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see Gaston G. A. Remmers (*) Agricultura tradicional y agricultura ecol6gica: vecinos distantes (**) Cuando hablo de agricultura tradicional, me refiero a los sistemas de uso de la tierra que han sido desarrollados local- mente durante largos afios de experiencia empitica y experi- mentacién campesina, En Ia literatura se encuentran varios términos m4s 0 menos sinénimos al de tradicional: indigena (Posey, 1982), local (Rocheleau et al., 1989) y «art de la lo- calité> (Mendras, 1970; Ploeg, 1989). La agricultura tradi- cional tradicionalmente fue estudiada por los antropélogos; el estudio de Conklin (1957) sobre la agricultura de los Hu- nanoo en las Filipinas es ya un cldsico entre ellos. En las miltiples facetas del trabajo agricola tradicional han ido pro- fundizando posteriormente las corrientes criticas a la inter- vencién occidental en el desarrollo de paises tercermundis- tas, inspiradas por el hecho de que, en muchos casos, la introduccién de técni occidentales resulté un fracaso, al no ser adaptadas ecoldgica y culturalmente. Por agriculura ecolégica entiendo esta agricultura que () Instituto de Sociotogta y Estudios Campesinos, Universidad de Cérdobs. (79) Este articulo es una versién ligeramente modificada del trabajo que se pre- sent6 en el «Curso para formadores en agricultura ecoldgican, Priego de Cérdoba, Cor- ya es un reflejo de la desintegracién que hemos aportado en la natura- leza, tanto en sentido fisico como en nuestra percepcién de ella, 210 Control sobre el proceso de produccién La diversidad de productos que el campesino genera por la diversidad de elementos tiene su I6gica en la distribucién del riesgo, tanto en tiempo como en espacio. Si un cultivo 0 un cultivar falla por una enfermedad o falta de Huvias hay otros para substituirlo, Por esto, seguin Werf (1989) es tan im- portante que todos los elementos en el sistema tengan usos miiltiples y que todas las funciones del sistema sean gencra- das por varios elementos. Su integracién produce, ademé efectos de los que dichos elementos se benefician mutua- mente, tal como sucede en el contro! biolégico de plagas. En Mesoamérica en el cultivo simulténeo e integrado de maiz y frijoles, cl maiz aprovecha el nitrégeno fijado por el frijol, y el frijol usa la cafia del maiz como soporte. Dentro del con- trol sobre la produccién es importante notar que s6lo se em- plean recursos locales y que se diversifica la produccién y el aprovechamiento de la tierra, como hemos visto antes. Todo ello disminuye la dependencia del campesino, tanto de la na- turaleza como del contexto socioeconémico, ya que no nece- sita fertilizantes ni pesticidas como aporte externo. En defini- tiva, el campesino con esta forma de producir tiene més control sobre su produccién. Las chinampas mexicanas pue- den mostrar con extraordinaria claridad esta faceta de la pro- duccién tradicional. El cultivo se realiza en pequefias parce- las de tierra de forma rectangular y angosta, cuyo tamaiio medio es actualmente 2.200 metros cuadrados. Jiménez Osornio y Gémez-Pompa (1987: 203) escriben lo siguiente: «Las chinampas se construyeron en zonas inundables mediante Ja transferencia y elevacién sobre el nivel del agua, para lo que se utilizaba materia orgdnica, lodo o cualquier material que permi- tiera consolidar estos islotes (...). La chinampa es un sistema inte- gral de produccién agropecuaria v forestal en el que se incluye la pesca en los canales, la siembra de los arboles en las orillas de Jas parcelas, la ganaderia estabulada alimentada con rastrojo, male- zas y restos de cultivo.» En una parcela chinampera se cultiva mafz de alto rendi- miento (3.000-4.000 kg./ha., m4s que lo logrado en el ai CIMMYT en la ciudad de México, y mucho més que el me- dio mexicano, que es de 1.000 kg./ha.), junto con unas treinta diferentes especies de hortalizas. La fertilidad de estos sue- los, que son acusadamente antropégenos, se mantiene a tra- vés de las plantas acusticas tanto como del estiércol de vaca, del agua-lodo, de las compostas preparadas principalmente con malezas y de la rotacién de cultivos, Se obtiene asf un tipo de suelos rico en materia ongénica, humus y elementos esenciales. En ninguna descripcién antigua se menciona la existencia de problemas de plagas. La dieta chinampera es muy variada por la diversidad de productos que se obtiene de tal sistema. Actualmente esta forma de produccién esté fuer- temente deteriorada por la aplicaci6n de fertilizantes quimi- cos y pesticidas que llevan consigo que el agua se contamine, y el suelo vuelva a parecer el del pantano que era, y por la expansin de la ciudad de México (Jiménez-Osornio y Gé- mez-Pompa, op. cit.). Experimentacion Para poder encontrar los sistemas de aprovechamiento mAs aptos para la tierra, la experimentacién era y es un pro- ceso continuo en la agricultura tradicional (Chambers, Pacey y Thrupp, 1990). La «tierra» no se conceptualiza como algo estatico, sino como algo «vivo», que desde luego es dind- mico, y que, por lo tanto, requiere una observacién y experi- mentacién intensa (el método «trial and error») para llegar a conocer sus posibilidades e intuir cambios en ella (cf. el con- cepto andino de la «pachamama»). Ploeg (1989) describe a campesinos andinos que en una esquina de su campo tienen un par de variedades diferentes de patatas. Ahi experimentan con ellas y guardan los resulta- dos deseados. «Shifleli> es el concepto con que agricultores en Mali refieren a su actividad investigadora (Stolzenbach, 1992), Johnson (1972) argumenta, tras varios ejemplos, que Ja experimentacién campesina no sdlo es la expresin de la inquietud de campesinos individuales buscando respuesta a 212 asc ranan cae Naas sus particulares condiciones de producir, sino que puede to- mar la forma de un proceso normativizado culturalmente. Los Ponapea de Micronesia en el Pacifico, por ejemplo, con- ceden mucho prestigio a un agricultor que ha logrado prove- erles con una nueva y buena variedad de yam (Bascom, 1948). Como un paso mas en el proceso de experimentacién, los indigenas de Guatemala guardan sus variedades descadas de maiz en un claro en el bosque (Johanessen, 1982). El bos- que sirve como tope, asi las variedades se mantienen como Iineas limpias sin fecundacién con el polen de otras. Aqui llegamos a un punto muy importante. Para poder experimen- tar es necesario que haya con qué hacerlo. Para este fin, tanto los Kayapé en Brasil (Posey, 1985), los Mayas (Gémez- Pompa er al., 1987; Remmers y Koeyer, 1992) y Huastecos (Alcor, 1983) en México tienen areas protegidas en las que no se debe disturbar el proceso natural y dreas en donde se juntan y guardan las especies. El pekarangan de Java es un ejemplo més de lo mismo. Estas reservas campesinas son au- ténticos bancos genéticos. Contrariamente a nosotros, que te- nemos que fundar jardines boténicos y crear reas protegidas para la preservacidn de especies, las agriculturas tradiciona- les incluyen en su propia forma de producir esa preservacién Esto es lo que le dicen «on-site genebank» (Oldfield y Al- corn, 1987). A MODO DE INTEGRACION La agricultura tradicional es distante a Ja agricultura eco- l6gica por la manera en que se ha generado y la forma en que expresa el conocimiento sobre el uso de la tierra, y por el fuerte vinculo que establece entre produccién y consumo. Lo vecino a la agricultura ecolégica lo encontramos si de- jamos atrés nuestros puntos de vista preconcebidos y trata- mos de traducir el lenguaje tradicional a lenguaje cientifico (si cabe dentro de ello...). Con esta nueva perspectiva s 213 seasucenmemnnse puede ver que, como los sistemas tradicionales fueron y son més 0 menos cerrados, contienen muchas ideas para el di- sefio de nuevos sistemas de agricultura ecolégica. Proporcio- nan criterios (cf. Gliessman ef al., 1981). Hace falta recalcar esto tiltimo, porque no se trata de copiar los sistemas, dado que se desarrollaron bajo condiciones socioeconémicas y ecolégicas particulares, por lo cual, en muchos casos, no res- ponden a la sociedad actual, Serfa ir contra un principio de la filosofia ecologista que reficre que todos los sistemas son lu- gares-especificos («site specific»). El caso de la Leucena leu- cocephata es elocuente. Es un Arbol originario de Meso y Su- ramérica que fija nitrégeno, crece répido y con una madera muy buena, o sea, de gran potencial. Por esto ha sido intro- ducido en gran parte del mundo en sistemas agroforestales como el «érbol salvador», Sin embargo, desde la mitad de los afios 80 un insecto chupador (Heteropsylla cubana) le persi- guid en su ruta desfoliando el rbol y dafiando asi, en gran medida, a Jos sistemas en que fue introducido que, de re- pente, perdieron su columna (Napompeth, 1989). Se trata, en definitiva, de detectar la racionalidad ecolégica que posee Ia agricultura tradicional y adaptarla a las necesidades de hoy. En la agricultura ecolégica, se deberia indagar en el di- sefio de sistemas integrados con mucha diversidad a todos los niveles (campo/paisaje), en los que no se trata de maximizar un uso de un elemento, sino de que cada elemento tenga, por lo menos, un par de usos vélidos, de modo que rinda en va- rios frentes, por ejemplo, en el control biolégico de plagas y como alimento. Otro ejemplo puede ser el neem de la India (Azadirachta indica), cuyas hojas sirven como repelente y cuyo tronco es maderable. De otro modo, podrfamos darnos cuenta que Ia agricultura occidental mayormente aprovecha tan slo dos dimensiones: se cultiva por delante y por detras y de derecha a izquierda, pero por arriba no se va. Es decir, que los arboles estén virtualmente ausentes, prescindiendo de algunos rompevientos. Al revés, en el cultivo del olivo se re- chaza cultivar cl estrato més cercano al suelo. Combinar los estratos como en el pekarangan implica una intensificacién 214 del uso de la tierra, a lo mejor no Hegando a cosechas maxi- mas por producto, pero, en contrapartida, sin repercusiones negativas sobre el medio ambiente. En esta biisqueda, la experimentacién continua es funda- mental, tanto campesina como cientifica, porque las condi- ciones de produccién son distintas en todos los sitios y tienen un cardécter dindmico. Encima no conocemos sino una pe- quefia parte de las posibilidades que hay. La marginacién de los agricultores tradicionales y de las zonas «pobres» (tanto en Espafia como en Europa y a nivel global), es el resultado de un paradigma productivista. Ahora, sin embargo, que es cada vez mds obvio que necesitamos una agricultura cuyos objetivos sean mas amplios, estas «Zonas marginales» y estos agricultores «atrasados» que nunca han recibido la atencién cientifica que merecen, pueden volverse guias de perspecti- vas hacia el futuro (Plocg, 1992). Es necesario experimentar, yendo hacia un desarrollo tecnol6gico participativo, par- tiendo de los recursos que existen localmente y al lado del campesino (Ileia, 1989; Haverkort, Kamp y Waters-Bayer, 1991). En este sentido, America Latina, mediante el Consor- cio Latinoamericano de Agroecologia y Desarrollo CLA- DES, Ileva ya una ventaja sobre el mundo occidental (Altieri y Yurjevic, 1991). Como comenté antes, la agricultura ecolégica es una reac- cién intelectual a la agricultura moderna occidental cienti- fica, La agricultura tradicional es una manera de vivir, no de un agricultor individual, sino de muchos juntos, en la cual los individuos (siendo productores y consumidores) comparten y coordinan muchos valores sociales, econémicos, culturales y éticos. De aqui surgen dos temas. Por un lado, la agricultura ecoldgica es mas capaz que la tradicional de reflexionar so- bre nuevos sistemas y el disefio de los mismos. Por otro, la agricultura tradicional mas que la ecolégica resulta algo evi- dente en Ja sociedad rural, es algo que se da por descontado en ella, porque radica en la vida cotidiana tanto de los pro- ductores como de los consumidores, lo cual facilita econ6- mica y culturalmente que se produzca de manera ecolégica. 215 Y esto tiltimo, creo yo, es fundamental para la agricultura ecol6gica; al fin y al cabo, la agricultura ecol6gica no se hace en el campo, sino en la ciudad. La agricultura tradicional in- cita a reflexionar sobre la relacién productor-consumidor y, més atin, sobre la estructura politica, econémica y social que la condiciona. BIBLIOGRAFIA ALCORN, J. A. (1983): «EI Te'lom Huasteco, Presente, pasado y futuro de un sistema de Silvicultura Indigena». Biotica, 8 (3), pp. 315-331 AotEs, J. M, (1981): Influencia de la luna en la agricultura y otros te- ‘mas de principal interés (recopilacién de creencias populares). Lé- rida, Editoria Dilagro, 189 pp. AUTIER!, M. A. 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(1987): , qui apparaissent comme des «voisines loin- taines», et eagriculture conventionnelles. L'objecnif en est de prouver que Uagricul ture traditionnelle suit fréquemment une rationalité écologique qui fournit une information fondamentale pour la conception de nouveaux systémes agro-ccolo.gt- ‘ques. Trois aspects sont considérés comme des ressemblances de base: la diversité biologique, le conirdte du processus de production et Texpérimentation. Cependant, ily est retorgué que la compréhension de cette rationalité biologique représente ‘défi pour notre volonté et pour notre capacité intélectuelle, du moment qu'elle est parfois difficile 'ateindre. Cette circonstance reléve du fait que agriculture éol ‘sigue —réaction intélectuelle par rapport @ Vagriculrure comventionnelle— et Tagr Culture traditionnelle —produit d'une adaptation graduelle entre homme et envi ronnement— ont des origines historigues trés diverses. Il en résulte que le vocabulaire employé par les agriculteurs traditionnels lorsgu'lls se référent & leur systéme d'utilisation du sol differe sensiblement de celui des agriculteurs écoloel ‘ques, plus proche di langage scientifique Dans cette étude, il est également analyeé les rapports entre le producteur et le consommateur, point également de divergence entre les productions traditionnelle et écologique. Il y est argumenté qualors que la production agricole iraditionnelle est parfaitement intégrée dans la société traditionnelle, Vagriculture écologique actuelle Saffronte au probleme de son opposition a ensemble des valeurs résultant des ré- {les de production et de consommation, d'oi le caractére d'entreprise solitaire de teite forme de production. Il en est conclu que toute transformation en profondeur de cette situation devrait provenir de la révision critique des rapports actuels entre le roducteur et le consommateur. SUMMARY This paper pretends to highlight differences between «Traditional Agriculture» and «Ecological Agriculture», presenting them as «Distant Neighbourss,-as opposed 10 Conventional Agricultures. Main objective isto demonstrate that traditional agricul- ture often possesses an ecological rationality that provides valuable information for the design of new agroecological systems. Three aspects are considered as basic similar ties: biological diversity, control ofthe production process and experimentation. Hows ver, i i argued that understanding this ecological rationality challenges our will and intelectual capacity, since sometimes i is dificult to grasp. Ths is attributed to the fact that ecological agriculture, as an intellectual reaction to conventional agriculture, and traditional agriculture, asa product of a gradual articulation benween man and environ- ‘ment, have historically very different origins. This implies that the vocabulary managed by traditional farmers when referring to ther system of landuse is very different from the one that ecological farmers manage, tha is closer to scienific language. As another difference between the traditional and ecological production the prodicer-consumer re- lation is discussed. An argumentation is set up 10 hypothesize that whereas traditional ‘agricultural production is well embedded in traditional society, ecological agriculture i current society is facing the problem that the bodies of values that generate the pro- duction and consumption parcern do not articulate and thus make ecological agriculture up Hill now a solitary enterprise. Any profound change in this situation should hence ‘come from a critical revtew of present day producer-consumer relationship.

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