Escaneado con CamScannernifica 1a supervivencia de supersticiones en
cuyo exorcismo el fildsofo debe trabajar me-
diante el conocimiento de la naturaleza. El
nacimiento, segtin Epicuro, no representa, de
ningtin modo, Ia aparicién en el mundo de un
alma venida de otro lugar; es el comienz0 de
una presencia en el seno de la naturaleza, ¥ de
Los viajes de Platén a Sicilia, las tres obras
que consagré a estudiar Ia organizacién ds la
ciudad ideal: La Repiiblica, El Politico y Las
Leyes, ya que la primera y la siltima, que que-
do sin terminar, son las mas extensas de cuan-
tas escribié, testimonian suficientemente la
importancia que el fildsofo otorgé a la politi-
ca. Muchos historiadores 0 criticos han pre-
tendido ver en Platén el antecedente Jejano
de los diferentes tipos de regimenes totalita-
rios de los tiempos modernos. Sin embargo, es
imprescindible comprender primeramente el
sentido que adquiere en él su sociologia po-
litica,
Con Ja mirada puesta en la nueva ciudad.
Platén intenté hacer desaparecer esa crisis del
Jogos que habia iniciado Ia retérica de los
sofistas. La nueva ciudad debe impedir la re-
peticién de un escindalo como el de la con-
dena a muerte de Sécrates, que significa el
triunfo de la mentira sobre Ia verdad, del
mal sobre el bien, de la violencia sobre la ver-
dadera mesura. La organizacién platénica de
Ia ciudad tiende a exorcizar ese hombre-medi-
da al que Protigoras pretendia convertir en
criterio supremo. Entre los antiguos griegos
46
tal presencia sera necesatio buscar las coorde-
nadas comprensibles capaces de liberar de todo
temor el corazén del hombre.
En Platén, mito, conocimiento y discurso
convergen en esa provocacién del asombro,
que abre al mbre a Ja region de donde
proviene.
CAPITULO vu
LA ETICA ¥ LA POLITICA
Ia belieza fisica era simbolo de Ia belleza mo-
ral, porque ambas se vinculaban a una perfec-
cidn que venia de los dioses; el ser y el parecer
formaban una sola cosa. Para los sofistas se
trataba de nadar en las aguas turbulentas de
a apariencia sin preocuparse de referir ésta
aun ser que le diera una estructura justifica-
tiva; por eso, en tanto para Socrates el logos
tenia Ia funcién de descubrir el ser més all
de las apariencias engafiosas y del encanto ti-
ranico de lo fisico, en los sofistas el Jogos, como
retérica y ortoepia, se hallaba al servicio del
cuerpo en la medida en que estaba encargado
de justificar las exigencias de éste.
Asi como para Teeteto el cuerpo es el cri-
terio de la verdad, porque la ciencia se limita
ala sensacién, y para Filebo el cuerpo es el cri-
terio del bien, puesto que segiin él, dicho bien
se reduce al placer, también para Calicles y
Trasimaco el cuerpo es la medida de Ia jus-
ticia, ya que para ellos la razén del mis fuerte
es siempre la mejor; ademis, “mejor” y “més
fuerte” son expresiones sindnimas.
Por eso, si el hombre, esto es, el indivi-
duo, es la medida de todas las cosas, llegamos
ala guerra que no dejard de nacer del choque
Escaneado con CamScannerde todos los egoismos; mas esta perspectiva
no amilana a los sofistas, porque ven en la
guerra 1a expresién de una seleccién natural
que asegura la climinacién de los mis debiles
y el triunfo de los mas fucrtes, es decir, de
Tos mejores, segiin ellos. Para Calicles y Tra-
simaco el éxito del tirano es el signo de su
poder y, en consecuencia, de su valor, cuales-
quiera que hayan sido los crimenes por medio
de los cuales lo haya aleanzado.
La ciudad de que habla Platén debe traba-
jar para destruir tales pretensiones; ella es, en
el fondo, un superorganismo cuya tarea ha de
ser liberar al individuo de la violencia que todo
cuerpo provoca en quien no sabe dominarlo.
La ciudad tiene que ser la encarnacién de la
justicia,a fin de permitir la formacién de ciu-
dadanos justos. Por esa causa hallamos en Pla-
t6n una especie de dialéctica ascendente, segiin
la cual él procede del individuo a la ciudad,
modelando a ésta sobre el arquetipo de aquél,
con lo que funda una psicosociologia; y una
dialéctica descendente, que lo lleva de Ia es-
tructura de Ia sociedad a la del individuo
correspondiente, creando de este modo una
sociopsicologia. Una exigencia ética dirige la
politica de Platén; justamente porque la so-
ciedad debe modelarse de anfemano sobre Ia
idea de Justicia, podrd esta idea de Justicia vol-
ver a encontrarse después en ella, Es necesario
entonces que el Estado, exactamente como el
mundo del Timeo, se construya sobre un mo-
delo y que los fildsofos se conviertan en reyes
(0 que los soberanos Ileguen a ser verdaderos y
serios filésofos (Rep., V, 473 d).
I. La justicia y la sociedad
La ciudad nace de Ja urgencia en que se
hallan los hombres de subvenir a sus.nece-
sidades vitales (véase Rep., libro II). Esa exi-
gencia encuentra ripidamente en Ia division
del trabajo el medio racional para llegar a una
produccién mas abundante y facil. Asi,la ciu-
dad, desde su origen, es una reunion de seres
Aesiguales por sus condiciones, aptitudes y
funciones, A medida que Ia ciudad crece, las
funciones se hacen mas numerosas y compli-
cadas porque las necesidades se multiplican.
Segiin la proporcién en que la ciudad aumente,
Je sera necesario usurpar territorios de sus ve-
cinos o tendra que defender los suyos. De esta
manera, los artesanos y mercaderes que ase-
guran el sustento, el alojamiento y Ia vest
menta no son ya suficientes, La ciudad nece-
sitard soldados: por dltimo, el Estado deberd
tener protectores que sepan dirigirlo.
Esas tres clases, la raza de bronce y hierro
de los artesanos, la de plata de los soldados y
Ja de oro de los arcontes, representan las tres
funciones fundamentales de toda ciudac
produccién, la defensa y la administracién.
Cada una de ellas corresponde a una de las
tres partes del alma humana. A la clase de los
artesanos y mercaderes pertenece Ia concu-
piscencia, cuya virtud es Ja templanza; a los
soldados corresponde el entusiasmo y la pa-
sién de la ira y su virtud es el coraje, en tanto
que a la clase de los arcontes les son propias 1a
inteligencia y la reflexidn,y su virtud es la
prudencia. Entonces, “hay en el alma del in-
dividuo las mismas partes y en igual mimero
que en el Estado” (Rep., IV, 441.¢). Y ast
como Ia justicia consiste, en el individuo, en la
estrecha subordinacién jerarquizada de esas
diferentes partes del alma, de igual modo “el
Estado.es justo cuando cada uno de los tres
érdenes que lo componen cumple su funcién”
(Rep., IV, 441 ds véase ibid., 432 b y sig.)
La injusticia aparece en el Estadoysi una de las
tres clases pretende usurpar una funcién que
no es Ia suya.
De aqui que podamos decir que el Estado
es Jo que son los individuos que lo componen;
si-el individuo es honesto, también lo seri el
Estado, Mas, es necesario agregar que esas vir-
tudes 0 esos defectos que los hombres intro-
ducen en el Estado, éste se los restituye, hasta
el punto de que si el Estado es sabio, el ciuda-
dano tendra esa cualidad (ibid., 441¢). Si
Jos Estados son segiin los hacen los individuos,
éstos, inversamente, reciben también la im-
pronta de aquellos. Es necesario, en conse-
47
Escaneado con CamScannercuencia, que los ciudadanos amantes de In
sabidurla trabajen part forjar un Tstado ra-
cional con el objeto de que éste eduque a los
hombres en el camino de a justicia, Por tal
razén el filésofo, voluntaria o forzosamente,
deberd presidir los destinos de Ia ciudad,
Il. La organizacién de Ia ciudad
en “La Repiibliea””
Platén intenea organizar esa ciudad ideal
y nos da al efecto multitud de detalles sobre
has diferentes medidas por adopear, particular-
mente en Jo que respecta a In educaciOn, La
educacién de los ciudadanos debe basarse en
Ja gimnasia y la musica; pero tiene mucha im-
portancia Ia cleccién del tipo de miisica y Ia
clase de instrumentos. Asi, por ejemplo, Jas
flautas y las liras de miiltiples cuerdas ener
van més que educan; solo deberd conservarse
el tetracordio. Deber’ controlarse de cerca Ia
actividad de los literatos, Ante todo,se impone
vigilar a los aurores de fabulas para retener
de su produccién solo Jas que se reputen
“buenas”, y comprometer a las nodrizas a
utilizarlas desde temprano en Ia formacién del
alma del infante (Rep., II, 377 ¢ y sig.). Im-
porta rechazar todos los escritos que hacen
temer Ia muerte, los que carieaturizan a los
dioses y cuantos representan a los héroes Ilo-
rando 0 riendo. Se debe pintar a los héroes
solo con los rasgos del coraje y Ia vireud, El
poeta imitador seri desterrado de la ciudad,
pues “nos hacen falca poctas y fabulistas aus-
teros y menos agradables, pero més utiles a
nuestro designio, que imiten Gnicamente el to-
no del hombre de bien y que ajusten su len-
guaje a las formas que hemos prescrito desde
el comienzo, cuando preparamos el plan de
educacién para nuestros guerreros” (ibid., TIT,
398 b). Seré menester entonces buscar “artis~
tas dotados, capaces de seguir las huellas de
Ia naturaleza de lo bello y lo gracioso, a fin
de que, semejantes a los habitantes de un pais
sano, los jévenes extraigan provecho de todo,
y de cualquier parte que los efluvios de las
48
bellas obras hieran aus ojos y otdos, los eeciban
como una bris que trae el bienestar de regio.
nes salubres y_ los disponga insensiblemente
desde la infancia a amar ¢ imitar fo bello y a
establecer entre éste y ellos una perfecta ar-
monia” (db/d., 401 ¢)«
Vemos, pues, que ef artista debe ser un
hombre profundamente comprometido con ef
destino de stt ciudad; ef arte papel
educador, y hasta moralizador. No olvidemos,
aiemis, que si Platon establece asi una especie
de censura y de orden moral, tiene constante-
mente presente en su espiritu la condena a
muerte de Sécrates, a la cual no fueron ajenas
las burlas del poeta cémico Aristéfanes, quien
en Las Nubes habia contribuido acreditar la
fibula de un Sderates sofiador, extravindo en-
tre las fantasias ¢ intivil pardsito social,
Observemos,finalmentesque si bien Platén
rechaza las artes que no se apoyan en la repre-
sentacidn de lo verdadero, reconoce al magis-
trado del Estado el derecho de mentir a sus,
conciudadanos, porque en sus manos la men-
tira puede ser tan itil como un medic
“Si alguien, pues, puede mentir para enga
a los enemigos o a los ciudadanos cuando el
interés del Estado lo exige, ello solo corres-
ponde a los magistrados de la ciudad; nadie
mis puede arrogarse Ia facultad de utilizar tan
delicado recurso” (ibfd., 389 b).
Entre los soldados reinaré_un_comunismo
integral, al extremo de que nadie podra ya
pronunciar Ia palabra “mio”. Las mujeres de-
berin ser comunes a todos y ninguna cohabi-
tara particularmente con ‘ninguno de ellos
(Rep., V, 457). Ademés, ser necesario esta
blecer reglas de eugenesia para “que los indi-
viduos mejores de uno y otro sexo se apareen
Jo mas a menudo posible y los mas inferiores
Jo hagan muy raramente, [...] Asimismo a
los jovenes que se distingan en la guerra 0 &
otra actividad se les otorgarin honores y re
compensas, en particular el permiso de ver
mis a menudo a las mujeres; sera éste, al mis-
mo tiempo, un pretexto legitimo para tener
de ellos fa mayor cantidad posible de niiios
(ibid., "459 dy sig
mento:
Escaneado con CamScannerLos nilios, de los cuales solo se conservarin
fos que vengan al mundo con buena vonfor~
macion fisica, seran remitidos a una comisin
desde su nacimiento; las mujeres en condicio-
nes de amamantar iran a nutrir a los infantes
de tierna edad; -pero se debera observar espe~
cial cuidado de que ninguna de ellas reconozca
asu hijo (ibid., 460 b y sig.).
Esta comunidad de mujeres y de nitios es
Ja mis segura garantia de concordia y de amor
entre los ciudadanos; en efecto, ningun guar-
diin podra tratar al projimo como a un ex-
trafio “puesto que en todos aquellos que él
encuentre creer ver a un hermano o una her-
mana, un padre 0 una madre, un hijo o una
hija, 0 cualquier otro patiente en linea as-
cendente’o descendente” (ibid., 463 c).
El gobierno de la ciudad ideal estar asegu-
rado por los fildsofos, porque solo ellos cono-
cen la verdad y el bien. El filésofo es un
enamorado de la ciencia; ¢s leal, temperante,
carece de codicia y est4 dotado de excelente
memoria. Se dice a menudo que los filésofos
son intitiles para el Estado; mas el reproche
debe dirigirse contra aquellos que no saben
emplearlos yno contra los filésofos mismos
(ibid., 489 b). El fildsofo es, pues, un clemen-
to indispensable en Ia vida de la sociedad. Por
esa causa Platon consagra los libros VI y VIT
de La Repblica a distinguir los diferentes
géneros de conocimiento, los clasifica segiin
su respectiva profundidad, y separa cuidado-
samente el verdadero saber de 1a opinidi en-
gafiosa, a Ia cual estén habituados los prisio-
neros de Ja caverna.
Platén da instrucciones precisas para Ja
formacién de esos fildsofos tan necesarios para
Ia existencia de la ciudad. Las’ ciencias que
permitiran al futuro magistrado de Ia ciudad
llevar a buen término su educacién son es-
tudiadas con detenimiento por Platén. Halla
mos, ante todo, la aritmética (ibid., VII,
$22'c), que tiene el mérito eminente de obli
gar al alma a servirse de su sola inteligencia
para alcanzar Ja verdad en si. En efecto, se
pueden captar los mimeros solo por el pensa-
miento; no se les puede manejar en ninguna
forma con los sentidos (526 ab). La geome-
tria luego (526c), en tanto “conocimiento
de lo que sigmpre es”, resulta el medio apro-
siado para separar el alma del mundo sensible
y conducirla hacia la verdad (527 6). La as~
tronomia es Ia ciencia que impulsa al alma a
mirar hacia Jas alturas y tiene por objeto el
ser y lo invisible (529 6); ella nos confirma
en [a idea de que el conocimiento no tiene na-
da de sensible. El filésofo deberé aprender,
finalmente, esa ciencia de la armonia que es
la misica.
Mas todas estas ciencias son solo el preludio
de Ja ciencia suprema: Ia dialéctica. La-geo-
metria y las artes a ella vinculadas conocen
cl ser como,a través de un suefio. El dialéctico,
ya lo hemos visto, es aquel que llega al cono-
cimiento de la esencia de cada cosa (534 5),
el unico que posee sobre todo una “vision
sindptica” (537 c) que le permite ver el: mun-
doa la luz de Ia idea del Bien.
Subrayemos, para concluir este esquema so-
bre la organizacién de la ciudad ideal, que
Platén no establece ninguna diferencia entre
Ia educacién de las mujeres y la de los hombres
y que ambos sexos estan Hamados a cumplir
fas mismas funciones en Ia ciudad; y, como
consecuencia, han de recibir exactamente la
misma educacién.
ILL. La'decadencia de la ciudad
Naturalmente esta ciudad, como todo lo
que nace, esti sometida al tiempo y por tanto
a la corrupcién (Rep., VIII, 5464). Por eso
debemos esperar verla declinar en el curso
de Ia historia; hemos de presenciar cam
de constituciones que setin provocados por la
parte que gobierna cuando la divisién se in-
troduzca entre sus propios miembros. El go-
bierno ideal del que acaba de hablarnos Platén
se Ilaina “monarquia”, si uno solo manda, 0
“aristocracia” cuando las magistraturas se re-
parten entre varios. Vendrén luego, con el
decurso del tiempo, cuatro formas de gobier-
49
Escaneado con CamScannerno de decadencia a las cuales corresponden
cuatro tipos de hombre y de ciudadano,
1. La timocracia 0 gobierno del honor
(VII, 545 6). Es el término medio entre la
aristocracia y Ia oligarquia. Conserva de la pri-
mera forma el respeto a Ia autoridad, la aver-
sin a las artes mecdnicas, mantiene la costum-
bres de las comidas en ‘comin y los ejercicios
gimnisticos. Sin embargo, conoce a los filéso-
fos a través de ejemplares degenerados, no los
estima suficientemente como para confiarles
os cargos importantes de Ia ciudad y en lugar
de ellos prefiere a los militares. La lucha de las
razas de oro y plata —que quieren mantener
Ja virtud y Ia tradicin— contra Ia raza de
hierro y bronce —absolutamente dominada
por la riqueza y el afin de lucro— termina
en una especie de ley agraria, a continuacién
de la cual comienza el régimen de la propiedad
individual con la distribucién y apropiacién
de las tierras y viviendas. De esta manera se
inicia 1a esclavitud de los labradores y Ia su-
premacia de los soldados, quienes abandonan
los estudios y solo se dedican a la gimnasia, a
Ja ver que se aficionan a las riquezas.
Platén nos ofrece, con tal motive, un re-
trato del timécrata, cuya permanente actuali-
dad apenas hay necesidad de subrayar. El
timécrata es mis confiado en si mismo y me-
nos refinado por las musas; gusta de los dis-
cursos, ambiciona el poder y los honores. Fun-
da sus pretensiones de gobernar en sus trabajos
guerreros y en su talento militar. En cuanto al
joven timécrata, se caracteriza también por su
ambicién y se forma al principio “por los dis-
cursos de su madre, la que se queja de que su
marido no tenga un lugar entre los magistra-
dos, cosa que la disminuye frente a las demis
mujeres; de que lo ve poco inclinado a enri-
quecerse, incapaz de luchar y apelar a la in-
juria, sea como particular en los eribunales, sea
publicamente en las asambleas de ciudadanos.
[...] Ella se indigna por todo esto y dice a
11 hijo que su padre no es un hombre, que es
demasiado blando y otras tantas quejas del
mismo género” (549 c). En este ambiente se
50
desarrolla el joven ambicioso y orgulloso que
codicia obstinadamente los honores.
2. La oligarquia (550.c). Aqui el domi-
nio lo ejercen los ricos y se fija determinado
‘censo para tener acceso a la magistratura, Ele-
gir a los hombres encargados del gobierno de
la ciudad de acuerdo con un régimen censa-
tario es tan absurdo como si para dirigir las
naves en el mar se designase el piloto segiin
el censo, para excluir al carente de fortuna a
pesar de los méritos que pudiese tener, Cuan-
to mis importancia dan los hombres a la
queza, menos la conceden a la virtud,
Hay entonces dos ciudades en la ciudad: Ia
de los ricos y la de los pobres; mas, con estos
iiltimos aparecen los mendigos, los ladrones,
los sacrilegos y los delincuentes de toda clase.
EI hombre oligarca solo respeta la riqueza
¥ no se interesa mis que por su fortuna, es
sérdido y vive tratando de acumular tesoros.
3. La democracia (555 5). La oligarquia
ha favorecido la aparicién de los Parisitos,
libertinos y ociosos. Finalmente "la demo-
cracia se establece cuando los pobres, victo-
riosos de sus enemigos, asesinan a unos, des-
tierran a otros, y se dividen por igual, con
quienes quedan, el gobierno y las magistratu-
ras; muy a menudo los mismos magistrados
son designados por sorteo” (5574). La con-
signa en tal gobierno es la libertad y cada
cual eva el género de vida que le place. “Pe-
ro no estar obligado a desempefiar un cargo
en el Estado aunque se tengan méritos para
ello, ni a obedecer si no se desea hacerlo, nia
hacer Ia guerra cuando los otros la hacen, ni
a mantener la paz, si no se quiere, cuando los
otros la mantienen, como tampoco verse im-
pedido de ser juez 0 gobernante, si la fantasia
invita a ello por mis que la ley prohiba el
¢jercicio de la magistratura 0 judicatura, gno
son ciertamente tales pricticas deliciosss y
divinas en el momento? [...] ¢Y no es tam-
bién admirable la serenidad de algunos pe-
nados? @No has visto td en un Estado de exe
tipo hombres condenados a mucrte o al exi-
Escaneado con CamScannerlio, que sin perder esa condicién citculan p+
blicamente y se pasean como si fuesen apa
recidos y nadie parece verlos ni preocuparse
por ellos?” (557 e). Mas este gobierno “en=
cantador, andtquico y pintoresco que dispen=
sa una especie de igualdad tanto a lo que es
desigual como a Jo igual” representa una etisis
profunda de Ia autoridad.
El hombre democritico se siente atratdo por
los placeres que no son ni naturales ni: nece~
sarios; “vive para complacer los deseos que a
diario se le presentan; hoy se embriaga al son
de la flauta; maiiana ayunard y no beberd mis
que agua; tan pronto se ejercita en el gimna-
sio o bien esta ocioso y no se preocupa por na~
da; algunas veces se le crecria absorbido on
la filosofia; a menudo cs estadista, se lanza
ala tribuna y habla y hace lo que le viene
ala cabeza; un dia envidia Ia condicién de los
negocios y se arroja en el comercio. En una
palabra, no conoce ni orden ni restriecién en
su conducta” (561 c).
4, La tirania (562), Platén se deticne
largamente en el examen de esta forma por-
que la critica a la tirania le permitira expre-
sar nuevos elogios a Ia filosofia, Si Ia libertad
es el bien mis bello, cl deseo insaciable de este
bien, nacido de Ia indiferencia por todo lo
demis, hari caer a Ia democracia en Ia tira-
nia. El amor por la libertad aéarrea la licencia
y Ia amarquia; los magistrados son escarneci~
dos; el padre se acostumbra a tratar a su hijo
de igual a igual y a temerlo; el hijo pierde el
respeto a su padre; los maestros temen y adu-
Ian a los alumnos y éstos desprecian a sus
maestros. Asi, “el exceso de libertad solo pue-
de, en consecuencia, seguin parece, llevar a un
exceso de servidumbre, tanto en el individuo
como en el Estado, [..-] Es natural, pues, que
Ja tirania tenga su origen exclusivamence en
el gobierno popular” (564)- .
El pueblo Ilama entonces a algiin favorito
a quien coloca al frente del gobierno y cuyo
poder acrece y nutre. Este tirano “no cesa
de provocar guerras para que el pucblo tenga
necesidad de un jefe [-.-] y también para
que los ciudadanos, empobrecidos por los im=
puestos, se vean forzados a ocuparse de sus
quehaceres diatios y conspiren menos contra
& (566¢). Siempre obligado a fomentar
conflictos bélicos, el ticano debe tener también
una guardia personal que lo proteja de los
ciudadanos que le odian, Los yoluntarios para
ese cuerpo vendrin de todas partes si se les pa-
bien, Llegard aun ese hombre a hacer escri-
bir elogios sobre si mismo y sobre su gobierno
por poetas contratados.
EL hombre tirinico, por su parte, se entrega
a todos los deseos dela concupiscencia, a los
extravios de Eros, a extravagancias de toda
clase, a la pasién desenfrenada, Se cree amo de
si mismo; mas, “el verdadero tirano es un
esclayo despreciable, de bajeza y servilismo
extremos” (579 d). Se considera omnipotente
y pleno de yoluntad cuando en realidad no
muestra mis que debilidad e ignorancia, por-
que “nadie es yoluntariamente malo” (Timeo,
86 ¢); en efecto, solo por alguna disposicién
maligna del cuerpo 0 como consecuencia de
una educacién descuidada puede el vicioso Ie-
gar a eal condicién. El perverso es un igno-
rante que se separa del bien porque no lo
conoce; lo que toma por voluntad no es mis
que Ia caricatura de ésta: un deseo que lo
encadena y del cual no es el amo,
Este retrato del tirano y del hombre tirdni-
co Ilena todo el comienzo del libro IX de La
Repiiblica, y le permite a Platén, por contras-
te, mostrar cuil es el valor de los placeres del
conocimiento: “Lo que participa del ser in-
mutable, inmortal y verdadero, aquello que
es en si mismo de esta naturaleza y se produce
en un sujeto semejante, gno tiene mis rea
dad que lo que participa de una naturalez
siempre cambiante y mortal, que es ella mis-
ma de tal condicién y se produce en un sujeto
de igual caricter? Lo que proviene del ser
inmutable, tiene infinitamente mis realidad”
(Rep., IX, 585 ¢).
IV. “El Politico”
Segiin cuanto antecede, podemos decir que
‘a filosofia y In politica de Platén no dejan
1
Escaneado con CamScannerningiin lugar al progreso; es una idea arrai~
gada en los griegos que todo lo que deviene
esta sometido a Ta corrupcién. Hay, en con-
secvencia, un peligro permanente de decaden-
cia que amenaza a la ciudad, y el gobierno
debe tratar de frenar ese incluctable movi-
miento.
En El PoliticoPlatén, ya decepcionado por
algunas desdichadas experiencias, intenta des-
cribir las diferentes técnicas y virtudes de
conciliacién de que deber’ dar prueba el hom-
bre de Estado para preservar a la ciudad de
la decadencia que lo Heva de la monarquia
a la tirania, En ese punto precisamente ad-
quiere todo su sentido cl mito de Cronos,
del que hemos hablado. Se sabe que en la
época de Cronos el devenir se desarrollaba
en sentido inverso, de modo que los seres iban
de la muerte al nacimiento. En consecuencia,
el devenir transcurria en el sentido de mejo-
ramiento; cada ser Iegaba ficilmente a la
perfeccién. Cuando el mundo comenzé a dar
vueltas en el otro sentido y el sol modified su
curso, aparecié entonces la necesidad de las
téenicas y en particular de la técnica social, a
tal punto que no se trata tanto de otorgar Ia
omnipotencia 2 Ia ley, como al hombre regio
dotado de prudencia, En efecto, “la ley jamis
sera capaz de captar a la vez lo mejor y mis
justo para todos, de manera que pueda decre-
tar las prescripciones mis utiles; pues la di-
versidad que hay entre los hombres y los actos
y el hecho de que nada humano se halle en
Feposo, por asi decir, impiden Hlegar en ningin
arte ni en materia alguna a un absoluto que
valga para todos los casos y todo tiempo”
(Politico, 294 b). .
La ciencia regia es, entonces, la que debe di-
rigir a todas las otras; “ella sabe qué ocasiones
son favorables o desfavorables para que las
ciudades comiencen o impulsen sus grandes
empresas, y las restantes ciencias deben limi-
tarse a ejecutar sus drdenes” (305 c). Se pue-
de, asi, comparar el arte regio al del tejedor;
hay una “funcién regia de entrecruzamiento””
(Paowrixhy ovpmAokryy, ibid, 3064) que
consiste en el arte de conciliar los contrarios
$2
y entretejerlos, Fl rey es, pues, el tejedor que
debe unit, cn el mismo tejido, lor hilos de
colores y cualidades diferentes. “En esto re-
side toda Ia tarea de este arte soberano de te-
jeduria: no permitie jamis que la desarmonia
separe el caricter temperado del enérgico,
sino, por el contrario, ha de urdirlos conjun-
tamente por la comunidad de opiniones, ho-
nores y glorias, por el intercambio mutuo de
compromisos, hasta conseguir de ellos un te-
jido flexible y apretado, segiin se dice, de ma-
nera que sea posible confiarles siempre en co-
main las magistraturas en las ciudades. [...]
Tenemos convertida en un recto tejido la
tela que urde Ia accién politica, cuando la
ciencia regia toma esos caracteres humanos de
energia y templanza, une ambas vidas por el
acuerdo y la amistad, y realiza de esa manera
el mis hermoso y excelente de godos los teji-
dos; luego, en cada ciudad, encierra en él
a todo el pueblo, esclavos y hombres libres, al
tiempo que los une conjuntamente en la tra>
ma, y asegurando a Ia ciudad, sin privacién
ni desfallecimiento, toda Ia felicidad de que
ella puede gozar, domina y dirige” (310 e -
31le).
V. “Las Leyes”
Es esta la mis Jarga y Ia wltima obra de Pla-
tén, que la muerte le impidié terminar. El fi
Iésofo, a medida que envejecia, viajé por casi
todo el mundo mediterranco; legs asi a co-
nocer numerosas constituciones ¢ hizo en Si-
cilia diversas experiencias politicas desdicha-
das. Muchas teorias expuestas en La Repriblica
son abandonadas en Las Leyes, donde se plan-
tea un problema de integracién, aun de tran-
saccién, Los tres personajes representan tres
ciudades diferentes: Clinias’ es cretense; Me-
silo, espartano; finalmente, un extranjero de
Atenas tiene en ella el papel principal,
Hallamos en Las Leyes las ideas fundamen-
tales del platonismo. Platén nos recuerda en
este didlogo que nadie es voluntaciamente ma-
lo, que vale mis sufrir fa injusticia que come-
terla y que la justicia no se reduce, de ninguna
Escaneado con CamScannermanera, a la voluntad del mas fuerte, segtin
sostenian Calicles y Trasimaco. Mas, el pro-
blema consiste en Ia permanencia de Ia ciudad
a pesar de todos los agentes de decadencia que
‘lla contiene en su seno; por cso esta obra
esti penetrada, a la vez, por un sentimiento
muy vivo de la fragilidad y de la relatividad
de las cosas humanas y por cierto pesimismo.
E] objetivo principal del legislador debe ser
asegurar Ia estabilidad y duracién de las leyes
como medio de curar ala ciudad de Ia corrup-
cién del devenir. Para ello seré necesario He-
gar 2 una armoniosa mezela de las dos consti-
tuciones madres de todas las otras: la monar-
quia y la democracia. "Hay entre las cons-
tituciones dos especies que parecen ser las
madres y de las que, se dirt con razén, han
surgido las demas; es justo dar a una cl nom-
bre de monarquia y de democracia a Ia otra.
La primera alcanza su coronamicnto en la raza
persa; la segunda, entre nosotros !. Todas las
demis, sin excepcién, lo repito, son variedades
de éstas. En consecuencia, es absolutamente
necesaria que los dos clementos estén repre-
sentados,si se quiere que haya libertad y unién
en la sabiduria, Esto es lo que nuestro razona-
miento pretende mostrar cuando expresa que
una ciudad no podra ser bien gobernada si
aquellos dos principios no estén presentes”
(Leyes, IM, 693 d):
Platén abandona en Las Leyes el comunis-
mo de La Repiiblica; los matrimonios deben
ser convenidos y controlados por el Estado;
cada familia recibira un lote de terreno limi-
tado ¢*indivisible, que se transmitiré como
herencia a un solo hijo. El matrimonio es obli-
gatorio y Platén prevé las edades y las medi-
das que podrin tomarse para acelerar o.dete-
ner Ia natalidad.
El filésofo renuncia a dar a los varones y a
las nifias Ja misma educacién, Desde los cuatro
a los siete aitos los niftos de ambos sexos jue-
gan juntos bajo la guardia de cuidadoras que
vigilan sus juegos, puesto que éstos son de
gran importancia para la legislacién. Ellos pue-
"Es el ateniense quien habla
den, en efecto, transformar insensiblemente
fas costumbres de fa juventud y Slevarla a
despreciar Jas tradiciones (VII, 799 4 y sig-)5
por eso los juegos deben conservarse inmuta-
bles a fin de evitar a la ciudad todo cambio
que, para ella, solo equivaldria a una pérdida,
‘A la edad de siete afos Ios varones y Jas nifias
se separan y reciben diferente educacién.
Las Leyes abundan en reglamentaciones mi-
nuciosas que se refieren a los numerosos deta-
Iles de Ia vida cotidiana; Platén suefia con un
empleo del tiempo que seria idéntico para to-
dos los ciudadanos, mas reconoce que tal cosa
es imposible, ‘Todo debe estar cuidadosamente
reglamentado para impedir que la ciudad de-
caiga; por esa causa Platén prevé Jas penas
con que se castigarin los diversos delitos, es-
tudia las modalidades de las relaciones con los
Estados extranjeros, fas del comercio, de Ta
guerra, A fin de que no se introduzcan en Ia
ciudad innovaciones peligrosas, no se autori-
zara que los ciudadanos menores de cuarenta
afios se dirijan al extranjero. Los viajes por
motivos privados quedan prohibidos y solo los
embajadores concurrirén a las reuniones inter-
nacionales como delegados. Podra enviarse en
misién al extranjero a representantes ma “ores
de cincuenta aiios, pero deberin regresar an-
tes de cumplir los sesenta para dar cuenta de
su gestidn. El Consejo velari para que los via-
jes no den lugar a Ia ineroduccién de noveda-
des en el Estado.
‘Ademis Ia delacién deberd ser considerada
obligatoria para todos. Aqui, antes de indig-
narse, es menester comprender bien la inten-
cién del filésofo®. El denunciante no es el
calumniador del tipo de aquellos que Ievaron
a Séerates a la muerte. Este denunciante es
alguien que rehiisa convertirse en cémplice de
la injusticia por cl hecho de no denunciarla
ante los magistrados. Se trata, en consecuen-
cia, de provocar en los ciudadanos no la voca-
cién por el espionaje, sino In emulacién por la
® Véase sobre este tema el excelente articulo de V.
Gotoscunuor, “La théorie platonicienne de la dénon-
ciation”, en Revue de Métaphysique et de Morale, 1953,
pig. 392 y sig.
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Escaneado con CamScannervirtud que acompafia necesariamente el re-
chazo del mal y la voluntad inflexible de des-
enmascararlo,
Los poctas no deberin componer nada que
pueda ser contrario a lo que la ciudad consi-
dera legal, justo, bello o bueno. Le estara
prohibido a todo autor comunicar su obra a
ningtin particular antes de que los jueces de-
signados a ese efecto hayan tomado conoci-
miento de la misma y la hayan aprobado,
‘Finalmente, se pone tal énfasis sobre la pie-
dad y la importancia de los ritos religiosos que
la ciudad de Las Leyes se convierte en una es-
pecie de teocracia, Ya no es el hombre la me-
dida de todas las cosas, sino los dioses, Dios
merece todo nuestro celo (VII, 803 c), pues
los hombres son solo titeres: “Representémo-
nos cada uno de los seres vivos que somos
como un titere fabricado por los dioses; si lo
hicieron por diversién o tuvieron un fin serio,
no lo podemos saber; sabemos, si, que nucstras
pasiones nos arrastran a manera de tendones
o cuerdas y, puesto que se oponen entre si, nos
conducen en sentido divergente a acciones
contrarias, sobre la linea de divisién entre cl
vicio y la virtud, Es necesario, declara el ra-
zonamiento, que cada uno obedezca siempre
a una sola de esas atracciones y que no la aban-
done en ninguna circunstancia, que resista a
la fuerza contraria; esta es la regla de oro,
el santo imperativo de la razén que se Hama la
ley comtin de la ciudad” (T, 644d).
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