You are on page 1of 9
SEXUALIDAD Y SOCIEDAD EN LOS AZTECAS SA YS OG f RR ESC : VY Sa & PT SSS XA By eK Maria Isabel Morgan Wa 42M coLeccion NUESTRO MEXICO 2 VI SEXO, MATRIMONIO Y FAMILIA La familia es la institucién donde se efectia la reproduc- cién de la sociedad; por una parte, en cuanto es el escenario de donde el hombre se reproduce biolégicamente, y por otra, en cuantg que es al mismo tiempo el lugar concreto en donde el hombre, en tanto ser social, reproduce a la sociedad de Ja que forma parte. Las relaciones sexuales en el 4mbito familiar se hallan insertas dentro de un conjunto de relaciones de cardcter so- cial que las subordina y les asigna una funcidn especffica y fundamental. En el caso de la sociedad azteca el acto de la procreaci6n tenia como fin iltimo engendrar hijos sanos y ro- bustos que pudieran convertirse en guerreros aptos para la lucha y en miembros utiles para su sociedad. No obstante que las relaciones sexuales dentro de 1a familia azteca cumpl{an la funcién social fundamental de teproducir biolégicamente a la sociedad, estas relaciones no se reducian Gnicamente a este papel, sino que eran reco- nocidas y aceptadas como una necesidad vital del hombre, como una practica que trascendiendo lo estrictamente biolégico, asumia un carécter més humano. Estas concepcio- nes se reflejan con claridad en los consejos y ensefianzas que los viejos proporcionaban a las nuevas generaciones: “(.. para que no siempre estuviéramos tristes, nos dio el se- fior: la risa, el suefio, el sustento, nuestra fuerza y nuestro brio y aque} dulce placer de la carne con que se propagan tos hombres”.35 ~ 53- Este reconocimiento de las necesidades sexuales no se circunscribfa al hombre, inclufa también a la mujer, aunque la procupacién fundamental por satisfacer sus necesidades estuviera dirigida a evitar la bisqueda de satisfacci6n en otro hombre y asi impedir el adulterio. En los consejos al joven se le hacfa ver lo que ocurrirfa con su mujer si perdia la capa- cidad sexual y la posibilidad de satisfacerla, “... ella sentira repulsion por ti, te vera con asco porque la estés matando de hambre, y es cuando a ella se le despierta y se le enardece el placer que ti tenias que darle, pero tu ya acabaste, ya estés agotado, ya no puedes satisfacerla...” Las concepciones patriarcales en que descansaba el or- den social azteca se manifestaban de diversas maneras; por ejemplo, las mujeres no tenian la posibilidad de ocupar cargos ptiblicos o sacerdotales, y dentro del 4mbito familiar, tampoco podfan ejercer prdcticas poligdmicas, sélo los hi- jos varones tenfan derecho de herencia, y a diferencia del hombre, a la mujer se le exigfa castidad prematrimonial y fidelidad conyugal. La poligamia que era una practica comin en los grupos sociales privilegiados, aunque limitada en namero por ser derecho de una minorfa, contribufa, por un lado, a acelerar el crecimiento demogrdfico al hacer contrapeso a los efec- tos de las frecuentes guerras, y por otro, era necesaria para el establecimiento de alianzas politicas y comerciales. Ei levirato fue también practicado por los aztecas, cuando un hombre moria dejando hijos menores, el hermano del difunto se hacfa cargo de los sobrinos y tomaba a la viu- da como mujer adicional. La disolucién del matrimonio, es decir, el divorcio, aunque parece ser que no era una prdctica frecuente, era ma- teria de minuciosa reglamentaci6n y constitufa una situacién juridica bien determinada. Se autorizaba a un hombre a di- vorciarse si probaba que su mujer era estéril o que descuida- ba las tareas del hogar. La mujer, por su parte, podia obtener 35 Garibay, Angel M,, La literatura de los aztecas, pag. 117. 36 Garibay, op. cit. pag. 126 ~54— eee es una sentencia favorable, si probaba que era golpeada con frecuencia o que ella y sus hijos habfan sido abandonados. La base de la familia era el matrimonio, el cual reves- tfa un cardcter teligioso y jurfdico, sujeto a un complejo cere- monial que tendfa a darle Mayor fuerza, haciendo resaltar de esa manera la trascendencia y significacién que tenfa para la vida social. La edad considerada adecuada para con- tract matrimonio era alrededor de los veinte afios para el hombre y diez y seis para la mujer. EI matrimonio era un asunto que resolvfa la familia y de ninguna manera lo decidian los individuos en particular, La elecci6n del cOnyuge estaba condicionada por los reque- timientos de consolidacién politica, econémica o social que presentaba la familia y donde el amor o la atracci6n sexual ocupaban un lugar secundario. En este sentido Sahagiin refiere que cuando un joven al- canzaba alrededor de los veinte afios, el padre reunfa ala fami- lia entera para informarle que hab{a Iegado el momento de buscarle mujer al hijo; y a éste, se dirigia diciéndole: “.., Parécenos que ser4 bien buscarte mujer con quien te ca- ses...” La manera mis estimada y més ceremoniosa de tealizar un matrimonio consistfa en una negociacién entre las familias de Jos novios a través de casamenteras. La mujer asf obtenida era denominada cihuatlantii, literalmente “mujer pedida”, que a veces se traduce como mujer legftima, Para la realizacién de un matrimonio se Tequeria de la anuencia de las dos familias, asf como también del consejo de ancianos, y cuando se trataba de jévenes miembros del Calmécac o el Tepochcalli, era necesario el consentimiento de las autoridades de ambas escuelas. La peticién de mano la realizaba la cihuatlantli 0 casa- mentera por solicitud de la familia del novio, la cual elegia a la futura nuera no sin antes. haber consultado a los adivi- nos. En este sentido Zorita sefiala que “No tenfan por H- 37 Sahagiin, op. cit., Libro VI, cap. XXII, pag. 362. [| —55— «ilo y honesto que de parte de Ja mujer se tratase casamiento, stno de parte del varén...”” Las buenas costumbres establecfan que la respuesta @ la primera visita de la casamentera debfa ser negativa, aludien. do a la excesiva juventud de la doncella y.a lo inmerecido do) honor que se le hacfa al no ser digna del pretendiente. Uno o varios dias después los padres de la novia recibian a la casa mentera y pronunciaban el siguiente discurso: “No sabemos como se engafia ese mozo que la demanda, porque ella na es para nada y es una bobilla; pero pues que con tanta impor tunacién hablais de este negocio, es necesario que, puesto que la muchacha tiene tfos y tfas, ¥ parientes y parientas, serd bien que todos juntos vean lo que les parece, veamos lo que diran y también seré bien que la muchacha entienda esto; y asf venios mafiana y llevaréis la determinacién y con> clusion de este negocio”. Finalmente, después de llevar a cabo consejo de familia, se daba el consentimiento y para fijar la fecha de la boda se consultaba a los adivinos con objeto de celebrarla bajo un signo favorable, La celebracién de la boda duraba varios dias, sin embar- go, el rito del matrimonio Propiamenie dicho se realizaba al anochecer, en la casa del novio, lugar a donde la novia se dirigia sobre las espaldas de una vieja, acompafiada de la fae milia y los invitados que alumbraban el camino con antor- chas. La ceremonia se celebraba junto al fogén, sentados uno junto a otro sobre un petate. Una vez pronunciados los discursos y entregados los regalos, la casamentera proce- dfa a atar con un nudo los extremos de Ia blusa de ella y la manta de él, acto que simbolizaba la union como marido y mujer. Después comian y bebfan juntos y eran instruidos por los ancianos sobre fos deberes del matrimonio. La consu- macién del matrimonio se realizaba hasta el cuarto dia yen el lecho nupcial se colocaban plumas y trozos de jade, que simbolizaban la maternidad. En los diversos textos aztecas citados por los cronistas, los hijos siempre son Iamados 38 Alonso de Zorita, Los Sefiores de la Nueva Espafia, pags. 59-60, 39 Sahagiin, op. cit., Libro VI, cap. XX, pag, 368. —56- ~plumas ricas” y “piedras preciosas”. Al dfa siguiente de con- sumado el matrimonio se bafiaban en el temazcalli y se ce jebraban nuevamente fiestas con lo que se daba por conclui- da la celebracion del matrimonio. Las practicas matrimoniales, no obstante, asumfan ciertas particularidades en algunos grupos sociales. As{ por ejemplo, entre los macehuales a semejanza de la nobleza, la forma més prestigiosa de tomar mujer era la peticion a través de casamenteras, pero era frecuente el comenzar una unién juntindose libremente, lo que con el tiempo se convertfa en un matrimonio formal. La mayoria de las veces esta situacion se daba con el propésito de evitar los grandes gastos que implicaba el matrimonio. En este sentido Motolinia relata: “Pasando algtin tiempo en que ayuntaban..., entonces el varén iba a los padres de la mujet y decfales, yo digo mi culpa y conozco que os he ofendido en me haber casado y tomado vuestra hija sin os haber dado parte...; mas de consentimiento de ambos nos ayuntamos como casados, y ahora queremos trabajar de vi- vir bien, y de buscar que tengamos de comer y criar nuestros hijos: rogamos nos perdonéis y consintéis en ésto. Los padres asentian y luego hacfan el regocijo y solemnidad que su costilla alcanzaba como padres.”4 Los hombres podfan celebrar los ritos matrimoniales descritos tinicamente con una mujer, ja esposa principal; eso no significaba que no pudieran poseer un nimero indefi- nido de esposas secundarias. La concepcion de la poligamia prehispanica establecia que el sefior, su mujer principal y sus mujeres secundarias formaban una sola familia, a la cual se le proporcionaba apoyo y proteccién, y en donde las mujeres secundarias y sus hijos no eran objeto de estigma- tizacion social. De ahi que las expresiones de Jegitimidad e ilegitimidad que utilizaron los cronistas para referirse a las ésposas secundarias y a sus hijos no reflejaran la rea- lidad de las concepciones éticas y jurfdicas aztecas por estar totalmente permeadas de las ideas europeas prevalecientes y que presentaban diferencias fundamentales respecto de las 40 Motolinfa, pag. 263, citade por Jacques Soustelle en La vida co- tidiana de los aztecas, pag. 180-181. -57- prehispdnicas. Serfa un grave error concebir a los hijos de las esposas secundatias como “naturales” o “bastardos” en el sentido que el mundo actual le atribuye a ambos tér- minos, El matrimonio, bajo cualquiera de sus formas, sefialaba Ja entrada de la pareja a la sociedad adulta. Los miembros del calpuili, por ejemplo, adquirfan el derecho de recibir una parcela de tierra y pasaban a engrosar las filas de los tri- butarios. Dice Zorita, “En siendo casados los empadronaban con los deméds casados... asi para los tributos como para otras cosas"41 Es necesario sefialar que en el contexto de la sociedad azteca, cuando se habla de familia se hace referencia a un gru- po doméstico que habita un lugar comin, cuyo numero de miembros presenta diferencias de una regién a otra. En algu- nos casos (parece ser lo mds frecuente) las parejas recién casadas van a vivir permanentemente a la casa de los padres del novio, y en otros casos esta convivencia es temporal, ya que la pareja, después de un tiempo, establece su propio hogar. Estas diferencias tenian que ver con el sistema de herencia y de tributacién. Ahora bien, desde la perspectiva econémica, la familia era una unidad de produccién y consumo, en donde la di- vision sexual del trabajo asignaba a los hombres las labores agricolas y gran parte de la produccién artesanal. Por su par- te, a la mujer le correspondia ademds del cuidado de los nifios y las labores de Ia casa, el hilado y el tejido, es decir, la producci6n textil. En este sentido, Von Hagen afirma que “los factores econdémicos y especialmente la preparacién de los alimentos, hacian imposible para un hombre vivir sin una mujer... las tortillas, el irremplazable baculo de la vida hechas dos veces al dia, tomaba dos horas para cada preparacién y ésta era tarea para mujeres”. Originalmente en la familia azteca la mujer no estuvo tan relegada como Hegé a estarlo en épocas posteriores, 41 Zorita, op. cit. pag, 67 42 Von Hagen, Victor, Los aztecas. Segunda Parte, pag. 63, ~58— ya para el siglo XVI, el hombre era en el decir de Sahagin, rafz y base de la familia, y ésta vivia un ambiente comple- tamente patriarcal. La bisqueda permanente de la estabilidad social, a tra- vés de un sistema ideolégico, en donde aparecen estrecha- mente confundidos y articulados los principios filoséficos- religiosos, con una razon de Estado claramente identificable en su intento permanente de cohesionar a la sociedad, cobra particular relevancia en sociedades que como la azteca se caracterizaban por ser altamente represivas e intolerantes, tanto en las practicas de cardcter social, como en el dmbito familiar. En el logro de este objetivo fundamental para su consolidacién y reproduccién contribufan al mismo tiempo su sistema juridico y su mundo religioso y mitoldgico. Cualquier manifestacion de inconformidad que atentara contra el orden familiar y contra el orden social en el que aquel se sustentaba, era enérgicamente reprimido. Esta infle- xibilidad y severidad en los castigos es explicable en una so- ciedad en donde lo politico y especialmente su aspecto militar, se erige sobre las bases de la sociedad civil para subordinarla a Ja consecucidn de sus propios fines; en el caso del estado azteca, estos fines estaban estrechamente ligados.a la conquista y al acrecentamiento del poder sobre los pueblos de mesoa- mérica. En este sentido, preservar la institucin familiar y prote- gerla contra aquellos elementos y aquellas practicas que pu- dieran lesionarla, son en verdad medidas que contribuyen a mantener el orden social y polftico existente. Por esto es que entre los aztecas Ia institucién y la vida familiar misma, eran objeto de una reglamentacién especialmente severa. Tal 68 el caso de los castigos destinados a aquellos que incurrian “en prdcticas incestuosas, quienes inevitablemente eran conde- nados a muerte. As{, la prohibicién del incesto inclufa junto a las relaciones sexuales entre padres, hijos y hermanos, aquéllas que se realizaban con los padrastros, las madrastras y los entenados. Sobre este punto Las Casas menciona lo si- guiente: “todos los que cometian incesto en el primer grado —59— de consanguineidad o de afinidad tenfan pena de muerte, salvo cufiados y cuffadas...”43 Quizds la transgresién a la familia que provocaba el re- chazo y la condenaci6n social de més peso era el adulterio, éste suponia la muerte para los dos que lo cometfan aplastan- doles la cabeza o a pedradas. ‘‘La mujer que cometia adulte- tio, y el adGltero, tomaéndolos en el delicto o habfa violenta sospecha d4banles tormentos y confesando, condendbanlos a muerte: mandaban los jueces que fuesen apedreados... y puestos en medio de la plaza disparaban mds piedras que pelos tenia en la cabeza y en cayendo no penaban mucho, porque luego eran muertos cubiertos de piedras”.44 Como hemos observado, el adulterio era objeto de una fuerte represién legal, represin que se expresaba también a nivel ideologico a través de una serie de mitos ampliamente difundidos, con lo cual el castigo quedaba asegurado, inde- pendientemente de que el hecho fuese conocido. En este sen- tido se decfa que toda mujer adiltera padecerfa enfermeda- des cronicas, perderfa la vista, quedarfa invdlida, etc. Posiblemente una explicacién de la fuerza con que era | castigado ef adulterio apuntaria hacia la preservacion de la familia y a asegurar la transmisi6n patrilineal. 43 Fray Bartolomé de las Casas, Los indios de México y de Nueva Espaiia, Antologfa, Seccién vi, Cap. xl, pag. 182, 44 Las Casas, op. cit. cap. XL, pag. 181-182. -60- SE

You might also like