You are on page 1of 73
JUNTA DE ANDALUCIA Cireadbdeaeaiios ‘CONSEJERIA DE CULTURA EI presente libro le va a ofrecer una visin y una perspectiva. sobre los hechos que acaecieron hace ya casi 500 afios y que, desde mi punto de vista, esté plagado de rigor, autoridad histérica y sencillez al mismo tiempo. En principio debo decir que, desputs de leer el libro, la primera conclusién que se obtiene es que la informacién y los datos historicos que arroja son escrupulosamente tratados y por su facil y agradable lectura, aporta una visién tremendamente completa para todo aquel que ‘no tenga mache conocimienio de los hechos que se narran. Es de una Jectura amable, grata y sencilla que podemos hacer en una “sentada” ya que su extensién y estructura esta pensada para que sea muy accesible a todos los piblicos. No es simplemente un libro infantil o juvenil, esuna ‘novela paratodas las edades y para todas las sensibilidades. ‘Una vez conclaido, tendremos una idea perfecta de todo quello que supuso la expedicién de Magallanes-Elcano: cémo se gest6, quiénes fueron sus protagonistas, cémo se desarroll6 cl ‘complicado proceso administrativo, las dificultades ¢ incenvenientes que los responsables tuvieton que padecer, incluidos los sabotajes hasta conseguir “echaise a la mar Océana”. No fe quepa duda: todo aquel que quicra iniciarse en esta historia, no vaa encontrar un medio mis sencillo -yrriguroso que el que ahora tieneen sus manos. >> sure FLOTA DE OLUCAS LA FLOTA DE LAS MOLUCAS LA GRAN EPOPEYA DE LA PRIMERA VUELTA AL MUNDO José Carlos Garcia Rodrigu: LA FLOTA DE LAS MOLUCAS LA GRAN EPOPEYA DE LA PRIMERA VUELTA AL MUNDO Tustraciones de Uta Geub Patrocina: iN JUNTA DE ANDALUCIA CConsejeria de Cultura © Texto: José Carlos Garefa Rodriguez © Lustraciones: Uta Geub © Maquetacién y portada: Lope Fernandez © Foto de fondo portada: sptftce.com Edita: Cfreulo de Artesanos. C/. San Juan. Sankicar ce Barrameda Primera edicién: diciembre 2018 ‘Impreso en Espatia por: / Printed in Spain for: Santa Teresa, Ind. Gréficas, S.A. Pol. Ind. Las Palmeras, 11540 Sanlicar de Barrameda (Cadiz) ISBN: 978-84-09-07952-0 Depésito legal: CA 592-2018 | Brezo, 4 Se prohfbe la reproduceién total o parcial de esta obra bajo cualquier forma (incluido el disefio de la cubierta), sin autorizacién previa y por escrito de los titulares del copyright. PROLOGO Jamds hubiera imaginado que me encontraria aqui, delante de estas hojas en blanco, para hacer un prélogo de la novela histéri- ca que mi buen amigo José Carlos Garcia Rodriguez nos ha pro- puesto como una contribucién noble, altruista y académica de los hechos de los que trata, El presente libro que usted, lector o lectora, tiene en sus manos, le va a ofrecer una visién y una perspectiva sobre los hechos que acaecieron hace ya casi 500 aiios y que desde mi punto de vista estd plagado de rigor, autoridad histérica y senci- lez al mismo tiempo. En principio debo decir que, después de leer el libro, la pri- mera conclusién que se obtiene es que la informacién y los datos hist6ricos que arroja son escrupulosamente tratados y por su facil y agradable lectura, aporta una visién tremendamente completa para todo aquel que no tenga mucho conocimiento de los hechos que se narran. €5 de una lectura amable, grata y sencilla que podemos hacer en una “sentada” ya que su extension y estructura estdé pensada para que sea muy accesible a todos los publicos. No es simplemente un libro infantil o juvenil, es una novela para todas las edades y para todas las sensibilidades. Una vez concluido, tendremos una idea perfecta de todo aquello que supuso la expedicién de Magallanes-Elcano: cémo se gestd, quiénes fueron sus protagonistas, cémo se desarrollé el complicado proceso administrativo, las dificultades e inconve- nientes que los responsables tuvieron que padecer, incluidos los sabotajes hasta conseguir “echarse a la mar Océana”. No le quepa duda: todo aquel que quiera iniciarse en esta historia, no va @ encontrar un medio mds sencillo y riguroso que el que ahora tiene en sus manos. Y, curiosamente, por otra parte, para el lector ya avanza- doy conocedor de toda la trama y gestacién de esta maravillosa epopeya, encontraré en cada frase, en cada expresidn, en cada detalle, en cada parrafo,... un profundo conocimiento de los hechos que se narran y sabré interpretar y sacar a su vez las con- clusiones més audaces y las reflexiones mds profundas que el libro plantea: las dudas de los promotores, los sobornos encubiertos, las traiciones y deserciones de los unos y de los otros, de los pré- ximos y de los lejanos,.. en definitiva, la vida misma del ser huma- no con toda su grandeza y toda su miseria. Es un libro para reflexionar. Es un libro para emocionarse. Es un libro para que sepamos poner esta extraordinaria “aventu- ra” a la altura de los hechos mas importantes de la historia de la Humanidad, sino la que més. Esta circunnavegacién llevada a cabo por estos marinos 1no tiene parangén con ninguna otra accién 0 progreso que pueda haber alcanzado el hombre desde que el mundo es mundo. Para ello, tenemos que transportarnos a la época y ponernos en las condiciones en que ella se realizé. También, con casi toda probabi- lidad, ha podido ser la hazafia més internacional que pudiera haberse Wlevado a cabo, al menos dentro de lo que entonces entendiamos por nuestro mundo civilizado, y ello lo demuestra la intervencién y participacién de marinos espafioles, naturalmente, pero también, griegos, flamencos, alemanes, franceses, ingleses, corfuenses, Macedonios, italianos, portugueses y ‘menciona algin autor. jegros” como Esta circunnavegacién fue Unica y extraordinaria porque cambié la concepcién que hoy tenemos del mundo; a partir de su conclusién, el mundo se hizo mas pequefio y sus consecuencias sociales, econdmicas, religiosas, geograficas, maritimas... cam- biaron de manera dréstica y dieron un paso enorme al desarrollo de la vida hasta entonces conocida. Se descubrié un estrecho, un archipiélago, un nuevo trafi co maritimo que cambiaria el comercio de los siglos venideros, se evangelizaron pueblos, se extendié el castellano y su cultura. Fue sin lugar a dudas el primer hecho “glabalizador” del mundo, eso que ahora esté tan de moda y que tiene a su vez tantos defenso- res como detractores. Ademds, todo se hizo practicamente de ‘manera incruenta, pacifica, porque entre otras cuestiones lleva- ban drdenes expresas y por escrito del propio Emperador en este sentido. Fue una expedicién comercial en todos los sentidos y sin Gnimo de conquista. Hasta tal punto fue asi que casi el inico enfrentamiento serio que tuvieron nuestros soldados con los indi- genas, perdimos la batalla y cayé nuestro Capitén General. Pues bien, en esta sencilla novela podrén comprobar todo lo que estoy comentando y les garantizo que José Carlos Garcia Rodriguez, por cierto, uno de los escritores més prolificos que ha dado nuestra ciudad, ha sabido, coma nadie, trasladar todo ello de manera dgil y amena. Finalmente, no puedo evitar en este instante, en este prd- logo, hacer una mencién singular y de agradecimiento a alguien que desde que estuvimos en contacto la “integramos” de alguna ‘manera en esta hermosa aventura, y que no ha dudado nunca en aportar su compromiso con el Circulo de Artesanos especialmen- te, pero también y desde hace muchos afios, con nuestra ciudad, con su Sanlucar, Me estoy refiriendo a nuestra sanluquefia alema- 1na Uta Geub. Ella ha sabido recoger, con su elegante, armonioso € incomparable estilo, las ilustraciones que acompaiian a esta novela, ello, le da a la misma, una estética y una armonia que no solo ayuda a la vista, sino a la comprensién de todo lo que su autor ha guerido contarnos. Asi pues, querido lector, tiene en sus manos y ante sus ojos una crénica histérica sencilla pero de calado, cémoda de lec- tura pero que le llevard a reflexionar, para ser leida y luego relei- da, y por ello le garantizo que sacaré conclusiones interesantes, y lo més importante, que habla de nuestra gente, nuestros pueblos, de Sevilla, de Sanlicar, de nuestras calles y plazas, de nuestras iglesias: “De Sanlicar a Sanlécar dando la vuelta al Mundo”, como se dice en su capitulo final. Enrique J. Roman Martell Presidente del Circulo de Artesanos | slogan original de nuestro directivo Tosé Antonio L Sper Fernénde AGRADECIMIENTOS A su autor, nuestro querido amigo José Carlos Garcia Rodriguez Ala ilustradora, nuestra sanluquefia-alemana Uta Geub A nuestro directivo José Ae. Lépez por su siempre generoso trabajo de diserio y maquetacién ‘A la Consejeria de Cultura de la Junta de Andalucia ‘A los miembros de la Junta Directiva y de a Comisién de la ‘ircunnavegacién de Circulo de Artesanos de Santicar ‘A todos nuestros socios y socias del Circulo ‘Alas personas, entidades y empresas colaboradoras que nos vienen apoyando en cuantas iniciativas organizamos relacionadas con la efeméride del V Centenario de la Primera Vuelta al Mundo Sanlicar a6 de septiembre de 2.028, .. ahora hace 496 afios iBienvenido a la gran gesta de la Primera Vuelta al Mundo! Ven con nosotros a descubrir la epopeya que sefalé uno de los hitos mas importantes en la historia de la Humanidad. Con La Flota de las Molucas viviras una aventura que te trasladard a través del tiempo y del espacio y en la que iras viendo un montén de cosas interesantes a medida que vayamos avanzando en nuestra travesia. Los capitulos que siguen narran la historia del valor y la tenacidad de un pufado de marineros mandados por unos intrépidos capitanes. Juntos, se enfrentaron en todos los mares del mundo a los peo- res elementos y calamidades, logrando dar la vuelta a la Tierra por primera vez para comprobar la redondez de nuestro planeta. Disponte a saber con qué fines se organizé la expedicién y la ruta que siguieron aquellos valientes. Conoceras a sus principales protagonistas, los acon- tecimientos que se sucedieron a lo largo de los tres afios que duré la navegacién y las consecuencias de esta gesta. Y para que todo te quede mucho mas claro, cuentas con unas explicaciones finales y un glosario de términos usados en la navegacién. 14 Con las actividades que te proponemos en los cuadernillos didacticos que complementan a este libro podras comprobar cuanto has aprendido. Pero si quieres seguir explorando por tu cuenta para ampliar tus conocimientos sobre esta fascinante haz- afia, busca en la biblioteca o en internet. Y hasta podrias escribir algo sobre todo lo que has ido des- cubriendo. a — — VI = El motin de San Julian la Bahia de San Julian no era el peor de los sitios que pudo encontrar la flota para guarecerse de los vientos ¥ las nieves del invierno. Pero, aunque era mucho mas acogedora que la mayoria de los lugares en que venian fondeando los barcos a lo largo de aquella costa inhéspita, el abrigo que habia elegido Magall nes para las naves tampoco parecia ser muy prome- tedor que digamos. Las tierras circundantes ofrecian un paisaje triste y arido y las aguas eran poco gene- Tosas para la pesca. Estas carencias auguraban malos tiempos para los expedicionarios, obligados a aguardar en aquella bahia hasta que las condiciones climaticas les permitieran continuar la travesia. Magallanes ordené el racionamiento de los vive- res y del vino nada mas quedar la expedicion estable- cida en San Julian. Esta decision del portugués exas- peré atin mas a las tripulaciones. “Si los alimentos son escasos -hablaban los marineros entre si- lo mejor que podia hacerse era dar la vuelta, regresar a casa y no tener que soportar meses de hambre y frio en aquel extremo del mundo”. Pero, firme en su propésito, el almirante ni pacta ni cede en sus decisiones y hace oidos sordos a cuantos comentarios se muestran dis. conformes con sus medidas. 80 {OSE CARLOS GARCIA RODRIGUEZ En representacién de los numerosos descon- tentos, Gaspar de Quesada y Luis de Mendoza, acompafados de sus pilotos y maestres, deciden hablar con Magallanes. Creen que pueden conseguir por las buenas que el portugués abandone la empre- sa y dé Ja orden tan esperada de volver a Espatia. También Juan Sebastian Elcano, quizés contra su voluntad, pero fiel a su gran amistad con Quesada, forma parte de aquella comisién de protesta Era bien sabido que Magallanes le profesaba un gran afecto a Elcano y se decide que sea el gui- puzcoano quien hable en nombre de todos ellos. Seftor de Magallanes, no hay nadie entre nos- otros que discuta vuestra jerarquia ni vuestros méri- tos -comienza a decir Elcano al almirante con el mayor de los respetos-. Nos parece bien cuanto habéis dispuesto. Ya veis cémo resistimos el frio y cémo soportamos la comida racionada. Pero desea- mos saber cuanto mas hemos de padecer atin hasta encontrar el paso al Mar del Sur que, excepto vos, nadie cree que exista. Podriais sentiros satisfecho con haber conseguido llegar a una tierra donde jamas llegé cristiano alguno y esta ya es mucha glo- ria para vuestra excelencia y para Espaiia. -Me sorprende que también vos hayais venido a pedirme lo que bien sabéis que nunca os podré conce- der -contesta Magallanes con templanza-. Os conozco bien sefor de Eleano porque vuestro caracter es pare- cido al mio. Pero sabed que no pienso volver a Espana sin haber encontrado el paso al Mar del Sur. Esta es mi contestacion y vuelva cada cual a ocupar su puesto. BL moti pe Sax Juutkw Hartos de los silencios y de las decisiones que va tomando Magallanes sin consultar con nadie ni encomendarse ni a Dios ni al diablo, Quesada y Men- doza, siguiendo instrucciones de Juan de Cartagena, quien permanecia preso en la nao Victoria, deciden poner en practica el plan que vienen pergehando contra el almirante desde hace algun tiempo: si Magallanes no atendia sus exigencias por las bue- nas, estaban dispuestos a hacerle entrar en razon Por las bravas. La idea de los capitanes es apoderar- se de la flota, prender a su capitan general y regresar a Espafia. Estan convencidos de que salvando los barcos y poniendo fin a una expedicién cuyo destino mas seguro parecia ser la muerte, era la mejor forma de velar por los intereses del rey. Tras liberar a Cartagena los amotinados toman Por sorpresa la nao San Antonio, reducen a los guar- dias y hacen prisionero a su capitan Alvaro de Mez~ quita después de herir mortalmente al maestre de la nave. Con la toma de la San Antonio son tres los bar- cos enfrentados a la autoridad de Magallanes. Unica- mente la Trinidad, capitana de la flota, y la pequena Santiago, al mando de Serrano, estén de parte del almirante. El plan de Juan de Cartagena para hacer- se con el mando de la expedicin se iba desarrollando que ni a pedir de boca, Magallanes no se altera lo mas minimo cuando es informado del motin. Sabe lo que tiene que hacer ante esta rebelién que ya esperaba. Sin perder la compostura ni dejarse amedrentar, envia al fiel alguacil Gomez de Espinosa a la nao Victoria con seis OO 81 Jost Canios Gancta RopRicvez de sus hombres y con una carta dirigida al amotina- do Luis de Mendoza. -Obrad con presteza -recomienda Magallanes a Espinosa-. De vuestro valor depende que se gane 0 se pierda esta batalla. L@ llegada de los mensajeros no sorprende a Luis de Mendoza quien piensa que Magallanes esta- ba dispuesto a parlamentar y que le habia elegido como mediador. Pero estaba muy equivocado el pobre hombre. Mientras lee confiado la carta que le entrega Gémez de Espinosa, Mendoza cae muerto a cuchilladas. Rapidamente, con la ayuda de unos refuerzos, los hombres de Espinosa se hacen duefos de la nao. Y antes de que la San Antonio y la Concep- cién puedan salir a mar abierto para escapar, Maga- llanes, que ya se encontraba preparado para esta situacién, aborda desde la Trinidad a las dos naves rebeldes y captura a Quesada y a Cartagena. El final del motin es tragico y quedara registra do como uno de los capitulos mas sobrecogedores de aquella expedicién. Los amotinados, sometidos a jui- cio por traicién, son condenados a muerte. Las leyes del mar eran implacables y es Magallanes, en su con- dicién de capitan general de la flota, quien tiene la liltima palabra. En sus manos quedaba el destino de los culpables. El cuerpo de Luis de Mendoza es descuartizado ala vista de los expedicionarios, al igual que el de Gas- par de Quesada, después de ser degollado a manos de su servidor Luis de Molina a quien se obliga a ejercer de verdugo de su sefior a cambio de su propio perdén. EL Morty pe Sax JoLiAN Magallanes no creia oportuno ajusticiar a quien habia ejercido la representacién del rey en la flota y opta porque Juan de Cartagena sea expulsado de la expedicién y abandonado a su suerte en aque- llas frias y desiertas tierras. Le acompafiara en tan cruel destierro uno de sus cémplices principales, el capellén Pedro Sanchez de Reina, ya que el almirante también se habia negado a ejecutar a quien ostenta- ba ordenes divinas. Como gracia especial los aprovi- siona con vino y comestibles suficientes para que puedan sobrevivir durante un tiempo prudencial. Si Dios se apiadaba de aquellos hombres incluso podri- an salvar la vida; pero lo cierto es que de Juan de Cartagena y del clérigo Sanchez de Reina nunca mas volvio a saberse. Al resto de los amotinados, entre ellos Juan Sebastian Elcano, se les perdona la vida ya que no se podia prescindir de aquellos hombres tan necesarios cuando la flota echase de nuevo a navegar. Pero su delito de rebelion no queda impune y se les castiga obligandoles a realizar los trabajos mas duros en la reparacién y limpieza de los fondos de las naves, en los remiendos de las velas y en el arreglo y reposicion de las jarcias. Aparte de los motines, de los castigos, del hambre y, en fin, de tanto sufrimiento padecido en San Julian, la estancia en aquel lugar habia permiti- do a los expedicionarios contactar con los escasos aborigenes que vagaban por sus cercanias. Eran indigenas tehuelches que asombraron a los espatio- les por su gigantesca estatura y que por sus enormes pies les dieron por llamarlos patones, vocablo del que 83 a 84 Jost Cantos Garcia Rooricuez derivarian patagén, primero, y luego Patagonia que fue el nombre que recibieron aquellas frias tierras del Sur americano. Con los indios patones se mantuvo una buena relacién que fue interrumpida al captu- rarse con engaios a dos de ellos, a los que se bautiz6 con nombres cristianos y se encadenaron con el fin de conducirlos a Espafia. A partir de entonces los indigenas, por la cuenta que les traia, dejaron de acercarse a los expedicionarios. Una vez liberado de la hostilidad de los capita- nes nombrados por el obispo Fonseca, Magallanes pudo contar con hombres de su confianza para diri- gir la flota, todos ellos de origen portugués. A Alvaro de Mezquita lo confirma como capitan de la nao San Antonio y pone a su cufado Duarte Barbosa al mando de la Victoria. A Juan Serrano, cuya nave Santiago habia naufragado en el mes de mayo mien- tras exploraba el rio al que llamaron Santa Cruz, le asigna Magallanes el mando de la Concepcién, La expedicion permanecié en la Bahia de San Julian hasta el 24 de agosto de 1520, cuando el invierno todavia se mostraba con crudeza. Las cuatro naves se hacen a la mar, pero el viento gélido y las continuas tempestades hacen muy arriesgada la navegaci6n. Asi es que Magallanes dispone otro alto hasta la Megada de la primavera y la flota queda anclada a la entrada del Rio Santa Cruz, cerca del lugar donde habia naufragado Ja pequefia nao San: tiago. Al establecerse en aquel resguardado surgidero donde la pesca era abundante, Magallanes ignoraba que muy cerca de alli habria de encontrar, al fin, el estrecho que tanto anhelaba. Ix ee, El paso a un mar sin fin El 20 de octubre la flota abandona la desembocadura del Rio Santa Cruz y zarpa con rumbo Sudoeste, pro- curaudy que la costa siempre permanezca a la vista, Después de tres dias de navegacion se divisa un cabo al que bautizan con el nombre de Cabo de las Virge- nes y més adelante una ancha bahia a cuyo interior se manda como exploradoras a las naves San Antonio ¥ Concepcion. Cuando unos dias mas tarde regresan los bar- cos, sus capitanes Mezquita y Serrano traen noticias muy esperanzadoras. Relatan a Magallanes que la bahia no estaba cerrada y que no se trataba de un rio, sino posiblemente de un paso que conducia a otro mar ya que sus aguas eran saladas. ___-IEs el estrecho! ;Por fin hemos dado con él! -grita Magallanes como si estuviese dominado por la locura- Era logico que Fernando de Magallanes, quien era persona reacia a mostrar sus sentimientos, explotase de alegria en esta ocasion. Porque esta vez, en efecto, se habia encontrado el paso que les condu. ciria al mar de Balboa. Se aproximaba el dia de Todos los Santos y este fue el nombre escogido por el mari- 36 José Cantos GARcia RODRIGUEZ no portugués para bautizar a aquel estrecho cuya busqueda habia sido causa de tanta desesperacion. Después de realizar las necesarias comproba- ciones que confirmaron el tan deseado descubri- miento, Magallanes convocé a sus capitanes, pilotos y maestres. Reunidos en el camarote de la Trinidad, e! almirante explica a sus hombres el plan a seguir: -Caballeros, hemos conseguido lo mas dificil. Mi decision ahora es que la San Antonio y la Concep- cién se adelanten para que nos sefialen el camino que debemos seguir a través de los canales del estre- cho. Una vez que lo hayamos atravesado llegaremos pronto a las Molucas. Nuestro destino y la gloria para el rey don Carlos estan cercanos. “Pero, excelencia, las provisiones escasean y os alimentos frescos estan agotados -dice con preo- cupacién Alvaro de Mezquita-. -Seran suficientes -contesta Magallanes-. Tenemos provisiones para tres meses y en ese plazo habremos logrado llegar a las Islas de las Especias donde repondremos nuestras bodegas de alimentos y riquezas, Cuando todos los presentes parecen estar de acuerdo con el plan de Magallanes, surge una voz discordante: -Pienso, excelencia, que es muy arriesgado continuar adelante. Debemos regresar a Espaiia para dar cuenta del hallazgo de! paso al Mar del Sur y que otra expedicin culmine la llegada a las Islas Molucas siguiendo este derrotero. EL PASO A UN MAR SIN PIN Quien asi se manifestaba era el portugués Esteban Gomez, piloto de la San Antonio. Pero Maga- llanes sabe que su deber es continuar y cumplir la promesa de llegar al destino convenido. La San Antonio, al mando de Mezquita, y la Concepcién, con Serrano, se adentran en el estrecho siguiendo las érdenes de Magallanes. Los otros dos barcos, la Trinidad y la Victoria, anclan en la boca de un rio al que llaman de las Sardinas por la abundan- cia que habia alli de este pescado. Al pasar los dias sin que regresen los barcos enviados a explorar el canal, cunde el nerviosismo. Cuando al fin aparece la Concepcién, Juan Serrano no sabe como explicar a Magallanes que la nao San Antonio que les precedia habia desaparecido de su vista como por arte de magia. La busqueda de la nave que capitanea Alvaro de Mezquita es infructuosa. Se piensa que o bien habia perdido el rambo o que habia naufragado. Pero lo cierto era que Esteban Gémez junto a otros oficia- les de la San Antonio se habian apoderado del barco y tras detener a su capitan habian puesto rumbo a Espafia para consumar su desercién. La exploracion y la travesia del estrecho no estuvo exenta de peligro. Muy al contrario. En un clima durisimo se hubo de navegar a través de un. auténtico laberinto de canales, siempre rodeados de montafias nevadas y de glaciares, sorteando islotes y soportando un viento helado que, muy a menudo, soplaba con tan gran violencia que llevaba a congelar el alma. 87 io eo _57e.|l José CaRLos Garcia Rooricurz EL PASO A uw MAR Sw FIN 88 — 89) 90) Jost CaRtos GaRcts Ropricuez ‘Tras navegar durante mas de un mes, la Trini- dad, 1a Concepeién y la Victoria logran salir a mar abierto el 28 de noviembre de 1520. Ante los tres bar- cos se presentaba la inmensidad del Mar del Sur, comprobando que sus aguas, al contrario que en el Atlantica, eran calmadas. Por esto, decidieron darle a aquel océano el nombre de Pacifico. Cuando la expedicién se introduce en aquel mar, Magallanes ignoraba que iba a enfrentarse a la travesia mas espantosa que jamas pudo imaginar. De acuerdo con las distancias que tan meticulosa- mente habia calculado junto a Ruy Faleiro, las Islas de las Especias debian encontrarse a tan sélo unas pocas jornadas de navegacién. Pero los datos de Magallanes sobre la circunferencia de la Tierra, al igual que los que habia manejado Colén, eran unos datos erréneos. Y bien pronto pudo comprobar el capitan portugués que el Océano Pacifico era muchi- simo més extenso de lo que habia previsto. Era tal su inmensidad que daba la impresin de no tener fin. Afortunadamente, el mar se mantenia muy tranquilo; pero los dias y las semanas iban transcu- rriendo sin que se viera otra cosa que agua y cielo Ninguna sefial indicaba la cercania de las Molucas ni de isla alguna en la que, al menos, pudieran abaste- cerse de agua y de alimentos frescos. Con el paso de los dias el agua que los barcos levaban a bordo empezé a corromperse. Aquel liqui- do cocido en sus mugrientos toneles por un sol de justicia despedia tan nauseabunda pestilencia que obligaba a los trioulantes a beber con la nariz tapa- EL PASO 4 UN MaR SIN FIN da. Y en cuanto a la comida, casi mejor seria no hablar de ella, Ademas de encontrarse en condicio- nes lamentables, los viveres eran tan escasos que las raciones tuvieron que ser limitadas a una onza de galleta con mas gusanos que harina, por persona y dia. “El bizeocho que comiamos -escribe Pigafetta en su crénica- no era ya pan, sino un polvo mezclado de gusanos que habian devorado toda la sustancia, y que ademas tenia un hedor insoportable por haberse impregnado de orines de rata”. ____ Para engafar aquel hambre que se hacia insu- frible, los marineros legaron a consumir una papilla Preparada con trozos machacados de las repugnan- tes galletas y serrin que mezclaban con un poco de agua putrefacte, asi como trozos de cuero que reblandecian manteniéndolos durante varios dias en agua de mar y luego asaban a la lumbre. Hasta las ratas Iegaron a ser objeto de un lucrative comercio que proporcioné sus buenas ganancias a los marine- ros més habiles en la captura de los roedores. ____No todos pudieron resistir aquella tremenda situacién de escasez y desesperanza. Los marineros, desfallecidos, empezaban a enfermar y pronto apare. cieron los primeros sintomas de escorbuto, el terrible mal de las largas navegaciones en las que se carecia de fruta y alimentos frescos. No habia semana sin que algiin desgreciado con los ojos hundidos y con las encias hinchadas y sangrantes encontrara su Teposo eterno en aquel mar insondable. Uno de los Brimeros en caer victima de aquella maldicién fue el re gigante patagé: i pore Gigante patagén a quien habien bautizado con 91 92 “sé Cantos Garcia Rooriovez Mas de tres meses Mevaban navegando y muriendo sin que hubiesen visto mas que algunos islo:es escasos de vegetacién y sin una gota de agua. Atras iban quedando cientos y cientos de leguas de un océano del que ningiin cosmégrafo habia sospe- chado jamas sus verdaderas dimensiones. Una mafiana de principios de marzo de 1521, cuando el sentimiento de fatalidad era generalizado y ya nadie tenia fuerzas ni para pensar en un motin, ‘un vigia grité desde la cofa de la nave capitana las palabras que todos necesitaban escuchar: ~j{Tierra!!! jj(Tierra a la vista!!! Con sus tripulantes locos de alegria, saltando y gritando, la Trinidad, seguida por la Victoria y la Corcepeién, fue acercandose a los palmerales y a la frondosa vegetacién que prometian el fin a tanto sufrimiento. Se trataba de la isla que luego recibiria el nom- bre de Guam, en el archipiélago que hoy conocemos como Islas Marianas. Sus pobladores, una gente extrafia que apenas cubrian sus cuerpos con tapa- rrabos hechos con hojas, salieron a recibir a la expe- dicion a bordo de numerosas canoas. Aunque sin mostrar agresividad contra los marineros, aquellos indigenas treparon a la Trinidad con una pasmosa agilidad para agarrar cuantos objetos encontraban a su paso. ¥ hasta echaron al agua uno de los botes de la nao en el que se alejaron con su botin ante los até- nitos ojos de la tripulacion de la nave capitana. ‘Tan mal sent6 a Magallanes el raro concepto de la propiedad que habian mostrado aquellos nati- — Tn EL PASO A UN MAR SIV FIN vos, que mandé desembarcar en la isla a un destaca- mento de marineros armados. La orden que recibie- ron fue recuperar el bote y castigar severamente a quienes habian osado robar propiedades del rey de Espafia. Después de que fueran quemadas algunas de las cabanas y de hacer huir a sus habitantes al interior de la maleza, las famélicas tripulaciones bajaron a tierra donde pudieroa calmar la sed y comer los alimentos que los indigenas habian aban- donado en su desbandada. Tres dias permanecieron ios expedicionarios en aquella isla sin que fuesen molestados por los nativos. Una vez que los barcos cuedaron aprovisio- nados, la flotilla continué su viaje siguiendo rumbo a Occidente con los animos renovados. Por la actitud que habian mostrado sus pobladores, aquella isla que abandonaban fue bautizada con el nombre de Isla de los Ladrones. Tan sélo una semana mas tarde volvieron a encontrarse con otra isla. A poca distancia de ella se divisaban algunas otras y muchas mas en la lejania. Al descubrir en la primera de aquellas islas a grupos de nativos que no inspiraban confianza, Magallanes opté por no desembarcar. No era aquel un momento oportuna para enfrentamientos ni pelcas ya que lo importante era desembarcar en un lugar tranquilo en el que todos los hombres pudiesen recuperar la salud para proseguir la travesia. Los tres navios fondean cerca de un islote des- habitado y rico en agua y trasladan a tierra a los enfermos. Pero pronto reciben la visita de los pobla- 93

You might also like