Professional Documents
Culture Documents
Teatro
Teatro
(espera a Zacarías que no viene.) tengo todos los dedos de las manos y de los pies tan rígidos que
no puedo ni moverlos. ¡Ay, ay …! (llama a Zacarías). ¿Dónde se metió este malandrín? Es sordo
como los muros de este castillo. ¿deberé usar un cañón para hacerme oír? (Gritando fuerte)
¡Zacarías!
CONDE: quisiera saber dónde te metiste. Estoy viendo que cada día te vuelves más sordo. Tienes el
oído más duro que los muros de este castillo que son de piedra maciza. ¡Ay, ay!
ZACARIAS: (maravillado) ¿Cómo? El señor Conde, con perdón hablando, ¿desea un trozo de
piedra?...
ZACARIAS: no, señor, no he sido yo. Yo estaba hablando en el vestíbulo con tres de sus vasallos,
que desean ver a su señoría.
CONDE: ¡pobre infeliz! No tienes remedio. Estas sordo como una tapia. (A Zacarías). No te
pregunto eso. ¿Volvió el gobernador?
CONDE: Ven acá rufián. No faltaba más que te volvieras sordo para que te juntaras con esa
gentuza. (Gritando al oído.) Te pregunto si llego el gobernador….
CONDE: ¡por fin! Lo espero. Pero que pase primero esa gente, uno a uno….
El conde se desespera, quiere levantarse, pero da un gemido tocándose la parte dolorida por el
reumatismo.
ZACARIAS: ah, pobre, con perdón hablando, le dolieron los pies y las manos…, pero nunca los
pulmones.
CONDE: deja los pulmones, y entiende de una vez. (Grita) ¡que pasen de a uno!
ZACARIAS: ah finalmente comprendo. Voy a llamarlos. Su señoría habla demasiado despacio.
CONDE: ¿Cómo?
CONDE: si no fuera porque Zacarías es un criado fiel, lo despediría… pero, ¿Qué haría sin el? Es
mejor un sordo que un ladrón.
CONDE: ¿Qué quieres? Apúrate, que no tengo mucho tiempo para escuchar tonterías.
MARCOS: señor conde, vengo a suplicarle a su señoría que me perdone el impuesto de este año.
CONDE: (furioso) ¡la misma cantaleta! Ustedes creen que yo robo la plata…
MARCOS: señor, este año usted no hizo ninguna guerra, de modo que fabrique menos espadas
que los años anteriores.
CONDE: ¿Qué me importa a mí? ¿tú vives de mis guerras? ¿no tienes otro trabajo? Si dentro de
tres días no me traes el dinero, te quito la herrería. Vete y dile al otro que pase.
GASPAR: deseo que me conceda el plazo de tres meses para pagarle el arriendo de este año. Usted
sabe que fue mala la cosecha.
CONDE: te doy tres días y no más. Si no pagas te quito el terreno. Fuera de aquí. ¿Quién está
esperando afuera?
CONDE: parece que todos se pusieron de acuerdo para saquearme. ¡canallas! ¡asesinos!
CONDE: ¿y usted cree que yo soy su cajero? Lo siento mucho, pero usted se equivoca.
ANA: por Dios santo, señor, usted no querrá que mi hijo muera.
ANA: ah, viejo avaro. ¡Que todas mis lágrimas caigan sobre tu conciencia! (sale)
ZACARIAS: (entrando) me parece, con perdón hablando, que usted me ha llamado. ¿Qué desea?
CONDE: (furioso) viaja tu si quieres. (mas fuerte) te dije que no dejes entrar a ninguno.
ZACARIAS: entendí finalmente. (al público). Tiene una voz tan suave, con perdón hablando, que
parece un zancudo.
ZACARIAS: que deje entrar solo a algunos. Allá está esperando cierta Margarita, una vendedora de
hierbas medicinales muy original.
ZACARIAS: no, no viene con caballo. Entrará a pie, con perdón hablando. (sale)
MARGARITA: el sabio Fermín no podía sanarlo del reumatismo, porque primero debe curarlo del
corazón.
MARGARITA: (tirándole las hierbas) tome estas hierbas. Mastíquelas despacio…, luego tráguelas…
ZACARIAS: (entra) si, se fue, con perdón hablando, o mejor dicho, desapareció…, porque ni
siquiera la vi salir por la puerta.
ZACARIAS: (recoge el ramo) es hierba medicinal y puede ser útil… (prueba algunas hojas y traga.)
¡Ah! (se pone las manos en los oídos).
ZACARIAS: usted me ofende, con perdón hablando, yo oigo perfectamente. Esta hierba me abrió
los oídos.
CONDE: (entre sí) es verdad…, oye… esa hierba… (a Zacarías). Pásamela. Quiero comer un poco,
aunque parezca un animal… dame, Zacarías. (Zacarías le pasa el ramo. El conde come y se siente
mejor; más todavía: totalmente sano). ¡Mira, puedo ponerme de pie…, camino…! ¡Estoy curado
CONDE: (agitado) ve, corre, persigue a esa niña, dile que vuelva con más hierba como esta. Se las
pagare con monedas de oro.
ZACARIAS: si no la encontramos en este pueblo, con respeto hablando, debemos pensar que
realmente vive en las nubes, como las hadas.
CONDE:bueno, y aunque no la encontremoss, puedo decir que aprendi mucho de este viaje. vi de
cercaa la vida de mis vasallos y comprendi ccuan dura y fatigosa es. yo, a pesar de mi reumatismo,
puedo considerarmefeliz al lado de ellos. y estoy contento de haberlos ayudado.
afortunadamente, no me han reconocido.
ZACARIAS: (para si.) quiza quee estara haablando el señor conde.tiene laa caabeza aagachada y
eesta mirrando al ssuelo. tal veez esstee ppreguntanndole a las hormigaas donde esstta
maargarita.
CONDE:¿nombraaste a maargarita?
ZACARIAS: este es nuestro ulttimo viaje, yy despues volveremmos aal casstillo, donnde se ccome
bienn y ssee duerme mejor. y si no lla encontramos, paciencia. totaal, ssordo antes, sordo
desppues,, es lo mismo...
ZACARIAS: (mira unn letrero) sobre esa pueerta hay u caartel; si fueera de dia, lo leeria.
MARCOS: ¿que haceis ahi afuera?entren, pronto. mi mujer tiene preparaada lla cena... algo habra
tambien para ustedes.
CONDE: (lo reconoce pero disimula) no sois rico por lo que parece...e invitar a unos
desconocidos...
MARCOS: ¡ah, si ese usurero me hubiera perdonado el impuesto, les ofreceria tambien un vaso de
nivo!. pero hay qque hacer econnomia. asi que debemos conformarnos con un plato de sopa...
CONDE: marcos, veo tu buen corazon... yo soy el conde de los siete castillos...
Conde: No… estoy apurado. Debo bucar a margarita, la misteriosa vendedora de yerbas que vino
Marcos: no la veía desde entonces. Y hace una hora que golpeo a la puerta de Gaspar, aquí al
frente.
Marcos: Ruego, Señor Conde, venga a cenar aquí…, habrá también vino…
Zacarias: quizá que vio al frente… con respeto hablando, yo no veo nada. Temo que Margarita lo
este volviendo loco…
Gaspar: ¡Oh, Pobre hombre! Entre usted. No es bueno estarse en las calles a estas horas.
Gaspar: si, la vi hace poco rato… Pero pase usted, Buen hombre. Parece que esta muy cansado….
(lo mira mejor). Vuestra capa es la de un ciudadano y no un mendigo. Ah, si ese usurero me
hubiera perdonado el arriendo, ahora estaría en condiciones de ofrecerle un buen lecho… En
cambio, debe contentarse con dormir en un colchón de paja.
Conde: Gaspar, dime donde esta Margarita y te perdonare el arriendo no por tres meses, sino por
tres años…
Gaspar: ¿pero… quien es usted?...(lo mira). ¡señor conde…!(esta por arrodillarse, pero el conde lo
levanta).
Zacarias: también a este le pasa lo de marcos. Esta noche están todos medios locos…, con respeto
hablando.
Gaspar: Desde ese dia no la vi mas. Sin embargo. Esta noche golpeo a mi puerta. Sali, me saludo y
me dijo: “se bueno, Gaspar”. Luego se fue.
Conde: ¿Donde?
Gaspar: fue donde marta, la esposa del guardabosque. Usted sabe que tiene un hijo muy enfermo.
Tal vez le llevo sus yerbas…
Marta: hace un momento estuvo en mi casa. Me sonrio a mi y a mi hijo. Luego nos dijo “sed
buenos”, y se fue. Pero quizás donde, porque no es de estos contornos. Quise seguirla, pero
desaparecio…, y precisamente venia aquí a preguntarle a Gaspar.
Marta: Vamos, Gaspar, Lleva a mi casa a este hombre. Tengo una cama vacia. Ya sabe usted que yi
me paso la noche velando a mi hijo…..
Marta: mal…,
Y pensar que si pudiera comprar las medicinas que me ordeno el dorctor, odria sanar. En cambio,
por la maldad del conde…
Conde: (Saca una bolsa de plata). Marta, he aquí una bolso de Plata para las medicinas y para todo
lo que necesites….
Conde: Deseaba encontrar a margarita para sanar el cuerpo, pero buscándola sane del corazón.
(en un nimbo de luz, aparece margarita vestida espléndidamente).
Margarita: ya que habéis sanado del corazón, he aquí que yo os sano también del cuerpo. (le tira
un ramo de yerbas). ¡tome usted! (tira otro ramo a marta). Para vuestro hijo, marta. Sanara.
Zacarias:dame una hoja a mi también. (Margarita le tira otro ramo). Ah, linda doncella, si supieras
cuento camino….
Margarita: lo se todo, Por eso bien aquí… (zacarias come las hojas).
Conde: (de rodillas). Oh. Misteriosa doncella que tanto he buscado. Os agradezco el haberme
sanado. Ahora os pido que me digáis donde vivis, para que yo pueda proveerme de esa yerba
prodigiosa para poder darle a todos los enfermos de estas aldeas…
Margarita: no hace falta que me busque. En adelante, yo misma viviré en vuestro castillo. A
condición.
Conde: ¿A condicion…?
Margarita: de qie hagáis el bien a todos y useis de vuestras riquezas para aliviar a los pobres.
Zacarias: con perdón hablando…, mejor no podría acabar esto…. ¡mejor no podría acabar!
[Fin]