollo de toda una serie de otros principios de metodologia historica. Sin embargo, en el estudio de una estructura €s necesario distinguir los movimientos orginicos (relativamente permanentes) de los movimientos que se pueden llamar “de co- yuntura” (y se presentan como ocasionales, inmediatos, casi acci- @entales). Los fenémenos de coyuntura dependen también de movimientos orginicos, pero su significado no es de gran impor- tancia hist6rica; dan lugar a una critica politica mezquina, coti- diana, que se dirige a los pequefios grupos dirigentes y a las personalidades que tienen la responsabilidad inmediata del poder. Los fenémenos orgénicos dan lugar a la critica histérico-social que se dirige a los grandes agrupamientos, mds alli de las personas inmediatamente responsubles y del personal dirigente. Al estudiar un periodo histérico aparece la gran importancia de esta distincién. Tiene lugar una crisis que a veces se prolonga por decenas de afios. Esta duracién excepcional significa que en la estructura se Tan revelado (miaduraron) contradicciones incurables y que las fuerzas politicas, que obran positivamente en la conservacién y defensa de la estructura misma, se esfuerzan sin embargo por sanear y por superar dentro de ciertos limites, Estos esfuerzos incesantes y perseverantes (ya que ninguna forma social quem confesar jamds que est superada) forman el terreno de lo “oca~ sional” sobre cl cual se organizan las fuerzas antagénicas que ticn- den a demostrar (demostracién que en iiltima instancia se logra y ¢s “verdadera” si se transforma en una nucva realidad, si las fuerzas antagénicas triunfan; pero inmediatamente se desarrollan tuna serie de polémicas ideolégicas, religiosas, filosdficas, politi- cas, juridicas, cte., cuyo caricter concreto es valorable en la medida en que son convincentes y desplazan la anterior disposicién de las fuerzas sociales) que existen ya las condiciones necesarias y suficientes para que determinadas tazeas puedan y por consiguien- 2 “Ninguma formacién social desaparece antes de que se desarralien todas las fueraas proxuctivas que ciben dentro de ella y jamas aparecen uuevas ¥ mis altas relaciones de produccién antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre ‘inicamnente los objetivos que puede aleanzat, pues, bien miradas las cosns, vemos siempre que estos objetivos slo racen cuando ya se dan o, por lo menos, se estin gestando, las condiciones ‘materiales para su reulizacién” (Marx, “Prélogo” a la Critica de la Economia Politica) 53 te deban ser resucltas histéricamente (en cuanto todo venir a menos del deber histérico aumenta el desorden necesario y prepara catdstrofes mas graves). E] error en que se cae frecuentemente en el anilisis histéri- co-politico consiste en no saber encontrar la relacién justa entre Jo orginico y lo ocasional. Se lega asi a exponer como inmediat: mente activas causas que operan en cambio de una manera me- diata, 0 por el contrario a afirmar que las causas inmediatas son las tinicas eficientes. En un caso se tiene un exceso de “eco- nomismo” 0 de doctrinarismo pedante; cn el otro, un exceso de “jdeologismo”; en un caso se sobreestiman las causas mecénicas, en cl otro s¢ exalta cl elemento voluntarista ¢ individual. La distincién entre “movimientos” y hechos orgdnicos y de “coyuntu- 1a” u ocasionales debe ser aplicada a todas las situactones, no s6lo a aquellas en donde se verifica un desarrollo regresivo 0 de crisis aguda, sino también a aquellas en donde se verifica un desarrollo progresivo o de prosperidad y a aquellas en donde tiene lugar un cstancamiento de las fuerzas productivas. El nexo dialéctico entre Jos dos brdenes de movimientos y, en consecuencia, de investiga- cidn, cs dificilmente establecido con exactitud; y si el error es grave en la historiografia, es atin mis grave en el arte politico, cuando no se trata de reconstruir la historia sino de construir Ja presente y la futura. Son los mismos deseos de los hombres y sus pasiones menos nobles ¢ inmediatas las causas del error, en cuanto se superponen al anilisis objetivo © imparcial y esto ocurre no ‘como un “medio” consciente para estimular a la accién sino como un autoengafio. La serpiente, tanbién en este caso, muerde al char- 19 Bl hecho de no haber considerado el elemento inmecliato de los “rclacto- nes de fuerza” esta vinculado a residuos de Is concepcién liberal vulgar, de le ‘cual el sindicalismo es una manifestaciéa que crefe ser mis avanzada cuando fen realidad daba un paso atrés. En efecto, la concepcién liberal vulgar, dando importaneia a la relacién de las fuerzas politicas organizadas en las diversas formas de partido (lectores de peri6dieos, elecciones parlaimentarias y locales, organizaciones de masa de los partidos y de los sindieatos en sentido stricto) era mis avanzada que el sindicalismo que daba una importancia pri- mordial a la telacién fundamental econbmica-social y sélo a ésta. La concep- cin liberal vulgar tenia en cuenta también, en forma implicita, tales relaciones (como tantas elementos lo demuestran) pero insistia sobre todo en Ia relacién de las fuerza politieas, que exan una expresién de las otras y que en realidad Jas contenian, Estos rexiduos de la concepeén liberal vulgar se pueden hallar fen toda una serie de exposiciones que se dicen ligadas a la filosofia de la praxis y ave frcilitsron e] desarrollo de formas infantiles de optimismo y de necedad. 54 latdn, 0 sea, el demagogo es la primera vietima de su demagogia. Estos criterios metodolégicos pueden adquirir visible y didic- ticamente todo su significado si se aplican al examen de los hechos histéricos concretos. Se lo podria hacer con utilidad en el caso de los acontecimientos desarrollados en Francia de 1789 a 1870. Me parece que para mayor claridad en la exposicién seria nece- sario abrazar todo este periodo. En efecto, sélo en 1870-71 con Ia tentativa de la Comuna, se agotan histéricamente todos los gérmenes nacidos en 1789, lo cual significa que la nueva clase gue lucha por el poder no s6lo derrota a los representantes de la vioja sociedad que se niegan a considerarla perimida, sino tam- bién a los grupos mds nuevos que consideran como superada también la nueva estructura surgida de los cambios promovidos en 1789. Dicha clase dernuestra asi su vitalidad frente a lo vicjo y frente a lo més nuevo, Ademis, en 1870-71 pierde eficacia el conjunto de principios de estrategia y de tictica politica nacidos practicamente en 1789 y desarrollados en forma ideolégica alrede- dor de 1848 (y que se resumen en la férmula de “revolucién per- manente”.® Seria interesante estudiar cudinto de esta formula ha pasado a la estrategia mazziniana —en el caso, por ejemplo, de la insurreccién de Milin de 1853 y si ocurrié en forma consciente 0 no). Un elemento que muestra lo acertado de este punto de vista es el hecho de que Jos historiadores no estin en absoluto de acuerdo (y es imposible que lo estén) cuando se trata de fijar los limites del conjunto de acontecimientos que constituyen la Revolucién Francesa. Para algunos (Salvemini, por ejemplo) la re- © La expresiin “revolucién permanente” se encuentra en el Mensaje del Con- sejo Central « la Liga de los Comunistas. (Véase K. Marx, Revelaciones sobre ‘@ proceso a lor comunistas, Lautaro, 1946, pp. 201 y 209): “Nuestro deber fs el de loxtar la revoluciéa permanente” [...] “su grito de guerra debe fen permaneacis”. De esta consigna de la revolucién de 1848 “Totski partié para elaborar su teoria fundamental de la revolucida per- ‘mancate, eriticada por Gramsci en diversas partes de esta obra y en los demis Cuadernos de la cdrcel. En una nota de Passato ¢ Presente, p. 71, titulada “Pasado de la guerra de movimiento (y del ataque frontal) a la guerra de posicién, también en el terreno politico”, Gamsei considera a Trotski como “el teérico politico del ataque frontal en un perfodo en que este tipo de ataque s6lo puede conducir a la derrota”. Enemigo declarado de las revolu- iones democriticas, basadas en un ampli frente de clases, Trotski proclama a nocesidad de la revolucidn socialists mundial y combate ia tesis del “socia- lismo en un solo pais”. Al respecto, ver més adelante ol eserito de Gramsci “Intemacionalismo y politica nacional”. (N. del T.) 55 volucién se cumplié en Valmy. Francia ereé el Estado nuevo y supo organizar la fucrza politico-militar que afirmé y defendié su so- beranfa territorial. Otros consideran que la Revolucién contintia hasta Thermidor, 0 mejor, hablan de varias revoluciones (el 10 de agosto serfa una revolucién en si, etc.) El modo de interpretar a Thermidor y la obra de Napoledn, ofrece las més dsperas eontradic- ciones: gs¢ trata de una revolucién o de una contrarrevolucién? Segiin otros, In historia de la revolucién continiia hasta 1830, 1848, 1870 y aun hasta la guerra mundial de 1914. En todos estos puntos de vista existe una parte de verdad. En realidad, las contradicciones internas de la estructura social francesa, que se desarrollan des- pués de 1789, s6lo encuentran un equilibrio relativo con la tercera repiblica y Francia conoce entonces sesenta afios de vida politica equilibrada luego de ochenta afios de conmociones producidas en oleadas cada vez mas espaciadas: 1789, 1794, 1804, 1815, 1830, 1848, 1870. El estudio de estas “oleadas” de amplitudes diferentes es precisamente lo que permite reconstruir las relaciones entre estruc- tura y superestructura por un lado, y por el otro, entre el desarrollo del movimiento orginico y del movimiento coyuntural de la. es- tructura. Se puede decir, por lo tanto, que la mediacién dialéctica entre los dos principios metodolégicos enunciados al comienzo de esta nota puede encontrarse en la formula politica-histérica de la reyolucién permanente. Un aspecto del mismo problema es la Hamada cuestién de las relaciones de fuerza. Se lee con frecuencia en las narraciones his- t6ricas la expresién genérica: “relaciones de fuerza favorables, des- favorables x tal o cual tendencia”. Planteada asf, en abstracto, esta formula no explica nada o casi nada, porque no se hace més que repetir el hecho que debe explicarse presentandolo una vez como hecho y otra como ley abstracta 0 como explicacién. El error tedrico consiste, por lo tanto, en ofrecer como “causa hist6- rica” un canon de bitsqueda y de interpretacién. En la “telacidn de fuerza”, mientras tanto, es necesario distin- guir diversos momentos o grados, que en lo fundamental son los siguientes: oT) Una relaciin de Fuereas sociales estechamente ligadas a la estructura, objetiva, independiente de la voluntad de los hombres, que puede ser medida con los sistemas de las ciencias exactas o fi- 34 Clr, La Révolution Franpeise, de A. Mathiez, coleceién Armand Colin tad. east.: La Revolucién Francesa, 3 t, Labor, Bercelona, 1935. N. del TJ. 36 sieas. Sobre la basc del grado de desarrollo de las fuerzas materia les de produccién se dan los grupos sociales, cada uno de los cua- les representa una funcién y tiene una posicién determinada en la misma produccién, Esta relacién es lo que es, una realidad rebeld nadie puede modificar el niimero de las empresas y de sus emplea- dos, el ntimero de las ciudades y de la poblacién urbana, ete. Esta fundamental disposicién de fuerzas permite estudiar si existen cn la sociedad las condiciones necesarias y suficientes para su trans- formacién, es decir, permite controlar el grado de realismo y de osibilidades de realizacién de las diversas ideologias que nacie- ron en clla misma, en el terreno de las contradicciones que generé durante su desarrollo, 2) Un momento sucesivo es la relacién de las fuerzas politi- eas; es decir, la valoracién del grado de homogeneidad, autocon- ciencis y organizacién aleanzado por los diferentes grupos sociales Este momento, a su vez, puede ser analizado y dividido en diferen. tes grados que corresponden a los diferentes momentos de la con- ciencia politica colectiva, tal como se manifestaron hasta ahora en 4h historia. El primero y més elemental es el econdmico-corporati- vo: un comerciante siente que debe ser solidario con otro comer. ciante, un fabricante con otro fabricante, ctc., pero el comerciante Ro se siente atin solidario con el fabricante; 0 sea, es sentida la unidad homogénea del grupo profesional y el deber de organizarla Pero no se siente atin la unidad con cl grupo social mis. vasto. Un segundo momento es aquel en el que se logra la concieneia de la solidaridad de intereses entre todos los miembros del grupo social, ero todavia en cl campo meramente econémico. Ya en este mo. mento se plantea Ia cuestién del Estado, pero sélo en el terreno de lograr una igualdad politico-juridica con los grupos dominantes, Ya que se reivindica el derecho a participar en la legislacién y en la administracién y hasta de modificarla, de reformarla, pero en los cuadros fundamentales existentes. Un tercer momento es aquuel en el que se logra la coneiencia de que los propios intereses corpora- tivos, en.su desarrollo actual y futuro, superan los limites de la corporacién de grupo puramente econémico y pueden y deben convertirse en los intercses de otros grupos subordinados. Esta es la fase mas estrictamente politica, que sefiala el neto pasaje de la estructura a la esfera de las superestructuras complejas. Es la fase en la cual las ideologias ya existontes se transforman en “par- tido”, se confrontan y entran en lucha hasta que una sola de 87 cllas, o al menos una sola combinacién de ellas, tiende a prevalecer, a imponerse, a difundirse por toda el Area social, determinando ademis de la unidad de los fines econémicos y politicos, la unidad intelectual y moral, planteando todas las cuestiones en torno a las cuales hierve la lucha no sobre un plano corporativo sino sobre un plano “universal” y creando asi la hegemonia de un grupo social fundamental sobre una sesie de grupos subordinados. El Estado es concebide como organismo propio de un grupo, destinado a crear las condiciones favorables para la maxima expansion del snismo grupo; pero este desarrollo y esta expansin son concebidos y presentados como la fuerza motriz de una expansién universal, dle un desarrollo de todas las energfas “nacionales”. El grupo do- mninante ¢3 coordinado concretamente con los intereses generales de los grupos subordinadas y la vida estatal os concebida como una formacién y una superacién continua de equilibrios inestables (en ‘el Ambito de la ley) entre los intereses del grupo fundamental y Jos de los grupos subordinados, equilibrios en donde los intereses el grupo dominante prevalecen pero hasta cierto punto, o sea, hasta el punto en que chocan con el mezquino interés econémice- ‘corporativo. ; En Ia historia real estos momentos se influyen reciprocamente, ‘en forma horizontal y vertical, por asi expresarlo. Vale decir: segan Jas actividades econdmicas sociales (horizontales) y segan los te- rritorios (verticales), eombinandose y cscindiéndose de diversas snaneras; cada una de estas combinaciones puede ser representada por su propia expresiOn organizada, ecordmica y politica. Sin em- argo, es’ necesario tener en cuenta que estas relaciones intemnas de uu Estado-Naciin se confunden con las relaciones internacio- ales, creando nuevas combinaciones originales e historicanente coneretas, Una ideologia nacida en un pais muy desarrollado se Gifunde en paises menos desarrollados, incidiendo en el juego local de las combinaciones.* ciones ideolégico-politicas nacionales e internacionales, y con la religian bs cans, ech ten ase t Botry Chub, ts 3 Ie diplomacia de carrera, que sugieren expedientes politicos: de diversos origenes tido politico internacional que opera en cada nacién con todas sus errs entrar en la categoyia social de los “intelectuales”, cuya funcién, en scala Esta relacién entre fuerzas internacionales y fuerzas naciona- les se complica atin més por la existencia, en él interior de cada Estado, de muchas secciones territoriales, de estructuras diferentes y de relaciones de fuerza también diferentes en todos los grados (la Vendée, por ejemplo, estaba aliada a las fuerzas reaccionarias y las representaba en el seno de la unidad territoria} francesa. Del mismo modo, Lyon, en Ja Revolucién francesa, presentaba un ni- cleo particular de relaciones). 3) El tercer momento es el de la relacién de las fuerzas militares, inmediatamente decisivo segdén las circunstancias. (El desarrollo histérico oscila continuamente entre el primer y el ter- cer momento, con la mediacién del segundo.) Pero este no os un momento de cardcter indistinto e identificable inmediatamente en forma esquemética, También en él se pueden distinguir dos grados: uno militar en sentido estricto, o técnico-militar, y otro que pucde denorninarse politico-militar. En el curso del desarrollo histérico, estos dos grados se presentaron en una gran variedad de combina- ciones. Un ejemplo tipico que puede servir como demostracién-li- mite, es el de la relacién de opresién militar de un Estado sobre una pacién que trata de lograr su mdependencia estatal. La relacién no e5 puramente militar, sino politico-militar; y, en efecto, un tipo tal de opresién seria inexplicable sin el estado de disgregacién social del pucblo oprimido y la pasividad de su mayoria; por lo tanto la independencia no podra ser lograda con fuerzas puramente militares, sino militares y politico-militares. En efecto, si Ja nacién oprimida, para iniciar la lucha por la independencia, tuviese que esperar que el Estado hegemnico le permita organizar un ejército propio en cl sentido estricto y téenico de la palabra, tendria que esperar bastante (puede ocurrir que la reivindicacién de un ejérci- to propio sea satisfecha por la nacién hegeménica, pero esto signi- fica que una gran parte de la lucha ya ha sido deserrollads y vencida en cl terreno politico-militar). La nacién oprimida, por lo tanto, opondr4 inicialmente a la fuerza militar hegemdnica una fuerat que seré sélo “politico-militar’, o sea, una forma de accién politica que posea la virtud de dotcrminar reflejos de cardcter militar en el sentido: 1) de que sea eficiente para disgregar inti- mamente la eficacia bélica de la nacién hegeménica; 2) que cons- téenieos que hacen furicionar toda actividad de dieeciém, fa de encontrar los compromisas y los medios de escapar a las soluciones extremas, 59 trifia a la fuerza militar hegeménica a diluirse y dispersarse en tun gran territorio, anulando en gran parte su capacidad bélica. En el Risorgimento italiano, se evidencia la tragica ausencia de una diteceién politico-militar, especialmente en el Partido de Accién (por iieapacidad congénita), pero también en el Partido piamon- tés-moderado, tanto antes como después de 1848, no ciertamente por incapacidad, sino por “malthusianismo econémico-politico”, esto es, porque no se queria ni siquiera mencionar la posibilidad de tuna reforma agraria y porque no se deseaba la convocatoria de una asamblea nacional constituyente 7 sélo se tendia a que la mo- narquia piamontesa, sin condiciones o limitaciones de origen po- ular, se extendiese por toda Italia mediante 1a simple saneién de los plebiscitos regionales. Otra cuestién ligada a las precedentes es la de determinar si las crisis histéricas fundamentales son provocadas inmediatamente por las crisis econdmicas. La respuesta a la cuestién esta contenida en forma implicita en los pardgrafos precedentes, donde se tratan cuestiones que no son mids que otra manera de presentar las que tratamos ahora aqui. Sin embargo, es siempre necesario por raz0- nes didécticas, dado el publico a las que estan dirigidas, examinar toda forma de presentarse de una misma cuestién como si fuese un problema independiente y nuevo. Se puede excluir que las crisis econémicas produzean, por si misnas, acontecimientos fundamenta- Jes; slo pueden crear un terreno mis favorable a la difusién de ciertas maneras de pensar, de plantear y resolver las euestiones que hacen a todo el desarrollo ulterior de la vida estatal. Por otro lado, todas las afirmaciones que conciernen a los periados de crisis o de prosperidad pueden dar lugar a juicios unilaterales. En su compen- dio de historia de la Revolucién francesa, Mathicz, oponiéndose a la vulgar historia tradicional que @ priori “encuentra” una crisis coincidente con la gran ruptura del equilibrio social, afirma que hacia 1879 la situacién econédmica era mds bien buena en lo inmediato, por lo que uo puede decirse que la catistrofe del Estado absoluto sea debida a una crisis de empobrecimiento. Es necesario observar que el Estado estaba enfrentado a una mortal crisis fi- nanciera y se planteaba la cuestién de saber sobre cual de los tres estratos sociales privilegindos debian recaer los sacrificios y las cargas para poner en orden las finanzas del Estado y del rey. Ademés, si bien la posicién econémica de Ia burguesia cra flore- ciente, no era buena por cierto la situacién de las clases popularcs 60 de la ciudad y del campo, especialmente de aquéllas, atormen- tadas por una miseria cndémica. En todo caso, la ruptura del ‘equilibrio de fuerzas no ocurre por causas mec4nicas inmediatas de empobrecimiento del grapo social que tiene interés en romper el equilibrio y de hecho lo rompe; ocurre, por el contrario, en el euadro de conflictos supetiores al mundo econémico inmediato, Vinoulados al “prestigio” de clase (intereses econdmicos futuros), ‘@ una exasperacién del sentimiento de independencia, de autono. mia y de poder. La cuestién particular del malestar o ‘econdmico como causa de nuevas realidades histéricas es un aspec to parcial de la cucstién de las relaciones de fuerzas en sus diver- sos grados. Pueden producirse novedades tanto porque una situa: cin de bienestar esta imenazada por el egofsmo mezquino de un ‘grupo adversario, como porque el malestar se ha hecho intolerable Y no se vislumbra en la vieja sociedad ninguna fuerza que sea capaz de mitigarlo y de restablecer una normalidad a través de medios legales. Se puede decir, por lo tanto, que todos estos ele- mentos son la manifestacién conereta de las fluctuaciones de soyuntura del conjunto de las relaciones sociales de fucrzas, so- bre cuyo terreno adviene el pasaje de éstas a relaciones politicas de fuerzas para culminar en la relacién militar decis Si falta este proceso de desarrollo que permite pasar de un momento al otro, y si es esencialmente un proceso que tiene por ‘etores a los hombres y su voluntad y capacidad, la situacién permanece sin cambios, y pueden darse conclusiones contradicto- rias. La vieja sociedad resiste y se asegura un periodo de “respiro”, ‘exterminando fisicamente a la élite adversaria y atertorizando a las masas de reserva; 0 bien ocurre la destruceién reefproca de las fuerzas en conflicto con lu instauracién de Ja paz de los cementerios , en el peor de los casos, bajo Ia vigilancia de un centinela ‘extranjero, Pero Ia observacién mis importante que surge a propésito de todo anilisis conereto de las relaciones de fuerzas, es la siguicnte: «que tales andlisis no pueden ni deben convertirse en fines por si nisms (a menos que se eseriba un capitulo de historia del pasado) Y que adquieren un significado sélo en cuanto sirven para justifi- car una accién prictica, una iniciativa de voluntad. Elos mues- tran cuales sun los puntos de menor resistencia donde la fuerza de Ja voluntad puede ser aplicada de manera miis fructifera, su- Bieren las operaciones ticticas inmediatas, indican cémo se puede 61 lanzar eficazmente una campasia de agitacién politica, qué lengua- je sera el que comprenderin mejor las multitudes, ete. El ele- mento decisivo de toda situacién es la fuerza permanentemente organizada y predispuesta desde hace mucho a la que se puede llevar adelante cuando se juzga que una situacién cs favorable (y Jo es sélo on Ja medida en que una fuerza semejante existe y esté impregnida de ardor combativo). Es por cllo una tarea csencial velar sistemdtica y pacientemente por formar, desasrollar y tornar cada yez mds homogénca, compacta y consciente de si misma a ‘esta fuerza. Esto se ve cn la historia militar y en el cuidado con que ten todas las épocas los ejércitos fueron preparados para iniciar una guerra en cualquier momento. LLos grandes Estados han Tlegado a serlo precisamente porque en todo momento estaban preparados para insertarse cficazmente en las coyunturas internacionales fa- vorables y éstas Jo eran porque ofrecian la posibilidad conercta de insertarse eficazmente cn ellas. Observaciones sobre algunos aspectos de la estructura de 1s par- tidos politicos en los periodos de crisis orgdnica. En cierto mo- mento de su vida historica, los grupos sociales se separan de sus partidos tradicionales. Esto significa que los partidos tradiciona- Ies, con la forma de organizecién que presentan, con los determi- nados hombres que los constituyen, representan y dirigen, ya no son reconoeidos como expresién propia de su clase o de una frac- Gidn de clla. Cuando estas crisis se manifiestan, la situacidn inme- diata se tora delicada y peligrosa, porque el terreno es propicio para soluciones de fuerza, para la actividad de oscuras potencias representades por hombres providenciales 0 carismaticos. {Como se forman estas situaciones de contraste entre “repre- sentades y representantes” que desde el terreno de los partidos (organizaciones de partido en sentido estricto, campo cleetoral-par- lamentario, organizacion periodistica) se transmiten a todo el organismo estatal, reforzando la posicién relativa del poder de In burocracia (civil y militar), de las altas finangas, de la Iglesia y en general de todos los organismos relativamente independientes de las fluctuaciones de la opinién piblica? En cada pats el proceso ts diferente, aunque ¢l contenido sca cl mismo. Y el contenido es In erisis de hegemonia de la clase dirigente, que se produce o bien porgue dicka chase fraeas6 en alguna gran empresa politica part la 62 cual requirié 0 impuso por la fuerza cl consenso de las grandes masas (la guerra, por ejemplo), o bien porque vastas masas (espe- cialmente de campesinos y de pequcfios burgueses intelectuales) pasaron de golpe de la pasividad a una cierta actividad y plantea- ron reivindicaciones que en su cadtico conjunto constituyen un revolucién. Se habla de “crisis de autoridad” y esto es justamente la crisis de hegemonia, o crisis del Estado en su conjunto. La crisis crea peligrosas situaciones inmediatas porque los di- versos estratos de la poblacién no poseen la misma capacidad de orientarse répidamente y de reorganizarse con el mismo ritmo. La clase dirigente tradicional, que tiene un numeroso personal adies- trado, cambia hombres y programas y reasume el control que se le estaba escapando con una celeridad mayor de cuanto ocurre en las alases subalternias; si es nevesaria hace sactificios, se expone a un Dorvenir oscuro cargado de promesas demagégicas, pero se man- tiene en el poder, Jo refuerza por el momento y se sirve de él para destruir al adversario y dispersar a su personal directivo que no puede ser muy numeroso y adiestrado. El pasaje de las masas de thuchos partidos bajo la bandera de un partido inico, que represen- ta mejor y resume las necesidades de toda la clase, es un fenéme- no organico y normal, aunque su ritmo sea rapidisimo y casi fulminante en relacién a las épocas tranquilas. Representa In fusién de todo un grupo social bajo una direcefén ‘nica considerada como Ja Ginica capaz de resolver un grave problema existente y alejar un peligro mortal. Cuande la crisis no encuentra esta solucién orgéni- ‘ca, sino la solucién del jefe carismatico, ello significa que existe un equilibrio estatico (cuyos factores pueden ser eliminados, prevale- ciendo sin embargo la inmadurcz de las fuerzas progresistas), qu ningtin grupo, ni el conservador ni el progresista, tiene fuerzas como para veneer, y que el mismo grupo conservador tiene neeesi- dad de un jefe. __ Este tipo de fenémenos esta vineulado a una de las cuestiones mis importantes que conciernen a los partidos politicos: a la capa- cidad del partido de reaccionar contra el espiritu de rutina, eontra Ja tendencia a anguilosarse y a devenir anacrénico. Los partidos nacen y se constituyen en organizaciones para dirigit las situacio- nes en momentos histéricamente vitales para sus clases; pero no siempre saben adaptarse a las nuevas tarcas y a las nucvas épocas, 38 Cfr. El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte. 83 no siempre saben adccuarse al ritmo de desarrollo del conjunto de las relaciones de fuerza (y por ende de la posicién relativa de sus clases) en un pats determinado o en el campo internacional. Cuando se analizan estos desarrollos de los partidos, es preciso distinguir el grupo social, la masa de los partidos, la burocracia y el Estado Mayor de los partidos, La burvcracia es la fuerza consuetudinaria y conservadora mas peligrosa; si ella termina por constituir un cuerpo solidario y aparte y se siente independiente de 1a masa, el partido se converte en anacronica y en los momen- tos de crisis aguda desaparece su contenido social y queda como en las nubes. Véase lo ocurrido a una serie de partidos alemanes con la expansién del hitlerismo. Los partidos franceses constituyen tun campo rico para tales investigaciones: todas ellos son anacré- iicos y estén anquilosados, son documentos histérico-politicos de las diversas fases de Ja historia pasada de Francia, que repiten una terminologia envejecida; su crisis puede legar a ser adm més catastréfica que la de los partidos alemanes. Al examinar este tipo de acontecimientos no se da habitual- monte una adecuada ubicacién al elemento burocritico, civil y militar y no se tiene presente, ademés, que en tales andlisis no eben entrar solamente los elementos militares y burocraticos en accién, sino también los estrados sociales entre los cuales, en los complejos estatales que estamos considerando, se recluta tradicio- nalmente la burocracia. Un movimiento politico puede ser de caricter militar aunque el ejército como tal no participe alli abier- tamente. Un gobierno puede ser de caracter militar aunque el ejército como tal no participe en el gobierno, En determinadas circunstancias puede ocurrir que convenga no “descubrir” al ejér- cito, no hacerlo salir de la constitucionalidad 0, como se dice, no evar la politica entre los soldados, para mantener la homogeneidad entre oficiales y soldados en un terreno de aparente neutralidad y superioridad, inds allt de las facciones. Y sin embargo, es el ejército, es decir el Estado Mayor y la oficialidad, quien deter- mina la nueva situacién y la domina, Por otro lado, no es cierto que el eérito, segiin li Constitueién, jams deba hacer politica. EI cjército debe justamente defender la Constitucién, esto cs, la forma legal del Estado, con sus instituciones conexas. De alli que Ja llamada neutralidad significa solamente ¢l apoyo a la parte mis reaccionaria. Pero en tales situaciones es necesario plantear Ja euestign de esta manera para impedir que en el ejérci 64 produzcan las divergencias del pafs y desaparezea en consecuencia el poder determinante del Estado Mayor a causa de la disgregacién del instrumento militar. Todos estos elementos de obscrvacién no son, por cierto, absolutos; tienen un peso muy diferente segiin los momentos histéricos y segan los pafses. La primera investigaci6n @ realizar cs la siguiente: gexiste en algiin pais un estrato social generalizado para el cual la carrera buroeritica, civil y militar, sca un elemento muy importante de vida econémiea y de afirmacién politica (participacisn efectiva en el poder, aunque sea indirectamente, por “chantaje”)? En la Europa moderna, este estrato se puede identificar en la burguesia rural media y pequeiia, que esté msis 0 menos difundida cn los diversos paises segiin cl desarrollo de las fucrzas industriales por un lado, ¥ de Ia reforma agraria por el otro, Ciertamente, la carrera buro, crdtica (civil y militar) no es un monopolio de este estrato social. Sin embargo, le es particularmente adecuada debido a la funcién social que este estrato desemperia y a las tendencias psicolégicas que la funcién determina o favorece. Estos dos clementos dan al conjunts del grupo social una cierta homogeneidad y energia en la ditceeién y, por ende, un valor politico y una funcién frecuen- temente decisiva en el conjunto del organismo social, Tos miembros de este grupo estén habituados a mandar directamente a niicleos de hombres, aunque sean a veces exiguos, y a mandar desde un Punto de vista “politico”, no “econdmico”; es decir, que en su arte de direccién no hay una aptitud para ordenar Jas “cosas”, para ordenar “hombres y cosas” en un todo orginico, como ocurre en la produccién industrial, porque este grupo no tiene funciones econdmicas en el sentido modemo del término. Tiene una renta Porque juridicamente es propietario de una parte del suelo nacio- nal y su funcién consiste en impedir “politicamente” al campesino cultivador mejorar su propia existencia, porque todo mejoramiento de la posicién relativa del campesino seria catastréfica para su Posicién social. La miseria crénica y cl trabajo prolongado del campesino, con el consiguiente embrutecimiento, constituyen para 1 una necesidad primordial, Por ello despliega Ia méxima energia en la resistencia y en el contraataque a It menor tentativa de organizacién auténoma del trabajo campesino y a todo movimiento cultural campesino que escape del ambito de la religién oficial Este grupo social encuentra sus'limites y Jas razones de su debi- lidad intrinseea en su dispersién territorial y en la “falta de cy homogeneidad” que esti vinculada estrechamente a tal dispersin; esto explica también otras caracteristicas como la volubilidad, la multiplicidad de los sistemas ideolégicos seguides, la misma rareza de las ideologias a veces adoptadas. La voluntad esta orientada hacia un fin, pero es Ienta y necesita, por lo general, de un largo proceso pata centralizase orgunizada y politicamente. El proceso se acelera cuando la “voluntud” especifica de este grupo coincide con la voluntad y los intereses inmediatos de la clase alta; no sélo cl proceso se acclera sino que se manifiesta de inmediato la “fuer- 2a militar” de este estrato, que a veces, estando organizada, dicta su ley a Ja clase alta, al menos en lo que respecta a la “forma” de la solucién, si no al contenido. Se ven aqui actuar las mismas leyes observadas en las telaciones ciudad-campo en lo que res- peta a las clases subalternas: Ia fuerza de la ciudad se transforma automaticamente en fuerza del campo, pero ya gue en el campo los conflictos asumen de inmediato une forma aguda y “personal”, por la ausencia de margenes econémicos y de la presién normal- mente mis fuerte que se ejerce de arriba hacia abajo, en el campo Jos contraataques deben ser mas répidos y decisivos. El grupo en cuestién comprende y ve que el origen de sus males esta en la ciudad, en la fuerza de lay ejudades y por ello comprende que “debe” dictar la solucién a Jas clases altas urbanas, a fin de que el foco principal sea apagado, aunque esto no convenga de inmediato a las altas clases urbanas, ya sea porque es demasiado Gispendioso 0 porque a la larga se transforma en peligroso (estas clases parten de la visién de ciclos mis amplios de desarrollo, en Jos cuales es posible maniobrar, y no solamente del interés “ffsico” inmediato). En este sentido debe entenderse la funcién directiva del estrato en cuestién y no en un sentido absoluto; sin embargo no € poca cosa." Es preciso anotar emo el cardcter “militar” de dicho rupo social, que tradicionalmente era un reflejo espontineo de ciertas condiciones de existencia, es ahora conscientemente educado 5 Un rellejo de este urupo se ve on fa actividad ideoligica de lor intelec- tusles congervadores de dereci. El libro de Gaetano Mosca, Teorica det govern ¢ governo parlamentare (2% ed., 1925, 19 ed., 1883), puede servir de ejemplo al respectas desde 1883 Motca estaba atervorizado por un posible contacio entre In ciudad y el campo. Mosca, por su postein delensiva, (de contraataque) comprendia mejor en 1863 Ia técnica de Ta politica de las clases Subalternas que la comprensién que tenian de ella, aun muchas decenas de ‘ios después, los representantes de estas iuerzas subalternas, comprendidas fas urbane 66 y preparado en forma organica. En este movimiento consciente entran los esfuerzos sistematicos para hacer suigir y para mantener de una manera estable las diferentes asociaciones de militares en reliro y de ex combatientes de los diferentes cuerpos y armas, especialmente de oficiales, que estén ligados u los Estados Mayores y pueden ser movilizados oportunamente sin necesidad de movi- lizar el ejército de leva, que mantendria ast su caricter de reser- va de alarma. reforzada e inmunizada contra la descomposicién politica por estas fuerzas “privadas” que no podrén dejar de infhiir en su “moral’, sosteniéndola y robusteciéndola, Puede decirse que se verifica un movimiento de tipo “cosuco”, no en formaciones escalonadas a Io largo de fa frontera nacional, como ocurria con Jos cosacos zaristas, sino a Jo largo de las “fronteras” de cada grupo social En toda una serie de paises, por lo tanto, la influcncia del ele= mento militar en la vida estatal no significa sélo influcneia y peso del elemento técnicomilitar, sino también influencia y peso del es- trato social de donde el elemento técnicomilitar (sobre todo de los oficiales subaltemos) extrae su origen, Esta serie de obsexvaciones son indispensables para analizar el aspecto m mo de aquella determinada forma politica que sucle Hamarsc cesarismo 0 bona- artismo, para distinguirla de otras formas, en las cuales cl ele- roonto técnicomilitar como tal predomina bajo formas quizd més visibles y exclusivas. Espaiia y Grecia oftecen dos ejemplos tipicos, con elementos similes y disimiles. Para Espafia es necesario tener en cuenta al- Sunas particularidades: extensién del territorio y eseasa densidad de Ia poblacién campesina. Entre el noble latifundista y el eampe- sino no existe una numerosa burguesia rural; tiene, por consiguien- te, una escasa importancia la oficialidad subalterna como fuerza en si (tenfa en cambio una cierta importancia antagénica la oficia. lidad de Jas armas sabias: astilleria e ingenieros, de origen bur- gués urbano, que se oponia a los generales ¢ intentaba tener tma politica propia). Los gobiernos militares son por lo tanto gobier- nos de “grandes” generales. Pasividad de las masas campesinas como ciudadania y como tropa. Si en el ejército se verifica la dis. Bregacién politica, es en un sentido vertical, no horizontal, por la competencia de los clanes dirigentes: la tropa se separa para seguir a los jefes en lucha entre si. El gobierno militar es un paréntesis entre dos gobicrnos constitucionales; el elemento militar es la re. 67 serva permanente del orden, es una fuerza que opera de “manera pblica” cuando la “legalidad” esta en peligro. Lo mismo ocurre en Grecia, con Ja diferencia de que el territorio griego se cxtiende en un sistema de islas y que una parte de la poblacién mis enér- sgica y activa esta siempre sobre el mar, lo cual hace mas facil Ja intriga y el complot militar. El campesino griego es pasivo como cl espafiol, pero en el cuadro de la poblacién total, al ser el gricgo mas activo y enérgico y a la vez marino, es decir al estar casi siempre lejos de su centro de vida politica, la pasividad general debe ser analizada en forma diferente y la solucién del proble- ‘ma no puede scr la misma (los fusilamientos de los miembros de in gobierno derrocado, ocurridos en Grecia hace algunos aiios, dcben ser explicados quizis como un arrebato de edlera de este clemento enérgico y activo que quiere dar una leceién sangrienta) Debe subrayarse especialmente el hecho de que en Grecia y en Espafia la experiencia del gobierno militar no ha creado una ideologia politica y social permanente y orgdnica desde un punto de vista formal, como ocurre en cambio en los paises potencial- mente bonapartistas, por asi decir. Pero las condiciones histéricas generales de los dos tipos son las mismas: eqquilibrio de los grupos urbanos en Iucha, Jo cual impide cl juego de la demoeracia “nor mal’, el parlamentarismo; es diferente, sin embargo, Ta influencia del campo en este cquilibrio. En Tos paises como Espaiia, el cam- po, completamente pasivo, permite a los generales de la nobleza terrateniente servirse politicamente del cjército para restablecer el equilibrio amenazado, 0 sca la supremacia de las clases altas. En otros paises, cl campo no es pasivo, pero sti movimiento, desde cl punto de vista politico, no esté coordinado con cl movimiento urbana: cl ejéreito debe permanecer ncutral ya que es posible que de otra manera se disgregue horizontalmente (permaneceré ncu- tral hasta cierto punto, se entiende), y entra en cambio en aceién Ja clase militar burocratica, que, con medios militares, sofoca el movimiento del campo (mAs peligroso en lo inmediato). Tal sector Jogra en esta lucha una cierta unificacién politica ¢ ideoldgica, encuentra aliados en kas clases medias urbanas (inedias en sen- tido italiano) reforzadas por los estudiantes de origen mral que stin cn Ia ciudad, impone sus métodos politicos « las elases altas, que deben hacerle muchas concesiones y permitir una determinada legislacién favorable; Jogra hasta cierto punto impregnar al Estado ir una parte del personal dirigente, con- de sus intereses y sustit 68 tinuando armado bajo el desarme general y amenazando con cl pe- ligro de una guerra civil cntre sus tropas y el ejército de leva si la clase alta muestra demasiada veleidad de resistencia. Estas obser- vaciones no deben scr conéebidas como esquemas rigidos, sino Unicamente como criterios pricticos de interpretacién histérica y politica. En los anilisis concretos de Ios acontecimientos reales Jas formas histérieas estan bien caracterizadas y son casi “{inicas”. César representa una combinacién de circunstancias reales muy. diferentes de les representadas por Napoleén I, asi como las de Pri- mo de Rivers difieren de las de Zivkovitch, ete. En el andlisis del tercer grado o momento del sistema de las relaciones de fuerzas cxistentes cn una situaciém determinada, se puede recurrir con utilidad al concepto que, en la ciencia militar, se denomina “coyuntura estratégica’, 0 sea, con mayor precisién, el grado de preparacin estratégicu del teatro de Ta lucha, uno de cuyos clementos principales esti dado por Jas condiciones cuali- tativas del personal dirigente y de las fucrzas activas que se pueden Tamar de primera Jinea’(comprendidas también las de asalto). El grado de preparacién estratégica puede dar la vietoria a Fucrzas “apurentemente” (es decir cuantitativamente) inferiores a las adversarias. Se puede decir que In preparacién estratégica tiende a redneir a cero los lamados “Factores imponderables”, esto es, las reacciones inmediatas y sorpresivas de parte, en un momento dado, de las fucrzas tradicionalmente inertes y pasivas. Entre los ele- mentos de la preparacién de une coyuntura estratégica favorable Acben inchuirse justamente aquellos considerados cn las observa ciones sobre Ix existeneia y It organizacion de un grupo militar nto al oxgunismo téenico del ejército nacional.” 28 A propdsito del “yrupa militar” es interesante lo que eseribe T. Tittoni en los “Hicord) persanali di politica interns”, Nueca Antotoytia, 8-16 de abil de 1929, ‘Fitton’ enents que Ts meditado Sobre el hecho de que para reusie a la fuerze piblian nevesar hhacer frente a los tusunltos surgides en un Tocalidad, era necessrig. des mes: durante ky seins ej de junio de 1914, para rey es de Ancona se habia desguarnecida a Ravenna, conde Inexo el prefecto, privado de la fuera piiblica, tavo au fencerrarse en la prefectura, ahundonandly ka cinad a los revaltosay "Muchas veces me prewnaté qué hubris podide hacer el yobiema sian movinvienta revolucionario hubiese surgido simultineamente en toda la peninsula.” Tittont Propone al gobierno el eniolamicnto de las “voluntarios del arden’, ex combi tientes organizados por oficioles retirades. Bl proyecto de Titton’ pareeié digna n, pero no tuve contintsidores, 69 | Otros elementos pueden ser claborados partiendo de este frag mento del discurse pronunciado en el Senado el 19 de mayo de 1932 por el Ministro de Guerra, general Gazzera (cfr. Corriere della Sera del 20 de mayo): “El xégimen disciplinario de nuestro ejército, gracias al fascismo, aparece hoy como norma directiva que tiene valor para toda la nacién. Otros ejércitos han tenido y todavia conservan una disciplina formal y rigida. Nosotros tene- mos siempre presente cl principio de que el ejército esié hecho para la guerra y que para ella debe prepararse; Je disciplina de paz debe sei, por consiguiente, la misma que la de tiempo de guerra, encontrando esta cltima su fundamento espiritual en la Gpoca de paz. Nuestra discipliaa se basa en un espiritu de cohe- sién entre los jefes y los simples soldados que es fruto espontineo del sistema seguida. Este sistema ha resistido magnificamente durante una larga y durisima guerra hasta la victoria; es mérito del régimen fascista haber extendido a todo el pueblo italiano una j6n disciplinaria tan insigne. De la disciplina tradi de cada uno depende el éxito de la concepcién estratégica y de las operaciones thcticas. La guerra ha enseiiado muchas cosas y entre ellas que hay una separacién profunda entre la preparaciéa de paz y la rea~ Tidad de la guerra. Es cferto que enalquiera que sea la preparacién, Jas operaciones iniciales de la campafia ponen a los beligerantes ante problemas nucvos que dan lugar a sorpresas de ambas partes. No es preciso sacar de esto la conehisién de que no sea stil tener una concepeién a priori y que de la guerra pasada no se puede derivar ninguna ensefianza. Se puede obtener de ella una doctrina de guerra que debe ser entendida con disciplina intelectual y como medio para promover modes de razonamiento no discordantes. una uniformidad de lenguaje ta que permita a todos comprender- se y hacerse comprender. Sia veces la unidad de doctrina amena- 2 degenerar en esquematismo, se reaccioné de inmediato, impr miendo 2 In tdctica una répida innovacién, que cra requerida, también por los adelantos técnicos. Tales reglamentaciones, por consiguiente, no son estiticas, ni tradicinnales como ereen alunos. La tradicién sdlo es considerada como fuerza y los reglamentos cs- tén siempre en curso de revisién no por un deseo de cambio, sino para poder adecuarlos a la realidad”. (Un ejemplo de “preparacién de la coyuntura estratégica” se puede cneontrar en las Memorias de Churchill, donde habla de la batalla de futlandia.) 0 EL cesarismo. César, Napoleén I, Napoleén Ill, Cromwell, ete. Compilar un catdlogo de los acontecimientos histéricos que cul minaron en una gran personalidad “heroica”. Se puede decir que el cesarismo expresa una situacién en la cual las fuerzas en lucha se equilibran de una manera catastréfica, sea de una manera tal que la continuacién de la lucha no puede menos que concluir con la destruccién reefproca. Cuando la fuer- za progresiva A lucha con la fuerza regresiva B, no sélo puede ocu- rrir que A venza a B 0 viceversa; puede ocurrir también que no venza ninguna de las dos, que se debiliten reciprocamente y que una tercera fuerza C intervenga desde el exterior dominando a lo que resta de Ay de B. En Italia, luego de la muerte de Lorenzo el Magnifico,® ocurrié precisamente cso, Pero si bien el ccsarismo expresa siempre la soluciéa “arbitra- ria”, confiada a una gran personalidad, de una situacién histérico- politica caracterizada por un equilibrio de fuerzas de perspectiva Catastréfica, no siempre tienen el mismo significado hist6rico, Puede existir un cesarismo progresista y uno regresivo; y el significado exacto de cada forms de eesarismo puede ser reconstraido, en Lltima instancia, por medio de la historia concreta y no a través de un esquema sociolégico. El cesarismo es progresista cuando su intervencién ayuda a las fuerzas progresivas a, triunfar aunque sea con ciertos compromisos y temperamentos limitativas de la victo- ria; ¢5 regresivo cuando su intervencién ayuda a triunfar a las fuerzas regresivas, también en este caso con ciertos compromisos y limitaciones, los cuales, siu embargo, tienen un valor, una impor- tancia y un significado diferente que en el caso anterior. César y Napoleén T son ejemplos de cesarismo progresivo, Napoleén Ill y Bismarck de cesarismo regresivo. Se trata de ver si en la dialéctica “revolucién-restauracién” es el elemento revolucién o cl elemento restauracién el que prevaleco, ya que es cierto que en el movimiento histérico jamds se vuelve atras y no existen restauraciones in tote, Par otro lado, el cesarismo ¢s una formula polémica-fdeolégica y no un canon de interpreta- ci6n histérica. Se pueden dar soluciones cesaristas aun sin un César, sin una gran personalidad “heroics” y representativa. El sistema parlamentario dio también un mecanismo para tales solu- * A la merte de Lorenzo el Magnifico (1492) se produce en Italia Ia ruptura del equilibrio existente entre los diversos Estados y se abre un petiodo de ecadencia total y de desmembramiento de la Peninsula, (N del 7.) n ciones de compromiso. Las gobiernos “laboristas” de Mae-Dorald cran hasta cierto punto soluciones de este tipo; el grado de cesa- rismo se intensificé cuando se formé cl gobierno con Mac-Donald ‘como presidente y Ia mayoria conservadora. Asi cn Italia, en octubre de 1922, hasta la separacién de los “populares” * y nego gradualmente hasta cl 3 de junio de ¥952, y aun husta cl 8 de noviembre de 1926, se dio un movimiento politico-histoxieo en el cual se sucedieron diversas formas de cesarismo hasta una forma més pura y permanente, aunque no inmévil y estitica. Todo go- bierno de coalicién es un grado inicial de cesarismo, que puede ‘0 no desarrollarse hasta los grados mds significativos (natural- mente la opinién generalizada es, en cambio, la de tue Jos gobi nds de coalicién son el mis “sélide baluarte” contra el cesarismo) En el mundo moderno, con sus grandes eoalieiones de caricter econdmico-sindical y politico de partido, el mecanismo del fend- meno cesarista es muy diferente del que cxistid en Ta época de Napoleén ITT. En el periodo hasta Napoledn TIE las fuerzas mili- tares regulares o de linea constituirfan un clemento decisive para advenimiento del cesarismo, que se verificaba a través de golpes de Estado bien piecisos, con aceiones militares, cte. En el mundo modermo, las fucrzas sindicales y politicas, con medios financicros incalculables puestos a dispesieién de peque- fios grupos de ciudadanos, complican el problema. Los funciona rios de los partides y de los sindicatos evonémicos pueden ser co- rrompidos 0 atertorizados, sin necesidad de acciones militares en vasta cseala, tipo César 0 18 Brumatio, Se reproduce en este campo ln misma situacién examinada a propésito de la formula jacobino-cuarentiochesca de la llamada “revolucién permanente”. La técnica politica moderna ha cambiado por completo luego de * Después deta mucha sobre Roma y de tito de Mussolini, fo "por eee eects dl actal partis Sele lian densest tino) stare sun Yl a es austen i lions del 17 Je sovimive L028 paren hve ex el obverno. Luego de algums dssrepanciss hue dirigente Don Stared y Ine alta jevarguis de Ia Iglesia, el paetida Geesde resets en form cepareda on f= elecciones del 26 de enero de {924 recharando posteiormente sw Incorporacfin a un Frente inion de opost Beis foeuine KI'S de enero te Il, e golem ce Meosolnt suprine Tr itr de prensa y el 9 de noviwbre le 1026, li Camara ge Pipstados declara disueltos a los partidos de la oposicién y expulsa de dicha Camara a sus representantes. (N. del T.) 2 6 de Ja expansién del parlumentarismo, del régi én sindieal o de partido, de la for cracias estatales y “privadas” (politico dicales) y las transform Ia policia en sentido amplio, 0 sea, destinado a la represién de I cia, sin tambien del con- junto de las fuerzas organizadas del Estado y de los. particulares pata tutclar cl dominio politica y econémico de las chases diri- gentes. En este sentido, partidos “politicos” entoros y otras organi, zaciones econdmicas o de otro tipo deben ser considerados orga- mos de policia politica, de caricter prevemiva y de investine- 1 El esquema genérico de las fucrzas A y B en Tacha con una perspoctiva catastréfiea, es decir, con ka perspectiva de que no venza ninguna de las dos en Ja lucha por constituic (0 recons- tituir) un equilibrio orginico del cual nace (puede nacer) ee rismo, es precisamente una hipétesis genériea, tm esequemat soc Vogico (eémodo para el arte politico). Esta hipdtesis pnede tomar se cada vez mis conereta, elevarse x un grado inayor de aproxin cién a la realidad histériea concreta si se precisan algunos ele- mentos fundamentales. Asi, hablando de A y de B se dijo solamente que se tratalse de dos fucrzas, progresista una y regresiva la otra, pera en un sentido general. Se puede precisar de qué tipo de fuerzas progre- sistas o regresivas se trita y obtener asi tuna mayor aproximacién. En el caso de César o de Napoledn 1, pucde deeirse que a siendo A y B distintas y contradictorias. no eran sin embargo tales como para que no pudiesen en “absohto” Segara wna fusién y una asimilacién reciproca Incga de 1m proceso molecular; lo eual en cfecto ocurre, al menos en cierta medida (suficiente no obstante para los fines histérico-politicas del cese de Ia Iucba oginica fundamental y por ende de la superacién de la fase catastréfica). Este os un clemento de mayor uproximaciin. Otro elemento es el siguiente: la fase extastréfiea puede emerger por una deficiencia politica “momentdnea” de Ya fuerza dominante tradi- cional, y no ya por una deficiencia organica necesariamente i perable. Hecho que se verified en el caso de Napolesn IIT. La fuerza dominante en Francia de 1815 a 1848 se habia escindido politicamente (facciosamente) en cuatro fracciones: legitimista, orleanista, bonapartista y jacobino-republicana. Las luchas inter~ nas de faccién eran tales como para tornar posible cl avance de nde ya de_vastas bun ivadas, de partido y sin: amizacion dle s6lo del servicio estatal 1848, 1 dolinen ci 13 | la fuerza antagénica B {progresist«) en forma “precoz”; sin em- bargo; la forma social existente no habia agotado atin sus posi- bilidades de desarrollo, como lo demestraron abundantemente los acontecimientos posteriores. Napoledn ITI representé (a su modo, segiin su estatura, que no era grande) estas posibilidades latentes ¢ inmanentes; su cesarismo tuvo por consiguiente un colorido par- ticular. EI cesarismo de César y Napoleén T ha sido, por asi decir, de cardcter cuantitativo-cuslitativo, 0 sea representé la fase his- torica del paso de un tipo de Estado a otro tipo, un pasaje en el ccual las innovaciones fucron tantas y de caracteristicas tales como para representar una verdadera revolucién. El cesarismo de Napo- Jeén III fue dinica y limitadamente cusntitativo, no hubo un pasaje de un tipo de Estado a otro tipo de Estado, sino sélo una “cvolu- cién” del mismo tipo, segiin una Kines ininterrumpida, En el mundo moderno los fenémenos de cesarismo son total- mente diferentes tanto de los de tipo progresista Gésar-Napo- len TI, como también de aquellos del tipo Napoleén III, si bien se aproximan a estos diltimos. En el mundo modemo el equilibrio de perspectivas catastr6ficas no se verifica entre fuerzas que en tiltima instancia pudiesen fundirse y unificarse, aunque fuera lego de un proceso fatigoso y sangriento, sino entre fuerzas cuyo con: traste es incurable desde un punto de vista historico, y que se pro- fundiza especialmente con cl advenimiento de formas cesaristas. Sin embargo, el cesarismo tiene también en el mundo moderno un cierto margen, mas 0 menos grande segiin los paises y la fuerza que ellos posean en la estructura mundial, ya que una forma so “siempre ” ticne posibilidades marginales de desarrollo ulterior y de sistematizacién organizativa y especialmente puede basarse en Ja relativa debilidad de la fuerza progresista antagéica, por la naturaleza y el modo peculiar de vide de la misma, debilidad que ¢s necesario mantener: por ello se ha dicho que el cesarismo mo- derno es, més que militar, policial. Seria un error de método (un aspecto del mecanicismo soci légico) considerar que en los fenémenos de cesarismo, tanto pro- gresista como regresivo o de caricter intermedio epis6dico, todo el nuevo fenémeno histérico se deba al equilibrio de las fuerzas “fundamentales”: es necesario ver también las relaciones existentes entre los grupos principales (de distintos géneros, social-econémico y téenico-econémico) de las clases fundamentales y las fuerzas uxiliares guiadas 0 sometidas a la influencia hegeménica. Asi, no 74 se comprenderia cl golpe de Estado del 2 de diciembre sin estudiar la funcién de los grupos militares y de los campesinos franceses. Un episodio histérico muy importante desde este punto de vista es, en Francia, el afjaire Dreyfus; él también entra en esta serie de observaciones, no porque haya conducido al “cesarismo” sino justamente por lo contrario: porque impidié el advenimicnto de un cesarismo que se estaba preparando y que tenia un cardcter completamente reaccionario. Sin embargo, el movimiento Dreyfus es caracteristica porque son los elementos del bloque social domi- nante quienes desbaratan el cesarismo de la parte mas reaccionaria del mismo bloque, apoyéndose no en los campesinos, en el campo, sino en los elementos subordinados de la ciudad guiados por el re- formismo socialista (pero apoyéndose también en la parte més avanzada del campesinado). Del tipo Dreyfus encontramos otros movimientos histérico-politicos modernos, que no son por cierto revoluciones, pero que tampoco son por completo reaccionarios, al ‘menos en el sentido de que destruyen en el campo dominante las cristalizaciones estatales sofocantes e imponen en la vida del Esta- do y en las actividades sociales un personal diferente y mas nu- meroso que el precedente. Estos movimientos pueden tener tam- bién un contenido relativamente “progresista” en cuanto indican que en la vieja sociedad existian en forma latente fuerzas activas que no habjan sido explotadas por los viejos dirigentes; “fuerzas marginales”, quizés, pero no absolutamente progresistas en cuanto no pueden “hacer época”. Lo que las torna histéricamente eficien- tes es la debilidad constructiva de la fuerza antagonica y no una fuerza intima propia; de alli entonces que estén ligadas a una situacién determinada de equilibrio de fuerzas en lucha, ambas ineapaces de expresar en su propio campo una voluntad propia de reconstruccién. Lucha politica y guerra militer. En la guerra militar, logrado cl fin estratégico de la destruceién del ejército enemigo y de la ocu- pacién de su territorio, se da la paz. Es preciso sefialar, por otro lado, que para que concluya la guerra basta con que el fin estra- tégico sea alcanzado sélo potencialmente; 0 sca basta con que no exista duda de que uu ejército nu puede combatir mas y que el ejército victorioso “puede” ocupar el territorio enemigo. La lucha politica es enormemente més compleja. En cierto sentido puede B

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