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PARTES OFICIALES DE LAS BATALLAS DE CHORRILLOS 1 MIRAFLORES, LIBRADAS POR EL EJERCITO CHILENO CONTRA EL PERUANO EN 1.08 DIAS 13 I 15 DE ENERO DE 188. SANTIAGO DE CHILE: Inrrenta NACiONaL, CALLE DE LA Banpena, sum. 29. — 1881 — x» % Ss a , «| SEP 978 JENERAL EN JEFE DEL EsERCITO DE Wk Sel ys Ovrraciones vex. Norte. Lima, febrero 19 de 1881. Mi ayudante de campo, el teniente-coronel don Wenceslao Bial- nes, pondri en manos de US. el parte de las dos ultimas batallas. Le he confiado tan honroso encargo como una distincion espe- cial a que se lra hecho acreedor por su conduacta. Dioo guarde a US. Manve Baguspano. Al seior Ministro de la- Guerra. destaat ex Jere pet Eséncrro pe Orrractones pEL Norte. Lima, febrero 12 de 1881. Sefior Ministro: Por comunicaciones telegrificas he puesto oportunamente en conocimiento de US, las diversas operaciones realizadas por el Hjér- cito de mi mando desde mi salida de Arica el 14 de diciembre del aio proximo pasado hasta Jas batallas de _mediados de enero ulti- mo, US. conoce, pues, en sustancia, todo lo ocurrido, faltandole solamente imponerse de los detalles, que son los que me propon- go consignar en esta nota, tomando por punto de partida para mi narracion el dia en que todo el Ejército de operaciones estuvo reu- nido en el valle de Lurin. US. sabe que en la costa elejida para el desembarque del Djér= cito no hai puertos propiamente tales, sino pequefias caletas des« abrigadas que apénas se prestan para el comercio de contrabando, El desembarque de la infanteria i caballeria por esos puntos se hizo sin grandes dificultades; pero no sucedié lo mismo con la are tilleria, viveres, municiones i bagajes. Para la artilleria de cam- pata hubo necesidad de buscar una caleta proxima al valle por- que el camino de Curayaco a Lurin es enteramente inadecuado para el ttdfico de carruajes pesados, Las municiones, viveres i ba- gajes se acarrearon a lomo de mula desde Ja caleta de Curayaco, por no haber permitido el mar desembarcarlos mas cerca. Naturalmente, esta doble operacion fué demorosa i retardé mu- cho mas de lo que yo pensaba el movimiento ofensivo del Bjército. No fu perdido, sin embargo, el tiempo de nuestra estadia en Lorin, porque ella me permitié adquirir los dates de que carecia hasta enténces sobre el niimero exacto de Jas fuerzas enemigas i eobre las posiciones que ocupaban. Acerca de ambos puntos no —o poseia a mi salida de Arica sino informacicnes insuficientes para basar sobre ellas un plan de operaciones. EI primero de los reconocimientos se hizo’por el lado del orien- te i sobre Jos caminos de la Cienaguilla i de Manchay, que llevan directamente al valle de Ate. Los oficiales que realizaron esta operacion me informaron que el primero de los caminos nombra- dos era intransitable; que el segundo era un excelente camino ca- rretero con’ algunos pasos angostos susceptibles de ficil defensas que Ja travesfa del*vatle era mala i que, siguiendo cl camino de Manchay, no se encontraba agua en todo el trayecto desde el Lurin hasta mui cerca de Jas orillas del Surco. Posteriormente tuve oportunidad de verificar personalmente Ja exactitud de estos da- tos, haciendo con la mayor parte de los jefes un reconocimiento mas formal de las mismas localidades. Objeto de iguales estudios fué el camino que corre cerca de In costa i paralelo a ella i que, pasando por Villa i San Juan, vaa caer @ Chorrillos. En tres ocasiones distintas hice personalmente reconocimientos por ese lado, acompatiado de los jefes principales del Ejército i levando conmigo las fuerzas necesarias para obligar al enemigo a descubrir sus posiciones. Tambien hice reconocer es- tas wiltimas por mar. Estos estuclios i diversas averiguaciones de otro jénero tae per- mitieron establecer con cierta fijeza lo siguiente: 1° Que el ejército peruano habia salido de Lima i ocupaba nna Iiuea fortificada que tenia su estrema derecha en Villa i su izquier- da en Monterrico Chico; 2.° Que las posiciones mas fuertes de esta Iinea eran Jas de Vi- Na i San Juan, que interceptaban el paso a Chorrillos; 3° Que el ejército enemigo se componfa de treinta mil bom- bres bien armados; i 4° Que diariamente se parapetaba mejor, construyendo fosos i trincheras de sacos de arena para resguardar los pasos mas acce- sibles entre las diversas alturas en que tenia colocada su linea. En posesion de estos datos, me cumplia ya resolver por qué pun- to deberia levarse el ataque. Siguiendo el camino de Manchay se llegaba a atacar al enemigo por su flanco ménos defendido i era posible interponerse entre la ciudad de Lima i el ejército que la defendia. Aparentemente era ésta la mejor operacion estratéjica; pero el camino que habia que recorrer pata realizarla era el mas largo i exijia elementos de mo- vilidad de que no disponfamos; nos alejuba mucho de la costa, =o haciéndonos perder el apoyo natural de nuestra Escuadra i permi- tia al enemigo apoderarse de Lurin para hostilizarnos por reta- guardia. Siguiendo el camino de la costa tenfamos, es verdad, que atacar de frente las posiciones mas fuertes de la linea enemiga; mas, en cambio, el camino que habia que recorrer era corto, nos acerc&éba- mos a la costa, base necesaria de nuestras operaciones i quedd- ‘vamos con nuestra retaguardia segura, Habia aun una tercera operacion, i era la de amenazar con una division por Chorrillos, miéntras las otras dos IHevaban el ataque efectivo por Monterrico Chico. [ndudablemente me habria decidi- do por ésta si hubiera: contado con mayor nimero de fuerzas; pe- ro me parecis ilusorio i peligroso pretender rodeat a un enemigo superior en ndmero con fuerzas que, divididas, se debilitaban con- siderablemente i no podian apoyarse en caso de necesidad, porque Ia distancia que debia separarlas era demasiado grande i el terre- no en que habian de operar mui poco conocido. Me decid, pues, a atacar por Villa i Sun Juan con todo el Hjér- cito, Aunque mi resolucion a este respecto era inquebrantable, despues de hechos los estuilios necesarios, guardando a algunas opi- niones contrarias la debida deferencia, comuniqué mi plan a todos Jos jefes superiores del Bjército i tuve la satisfucciun de obtener su undnime aprobacion. Con esto, di ya mis érdenes definitivas. Hice un ultimo recono- cimiento del terreno en que ibamos a operar con los sefiores jefes de division, 8 quienes seiialé con toda fijeza los puntos que respec- tivamente debian atacar, i dispuse que Ia partida fuera a las cinco de Is tarde del dia 12 de enero para acampar cerza del cnemigo, de manera que cayésemos sobre él con la primera luz de la ma- drugada del 13. La primera division, mandada por el coronel don Patricio Lynch, debia atacar las posiciones de Villa, La segunda, al mando del jeneral de brigada don Emilio Sotomayor, atacar las posiciones de San Jaan. La tercera, a las drdenes del coronel don Pedro Lagos, inclindndose mas al oriente, debia impedir que el ala izquierda del ejército enemigo viniera en ayoyo de su derecha, interceptindole el paso, i estar dispuesta para ausiliar a las otras en caso necesario. Formé una pequefia reserva de los rejimientos 3.° de linea, Zapa- dores i Valparaiso, que puse a las drdenes del teniente-coronel don Aristides Martinez, para reforzar convenientemente los puntos mas débiles durante la batalla. -—-10— La marcha de lus tropas se hizo en este rden: la primera divi- sion, siguiendo el camino de la costa; la segunda, marchando para~ lelamente con ésta mias hacia el oriente; la tercera, a retaguardia de le, segunda; la reserva, a retaguardia de Ja artilleria de campa- fia, La caballerfa tuvo érden de salir a media noche de Lurin pa- Ta encontrarse en'su puesto al amanecer. La marcha, favorecida por la luna Ilena, se hizo sin otro incon- veniente que un lijero atraso de una parte de Ja artillerfa motiva- da por lo arenoso de una seccion del camino. A las 12 dela no- che, mas o ménos, las divisiones ocupaban ya el lugar en que, se- gun mis érdenes, debian acampar. Las fuerzas que iban a entrar en accion formaban un tvtal de 23,129 hombres de las tres armas. A las tres i media de la mafana del 13 la primera division se puso nuevamente en marcha para acercarse las posiciones del enemigo, de las cuales la separaba una distancia de cinco quili- metros préximamente, Apesar de Is oscuridad, aumentada por una densa neblina i de lo accidentado del terreno, la division, formada en linea de batalla i con sus guerrillas tendidas al frente, hizo eaa larga marcha con tanto érden, que a las 5 todus los cuerpos que la formaban se hallaban simultineamente en sus puestos. ‘A esa misma hora did principio el combate por ese flanco, sien- do el enemigo el primero en romper sus fuegos de artilleria, ame- tralladoras i fusileria sobre nuestras tropas, Estas continuaron avanzando atin, sin contestarlos, hasta estrechar mas la distancia. Cuando ésta se redujo a 400 metroe, se rompié tambien el fuego por nuestra parte i el combate se hizo jeneral en toda nuestra ala izquierda, Las primeras luces de la mafiona hallaron a ouestras tropas tre- pando las alturas i mui cerca ya de las trincheras enemigas. La artilleria pudo tambien principiar a funcionar sin riesgo de dafiar a nuestros soldados, Los primeros morros i las primeras trinche ras fueron desalojados en poco tiempo. Pero el enemigo ocupaba otras alturas i otros parapetos, desde los cuales seguia haciendo una resistencia tenaz. Contribuian a hacerla mayor los refuerzos que principiaban » Megarle del centro a conseeuencia de un atra- so inyoluntario de la segunda division que, no habiendo atacado, como estaba previsto, simultineamente con Ia primera, dejé tiem- po al enemigo para rubustecer su ala derecha que principiaba a ser envuelta. Comprendiendo que era indispensable completar las venta~ Jas ya obtenidas, impidien I» que el ejé-cito contrario tuviera tiem —u—- po de rehacerse, ordené o la reserva fuera en apoyo de la primera divigion, lo que hizo con toda prontitud. Como casi al mismo tiempo la segunda division entraba en combate i aparecian por el poniente el rejimiento Coquimbo i el batallon Melipill4, destinados a atacar el flanco derecho de Ja linea peruana con el ansilio de Is artilleria de la Escuadra, nuestras tropas cobraron nuevo vigor i el combate se hizo mas encarnizado. La primera division siguié avanzaado; se apoderd de los morros mas altos, donde la resistencia habia sido mas porfiada i legé, sal- vando fosos i trincheras, hasta el pié del morro Solar. En tres ho- ras de sangrienta lucha el enemigo perdié todas sus fuertes posi- ciones de la derecha, sus trincheras, sus cafiones i un niimero con- siderable de sus mejores tropas. Los rejimientos 4.° i 2.° de linea i los movilizados Talca, Chacabuco i Atacama se distinguieron es- pecialmente en esta parte de la jornada por su empuje i arrojo. La segunda division, como dejo dicho, sufrié al emprender su marcha al amanecer del 13, un estravio causado por la densa os- curidad de Ja mafiana i que no le permitid entrar en accion con toda la precision deseable. Siu embargo, cuando pudo con la cla- ridad del alba reconocer el terreno, inicié el combate por su parte con un entusiasmo i drden dignos de todo elojio. Sin detenerse un instante, las tropas de esa division desalojaron al enemigo de to- das sus posiciones fuertes i completaron su derrota, iniciada por la primera en nuestra ala izquierda. Se hicieron notar aqui el rejimiento Buin 1.° de linea, que legs alas trincheras casi sin disparar un tiro para tomarlas a la bayo- neta, i los rejimientos Esmeralda i Chillan, El Lautaro tuvo tam- bien su buena i honrosa parte en Ja jornada. A ls tercera division, asi como pudo tocarle en suerte lo mas rado de esta parte de la batalla, le cupo solamente desempefiar un papel relativamente secundario. [as compafifas guerrilleras del Santiago i una del batallon Naval fueron las tinicas que se foguea- ron, batiendo denodadamente a los enemigos que hallaron a su paso. La gran batalla pudo considerarse terminada alas 9 dela mafiana con Ja derrota mas completa del poderoso ejército enemi- go. I como la jornada habia sido fatigosa por cuanto aquellas enatro horas fueron de combate refiidlo i de marcha forzada, tre- pando alturas arenosas i de fuerte declive, muchos de los cuerpos que habian sostenido la accion se dieton algunos, momentos de descanso, — La coballerfu, ala que df la érden de perseguir a los fujitivos, iba a completar la obra con una brillante carga de Jos rejimientos de Granaderos i Carabineros de Yungay, que dejaron sembrado el campo de cadaveres de enemigos en una considerable estension, i sin que los obstéculos que les oponia el terreno’ pudieran detener gu empuje. Mas, eutretanto, se concentraban en el morro Solar i en el pue- blo de Chorrillos muchos de los derrotados de Villa ide San Juan, hasta formar un cuerpo de tropas respetable. El corouel Lynch, que avanzaba con fuerens escasas de su fa- tigada division por el morro, no creyé en un principio, porque el eue.nigo se ocultaba del lado del mar, que él fuera tan numeroso. Asi, cuando vié que lo era i que ocupaba magnificas posiciones defendidas por artilleria de graeso calibre, se detuvo miéntras se Je énviaban los refuerzos que pidié. Dispuse, en consecuencia, que dos rejimientos de la reserva jeneral, que yase le habian separado, volvieran a reunirsele, mi¢ntras que la segunda division, con sus ‘tropas mas frescas, marchaba a posesionarse del pueblo. La terce- ra fué Hamada tambien con el objeto de prestar apoyo a las otras, Esta parte de la accion fué un largo i fatigoso tiruteo en que se distinguié principalmente nuestra artillerfa, que batié los fuertes del morro con una certeza admirable de punterfas. Otras tropas de Ja segunda division habian sido destinadas a cortar los refuer- zos que venian de Lima por ferrocarril. A las 2 de Ja tarde el pueblo i el morro estuvieron en nuestro poder. La resistencia en Chorrilles Je fué fatal porque ella trajo consigo el incendio que lo arrasé casi en su totalidad. La tarde de ese dia fué necesario consagrarla al descanso de las tropas i el siguiente a su reorganizacion i a recojer e instalar con- venientemente a nuestros heridos. Tanto mas necesario era este doble trabajo, cuanto que parecia probable que hubiese necesidad de dar una segunda batalla contra el ejército de reserva i los res- tos del derrotado en Chorrillos, Efectivamente, se sabia que, par- tiendo del pueblo de Miraflores i signiendo en direccion al cerro de San Bartolomé, habia una segunda linea de defensa bien arti- Mada i fortificade, i era de presumir que alli quisiera el jefe supre- mo del Perit jugar Ia iiltima partida. Mas, con el propésito de evitar mayor derramamiento de san- gre, se envid al sefior Piérola, en la maiana del 14, un parlamen- tario para invitarlo a oir proposiciones en ese sentido. Llevé ese encargo el seiior don Isidoro Errézuriz, secretario del sefor Mi-~ -B— mietro de la Guerra, ile acompané como introductor, 8 quien se guardarian consideraciones de deferencia, el sefor Miguel Igle- sias, secretario de la dictadura en el departamento de la guerra i nuestro prigionero. El sefior Piérola se negé a recibir o nuestro parlamentario, declarando que estaba dispuesto a vir las proposi- ciones que le Hevase a su campamento un ministro que tuviera Jos plenos poderes necesarios para tratar. Semejante desconocimieuto de la jeuerosidad de nuestros pro- Pésitos i ese jactancivso alurde de orgullo tan impropio en tin veu- » me hicieron comprender que debia apelar nuevamente o las decisiones de Ja fuerza. Ya en la madaua habia recorrido upa parte del campo probable de las nuevas operaciones i cn el resto del dia completé mis reco- nocimientos, El plan que me formé se reducia a amagar al ene- anigo por el frente con la primera division, a atacarlo por su flanco izquierdo i un poco a retaguardia con Ia tercera division que no habia sufrido sino mui pocas pérdidas en Ja batalla del 13, i a ba- tir sus posiciones de enfilada por su derecha con Ja artilleria de Ja Escuadra i por su izquierdu con nuestra artilleria rodante. Para ese efecto me puse de acuerdo con el sefior Contra-Almirante Ri- veros, a quien pedi que rompiera sus fuegos apénas se iniciara el combate en tierra, i ordené al coronel Velisquez, comandante je- neral de artilleria, que buscase para nuestros caiiones las posicio- nes ménos desventajosas, ya que era imposible encontrarlas buenas en un terreno plano i cortado a cada paso por arboledas i tapias, Preparado asi para el ataque, que debia tener lugar poco antes de Ins 12 M. del 15, recibi como a la media noche del 14 una co- iunicacion del sefior decano del cuerpo diplomatico residente en Lima, en Ja que se me anunciabn que él i los sefiores Ministros de Franciae Inglaterra habian recibido de sus honcrables colegas el encargo de acercarseme para tratar de un asunto urjente e impor- tante ime pedian les fijase una hora para posar a mi campa- mento a desempeiiar eu comision. Siendo la hora ya tan avauza- ds, designé para la cenferencia las 7de la mafana del dia 15, Presentéronseme efectivamenteaesa hora los tres sefiores Minis- tros nombrados, asistiendo por nuestra parte a Ja conferencia el sefor Ministro dela Guerra en campaiia; el sefior don Eulojio Altamirano, Plenipotenciario nombrado para entender en Jas ne- gociaciones de paz; el sefior don Joaquin Godoy, Plenipotenciario de Chile en el Ecuador, i mi secretario don Maximo R. Lira. Habiéndome manifestado los sefores Ministros que su propdsito -—-Hw-— ‘eva pedirme garantias para los muchos i valiosos intereses estran- jeros radicados en Lima, lo mismo que para las personas de los nen- trales, les ofreci todas aquellas que ne obstasen al ejercicio lejitimo de los derechos de un belijerante i siempre que el Gobierno del Pert no hiciese de la capital centro de resistencia, negiaiome, si esto tiltimo sucedia, a conceder plazo alguno para romper laa hos- tilidades, En el curso de Ia conferencia insinvaron los mismos sefores Mi- nistros 1a idea de que talvez les seria ficil inducir al Gobierno pe- ruano a abrir negociaciones de paz, si les indicaba cudles serian nuestras exijencias anteriores a las negociaciones i se les daba un plazo para conferenciar con el dictador. Haciendo a un lado toda idea de mediacion, que se declaré inaceptable, se les contesté que los Plenipotenciarios chilenos estarian dispuestns a eutablar ne- gociaciones despues de entregado a nuestro Ejército incondicio- nalmente el puerto del Callao. El plaz> pedido para conocer el resultado de las jestiones oficiales de los sefiores Ministros estran- jeros quise limitarlo hasta las 2 P. M. de ese mismo dia; pero, al fin, por deferencia, accedi a ampliarlo hasta Ins 12 de la no- che. Mi compromiso se redujo a no romper los fuegos antes de esa hora; pudiendo sf, puesto que aquello no era un armisticio pactado regularmente, hacer los movimientos de tropas que juz- gara oportunos. Idéntico compromiso contraeria el jefe de las fuerzas peruanas, Aunque, merced a este pacto, podia disponer del dia entero pa- ra dar colocacion a mis tropas, quise verificar esta operacion como ai la batalla no estuviera aplazada. La tercera division, que acam- pé el 14 al sur del pueblo de Barranco con érden de tender su li- nea en la madrngada del 15 al norte del mismo pueblo i mui cer- ca de las posiciones enemigas, principié a colocarse, siguiendo In direccion de las tapias de los potrerus, a Ins 8 de la mafiaua, A las 2 de la tarde se encontraban en su puesto todos los cuerpos que la comyouian, con escepcion del rejimiento Aconcagua, que iba Negando, i del batallon Bilnes, que estaba de servicio en Chorrillos, A las 11 principié a recorrer el campo, despues de dar o la pri- mera division érden de colocarse a la derecha de‘la tercera. Miéntras practicaba aquel reconocimiento, pude ver que reinaba gran actividad en el campamento de los enemigos. Sus batallones se movian en todos seutidos; Hegaban de Lima trenes cou tropass todo, eu una palabra, anunciaba que alli se preparaban para un -15 proximo combate. Los jefes de los cnerpos que habian recibido Ia Srden de no hacer fuego, me hacian preguntar si no seria conve- niente ya impedir aquellas maniobras. El comandante jeneral de artilleria, especialmente, teniendo sus cafiones abocados a los ca minos por donde llegaban gruesas columnas de infanteria, me pro- metia despedazarlas en un instante si le permitia hacer fuego. El permiso, como era natural, le fué negado, i todo lo que me permiti hacer, en prevision de cualquiera eventualidad, fué repetir mis 6r- denes para que las tropes que venian de Clrorrillos apresurasen su marcha. Siguiendo mi reconocimiento, acompafiado del jefe de Estado mayor jeneral i de nuestros respectivos ayudantes, me adelanté al frente de nuestra linea i hasta mui cerca de Ja enemiga, Cuando hube estudiado el campo como lo deseaba, me puse en marcha pa- ra regresar, Inmediatamente se hizo sobre nosotros i a cortisima distancia por tropas emboscadas, una descarga cerrada de fusile- ria, I como si ésta hubiese sido una sefial convenida, toda la linea Tompié sus fuegos sobre buestras tropas que descausaban despre- venidag, preparando unas su rancho, proveyéndose ctras de agua, buscando algunas sus respectivas colocaciones. Fué aquél un momento verdaderamente critico i que sometié a ruda prueba el valor de nuestros oficiales i la disciplina de la tro- pa, Esta tuvo que organizarse bajo un fuego nutrido i mortifero, miéutras que los jefes i oficiales, con toda eerenidad, restableciau el drden perturbado por fa brusquedad de un ataque tan inespera- de, Me hastara decie a US., como el mejor elojio de la tropa i de aua jefes, que hubo rejimientos, como el Santiago i el Coquimbo, que en aquellos momentos hicieron su despliegue en batalla de un mody irreproehable, i que casi todos, respetaudo fielmente lu con- signa, o no contestaron a los faegos del enemigo, ¢, si lo hicieron en el primer momento, ios apagaron apéuas hice tocar alto ef fue- go, hasta recibir nuevas drdenes, Sin embargo, el enemigo que, sin duda, buses el éxito en una sorpresa desleal, atacaba con gran brio, llegaudo hasta salir de sus reductos para sacar el mejor partido de nuestras primeras e ine- vitables vacilaciones. Esto obligé a la tercera division a entrar re- sueltamente en Ia lucha para impedir el avance de las trupas pe- rnanas, Momentos despues de rotos los fuegos, nuestra Escuadra prin- cipié a cafionear las posiciones fuertes mas cercanas a la costa con excelentes punterias, Por esto i tambien porque nuestra ala dere- — 16 — cha estaba indefensa, el enemigo, retirdndose do la costa, cargé sus fuerzas sobre el punto débil, procurando envolver a la tercera division por medio de un flanqueo atrevido, Mas, como he dicho mas arriba, la primera division habia reci- Dido con anterioridad Ja érden de venir a situarse a la derecha de Ja tercera. Reiteruda esa érden al iniciarse el combate, la division del coronel Lynch legé en el momento preciso para protejer a la del coronel Lagos que se batia denodadamente contra fuerzas euormemente superiores, mauteniendo sin ceder un palmo de te- reno las posiciones que ocupaba desde un principio. Puedo, por Jo mismo, asegurar que esa resistencia tenaz e inquebrantable de la tercera division en los momentos mas criticos, fué Ia que deci- did del éxito de la batalla. El primer cuerpo que entré al faego en proteccion de nuestra derecha fué el 2,° de lines, siguiéndole los rejimientos Chacabuco, 4. i Coquimbo. Sin embargo, el enemigo, corriéndose siempre hi~ cia la derecha, insistia en flanquearaos, apoyado por algunas fuer- zas de caballeria. Viendo esto dispuse que el rejimiento de Cara- bineros de Yungay, cuyo comandante me pedia érdenes en ese mo~ mento, cargase inmediatamente. Asf lo hizo can toda prontitud; i aunque la escasa caballeria ememiga esquivé el combate i la car- ga de los Carabineros fué detenida por las tapias que cruzan el valle en todos sentidos, aquella maniobra dié por resultado que el ‘enemigo se detuviera i desistiese de su propdsito de envolvernos, Desde ese momento las ventajas principiaron a estar por nues- tra parte. La tercera division comenzé o avanzar, desalojé a las tropas peruanas de las posiciones que ocupaba detris de tapias aspilleradas, en seguida de los reductos foseados i con parapetos sdlidamente construidos que tenia a retaguardia, i, flanquedéndolas por su derecha, se apoderé del pueblo de Miraflores, arrojando los batallones enemigos hécia él oriente. All{ caian bajo los fuegos de las tropas de la primera division; i, como mas a nuestra dere= cha se hallaba aun la brigada del coronel Barbosa, de la segunda, colocada alli espresamente por érden que di con anterioridad, conocieron que todo estaba perdido i emprendieron upresurada- mente la retirada hicia Lima en completa dispersion i en abierta derrota. Debo tambien agregar que, durante toda la accion, nuestra in- fanteria estuvo vigorosamente apoyada, por la artilleria que hacia fuego hasta a cuatrocientos metros de distancia de las lineas con- trarias ien posiciones tan peligrosas que hubo un momento en -Ww— que faé necesario retirar las piezas de campafia mas a retaguar- dia para evitar la posibilidad de un fracaso. ‘Nuestra victoria era innegable i decisiva a las 5 i media de la tarde. La persecucion al enemigo siguié activamente hasia que las sombras de la noche vinieron en su ausilio. Enténces di la ér- den de ponerle término i de acampar en Ja pampa de Miraflores. E116 por la maiiana recien pudo-verse cuiin decisiva habia si- do esta segunda victoria de nuestras armas i tambien cuénto nos habia costado adquirirla. En la misma noche del 15 cref necesario dirijir al sefior decano del Cuerpo Diplomitico de Lima la nota que adjunto en copia ba- jo el mimero 1, para anunciarle que la ruptura desleal del armis- ticio pactado en la mafiana me desligaba del compromiso contrai- do en favor de Ja capital i me devolvia toda mi libertad de accion para proceder rigorosamente contra ella. Antes de que mi comuuicacion Ilegara a su destino se m@pidis, anombre del mismo Cuerpo Diplomitico, una nueva entrevista que concedi para el mediodia del 16. Present4ronse a esa hora en mi campamento los sefiores Minis- tros de Francia e Inglaterra, los Almirantes de las mismas nacio- nes iel seiior Comandante de la estacion naval italiana, acompa- fiando al alcalde municipal de Lima, sefior don Rufino Torrico, quien, por ausencis de las autoridades politicas i militares de In capital i competentemente autorizado, iba a pactar In entrega de Ja cindad. Sobre este punto se levanté el acta que acompaiio a US. en copia con el nitmero 2. El mismo sefor Torrico se com- prometié a interponer sus influencias personales cerca de la auto- ridad militar del Callao para obtener que evitase mayor derrama- tmiento de sangre, desistiendo de hacer una resistencia indtil, i convino en que me comunicaria el resultado de sus jestiones el 17 Sates de las 2 de la tarde. Antes de esa hora recibi 1a comunicacion que va en copia con el niimero 3, la que me obligé a disponer que una division de las tres armas al mando del jeneral de brigada don Cornelio Sanve- dra ocupase cuinto Antes la ciudad de Lima para poner un freno a log excesos de la turba i de los dispersos pernanos amotinados i salvar las vidas i propiedades de sus habitantes. De esta manera tomamos posesion de Lima en Ja tarde del 17. En la mafiana del 18 se dirijié al Callao el coronel Lynch con su division i lo ocup6 tambien pacificamente. Asftermin6, sefior Ministre, esta campafia cuyos principales —s6— atcesos dejo narrados aqui, prercindiendo de los minuciosos deta- Hes que US. encontraré consignados en los partes especiales de Jos jefes. No es facil apreciar todavia el esfuerzo i virilidad que ha debi- do desplegar el Bjército de mi mando para consumar esta obra. En mas de seis mesey de preparacion, el Gobierno del Perd, pode- rosamente ausiliado por la nacion entera, acumulé en torno de su capital i para su defensa todos los elementos necesatios para una resistencia tenaz, desesperada i suprema. Reunid un ejército nu- meroso, lo proveyé de armas escojidas, lo discipliné i logré incul- carle el scntimiento de los grandes deberes que impone la patria cuando esté sometida a Ia prueba de la desgracia. Roded a Lima con un doble cordon de fortalezas, aprovechando las defensas na~ turales del suelo i utilizando todos los inventos del arte de la gue+ rra, Artillé todas las alturas i puso sus caflones i sus soldados al abrigo Ye sdlidos parapetos. En los pasos que los cerros dejaban abrié fosos i construy6 trincheras. Sembré todos los caminos, to- dos los pasos accesibles, todos los lugares préximos a las aguadas, todas las posiciones que pudieran servir al enemigo, de minas au- tomiiticas que en ninguna parte permitian asentar los piés con se- guridad. En una palabra, rodeé a Lima de fortiticaciones formi- dables i logré inspirarle £8 en la victoria, duplicando de ese modo las fuerzas de su ejército. Basta, pues, conocer los elementos con que contaba para su de~ fensa la capital del Pert, para estimar debidamente la grandeza del resultado obtenido. I hai aun que tener en cuenta que las po- siciones de Chorrillos i los reductos de Miraflores han sido toma- dos por un ejército inferior al enemigo en mimero, despues de marchas fatigosas i de dos batallas sucesivas, sin tener tropas de refresco que presentar en el segundo combate. Apunto las dificultades de 1a empresa realizada por el Ejército de mi mando, solamente para que el pais sepa cusinta gratitad de~ be a sus defensores, El éxito ha sido completo. Del gran ejército enemigo no queda- ron organizados, despues de Miraflores, mas de tres mil hombres, 1 éstos se dispersaron, habiendo rendido previamente sus armas. Por consiguiente, ese ejército desaparecié no sin haber suftido mas de doce mil bujas. ' En nuestro poder dejS un inmenso material de guerra. Nos he- mos apoderado de doscientos veintidos cafiones: eu el Callao, de cincnenta i siete, desde el calibre de a mil hasta el de doscientos —I9— cincuenta; en los dos campos de batalla, de cuarenta i uno, desde el calibre de seiscientos hasta el de treinta i dos; i de ciento veinti- cuatro piezas de campafia ide montaiia, comprendidas en éstas diezinueve ametralladoras. Tenemos tambien recojidos hasta la fe- cha cerca de quince mil rifles de diversos sistemas, mas de cuatro millones de tiros i una buena cantidad de pélvora i de dinamita. Agregaré a esto que el poder naval del Pert ha desaparecido tan completamente, que no Je queda ya en el mar ni el mas pequefio falocho. Este resultado se ha obtenido a costa de grandes i dolorosos sa- crificios. Nuestras bajas en mbes batallas ascienden a 5,443, siendo de éstos 1,299 muertos i 4,144 heridos. Entre los primeros figuran el corone] don Juan Martinez, cuyo nombre queda asociado a todas las glorias militares de esta cam- pafia, en la que figuré con tanto brillo desde Ja primera hora; el comandante del rejimiento de Granaderos a caballo don Tomas Yi- var, que cayé cargando a Ja cabeza de su cuerpo; el comandante del rejitniento Valparaiso, don José Maria Marchant, que quedé al pié de una trinchera enemiga; los segundos jefes de los rejimien- toa Chacabuco i Talca, don Belisario Zafiartu i don Carlos Silva Re- nard, que se batieron i murieron como bravos; el teniente-coronel don Roberto Souper, que hallé en el campo del honor el término de sa larga i noble vida; el mayor Jimenez del Chillon i el capitan Flores de la Artilleria, que fué siempre infatigable en el servicio i sacumbié noblemente al pié de sus cafiones. De entre los heridos mencionaré solamente, ya que no es posible consignar aqui los nombres de todos, al coronel don Domingo To- to Herrera, que se ha distinguido por su entusiasmo durante toda, la campafia i por su valor en Jas jornadas mas rudas de esta gue- tra; al teniente-coronel don Francisco Barcelé, modelo de jefes por su pandonor isu bravnra; al comandante del Santiago, don Deméfilo Fuenzalida, quien, herido en medio de la batalla, no se separd de su cuerpo hasta despues de la victorin; al comandante del Curicé, don Joaquin Cortés; a los tres jefes del rejimiento Coquimbo, tenientes-coroneles Soto i Pinto Agiiero i sarjento-ma- sor don Luis Larrain Alcalde, merecedores Jos tres de la gloria que va unida a sus nombres; al bravo mayor del Caupolican, don Ramon Dardignac, i a todos los que figuran como merecedores de aplauso en los partes especiales de Ids jefes. Los seitores jefes de division, jeneral Sutomayor i coroneles Lynch i Lagos; fos de brigada, coroneles Gana, Amunategui, Bar- — 2 -- bosa i Urriola; los comandantes jencrales de artilleria i caballeria, ien jeneral, todos los jefes se han diatinguido por su empeiio en ha- cer mas de lo que el deber les ordenaba. Pero hai algunos a quie- nes debo mencionar mas especialmente porque les cupo en suerte realizar una parte mas importante de Ja tarea comun i en condicio- nes que realzan su obra. El coronel don Patricio Lynch, que ya principid # distinguirse por aquella marcha felicisima de Pisco a Lunia, dirijida con tanta, prudencia i tanta enerjia, fué quien vencid en Chorrillos con su division mayores dificultades naturales i a mayor ndmero de ene- migos. I si sus tropas hicieron prodijios de valor, ello se debié en mucha parte a los ejemplos de arrojo i serenidad que les did cons- tantemente su jefe superior. A su lado, secundindolo con valor e intelijencia notables, estuvo el coronel don Gregorio Urrutia, jefe de estado mayor de la division, De esta division i en la misma ba- talla de Chorrillos se distinguieron particularmente Ios rejimien- tos 4.2 i 22 de linea, el Chacabuco, el Talca, que recibié en ban- tismo de fuego de un modo herdico, i el Atacama, En la batalla de Miraflores, donde el coronel Amundtegui se batié bizarramente con su brigada, se hicieron notar por su denuedo esos minmos cuerpos i ademas el rejimiento Coquimbo i el batallon Quillota. Por eso creo justo consignar aqui los nombres de los siguientes je- fes: don Estanislao del Canto del 2.° de Ifnea, don Lvis Solo Zal- divar del 4.°, don Silvestre Urizar del Talca, don Diego Dublé Altmeida del Atacama i don J. Ramon Echeverria del Quillcta, La segunda division, a cuya cabeza se batié denodadamente el jeneral Sotomayor, tuvo una parte mui principal en Ia victoria de Chorrillos. KE] coronel don Orozimbo Barbosa, que estuvo alli, co- mo ha estado en todas partes, a Jo altura de la reputacion que se conquisté desde un principio, merece en justicia Ja recomendacion que de él hago aqui, lo mismo que el valiente coronel don José Francisco Gana, cuya conducta fué superior a todo elojio. Merecen por su bravura i disciplina una mencion especial el rejimiento Buin 1.° de linea i su valiente i pundonoroso jefe, don Juan Leon Gar- cia. La merece igualmente el rejimiento movilizado Esmeralda, que se batié denodadamente en San Juan i en el pueblo de Cho- rrillos, que tomé contra fuerzas mui superiores, Hevando siempre a su cabeza al teniente-coronel don Adolfo Holley, su intrépido jefe. ; He dicho yaa US. que en Ia batalla de Miraflores Ja mas com- prometida fué la tercera division i que a ella principalmente se de- -a— 6i6 la victorin de ese dia. Con esto solo creo haber hecho el mejor elojio de su jefe, el coronel don ‘Pedro Lagoe, que ha prestado eu toda esta campafia servicios eminentes a au pais. Distinguiéronse en esa accion por su valor i serenidad el coronel don Martiniano Urriola i los comandantes don Francisco Barcelé i don Demofilo Foenzalids, i, entre los cuerpos que tomaron parte, el rejimiento \\Bentiago i el batallon Naval. La reserva, alas drdenes de su valeroso jefe el teniente~coronel don Arfetides Martinez, combatié bizarramente en Chorrillos i en Miraflores. El 3.° de linea, Zapadores iel Valparaiso compitieron en denuedo i entusinsmo. De los jefea de esos cuerpos uno quedd en el campo; otro, el valiente comandante Zillernelo, recibié grax visimas neridas, i solamente el comandante Gutierrez, del 3.°, no pagé con swt sangre Ia gloria adquirida en los dos combates. La artilleria, colocada en brillante pié merced a los intelijentes iasiduos cuidados de su comandante jeneral, coronel don Jusé Velasquez, ha correspondido en estas dos acviones a todas las es- Peranzas fundadas en ella i a los sacrificios que cnesta nl pais su mantenimiento. Estuvo en dmbas en los puestos de mayor peligro, preparando con sus fuegos el avance i Ja victoria de nuestras tro~ pas de infanterfa., El coronel Velasquez la dirijfa con Ia serenidad intelijente que le distingue, teniendo por dignos ausiliares a los dos jefes de los rejimientos, tenientes-coroneles don José Manuel Novoa idon Cirlos Wood, a quienes tambien recomiendo oon toda justicia, En Ja caballeria, tanto su comtandante jeneral teniente-coronel don Emeterio Letelier, como los jefes de los rejimientos i sus ofi- ciales, cumplieron noblemente con sus deberes. Distinguidse, ng obstante, el teniente-coronel don Manuel Bilnes en Ia valiente carga de Chorrillos, donde Carabineros i Granaderos despedazaron gruesos pelutones de infanteria enemiga. Los Cazadores se enoon- traron en Chorrillos en nuestra ala derecha i en Miraflores con la brigada Barbosa a nuestra izquierda. No necesito decir a US. que en toda esta campafia he contado con Ia colaboracion del jefe de Estado Mayor jeneral, jeneral don Mé4rcos Maturana, i con el concurso que me han prestado el sefior Ministro de la Guerra, coronel don José Francisco Vergara, i el jeveral de brigada don Cornelio Saavedra. A mi lado han estado tambien constantemente los sefiores don Enlojio Altamirano, don Joaquin Godoy, don Vicente Davila La- train, quien por tres veces fué portador de mis érdenes en el cam= 4 —2- po de batalla, en momentos en que mis ayudautes estaban todos ocupados, i mi secretario jeneral, don Maximo 1k. Lira, que ha he- cho toda esta campaiia, desempeiiando satisfactoriamente elevados cargos i que hin prestado sus servicios en un puesto de mucha la- bor, de confianza i de responsabilidad, desde mayo de 1880, ha- biéndose encontrado, por consiguiente, en Ja butalla de ‘Tucna, donde me presté sn concurso hasta como ayudante, cu la batalla de Arica i en las de Chorrillos i Miraflores, Don Daniel Caldera, ayudante de la secretaria jeneral, me acom- pafié tambien en estas dos iiltimas acciones, ilo recomieudo a US. por sus buenos i constantes servicios. Mis ayudantes de campo, coronel don Samuel Valdivieso, te- niente-coronel don Jorje Wood, don Rosauro Gatica i don Wen- ceslao Bilnes; sarjentos-mayores don Carlos Valenzuela, don Ale- jandro Baquedano, don Belisario Campoidon Francisco Aristides Pinto; capitan don Domingo Sarraten i teniente dou José Santos Jara, han desempefiado satisfactoriamente su deberes de tales, trasmitiendo mis drdenes con toda presteza i exactitud, por gran- des que fueran los peligros a que se esponian con ello. Debo ha- cer una mencion especial del comandante don Wenceslao Bilnes, que tuvo la parte mas dificil de esas comisiones, de los teniente- coroneles don Jorje Wood i don Rosauro Gatica i de los sarjentos mayores don Carlos Valenzuela, don Belisarie Campo i don Ale- jandro Baquedano; siendo justo comprender en ella al ayudante del sefior jeneral Saavedra, teniente-coronel Bunster ia los ayu- dantes del sefior Ministro de la, Guerra. ‘Aunque en el parte del jefe del Ustado Mayor jeneral tendrin cabida Jas recomendaciones a que se hay an hecho acreedores sus ayudautes, creo justo dejar constancia aqui de los buenos servicios que han prestado el teniente-coronei don Waldo Diaz, jefe sereno ¢ intelijente; el mayor don Florentino Pantyja, a quien encomen- dé muchos de los reconocimientos hechos dutes del 13 de enero 3 Ja conduccion i colocacion de la vanguardia el dia de +la marcha, comisiones que desempené cumplidamente; el sarjento-mayor don Francisco Villagran i el capitan don Santiago Herrera, a quienes vi constautemente en accion i especialmente en los momentos mas dificiles. No terminaré sin decir a US. que estoi satisfecho de la manera como han estado atendidos los servicios relijioso, de Intendencia Jeneral, de las ambulancias i de la conduccion de bagajes. Debo todavia un especia! testimonio de gratitud al sefior Contra- = 23 Almirante comaudaute en jefe de la Escuadra, don Galvarinos Ri- veres, por la benévola deferencia con que siempre me presté su concurso. La marina nacional, que abrid la série de nuestros triun- fos con hazafias inmortales que nos dicron Ia tranquila posesion del Pacifico, ha seguido ayudando al Ejéreito de tierra en los des- embarques i, cuando ha sido posible, en las batallas, con un en- tusiasmo i valor dignos de todo elojio. En esa comunidad de es- fuerzos i de sacrificios se han robustecido los lazos de Ja antigua aoion de los marinos i de lus soldados de Chile, i esta confrater- nidad seri cn adelante, como ha sido en esta campaiin, garantia de éxito en Ju defensa de la honra nacional. Coneluyo aqui, seiior Ministra, renovando las felicitaciones que envié al pais por conducto del Supremo Gobierno en nombre del Fjéreito que tenzo la houra de mandar, por el feliz éxito de una empresa que parecid celosal cuando contibamos nuestros escasos recttrsey, i que se ha realizado, sin embargo, con una fortuna dig- na de In vitalidad de la nacion, del valor de sus soldados, de la enerjia de sus gobernantes i de Ia perseverancia comun en el pre- pisito de Hegur a toda costa al término natural de 1a jornada. Dios guarde a US. Maxvew Bagvepano. Al sefior Ministro de ia Gu-rra. Auexo mim. 1. (Copia). Jeneral en jefe del Bjereito de operaciones del Norte.—Chorri- Ilos, 15 de enero de 1981 alas 11 P. M.—Sefior decano: V. B. sa- be que, w consecuencia de la iniciativa oficiosa tomada por el ho- norable cuerpo diplonuético de Lima en favor de la cesazion de las hostilidades contra aquella ciudad, no Hevé a efecto en Ia mafana de hoi el ataque preparado contra las fuerzas del ejército perua- no que defeniian a Miraflores, Saben tambien V. B, ilos sefiores Ministros de Francia e Ingla- terra que yo, en las couferencias que hoi tuvimos, me negaba a ampliar los plazos que se me pedian para iuterpouer sus buenos —-4— oficios cerca del Supremo Gobierno del Perd con el mismo obje- to pacifico, i que, al fin, cediendo a las repetidas instancias de V. E. i de sus honorables colegas i como una prueba de especial defe- rencia en favor de los neutrales, accedi a esperar, sin que mis tro- pas tomaran Ia ofensiva, la respuesta que US, debia darme a la media noche de hoi. . Pues bien: el ejército enemigo, cuyos jefes debian tener conoci- miento de las jestiones iniciadas por el honorable cuerpo diplomé- tico i haber recibido las érdenes convenientes, rompié hoi, a las 2 he, 20 ms. P, M., sus fuegos contra el infrascrito, su jefe de Ee- tado Mayor jeneral i ayudautes, que recorrian el campo para ins peccionar la situacion de nuestras tropas. : Esta deslealtad del enemigo me obliga a acelerar las operacio- nes de Ja guerra. Mas, como quiero guardar a los honorables representantes es- tranjeros todas las consideraciones de deferencia que me sea posi- ble, me dirijoa V. E, rogindole se sirva comunicar a sus honora- Lies colegas mi resolucion de bombardear desde hoi mismo, si Jo creo oportano, la ciudad de Lima, hasta obtener su rendicion in- condicional. Con sentimientos de consideracion distinguida soi de V. E. aten- ‘to i seguro servidor.—(Firmado).—Manvet Baquzpano. Es copia fiel.—Lima, 12 de febrero de 1881.—D. Caldera, ayu- dante de la secretaria jeneral. Anexo mim. 2. (Copia). En el Cuartel jencral del Hjército chileno en Chorrillos se pre= sentaron el 16 de enero de 1881, a Ins 2 de la tarde, el sefior don Rufino Torrico, alcalde municipal de Lima; 8, E. el sefior de Vor- ges, Enviado estraordinatio i Ministro plenipotenciario de Francia; 8. E. el sefior Spencer St, John, Ministro Residente de Su Majes- tad Britanica; el sefior Stirling, Almirante britinico; el sefior Du Petit Thouars, Almirante francés i el seiior Sabrano, Comandante de las fuerzas navales italianas, El sefior Torrico hizo presente que el vecindario de Lima, con- vencido de In inutilidad de la resistencia de la plaza, le habia co- — 2% — misionado para entenderse con el sefior Jeneral en jefe del Bjér- cito chileno respecto de su entrega. El sefor Jeneral Baquedano manifesté que dicha entrega debia ser incondicional en el plazo de 24 horas pedido por el setor To- rrico para desarmar las fuerzas que aun quedaban organizadas. Agregd que Ia ciudad seria ocupada por fuerzas escojidas para couservar el étden,—(Firmados).— Manuel Baquedano.—R. Torri- o.—E. de Vorges.~—J. F. Vergara.—B. du Petit Thouars.—Spen- cer St. John.—E. Altamirano,—J. Sabrano.—J. H. Stirling.—M: R. Lira, secretario, Es copia fiel.—Lima, 12 de febrero de 1881.—D. Caldera, ayus * dante de Ia secretaria jeneral. Anexo num. 3. (Copia). Manicipalidad i Alcaidfa de Lima.—Lima, enero 17 de 1881.— Setior Jeneral en jefe del Ejército chileno, Miraflores.—Sefior Je- neral: A ini Ilegada ayer a esta capital, encontré que gran parte de las tropas se habian disuelto, i que habia un gran némero de dispersos que conservaban sus armas, las que no habia sido posi- ble recojer. La guardia urbana no estaba organizada todavia i no se ha organizado i armado hasta este momento; la consecuencia, pues, ha sido que en la noche los soldados, desmoralizados i arma- dos, han atacado las propiedades i vidas de gran némero de ciu- dadanos, causando pérdidas sensibles con motivo de los incendios i robos consumados, En estas condiciones, creo de mi deber hacerio presente a V. I. para que, apreciando Ia situacion, se digne disponer lo que juzgue conveniente. He tenido el honor de hacer presente al honorable cuerpo di- plomatico esto mismo, i ha sido de opinion que lo comunique e V. E., como lo verifico. Con Ja espresion de la mas alta consideracion me suscrife de V.E. su atento i seguro servidor.—(Firmado).—R. Torrie. Es copia fiel.—Lima, 12 de febrero de 1881.—D. Caldera, nyt dante de le secretarfa jeneral. JeNeRaL EN Jere DEL Esército pe Oreractoyrs DEL Norte. Lima, febrero 25 de 1881. Orijinales remito a US. el parte que me ha pasado el Jefe de Estado Mayor Jeneral sobre Ins diversas operaciones que por mi érden ejecuté el jército demi mando en Ia campatin sobre esta, ciudad, i los parte especiales de los ccmandantes jenerales i jefes de cuerpo. Dios guarde a US. Manvet Baquepano. Aluciior Ministro dela Guerra, Jere pz Esrapo Mayon Jexenat. Lima, febrera 9 de 1881. Sefior Jeneral en Jefe: Tengo el honor de dar cuenta a US. de las operaciones empren- didas i ejecutadas por el Ejército, desde su desembarco en Ia ca- Jeta de Curayaco, hasta 1a ocupacion definitiva de esta capital i del puerto del Callao. Aunque el desembarco hubia sido dispuesto desde Arica para el puerto de Chilca, adonde Iegamos con la Escuadra el dia 21 de diciembre tiltimo, la operacion no se ejecuté alll por indicacion del sefior Ministro de Ja Guerra i nos dirijimos a efectuarla en Ia ci- tada caleta, con lo cual se ahorré gran trabajo i penosas marchas al traves de fsperas i arenosas serranias de mas de tres leguas. El dia 22 comenzé el desembarco, saltando primeramente en tierra la 1% brigada de la 2.* division, al mando del coronel don José Francisco Gana, i compuesta de los rejimientos de infanteria, Esmeralda, Chillan i 3,° de Linea, que reemplazé ese dia al Buin. Asta brigada se agregé un escuadron del rejimiento de Caza- dores a caballo, mandado por el teniente-coronel graduado don José Francisco Vargas. En la tarde de ese dia se ordend al ayudante de este Estado Mayor, teniente-coronel don Ambrosio Letelier, que avanzara con 90 hombres de Cazadores a caballo a reconocer el camino de Lu- tin i observar las fuerzas que pudiera tener el enemigo en aquel valle, cuya pronta ocupacion nos era de absoluta necesidad por la carencia de agua en el lugar en que acampaba el Ejército a me- dida que iba desembarcando. Esta primera esploracion nos hizo saber que no habia en Lurin fuerzas enemigas que pudieran opo- ner resistencia séria; siendo a lo mas su niimero calculado de 500 8 660 hombres de caballerfa ¢ infanterfa. Se hizo tambien entén- ces por la misma fuerza el reconocimiento de una caleta cercana al pueblo de Lurin, que presentaba facilidad para el desembarco. — 30 En posesion de estos datos, se ordend que Ia brigada Gana avanzara al amanecer del dia 23 a ocupar el pueblo de Lurin, lo que ejecuts aquella fuerza sin otro accidente que el de un lijero tirotco, sostenido a la entrada de la poblacion, por un piquete de 25 Cazadores al mando del teniente-coronel don Hilario Bou- quett, contra Ins fuerzas enemigas que abandonaron el pueblo re- tinindose por cl valle arriba en direccion a Pachacamac. Desde aquel momento quedaba asegurado el desembarque tran- quilo i sin inconvenientes de las tropas i material de) Ejército. ‘Al mismo tiempo se emprendian con la mayor actividad les re- conocimientos sobre el campo enemigo. El teniente-coronel don Baldomero Dublé Aymeida salié el dia 24 por el valle de Lyin arriba para reconocer el territorio hasta Manchay i desalojar al enemigo que se decia establecido en Pa- chacamac, con escasas fuerzas, Llevaba bajo sus érdenes cuatro compaiiias de infanterfa i un escuadron de caballeria, con cuya tropa sostuvo cerca de Manchay un largo tiroteo con el enemigo apostado en alturas escarpadisimas, haciéndole algunas bajas i to- mando cuatro prisioneros. EL 25 el comandante Letelier del Estado Mayor Jeneral, con un escuadron de Carabineros de Yungay, mandado por el tenien- te-coronel don Miguel Aleérreea, avanzé por el camine de la pla- ya de Conchan hasta Ja hacienda de Villa, en donde encontré la vanguardia del ejército enemigo, fuertemente establecida sobre Jas alturas que dominan aquella hacienda, en posiciones atrin- cheradas i cerrando el pase hicia el valle de Chorrillos por este lado. Fl 27 alas 8 P. M., el coronel jefe de la 2% brigada de la 2% di- vision, don Orozimbo Barbosa, sorprendié con algunas compafiias del rejimiento Curicd, nl mando de su primer jefe, teniente-coro- nel don Joaquin Cortés, nla 1% brigada de la caballeria del ejér- cito peruano que venia del sur en direccion a Lima, despues de haber hostigado durante muchos dias la marcha de la brigada Lynch, desde Tambo de Mora a Chilca, El hecho tuvo lugar en el Manzano, a poca distancia al norte del pueblo de Pachacamac i de él resultd la completa derrota del enemigo, despues de un re- fiido fuego en que tuvimos Ia desgracia de perder al segundo jefe del Curicé, teniente-coronel don José Olano, muerto valientemen- te en su puesto, i cuatro heridos de tropa del mismo rejimiento. De parte del enemigo, tanto en el combate de esa noche como cn la persecucion, que durs todo el siguiente dia en los bosques -31-— i cerrog, resultaron muertos un jefe i quince individuos de tropa i prisioneros el coronel primer jefe de la brigada, don Pedro J. Sevilla, catorce-jefvs i oficiales i noventa i siete individuos de tro- pa, icryendo en nuestro poder algunag armas, municiones, caba- Nos i equipo. El 28 se hizo por el sarjento-mayor don Manuel Rodriguez, un Buevo reconocimiento sobre los Altos de Villa, El 30, el teniente-coronel don Jorje Wood avanzd con 150 hombres de cabulleria a reconocer el camino de Manchay a Lima, Mlegando hasta Ia Rinconada de Ate, desde donde se observaron las posiciones del enemigo en el valle de aquel lado. El 2 del préximo pasado, US. en persona, con el sefior Ministre de Guerra, avanzé por el mismo camino a reconocer el ala izquier- da de Ia linea enemiga, llegando igualmente hasta el mismo punto. El 3, el comandante Letelier volvié a reconocer la derecha ene- miga en Villa, marchando por el camino de Pachacamac a Lima, que pasa por la quebrada de Atocongo, alcanzando hasta Ja mese- ta de la Tablada, desde donde se pudo observar una parte de las posiciones enernigas luicia el lado de San Juan. E14, los coroneles don Patricio Lynch i don Pedro Lagos, jefes de a 1.4 i 39 divisiones del Bjército, fueron personalmente a bordo dle la corbeta Magallines a reconocer las posiciones peruanas en Villa i Chorrillos, observandolas por el lado del mar, recorriendo al mismo tiempo In costa hasta el Callao, para observar las posi- cones de Barranco, de Miraflores i de aquel puerto. EL 5, el coronel Barbosa, recorriendo el valie arriba hasta Man- chay, sorprendié una descubierta encmiga de observacion, matdn- dole un hombre i tomando tres prisioneros. El 6, US., acompafiado del sefior Ministro de Ia Guerra, del Es- tado Mayor Jencral i una pequefia fuerza de las tres armas, prac- tiod personalmente el reconocituiento de las posiciones enemigas sobre Villa, Chorrillos i San Juan, habiéndose trabado un corto tiroteo de cafion sin daito de nuestra parte. El dia 7, fué el que suscrile con sus ayudantes n practicar un nuevo reconocimiento de las mismas posiciones por el lado de San- ta Teresa, entre villa i San Juan. EI 9, el coronel Barbosa salié de Manchay con una fuerza co- mo de dos mil hombres de las tres armas en direccion a Ate, Ile- vando el gncargo de avanzar por ese camino mas allé del punto a que habian Megado los reconocimientos anteriores, desembocar en i valle i observar deste cerca las posiciones enemigns. —-2— Antes de bajar al valle, aquella fuerza encontré obatruido el ca- mino por ua considerable utimero de minas autométicas que cu- brian el campo i estallaban bajo los piés de Ja tropa, al mismo tiempo que algunas guerrillas enemigas hacian fuego parapetadas tras de una triple trinchera de fosos que cortaban en toda su an- chura el abra por donde jira el camino, migntras que otraé coro- naban las alturas de uno i otro lado. La caballeria enemiga apa- recia en el valle por retaguardia de la infauteria i los cafenes de Jos faertes del sur de Lima disparaban granadas sobre nuestras filas. El coronel Barbosa ordené inmediatamente el ataque, hae ciendo avanzar por derecha e izquierda algunas guerrillas de in- fanteria para desalojar a las del enemigo que ocupaban las slturas, i cargando a los que se ocultaban tras de los fosos del frente com un peloton de Granaderos a caballo, que en un momento las dis- persd a filo de sable, matdndoles 23 hombres, entre ellos 3 offeia- tes. Rechazado el enemigo de todas sa posiciones i puesto en com- pleta faga, e) coronel Barbosa desembocé en el valle i cumplié el objeto de su mision, retirdndose en seguida sin ser molestado. En aquel encuentro el enemigo tuvo muchas bajas entre muertos i he- ridos; por nuestra parte hubo 15 heridos por las balas i los polvo- razos de las minas, da lus cuales murié solo un soldado del Buin. EI dia 10, US., con el Estado Mayor Jeneral, practicé un nuevo reconocimicnto de las posiciones enemigas en San Juan i Chorri- Nos; despues del cuat US. ordend alistar el Ejército para marchar al ataque de estas posiciones en Ja tarde del subsigniente dia 12. El ejército peruano se hallaba tendido alo largo de la linea que forma et coronamiento de la cadena de cerros que rodea el valle de Chorrillos por el sur i el oriente, i que portiendo del Morro Solar se estiende al este por los altos de Villa i Santa Teresa, desde donde vuelve bruscamente al norte, prolongdndose por Ja hacienda de San Juan hasta Monterrico Chico. Esta cadena tiene tres pasos estrechos o abras de corta estension: una en Ja hacienda de Villa, para desembocar sobre Chorrillos; otra sobre el camino que con- duce de Junin a Lima, pasando por las casas de San Juani la Palma, i la tercera por el camino que desde Lurin i Pachaeamac se dirije rectamente a la capital, pasando por Ja hacienda de Te- bes. Detrés de este cordon corre de sur a norte, desde el valle de Chorrillos hasts el cance del rio Surco, una linea de espesos bos- quesi matorrales con raras soluciones de continuidad, qne se ha- Ilan a au turno obstruidss por cercados i tapiales que forman los —33— divisiones del terreno de cultivo, haciendo el todo una linea apro- panda para una tenaz i sdlida resistencia, Finalmente, detris todavia de esta linea de bosques, se encuen- tra la que forman los cuserfos de Chorrillos, Barranco i Miraflo- ree, ligados entre sf por una via férrea i por una red de potreros i pequefias propiedades, todas ciroundadas i divididas por gruesos tapisles de tierra de poco ménos de un metro de altura, la suficien- ta para el cémodo i seguro abrigo de Ja infanteria, La Mnea de coronamiento de los cerros se-hallabs foseada en to- da eu estension, cortando con anchas zanjas las abras que daban acceso al valle i formando con las tierras sueltas un parapeto in- terior detrés del cual se ocultaban los batallones peruanos, pu- diendo cémodamente disparar de mampuesto, apoyando el arma sobre Ia cresta del parapeto. De trecho en trecho i sobre las emi- nencias mas conveuientes i bien elejidas, se levantaban diversos reductos artillados, baterias de cafionera con espaldon de sacos de tierra suficientemente espeso i elevado para protejer a los artille- Toa contra los proyectiles de las piezas de campafia. Adelante de esta linea, i especialmente en los puntos mas acce- siblea, se habia sembrado el campo de minas automiticas que es- tallaban bajo la presion del pié de un infante i el mismo sistema defensivo se hubia tambien empleado delante de la linea del bos- que, sembrando de estas minas las estrechas Ilanuras que queda- ban entre una i otra linea. Aquella formidable posicion se hallaba defendida por 25,000 hombres de las mejores tropas del Pert, provistos de un abundan- te i valioso material de guerra, en el que se contaban mas de 100 piezas de artilleria entre cafiones i ametralladoras. Contra ella debian en breve embestir los 23,000 soldados que Chile habia con- fiado al mando de US.; teniendo que salvar, para estrecharse con el enemigo, un pesado desierto de tres leguas de arena, falto ab- solutamente de agua. US. dispuso Ja marcha como sigue: La 1.* division, formando el ela izquierda del érden de batalla, debia asaltar las posiciones que ocupaba Ia derecha del enemigo, desde el Morro Solar a Santa Teresa, tratando de forzarlas a to- do trance para caer sobre Chorrillos i envolver por el flanco i re- taguardia el centro de Ja linea peruana, La 2.* division debia forzar la Ifnea enemiga por San Juan i romperla envolviendo las casas de esta hacienda para caer sobre Chorrillos en combinacion con la 1." —3s— La 3. division debia apoyar el ataque de la 2.* por In derccha de éata, resistiendo el choque del ala izquierdn enemiga, caso de plegarse ésta para venir en ausilio de su centro. La reserva jeneral, marchando a retaguardia del espacio libre que quedaba entre la 1.*i 2." division, debia prestar apoyo a una otra de dmbns, segun los casos que pudieran presentarse, Finalmente, la caballerfa-en masa i Ja artilleria de reserva de- bian quedar bajo la mano del Jeueral en jefe para ser empleadas en el momento oportuno. En esta disposicion se dié Ja érden jeneral de marcha el 12, de- biendo emprenderse el movimiento a lus 5 P. M. de ese dia, para ener sobre el enemigo al romper el alba del siguiente, despues de dar algun descanso a la tropa, antes de emprender el ataque, Te- nfamos el tiempo suficiente, dada Ja corta distancia que debiamos salvar, para ponernos a tiro de fusil de Ins lineas enemigas. La 1. division al mando de su jefe, coronel don Patricio Lynch se movié en cuatro columnas paralelas: la 1.*, compuesta del Tejimiento 2.° de linea i Colchagua, formaba In derecha; Ia 2.* se eomponia de los rejimientos Atacama i Talca; Ia 3.* de los reji- mientos 4.° de linea i Chacabuco; la 4.*, del rejimiento Coquimbo i batallon Melipilla. Las tres primeras marchaban por la pampa arenosa que se abre adelante del puente de Lurin, entre la linea del telégrafo ila loma que borda la playa de Conchan, La 4.* marché por el camino de esta playa, seguida por una brigada de artilleria de montafia i el parque de la division, que iba protejido por el rejimiento de Artilleria de Marina. Esta division hizo alto i deszansé a las 12 de Ia noche al frente de las lineas enemigas de Villa i Sauta Teresa i a distancia de cuatro a cinco mil metros. La 2." division, al mando del jeneral de brigada don Emilio So- tomayor, pasd el rio Lurin, sobre un puente provisional frente a In hacienda de las Palmas, i embocando por la quebrada de Ato« congo, subié a las 12 de la noche a Ja meseta de lu Tublada, en donde hizo alto, Componian esta division los rejimientcs de infanteria Buin 1.° de linea, Esmeralda, Chillau, Lautaro, Curis, batallon Victoria, inva brigada de artilleria de montaila. La division marchaba en dos brigadas: Ja 1.* a las érdenes del coronel don José Franeisco Gana i la 2." a las del coronel don Orezimbo Barbosa. La 3." division, al mando del corouel don Pedro Lagos, siguié el camino de la linca telegrafien hasta la meseta de la Tablada, en — 35 = donde hizo alto a media noche para aguardar el paso a vanguardia de la 2.", cayos movimientos debia apoyar. Componiase de dos bri- gadas de infanterfa: la 1." las érdenes del coronel don Martiniano Urriola, formada del batallon Naval i rejimiento Aconcagua; la 2. a Jas del teniente-coronel don Francisco Barcelé, formada de los rejimientos Santiago i Concepcion, i batallones Bilnes, Valdi- via i Caupolican. Acompafiaba a esta division una brigada de arti- Nera de montaiia i otra de campatia, imbas del 1 rejimiento, a las brdenes del teniente-coronel don Carlos Wood. La reserva jeneral de infanteria, compuesta de los _rejimientos 2 de linea, Zapadores i Valparaiso, i mandada por el teniente-co- ronel don Arfstides Martinez, llegé a las 2 A. M. del 13 a la me. seta de la Tablada, a cuya falda hizo alto. La artilleria de campafia del 2.° rejimiento, bajo las érdenes del teniente-coronel, jefe del cuerpo, don José Manuel 2.° Novoa, se situé a inmediaciones de la infunteria de reserva, habiendo llegado alli pocos momentos despues que aquella fuerza. Por iiltitno, la caballeria con sus tres rejimientos, Cazadores, Granaderos i Carabineros, bajo las érdenes del comandante jene- ral, teniente-coronel don Emeterio Letelier, Ilegé a las 4 A. M. del mismo dia 13 a situarse en la parte baja de la Tablada, oculta a los tiros de Ia artilleria enemiga por un cerro que la cubria del Jado de San Juan. Hasta ese instante nada hacia notar que el enemigo se hubiera apercibido de nuestro movimiento. Una espesa neblina que cubrié el campo durante un largo rato dntes de amanecer, envolvia a im- bos ejércitos en una densa oscuridad. Eran las 3.30 A. M., cuando las tres divisiones comenzaron de nuevo a taoverse para ir al ataque de las posiciones que les esta- ban respectivamente sefialadas. La primera, teniendo una distancia mucho menor que recorrer, fué tambien la primera que abordé al enemigo. Povos minutos antes de las 5 A. M. un nutrido fuego de fusileria i ametgalladoras, seguido bien pronto de un caftoneo, cays como una Mavia sobre las cabezas de columnas de esta division, que trepaban_ silenciosa i regueltainente la escarpata i movediza pendiente de arena, cuyas elevadas cimas coronaba la linea peruana. En un momento el combate se hizo jeneral por este lado, rom piendo sus fuegos sobre el enemigo la infauteria i artilleria de la division; siendo eficaz- mente apoyados por los cafiones de algunos buques de la Escua- dra, que batieron durante largo rato el ala derecha de la posicion — 3% — asaltada. Desde que aclaré bien el dia pudieron notarse los visi- Dles progresos que hacian nuestras fuerzas en este ataque, dirijida con valeroso impetu por el jefe de Ja division. Una buena parte de las trincheras i reductos det enemigo se hallaban ya en nuestro poder; i observando US. que algunos otros ofrecian mas tenas i edlida resistencia, a la cual debia contribuir los refuerzos que po- dria el enemigo llevar, como en efecto Ilevaba de la Hnea de San Juen, ordend US. que la reserva avanzara a apoyar le derecha de In primera division i atacar Jas pusiciones peruanas entre San Juan i Santa Teresa, Este ataque fué Ilevado con todo el vigor que Jas circunstancias del momento requerian; i desde que dmbas fuer- zas podieron darse la mano, el nla derecha peruana se rompié de- finitivamente i cedis el campo, repleg&ndose sobre las alturas del Morro Solar, en donde emprendié una nueva i mas tenaz resis- tencia. : Pocos momentos despues que la reserva, entraba por el centro al fuego la segunda division, apoyada hicia la derecha por loa batallones de la tercera, La segunda debié entrar en accion al mismo tiempo que la primera, es decir, al amanecer; pero inoon- venientes de la marcha causados por la oscuridad i Ja distancia, hicieron que no pudiera llegar alu Iaea de batalla hasta las 6 A. M. Protejida eficazmente por los fuegos de Ia artilleria de cam- patia ide montafa, la primera brigada de esta division, al mando del coronel Gana, cargd resueltamente en columua, por rejimientos desplegados, las fuertes posiciones del cordon de San Juan. El rejimiento Buin, marchando en primera linea, en érden dis- perso, trepé con increible audacia i rapidez la eminencia dominan- te de aquel cordon, de la cual se apoderé a fuego i bayoneta, rom- piendo por su centro la linen peruana que desde este instante co- menzé a flaquear visiblemente. Sin pérdida de momcnto, el Buin ejecuté con su derecha un movimiento envolvente sobre la izquier- da del enemigo, i tomando de flanco i por retaguardia las zanjas que cubrign la primera abra de San Juan, barrié con Jos batallones peruanos alli parapetados, haciendo en ellos una espantosa matan- za. Al mismo tiempo los rejimientos Esmeralda i Chillan, que se- guian el movimiento del Buin, se apoderaban de Jas alturas que seguian hein la derecha entre las dos abras i barriendo a las fuer- zas peruanas que cubrian el camino que conducea Tebes, abrian en el centro de la linea encmiga una inmensa brecha, dividiéndola com- pletamente eu dos partes, de las cuales la izquierda quedaba relati- vamente débil i era arrollada del todo momentos despues por las Sto fuerzas de la segunda brigada i alganas de Ia tercera division, que Hegaba alli despues de haber batido a las tropas enemigas que eabrian las alturas dominantes de la Pampa Grande, en donde te- nia Ingar el despliegue de nuestras fuerzas por este lado i su mar- cha al ataque. : Eran las 7} A. M. i ya Ia infanterfa enemiga del centro iba en derrota abierta, cuando US, a fin de completarlae impedir que padiera rehacerse en segunda linea, dis drden al Comandante Je- neral de caballeria de hacer cargar por el abra del camino de Te- bes, al rejimiento Carabineros de Yungay ial de Granaderos a ca~ lallo. Aquella carga fué decisiva, Nuestros bravos rejimientos, desembocando por Ia citada abra al lano de Pamplona, cayeron como una avalancha sobre los que- Irantados batallones peruanos que huian por la pampa del Casca jal, acuchilléndolos con tal empuje i bravura queen mui corte tiempo quedé todo aquel campo libre de enemigos i sembrado do eaddveres, hasta Ia hacienda de Tebes i la Palma. A las 8 A. M., los fuegos habian disminuido considerablemente dann Hegd un momento en que cesaron casi por completo. Era que el enemigo se retiraba eu desérden i reunia apresuradamente sas fuerzas vencidas de San Juan para defender la poblacion de Chorrillos. Miéntras tanto, Ja division del coronel Iglesias, que habia entrado en batalla con mas de 6,000 hombres, se mantenia todavia firme i casi intacta sobre las alturas del Morro Solar i la panta denominada de Chorrillos, posiciones todas fuertemente tatrincheradas i artilladas con caiones de grueso calibre. En esta situacion, nuestras fuerzas avanzaban sobre el enemigo en el siguiente drden: la 1.* divisich subia al ataque de Jas posi- ciones del Morro Solar; la reserva marchaba rodeando el morro per el lado norte, siguiendo el camine que desembocando del por- teznelo de Villa, conduce por el pié del morro hasta Chorrillos. Ta 1+ brigada de la 2." division se dirijia sobre Chorrillos por el camino que va desde las casas de San Juan, adonde habia Ilegado despues de romper Ia primera linea enemiga. El resto de las fuer- za bajaba en ese momento al Ilano de Pamplona, cerca de las ca- sas de San Juan, en donde US. me ordené reunirlas i organizar- Jas convenientemente para continuar el ataque. De paso haré notar aqui que esta pampa se encontraba mate- tialmente sembrada de bombas autométicas que nos cauearon en aquel momento sensibles bajas,. estallando un gran mimero bajo los piés de nuestros soldados. 6 —3B— En pocos momentos nuestras fuerzas estrecharon al enemigo i el fuego recomenzé mas nutrido que en los anteriores combates parciales, como que shora las tropas peruanas se hallaban recon- centradas en un reducido espacio de terreno. La fusilerfa i el ca- fioneo se mantuvieron durante algunas horas, de una i otra parte, con estraordinario vigor. El enemigo, acorralado en sus dltimus atrincheramientos, cortada su linea de retirada i encerrado en un circulo de fuego, hacia supremos i desesperados esfuerzos de resis- tencia. Queddbanle aun sus mejores posiciones i una parte consi- derable de sus fuerzas. Como a las 94 A. M., recibi por conducto del teniente Walker, del Estado Mayor jeneral agregado a Ja 1.* division por ese dia, aviso del coronel Lynch de encontrarse sus fuerzar mui diezma- das por e} Jargo i refide combate, en vista de lo cual pedia refuer- 208 con urjencia, Inmediatamente se ordené al coronel don Pedro Lagos que marchase a reforzarle con una brigada de la division de su man- . do, lo que ejecuté en el acto, lMevando por aquel lado los cuerpos de infanteria de la 2.* brigada que mandaba el comandante Bar- celé. Al mismo tiempo se ordené al jefe de Estado Mayor de la divi- sion hiciera avanzar Ja brigada Urriola con la artilleria de mon- tafia por el camino de San Juan @ Chorrillos, en apoyo de la bri- gada Gans; i por el mismo camino se dispuso siguieran Ine baterias de campatfia que alli se encontraban. Detrds de estas fuerzas siguié pronto la brigada Barbosa, que- dando la eaballerfa en San Juan, en observacion de los refuerzos que pudieran venir al enemigo fel lado de Tebes i Monterrico, E] fuego arreciaba mas i mas. La 1.* division embestia con nue- vo i mas vigoroso {mpetu las posiciones del Morro, miéntras que los rejimientos de la reserva, Zapadores i Valparaiso, trepaban flanquedndolas por las faldas del norte; i los batallones de la 3.* sibian a paso de carga las empinadas crestas, apoyando a las fuer- zas de la 1." El enemigo, arrojado de posicion en posicion i de fuerte en fuerte, dejando en cada punto las sangrientas huellas de su porfiada resistencia, llegé con sus restos mutilados i deshechos. haste las lomas de la Punta de Chorrillos, que en aquel momento. barrian ya las granadas de nuestras baterfas de campaiia eonve- nientemente situadas en Ja lanura. Pero aqui tambien, acosado de cerca por nuestra infanteria i hallando cortada la retirada bicia la poblacion por algunos cuer~ — 39 — pos que la interceptarcn, sus despedazados batallones se rindieron al fi, despnes de una corta refriega en aquel punto, cayendo en nuestro poder un considerable nimero de prisioneros, Miéntras que tenia lugar aquel combate en las alturas, en la poblacion se desarrollaba al mismo tiempo otro no ménos refiide por ambas partes. Fuerzas de infanteria de las distintas divisiones, al mando de sus respectivos jefes i oficiales, i artilleria, atacaban las tropas pernanas atrincheradas en el pueblo que hacian vivi- simo fuego desde los terrados de Jas casas i desde sus puertas i ventanas. Este combate en las calles fué obstinado i sin cuartel, que los combatientes de uno i otro lado no daban ni pedian. Nues- tros arrojados e invencibles infantes tenian que entrar por las ca- lles, en donde a cada paso eran recibidos por granizadas de balas que partian de diversos puntos, los que inmediatamente atacaban a fuego i bayoneta hasta esterminar a los porfiados grupos enemi- gos. En medio del ardor de la pelea, las granadas de puestra arti- llerfa prendieron fuego a Ja poblacion iel ineendio cundi6 répi- damente, envolviendo a los defensorcs de a plaza entre torbelli- nos de humo i de Hamas. Machos morian aef calcinados entre los escombros de los edifi- cios; i los demas, acosados de manzana en manzana i de casa en casa, eran ultimados por las bayonetas de nuestros infantes, Al- gunas tropas enemigas que Ilegaron en la ultima hora, en un tren de Miraflores, que conducia carros blindades armados de cafiones i que hacian un nutrido fuego, tuvieron que huir tambien apresu- tadamente, al eucontrar tomada Ja plaza i al recibir las descargas de nuestra artilleria e infanteria. ‘Alas 2 P. M. la batalla habia terminado por completo, que- dando el pueblo sembrado de cadéveres, tanto en las calles como en el interior de las easas, i ofreciendo el conjunto un cuadro de sangre i de horrores ennegrecido por et humo e iluminado a tre- chos por Ia siniestra i rojiza luz del incendio. Era ya necesnrio ocuparse activamente en establecer el campa~ mento de las tropas a fin de darles un descanso, que ge bacia in- dispensable despues de una noche de marcha por arenales i de nueve horas de refido combate, atacando al asalto cerros que pa- recian inespugnables, i a fin tambien de reunit mucha jente que andaba dispersa por el valle i la poblacion, lo que no se habia po- dido evitar a causa de la naturaleza i grande estension del terreno en que la batalla habia tenido lugar. La victoria era espléndida pero sangrienta; i habia necesidad de atender al cuidado i curacion —40— de los muchos heridos que yacian tendidos en el campo, sin mas ausiliog inmediatos que los que de paso i con escasos elementos para un trabajo tan estraordinario podian prestarles nuestras am- bulancias sobre el campo mismo. La 1.4 division acampé juato a la poblacion de Chorrillos, al pié dgk Morro Solar; la 2.* i 3.*, caballeria i artillerfa, se distribuyeron convenientemente en los potreros que hai entre la poblacion i Sau Juan, Las ambulancias establecieron dos hospitales: uno en Ia hacien- da de San Juan i otro en Chorrillos, en el edificio de Ia Escuela de Cabas, Asi se pasé la noche del 13. El 14 por la mafiana ordenéd US. que la 1." division se colocase a vanguardia de Chorrillos, en los potreros que quedan a la izquierda do Ia linea férren; ila 3.8 un poco mas avanzada que aquélla, a la entrada del pueblo de Ba- rranco. Este movimiento, que debia seguir el resto del Hjército, te- nin por objeto amagar en su campo atrincherado de Miraflores ol enemigo. que trataba de reunir alli a toda prisa, no solo los restos de los hatallones vencidos en Chorrillos i San Juan, sino tambien Jas guarniciones del Callao i Lima i las fuerzas de su ejército de reserva que se hallaban diseminadas por las haciendas del valle de Surco arriba, hasta los alrededores de Ate. Pero como desde In mafana comenzara el Cuerpo Diplomitico estranjero a intervenir entre émbos belijerantes, con el propésito de evitar mayor efasion do enngre i las desgracias que una batalla a las puertas de Lima podria acarrear sobro esta capital, el movimiento ofensivo de nuestro Ejército se paralizé en este punto, a finde dar tiempo a que se estableciernn, si ello era posible, algunos preliminares de avenimiento, a los cuales ¢l enemigo parecia dispuesto a deferir. Despues de varias conferencias habidas el 14 i en la mafiana de 15, se arribé a un lijevo armisticio de algunas horas, que debia durar hasta las 12 de la noche del dia 15; pero bajo Ia condicion de que nuestro Bjército, sin atacar al enemigo durante el plazo con- venide, podria, no obstante, continuar su movimiento comenzado i desarrollar su linea de operaciones dentro del campo que domi- naba. En virtud de este pacto, US. en persona, acompafiado del Esta do Mayor Jeneral, se adelanté poco despues del mediodia, para reconocer el campo donde debia tenderse la Iinea de nuestras po- siciones. Ya de antemano se habia impartido érdenes a la tercera division i la artilleria de campafia para que so establecieran de- —41 — lante del pueblo de Barranco, apoyando Ia tercers division su cos- tado izquierdo a la barranca que cae al mar. El ejército peraano se encontraba fuertemente establecido en el campo atrincherado de Miraflores, apoyando su derecha &] mar i estendiéndose hacia su izquierda como cinco a seis quilémetros eh direccion a Monterrico Chico, donde tenia posiciones artilladas con cafiones de grueso calibre. Toda la liven formaba un cordon bo interrumpido de trincheras, hechas de los tapiales de cierro del campo, aspillerados en toda su estension para qne la infanteria pudiese disparar sin ser vista i apoyados fuertemente por fori Dles reduectos guarnecidos por artilleria e infunteria i situades de distancia en distancia, a mil metros mas 0 ménos uno de otro de derecha a izquierda. Estos atrincheramientos estaban atlemas de- fendidos por anchas i profundas zanjas que impedian el acceso a las trincheras, sin contar todavia con las minas automiticas que aqui, como enel campo de Chorrillos, eubrian el frente, flantcos i retaguardia de la posicion. Finalmente, apoyaban tambien aqnel campo atrinchérado la ba- terfa de costa de Miraflores, situada un poco a vangaardia de la peblacion del lado del mar, i las baterias altas de los cefros de Monterrico, Valdivieso, San Bartolomé i San Cristébal, todos ar- mados con gruesos cafiones de largo alcxnce, cuyos fuegos domi- aban la campitia en toda su estension, ‘Aun cnando desde la mafiana se habia notado en el campo pe- ruano ciertos movimientos estrafios que parecian indiear la prrepa- racion de un proximo ataque, no era posible suponerlo siquiera, es- tando como estilamos, bajo In fé de un convenio acordado con Is respetable intervencion de los representantes de las potencias neu- trales i garantizado por la palabra empefiada ante ellos de no roroper Jas hostilidades hasta despues de la media nuche de aquel dia, si es que éutes de esa hora no hubiera podido arribatse @ nin- gun arreglo, 7 Se habia visto moverse en el campo enemigo gruesas masas dé tropa de an lado a otro. Se habia notado que el ala derecha pe- raana-avanzaba hasta ponerse en son de combate mui cerea de nuestra linea. Se habia observado diversos trenes que llegabaw del lado de Lima, conduciendo considerables refuerzos. Pero to- dos estos movimientos, que en realidad eran Jos preliminares que hacian presumir una gran batalla préxima, se habian atribuido al natural empefio del enemigo de prepararse para el combate del ai- guiente din, en el caso de que las negociaciones entabladas no die

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