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L DISCURSO SOBRE HI, ESPIRITU POSITIVO, pbliado en 1844 como introduccin 4m «Tratado ilosfico de astronomia popular, es una incomparable exposctn, a a ver densa y clara, del pensamiento de AUGUSTO COMTE (1798-1857), findador y maestro de ana de fas corsenestosieas «ve doinaron el siglo XIX. Obra de madurer, posterior al Sistema de flsofia posta», enieravigorosamente Jos momentos fundamentals de las concepcones comtianas y los agrupa en paginas tan escasas como concsasytrasparentes. Com indica JULIAN MARIAS, prolagustay raductor dl volumes, la peregrina suerte del posivimo, al querer conertirlo en casireltin, ha hecho que Hegue, sobre to, @ nosotros jerarquizadoy hiratzad, y que se desvaneza fod ta sustancinfilsien que peda fener; convene, pes, solver alas fuentes vas para entendcr qué ban sido ta filosofn y el mundo después del Keaismo aleman. Por to dems, hay en a obra de Comte, aparte des estrcta inteneién losin y de sus concepciones sore los estan del progreso de In bumaniad, wna vs de ta realidad histricn on intent de sociologin Kens claras sobre la politica de su época «y acaso, también, de Ia mete, 2 g a 2 El libro de bolsillo Alianza Editorial Discurso sobre el espititu positive Seccién: Clisicos Auguste Comte: Discurso sobre el espiritu positive Versién y_prélogo de Julién Marfas El Libro de Bolsillo Alianza Editorial Madrid ‘Tiulootiginal: Discour sur Perit posit ‘eaductor:Jolida Mase ‘Primera edici en «Revista de Occidenten Oak 1934 ccién propo: Jullén Matos © Revista de Orcidente, $.-A., Madd, 1934 © Alnmy Bait, 5A. Maas, 1900 Calle"Mitn, 38; "4 260 ISBN: 84.206.1603.9 Depisito legal: M. 43628-1980 Compuesto por Ferndndes Ciudad, 8. L Impreso en ClostsOrcoyen, S. L. Marines Pae, 5. Madeh29 Printed in Spain Prélogo En el afio 1844, Augusto Comte publics el Discurso sobre el espiritu positive, como introduccién a un «Tra. tado filoséfico de astzonomfa popular», aludido muchas vveces en el texto, Se trata de un breve libro que encierra vigorosamente lo esencial del penssmiento comtiano. Es tuna obra de madarez, posterior al «Sistema de filosoffa positivan, que recoge sus momentos fundamentales y los agrupa en paginas escasas y densas Desde comienzos de siglo, Ia reaccién contra el positi- vismo lo ha desalojado de le actualidad filoséfica. Esto cera inevitable y necesatio, Peto conviene distinguir, den- tro del positivismo, dos. dimensiones diferentes. Por una parte, la dimensién negativa segéin la cual cl positi- iso no ee fost, La muerte de eo era inexorable, Pero, por otra parte, hay el hecho del positivismo, que 3 mbtho mds que on hecho, Nos encontramos con que en el siglo pasado Ia Tiumanidad fue positvista, y que nosotros ya_no lo somos, es decir, hemos. defado de serlo. A nadie puede ocuitérsele que nuestra situaciSn rho es igual que si no hubiese habido positivismo en el 7 | : Juli, Maras undo, Venimos de él; y no podemos acabar de enten- dernos sino To entendemos. Natutalmente, no nos importa demasiado conocer el contenido minucioso de la ciencia positivista, caduc cen buena parte. Lo que nos interesa es saber, propi mente, qué es set positivista. Esto nos puede dar gran sobre Ie época inmediatamente anterior y, al ‘mismo tiempo, sobre Ia nuestra. En otros términos, nos importa conocer en qué ha consistido el espfrit, —al- fen dint Ta fale de cra ski, Sie as se claro este espftitu, podremos luego “comprender fécilmente toda Ia letra ncumulada en tomo auyo, 9 a larga exégesis de més de medio siglo. Porque ésta es otra. A fuerza de hablar de los posi tivistas, nos hemos olvidado de Comte; es decir, de lo que en’ Comte pueda haber vivo. Y, desde luego, hay tuna enorme distancia entre el fandador y los fundados La peregrina suette det positivismo, al querer conver tislo en casireligién, ha hecho que llegue, sobre todo, 8 nosotros jetarquizado y hieratizado, y que se desva rezca toda Ia sustancia filosSfica que pudo tener. Con- viene, pues, volver a las fuentes vivas pata entender qué han sido Ia filosofia y ef mundo después del Tdea- lismo alemén, De In inteleccién suficiente del posit vismo, que, naturalmente, excederia de él, se podria esperar Ia més clara luz sobre un amplio grupo de pro. blemas, que afectan de modo decisive a nuestro tiempo, La publicacién de este Discurso pretende set un paso certero en esa diteccign Y no es esto sblo. Hay en Comte, fuera de su estricta intencién filoséfica,, muchas cosas fecundas. Hay ‘una ys de I eld hist eet Ifema an menos— de sociologla; ideas claras sobre In politica de su época y caso, en cierta medida, también de la fuestea, Conviene no olvidar todas estas cosas; com viene contar con ellas, en su expresién otiginaria, como nos fas muestra, en apretado haz, este Discurso. Seria justo y dafioso que todo esto quedase arrastrado. y Prélogo ° cenvuelto, sin revisién, por el conjunto, en quiebra, del positivism, “Ademés, el Diseurso sobre ef esptritw positivo es, sin dluda, uina' incomparable exposicién de todo el sistema comtiano. Denso y claro. Y, sobre todo, con una ven- taja esencial sobre toda exposicién ulterior: cualquier libro positvista nos da lo que Comte ha sido para sus acontnunoresy; Toba origin, en cambio, nos dt cl pensamiento auténtico y primitive; y podeios nos fino subrayar_en él lo que aco creapo a lon segue doves de Came. esto no slo por una posible insu ciencia suya, sino, ante todo, porque se movfan en. un fotizonte positivist, @No. hemos de Dover desis rnosotras Ios supuestos —no positivist, claro es— feo, eA aos de wet gu cho pie in Comte tener dé actual, aunque acaso no eneajara en Se Sirus aaa del XIX? Estas ttzones justiicen Ia publicacién del Discurso a muewros dla, Y_ In concia tugpaenca de ste breve libro, escrito con un propérito de lograr gran difusién, lo’ hace propio para ser incluido en esta serie dde obras esenciales, donde, aunque otra cosa pudiera tal ver temerse, responders sigurosamente al_ titulo: «Textos filoséficos». Por otta parte, tanto por lo menos como aquellos aciertos antes indicados, nos importa advertit las pro- fandas y esenciales quiebras del positivismo. Ver, en ‘qué consiate su tltima falseded esencial, el error deci- sivo que hace morir al positivismo al legat a su madu- rez, a esa madurez edefinitivan que tan cara fae al pprogresismo de Augusto Comte, Y nos interest, por ‘lkimo, reparar en aguellas coses que siempre fueron problemiticas en su pensamiento, a peser del aire mé fico y como de buena nueva que corre entre sus pégi- has, Por ejemplo, conviene fijarse en los motivos_y las dificultades internas de aquella gran idea que fue el progresismo; en la oculta violencia que encietra la con wo Folia Mase sideracién de Ia Humanidad como el ente supremo, fin de nuestras vidas personales. ‘Merece Ia pena patar la atencién en el estilo de la rosa comtiana, No es algo meramente exterior y acch. dental, sino que es indicio también del estilo de su Pensamiento. Compérese Ia prosa torpe, desmafads, sin clegancia, de Comte, lena de expresiones de tecnicismo filoséfico, usado sin rigor y a veces a destiempo, de abstraccién rebuscada, con aquel otto estilo antetior de los idealistas alemanes, con la lengue briosa de Fichte y Hegel, por ejemplo, o también con las paginas fines, Pulidas, aceradas, de Brentano. No seria excesive que. fet, encontrar una esencial andlogia entre estos ico estilos literarios y las tres distintas maneras de pensar gue han albergedo con sus formas, y que resumen la historia entera de In Filosofia del ‘ftimo siglo. En la traduccién, por eso mismo, he respetado las caracteri ticas, un poco ingratas ciettamente, del estilo, gris y sin acento, del original Para esta versién se ha utilizado la edicién de la «Société Positiviste Internationales, Parfs, 1923. Se ha conservado en ella la divisién en partes, capftulos y sco. ciones, y la numetacién de los pitrafos, que introduje. ton los editores del texto francés, ya que Augusto Comte publics su Discurso en un ‘inico capitulo, sin divisiones dentro de él 1M, Primera parte Superioridad mental del espfritu positivo Discurso sobre el espiritu positive Objeto de este discurso 1.—E1 conjunto de los conocimientos_astronémicos, considerado hasta aqui demasiado sisledamente, no de- be constituir ya en adelante mAs que uno de’ los ele- mentos indispensables de un nuevo sistema indivisible de filosofia general, preparado gradualmente por el con- curso espontineo de todos los grandes trabajos cient ficos pertenecientes a los tres siglos dltimos, y llegado hoy, finalmente, a su verdadera madurez abstracta. En virtud de esta intima conexién, todavia muy poco com. prendid, Janette yl deine de este Traado 0 podrlan ser sufcientemente apreciados, si este predm- bbulo necesario no estuviera consageado, sobre todo, & define convenientemente el verdadero ‘espftitu funda mental de esta filosofia, cuyo establecimiento universal debe llegar ser, en el fondo, el fin esencial de tal tensefianza, Como se distingue principalmente por una preponderancia continua, a In vex Iégica y cientifia, del panto de vista histérico o social, debo ante todo, para Caracterizarla mejor, recordar somariamente Ia gran ley que he establecido en mi Sistema de filosofta positios, B 4 ‘Auguste Comte sobre la evolucién intelectual entera de Ia Humanidad, ley de la que, por otra parte, nuestros estudios astroné: micos echarén luego mano con frecuencia, Capitulo I Ley de la evolucin intelectual de fa huranidad 0 ey de los tres estados 2—Segin este doctrina fundamental, todas nuestras cespeculaciones, cualesquiera, estén sujetas inevitablemen- te, sea en el individuo, sen en Ia especie, a pasar suce- sivamente por tres estados tericos distintos, que las denominaciones habituales de teolégico, metafisico y positive podeén calificar aquf suficientemente, para aque- Ilos, al menos, que hayan comprendido bien su verda- dro sentido general. Aungue, desde luego, indispen- Sable en todos aspectos, el primer estado debe conside- tarse siempre, desde ahora, como provisional y prepa. ratotio; el segundo, que no constituye en realidad mis que una modificacién disolvente de aquél, no supone rmunca més que un simple destino transitotio, a fin de condacie pradvalmente al tercero; en éste, ef nico ple- nnamente normal, es en el que, consiste, en todos los spéneros, el r6gimen definitivo de la rezén humana, I. Estado teoldgico 0 fi 3.—En au primer despliegue, necesariamente teolé- fico, todas nuestras especulaciones muestran esponté- 7 18 Auguste Comte rncamente una predileccién caracteristica por las cues- tones més insolubles, por los, temas més radicalmente inaccesibles a toda investigacién decisiva, Por un con- taste que, en nuestros dias, debe parecer al pronto inexplicable, pero que, en el fondo, esté en plena armo- fa con la verdadera situacin inicial de nuestra intel gencia, en una época en. que el espfritu humano esta atin por bajo de los problemas cientiicos mas sencllos, hhusca Avidamente, y de un modo casi exclusivo, el ori gen de todas las cosas, las causas esenciales, sea pri eras, sea finales, de fos diversos fendmenos que le extrafan, y su_modo fundamental de produccién; en tuna palabra, los conocimicntos absolutos. Esta neces dad primitive se encuentra satisfecha, naturalmente, tanto como lo exige una situacién tal, © incluso, en fen, tanto como pueda slo nunca, or nuestra te jencia inicial a transportar a todas partes el tipo hu- iano, asimilando. todos los. fenémencs, sean ‘cuales. gules, + los ge prodocnor notes lames yu, or esto, empiezan por parecernos bastante conoccos, fein lain mediate que lon acompaa Part comprender bien el espiritu, puramente teolégico, re- sultado del desarrollo, cada vez mis sistemitico, de este estado primordial, no hay que limitarse a. considerarlo en su iiltima fase, que se acaba, a nuestra viste, en los pueblos mas adelantados, pero que no es, ni con mucho, Jamas caracterfstica: resulta indispensable echar una mirada verdaderamente filos6fica sobre el conjunto de su marcha natural, fin de apreciar su identidad funda mental bajo las tres formas principales que le pertenecen sucesivamente. ‘4—La més inmediata y Ia més promunciada consti tuye el fetichismo propiamente dicho, que consiste ante todo en atribuir a todos los cuerpos exteriores una vida ‘sencialmente anéloga a In nuestra, pero més enérgica ‘asi siempre, segtin su accién, més poderosa de ordi- ratio. Le adoracién de los astros caracteriza el. grado is alto de esta primera fase teolégies, que, al princi- pio, apenas difiere del estado mental en que se detienen Discurso sobre et expiitu poitvo 19 Jos animales superiores, Aungue esta primera forma de Ia filosofia teoldgica se encuentra con evidencia en la historia intelectual de todas nuestras sociedades, no do- tina directamente hoy més que en Ja menos nome- rosa de las tres grandes tazas que componen nuestra especie 5 itn su segunda fase esencial, que constituye el verdadero politeismo, confundido con excesiva frecuen- Gia por los modernos eon el estado precedente, el expf- fitu"teol6gico representa. netamente Ia libre preponde- fancit especulativa de la imaginacién, mientras que hnasta entonces habian prevalecido sobre todo el instinto y el sentimiento en las teorias humanas. La filosofia Inieial sufre aqui la més profonda transformacién, que pueda’ afectar al conjunto de su destino real, en el he- ho de que la vida es por fin retirada de los objetos me- teriiles para set misteriosamente transportada a diver- fos seres ficicios, habitualmente invisibles, cuye activa y continua intervencién se convierte desde’ ahora en In Tuente directa de todos los fendmenos exteriores e in- cluso, més tarde, de los fendmenos humanos, Durante es fate enact al areca boy, donde hay jue estudiar principalmente el espiitu teolipico, que se ‘Eectvuclee Gn elle con una plentud.y una homoge ‘eid utesomenteimpoxble i tmp en. todos fspectos, el de su mayor ascendiente, a la vex mental J toca Ta mayor parte de esta especie no ha sido Todavia de tal estado, que persiste hoy en le més nume- rosa de las tres tuzas humanas, sin contar Io més eso fido de In raza negra y In parte menos adelantada de Ia reza_ blanca. nan Ja ttcera fase teoléplen, el monotetsmo pro- piamente dicho, comienza Ia inevitable decadencia de la Filosofia inicialy que, conservando mucho tiempo una igren influencia social —sin embargo, més que teal, apa- Fente-, sufre desde entonces un ripido descrecimiento intelectual, pot una consecuencia esponténen de esta simplificacién caracterstica, en que Ia azn viene a restringit cada ver més el dominio anterior de la im 2 Avgnste Comte fnaco, djando desarolla graduelmencs el sentinin to universal, hasta entonces casi insignificante, de la sujecién necesaria de todos los fenémenos naturales a leyes invariables. Bajo formas moy diversas, y hasta tadicalmente inconciliables, este modo extremo del ré- gimen preliminar persiste atin, con una energia muy des- igual, en la inmensa mayorfa de In raza blanca; pero, aunque asf sea de observacién més ficil, estas mismas peocupaciones personales traen hoy un’ obstéculo de- Iasiado frecuente a su apreciacién juiciosa, por falta de ‘una comparacién bastante racional y bastante imparcial con los dos modos precedentes. T--Pot imperfecta que debs parecer shor al ma neta de filosofer, importa mucho ligar indisalublemente el estado presente del espirita humano al conjunto de fu cries anteriots, reconcendo convenentnente que aquella manera tuvo que ser durante largo tiempo tan indispensable como. inevitable. Limiténdonos aqul 4 Ta simple apreciacién intelectual, seria por de pronto superfluo insistir en Ia tendencia involuntaria que, in cluso hoy, nos atrastta a todos, evidentemente, = las explicaciones esencialmente teolbgicas, en cuanto que- remos penetrar directamente el misterio inaccesible del modo fundamental de produecién de cualesquiera fend- menos, y, sobre todo respecto aquellos cuyas_leyes reales todavia ignoramos. Los mas eminentes pensadotes pueden comprobar su propia disposicién natural al mas ingenuo fetichismo, cuando esta ignorancia se halla com bbinada de momento con alguna pasién pronunciada. Ast pues, si todas Ias explicaciones teoldgicas han. catdo, entre los occidentales, en un desuso ereciente y decisivo, cs s6lo porque las misteriosas investigaciones que tenfan por designio han sido cada vez mis. apartadas, como tadicalmente inaccesibles a nuestra inteligencia, que se fhe acostumbredo gradualmente a sustituelas ierevoce blemente con estudios més eficaces y més en armonta con nuesteas necesidades verdaderas. Hasta en un tiem po en que el verdadero espiritu filoséfico habta ya pre- valecido tespecto a los més sencillos fenémenos y en Discurso robre el esptitu postive a tun asunto tan fécil como la teoria elemental del cho- Gue, el memorable ejemplo. de Mrlebranche secordaca whore fe mcs ero i itererin dh fecrt'y permanente de una acclén sobrenatural, sempre oe #¢ ftentafemontarse « ia causa primera’ de cua tier suceso. Y,. por otta pat, tales tentativs, pot ‘Maes que hoy justamente.parezean, consticlan”cler- fameate a taco medio primitivo de determinar el con tinuo despiogue de las especulaciones humanas, apar- tino ‘spontnsaent nase integrin de reo ofundamnte wiioso en que primero est necsata Imente envuelta por la oposicign radical de dos condi- Clones fgualmente impetiosas, Paes, xi bien los moder for ant debido procamat ia imposbldad de fundar ingund teorla sélda sino sobre wn concurso sufciente Ge haevcincy decd, no er menor incase fac el espirte humano.no podsfa nunca commbipat, ni ‘Kiera recoge, ess indispensables materiales, sin estar Sempre sgido por algunas micas especulativa, este ilockles de antemano. Asi, estat coneepelones primor dikes no-podian, evidentemente, resltar mas que de tn tds por mite, de aa ie watign larga, 7 susceptible, en una palabra, de surgit Eeponineamens, xo slg implso de in insinto ecto, por guinétiens que debiesen set, por otra parte, tspeculaones asi desprovistas de todo fundamento rea. Tales cl fli paivdegio. de los princlpiostclbsicos, Hin oe endls se debe asegurar que nesta snceligencia to pala sli de. sa tonpeza inal 9 qe, ellos solos, Ban? podido permits, diigiendo su actividad especule tiv, ptepatat,gredualmente_ un réimen logico. mejor. Hoe fread Gandamental foe, ademés, poderosamente fecindada por, la predleciSn oviginatia del split Etimano ‘pot los problemas isolobles que. persegula fobre todo, aquellaflosofia printiva. No. podemos molt nuestra fueraas mentales y, por consecuencs, Ghcunseribir certeramente. su destino, mas que despues qe faberlas cjerctado. lo bostmte, Pero este sjrccio {nuiapensable ho podia primero detcrminare, sobre todo 2 Auguste Comte cn las facultades més débiles de nuestra naturaleza, sin el enérgico estimulo inherente a tales estudios, donde tantas inteligencias mal cultivadas persisten ain en bus car la mds pronta y completa solucién de las cuestiones dlirectamente usuales. Hasta ha sido preciso, mucho tiempo, pata vencer suficientemente nuestra inercia na: tiva, recurrir también a las poderosas ilusiones que sus- st expontinesmente tal flosafla sobre el poser cs lefnido del hombre para modificar a su antojo un tmando, contebide entones como esencialmente onde nado para su uso, y que ninguna gran ley podia todavia sustracr a Ja arbitraria supremacia de las. influencias sobrenaturales, Apenas hace tres siglos que, en lo mis ‘ranado de Ja Humanidad, las esperanzas astrolégicas y alguimistas, timo vestigio cientifico de ese espiritu primordia han dejado realmente de serve ae acomi- én diatia de las observaciones correspondientes, co mo Kepler y Berthollet, respectivamente, lo han indi cado, 8.—EI concurso decisive de estos diversos motives intelectuales se fortficarfa, ademés, poderosamente, si Ja naturaleza de este Tratado me permitiera sefialar en 4] sflcenterente 1a influeciairesistible de Tashan necesidades sociales, que be apreciado convenientemente en la obra fundamental mencionada al comienzo de este Discurso, Se puede asi demostrer, primero, plenamente ‘cuinto tiempo ha debido ser el espiritu teoldgico indis- enable avs a combinacén, permanente de Is ides ‘morales y politices, més especialmente todavia que Ide todas las ots, sea en vittnd de. u complication superior, sea porque los fenémenos correspondientes, rimitivamente demasiado poco pronunciados, no podian adguirir un desarrollo caracteristico sino tras un des- pliegue may prolongado de la civil humane, Es luna extrafia inconsecuencia, apenas excusable por la tendencia ciegamente critica de nuestro tiempo, el reco- nocer, para los antiguos, 1a imposiblidad de’ filosofar sobre Jos asuntos més sencillos, de otro modo que si guiendo el método teolégico, 'y desconocer, sin em- Discurso sabre el espitita postive 2 i superable argo, sobre todo entze Jos politeistas, Ia insupera pecesided de un ségimen andlogo frente a las specu Tettin celao cs menener, ademés, adver aunque aqut no pueda establecerlo, que esta filosofia iniclal 90 ha sido. menos indispensable para el despli gue prcliminar de nuestra sociabilidad que para el de nuestra. inteligencia, ya para constituir primitivamente Gieriag docirinas comines, sin las que ef vfoculo social fo babsfa podido adquirir ni extensin ni consistencia, 20 ta Capontineamente la ice sleidad es Hitual que pudiera entonees surgi. TI, Estado metaisioo 0 abstracto Por svi oe vn, gu et, cxligtgne generale sok, la marae provsiond Ede separ de olen nt 7 saunter nla infancia de I Humana hacen sentir fécilmente que este régimen inicial difiere dema- siado hondamente, en todos aspectos, del que vamos a si anes ie vlad rent Pas ge el Pes gradual de uno a otto pudlers ‘operarse gradualmente, bien en el individuo o bien en fa especie, sin el cre- ee csi da una como filosoteiteiedia, ese Samet linia «ee meneter tensor, Tl ametldpacén cope del estado metallaco. propia: : Meanie ‘en [a evolucién fundamental de nuestra Inteligencia, que, llena de ansipatia por todo cambio rast, puede elevarse af, casi insensiblemente, del es tado puramente teoldgico al estado francamente posi- de ara ea equlvocasitacion se aproxime, ee fondo, mucho més al primero que al sikimo, Tas es sree a dohinantes pan conserva cl mis ‘mo esencial carécter de tendencia habitual a los cono- Enientosabsolutos: s6lo. Ia solucién ha suftido aqul na aaformacin noble, roa nae facta me i rec ee concetones postivas. Com Jor ep to, In metalic intenta sobre todo ex 2% ‘Auguste Comte plicar la intime naturaleza de los seres, el origen y el destino de todas las cosas, el modo escacial de. proc cise todos Ios fendmenos} pero en ugar de emplear para cllo los agentes sobrenaturales propiamente dichos, Jos reemplaa, cada vex mis, por aquellas enidades © abstracciones personiicadas, cuyo uso, et) verad carae teristico, ha permitido a menudo designasla con el nom bre de ontologia, No es sino demasiado facil hoy obser var sin dificulted una manera tal de filosofar, que, preponderante todavia. respecto. alos fendmenos mis complicados, oftece todos los dias, hasta en las teorias mis sencillas y menos atrasadas, tantas hells. apr bles desu larga dominacién La efcaca histdzica de estas cntidades resulta drectamente de au carfeter equl- voeo, pues en cada uno de estos entes metafisicos, inhe rente al cuerpo correspondiente sin confonditse con él, cl espftitn puede, a voluntad, segin que est ms cerca del estado teoldgico o del estado postivo, ver, 0 una verdadera emanacién del poder sobrenatural, © une sine ple denominacién abstracta. del fenémeno covsiderado. "Ya no es entonces la pura imaginecién Ia que domina, y todavia no es fa verdadera observaciba: pero el raz0 famiento adguicre agut mucha extensiGn J se prepara fontasamente al ejercicio verdaderemente tcntlce, Se debe hacer notar, por otta parte, que su parte especy. lativa se encuentra primero muy exagerads, a causa de quella pertinaz tendencia a argumentar en ver de ob- Servar que, en todos los génctos, catactetica habitual mente al esptitu metafisico, incluso en sus Grganos mis ceminentes. Un onden de concepciones tan flexible, que ‘no supone en forma alguna la consistencia propia, dr 2 Gast todas as explicacones de costumbte relatives a los fe ‘némenos sociales, la mayor pute de fae que concieten al hom, bre ntlectonl moral una’ ran parte de noes tool Aégies ‘0 medias, e inluso también diversas tools, qui sca suede Yoda eciamente i xeaba mans de lool tan pracosamente caracterizada por Molle sin ningun cexayetacin grave, con ocssiay por eiemplo, de la bird. darmt loa del opin, de cterda. con Ia. decile ‘conmociin que Bes. ‘atts acabuba de hacer sufelr «odo el reine elas caidas Discazso robre el expe positive 2 ste to emo, 2 stan lpn, de et otra parte mucho mis ripidamente, la corespom. Fence unidad, por la subordinacion gradual de los die weram cntidade particulates a una sola entidad genera, Ie Naruraleza, extinada: » determina elit equiva Kate mets de evap coe unienal gue = fultba del monoicsno, 10—Pata comprender mejor, sobre todo en nucsttes dis Ta each Gea peat ws ie fa teconocer quty por st naturales, 0 e¥ atscep file mas que de ung mera actividad eice 9 dislvente, incl mental, yy com mayor tao, socal, sin podet ogaizar munca fade que Ye sx propio. Radicalmente Ipeomascucnte, este exprta equivoco conserva todos los Fundarenton principales del sstema teolgico, pero aoe tandoles cada yer nis aquel vigor yfijecaindspensbles ftir autondad efectivay yen une alteraién semejante teen donde consne en efecto, desde tad Tos pntos de ty se pine tad pss candor tmen antguo,inucho tempo progresiv para el conn Ae Crt inant Ent, events Heya a aguel grado de prolongacin abusive en gue tiende a perpetonr indefinklamente el exado. deinen. Gia que primero habla dgido tan flizmente, La me. fatsea no ey, bows, realmente, en el fondo, més que tna copece de toologla gradualence entrada por sim- Pleclone, dsovents,"que le prfan expontdneamcnte fe porer directo de impecie of deplicgue especial de iy fence jt, comtndl seme, embargo la aptitog provisional pata mantener un cierto C indispensable ejrcio, de generalzacio, haste pueda, por fin, rcelbir mejor amento, Sepin st carter EGnunditoriy el teimen intaisico w entlopeo std Siempre situndo. en la inevitable alternation de tender ¢ tu vane resteorcion del estado teolic, pate satis flere las condiciones de orden, o bich llegar ¢ una si furcign puramente negativa, fin de-escapar al ope five Imperio. de la Teologi, Est osdlacon necestia, Gq ahora no se observa tne que frente alas mis ci % Auposte Comte ciles teorias, ha existido igualmente en otro tiempo, a ppropésito de las més sencilla, mientras ha. durado’ st elad metafisics, en virtud de la impotencia orginica que pettenece siempre a tal manera de filosofar, Si Ia razén ppiblice no Ja hubiera rechazado desde hace largo tiem- po pata ciertas nociones fundamentales, no se debe emer asegurar que las insensatas dudas que suscit6, hhace veinte siglos, sobre la existencia de los cuerpos ex. teriores, subsisticfan atin esencialmente, porque nunca Jas ha disipedo con certeza por_ ninguna argumentacién decisiva, Se puede contemplar, finalmente, el estado me tafisio ‘como una especie de’ enfermedad exSnica inhe rente por naturaleza a nuestea evolucién mental, indi- vidual o colectiva, entre la infancia y la virilidad. 11—Como las especulaciones histérieas no se re- ‘montan casi nunca, entre los modernos, mis allé de los tiempos de politefsmo, el espfritu metefisico debe pare- cer en ellas casi tan’ antigo como el mismo espiita teoldgico, puesto que ha presidido necesariamente, si bbien de tn modo implicito, la transformacién primitive del fetichismo en politeismo, pare sustituir ya a la acti vided puramente sobrenatural, que, apartada de cada cuerpo particular, debia dejar espontineamente en él alguna ended coireponente, No obstnte, camo esta primera revolucién teol6gica no pudo.entonces engen- drar ninguna discusi6n verdadera, Ia intervencién con- tinua del espfeitu ontol6gico no’ empezs a set plena- mente caracteristica hasta la revolucién siguiente, para tedacir el politefsmo a monotefsmo, de quien debié set el Srgano natural, Su cteciente influencia debfa. parecer primero orginica, mientras permanecia subordinado al impulso teoldgico; pero su naturaleza exencialmente di- tolvente hubo de ‘manifetarse luego. ead ver, mis, cuando intent6 gradualmente llevar Ia simplificacién de In teologia inchiso allende el monotefsmo vulgar, que constitufa, con absoluta necesided, Ia fase extrema ver daderamente posible de I filosofla inicial. Ast es cémo el espltita metafisico, dutante los cinco siglos ikimos, hha secundado negativamente el despliegue fundamental Discutso sobre el expe positive a de nuestra civilizacién moderna, descomponiendo poco 11 poco el sistema teolégico, que se habla hecho pot fin rett6grado, desde que Ia cficacia social del régimen mo- hotefsta. se hallaba esencialmente agotada, al_término de la edad media, Por desgracia, después de haber cum- plido, en. cada género, este oficio indispensable, pero ‘pasajero, Ia accién demasiado prolongada de las concep- ciones ontoliei ee, ede «in lr tambien toda organizacién real distinta del sist Pe enilavoy de menare que d cosicle dt pall groso para el establecimiento final de una verdadera filosofia resulta, en efecto, hoy de este misino espirita jue a menudo se atribuye todavis el privilegio casi ex lusivo de las meditaciones filoséfcas TIL, Estado positive o real 12 Cardcter principal: la Ley 0 Subordinacién cons- tante de la imeginacién a la observacién. 12,—Easta larga serie de_presmbulosnecesatios con- dace al fin a noestra inteligencia, gradualmente eman- tipada, a su estado definitivo, de positividad racional, que se debe caracterizar agaf de un modo més especial due los dos extados preliminares. Como tales cjercicios preparatorios han comprobado esponténeainente Ia ra- dial veda de Ine explccones ages y arbitra opias de In filosofiainicial, ya teolbgica, ya meta fice epi. utnanorenunca desde hora a as investigaciones absolutes que no convenfan més. que a su Infancia, y circunscibe sus esfuerzos al dominio, des- de entonces répidamente progresivo, de Ia verdadera observacién, nica base posible de ‘los conocimientos accesibles en verdad, adaptados sensatamente a nuestras necesidades reales. La légiea especulativa habia consis. fido hasta entonces en tazonar, con més © menos suti- liza, setin principios confusos que,_no ofteciendo prue ba ‘alguna sufciente, suscitaban siempre digputas sin . » o obre et explttu positive os, en lugar de poder Megara set, en modo } inpre’ relative. & Keser ino, debe penance siempre, relatvg a signe, minaién y 2 ues stan, Reconcin AREY ae doble spcto, Ia necesara imperfcién de do £0 oe ttoy apeclaivos, xe ve qu, eos gees gtudiar completamente ninguna. existencia | Ee podelanos panna de Diegin modo 1a tetiet ad'de comprober ax, ni siguiera moy supett Pe oes a tei re oe mee" ae Be ian ante important paroles “east in orden eno de Fendinens nara ffeil sseeeg Um de decor 2 BOSS. ‘Shora no tenemos ‘idea alguna, «menos ee Marella es seit ian ference : djpos Prncipales de animaided, se-encuen a es eppanismo elevada al mds alto grado. que Bae oie cxploracion total del mundo exterior, puede Gatevidentemente gravity cat ridicula, Nin en gucde most mgr ue astrnomia Ett satoralestnecesramente relia de tes rues 4 Mevocimientos reales, puesto que, no pudiend Een ella la invespacién de ie Fane mis ae Er fnigo sentido, es muy fll aprecar las conse Pevncas especlativas’ de su desaparcign o de so meta lena, No. podeia exist ninguna astronomfa en ‘Mee peri eiega, por intligente que se la soponga, i tte de atom sero, que sn vez or mls ome fens aa, I nee rs de hal obscrvamos’ los cuerpos celestes permanecira ag ny ‘todas partes nebulosa, Todo el cutso de Gite Trotado nos ofrecerd frecuentes ocasiones de apre- dnt capontdocaments, del modo mis ineguivoco, esta finima dependencia en que el conjunto de nuestzas con- diciones propias, tanto interes como externas, ma tiene inetorablemente cada uno de nuestros estdlos position. ‘Auguste Comte salida, Desde ahora reconoce, como regla fundamental ‘que toda proposicién que no puede reducivse exteeey mente al mero enunciado de un hecho, particular 0 pera, | ral, no puede oftecer ningtin sentido’ real e ineligible | ‘Los. principios mismos que emplea no son ya més aug | verdaetos hechos, slo que més. generales més a tractos que aquellos cuyo vinculo deben formar. Por oteg parte, cualquiera que sea el modo, racional 0 expert mental, de leger su descubsimicnto, su eficacia Hen, tifica resulta exclusivamente de su conformidad, ditecra © inditecta, con los fenémenos observados. La pura Jmaginacidn pierde entonces irtevocablemente su ba mental y se subordina necesariamente ién, de manera adecuada para constituis tun estado [égico’plenamente normal, sin dejar de cjer cer, sin embargo, en las especuliciones positives ‘un tan principal como inagotable para crear o perfes: cionar los medios de conexién, ya definitiva, ya provi sional. En una palabra, Ia revolucién fundamental que caractetiza a la vitilidad de nuestra inteligencia consste esencialmente en sustituit en todo, a la inaccesible de terminacién de las causes propiamente dichas, la meta investigacign de las leyes, es decit, de las relaciones constantes que existen entre los fendmenos observe | dos, Tritese de los efectos minimos o de los més st blimes, de choque y gtavedad como de pensamiento y moralided, no podemos verdaderamente conocer’ sino fas diversas conexiones naturales aptas para su cumpl miento, sin penetrar nunea el misterio de su. produc. 2° Naturaleca relativa del espiritu positivo, 13.—No s6lo nuestras investigaciones positivas. de- ben reducitse esencialmente, en todos los génetos, a a apreciacién sistemitica de lo que es, renunciando 4 descubrir su primer origen y su destino final, sino que importa, ademds, advertir que este estudio de los 2 Auguste Comte 14—Para caracrerizar lo bastante esta naturaleza ne cesariamente relativa de todos nuestros conocimientos reales, importa ademés darse cuenta, desde el punto de vista ‘més filoséfico, de que, si nuesteas concepciones, cualesquiera que sean, deben considerarse ellas mismas como ottos tantos fendmenos humanos, tales fenéme- ‘nos no son simplemente individuales, sino también, y sobre todo, sociales, puesto que resultan, en efecto, de tuna evolucién colectiva y continus, todos cuyos elemen- tos y todas cuyas fases estén en tina esencial conexién, Ast, pues, si en el primer aspecto se reconoce que nues. tras especulaciones deben depender siempre de fas diver sas condiciones esenciales de nuestra existencia indivi- dual, es menester admitir igualmente, en el segundo, ue no estén menos subordinadas al conjunto del pro. ‘greso social, de modo que no pueden tener nunca la fGjeza absoluta que los metafisicas han supuesto, Ahora bien; la ley general del movimiento fundamental de la Hiumanidad conte, en ene respecto, en que nuestas teorfas tiendan cada 'vez més a representar exactamente los objetos externos de nuestras constantes investiga. ciones, sin que, sin embargo, 1a verdadera constitucién de cada uno de ellos pueda set plenamente apreciada, ya que ln perfeccn centifce debe limitare aprox ‘arse a aquel limite ideal tanto como Io exijan nuesteas diversas necesidades reales, Este segundo género de de- pendencia, propio de las’ especulaciones positivas, se ‘manifiesta con, tanta claridad como el primero en todo el curso de los studios astrondmicos, considerando, por ejemplo, Ia setic de nociones, cada’ vez més satis. factorias, obtenidas desde el origen de la geometria ce- lste, sobre la figura de Ia tierra, Ie forma de las Srbitas planetarias, ete. AAsf, aunque, por una paste, las doct ‘as cieatificas sean’ necesariamente de naturaleza bas. tante variable para deber rechazar toda pretensiin de aabsoluto, sus. variaciones graduales no presentan, por otra parte, ningiin carécter arbitrario que pueda ‘mot vvar un escepticismo ain mas peligroso; cada cambio sucesivo conserva, por lo denés, espontineamente a las Discutso sobre el expt positive Bye ‘eis copesondientes unt asd indfnide pars te fesentar los fenémenos que les han servido de base, or lo menos ‘mientras no bay que sobrepujar el grado Primitivo de efectiva precisién. 38 Destino de las leyes positives: Previsi6n racional. 15.—Dese que In soborinaisn constant de I ime- ginwciga a ln cbseracn ha sido feconocida undime- Shente como la primera condicién fundamental de toda os especulacén. enti, una. vost interpretacin fe tonducdo con frecuencia. « abusat macho” de este tran princpf Topco puta hacer degenerat la ciencia SET cs un espeie de este acomolacsn de hechos Taeoberency, que no peda oftecer oto mexico senda de ede fa exact perc pty pus, macho ‘atase de_que‘el verdadero spits postive 10 est reno’ jos et el fondo, del empisiamo. que del mist Gaoy che cates dos abetraciones,igiaimente Funes fan lebe avangar siempre, la necesidad de tal reserva Shinn, tan fel como linportane, stala por ota punt pea comprobaty conform « noestas expiccin is dl comicnn, coin maduramnene.preparada debe star la auteotice‘positvdad, de tal modo que mo puc- seca fgme alone enero cad acted ommoidad, Tn las eyes de low fensmenos es en, Hames, realmente le cine, 4 la cal Ton Bechos oplamteate’ dchos, po exactos Y mumerosos que, pu Tom ser, nana procoran ots cost que materiales indi pene” Cnt ct dio sone de, oye, se puede deci, sin exagerscién algun, que verdana, de a oma de eb ivaclones,‘ende‘sempre a cispenaz, en, cuanto cs postble, de lav exploracin. dies, sustiayéndola. por tao’ previ rcond, gu Ste, poe Tos sapectes a prinpal carter del epi postive, como aIPSonjunto ‘de loo estodios axcontmicos nos To. hard Sven clarameate. Una previin tal, cosecuencia ne 32 ‘Auguste Comte cesatia de las relaciones constantes descubiertas entre los fenémenos, no permitisd nunca confundir la ciencia real con esa vane erdicién que acumila hethos ma. guinness ‘edocs unos de oon ae ‘gran atributo de todas nuestrs sanas_expeculaciones 40 importa menos a su utlidad efectiva que a su.pro- pia dignidad; pues 1a exploracié directa de los fend. ‘menos realizados no podtia bastar pars permititnos mo- difcat su cumplimiento, si no nos condyjera a prover: fos convenientemente, Ast, el verdadero esptitt posi tivo consiste, ante todo, en wer para prever, en estuidiae Be gue ca fide conch defo fue sry sin el dogma general de la invarabilidad de las leyes nat rales " 4° Extensién universal del dogma fundamental de la invariabilidad de las Leyes naturales. 16.—Este principio fundamental de toda Ia filosofia positiva, sin estar atin, ni mucho menos, extendido su. ficientemente al conjunto de los fenémenos empieza fe- liamente, desde hace tres siglos, a hacerse de tal modo familiar,’ que, @ causa de les costambres absolutas ante riormente arraigadas, se ha desconocido casi siempre hasta ahora su verdadera fuente, esforaindose, segiin una vona y confusa argumentacién metafisica, por re presentar como una especie de nocién innata, 0 al me hos primitiva, lo que no ha podido resultat, ciertamente, 3 Sobre esta apreciacién general del este y do le. marche ries, del metodo poi se cde etndiat con mucho fruta rein chen tll” ite of foe, vatoctnatise nd lute, publica tecientemente’ en’ Lopes (John, Parker, West Sitand, 180), por mi eminense amigo Mr, Jen Stas Mil, tan plenameats asociado dewle ahora ua fandasion directs de teva filoslla ‘Loe sete cltimos capitulos del tome pat ‘eto contienen und admirable exposiciéndogmdtia, ta pr funda como Tuminoss, dela Igica Induciva, que no. posed tun eye aeig 4 agitate conc i cacti for, pemaneciendo en ef punto'de vista en que el autor se he puerto, Diseusso sobre el expris positive 8 sino de una lenta induccién gradual, a la vez individwal y_colectiva, No s6lo ningiin motivo racional, indepen- diente de toda exploracién exterior, nos indica primero Ia invariabilidad de las relaciones ‘sieas; sino que es incontestable, por el contrario, que el espéritu humano experimenta,” durante su large infancia, una vivisima Inclinacién a desconocerla, ineuso allt conde una obser vacién imparcial se la mostrarfa ys, si no estaviera en- tonces atrastrado por su tendencia necesaria a referir todos Jos sucesos, cualesquiera que fueran, a volunta- des arbittatias. En cada orden de fendmenos existen, sin duda, algunos bastante sencillos y familiares para que su observacién esponténea haya sugerido siempre el sentimiento confuso e incoherente de una cierta regu latidad ‘secundaria; de manera que el punto de vista puramente teoldgico no ha podido ser munca, en rigor, universal. Pero esta conviceién parcial y precatia se limi ta mucho tiempo a los fenémenos menos numerosos y més subalternos, que ni siquieta puede entonces pre- servar de las frecuentes pertutbaciones atibuidas @ Ia intervencién preponderante de los agentes sobrenatu- rales, El principio de fa invariabilidad de las eyes. na turales no empieza realmente a adquisie alguna consis- tencia filoséfica sino cuando los primeros trabajos. ver- daderamente cientifeos han podide manifestar st eset cial exactitud frente a un orden entero de grandes fené menos; lo que no podrfa resultar suficientemente més que de Ia fundacién de la astronomia matemética, du rante los sltimos siglos del politeismo. Seysin esta troduccién,sistemética, este dogma fundamental ha te ido, sin duda, a extenderse, por analogia, a fendmenos ms complicads, incluso antes de que sus leyes propias pudieran conocerse en modo alguno. Pero, aparte de sa esterilidad efectiva, esta vaga anticipacién ldgica tenfa entonces. demasiada poca energia para tesistir conver niientemente a In activa supremacts mental que atin con- servaban ly ihwones toliicometaieas, ‘Un primer bosquejo especial del establecimiento de las leyes natu rales respecto a cada orden principal de fendémenos, ha Ps Auguste Comte sido luego indispensable para procurar a tal nocién esa fucrea inguebrantable que empieza a presentar cn las ciencias mis adelantadas. Esta conviccién misma no po- dria hacerse lo bastante firme mientras no se ha exten ddido verdaderamente una claboracién semejante a todas las expeculaciones fundamentales, ya que Ia incertidum- bre dejada por las més complejas debia afectar enton- ces més o menos a cada una de las ottss. No se puede desconocer esta tenebrosa reaccién, incluso hoy, donde, a causa de In ignorancia avin habitual acerca de jas leyes sociolégicas, el principio de Ia invariabilidad de las re- Taciones fisicas queda a veces sujeto a graves altera- ciones, hasta en. los estudios puramente mateméticos, fen que vemos, por ejemplo, preconizar todos los dias tun pretendido’ afleulo de probabilidades, que supone implicitamente la ausencia de toda ley teal acerca de algunos. sucesos, sobre todo cuando el hombre inter- viene en ellos.” Pero cuando esta extensin universal esti por fin. sufieentemente bosquejaca, eondieién que ahora se cumple en los espiritus més adelantados, este gran principio filosico adquiete Tuege una plenitud decisiva, aungue las leyes efectivas de la mayorfa de los casos, particulares deban permanecer mucho. tiempo ig- noradas; porque una irresistible analogia aplica entonces de antemano 2 todos los fenémenos de cada orden Io que no ha sido comprobado sino para algunos de en- tre ellos, siempre que tengan una importancia conve niente, Capfsulo TL Destino del esptitu positive 17.—Después de haber considerado el espftitw posi tivo en telacién con los objetos exteriores de nuestras especulaciones, es menestet acabar de caractetizatlo apte- ciando también su destino interior, para la satisfaccién continua de nuestras propias necesidades, bien concier nnan a la vida contemplativa oa la vida activa L. Constitucién completa y estable de la armonia mental, individual y colectiva: todo referido a la humanidad 18.—Aunque las necesidades paramente mentales sean, sin dada, las menos enérgicas de. todas Jas que son inherentes a nuestra naturaleza, es incontestable, sin embargo, que existen en toda inteligencia: constituyen al primer estimulo indispensable para nuestros distintos, esfuerzos filossfcos, atrbuides, sabre todo, con excesiva frecuencia, a los impulsos précticos, que los desarrollan mucho, ciettamente, pero no podrian hacerlos brotar. 3s 36 Auguste Comte Estas exigencias intelectuales, relativas, como todas las demés, al cjerccio regular de las funciones correspon dicntes, reclaman siempre una feliz combinacién de cx bilidad y actividad, de donde resultan las necesidades imultiness de orden y progreso, © de unién y exten- sién. Durante la larga infancia de la Humanidad, sélo las concepciones teologico-metafisicas podian, segin nues- tras explicaciones anteriores, satisfacer_provisionalmen- te esta doble condicién fundamental, aunque de un modo en extremo imperfecto. Pero cuando la razén humana esti por fin bastante madura para renuncise 4 buscar lo inaccesible y circunscribir con prudencia su actividad al dominio, que. pueden, verdaderamente apre- cian nuestras fecultades, la filosofa positiva le procara ciertamente una satislaccién mucho més completa, por todos aspectos, yal mismo tiempo mis real, de aque Tas dos necesidades elementales, Tal es, en efecto, evi dentemente, en este nuevo aspecto, el’ destino ditecto de las leyes que descubre sobre los diversos fensimenos, y de la previsidn racioral que es inseparable de elles Respecto a cada otden de acontecimientos, estas leyes deben distinguirse, desde este punto de vists, en dos clases, segin que vinculen por semejanza a los que co- existen 0 —por filiacidn— a los que se suceden. Esta distincidn indispensable corresponde esencialmente, para el mundo exterior, a la que siempre nos ofrece espon- téneamente entre los dos estados corrclativos, de exis- tencia y movimiento; de donde resulta, en toda ciencia real, unt fundamental diferencia entre la apreciacién estitica y In apreciacién dinémica de una cuestién cual- uiera, Los dos géneros de relaciones contribuyen igual- mente a explicar los fenémenos, y conducen de la mis- ma_manera a preverlos, sungue Ins eyes de armonia parecen al pronto destinadas sobre todo a la explicacién, y Iss leyes de sucesiGn a ln. previsién, En efecto, sea que se trate de explicar o de prever, todo se. reduce siempre ¢ establecer lazos de unién: todo vinculo real, aparte de que sea estitico 0 dinfmico, descubierto entre ‘dos fenémenos cualesquiera, permite « la vez expli- Discutso sobre el expeitu positive 7 carlos y preverlos, el uno por el otto; pues le previsién Senn convene, evideniementy al presen, ¢ ino pasado, tanto como al porvenit, ya que siempre con- Sisfe en, conocer un hecho independientemente de su exploraciéa directa, en virtud de sus relaciones con otros ya dados. Ast, por ejemplo, 1a semejanza demostrada entre la pravitacion celeste y la gravedad terrestre ha conducido, por Iss prononciadas variaciones. de la pri- mera, a prever las débiles variaciones de la segunda, que la observacién inmediata no podia revelar de un modo suficiente, aunque las haya confirmado después; de igual manera, en sentido inverso, la correspondencia, dbservada desde antiguo, entse el perfodo elemental de las mareas y el dia Iunat, ha encontrado su explicacién en cuahto se ha reconocido la elevacién de las aguas fen cada punto como resultado del paso de la luna por cl meridiano del luger. Todas nuestras verdaderas nece- lades Idgicas convergen, pues, esencialmente hacia este destino comin: consider suanto es posible, por mass tras especulaciones sisteméticas, Ia espontines whi de, gst entendimiznt, consitgendo a coninidad y. In homogeneidad de nuestras diversas concepciones, e modo que satisfagan igualmente las exigenclas sk Iulténess del orden y del progreso, haciéndonos volver hallar Ia constancia en medio de In variedad. Ahora jen; es evidente que, en este aspecto fundamental, la filosofia positiva procura, en los espiritus bien prepara dos, una aptitud muy superior a Ia que nunca pudo ofrecer la flosotia teolégico meafisca. Tncluso conside- tando ésta en los tiempos de su mayor ascendiente, la ver mental y social, es decic, en el estado politeista, Ia unidad intelectual se eneontraba en ella, cicrtamente, ggosiuida de un modo mucho menos completo, ets ie que lo permitiré pronto la universal preponderan- cin del espititu positivo, cuando esté al fin extendido habitualmente a las mds’ altas especulaciones, Entonces, cn efecto, reinaré en todas partes, de diversas maneras y en diferentes grados, esa admirable constitucién Yigi- a, de la cual pueden’ darnos hoy sélo una idea justa 38 ‘Augnste Comte Jos estudio més senillos, en que In unin y Ia exten- sign, garantizada plenamente cada una, se encuentran, ademas, en espontinea tolidatidad. Este gran resultado Filosfco no exige por lo dems otmr condicién. nece. saria que In obligecién permanente de_restringit todas reseras especulaiones alas investigacionesverdader mente sccesfbles, considerando esas tlaciones Tales, ya de semejanza, ya de sucesidn, como incapaces de con titan para nosotros, ellas misma, otta cosa que simples hechos generles, que es menester siempre tender re dcir al menot némero posible, sin que el mister de 5 preduccign. puede set pencitado en modo. alguso, de acuerdo con el carcter fundamental dl esta po . Pero i ets constancla efeciva de las telaciones navoraes no es, tan slo, en verdad apreiabl, tambien tlle sola basta ‘plenamente a nuesttay verdaderas nece Suads, sean 0€ comely, Sean de dein 19-"Importa, no obstante, reconocer, en. principio, cue bajo el regimen postive fr armonie de’ muestes conegzlns acne neeaiment is, hw te cierto punto, por ia obligacén. fundamental desu realidad, & dete, de una conformided sulciente con tipos independientes de nosotros. En su cicgo instino de relacidn, nuestra inteligencia aspira casa poder ew lisa entre’'sf dos fendmencs cuslesqler, simltdneos oscesiver; pero el estudio del mundo exterior demues ths, por el contati, que muchas de estas aproximaci. nes serian puramente quimética, y que_mulltud, de fcontecimientos se realzan de continuo sin. verdadera dlependencia motos; de modo que. esta indispensable Jnclinacién necesita’ mis que ote algona set regolada fein una sana sprecaion general. Acostanbraco dr ante largo lempo a una especie de unidad de doctrna, por vagn e iusoria que debiera scr, bajo el imperio. de fee ficiones teoldpicas y cde law cntidades. metafsica, al espirt homano, al posar al estado positive, ha in: tentadlo al principio reducir todos los Sedenes. dstntos de feadmenos a une sola ley comin. Pero todos los ensayon relizdos durante los doe tos sigs. para | | | | | | | | | Discaro sobre ef sptitu postive 2» obtener wna explicacién universal de ta natureleza, no han Hlevado més que a desacreditar radicalmente tal empresa, abandonada en adelante a las inteligencias mal tltivadas. Una exploracén juiciosa del mundo exterior To ba representado como con muchos, menos vinculos que lo supone o lo desea miestro entendimiento, a quien St propia flaquera dispone més a multiplicar relaciones favorable a su matcha y, sobre todo 2 6 sepa, No slo las seis categorias fandamentales que distinguire: tos més adelante entte los fenémenos, n0_ se podsfen iertamente reducit todas a una sola ley universal, sino ‘que hay motivo suiciente para asegurar abora que la Unidad de explicacién, perseguida an. por tantos. esph titus setios aceren de’ cada una de ellas en particular, hos es! negada al fin, inclnso en este dominio mucho nds Testringido. La astronomia ha hecho nacer, respec to a esto, esperanzas demasiado empitias, que no po- dian reaizarse nunes para los fendmenos més comple- Jom no alo en cuano I ica propiamente, ihe Cuyas cinco temas principales permanecerin siempre distintas entre si, a pesar de sus indiscutibles relaciones, Se sucle estar dispuesto ¢ exagerar mucho los inconve notes Higion den dperiinnecesaia emai que se aprecian mal las ventajas seales que presenta Leansocmcsin” dea induces en eeones Sin embargo, hay que reconocer francamente esta impo- sibilidad diecta de referir todo a una sola ley positiva Como una grave. imperfeecién, eonsecuencia inevitable dde ln condicién homana, que nos fuerza a aplcar una fnteligencia muy flaca a uo universo complejisimo. 20--Peto esta incontestable necesidad, que importa reconocer, a fin de evitar toda pérdida init de fuerzas rentals, n0 impide en modo alguno a la ciencia real €l lograt, en otro aspecto, una suiciente Unidad filoss- fica, equivalente a las que constituyeron de un. modo passjero Ia teologia 0 la meuatfsic, y may superior, por otfa parte, tanto en establided como en plenitud, Para darse cuenta de su posibilidad y apreciar su natu- taleza, hay que echat mano ante todo de la Iuminosa : = Auguste Comte dinincsn genta, bong por Kant, ene Tox ds Puntos de visia objetivo y subjetivo, propios de ua fstuio cualquier, Coniderala en ef primer aspect, decir, en cuanto al destino exterior de nuestras teo fas, como representacién exacta del mundo real, nies. tsa ciencia no es ciettamente susceptible de una siste- matizacién plenaria, a cause de una inevitable divers dad entre los fenémenos fondamentales. En este sent do, no debemos buscar otra unidad que Ia del método ppsitivo considerado en su totalidad, sin pretender una verdadera unidad cientfica, espirando s6lo a la homo. gencidad y a la convergencia de las diferentes doctrinas Muy otto es el caso en el otro aspecto, es deci, en ‘cuanto a la fuente interior de las teorias huumanas, con- sideradas como resultados. naturales de nuestra. evolu cién mental, @ Ia vez individual y colectiva, destinados 4 la notmal'satisfaccin de nuestras propias necesidades, sean cualesquiera. Referidos de este modo, no al un verso, sino al hombre, o mejor a kt Humanidad, ues fos conocimientos reales tienden, por el conttatio, a tuna sistematizacién, completa, tanto cientifica como’ Ié ica. Yano se debe concebir entonces, en el fondo, Inds que una sola ciencia, la ciencis humana o, més exac. tamente, social, cuyo principio y fin a un’ tiempo. lo constituye nuestta existencia, y en la que viene a fun disse naturalmente el estudio racional del mundo exte- ior, con el doble titulo de elemento necesatio y de Drefnbulo fondamentaligualmente indispensable en cuanto al método y a le doctrina, como explicaré més acelante, La misma asttonomfs, tongue objetivamente mis perfecta que las otras ramas de la filosofia natu sa, or sain dex mayor senclen, no es en verdad asf més que en este aspecto humano: pues ef conjunto de este Tratado hard adverir claramente que ‘eberi, por el conitatio, juzgarse muy imperfecta si se la refi tiese al universo y no al hombre: puesto que todos nuestros estudios reales se limitan por necesidad en ella 4 nuestro mundo, que, sin embargo, no constituye sino tan minimo elemento del universo, cuya exploracién nos Diseuso sobre el expt positive a esta vedada esencialmente. Tal es, pues, Ia disposicién general que debe por fin prevalecer en la filosofie ver- daderamente positiva, no s6lo en cuanto a las teonfas en relacién ditecta con el hombre y con Ia, sociedad, sino también para aquellas que atafien a los fenémenos nds sencillos, los més alejados, en apatencia, de esta fpreciacién comin: concebir todas nucstras especulacio- nes como productos de nuestra inteligencia, destinados A sitisfacer nuestras diversas necesidades esenciales, no faparténdose nunca del hombre sino para volver mejor a a aespucs de haber estudiado. los otros fendmenos, como indispensables de conocer, sea para desarvollar fuerzas 0 para apreciar nuestra’ natutaleza y nuestra condicién, Se puede ver desde entonces emo la no- ibn preponderante de In Humanidad debe constituir hecestriamente, en el estado positivo, una plena siste- inatizaciéa mental, por lo menos equivalents a la que habia al fin procurado Ia edad teoldgica pot Ja gran con- cepcién de Dios, tan débilmente reemplazada luego, en este aspecto, durante Ja transicién metefisica, por el vvago pensamiento. de 1a. naturaleza, 21,—Después de haber caracterizado asf Ia aptitud es- mnténea del espisita positivo para constcuir Ia unidad Final de nuesto entendimiento, resulta fic compltar esta explicacién fundamental, extendiéndola, del indivi- duo a la especie. Esta extensién indispensable era hasta ahora esencialmente imposible para los fildsofos imoder- hos, que, no habiendo podido ellos mismos salir de un odo suficiente del estado metafisico, no se han, puesto hhunea en el punto de vista socal, el tiico, no obstante, susceptible de una realidad plenatia, cientifica 0 logica, puesto que el hombre no se desenvuelve aisladamente, sino en colectividad. Apartando como radicalmente es: téril, o mis bien hondamente dafiosa, esta viciosa abs- traccidn de nuestros psieslogos 0 idedlogos, la tendencia sistemética que acabamos de epreciar en el espitita po- sitivo adguiere al fin toda su importancia, porque indica fen €l cf verdadero fundamento filoséfico de la sociabi- Tidad humana, al menos en tanto que éta depende de 2 Auguste Comte lu inteligencia, cuyo influjo capital, aunque en modo al guno exclusive, no podria discutitse. Es, en efecto, el mismo problema humano, con, distintos grados de dif cultad, el de constituir It unidad Iigiea de cada enten

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