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11, Emocién y esperanza: conceptos constructivos para tiempos complejos Michael Fullan «El pesimismo es una salida muy ficil cuando considera: mos lo que es realmente la vida, porque es una visién limita, da de esta, Simiramos lo que hoy pasa a nuestro alrededor y Jo que ha ocurrido desde que nacimos, no podemos sino sen. tir que la vida es, de uno u otro modo, un problema terrible. mente complejo y elusivo(...) Es mucho més féeil ser trigico que cémico. He conocido gente que adopta la vision trégica de la vida, y se entrega. Se limitan a sentirse envilecidos por todo, y eso es tremendamente fil Robertson Davies, novelista canadiense (en Csikszentmihalyi, 1996) Es fcil ser pesimista sobre la reforma educativa. Hay muchas razones legitimas para sentirse desalentado. Desde un punto de vista técnico y racional, la conclusién de que la reforma en gran escala es un caso perdido parece justifica- da. Al igual que Andy Hargreaves en el primer capitulo de este volumen, sostengo aqui que el aspecto emocional del cambio ha sido ignorado o mal interpretado. $i examinamos Jas emociones y el cambio desde una perspectiva diferente, no s6lo entenderemos mejor la dinémica del cambio, sino que encontraremos nuevas ideas sobre cémo hacer que este Atte més construetivamente. Lo moral yo tenicocomien zan a fusionarse, en vez de ser dos barcos que se cruzan la noche, i a“ Comenzaré con un breve resumen de los problemas apa- rentemente insolubles del cambio, que podrfan empujamos con facilidad a renunciar. Luego reconstruiré el planteo s0- Copyright © 1997, Michael Fullan 296 bre la base de una premisa diferente, partiendo del indivi- duo y pasando luego al grupo y la organizacién; se trata de ‘una premisa en la que la emoci6n y la esperanza juegan un rol prominente pero no ingenuamente sentimental. El pen- samiento ilusorio ola esperanza ciega no son més itiles que el cinismo. La planificacién técnica no ha dado resultado en el cam- bio educativo. Las presiones polticas no lograron hacer una diferencia. Visto que las exhortaciones morales no alean- zan, jexiste algtin modo de ir m4s a fondo que lleve a moti- vary movilizar aun al més desesperanzado? Creo que si. La ‘cuestion es si al replantear el lugar de la emocién y la espe- ranza en el cambio, podemos dar efectivamente con un ca- mino més eficaz para abordar el cambio complejo. ‘Tyas examinar la emocién y la esperanza en los planos individual y grupal, consideraré sus implicaciones para comprender ¢ implementar un cambio constructivo en la educacién. Me propongo demostrar que los conceptos més basicos de la emocién y la esperanza en los asuntos huma- nos proporcionan una explicacién més profunda de por qué funciona la reforma edueativa cuando (en la minoria de los ceasos) en efecto funciona, Esta comprensién més profunda es, a mi entender, absolutamente esencial para mantener y difundir el cambio construeti ‘Los problemas del cambio educativo Entre los problemas fundamentales del cambio educati- ‘vo se eueritan: 1) Ia creciente y cada vez més profunda alie- nacién entre los docentes; 2) la balcanizacién y el desgaste de los docentes apasionadamente reformistas, y 3)1a abru- madora multiplicidad de iniciativas de cambio inconexas y fragmentadas. Cualquiera que pase algxin tiempo en escuelas puiblicas podré sentir el profundo y creciente malestar entre los edu- cadores, ya se origine en su sensacién de que el puiblico y el gobierno no se preocupan por ellos o en la desesperante im- presién de que los problemas son insuperables y se agravan dia tras dia. Ken Dryden pas6 un afio en el colegio secunda- rio Kennedy, fuera del érea metropolitana de Toronto, ob- 297 servando clases y conversando con docentes y alumnos, Dryden (1996) escribe lo siguiente acerca de un profesor de historia: «Rick recibié una gran leccién de humildad (. ..) Siente la necesidad del docente de ayudar a los nifios (...) Se apre: sura a hacerse cargo del éxito y el fracaso de cada alumno, 8 exalta cuando les va bien, sufre cuando les va mal, pero ahora ya sabe que no es el salvador. Pasa tantoen la vida de cada chico, y sus historias son tan complicadas. Rick no es mis que una pequefia pincelada en una gran tela» (pag, 84), Por més que se esforzaran, dice Dryden, los docentes no po- dian ir mAs alld de la «primera fila», y sdlo llegaban a un pe. quefio poreentaje de los alumnos. En el lado opuesto del mundo, Bishop y Mulford (1996) subtitulan «They don't really care» («A ellos realmente no les preocupa»] su articulo sobre el mayor poder conferido a cuatro escuelas australianas. Los docentes se referian al go- bierno impersonal como «ellos, los que estan alli afuera:

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