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Cristina Rojas Vitral Civilizacion y violencia LA BUSQUEDA DE LA IDENTIDAD EN LA COLOMBIA DEL SIGLO XIX tte norma Cristina Rojas es graduada en Filosofia de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogoti, con mister en Educaciin dela Universidad Pedagoglea de Bogoti, en ‘Administracién, Planeacién y Politica Social de Harvard University y doctorada cen Clencia Politica de Carleton University, en Ottawa, Ha sido profesora de Tas nivesidades Javeriana, Nacional, de los Andes y Pedagégica de Bogots, Vistng Scholar el David Rockefeller Center for Latin ‘American Studies de Harvard University, Y actualmente e desempets como Profesora Asistente de la Norman Paterson Schoo! of International fairs y €l Insitute of Political Bconomy de Carleton Universi. Es autora de numerosos aticulos publicados en revistas especializadas y ‘colaboradora de los siguientes libros: Desafios 9 utopias en politica social (Pontiticia Universidad Javeriana, 1997), ‘Macroeconomi, Género y Estado (ONP, Ministerio Alemén de Cooperacion Econdmica y Desarrllo, BMZ, GTZ, Tercer Mundo Eaitores, 1998), Cultura, Politica Modersidad (Universidad Nacional de Colombia, 1998), Relaciones internacionales, politica social y satu Desafios en la era de le globalizaciin (Pontificia Universidad Javeriana, 1998), Desde el Sur: Vistones de Estados Unidas » Canadé desde América Latina a principios del siglo XAT (Universidad Nacional Auténoma de México, 2001), Sociedad civil y gobernabilided democriticaen los Andes y ef Cono Sur (Pontificia Universidad Catlica del Per, 2001), Hstudias comparativas sobre ‘Plantropia empresaral en América Latina (Fundacién Ford, Centro de Estudios Universidad del Pacifico, prOxima, publicacién). El presente libro serd publicado en inglés por la Universidad de Minnesota, bajo el titulo Civilization and Violence Regimes of Representation in Nineteenth Century Colombia, con prélogo de Michel 4. Shapiro, COLECCION VITRAL CRISTINA ROJAS CIVILIZACION Y VIOLENCIA LA BUSQUEDA DE LA IDENTIDAD EN LA COLOMBIA DEL SIGLO XIX ‘Traduceién Elvira Maldonado GRUPO EDITORIAL NORMA hessfiwwwenorma com Hogots Barcelona Buenos Aires Caracas Guatemala Lima México Panama Quito San ose San Juan San Salvador Santiago Santo Domingo Rojas, Cristina ‘Givilizacion y violeneia: la bdsqueda de ta identidad en el siglo Xik en Colombia / Cristina Rojas px6logo de fess Martin Rarbero, “Rogneé: Eivorial Norma, 2001. ‘356 23 em. ~ (Coleccion Viral} ISBN: 958-.04-6523.9 1, Vilenela-Aspectos cultures - Colombia Siglo X0X 2. Violencia« Colombia Siglo XX 3, Sociologia de la Cultura - Colombia - Siglo Xi 4, Colombia - Civiizaci6n - Siglo XOX 1. Martin Barbero, Jest, GL. “Tit. Serie 308.65 cl 19 ed AHGOSI5 [CEP-Bibliotecs Luls-Angel Arango Copyright © 200% por Cristina Rojas Publicado originalmente en inglés por University of Minnesota Pres. Copyright © 2000 de lo uaduccién, Elite Maldonado ‘Copyriht © a00r pata América Latina or Baril Norma, S.A. Apartado uéren $3550, Rogots, Colombia. Reservados tos los derechos Probibida ls reproduceion total o parcial de este libro, por enalquier moto, sin permiso everito de la Editorial. Publicado segin scuetda con la Poutifila Universidad Javeriana,Faculted de Ciencias Poitiess ¥ Relaciones Internacionales. [sta publicacién cont con la colaboracin fnanclera dela Fundacion para la romocién de ls Investgaciday la Tecnologia del Banco de la Replica, Inpreso por Cargrphics S. A.-Impresisin digital Ampreso en Colombia - Printed in Colombia isedo: Camilo Unaia Hustracion de eubierts: “Atuenda eampesino’, Acuarela de Edward Walhouse ‘Mark, 1847-Cortesia del Banco da Repablicg, Biblioteca Luls Angel Arango, Bogots. Este Mbto 40 compuso en caracteres Trump Mediaeval Isa: 958-04-6525:9 Contenido préroco INTRODUGCION La civilizacién como historia El deseo eivilizador carituso 2 Civilizacién y violencia cariture 3 La economia politica de la civilizacién cariture 4 Las voces subalternas carituro 5 E] deseo eivilizador y su encuentro con el laissez-faire cAriTuLo 6 Representacién, violencia y desarrolo desigual del capitalismo cariruLe,7 Nacin, Estado y violencia carirure & Civilizacion gchoque o deseo? Bibliografia Indice 15 4a 2B ns 143 173 au 277 317 333 349 Para mis hijos, Gonzalo y Rodrigo Ferro. Ala memoria de “mis viejos”, Emesto Rojas y Magdalena de la Torre CIVILIZACION Y VIOLENCIA Prilogo En pocos paises las ciencias sociales conviven con una sitwa- ida nacional tan desafiante y tan estimulante, pero al mismo tiempo tan opaca y desgastadora como la colombiana, ¥ junto al desaliento que acarrea el asesinato de investigadores sociales y su exilio creciente, cunde la sensacién de desgaste por la dificul tad en entender Ja diferencia, aquello que hace de Colombia el pals mas violento de Latinoamérica y quiz4 del mundo. Las bus quedas de explicacion se multiplican, se enredan y se estancan Porque, como insistentemente afirma Daniel Pécaut, las lecturas sobre el conjunto de los fenémenos de violencia sélo logran alsu- nna convergencia ala hora de la denuncia, pero son incapaces de compartir una minima interpretaciGn de las causas 0 el reconoci- ‘miento de los limites entre lo tolerable y lo intolerable, con lo que acaban alimentando la polarizacién del pais. Frente a esa situacion de desgaste y polarizacion, este libro se artiesga.a abrir eaminos y construis puentes. ¥ contra el “malen- tendido antropoldgico” que durante afios impedia hablar de culta- 1a de la violencia -como si ese concepto hablara de una natural predisposicién de los colombianos a la violencia cuando de lo que habla Ia cultura es siempre de historia-, Cristina Rojas investiga fa tama cultural de las violencias eolombianas del sigio x1x, y con ello emprende por primera vez-en este pais el proyecto de pen- sar las violencias desde Ia cultura. El déficit de historia cultural y de sociologfa de la cultura que padecemos ha sido evidenciado por Jorge Orlando Melo en la “Introduccién” a la edicién en 1995 de Colombia hoy cuando escribe: “El estudio del cambio cultural no ha alcanzido un nivel minimo de desarrollo en el pais, y esto ha hecho que sea imposible incluir un articulo en el que se tratara de ofrecer una primera visidn ce como ha evolucionado, en susen- ‘ido mas general, ese mundo de intercambio de signos, de las ereen- cias y las formas de comportamientos colectivos, de la produccién de bienes culturales, ideas y discursos”. A impulsar como estra- 16gico el émbito de la investigacién cultural se dedica el libro que prologo, ya que aunque tematiza las violencias del siglo xx, la renovacién en los modos de pensar la violencia nos ayuda deci- sivamente a comprender las de hoy. 10 CIVILIZACION ¥ VIOLENCIA CCaracterizada como una nacidn sin mito fundacional, no pocos hiistoriadores se han preguntado si esa ausencia no babria marcado 2 Colombia con algin tipo de frustracién originaria. La autora de este libro desplaza esa cuestién y la reubica en su verdadero esce- nario: para explicar las fallidas expectativas civilizadoras de la expansién del eapitalismo alos paises del hasta hace poco llamado ‘Tetcer Mundo, ta racionalidad occidental ha hecho recacr sobre «estos pafses la responsabilidad de ese fracaso. O see, siel comercio no ha sido portador de civilizacion en América Latina ello es re- sultado de la incapacidad de estos paises para insertarse en las dinémicas del capital. Es ese mito -seatin el cual Occidente seria ‘Uno y el resto seria Diverso, una diversidad que es imperfeccién- cl que propalan las “interpretaciones metropolitanas” (Mary Pratt} con las que el imperio unificé la mirada europea proclamén- dola universal. En la construccién discursiva de la diferencia que identifica a nuestros pafses se halla ya la legitmmacion / justifica- | cidn de las violencias de la dominacisn; sera | una barbarie que frustr6 Ia accién civilizadora implicada en las, leyes de expansidn del capitalismo. Es con esa tramposa “fstra- ién” con la que se halla émparentada la fundacién de este pais, al igual que los del resto de América Latina, Asia 0 Africa “civil zados” por el capital. Adonde, segiin este libro, remiten entonces las peculiaridades del proceso colombiano de nacionalizacién del paises ala violen- cia de Ia representacién. Tanto al estigma con que, desde fuera, {a propia tacionalidad de la dominacién -hajo el nombre de “divi- sidn internacional del trabajo"-mare6 a nuestros paises, como a Jos regimenes dle representaci6n que en la Colombia del siglo xix ‘Gijaron las identidades” de los blancos, los negros, os indios, las -mujeres, legitimando todas las formas de exclusién. Apoyandose en Ia sociologfa polftica y cultural mas avanzada como la que evan a cabo los trabajos de Ernesto Laclau, René Girard, Edward Said, Pierre Bourdieu, Chantal Moulfle Slavoj Zizek-, la auto- ta ttaza cl mapa de las violencias no representadas para poder des- pués detallar las violencias de Ja representacién, Como nacisn, Colombia tiene sus cimientos en una represen- tacién que demarca nitida y tajantemente aquello que la consti- tuye—blancos, hombres con propiedad en el haber y en el hablar Prélogo de aquetlo que excluye: los indios, los negros, las mujeres, Es en la representacién de s{ misma como nacién donde se halla la “violencia propia de la exclusién”. De otro lado, el dualismo ontoldgico entre el individuo soberano del liberalismo y el sujeto moral del conservatismo impidié la formacién de un Estado con capacidad de representar el interés general. Y seran esa tajante cexclusin nacional y esa incapacidad estatal las que encontraran en la “identificacion partidista” el dispositivo de representacién que oscurecié cualquier otra diferenciacién / divisién sociocul- tural, Estamos ante una correspondencia estructural entre el no reconocimiento de las identidades ~negros, indios, mujeres, que son Jas de la mayorfa de la poblacién ~y la ineapacidad del Estado para constrair una unidad simbdlica de la sociedad. Cristina Rojas elabora aqui una comprensidn conceptual ¢ historica del antago- nismno como régimen de representacidn del otro en Colombia, que va al fondo de las intolerancias del pais. Su figura mas visible y determinante, pero no a tina, es Ia del antagonismo de los pat- tidos. El antagonismo partidista es la tepresentacién del otro partido como “mi doble", y por tanto como perversin y simula cidn a destruir. Asi coneebido y practicado, el antagonismo niega aexistencia del minimo “espacio comin” en el que adquiere sen- tido la diferencia entre los partidos, y el indispensable recono- cimiento por el otro partido. Privados de la reciprocidad que posiblilita / exige aquel “espacio comtin’, y por tanto de la post- bilidad de resolver los conflicts mediante “pactos de recono- ‘cimiento", los partidos no tienen otra manera de dirimir sus conflictos que la violencia, En todas sus formas, desde las discur sivas -como las finamente analizadas por Carlos Mario Perea en Cuando la sangre es espitiru—hasta las més visibles y corporales estudiadas por Marfa Victoria Uribe en Matar y rematar, De ese) antagonismo s6lo se ve salids através de la violencia que destruye al otto oa través de la autodestruccién de los dos: desde este en: foque se empieza a entender por qué el Frente Nacional, més qu un pacto de reconocimiento, result siendo la desinstitucionali- zacidn / anulacién de ambos partidos, su vaciamiento ideolégico ‘su definitiva sustitucién por maquinarias clientelistas y electo- Pero el antagonismo no fue s6lo a forma de identificacién par Py CIVILIZACIGN ¥ VIOLENCIA tidaria, ha sido también el régimen de representacién del mesti- zaje como “blanquedmiento”, esto es, le anulacién del no blan- 0, Pues Jo que en el proceso de absorcidn del indio y el negro {y sus derivados: el zambo, el cuarterén, el tente en el aire| por Io blanco resistiera, no desapareciera, debia ser excluido, estigma- tizado. Los indios y los negros -y también las mujeres~ se vieron ast privados de aquel minimo espacto comtin con Ios blancos / machos, desde el que era reconocible su alteridad. Pero a diferen- cia de lo sucedido con el antagonismo politico, el antagonismo racial se vio en todo momento resistido desde dentro por las vo- ces subaltermas. Aunque en el pais se ha hecho historia de los ““rebeldes primitivos”, esos estudios han seguido un camino pa- ralelo, no integrado a la comprensidn de Ia trama nacional de las violencias, que es justamente el objetivo de este libro: pensar las violencias de manera diferenciada pero pensatlas juntas, articu- ladas histéricamente, es decir, articuladas por sus contextos his- t6ricos pero haciendo parte de una misma narrativa nacional, Es lo que le falta al pafs, y lo que ha sido sustituido por un encade- namiento del presente al pasado segtin el cual [a violencia se ins- cribe no en una historia sino en una “inirahistoria de catastrofes y desastres cuasi naturales” (D. Pécaut] que no puede narrarse sino miticamente y que, aunque recuerda, no puede dar Ingar a una “memoria comin", ni mucho menos movilizar un imagina- rio que proyecte un horizonte de futuro para el conjunto de la s0- ciedad. ‘Mas que de mito fundacional de lo que hay auseneia en Co- lombia es de un “selato nacional”. ¥ ello no remite a ninguna incapacidad congénita sino al muy histérico acallamiento de las voces subalternas, ésas a cuya escucha se dedica un capitulo crucial en este libro. Crucial porque apunta a otra ausencias la de unos estudios iterario / culturales que en Venezuela y México, en Brasil 0 Uruguay, estén haciendo visible el entretejido de la nacién con la narracién, con las narraciones literarias en las que se ha metaforizado el conflictivo proceso de formacién de la na- cidn, Algo hay de ese tipo de estudios en algunos trabajos publica- dos en los iltimos afios, pero asiladamente, y mas como trabajos de investigacién literaria que como parte de un proyecto de rees- critura plural de la historia nacional Esa que emerge en los poe- Prologo ‘mas de Candelario Obeso, develando el deseo de los blancos hacia los negros, que se esconde y se dice en la estigmatizacién de su raza como salvaje e ignorante y su brutal disciplinamiento, al mismo tiempo que en sus contradicciones personales al sentirse atrapado entre a cultura negra a la que pertenece y le escritura blanca” desde la que se express. En las novelas y cuentos de Soledad Acosta, expresando la trasgresiOn que implicaba pensat- se mujer y escritora, y las contradicciones que implicé para las mujeres ilustradas el cardcter de género de la lucha por la inde- pendencia, una lucha en la que la patria signifteaba Ia iberacién politica de la Colonia pero dejaba intocada la dominacién social el macho, En Marfa, donde el imposible amor metaforiza el mie- ddoa las ambigiedades del mestizaje, quella amalgama racial de Ia que podis salir una progenie monstruosa, O en Manuela, ese relato de violeneias y seducciones en Ja muy social y culturalmen terepresentativa Ambalema, donde Ia resistencia que opone una mujer negra al deseo blanco de los hacendados terminaré en "la destruccidn del objeto del deseo”: la muerte de Manuela el dia en que iba a casarse ~Eugenio Diaz no podfa hablar mas ciaro-, jel 20 de julio! Este libro se cierra en el mismo lugar donde se abre: la violen- ) cia noes lo contrario del orden sino los conflictos que genera cual- quier orden, yen especial aquel orden absoluto que se Hamn6 asf mismo civifizacion o, como lo denomina la autora, el deseo ci- ) vilizador: “Aquel desco mimético de set europeos transformado en principio organizador de la Republica”. ¥ por tanto en consa- srador de las diferencias raciales 2 nombre de su incapacidad de integracién al orden del capital, orden cuya libertad economica presuponfa contradictoriamente, o exigia, una fuerza de trabajo indiferenciada. Entre las dinémicas homogeneizadoras del capi- talismo y las légicas excluyentes del deseo civilizador no habia reconciliacién posible. Pero para dar cuenta de esa contradiccién fundante de la nacién colombiana es necesario poner en escena 2 otto actor sociocultural: las regiones. Pues “en Colombia la historia le dio a la raza una estructura regional” (Peter Wade) que fue transformando la geografia racial en una construceiGn ima- sinaria de legitimaciones del terror y fabulosos diablos mediado- res en el Cauca, de comerciantes natos y desaparicisn ficticia de B 4 CIVILIZACION ¥ VIOLENCIA Jo indigena en Santander, de purezas originarias y ancestros judfos en Antioquia. Construcciones en las que se recargaron las afilia- iones partidistas instrumentalizando miedos, cteencias religio- sas, identidades étnicas y pertenencias de clase, y que se expresaron ‘muy especialmente en las diversas culturas disciplinarias de los ccuerpos y las almas en las que se plasmaron las diferentes maneras, de organizar una produccién que se queria capitalista pero conser- ‘vando un precapitalista y excluyente deseo civilizador. Solo en Antioquia, una muy compleja mezcla de construccidn imaginaria ‘con marcados rasgos socioculturales —valoraci6n de la individua- liad y del trabajo ~posibilit6 resolver la mas aguda contradiceién entre conservatismo politico y libre comercio mediante la hege- ‘monia aglutinadora y movilizadora de una patria antioquena. No serin pocos quizas a los que la densidad tedrica de ciertas partes se les convierta en pretexto para acusar a este libro de usar Tenguajes o temas “postmodernos”, con todo lo que ello implica hoy de descalificacién, ode seguir la “moda de los estudios cultu- tales”, acusacién fatal como pocas en un pais con la academia mis disciplinar y diseiplinada de América Latina, Pero esas reticen- cias ~ previsibles ante lo que este libro tiene de provacacién-, no podrén impedir el debate de fondo que plantea a las ciencias so- ciales en Colombia, un debate que éstas no pueden darse el Lujo de esquivar si quieren superar el desencantado desconcierto que sufren en los dltimos aftos, y seguir ayudando al pais a construir elespacio publico y el relato nacional en el que alguin dia quepa- ‘mos todos los colombianos. JESUS MARTIN-BARBERO Guadalajara [México} INTRODUCCION La civilizacién como historia Si-se trata de comprobar cual es, en realidad, la funcién general que cumple el eoncepto de “civilizaciGn” y cual es la generalidad que se pretende designar con estas acciones y actitudes al agruparlas bajo el término de “civilizados", legamos a una conctusién muy simple: este concepto expresa la autoconciencia de Occidente. NORBERT ELIAS, I proceso de Ia civilizacion! 1. Norbert Elias, The Civilizing Process. The History of Manners and State Formation and Civilization, Oxford & Cambridge, Blackwell, 1994, P3, L usonIA de Norbert Elias sobre la eivilizacion en Europa ‘occidental sefals uno de los mayores dilemas confrontados, porlos académicos dedicados al estudio de a violencia y a civil zaci6n en paises del Tercer Mundo. Hacia finales del siglo xvi, ‘cuando consideraron que sus sociedades habfan aleanzado la civ lizacién, las naciones europeas se percibieron a s{ mismas como “portadoras de una civilizacién existente 0 acabada, como por- taestandartes de una civilizacion en expansién”, El mismo pro- ceso que produjo la “civilizacién” como wna autoconciencia nacional de Occidente, autorizé la violencia en su nombre. Dicha autoconcieneia permitid extender la civilizacién a otros lugares, por métodos violentos, al como lo pregonaba Napolesn al partir para Exipto en 1778: "Soldados, ustedes estan emprendicndo una conquista con consecuencias incalculables para la civilizacién”*. La conguista europea hecha en nombre de Ia civilizacién implies que su control sobre Ia superficie de la tierra aumentara de un 35 por ciento en 1800 a un 8¢ por ciento en 191% La civilizacion no se extendi6 exclusivamente con métodos violentos, sino también mediante el constructo ideoldgico de lo que Mary Louise Pratt denomina “conciencia planetaria”, signi- ficados a escala global con los que el planeta es reordenado segtin tuna perspectiva europea “unificada"’, Una vez en contacto con las realidades locales, los significados globales son transformados y adaptados a proyectos nacionales de dominacién por parte de las elites locales. También son impugnados por los grupos stbor- dlinados. Como resultado de esta lucha surgen nuevos significados los viejos aparecen bajo nuevas formas, La América hispana no es la excepeién; la lucha entre la civilizacton y la barbarie ha ron- dado la imaginacién de América Latina desde la Independencia hasta el presente’, aid, pat. 3- Citado en Ibidem, 4. Samuel P. Huntington, The Clash of Civilizations, Remaking of World Onder. New York, ‘Touchstone Book, 1996, p. 5 5. Mary Louise Pratt, Imperial Eyes. Travel Writing and Transculturation, London y New York, Routledge, 1992. 6. La publicacién mas conocida es Domingo F. Sarmiento, 18 CIVILIZACTON ¥ VIOLENCIA La dominacién europea en nombre dela civilizacion tuvo eon- secuencias incaleulables para la comprension de la violencia en el Tercer Mundo. Por ende, civilizacién y violencia acaso no sean rnecesariamente los antagonistas que los académicos han supuesto ~una civilizacién que domestica la violencia y:una violencia que destruye la civilizacién-. En la historia de la colonizacién, la civi- lizacion y la violencia se entrelazaron y apoyaron mutuamente Las narrativas de la civilizacién y de la violencia cumplen un papel crucial en la formacién de identidadles raciales, de pénero y de cla- se; ademas, proporcionan una légica cardinal tanto para la forma- ‘iin de la nacién y del Estado como para los procesos de desasrollo capitalista. En este libro se argumentard que las representaciones que defi- ‘en jerarquias, ejercen autoridad y definen la legitimidad,aquellas que apoyan la dominacidn y silencian a los dominados, son inhe- rentes ala produceidn y reproduccién de la violencia. El andlisis dela violencia presentado en este libro pone en tela de juicio aque- las perspectivas que la reconocen s6l0 en su manifestacidn exter nay fenoménica -como la guerra, los conflictos manifiestos 0 la violencia fisica-, La violencia también existe en la representacin. Por ende, esta perspectiva se reflere tanto a natrativas, interpre- taciones y significados, comoa la violencia en el sentido restrin- sido en que normalmente se entiende. Violencia y desarrollo Un anélisis de la literatura sobre el desarrollo proporeiona los fundamentos para estudiar la forma como la violencia “se expresa en el discurs0" y los efectos de este discurso sobre las relaciones de poder y dominacién’. Virtualmente, todas las corrientes de pen- samiento que analizan Ja econom(a politica global identifican ‘como caracteristica central de la diferencia del funcionamiento Civilizaci6n y barbaric. Vida de juan Francisco Quiroga, México, Editorial Porria, 198s. 7. Este anilisis debe mucho la eomprensién de Foueaule de “qormalizacién”, es decir, la divisién sistematica de sujetos en categorias dicotémicas tales como euerda y loco, enfermo ¥ sano, delincuentes y buenos muchachos. En su opinion, el aislamiento y la La civilizacién como historia Bn este libro se sugiere que el periodo posterior ala Indepen- { deneia en Colombia (2849-1878) se caraeteri26 por el deseo civi- lizador de la elite criolla ilustrada. En el siglo xx colombiano, el +; deseo civitizador estaba relacionado con el proyecto que buscaba | la desaparicidn de los viejos sistemas de jerarquia y poder, y con | elsurgimiento de nuevas formas cuyo modelo era el dela civiliza- | cign europea, Este deseo civilizador se materializ6 en el impulso | de ciertas practicas econdmicas, en determinados ideales religio- | sos y educativos, en costumbres y habitos del vestir, yen el suetio |, de una “civilizacién mestiza” en la que se darfa un blanqueamica- 43. Los aranceles a las tmportaciones se redujeron y simplificaron en Ta reforma de 1847 y en refotmas subsiguientes cealizadas en 1861, 1870¥ 1873, En 1847 el gobierno fomenté la privatizaciéin del tabaco, «que habia sido monopolio estatal desde la épaca colonial, El gobiemo Liberal que acced6 al poder en 1849 accleré el ritmo de la reforma, La cesclavitud se aboli6 mediante legislacion aprobada el ax de mayo de 1851. La ley de descentralizaciGn de las tierras comunales indigenas |1850| autoriz6 a los indigenas a vender sus tierta. Estas medidas ‘eran eansideradas cruciales para libeear los fzetores de produceién, En 1850 y 1851 fueron aprobadas las leyes sobre "descentralizacion de ingresos y gastos” en beneficio de las provincias. La mayorta de las provincias abolieron los diezmos y los impuestos al aguardiente. Un resumen de estas reformas se encuentra en Jorge O. Melo, “Las vicisitudes del modelo liberal (1850-1899)", en: José A. Ocampo led. Historia econdmica de Colombia, Bogots, Siglo x21, 1987. Vease también: G, Malina, Las idoas liberales en Colombia 1849-1914, Hogota, Editorial Tercer Mundo, 1970, y Frank Safford, "The Emergence of Economic Liberalism in Colombia”, en: Lave y Jucobsen feds, Guiding the Invisible Hen, op. et. La civiliza n como historia jro de la herencia negra e indigena, El deseo civilizador no obstacu ‘izaba Ja violencia; més bien se fue realizando de la mano con _guerras civiles, con el uso de la fuerza en las relaciones laborales y | conciertas practicas sexuales y racistas brutales. Este libro inten- ta procisamente analizar las relaciones entre civilizacién, violen cia y desarrollo capitalista, Parte bien importante de este empeiio es seguirles la pista a las practicas discursivas: como se estable- cen las diferencias, qué contradicciones se generan y qué efecto produce tanto To que se dice como lo que se silencia, La construccin de identidades (raciales, de género, religiosas, regionales y de clase} fue un componente importante del proyecto civil desaparicidn de la esclavitud estuvo acompanada por el temor alos negros manumisos, considerados como amena- za para la poblacién blanca. Este temor se reflei en el intento por controlar a la poblacién negra mediante la Ley de la Vagancia de | 1843. La libertad religiosa avanzaba simulténeamente con pro- testas contra la amenaza potencial que significaban los curas para las instituciones republicanas; esto se tradujo finalmente en la expulsidn de los jesuitas de la Nueva Granada decretada por el presidente liberal Jos¢ Hilario Lopez, El hecho de que los jest formaran parte de una orden de earicter internacional era consi¢e- rado como una amenaza para la construceién de un orden nacio- nal yliheral. También se temta la pérdida de identidad propia por parte de la elite criolla, temor que se reflejé en los debates sobre In adecuacién del modelo del libcralismo britanico para reempla- zar las instituciones coloniales que habian sido defendidas por la seneraci6a liberal de 1849", Por el contrario, los conservadores {Ge Los represenantes de mayor importancia del partido liberal de festa generacion son Miguel Samper (1825-1899), su hermano Jose ‘Maria Samper (1823-1888], José Hilario Lopez (1798-1869), Manuel ‘Ancizas (1812-188a}, Florentino Gonzalez (1805-1874), Salvador Camacho Roldan (1827-1900), Anibal Galindo (1834-1901), Manuel ‘Mutillo Toro (1816-1886) y José Maria Rojas Garrido (1824-1883), Esta fgeneracién es conocida también como los radicales del siglo xxx por su contribucién tanto politica como ideoldgica al periodo de tadicalismo liberal relacionado con Ia Constitucion de 1863. Los mas importantes representantes del partide conservador son José Eusehio Caro 2817-1853}, Miguel Antonio Caro 1843-1909), Sergio Arholeda (1822-1888) y Rafael Nunez (1825-1594) 37 38 CIVILIZACION ¥ VIOLENCIA defendian que el legado espafol en cuantoa la religiGn y ala moral constituia el pilar de Ja civilizacién, Un temor mas extendide entre la elite de mediados del siglo xrx fue el miedo al pueblo. El miedo a los mestizos, alos indios y a los blancos le dio forma al proyecto de la clite colombiana. Estos temores estuvieron siem- pre presentes en Ia formacién tanto de las bases econémicas como de los mitos fundacionales de Ia nacién, el Estado y las constitu- ciones. El partido liberal y el partido conservador, recien creades, estu- viieron de acuerdo en que la meta més importante era la promocién yla defensa de la civilizacion, la que se consideraba fundamental para el progreso material. Los lideres de los partidos proclamaron tunanimemente que Ia fuente de la civilizacién se enconttaba en el continente europeo y que la Independencia obtenida en 1810 ‘no marcaba el inicio de una nueva civilizacién. Concordaban en ‘que las civilizaciones no podian inventarse o improvisarse. La civilizacién europea proporcioné el modelo, mientras que las “pricticas de los indigenas se consideraban como vicios que debian ieradicarse. V// El consenso al que Hegaron los liberales y los conservadores noinctuia el cémo foriar la civilizacion, Los iberales, que legaron 4 alla presidencia en las elecciones dle 1849, consideraban al indivi- | duo soberano como la meta de Ja eivilizacién. Se inspraban en la imagen del individuo que estaba en el corazén de las doctrinas | del laissez-faire, EL individuo soberano era la persomificacién del “guefio de una civilizacién mestiza, en la que los colores de los in- dios y de los negros se difuminarfan en su encuentro con sus des- cendientes. En cl plano econdmico, los liberales respaldaban la division del trabajo segun la cual Europa producia los bienes ma- nufacturados y Colombia se especializaba en la exportacién de productos agricolas. Politicamente pata ellos la meta de la civi- 445: Segin el historiador Fabio Zambrano, este miedo al pueblo es Disieo para comprender las contradicciones del sistema politico ccolombiano y explica una de as caraeteristicas dela politica en ‘Colombia: una democracta sin pueblo. Fabio Zambrano Pantoja, "EL miedo al pueblo”, en: Anélisis. Conflicto social y violencia en Colombia, Documento 53, Cinep, 1989; "Contradicciones del sistema, politica colombiano”, Documento 53, Cinep, 1988. La civil n come historia lizaci6n sugerfa la necesidad de llegar a una democracia ilustrada cn la que tanto la inteligencia como el bienestar fueran gufa del destino del pueblo, El partido liberal, que logrd mantenerse en el poder durante casi tres décadas despues de las elecciones de 1849, introdujo reformas encaminadas a lograr la soberanta del indivi- duo: la abolicisn de la esclavitua, el establecimiento de normas vestrictivas del castigo corporal la libertad de prensa, la libertad religiosa, el libre comercio, la abolicién de monopolios estatales y la limitacién de la intervencién del Estado. Para los conservadores, el ideal del camino hacia la civiliza- ‘in se encontraba en la moral cristiana, en la ilustracién y en el bienestar, en este orden de prioridades. Para los conservadores la bisqueda de Ia civilizacién tenta como eje la difusion de las doc trinas "buenas", que eran precisamente las provenientes de los principios de la moral cristiana. El laissez-faire y el énfasis en el individuo soberano se convirtieron en Ia personificacién de las doctrinas més perniciosas cuya difusi6n amenazaba la civiliza- cidn cristiana. Los conservadores eran mas propensos que los li- berales a restringir la circulacién del material impreso y para ellos la Gnica religion verdadera y permitida era la catdlica romana; ademas, cran partidarios de wna mayor intervencidn gubernamen- tal, Al igual que los liberales, tendian a apoyar el libre comercio, aunque abogaban por una fuerte centralizacion del poder Por iltimo, el analisis del periodo 1849-1878 es vital para com- prender las relaciones entre la violencia y la formacién del Estado- nacion, Por esta época los colombianos estaban comprometidos con la tarea de imaginar la naci6n: ya habian transcurrido cua- renta afios desde la Independencia en 1810 y existia la sensacidn

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