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Psicologta Psiquiatrfa Psicoterapia “Titulo publicados 1: Alexander toe Pegi dinnica Rabi Magia yengulzfrenia 14 Minka Es epee 21. A. Aberastay- Teoria y tence del psioandlisi de nitos 22. F Tustin Ais 9 piteocis ijanttes 28. C.R Rogers Pstcaverapiacontada ene cliente 30; G. Bateson y J. Ruesch = Conuricaclon La atric socal de a psguiatrta 38. G.Coplan: Principio de palutatrapreventva 4S Boner Pagar yeni 46 E Thayer Gaston y oot Tratado de musicotrapia CR hoger 2h sind commie hse 16. E Balint 1.C. Norell omps) - Sir minos para el pacene TI, {Zanker Bi proceso eeatvo onl tropa guested 79. D, Melee y otos - Exploracn del automo 82: G.Panbow*Esrucafrilir ypstcote &5. RN Blaney comp.) - Manuel de ands wansaccionat 46, 1°D. Pago Manual de plcopatlogta 87, §. Arey J. Bomporad- Prcoterapia del depresiin 1, A Braunery E Brauer Vivircot un nto autico 104, BLE Malad Psteotrapia indviual 108. M.A. Materan\ = Drogedepondencia 109: Btwn: Eade tn ites TIL, A, Aberastury "El picoundlss de mito y sus apticaciones 113. M Knobel Patcotrapia reve 116. L’Ricony 8, Di Sega Problemas del campo de la salud meal 117, E Towas de Bed Entrevista y diagndstico U8. [-Ricony ous - Cros canines 118. I-Pch yas La consulta en pscologa clinica 120, 1 Bane ors Pacoteraptapeicoanalica fecal y breve 121, 6. Stevetson= La tenon a ito matatado 122. A Mursceho Dean yotton- Drogadiclon 128. A. Fermindez Alvarez» Fundamentos de un modelo inteprativ en picoterapie ec a 128. 1. Maneano yF Palacio Espas: Ls terapias en psiquiatrta infantiy en pcopedagogla 126. 1.D. Guy La vida personal del peicorerapeuta nope 127, A. Beck- Terapia cogntiva 128. ID. Satan 7 Sepol- Bl proceso interpersonal en la terapiacognitiva 128. G. Caplan: Aspect preventvosen sad metal 130. A.J. Campo. Teoria, linia y teraptapsicoanatica (1957-1991) 131. B Bianchly ovos- Bl serviia socal como proceso de ayuda °° G.Feassy MT Mit «Aproximacions ala ptcoterapia Gukdn Bnimo en raese coy P, Green La percepcin visa Arce A. Plo.” Manual de psicologta julien “YY oles -Pscois infty otros cuadros graves enlanfancia Jorge Sobral Ramé6n Arce Angel Prieto MANUAL | DE PSICOLOGIA JURIDICA NIA 00019266N 4.08.01 S677m Sobral. Jorge; Arce. Ramén; Manual de psicologia juridica 16 MANUAL DE PSICOLOGIA JURIDICA {Este es el contexto en que nace el libro que ahora tiene entre sus manos. En él una serie de especialistas espafioles van recorriendo algunos de los ” tépicas més sobresalientes de la psicologiajuridica, una disciplina hija de tee contacto inevitable al que hemos aludido. El lector podrd pasearse por | las complejas relaciones entre el mundo de la psicologia y a ey, pods acer carse a algunas de las bases epistemolégicas en que se sustenta esa relaciér, podri conocer algunos de los estudios mis relevantes que se han realizado pn el drea de la toma de decisiones judiciales, tanto por parte de jueces pro- fesionales como por parte de ciudadanos legos en derecho, asomdndose de paso al apasionante mundo de los juicios con jurado, institucién de pré- Ina y polémica implantacién en la administraci6n de justicia. Podré tam- bién el lector hacer un provechoso recorrido por la psicologia del testimo- nio, pieza clave de una psicologia forense cienifica y moderna, al tiempo que tend la ocasi6n de constatar el estado de la cuestién pot lo que se tefiere a la psicologia forense aplicada en nuestro pals. TEsperamos que el lector, sean cuales fueran sus priortarios intereses, pueda apreciar el esfuerz0 realizado para poner a su disposicibn, por vex primer, tuna psicologfa juridica proxima, cientifica y moderna. CAPITULO I RELACIONES ENTRE LA PSICOLOGIA Y LA LEY Eugenio Garrido Martin! (Universidad de Salamanca) 1. Introduccién Los estudios que exponen las relaciones entre la psicologfa y la ley posi- tiva suelen comenzar con algén ejemplo enrarecido en los medios de co- municacién. ‘No quiero apartarme de este esquema; quiero recordar dos acontecimien- tos o noticias relativamente frescas. El primero, ya cisco, la sentencia de Ja minifalda. Me refiero a él no por el ruido social que produjo, sino por las razones aducidas por el juez. de ‘Teruel para absolver al empresario que cosa sexualmente a su secretaria: no he hecho mis, dice casi textualmente el juez, que aplicar los principios de la biologfa y de la psicologla de Freud. Es decig, que las teorfas psicoldgicas de la conducta intervienen explicita- mente en la argumentacién juridica. La conclusién, para los psiedlogos, es que en esta sentencia se ha explicitado su fundamentacién psicologicas en todas las demis se utiliza de igual manera (Fitzmaurice y Pease, 1984). El segundo acontecimiento, que se toma de los medios de comunicacibn, es menos conocido, pero no por eso menos significativo en cuanto a més- trar la {ntima relacién existente entre la psicologfa y la ley. Se trata de un. reportaje aparecido en el suplemento dominical de ABC (29-389, pigs. 66-67). Reportaje publicado con motivo del Decreto del Consejo de Ministros de 3 de marzo de 1989 en el que se pena a quienes no pasan a la mujer y a Jos hijos la pensidn estipulada en la sentencia de separacién. Uno de los jueces entrevistados (juez de familia Eduardo Hijas) afirma que él quedaria iis satisfecho si.pudiera entrevistarse a solas con las partes que litigan. En este segundo caso la relacién entre la psicologia y la ley roza el cam- po del ejercicio profesional. De alguna manera, ciertas funciones del juez, © que se atribuyen a ciertos jueces, tienen algo o mucho que ver con las 1. Esta publicscién se realiza bajo la ayuda de investigacisn CICYT, PBS 90-0387 18 MANUAL DE FSICOLOGIA JURIDICA funciones especificas del psicdlogo. Fue Parsons quien, alld por los afios cua- renta (1949), afirmaba que la eficacia de los abogados no se mostraba tanto en has salas de juicios como en sus despachos. Se referia a funciones que cn psicologia se denominan counselling y que es uno de los roles mis viejos del psicéloge: tanto que puede constituir su estereotipo. Aun partiendo de estos dos ejemplos prototipicos, y con ello continuar Ja tradicién de los escritos psicolegales, no es mi interés demorarme en lo anecdético que ponga de manifiesto el ejercicio. Me interesan las relaciones epistemoldgicas, mostrar si son idénticas o distintas de sus representacio- nes de la conducta, objeto de estudio de la psicologia y objeto de regulz- cién de la ley positiva. También me interesa llegar a establecer los paradig- ‘mas concretos de la posible o real colaboracién. 2. Tres momentos histéricos Si nos aceredramos sisteméticamente a las primeras piginas de los trata dos de psicologfa juridica hallariamos unos euantos tdpicos que se repiten con mayor 0 menor fortuna. Uno de ellos es el recuerdo de hechos histbri- cos que muestran cémo fueron descubriendo y aceptando los hallazgos de las ciencias sociales, en especial de la psicologia, quienes tienen por oficio Ia ley positiva No faltari nunca la mencién de Miinstenberg, 1908 (véase Balu, 1984, Marcowitz, 1976). Miinstenberg mostré la imperiosa necesidad que tiene Ia ley positiva de conocer y aplicar os hallazgos de la psicologia cientifica, especialmente en el campo del testimonio presencial. La cita siguiente, re cordada por Zimbardo (1975), es larga, pero merece la pena: es uno de los primeros testimonios en que se muestra la necesidad de que el juez tenga en cuenta la psicologla de los «sentidoss: «Los periodistas se sentaron in- mediatamente delante del estrado, Uno escribié que los.oyentes estaban tan sorprendidos por mi discurso que éste fue acogido con un completo silen- cio: otro, que yo era constantemente intecrumpido por vivos aplausos, y «que al final de mi arenga éstos continuaron varios minutos. Bl primero e- cribié que yo no dejé de sonrefr durante el discurso de mi contradictor y el segundo anotd que mi rostro se conservé serio, sin una sonrisa, Sega uno, me puse colorado; segiin otro, blanco como la pared. El primero com td que mi adversario no dej6 de pasear por el escenario durante mi discur- 0, y el otro que permanecié siempre sentado a mi lado y que me daba paternalmente golpecitos en la espalday (Zimbardo, 1975, pags. 35-36). RELACIONES ENTRE LA PSICOLOGIA Y LA LEY 19 Naturalmente, cuando los tratados mencionan la obra de Miinstenberg, no eluden recordar la solfa en que la pone Vigmore (1909). Algunos no se olvidan, tampoco, de que la farsa tiene un tercer acto: treinta afios des- pués, 1937, Vigmore reconoce la necesidad de que la ley positiva se funda- ‘mente o tenga en cuenta los hallazgos de las ciencias sociales, admitiendo, también, que los test son un instrumento cientifico, Sin duda, puede afir. ‘arse que en el trasfondo existe una concepeién positivista de la ley, aque- lla que no se funda en la ideologia liberal, sino en la naturaleza de la reali- dad social (véase Garefa Arin, 1987). Un segundo e importante momento hist6rico tiene ugar en el afio 1962, con el juez Buzelon (véase Balu, 1984, pag. 4, pig. 344 y sigs). Psicdlogos y psiquiatras no estén de acuerdo en el diagndstico de la enfermedad men- tal de Yenkins. El juez admite la cualificacibn del psiedlogo para diagnosti- car en temas de enfermedad mental. Tal como demuestra Balu (1984) y lo prucban Poythress y Petrella (Poythress, 1979; Petrella y Poythress, 1983), mediante estudios comparativos y representativos, los diagndsticos de pst cologla forense pueden ser mejores que los de los psiquiatras. ‘Tomados en conjunto estos dos casos histdricos, se advertiré que existe cn ellos un gran sesgo a favor de la ley positiva: parece que tal relacién tu viera lugar solamente en el Ambito de la ley procesal (capacidad del acto responsable o veracidad del testimonio). Y, en verdad, no se puede negar que la psicologia juridica, al menos la académica, estd determinada o pola- tizada en torno al mundo del proceso y del diagndstico (Garrido, 1992; Romero, 1992). __ Los psicdlogos, sin embargo, no estarian de acuerdo en limitar las rela- ciones entre psicologia y ley a silo estos campos. Como se vers més adelan- te, la gran pretensién de los psicélogos es, dentro de unos limites, convertir a la psicologia en el fundamento de la ley positiva y de sus aplicaciones con- cretas: fundamento racional de su formulacién, auxiliar indispensable en su sjecucién y juez evaluador de sus logros. Tal es la opinién de autores como Monahan y Loftus (1982), Haney (1984), Blackman, Miller y Chap- ‘man (1984), Kirby (1978), Mufioz Sabaté (1980), Tapp y Levine (1977), ete, ys en general, es la pretensién de todos los que directa o indirectamente se han acercado epistemol6gicamente a esta relacién, incluida la presente. Por eso, los psicélogos suelen citar con cicrta sesgada querenicia la sen tencia del ‘Tribunal Supremo de los Estados Unidos de América en la que Se prohibe la educacién discriminada entre negros y blancos. En ella se afirma explicitamente que las ciencias sociales han demostrado que la edueacién *separada promueve la segregacidn. Es el tercer hecho historico al que que- 20 [MANUAL DE PSICOLOGIA JURTDICA sa referirme, Aqut las ciencias sociales, entre ellas a psicologfa, han ofreci | do la realidad social que da sentido, que da aplicacién concreta a la ley y ayuda a quien ha de aplicarla, ayuda que consisteen ofrecerle el verdadero Sentido de lo que quiere la ley: en 1896 el Tribunal Supremo de los Estados Unidos dicté una sentencia judicial acerca de la doctrina de «separados pero igualesyen las relaciones raciales, normalizando que la segregecion racial Jegislada no viola la Constivucién, En 1954 el Tribunal dio la vuelta 2 esta decision anterior al declarar que la segregacién racial legalizada en las es- ‘cuelas piblicas es intrinsecamente desigual, por lo tanto una violaciOn de los derechos constitucionales. Para llegar a esta conelusién el Tribunal de 4954 tuvo en cuenta gran niimero de documentos de las ciencias sociales, que cita en una nota a pie de pagina de la decision. ‘Quienes se opusieron a la decisiOn de 1954 se fijaron répidamente en.» este hecho y expresaron su desénimo porque el Tribunal Supremo se habia apartado de su obligacin de tomar decisiones puramente legales y de bax ior contaminado sus decisiones con consideraciones psicologicas y socio- egieas. Tal como lo expresé el editor de Richmond Times-Dispach, en Vit- ginia: -Violencia en Little Rock... no hubiera tenido lugar si nueve jueces Bo hubieran consultado a los sociélogos y a los psicblogos en lugar de a Jos juristas en 1954 e intentado legislar mediante decreto judiciales (Dib- ney, 1957, pig. 14, citado por Petigrew, 1961). "Tales critieas apoyan la decisién «puramente legal» de 1896 en la que cexpliciamente se reconoce que: la legislaci6n es impotente para erradicar os instintos taciales ey sostener el punto de vista de que el modo estatal no puede modificar cl modo popular» (stateways cannot change fllkways) Perm esta critica a la decisién de 1954 lleva en sf misma su refutacin al re- velar que la decisin de 1896 es también sociolégica y psicolbgica. Ash, la hhocibn de que existen «instintos racales»y la ereencia de que la legislacibn Ole aceién judicial no produce un cambio de actitudes son supuestos psico- [égicos que exigen una evidencia empirica en favor o en contra. De hecho, incluso «decisién» suena como si se inspirase directamente en los escritos de William Graham Sumner, el influyente socidlogo de aquellos tiempos, Giuien sostenia que stateways cannot change folkeways(D. Bem, 1970, pf, 1). "Mientras el psicélogo, en sus relaciones con Ia ley positiva, se restrinja su papel de experto que aconseja 2 la parte juridica en temas de conducta yhumana, parece que no se crean demasiados problemas. En definitiva, mien- tras el jursta siga detentando el poder de esta relacién y el psicélogo sea cL auxiliary le ofrezca los datos a los principios sobre los que fundamentar su argumentacién, no se plantean mayores problemas, ni epistemol6gicos 4 [RELACIONES ENTRE LA PSICOLOGIA Y LA LEY a ni de competencia (Haney, 1984). Cuando, por el contratio,k fe o cualquier otra ciencia social pretend convertrse en tia be nla nes entre psicologiay le se hacen dificiles (Ellison y Buckhout, 1981; Kin 1984; Kirby, 1978; Garrido, 1986), acre Se han recomendado tres hechos histbricos con ciertarelevanci nn + con cierta relevancia que di dias, ehriea + pedeicgnerne, lia elec laclones eats la peeclogtay laley positiva la necesidad de contar con lo descubrimientos psicol6gicos cn prs, Minstnber a cuafiacin cinta del psclogo par emitirevaluaciones forenses: Bazelon, y la inluenci imi jobroligieovsad xonklo- dels legit, eee rereteet 3. Consideraciones epistemolégicas En algin escrito anterior mfo (1986) se defiende la legitimida see el psic6logo para intervenir en eee legales y el ee ee Ee cologla sobre la ley enel terreno dels prineipios también se declar (1990) que tal priviad,en a rei, un pad, ob todo cuando sa 2a el poder efectivo de la psicologia en el momento de dar forma explicita 21 norma posta o ene de plas la se quiere volver sobre ests campos de friccién: el interés a coarse ls blames senclgon gic ele ntoaad ee tuas; aunque tampoco ve pretende que aquello x eche en olvido. ogi tad de picoogs justia no salen aproximare demasiado a los fandaments de at reacones ene la pricolaglay la ly. Sule, no cbstars comenza haciendo aimaciones isc picolglay fey ban scaionane porque ambas tatan dela conducts umn, icho de esta manera vaga y genérica, nada habrfa que objets, slvo que, como dirfan los clésicos, la conducta humana no ¢s mds que un objeto tnaterial susceptible de ser estaiado desde dstntas perspeciva,y tas son ciferencias staat dels sabres, Sil piclogay I ley 5 rel ionan entre s{ porque ambas se ocupan de la conducta, ha de ser, en parte 3 menos, porque tienen también el mismo modo de entenderlo; aunque la psicologs, edie ns reulridades, ots, Ia le, lax suponge. Ps Dees pus, mater ns, Y al acto surge deltas, Set le exponerias gradualmentc: primero deide el punto de vista de la psi soto luego, més dificil para mf, desde los cultivadores de las ciencias ju- La psicologfa y la ley han de relacionarse neécesariamente porque ambas 2 MANUAL DE PSICOLOGIA JURIDICA tratan de accién humana: «Ley y psicologfa son semejantes porque am- bas tratan de las conductas humanas. Ambas se preocupan de controlar la conducta» (Howard, 1974, citado por Kirby, 1978). Ellison y Buckhout (1981) son mas precisos: «Ley y psicologla tienen ‘un punto de vista comin: a ambas les preocupa la comprensin, la predio- cibn y la regulacién de la conducta humana» (pig. 1). Hay autores que toman posturas, a primera vista, mas extremas, como Saks y Hastie (1978): «Cada ley y cada institucién legal se apoyan en ura presuncién acerca de la naturaleza humana y la manera en que viene deter minada la conducta humana» (pag. 1). En esta gradacién in crescendo se llega a la precisién de Howard que re- coge King (1984): «La ley se funda en creencias comiinmente aceptadas (20 necesariamente fundadas) y refleja actitudes cominmente aceptadas (aun- que prejuzgadas)> (pig. 67). El desarrollo de estas afirmaciones de Howard constituye el cuerpo ée argumentacién de libros tan bien estructurados como los de Fitzmaurice y Pease (1984) 0 el de Lovegrove (1988). Enel otro extremo, en el de las argumentaciones que demuestran el de- sapego y naturaleza distinta de psicologia y ley, estarfan autores como al ya citado King, que niegan casi de modo absoluto las posibles relaciones entre ambas disciplinas por hallarse en dos mundos del saber que ni se ro- zan: nada tiene que ver el mundo de las leyes cientificas de la conducta con la aplicacién concreta, circunstancial e individual de la ley positiva; idea que se puede caricaturizar diciendo cémo en la mayorfa del mundo se con- duce por la derecha y en Gran Bretafia por la izquierda (aunque resulta ca rioso leer cémo Maccoby (1980), al mencionar los temas bisicos sobre los que existen leyes positivas en todas las culturas y acentuar cémo las que resultan de interés comiin se aceptan, pone como ejemplo el acuerdo sobre la mano por Ja que se conduce). Ta idea de la no relacién tiene més trascendencia cuando se argumenta con el valor histbrico de la ley positiva. Asf, quienes pertenecen al partido socialista espaiiol y hoy estén en cl gobierno, hace 20 afios eran perseguidos y encarcelados como desviados de la norma. Ser un delincuente no ¢s cues- tién de personalidad (de psicologfa), sino de voluntad del legislador.? 2. Lo que sucede esque tampoco la psicologfa tiene uns concepei6n de a delinevenca como snaturalezay, sino como conduct aprendid, Pasar macho tempo hasta que a con- cepeién médica de la conducts o el error fundamental de Ia steibucign causal penetre 30 MANUAL DE PSICOLOGIA JURIDICA Jhumana y la enaturaleza» del comportamiento humano. Y por «nature: za» entendemos el «ser», la realidad, lo sustantivo, el supuesto o soporte de la accién misma Lo que pretendo es hacer una critica a este «supuesto», | y para hacerlo es necesario replantearse las relaciones entre el ser y el deber ser. Entre el ser que «supuestamentes descubre la psicologia y el deber ser que ordena la ley positiva, Naturalmente que a estas alturas del desarrollo del pensamiento huma- zo no se es original al afirmar que la ideologia, las ciencias sociales, no son mis que un reflejo del deber ser. En definitiva, no es original quien preten- da afirmar que las ciencias, especialmente las ciencias sociales con frecuen- cia no son mis que un ropaje cientifico del statw quo, son unas supraestruc- turas al servicio del poder establecido, que es el que legisla. Desde el punto de vista que nos ocupa (las relaciones entre psicologia ¥ ley), esto quiere decir que la ley, impuesta por el poderoso, determina Jo que las ciencias sociales deben descubrir, Es decir, que es la sociedad tal como estd establecida, , més en conereto, el poder que crea las leyes, el que determina la psicologia que se hace, la «naturaleza» que se descubre, Y¥, dicho asf, las tornas se vuelven contra las ciencias sociales, Decir esto carece de originalidad, pero es necesario decirlo 0 recordatlo porque, como ya hemos visto, Piaget diferencia entre ser y deber ser a la hora de distinguir epistemolégicamente las ciencias sociales de las juridicas, La pregunta es, pues: equién determina a quién?

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