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ASIGNACIÓN No.

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ESTUDIANTE: ANA MARÍA GANTES M.
CÉDULA: 4-723-726

“LA ADMINISTRACIÓN ANTE SU JUEZ: LA JURISDICCIÓN CONTENCIOSA


ADMINISTRATIVA EN PANAMÁ DURANTE EL ÚLTIMO SIGLO”

La evolución de la justicia administrativa en Panamá a partir de 1914, siguió el modelo del hermano país
Colombia, con relación a su judicialización y ausencia de una jurisdicción especial, ya que sus funciones no eran
jurisdiccionales sino simplemente consultivas y de asesorías. Sin embargo, nunca tuvieron efectos prácticos; ya
que esas funciones fueron nulas por la Asamblea Departamental, porque estábamos bajo la autoridad directa del
gobierno central. En la época de 1886, Panamá vivía inmerso en una sujeción y marginación por parte de
Colombia no solamente en la parte jurídica, también en lo judicial y político, al tener que imponérsele un control
sobre las funciones que tenía que ejercer con relación a los actos administrativos (providencias administrativas)
sobre las materias de la competencia, con el sometimiento de que tenían que ser supervisadas las ordenanzas
que expedían, con el fin de que si se interponían recursos por parte de los particulares, la Constitución les
beneficiara.

En Panamá esta jurisdicción especial llegó a existir sólo a partir de 1943, en virtud de la Ley 135 de ese año, que
daba cumplimiento a lo previsto en los artículos 190, 191 y 192 de la Constitución de 1941. El Tribunal de los
Contencioso Administrativo, comenzó a regir llevando a cabo su primera sesión el 1 de junio de 1943, no
teniendo independencia las sentencias que se dictaban en su momento, ya que la impugnación se presentaba
ante la misma Corte por medio del recurso de revisión. Por lo que La Asamblea Constituyente dicto el Decreto
Legislativo 4 de 28 de junio de 1945, mediante el cual se le otorgó independencia al Tribunal de lo Contencioso
pues, se elimina ante la Corte el recurso de revisión y se añade el recurso de nulidad.

Los procedimientos arbitrarios e injustos ejecutados por funcionarios administrativos con mando y jurisdicción
que hoy día vivimos, se remontan a los tiempos de 1944, cuando en el caso específico de Santiago Barrelier, un
funcionario que por vender gasolina sin cupones, fue multado por su superior el jefe de la Oficina de
Racionamiento de Gasolina y Llantas de esa época, siendo sancionado y posterior a ello se le abre un
expediente para formular cargos, obligados por tener que justificar la sanción que le habían impuesto, no
otorgándole el derecho a la defensa; violándosele así el debido proceso que se debía llevar a cabo, el cual
estaba instituido para ese entonces en el artículo 29 de nuestra Carta Magna.

En 1946 se dictó la Ley 33 que completa la Legislación vigente en la actualidad salvo el fundamental cambio
introducido en 1956, donde se vetó algunos aspectos de esa ley, como la competencia de contencioso para
conocer de apelaciones e incidentes en los procesos de cobro coactivo y para decretar indemnizaciones a cargo
del Estado porque prefería que fueran de conocimiento de la jurisdicción ordinaria. Un cambio de transcendental
importancia se produjo mediante el acto legislativo No. 2 de 24 de octubre de 1956 que modificó la Constitución
de 1946 en el sentido de incorporar la jurisdicción contencioso-administrativa a la Corte Suprema de Justicia
eliminando así el Tribunal de lo Contencioso Administrativo y el Fiscal que actuaba ante éste. Con esta reforma
constitucional se produjo la judicialización del control de legalidad de las actuaciones de la administración pública
ahora con sede en la Corte Suprema de Justicia; el propósito de este cambio se debió a que era necesario que
el poder ejecutivo no interviniera en los nombramientos de los magistrados y jueces, para que estos ejercieran el
cargo de servidores de justicia y no de servidores al interés de los gobernantes.
Temas de gran trascendencia se abordan en la Ley 38 de 31 de julio de 2000. Esta ley aprueba el Estatuto
Orgánico de la Procuraduría de la Administración y además regula el Procedimiento Administrativo General. Ella
viene a llenar un vacío en nuestro derecho público porque anteriormente sólo existían unas cuantas normas en
la ley 135 de 1943, reformada en 1946; siendo necesario, porque los procedimientos que se llevaban a cabo
ante las diversas instancias administrativas eran obsoletos, se realizaban por costumbre, y no amparados en el
marco legal, quedando vacíos en la ejecución de los procesos. Es aquí precisamente donde entra en juego la
jurisdicción contencioso-administrativa, ya que es ésta la llamada en nuestro país a asegurar a los administrados
que la Administración pública se ajuste, en sus actuaciones, a la legalidad y que, en caso de desviarse de ella,
surgirá la correspondiente responsabilidad para el Estado; es decir, todo funcionario que no cumpla y
salvaguarde el ejercicio correcto de sus funciones, y viole disposiciones establecidas en la ley, será sujeto de
una investigación por parte de la Procuraduría de la Administración, si se tratase de un funcionario con mando y
jurisdicción.

La Asamblea Legislativa mediante la Ley 19 de 1991, en el artículo 11, consagró el proceso contencioso
administrativo de protección de los derechos humanos, donde la Sala puede anular actos administrativos que,
dictados por autoridades nacionales, que se consideren injustos y violatorios de los derechos de las personas
sujetos a una investigación diga y minuciosa, previstos en la ley de la República.

Uno de los mayores problemas que enfrenta la sociedad contemporánea, es la potencial intromisión de la
Administración pública en la vida privada de los ciudadanos. En nuestros día es muy normal, que los ciudadanos
y más aquellos que mantienen puestos de mando y jurisdicción especialmente los que gobiernan el país, se
encuentren sometido a la violación de la intimidad, del domicilio, de la correspondencia, de sus llamadas
telefónicas, por estamentos asignados por el gobierno central, donde buscan conseguir información
comprometedora concerniente a intereses políticos y partidarios que pueden ser sujetos de demandas e
investigaciones; siendo esto violatorios a todas luces, en atención a lo normado en la Constitución Nacional de la
República, en el que señala que todo ciudadano se le debe respetar el derecho a su integridad e intimidad.
Muchos han sido los funcionarios de administraciones pasadas, que han sido investigados por realizar pinchazos
telefónicos, con el ánimo de crear un ambiente con intimidaciones y persecuciones políticas.

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