You are on page 1of 9
i Un manual de historia de las-tifentalidades? Por cierto que no. Digamos mas bien una mirada sobre uno de los filones mas abiertos y sin duda més estimulantes de la historiografia actual. Es la mirada de un investigador de campo que explica sus experiencias y sus problemas, tal como se le han presentado, al igual que precisa las fuentes colectivas sobre las que actualmente se trabaja. Problemas de fuentes, sin tecnicidad abusiva, pero consciente del «pliego de condiciones» particular de una historia que cues- tiona todo tipo de indices, para dejar hablar a las masas andnimas de ottas épocas. Problemas de méiodos de enfo- que y, mas aén, de apoyos concepruales de una investiga cidn todavia muy 2 menudo imprecisa, en estadio explora- torio del que apenas escapa: gqué es lo «popular»? de Tas teneneias y de las opciones, o de a toma do concioncigs ‘A medida que nos clevamos a representeciones mas com- plejns, se acrecienta la difcltad pare explcar de maser Correcta y hasta para tomar en cucnta ce tos, Una muy reciente tesis de historia choca con obstaculos que no puede evacuar ni reabsorber: como el jancenismo do esos magistmdes todavia en el si Us seer, una ouma vai? formas «nobles» de expresion iGeoligice, pero una smplia cada ver mas los teritorios Ce sus curio. éenglobanéo lot cemportamientos por los que se deft ze ol hombre entero —Ia tami, las costumbres, os stehos, dl enguaje, a moda..—, se enfrenta en coos émbltos von Te aparentemente gratulo, que no por ie : operant que no por eso se convierte en in Tero, ¢qué signlicackin darle? Mis aun, hay en los com portamientos humanos —proposicién eparentemente absurd sobre a base dela definiclén de Ia que hemos partido una INTRODUCCTON uw parte que eseapa a la ideologia: zpor debajo 0 de lado? Los isos comunes del término, en el vocabulario cotidiano, en este campo pueden estar desencaminados. «Esto es ideolo- lar, se oye decir... en una expresién que remite a le repre- sentacién que se hace el sentido comin (a partir de cierta prdctica social del discurso) de Ia ideologia como formaliza. (én organizada y polarizada, en contrapunto con cierta scx- fez. en la que ge reflojaria el clima de la época... gla men id tal vez? MaxraLi 1D La nocién de mentalidad, tal como se impone en la actua- ‘a una herencia diferente y, cn suma, mucho veinte a treinta afios diriamos si nos refiriéra- én comin del término, Pero hay que resonocer ‘que el concepto esté lejos de ser acogido universalmente; no hay més que ver con qué dificultad los historiadores, fuera de ia, han lograco adaptar la nociéa y aun traducir el tér- jeman busca una palabra congruente, mientras que , siguiendo a los italianos, se Tesignan pragmauica los ingles mente a retomar la palabra francesa. rez6n toda una lades; y que, al se ha hecho his- Qué es La Grande Peur (Bl gran miedo) de Georges Lefebvre sino el estudio, y aun de un modernismo asombroso, de uno ce los wiltimos grandes pénicos al estilo antiguo en la sociedad francesa? Liuego piensese en alguno de los grandes clésicos: Le déclin du Moyen Age (El oceso ce la Edad Media) de Huizinga, innegablemente una de las obras funcadoras de este nuevo enfoque histérico, Pero si bien pusde empezarse a hablar de historia de las mentalidades stricto sensu con Lucien Febvre y la escucla de Annales —en Le Probleme de Vincroyance au XVM sideles ta religion de Rabelais (El problema del descrei miento en el siglo xvi: Ja religién de Rabelais), no es sino ‘con Robert Mandrou y Georges Duby, en la década de 1960, ‘cuando se produce, aunque no sin encontrar resistencias mar. cadas, el reconocimiento oficial de un nuevo territorio de ta historia, Se dird que ha compensado con una agresividad con- quistadora las dificultades iniciales: en el Air-parade de las Obras que se publican én la actualidad como éxitos edito- 2 WUOLOCIAS ¥-MENTALIDADES rales, Ia historia de las mentalidades puede muy bien apa- recer en la historlografia francesa como el relevo, o la alt nativa, de la historia social conquistadora de ayer. La curiosi- dad y el efecto de arrastre sentidos en las otras escuelas his- toricas testimonia que hay en ells, sin duda, mucho més que un fenémeno de moda. Y aquf es donde se choca con Ia primera paradoja de una nocién conquistadora que conserva al mismo tiempo, es Io menos que puede decirse, un cardcter muy impreciso, No es que desde hace veinte afios no nos hayamos interrogado so- bre la definicion que debe darse a la nocién mi: talidads; pero todavia no conozco mejor definicién que la propuesta por Robert Mandrou, cuando se le pregunté so- bre este punto: una historia de las «visiones del mundo». Definiciéa a la vez hermosa, satisfactoria para mi gusto, pero innegablemente imprecisa. ¢Podria hacérsele algin reproche a R. Mandrou, cuando se toma conciencia de la manera en que el contenido de esta historia ha evelucionado desde hace veinte 0 treinta afios? Al asumir lo que esa reduccién pueda tener de empobreecdor y aun de caricaturesco, me parece que seha pasado de una iustonia de las mentalidades que en sus comienzos permane- cfa esencialmente en cl de la cultura, 0 del claro (Le Probléme de Vincroyance au XVIé sid de Rab; tei 1 snsamiento : la religion , de L. Febvrc, pero también’ De la culture popu re aux XVII* et XVIII siéctes [De la cultura popular en siglos xvir y xvi, de Mandrou), a una historia de las ac- , el amor y la sexualidad,., la muerte. ‘onciencia de este camino, s6lo hay que seguir luno o dos temas, entre otros, cue pueden parecer constantes en la produccién de Ja historia de las mentalidades. Para brujeria: desde el estudio histérico del que nunca sc termi: nard de seiialar el mérito de R. Mandrou, Magistrats et sor- ciers en France au XVIIé sidcle (Magistrados y brajos en Fran- cia en el siglo avr), hasia los enfoques mas recientes en C. Ginzburg y R. Muchembled, la visién del historiador se ha modificado, Mandrou nos revela la mutacién historica de la mirada de las élites y del poder cuando los parlamentarios, en algin luger alrededor de 1660, decidieron dejar de quemar 4 las brujes. Hoy nos esforzaremos por pasar al otro lado ae la barrera para intentar el andlisis desde dentro del uni. ANTRODUCCION 13 sss alse ala. vc casa see Snes eae io operado entre el Rabelais de L. Febvre, hoy histérieamen- SEE Ee ete se eae eee cae as ee de ing mentalidades, y ef Rabelais? de Mikal Baktne, ex oa a maaan 7 eons oe et Se ee ere tes ‘de mentalidad: hoy se puede experimentar it trabajar con una disciplina bulimica, eva- el sentimiento de trabaj pl ey lleva bloguss enteroe de feligiosa, Iteraria, de fas ideas, pero tam toda tna dimearién de Ia etnografi Bulimia peligrosa eh tste caso: gauien se comerd al otro? Boel momento de hacer wna pausa y de volver a centrar el problema que nos preseupas mentaidad e idcologs. Entre tmnconcepio saboredo, largemente madurado, aunque €6 eV! Gente que esid'lejos de haberse dicho la iltima polabra, et e i rellejo con jo.de una préctica o de un descubrimiento pro- eres mnegablemente imprecise t0- av ‘de sucesivas accpciones, puede comprenderse ‘que sea dificil el reajuste: provienen de dos herencias dife- Tentes, también de dos modos de pensar, uno més sistemAtico, volunteriamente empirico, con todos los riesgos que implica. ‘embargo, entre los dos abarcan una amplia ¢ indiscu- tible superficie. Si nos remitimos a la préctica corriente de uno y 0170 término, para ues —en 10 que corre el de convertirse en un didlogo de sordos— resultard mentalldates se insriben muy naturalmente en el eam ideolégico, y para otros que la ideologia en un sentido res- 0 del termine podria sor s6lo wa aspectoo un nivel del ée las mentalidades; digamos, el de la toma de con- clencia, de la formalizacién 0 del pensamienio clero. Podemos calibrar todo lo que esta doble apreciaci6n refleja atin de los malentendides fundamentales. Los que desean desembarazar Ja nocién de:ideologia de esta macula, muy pesada de lle- var, de: ser un concept marxista, hablarin de un tercer nivel... pero sin referirse explicitamente a la ferarguizacion de infracstructuras ceonémicas, estructuras sociales, sobrees- 2 LOcure de Frencois Rabelais et te culture populaire au Moyen Age et sous la Renaissance,

You might also like