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Car, David Tiempo, narativa e histora- 1a ed. - Ciudad Autonoma de Buenos Aires: Prometeo Libros, 2015. 250 p.; 21x15 em. “Taducido por: an Pablo Pardias ISBN 978.-987-574-697.-8 1. Filosofia dela Historia. 1. Pandas, Juan Pablo, trad. 1. Titulo cpp 901 Directora de coleccién: Veronica Toz2i (Cuidado de la edicion: Micaela Magni ‘Armado: Menica Dombrover Correccion: Emilia Carabjal First Midland Book Edition 1991- © 1986 by David Carr ~All rights reserved © De esta edicion, Prometeo Libros, 2015, Pringles 521 (C1183AE1), Buenos Aires, Argentina Tel. (54-11) 4862-6794 / Fax: (54-11) 4864-3297 ceditorial@treintadiez.com \wwweprometeoeditorial.com Hecho el depésito que marca la Ley 11.723 Prohibida su reproduceién total o parcial Derechos reservados Indice Agradecimientos. studio prelimi, por Veronica Tozzi Reconocimientos, Introdueeisn. |. La estructura temporal de la experiencia y la accion... 1. Dal tiempo real al tiempo resl humano. 2. La temporalidad de la experiencia, 3. La temporalidad de Ia accion, 4. EI elemento melodica del tiempo, 1, Temporalidad y estructura narrativa ul 1. Confignracién y estructura narrativa 2. Experiencia y acciones complejas y prolongadas 3. Narrativa, narrador y auclencia 4. Algunas opiniones coincidentes y algunas aclaraciones EL yo y la coherencia de la vida. 1. Cohereneia y estructura narrativa. 2. Auto-autorfa y autenticidad: una controversia 3. Resolver la disputa sobre la autenticidad 4, Ser en el tiempo. I Temporalidad e historicidad 1. El problema 2. Husserl y Heidegger acerca de la Geschiclicheit 3. Historicidad y narrativa, 4. Un nuevo problema, David Care Asi pues, queda claro que la nocion hegeliana de comunidad pretende ser aplcada alos pueblos y estados naciones de la historia europea. Fsto plantea dos preguntas: 1. {Se aplica genuinamente a estos? Es decir, zfuncionan realmente como comunidades nel sentido de Hegel (y nuestro)? Y entonces, gnos ayuda a comprenderlas? y 2. ;Se aplica solamente a esos pueblos? Es decir, es aplicable a grupos de otto tipo, que existan en su interior, y que quizi no respeten las lineas establcidas por nuestra nocién estindar de la historia? Esta es al vez otra forma de plantearnos una pregunta, que surge a menudo en el estudio Hegel: json sus conceptos aplicables fuera del ‘marco de uns concepeidn cerrada de la historia mundial, que ha sido suplantada por acontecimientes? 3. gs posible que nuestra nociin de comunidad sea no solo demasiado esquem- tia y abstracta, sino tambien un tanto idealizada? Siguiendo a Hegel, hemos hecho hincapie en el papel de los canflictos y en el potencal de conflict, pero hemos dicho ‘que surge Ia comunidad cuando se supera ese conflict. Pero, ino existen, de hecho, muchas comunidades en las que el conflicto persist, y es en si mismo constitutive de la dentidad del grupo? {No es cierto que las comunidades se caracterizan a menudo, no solo por un snico relato acerca de sus origenes, su unidad y sus taeas, on las que todes estan de acuerdo, sino tambien por relatos rvales y conflicivos? (Otro modo en el que nuestra consideracion puede estar siendo demasiado ideal- zada, nuevamente quiza por inluencia de Hegel, radica en el hecho de sugeric que tuna comunidad existe por la asociacin consciente y voluntaria de individuos inde- pendientes. No existen grupos significaivo en el mundo social en toda su extensién, signlicatvos para la historia, e importantes para nosotros como individuos, dentro de Jos que simplemente crecemos, © los que pertenecemos sin siquera haberto elegido explicitamente? “Todas estas son preguntas que solo pueden abordarse a partir de una elaboracion ‘mucho més conereta y detallada de nuestra propuesta. Esa esta tarea a la que nos alboearemos en nuestro capitulo final ‘ive Taurus, 1987], que puede ser wea como un telancamlenio de la alecica dl veconocimientoy la reconeladio, Al empo que rechar la “Hosta del denidad” como postua tric, Vabermas, no ‘bata, proyecta una exferapemanentemente anphundose de consenso en ima intania iver ae Finalmente se fasona con ls condiciones de la comunicacion misma. Aunque ve a Ts comunidades tears con ss indo dea ida, como una dels condciones dea comunicuién (ondicanes que {neste caso pden trscendere), Habermas dscuia, en ml opinion, papel de lacomuaicacicn yen prsticular de la consruceiinnarraiva~ en la constituion dels comunidades. 192 VI. Tiempo, narrativa e historia 1. Individuo y comunidad en concierto En el capitulo anterior comenzamos a elaborar una teoria de la existencia la temporalidad sociales centrada en los grupos. Hemos propuesto ejemplos de expe- riencia, accién y vida, cuyo sujeto no sel individuo, sino el grupo social, y defendi- amos la idea de que la estructura narratva de estos fenomenos, asociada antes a expe- rencis individuals, puede ser proyectada al plano social. Con ayuda de Hegel, con- ‘eebimos una forma de asociacién en la que se forma un sujeto grupal genuino, pero sin sumergir o anular la pluralidad de los individuos que lo componen. Fue, sin embargo, principalmente en relacidn con este tltimo punto, que se plan- tearon ciertas preguntas que deben ser contestadas, sila concepeisn propuesta preten- de mostrarsefructifera en forma concreta. Dirigiéndonos a esas preguntas, seremos capaces de mostrar nuestra teoria de modo mas comprensible, y librarla de cierta abstraccién que prevaleci6 hasta el momento. En particular, queremos demostrar que puede aplicarse a grupos reales en nuestro mundo social, om el fin de echar lnz sobre su temporalidad. A su vez, esto nos permitird volver al tema del tiempo historico, y extracr algunas conclusiones para una comprensién pre-tedrica de la historia, De distintas maneras, cada una de las preguntas planteadas al final del capitulo anterior tiene que ver con la relacidn entre el individuo y el grupo. Con el fin de evitar 1a abstraccicn de considerar al grupo simplemente como "gran sujeto, nos €> necess- rio volver a la experiencia individual, e interogarla en relacién con conceptos tales como la participacion y la membresia, Hay que sefalar, en primer lugar, que es eviden- temente abstracto hablar simplemente del individuo como miembro de la comunidad 6 del grupo, para luego tratar de identificar a este ultimo, con alguna formacicn social o cultural particular, como "un pueblo' o "un estado." Claramente, como individuos, nos consideramos miembros de diferentes tipos de grupos. 4 fin dle comprender ade ccuadamente la naturaleza de ls memabresfa 0 pattcipacion, es mejor comenzar con derando los diferentes tipos de grupos con Tos cuales nos idemilicamos. En [a instancia mas estrecha y mis cercana de los grupos sociales, nos identifea- mos con nuestra familias. Se puede subestimar el sentido de pertenencia a la familia {que tenemos de mifos, siguiendo nuestra diseusion de Hegel, ¢ incluso también ta relacién entre padres e hijos. Pero de adultos, contraemos matrimonio, y poslemos ast crear o unimos a una fanilia mayor o extendida. Al identificamos con esta, podemos 163 Did Care diferencia a nuestra’ familia de las demas. Las familias han tendo siempre maltiples funciones: son unidades econémicas, brindan apoyo afectivo y proteccin a sus miem- ‘bros, pueden poseer 0 controlar la propiedad ¢ intervenir en el comercio, etc. Ast es aque ss miembros postulan alas Familias como un sujeto nsotres, ene sentido de que se tata de sujetos continuados de experiencias comunes, y agentes de proyectos com runes, ineluido el de su autoconservacin. En muchos casos, la identidad de la fami- lia extendida surge @ partir de una fundacion identifcable, como un importante max tvimonio de "undadores Por lo general, las familias involucran una gran proximidad, y una frecuente aso- ciacion directa entre sus miembros. Lo mismo es cierto en el caso de lnboresrealizadas por grupos o actividades de esparcimiento organizadas grupalmente. Cualquiera de {tos casos, sin embargo, puede extenderse del mismo modo en que algunas falas se extienden. Es decir, involucran la partcipacion de miemibros que no tenen entre st ringin contacto directo, o tienen un contaeto directo muy escaso © muy poco fe= cuente, No obstante, el nosotas se extiende por parte de cada participant a todos los ‘tres, conacidos o desconocidos. Las empresas, las universidades, los sindicatos, las asociaciones profesionales y todas las entidades similares tienen esta misma caractrts- tica Esto tambien sucede claramente en comunidades religiosa, potas y culturales ris extensas, de las que nos consideramos miembros. Todos sabemios, por supuesto, que ser miembro de estos grupos, mis pequefios 0 rns extensos, es una caraterstica importante en Ia vida del indivduo Pero las discu- somes acerca de la experiencia y la accion suelen centrarse en el individuo aislado, Lo {que se pasa por alto, es que gran parte dela experiencia que tengo como individuo, y de las acciones que tealizo, no son simplemente mias,y por su misma naturales no pueden serlo, ya que mi propia accion o experiencia es solo una parte funcional y dependiente de un fendmeno mas amplio, cayo sujeto genuino es el grupo. Es deci, aque para el indviduo, mucho de lo que pasa en ef mundo social, son acciones sufrimientos de grapos, no como espectaculo externo que se representa ante los ojos del individuo, sino en funcién de su participacion [No debe pensarse que estos grupos, desde los mas intimos que nos rodean en forma inmediata, hasta los ms amplios y Yemotos, encajan sencillamente uno dentro del ciro, en algo asi como una serie de cirulos concéntricos. Los grupos se entrecruzan entre s,y la paticipacion en uno de ellos, puede no ser compatible con la participa cin en otto. La familia puede entrar en confico con la profesion, la clase social con el pais, la religin con el deber etvie, etc, por mencionar solo los confictos de esa indole més evidentes. También es cierto que tampoco participamos o pertenecemos a «estos grupos con el mismo grado de pereatacién. Aunque nos limitams aqut los ‘grupos a los que pertenecen los inivcuos en forma conscente, la conciencia de perte- hecer a un grupo puede ser mas fuerte o mas debi, y puede fluctuar de acuerdo con Gireunstancias cambiantes. La fortaleza de muestra identficacion tampoco est en fun cin de lacercana,intimidad, o del tamano del grupo. Una persona puede conside- arse por encima de todo, un Pérez, 0 por encima de todo, tabajador, cientiico, portugués o judio, Los individuos pueden o no, verse obligados a ponderar la fuerza de sus lealtades, y muchos jamés se ven obligados a decidir dénde ubicar su Tealtad. Pero esta claro que muchos de los confitos morales, y de ls dilemas que enfrentan ‘Teenpo, maravae her los individuos, tienen su origen en el sentido individual de pertenecer simulténea- mente a diferentes grupos. Dada la diversidad de los grupos con los que la mayoria de las personas est invo- lucrada, debemos explorar més a fondo la naturaleza de la identificacidn y la partie pacidn del individuo en cualquiera de elles. En nuestra opinion, los miembros plan- tean al grupo como sujeto de experiencias y acciones, en virtud de una consideracion narrativa que enlaza distntasfases y elementos en un relato coherente. Pero, zde dén- de proviene esta consideracion, y edmo funciona? En el easo del individuo, hemos hablado de la narracion implicta o explicita de un relato, que cumple ls funcion practica de unifcar una accion o experiencia. Cuando nosotros actuamos, tiene sen- tido decir que nos contamos un relato @ nosotros mismos? sen este punto en el que Ia diversifcacion de funciones, ya senalada en el caso de la accion comunitaria, se convierte en una caracterstica de la estructura narrativa de los grupos y de su existencia comunitaria. Fn nuestra opinidn, esta existencia reque- riria que los miembros del grupo compartieran un *relato* [story], de modo tal que su formulacion y eventual reformalacién fuera constitutivo del grupo y de sus empresas ‘communes, Pero un relato ast puede ser narrado par uno © varies individuos en nombre de nosotres, usando, de hecho, el nosotros no solo como sujeto de la accién y la expe- riencia, sino también como sujeto de la narracién, Esa es la funcidn social de los lideres y los portavoces. La suya es la rtérica que une al grupo, y expresa de qué trata ‘ese grupo, de donde proviene y hacia dénde va, Fstos lideres pueden surgir espont. reamente, 0 puede que su funcién se elabore institucionalmente, pero su papel es el mismo: el de provocar la Besinnung coleetiva del grupo acerea de Su propia naturaleza yy actividad ‘Aqui puede ser ill distneién que hacen los tedricos literatios entre el autor y el autor implicito Fl lider politico religioso invariablemente supone hablar en nom- bre de la comunidad, no en el suyo propio. Elo ella cuentan el relato, pero es "nues- trot relato el que se cuenta, Tal ha sido la practica de los oradores politicos, desde Pericles y Ciceron hasta Abraham Lincoln. "Hace ochenta y siete aos, nuestros padres hicieron nacer en este continente una nueva nacién*, dice Lincoln en su discurso de Genrysburg en 1863. "Ahora estamos inmersos en una gran guerra civil que pone a prueba siesta nacién...puede perdurar en el tiempo." Asi es que da cuenta del senti do de una accidn colectva, ubieéndola en una narracién con un pasado yun fururo: tun mito fundacional o de origen, un vistazo hacia el futuro en peligro por una crisis actual o por un punto de inflexién, ete. lo lango del discurso, no es Lincoln quien habla, sino nosotros quienes nos hablames: a nasatrs mismo. Pero un relato tal debe compartitse para que sea constitutivo de la existeneia y la actividad de un grupo. Otros partcipantes pueden no relatar la historia, pero eben creerla 0 acepiarla como relato genuino de lo que el grupo es y de lo que hace. Es ast 2 aa dlanton fue ied por W ooh, The Rhetoric of Psion, pia. 70-7; yelaborda en forma tstractaaista por G. Genet, “Fronines di nit", Communication (1986) y S. Chatman, Soy ond Discourse, pigs. 146158, 165, avid Carr «que en la relacion entre la formulacion y Ia comunicacién, por un lado, y la recepcion ‘© aceptacin de una consideracion narrativa, por el oto, el grupo logra una especie de sutopercatacion reflexiva como “sujeto", analoga a la que encontramos en el indivi- uo, Como en el caso de ls individues, en el grupo, cuanto mas complejas y amplas sean las empresas, mayor es la necesidad de realizar un inventario © Besinnung, que puede requerir una revisén de Ia narrativa con el fin de responder a las eambiantes cireunstancias ‘Aqut puede volver a planteatse la objecion de que muestra consideracin idealiza Ja cohesién de los grupos, ya que precsamente en el punto donde aparece la necesi- dad de una Besinnung colectiva, se presentan con frecuencia consideraciones rivals. {No consiste acaso gran parte de la actividad comunitara en todos los ives, desde el Inds pequenio y mis intimo, hasta nuestros enorme esiados-nacién moderos, en el choque de relatos historicos incompatibles, en uma batalla sabre qué relato acerca de quienes somos y adénde vamos, ha de ser aceptado? No hay dhdas de que gran parce de la retorica comnunitaria que se dirige a un grupo en tanto nosotros es mas bien supuesta 0 persuasiva, antes que expresiva de tuna autén- tica unidad y un sentido aceptado de actividad comunitara, En algunos e2s0s, dicho relato intenta crear una comunidad donde no habia ninguna. La emergencia del mo- vimiento socialista en el siglo XIX y sus apelaciones en forma de paniletos como el ‘Marifisto Comunista intentaban, en efecto, transformar un grupo supuestamente obje- tivo (el proletariado), en una comunidad. Ya mencionamos el uso del nosctos en la Fenomenalgia de Hegel, y sugerimos que apelaba a sus contemporénens en pos de formar na comunidad basada en cierta pereatacién de su pasado histrico, En un sentido, el uso del nosotros en Hegel no es diferente al uso del témino que hace un autor al escribir un libro, incluido el presente, El autor imagina valerosa y esperanzadamente una comunidad de letores, cada uno de ellos con una mente clara y sagaz, como la del propio autor, que conjuntamente se encaminan a la tarea de Investgaralgin problema, por ejemplo la relacion entre el tiempo, la narrativa y la historia. El autor abre el camino, a veces (por ejemplo, al principio de cad capitulo) recordando a sus letores lo que ya "hemos" logrado,y lo que aun testa por hace, Et autor imagina a sus letores asiniendo con frmeza en cada giro del argumento. Sin embargo, quiza no sean necesariamente oyentes docile; quizd ocasionalmente alguno de estos planer uma objeci6n, que el autor esmeradamente echard por tierra, y que casualmente, le faclite la taea de pasar al siguiente punto, y seguir avanzando en la Investigacion hasta su finalizacion iuelga decir que la existencia de esta comunidad imaginada puede estar entera- mente confinada a la mente del autor Incuso alguien que haya leido su libro, puede haber rechazado todo su planteo ya en el segundo capitulo, y al seguir eyendo, puede haber estado solamente afilando el lpiz y preparando el ataque. La comunidad hege- liana, tambign, e incluso las de Mare y Engels, pueden no haberse formalo munca del ‘modo previsto por sus supuestos lideres, y pueden ast conservar nicamente el status dle un ideal [La misma retorca persuasiva puede emplearse también en casos en los que ya exists una comunidad relaivamente cohesionada, pero en la que haya versiones 1a- les acerca de To que se deberia hacer Es como si se legara aun acuerdo sobre toda la 166, Tiempo, naratva ¢ hora historia hasta ahora, pero emerge una controversia sobre emo ha de eontinuar. En tanto exista un acuerdo tacto entre las partes en tomo a que los miembros se rlieran entre s como miembros de una comunidad, debe exist algun tipo de rato coms, al ‘menos en lo que respecta al pasado. Sin embargo, puede surgir un desacuerdo en canto a la forma de interpretar el pasado. Los estadounidenses,cuya reorica politica supone una historia compara y apela 2 menu a un acto fundacional cuast—miti- 0 por parte de sus "padres fandadores", presentan, sin embargo, profundas disere- pancias acerea de la naturaleza de los principis involucrados en esa fundacion: acer ca de a relacion entre iglesia y estado, el equilibri de derechos y obligaciones, ete. De modo mis general, al menos en muchos paises occidentales, se distingue alos “conser. vadores" de ls 'progresistas, por el tipo de naracion que relatan acerca dela talidad de Ia historia de Su pas: sea esta la aplicacion tavarable de les prineipios primigentos ‘nmutables,o bien un progreso hacia una meta no aleanzada, sino solo concebida en su fundacion, Ast es que estas diferencias atanen no solo al presente y al futuro, sino también al pasado y, de hecho, a todo el relato que abarca a las tres dimensiones temporales Estas pueden ser versiones rivals del mismo relato, pero también pueden ser el ‘punto de partida de facciones tan tajantemente divididas, que amenacen la existencia unificada de la comunidad de la cual surgen. Las comunidades de todos los tamafios yy duraciones pueden desintegrarse, y su exsteneia puede ser fry Mota por largo tiempo al bore de la fragmnentacin. Los movimientos separatistas formados por mic noriasreligiososy linguistics, que han amenazado la imegridad de muchos estados~ nacién modermos en los tltimos tiempos, son ejemplos de ello. Los individuos se identfcan a si mismos como vascos 0 corsos, quebequenses kurdes, y no como miembros del grupo “oficial” al que supuestamente pertenecen; y ast, se Suseriben a tun relato acerca de su comunidad, normalmente relacionado con la represen. surida a manos de otros. Se trata de una consideracion que difere de la vesién oficial de status de grupo minaritario dentro de un estado mayor. Estas consideraciones evidencian, como hemes sefalado antes, la importancia de ta oposicion en el proceso de formacion y conservacion de les grupos. Hegel ha pro- puesto que la independencia ¢ integridad del individuo se ganan en una lucha con ‘tes, al menos inicialmente, Ya hemos senalado que una amenaza externa puede a ‘menudo constiuitse en laexperieneia comin que fusione un grupo en una comuni- dad: los individuos reconocen que es camo grupo, y no solo como individuos, que se encuentran amenazads, La amenaza de extincién de un grupo, y su organizacion en una fuerza activa que contrarteste Ia amena2a, aparece de modo significativa en el relato que una comunidad se daa si misma acerca de sus propios origenes o fundacio- nes, y en algunos casos, desu razon de ser. Este tipo de consideracion es un relat de copresicn o explotacion,y liberacion, cle triunfo sobre la adversidad, etc. Normalmente el relato se cuenta desde la mtad,y se convierteen un euento de suspenso: Ia amenaza se mamtiene, demas todavia sucumbir a ella, a menos que unicos nos levantemos, la derrotemos de una vez por todas y para siempre. La quintaesencia de lanarratva, la crisis © punto de inflexin, es la materia prima de la vida comunitaria, La dialética egeliana de la dependencia y la independencia se replica ast en Tes niveles més altos. Las comunidades se forman cuando los individuos se reeanocen 167 David Cae ‘mutuamente, Pero como comunidad estamos opuestos a otro grupo, cuya amenaza pudo haber ocasionado nuestro reconocimiento mutuo. Puede surgir una lucha a muerte en la que los grupos traten de aniquilarse entre si, 0 bien pueden buscar dominacidn y esclavitud. O, nuevamente, puede tener lugar un reconocimiento mutuo entre los grupos. Es el reconocimiento mutuo a este nivel el que est en cuestion en nuestros grandes estados modemos, compuestos por numerosos grupos religiosos, culturales y de otra indole, y que a estos estados tanto les cuesta lograr. ‘Requieren las comunidades de una oposicion externa para sobrevivit? La historia parece sugerir que si, Si esta es cierto la proyeccion de Hegel de una gran reconcilia- cion entre fuerzas historicas opuestas, deberia tener pocas posibilidades de éxito. He- ‘mos interpretado su Fenomenclogia considerando que intenta, en un nivel por lo me- nos, constituir una comunidad, relatando una narracién convincente sobre su origen y/su destino, y en ese mismo sentido, podemos considerar a su mds imponente filoso- fia de la historia. En este altimo caso, no es tanto el espiritu de la Europa moderna, sino el espiritu de la humanidad como tal, el que esta tratando de forjar. Desde este punto de vista, la flla de su filosofia de la historia no es teérica, sino prictica; deberia entenderse no como una ciencia, sino como una especie de retorica de la politica ‘mundial, y su problema no es que realice predicciones falsas 0 alirmaciones inverosi- rile acerca del fin de la historia, sino que no es capaz de constituir una comunidad de la humanidad, contindonos un relato convincente acerca de esta, ¥ el problema no puede ser simplemente el hecho de que las obras de Hegel carezcan de atractivo popu- Jar. La humanidad como tal, parece ser un grupo con el que la mayorta de las personas, les cuesia idemtificarse. Hegel queria evitar el salto impreciso de lo individual, directa- ‘mente al "Gran Sujeto", insistiendo en el papel intermediario de las comunidades sociales y de otro tipo. Pero sin embargo, deseaba arribar a ese Gran Sujeto. La cues- tion, entonees, es si la naturaleza de la comunidad no es tal que siempre deba perma- nnecer plural, es decit, si las comunidades no se constituyen y deinen siempre en oposi- ion entre st. Aparentemente Hegel creia en lo que negamos anteriormente, es decir, en el hecho de que los grupos sociales encajan uno dentro de otro, como en una serie de circulos ‘concéntricos, cada uno de los cuales consttuye la verdad de los que estén dentro. A. ppesar de su insistencia en cuestiones concretas y en el conllicto, Hegel eta un filésofo, ‘de la identidad. En su filosoffa madura parecia pensar que el estado podria abarcar todos los niveles inferiores de espirtu (la familia y la sociedad civil), y ser el vehfculo para expresar la religion y el pensamiento de lo Absoluto. En nuestra opinion, no hay ddudas de que el espiritu en el sentido de Hegel, existe en el mundo social, pero existe de muchas formas, y parece haber poca esperanza de que esas formas converjan algun dia. Enesta seccién hemes tratado de abordar los diferentes sentidos en los que nuestra explicacion del sujeto social fuera demasiado esquematica y abstracta, Persiste la obje- cion de que nuestra representacion de la relacién del individuo con el grupo sea demasiado voluntarista 0 contractuslista, Hemos hablado del refato de una comnuni- dad, “aceptado" por sus miembros, y al apoyarnos en Hegel, podemos haber puesto demasiado énfasis en la independencia o autonomia (Selbstandighei), y en la autocon- ciencia de los individuos involucrados. ;No es cierto que algunos de los grupos mis ‘importantes a los que pertenecemos, tales como las comunidades culturales 0 religio- 168 “Tiempo, aria « ions sas, nos preceden por mucho en su existencia y continuidad, y que somos miembros desde el momento de nuestro nacimiento, por el lugar, el momento y las eircunstan- cias en que nacimos? Pero esto implica pasar por alto la distincién hecha anteriormente entre a mem- bresia objetiva y la membresia por pamticipacién. Fs cierto que uno nace dentro de ciemtas comunidades. Pero parte del proceso de crecimiento implica reconocer estoy, luego, aceptar 0 rechazar la aflacion. Estos procesos de *ratificacion* (o su opuesto) zo necesitan darse todos juntos, como parte de una decision consciente, Pueden de- sarrollarse muy gradualmente, mediante un lento cambio de acitud, y a través de una serie de acciones y decisiones que en principio parecen no tener nada que ver con la pertenencia a un grupo, pero que en retrospectiva establecen ciera distancia con el ‘grupo en cuestion. Poco a poco vamos tomando conciencia de a cuales grupos comsi- deramos pertenecer, y a eudles no. Esto no implica negar que los origenes Yobjetivos' o la membresia objetiva a un ‘grupo influye o caracteriza nuestra conducta. Un eatélico irlandés puede seguir pen: sando y actuando como catslico irlandés mucho después de dejar la iglesia y declarat- se ateo, incluso aunque lo niegue vehementemente. Y un miembro del *lumapenprole- tariado" puede pensar y actuar como alguien de este grupo, aunque no tenga idea de pertenencia, y ni siquiera haya oido hablar del érmino. Asi es que uno puede perte- recer objetivamente a un grupo, y no saberlo no admitirlo. O uno puede saberlo, pero considerarlo irrelevante,o incluso rechazarlo. Por supuesto, no estamos negando ‘que ciertos grupes compuestos de este modo puedan desempefar un papel importan- te en la sociedad y en la historia, pero no los caracterizartamos en términos subjetivos. Solo los grupos que se distinguen por la participacigm activa y consciente de sus miem- bros ealifican como sujetos nosotros, en el sentido que le hemos dado al térmaino, y esto es precisamente debido a que son asi caracterizados por sus miembros. Esto puede parecer excesivamente audaz, o bien cutiosamente vacilante desde un punto de vista ontolégico, dependiendo de cémo se entienda. Estamos dlciendo que el sujeto nosotros existe en tanto los individuos asuman que exist, y atten en conse- ‘cuencia, ,Signifca esto que existe porque algunas personas ast lo creen y/o porque scitan como si exstiera? Seguramente, pensar en algo y hacer como si existira no es nunca suficiente para hacer que exista, ;Decimos entonces que solo existe "en las rmentes" de los partcipantes, y que no tiene entonces existencia objetiva alguna? La existencia e identidad de un sujeto grupal parecer ser nada mas que una serie de proyecciones superpuestas, realizadas desde puntos de vista diferentes pero coin- cidentes, los de las personas involucradas. Puede que ast sea, pero podemos decir lo mismo precisamente de las personas y de su existencia ¢ identidad. Dijimes, de hecho, algo asten el capitulo Ul. El yo es la unidad de una serie de proyecciones solapantes de diferentes puntos de vista tempo- rales. Es una narracion en elaboracién que en algunos casos se deshace por falta de cohereneia. En este sentido, la identidad y la existencia de los grupos no son ni més ni menos estables que las de los individuos, sta es otra forma en la que grupos e individuos pueden considerarse andlogos. Sin embargo, no debemos olvidar que los grupos contenen individuos, que asimismo pue- den ser andlogos a ellos. Lo que hemes dicho acerca de los grupos en este y en los 169 avid care capitulos previos, nos permite agregar algunas observaciones importantes a muestto debate acerca del individuo en los capitulos que van del I IIL. Hemos notado la nhatualeza cuast intersubjetiva de la estructura narrativa de Ia accion, la experiencia y la vida; los relatos involueran un personaje y una audiencia a la que se le cuenta la historia, Como siempre estamos en relacién con otras personas, nunca queda claro si las historias que conforman nuestra vida, nos las contamos fundamentalmente a n0s0- tros mismos, 0 a otros. Ambos estamos implicados en diferente medida En este y en el capitulo anterior, hemes insistdo en la importancia que tiene para el individuo el pertenecer a grupos, ¢ identficarse con ellos. Esto conlleva dos impli- cancias para nuestra nocién de la coherencia de la vida: una es que una parte impor- tante dela reflexion del indviduo sobre esa coherencia, se refiee a cuestiones acerca de a que grupos decide pertenecer,cudleseligerechazar, etc, ls otra, es que la respuesta a estas preguntas determina en gran medida la audiencia a la que se dirige, implicita 0 cxplicitamente, al componer la narzativa de la propia vida. La vida supone, en pala- bras de Goffman, una *presentacién® de uno mismo ante los otros; pero es siempre frente a un grupo selecto de personas que yo, como individu, siento la necesidad real de explicarme y justficarme. Fsos son precisamente con quienes estoy en una relaciétt ‘de mutuo reconocimiento, y con quienes, por tanto, formo un grupo. Pero esto funciona de diversas maneras. Ya sefalamos anteriormente que, como individuo, pertenezco simultaneamente a diferentes grupos. Es como miembro de la familia que me *presento* a mi familia, como un ciudadano, a mis conciudadanos, ‘etc. Los grupos a los que pertenezco proporcionan diferentes contextos de justfca- ‘ion y de explicacion narrativa, diferentes expectaivas sobre los cursos de accién que debo seguir y las acttudes que puedo adoptar. Los grupos que han existido desde mucho antes de que aparezca, tienen ya sus roles insitucionalizados © acordados, y ri membresia en el grupo implica una aceptacién de esas funciones. Macintyre tiene raz6n al afimar que “nos encontramos" con esos roles™, pero deberia haber dicho simplemente, que ya estamos en estos roles, y en los grupos de los cuales derivan, desde el inicio de nuestras vides, Es precisamente cuando "nos encontramos! en ellos, 1 decir, no solo cuando estamos en ellos, sino cuando nos damos cuenta de que lo «estamos, que se nos plantea la cuestion de muestra adhesion. A partir de ese momento, clegimos de forma explicita o implicta. Es cierto que nuestra conducta esti determi- nnada por los roles y los estandares de la comunidad o las comunidades a las que pertenecemos. Pero como individuos, somos en definitiva responsables de nuestra pertenencia. A qué grupo o grupos pertenezco como individuo es parte del problema de coherencia con el que debo lidar en el curso de la vida. Estas som, pues, algunas de las formas en que la descripeién de las comunidades refleja nuestra descrpcion ante- rior de la existeneia individual. Las implicancias de todo esto en la teoria de las commu ridades, a su vez, es que explica el sentido en que las comunidades se componen en definitiva de individuos que, de modo mas © menos explicto, eligen pertenecer & estas, y son conscientes de ello 5 Ene paulo UN, pig. 38 170 Tempo, marae «iors 2. Narrativa comunitaria y tiempo historico Intentemos resumir lo que hemos venido diciendo en la secci6n anterior para Iue- {g0 voleamos a algunas de sus implicancias para la historia. Cualquiera sea su tamafio © grado de complejidad, en una comunidad existe una narracién de un nosotros eon ‘existencia continua, a partir de sus experiencias y actividades. Cuando decimos que esta narracin "existe, queremos dei que se aricula 0 form, tal vez solo por uno ‘© algunos de los miembros del grupo, en términos del nosotros, y que es aceptada 0 suscripta por los demas miembros. Es su aceptacion la que los hace miembros, la que constituye el reconocimiento de los otros como compatieros, y determina su participa- cidn en la accion, la experiencia y la vida de la comunidad, Ser participante o miem- bro en este sentido, y plantear un nosotres como sujeto grupal del relato comunitaro, es en realidad la misma cosa En este sentido, una comunidad esta en constante proceso, tal como lo ests el individuo, de componer y recomponer su propia autobiograia. Al igual que la auto- Diografia de un individuo, tal narracién busca ser la estructura unificadora de una secuencia de experiencias y acciones. La historia de vida del individuo se da entre su nacimiento y su muerte, como limites de inicio y de fin. También la mayoria de las comunidades traza un origen o fundacién; hemios hablado de los "Tundadores* de familias y de naciones, y en este sentido, se pueden encontrar ejentplos diversos, desde la creacion divina de comunidades religiosas hasta las reuniones organizativas de los lubes locales mas humildes. Cada comunidad se enfrenta a la constante posi- bilidad de su propia "muerte"; en caso de no verse amenazada por un peligro de destruccion desde fuera, debe lidiar eon sus propias tendencies eentrifugas hacia la disolucion o fragmemtacién desde dentro mismo. Como hemos dicho antes, indepen: dientemente de que tipo de grupo se trate, este debe velar por su autoconservacion. La muerte potencial de una comunidad, ast como la muerte de un individu, es general mente una eventualidad con fecha incierta, Puede que no se viva ni prevea eon el mismo grado de inevitabilidad que Ia muerte de un individuo, pero la sensacion de finitud y de fragilidad es parte de la existeneia de toda comunidad, porque esta de- pendle de las acttudes e intereses de los individuos que la componen. Ya hemos comentado que es, al menos en parte, como respuesta al problema de la stutoconservacién que cobran importancia los convenies, las constituciones, las leyes y la estructura jerdrquica. Como a menudo se ha observado, ninguna comunidad se establece a raiz de estos acuerdos; al contrario, la comunidad debe existir antes de que se estable2can, Pero st pueden jugar un papel importante en la continuidad, siempre aque sean aceptados como los canales para la existenciay Ta actividad colectivas, Son estos acuerdos institucionales los que pueden liberar a la comunidad de su dependencia de determinados lideres. Es evidente que los individuos son a veces, fuente y dnico garante de la existencia de una comunidad. Como portavoz y agente, el lider encara la subjetividad del grupo hablando (con el "nosotros mayestitico") y actuando en su nombre. Las aeciones, experiencias ¢ incluso los pensamientos de esta persona, mientras esté actuando ‘oficialmente*, ya no son solo de un individuo, sino que se rasladan a escalacormunitaria. Pero lo mismo puede decirse de la muerte de ese Individuo, que puede ser al mismo tiempo la muerte de la comunidad. La primera m avid Carr crisis de muchas comunidades se plantea en tomo a como sobrevivir la muerte de sa fundador o fundadores. Las saluciones incluyen una sucesién aposilics el estableci- miento de una dinastia, un acuerdo sobre los arreglos constitucionsles para la transfe- rencia del poder, ete Es as{ que, al igual que un individuo, la comunidad tiene en todo momento un sentido de sus origenes ¥ de las perspectivas de su propia muerte, cuando busca arti- cular su propia coherencia interna y su integridad a lo largo del tiempo. Tal articula- cidn involuera una interaccién de formulacion y aceptacion por parte de los partici- pantes. También puede adoptar la forma de una especie de negociacion entre sus ‘miembros, o incluso entre las partes que defienden diferentes versiones del relato del ‘grupo. Determinados cambios en la eircunstancias externas, o crisis internas pueden ser la ocasion para una especie de Besinnung colectva que les recuerde a los part pantes su pasado; se formulan o reformulan problemas actualesy proyectos, y se orientan hacia el futuro. Esta descripcién de Ia existencia social nos permite ahora formular una concep- cin del tiempo histérico y del pasado histrico, que se corresponde con lo que hemos estado buscando en esta investigacién. Esta revela una temporalidad pre-temética y por consiguiente, un pasado pre-temético, que se refleren especticamente a lo social, y no meramente al individuo. ‘A fin de llegar a esta concepcién de la temporaidad, retomaremos inicialmente la primera petsona del singular. Como ser social, mi propia identidad surge, en parte, en funcion de los grupos con los que me identifco, y que constituyen comunidades de individuos que se reconocen mutuamente. Como hemos visto, estos grupos pueden tener diferente importancia para mi, y mi pertenencia a mas de uno puede serme una fuente de conflict. Cuestiones de identificacion, adhesin, rechazo, partcipacion, conflicto entre lealtades, etc, som parte de mi historia de vida; iguran implicit, pero signficarivamente en la autobiografia que constantemente compongo y recompongo, ¥ donde esta en cuestion la coherencia del pasado, el presente y el futuro personales, Soy yo el héroe de esta historia, yo soy el sujeto de las acciones y experiencias extendi- das a lo largo del tiempo. Soy yo quien se consttuye en la unidad de la narracién que conforman, cuando me la cuento a mi mismo. Pero mi adhesion a una comunidad me insert en una temporalidad diferente, con un sujeto diferente (Si ahora me desplazo ala primera persona del phural, es preci- so sefalar que no estoy uilzando el "nosotros con el que yo, como autor de No, me dirijo alos lectores de este libro, sino al "nosotros" que los miembros de una comuni- dd usarian entre sf.) Ahora, son nuestras acciones y experiencias las que se extienden enl tiempo. La experiencia que estamos teniendo, la accion en la que estamos inter- 35a mere del fondador iain puede ser el eaulleador, el vilento staque que desde fuera 0 desde denio fisione alk comunidad, ease R. Girard, La Vee ee sce (Pars: Graset, 1972), donde se ‘etoman temas ya tratadosenellisico de James G Frazer, The olden Bough: A Salon Magic and Religion, 3rd. (Nueva Yoke St Manns Press, 1966), La accion de diferentes temportidades es promovida por Claude Lévi-Strauss en The Savage Mind (Chicago: Unsersty of Chicago Press, 1866), pg 260. m ‘Tempo, sara «itor ses, es la configuracién temporal de la que la fase actual es una parte dependiente. En todo momento nos encontramos en cierto "ugar" en la vida de nuestra comunidad, y desde ese haga, las perspectivas de futuro y los antecedentes lbackgrounds| del pasado, Lei Strauss, p. 234. 185 avid Carr Desde all, estamos a un paso de considerar que la concepcién aproplada del tiempo y los acontecimientos, es aquella que acepra el cambio, la diferencia y el desarrollo, en vvez de rehuirles. Frederick Olafson sugiere que, al considerar las sociedades como las ‘que describe Lévi-Strauss, podriamos usar la terminologia de Heidegger, y decir que en estas, la "hisoricidad esta presente de modo "deficente® o "inauténtico.""* Olafson es renuente a aceptar esta conclusion, pero umo sf puede ficilmente imagi- har a Heidegger defendiéndola, Cualquier negativa a hacer frente a la finitud del tiempo, cualquier intento de huir hacia lo atemporal o eterno, se enfrenta, sin dudas, a la nocion heideggeriana de autenticidad. De este modo, el esquema conce>tual de las sociedades enteras, estariarelegado a la inautenticidad. Lévi-Strauss le reprocha a J. Sartre haber hecho algo muy parecido en su Critica de la razin diaectica. Sita ‘existencia historica es una caracterstca esencial de la naturaleza humana, como Sar- tre cree, {que le sucede a los *pueblos sin historia"? Lévi-Strauss eritica a Sartre por considerarlos a veces en términos puramente "biolgicos", y a veces como seres huma- nos, pero de un tipo claramente defciente2”® Notablemente, la discusién de Olafson sobre este tema, se da en el contesto de la comparacion de la atemporalidad de la conciencia animal, con la existencia humana narrativo-bistorica. Olafson llega ala conclusién de que para los "pueblos sin historia", la vision narrativa del tiempo esta "esperando su momento" para volverse operativa™* ‘Se desprende de esto un retrato harto conocido. Dicho sin vueltas, jst coloca a los ‘pueblos sin historia’ en un punto de la scala, entre los animales y los enteramente Ihumanos! ¥ esa claro que esta es una escala valoraiva, y no meramente descriptiva, Es una escala de est tipo la que ha dado lugar a que ciettas sociedades sean catalogadas de "primitivas, etiqueta que Lévi-Strauss, entre otros, ha rechazado con vehemencia, La version mas reciente de esta nocion valorativa, se sugiere en Tiempo y narracidn, de Paul Ricoeur. La *hipstesis bisica’ de Ricoeur es que "entre la actividad de narrar una historia y el caracter temporal de la existencia humana, existe una correlacign que rho es meramente accidental, sino...que presenta una forma transcultural de necesi- dad. Para decirlo de otro modo, el tempo se vuelve humana enla medida en que earticulaa través de un modo narrative." Pero, qué sucede si encontramos pueblos que no inter pretan su temporalidad a través de Ia actividad narrativa? Pareceria que, sexistiera un conflicto entre la *necesidad transcultural" de la forma narrativa y los "pueblos sin historia", esta se resolveriadiciendo que, de alguna manera, su tiempo no se ha vuelto plenamente humano, Se salva ast uno de excluit a estos pueblos de la humanidad, permitigndoles la posibilidad de volverse humanos. sta es, sin dudas, la expresién mis desearada posible de una conclusion que ni Ricoeur ni OlafSon, ni los demas, probablemente quisieran que se extrajera de su trabajo; expresa opiniones ya muy pasadas de moda, Sin embargo, es dificil evitar 2% Olalon, The Dect of Action, pig. 13, > LaviStse page 24019. 2 Olson, pig. 1 2 Reoea p85. 186 ‘Bempo, marae © historia extraer esta conclusion, a partir de lo que afirman. Algo muy profundamente arraiga- do en muestra forma de ver el mundo se expresa ocultamente en estos escritos. Por otra parte, la vision del mundo que se expresa aqui, es en st- misma una vision narrativo-historica. La eseala que va desde los animales, pasando por las sociedades *primitivas", hasta las sociedades historicas' de Occidente, no es meramente valorati- va, sino de desarrollo. Es esta misma concepeidn la que condujo a Hegel, en sts lecciones sobre la filosofia de la historia, a tratar a "China* y la "india* como precurso- 1s del mundo occidental, aunque hayan seguido existiendo hasta la actualidad. Aho- ra, las sociedades "primitivas’, que existen a lo largo del mundo se ven relegadas al pasado, por ser consideradas restos de una etapa anterior de la humanidad. Lo que es, de hecho, sincronico, se organiza en una escala diacronica. ¥ lo que es mas, esta ‘uma constituye una historia dramatic, el Bildurgsroman en el que el hombre oce\- dental representa la maciurez de la cvilizacion y la realzacion de todo lo humano. Lo que Ricoeur denomina *necesidad transcultural", resulta ser una necesidad histérica Mirdndolo de esta manera, es comprensible que la concepeién narrativa de la his- toria haya sido atacada por pensadores estructuralistas y post-estructuralisas, eonsi- deréndola una vision occidental parroquial y jactanciosa, con pretensiones de univer salidad, y que desprecia todo aquello que no se le adecua, La apelacién a la *historat es vista como el ultimo suspiro del "humanism, la idea de que el honibre es capaz de hacerse cargo de st mismo y de construr su propio destino.” Una version marxista del hhumanismo podria cuestionar la vision existencalista de que el individuo puede lo- ‘gar esto por st mismo; pero afirmaria que "el hombre" si lo puede lograr colectiva- mente, y que Ia histori es solo el relato actuado de ese logro. El término "humanis- mo", evidencia en st mismo la pretendida universalidad de esta doctrina Uno podria alirmar que tanto se desea esta universaidad, que se esta dispuesto a imponerla a quienes no la acepten. Una de las cosas que seguramente se pueden decir a favor de la "necesidad historica’ de la vision occidental, y esto va también a favor de Hegel, es que de hecho, estd dindose velozmente una occidentalizacin.del resto del planeta, y que las sociedades no historicas pocrian eventualmente quedar relegadas al ppasaclo. A menos que, por supuest, la critica desde dentro mistno de Occidente logre superar lo que puede considerarse eurocentrismo e imperialismo cultural, reempla- zndolo por otra cosa. Por desgraca, sabemos muy poco acerca de qué podria ser esa Estos argumentos en contra de la universlidad y de la "necesidad transcultral” de Ja concepcin narrativa del tiempo tal vez sean poco convineentes, y en algunos casos, tendenciosos. En cierto sentido, nunea pueden sernos plenamente convincentes, pues immplican admit Ia realidad de una manera de interpretar y vivir en el tiempo, que znos es completamente ajena. Pero al mismo tiempo, las eonsideraciones vertidas en Ves nvoduccn a The Acaccagy of Knowledge de M. Focal (Nea York: Harpe & Rove 1972), [Dlay vers en espanol de Foucault, La arqccags del saber (Mexico: siglo sx, 2008) el "Historical Discourse de hes y The Potmadrn Conon de Lyota 187 avid Carr «estos argumentos son lo sufcientemente relevantes, como para que seamos més preca- vidos a la hora de afirmar la universalidad del tiempo narrativo. Asi es que cuando decimos que la narrativa histériea es simplemente una extension de Ia existencia his- torica, y que la existencia historia es la contraparte social del modo de vivir y actuar ene tiempo del individuo, estamos afirmando todo esto acerca de nosotras mismes, ¥ rho necesariamente acerca de todo el mundo. gQuiénes, entonces, somos nosotros? Quiz solo aquella comunidad que se reconoce compartiendo determinada concepcién y determinada forma de vivir en el tiempo, y que reconoce que, en este aspecto, € diferente o puede ser diferente, de otras comunidades pasadas, presentes o futuras. ‘Anteriormente hemos earacterizado este enfoque acerca del tiempo como una cues- tign de confrontar y liar con el fantasma del caos temporal, la secuencia carente de sentido y desestructarada. Cuestionar Ia universalidad de este enfogue nos obliga a reconocer que la narrativa puede ser solo una forma de afrontar el tiempo y su amenaza inherente. Decie que nuestro modo es el de afrontarvalientemente el tempo, dandole forma y moldeindolo, en lugar de rchuirle hacia la atemporalidad, sera también, de nuevo, sefialar una ventaja de nuestro propio modo de hacer las cosas. Quizas, en definitiva, deberiamos conformarnos con reconocer, por debajo de todas las diferen- cias culturales en estas cuestiones, un rasgo humano si genuinamente universal: la lucha contra el caos temporal, el temor a la dispersion secuencial y ala disolucién, la recesidad de exterminar al Padre Tiempo, 0 por lo menos, de eviiar (posponer?) sus intentos de devorarnos s todos. En cualquier caso, nuestro propsisito aqui, no ha sido abogar por la universalidad de la estructura narrativa, sino asegurar que, para nosotros, constituye la forma uniica- dora comtin para dos conjuntos de posibles oposiciones: por un lado, la unidad de To vivido con lo contado,y por otto lado, la unidad de lo individual con lo social o historic, Podria pensarse que al admit la posibilidad de que la estructura narrativa esté Timitada culturalmente, estamos debilitando una parte importante de nuestra tesis. Si es cierto que la organizacion narrativa del tiempo le ¢s propia a determinada cultura y tradicién en particular, ;no significa esto que su origen es, después de todo, literario? En vez de ser extensiones y rellejos de nuestra manera de vivir en el tempo, tal vez las grandes obras lterarias de nuestra cultura, comenzando sin dudas por la Biblia, nos hayan inculeado una tendencia a vivir nuestras vidas como relatos. Esta seria a justi- ficacion de otro aspecto de la visién de Ricoeur (un aspecto, por cierto, dificil de coneiliar con su propio universalismo). Las vidas humanas son una heterogeneidad de acciones, intenciones, metas y citcunstancias, pero "necesitan y merecen ser conta- clas." Las narrativas ficeionales e historicas les prestan este servicio, introduciendo armonia y orden, donde antes no lo habia, brindindole formas dadoras de sentido Pero estas obra literaias, a su vez, afectan el mundo del que proceden, como afirma Ricoeur, sugitiendo que proveen modelos para vidas construidas narrativamente. Esta > coeur 11S 188 Tiempo, naratiea «historia ¢, por supuesto, otra version de la idea que sostiene que la vida imita al art; también puede verse como una descripcion de una forma espiralada de interaccion entre la realidad de nuestra cultura y su representacion en el arte y en la historia, Esta vision tiene su atractivo, pero en el fondo se basa en la oposicién entre Ia vida zo narratva y Ia forma narrativa, que es enteramente poética en su naturalezay origen Sostiene que si la accién, la vida y la historia tienen forma narrativa Ia adquieren de los productos literaios de nuestra cultura. Pero, gde dénde extraen estos, a su vez, st forma narrativa? Para Ricoeur, la cadena explicativa se detiene aqui: el acto poético parece auténomo y auto-impulsado, "Nosotros sostenemos, en cambio, que la accin, la vida y la existencia histoica se estructuran en forma narrativa, independientemente de su presentacién literaria, y que esta estructura es pracica, antes que estetica o cognitiva, Esto no quiere decir que la encamacion literaria de la narrativa le sea secundaria a la vida de la que emana, 0 que no tenga ningtin efecto sobre esa vida. Hemos dicho que la escritura histérica es tuna extensin de la existencia historia, su continuacién por otros medios. Algo pare- cido podria decirse de la fccién, en relacién con la existencia individual, aunque no Jo hemos intentado argumentar aqut. El efecto de ambas formas de escritura sobre la cultura de la que se derivan es inequivoco. Pero To que proveen son ejemplos de como Ja forma narrativa puede completars, representaciones de eémo vivir en tanto indivie duos y comunidades. No proven la forma narrativa en si Pero afirmar que esta forma no es creada por los productos literarios de muestra cultura, no implica afirmar que sea universal o independiente de nuestra comunidad. ‘Una comunidad es mucho mas que los productos de su alia cultura. Lo que hemos intentado deseribir aqut, con la ayuda del concepto de narraiva, es nuestra forma de experimentar, de actuar y de vivir como individuos y como comunidades. Se trata de nuestra manera de ser y de liar con el tiempo. 189

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