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DEPRESIÓN
DEPRESIÓN
El SPM se refiere a una amplia gama de síntomas físicos o emocionales que ocurren con más
frecuencia en más o menos de 5 a 11 días antes de que una mujer comience su ciclo menstrual
mensual. En la mayoría de los casos, los síntomas cesan cuando, o poco después de que comienza
su periodo.
Causas
Es posible que los cambios hormonales que ocurren durante el ciclo menstrual de una mujer
intervengan en la causa.
Una pequeña cantidad de mujeres se ve afectada por el TDPM durante los años en que tiene
periodos menstruales.
Ansiedad
Depresión mayor
Trastorno afectivo estacional (TAE)
Síntomas
Los síntomas del TDPM son similares a los del SPM. Sin embargo, casi siempre son más graves y
debilitantes. Estos también incluyen al menos un síntoma relacionado con el estado de ánimo. Los
síntomas se presentan durante la semana justo antes del sangrado menstrual. Con más frecuencia
mejoran al cabo de unos cuantos días después de que comienza el período.
A continuación, encontrará una lista de los síntomas más comunes del TDPM:
Falta de interés en las actividades diarias y en las relaciones con los demás
Fatiga o falta de energía
Tristeza o desesperanza, posibles pensamientos suicidas
Ansiedad
Sentimiento de pérdida de control
Deseo vehemente por consumir ciertos alimentos o comer en exceso
Altibajos en el estado de ánimo con ataques de llanto
Ataques de pánico
Irritabilidad o ira persistente que afecta a otras personas
Distensión abdominal, sensibilidad en las mamas, dolores de cabeza y dolor muscular o
articular
Problemas para dormir
Problemas para concentrarse
Pruebas y exámenes
El TDPM no se puede diagnosticar con ningún examen físico ni pruebas de laboratorio. Se debe
elaborar la historia clínica completa y llevar a cabo un examen físico (incluso un examen pélvico),
pruebas de la tiroides y una evaluación psiquiátrica para descartar otras afecciones.
El hecho de mantener un calendario o un diario de los síntomas puede ayudar a las mujeres a
identificar los síntomas más problemáticos y los momentos en que hay mayor probabilidad de que
se presenten. Asimismo, esta información puede ayudar a su proveedor de atención médica a
diagnosticar el TDPM y determinar el mejor tratamiento.
Tratamiento
La terapia conductual cognitiva (TCC) se puede emplear ya sea con o en lugar de los
antidepresivos. Durante esta terapia, usted asiste a aproximadamente 10 consultas con un
profesional en salud mental por algunas semanas.
Las píldoras anticonceptivas normalmente ayudan a disminuir los síntomas del SPM. Tipos
de dosis continuas son más efectivas, especialmente aquellas que contienen una hormona
llamada dospirenona.
Los diuréticos pueden servir para las mujeres que tienen un aumento significativo de peso
en poco tiempo debido a la retención de líquidos.
Otros medicamentos (como el Depo-Lupron) inhiben los ovarios y la ovulación.
Se pueden prescribir analgésicos, como ácido acetilsalicílico (aspirin) o ibuprofeno, para el
dolor de cabeza, el dolor de espalda, los cólicos menstruales y la sensibilidad en las
mamas.
La mayoría de los estudios muestra que los suplementos nutricionales, como la vitamina
B6, el calcio y el magnesio no ayudan a aliviar los síntomas.
Expectativas (pronóstico)
Después del diagnóstico y tratamiento apropiados, la mayoría de las mujeres con síndrome
disfórico premenstrual sienten que sus síntomas desaparecen o caen a niveles tolerables.
Posibles complicaciones
Los síntomas del TDPM pueden volverse tan intensos que interfieren con la vida diaria de una
mujer. Las mujeres que sufren de depresión pueden presentar síntomas peores durante la
segunda mitad de su ciclo menstrual y pueden requerir cambios en su medicamento.
Algunas mujeres con TDPM tienen pensamientos suicidas. El suicidio en mujeres con depresión es
mucho más probable que ocurra durante la segunda mitad de su ciclo menstrual.
Los trastornos depresivos son un conjunto de cuadros clínicos en los que predomina el síntoma
subjetivo de disminución del estado de ánimo (puede no ser manifiesto) y una bajada del interés.
Se presentan en el transcurso de los trastornos del estado de ánimo uni o bipolares (afectivos),
trastornos somáticos, trastornos de adaptación causados por situaciones difíciles, intoxicaciones,
efectos adversos a medicamentos, otros trastornos psiquiátricos tales como los trastornos
esquizoafectivos, como la depresión post-psicótica, trastornos mixtos depresivos y de ansiedad,
neurastenia o síndromes de abstinencia.
Generalidades
Los seres humanos se relacionan o comunican al nivel emocional y reaccionan de manera similar
ante determinados estímulos estresantes negativos, de ahí que el entendimiento de las emociones
sea una de las principales metas de la ciencia actual, unido a la comprensión y el análisis.
A menudo, el término depresión es confuso y tiende a ser malinterpretado, ya que se utiliza con
excesiva frecuencia para describir estados anímicos negativos normales, que desaparecen con
facilidad o tienen un carácter transitorio. La persistencia, la severidad y la capacidad para interferir
negativamente en la vida del individuo, son la clave que permite distinguir los síntomas clínicos de
la depresión, de aquellos otros estados emocionales negativos y/o fluctuaciones emocionales,
habituales, pero que no constituyen una enfermedad.
A pesar de las creencias populares y los mitos, los trastornos depresivos no son causados por una
debilidad personal, un fallo de carácter o como consecuencia de una inmadurez psicológica
latente. Una compleja combinación de factores biológicos, psicológicos y ambientales contribuye y
desempeña una función determinante en la aparición, la consolidación y el desarrollo de los
síntomas característicos de la depresión.
Aunque se pueden encontrar varias definiciones acerca de este trastorno, en una de las que señala
los aspectos fundamentales se plantea que "es una alteración primaria del estado de ánimo,
caracterizada por abatimiento emocional, y que afecta todos los aspectos de la vida del individuo.
Es un trastorno médico mayor con alta morbilidad, mortalidad e impacto económico".
En este concepto se destaca la alteración primaria del estado de ánimo, con lo cual se desea
enfatizar que en su interrelación con los elementos cognitivos, estos últimos son secundarios, es
decir, el pensamiento de las personas deprimidas está determinado, en primera instancia, por el
tono afectivo que presentan, indicado como abatimiento emocional.
En lo referente a que afecta todos los aspectos de la vida, es para delimitar que un sentimiento de
tristeza no determina una depresión clínica; aquí la afectación es fundamental, con una extensión
mayor que la esperada en una tristeza. Cuando se expresa que es un trastorno médico, cumple los
requisitos para ser tratado por la ciencia médica, ya que las alteraciones que provoca implican la
indicación de un tratamiento específico, señalándose las posibles causas y maneras que se
producen, por lo que es incluido en las clasificaciones internacionales.
La depresión clínica se considera como una condición médica que afecta el estado de ánimo, la
conducta y los pensamientos. Cambia la manera en que una persona se siente, actúa y piensa.
Cosas que eran fáciles y agradables, como pasar un tiempo con la familia y los amigos, leer un
buen libro, ir al cine o a la playa, en este estado toman más esfuerzos y a veces son casi imposibles
de realizar.
Comer, dormir y hacer las relaciones sexuales, pueden llegar a ser un verdadero problema.
En algunos pacientes, los estresores que ocurren tempranamente en la vida pudieran conducir al
diagnóstico de un trastorno depresivo. Este diagnóstico es reversible con la eliminación de los
estresores, de manera que no requerirán una intervención terapéutica, sin embargo, los que se
exponen subsecuentemente a múltiples estresores pueden desencadenar una hiperactividad del
eje hipotálamohipófisis-adrenal, siendo entonces una depresión crónica.
Desde hace varios años las investigaciones epidemiológicas vienen alertando acerca de las
características que matizan este trastorno. En estudios realizados en diferentes países, se ha
estimado la depresión de por vida en cifras que pueden oscilar entre 2,9 y 15,4, lo que puede
sugerir una variabilidad en los criterios diagnósticos.
En EE.UU, alrededor del 10 % de las mujeres y el 4 % de los hombres han tomado un antidepresivo
en algún momento. La prevalencia puntual de los síntomas depresivos en la población general
oscila entre el 9 y 20 %, y el riesgo de sufrir un trastorno depresivo a lo largo de la vida se
encuentra entre el 6 y 10 % en los hombres, y el 12 y 20 % en las mujeres. La mayoría de las
depresiones permanece sin diagnosticar y, por ello, sin tratar.
Dado que una gran parte de los pacientes acude con sus quejas, frecuentemente inespecíficas, al
médico de la familia, este se encuentra en una posición idónea para diagnosticar y en muchos
casos tratar la depresión, pero por esta misma razón se puede producir un subregistro.
Desde el 2000, las ventas de los antidepresivos han alcanzado cifras relevantes en la prescripción
de medicamentos de cualquier tipo. Todavía los estudios epidemiológicos sugieren que hay un
vasto número de individuos depresivos no tratados.
Consecuentemente, los médicos de atención primaria han sido reclutados como la primera línea
de defensa y algunos investigan, de forma rutinaria, la presencia de depresión. Por todo lo
anteriormente expuesto, el consumo de antidepresivos se ha elevado desde 1990. No obstante, se
ha cuestionado si la clasificación de los DSM y sus diferentes versiones tiene en cuenta todos los
elementos para llevar a cabo el diagnóstico de trastorno depresivo mayor.
Hay muchas diferencias entre tristeza y depresión. La tristeza es una emoción totalmente natural,
que todos podemos y debemos experimentar en múltiples ocasiones a lo largo de la vida. Es una
reacción de nuestro cuerpo y no tenemos porque maquillarla o esconderla (de hecho, llegar a
llorar es bueno para la salud).
Sin embargo, hay momentos donde ese estado emocional ya no es tan normal, y es exagerado o se
alarga en el tiempo. En esos momentos, junto a otros factores, sí podríamos hablar de depresión,
un trastorno mental que afecta a pensamientos, emociones, percepciones y comportamiento.
Pero no, tristeza y depresión NO son lo mismo.
En el caso de la depresión hablamos, para entendernos, de una tristeza crónica y generalizada por
todo. No hay un claro factor de origen (y a veces ni siquiera existe tal factor), ni un cambio de
circunstancias vitales, ni nada que pueda ofrecernos una causa. Por tanto, afecta a muchos más
ambientes y situaciones que una tristeza normal, durante un tiempo inadecuadamente largo, y en
todo momento.
La depresión hace que la vida sea menos agradable, menos interesante y menos emocionante.
Deteriora nuestra energía vital y motivación; a la vez que aumenta otro tipo de emociones
desagradables como la impaciencia, la ira, la frustración… emociones de las cuales nos costaría
más recomponernos encontrándonos en un estado de depresión, en comparación a una tristeza
normal.
Como ya hemos mencionado al principio, sentir tristeza es normal, siempre y cuando tenga una
intensidad y duración adecuada en base a la situación que origina la misma emoción.
Ser diagnosticado de depresión no es fácil, y siempre hay que fijarse en algunos puntos clave que
ya hemos sugerido con anterioridad: Duración de los síntomas (dos semanas de forma continua) y
la intensidad o severidad de los síntomas (dependiendo de la situación, debería ser valorado por
un profesional médico).
Dicho esto, el diagnostico de depresión necesita al menos 5 de los siguientes síntomas. Este
apunte solo debe ser considerado una guía, pues si creemos que podemos encontrarnos frente a
una enfermedad como la depresión, debemos consultar a un profesional en primera instancia:
Como podéis observar, evidentemente una tristeza normal no suele asociar estos síntomas
durante tanto tiempo y de forma tan intensa como sí los asocia una verdadera depresión. De
nuevo, repito, no es un diagnóstico fácil, pero no debemos olvidar que la tristeza en base a un
evento determinado puede ser totalmente normal e ir disminuyendo con el tiempo de forma
paulatina (la muerte de un ser querido, o la pérdida de un trabajo, por ejemplo). En la depresión
no tiene por qué haber origen de la tristeza, ni la duración es tan excesiva, ni la intensidad de la
misma.