Mas emplea su evidado
‘quien se quire avendaja
tn fo que esté por ganar,
‘queen lo que tiene ganado,
San Juan de fa Crvz
1, En esta cuarteta sentenciosa y lana Juan de la Cruz es-
td expresada
vyocacién de la vida, BERBER Porsue 10 sblo unos
ventajar: unos, ambiciosos de
ttivialidades mundanas y comunes, como el comiin de los mortales;
y otros, como el poeta. Somos todos los
‘humanos cuidadosos de nuestzo ser, y por ello ankelantes de futuro.
Pues si el futuro es el signo constarte de incertidumbre en nuest
vida sis cbt ene on fare
La riqueza ya lograda del
‘pasado es una fortuna precaria, que se disuelve si no se renueva, y
sélo puck ja al porvenir:
Este euidado de San Juan de la Cruz —igual que la cura de que
nos habla Heidegger—es propia detodos los que no han anticipado
la muerte en vida, de quienes todavia “se quieren aventajat™: quie-
ren lograr ventaja para su set. La ventaja que logren sera lo que
cualifique su vida de noble o de Tin; Tels nase
iat inal. go oy
inclusive filésofos, pensarian que lacerlidumbre dela muerte opaca
todas las inciertas promesas del futuro, y emprenderian lo que
ee es
como para el sabio helénico (jde la decadencia!), el modo de salud,
de libertad y serenidad, que diera a nuesttas existencias el caréc-
ter de propias 0 auténticas.
San Juan ya sabe de sobra que hi de morir, ¢ incluso desea que
19esto ocurra cuanto antes, Pero, mientras la muerte se avecina, él se
quiere aventajor. Pucs le importante no es la uiuerte, sino el modo
como Ileguemos a la muarte.
i, es decir,
ofrendandole a l i, @ manos llenas, todo lo que nuestro cui-
dado ha obtenido dela vida; y cuanto mas nos aventajemos en ésta,
menor es el imperio de la muerte. ¥ de este modo se conjugan en
la trama de la existencia humana el pasado y el futuro: que
la muerte de quien
era rico de futuro e incertidumbre; mientras que la vida rica de
pasado esta ya tan bien ganada que tan sélo le falta la muerte pa-
fa acbar de cumple Eid beh ganda tee me is
‘¥ mientras la vida dura, siel pasado nos favorece, nunca nulifica
el fisturo; pero cuando el pasado es adverso, nunca cancela posibi
lidades por venir, y queda siempre Ia gran posibilidad de redimirlo.
Leceién optimista del er'stianismo que no haya Ilegado a ensom-
bbrecerse con Calvino (0 con Heidegger). Sin embargo, dicen que
el cristianismo espaol es pesimista, y que es optimista el puritan.
Pero la peer de la vida no es et camino de una profesion, sino
aquello que nos movié a elegirla; y, més ain, 1o que nos sigue
moviendo a ejercerla de un cierto modo. Las profesiones se ejercen,
en efecto, pero el ejercicio de la vida implica una motivacin y de-
cisién més hondas, de las cuales deriva el sentido que para nosotros
hhayan de lograr las vooaciones particulares, y el de cuanto hagamos
parte de la profesién. Una forma de vida, mas que una profesién,
es lo que da caréeter a nuestro ser, aquello en que cada quien “ct
plea su euidado” mayorrrente. Pues a la llamada de la vida —y Ila-
mada es lo que significa vocacién—no hay nadie que preste ofdos
sordos. El ser mismo del iombre esté constituido y funciona de tal
modo que el despliegue de su existencia es una respuesta seguida
«fas llamadas de la vi ante este abso-
luto tiene que desvanecerse la duda absoluta sobre nuestro ser, $0
bre el sentido de la existencia.
Es cierto que la duda tiene también sentido, porque no estamos
dotados para percibir con claridad y fuerza, y de manera univoca,
todas las lamnadas. A veces nos Hlegan conflusas y mortecinas, como
cos lejanos y encontrados que nos dejan perplejos; otras veces nos
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confunden esas voces de llamada 20rque suenan demasiado pro-
ximas y potentes, y s6lo discernimos sa intensidad, pero no su
‘mensaje. Precisamente porque la vida es vocacién, el camino de la
vida es el camino del error, Por esto he dicho que la vida se paga
con la vida. Pero, por mas que dudemos, y nos parezca incierto el
ino emprendido, no hay jamis duda ninguna de que fuimos y
seguimos siendo Hamados. Aqui estamos para vivir.
ue luego resulte placentera o afligida, lograda 0
fallida, depende en gran parte del zzat y de nosotros mismos. Por
esto ticne que justificarse, ademis, en una vocacién particular, la
existencia individual. Todos somos iguales en la sumisién: la lie
bertad nos hace individuales.
2. Pero
plio que no deja espacio para otros cjercicios marginales, 0 los cua
lifica, en todo caso, y los hace dependientes del menester principal
En estos casos, la vocacién de la vida y la vocacién profesional se
cconfimnden de tal modo que todo acto resulta en verdad profesional.
‘Tal es la vocacién deL fil6sofo, y por esto cs la filasofia una forma
de vida, una agen vital, en el sentido de la vieja oogia; y es es-
to, antes y por encima del oficio ligico, de la misién de conoci-
miento, dela ocupacién teorética, $ por hacerse demasiado técnica
_despega la filosofia de ese suelo vital, se reduce a un oficio que no
‘empetia la vocacién del ser completo, y que puede cambiarse por
‘otro cualquiera que no vale ms ni raenos. Pero, sin el oficio, por el
contrario, puede quedar fallida la misién de la filosofia, y Ja vida
del hombre de bien que habla con intencién de verdad sobre ias
‘cosas del mundo. Por la confusién de estas cosas, s6lo atina enton-
ces a proferir gritos, endechasy gerridos, que tuvieran mejor expre-
sién en la poesia. También se encuertra la filosofia, como la ciencia,
cen la forzosidad de atenerse a los hechos. Sobre la ciencia tiene la
ventaja de lubrar una sabiduria que raramente sc obtiene del saber
‘a secas. Y otra veniaja todavia: Ia de una ironia de corte socritico,
‘aneja a la sabiduria misma, que permite mitigar ese sentido de la
‘tremenda importancia de su propio oficio, tan desarrollado en el
‘gremio de filbsofos.
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